OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Lo más parecido que tengo a una residencia fija es la base de seguridad y soy errante por oficio, no por pasatiempo, así que el tiempo que tengo libre lo ocupo en el gimnasio de la base o probando mi puntería con las armas. Uno de mis compañeros me comenta que los departamento de tecnología del ministerio están trabajando en unos prototipos para los que necesitan voluntarios profesionales y las siguientes dos horas me la paso enfundado en un traje de prueba en una de las salas acondicionadas para que lo que sea que salga mal, no atreviese las paredes. Detrás del cristal nos observan un grupo reducido de especialistas que con una tableta en la mano van marcando opciones en base a lo que sucede.
Cuando salgo de la sala de práctica pasó por el vestuario a recuperar mi uniforme y un colega me dice que nos esperan para que demos nuestras devoluciones personales. Es un detalle que nos pregunten qué necesitamos en vez de colocar artefactos en nuestras manos en base a lo que creen que necesitamos. El error más frecuente de los que juegan con ciencia es querer que un único objeto abarque un sin número de funcionalidades. Mi comentario es siempre el mismo: cuando estoy en el campo no puedo perder dos minutos tratando de dar con el botón correcto, y no, no necesito que un rastreador también me prepare café con crema. Funcional, solo pido que sea algo funcional.
En mi trayecto hacia las oficinas donde suelen amontonarse los científicos que nos visitan de vez en cuando, choco con grupos que van en la dirección contraria y conversan a viva voz. A mi parecer, los ánimos de los aurores y cazadores están caldeados luego del episodio del ahora extinto distrito rebelde y siguió siendo parte de las charlas cuando retomamos nuestras tareas habituales. A pesar de las ligeras diferencias entre las dos profesiones, corremos nuestros riesgos en la práctica y no es una certeza volver a casa al final del día. Yo no tengo, pero muchos no pudieron emprender ese camino de regreso últimamente. Abro la puerta que creo que es la que me indicaron y en una habitación con computadoras y una mesa en medio que proyecta un mapa, no encuentro a nadie más que un sujeto tan alto que podría ser auror o cazador, pero que se ve inconfundiblemente como un científico.
Cuando salgo de la sala de práctica pasó por el vestuario a recuperar mi uniforme y un colega me dice que nos esperan para que demos nuestras devoluciones personales. Es un detalle que nos pregunten qué necesitamos en vez de colocar artefactos en nuestras manos en base a lo que creen que necesitamos. El error más frecuente de los que juegan con ciencia es querer que un único objeto abarque un sin número de funcionalidades. Mi comentario es siempre el mismo: cuando estoy en el campo no puedo perder dos minutos tratando de dar con el botón correcto, y no, no necesito que un rastreador también me prepare café con crema. Funcional, solo pido que sea algo funcional.
En mi trayecto hacia las oficinas donde suelen amontonarse los científicos que nos visitan de vez en cuando, choco con grupos que van en la dirección contraria y conversan a viva voz. A mi parecer, los ánimos de los aurores y cazadores están caldeados luego del episodio del ahora extinto distrito rebelde y siguió siendo parte de las charlas cuando retomamos nuestras tareas habituales. A pesar de las ligeras diferencias entre las dos profesiones, corremos nuestros riesgos en la práctica y no es una certeza volver a casa al final del día. Yo no tengo, pero muchos no pudieron emprender ese camino de regreso últimamente. Abro la puerta que creo que es la que me indicaron y en una habitación con computadoras y una mesa en medio que proyecta un mapa, no encuentro a nadie más que un sujeto tan alto que podría ser auror o cazador, pero que se ve inconfundiblemente como un científico.
Fue difícil ordenar los pensamientos luego de los acontecimientos recientes, en realidad no he logrado hacerlo aún sino más bien desconecté la parte de mí que necesita poner un orden a la vida y continué con mis responsabilidades lo mejor que puedo hasta encontrar una mejor solución. No fue un solo golpe, fueron varios y el último me descolocó más de lo esperado pues es un signo de alerta de que las cosas se están saliendo de control... La última vez que algo así ocurrió fue con mi madre y terminaron mandándome a una inútil rehabilitación que hicieron pasar por campamento tecnológico en el 3. Hace años que no ocurría pero el fantasma ha vuelto y las drogas ya se han llevado mi amistad con Ariadna o eso creo.
