OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Ken y Kyle se fueron luego de dejarnos en una casa abandonada después de lograr entrar en el distrito 12, aun no tenía palabras para describir lo que acababa de ver. Esperen, si tenía: Mágico, Espectacular, Soñado, todas mis fantansias y sueños de lo que sería afuera una vez fuera lo suficientemete grande para salir de excursión y más. Las historias de mamá no le hacian justicia.
Cuando salimos del desierto e ingresamos en un bosque de nuevo me sentí más que aliviada, no puedo explicar la sensación que me dió cuando vimos un pequeño riachuelo y pude lavarme, creo que es lo que mamá definio como exitación. Seguimos avanzando aunque hubiera preferido que nos quedaramos en aquello que conociamos, no toleraría otro desierto, pero agradezco a cualquier divinidad que nos puso en este camino porque cuando empezamos a ver las estructuras de lo que Kyle explico como edificios perdí el habla. Literalmente no hable durante esa noche, ni cuando entramos bajo la capa, casi no pude dormir esa noche y ni hablar cuando nos encontramos en el corazón de la ciudad y entre toda esa gente, juro que me desmayaba si no me seguían arrastrando.
No podía entender que tenía de malo aquel lugar que hacía que hubiera tenido tanto miedo todos estos años, ahora entendía el deseo de Ken, deseaba explorar aquella ciudad de arriba a abajo.
Por lo que cuando los chicos se van, ¡lo cual me enoja porque los malditos iban a besuquearse por ahi y no me iban a incluir!, la miro a Link.
- Nosotras también podemos ser de utilidad, mamá me conto maneras de conseguir esto que llaman dinero - la insito y la verdad no se necesita mucho más porque sabía que quería salir - También puedes venir Jared, cuanto más mejor - digo recordando la historia sobre los mendigos y como la inocencia siempre hacía que los adultos soltaran dinero - Delilah, tu quedate ya que no eres bruja y corres más peligro que nosotros - le tiro la capa de invisibilidad por la cabeza y salgo con mi sequito por la ventana cubierta para que no nos vean.
Una vez afuera, saco de mi bolsa mi set de maquillaje y empiezo a colocarme un poco de rubor para aumentar mi inocencia, aunque, ¿quién podría decirle que no a esta cara?
- Bien muchachos, mamá dijo que pedir dinero funciona, pero es mejor cuando haces algo acambio de ese dinero, como vender cosas o mostrar un talento. Siendo que yo tengo una exelente voz, creo que lo mejor sera que cante mientras ustedes pasan entre los espectadores juntando el dinero. Ya veran, cuando vuelvan los amantes, habremos juntado suficiente dinero para comprar una casa - realmente no sabía como funcionaba comprar una casa cuando podías hacerla, pero en mis novelas solian decir esas cosas.
Cuando salimos del desierto e ingresamos en un bosque de nuevo me sentí más que aliviada, no puedo explicar la sensación que me dió cuando vimos un pequeño riachuelo y pude lavarme, creo que es lo que mamá definio como exitación. Seguimos avanzando aunque hubiera preferido que nos quedaramos en aquello que conociamos, no toleraría otro desierto, pero agradezco a cualquier divinidad que nos puso en este camino porque cuando empezamos a ver las estructuras de lo que Kyle explico como edificios perdí el habla. Literalmente no hable durante esa noche, ni cuando entramos bajo la capa, casi no pude dormir esa noche y ni hablar cuando nos encontramos en el corazón de la ciudad y entre toda esa gente, juro que me desmayaba si no me seguían arrastrando.
No podía entender que tenía de malo aquel lugar que hacía que hubiera tenido tanto miedo todos estos años, ahora entendía el deseo de Ken, deseaba explorar aquella ciudad de arriba a abajo.
Por lo que cuando los chicos se van, ¡lo cual me enoja porque los malditos iban a besuquearse por ahi y no me iban a incluir!, la miro a Link.
- Nosotras también podemos ser de utilidad, mamá me conto maneras de conseguir esto que llaman dinero - la insito y la verdad no se necesita mucho más porque sabía que quería salir - También puedes venir Jared, cuanto más mejor - digo recordando la historia sobre los mendigos y como la inocencia siempre hacía que los adultos soltaran dinero - Delilah, tu quedate ya que no eres bruja y corres más peligro que nosotros - le tiro la capa de invisibilidad por la cabeza y salgo con mi sequito por la ventana cubierta para que no nos vean.
Una vez afuera, saco de mi bolsa mi set de maquillaje y empiezo a colocarme un poco de rubor para aumentar mi inocencia, aunque, ¿quién podría decirle que no a esta cara?
- Bien muchachos, mamá dijo que pedir dinero funciona, pero es mejor cuando haces algo acambio de ese dinero, como vender cosas o mostrar un talento. Siendo que yo tengo una exelente voz, creo que lo mejor sera que cante mientras ustedes pasan entre los espectadores juntando el dinero. Ya veran, cuando vuelvan los amantes, habremos juntado suficiente dinero para comprar una casa - realmente no sabía como funcionaba comprar una casa cuando podías hacerla, pero en mis novelas solian decir esas cosas.
Ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que Beverly tuvo que sostenerla para que ella y el gato de Echo no cayeran del caballo.
Si bien el bosque no había sido fácil de recorrer, cuando el desierto apareció frente al pequeño grupo de supervivientes, Zenda realmente creyó que no lo lograrían. Estaban rodeados, tenían muy poca comida y agua, por no hablar de todas las heridas.
Un par de semanas antes de acabar en medio del arenal, cuando empezó a sentir la cabeza pesada, el cuerpo cortado y la temperatura en aumento, sólo entonces permitió que su sobrina la curara.
La primera vez que permitió que la rubia la tocara, tuvo que morderse la lengua para no gritar de dolor, si se había bañado, pero la ropa se le había pegado a las quemaduras, ampollas y a los cortes.
