OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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No tiene sentido que oculte mi cara cuando nadie va a reconocerme, pero de alguna manera esconderme bajo la capucha de una chaqueta me proporciona una seguridad que hasta ahora no sabía que necesitaba. En contraste con la gente que camina por las calles y que apenas se fijan en mí, yo no puedo evitar no contemplar cada una de las caras con las que me cruzo, como si fuera a recordarlas todas de darse la oportunidad. Eso se debe a los años pasados en el catorce, gracias a la burbuja que nos recogía a todos pasé mucho tiempo viendo los mismos rostros durante muchísimo tiempo, solo para que ahora no vaya a volver a ver a esas personas lo que parece ser nunca más. Sacudo la cabeza para quitarme ese pensamiento de la cabeza en lo que espero a que llegue mi acompañante de hoy.
Sabíamos que encontrar a los niños una vez supimos que habían entrado en NeoPanem sería difícil, más que difícil si tenemos en cuenta que a estas alturas ya podrían estar rondando a kilómetros de distancia, en manos de las personas equivocadas o incluso muertos. Razón por la que las esperanzas de dar con ellos en un tiempo cercano va decayendo con el paso de los días. Sé que la red de Kennedy no es lo suficientemente grande para abarcar todos los lugares remotos del país, y que todo estamos haciendo lo que se puede dadas las circunstancias, pero no puedo evitar pensar que estamos malgastando un tiempo valioso. Aunque tampoco es como si pudiéramos movernos por los distritos como si fuéramos ciudadanos pese a ser fantasmas a los ojos del gobierno.
De igual manera, mientras esperamos noticias de los miembros de la red, hay otras cosas que debemos hacer para ayudar ahora que estamos viviendo en el piso de Kennedy. Como no quiero ser una carga, cuando la mujer comentó que debía ir con su sobrina a buscar suministros me ofrecí a echarle una mano. Ella tiene otras cosas que hacer y yo por otro lado prefiero tener la cabeza distraída siempre que pueda, de esa forma no tengo que pensar en problemas que sé que no puedo solucionar. He cruzado pocas palabras con Moira desde que llegamos, las suficientes para que sepa como me llamo y de donde vengo, pero por lo demás somos completamente desconocidas para la otra. Cuando la veo llegar al sitio donde ha quedado con su madrina me separo del edificio y doy un paso en su dirección. - Ey, Moira, Kennedy estaba ocupada así que me ha enviado a mí para ayudarte. - Le digo una vez estamos a la misma altura y puede escucharme.
Sabíamos que encontrar a los niños una vez supimos que habían entrado en NeoPanem sería difícil, más que difícil si tenemos en cuenta que a estas alturas ya podrían estar rondando a kilómetros de distancia, en manos de las personas equivocadas o incluso muertos. Razón por la que las esperanzas de dar con ellos en un tiempo cercano va decayendo con el paso de los días. Sé que la red de Kennedy no es lo suficientemente grande para abarcar todos los lugares remotos del país, y que todo estamos haciendo lo que se puede dadas las circunstancias, pero no puedo evitar pensar que estamos malgastando un tiempo valioso. Aunque tampoco es como si pudiéramos movernos por los distritos como si fuéramos ciudadanos pese a ser fantasmas a los ojos del gobierno.
De igual manera, mientras esperamos noticias de los miembros de la red, hay otras cosas que debemos hacer para ayudar ahora que estamos viviendo en el piso de Kennedy. Como no quiero ser una carga, cuando la mujer comentó que debía ir con su sobrina a buscar suministros me ofrecí a echarle una mano. Ella tiene otras cosas que hacer y yo por otro lado prefiero tener la cabeza distraída siempre que pueda, de esa forma no tengo que pensar en problemas que sé que no puedo solucionar. He cruzado pocas palabras con Moira desde que llegamos, las suficientes para que sepa como me llamo y de donde vengo, pero por lo demás somos completamente desconocidas para la otra. Cuando la veo llegar al sitio donde ha quedado con su madrina me separo del edificio y doy un paso en su dirección. - Ey, Moira, Kennedy estaba ocupada así que me ha enviado a mí para ayudarte. - Le digo una vez estamos a la misma altura y puede escucharme.
—Sip, iré yo misma a comprar lo que haga falta, no me meteré en más problemas y todo lo que quieras, incluso puedes modificar el espacio como te plazca, Nenny...Pero alguien a parte de mi bella persona entra a mi dormitorio y juro que yo misma los entrego a los aurores.— Por supuesto que era mentira, Moira jamás haría algo así, pero le gustaba remarcar los limites, o mejor dicho el limite, no tenía muchos de todos modos.
Terminó de discutir con su madrina, dejó la taza de té vacía en el fregadero y se acomodó los auriculares dentro de los oídos, mas no encendió la música aún. —Pero lo haré cuando cierre la tienda al mediodía, así puedo usar también los ingresos de hoy para la causa...Ese pelirrojo que has traído, debe comer como todos nosotros juntos.— Le reclamó a Kenny, al tiempo que colgaba un par de aretes circulares en sus orejas perforadas. —No me quejaré, es una buena motivación visual por supuesto y apuesto a que es delicioso. Bueno ahora sí, adieu.— Y presionó el botón de play al salir del edificio.
La mañana transcurrió con normalidad, varios clientes ingresaron y compraron pociones u otros elementos no del todo legales, otros sólo entraron para curiosear y los últimos para contarle a Moira algún que otro chisme o rumor. Nada servible y menos para la red.
Desde lo ocurrido con el catorce, el loft estaba patas para arriba, todos se movilizaban para buscar a un grupito de niños que sobrevivieron al ataque y la morena para no involucrarse o exponerse demasiado, lo único que hizo fue pedir información a su clientela más fiel. A cambio de datos precisos, certeros y con pruebas fidedignas, les prometió entregar una buena recompensa.
Con el dinero recaudado, más los pocos galeones que le dio Kenny en el desayuno, cerró su pequeño negocio y se dirigió hacia el punto de encuentro anteriormente pactado.
De camino, acomodó su varita en el interior de las botas que llevaba hasta la rodilla y alisó la falda de látex, la cual se le había subido un poco...demasiado. —I can't stop this feeling, deep inside of me...Girl, you just don't realize, what you do to me.— Tarareó en voz alta y meneó la cabeza al ritmo de la canción que sonaba dentro de sus oídos, gracias al aparato que le arregló Mimi a cambio de una botella de tequila. Uno de sus objetos más preciados, a parte del ron. —I'm hooked on a feeling, I'm high on believing...That you're in love with me— Continuó cantando y moviendo las dos coletas que llevaba por peinado, hasta que una mano en su hombro la detuvo.
Estaba lista para irse a los puños, pero respiró profundo mientras se quitaba los auriculares y al voltearse con la mirada más fulminante posible, a sus espaldas reconoció a la mujer que llegó con el pelirrojo. Fue veloz el cambio en su rostro, una sonrisa de decepción claro, hacía mucho que no peleaba con alguien y ya estaba deseándolo. —Oh, eso está bien...nena.— Respondió y con un movimiento de cabeza, indicó el camino que debía seguir. Ese "nena", fue un cariñoso apodo porque no recordaba el nombre de ella.
Sin dejar de avanzar, por el rabillo del ojo le echó una mirada curiosa, no estaba tan mal tampoco, podía acostarse con ella pero sólo cuando aumentara un par de kilos más. No le gustaba acariciar huesos, carne sí. —Entonces, ¿Qué hacían en sus casas para pasar el rato? ¿Strip poker?— Preguntó para sacar tema de conversación.
