OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Los primeros días han sido horribles y, sobre todo, hambrientos. A decir verdad, después de meses en el 14, había empezado a acostumbrarme a tener comida sin tener que robar, cazar yo mismo, o mendigar. Quizá suene egoísta, pero tener comida sin tener que ponerme en riesgo es una de las cosas que más estoy echando de menos. Conseguir dinero no es fácil, y aunque tenemos el bosque cerca para cazar, estos últimos meses he perdido la práctica y varias de las presas se me acaban escapando cada dos por tres. Siendo sincero, arrastro todavía tanto cansancio que ni siquiera me he encontrado con ánimos de querer ir al 11, dejando al resto atrás durante un par de días, para avisar a mi hermana de que sigo vivo y de que no me mataron cuando fui al 4 a ver a la tía Arianne. Pero no es solo el cansancio, sino que no quiero dejarles solo; no cuando yo soy el único que ha vivido en el país y que, mejor o peor, sé moverme por él.
En cuanto los primeros rayos del sol entran por la casa abandonada en la que pasamos la noche, desayuno un poco con los restos que quedan de la cena de ayer, y después de lavarme un poco la cara y el pelo, voy en busca de Kendrick. Encontrarle no es demasiado difícil porque la casa es enana, y si a eso le sumas que faltan varios trozos de pared en algunas de las habitaciones... — ¿Te vienes al bosque? — Necesitamos conseguir más comida y también tener una conversación. No solo quiero hablar de qué se supone que vamos a hacer a partir de ahora, sino también de la conversación que nos quedó pendiente. Necesito ir a ver a mi tía y preguntarle qué narices pasó, pero no puedo olvidar lo que mi amigo dijo sobre que debía buscar a alguien. — Así podemos conseguir algo de provisiones y te enseño mi lugar favorito del bosque. — Eso último no es más que una excusa porque no quiero que ninguno nos oiga hablar de lo que realmente quiero decir.
Antes de irnos le pregunto a Beverly si necesita alguna hierba medicinal y anoto la descripción en una libreta mugrienta que encontré entre las ruinas de la casa. Teniendo en cuenta que la herbología nunca se me ha dado mal porque mamá siempre me enseñó todo lo que sabía, que no era poco, acabo encontrando las hierbas que necesita relativamente rápido, junto con algunas bayas comestibles para cocinar con la carne que consigamos cazando. — Oye, Ken... — empiezo a hablar mientras guardo las hierbas y bayas en la mochila. — ¿Qué vamos a hacer? — No espero una respuesta concreta porque creo que ninguno tenemos ni idea de qué va a ser de nosotros, pero no puedo evitar decirlo. La siguiente pregunta me cuesta más porque ni siquiera sé cómo abordar el tema, teniendo en cuenta que parecía algo preocupado cuando lo dijo: — ¿Qué era eso que decías de que debías buscar a alguien? ¿Es para que nos ayuden? — Porque es lo único que se me ocurre. Quizá es alguien como Amber, que vivió en el 14 pero que ahora vive en el país y que podrá echarnos una mano antes de que acabemos muertos o nos pillen por alguna estupidez.
En cuanto los primeros rayos del sol entran por la casa abandonada en la que pasamos la noche, desayuno un poco con los restos que quedan de la cena de ayer, y después de lavarme un poco la cara y el pelo, voy en busca de Kendrick. Encontrarle no es demasiado difícil porque la casa es enana, y si a eso le sumas que faltan varios trozos de pared en algunas de las habitaciones... — ¿Te vienes al bosque? — Necesitamos conseguir más comida y también tener una conversación. No solo quiero hablar de qué se supone que vamos a hacer a partir de ahora, sino también de la conversación que nos quedó pendiente. Necesito ir a ver a mi tía y preguntarle qué narices pasó, pero no puedo olvidar lo que mi amigo dijo sobre que debía buscar a alguien. — Así podemos conseguir algo de provisiones y te enseño mi lugar favorito del bosque. — Eso último no es más que una excusa porque no quiero que ninguno nos oiga hablar de lo que realmente quiero decir.
Antes de irnos le pregunto a Beverly si necesita alguna hierba medicinal y anoto la descripción en una libreta mugrienta que encontré entre las ruinas de la casa. Teniendo en cuenta que la herbología nunca se me ha dado mal porque mamá siempre me enseñó todo lo que sabía, que no era poco, acabo encontrando las hierbas que necesita relativamente rápido, junto con algunas bayas comestibles para cocinar con la carne que consigamos cazando. — Oye, Ken... — empiezo a hablar mientras guardo las hierbas y bayas en la mochila. — ¿Qué vamos a hacer? — No espero una respuesta concreta porque creo que ninguno tenemos ni idea de qué va a ser de nosotros, pero no puedo evitar decirlo. La siguiente pregunta me cuesta más porque ni siquiera sé cómo abordar el tema, teniendo en cuenta que parecía algo preocupado cuando lo dijo: — ¿Qué era eso que decías de que debías buscar a alguien? ¿Es para que nos ayuden? — Porque es lo único que se me ocurre. Quizá es alguien como Amber, que vivió en el 14 pero que ahora vive en el país y que podrá echarnos una mano antes de que acabemos muertos o nos pillen por alguna estupidez.
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Me encuentro con la espalda apoyada contra la pared y el cuerpo ligeramente recostado cuando Kyle aparece y me pide ir con él al bosque. A decir verdad, eso ayuda a que no me hunda aún más en los pensamientos amargos que tengo desde que dejamos nuestro hogar, esos que se mezclan con las dudas de mi entera existencia y la sospecha de que debería estar enojado con las personas que no dejo de llorar, pero que de alguna manera me producen también cierto resentimiento. Lo detesto, es una emoción desconocida, porque sé que debería solo estar triste pero también me encuentro enfadado y decepcionado. Que mi amigo se ofrezca a un plan que puede distraerme es suficiente para que me ponga de pie y me sacuda la mugre de las manos al haberme apoyado en ellas para enderezarme — ¿Eres de los cursis que tienen lugares favoritos? — es una broma que suena peor de lo que pensé, además de que me salto la parte de que yo también solía tener un sitio favorito para pasar el rato. La torre más alejada, donde podías ver las montañas y la extensión del terreno en todo su esplendor, porque imaginar qué habría más allá era algo muy visible. Supongo que ahora que sé la verdad, pienso que no debería haberme ni molestado. Igual le doy una palmada amistosa y de disculpa en el brazo al chico de los rulos y permito que sea mi guía por hoy.
No le presto mucha atención a su charla con Beverly y me centro en no quedarme atrás. Llevo la varita entre mis dedos en cuanto llegamos a los árboles que se supone que deberían darnos seguridad, lejos de cualquier ojo que pudiese ser amenazante. Estoy tratando de rastrear lo que creo que es un conejo cuando la llamada de atención de Kyle hace que levante los ojos de las pequeñas huellas, aún inclinado frente a ellas, para mirarlo a él. Sé que nunca he sido de estar callado, pero ahora ni siquiera tengo una respuesta para lo que me pregunta — No lo sé… — Quizá venir aquí sí fue una estupidez. Quizá, tendremos que adaptarnos a vivir como unos marginados dentro de NeoPanem porque no hay otra opción. Me siento un poco culpable porque me recuerda que no he sido completamente honesto con él, así que gano algo de tiempo limpiándome la tierra de los dedos al frotarlos entre sí — No te enojes conmigo, por favor — no sé por qué el tonito me sale tan infantil y tímido. Me pongo de pie y juego con la varita entre mis dedos, haciéndola girar en un intento de así evitar sus ojos — Solo debes prometerme que no se lo dirás a nadie, ni siquiera a Delilah — porque sé lo que ella dirá y no podré soportarlo, mucho menos de su boca.
Barro un poco la tierra del suelo con mi zapatilla y dejo escapar un resoplido — Vine a buscar a mi padre — sé lo extraño que debe sonar. Todos saben lo que yo siempre he sabido, con él lo hablamos cuando nos conocimos. Es enfermizo pensar que era todo mentira. Lo evalúo con la mirada, atreviéndome a lanzarle una de soslayo — No a Echo Duane. A mi verdadero padre — porque si el hombre que yo llamé “papá” toda mi vida no había mentido, mi madre estaba muerta. En el distrito catorce, con todos ellos.
No le presto mucha atención a su charla con Beverly y me centro en no quedarme atrás. Llevo la varita entre mis dedos en cuanto llegamos a los árboles que se supone que deberían darnos seguridad, lejos de cualquier ojo que pudiese ser amenazante. Estoy tratando de rastrear lo que creo que es un conejo cuando la llamada de atención de Kyle hace que levante los ojos de las pequeñas huellas, aún inclinado frente a ellas, para mirarlo a él. Sé que nunca he sido de estar callado, pero ahora ni siquiera tengo una respuesta para lo que me pregunta — No lo sé… — Quizá venir aquí sí fue una estupidez. Quizá, tendremos que adaptarnos a vivir como unos marginados dentro de NeoPanem porque no hay otra opción. Me siento un poco culpable porque me recuerda que no he sido completamente honesto con él, así que gano algo de tiempo limpiándome la tierra de los dedos al frotarlos entre sí — No te enojes conmigo, por favor — no sé por qué el tonito me sale tan infantil y tímido. Me pongo de pie y juego con la varita entre mis dedos, haciéndola girar en un intento de así evitar sus ojos — Solo debes prometerme que no se lo dirás a nadie, ni siquiera a Delilah — porque sé lo que ella dirá y no podré soportarlo, mucho menos de su boca.