Era insoportable y las lagrimas no tardaron en empapar sus mejillas, pero lo que dolió todavía más no fue lo físico, si no que allí cayó en la cruda realidad: Su madre ya no sería quien la sanaría de las heridas y enfermedades.
Poco a poco fue mejorando y a medida que recuperó las fuerzas, con su varita conjuró un par de hechizos curativos. Claro que al ser demasiados básicos, no hacían mucho por su pierna y torso.
La noche cayó sobre el grupo y al momento de hacer guardia, sentada sobre la arena y con el gato acurrucado contra si, Zenda abrió su mochila. No había nada de valor.
Un par de bocadillos, el libro que Seth le había regalado, su machete, unas bolsitas con hojas curativas, una vieja fotografía de toda la familia durante su cumpleaños número trece, un mini botiquín que estaba armando para imitar el de Arleth y demás cositas sin sentido. Era lo único que había salvado del fuego.
Si antes la ropa le quedaba grande y se le caía, ahora era peor, tuvo que improvisar un cinturón con algunas viejas vendas del botiquín de su madre, para no perder los pantalones y si no llegaban pronto al distrito, estaba segura de que se desmayaría.
Cuando los edificios aparecieron y los más grandes decidieron dejar en libertad a los caballos, Zenda transformó sus ojos a los de un gato, no quería que la vieran llorar por la misma tontería que lo estaba haciendo Jared.
¿Dos, tres, cuatro días? Había perdido la cuenta de cuánto tiempo llevaban escondidos en esa pocilga. Extrañaba su casa, su cama y las galletas de Arleth.
Estaba en la mitad de un maravilloso sueño, uno lleno de comida donde todo el desastre jamás había pasado, cuando dando un sobresalto escuchó la pelea de Ken, Kyle y Beverly y se obligó a levantar. Ya había dormido demasiado.
Aún que dio maravillosas razones por las cuales debía acompañar a los chicos, ninguno le hizo caso y desaparecieron por la puerta. Eso la puso furiosa.
—Lo mataré cuando regrese.— No iba a admitirlo en voz alta, pero le dolía mucho que Kendrick confiara más en Kyle, un niño que llevaba a penas semanas en el distrito, que en ella. —Le arrancaré los rulos uno por uno al otro.— Gruñó de nuevo y entonces su sobrina sugirió la mejor idea del mundo.
¿Cómo es que Bev estaba armando planes buenos? ¿QUÉ HABÍA PASADO EN EL MUNDO?
Dejó al gato con Delilah, también su bolso, ya que no quería perder nada y sólo se guardó la varita dentro del bolsillo sano.
Siguiendo a la rubia alta, prestó atención a las señales más fáciles para recordar el camino de regreso y le tomó todo el control del universo, no atacar a cada auror que pasaba junto a ellos sin siquiera bajar la vista.
Una de las vidrieras de ropa femenina le regresó su reflejo y se asustó al no poder reconocerse. Estaba hecha un desastre, no sólo había perdido peso, si no que estaba sucia, sus prendas destrozadas y mugrientas, en serio parecía una mendiga y no una soldado, como solía llamarlos Echo.
Las palabras de Bev la devuelvieron a la realidad y no tuvo tiempo de esconder la mueca de horror, ¿Ella cantando? ¿En serio? —Queremos ganar dinero, no que nos golpeen por arruinar sus oídos.
Soltando un largo suspiro, caminó tratando de no apoyar la pierna herida y cuando los demás se detuvieron en la esquina de una concurrida calle, la bruja esperó paciente a que el show comenzara.
Si bien el bosque no había sido fácil de recorrer, cuando el desierto apareció frente al pequeño grupo de supervivientes, Zenda realmente creyó que no lo lograrían. Estaban rodeados, tenían muy poca comida y agua, por no hablar de todas las heridas.
Un par de semanas antes de acabar en medio del arenal, cuando empezó a sentir la cabeza pesada, el cuerpo cortado y la temperatura en aumento, sólo entonces permitió que su sobrina la curara.
La primera vez que permitió que la rubia la tocara, tuvo que morderse la lengua para no gritar de dolor, si se había bañado, pero la ropa se le había pegado a las quemaduras, ampollas y a los cortes.
Era insoportable y las lagrimas no tardaron en empapar sus mejillas, pero lo que dolió todavía más no fue lo físico, si no que allí cayó en la cruda realidad: Su madre ya no sería quien la sanaría de las heridas y enfermedades.
Poco a poco fue mejorando y a medida que recuperó las fuerzas, con su varita conjuró un par de hechizos curativos. Claro que al ser demasiados básicos, no hacían mucho por su pierna y torso.
La noche cayó sobre el grupo y al momento de hacer guardia, sentada sobre la arena y con el gato acurrucado contra si, Zenda abrió su mochila. No había nada de valor.
Un par de bocadillos, el libro que Seth le había regalado, su machete, unas bolsitas con hojas curativas, una vieja fotografía de toda la familia durante su cumpleaños número trece, un mini botiquín que estaba armando para imitar el de Arleth y demás cositas sin sentido. Era lo único que había salvado del fuego.
Si antes la ropa le quedaba grande y se le caía, ahora era peor, tuvo que improvisar un cinturón con algunas viejas vendas del botiquín de su madre, para no perder los pantalones y si no llegaban pronto al distrito, estaba segura de que se desmayaría.
Cuando los edificios aparecieron y los más grandes decidieron dejar en libertad a los caballos, Zenda transformó sus ojos a los de un gato, no quería que la vieran llorar por la misma tontería que lo estaba haciendo Jared.
¿Dos, tres, cuatro días? Había perdido la cuenta de cuánto tiempo llevaban escondidos en esa pocilga. Extrañaba su casa, su cama y las galletas de Arleth.
