OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
Cierre de Temas
The Mighty Fall
Registro General
Erik Haywood
It's a matter of blood [0.4]
Laurence B. Dickens
The Langdons [0.2]
Phoenix D. Langdon
Band of Blood [2.4]
Phoenix D. Langdon
Family with no name — 0-4
Birdie É. Barlowe
Little bróðir — 0.1
Syver A. Nygaard
Williams, Ezra Avery
The Mighty Fall
Gallagher, Cillian Brennan
The Mighty Fall
ÚLTIMOS
TEMAS
TEMAS
Muggles & Squibs
5000 G
5000 G
Extranjeros
4000 G
4000 G
Miembros de Defensa
5000 G
5000 G
Estudiantes
4000 G
4000 G
Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
01.09¿Quieren crearse un nuevo personaje? Aquí pueden encontrar las búsquedas de nuestros usuarios.
31.03No olviden revisar sus MP y pasar por el boletín oficial para ponerse al día con los sucesos de Neopanem.
31.03¡Hay nuevas habilidades disponibles! Podrán leer más sobre ellas aquí.
31.03Estudiantes, ¡los estamos buscando! Pasen a revisar nuestra nueva búsqueda Aquí.
Junio
El ambiente del taller en el ministerio es tan similar a mi lugar habitual de trabajo en el distrito 6, que puedo olvidar de a ratos que por fuera de este departamento hay oficinas a rebosar de funcionarios de traje, secretarios nerviosos, el ajetreo de personas moviendo sillas, golpeando sus escritorios con carpetas, abriendo y cerrando puertas, lechuzas trayendo correspondencia. Estoy dentro de mi coraza conocida, y si bien no tengo problemas de convivencia con mis colegas, trabajo sola. Supongo que nunca superé los cinco años y la frase de “yo puedo sola”.
La he dicho muchas veces desde que me metí en este trabajo, más veces de las dichas en el colegio, donde también optaba por tareas solitarias. Hasta que nos imponían los inevitables trabajos en equipo, entonces Riley fue mi grupo seguro. Dos cuentan como grupo. Cuando estábamos en tercer curso y especializándonos en ciencia, lo buscaba cada vez que nos tocaba hacer prácticas de laboratorio. Solo una vez me encontré sola en mi mesada y no le hablé 24 horas. Conté cada hora, porque así de rencorosa soy. Supongo que con el tiempo se convirtió en mi zona segura, y las chicas con tendencias irreflexivas las necesitamos. En el trabajo también elijo sentarme en su escritorio para debatir una idea y armar diseños. Me quedo con el dicho de científico loco conocido, a científicos extraños por conocer.
Giro una tercera vez en la silla, golpeteando mi barbilla con una escuadra. Esta no tiene rueditas, es una de esas con respaldo acolchado y patas que raspan las baldosas, está encantada para que pueda sentirme más cómoda. Se inclina un poco hacia atrás cuando recargo mi espalda contra el acolchado, y pienso en voz alta: —¿Sabías que los pangolines tienen músculos especiales para controlar sus escamas? No solo actúan como una coraza si se sienten amenazados. Si su atacante trata de meter una pata para romper sus escamas, las usa para rebanarle la pata… por bastardo—. La silla cae con un golpe seco cuando uso mi peso para devolver sus patas al suelo. —Es algo que solo recordé… ¿ya lo terminaste? — pregunto ansiosa, para que pueda compartir conmigo el diseño que está haciendo de un traje especial que pensó y motivo por el que estoy en su oficina, digamos, trabajando.
El ambiente del taller en el ministerio es tan similar a mi lugar habitual de trabajo en el distrito 6, que puedo olvidar de a ratos que por fuera de este departamento hay oficinas a rebosar de funcionarios de traje, secretarios nerviosos, el ajetreo de personas moviendo sillas, golpeando sus escritorios con carpetas, abriendo y cerrando puertas, lechuzas trayendo correspondencia. Estoy dentro de mi coraza conocida, y si bien no tengo problemas de convivencia con mis colegas, trabajo sola. Supongo que nunca superé los cinco años y la frase de “yo puedo sola”.
La he dicho muchas veces desde que me metí en este trabajo, más veces de las dichas en el colegio, donde también optaba por tareas solitarias. Hasta que nos imponían los inevitables trabajos en equipo, entonces Riley fue mi grupo seguro. Dos cuentan como grupo. Cuando estábamos en tercer curso y especializándonos en ciencia, lo buscaba cada vez que nos tocaba hacer prácticas de laboratorio. Solo una vez me encontré sola en mi mesada y no le hablé 24 horas. Conté cada hora, porque así de rencorosa soy. Supongo que con el tiempo se convirtió en mi zona segura, y las chicas con tendencias irreflexivas las necesitamos. En el trabajo también elijo sentarme en su escritorio para debatir una idea y armar diseños. Me quedo con el dicho de científico loco conocido, a científicos extraños por conocer.