Barro un poco la tierra del suelo con mi zapatilla y dejo escapar un resoplido — Vine a buscar a mi padre — sé lo extraño que debe sonar. Todos saben lo que yo siempre he sabido, con él lo hablamos cuando nos conocimos. Es enfermizo pensar que era todo mentira. Lo evalúo con la mirada, atreviéndome a lanzarle una de soslayo — No a Echo Duane. A mi verdadero padre — porque si el hombre que yo llamé “papá” toda mi vida no había mentido, mi madre estaba muerta. En el distrito catorce, con todos ellos.
Me dedico a investigar un poco más la zona en busca de alguna hierba, aunque sean especias para tratar de darle algo de saber a lo que sea que consigamos cazar con tal de que no quede algo seco. No me quejo de lo que comemos, pero la verdad es que se aborrece comer siempre conejo insípido. Es escuchar a Kendrick tan dubitativo, no muy seguro, lo que me hace levantar la cabeza y centrar la vista en él otra vez. En todos estos meses siempre me había dado la impresión de que es una persona confiada, así que verle así me deja claro que algo no va bien. Y su siguiente frase me lo deja todavía más. — ¿Por qué debería enfadarme? — Si estuviéramos en el 14 y se hubiera comido mi ración de dulces de las que Amber traía, la situación ya sería diferente; pero no estamos ahí, y obviamente tampoco tenemos esa clase de caprichos ya ni de manera ocasional.
Acabo haciendo un gesto con la mano para remarcar que obviamente no le voy a decir nada a Delilah: — Ya sabes que puedes confiar en mí. — Es algo que nunca le he dicho en voz alta porque siempre he considerado que no hacía falta, pero teniendo en cuenta que está demasiado serio, no está de más dejarlo claro. Aun así, no puedo evitar preguntarme qué clase de cosa es para que ni siquiera se lo pueda decir a Delilah porque siempre había pensado que eran grades amigos. Pero una cosa es la seriedad del asunto y otra es la bomba que me tira después. — ¿Estás...? — Acabo por callarme antes de soltarle que si me está tomando el pelo porque dudo que sea algo con lo que quiera bromear. Su origen ha sido un tema del que realmente no me ha hablado nunca demasiado, pero sí que sé que le encontraron en el bosque de los alrededores del 14 cuando era un bebé. — ¿Quién es tu padre biológico? — Viniendo de la clase de familia de la que provengo tengo que añadir la palabra biológico porque siempre me enseñaron que eso es diferente de quien cría. — ¿Sabes dónde está? — Ubicarme por el resto del país no es algo que sepa hacer, pero estaría dispuesto a ir con él con tal de ayudarle.
Me incorporo porque ahora mismo buscar plantas me parece la mayor tontería del mundo, y me acerco a mi amigo. — ¿Estás... bien? — Es una pregunta estúpida porque al parecer ha descubierto algo que puede cambiarle la vida, pero tengo que preguntarlo igualmente. Estoy a punto de poner una mano sobre su hombro para reconfortarle, pero acabo dejando caer el brazo a medio camino porque probablemente necesite espacio. No sé desde cuándo sabe esto, pero el tiempo da igual.
Acabo haciendo un gesto con la mano para remarcar que obviamente no le voy a decir nada a Delilah: — Ya sabes que puedes confiar en mí. — Es algo que nunca le he dicho en voz alta porque siempre he considerado que no hacía falta, pero teniendo en cuenta que está demasiado serio, no está de más dejarlo claro. Aun así, no puedo evitar preguntarme qué clase de cosa es para que ni siquiera se lo pueda decir a Delilah porque siempre había pensado que eran grades amigos. Pero una cosa es la seriedad del asunto y otra es la bomba que me tira después. — ¿Estás...? — Acabo por callarme antes de soltarle que si me está tomando el pelo porque dudo que sea algo con lo que quiera bromear. Su origen ha sido un tema del que realmente no me ha hablado nunca demasiado, pero sí que sé que le encontraron en el bosque de los alrededores del 14 cuando era un bebé. — ¿Quién es tu padre biológico? — Viniendo de la clase de familia de la que provengo tengo que añadir la palabra biológico porque siempre me enseñaron que eso es diferente de quien cría. — ¿Sabes dónde está? — Ubicarme por el resto del país no es algo que sepa hacer, pero estaría dispuesto a ir con él con tal de ayudarle.
Me incorporo porque ahora mismo buscar plantas me parece la mayor tontería del mundo, y me acerco a mi amigo. — ¿Estás... bien? — Es una pregunta estúpida porque al parecer ha descubierto algo que puede cambiarle la vida, pero tengo que preguntarlo igualmente. Estoy a punto de poner una mano sobre su hombro para reconfortarle, pero acabo dejando caer el brazo a medio camino porque probablemente necesite espacio. No sé desde cuándo sabe esto, pero el tiempo da igual.
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¿Por qué debería enfadarse? Quizá porque los estoy arrastrando a todos conmigo en una misión incierta, basándome en las palabras de alguien en quien confiaba y que resulta que me mintió toda mi vida. Porque, tal vez, solo estoy envuelto en un capricho que nos lleva a dar pasos a oscuras, porque hice un pacto con alguien que no conocemos, porque por saber más de mí nos puedo llegar a poner en peligro a todos — Por muchas cosas — resumo con simpleza. Y sé que puedo confiar en él, incluso cuando nos peleamos lo tenía bien en claro. El problema es si él va a confiar en mí o siquiera creerme…
Puedo divisar la confusión en su rostro y el mío se alza para poder enfrentarlo, moviendo mi cabeza de manera afirmativa solo para confirmarle que la locura que acabo de decirle es verdad — No… no lo sé, no sé nada — me doy cuenta de lo mucho que necesitaba decirlo en voz alta por cómo es que mi voz sale angustiada y atropellada. Es desesperante, en especial porque tengo un rompecabezas completamente desarmado al cual le faltan varias piezas — Mi papá…. Echo, me dijo antes de que Ben nos lleve a los establos que no… que jamás debo buscar quienes fueron mis padres. Que es importante, que algún día me lo explicaría, pero… — murió, los dos lo sabemos. Vimos los aerodeslizadores y escuchamos las bombas. El humo se alzó en el cielo y todos sabemos que no hay nadie allí que pueda buscarnos, reconfortarnos o siquiera darme una respuesta.
Kyle se acerca y tengo el impulso de dar un paso hacia atrás, pero no lo hago y eso provoca que mi cuerpo se balancee un poco. Me tomo un momento en responder, mordiendo mi labio inferior como si se tratase de un chicle anti-estrés — No lo sé — admito. Me cuesta un poco, pero me atrevo a mirarlo a los ojos — Ya sabes lo que me dijeron toda la vida. Pero Echo dijo que es mentira, que mi madre llegó al catorce, que yo nací allí y ella murió… — ¿Cómo murió? No me dijo eso. ¿La mataron? ¿Fue mi culpa? ¿Cómo es posible que jamás haya salido de ese lugar en toda mi vida? — Sé que me dijeron que no debo buscar nada de ellos, pero no puedo quedarme con la duda para siempre, ¿no? — es obvio que estoy buscando su aprobación. Si al menos alguien me dice que no estoy tan loco por eso, no me sentiré tan mal al respecto — ¿Qué crees que deba hacer? — porque, al fin y al cabo, un consejo siempre es bienvenido. Prefiero que venga de su parte, porque él sabe dónde nos estamos mintiendo… y yo solo avanzo a ciegas.
Puedo divisar la confusión en su rostro y el mío se alza para poder enfrentarlo, moviendo mi cabeza de manera afirmativa solo para confirmarle que la locura que acabo de decirle es verdad — No… no lo sé, no sé nada — me doy cuenta de lo mucho que necesitaba decirlo en voz alta por cómo es que mi voz sale angustiada y atropellada. Es desesperante, en especial porque tengo un rompecabezas completamente desarmado al cual le faltan varias piezas — Mi papá…. Echo, me dijo antes de que Ben nos lleve a los establos que no… que jamás debo buscar quienes fueron mis padres. Que es importante, que algún día me lo explicaría, pero… — murió, los dos lo sabemos. Vimos los aerodeslizadores y escuchamos las bombas. El humo se alzó en el cielo y todos sabemos que no hay nadie allí que pueda buscarnos, reconfortarnos o siquiera darme una respuesta.
Kyle se acerca y tengo el impulso de dar un paso hacia atrás, pero no lo hago y eso provoca que mi cuerpo se balancee un poco. Me tomo un momento en responder, mordiendo mi labio inferior como si se tratase de un chicle anti-estrés — No lo sé — admito. Me cuesta un poco, pero me atrevo a mirarlo a los ojos — Ya sabes lo que me dijeron toda la vida. Pero Echo dijo que es mentira, que mi madre llegó al catorce, que yo nací allí y ella murió… — ¿Cómo murió? No me dijo eso. ¿La mataron? ¿Fue mi culpa? ¿Cómo es posible que jamás haya salido de ese lugar en toda mi vida? — Sé que me dijeron que no debo buscar nada de ellos, pero no puedo quedarme con la duda para siempre, ¿no? — es obvio que estoy buscando su aprobación. Si al menos alguien me dice que no estoy tan loco por eso, no me sentiré tan mal al respecto — ¿Qué crees que deba hacer? — porque, al fin y al cabo, un consejo siempre es bienvenido. Prefiero que venga de su parte, porque él sabe dónde nos estamos mintiendo… y yo solo avanzo a ciegas.
