OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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The Mighty Fall
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Syver A. Nygaard
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The Mighty Fall
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The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
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Recuerdo del primer mensaje :
Es tarde en la noche, así que el golpe en la puerta me toma por sorpresa y salto de la cama de tal forma que el bol de papas fritas se me cae con un estruendo, rodando del colchón y cayendo de inmediato al suelo. Bueno, no puedo pedir mucho si consideramos que no es un lecho en sí a falta del mueble, pero aún así el sonido hace retumbar mi cabeza dormida de tal forma que la tengo que sostener con ambas manos. No esperaba visitas ni tengo un turno pendiente, así que sospecho. ¿Serán clientes furtivos o alguien que ha decidido que es hora de molestar a la mujer que vive sola? El cinco es peligroso, pero todos saben que no deben meterse conmigo y tampoco me dan mucha importancia. El mío es un edificio en ruinas, apenas habitado, así que mi visitante ha venido con intención y no está simplemente probando suerte.
Observo la luz que ha quedado encendida, así que no puedo alegar el no estar en casa. Me arrastro por el suelo y tiro hacia abajo mi musculosa, tratando de cubrir mi ropa interior al menos un poco. Paso gateando entre paquetes de snacks, algunas latas vacías y una botella, hasta que agarro ésta por el pico y me pongo de pie, haciendo uso de mis puntas para no hacer ruido. Con cuidadoso andar, me acerco a la puerta y observo por la mirilla, casi soltando mi improvisada arma al reconocer el pelambre rubio del otro lado. Abro de un efusivo tirón y me lanzo a los brazos de Ava, estrechándola contra mí con un emotivo alivio — ¡¿Pero qué rayos haces aquí?! — exclamo, separándome para tomarla por uno de sus hombros para verla mejor. ¿Está herida, hay problemas o por qué demonios ha llegado aquí a estas horas? — ¿Estás sola? ¡Entra ya! — no me fío de mis ruidosos vecinos, así que la empujo dentro y cierro la puerta tras echar un vistazo al húmedo y destrozado pasillo. Ella es una forastera, no me sorprendería que alguien la vendiese para conseguir comida.
Dejo la botella sobre la única mesa pequeña de madera que hay en mi pequeño monoambiente y la observo de pies a cabeza — Te ves horrible. ¿Dónde están los demás? ¿Dónde está Ben? — por lógica pregunto por su hermanastro, quien es el que siempre se adentra a los distritos. Otra opción es Seth, pero menos probable — No es que no me guste verte, Ava, pero no es normal que aparezcas aquí en medio de la noche. Los controles están de muerte — ojalá fuese solo una expresión.
Es tarde en la noche, así que el golpe en la puerta me toma por sorpresa y salto de la cama de tal forma que el bol de papas fritas se me cae con un estruendo, rodando del colchón y cayendo de inmediato al suelo. Bueno, no puedo pedir mucho si consideramos que no es un lecho en sí a falta del mueble, pero aún así el sonido hace retumbar mi cabeza dormida de tal forma que la tengo que sostener con ambas manos. No esperaba visitas ni tengo un turno pendiente, así que sospecho. ¿Serán clientes furtivos o alguien que ha decidido que es hora de molestar a la mujer que vive sola? El cinco es peligroso, pero todos saben que no deben meterse conmigo y tampoco me dan mucha importancia. El mío es un edificio en ruinas, apenas habitado, así que mi visitante ha venido con intención y no está simplemente probando suerte.
Observo la luz que ha quedado encendida, así que no puedo alegar el no estar en casa. Me arrastro por el suelo y tiro hacia abajo mi musculosa, tratando de cubrir mi ropa interior al menos un poco. Paso gateando entre paquetes de snacks, algunas latas vacías y una botella, hasta que agarro ésta por el pico y me pongo de pie, haciendo uso de mis puntas para no hacer ruido. Con cuidadoso andar, me acerco a la puerta y observo por la mirilla, casi soltando mi improvisada arma al reconocer el pelambre rubio del otro lado. Abro de un efusivo tirón y me lanzo a los brazos de Ava, estrechándola contra mí con un emotivo alivio — ¡¿Pero qué rayos haces aquí?! — exclamo, separándome para tomarla por uno de sus hombros para verla mejor. ¿Está herida, hay problemas o por qué demonios ha llegado aquí a estas horas? — ¿Estás sola? ¡Entra ya! — no me fío de mis ruidosos vecinos, así que la empujo dentro y cierro la puerta tras echar un vistazo al húmedo y destrozado pasillo. Ella es una forastera, no me sorprendería que alguien la vendiese para conseguir comida.
Dejo la botella sobre la única mesa pequeña de madera que hay en mi pequeño monoambiente y la observo de pies a cabeza — Te ves horrible. ¿Dónde están los demás? ¿Dónde está Ben? — por lógica pregunto por su hermanastro, quien es el que siempre se adentra a los distritos. Otra opción es Seth, pero menos probable — No es que no me guste verte, Ava, pero no es normal que aparezcas aquí en medio de la noche. Los controles están de muerte — ojalá fuese solo una expresión.
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Intento hacer memoria, porque no es como si yo tuviese televisión y todas las noticias las oigo mucho más tarde que el resto. Aún así, estoy segura de que jamás he oído de Cordelia Collingwood dentro de las novedades, al menos no desde hace dieciséis años — Nada. Estoy segura que es cosa solamente de ellos, porque sino lo hubiera sabido de alguna forma. Kenny habría dicho algo… — ella siempre está enterada de todo, al menos de lo importante. Si lo de Kendrick es secreto no debería saberlo, pero si el gobierno andaba buscando a alguien de esa índole de seguro me tendría que haber enterado aunque sea por su lado. Sacudo un poco la cabeza porque sé de dónde nace su duda, pero no estoy muy segura de cómo podría decir algo así — Sé que quizá es preocuparlos sin sentido alguno, pero una información como esta no debe ser guardada. Si Hans Powell o cualquiera del gobierno está detrás de los pasos de Kendrick, deberían saberlo. Quiero decir, si lo controlan de más será por su propio bien, ¿no? — que yo recuerde, Ken era un alma libre, pero a veces es mejor sacrificar ciertos lujos por el bien común.
Guardo silencio un momento y me inclino hacia ella para tomar una de sus manos entre las mías, buscando ser reconfortante. Incluso me obligo a una sonrisa que pretende ser dulce, aunque dudo mucho de que pueda disimular el vago temblor — Sabes que nadie va a tocar a Ken. Ninguno en el catorce dejaría que eso pasara — porque si algo he aprendido de mis tiempos viviendo allí, es que saben cómo funcionar como una comunidad unida, a pesar de todos los problemas que puedan haber incluso ahora. El resto de la noche, espero, es más tranquilizadora. Nada que unos chocolates, unos chismes y bromas no puedan solucionar, al menos por unas horas hasta volver a la realidad.
Guardo silencio un momento y me inclino hacia ella para tomar una de sus manos entre las mías, buscando ser reconfortante. Incluso me obligo a una sonrisa que pretende ser dulce, aunque dudo mucho de que pueda disimular el vago temblor — Sabes que nadie va a tocar a Ken. Ninguno en el catorce dejaría que eso pasara — porque si algo he aprendido de mis tiempos viviendo allí, es que saben cómo funcionar como una comunidad unida, a pesar de todos los problemas que puedan haber incluso ahora. El resto de la noche, espero, es más tranquilizadora. Nada que unos chocolates, unos chismes y bromas no puedan solucionar, al menos por unas horas hasta volver a la realidad.
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