Era la tercera o.... cuarta noche, realmente ya no se en que día estamos, en viaje y ya hacía un tiempo que habiamos abandonado la seguridad de los bosques y conocido el desierto. Realmente era como su nombre lo decía, no había nada, en otras circunstancias buscaría el lado romantico de estas vistas, pero no podía hacerlo. Podía sentir la piel ardiendo por la exposición al sol, los labios secos por la arena y el viento, con la ropa pegada al cuerpo por la transpiración, el estomago doliendome por el hambre y no quiero pensar en lo que me duele el trasero de pasarnos tanto tiempo sobre el caballo.

Link esta un poco mejor desde que la parche, que los parche a todos hace días atras, pero igual tengo que sostenerla para mantenernos en el caballo. Todos estamos cansados, lo único bueno del viaje es que lo hacemos durante la noche para escapar del sol, y dormimos durante el dia bajo unas lonas que tuve la buena suerte de empacar en mi bolsito, estaban pensadas para un picnic para el cumpleaños de Delilah...Ese día se siente tan lejano, como una horrible pesadilla, y asi era como me gustaba verlo.

Con el amanecer nos detenemos y armamos campamento, comemos los restos de la cena de la noche y ahora aguantar hasta la noche para racionar. Por seguridad nos turnamos las horas de sueño, aunque realmente no se para que ya que no hay nada en kilometros. Es la primera vez que me toca el turno con Ken, y lo unico que puedo pensar es en cuan horrible se debe ver mi cabello y que tampoco llevo maquillaje, pero que no puedo ponermelo ahora porque eso significaría abrir el espejo y verme. El horror.

Igual no parece prestarme mucha atención mientras estamos bajo la manta lejos de los demás, solos y con semi privacidad. Creo que la última vez que hablamos fue cuando atendí sus heridas en el río, e intente movimientos sexys para captar su atención y la de Kyle mientras nos bañabamos, ni siquiera se inmutaron cuando les dí besos en las mejillas por ser tan buen pacientes. Esto se estaba poniendo incómodo.

- El clima es más implacable de lo que habría esperado en el desierto, ¿no te parece? - le digo tratando de sonreir y ponerme en pose, repitiendo lo que había dicho y hecho la duquesa Juliana en el libro "Solo por una noche" al soldado arabe mientras lo seducía, mamá me dijo que estaba basado en las epocas antiguas de los inicios de la humanidad, pero si le había funcionado a ella, ¿por qué a mi no?

El estómago me gruñe y tengo que tocarme la panza, como si eso fuese de ayuda para calmar el hambre que ya es imposible contener. Hace días estamos en el medio de la nada, tratando de no perdernos en un camino que intentamos descifrar en base a las estrellas durante la noche y las indicaciones en un mapa que no dice nada sobre cómo sobrevivir en medio de un lugar que se ve igual en todas direcciones. Algo peor que el hambre y la sed es la mugre, esa que se nos pega por culpa de la arena y el calor. Por momentos, tengo la horrible idea de que todo esto es en vano y que vamos a morir en el proceso, pero tengo que convencerme de que llegaremos, de que todo estará bien, de que no cometimos un error garrafal al salir de la seguridad de las montañas.

Hacer guardia con Beverly no es mi mejor plan para pasar las horas, pero no voy a quejarme, en especial porque ella ha hecho lo posible para mantenernos en buen estado. Además, si obviamos sus comentarios sobre nuestra supuesta boda, no está tan mal. Me paso el dorso de la mano por la nariz y aprieto un poco mis zapatillas en la arena, sentándome de manera que puedo abrazar mis rodillas y observar el horizonte. Su comentario me fuerza a echarle un rápido vistazo y contestarle con un perezoso encogimiento de hombros, volviendo a apoyar mi mentón en mi rodilla izquierda — No sé qué esperabas del desierto. Siempre tuve entendido que el calor en estos lugares es insoportable — quitando el detalle de que es verano, para variar. Intento no sonar tan malhumorado como me siento, pero ella debería saber que no tiene nada que ver con su persona. El agotamiento tanto físico como mental me prohíbe el ser una persona agradable.

