No puedo decir que en los pasillos o las clases soy la más popular, claro que tengo mi grupo de amigos pero más allá de mis comentarios graciosos suelo pasar desapercibida. Por eso la clase de gimnasia es mi favorita, allí todos saben que si quieren ganar deben tenerme en su equipo y que es mejor mantenerse apartados si no quieren lidiar con 35 kg de pura energía. También me he ganado el cariño de los profesores en ese ámbito así que estoy como pez en el agua lejos de la cañas de los pescadores del cuatro.

La clase de hoy fue magnífica pues me dejaron ser capitana del equipo, la parte más difícil fue decidir entre Niniadis y el chico callado cuyo nombre nadie conoce, sobre todo porque tenía a todo el equipo detrás mío intentando convencerme de que opte por el apellido más poderoso ¿Por qué? No es como si su abuela fuese a venir a esquivar bolas por ella... Así que opté por el desconocido.

El partido no duró demasiado y ganamos sin demasiadas complicaciones, solo tengo unas gotas de sudor en la frente así que creo que podré volver a casa sin tener que pasar por las duchas del colegio, puede que me anime a muchas cosas pero jamás a quedar desnuda en un sitio en donde puede entrar cualquier chica... Más aún luego de las burlas que se me han escapado por haber vencido a unas cuantas de ella ¿Cómo evitarlo? Un "¡En tu cara!" es casi ley en un partido de quemados.

Voy a tomar mis cosas y veo como la primera eliminada del equipo contrario hace lo mismo con las suyas, fue una buena decisión dejarla fuera pues al menos el chico callado logró esquivar al menos tres pelotas - Meerah ¿Me devuelves la pelota? Aún la tienes en la espalda - bromeo dándole una palmada en el hombro entre risas, seguramente mejorará en algún momento.

El martirio empieza de nuevo y como cada semana que pasa, me es imposible esquivar la clase de deportes. Las primeras veces fue sencillo, una tos fingida por aquí, un tobillo torcido por allá, alguna que otra caída… lamentablemente la táctica no duró mucho y los profesores de aquí fueron un poco más despiertos que los del Prince. Claro, no me castigaron ni nada por el estilo, pero ya no me creen mis pequeños trucos y me veo obligada a perder el tiempo corriendo en círculos o arrojando pelotas sin sentido. ¿Qué tipo de preparación era esa?

Lo peor es que la mayoría de mis compañeros piensa que deportes es una de las mejores materias y claro, mi opinión no es de las más populares entre los niños de mi edad. Bueno, la mía y la de Richardson quien, al igual que yo, no parece ser un aficionado a los deportes… o a nada en realidad. Aun así, Meyer decide elegirlo a él primero y, lejos de sentirme ofendida, camino hacia el otro grupo de niñatos que no está comandado por una rubia de voz chillona con aires de superioridad.

Nos posicionamos en la cancha y el capitán de mi equipo es quien decide qué lugares ocuparemos. Me deja al frente de la línea que divide el terreno y puedo leer en su mirada que tengo estampado “carne de cañón” delante de mi playera deportiva. Al menos tiene el buen tino de dejarme una pelota al inicio del partido, y sorpresivamente consigo arrojarla contra la cabeza de Dyer. Claro que para mi suerte esa parte del cuerpo no cuenta y, antes de poder pensar en otra cosa, un proyectil del equipo contrario me da de lleno en el pecho. ¡Genial! El resto del partido lo paso en los costados del campo contrario, arrojando sin mucho tino contra los del otro equipo, o pasando las pelotas de nuevo a mis compañeros para no verme obligada a volver a entrar.

Todo termina con la victoria para el equipo contrario, lo que me da absolutamente igual, y no tardo en abandonar el campo para poder tomar mis cosas e irme. Claro que Meyer sigue mi ejemplo, y no contenta con su propia existencia, tiene que tratar de importunarme. - ¿Se supone que eso es una especie de insulto disfrazado? - Me tenso por el leve golpe que me da, porque no me gusta que se tomen confianzas conmigo que no he dado; pero decido ignorarlo en lo que busco la botella de agua que me he acostumbrado a traer desde mi encuentro con Hero hace un par de semanas. - Felicidades por la victoria, estoy segura de que esquivar pelotas es un talento muy requerido en el futuro.