Estaba en la mitad de un maravilloso sueño, uno lleno de comida donde todo el desastre jamás había pasado, cuando dando un sobresalto escuchó la pelea de Ken, Kyle y Beverly y se obligó a levantar. Ya había dormido demasiado.
Aún que dio maravillosas razones por las cuales debía acompañar a los chicos, ninguno le hizo caso y desaparecieron por la puerta. Eso la puso furiosa.
—Lo mataré cuando regrese.— No iba a admitirlo en voz alta, pero le dolía mucho que Kendrick confiara más en Kyle, un niño que llevaba a penas semanas en el distrito, que en ella. —Le arrancaré los rulos uno por uno al otro.— Gruñó de nuevo y entonces su sobrina sugirió la mejor idea del mundo.
¿Cómo es que Bev estaba armando planes buenos? ¿QUÉ HABÍA PASADO EN EL MUNDO?
Dejó al gato con Delilah, también su bolso, ya que no quería perder nada y sólo se guardó la varita dentro del bolsillo sano.
Siguiendo a la rubia alta, prestó atención a las señales más fáciles para recordar el camino de regreso y le tomó todo el control del universo, no atacar a cada auror que pasaba junto a ellos sin siquiera bajar la vista.
Una de las vidrieras de ropa femenina le regresó su reflejo y se asustó al no poder reconocerse. Estaba hecha un desastre, no sólo había perdido peso, si no que estaba sucia, sus prendas destrozadas y mugrientas, en serio parecía una mendiga y no una soldado, como solía llamarlos Echo.
Las palabras de Bev la devuelvieron a la realidad y no tuvo tiempo de esconder la mueca de horror, ¿Ella cantando? ¿En serio? —Queremos ganar dinero, no que nos golpeen por arruinar sus oídos.
Soltando un largo suspiro, caminó tratando de no apoyar la pierna herida y cuando los demás se detuvieron en la esquina de una concurrida calle, la bruja esperó paciente a que el show comenzara.
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No era tonto, sabía que el viaje que habíamos hecho no era una excursión como las que hacía con papá o el tío Ben. Pero… ¡ERA UN ASCO! Habían sido los peores días de toda mi vida, de toda mi existencia. Incluso peor que aquella vez en la que estuve castigado en mi cumpleaños. Todos se habían portado horrible, había hecho calor durante el día, frío durante la noche, y el hambre… ¡El hambre! Podía ser que hubiese veces en las que en casa fingía quedarme con hambre para repetir algún plato rico, pero esta vez no mentía. Hablaba más con mi estómago que con todos los aburridos que no me querían prestar atención. Eran todos unos tontos, salvo por Delilah que sí jugaba conmigo y trataba de no gritarme.
En algún momento dejo de prestar atención a los días, y aunque antes hubiera aceptado comer brócoli antes que admitirlo, comencé a necesitar urgentemente un baño. Ay por favor, incluso el brócoli sonaba tentador…
Los chicos dicen que llegamos luego de lo que parece una eternidad pero a fin de cuentas, todo sigue siendo más o menos lo mismo, pero peor, porque han decidido que soltar a Arion, Petra y Tornado, era lo mejor que podíamos hacer. ¿Cómo podían haber aceptado? ¿Y por qué? Podíamos haber llegado, pero el hambre y las malas caras seguían estando. ¡Y ni siquiera me dejaban salir! Que la gente, que las casas, que no es lo mismo Jared… ¡SABÍA QUE NO ERA LO MISMO! Para empezar, mamá y papá jamás aparecieron, no vinieron por nosotros y... y… Tenían razón, no era más que un bebé llorón.
Cuesta que me calme, porque últimamente no podía parar de llorar por todo, y que Ken y Kyle se hubiesen ido no ayudaban. Pero es Zenda quien me vuelve en sí, y me acerco a pisarla con toda la fuerza que puedo para que deje de decir tonterías. - ¡No vas a matar a nadie! Menos con esos brazos debiluchos. - No quería que discutieran o que se lastimaran. Ya estaban todos lo suficientemente heridos. - ¿Qué? ¡No! ¡Con ustedes ni loco!- Pero de nuevo, era más fácil razonar con mi estómago y convencerlo de que no tenía hambre, que el hacer que Beverly desista de sus planes.
- Eres una tonta. No sabes cantar. - Ava una vez me había dicho que la confundió con un animal herido y yo tuve que darle la razón la semana que pasé resfriado y ella insistía en cantarme canciones de cuna. Dormía en una cama hecha y derecha, no necesitaba canciones para bebés. - Si juntamos dinero contigo, seguro nos pagan para que te calles la boca. Niña boba… yo no quería venir.
En algún momento dejo de prestar atención a los días, y aunque antes hubiera aceptado comer brócoli antes que admitirlo, comencé a necesitar urgentemente un baño. Ay por favor, incluso el brócoli sonaba tentador…
Los chicos dicen que llegamos luego de lo que parece una eternidad pero a fin de cuentas, todo sigue siendo más o menos lo mismo, pero peor, porque han decidido que soltar a Arion, Petra y Tornado, era lo mejor que podíamos hacer. ¿Cómo podían haber aceptado? ¿Y por qué? Podíamos haber llegado, pero el hambre y las malas caras seguían estando. ¡Y ni siquiera me dejaban salir! Que la gente, que las casas, que no es lo mismo Jared… ¡SABÍA QUE NO ERA LO MISMO! Para empezar, mamá y papá jamás aparecieron, no vinieron por nosotros y... y… Tenían razón, no era más que un bebé llorón.