Me volteo solo para echarle un vistazo a los bultos que se supone que son nuestros compañeros, a poca distancia, chequeando que estén al menos descansando. Parece que todo está bien, así que vuelvo a mi anterior posición — ¿Qué crees que encontremos en el doce? — pregunto casi sin pensarlo, bajando un poco la voz — Bueno, si es que llegamos. No sé cuánto tiempo los caballos podrán sobrevivir bebiendo a nuestro ritmo y tampoco es que tengamos mucho por compartir… — no quiero decirlo en voz alta, pero creo que mis sospechas sobre que este desierto será nuestra tumba son demasiado obvias.

No hay forma, Ken no me presta atención, ¿Debería hacer alguna maniobra que me enseño mamá?, Aunque con este calor a penas si tengo energía para pensar, tal vez es bueno que no me vea, que en su mente se mantenga la imagen de mi belleza y no esta versión moribunda. Que no digo que no podria lucirla, pero no tengo el tiempo de armar un nuevo outfit de diosa del desierto. Suficiente con haber atado mi remera para mostrar mi panza y puesto una cinta en el inicio de mi frente para mantener el cabello para atras, además solo tenía shorts, era el ideal de la chica ruda pero linda bajo la mugre de mad max.

- Supongo que nunca imagine este calor - respondo haciéndome la misteriosa, aunque realmente nunca le di mucha atención a cuando Ben contaba de ello, pense que sería como en casa... - Si te soy sincera realmente ya ni se que esperar, he visto fotos de las ciudades en las revistas de mamá y hay...demasiado, mi pecho ya se agita de la emoción y miedo.

No quería pensar en lo que nos esperaba, ya suficientes expectativas tenía de lo que pasaría de ahora en adelante, como nos reencontraríamos con todos los demás, si reconstruiríamos o mudaríamos... muchos iamos y por ahora solo eramos un grupo de chicos sin saber que hacer.

- No pienses eso - le golpeo el brazo ante su comentario negativo, suficiente con los pensamientos que me asaltaban en los momentos de silencio como para tener los de alguien más, por eso prefería hablar - Solo, cree en que lo lograremos. Aun tenemos varitas y podemos generar agua del ambiente - no había que pensar en que siendo el desierto apenas habíamos logrado sacar unas gotas, siempre quedaba el último recurso, pero era muy asqueroso para pensarlo ahora - Podemos sobrevivir 2 semanas más aun si se acaba la comida y eso sera tiempo suficiente para llegar. Allí nos reagruparemos y encontraremos la manera de comunicarnos con los demás, los adultos vendrán y sabrán que hacer en adelante - si, parecía un excelente plan, solo debíamos mantenernos vivos.

Me gustaría poder reclamarle lo de la emoción, pero no puedo negar que yo también siento cierta ansiedad con la idea de llegar al doce. Me siento culpable por ello, porque va en contra las normas que un montón de personas que respeto y ahora están muertas han intentado inculcarme por años. Pero ellos entenderían si pudieran verlo con nuestros ojos, de verdad espero que sí. Así que le contesto con silencio, moviendo mi cabeza en un suave asentimiento porque sé que debo darle una parte de la razón, sin entrar en detalles escabrosos que ninguno de los dos quiere oír. Estaremos en peligro, pero es la única opción que nos queda.

Me toma desprevenido el golpe en el brazo que me sobresalta y la miro con ojos sobresaltados, sin poder comprender lo que me está diciendo y delatándolo con mi manera de boquear al aire hasta que sacudo la cabeza al recobrar el aliento — ¡¿Qué?! — la voz me sale un poco más aguda de lo que ya es en la normalidad, parpadeando en un intento de acomodar todo lo que me dice dentro de mi cerebro — Beverly, tú viste las bombas como todos nosotros… ¿Y crees que alguien vendrá a buscarnos? — intento no hablar demasiado alto porque sé que Jared puede escucharnos y no quiero preocupar al más chico del grupo, así que mi voz va cambiando de un tono algo alterado a un murmullo histérico — ¿De verdad piensas que alguien pudo haber sobrevivido a algo como eso? Es una locura. Y una estupidez — intento no ser tan brusco, pero tampoco puedo evitarlo. He estado pensando en todo lo que pasó desde ese día y he buscado el modo de aceptar la idea sin derrumbarme, pero cada vez es más difícil. Y escucharla hablar de esa forma…

— Todos ellos murieron, Beverly, y nadie va a venir por nosotros. Estamos solos y eso es un asunto cerrado — me remuevo en mi lugar para reacomodar mi postura y aprieto un poco más el abrazo a mis rodillas, desviando la mirada una vez más al paisaje — Cuanto más rápido te hagas la idea, más fácil será el continuar. No tiene sentido el esperar a alguien que jamás volverá por ti — o por ninguno de nosotros. Intento sonar que la voz no se me quiebre, pero sé que no soy tan bueno disimulando.