Ahora mismo miro las estadísticas en la tableta rodeado de un montón de colegas pero no presto atención a lo que está ocurriendo realmente. Sobre todo porque mi cerebro está algo nublado y dudo poder hablar como una persona cuerda de querer intentarlo. Por suerte la prueba termina sin que se requiera mi intervención y todos se dispersan a hacer quien sabe qué, por mi parte me quedo atrás con una pequeña ampolla y una jeringa que no llego a utilizar porque escucho la puerta abrirse y me veo obligado a esconder todo en mis bolsillos.
A mis ojos aparece uno de los cazadores que se presentó como voluntario al ensayo, es más alto que yo y tiene todas las características que me resultan intimidantes en cualquier hombre, pero ésta vez ya no siento miedo... Quizás era cosa de la anterior combinación y no de ésta nueva - ¿Puedo ayudarlo? - pregunto con voz ronca pero me arrepiento de inmediato pues llega finalmente a mi cabeza las órdenes que nos habían dado antes de salir de la sala de control: los aurores y cazadores nos darían su devolución personal, así que eso fueron a hacer todos - No, tu vienes a ayudarme a mí - me corrijo haciendo un ademán con una de mis manos. Estoy algo nervioso pero creo que no tiene que ver con su presencia - Muy bien, lo escucho... ¿Le molesta si grabo? - podría recordar sus palabras de prestar atención, pero honestamente creo que el temblor en mis manos solo irá en aumento hasta no poder escribir en algún punto de ésta conversación.
Ahora mismo miro las estadísticas en la tableta rodeado de un montón de colegas pero no presto atención a lo que está ocurriendo realmente. Sobre todo porque mi cerebro está algo nublado y dudo poder hablar como una persona cuerda de querer intentarlo. Por suerte la prueba termina sin que se requiera mi intervención y todos se dispersan a hacer quien sabe qué, por mi parte me quedo atrás con una pequeña ampolla y una jeringa que no llego a utilizar porque escucho la puerta abrirse y me veo obligado a esconder todo en mis bolsillos.
A mis ojos aparece uno de los cazadores que se presentó como voluntario al ensayo, es más alto que yo y tiene todas las características que me resultan intimidantes en cualquier hombre, pero ésta vez ya no siento miedo... Quizás era cosa de la anterior combinación y no de ésta nueva - ¿Puedo ayudarlo? - pregunto con voz ronca pero me arrepiento de inmediato pues llega finalmente a mi cabeza las órdenes que nos habían dado antes de salir de la sala de control: los aurores y cazadores nos darían su devolución personal, así que eso fueron a hacer todos - No, tu vienes a ayudarme a mí - me corrijo haciendo un ademán con una de mis manos. Estoy algo nervioso pero creo que no tiene que ver con su presencia - Muy bien, lo escucho... ¿Le molesta si grabo? - podría recordar sus palabras de prestar atención, pero honestamente creo que el temblor en mis manos solo irá en aumento hasta no poder escribir en algún punto de ésta conversación.
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Pestañeo al menos tres veces al oír la pregunta del científico y miro por encima de mi hombro para comprobar que me esté hablando a mí, no a otra persona. Se corrige rápidamente para confirmarme que estoy en la oficina correcta, con la persona que debería armar el informe a partir de mis devoluciones, y si desconfío de que esto sea en verdad necesario es porque tiene una expresión un poco ida. Llegué a depender del juicio de mi vista para detectar los gestos reveladores de las criaturas al momento de acecharlas, y sin poder evitarlo, suelo hacer lo mismo con las personas. Debo reconocer que este hombre tiene un semblante que lo haría inescrutable si fuera diestro en la oclumancia. Por su bien como científico, espero que lo haya considerado alguna vez. Las mentes científicas son cofres de ideas, secretos y revelaciones, atractivos para robar. Tengo una prima científica, talentosa, puedo decir que tengo una impresión formada sobre estos profesionales.