Intento comprender todo lo que me dice pero es como si me tirara una bomba encima. Quizá no es la metáfora más apropiada teniendo en cuenta lo que ha pasado en las últimas semanas, pero la sensación que me deja me machaca porque es demasiada cosa para asimilar ahora mismo. El hecho de intentar ponerme en su piel, de tener empatía, solo empeora todo incluso más porque debe de ser horrible descubrir la verdad minutos antes de que Echo muriera... porque sí, es imposible que ninguno sobreviviera a esa masacre, y si lo hubieran hecho, se habrían puesto en contacto con nosotros de alguna manera. — ¿No tienes ningún objeto de tus padres? Algo que llevaras encima cuando supuestamente te encontraron... Quizá podría sernos de ayuda. — Preguntarle a Echo ahora es imposible, y volver al 14 en busca de un objeto de su pasado también, porque aunque pudiéramos, todo ha quedado destruido. Desde luego que dar con su padre biológico no va a ser fácil, independientemente de si tiene algo que pueda servirnos como pista o no.
Al final acabo dejándome caer al lado de un árbol y apoyo la espalda en el tronco, sin saber muy bien qué decir porque no es una situación usual ni común. — Supongo que no te diría el nombre de ella, ¿no? — Es una pregunta más bien retórica porque si lo supiera ya me lo habría dicho. Si tuviéramos información, quizá podríamos haber buscado más cosa sobre ella en algún listado antiguo de gente conflictiva, como la mayoría de los que alguna vez acabamos en el 14. Eso hubiera sido otro motivo más para ir en busca de mi tía, que para algo ella tiene acceso a esas cosas, pero ahora mismo no nos sirve de nada por falta de información. Claro que podríamos mirar la listas igualmente e ir descartando mientras buscamos información y contactos, pero eso podría llevarnos años... o directamente no llevarnos a nada porque puede que incluso no apareciera en ninguna lista.
Todavía apoyado en el árbol, me llevo la mano al cabello y me revuelvo los rizos un poco; es una costumbre que tengo desde que me he dejado el pelo largo y que suelo hacer ya hasta de manera inconsciente. — Creo que deberías buscarle — reconozco. — No va a ser fácil seguramente, pero mereces saber de dónde vienes. — Aunque no pude conocer demasiado a Echo porque solo viví en el 14 unos meses, parecía buena persona, pero no debería haberle negado nunca ese derecho a Kendrick.
Al final acabo dejándome caer al lado de un árbol y apoyo la espalda en el tronco, sin saber muy bien qué decir porque no es una situación usual ni común. — Supongo que no te diría el nombre de ella, ¿no? — Es una pregunta más bien retórica porque si lo supiera ya me lo habría dicho. Si tuviéramos información, quizá podríamos haber buscado más cosa sobre ella en algún listado antiguo de gente conflictiva, como la mayoría de los que alguna vez acabamos en el 14. Eso hubiera sido otro motivo más para ir en busca de mi tía, que para algo ella tiene acceso a esas cosas, pero ahora mismo no nos sirve de nada por falta de información. Claro que podríamos mirar la listas igualmente e ir descartando mientras buscamos información y contactos, pero eso podría llevarnos años... o directamente no llevarnos a nada porque puede que incluso no apareciera en ninguna lista.
Todavía apoyado en el árbol, me llevo la mano al cabello y me revuelvo los rizos un poco; es una costumbre que tengo desde que me he dejado el pelo largo y que suelo hacer ya hasta de manera inconsciente. — Creo que deberías buscarle — reconozco. — No va a ser fácil seguramente, pero mereces saber de dónde vienes. — Aunque no pude conocer demasiado a Echo porque solo viví en el 14 unos meses, parecía buena persona, pero no debería haberle negado nunca ese derecho a Kendrick.
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Sacudo la cabeza, porque no estoy seguro. Todo lo que he conocido fue una mentira, así que nada me dice que hubiese tenido, alguna vez, algo de ellos. La peor parte es que, de haber sido así, de seguro murió consumido por el fuego y eso es todo, ahí se terminaría cualquier cosa que me ligaría con mis padres — No. No me ha dicho nada. Solo que no debo buscarlos bajo ningún aspecto — no sé qué quiso decir con eso. ¿Eran peligrosos? ¿Eran malas personas? ¿Huyeron porque Jamie Niniadis los mataría? Pero entonces, Kyle deja salir palabras que me hacen sentir menos culpable. Su confianza en mí es la que me mueve, haciendo que guarde la varita, me incline hasta terminar de cuclillas frente a él y esa mata de rulos que no deja de revolverse y que me complica la tarea de mirarlo a la cara. La sonrisa que le otorgo, por más apagada que sea, es de puro agradecimiento, especialmente porque no he recibido un sermón que no necesito.
— ¿Sabes qué es lo que más me molesta? — ni siquiera lo pienso, solo lo dejo salir. Bajo la mirada cuando me dejo caer en el suelo, sentándome frente a él con las piernas cruzadas como indio y me pongo a arrancar trozos de pasto, en la actitud más infantil que soy capaz — Toda mi vida creí que había algo afuera que estaba esperando por mí. Que tenía una historia, una familia, que algo había pasado que me colocó en el catorce por alguna razón. Y ahora… — me muerdo la punta de la lengua y arranco un poco de césped con algo más de fuerza, notando como se me ensucian los dedos de tierra — No tengo nada. Resulta que jamás estuve afuera, que la idea de mi familia era una mentira, que en toda mi vida no he estado ni conocido nada que no sea el catorce — y eso me mata. No hay ningún pasado que descubrir, ningún hogar esperando con los brazos abiertos. Nací donde crecí y no hubo nada más. Sí, existió una mujer que murió en lugar de criarme, pero incluso eso me llena de una extraña amargura a pesar de jamás haberla conocido. Es perderlo todo, incluso antes de siquiera tenerlo.
El resoplido que se me escapa delata que estoy por ponerme a llorar una vez más, así que tomo aire para contener el impulso — Lo siento — me apresuro a decir, rascándome la nariz con el dorso de la mano — No quería arrastrarte a ti ni a los otros en esto. Y ahora posiblemente nos atrapen o peor solo porque estoy buscando a alguien que no sé quién es — es tan patético que me enoja aún más. Puedo escuchar un ave sobre nuestras cabezas, entonando una canción demasiado alegre que parece burlarse de mis ánimos — No sé por dónde empezar a buscar. Y si mi madre se fue… quizá mi padre no me quería. O lo habían capturado… — y eso sólo reafirmaría que no tengo familia. Tal vez es un muggle y eso lo ha transformado en esclavo. Opciones hay miles.
— ¿Sabes qué es lo que más me molesta? — ni siquiera lo pienso, solo lo dejo salir. Bajo la mirada cuando me dejo caer en el suelo, sentándome frente a él con las piernas cruzadas como indio y me pongo a arrancar trozos de pasto, en la actitud más infantil que soy capaz — Toda mi vida creí que había algo afuera que estaba esperando por mí. Que tenía una historia, una familia, que algo había pasado que me colocó en el catorce por alguna razón. Y ahora… — me muerdo la punta de la lengua y arranco un poco de césped con algo más de fuerza, notando como se me ensucian los dedos de tierra — No tengo nada. Resulta que jamás estuve afuera, que la idea de mi familia era una mentira, que en toda mi vida no he estado ni conocido nada que no sea el catorce — y eso me mata. No hay ningún pasado que descubrir, ningún hogar esperando con los brazos abiertos. Nací donde crecí y no hubo nada más. Sí, existió una mujer que murió en lugar de criarme, pero incluso eso me llena de una extraña amargura a pesar de jamás haberla conocido. Es perderlo todo, incluso antes de siquiera tenerlo.
El resoplido que se me escapa delata que estoy por ponerme a llorar una vez más, así que tomo aire para contener el impulso — Lo siento — me apresuro a decir, rascándome la nariz con el dorso de la mano — No quería arrastrarte a ti ni a los otros en esto. Y ahora posiblemente nos atrapen o peor solo porque estoy buscando a alguien que no sé quién es — es tan patético que me enoja aún más. Puedo escuchar un ave sobre nuestras cabezas, entonando una canción demasiado alegre que parece burlarse de mis ánimos — No sé por dónde empezar a buscar. Y si mi madre se fue… quizá mi padre no me quería. O lo habían capturado… — y eso sólo reafirmaría que no tengo familia. Tal vez es un muggle y eso lo ha transformado en esclavo. Opciones hay miles.
No puedo ponerme en su piel porque no puedo comprender qué es todo lo que debe de estar sintiendo ahora mismo, pero sí que puedo hacerme una ligera idea. No vengo de una familia común, y eso es algo que él ya sabe por las historias que le he contado sobre Agatha, sobre cómo mis padres acogieron a una niña humana y la trataron como a su hija a pesar de todo lo que dice la Constitución en contra de eso mismo. Sin embargo, lo que mi amigo no sabe, al menos no entrando en mucho detalle, es que mi madre no supo de la existencia de su familia biológica hasta hace dieciséis años. Sabía que había crecido con unos padres que no eran los biológicos, igual que Kendrick, pero le mintieron durante años. Quizá la situación no es la misma, pero puedo hacerme un poco a la idea gracias a todo lo que me contó mi madre. — Nunca podré comprender del todo tu situación porque por suerte no he pasado por eso, pero entiendo lo difícil que debe de ser porque mi madre pasó por algo parecido — empiezo a decir. — Ella pudo encontrar a su familia, y estoy seguro de que tú también podrás encontrar la tuya. — No le digo que, en realidad, mi madre la encontró porque su madre biológica fue en busca de ella, porque no quiero desanimarle o que piense que nadie ha ido a buscarle a él.