Las palabras de Ken empiezan romper los pedazos de ese vidrio rosa con el que estuve mirando el mundo desde que dejamos nuestra casa, no que fuera muy fuerte o que no tuviera ya bastante rajaduras, pero lo había estado manteniendo unido con el pegamento de las mentiras y las gotitas que hice de la planta de mamá para dormir sin soñar. Era un trabajo constante y escuchar en voz alta los susurros que había estado empujando al fondo de mi mente, me debilitaba. Tenía hambre, sueño y sed, estaba agotada y ya no podía más.

Pero que me parta un rayo si iba a dejar que destrozaran mi mundo de fantasía, incluso si era Kendrick, al que había estado imaginando en cuero, todo sexy y musculoso, mientras "dormía" apoyado contra Kyle durante el sol abrazante del desierto, e ignoraba la verdadera imagen de animal hambriento con poca carne.

- No es una estupidez - le devolví el susurro - Si nosotros sobrevivimos ellos también pueden haberlo hecho, Ben y Alice estaban detrás de nosotros y los demás pudieron haber ido al bosque - no quería llorar pero no podía evitar las lagrimas al borde de mis ojos - Yo no voy a dejar de creer, son nuestros padres Ken, y se que van a venir por nosotros y vas a disculparte cuando los veamos.

Le doy la espalda y fijo mi mirada en la nada mientras me sorbo los mocos. Trato de guardar silencio por un momento, pero el calor me trae recuerdos de ese día.

- Se que perdimos todo, aunque me guste mentirme, no soy tonta - le digo aun dándole la espalda - Pero no voy a renunciar a mi esperanza de verlos de nuevo - la cara de Arleth cruza mi mente, y luego cuando estaba tirada en el claro, sin moverse - Aun no los perdimos a todos.

— Bueno, no son mis padres — la manera en la cual escupo las palabras me hieren la garganta, no por una ferocidad inexistente sino por la frialdad que me provocan. Sé que corro el riesgo de volver a ponerme a llorar como un niñito idiota, pero aún así no puedo cerrar la boca — Hasta donde sabemos, Alice y Ben se quedaron en el establo. Pudieron haber salido detrás de nosotros pero, en margen de tiempo, es imposible. ¿Por qué no puedes admitir que…? — pero no puedo decirlo en voz alta, decirlo lo hará más real de lo que ya es. No puedo decir que se quemaron con nuestras casas, que cada rincón de lo que conocimos toda nuestra vida ahora es un montón de cenizas. No digo más, de todos modos sé que no es necesario. Beverly puede parecerme irritante a veces, pero sé que no es idiota.

Puede que me esté dando la espalda, pero puedo oír como se soba la nariz y la parte de mí que aún puede sentir culpa tiene que reprimirse para no ir en su consuelo. No lo soporto más y, aunque siento que debería ponerme de pie, solo me dejo caer hacia atrás con un resoplido, ese que acompaña mi gesto de cruzar mi rostro con un brazo y poner la mano contraria sobre mi pecho. Al menos, así sé que es incapaz de ver mi expresión — La única esperanza que deberías tener, es la de salir de aquí enteros y de encontrar un lugar donde nadie pueda ponernos las manos encima sin que acabemos muriendo de hambre — intento ser lógico, de verdad, pero aún así la presión en el pecho continúa y tengo que apretar cada vez más los labios, hasta que termino hablando entre dientes — No tiene sentido preocuparse por ellos, sino por nosotros. No harás otra cosa que lastimarte a ti misma y… bueno, a los demás. No quiero que… — ¿Cómo ponerlo en palabras? Me relamo, como si eso ayudase a aclarar mis ideas — No quiero que les duela aún más cuando se den cuenta de que nadie va a volver.