Y una desconfianza que excluye solamente a Annie, a quien por nuestro parentesco le confiaría cosas que ni siquiera comparto con mis colegas cazadores. Las reglas de protocolo, entre las que incluyo el uso de la grabadora por mención del hombre, me incomodan un poco. Como en esta base también estamos acostumbrados a interrogatorios que son debidamente grabados y archivados, entiendo el punto de ello. —Claro, si es parte del procedimiento, puede hacerlo— me encojo de hombros. En vez de acomodarme en una de las sillas con ruedas giratorias, me recargo contra un escritorio y cruzo sobre los brazos contra mi pecho. Espero que esta entrevista no dure demasiado.
»Mi devolución es que tendrían que pensar en modelos más sencillos. Por ejemplo, las armas más útiles son aquellas que se pueden accionar en los dos segundos que me da una criatura antes de clavarme sus garras en el pecho. No importa que sea un diseño atractivo o tengan luces de colores. Es lo último que mira una acromántula al atacar— mi voz es monótona, con pocas inflexiones que demuestren alguna emoción. Lo que digo es algo que vengo repitiendo tantas veces que es un discurso armado y gastado. Pero creo que es la primera vez que se lo digo a este científico. —Suele molestarme que en aras de la innovación, se pierda lo esencial. Y que un invento no sirva para su propósito. Supongo que debe ser divertido diseñar dentro de un laboratorio lo que se cree que hará que los aurores o los cazadores se vean como soldados del futuro, y todos los aplaudan en una muestra. Y que una vez en el campo, no funcione. No importa. La ciencia aprende de sus errores, mientras nosotros despedimos compañeros.
Y una desconfianza que excluye solamente a Annie, a quien por nuestro parentesco le confiaría cosas que ni siquiera comparto con mis colegas cazadores. Las reglas de protocolo, entre las que incluyo el uso de la grabadora por mención del hombre, me incomodan un poco. Como en esta base también estamos acostumbrados a interrogatorios que son debidamente grabados y archivados, entiendo el punto de ello. —Claro, si es parte del procedimiento, puede hacerlo— me encojo de hombros. En vez de acomodarme en una de las sillas con ruedas giratorias, me recargo contra un escritorio y cruzo sobre los brazos contra mi pecho. Espero que esta entrevista no dure demasiado.
»Mi devolución es que tendrían que pensar en modelos más sencillos. Por ejemplo, las armas más útiles son aquellas que se pueden accionar en los dos segundos que me da una criatura antes de clavarme sus garras en el pecho. No importa que sea un diseño atractivo o tengan luces de colores. Es lo último que mira una acromántula al atacar— mi voz es monótona, con pocas inflexiones que demuestren alguna emoción. Lo que digo es algo que vengo repitiendo tantas veces que es un discurso armado y gastado. Pero creo que es la primera vez que se lo digo a este científico. —Suele molestarme que en aras de la innovación, se pierda lo esencial. Y que un invento no sirva para su propósito. Supongo que debe ser divertido diseñar dentro de un laboratorio lo que se cree que hará que los aurores o los cazadores se vean como soldados del futuro, y todos los aplaudan en una muestra. Y que una vez en el campo, no funcione. No importa. La ciencia aprende de sus errores, mientras nosotros despedimos compañeros.
Me obligo a parpadear un par de veces y tragar la saliva espesa que tengo en la boca. Aprovecho que el tiempo que le lleva acomodarse en la oficina para ir por una botella de agua que estoy seguro de que hay en algún lugar. La encuentro después de pocos segundos debajo de una mesa y le doy un largo sorbo pues tengo que estar en condiciones para hablar y mi voz ronca al saludarlo ha demostrado que no lo estoy - Dejo aquí la grabadora, entonces - informo estirando el brazo para encenderla. No es parte del protocolo y una vez que pueda pasar el informe, la grabación pasará a la historia, pero él no necesita saberlo... Después de todo, he roto el "protocolo" de peores formas.