Giro una tercera vez en la silla, golpeteando mi barbilla con una escuadra. Esta no tiene rueditas, es una de esas con respaldo acolchado y patas que raspan las baldosas, está encantada para que pueda sentirme más cómoda. Se inclina un poco hacia atrás cuando recargo mi espalda contra el acolchado, y pienso en voz alta: —¿Sabías que los pangolines tienen músculos especiales para controlar sus escamas? No solo actúan como una coraza si se sienten amenazados. Si su atacante trata de meter una pata para romper sus escamas, las usa para rebanarle la pata… por bastardo—. La silla cae con un golpe seco cuando uso mi peso para devolver sus patas al suelo. —Es algo que solo recordé… ¿ya lo terminaste? — pregunto ansiosa, para que pueda compartir conmigo el diseño que está haciendo de un traje especial que pensó y motivo por el que estoy en su oficina, digamos, trabajando.
Las inspiración viene de la necesidad o de los hongos, y para el agrado de muchos la última idea la tuve en el supermercado al escuchar a una mujer preocupada por la seguridad de su hijo en la academia de aurores. En primer lugar, creo que vive en una burbuja de fantasía si pretende que su "Pequeño Benjamin" no salga lastimado, pues es literalmente la profesión más peligrosa por la que podría haber optado. Y en segundo... creo que puedo solucionar ese problema.
Hay hechizos que nos dejan resentidos por días, como aquella vez en la que Billy Raynols me lanzó un confundus directo a la cabeza desde medio metro de distancia. Y hasta podría decirse que es la peor parte ya que el hechizo en sí puede anularse fácilmente. Y los aurores tienen que enfrentarse a ésto todos los días ya que pueden practicar todo lo que quieran pero de vez en cuando recibirán un encantamiento en los entrenamientos, y así y todo deben estar listos para el día siguiente. Pero la resaca del duelo tiene solución.
- Es bueno saber ese detalle... Mis pesadillas serán más realistas ahora que tengo esa información - respondo sin apartar la vista de la tableta en dónde estoy terminando mi dibujo - Pero no hay pangolín en el mundo que pueda con esto, será el mejor traje de todos - agrego poniendo a un lado algunos cálculos sobre distancia del hechizo y absorbancia del material - Ya termino - informo ajustando los últimos detalles y... ¡Perfecto!
Presiono el botón de compartir y rápidamente mi diseño aparece en la pantalla gigante del laboratorio - Te presento al Traje Absorbente Multiusos Para la Organización Nacional o TAMPON, un traje que absorbe todos los efectos del encantamiento que recibe, simula su efecto pero sin afectar el cuerpo en sí de la persona que lo lleve puesto - explico orgulloso de mi idea, ahora comienza su trabajo.
A medida que deslizo mis dedos por la tableta, la imagen se mueve en la gran pantalla mostrando cada uno de los ángulos del traje. Aquí hay magia combinada con nanotecnología, algo que sin duda llamará la atención de muchos y hasta podría ganar un premio de existir algo así en el Capitolio. No creo que nos lleve mucho terminarlo si ponemos manos a la obra, quizás no soy un experto en la parte mecánica pero de seguro podré ayudar a Lara con las cosas menos complicadas.
Hay hechizos que nos dejan resentidos por días, como aquella vez en la que Billy Raynols me lanzó un confundus directo a la cabeza desde medio metro de distancia. Y hasta podría decirse que es la peor parte ya que el hechizo en sí puede anularse fácilmente. Y los aurores tienen que enfrentarse a ésto todos los días ya que pueden practicar todo lo que quieran pero de vez en cuando recibirán un encantamiento en los entrenamientos, y así y todo deben estar listos para el día siguiente. Pero la resaca del duelo tiene solución.
- Es bueno saber ese detalle... Mis pesadillas serán más realistas ahora que tengo esa información - respondo sin apartar la vista de la tableta en dónde estoy terminando mi dibujo - Pero no hay pangolín en el mundo que pueda con esto, será el mejor traje de todos - agrego poniendo a un lado algunos cálculos sobre distancia del hechizo y absorbancia del material - Ya termino - informo ajustando los últimos detalles y... ¡Perfecto!
Presiono el botón de compartir y rápidamente mi diseño aparece en la pantalla gigante del laboratorio - Te presento al Traje Absorbente Multiusos Para la Organización Nacional o TAMPON, un traje que absorbe todos los efectos del encantamiento que recibe, simula su efecto pero sin afectar el cuerpo en sí de la persona que lo lleve puesto - explico orgulloso de mi idea, ahora comienza su trabajo.