Porque ya nos destruyeron una vez, no creo que podamos sobrevivir a otra. Yo dudo poder hacerlo.

Me gire ante su afirmación sobre paternidad, con mocos liquidos cayendo y los ojos y la punta de la nariz roja.

- ¡Claro! que Echo es tu padre - tuve que contenerme a mitad de la frase recordando que el resto dormía, no quería despertarlos y hacerlos pensar que mami y papi discutian por ellos, segun mis novelas eso puede traumar seriamente a una persona - Tal vez no biologicamente pero si en lo que cuenta, ya hablamos de esto, eres un Duane, incluso tienes el seño fruncido que Echo me daba casi todo el tiempo - le volvi a dar la espalda y me pase la mano para secarme la cara - Y más alla de eso somos una familia y me niego a pensar que solo quedamos nosotros, si ellos pudieron escapar la primera vez de esa mujer también pudieron hacerlo una segunda vez - No que creo que mamá fuera una de las buscadas pero era mi madre, su espiritu estaba más alla de cualquier lógica.

Escucho su resoplido y como se deja caer, la arena es bastante delatora de los movimientos, tal vez debería decirle sobre mis nuevas habilidades descubiertas hace poco, pero con el humor de todos no crei que decirles que puedo mover un montoncito de tierra y sentir la arena fuera algo que les interesara, a menos que sentir agua debajo de esa tierra viniera con la noticia, pero no era el caso.

- Perdón Ken, no quería lastimarte - le digo cuando escucho sus palabras, nunca crei que la esperanza pudiera lastimar, pero supongo que no todos son como yo, por lo que estiro mi mano hacía atras y la coloco en su hombro - Tienes razon, enfoquemosnos en salir de aqui primero - aun no puedo mirarlo a la cara, recostruir mis sueños lleva un tiempo y su cara no me va a ayudar en este momento - Tal vez pueda ayudar en esa parte aunque no se como aun - lo espío sobre mi hombro - Creo que debería decirte que tengo nuevos poderes. Me gustaría decir que puedo creas nuevos vestidos de la nada, pero no, solo puedo mover arena.

Separo los labios con intenciones de seguir discutiendo, pero pronto descubro que no vale la pena y permito que se curven en una sonrisa involuntaria porque el ceño fruncido de Echo fue uno de los chistes más comunes entre todos nosotros con el correr de los años. Pero yo conocí bien a ese hombre, lo suficiente como para saber que fue mi padre a pesar de todo, pero sin poder evitar este vacío. No se lo digo, pero permito el consuelo, dejando que ponga su mano en mi hombro y solo sintiendo que está aquí, porque estoy cansado de discutir. De llorar, de gritar, de tratar de convencerme sobre algo que ya sé y que no deja de doler. Es mejor guardar silencio, cinco segundos más.

Siento que se está burlando de mí y bajo un poco el brazo para poder asomar mis ojos por encima de éste. Desde mi posición apenas y alcanzo a ver su cabello, pero es suficiente — ¿De qué estás hablando? — es una confusión verdadera y creo que secundo lo que dijo hace unos momentos, porque soy consciente de cómo se me frunce el entrecejo — La arena se mueve por sí sola. La hemos estado barriendo con los pies, con ayuda del viento… — intento sonar un poco más lógico que ella, pero tampoco es tan difícil tratándose de Beverly — Sé que la ilusión de nuevos poderes que nos ayuden es grande, pero tampoco busques cosas dónde no las hay.

Supongo que me merecía la desconfianza, era conciente de que algunas veces exageraba y me gustaba contar cuentos, pero una cosa es ser soñadora y otra es tonta, y como de real es nuestro compromiso, yo sabía que no estaba sufriendo iluciones por fiebre.

- Te juro que es verdad -me gire del todo para volver a enfrentarlo - Creo que puedo distinguir entre montoncitos y montones - le digo poniendome seria.

Supongo que necesitaba una prueba, asi que haciendo uso de mis últimas fuerzas del día o primeras, realmente ya no podía mantener un control del tiempo, me enfoque en elevar una montañita a su lado y volcarla sobre su cuerpo medio enterrandolo.

- Ves - le digo soltando la respiración que había estado conteniendo, podía sentir las gotas de sudor correr por mi frente y nuca por el esfuerzo, pero al menos cada vez era más grande - Y no puedes decir que eso fue el viento - o si podía y realmente estaba ardiendo en fiebre, lo cual era posible por insolación.