Cuesta que me calme, porque últimamente no podía parar de llorar por todo, y que Ken y Kyle se hubiesen ido no ayudaban. Pero es Zenda quien me vuelve en sí, y me acerco a pisarla con toda la fuerza que puedo para que deje de decir tonterías. - ¡No vas a matar a nadie! Menos con esos brazos debiluchos. - No quería que discutieran o que se lastimaran. Ya estaban todos lo suficientemente heridos. - ¿Qué? ¡No! ¡Con ustedes ni loco!- Pero de nuevo, era más fácil razonar con mi estómago y convencerlo de que no tenía hambre, que el hacer que Beverly desista de sus planes.
- Eres una tonta. No sabes cantar. - Ava una vez me había dicho que la confundió con un animal herido y yo tuve que darle la razón la semana que pasé resfriado y ella insistía en cantarme canciones de cuna. Dormía en una cama hecha y derecha, no necesitaba canciones para bebés. - Si juntamos dinero contigo, seguro nos pagan para que te calles la boca. Niña boba… yo no quería venir.
Noel había salido de su escondite y se había colocado en mi hombro, nos dedicamos una mirada antes los lloriqueos de mis compañeros, al final eran unos aguafiestas y estaban algo apestosos porque no aceptaron bañarse cuando pasamos por el arroyo antes de entrar al 12, estos niños y su miedo a la desnudez, realmente Echo debería haber dejado a mamá impartir yoga como clase.
Su olor combinado a los aromas picantes me hicieron toser, por lo que note que tenía la garganta aun reseca del tiempo en el desierto, tal vez cantar no fuera la mejor opción, no quería lastimar mis valiosas cuerdas vocales.
- Tienen razón, mi garganta esta mal y podría lastimarme tratando de sonar más alto que todo este ruido - no estaba acostumbrada a tanta gente, sonidos y olores diferentes, aun estaba tratando de entender todo este nuevo mundo - Pero ninguno de ustedes tiene un talento, por lo que tendremos que vender algo, revisen sus bolsillos a ver que tienen.
Mientras revisaba mi bolsito en busca de algo, una temblor corrío por mi espalda, como si algo horrible estuviera pasando. ¿Acaso algo le habría pasado a Ken? Sabia que nuestra conexión había crecido desde que estabamos solos y habíamos tenido que asumir como la pareja lider del grupo, él y Kyle como quienes realizaban la acción y yo como la figura materna. Había mucha gente y no sabía para que lado habría ido, solo podía mandar un rezo a la madre tierra por su protección, aun no habíamos ni elegido el color de las invitaciones.
Volví a la realidad cuando mis manos llegaron a una caja que creí había dejado en casa, pero al parecer la había metido en el bolso para mostrarle a la abuela...
- ¡Tengo flores! - dije mostrandoles mi tesoro a mis compañeros. Era una caja que había usado para recolectar flores que pensaba hacer perfumes con la ayuda de Arleth, pero supongo que comer era más importante. Y además, debajo de todo, había las hojas y semillas de las plantas especiales de mamá...
Su olor combinado a los aromas picantes me hicieron toser, por lo que note que tenía la garganta aun reseca del tiempo en el desierto, tal vez cantar no fuera la mejor opción, no quería lastimar mis valiosas cuerdas vocales.
- Tienen razón, mi garganta esta mal y podría lastimarme tratando de sonar más alto que todo este ruido - no estaba acostumbrada a tanta gente, sonidos y olores diferentes, aun estaba tratando de entender todo este nuevo mundo - Pero ninguno de ustedes tiene un talento, por lo que tendremos que vender algo, revisen sus bolsillos a ver que tienen.
Mientras revisaba mi bolsito en busca de algo, una temblor corrío por mi espalda, como si algo horrible estuviera pasando. ¿Acaso algo le habría pasado a Ken? Sabia que nuestra conexión había crecido desde que estabamos solos y habíamos tenido que asumir como la pareja lider del grupo, él y Kyle como quienes realizaban la acción y yo como la figura materna. Había mucha gente y no sabía para que lado habría ido, solo podía mandar un rezo a la madre tierra por su protección, aun no habíamos ni elegido el color de las invitaciones.
Volví a la realidad cuando mis manos llegaron a una caja que creí había dejado en casa, pero al parecer la había metido en el bolso para mostrarle a la abuela...
- ¡Tengo flores! - dije mostrandoles mi tesoro a mis compañeros. Era una caja que había usado para recolectar flores que pensaba hacer perfumes con la ayuda de Arleth, pero supongo que comer era más importante. Y además, debajo de todo, había las hojas y semillas de las plantas especiales de mamá...
Zenda se mantuvo en la esquina con la espalda apoyada en la pared, mientras observaba el ir y venir de las personas por el centro de la ciudad.
Todos se veían asquerosos, sus rostros eran desconocidos y feos, los edificios no eran como las casas del 14 y eran horribles, incluso el olor a...No, esa era ella.
Estaba hecha un asco en serio, pero no le prestaba atención, habían cosas más importantes qué hacer, pensó mientras se rascaba un costado de la cabeza, justo detrás de la oreja.
Al saber que Beverly no cantaría, sonrió por el alivio. No tenía ganas, ánimos ni fuerza para callarla a golpes.
Revisó de inmediato sus bolsillos, uno estaba arruinado y vacío, en el otro cargaba la varita, un diminuto frasco con un ungüento curativo y la pulsera que hacia juego con la de Ava, Ben, Cale, Arleth y Elioh. No, no iba a venderla.
Le entregó la crema a la rubia más alta y regresó a su lugar junto a la pared, sólo que esta vez se sentó.
No planeaba ayudar a los chicos con la venta de flores, pero cuando su estomago volvió a gruñir, no pudo ser indiferente. Necesitaban comida y para eso también dinero.
