The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Ivar Lackberg
Director del Servicio Social
Julio
20:00 hs

Dejé pasar los días, las semanas y los meses. Siempre convenciéndome de que era una mala idea arrastrar a la pequeña Lara en ésto pues ¿Su padre de verdad lo querría? Le dí demasiadas vueltas para mi propia salud mental y al final terminé inventando más excusas que en toda mi vida para dejar pasar lo que dije aquel día. Pero con lo que acaba de ocurrir ya no puedo hacerlo, tomaré lo del distrito 14 y la muerte del marido de la ministra como una señal de que ya he llevado demasiado tiempo en stand by, siempre busqué una señal y creo que es esta.

Por eso envié un mensaje a Lara ésta mañana para reunirnos en la biblioteca, es un sitio tranquilo en donde podemos lanzar un hechizo para que no nos escuchen y dudo que seamos interrumpidos en plenas vacaciones más que por alumnos demasiado aplicados para su propio bien. Llego media hora antes y aguardo sentado en la mesa más escondida con el cacharro entre mis manos, ha pasado tanto que ya he olvidado cómo activarlo y de todas formas dudo que funcione por el óxido y falta de mantenimiento.

Un bibliotecario llega y le dedico una sonrisa mientras estiro mi brazo izquierdo para tomar un libro al azar del estante más cercano. Al echar un vistazo noto que es sobre el embarazo así que sonrío pues hace ya varios años que no debo preocuparme por estas cosas y dudo hacerlo algún día otra vez... Quizás para cuando sea abuelo en un futuro lo más lejano posible, o... ¿Qué tal si ya lo soy y no lo sé?

- Abuelo Ivar - digo en voz alta mientras hojeo el libro. Creo haberlo leído cuando Amy estaba embarazada de Syv, me ayudó a comprender unas cuántas cosas y estar siempre preparado para todo lo que la pelirroja necesitara. Fueron los mejores y peores 9 meses de mi existencia.
Ivar Lackberg
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Invitado
Invitado
Guardo unos imprecisos recuerdos del tiempo en que acompañaba a mi mejor amigo a la biblioteca y de las horas en que ponía todo mi empeño en leer y entender manuales que eran necesarios para los proyectos de mi especialización en ciencias, cuando cursaba en el Royal. Las galerías de libros son un laberinto para mi pobre memoria, sigo los carteles con indicaciones de cada sector para poder encontrar a Ivar Lackberg entretenido con una lectura al paso. Una sonrisa burlona cruza fugazmente mi rostro al oír su murmullo. —¿Abuelo? ¿La pequeña Synnove te ha dado una sorpresa?— finjo escandalizarme.

Tengo la imagen de esa niña de cabello nevado, que alguna vez acompañó a su padre al distrito 6 en una de sus visitas. Solía colocarla fuera de foco, casi no la mostraba con él, pero alguien que conozca a Ivar en un círculo íntimo como me sucedió por la relación que tenía con mi padre, escuchaba la emoción patente en su voz cada vez que la mencionaba. Tengo una buena memoria, para mi desgracia en algunas ocasiones. —¿Cuántos años tiene? ¿Dieciocho?— pregunto. La vez anterior también la habíamos nombrado y él habló de sus orientaciones en el Royal. Desconozco la vida de Ivar en años anteriores a su amistad con mi padre, así que no imagino que pueda haber otras razones por las que se plantee la posibilidad de ser abuelo.

Pecados de la juventud— pienso en voz alta. —Creo que todos los tenemos, lamentablemente algunos cargan con las consecuencias por el resto de sus días y a otros se les arruina la vida, así de simple— murmuro. Leo la cubierta del libro que tiene en su poder y compruebo que se trata del periodo de embarazo. —¿Es en serio?— pregunto para confirmar, estaba hablando por hablar y de pronto esto puede tornarse grave.  También tuve una adolescencia complicada, ¿quién no? Mis errores quedaron en esa etapa, no puedo decir lo mismo de otra gente. ¿Y un embarazo? Depende de cada quien, me alegro de que en la única época de mi vida en que eso se podría haber dado de manera espontánea por estupidez juvenil, no sucedió.