— Beverly, por lo general, no puedes distinguir un accidente de un acto intencionado — como, por ejemplo, toda la locura de nuestro supuesto compromiso. Ese que, a todo esto, no entiendo cómo se supone que podría ser real si consideramos que somos muy jóvenes como para siquiera poder pensar en esas cosas. ¿Y no sería un poco ilegal? Da igual, porque estoy dispuesto a volver a acomodarme con el brazo sobre la cara en un intento de que todo mi cansancio me deje fuera de juego cinco minutos y así poder regresar a una guardia con todas las luces, cuando puedo sentir como un peso caliente se me viene encima y hace que me siente con la velocidad de la alarma.

Tengo que sacudirme los granos de arena que llenan de peso parte de mi cuerpo, tratando de conectar los hilos y buscando con la mirada la varita mágica que debería tener en las manos, pero sin encontrarla — ¿Cómo hiciste eso? — mi voz de por sí no es demasiado grave que digamos, pero apuesto que se me ha agudizado incluso más de lo normal. Creo que logro sacudirme la mayor parte de arena del cuerpo, cosa para la cual me ayudo moviendo las piernas hasta encontrarme completamente erguido en mi supuesto asiento — ¿Desde cuándo…? Escondiste la varita, a que sí — ni siquiera pienso cuando la tomo de la muñeca para acercarme a ella y analizarla, tratando de encontrar el truco — No se puede hacer ese tipo de magia sin varita — ¿O sí? Trato de recordarlo, pero quitando algunas muestras de telequinesis de los adultos, jamás vi mover a alguien la tierra por su cuenta. O tal vez el desierto me está enloqueciendo y la locura de Bev es contagiosa.

- Magia, duh - respondí a su pregunta rodando los ojos, realmente a veces dudaba si realmente era mi principe, aunque nuestra relación siempre podía ser él siendo los musculos y yo el cerebro, ¡Como la de mamá con Ben!

Dejo que me chequeé ya que era lo más intimos que habíamos estado desde nuestra cita, era tan atrevido y romantico intentando tener un momento con todos dormidos a unos metros, podía sentir un pequeño rubor en mis mejillas. O era mi cuerpo sufriendo un descompensación por el calor, pero Ken tenía algo que ver igualmente.

- La varita esta ahi - le digo señalando hacía abajo con mi mano libre, a unos centimetros de mis piernas, aun no me acostumbraba a empuñarla todo el tiempo, sobretodo porque la ultima vez que la use fue en una situación no placentera y que no iba a recordar hoy - Y claro que existe, Echo lo menciono una vez cuando nos conto sobre diferentes magias, solo que no es comun. Mi teoría es que la tierra me ama y por eso hace lo que le pido.

Odio hacerlo, pero tengo que darle la razón cuando me señala la varita a una distancia considerable de sus dedos, como para poder haber hecho magia con ella. Aparto mis manos de ella y las froto contra mis rodillas en un intento de quitarme la sensación del agarre, tratando de encontrar una lógica que no sea que Beverly puede manejar la tierra. Como si el mundo no se hubiera ido ya a la mierda por su propia cuenta como para colmo agregarle algo como esto — Sí, claro. Te ama por todas las veces que te escuchó “cantarle” a las plantas — intento sonar más bromista que histérico, pero creo que no lo puedo ocultar muy bien. Bueno, tal vez esto no sea tan malo. Podría ser útil si Beverly no se pone a hacer cosas ridículas.

Giro la cabeza, notando como algunos de los bultos se mueven. Con un resoplido, le doy un golpe en el costado con suavidad y le señalo al resto con un movimiento de la cabeza — ¿Quieres descansar? Te ves bastante mal — no quiero decirle que luce como basura y que posiblemente yo me vea igual, en especial porque creo que ya he sido brutalmente honesto con ella — Solo ve y duerme un rato. Yo estaré bien. Ya encontraremos el modo de hacer que tu magia anormal nos sea de ayuda para encontrar un nuevo hogar — si es que, al fin de cuentas, hay alguno esperando por nosotros. Quizá tenga que hacerle caso y sí buscar el tener, aunque sea, un poquito de esperanza.