Se puso de pie, agarró el tallo de tres pimpollos lilas y algo desesperada, se acercó ofreciendolas a cada persona que pasó por delante del grupo. Levantó las flores por encima de su cabeza, mas a nadie parecía interesarle, así que terminó insultando en voz baja a los inútiles y caminó hasta Beverly. —Necesitamos algo más valioso para vender, tal vez a tú rata...o empieza a cantar.— Gruñó enojada, mientras su cabello se teñía de un suave color azul, no podía controlarlo.
Quería parecer desinteresada, pero volteó buscando a Jared con la mirada, necesitaba comprobar que estaba bien y al encontrarlo ofreciendo flores, notó que la gente lo miraba con mayor ¿preocupación? ¿ternura? —O que cante él.— Y apuntó al niño con el dedo indice, para posteriormente volver a rascar su cabeza, sólo para molestar a su sobrina.
Todos se veían asquerosos, sus rostros eran desconocidos y feos, los edificios no eran como las casas del 14 y eran horribles, incluso el olor a...No, esa era ella.
Estaba hecha un asco en serio, pero no le prestaba atención, habían cosas más importantes qué hacer, pensó mientras se rascaba un costado de la cabeza, justo detrás de la oreja.
Al saber que Beverly no cantaría, sonrió por el alivio. No tenía ganas, ánimos ni fuerza para callarla a golpes.
Revisó de inmediato sus bolsillos, uno estaba arruinado y vacío, en el otro cargaba la varita, un diminuto frasco con un ungüento curativo y la pulsera que hacia juego con la de Ava, Ben, Cale, Arleth y Elioh. No, no iba a venderla.
Le entregó la crema a la rubia más alta y regresó a su lugar junto a la pared, sólo que esta vez se sentó.
No planeaba ayudar a los chicos con la venta de flores, pero cuando su estomago volvió a gruñir, no pudo ser indiferente. Necesitaban comida y para eso también dinero.
Se puso de pie, agarró el tallo de tres pimpollos lilas y algo desesperada, se acercó ofreciendolas a cada persona que pasó por delante del grupo. Levantó las flores por encima de su cabeza, mas a nadie parecía interesarle, así que terminó insultando en voz baja a los inútiles y caminó hasta Beverly. —Necesitamos algo más valioso para vender, tal vez a tú rata...o empieza a cantar.— Gruñó enojada, mientras su cabello se teñía de un suave color azul, no podía controlarlo.
Quería parecer desinteresada, pero volteó buscando a Jared con la mirada, necesitaba comprobar que estaba bien y al encontrarlo ofreciendo flores, notó que la gente lo miraba con mayor ¿preocupación? ¿ternura? —O que cante él.— Y apuntó al niño con el dedo indice, para posteriormente volver a rascar su cabeza, sólo para molestar a su sobrina.
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Un segundo, si se lastimaba… ¿eso no significaba que luego no podría hablar? Tal vez valdría la pena eso de tener que aguantarla cantando. - Tú tampoco tienes talento. - Le saco la lengua, frunciendo la naríz para que sepa qu eno me agrada, y paso a revisar mis bolsillos. No tengo nada más que la varita (que no pensaba vender jamás), pelusa, mugre, y un envoltorio de caramelo que… los ojos se me abren como platos, y me apresuro a cerrar el puño que antes estaba abierto enseñando mi hallazgo. - ¡No pienso vender esto, es mío! - Acto seguido, desenvuelvo el dulce que no sabía que todavía tenía, y me lo llevo a la boca tan rápido que si no fuera por mis años de experiencia comiendo golosinas, habría ido directo a mi garganta sin tener la oportunidad de saborearlo. Por si las dudas me quedo con la palma tapando mis labios, con miedo a que me obliguen a escupirlo para compartirlo o algo así.
Sigo masticando mi dulce en lo que Beverly encuentra flores, y mientras Zenda se apresura a tomar un par y salir a vender, yo trato de recordar alguna de las cosas que me había dicho Eowyn. Ojos levantados, cejas juntas, cachetes inflados y… ¿qué más era? Siempre me decía que mis cachetes me conseguirían lo que quisiera mientras que fuese pequeño, y que luego serían otros cachetes los que me servirían, pero Ava nos había encontrado y la había frenado de explicarme a qué se refería con “otros”. Todavía tenía la duda, pero me acuerdo que había dicho algo más. ¡Ah, sí! Labios temblorosos, eso era.
Tomo un manojo de flores de la caja de Bev, y corro hasta dos mujeres que van caminando sobre una de las aceras contrarias. Ensayo con rapidez la expresión, y las miro desde abajo con toda la ilusión que puedo mostrar. - Disculpen, estoy vendiendo estas flores para juntar algo de dinero… - Miro hacia atrás para ver a las otras dos tontas que me acompañaban, y cuando veo que Zenda ha vuelto con demasiada rapidez, trato de incluirlas de alguna forma, odiando lo que se me ocurre, pero agradeciendo que los tres al menos somos igual de rubios. - Con mis hermanas queremos comprar un regalo para el cumpleaños de mamá, pero no tenemos mucho más para vender. - Me miran con la cara que ponía mamá cuando hacía algo tierno para ella, y recuerdo también las enseñanzas de papá, que siempre me decía que a las mujeres les gusta escuchar que les digan cosas lindas. - Sé que ustedes no las usarían demasiado, ya son bonitas. Pero mi hermana dice que sirven para hacer perfumes también.
Sigo masticando mi dulce en lo que Beverly encuentra flores, y mientras Zenda se apresura a tomar un par y salir a vender, yo trato de recordar alguna de las cosas que me había dicho Eowyn. Ojos levantados, cejas juntas, cachetes inflados y… ¿qué más era? Siempre me decía que mis cachetes me conseguirían lo que quisiera mientras que fuese pequeño, y que luego serían otros cachetes los que me servirían, pero Ava nos había encontrado y la había frenado de explicarme a qué se refería con “otros”. Todavía tenía la duda, pero me acuerdo que había dicho algo más. ¡Ah, sí! Labios temblorosos, eso era.