A medida que deslizo mis dedos por la tableta, la imagen se mueve en la gran pantalla mostrando cada uno de los ángulos del traje. Aquí hay magia combinada con nanotecnología, algo que sin duda llamará la atención de muchos y hasta podría ganar un premio de existir algo así en el Capitolio. No creo que nos lleve mucho terminarlo si ponemos manos a la obra, quizás no soy un experto en la parte mecánica pero de seguro podré ayudar a Lara con las cosas menos complicadas.
Icono :
—Solo no metas tu pata entre las escamas de los pangolines. Esa es la moraleja de este cuento— digo y me encojo de hombros. No tiene que hacer de esta información inspiración para sus pesadillas, estaba aportando datos a su inteligencia. ¿Quién sabe cuándo podría serle útil? —Son criaturas adorables y, para que sepas, están en peligro de extinción. Me alegro por ellos de que busquen la manera de seguir sobreviviendo un par de décadas más—. Soy una defensora férrea de estos animales desde que mi patronus tomó su forma, y por supuesto, comparto con Riley todas las cosas raras que aprendo de ellos desde hace años.
Cuando me adelantó que estaba diseñando un traje especial de entrenamiento, pensé inmediatamente en los pangolines. Lo más sorprendente de sus escamas de defensa es que están hechas del mismo material que nuestras uñas, ¿no es extraordinario? Si la naturaleza es capaz de que algo aparentemente frágil pueda tener la resistencia y el filo como para cortar la piel de otro animal, ¿por qué no seríamos capaces con Riley de construir este traje? Desde hace tiempo que recibimos material del distrito textil en el que aplicamos tecnología que se reservaba para ordenadores hasta hace unos años. Es un trabajo más fino al que estoy acostumbrada, vengo del apacible y viejo distrito donde aprendemos a manejar autos voladores a una edad ilegal para conocer su funcionamiento y retocamos nuestras escobas desde los doce años para que mejoren en velocidad y resistencia al viento si vas volando en medio de una tormenta. Porque no eres un fanático real de las escobas si no vuelas en cada tormenta que se monta sobre el distrito.
Corriéndome un poco de mi campo de acción habitual, me apresto a escuchar la presentación de Riley de su idea, con toda la seriedad que se merece porque respeto el trabajo que se hace en este laboratorio. Me sonrío al oír el pomposo nombre y la reducción en siglas. Mi cara se debate entre reírme y seguir comportándome como una profesional. —Un nombre prometedor, muy… protector— lo digo con humor disimulado. —Basta el nombre para sentirme segura—. Me pican los ojos por el esfuerzo de reprimir con fuerza las carcajadas que tiemblan en mi pecho. Clavo mis codos en mis rodillas y me inclino hacia adelante en la silla. —Cuéntame más— pido. Las imágenes sirven para que visualice lo que pretende conseguir y lo que puedo aportar desde mi área. No puedo con mi genio, así que hago las preguntas estúpidas:— ¿Tiene bolsillos? ¿Se usa ropa interior debajo o sería como un traje de neopreno?
Cuando me adelantó que estaba diseñando un traje especial de entrenamiento, pensé inmediatamente en los pangolines. Lo más sorprendente de sus escamas de defensa es que están hechas del mismo material que nuestras uñas, ¿no es extraordinario? Si la naturaleza es capaz de que algo aparentemente frágil pueda tener la resistencia y el filo como para cortar la piel de otro animal, ¿por qué no seríamos capaces con Riley de construir este traje? Desde hace tiempo que recibimos material del distrito textil en el que aplicamos tecnología que se reservaba para ordenadores hasta hace unos años. Es un trabajo más fino al que estoy acostumbrada, vengo del apacible y viejo distrito donde aprendemos a manejar autos voladores a una edad ilegal para conocer su funcionamiento y retocamos nuestras escobas desde los doce años para que mejoren en velocidad y resistencia al viento si vas volando en medio de una tormenta. Porque no eres un fanático real de las escobas si no vuelas en cada tormenta que se monta sobre el distrito.
Corriéndome un poco de mi campo de acción habitual, me apresto a escuchar la presentación de Riley de su idea, con toda la seriedad que se merece porque respeto el trabajo que se hace en este laboratorio. Me sonrío al oír el pomposo nombre y la reducción en siglas. Mi cara se debate entre reírme y seguir comportándome como una profesional. —Un nombre prometedor, muy… protector— lo digo con humor disimulado. —Basta el nombre para sentirme segura—. Me pican los ojos por el esfuerzo de reprimir con fuerza las carcajadas que tiemblan en mi pecho. Clavo mis codos en mis rodillas y me inclino hacia adelante en la silla. —Cuéntame más— pido. Las imágenes sirven para que visualice lo que pretende conseguir y lo que puedo aportar desde mi área. No puedo con mi genio, así que hago las preguntas estúpidas:— ¿Tiene bolsillos? ¿Se usa ropa interior debajo o sería como un traje de neopreno?