Veo como no se ha sentado así que opto por imitar su posición frente a él, de brazo cruzados y la cabeza lo más alto que se me permite. No puedo tomar asiento pues quedaría a la altura de su abdomen y no es para nada profesional desarrollar una entrevista de esa forma. Sin embargo, luego de escuchar sus palabras me alegro de estar de pie pero por razones muy distintas. No sé si es conciente de que ha insultado todos y cada uno de mis trabajos en unos cortos segundos, ha pisoteado mi idea de lo que es la buena ciencia y de no estar tan drogado probablemente me enojaría al punto de abandonar la habitación indignado.
- Sencillo, comprendo - respondo apagando la grabadora de inmediato pues dudo olvidar lo que ha dicho y realmente no hay ningún detalle técnico para recordar - Así que será mejor quitar las planchas de camuflaje, el botón propulsor y la conexión a internet del brazalete ¿Te parece bien? - pregunto algo malhumorado. Ya ni siquiera recuerdo si lo estaba tuteando o no.
Mientras digo ésto voy hacia el escritorio y tomo los planos de cada uno de estos detalles. Uno a uno voy haciéndolos un bollo y lanzándolos hacia el tacho de basura - Y allí van mis ideas de la última semana - Al parecer soy incapaz de hacer algo bien últimamente - Eso sí, el chip de rastreo deberá quedarse - me niego a tener problemas con éso una vez más. Aunque dudo que los cazadores tengan tanta responsabilidad sobre sus hombros como los aurores, es más probable que los rebeldes nos ataquen antes que un ejército de acromántulas - ¿Qué otra parte de mi trabajo deseas criticar? Soy todo oídos.
Veo como no se ha sentado así que opto por imitar su posición frente a él, de brazo cruzados y la cabeza lo más alto que se me permite. No puedo tomar asiento pues quedaría a la altura de su abdomen y no es para nada profesional desarrollar una entrevista de esa forma. Sin embargo, luego de escuchar sus palabras me alegro de estar de pie pero por razones muy distintas. No sé si es conciente de que ha insultado todos y cada uno de mis trabajos en unos cortos segundos, ha pisoteado mi idea de lo que es la buena ciencia y de no estar tan drogado probablemente me enojaría al punto de abandonar la habitación indignado.
- Sencillo, comprendo - respondo apagando la grabadora de inmediato pues dudo olvidar lo que ha dicho y realmente no hay ningún detalle técnico para recordar - Así que será mejor quitar las planchas de camuflaje, el botón propulsor y la conexión a internet del brazalete ¿Te parece bien? - pregunto algo malhumorado. Ya ni siquiera recuerdo si lo estaba tuteando o no.
Mientras digo ésto voy hacia el escritorio y tomo los planos de cada uno de estos detalles. Uno a uno voy haciéndolos un bollo y lanzándolos hacia el tacho de basura - Y allí van mis ideas de la última semana - Al parecer soy incapaz de hacer algo bien últimamente - Eso sí, el chip de rastreo deberá quedarse - me niego a tener problemas con éso una vez más. Aunque dudo que los cazadores tengan tanta responsabilidad sobre sus hombros como los aurores, es más probable que los rebeldes nos ataquen antes que un ejército de acromántulas - ¿Qué otra parte de mi trabajo deseas criticar? Soy todo oídos.
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Sigo sus movimientos por la habitación al deshacerse de unos planos después de descartar todas esas opciones que no he criticado explícitamente. Algunos botones de las cosas que nos dan para probar no llego a entender para qué funcionan. Actuamos de manera instintiva en las situaciones decisivas, y no es porque seamos menos inteligentes que los científicos de laboratorio, he tenido que tolerar que se rebaje nuestro trabajo porque tratamos con bestias, sino que necesitamos una respuesta rápida para sacarnos de encima una criatura que nos gana en fuerza o en velocidad. —No te lo tomes personal— aclaro, puede que un poco tarde. Puede que tampoco tenga el efecto que pretendo, si mi tono sigue siendo ligeramente sarcástico. —No te estoy criticando a ti, estoy haciendo mi devolución a tu departamento— apunto.