Vengo de una familia en la que todos son buenos en los deportes, quizás los Meyer no somos una dinastía super conocida en Neopanem pero conozco aquello que se espera de nosotros entre los que nos conocen y no puedo hacer menos que estar a la altura. Sin embargo, ser super buena en clase de gimnasia no quiere decir que tenga que ser una cretina con los que no lo son, no quiero insultar a Meerah, es simplemente una broma luego de una buena batalla... ¿Cuenta como insulto? ¿Así de sensible es? - Es más bien una burla constructiva sin ánimos de ofender - respondo con la mirada confusa. De estar en su lugar probablemente me mordería la lengua y cambiaría de color, pero lo aceptaría pues es parte del juego.

Sonrío por su comentario pues tampoco creo que vaya a esquivar pelotas en el futuro, pero sí es una buena forma de mantenerse en forma y pasar un buen rato - No todo tiene que tener un propósito, solo hay que divertirse - me encojo de hombros pues creo que ese es el objetivo principal de la clase de gimnasia. Hay muchas cosas teóricas que aprender, pero de nada nos serviría estudiar y estudiar sin descanso día tras días, al final no recordaríamos nada. Esto es, claro, para aquellos que ponen más dedicación que yo al estudio pues estoy bastante segura de que por cada hora que paso con un libro, son dos que paso al aire libre haciendo alguna monada.

¿Será que a Meerah no le permitían jugar tanto en el exterior como a mí y por eso es mala en los deportes? O quizás son malos genes, puede que sean muy muy en el gobierno pero jamás los he visto ganar un simple partido de quemados. Podría invitarla a jugar a mi casa por la tarde pero no muchos de los chicos mayores se sienten atraídos por la idea, dicen que eso es "de pequeños" y prefieren pasear por el centro comercial.

- Aunque si lo piensas bien, esas pelotas podrían convertirse en hechizos algún día y entonces sí sería útil esquivarlas... - pienso en voz alta con la mirada perdida. He barajado la posibiliadad de ser auror algún día pero cuando mencioné la idea a mamá no parecía muy entusiasmada al respecto, solo me preguntó si sabía lo que los aurores hacían y luego sonrió tras escuchar mi relato de cómo son una especie de superhéroes que meten a los malos en prisión.

¿Burla constructiva? Entendía lo de burla pero… - ¿Cómo se supone que sea constructiva? - Es una duda completamente válida. No entendía qué tipo de crecimiento me aportaría su pequeño comentario. A menos claro que fuese como el entrenador Walker de “XoXo Witch” que al parecer creía que gritar y ningunear a sus deportistas era lo que los haría ganar el torneo de quidditch. Si ese era el caso, no gracias, no estaba interesada.

- Perdón, no es que quiera sonar crítica ni nada. Pero simplemente no le veo lo divertido a que te anden golpeando con balones por deporte. - Era simplemente una pérdida de tiempo y unos cuantos moretones que no valían la pena. No entendía cuál era la gracia del deporte, no comprendía el fanatismo ni la algarabía, y a estas alturas lo único que tenía sentido era el negocio de apuestas que se manejaba como trasfondo en los eventos deportivos.

Sin contar que el deporte como carrera era de lo más traicionera. Había gente que entrenaba toda su vida, gastando dinero, tiempo y recursos en formarse como atleta, ¿para luego qué?, retirarse a los treinta y cinco por ser considerado viejo, o acabar su carrera en base a un accidente que muchas veces ni siquiera era culpa de la persona. Como dije, una pérdida de tiempo y esfuerzo.