No soy un explorador. De hecho mis viajes se limitan a ir del 3 al Capitolio y vuelta, con ocasionales visitas al 6 para pasar por la casa de Lara. Lo que quiero decir es que nunca en la vida ví un pangolín más que en las fotos que me ha mostrado mi amiga, y dudo hacerlo algún día. Pero es interesante aprender algo nuevo, sobre todo algo que puedo aplicar a mi vida de alguna forma, metafóricamente - Intentaré aprender de ellos, la próxima vez que alguien intente robarme algo en la calle, le morderé el dedo - bromeo con media sonrisa.
El rostro de Lara comienza a hacer muestras extrañas y por un momento temo que le esté agarrando una especie de ataque. La observo sin decir una palabra más hasta quedarme tranquilo y luego sigo con mi presentación sumando la respuesta a sus preguntas - Solo uno pequeño para la varita y como de neopreno, no creo que sea conveniente usar ropa interior - me encojo de hombros hablando desde la experiencia propia - La idea es que resulte cómodo y la ropa interior siempre resta - completo la idea. De no ser por la presión social, no la usaría.
-Trabajaremos con nanotecnología, mezclándola entre las fibras del traje - comento dejando la tableta a un lado para ir en busca de los lentes especiales aumentados con magia que usaremos. En realidad son bastante cool, como tener microscopios pegados a los ojos - ¿Crees poder trabajar en miniatura? - pregunto con una sonrisa a modo de broma ¡Claro que puede! Es la mejor mecánica de todo Neopanem.
Camino con pasos largos hacia la mesa en la que trabajaremos y llevo conmigo un maletín con los materiales necesarios para nuestro diseño. Debo admitir que ésto si es un poco costoso y que si al final no resulta tendremos serios problemas por haber atentado de esta forma contra el presupuesto. Pero el que no arriesga, no gana.
-Antes parecías... agitada por algo - comento sin poder aguantar más la curiosidad - Cuando comencé a explicar el proyecto - aclaro mirándola de reojo - ¿Crees que no funcionará?
El rostro de Lara comienza a hacer muestras extrañas y por un momento temo que le esté agarrando una especie de ataque. La observo sin decir una palabra más hasta quedarme tranquilo y luego sigo con mi presentación sumando la respuesta a sus preguntas - Solo uno pequeño para la varita y como de neopreno, no creo que sea conveniente usar ropa interior - me encojo de hombros hablando desde la experiencia propia - La idea es que resulte cómodo y la ropa interior siempre resta - completo la idea. De no ser por la presión social, no la usaría.
-Trabajaremos con nanotecnología, mezclándola entre las fibras del traje - comento dejando la tableta a un lado para ir en busca de los lentes especiales aumentados con magia que usaremos. En realidad son bastante cool, como tener microscopios pegados a los ojos - ¿Crees poder trabajar en miniatura? - pregunto con una sonrisa a modo de broma ¡Claro que puede! Es la mejor mecánica de todo Neopanem.
Camino con pasos largos hacia la mesa en la que trabajaremos y llevo conmigo un maletín con los materiales necesarios para nuestro diseño. Debo admitir que ésto si es un poco costoso y que si al final no resulta tendremos serios problemas por haber atentado de esta forma contra el presupuesto. Pero el que no arriesga, no gana.
-Antes parecías... agitada por algo - comento sin poder aguantar más la curiosidad - Cuando comencé a explicar el proyecto - aclaro mirándola de reojo - ¿Crees que no funcionará?
Icono :
—Me alegra que tomes en serio las enseñanzas de vida de los pangolines— murmuro y mi sonrisa se queda en mis labios, acentuándose hasta casi romperse en carcajadas cuando la conversación se centra en el proyecto que ideó Riley y su particular seriedad me cohíbe de intentar reírme. Sus contestaciones son directas, honestas. Está evaluando la funcionalidad del traje, no bromeando conmigo y sé que tiene un fundamento para cada cosa que dice. Donde otra persona podría ver a un científico abstraído en una idea, yo veo a mi amigo emocionado por algo a lo que debe de haber dado vueltas muchas noches, deambulando por su casa. Estoy dentro de esto, de la emoción que me comparte. —Con bolsillo, sin ropa interior. Tomo nota mental— digo. Definitivamente estoy dentro de esto.