Me recargo contra el escritorio y muevo mi mano hacia él. —¿Cómo esperan mejorar si se toman a mal los comentarios?— pregunto, simulando ser inocente de lo que fue con toda intención una crítica al trabajo de los científicos. Debería bajar mi tono, no creo que a mi prima tampoco le guste enterarse que ofendí a uno de los miembros de su equipo. —Si los comentarios te caen mal, recuerda que hay personas usando estas cosas y no puedes esperar que lo aceptemos todo con aplausos. Algunas veces, las cosas salen mal y lo tenemos que decir. No estamos como para consentir al ego de los inventores— le aclaro, siempre me ha gustado ser franco, lamentablemente no digo las cosas de la mejor manera. Puedo ser brusco, tengo que reconocerlo. Pero me ha molestado un poco la actitud de este hombre al desechar todo, en vez de revisar lo que podría mejorar. —¿Cómo era tu apellido?— pregunto.
Me recargo contra el escritorio y muevo mi mano hacia él. —¿Cómo esperan mejorar si se toman a mal los comentarios?— pregunto, simulando ser inocente de lo que fue con toda intención una crítica al trabajo de los científicos. Debería bajar mi tono, no creo que a mi prima tampoco le guste enterarse que ofendí a uno de los miembros de su equipo. —Si los comentarios te caen mal, recuerda que hay personas usando estas cosas y no puedes esperar que lo aceptemos todo con aplausos. Algunas veces, las cosas salen mal y lo tenemos que decir. No estamos como para consentir al ego de los inventores— le aclaro, siempre me ha gustado ser franco, lamentablemente no digo las cosas de la mejor manera. Puedo ser brusco, tengo que reconocerlo. Pero me ha molestado un poco la actitud de este hombre al desechar todo, en vez de revisar lo que podría mejorar. —¿Cómo era tu apellido?— pregunto.
Se me escapa una ligera risotada cuando dice que no me lo tome personal, es tarde para eso. Quizás a algunos de mis colegas no les importe demasiado ésta clase de críticas, pero eso es porque trabajan en el laboratorio, llegan a casa y disfrutan de la compañía de sus familias. Su preocupación más grande pasa a ser qué demonios cocinar a la noche y por qué sus hijos desaprobaron el examen de educación física. Yo, en cambio, llego a casa y sigo trabajando, me acuesto a dormir pensando en cómo puedo ser más productivo al día siguiente... Todo para que un puromúsculo venga a decirme que hago las cosas mal.
-Entonces ve a hacer la crítica con Annie Waynart, ella es la jefa del departamento. Estoy seguro de que agradecerá cualquier excusa para sumar a la lista de razones para quitarme de mi puesto - respondo para luego tomar una bocanada de aire tranquilizadora. Me acerco a él de nuevo, pero ésta vez tomo asiento sobre el escritorio con mis pies apoyados en la silla, de ésta forma puedo recliname hacia adelante y por alguna razón sentirme mejor - Desde mi punto de vista eso no es mejorar, es dar pasos hacia atrás - agrego a lo siguiente con el ceño en alto - ¿Para qué te hiciste cazador? Estoy seguro de que tu sueño no era ir detrás de unos puffskeins... Bueno, yo tampoco quería hacer cosas sencillas al convertirme en científico, no es lo mío. - pero es lo que me envían a hacer y desgraciadamente, si quiero conservar mi puesto, debo hacerlo.
Inclino la cabeza hacia adelante y revuelvo un poco mi cabello para tranquilizarme con lo que está ocurriendo. Las opciones son simples, hago mi trabajo y conservo mi puesto en el que tengo los fondos y el material para inventar cosas, o sigo de malhumor y quedo alejado de la ciencia para siempre - Kavalier - respondo aun mirando hacia un costado - Bien ¿Qué es lo elemental? - pregunto tomando la tablet que yace a un lado mío para hacer las anotaciones correspondientes.