Terminó de discutir con su madrina, dejó la taza de té vacía en el fregadero y se acomodó los auriculares dentro de los oídos, mas no encendió la música aún. —Pero lo haré cuando cierre la tienda al mediodía, así puedo usar también los ingresos de hoy para la causa...Ese pelirrojo que has traído, debe comer como todos nosotros juntos.— Le reclamó a Kenny, al tiempo que colgaba un par de aretes circulares en sus orejas perforadas. —No me quejaré, es una buena motivación visual por supuesto y apuesto a que es delicioso. Bueno ahora sí, adieu.— Y presionó el botón de play al salir del edificio.
La mañana transcurrió con normalidad, varios clientes ingresaron y compraron pociones u otros elementos no del todo legales, otros sólo entraron para curiosear y los últimos para contarle a Moira algún que otro chisme o rumor. Nada servible y menos para la red.
Desde lo ocurrido con el catorce, el loft estaba patas para arriba, todos se movilizaban para buscar a un grupito de niños que sobrevivieron al ataque y la morena para no involucrarse o exponerse demasiado, lo único que hizo fue pedir información a su clientela más fiel. A cambio de datos precisos, certeros y con pruebas fidedignas, les prometió entregar una buena recompensa.
Con el dinero recaudado, más los pocos galeones que le dio Kenny en el desayuno, cerró su pequeño negocio y se dirigió hacia el punto de encuentro anteriormente pactado.
De camino, acomodó su varita en el interior de las botas que llevaba hasta la rodilla y alisó la falda de látex, la cual se le había subido un poco...demasiado. —I can't stop this feeling, deep inside of me...Girl, you just don't realize, what you do to me.— Tarareó en voz alta y meneó la cabeza al ritmo de la canción que sonaba dentro de sus oídos, gracias al aparato que le arregló Mimi a cambio de una botella de tequila. Uno de sus objetos más preciados, a parte del ron. —I'm hooked on a feeling, I'm high on believing...That you're in love with me— Continuó cantando y moviendo las dos coletas que llevaba por peinado, hasta que una mano en su hombro la detuvo.
Estaba lista para irse a los puños, pero respiró profundo mientras se quitaba los auriculares y al voltearse con la mirada más fulminante posible, a sus espaldas reconoció a la mujer que llegó con el pelirrojo. Fue veloz el cambio en su rostro, una sonrisa de decepción claro, hacía mucho que no peleaba con alguien y ya estaba deseándolo. —Oh, eso está bien...nena.— Respondió y con un movimiento de cabeza, indicó el camino que debía seguir. Ese "nena", fue un cariñoso apodo porque no recordaba el nombre de ella.
Sin dejar de avanzar, por el rabillo del ojo le echó una mirada curiosa, no estaba tan mal tampoco, podía acostarse con ella pero sólo cuando aumentara un par de kilos más. No le gustaba acariciar huesos, carne sí. —Entonces, ¿Qué hacían en sus casas para pasar el rato? ¿Strip poker?— Preguntó para sacar tema de conversación.
No me doy cuenta de que no me ha escuchado del todo hasta que veo que lleva unos auriculares en los oídos, y por alguna razón siento su mirada cargada de ataque, probablemente por el susto que no pretendía darle. Elevo las manos casi al instante en un gesto de paz, relajando los brazos cuando responde. Intento no reflejar en mi rostro el asombro que me provoca que me llame nena, como si fuera su camarada de toda la vida, pero me limito a alzar las cejas cuando me encuentro a unos pasos por detrás de ella. Acelero el paso cuando con la cabeza indica el camino que debemos seguir, metiendo las manos en los bolsillos de la chaqueta.
Me atraganto con mi propia saliva cuando el comentario que suelta hace que frene de golpe, solo para fruncir el ceño en lo que doy unos pasos para volver a retomar el ritmo. - ¿Cómo? - Puede que simplemente no la haya escuchado bien, o que quiera creer eso para no tener que responder a su pregunta. - No sé que te han contado sobre el catorce, pero me parece que te has hecho una idea equivocada. - Mi voz pretende adoptar el tono más neutral posible, pero al final me es inevitable ocultar la estupefacción con la que recibo su propuesta. ¿Es esa la imagen que tienen el resto de ciudadanos sobre un distrito del que ya no quedan más que cenizas?
Como creo que es evidente que no quiero hablar de ese tema, me muerdo la lengua para dejar a un lado cualquier alusión al catorce, soltando un suspiro mientras elevo mis hombros y los dejo caer casi de inmediato. - ¿Y bien? ¿Qué es lo que necesitamos buscar? - Kennedy no me hizo ninguna aclaración acerca de lo que era urgente comprar, de manera que me giro levemente hacia Moira para que ella misma me dé la respuesta. Eso me da un tiempo para observarla bajo la luz del sol sobre nuestras cabezas, fijándome por primera vez en que tiene un aspecto bastante más juvenil que el mío, y eso que no somos muy distintas de edad. Su cuerpo está mucho más curvado y no posee ninguna cicatriz ni moratones en su tersa piel, lo que me hace pensar en lo mucho que somos diferentes, no solo en nuestras figuras, sino en nuestras situaciones también.
Me atraganto con mi propia saliva cuando el comentario que suelta hace que frene de golpe, solo para fruncir el ceño en lo que doy unos pasos para volver a retomar el ritmo. - ¿Cómo? - Puede que simplemente no la haya escuchado bien, o que quiera creer eso para no tener que responder a su pregunta. - No sé que te han contado sobre el catorce, pero me parece que te has hecho una idea equivocada. - Mi voz pretende adoptar el tono más neutral posible, pero al final me es inevitable ocultar la estupefacción con la que recibo su propuesta. ¿Es esa la imagen que tienen el resto de ciudadanos sobre un distrito del que ya no quedan más que cenizas?
Como creo que es evidente que no quiero hablar de ese tema, me muerdo la lengua para dejar a un lado cualquier alusión al catorce, soltando un suspiro mientras elevo mis hombros y los dejo caer casi de inmediato. - ¿Y bien? ¿Qué es lo que necesitamos buscar? - Kennedy no me hizo ninguna aclaración acerca de lo que era urgente comprar, de manera que me giro levemente hacia Moira para que ella misma me dé la respuesta. Eso me da un tiempo para observarla bajo la luz del sol sobre nuestras cabezas, fijándome por primera vez en que tiene un aspecto bastante más juvenil que el mío, y eso que no somos muy distintas de edad. Su cuerpo está mucho más curvado y no posee ninguna cicatriz ni moratones en su tersa piel, lo que me hace pensar en lo mucho que somos diferentes, no solo en nuestras figuras, sino en nuestras situaciones también.
Apagó el aparato que cargaba en el bolsillo interior de su fina chaqueta y lo guardó junto con los auriculares dentro de su bolso.
No disminuyó sus pasos, no le gustaba pasear por el centro del Distrito y la mercadería que necesitaban, las compraría lo más rápido posible, no se quería exponer y menos terminar con galeones menos por sobornar a los aurores si las detenían.
La voz de la morena le hizo sonreír y mientras que sus manos jugaban con las finas cadenas colgadas alrededor de su pecho en modo decorativo, le echó una mirada de curiosidad. No pretendía ofenderla y ya lo había hecho. —Si te dijera lo que me han contado, lo que he oído y visto, ninguna de las versiones tendrían coherencia. Creo que podría escribir un libro..."Las 101 mentiras del famoso paraíso".— Destruido. Pero no, no diría eso porque lo único que le faltaba es que la desconocida se pusiera a llorar en medio del mercado. Tal vez no, tal vez si, no la conocía tanto.
Uno puede notar que llegó al mercado, no sólo por las tiendas armadas debajo de mantas y tela, por el tumulto de gente y los gritos, si no por el repugnante olor a mezcla de sudor, pociones, verdura y frutas podridas y miles de cosas más.