Lo veo hacerse con todos los accesorios que indican que vamos a ponernos a trabajar y camino hasta la mesa donde podremos acomodarlo todo. Escucho su pregunta y eso me incita a arrastrar una silla ruidosamente en vez de usar magia o un modo más amable de moverla. Me siento con un golpe seco que se escucha fuerte. Su pregunta me ofende. —No lo sé. Pero puedo ir a buscar mis apuntes del Royal si quieres— bufo a su broma. Pero no estoy en verdad enojada, no podría estarlo con Riley. Estoy otra vez conteniendo una sonrisa, los dedos me cosquillean por empezar. Ese momento se ve retrasado porque vuelve sobre mi actitud de unos minutos antes. ¿En serio? Me da mucha pena admitir que estaba a punto de reírme, porque no quiero que piense que era por la idea en sí. La idea es genial. —No tiene nada que ver con eso, Riley. Por supuesto que funcionará— le digo convencida de mis palabras.
Me parece bueno poder hacer un aporte al colegio donde estudiamos, a que los chicos también se vean beneficiados de lo que armamos en este departamento, después de todo serán quienes determinarán nuestro futuro. Los estudiantes que se forman como aurores en especial, nunca tendrán un entrenamiento que les asegure la vida porque el mundo está lleno de gente que se arriesga hasta las últimas instancias cuando cree que su acto tiene un fundamento. Gente loca o todo lo contrario, gente tan cuerda, tan racional en sus decisiones. La razón fría puede llevar a cometer los peores crímenes. No son pensamientos que quiera compartir con Riley, es como si estuviéramos demasiado lejos de todo eso. —Solo una cosa— digo, me coloco mis gafas mientras tanto para evadir su mirada. —Cuando toque presentar el proyecto, te concedo el honor. Se te da mejor hablar en público— carraspeo. Me avergonzaré a mí misma si me río delante de la ministra de educación, por ejemplo. —Si esto funciona y los chicos del colegio usan este uniforme, podrías pedir un extra sobre tu salario y gastárnoslo en los suburbios del distrito 12— digo a modo de chiste.
Lo veo hacerse con todos los accesorios que indican que vamos a ponernos a trabajar y camino hasta la mesa donde podremos acomodarlo todo. Escucho su pregunta y eso me incita a arrastrar una silla ruidosamente en vez de usar magia o un modo más amable de moverla. Me siento con un golpe seco que se escucha fuerte. Su pregunta me ofende. —No lo sé. Pero puedo ir a buscar mis apuntes del Royal si quieres— bufo a su broma. Pero no estoy en verdad enojada, no podría estarlo con Riley. Estoy otra vez conteniendo una sonrisa, los dedos me cosquillean por empezar. Ese momento se ve retrasado porque vuelve sobre mi actitud de unos minutos antes. ¿En serio? Me da mucha pena admitir que estaba a punto de reírme, porque no quiero que piense que era por la idea en sí. La idea es genial. —No tiene nada que ver con eso, Riley. Por supuesto que funcionará— le digo convencida de mis palabras.
Me parece bueno poder hacer un aporte al colegio donde estudiamos, a que los chicos también se vean beneficiados de lo que armamos en este departamento, después de todo serán quienes determinarán nuestro futuro. Los estudiantes que se forman como aurores en especial, nunca tendrán un entrenamiento que les asegure la vida porque el mundo está lleno de gente que se arriesga hasta las últimas instancias cuando cree que su acto tiene un fundamento. Gente loca o todo lo contrario, gente tan cuerda, tan racional en sus decisiones. La razón fría puede llevar a cometer los peores crímenes. No son pensamientos que quiera compartir con Riley, es como si estuviéramos demasiado lejos de todo eso. —Solo una cosa— digo, me coloco mis gafas mientras tanto para evadir su mirada. —Cuando toque presentar el proyecto, te concedo el honor. Se te da mejor hablar en público— carraspeo. Me avergonzaré a mí misma si me río delante de la ministra de educación, por ejemplo. —Si esto funciona y los chicos del colegio usan este uniforme, podrías pedir un extra sobre tu salario y gastárnoslo en los suburbios del distrito 12— digo a modo de chiste.
Aprieto los dientes fuerte cuando mueve la silla pues el sonido es sumamente molesto. Debo admitir que la odio por esos cortos segundos pero es lo que me gano por bromear con esa pregunta. Ella puede, yo puedo, es lo que funciona entre nosotros ¡Somos fantásticos! Aunque, al menos yo, no lo digo mucho en voz alta. No es muy inteligente andar alardeando pues cuando las cosas salen mal todos aprovechan para hacerte sentir miserable. Lo aprendí viendo a mi padre fracasar en algunas ocasiones, de las pocas veces que sentí lástima por él.