-Entonces ve a hacer la crítica con Annie Waynart, ella es la jefa del departamento. Estoy seguro de que agradecerá cualquier excusa para sumar a la lista de razones para quitarme de mi puesto - respondo para luego tomar una bocanada de aire tranquilizadora. Me acerco a él de nuevo, pero ésta vez tomo asiento sobre el escritorio con mis pies apoyados en la silla, de ésta forma puedo recliname hacia adelante y por alguna razón sentirme mejor - Desde mi punto de vista eso no es mejorar, es dar pasos hacia atrás - agrego a lo siguiente con el ceño en alto - ¿Para qué te hiciste cazador? Estoy seguro de que tu sueño no era ir detrás de unos puffskeins... Bueno, yo tampoco quería hacer cosas sencillas al convertirme en científico, no es lo mío. - pero es lo que me envían a hacer y desgraciadamente, si quiero conservar mi puesto, debo hacerlo.
Inclino la cabeza hacia adelante y revuelvo un poco mi cabello para tranquilizarme con lo que está ocurriendo. Las opciones son simples, hago mi trabajo y conservo mi puesto en el que tengo los fondos y el material para inventar cosas, o sigo de malhumor y quedo alejado de la ciencia para siempre - Kavalier - respondo aun mirando hacia un costado - Bien ¿Qué es lo elemental? - pregunto tomando la tablet que yace a un lado mío para hacer las anotaciones correspondientes.
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La referencia directa a mi prima me hace apretar la mandíbula, se que puedo ser abiertamente franco con ella en muchos aspectos y sobre las fronteras en las que su trabajo se cruza con el mío. Eso sí, el tono en el que hiciera mis críticas tendría que ser diferente al que uso con el científico, reconozco para mí mismo que no quiero ser rival de su carácter y espero nunca encontrarme en una posición enfrentada con cualquiera de mi familia. Por el contrario, algo en todo lo que me dice me impulsa a defenderla como una reacción natural, no dejaré margen para que se la cuestione como jefa de departamento. -Si ella solo necesita una excusa, es porque hiciste mérito para que así sea. No eches la culpa a la gota que rebosa un vaso que ya estaba lleno- digo, mi cuerpo tensándose y dándome un poco más de estatura, en reflejo de querer intimidarlo por más que estemos en estaturas que anulan esa intención y lo que queda es el aura para probar quien se impone al otro.
Arrugo mi frente al unirse mis cejas en una expresión que demuestra lo distintas que son nuestras perspectivas. -No me hice cazador por ningún sueño de niño explorador- sueno aún más hosco de ser posible. -Trabajo en la seguridad de mi nación, esa es mi motivación- le replico con una seriedad que para muchos ha sonado aburrida, mi manera de ver esto es clara. En mi familia seguimos una línea bajo la que me posiciono, la que me marca el camino y nunca he tenido intención ni deseo de apartarme. Fuimos magos en un territorio al que espero no volver, excluídos por nuestra condición y debo mi compromiso al gobierno que hizo posible que los Weynart regresaran con sus derechos restaurados.-No lo hago para coleccionar garras de dragones y probar mi valía- le espeto. -Entiendo que haya personas con ambiciones en el ministerio, pero una cosa es la ambición y otra es el ego desmedido. Controla el tuyo, así las críticas no te harán sentir que estás retrocediendo solo porque no es lo que esperas escuchar- lo juzgo. Me incorporo para retirarme de la habitación, lo miro largamente con su última pregunta y me volteo hacia la salida. -Creo que te irá mejor si encuentras por ti mismo la respuesta de lo que es elemental, Kavalier-. Que revise sus acciones, sus proyectos, sin que mis comentarios pongan a su ego a la defensiva, será más constructivo para él, y a mi me librará de tener que perder el tiempo con algo que no me compete. No estoy como para hacer el trabajo de nadie más, hice mi colaboración y puedo volver a lo mío.