A partir de ahí, estoy en negación rotunda. Este mundo, simplemente… no me inspira a querer poblarlo. Quizá por eso Ivar tampoco tuvo otros hijos, pero no lo sabré a menos que se lo pregunte, y eso me llevaría a preguntarle otras cosas también. Así que comenzando por lo importante… —Dudo que me hayas llamado para compartirme las buenas nuevas, y había creído que tenías algo de mi padre para darme, de lo que ya no estoy segura… ¿necesitas algo, Ivar?— exagero mi tono amable.
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Ivar Lackberg
Director del Servicio Social
La voz de Lara me saca de mis pensamientos y sonrío negando rápidamente con la cabeza. En realidad me encantaría recibir la noticia de que soy abuelo por parte de alguno de los hijos que no pude criar, esa sería señal de que están vivos y por ende el mejor regalo que podría recibir. Claro que no esperaría que me recibieran con los brazos abiertos ya que la he jodido y mucho con el primero y no tuve la oportunidad de hacerlo con el o la segunda - Diecinueve y antes de que me presente un hijo, me gustaría que me presente algún novio... O ninguno, hasta los treinta - sugiero a modo de broma. Claro que no, lo único que espero es que encuentre a alguien a quien amar y que la ame para compartir su vida como podríamos haber hecho su madre y yo de no ser tan estúpido.

Guardo silencio con lo siguiente pues si hay alguien que conoce de pecados en la juventud soy yo. He pasado por todas y cada una de las situaciones y me arrepiento de la mayoría de ellas. Fiestas, alcohol, sexo con desconocidos y sin protección, un auténtico idiota que no se ha pescado alguna venérea de casualidad pero aquí estoy, vestido de traje con un empleo que muchos considerarían ejemplar. Claro que también tengo dos hijos perdidos y montones de secretos con mi familia pero nadie es perfecto.

- Tomé el libro para que el bibliotecario no piense que estoy a punto de comenzar una conspiración aquí - la dejo tranquila lanzando el libro en uno de los estantes - Aunque si algún día lo necesitas, te lo recomiendo... Lo leí durante el embarazo de Amalie - comparto con una sonrisa melancólica. Claro que no da consejos sobre lo que viene después, habría sido de mucha ayuda.

Tomo aire y hago girar el cachivache sobre la mesa para que pueda observarlo. No es la gran cosa, parece un caleidoscopio hecho de chatarra y con un gran potencial para darte tétanos pero eso no es lo importante, sino la historia, como le comenté en nuestra charla hace tantas semanas atrás - Como sabes, tu padre y yo éramos amigos... Pero también teníamos negocios juntos, una cruzada en contra de los Niniadis con un hombre llamado Constantine Harkness - comienzo la historia acomodándome en la silla pues no será sencilla de contar, debo mantenerme fuerte pues hace siglos que palabras como éstas no salen de mi boca, la verdad.
Ivar Lackberg
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Invitado
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Me burlo de él con una sonrisa. —Crédulo — murmuro. No soy quien para darle consejos para ejercer la paternidad, pero fui una hija adolescente y los recuerdos de esa etapa todavía son patentes para mí. No tengo la nostalgia por esa época como otras personas, superé muchos de mis conflictos, con la salvedad de que tampoco padezco de amnesia como otros que conozco y con hijos propios. La edad estimativa que arroja coincide con la mía, ensancho mi mueca burlona y agregó: —Deberías visitar a Mo un día, ella puede dar fe de que no le presenté un novio en estos treinta años. Y tal vez te cuente otras cosas que harán que te replantees si es lo que quieres para tu hija—  me hundo de hombros. Sé que mi madre lo haría, presume de mis defectos como otros padres lo hacen de los méritos de sus hijos.