Moira arrugó la nariz y rodando los ojos, detuvo sus pisadas. —Necesitamos pociones curativas, ropa, comida y elementos de higiene. Ahora, es importante que sepas que con estás personas, debes ser ruda y pelear por el precio, ellos siempre terminan rebajando el valor cuando entienden que no obtendrán nada si siguen presionando.— La castaña de nuevo emprendió rumbo a través de los puestos y en varias ocasiones saludó con alegría a conocidos de toda la vida.
Cuando por fin llegaron a la mitad de la feria instalada, señaló al hombre que vendía prendas de segunda mano, pero en varios talles. No estaba su mujer y era un pervertido, así que por supuesto que tomaría la ventaja. —¿Alice era no?— Preguntó y la tomó del brazo para que volteara a escucharla, al tiempo que le entregaba una bolsa encantada. —Le pagaré con los galeones que pida, pero mientras yo converso con él, tú mete en la bolsa todo lo que puedas e intenta que sea de las cajas inferiores, no notará la diferencia si descuidadamente tomamos tres blusas en lugar de sólo dos.
Soltó el agarre en la mujer y al voltearse, lanzó un gritito que escuchó medio mercado. —¡Eddy! Tanto tiempo, amigo— Saludó y se lanzó contra el hombre, en un abrazo al estilo koala, rodeando el torso masculino con piernas y brazos.
Cuando un par de segundos pasaron y recibió a cambio dos besos en cada mejilla, bajó al suelo y continuó sujetando la espalda baja del vendedor. —Te presento a mi prima, Maggy. Vino a visitarme y la pobre no tiene ni un poco de gusto por la moda, así que mientras ella busca algo de tú colección, cuéntame como te va con la nueva vida de casado.— Y al decir esto último, se mordió el labio inferior y le entregó una bolsita con un par de galeones, lo que en realidad hacía peso en el interior, era un poco del polvo que intercambiaba a veces.
No disminuyó sus pasos, no le gustaba pasear por el centro del Distrito y la mercadería que necesitaban, las compraría lo más rápido posible, no se quería exponer y menos terminar con galeones menos por sobornar a los aurores si las detenían.
La voz de la morena le hizo sonreír y mientras que sus manos jugaban con las finas cadenas colgadas alrededor de su pecho en modo decorativo, le echó una mirada de curiosidad. No pretendía ofenderla y ya lo había hecho. —Si te dijera lo que me han contado, lo que he oído y visto, ninguna de las versiones tendrían coherencia. Creo que podría escribir un libro..."Las 101 mentiras del famoso paraíso".— Destruido. Pero no, no diría eso porque lo único que le faltaba es que la desconocida se pusiera a llorar en medio del mercado. Tal vez no, tal vez si, no la conocía tanto.
Uno puede notar que llegó al mercado, no sólo por las tiendas armadas debajo de mantas y tela, por el tumulto de gente y los gritos, si no por el repugnante olor a mezcla de sudor, pociones, verdura y frutas podridas y miles de cosas más.
Moira arrugó la nariz y rodando los ojos, detuvo sus pisadas. —Necesitamos pociones curativas, ropa, comida y elementos de higiene. Ahora, es importante que sepas que con estás personas, debes ser ruda y pelear por el precio, ellos siempre terminan rebajando el valor cuando entienden que no obtendrán nada si siguen presionando.— La castaña de nuevo emprendió rumbo a través de los puestos y en varias ocasiones saludó con alegría a conocidos de toda la vida.
Cuando por fin llegaron a la mitad de la feria instalada, señaló al hombre que vendía prendas de segunda mano, pero en varios talles. No estaba su mujer y era un pervertido, así que por supuesto que tomaría la ventaja. —¿Alice era no?— Preguntó y la tomó del brazo para que volteara a escucharla, al tiempo que le entregaba una bolsa encantada. —Le pagaré con los galeones que pida, pero mientras yo converso con él, tú mete en la bolsa todo lo que puedas e intenta que sea de las cajas inferiores, no notará la diferencia si descuidadamente tomamos tres blusas en lugar de sólo dos.
Soltó el agarre en la mujer y al voltearse, lanzó un gritito que escuchó medio mercado. —¡Eddy! Tanto tiempo, amigo— Saludó y se lanzó contra el hombre, en un abrazo al estilo koala, rodeando el torso masculino con piernas y brazos.
Cuando un par de segundos pasaron y recibió a cambio dos besos en cada mejilla, bajó al suelo y continuó sujetando la espalda baja del vendedor. —Te presento a mi prima, Maggy. Vino a visitarme y la pobre no tiene ni un poco de gusto por la moda, así que mientras ella busca algo de tú colección, cuéntame como te va con la nueva vida de casado.— Y al decir esto último, se mordió el labio inferior y le entregó una bolsita con un par de galeones, lo que en realidad hacía peso en el interior, era un poco del polvo que intercambiaba a veces.
No me sorprende lo que dice, los rumores acerca de la existencia o no del catorce siempre han estado en boca de desconocidos incluso cuando no teníamos una comunicación directa con el exterior. Eso demuestra lo mucho que le gusta a la gente inventarse cada cosa con tal de tener algo para cotillear, independientemente de que sea cierto o no. - Paraíso es una forma de llamarlo. - Murmuro tras soltar una especie de chasquido con mi lengua que se queda más bien en un suspiro, dándome cuenta segundos después de que el catorce no es paraíso ni es nada ya. Si se tiene en cuenta la situación en la que se encuentra la población no mágica, el catorce sí puede resultar una maravilla, pero una vez estás allí, te das cuenta de la verdadera importancia que tienen necesidades tan básica como lo es un baño. Y sin embargo, ahora mismo daría todo lo que tengo, que desgraciadamente no es mucho, por volver al que antaño era nuestro hogar.
Apenas abro la boca en lo que caminamos en dirección al mercado, por temor a llamar la atención de algún auror o ser foco de interés de algún comerciante curioso. Por esa misma razón acelero el paso de mis piernas pero sin que llegue a resultar sospechoso, siguiendo a Moira tras las sombras hasta que llegamos a nuestro destino. Hacía tiempo que no veía a tanta gente aglomerada en un lugar, en especial en uno como este que ni es excesivamente grande ni tampoco demasiado limpio. Conocía de la situación de los distritos actuales, pero no es hasta que lo ves con tus propios ojos que te das cuenta de como funcionan las cosas. - Tú eres la experta. - Digo a modo de confirmación ante lo que me dice sobre la compra-venta que tiene lugar en este sitio, fijándome en el modo que saluda a comerciantes con total naturalidad. Asiento con la cabeza cuando me pregunta por mi nombre y apaño la bolsa que me ofrece con ambas manos una vez parece que damos con el puesto indicado.
Al principio no puedo evitar quedarme pasmada por la forma que tiene de saludar al hombre, cargándose sobre él como si fuera más que un amigo, aunque es evidente que se trata de una táctica suya. Sacudo la cabeza recordando mi tarea y me agacho a donde están las cajas inferiores mientras Moira se encarga de distraerle para apañar un par de camisetas que no se encuentran en mal estado. De paso, y viendo que no ocupan demasiado en la bolsa, meto también otras prendas de utilidad antes de reincorporarme y acercarme a mi compañera. - Muchas gracias, por hoy eso es todo. - Le digo al hombre con prisa mientras agarro el brazo de Moira para salir de allí antes de que pueda apreciar la falta de ropa. - ¿Así es como saludas a todos tus vendedores? - Comento en lo que echo un vistazo a nuestro alrededor para que me indique a donde debemos ir a continuación.