Dejo caer las manos sobre el suelo cuando se sienta a mi lado, y le miro arrancar hierbas mientras yo, escuchándole, me dedico a pasar el pie por el suelo arenoso y lleno de hierba, como si estuviera buscando algo concreto cuando en realidad es que no consigo estarme quieto por toda la situación. Cuando me dijo que buscaba a alguien, esto era lo último que me esperaba, siendo sincero. Sea como sea, acabo dejando el pie quieto de golpe cuando empieza a decir que no tiene nada, y me quedo mirándole fijamente. Al final acabo dándole un pequeño manotazo en el hombro antes de responder: — No estás solo, Ken. Quizá no compartamos sangre, pero sabes que nos tienes a nosotros para lo que sea. — Y no me refiero solo a mí, porque sé que puede contar con el resto de los niños del 14 para lo que sea. Si tiene mi confianza y lealtad, desde luego la de ellos también porque los conoce desde que tiene uso de razón.
Termino por levantarme para recoger la mochila que había dejado tirada, y saco un pequeño paquete de galletas saladas que conseguí robar del mercado negro hace un par de días. Después, vuelvo con Kendrick y tras coger una galleta, le doy a él el paquete. — No tienes que disculparte; venir aquí era la mejor opción porque no podíamos quedarnos en la cabaña a esperar a alguien que nunca a iba a llegar. — Por mucho que duela decirlo, es la pura verdad. Ben se esforzó en sacarnos de ahí y pensábamos que vendría a buscarnos, y por mucho que le admirase, es algo imposible por las bombas que vimos caer desde la distancia. — No creo que llevar al resto en busca de tu padre sea buena idea, al menos no a los más pequeños — añado. Jared es demasiado pequeño como para recorrerse el país en busca de alguien que ni siquiera sabemos dónde está, y también es arriesgado que vean a un grupo tan grande de niños solos por según qué distritos. — Pero ya sabes que iré contigo a donde sea. Puede que no sepa por dónde empezar, pero estoy dispuesto a ayudarte. — Lo único que se me ocurre es intentar cuadrar fechas para ver si eran delincuentes y por eso su madre acabó en el 14, pero nada más. — Quizá podríamos informarnos de la gente que estaba en búsqueda hace dieciséis años para ver si algo nos sirve, como un indicio de si alguna mujer estaba embarazada y huía del Gobierno, y ver si podría ser tu madre.
Dejo caer las manos sobre el suelo cuando se sienta a mi lado, y le miro arrancar hierbas mientras yo, escuchándole, me dedico a pasar el pie por el suelo arenoso y lleno de hierba, como si estuviera buscando algo concreto cuando en realidad es que no consigo estarme quieto por toda la situación. Cuando me dijo que buscaba a alguien, esto era lo último que me esperaba, siendo sincero. Sea como sea, acabo dejando el pie quieto de golpe cuando empieza a decir que no tiene nada, y me quedo mirándole fijamente. Al final acabo dándole un pequeño manotazo en el hombro antes de responder: — No estás solo, Ken. Quizá no compartamos sangre, pero sabes que nos tienes a nosotros para lo que sea. — Y no me refiero solo a mí, porque sé que puede contar con el resto de los niños del 14 para lo que sea. Si tiene mi confianza y lealtad, desde luego la de ellos también porque los conoce desde que tiene uso de razón.
Termino por levantarme para recoger la mochila que había dejado tirada, y saco un pequeño paquete de galletas saladas que conseguí robar del mercado negro hace un par de días. Después, vuelvo con Kendrick y tras coger una galleta, le doy a él el paquete. — No tienes que disculparte; venir aquí era la mejor opción porque no podíamos quedarnos en la cabaña a esperar a alguien que nunca a iba a llegar. — Por mucho que duela decirlo, es la pura verdad. Ben se esforzó en sacarnos de ahí y pensábamos que vendría a buscarnos, y por mucho que le admirase, es algo imposible por las bombas que vimos caer desde la distancia. — No creo que llevar al resto en busca de tu padre sea buena idea, al menos no a los más pequeños — añado. Jared es demasiado pequeño como para recorrerse el país en busca de alguien que ni siquiera sabemos dónde está, y también es arriesgado que vean a un grupo tan grande de niños solos por según qué distritos. — Pero ya sabes que iré contigo a donde sea. Puede que no sepa por dónde empezar, pero estoy dispuesto a ayudarte. — Lo único que se me ocurre es intentar cuadrar fechas para ver si eran delincuentes y por eso su madre acabó en el 14, pero nada más. — Quizá podríamos informarnos de la gente que estaba en búsqueda hace dieciséis años para ver si algo nos sirve, como un indicio de si alguna mujer estaba embarazada y huía del Gobierno, y ver si podría ser tu madre.
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Su confianza en todo esto es reconfortante, me hace sentir que quizá no estoy dando pasos en falso y que, como su madre, todo esto podría tener un final medianamente feliz. Le sonrío, tal vez demasiado fugazmente, en señal de que agradezco su apoyo, esa fidelidad que me recuerda que he hecho bien en volverme su amigo, en perdonarlo, en compartir mis secretos con alguien como él. No se lo diré ni muerto porque tengo mi orgullo, pero Kyle es una de las pocas personas en el mundo por la cual pondría mis manos en el fuego. Me quejo de su manotazo, valga la ironía, así que me froto el hombro con expresión de reproche — No quería armar un drama contándoles todo esto y tampoco me siento listo. No quiero… — gruño, arrugando la nariz con desagrado — no quiero que me miren con cara de pena o me griten — todos estamos pasando un momento difícil y yo solo lo complicaría aún más.
Atrapo el paquete que me tiende al hacerme sentir un poco menos idiota y decido que es momento de dejar de lloriquear, así que me meto una galleta en la boca y, aún sin masticar, me pongo de pie dando un impulso sin ayuda de mis manos, lo que me tambalea un momento — ¿Estás seguro? — lo miro como si no me creyese que esté dispuesto a darme una mano y me atrevo a empezar a comer la galleta, tomándola con una mano para que los trozos no terminen en el suelo. Su idea me deja en silencio, sujetando el paquete mientras trago con lentitud — Tu tía trabaja en el gobierno, ¿no? — pregunto, un poco dudoso de jugar esa carta, en especial porque yo no fui quien la recibió con los brazos abiertos en nuestro breve encuentro — ¿Hay alguna manera de que puedas contactarte con ella sin tener que viajar? — somos magos, la tecnología existe a la orden del día en nuestra era, debería haber un modo. Y eso me recuerda…
Ahora sí siento que va a golpearme — ¿Recuerdas la comida y las cremas para quemaduras que conseguí el primer día? ¿Lo que intercambié por el anillo? — di una explicación muy vaga al regresar a nuestro refugio con una caja repleta, así que chasqueo mi lengua con mi mejor expresión de inocente — Puede que haya conseguido algo más que comida. Quiero decir… — intento explicarme lo más rápido posible — Esta mujer, Lara… me dijo que está buscando a alguien. Trabaja para alguien muy rico que está tratando de encontrar a su sobrino o sobrina, porque su hermana escapó embarazada hace diecisiete años. Y si la ayudo, ella me recompensará… — alzo las manos delante de mí como si quisiera atajarme de cualquier ataque y relamo las migajas de mis labios — Me dará comida. Y si lo encuentro, puedo conseguir dinero. Podremos movernos por dónde queramos — y eso es más de lo que teníamos antes.
Atrapo el paquete que me tiende al hacerme sentir un poco menos idiota y decido que es momento de dejar de lloriquear, así que me meto una galleta en la boca y, aún sin masticar, me pongo de pie dando un impulso sin ayuda de mis manos, lo que me tambalea un momento — ¿Estás seguro? — lo miro como si no me creyese que esté dispuesto a darme una mano y me atrevo a empezar a comer la galleta, tomándola con una mano para que los trozos no terminen en el suelo. Su idea me deja en silencio, sujetando el paquete mientras trago con lentitud — Tu tía trabaja en el gobierno, ¿no? — pregunto, un poco dudoso de jugar esa carta, en especial porque yo no fui quien la recibió con los brazos abiertos en nuestro breve encuentro — ¿Hay alguna manera de que puedas contactarte con ella sin tener que viajar? — somos magos, la tecnología existe a la orden del día en nuestra era, debería haber un modo. Y eso me recuerda…
Ahora sí siento que va a golpearme — ¿Recuerdas la comida y las cremas para quemaduras que conseguí el primer día? ¿Lo que intercambié por el anillo? — di una explicación muy vaga al regresar a nuestro refugio con una caja repleta, así que chasqueo mi lengua con mi mejor expresión de inocente — Puede que haya conseguido algo más que comida. Quiero decir… — intento explicarme lo más rápido posible — Esta mujer, Lara… me dijo que está buscando a alguien. Trabaja para alguien muy rico que está tratando de encontrar a su sobrino o sobrina, porque su hermana escapó embarazada hace diecisiete años. Y si la ayudo, ella me recompensará… — alzo las manos delante de mí como si quisiera atajarme de cualquier ataque y relamo las migajas de mis labios — Me dará comida. Y si lo encuentro, puedo conseguir dinero. Podremos movernos por dónde queramos — y eso es más de lo que teníamos antes.