Arrugo mi frente al unirse mis cejas en una expresión que demuestra lo distintas que son nuestras perspectivas. -No me hice cazador por ningún sueño de niño explorador- sueno aún más hosco de ser posible. -Trabajo en la seguridad de mi nación, esa es mi motivación- le replico con una seriedad que para muchos ha sonado aburrida, mi manera de ver esto es clara. En mi familia seguimos una línea bajo la que me posiciono, la que me marca el camino y nunca he tenido intención ni deseo de apartarme. Fuimos magos en un territorio al que espero no volver, excluídos por nuestra condición y debo mi compromiso al gobierno que hizo posible que los Weynart regresaran con sus derechos restaurados.-No lo hago para coleccionar garras de dragones y probar mi valía- le espeto. -Entiendo que haya personas con ambiciones en el ministerio, pero una cosa es la ambición y otra es el ego desmedido. Controla el tuyo, así las críticas no te harán sentir que estás retrocediendo solo porque no es lo que esperas escuchar- lo juzgo. Me incorporo para retirarme de la habitación, lo miro largamente con su última pregunta y me volteo hacia la salida. -Creo que te irá mejor si encuentras por ti mismo la respuesta de lo que es elemental, Kavalier-. Que revise sus acciones, sus proyectos, sin que mis comentarios pongan a su ego a la defensiva, será más constructivo para él, y a mi me librará de tener que perder el tiempo con algo que no me compete. No estoy como para hacer el trabajo de nadie más, hice mi colaboración y puedo volver a lo mío.
Ante situaciones como éstas suelo sentirme avergonzado, temeroso, con ganas de huir antes de que la situación empeore. Siempre ha sido así, desde que era pequeño hasta hace unas pocas semanas atrás. Pero ahora estoy lejos de eso, pude sentirlo cuando tuve mi encuentro con los jefes y también ahora... La diferencia es que no debo ningún respeto al tipo frente a mí, no tiene poder sobre mí y con lo que ha dicho tengo todo el derecho del mundo a contestar sin que eso merezca una visita a recursos humanos - No trabajas en nuestro departamento, no sabes lo que ocurre así que ahórrate las teorías. Puedes criticar lo que has visto hoy, sí, pero no tienes ningún derecho a hablar sobre trabajos pasados - me paro por unos segundos pues hay una fuerza dentro de mí que dice que lo haga. Pero luego de acomodarme el cabello una vez más vuelvo hacia la mesa, son pequeños descargos pero están sirviendo... ¿O quizás empeorándolo todo?
Bueno, ahí está su gran problema. No puedo imaginar de dónde saca la fuerza para levantarse de la cama cada día a trabajar. Y el día que falle, porque lo hará, me pregunto qué será de él. Los jefes, el ministerio, no se preocupa en ahorrar saliva a la hora de machacarte por los errores, ya lo he vivido, y si solo trabajas para satisfacerlos... Pues digamos que yo no estaría aquí si mi único propósito en la vida fuera servir a Jamie Niniadis - Así que eres un empleado del ministerio que solo sigue órdenes, sin sueños propios y no ego en absoluto - resumo lo que acabo de oír - Como un adolescente queriendo encajar en el grupo de los chicos populares - lo hice durante un breve período de tiempo cuando tenía 13 años y no resultó bien.
Me alegro de que se dirija a la salida y de hecho lo sigo para tener el placer de cerrar la puerta a sus espaldas. Creo que lo que acabo de decirle me tendrá pensando a mí también pues mi decisión al recibir la reprimenda fue ponerme a trabajar al 100% para complacer al ministerio, es exactamente lo que dije pero al parecer no es lo que en realidad creo ya que las verdades salen de una mente enfadada... Dicen que no debemos hablar en ese estado ya que decimos cosas sin pensar, pues creo que no las pensamos pero sí las sentimos.
- Hay que poner el trabajo de uno a disposición de la causa, avíseme si algún día puedes cortar los hilos y hacerlo - si, eso es lo que en verdad creo.
Bueno, ahí está su gran problema. No puedo imaginar de dónde saca la fuerza para levantarse de la cama cada día a trabajar. Y el día que falle, porque lo hará, me pregunto qué será de él. Los jefes, el ministerio, no se preocupa en ahorrar saliva a la hora de machacarte por los errores, ya lo he vivido, y si solo trabajas para satisfacerlos... Pues digamos que yo no estaría aquí si mi único propósito en la vida fuera servir a Jamie Niniadis - Así que eres un empleado del ministerio que solo sigue órdenes, sin sueños propios y no ego en absoluto - resumo lo que acabo de oír - Como un adolescente queriendo encajar en el grupo de los chicos populares - lo hice durante un breve período de tiempo cuando tenía 13 años y no resultó bien.