Apenas abro la boca en lo que caminamos en dirección al mercado, por temor a llamar la atención de algún auror o ser foco de interés de algún comerciante curioso. Por esa misma razón acelero el paso de mis piernas pero sin que llegue a resultar sospechoso, siguiendo a Moira tras las sombras hasta que llegamos a nuestro destino. Hacía tiempo que no veía a tanta gente aglomerada en un lugar, en especial en uno como este que ni es excesivamente grande ni tampoco demasiado limpio. Conocía de la situación de los distritos actuales, pero no es hasta que lo ves con tus propios ojos que te das cuenta de como funcionan las cosas. - Tú eres la experta. - Digo a modo de confirmación ante lo que me dice sobre la compra-venta que tiene lugar en este sitio, fijándome en el modo que saluda a comerciantes con total naturalidad. Asiento con la cabeza cuando me pregunta por mi nombre y apaño la bolsa que me ofrece con ambas manos una vez parece que damos con el puesto indicado.
Al principio no puedo evitar quedarme pasmada por la forma que tiene de saludar al hombre, cargándose sobre él como si fuera más que un amigo, aunque es evidente que se trata de una táctica suya. Sacudo la cabeza recordando mi tarea y me agacho a donde están las cajas inferiores mientras Moira se encarga de distraerle para apañar un par de camisetas que no se encuentran en mal estado. De paso, y viendo que no ocupan demasiado en la bolsa, meto también otras prendas de utilidad antes de reincorporarme y acercarme a mi compañera. - Muchas gracias, por hoy eso es todo. - Le digo al hombre con prisa mientras agarro el brazo de Moira para salir de allí antes de que pueda apreciar la falta de ropa. - ¿Así es como saludas a todos tus vendedores? - Comento en lo que echo un vistazo a nuestro alrededor para que me indique a donde debemos ir a continuación.
Moira parecía absorta en la conversación con aquel vendedor, le sonreía, se acercaba demasiado a su rostro para hablarle e incluso en ciertos momentos utilizó sus manos para toquetear los brazos masculinos...Y otras partes del cuerpo. Que fácil era distraer a algunas personas, sin embargo la morena no estaba aislada de su alrededor, porque mientras el viejo comerciante, recién casado, le hablaba de lo difícil que era la vida en pareja sólo para hacerse la victima, ella se encargaba de observar o de hacer campana, por si se acercaban aurores o miembros de seguridad Nacional, si otros vecinos levantaban la mirada hacia ambas y por supuesto, si todo iba bien con Alice. —No me digas que ella ni siquiera te prepara una deliciosa cena...— Murmuró haciendo un pequeño puchero, para luego lamer con suavidad el lóbulo de la oreja de Eddy. —Te advertí que conmigo hasta tendrías postre.— Bromeó y se apartó justo cuando su "prima" la jaló del brazo para continuar con las compras.
Le lanzó algunos besos voladores a modo de despedida y guiñó su ojo para posteriormente voltear su cuerpo y continuar caminando junto a la castaña.
Buscó en el interior de su bolso un pequeño spray desinfectante con sabor a menta y apretó el botón cerca de su boca abierta, dos veces. Mucho mejor. —Bueno, no le di tanto dinero y espero que hayas metido toda la ropa posible. La bolsa está encantada así que no será problema...— Comentó con una enorme sonrisa, la cual se amplió aún más, cuando Alice hizo esa pregunta. —Mimi es una genio experta en tecnología, cables y demás cosas que no entiendo, Kenny es excelente estratega y así cada uno tiene su propia habilidad, la mía es esto, sé utilizar a las personas para obtener lo que quiero y además me sirve para vender los productos de mi tienda. Podría decir que estoy encargada de la distracción, entretenimiento y de lo otro.— Y por supuesto que hablaba de la radio donde ella era co-locutora.
Moira no siempre había sido así, cuando su pobre madre aún vivía, era muy distinta, claro que las fiestas, los vicios y el aprender a sobrevivir por si misma en un mundo lleno de buitres la fueron construyendo. Ahora no ayudaba porque si, sólo si obtenía algo a cambio. No se exponía demasiado y utilizaba varios métodos para sacar dinero, información y regalos de las personas que la rodeaban. Jamás decía su verdadero nombre excepto a los miembros de la red y tenía una larga lista con reglas a seguir.
Al salir del mercado ilegal armado en una especie de plaza, continuó caminando hasta llegar a una diminuta y obscura tienda de pociones, ubicada dos comercios luego de una florería.
La campanilla colgada por encima de sus cabeza resonó cuando abrió la puerta, mas antes de ingresar hizo señas para que Alice fuera primero. —Muy bien enfermera, ¿Qué deberíamos llevar? Preferentemente algo que cure varias heridas y sea abundante.— Se agachó para observar de cerca un extraño liquido morado sin etiqueta y sólo entonces una viejecilla más muerta que viva, hizo acto de presencia. —Buenas tardes, Julie.— Saludó sin levantar la vista de otra poción burbujeante.
Le lanzó algunos besos voladores a modo de despedida y guiñó su ojo para posteriormente voltear su cuerpo y continuar caminando junto a la castaña.
Buscó en el interior de su bolso un pequeño spray desinfectante con sabor a menta y apretó el botón cerca de su boca abierta, dos veces. Mucho mejor. —Bueno, no le di tanto dinero y espero que hayas metido toda la ropa posible. La bolsa está encantada así que no será problema...— Comentó con una enorme sonrisa, la cual se amplió aún más, cuando Alice hizo esa pregunta. —Mimi es una genio experta en tecnología, cables y demás cosas que no entiendo, Kenny es excelente estratega y así cada uno tiene su propia habilidad, la mía es esto, sé utilizar a las personas para obtener lo que quiero y además me sirve para vender los productos de mi tienda. Podría decir que estoy encargada de la distracción, entretenimiento y de lo otro.— Y por supuesto que hablaba de la radio donde ella era co-locutora.
Moira no siempre había sido así, cuando su pobre madre aún vivía, era muy distinta, claro que las fiestas, los vicios y el aprender a sobrevivir por si misma en un mundo lleno de buitres la fueron construyendo. Ahora no ayudaba porque si, sólo si obtenía algo a cambio. No se exponía demasiado y utilizaba varios métodos para sacar dinero, información y regalos de las personas que la rodeaban. Jamás decía su verdadero nombre excepto a los miembros de la red y tenía una larga lista con reglas a seguir.
Al salir del mercado ilegal armado en una especie de plaza, continuó caminando hasta llegar a una diminuta y obscura tienda de pociones, ubicada dos comercios luego de una florería.
La campanilla colgada por encima de sus cabeza resonó cuando abrió la puerta, mas antes de ingresar hizo señas para que Alice fuera primero. —Muy bien enfermera, ¿Qué deberíamos llevar? Preferentemente algo que cure varias heridas y sea abundante.— Se agachó para observar de cerca un extraño liquido morado sin etiqueta y sólo entonces una viejecilla más muerta que viva, hizo acto de presencia. —Buenas tardes, Julie.— Saludó sin levantar la vista de otra poción burbujeante.
- Con razón esto no pesa. - Digo sin más cuando menciona que la bolsa está encantada, comprendiendo ahora como parecía no llenarse pese a haber metido un buen montón de ropa útil. También tendría que habérseme ocurrido antes, esto no es como el catorce, aquí la gente usa la magia en beneficio propio, especialmente tratándose de un distrito de marginación alta como lo es el cinco. - Bueno, al menos tienes un lugar en el mundo, algo que hacer tuyo. - Aunque solo sea engatusar vendedores y dirigir una tienda, suena a mucho más de lo que puedo hacer yo. Me cuesta admitirlo, pero en el fondo me da envidia, porque puede que sus circunstancias no sean las mejores, que dentro de la vida que puede llevar esta opción no sea la que escogería primero, y aún así no puedo evitar envidiarla por cosas tan simples como el hecho de pertencer a algo.