La verdad es que callárselo era lo mejor que podía hacer porque ya hemos pasado por demasiadas cosas estos días y es mejor no forzar más el límite emocional de los más pequeños. — Más que gritarte, de haberlo dicho, habría sido la excusa perfecta para que Beverly se tirase a tus brazos intentando forzar esa boda de la que tanto hablaba para animarte — suelto con una sonrisa, y tengo que controlarme para no reírme aquí en medio al imaginarme la situación. No es más que un intento de romper un poco la tensión y seriedad del asunto y para que trate de relajarse, pero los dos sabemos que tampoco es nada descabellado conociendo a la rubia y sabiendo cómo suele ser... Por ejemplo, vivir en una casa abandonada y en la que hay algún hueco entre las paredes no me transmite confianza cada vez que quiero ir a cambiarme de ropa; no es que le haya pillado viéndome, pero no termino de fiarme. Al menos ya casi me he librado de «sus cuidados sanitarios».
Me termino la galletita salada y asiento con la cabeza como respuesta cuando me pregunta por el trabajo de mi tía. Nunca le pregunté por su trabajo porque mamá siempre se enfadaba cuando lo mencionaba porque no comprendía por qué trabajaba para el Gobierno, así que lo poco que sé es que trabaja en cosas de juicios como de fugitivos y demás, lo que se resume en que juzga a gente como nosotros. — Puedo intentar ponerme en contacto con ella con mi espejo comunicador. — Nunca lo he usado porque mis padres siempre dejaron claro que solo debía usarlo en casos de emergencia porque no se fiaban de que alguien me pillase al interceptar la señal, o vete a saber qué porque ni siquiera sé cómo funciona exactamente, pero este es un caso de emergencia. — Lo intentaré esta noche, cuando el resto se haya ido a dormir porque ahora seguramente esté trabajando. — No es que me vaya a ignorar, que quizá sí lo haga si tiene algo que esconder sobre lo que ha pasado en el 14, pero lo digo más porque no es buena idea ponerme en contacto con ella si está en el Wizengamot y yo empiezo a hacer preguntas comprometidas y sospechosas.
Alargo el brazo hasta coger otra galleta del paquete, y voy comiendo mientras escucho a mi amigo hablar. Hay un momento en el que lo que dice me lo esperaba tan poco, que acabo tosiendo porque he tragado antes de hora por culpa de la sorpresa. — No sospecha nada sobre nosotros, ¿no? — Me fío de Kendrick, pero de quien no me fío es del resto de la gente porque he vivido muchos años en el país, y por desgracia, he visto y oído cosas que prefiero no recordar. — No sé si es buena idea fiarse del alguien que no conocemos, pero ahora mismo me parece la mejor opción. Necesitamos dinero ya no solo para comida, sino para ir a otros distritos si de verdad queremos encontrar a tu padre. — Puede que no me haga gracia, pero es la única opción viable que veo ahora mismo.
Me termino la galletita salada y asiento con la cabeza como respuesta cuando me pregunta por el trabajo de mi tía. Nunca le pregunté por su trabajo porque mamá siempre se enfadaba cuando lo mencionaba porque no comprendía por qué trabajaba para el Gobierno, así que lo poco que sé es que trabaja en cosas de juicios como de fugitivos y demás, lo que se resume en que juzga a gente como nosotros. — Puedo intentar ponerme en contacto con ella con mi espejo comunicador. — Nunca lo he usado porque mis padres siempre dejaron claro que solo debía usarlo en casos de emergencia porque no se fiaban de que alguien me pillase al interceptar la señal, o vete a saber qué porque ni siquiera sé cómo funciona exactamente, pero este es un caso de emergencia. — Lo intentaré esta noche, cuando el resto se haya ido a dormir porque ahora seguramente esté trabajando. — No es que me vaya a ignorar, que quizá sí lo haga si tiene algo que esconder sobre lo que ha pasado en el 14, pero lo digo más porque no es buena idea ponerme en contacto con ella si está en el Wizengamot y yo empiezo a hacer preguntas comprometidas y sospechosas.
Alargo el brazo hasta coger otra galleta del paquete, y voy comiendo mientras escucho a mi amigo hablar. Hay un momento en el que lo que dice me lo esperaba tan poco, que acabo tosiendo porque he tragado antes de hora por culpa de la sorpresa. — No sospecha nada sobre nosotros, ¿no? — Me fío de Kendrick, pero de quien no me fío es del resto de la gente porque he vivido muchos años en el país, y por desgracia, he visto y oído cosas que prefiero no recordar. — No sé si es buena idea fiarse del alguien que no conocemos, pero ahora mismo me parece la mejor opción. Necesitamos dinero ya no solo para comida, sino para ir a otros distritos si de verdad queremos encontrar a tu padre. — Puede que no me haga gracia, pero es la única opción viable que veo ahora mismo.
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El comentario sobre Beverly me hace rodar los ojos, pero me pinta una sonrisa genuina en los labios. Se siente bien el poder bromear como antes, por más que todos sepamos que el escenario ha cambiado. Lo que sí, la confesión sobre el espejo comunicador sí capta mi atención y siento un extraño aleteo en mi pecho, lo que tomo como una señal de esperanzada ansia — ¿Podrías hacer eso? — intento no sonar tan desesperado, pero creo que me delato por como las palabras salen atropelladas de mi boca — Quiero decir… su tu tía puede darnos una pista, la que sea… — intento rememorar lo que salió de la boca de Echo ese último día, tratando de empujar cualquier sentimentalismo a un lado para poder pensar con claridad. Duele, pero sé que soy capaz de hacerlo — Estamos buscando a alguien que llegó al catorce en sus inicios, si las cuentas que conocemos no son erradas. Quiero decir, mi cumpleaños… tuvo que estar embarazada cuando el gobierno cayó — ¿Y por eso huyó? ¿Para salvarme? ¿Era muggle? — Debe haber tenido sus razones, posiblemente su sangre. Sino, no lo comprendo. Pero si encontramos a mi madre, encontraremos a mi padre — ¿Cuántas mujeres embarazadas huyeron en esa época? Se me hace que han sido muchas y nuestras pistas son demasiado escasas. ¿Por qué no pregunté más por los muertos del cementerio? Había poca gente, quizá algunos nombres familiares… ¿O ella jamás fue enterrada allí?
Hago un amague a palmear su espalda cuando lo oigo toser, pero creo que se las arregla bastante bien sin mí — ¿Por qué sospecharía? Hay cientos de niños solos, lo hemos visto. ¿Y no creen que estamos todos muertos? — o eso he oído en esa taberna extraña el otro día, donde pasé en busca de panes viejos que pudiera recuperar, pero no ha servido de mucho. Lo que sí, pude escuchar el murmullo de dos viejos comentando las noticias y, por lo poco que entendí, lo que la gente maneja es que hemos explotado en cenizas. No sé los detalles, pero me aferro a eso — Es mecánica. Quizá podamos conseguir algún medio de transporte… aunque no sé cómo encontrar a dos personas de las cuales apenas y tenemos información — parece que estamos caminando a ciegas, tanteando en el aire.
Hurgo dentro del paquete por reflejo más que por necesidad, porque tengo el estómago cerrado. Me meto otra galleta en la boca y mastico con algo de lentitud, hasta que le pico un costado — No sé que hice para ganarme tu confianza de esa manera — admito, atreviéndome a sonreír aunque sea un poco — Pero siempre voy a estar agradecido de que nunca te niegues a ayudarme, Kyle. Sin ti, creo que todo esto sería un poco más desastroso. Y no tendría estas galletas asquerosas — bromeo, levantando el paquete.
Hago un amague a palmear su espalda cuando lo oigo toser, pero creo que se las arregla bastante bien sin mí — ¿Por qué sospecharía? Hay cientos de niños solos, lo hemos visto. ¿Y no creen que estamos todos muertos? — o eso he oído en esa taberna extraña el otro día, donde pasé en busca de panes viejos que pudiera recuperar, pero no ha servido de mucho. Lo que sí, pude escuchar el murmullo de dos viejos comentando las noticias y, por lo poco que entendí, lo que la gente maneja es que hemos explotado en cenizas. No sé los detalles, pero me aferro a eso — Es mecánica. Quizá podamos conseguir algún medio de transporte… aunque no sé cómo encontrar a dos personas de las cuales apenas y tenemos información — parece que estamos caminando a ciegas, tanteando en el aire.
Hurgo dentro del paquete por reflejo más que por necesidad, porque tengo el estómago cerrado. Me meto otra galleta en la boca y mastico con algo de lentitud, hasta que le pico un costado — No sé que hice para ganarme tu confianza de esa manera — admito, atreviéndome a sonreír aunque sea un poco — Pero siempre voy a estar agradecido de que nunca te niegues a ayudarme, Kyle. Sin ti, creo que todo esto sería un poco más desastroso. Y no tendría estas galletas asquerosas — bromeo, levantando el paquete.
Acabo rebuscando otra vez en la mochila hasta dar con la libreta donde había apuntado las plantas que Beverly necesitaba, y empiezo a anotar todo lo que Kendrick va diciendo sobre la mujer que buscamos. No son demasiados detalles, pero prefiero que no se nos olvide nada, y además, tengo la esperanza de que iremos encontrando más información que necesitaremos apuntar, así que es una buena manera de empezar. — Si no por sangre, ya sea humana o de criatura mágica, solo nos queda la opción de que sea alguien como mi familia, que quebrantase la ley — añado, y lo anoto igualmente. Nadie huye del país porque sí, por muy en contra que estés de los ideales políticos.