- Por favor, como si fueran a enseñar a hacer estas cosas en el Royal - no es que menosprecie el trabajo de los profesores pero ésto es otro nivel. No hay apunte ni libro que nos pueda ayudar, todo magia e imaginación, la forma más divertida de trabajar - Hice bien los cálculos y la teoría es sólida, solo falta armarlo y probarlo - comento para convencerla más de que funcionará. Pero si no era por eso ¿Entonces qué? - ¿Es una de esas situaciones en las que soy gracioso sin querer serlo?- pregunto ya con las manos ocupadas en la tarea. Me está pasando mucho últimamente y decidí tomarlo como algo bueno, aunque claro que preferiría contar chistes siendo consciente de ellos.
Tomo las minipinzas pero casi se caen de mis manos cuando escucho que prefiere que yo presente el proyecto. Una de las cosas buenas de trabajar con ella es que no tengo que cargar con toda la presión en esa clase de cosas ¡No puede quitármelo! Hasta me dan ganas de ser sarcástico al respecto y lo haría de ser bueno en ello - No quiero otra casa en el distrito 12, ya tengo una casa en el 3 demasiado grande para mí... Un momento ¿El 12 no está abandonado? - pregunto confundido. Claro, otra broma.
Hace tiempo que no hago algo que pueda resultar en una producción en masa. Creo que me he concentrado demasiado en los trabajos de uso ministerial y olvidé lo que se siente poder ayudar a las personas comunes y corrientes que se levantan todos los días a hacer algo distinto que sentarse detrás de un escritorio a dar órdenes. Siempre digo que me gusta estar presente cuando estrenan mis ideas pero ésta no puedo perdérmela, quiero estar en el primer entrenamiento y responder a la pregunta que seguramente vendrá por parte de algún adolescente bobo "¿Resiste el avada kedavra?" "No encontramos voluntarios para probarlo, niño".
- Por favor, como si fueran a enseñar a hacer estas cosas en el Royal - no es que menosprecie el trabajo de los profesores pero ésto es otro nivel. No hay apunte ni libro que nos pueda ayudar, todo magia e imaginación, la forma más divertida de trabajar - Hice bien los cálculos y la teoría es sólida, solo falta armarlo y probarlo - comento para convencerla más de que funcionará. Pero si no era por eso ¿Entonces qué? - ¿Es una de esas situaciones en las que soy gracioso sin querer serlo?- pregunto ya con las manos ocupadas en la tarea. Me está pasando mucho últimamente y decidí tomarlo como algo bueno, aunque claro que preferiría contar chistes siendo consciente de ellos.
Tomo las minipinzas pero casi se caen de mis manos cuando escucho que prefiere que yo presente el proyecto. Una de las cosas buenas de trabajar con ella es que no tengo que cargar con toda la presión en esa clase de cosas ¡No puede quitármelo! Hasta me dan ganas de ser sarcástico al respecto y lo haría de ser bueno en ello - No quiero otra casa en el distrito 12, ya tengo una casa en el 3 demasiado grande para mí... Un momento ¿El 12 no está abandonado? - pregunto confundido. Claro, otra broma.
Hace tiempo que no hago algo que pueda resultar en una producción en masa. Creo que me he concentrado demasiado en los trabajos de uso ministerial y olvidé lo que se siente poder ayudar a las personas comunes y corrientes que se levantan todos los días a hacer algo distinto que sentarse detrás de un escritorio a dar órdenes. Siempre digo que me gusta estar presente cuando estrenan mis ideas pero ésta no puedo perdérmela, quiero estar en el primer entrenamiento y responder a la pregunta que seguramente vendrá por parte de algún adolescente bobo "¿Resiste el avada kedavra?" "No encontramos voluntarios para probarlo, niño".
Icono :
Tengo la risa fácil, lo sé. Con el temperamento que tengo, reírme ayudó un montón de veces para calmar el enojo o paliar la tristeza. Cuando no me sonrío es que las cosas se ponen feas, cuando no encuentro humor al que recurrir para sobreponerme a una situación que me desestabiliza. No sonreí cuando papá murió, durante meses no lo hice. Con mamá encontramos la manera de volver a hacerlo. Y con Riley lo hago tan seguido desde que lo conozco, que son infinitas de contar las ocasiones en que me encuentro sonriendo a su lado y él ni siquiera sabe qué dijo algo para provocar esa reacción. No quiero que lo vea como algo negativo de su persona, de ningún modo quiero que confunda mis risas con las de algunos chicos del colegio que no lograban entenderlo. Ni a mí tampoco, si vamos al caso. También tuve mi cuota de risas burlonas. Y les devolví en cuotas de pantorrillas moradas por los puntapiés que les lanzaba. Estábamos en el grupo de los raros, vamos. —Solo siendo tú, Riley— le contesto. —Y nunca me aburro contigo.