- ¿Qué es lo que vendes exactamente en tu tienda? - Me animo a preguntar en lo que recorremos el camino de vuelta para salir del mercado, recordando que ha mencionado que tiene su propio negocio montado y que, pese a que no me interesa del todo comprar nada porque uno, no tengo el dinero y dos, tampoco es como si fuera a hacer algo con ello, me encuentro a mí misma interesada en los productos que pueda llegar a vender una mujer como Moira. Me fijo en los locales por los que vamos pasando, aunque trato de poner más esfuerzo en recordar el camino en caso de que alguna vez tenga que salir por mi cuenta. Eso es algo que no ha ocurrido hasta el momento, pues de una forma u otra siempre he salido acompañada, por lo menos hasta que aprenda a moverme por aquí sin buscar la mirada de aurores demasiado curiosos.
Miro el letrero del establecimiento usando mi mano a modo de visera para taparme el sol que impide la visión, haciéndome pasar a su interior cuando Moira sujeta la puerta. Mis ojos se dirigen hacia la primera figura que ven, una mujer bastante mayor que reposa sobre una silla detrás del mostrador, a la cual hago un gesto con la cabeza segundos después de que la morena la presente como Julie. Echo un rápido vistazo a la tienda para comprobar lo que vende antes de dirigirme cautelosamente a la anciana. - ¿Tiene usted esencia de díctamo? - Me fulmina con una mirada que no sé si reconocer como extraña o pensativa, puede que incluso las dos a la vez. Levanta una mano antes de reincorporarse y hacer su camino hasta la parte trasera de la tienda, lo que me afirma que sabe lo que busco. - Busca en ese armario de ahí, debería haber un bálsamo o ungüento para calmar heridas. - Le digo a Moira, señalando el estante que está catalogado con unas runas que no reconozco por estar escritas en otro idioma, pero el aspecto de las medicinas es suficiente para saber de qué se trata. - Ah, gracias. - Murmuro cuando la vieja mujer está de vuelta con una ampolla llena del líquido, estirando la mano para agarrarla cuando se acerca.
- ¿Qué es lo que vendes exactamente en tu tienda? - Me animo a preguntar en lo que recorremos el camino de vuelta para salir del mercado, recordando que ha mencionado que tiene su propio negocio montado y que, pese a que no me interesa del todo comprar nada porque uno, no tengo el dinero y dos, tampoco es como si fuera a hacer algo con ello, me encuentro a mí misma interesada en los productos que pueda llegar a vender una mujer como Moira. Me fijo en los locales por los que vamos pasando, aunque trato de poner más esfuerzo en recordar el camino en caso de que alguna vez tenga que salir por mi cuenta. Eso es algo que no ha ocurrido hasta el momento, pues de una forma u otra siempre he salido acompañada, por lo menos hasta que aprenda a moverme por aquí sin buscar la mirada de aurores demasiado curiosos.
Miro el letrero del establecimiento usando mi mano a modo de visera para taparme el sol que impide la visión, haciéndome pasar a su interior cuando Moira sujeta la puerta. Mis ojos se dirigen hacia la primera figura que ven, una mujer bastante mayor que reposa sobre una silla detrás del mostrador, a la cual hago un gesto con la cabeza segundos después de que la morena la presente como Julie. Echo un rápido vistazo a la tienda para comprobar lo que vende antes de dirigirme cautelosamente a la anciana. - ¿Tiene usted esencia de díctamo? - Me fulmina con una mirada que no sé si reconocer como extraña o pensativa, puede que incluso las dos a la vez. Levanta una mano antes de reincorporarse y hacer su camino hasta la parte trasera de la tienda, lo que me afirma que sabe lo que busco. - Busca en ese armario de ahí, debería haber un bálsamo o ungüento para calmar heridas. - Le digo a Moira, señalando el estante que está catalogado con unas runas que no reconozco por estar escritas en otro idioma, pero el aspecto de las medicinas es suficiente para saber de qué se trata. - Ah, gracias. - Murmuro cuando la vieja mujer está de vuelta con una ampolla llena del líquido, estirando la mano para agarrarla cuando se acerca.
La castaña arqueó las cejas al escuchar el comentario de su compañera de compras, creía que había sido obvia cuando le indicó que metiera todo lo que pudiera dentro de la bolsa y como aún no eran muy cercanas, decidió no responder para no utilizar el sarcasmo, no quería ofenderla de nuevo en menos de veinte minutos.
La siguiente resolución si le sorprendió, por lo general Moira se quejaba de lo poco que tenían, de como sus vidas deberían mejorar y del maltrato hacia los repudiados y su familia, por el simple hecho de estar contra el gobierno y sus ideales. Ahora que lo pensaba desde otra perspectiva, comparando lo mucho que sufrieron y perdieron los del Distrito 14, si tenían suerte, aún seguían juntos y con vida. —Yo no puedo hablar sobre todo lo que tuvieron que pasar, porque no me lo imagino y menos podría opinar acerca de todo lo que han perdido. Lo que si te puedo decir, es que tú vida no ha acabado y ahora la red también es tú familia. Pueden quedarse indeterminadamente, aún luego de encontrar a los niños.— Aquel discurso lo pronunció en voz baja, para que sólo ella pudiera escucharla.
Unos segundos después, Moira rompió a carcajadas como si Alice acabara de contar un chiste y envolvió sus brazos alrededor del cuello de la mujer mientras chillaba acerca de lo graciosa que era su prima, sin embargo en un pequeño susurro, agregó. —Sé que buscas venganza porque es lo que yo haría, encontraremos el momento.
Al soltarla, se secó las lagrimas falsas y continuó caminando hasta salir del mercado apestoso. —Vendo de todo, en su mayoría productos ilegales y de magia obscura...Ya sabes, mascaras, objetos maldecidos y demás. Ahora mismo estoy buscando abrirme a nuevos mercados, así que si se te ocurre algo, me lo dices y podrías ganar tú propio dinero.— La idea se le ocurrió en el momento, empezó a caminar de espaldas a la calle y de frente a la morena, dando pequeños saltos. —Eso es, deberías ayudarme en la tienda, no puedo pagarte mucho, pero si algunos galeones por semana.— Y si le preocupaba que vean demasiado su rostro, podía trabajar en el deposito o con una mascara puesta.
Una vez dentro de la tienda, dejó que ella se encargara de buscar las pociones y demás objetos necesarios, pasó su mirada de frasco en frasco hasta llegar casi al mostrador.
Esperó a que Julie regresara con el pedido de Alice y sólo entonces, con los codos apoyados en la madera, la miró con las cejas alzadas. —¿Y cómo está Gerard?— Preguntó conteniendo las carcajadas. La viejecilla comenzó a reír y golpeó la cabeza de Moira con un periódico doblado, lo cual le sacó por fin las risas que intentaba guardar.
No comentó más, formó con su brazo y mano el saludo de un soldado y a paso militar se dirigió hacia el armario que mencionaba su nueva compañera. Rebuscó entre las cremas y al no decidirse, porque era muy mala en el ámbito de curaciones, tomó tres frascos y los arrastró hasta colocarlos encima de la mesa. —¿Algo más, Maggy?— Preguntó sacando de su bolsillo las monedas que había logrado salvar del mercado, gracias a la distracción.