Muevo la mano de un lado al otro para negar su sugerencia de que ese libro pueda interesarme. —No creo que ese día llegue— contesto simplemente. —Pero tengo que felicitar tu ingenio para buscar una fachada a tus intenciones de conspiración— susurro y ladeo la sonrisa sarcástica en mis labios. Mis ojos pasan del libro al objeto que pone entre nosotros, tuve un par de estos cuando era niña. Creo que se trata de un caleidoscopio, no se puede saber con certeza cuando algo ordinario puede esconder extraños hechizos en su forma. Pese a lo maltrecho que se ve, lo tomo con mis dedos con delicadeza y no hago nada más que examinarlo con la vista. Enfrío mi mirada al ascender a su rostro, por lo que acaba de decir en una sola oración, podrían matarlo. El caleidoscopio me pesa en las manos como si sostuviera un arma.

»Suponía que su relación tenía otras aristas— murmuro. Desvío mis ojos a mi entorno al continuar: —Solía escucharlos discutir, a mis padres, esas últimas semanas. Mamá no estaba de acuerdo con lo que él hacía. Tenía quince años, entendía lo que estaba pasando…— cuento. En ocasiones, la tensión se palpaba entre ellos, unos pocos comentarios y miradas que intercambiaban, me pedían que me fuera para que pudieran hablar o me iba yo. Solían discutir a puertas cerradas en su dormitorio y yo me paraba en el pasillo a escuchar. Nunca dudé de que se amaran, incluso en ese tiempo. Pero hay muchas otras razones que terminan separando u oponiendo a dos personas. —Y antes de que ella cumpliera su amenaza de que nos iríamos de la casa, él murió.
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Ivar Lackberg
Director del Servicio Social
Sonrío de lado pues no estoy seguro de como terminaría una charla con Mo respecto a nuestras hijas. Lara le lleva unos cuantos años a Synnove pero aún así está en edad de poder considerarla mi hija también ¿Me gustaría tener a alguien como ella? Tiene unos cuantos puntos de los cuales podría estar orgulloso pero me quedo con mi dulce Synnove y la posibilidad de que me presente un adorable novio o novia algún día, jamás hemos hablado al respecto en realidad así que no me atrevo a descartar ninguna opción - Puede que suene cliché, pero solo quiero que sea feliz, Scott, no soy ningún monstruo - me defiendo con las cejas en alto.

Me encojo de hombros pues aunque uno esté decidido a no tener hijos, a veces las cosas no salen como están planeadas... En mi adolescencia la idea de tener un bebé me parecía lo menos probable del mundo y de todas formas hay un pequeño británico con mi apellido por algún lado. Por otro lado, el segundo me hizo darme cuenta de que en realidad quería una familia estable pese a que no pude armarla con esa mujer y ahora no puedo imaginar mi vida sin tener una familia, por mucho que me odien.

Al final en eso se resume toda la vida, la familia, pues es lo más grande que tenemos y no podemos darla por sentado... A no ser que sus vidas puedan estar en peligro por dedicarles demasiada atención - El falleció antes de poder desarrollar el plan - agrego y me gustaría decir que la causa murió con él, quizás de esa forma Constantine no sería repudiado viviendo en hoyos para mantenerse con vida. Hace siglos que no lo veo, bien podría estar muerto ahora mismo, al igual que sus hijas.