Me acomodo con los brazos cruzados sobre la mesa, recostando mi peso en el mueble para inclinarme un poco hacia adelante. —En el distrito 12 está el mercado más grande de Neopanem y puedes comprar allí lo que tu mente alcance a imaginar—. Puedo usar otros calificativos para describirlo que no se escucharían bien dentro de un laboratorio del ministerio, ese lugar se sostiene entre los pilares de lo legal y lo ilegal, creo que es el único donde todas las almas pueden encontrarse porque a todos les da curiosidad o sienten el deseo de descender al infierno por unas horas. Y yo queriendo llevar a ese sitio a mi amigo. —Era una broma—. Sí, la paranoia de que hay micrófonos por todos lados vuelve. —Jamás te llevaría a un sitio así—. O sí. —Te cuido, ¿lo sabes, verdad? Soy tu propio traje hecho con escamas de pangolín.
Regreso mi atención al diseño con esas palabras dichas, que no tiene caso fantasear con el dinero que esto pueda dar a Riley hasta que lo tengamos terminado. Reacomodo las gafas sobre mi frente para pasar en limpio algunas ideas en un pergamino que tengo cerca, mientras reviso los materiales que tenemos al alcance de la mano, y aunque me demoro un poco más que mi compañero en comenzar, no lo hago hasta asegurar un par de detalles. Juego con una de las minipinzas entre mis dedos y miro a mi amigo: —Riley, no creo que este traje pueda usarse más de una vez. Será como un guante de latex, de un único uso— digo de pronto. —Hay tejidos resistentes, pero no invencibles. Como las capas de invisibilidad que funcionan una fracción de tiempo, o en este caso, hasta cierto nivel de exposición de magia. Después será solo tela—. Vuelvo a apoyarme sobre la mesa con los brazos. —Y es bueno ser claros en esto. Me habías adelantado que sería para estudiantes, para que entrenaran…— creí recordar, es decir, fijé esa idea en mi mente. —Yo no se lo daría a un auror. Memento mori, recuerda que eres mortal. Es bueno que ellos no pierdan de vista eso, en ningún momento.
Me acomodo con los brazos cruzados sobre la mesa, recostando mi peso en el mueble para inclinarme un poco hacia adelante. —En el distrito 12 está el mercado más grande de Neopanem y puedes comprar allí lo que tu mente alcance a imaginar—. Puedo usar otros calificativos para describirlo que no se escucharían bien dentro de un laboratorio del ministerio, ese lugar se sostiene entre los pilares de lo legal y lo ilegal, creo que es el único donde todas las almas pueden encontrarse porque a todos les da curiosidad o sienten el deseo de descender al infierno por unas horas. Y yo queriendo llevar a ese sitio a mi amigo. —Era una broma—. Sí, la paranoia de que hay micrófonos por todos lados vuelve. —Jamás te llevaría a un sitio así—. O sí. —Te cuido, ¿lo sabes, verdad? Soy tu propio traje hecho con escamas de pangolín.
Regreso mi atención al diseño con esas palabras dichas, que no tiene caso fantasear con el dinero que esto pueda dar a Riley hasta que lo tengamos terminado. Reacomodo las gafas sobre mi frente para pasar en limpio algunas ideas en un pergamino que tengo cerca, mientras reviso los materiales que tenemos al alcance de la mano, y aunque me demoro un poco más que mi compañero en comenzar, no lo hago hasta asegurar un par de detalles. Juego con una de las minipinzas entre mis dedos y miro a mi amigo: —Riley, no creo que este traje pueda usarse más de una vez. Será como un guante de latex, de un único uso— digo de pronto. —Hay tejidos resistentes, pero no invencibles. Como las capas de invisibilidad que funcionan una fracción de tiempo, o en este caso, hasta cierto nivel de exposición de magia. Después será solo tela—. Vuelvo a apoyarme sobre la mesa con los brazos. —Y es bueno ser claros en esto. Me habías adelantado que sería para estudiantes, para que entrenaran…— creí recordar, es decir, fijé esa idea en mi mente. —Yo no se lo daría a un auror. Memento mori, recuerda que eres mortal. Es bueno que ellos no pierdan de vista eso, en ningún momento.
Bueno, la gente dice que se va madurando con la edad así que creo que es normal haber desarrollado la habilidad de hacer reír a los demás con el simple hecho de ser yo. Podría interpretarlo como burlas hacia mi persona pero no creo que sea el caso. Además, no veo nada de malo en sacar un par de risas hasta podría convertirse en un motivo para sonreír yo también - Odiaría aburrirte - respondo observándola de lado. No solo no mostrando esta nueva faceta, sino no pudiendo presentarle proyectos interesantes que pueda hacer realidad.