La siguiente resolución si le sorprendió, por lo general Moira se quejaba de lo poco que tenían, de como sus vidas deberían mejorar y del maltrato hacia los repudiados y su familia, por el simple hecho de estar contra el gobierno y sus ideales. Ahora que lo pensaba desde otra perspectiva, comparando lo mucho que sufrieron y perdieron los del Distrito 14, si tenían suerte, aún seguían juntos y con vida. —Yo no puedo hablar sobre todo lo que tuvieron que pasar, porque no me lo imagino y menos podría opinar acerca de todo lo que han perdido. Lo que si te puedo decir, es que tú vida no ha acabado y ahora la red también es tú familia. Pueden quedarse indeterminadamente, aún luego de encontrar a los niños.— Aquel discurso lo pronunció en voz baja, para que sólo ella pudiera escucharla.
Unos segundos después, Moira rompió a carcajadas como si Alice acabara de contar un chiste y envolvió sus brazos alrededor del cuello de la mujer mientras chillaba acerca de lo graciosa que era su prima, sin embargo en un pequeño susurro, agregó. —Sé que buscas venganza porque es lo que yo haría, encontraremos el momento.
Al soltarla, se secó las lagrimas falsas y continuó caminando hasta salir del mercado apestoso. —Vendo de todo, en su mayoría productos ilegales y de magia obscura...Ya sabes, mascaras, objetos maldecidos y demás. Ahora mismo estoy buscando abrirme a nuevos mercados, así que si se te ocurre algo, me lo dices y podrías ganar tú propio dinero.— La idea se le ocurrió en el momento, empezó a caminar de espaldas a la calle y de frente a la morena, dando pequeños saltos. —Eso es, deberías ayudarme en la tienda, no puedo pagarte mucho, pero si algunos galeones por semana.— Y si le preocupaba que vean demasiado su rostro, podía trabajar en el deposito o con una mascara puesta.
Una vez dentro de la tienda, dejó que ella se encargara de buscar las pociones y demás objetos necesarios, pasó su mirada de frasco en frasco hasta llegar casi al mostrador.
Esperó a que Julie regresara con el pedido de Alice y sólo entonces, con los codos apoyados en la madera, la miró con las cejas alzadas. —¿Y cómo está Gerard?— Preguntó conteniendo las carcajadas. La viejecilla comenzó a reír y golpeó la cabeza de Moira con un periódico doblado, lo cual le sacó por fin las risas que intentaba guardar.
No comentó más, formó con su brazo y mano el saludo de un soldado y a paso militar se dirigió hacia el armario que mencionaba su nueva compañera. Rebuscó entre las cremas y al no decidirse, porque era muy mala en el ámbito de curaciones, tomó tres frascos y los arrastró hasta colocarlos encima de la mesa. —¿Algo más, Maggy?— Preguntó sacando de su bolsillo las monedas que había logrado salvar del mercado, gracias a la distracción.
La miro, moviendo mis cejas pese a no decir nada al principio, pues no es una propuesta que hubiera esperado de nadie a estas alturas. Nuestra intención nunca fue quedarnos en el cinco, Kennedy y su gente nos ayudaría a buscar a los niños, pero me encuentro pensando que nunca dijimos lo que haríamos una vez los encontráramos. – ¿Y después qué? ¿Qué ocurriría si alguien descubriera que escondéis a traidores en vuestra casa? Os pondríamos en peligro, a ti y a tu familia, que nosotros perdiéramos la nuestra no significa que el resto tengáis que sufrir las mismas consecuencias. – Con todo lo que tengo que soportar y hacer frente estos días, no quiero añadir a esa lista tener que cargar con la muerte de más personas inocentes. Sacudo la cabeza, como si con eso pudiera explicar lo que opino al respecto. – Es un bonito gesto, Moira, pero no podemos quedarnos. No hay lugar aquí para nosotros. – Y no sé por qué sigo pensando que hay alguno ahí fuera, cuando todo lo que nos ha pasado debería ser suficiente para comprender que ese lugar no existe. Puede que mi vida no haya acabado, pero no será por las repetidas ocasiones que ha estado a punto.
Sus cambios de humor y postura no dejan de tomarme por sorpresa, pese a que por el rabillo del ojo puedo ver cómo nos estamos ganando algunas miradas curiosas. Sonrío, es una sonrisa falsa que pretende seguirle el juego, y que claramente se queda en un intento mientras ella sigue riéndose a carcajadas. Sus siguientes palabras, sin embargo, hacen que frunza el ceño no hacia ella, sino como un reflejo de lo que pienso. – Venganza es una palabra que se queda corta en comparación con lo que me gustaría hacerles. – No me reconozco cuando muevo los labios para susurrar esas palabras, de manera que sea ella la única persona capaz de escucharme. No sé si me doy vergüenza a mí misma por traicionar la imagen que tengo de mí misma, o si me siento aliviada de poder decir en voz alta de una buena vez lo que lleva tiempo en mi cabeza. Aunque supongo que nada de eso importa ahora que estoy tratando de recolectar los pedazos de mí que han quedado perdidos en cada golpe.
Dejo a un lado lo de su tienda ilegal para no levantar sospechas dentro del establecimiento de la anciana, acercándome al mostrador cuando hemos recolectado una buena cantidad de productos. – Eso es todo. – Digo, dirigiéndole una mirada a la dueña después de asentir con la cabeza hacia Moira. Con lo que llevamos tenemos para una buena temporada si las cosas no se tornan feas. Recojo los frascos y los meto dentro de la bolsa, rezando porque ninguno termine desparramado por no tener nada con lo que asegurar que no se rompan. Le agradezco a la señora con un gesto de cabeza antes de salir por la puerta lo más rápido posible antes de que se le ocurra pedirnos algún tipo de documentación. – ¿Una tienda ilegal dices? Debes de tener un buen sistema si consigues que pase desapercibido. – No es que haya mucha población en el norte, de la cual aurores hay más bien pocos, pero sigue siendo sorprendente. Lo de ayudarla, por otra parte, hace que ladee la cabeza en su dirección. – De acuerdo, te ayudaré, no tienes por qué pagarme, al fin y al cabo estamos ocupando vuestro hogar por la cara. – Que lo considere una forma de pago, mi ayuda por la suya. Aunque, de todas maneras, lo de ganar algo de dinero no estaría mal, no he necesitado de mucho tiempo aquí para percatarme de que la gente suelta la lengua más de la cuenta cuando hay algunos galeones de por medio. – De seguro tienes compradores peculiares, ¿no es cierto? – Otra ventaja que no se me había ocurrido hasta ahora. No creo que mucha gente honrada acuda a su tienda con la intención de adquirir productos oscuros, lo que me quiere decir que, si de alguien buscamos información para encontrar a los niños, es de esa gente que vive en las sombras de la sociedad.
Sus cambios de humor y postura no dejan de tomarme por sorpresa, pese a que por el rabillo del ojo puedo ver cómo nos estamos ganando algunas miradas curiosas. Sonrío, es una sonrisa falsa que pretende seguirle el juego, y que claramente se queda en un intento mientras ella sigue riéndose a carcajadas. Sus siguientes palabras, sin embargo, hacen que frunza el ceño no hacia ella, sino como un reflejo de lo que pienso. – Venganza es una palabra que se queda corta en comparación con lo que me gustaría hacerles. – No me reconozco cuando muevo los labios para susurrar esas palabras, de manera que sea ella la única persona capaz de escucharme. No sé si me doy vergüenza a mí misma por traicionar la imagen que tengo de mí misma, o si me siento aliviada de poder decir en voz alta de una buena vez lo que lleva tiempo en mi cabeza. Aunque supongo que nada de eso importa ahora que estoy tratando de recolectar los pedazos de mí que han quedado perdidos en cada golpe.