Tiene razón cuando dice que no hay razones para sospechar, pero estoy preocupado igualmente. Siempre me he desenvuelto bien por aquí con Chloe, pero ahora somos un grupo más llamativo y que, a fin de cuentas, apenas sabe moverse por aquí; una cosa es crecer directamente aquí, y otra muy distinta es venir entrando en la adolescencia y pre-adolescencia. — Bueno, eso y que no piensan que nuestro antiguo hogar fuese eso, un hogar, sino un lugar lleno de terroristas donde nos preparaban para matar y hacer barbaridades — comento en un tono un poco más bajo. Estamos solos, pero nunca está de más tomar precauciones. Es una verdad camuflada en una broma, pero algo que los dos sabemos que seguramente creen de verdad... y de hecho, yo mismo lo oí alguna que otra vez cuando era pequeño. En mi caso siempre supe que era mentira porque mamá decía que conocía a alguien que antiguamente vivía ahí, pero supongo que habrá gente que lo crea de verdad y no piense más allá de lo que el Gobierno les suelta.
— ¿Sabes cómo funcionan los trasladores? Quizá podría proporcionarnos uno. — La verdad es que solo he utilizado uno en mi vida y no lo recuerdo demasiado porque fue la noche del atentado en la gala benéfica. Sé que funcionan gracias a la magia por obvias razones, pero no sé si un mecánico como esa tal Lara podría tener acceso a uno y prestárnoslo; eso nos ahorraría tener que conseguir tanto dinero. Sea como sea, una sonrisa se me forma en la comisura de los labios con lo siguiente que dice, y acabo agachando la vista hacia la hierba. — Tú me ayudaste cuando llegué al 14. Estaba mal psicológicamente porque había dejado a mi hermana atrás, y tenerte a ti como amigo me ayudó. Ahora me toca a mí ayudarte a ti. — Es algo que nunca le he dicho directamente, pero es cierto. Además, es el primer amigo que hice en toda mi vida porque nunca pude tener casi trato con gente de mi edad, y eso no se olvida fácilmente.
Tiene razón cuando dice que no hay razones para sospechar, pero estoy preocupado igualmente. Siempre me he desenvuelto bien por aquí con Chloe, pero ahora somos un grupo más llamativo y que, a fin de cuentas, apenas sabe moverse por aquí; una cosa es crecer directamente aquí, y otra muy distinta es venir entrando en la adolescencia y pre-adolescencia. — Bueno, eso y que no piensan que nuestro antiguo hogar fuese eso, un hogar, sino un lugar lleno de terroristas donde nos preparaban para matar y hacer barbaridades — comento en un tono un poco más bajo. Estamos solos, pero nunca está de más tomar precauciones. Es una verdad camuflada en una broma, pero algo que los dos sabemos que seguramente creen de verdad... y de hecho, yo mismo lo oí alguna que otra vez cuando era pequeño. En mi caso siempre supe que era mentira porque mamá decía que conocía a alguien que antiguamente vivía ahí, pero supongo que habrá gente que lo crea de verdad y no piense más allá de lo que el Gobierno les suelta.
— ¿Sabes cómo funcionan los trasladores? Quizá podría proporcionarnos uno. — La verdad es que solo he utilizado uno en mi vida y no lo recuerdo demasiado porque fue la noche del atentado en la gala benéfica. Sé que funcionan gracias a la magia por obvias razones, pero no sé si un mecánico como esa tal Lara podría tener acceso a uno y prestárnoslo; eso nos ahorraría tener que conseguir tanto dinero. Sea como sea, una sonrisa se me forma en la comisura de los labios con lo siguiente que dice, y acabo agachando la vista hacia la hierba. — Tú me ayudaste cuando llegué al 14. Estaba mal psicológicamente porque había dejado a mi hermana atrás, y tenerte a ti como amigo me ayudó. Ahora me toca a mí ayudarte a ti. — Es algo que nunca le he dicho directamente, pero es cierto. Además, es el primer amigo que hice en toda mi vida porque nunca pude tener casi trato con gente de mi edad, y eso no se olvida fácilmente.
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Jamás voy a comprender muy bien cómo es que funciona la mente de los gobernantes de este país. Por lo poco que he entendido, además de que no toleran demasiado a quienes consideran inferiores o diferentes, tienen una visión muy extraña de las cosas. Quiero decir, en el catorce no hacíamos nada malo, pero aún así siempre se esforzaron en aniquilarnos como moscas. Odio decirlo, pero han ganado esa parte de la historia — Beverly canta horrible, pero tampoco como para considerarlo una barbaridad… — e intento, juro que lo hago, el tratar de bromear aunque sea un poco, con él. Pero tampoco cambiará nada.
Alzo un hombro, no muy seguro de lo que está diciendo pero fingiendo que sí — Me contaron de ellos, pero es obvio que jamás usé uno. ¿Y a dónde iríamos? ¿Al cuatro con tu tía? — no parece una mala idea. Nos colamos, ella nos dice lo que necesitamos saber, nos marchamos. Según los mapas, el cuatro está mucho más adentro en el país y sería medio suicida ir allí, pero es una muy buena opción si podemos comunicarnos con ella antes y asegurarnos que estará todo bien. ¿O acaso ella vendió a Ben y por eso estamos en este lugar? ¿Cómo puedo decirle, sutilmente, que debemos tener cuidado de su propia familia? Al menos, su sonrisa me libra de llevar la conversación a un terreno escabroso. Me aguanto la risa al inclinarme hacia él, reduciendo la distancia entre ambos como si buscase contarle un secreto de lo más profundo, buscando de alguna manera el contacto con sus ojos, mucho más claros que los míos — Bueno, quizá no lo sabes, pero sigues estando mal psicológicamente. Hay unos cuantos problemitas aquí… — le pico la frente — que no puedes solucionar. Lamento romper tu ilusión, pero así son las cosas.
La seriedad me dura poco y nada, pero me hace sentir un poco más como yo mismo el reírme entre dientes y alejarme dando un paso hacia atrás. Como si nada, me meto una galleta de lleno en la boca y me meto lo que queda del paquete en el bolsillo — Mira el lado positivo, estamos enloqueciendo juntos en esto — lo lanzo como un simple hecho que debemos aceptar y le doy la espalda, buscando retomar la marcha como si nada hubiera pasado. Como si no le hubiera confesado mis miedos, como si no estuviese confiando en sus decisiones para saber que las mías no son las más erradas — ¿Crees que tardemos mucho en encontrar un conejo o algo de carne o seguiremos comiendo conservas? — porque es lo que tenemos. Hasta que yo pueda ir a casa.
Alzo un hombro, no muy seguro de lo que está diciendo pero fingiendo que sí — Me contaron de ellos, pero es obvio que jamás usé uno. ¿Y a dónde iríamos? ¿Al cuatro con tu tía? — no parece una mala idea. Nos colamos, ella nos dice lo que necesitamos saber, nos marchamos. Según los mapas, el cuatro está mucho más adentro en el país y sería medio suicida ir allí, pero es una muy buena opción si podemos comunicarnos con ella antes y asegurarnos que estará todo bien. ¿O acaso ella vendió a Ben y por eso estamos en este lugar? ¿Cómo puedo decirle, sutilmente, que debemos tener cuidado de su propia familia? Al menos, su sonrisa me libra de llevar la conversación a un terreno escabroso. Me aguanto la risa al inclinarme hacia él, reduciendo la distancia entre ambos como si buscase contarle un secreto de lo más profundo, buscando de alguna manera el contacto con sus ojos, mucho más claros que los míos — Bueno, quizá no lo sabes, pero sigues estando mal psicológicamente. Hay unos cuantos problemitas aquí… — le pico la frente — que no puedes solucionar. Lamento romper tu ilusión, pero así son las cosas.
La seriedad me dura poco y nada, pero me hace sentir un poco más como yo mismo el reírme entre dientes y alejarme dando un paso hacia atrás. Como si nada, me meto una galleta de lleno en la boca y me meto lo que queda del paquete en el bolsillo — Mira el lado positivo, estamos enloqueciendo juntos en esto — lo lanzo como un simple hecho que debemos aceptar y le doy la espalda, buscando retomar la marcha como si nada hubiera pasado. Como si no le hubiera confesado mis miedos, como si no estuviese confiando en sus decisiones para saber que las mías no son las más erradas — ¿Crees que tardemos mucho en encontrar un conejo o algo de carne o seguiremos comiendo conservas? — porque es lo que tenemos. Hasta que yo pueda ir a casa.
Sospeso a dónde podríamos ir con el traslador, pero la verdad es que no tengo la menor idea. En un principio me había planteado que quizá lo mejor sería ir en busca de su padre con el traslador, pero ahí volvemos al problema inicial: no sabemos ni por dónde empezar a buscarle. Quizá lo que Kedrick dice sea la mejor opción que tenemos por ahora, porque no se me ocurre otro sitio más que el 4 para empezar y resolver las dudas que tengo, y doy por hecho que él también, de qué es lo que pasó esas misteriosas semanas para que destruyeran nuestro hogar. — Sí... Es el único sitio en el que podemos sacar algo de información. Además, mi tía nos debe una explicación. — No sé si podemos confiar en ella después de lo que ha pasado; ni en ella ni en nadie realmente, pero hacia ella existen más motivos de sospecha. Puede que nunca delatara a mi familia, a la que también es su familia, a las autoridades, pero quizá le ofrecieron algo a cambio de acabar con el 14.