- Íbamos a hacer algo grande, Lara, tu padre era un buen hombre que comprendía los horrores que los Niniadis estaban haciendo... ¿Tener humanos como esclavos? - pregunto retóricamente y siento una punzada en el pecho al recordar al que tuve que devolver por el pequeño inconveniente que surgió con mi hija - Tengo uno, pero solo para sacarlo de las terribles condiciones del mercado, estaba por morir - me defiendo antes de que pueda decir nada al respecto - El punto es que teníamos un plan pero esas no eran las formas... No se puede iniciar una revolución con tres personas, pero si puedes ayudar a todas las que puedas desde donde estés.
Ivar Lackberg
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Invitado
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Los padres tienen nobles intenciones de que sus hijos sean felices, pero extrañas maneras para que eso sea posible. Lo miro con un dejo de angustia en mis ojos, porque no dudo de la honestidad que se desprende de su aseveración. —Lo sé— murmuro. Solo lo sé, es una certeza que nace de mí. He visto esa mirada de padre que pone en una balanza al mundo de un lado y a la felicidad de su hija en el otro, lo vi en otros ojos, en los del mi padre y también en los de mi madre. El deseo está presente, justifica mucho de los actos arbitrarios que cometen desde la autoridad de ser padres, y no, la felicidad de sus hijas no es algo que esté bajo su guardia. —¿Existe siquiera? ¿La felicidad? — pregunto y meneo la cabeza por el divague filosófico. —Vale más que se lo digas, a que simplemente tengas tus esperanzas puestas en ello— murmuro. La confianza que he tenido toda la vida de que mis padres me querían, de que querían lo mejor para mí, compensó todos los momentos amargos que vinieron después.

No puedo decir que todo cambió de un día a otro, como muchos otros quieren recordar y toman la cobertura televisiva de la caída de los Black como una marca para señalar un antes y un después. Unas pocas peleas aisladas entre mis padres pasaron a surgir en casi cualquier momento, la actitud de mi padre fue alterándose. Tampoco era ciega a las actividades que lo involucraba con otros de sus colegas, nuestra rutina en el taller se fue llenando de conversaciones que escondían mensajes entre líneas. Mis oídos seguían prestándose a oír el tono de orgullo que portaba su voz cuando hablaba de sus antepasados muggles y el desprecio a una esclavitud impuesta como destino que les llevó siglos derrocar. No fui ingenua, mi padre era parte de algo que le hacía sentir que luchaba por lo que creía, y mi duda es si entonces dejó de ser importante eso que todo padre quiere, que su hija solo sea feliz. No suelo darle vueltas a ese pensamiento de que no me tuvo en cuenta, de que honestamente no le importé cuando trazó ese plan que también comprende a Ivar, porque es una sombra sobre la admiración que siento por él. Porque a pesar de ello, entiendo sus razones. Puedo comprender el que haya causas en las que creemos, que hacen que dejemos todo atrás.

¿Quieres mi ayuda, Ivar?— articulo la pregunta con lentitud, dejando que cada palabra caiga sobre la mesa que queda entre nosotros, y me cruzo de brazos sobre la superficie de esta, recargando allí todo el peso de mi cuerpo al inclinarme hacia adelante, apremiándolo a continuar. —A diferencia de mi padre, no creo en héroes. No creo que ninguno de nosotros tenga destino de héroe, que el altruismo nos elevará en una lucha en la que triunfaremos— digo con un suspiro. Si mi padre siguiera vivo tal vez lo creería, pero ser criada por Mo la segunda mitad de mi vida hizo posible que mi carácter tuviera un mínimo rasgo realista. —Puedo ayudarte— accedo. —Dime en qué, lo haré, mientras sea algo real en lo que pueda creer—. Tengo el mismo compromiso que mi padre, pero dedicaría mi vida a hacer lo que pueda desde mi posición, a buscar la muerte un buen día por creer que decir verdades en voz alta por ser reconocido como un mártir de la causa.
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Ivar Lackberg
Director del Servicio Social
Vivimos en un mundo confuso, con una historia turbia que algunos han vivido en primera persona y otros tuvimos la suerte de simplemente ser espectadores. Muchos gobiernos, podría decirse que uno peor que el otro y esa clase de cosas te hacen plantearte si realmente existe la felicidad. Pero luego de haber pasado por todo eso, sigo siendo optimista pues soy feliz cada vez que veo a mi familia junta y a salvo, otros no tienen esa suerte - ¿30 años y ya crees que no existe la felicidad? - pregunto con una ceja en alto - Dime optimista pero aun no estoy listo para darme por vencido - puede que mis relaciones sean una mierda ahora mismo, pero aún guardo la esperanza de arreglarlas en el futuro.