Tomo un manojo de flores de la caja de Bev, y corro hasta dos mujeres que van caminando sobre una de las aceras contrarias. Ensayo con rapidez la expresión, y las miro desde abajo con toda la ilusión que puedo mostrar. - Disculpen, estoy vendiendo estas flores para juntar algo de dinero… - Miro hacia atrás para ver a las otras dos tontas que me acompañaban, y cuando veo que Zenda ha vuelto con demasiada rapidez, trato de incluirlas de alguna forma, odiando lo que se me ocurre, pero agradeciendo que los tres al menos somos igual de rubios. - Con mis hermanas queremos comprar un regalo para el cumpleaños de mamá, pero no tenemos mucho más para vender. - Me miran con la cara que ponía mamá cuando hacía algo tierno para ella, y recuerdo también las enseñanzas de papá, que siempre me decía que a las mujeres les gusta escuchar que les digan cosas lindas. - Sé que ustedes no las usarían demasiado, ya son bonitas. Pero mi hermana dice que sirven para hacer perfumes también.
Ambos niños metieron sus sucias manos en mi bella cajita y sin cuidado ni respeto tomaron las flores que había estado conservando aun frescas gracias a un hechizo que la abuela me enseño.
Como proclamada madre del grupo estaba muy decepcionada de sus maneras, ¿acaso así los había criado? Sus padres se enterarían de esto. Ken y Kyle pensarían un castigo digno, ya lo verian.
Al menos Jared le ponía interes, parecía que ya estaba incluso cerrando la venta con unas chicas, mientras que Link era un desastre, parecía un monstruito sucio y malumorado gruñendole a la gente más que ofreciendo flores.
- Por última vez, Noel no es comida - le digo a mi sobrina cuando al final renuncía a seguir gruñendole a los clientes. La ardilla le muestra los dientes desde mi hombro, ya no confiaba en ninguno despues de que casi se lo comian crudo en el desierto - Y nadie va a poner al niño a cantar, el problema es que tienes pesimo tacto, además de tu imagen, claro que no vas a vender. Dejame a mi, tu vigila que no se roben a Jared - esos cachetitos podían inspirar a pervertidos, tal vez no fue buena idea sacarlo del escondite.
Fui hasta el mismo lugar que la tie había estado hacia unos momentos, pero a diferencia de mi confundido sexualmente compañera yo tenía un as bajo la manga y había estado pensando la mejor manera de venta. Fijandome que no hubiera nadie con un aire de autoridad, corrí las flores un poco y deje a la vista las plantitas en el centro de la caja.
- Oferta especial por unas flores muy especiales - empecé a recitar - Puedo asegurar que no encontraran otras iguales y mejores, pueden ser medicinales o para diversiones - Empezaron a detenerse unos y preguntar precios, la verdad no tenía idea cuanto podía pedir, por lo que me deje llevar por un cartel que decía 5 galeones por telas, solo imaginar las nuevas ropas que podria hacer.....y comer claro.
Algunos no aceptaron y pedían menos, mamá me había contado que aquello era regatear que nunca debía decir menos de lo que el otro pedía. Creo que me fue bien, logre juntar unos 23 galeones, pero me quede sin flores...
Como proclamada madre del grupo estaba muy decepcionada de sus maneras, ¿acaso así los había criado? Sus padres se enterarían de esto. Ken y Kyle pensarían un castigo digno, ya lo verian.
Al menos Jared le ponía interes, parecía que ya estaba incluso cerrando la venta con unas chicas, mientras que Link era un desastre, parecía un monstruito sucio y malumorado gruñendole a la gente más que ofreciendo flores.
- Por última vez, Noel no es comida - le digo a mi sobrina cuando al final renuncía a seguir gruñendole a los clientes. La ardilla le muestra los dientes desde mi hombro, ya no confiaba en ninguno despues de que casi se lo comian crudo en el desierto - Y nadie va a poner al niño a cantar, el problema es que tienes pesimo tacto, además de tu imagen, claro que no vas a vender. Dejame a mi, tu vigila que no se roben a Jared - esos cachetitos podían inspirar a pervertidos, tal vez no fue buena idea sacarlo del escondite.
Fui hasta el mismo lugar que la tie había estado hacia unos momentos, pero a diferencia de mi confundido sexualmente compañera yo tenía un as bajo la manga y había estado pensando la mejor manera de venta. Fijandome que no hubiera nadie con un aire de autoridad, corrí las flores un poco y deje a la vista las plantitas en el centro de la caja.
- Oferta especial por unas flores muy especiales - empecé a recitar - Puedo asegurar que no encontraran otras iguales y mejores, pueden ser medicinales o para diversiones - Empezaron a detenerse unos y preguntar precios, la verdad no tenía idea cuanto podía pedir, por lo que me deje llevar por un cartel que decía 5 galeones por telas, solo imaginar las nuevas ropas que podria hacer.....y comer claro.
Algunos no aceptaron y pedían menos, mamá me había contado que aquello era regatear que nunca debía decir menos de lo que el otro pedía. Creo que me fue bien, logre juntar unos 23 galeones, pero me quede sin flores...
Zenda observó como Jared utilizaba todos los encantos del demonio para atraer a las mujeres, rodó los ojos hasta ponerlos en blanco y luego miró la rata parada en uno de los hombros de Beverly, ¿Le había mostrado los dientes? ¿A ella? La rubia no tardó en devolver el gesto, cambiando sus dientes a los de un animal un poco más grande que una ardilla, le gruñó y en cuestión de segundos sus colmillos regresaron a la normalidad. Estaba demasiado herida y cansada como para hacer uso de su metamorfomagia. Cale estaría muy decepcionado de ella en estos momentos.