Ruedo exageradamente los ojos cuando me da un golpecito en la frente y sacudo la cabeza para recolocarme el pelo y apartar los rizos de los ojos. Cortarme el pelo es algo que llevo tiempo pensando ahora que estamos en pleno verano, pero le he cogido demasiado aprecio... y además, sé que a Kendrick le molesta, así que es una buena manera de picarle. — No lo sé, pero como tenga que cenar otra vez una lata de judías, creo que enloqueceré pero de verdad — respondo con un tono de broma obvio. No me puedo quejar porque al menos tenemos comida, pero necesito algo fresco y recién cocinado, no algo envasado. — Oye, Ken... — empiezo a decir, no muy seguro de cómo sacar la conversación porque no sé si estará de acuerdo. — Debería pasarme por el 11 un día de estos. Iría y volvería en dos días, pero tengo que dejarle un mensaje a mi hermana de que estoy bien. No le explicaría qué ha pasado, solo que todo está bien, y de paso podría robarle algo de comida y dinero. — No me enorgullece robar a los míos, pero Chloe tiene más dinero que nosotros porque mamá y papá nos dejaron prácticamente todos sus ahorros antes de marcharse. Dudo que mi melliza se lo haya gastado, y ahora mismo nos hace más falta a nosotros que a ella.
Ruedo exageradamente los ojos cuando me da un golpecito en la frente y sacudo la cabeza para recolocarme el pelo y apartar los rizos de los ojos. Cortarme el pelo es algo que llevo tiempo pensando ahora que estamos en pleno verano, pero le he cogido demasiado aprecio... y además, sé que a Kendrick le molesta, así que es una buena manera de picarle. — No lo sé, pero como tenga que cenar otra vez una lata de judías, creo que enloqueceré pero de verdad — respondo con un tono de broma obvio. No me puedo quejar porque al menos tenemos comida, pero necesito algo fresco y recién cocinado, no algo envasado. — Oye, Ken... — empiezo a decir, no muy seguro de cómo sacar la conversación porque no sé si estará de acuerdo. — Debería pasarme por el 11 un día de estos. Iría y volvería en dos días, pero tengo que dejarle un mensaje a mi hermana de que estoy bien. No le explicaría qué ha pasado, solo que todo está bien, y de paso podría robarle algo de comida y dinero. — No me enorgullece robar a los míos, pero Chloe tiene más dinero que nosotros porque mamá y papá nos dejaron prácticamente todos sus ahorros antes de marcharse. Dudo que mi melliza se lo haya gastado, y ahora mismo nos hace más falta a nosotros que a ella.
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Al menos, es bueno saber que no soy el único que necesita un poco de comida fresca para no terminar sintiendo que mi cuerpo se está vaciando por kilos todos los días. Me meto en la cabeza la idea de que es mi momento de devolverle el favor encontrando algo bien apetitoso que pueda llevarse al estómago, cuando me suelta una idea que no sé de dónde sale pero que me obliga a aminorar la marcha, echándole un vistazo sobre el hombro. Es bueno saber que estamos solos en lo que vamos del camino, porque con nuestra conversación tenemos la guardia tan baja que cualquiera podría hacer uso y abuso de ello — ¿Al once? ¿No es peligroso? — Veamos, jamás me negaría a una idea suya proveniente de su necesidad, porque él ha decidido confiar en mí y yo haré lo mismo para con su persona. Pero no puedo evitar, por mucho que me fastidie el admitirlo, preocuparme — ¿Puedes ir y venir en dos días? — supongo que él puede usar el tren. He oído algo sobre ese medio de transporte, pero parece que usarlo todos juntos sería un problema porque no tenemos identificación. Tendremos que encontrar el modo de falsificar esas porquerías, para variar.
Doy un par de saltos para bajar por una cuesta empinada sin tropezar con ninguna rama y me aferro de un tronco, balanceando una de mis piernas un poco antes de apoyar el pie en la tierra firme. Puedo escuchar el agua corriente, así que estoy seguro de que el terreno debe encontrarse cuesta abajo por la cercanía de algún pequeño arroyo — ¿Puedes hacerlo solo o prefieres que te acompañe? Delilah puede cuidar a los más pequeños, si no se pone a patalear porque nos marchemos — sé que la idea de separarnos será terrible para cualquiera, pero tampoco puedo dejarlo solo. Con cuidado, desciendo usando la punta de mis pies para frenarme, evitando caer al ruedo — Quizá no tengo cómo identificarme, pero… bueno, no me perdonaría si no regresaras — menos mal que le estoy dando la espalda, porque toda esta cursilería es un poco humillante.
Doy un par de saltos para bajar por una cuesta empinada sin tropezar con ninguna rama y me aferro de un tronco, balanceando una de mis piernas un poco antes de apoyar el pie en la tierra firme. Puedo escuchar el agua corriente, así que estoy seguro de que el terreno debe encontrarse cuesta abajo por la cercanía de algún pequeño arroyo — ¿Puedes hacerlo solo o prefieres que te acompañe? Delilah puede cuidar a los más pequeños, si no se pone a patalear porque nos marchemos — sé que la idea de separarnos será terrible para cualquiera, pero tampoco puedo dejarlo solo. Con cuidado, desciendo usando la punta de mis pies para frenarme, evitando caer al ruedo — Quizá no tengo cómo identificarme, pero… bueno, no me perdonaría si no regresaras — menos mal que le estoy dando la espalda, porque toda esta cursilería es un poco humillante.
Realmente ir al 11 nunca me ha supuesto un peligro... Bueno, vale, sí, quizá una vez, ¡pero acababa de haber un atentado! La vigilancia era exagerada, y en situaciones normales, nunca más me habían pillado. Kendrick sabe lo que pasó aquel fatídico día porque se lo expliqué a los pocos días de llegar al 14, aunque puedo entender sus dudas. Ya no es solo lo que me pasó, sino que él es hasta la primera vez que está en el país y ha sido fruto de una situación horrible. — La mayoría de gente que vive ahí son como los del 12 — acabo reconociendo. No es ir a un distritos rico donde vayan a sospechar a la primera, afortunadamente. — Tendría que ir muy rápido y es gastar algo de dinero en un viaje rápido pero... creo que sí. Si todo va bien, no tardaría mucho en volver. — Porque por mucho que me conozca el 11, hace demasiados meses que no estoy allí y ni siquiera sé si las cosas han cambiado, o si alguien sospecharía de mí tras meses viendo a mi hermana sola por allí sin mí. Siempre nos veían a Chloe y a mí juntos, y alguien con dos dedos de frente podría extrañarse de verla a ella sola repentinamente. De todas maneras, mi melliza es inteligente y se habrá inventado cualquier tontería para explicar mi ausencia aunque no sepa dónde estoy.
Voy caminando detrás de Kendrick, pasando los rizos de un lado a otro cada dos por tres como si de esa manera me fueran a molestar menos y no me dieran tanto calor, cuando su pregunta hace que me pare en seco. — Podrías venir. Con suerte quizá nos sirva para encontrar información sobre la persona que busca Lara. — No me lo había planteado porque pensaba que quizá le parecería una idea penosa, pero la verdad es que agradecería no estar solo en esta situación porque no va a ser fácil ir a mi antiguo hogar. — Así podremos cargar más cosas también. Además... de mi hermana y de mí nunca sospecharon porque hay demasiados niños y adolescentes solos por ahí también, así que con suerte no nos pedirán identificación — añado antes de terminarme la última galletita salada del paquete. Después, miro hacia ambos lados, concentrándome en el sonido del agua caer para intentar ubicar de dónde viene exactamente. — ¿Crees que podríamos coger algún pez? — Hay ramas por aquí para intentar ensartarlo a lo bruto, pero la verdad es que es algo que nunca he probado a hacer antes porque era papá quien se encargaba de conseguirnos pescado.
Voy caminando detrás de Kendrick, pasando los rizos de un lado a otro cada dos por tres como si de esa manera me fueran a molestar menos y no me dieran tanto calor, cuando su pregunta hace que me pare en seco. — Podrías venir. Con suerte quizá nos sirva para encontrar información sobre la persona que busca Lara. — No me lo había planteado porque pensaba que quizá le parecería una idea penosa, pero la verdad es que agradecería no estar solo en esta situación porque no va a ser fácil ir a mi antiguo hogar. — Así podremos cargar más cosas también. Además... de mi hermana y de mí nunca sospecharon porque hay demasiados niños y adolescentes solos por ahí también, así que con suerte no nos pedirán identificación — añado antes de terminarme la última galletita salada del paquete. Después, miro hacia ambos lados, concentrándome en el sonido del agua caer para intentar ubicar de dónde viene exactamente. — ¿Crees que podríamos coger algún pez? — Hay ramas por aquí para intentar ensartarlo a lo bruto, pero la verdad es que es algo que nunca he probado a hacer antes porque era papá quien se encargaba de conseguirnos pescado.