Lo siguiente que dice sí me deja pensando pues ese es el gran problema que tiene mi familia: la comunicación. Pero mientras en el mundo exista legeremantes, creo que lo mejor será mantener mi boca cerrada. Eso o empezar a entrenar los tres juntos en el arte de la oclumancia, podría ser una solución - Haré lo mejor que pueda para mejorar - respondo con una mano en el pecho. Si ahora tengo la valentía para comenzar a hacer algo por el mudo, debo poder hacer algo por mi familia también.

Guarda silencio por más tiempo del esperado pero su respuesta me da esperanzas. Aún hay una representante del equipo Scott para hacer algo y conociéndola, creo que será un activo valioso en lo que sea que venga en el futuro - A los ojos de la mayoría soy un maldito que hace mal su trabajo y engaña a su esposa, claramente no estoy interesado en convertirme en héroe - respondo entre risas. Quizás en el pasado, pero ya no más. No es por nosotros, es por aquellos que no tiene los recursos para ponerse la máscara - Tú estás en un departamento completamente diferente al mío, la información sobre lo que sea siempre ayuda - comienzo a explicar - Hay personas en el norte que saben como manejar esa información - pues nosotros mismos no es conveniente que hagamos algo ya que perderíamos nuestra posición estratégica - Y ayudo a los niños repudiados, es mi trabajo - agrego con un gesto con la mano - Los hijos de esclavos antes de que sean obligados a cumplir con su trabajo...
Ivar Lackberg
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Invitado
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Dime pesimista, si quieres. Se lleva una vida segura cuando se tiene expectativas realistas y la felicidad no lo es— replico, desahogando todo mi negativismo sobre las cosas en él, más no sea para llevarle la contraria y oponerme a esa confianza de la que hacen gala algunas personas para asegurar que todo tiempo futuro será mejor, entre las que estoy incluida. Puedo pregonar entre mis amigos este discurso, pero no puedo aplicarlo a mí. Me rebelo cuando alguien me lo ofrece como una esperanza, no lo necesito. Todo en este hombre me insta a marcar límites de oposición, supongo que los consejos de Mo han calado en mi interior sobre cuidarme de aquellos que caminaron con mi padre por veredas sin retorno y que podrían instarme a seguir sus huellas. Sé que no puedo confiar enteramente en Ivar, pese a que lo reconozco como un hombre con cierta nobleza enmascarada en una actitud canalla, no puedo fiarme porque hace lo que cabe esperarse de él. Me muestra los pasos de mi padre y están ahí, para que los remarque con mis propios pies.

Una sensación de deja vú me embarga al pronunciar mi ofrecimiento, puedo verme hace casi diez años con la misma emoción cosquilleando en mis manos, las que colaborarían con trabajo. Es lo que tengo, es lo que soy, espero que eso sea lo que también tome Ivar. Me desconcierta que sea información lo que me pide porque en este punto se entrecruzan otras cuestiones de las que nadie tiene por qué saber, y que definitivamente, Ivar no tiene que saber si es que no quiero que entren en duda mis principios. Puedo darle lo que se necesite de mi taller y asumir esa responsabilidad que me pone en riesgo a mí, lo que no puedo es abrir mi mente, compartir lo que vive entre mis pensamientos y no sale de mi boca. El norte. Todos los caminos conducen al norte. Me echo hacia atrás en mi silla, es un amago para poner distancia, y tamborileo mis dedos sobre el borde de la mesa, tomándome unos momentos para responder. —De acuerdo— digo finalmente. —Lo haré, recogeré información que crea que pueda ser útil y te la daré.