Claro que luego Meyer sale con un nuevo enfoque que no había pensado y me quedo parada, mirándola como idiota, mientras los engranajes de mi cerebro trataban de funcionar. Touché- Tiene razón y no había forma de que pudiese haber considerado el deporte como una práctica para otros aspectos de la magia. Era muy buena en encantamientos pero, ¿tenía la agilidad que se requería para ponerlos en práctica? - Cuéntame un poco más de ese punto de vista. No lo había considerado a decir verdad. - Destapo la botella de agua, y tomo un par de tragos con rapidez para acallar la sed que me produjo correr por como… tres minutos.

Inventé el término sobre la marcha así que me cuesta responder a su pregunta. Supongo que sería como esos casos en los que alguien te enfada tanto tanto con lo que dice, que terminas esforzándote el triple para cerrarle la boca la próxima vez que lo ves. Pero creo que me deja como la mala de la película así que prefiero no aclararlo - Aún no pienso en los detalles, pero la "burla constructiva" será algo para finales del mes, ya lo verás - digo al fin con un hombro en alto. Genial, he largado una tontería.

Parpadeo varias veces y una nueva duda ingresa a mi mente ¿Qué tal si Meerah es una adulta atrapada en el cuerpo de una niña? ¿Qué tal si le lanzaron una maldición en la que se ve obligada a vivir toda su vida de nuevo? ¿Pasar la pubertad dos veces? Para mí jugar al quemado es como aferrarnos una vez por semana a la infancia que poco a poco vamos perdiendo y no puedo imaginar una sola razón para que no le agrade. Además, las pelotas son de goma así que no duelen demasiado... y en caso de hacerlo tienes la oportunidad inmediata de vengarte de la persona que te ha golpeado ¿Qué más se puede pedir?

- Lo piensas demasiado, Niniadis, lo piensas demasiado - dejo salir al final pues no diré mi teoría, ya he dicho demasiadas tonterías en una sola conversación. Pero con lo siguiente subo mi propia vara un poco más pues lo acepta como un hecho en lugar de contradecirme como antes. En realidad no hay mucho más que eso, de hecho los hechizos van mucho más rápido y son menos visibles así que éste sería un entrenamiento muy leve en comparación a la realidad.

-Imagina que estás en medio de un duelo y alguien te lanza un incarcerous... Podrías desaprovechar un segundo encantando las cuerdas para que desaparezcan y arriesgarte a recibir un segundo ataque o bien podrías esquivarlas y contraatacar al mismo tiempo - de hecho es una buena estrategia. Mueve un poco las reglas pues no siempre es ataque y defensa, a veces se puede recibir un golpe para devolver uno incluso más fuerte - Sería como recibir un ataque de tres pelotas al mismo tiempo ¿Podrías con eso? Porque yo pude hacerlo en el partido de hoy...

Creo que contrario a su opinión, no lo pensaba demasiado, todo lo contrario de hecho. La ecuación era sencilla: no quería que me golpearan en la cara, me salía del juego lo más rápido que pudiese. Simple, ¿no?. Además de que odiaba sudar; la ropa se pegaba, dejaba manchas, y te hacía oler a vestuario podrido. Era incómodo, para nada lindo y casi inevitable a medida que se acercaban las temperaturas cálidas. Algún día inventaría alguna prenda que le impidiese a uno sudar o algo por el estilo. -No hace falta que suenes tan resignada Meyer, tengo mi opinión sobre el… deporte.

O la tenía, porque su punto sí me hace pensar la cuestión más de la cuenta, y acabo replanteándome el verdadero propósito detrás de la clase de deporte. - Entonces esta clase es similar a un entrenamiento futuro solo qué más… ¿infantil? - No me parecía para nada mal el ejemplo que me había dado, y tenía que admitir que parecía mucho más razonable el que tuviesen una buena razón de trasfondo para hacernos correr arrojándonos pelotas como si fuéramos monos.