Dejo a un lado lo de su tienda ilegal para no levantar sospechas dentro del establecimiento de la anciana, acercándome al mostrador cuando hemos recolectado una buena cantidad de productos. – Eso es todo. – Digo, dirigiéndole una mirada a la dueña después de asentir con la cabeza hacia Moira. Con lo que llevamos tenemos para una buena temporada si las cosas no se tornan feas. Recojo los frascos y los meto dentro de la bolsa, rezando porque ninguno termine desparramado por no tener nada con lo que asegurar que no se rompan. Le agradezco a la señora con un gesto de cabeza antes de salir por la puerta lo más rápido posible antes de que se le ocurra pedirnos algún tipo de documentación. – ¿Una tienda ilegal dices? Debes de tener un buen sistema si consigues que pase desapercibido. – No es que haya mucha población en el norte, de la cual aurores hay más bien pocos, pero sigue siendo sorprendente. Lo de ayudarla, por otra parte, hace que ladee la cabeza en su dirección. – De acuerdo, te ayudaré, no tienes por qué pagarme, al fin y al cabo estamos ocupando vuestro hogar por la cara. – Que lo considere una forma de pago, mi ayuda por la suya. Aunque, de todas maneras, lo de ganar algo de dinero no estaría mal, no he necesitado de mucho tiempo aquí para percatarme de que la gente suelta la lengua más de la cuenta cuando hay algunos galeones de por medio. – De seguro tienes compradores peculiares, ¿no es cierto? – Otra ventaja que no se me había ocurrido hasta ahora. No creo que mucha gente honrada acuda a su tienda con la intención de adquirir productos oscuros, lo que me quiere decir que, si de alguien buscamos información para encontrar a los niños, es de esa gente que vive en las sombras de la sociedad.
Ante la pregunta de la morena, Moira encogió sus hombros restandole importancia al asunto. Ella había hecho la oferta y ahora dependía de ellos el aceptarla o no. —¿Y dónde si hay un lugar para ustedes?— La interrogó, no quería meter los dedos en la herida, sólo sentía curiosidad sincera de cómo seguiría el camino de los sobrevivientes del catorce, luego de encontrar a los niños perdidos.
Si estaban dispuestos a viajar hacia tierras abandonadas y desconocidas, fuera de NeoPanem, tal vez podía unirse a sus aventuras y convencer a Mimi y Kenny de acompañarla. Bueno, basta de tantos planes a futuros.
La declaración de Alice le hace sonreír y reír, pero esta vez no estaba actuando, así que se suelta de aquel inesperado y veloz abrazo para continuar caminando. —Y me alegra que así sea, sin embargo ambas hemos utilizado el termino incorrecto, no es venganza lo que buscamos, es justicia. Nada más y nada menos.— Murmuró en voz baja, sin mover demasiado los labios al tiempo que acomodaba una de sus coletas. —Tantas injusticias se cometen día a día...que la ocurrida en tú hogar no sea una de las que quedan olvidadas.
Una vez dentro de la tienda de Julie, consiguieron los frascos y cremas que Alice necesitaba para armar un botiquín decente, así que al escuchar que no faltaba nada, pagó la cantidad que la anciana le decía (sin engaños) y luego de colgarse en el mostrador para darle un beso ruidoso en la mejilla, salió dando pequeños y animados saltos.
Ahora lo único que faltaba era comprar alimento abundante con las pocas monedas que le quedaban, debía idear un buen plan sin arriesgarse o exponerse.
Caminando con la vista clavada en sus botas negras, pensó en las opciones que tenían hasta que la voz de su "prima Maggy" la interrumpió. —¿Desapercibido?— Las ruidosas carcajadas de cerdo fueron honestas. —Claro que no, si casi todos los aurores han comprado alguna vez en mi tienda. No puedo dar nombres, tú lo entenderás mejor...secreto de vendedor...pero hasta miembros cercanos al gobierno han pisado alguna vez mi bonito negocio. No es cuestión de desaparecer, si no de crear fuertes relaciones con las personas correctas.— Le guiñó el ojo y detuvo el caminar, al notar que Alice por fin lo estaba entendiendo. —¿De dónde crees que obtengo la mayor parte de información veraz para la red? Te pagaré para que me ayudes en la tienda, pero también para que hagas anotaciones de los rumores o indicaciones que pueden llegar a servirnos....Ahora, tenemos poco dinero y deberíamos comprar algo de comida ¿sugerencias?— Hundió las manos en los bolsillos y esperó con paciencia la respuesta de Alice, pues a ella no se le ocurría nada.
Si estaban dispuestos a viajar hacia tierras abandonadas y desconocidas, fuera de NeoPanem, tal vez podía unirse a sus aventuras y convencer a Mimi y Kenny de acompañarla. Bueno, basta de tantos planes a futuros.
La declaración de Alice le hace sonreír y reír, pero esta vez no estaba actuando, así que se suelta de aquel inesperado y veloz abrazo para continuar caminando. —Y me alegra que así sea, sin embargo ambas hemos utilizado el termino incorrecto, no es venganza lo que buscamos, es justicia. Nada más y nada menos.— Murmuró en voz baja, sin mover demasiado los labios al tiempo que acomodaba una de sus coletas. —Tantas injusticias se cometen día a día...que la ocurrida en tú hogar no sea una de las que quedan olvidadas.
Una vez dentro de la tienda de Julie, consiguieron los frascos y cremas que Alice necesitaba para armar un botiquín decente, así que al escuchar que no faltaba nada, pagó la cantidad que la anciana le decía (sin engaños) y luego de colgarse en el mostrador para darle un beso ruidoso en la mejilla, salió dando pequeños y animados saltos.
Ahora lo único que faltaba era comprar alimento abundante con las pocas monedas que le quedaban, debía idear un buen plan sin arriesgarse o exponerse.
Caminando con la vista clavada en sus botas negras, pensó en las opciones que tenían hasta que la voz de su "prima Maggy" la interrumpió. —¿Desapercibido?— Las ruidosas carcajadas de cerdo fueron honestas. —Claro que no, si casi todos los aurores han comprado alguna vez en mi tienda. No puedo dar nombres, tú lo entenderás mejor...secreto de vendedor...pero hasta miembros cercanos al gobierno han pisado alguna vez mi bonito negocio. No es cuestión de desaparecer, si no de crear fuertes relaciones con las personas correctas.— Le guiñó el ojo y detuvo el caminar, al notar que Alice por fin lo estaba entendiendo. —¿De dónde crees que obtengo la mayor parte de información veraz para la red? Te pagaré para que me ayudes en la tienda, pero también para que hagas anotaciones de los rumores o indicaciones que pueden llegar a servirnos....Ahora, tenemos poco dinero y deberíamos comprar algo de comida ¿sugerencias?— Hundió las manos en los bolsillos y esperó con paciencia la respuesta de Alice, pues a ella no se le ocurría nada.
Si solo supiera responder a esa pregunta por mi cuenta me habría ahorrado muchas comeduras de cabeza en las últimas semanas, de manera que solo me queda encogerme vagamente de hombros acompañando el gesto de una mueca interna. – No lo sé, estoy tratando de no pensar en esa parte hasta que encontremos a los niños, cada cosa a su tiempo. – Me resigno a contestar, en parte diciendo la verdad. No es por sonar pesimista, pese a que es lo único que soy capaz de asimilar estos días, pero de nada nos sirve pensar en donde iremos cuando ni siquiera estamos cerca de saber si están vivos. Suelto un suspiro, bajando el volumen de mi voz para susurrar las siguientes palabras y que solo ella me escuche: – Puede que el catorce fuera una mierda en muchos sentidos, pero era un lugar seguro para ellos. – Hasta que dejó de serlo.