Puedo sostener su mirada al decir esto, es más fácil de lo que creía por ser la segunda vez que estoy dando una media verdad. No es mi intención poner en esta mesa la información que conozco por medio de Hans para que llegue hasta los rebeldes del norte, y así demostrar mi compromiso con aquellos que también quieren sacudir las estructuras de este gobierno. Como tampoco planeé poner en manos de Hans todo lo que llegue a descubrir en el norte, solo aquello que sirva al objetivo que me encomendó y nada de lo que pueda perjudicar innecesariamente a otras personas. Sé que me muevo entre líneas frágiles, pero en mi mínimo margen de libertad, todavía puedo elegir qué decir y qué no. Haré mi propia evaluación de daños, a solas, antes de colocar paquetes explosivos en medio, con la indiferencia de alguien a quien en realidad no le importa nada. Sucede que hay cosas que me importan demasiado. Y a Ivar también le tocará confiar, soy yo la que no confía en nadie más que en mí misma. Retiro hacia atrás mi silla al levantarme.

»Admiro lo involucrado que estás con todo esto— le digo al bordear la mesa. —Echaste a perder tu familia, usas tu trabajo para ayudar sabiendo que es traición al ministerio, todo lo que tienes está contaminado porque vives para aquello en lo que crees. No tendrás nada cuando se sepa la verdad…— suspiro profundamente. —Esto lo aprendí de mi padre y tengo mi confirmación en ti. Lo mejor es no tener nada— meneo mi mentón de un lado al otro y con un dejo de compasión, continúo: — Lamento lo de tu esposa, Ivar, y espero sinceramente que ella te perdone algún día—. Pienso en mis propios padres al decirlo. Palmeo su hombro en un gesto de ánimo. —Creo que hablamos demasiado por hoy, así que me iré—. Lo importante estaba dicho.
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Ivar Lackberg
Director del Servicio Social
Pienso en contrarrestar su respuesta pero al final callo y menos mal que decido hacerlo pues su remate podría haber venido unos minutos antes, sin preparación y dejarme pegado a la silla sin poder decir nada al respecto. Al menos de ésta forma pude decir en voz alta aquello por lo que estoy luchando y de cierta forma aminora el impacto de la cruda realidad de la cual está rodeada mi vida. Sí, definitivamente estoy echando mi vida personal a perder pero no me importa pues lo que me rodea es más importante que yo mismo. El problema está en mi familia y en todo lo que no les estoy dando por mantenerlas a salvo.

Pero no me arrepiento pues ahora Scott se suma a la pequeña lista de personas que conocen mi realidad e inmediatamente me hace sentir dudas sobre seguir ampliando los nombres. La forma en la que dice "traición al ministerio" hace que me recorra un escalofríos y presione fuertemente la mandíbula. Es cierto, es lo que es, sin adornos ni flores - Un poco de positivismo no le hace mal a nadie, es bueno para la moral - digo al final pues creo que sería capaz de amargar hasta a un niño de 5 años que acaba de encontrar un dulce.

Debería estar aliviado, quizás contento por haber encontrado una nueva aliada pero no lo estoy. En cambio el ceño fruncido se ha instalado en mi frente y dudo que se vaya en las próximas horas - Cuidado con lo que dices, buena suerte - me despido haciendo un ademán con la mano pero sigo sentado en mi lugar. No es conveniente que salgamos los dos juntos así que le otorgaré unos segundos de ventaja.

Me cruzo de brazos y dedico esos minutos a pensar en una mejor forma de manejar las cosas. No sé que tan bien saldrá ésto de buscar aliados pues cualquiera podría traicionarme en un santiamén ¿Qué tal si estoy dejando que el cariño que tenía por su padre esté nublando mi juicio? Supongo que en los próximos días lo descubriré... Llegué hasta donde estoy siendo cuidadoso y confiando no solo en mi instinto, sino también en la evidencia, espero no empezar a equivocarme ahora.
Ivar Lackberg
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