No hace falta que te deleites tanto. Sabes muy bien que no podría. - No tenía reflejos, ni habilidad alguna que pudiese considerarse atlética más que pararme sobre las puntas de ballet y lograr que mi pie estuviese más alto que mi cabeza. Pero eso era buena elongación y callos fuertes, no mucho más. - No ahora al menos… Cómo… - No puedo creer que esté por decir esto. - ¿Cómo puedo cambiar eso?

Vamos al caso, no quería ser una experta en quemados ni mucho menos. Pero si mi condición atlética limitaba mi comportamiento en encantamientos, o en defensa, o en duelo... pues tendría que cambiarlo, sin importar lo mucho que no quisiera hacerlo. Y en serio no quería. Mucho menos pedirle consejo a Meyer, pero a veces uno tenía que hacer algunos sacrificios.

Así como ella tiene su opinión firme, yo tengo mi amor incondicional para todo lo que implique movimiento. Es cierto que es una forma más infantil de entrenamiento pero creo haber escuchado por allí que los niños aprendemos jugando y la verdad me parece una estrategia fantástica ¿Estudiar sin tener que sufrir? ¿Qué más se le puede pedir a la vida? - Es una estrategia que podrían aplicar otros profesores ¿No crees? Sirve para ambos lados, para aquellos que quieren sentir que están haciendo algo útil, como tú y los que no queremos tomarnos la vida en serio, como yo - bromeo con una sonrisa exagerada.

La mueca falsa se transforma en risa real. Es cierto, en el partido de hoy ha mostrado y bien que no puede hacerlo, pero lo bueno del deporte es que con práctica todo se puede mejorar así que me alegra mucho la pregunta que hace a continuación. La idea de poder ayudarla me entusiasma, sería como su guía espiritual en el sinuoso camino del arte del quemados y juntas lucharemos para que algún día sea la segunda mejor de la clase, después de mí.

El problema es que no sé como responder a su pregunta. En realidad yo solo me paro en la cancha y las cosas salen solas, así que no estoy segura de que haya una fórmula para el éxito - Primero que nada debes prestar atención, meterte en el juego y olvidarte que todo lo demás existe... Solo así tu cabeza podrá ir más rápido que los reflejos - bueno, eso es un comienzo pero no sé si podré sacar otro consejo de la galera - No apartes los ojos de la pelota, con la mente en el juego - esa última parte es muy importante así que hago énfasis levantando mis dos dedos índices - ¿Quieres intentarlo?

¿Por qué alguien no querría tomarse la vida en serio? No veía nada malo con los ratos de ocio y los juegos, pero de ahí a pasar la vida entera en banalidades y actividades sin importancia… podría darme un infarto, y sí, a mi edad. Si no había hecho cuando menos una cosa productiva antes de irme a dormir, lo consideraba un día perdido. No importaba que se tratase de avanzar en un bordado, encargar una tela, o dibujar algún diseño. Las tareas escolares, y mi interés por la moda eran dos cosas que buscaba cumplir sin importar qué.

- Voy a confesarte qué, soy capaz de hacer un split perfecto. Pero mi coordinación manos ojos es nula. - No podía olvidarme de todo, era imposible. No tenía reflejos, y mi tiempo de reacción era peor que el de un perezoso. Si llegaba a no pensar mis pasos, por estar demasiado concentrada en la pelota, acabaría de bruces en el suelo antes de poder siquiera hacer algo para evitarlo. - Además, ¿cómo haces para olvidarte de todo? - A menos que estuviese durmiendo, no podía dejar de pensar.

- ¿Con la mente en el juego? - Me río por lo bajo, sin entenderla. Me estaba dando señales contradictorias y no sabía cómo responder, o peor: cómo reaccionar. - O sea que me aventarás pelotas y yo tengo que tratar de esquivarlas. Pero olvidándome de todo, ¿y a la vez teniendo la mente en el juego? ¿Porque siento que esto terminará mal para mí?- Sin embargo, termino asintiendo y la dejo que me guie para lo que sea que quiera poner en práctica.