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— O sea… ¿Penosos y muertos de hambre? — no quiero sonar tan cruel, pero eso es lo que son… somos los que vivimos aquí. Tal vez en el catorce no teníamos el mejor estilo de vida si lo comparamos con aquellos que lo tienen todo, pero teníamos suficiente. La gente del norte de NeoPanem parece existir en la miseria y lo peor de todo es que no hay signos de que su situación vaya a cambiar de alguna manera. Le tomo la palabra cuando afirma que no debería tardar en volver, lo que me da permiso a paniquear si se tarda más de lo predicho. El que avisa no traiciona.
Me agarro de un tronco delgado que se balancea peligrosamente por mi peso, pero que me da la oportunidad de tomarme esos dos segundos en meditar la sugerencia — ¿Crees que esta persona podría estar en el once? — ¿Por qué no? Hasta dónde ella y nosotros sabemos, podría ser cualquiera. Incluso podría no haberse quedado en el norte después de todos estos años, pero tampoco me voy a extender por todo un territorio al cual no conozco y por el cual soy incapaz de moverme sin meterme en problemas — Si tú lo dices… — si Kyle afirma que nadie va a pedirnos identificación, le creo. También elijo creerle porque es más cómodo para mi confianza, pero eso no tiene que saberlo.
La idea de pescar activa algo familiar en mi cerebro que me despierta una vieja confianza y hace que me mueva con mayor rapidez — ¿Sabes con quién estás hablando? Pescar se me da genial. No podré hacerlo con las manos como Ben, pero tampoco crecí en el cuatro. Ven — doy un par de saltos hasta quedar sobre un tronco caído que se tambalea, pero que me permite ver el curso de un arroyo tan rodeado de musgo que se disimula bastante entre el barro. No es muy profundo, pero a su vez es mejor porque eso nos permite ver con mayor claridad los pocos peces que pasan por delante nuestro. A falta de red, me lamento que el accio no funcione con criaturas vivas, así que guardo la varita en mi bolsillo y tironeo de mi remera hasta quitarla por mi cabeza — Mira, no es muy difícil — en nada, estoy descalzo, con el pantalón arremangado y me meto en el agua, sintiendo los pies aceptar el fresco regalado en las temperaturas de verano. Estiro la remera, inclinándome con los ojos puestos en los peces que se mueven en mi dirección. Tengo que masticarme los labios por la concentración, pero no me toma demasiado el arrojar la tela con los dedos firmes y sentir como uno de los pobres animales queda atrapado en ella. Lo agarro con fuerza y lo acabo lanzando a la tierra, donde puedo notar cómo se agita debajo de la prenda — Ojalá tuviésemos papas para acompañarlo — es tonto, pero esta pequeña proeza ha elevado mi humor. Tanto como para salir del agua con un nuevo salto y acercarme al pez para terminar con su sufrimiento de una vez por todas.
Me agarro de un tronco delgado que se balancea peligrosamente por mi peso, pero que me da la oportunidad de tomarme esos dos segundos en meditar la sugerencia — ¿Crees que esta persona podría estar en el once? — ¿Por qué no? Hasta dónde ella y nosotros sabemos, podría ser cualquiera. Incluso podría no haberse quedado en el norte después de todos estos años, pero tampoco me voy a extender por todo un territorio al cual no conozco y por el cual soy incapaz de moverme sin meterme en problemas — Si tú lo dices… — si Kyle afirma que nadie va a pedirnos identificación, le creo. También elijo creerle porque es más cómodo para mi confianza, pero eso no tiene que saberlo.
La idea de pescar activa algo familiar en mi cerebro que me despierta una vieja confianza y hace que me mueva con mayor rapidez — ¿Sabes con quién estás hablando? Pescar se me da genial. No podré hacerlo con las manos como Ben, pero tampoco crecí en el cuatro. Ven — doy un par de saltos hasta quedar sobre un tronco caído que se tambalea, pero que me permite ver el curso de un arroyo tan rodeado de musgo que se disimula bastante entre el barro. No es muy profundo, pero a su vez es mejor porque eso nos permite ver con mayor claridad los pocos peces que pasan por delante nuestro. A falta de red, me lamento que el accio no funcione con criaturas vivas, así que guardo la varita en mi bolsillo y tironeo de mi remera hasta quitarla por mi cabeza — Mira, no es muy difícil — en nada, estoy descalzo, con el pantalón arremangado y me meto en el agua, sintiendo los pies aceptar el fresco regalado en las temperaturas de verano. Estiro la remera, inclinándome con los ojos puestos en los peces que se mueven en mi dirección. Tengo que masticarme los labios por la concentración, pero no me toma demasiado el arrojar la tela con los dedos firmes y sentir como uno de los pobres animales queda atrapado en ella. Lo agarro con fuerza y lo acabo lanzando a la tierra, donde puedo notar cómo se agita debajo de la prenda — Ojalá tuviésemos papas para acompañarlo — es tonto, pero esta pequeña proeza ha elevado mi humor. Tanto como para salir del agua con un nuevo salto y acercarme al pez para terminar con su sufrimiento de una vez por todas.
Opto por no decir nada sobre sobre el 11 porque los dos sabemos que tiene razón. Quizá es la primera vez que está en NeoPanem, pero lleva los suficientes días como para haberse dado cuenta de que en el norte escaseamos literalmente de todo tipo de productos, e incluso de salud en muchas ocasiones. Yo he tenido suerte, pero muchos niños no pueden acceder a una simple poción para bajar la fiebre cuando se resfrían, lo que en algunos casos acaba en situaciones mucho más graves por sencillo que fuera el desencadenante. Quizá por eso el tiempo en el 14 fue, quizá, la época más feliz de mi vida desde que vivía en el 3; no sobrarían las cosas, pero al menos tampoco escaseaban como aquí.
Jugueteo con el colgante que llevo siempre encima desde que mamá, papá y Agatha se marcharon, que no es más que la placa de nacimiento de mamá, mientras caminamos. — Creo que si esa chica lo está buscando por aquí debe de ser por algo — acabo por responder. Nadie viene al norte como primera opción, ¿no? Además, ha dicho que trabaja para alguien rico, así que doy por hecho que los distritos más adinerados debe de haberlos descartado o bien porque ya han buscado allí, o porque prefieren descartarlos automáticamente. Si la mujer huyó estando embarazada, en esta zona es más fácil que consiguiese pasar desapercibida. — Es más fácil ocultarse en el norte porque normalmente la gente no hace tantas preguntas como en otros distritos. — Así es como mi familia ha conseguido vivir tranquila durante tantos años. — ¿Te dijo algo más? — Asumo que ningún nombre porque si fuera así, ya me lo habría dicho.
El nombre de Ben acompañado de la pesca, y sobre todo del distrito 4, remueve una sensación extraña que ni siquiera sé si identificar como enfado, tristeza o nostalgia por todo lo que eso significa. Aun así, sigo los pasos de mi amigo hasta el arroyo, y le observo coger el pez con una naturalidad que ni siquiera sabía que tenía. — ¡Ala! ¿Cómo lo has hecho? — Pero ni siquiera dejo tiempo a que conteste porque me quito la camiseta y entro en el arroyo para intentar repetir su hazaña. Sin embargo, aunque durante un segundo parece que casi vaya a conseguirlo, el pez me tambalea hacia un lado y acabo cayéndome de cara contra el agua. El frescor alivia el calor, pero la situación de vergüenza y de ridículo hace que note cómo me arden las mejillas al instante. Estando así, me siento en una de las piedras y me giro hacia Kendrick. — Ni se te ocurra reírte. — Es un aviso, pero por orgullo y para prevenir, acabo salpicando agua contra él con todas mis fuerzas. En su situación yo me reiría, ¿por qué no va a hacerlo él?
Jugueteo con el colgante que llevo siempre encima desde que mamá, papá y Agatha se marcharon, que no es más que la placa de nacimiento de mamá, mientras caminamos. — Creo que si esa chica lo está buscando por aquí debe de ser por algo — acabo por responder. Nadie viene al norte como primera opción, ¿no? Además, ha dicho que trabaja para alguien rico, así que doy por hecho que los distritos más adinerados debe de haberlos descartado o bien porque ya han buscado allí, o porque prefieren descartarlos automáticamente. Si la mujer huyó estando embarazada, en esta zona es más fácil que consiguiese pasar desapercibida. — Es más fácil ocultarse en el norte porque normalmente la gente no hace tantas preguntas como en otros distritos. — Así es como mi familia ha conseguido vivir tranquila durante tantos años. — ¿Te dijo algo más? — Asumo que ningún nombre porque si fuera así, ya me lo habría dicho.
El nombre de Ben acompañado de la pesca, y sobre todo del distrito 4, remueve una sensación extraña que ni siquiera sé si identificar como enfado, tristeza o nostalgia por todo lo que eso significa. Aun así, sigo los pasos de mi amigo hasta el arroyo, y le observo coger el pez con una naturalidad que ni siquiera sabía que tenía. — ¡Ala! ¿Cómo lo has hecho? — Pero ni siquiera dejo tiempo a que conteste porque me quito la camiseta y entro en el arroyo para intentar repetir su hazaña. Sin embargo, aunque durante un segundo parece que casi vaya a conseguirlo, el pez me tambalea hacia un lado y acabo cayéndome de cara contra el agua. El frescor alivia el calor, pero la situación de vergüenza y de ridículo hace que note cómo me arden las mejillas al instante. Estando así, me siento en una de las piedras y me giro hacia Kendrick. — Ni se te ocurra reírte. — Es un aviso, pero por orgullo y para prevenir, acabo salpicando agua contra él con todas mis fuerzas. En su situación yo me reiría, ¿por qué no va a hacerlo él?
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