Dejó a la mayor para que fuera a vender el resto de las flores y malhumorada tomó asiento en la acera. Fingía no prestar atención a nadie y nada, mas en realidad estaba bastante concentrada en que nadie extraño se acercara a sus amigos, que ningún mago o bruja se sobrepasara o intentara nada peligroso. Seguía sin poder confiar en nadie.
Cuando los minutos pasaron y se aburrió de arrojar rocas a los pies de las personas que no aportaban galeones a la causa, se volvió a parar y se acomodó contra la pared de la esquina.
Quería ayudar pero no sabía cómo y cuando notó que una multitud se juntaba alrededor de la puerta de un bar, no tardó en empujar piernas hasta conseguir saber qué era lo que ocurría.
Todos los entrometidos observaban la pantalla de un único y diminuto televisor que transmitía en vivo, las últimas noticias de la "exitosa misión contra los terroristas".
No podía explotar, pero sentía que lo haría. Sus manos se transformaron en puños y los ojos se llenaron de lagrimas de ira. No dejaría que Bev o Jared vieran las imágenes de su hogar ardiendo, por lo tanto regresó a la esquina donde se había colocado y le gritó a la rubia. —Ya, nos vamos ahora.— No pudo evitar notar que Beverly se había quedado sin flores, eso sólo podía significar que ahora tenía dinero para comprar algo de comida. —¿Podríamos visitar el mercado y usar eso?
Dejó a la mayor para que fuera a vender el resto de las flores y malhumorada tomó asiento en la acera. Fingía no prestar atención a nadie y nada, mas en realidad estaba bastante concentrada en que nadie extraño se acercara a sus amigos, que ningún mago o bruja se sobrepasara o intentara nada peligroso. Seguía sin poder confiar en nadie.
Cuando los minutos pasaron y se aburrió de arrojar rocas a los pies de las personas que no aportaban galeones a la causa, se volvió a parar y se acomodó contra la pared de la esquina.
Quería ayudar pero no sabía cómo y cuando notó que una multitud se juntaba alrededor de la puerta de un bar, no tardó en empujar piernas hasta conseguir saber qué era lo que ocurría.
Todos los entrometidos observaban la pantalla de un único y diminuto televisor que transmitía en vivo, las últimas noticias de la "exitosa misión contra los terroristas".
No podía explotar, pero sentía que lo haría. Sus manos se transformaron en puños y los ojos se llenaron de lagrimas de ira. No dejaría que Bev o Jared vieran las imágenes de su hogar ardiendo, por lo tanto regresó a la esquina donde se había colocado y le gritó a la rubia. —Ya, nos vamos ahora.— No pudo evitar notar que Beverly se había quedado sin flores, eso sólo podía significar que ahora tenía dinero para comprar algo de comida. —¿Podríamos visitar el mercado y usar eso?
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Tuve que mantener la charla por más tiempo del que hubiese querido, y responder a cosas que claramente tuve que inventar, pero al menos había servido y como las señoras ni siquiera eran de este distrito no podían asegurar que estuviese mintiendo. Esos significó que también tenían más monedas en el bolsillo de las que otras me hubieran dado, y una barrita de chocolate que me apresuré a esconder en el bolsillo. Podrían haberme dicho que compartiese, pero eso no era algo que tonta uno y tonta dos debieran saber. Mis cachetes habían pagado el precio aún más que las flores, así que si tenía que entregar las monedas, mínimo me quedaría con el dulce para mí solo.
Vuelvo a la esquina en donde nos habíamos separado, pero Beverly todavía está entretenida con unos potenciales clientes, y Zenda no aparece por ningún lado. ¿Qué se supone que debía hacer? No iba a interrumpir a la rubia pulpo porque no sabía que le estaba diciendo a sus compradores. ¿Podría comerme el chocolate sin que me viesen? La respuesta es no, porque la rubia malhumorada se acerca y antes de que siquiera pueda poner las manos en el envoltorio y declara que tenemos que irnos.
- ¿Y de cuándo acá tú dices lo que debemos hacer? - La miro frunciendo la nariz y poniendo los labios en lo que seguramente sea un puchero, pero la muchacha no tiene ni voz ni voto en esta ocasión. - Además no vendiste nada, tendrías que quedarte a ver cómo haces algo de dinero. - Le reclamo sacando del bolsillo el conjunto de monedas doradas y plateadas que me había ganado. Tampoco es que me gustaría hacerle caso a Beverly, pero al menos ella nos había conseguido que vender, y parecía haber conseguido también algo de dinero.
Vuelvo a la esquina en donde nos habíamos separado, pero Beverly todavía está entretenida con unos potenciales clientes, y Zenda no aparece por ningún lado. ¿Qué se supone que debía hacer? No iba a interrumpir a la rubia pulpo porque no sabía que le estaba diciendo a sus compradores. ¿Podría comerme el chocolate sin que me viesen? La respuesta es no, porque la rubia malhumorada se acerca y antes de que siquiera pueda poner las manos en el envoltorio y declara que tenemos que irnos.
- ¿Y de cuándo acá tú dices lo que debemos hacer? - La miro frunciendo la nariz y poniendo los labios en lo que seguramente sea un puchero, pero la muchacha no tiene ni voz ni voto en esta ocasión. - Además no vendiste nada, tendrías que quedarte a ver cómo haces algo de dinero. - Le reclamo sacando del bolsillo el conjunto de monedas doradas y plateadas que me había ganado. Tampoco es que me gustaría hacerle caso a Beverly, pero al menos ella nos había conseguido que vender, y parecía haber conseguido también algo de dinero.
Tuve que disculparme con los clientes que aun querian comprar las flores que no tenian flores, guiño guiño, pero supongo que podía decirles que volvieran en unos dias ya que no sabiamos cuanto estariamos alli y podía crear un jardin...