Quizás otro día podamos juntarnos a hacer splits juntas y ella pueda ayudarme con eso. Hubo una época en la que podía hacerlos pero, aunque me duela admitirlo, una va envejeciendo con los años y la flexibilidad no es la misma si no se entrena todos los días - Es sencillo olvidarse de todo, como si tu mente saliera fuera de tu cuerpo por un momento y lo único que existe a tu alrededor es el juego. Estás ahí pero como si el juego fuera el agua en una piscina en la que decidiste nadar ¿Me explico?- pregunto con los ojos entrecerrados. Las palabras no son lo mío, soy una chica de acción así que es difícil explicarme.

Voy corriendo hacia el canasto de pelotas y tomo dos que sostengo con cada brazo y una tercera que llevo hasta el sitio de juego sin dejar que caiga al suelo con mis pies. Una vez que estoy lo suficientemente cerca las dejo caer y las controlo pisándolas - Muy bien, soldado, comenzaremos con algo sencillo - digo - Sin que lance nada responderás a mi orden. Si digo uno te mueves a la derecha, si digo dos a la izquierda, tres abajo y cuatro saltas ¿De acuerdo? - conocer los movimientos de los que eres capaz es una buena forma de que más adelante salgan solos... Como el eterno entrenamiento de 10 años que me ha puesto mamá para aprender a controlar la caja de cambios sin encender el auto. Aunque puede que sea una estrategia suya para no dejarme conducir hasta los 20.

¿El agua de una piscina?, ¿una experiencia extra-sensorial por fuera del cuerpo? - No. - Es mi sencilla y cortante respuesta en lo que trato de entender qué es lo que quiere decirme. Me sería más sencillo si el escenario que se formó en mi cabeza no fuese el de mi cuerpo ahogándose en una piscina, con  mi espíritu abandonando el lugar y alejándose de la escena sin poder hacer nada. En serio, ¿de qué rayos estaba hablando?

La observo correr hasta el canasto, y cuando aparece con tres pelotas sé que me va a ir mal. ¿Por qué mi curiosidad no podía mantener mi boca callada? Aprendí a hacerlo con mamá en varias ocasiones, una niña menor que yo no debería suponer un problema. Pero acá estaba, quedándome después de horario a dejar que una pequeña mocosa me aviente pelotas. - Moverme… ¿cómo? Porque puedo moverme un paso, saltar a un lado, o no sé, tirarme al piso. - ¿El uno era izquierda o derecha? Sus instrucciones querían ser simples, pero no entendía todavía a dónde quería llegar, y eso hacía que fuese más difícil improvisar.

- Me repites los números por favor. - Y por si acaso, muevo las manos hacia adelante, queriéndome cubrir de cualquier ataque que pudiese provenir del torbellino rubio que tenía delante.

Llevo la palma de mi mano a mi rostro tan fuerte que por un momento dudo de no haberme hecho daño. Ésto no será para nada sencillo, pero no cantan canciones de aquellos que tuvieron su camino fácil. Quizás ésto no sea una gran batalla u odisea a la que me esté enfrentando pero si termino el ciclo escolar habiéndole enseñado a Meerah Niniadis a jugar a los quemados, creo que me postularé para ser santa de una nueva religión - Quizás lo comprendas en la marcha, Europa no se destruyó en un día - ¿O cómo es el dicho?

- El secreto es siempre mantener el equilibrio y para hacerlo, debes moverte lo menos posible - ¡Hey! Eso hasta sonó como un buen consejo - Así que recomiendo un paso, lo justo y necesario para esquivar la pelota - claro que con el tiempo aprendes a seguir firme luego de vueltas y saltos pero iremos paso a paso - Uno a la derecha, dos a la izquierda, tres abajo y cuatro saltas - repito pero esta vez más lento y señalando el sitio al que debe moverse con cada número.