Puede que no conozca mucho a Moira, que suelte comentarios inoportunos y que tenga un comportamiento un tanto excéntrico, pero lo que dice a continuación hace que inmediatamente se transforme en una persona interesante. – Para algunas personas venganza y justicia significan lo mismo. – Y para nada estoy hablando del sistema que Jamie Niniadis ha montado en este país. – ¿Tú por qué nos ayudas, Moira? Sé que la red lleva montada desde hace tiempo, pero… ¿cuál es el motivo real? – No que no agradezca la ayuda, todo lo contrario, pero aún no me acostumbro a que haya personas dispuestas a sacrificar su posición cuando es evidente que no les conviene. Merodear por el cinco conlleva escuchar conversaciones sobre la situación actual de NeoPanem, y es de esa forma que he llegado a comprender lo que verdaderamente pasa en los distritos del norte. Ahora, una cosa es quejarse desde la comodidad de sus casas y otra muy diferente esconder a traidores en ella. Por eso mismo termino girando la cabeza en su dirección con curiosidad, relajando la expresión de mi rostro.
Asiento una sola vez con la cabeza, comprendiendo a lo que se refiere, pero sin poder evitar alzar las cejas en desaprobación. – Por qué no me sorprende. – Estaba claro que los primeros en buscar romper las normas fueran los mismos que obligan a los demás a cumplirlas. Hipócritas. – De acuerdo. Quién sabe, quizás alguno de los compradores haya visto o escuchado algo sobre ellos, no es como si fueran un grupo discreto igual. – Ese pensamiento hace que sonría tristemente hacia dentro, seguido de una punzada en el pecho al recordar que mi hija no se encuentra entre ellos. Sacudo la cabeza para deshacerme de las arrugas que acuden a mi frente, dedicándole mi atención a la morena en lugar de a hechos que no puedo cambiar. – ¿Cuánto dinero te queda? Algo de arroz podría servirnos para las próximas semanas, pan si es que es comestible, estaría bien que consiguiéramos algo de carne, pero imagino que el precio estará por las nubes. – Eso si es que llega algo a los distritos del norte.
Puede que no conozca mucho a Moira, que suelte comentarios inoportunos y que tenga un comportamiento un tanto excéntrico, pero lo que dice a continuación hace que inmediatamente se transforme en una persona interesante. – Para algunas personas venganza y justicia significan lo mismo. – Y para nada estoy hablando del sistema que Jamie Niniadis ha montado en este país. – ¿Tú por qué nos ayudas, Moira? Sé que la red lleva montada desde hace tiempo, pero… ¿cuál es el motivo real? – No que no agradezca la ayuda, todo lo contrario, pero aún no me acostumbro a que haya personas dispuestas a sacrificar su posición cuando es evidente que no les conviene. Merodear por el cinco conlleva escuchar conversaciones sobre la situación actual de NeoPanem, y es de esa forma que he llegado a comprender lo que verdaderamente pasa en los distritos del norte. Ahora, una cosa es quejarse desde la comodidad de sus casas y otra muy diferente esconder a traidores en ella. Por eso mismo termino girando la cabeza en su dirección con curiosidad, relajando la expresión de mi rostro.
Asiento una sola vez con la cabeza, comprendiendo a lo que se refiere, pero sin poder evitar alzar las cejas en desaprobación. – Por qué no me sorprende. – Estaba claro que los primeros en buscar romper las normas fueran los mismos que obligan a los demás a cumplirlas. Hipócritas. – De acuerdo. Quién sabe, quizás alguno de los compradores haya visto o escuchado algo sobre ellos, no es como si fueran un grupo discreto igual. – Ese pensamiento hace que sonría tristemente hacia dentro, seguido de una punzada en el pecho al recordar que mi hija no se encuentra entre ellos. Sacudo la cabeza para deshacerme de las arrugas que acuden a mi frente, dedicándole mi atención a la morena en lugar de a hechos que no puedo cambiar. – ¿Cuánto dinero te queda? Algo de arroz podría servirnos para las próximas semanas, pan si es que es comestible, estaría bien que consiguiéramos algo de carne, pero imagino que el precio estará por las nubes. – Eso si es que llega algo a los distritos del norte.
—¿Acaso el bien y el mal son lo mismo?— Preguntó la castaña envolviendo una de las coletas alrededor de su dedo indice, sin dejar de avanzar, caminando en zig-zag para no pisar las sombras del suelo. —Ahí está la diferencia, quien busca vengarse, lo hace para castigar y dañar a la otra persona...Los que queremos justicia, sólo pretendemos dar a cada uno lo que le corresponde o se merece, una igualdad...Un derecho o una condena.
La nueva pregunta le llevó a formar una enorme sonrisa en el rostro, no era una feliz, era una nostálgica.
Observó hacia todos lados antes de responder. —Jamás me gustó el sistema que Jamie ha impuesto en nuestro país. Provenimos de un mundo acabado, uno casi extinguido y ahora mismo estamos pisando la sangre del pasado. Somos afortunados de seguir con vida, si...¿Pero a qué costo? El país se ha formado gracias a la guerra, al maltrato y parece que jamás aprendemos de nuestros errores.— Pateó una roca del camino y al notar que casi llegaban a la tienda de Julie, volvió a mirar a Alice al rostro. —Mi madre ayudó a escapar a un esclavo de su abusivo amo y por consecuencia, ambas tuvimos que huir al Norte...En ese momento era una niña y no entendía mucho, pero ahora si. Si ella teniendo sangre mágica podía diferenciar el mal y el bien, yo también puedo hacerlo.
La compra de medicamentos y ungüentos es más rápida de lo que esperaba, al igual que la aceptación de Alice por trabajar en la tienda con ella. Después de todo, las escuchas y rumores de sus clientes era un buen método para encontrar a los niños.
Moira hundió las manos dentro de los bolsillos de su falda de látex y sacó el par de monedas restantes para enseñarlas. —No es mucho, pero alcanzará para arroz y un poco de pan. De la carne te olvidas, a no ser que salgamos a cazar algo, no hay manera de comprarla.— Y para animarla, le dio unas palmaditas al hombro antes de emprender rumbo hacia el negocio de comestibles.
La nueva pregunta le llevó a formar una enorme sonrisa en el rostro, no era una feliz, era una nostálgica.
Observó hacia todos lados antes de responder. —Jamás me gustó el sistema que Jamie ha impuesto en nuestro país. Provenimos de un mundo acabado, uno casi extinguido y ahora mismo estamos pisando la sangre del pasado. Somos afortunados de seguir con vida, si...¿Pero a qué costo? El país se ha formado gracias a la guerra, al maltrato y parece que jamás aprendemos de nuestros errores.— Pateó una roca del camino y al notar que casi llegaban a la tienda de Julie, volvió a mirar a Alice al rostro. —Mi madre ayudó a escapar a un esclavo de su abusivo amo y por consecuencia, ambas tuvimos que huir al Norte...En ese momento era una niña y no entendía mucho, pero ahora si. Si ella teniendo sangre mágica podía diferenciar el mal y el bien, yo también puedo hacerlo.
La compra de medicamentos y ungüentos es más rápida de lo que esperaba, al igual que la aceptación de Alice por trabajar en la tienda con ella. Después de todo, las escuchas y rumores de sus clientes era un buen método para encontrar a los niños.
Moira hundió las manos dentro de los bolsillos de su falda de látex y sacó el par de monedas restantes para enseñarlas. —No es mucho, pero alcanzará para arroz y un poco de pan. De la carne te olvidas, a no ser que salgamos a cazar algo, no hay manera de comprarla.— Y para animarla, le dio unas palmaditas al hombro antes de emprender rumbo hacia el negocio de comestibles.
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