Me acerque a mis pequeños y revolví el cabello de mi hermanito por haber logrado vender por su lado, me sentía toda una mama gallina orgullosa.
- Vamos Jared, Link hizo una tarea igual de importante, con su terrible aspecto y cara mantuvo a raya a los malos - debía reconocerle algo, como imagen materna una de mis tareas era mantener la autoestima de cada integrante del grupo - Además aun esta recuperandose y se me acabaron las flores, por lo que me parece una buena idea ir de compras.
No se si notaban el brillo en mis ojos, pero juro que podía sentirlo mientras decía esas palabras y uno de mis más grandes deseos se hacía realidad. Yo iba a ir de compras, creo que voy a llorar. Abanique mis ojos para controlar la emoción que me abarco mientras miraba todas aquellas tiendas que teníamos a nuestro alcance.
- Este es uno de los días más importantes de mi vida - dije sin hablarle a nadie en particular - Supongo que deberiamos empezar por algo de comida - era conciente de que tenía una responsabilidad pero eso no evitaba que estuviera haciendo cuentas en mi mente mientras pasabamos por una casa de ropa - Y luego pasaremos a lo igual de escencial, jabon y desodorante - mire de soslayo a Link ya que Jared había aceptado arreglarse un poco antes, iba a ser como bañar un gato pero estaba dispuesta a hacer el trabajo - Y finalmente debemos adquirir nuevas vestimentas, y antes de que digan algo - me referí a mis compañeros - Les recuerdo que debemos mezclarnos, no destacar - casi babeaba de solo imaginar como los vestiria a todos...
Me acerque a mis pequeños y revolví el cabello de mi hermanito por haber logrado vender por su lado, me sentía toda una mama gallina orgullosa.
- Vamos Jared, Link hizo una tarea igual de importante, con su terrible aspecto y cara mantuvo a raya a los malos - debía reconocerle algo, como imagen materna una de mis tareas era mantener la autoestima de cada integrante del grupo - Además aun esta recuperandose y se me acabaron las flores, por lo que me parece una buena idea ir de compras.
No se si notaban el brillo en mis ojos, pero juro que podía sentirlo mientras decía esas palabras y uno de mis más grandes deseos se hacía realidad. Yo iba a ir de compras, creo que voy a llorar. Abanique mis ojos para controlar la emoción que me abarco mientras miraba todas aquellas tiendas que teníamos a nuestro alcance.
- Este es uno de los días más importantes de mi vida - dije sin hablarle a nadie en particular - Supongo que deberiamos empezar por algo de comida - era conciente de que tenía una responsabilidad pero eso no evitaba que estuviera haciendo cuentas en mi mente mientras pasabamos por una casa de ropa - Y luego pasaremos a lo igual de escencial, jabon y desodorante - mire de soslayo a Link ya que Jared había aceptado arreglarse un poco antes, iba a ser como bañar un gato pero estaba dispuesta a hacer el trabajo - Y finalmente debemos adquirir nuevas vestimentas, y antes de que digan algo - me referí a mis compañeros - Les recuerdo que debemos mezclarnos, no destacar - casi babeaba de solo imaginar como los vestiria a todos...
Había pasado por alto todos los comentarios odiosos del niño, pero ya estaba cansada, así que se acercó hasta arrinconarlo contra la pared más cercana y aunque las manos le picaban para que lo tomara por los hombros, mantuvo los puños cerrados al costado de su cuerpo. —Mejor empieza a cerrar el pico o iré hasta el primer auror que pase y le diré que tienes muchas ganas de visitar a tú abuela.— Gruñó para que sólo él escuchara y entonces con la llegada de la rubia mayor, se apartó.
Las palabras amables de Beverly la sorprendieron y sus ojos se abrieron como platos cuando notó que los de ella se había humedecido, ¿En serio estaba llorando porque irían a comprar comida para no morir?
La dejó hablar mientras caminaban en dirección al mercado y cuando su sobrina mencionó las intenciones que tenía para que se bañara, puso su mejor expresión de intimidación. Já, que sólo lo intentara.
Si se había bañado una o dos veces antes, fue nada más por las malditas heridas, ahora que ya estaban un poco mejor, no había necesidad alguna.
Zenda no pudo evitar mirar algo asombrada la cantidad de personas, objetos en venta y aromas a pociones, especias y...¡Una panadería sacando los bollos calentitos!
—No podemos gastar dinero en vestimenta, Bev. Nuestras ropas están bien, compremos eso.— Comentó jalando su brazo para que observara la comida enfriándose sobre una ventana.
Su estómago gruñó y tuvo que abrazarse a si misma para callarlo. Tenía hambre, estaba cansada de atragantarse con conejo seco y las demás comidas que sus amigos devoraban, ella no podía culpa de su alergia.
Las palabras amables de Beverly la sorprendieron y sus ojos se abrieron como platos cuando notó que los de ella se había humedecido, ¿En serio estaba llorando porque irían a comprar comida para no morir?
La dejó hablar mientras caminaban en dirección al mercado y cuando su sobrina mencionó las intenciones que tenía para que se bañara, puso su mejor expresión de intimidación. Já, que sólo lo intentara.
Si se había bañado una o dos veces antes, fue nada más por las malditas heridas, ahora que ya estaban un poco mejor, no había necesidad alguna.
Zenda no pudo evitar mirar algo asombrada la cantidad de personas, objetos en venta y aromas a pociones, especias y...¡Una panadería sacando los bollos calentitos!
—No podemos gastar dinero en vestimenta, Bev. Nuestras ropas están bien, compremos eso.— Comentó jalando su brazo para que observara la comida enfriándose sobre una ventana.
Su estómago gruñó y tuvo que abrazarse a si misma para callarlo. Tenía hambre, estaba cansada de atragantarse con conejo seco y las demás comidas que sus amigos devoraban, ella no podía culpa de su alergia.
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