Miro la hora el reloj en una de las paredes y hago una mueca pues se me está haciendo tarde, pero tengo trabajo que hacer aquí así que aceptaré el regaño en casa - ¡Uno! - ordeno y lanzo con todo el cuidado que puedo la pelota hacia la izquierda, la idea es que lo logre y no destruir su autoestima como ya lo hice en el juego - Dos... - continúo y lanzo otra de las pelotas hacia la derecha - ¡Tres! - y apunto hacia donde está su cabeza.

Chasqueo la lengua y ruedo los ojos ojos con irritación ante su gesto. No era buena en deportes, no entendía los conceptos básicos, y puede que mi agilidad fuese nula, pero eso no significaba que se tuviese que exasperar con tanta facilidad ante mi ignorancia. - Creo que la frase era “Roma no se construyó en un día”, pero si mi maestra de historia no se equivoca, creo que tu dicho es más adecuado. - Según ella Europa estaba en ruinas, incluso más que los distritos del Norte y era muy poca la gente que todavía habitaba allí. Marginados y gente de mala muerte había dicho ella, pero mamá no había estado muy contenta con esa expresión cuando le conté lo que habíamos visto en el día.

- ¿Equilibrio? - Okay, eso no parecía muy complicado. Mi problema no era el balance en sí, sino más bien el movimiento brusco. Si solo debía moverme un paso no debería ser muy complicado… creo. Trato de repasar los movimientos que me marca, señalando con el índice hacia un lado, sumando un dedo al señalar al contrario y completando con la otra mano cuando indiqué hacia arriba o hacia abajo. - De acuerdo, creo que lo tengo. Puedes empezar.

Y más o menos lo tenía, porque cuando cantó el primer número pude moverme hacia la derecha sin problema. El tema es que no me esperaba el Dos tan rápido, y cuando tuve que moverme hacia la izquierda mis pies se enredaron entre sí. Pude esquivar la segunda pelota, pero para cuando el tercer número se escuchó, sabía que tenía que ir hacia abajo en cuclillas, pero la posición en que estaban mis pies no era de ayuda, y terminé sentada de culo sobre el suelo. - Al menos esquivé las pelotas. - Se me escapa en un bufido mientras dejo caer de espaldas cual estrella de mar. - Soy un asco.

Tiene razón con lo del dicho así que asiento y la señalo con un dedo dándole la razón. Aunque cuando aclara lo de la maestra recuerdo de dónde he sacado mi versión del dicho pues creo haber escuchado algo de eso en clase mientras dormitaba en el último banco. Historia no es mi materia favorita, de hecho prefiero ver las película que narran los hechos para recordarlos de esa forma para los exámenes. Lamentablemente no hay una adaptación para cada momento, así que no me queda otra que leer de vez en cuando.

El entrenamiento improvisado comienza y me sorprendo al ver como Meerah se mueve sin problemas con la primera lanzada, lamentablemente no se mantiene bien luego de la segunda así que no puedo evitar lanzar la tercera con una mueca pues ya me veo el temible desenlace. Al menos no le ha dado ninguna pelota pero de estar en un partido real, ahora mismo cinco jugadores la estarían reventando a golpes por ser presa fácil - Oye, no te desanimes, por algo se empieza y cómo lo veo yo... ya has mejorado desde el último juego - técnicamente es cierto.

Me acerco hacia donde está ella y le tiendo una mano para ayudar a que se levante aunque, honestamente, me gustaría quedarme tendida en el suelo también. Puede que tenga la energía de un niño de 5 años con una bolsa de caramelos en la panza, pero el fin de la jornada se está sintiendo en mis ojos que comienzan a arder... ¿O será que necesito lentes? Sé que mamá los usaba así que no me extrañaría tener que hacerlo yo también.

- ¿Te parece si damos por terminada la práctica de hoy? Eso sí, tendrás que practicar en casa - advierto con un dedo en alto - Y si no tienes con quien practicar estoy segura de que mi mamá puede hablar con la tuya para que podamos juntarnos - ¿Estoy buscando una excusa para ir a su casa y confirmar mi teoría de que es una niña adulta? Quizás.