Me alegro de que se dirija a la salida y de hecho lo sigo para tener el placer de cerrar la puerta a sus espaldas. Creo que lo que acabo de decirle me tendrá pensando a mí también pues mi decisión al recibir la reprimenda fue ponerme a trabajar al 100% para complacer al ministerio, es exactamente lo que dije pero al parecer no es lo que en realidad creo ya que las verdades salen de una mente enfadada... Dicen que no debemos hablar en ese estado ya que decimos cosas sin pensar, pues creo que no las pensamos pero sí las sentimos.
- Hay que poner el trabajo de uno a disposición de la causa, avíseme si algún día puedes cortar los hilos y hacerlo - si, eso es lo que en verdad creo.
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Mi mirada sobre el científico es una sombra amenazante, si la manera que tiene de expulsarme de su campo de trabajo no es suficiente como para provocarme un enfado real, con su ánimo de ofenderme al calificarme como un empleado más del ministerio con falta de voluntad propia se ha ganado mi entero desagrado. —Si insistes en verlo todo desde una perspectiva inmadura, sigue con esa mentalidad— me desquito, porque su comentario de que soy un adolescente tratando de encajar entre los populares me hacen pensar en una época que dejé demasiado tiempo atrás, y nunca experimenté ese sentimiento de querer pertenecer al grupo que destaca por sobre el resto. Mi servicio al ministerio se justifica desde la lealtad a una familia que pudo restablecer los derechos de la mía, los privilegios que tienen algunos apellidos sobre otros nada tienen que ver con el juego de niños que sugiere. Me molesta que desprecie mi trabajo con insultos que no tienen relación con mi desempeño, sino con una idea que se hizo de mí a partir de una única conversación.
—Dedícate a hacer tu trabajo y no esperes que te pase le aviso de nada— digo de mala manera después de las palabras de despedida. Tengo el ceño fruncido como un detalle más de mi expresión fulminante, si mis ojos tuvieran la precisión de mi arco para atravesar la yugular de una persona, estaría cayendo de muerte en este momento. —No vivo para demostrar nada a nadie— acoto. —Te aconsejo esforzarte el doble si eso es algo que tú si necesitas, las personas no siempre te arrojarán flores por lo que es simplemente tu deber— concluyo, y para no tener que escuchar su réplica abandono la habitación y camino a grandes zancadas para alejarme de esa habitación, notando que media hora después sigo con un semblante ensombrecido por la rabia y mis cejas siguen uniéndose para darme una aire enfurruñado que previene a cualquiera de hablarme más de dos palabras si no quiere una respuesta cortante. Es con el transcurso del día que voy despejando mis pensamientos y al cabo de unos días he olvidado completamente el encuentro.
—Dedícate a hacer tu trabajo y no esperes que te pase le aviso de nada— digo de mala manera después de las palabras de despedida. Tengo el ceño fruncido como un detalle más de mi expresión fulminante, si mis ojos tuvieran la precisión de mi arco para atravesar la yugular de una persona, estaría cayendo de muerte en este momento. —No vivo para demostrar nada a nadie— acoto. —Te aconsejo esforzarte el doble si eso es algo que tú si necesitas, las personas no siempre te arrojarán flores por lo que es simplemente tu deber— concluyo, y para no tener que escuchar su réplica abandono la habitación y camino a grandes zancadas para alejarme de esa habitación, notando que media hora después sigo con un semblante ensombrecido por la rabia y mis cejas siguen uniéndose para darme una aire enfurruñado que previene a cualquiera de hablarme más de dos palabras si no quiere una respuesta cortante. Es con el transcurso del día que voy despejando mis pensamientos y al cabo de unos días he olvidado completamente el encuentro.
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