Sé que en el distrito 12 hay un gran mercado pero hace más de 20 años que no pongo los ojos en el lugar. De hecho mi dealer consigue los productos allí, no los hongos ya que esos son cosa mía y de mi pequeño invernadero, pero sí las drogas sintéticas y opioides que intento no consumir muy de seguido ya que son mucho más adictivos, solo en ocasiones especiales en las que el mundo resulta demasiado para mí... Hace mucho que no ocurre, pero me gusta estar preparado.
-Con este traje nadie tendrá que cuidar a nadie - remarco pues odio a idea de no poder protegerla a ella como ella lo hace conmigo. Cada uno usa lo que tiene para defenderse, yo tengo mi cerebro, y creo que jamás se me ha ocurrido algo tan brillante como para conseguir una ventaja en una pelea de varitas. Cada vez me resulta más tentadora la idea de jugar un rato con los trajes antes de presentarlos... Solo hechizos de cosquillas y nada que me deje de cabeza, por supuesto.
Se me cae el alma al suelo cuando escucho lo que dice Lara sobre la durabilidad del producto. Tiene un punto pero no podemos hacer que sean descartables ya que eso requeriría una increíble suma de dinero y el ministerio no lo aprobaría ni en el más bello de mis sueños. Es un problema ya que la tela queda expuesta todo el tiempo y no importa cuanta magia haya abajo absorbiendo los golpes, ésta se desgastará, aún teniendo un escudo de magia sobre ella.
- Tampoco creo que se pueda lavar en lavadora - respondo soltando todo sobre la mesa para dejarme caer sobre la silla - Podríamos construirlo en dos partes, una fija con las piezas más costosas y una descartable - propongo tranquilizándome un poco. Bueno, no ha sido tan difícil encontrar una solución - Tendremos que probar cuánto tiempo dura la tela y así vender solo la cubierta para cuando se termine la cantidad de usos... Como la funda de una almohada.- explico con la cejas en alto. Eso requerirá un par de cambios en los planos pero nada que nos vaya a retrasar demasiado tiempo.
Sé que en el distrito 12 hay un gran mercado pero hace más de 20 años que no pongo los ojos en el lugar. De hecho mi dealer consigue los productos allí, no los hongos ya que esos son cosa mía y de mi pequeño invernadero, pero sí las drogas sintéticas y opioides que intento no consumir muy de seguido ya que son mucho más adictivos, solo en ocasiones especiales en las que el mundo resulta demasiado para mí... Hace mucho que no ocurre, pero me gusta estar preparado.
-Con este traje nadie tendrá que cuidar a nadie - remarco pues odio a idea de no poder protegerla a ella como ella lo hace conmigo. Cada uno usa lo que tiene para defenderse, yo tengo mi cerebro, y creo que jamás se me ha ocurrido algo tan brillante como para conseguir una ventaja en una pelea de varitas. Cada vez me resulta más tentadora la idea de jugar un rato con los trajes antes de presentarlos... Solo hechizos de cosquillas y nada que me deje de cabeza, por supuesto.
Se me cae el alma al suelo cuando escucho lo que dice Lara sobre la durabilidad del producto. Tiene un punto pero no podemos hacer que sean descartables ya que eso requeriría una increíble suma de dinero y el ministerio no lo aprobaría ni en el más bello de mis sueños. Es un problema ya que la tela queda expuesta todo el tiempo y no importa cuanta magia haya abajo absorbiendo los golpes, ésta se desgastará, aún teniendo un escudo de magia sobre ella.
- Tampoco creo que se pueda lavar en lavadora - respondo soltando todo sobre la mesa para dejarme caer sobre la silla - Podríamos construirlo en dos partes, una fija con las piezas más costosas y una descartable - propongo tranquilizándome un poco. Bueno, no ha sido tan difícil encontrar una solución - Tendremos que probar cuánto tiempo dura la tela y así vender solo la cubierta para cuando se termine la cantidad de usos... Como la funda de una almohada.- explico con la cejas en alto. Eso requerirá un par de cambios en los planos pero nada que nos vaya a retrasar demasiado tiempo.
Icono :
—No tienes que esforzarte mucho— contesto, le dije que me bastaba con que fuera así como es, puede ser conmigo como nunca se animaría a ser siquiera delante de su espejo y yo estaría ahí para él. Es un convencimiento que reafirmo con cada año que pasa, con cada experiencia en la que me demuestra que es cierto que el aburrimiento es un imposible si combinamos nuestras mentes en una idea. Riley es mi certeza de que las personas indicadas no se encuentran doblando en una esquina, sino que los compañeros se hacen con tiempo y fue conquistando mi confianza con trabajo.
A cambio le entrego todo lo que tengo para defenderlo a él también en el mundo, lo hice mi amigo y soy responsable de su bienestar, de que nada lo golpee demasiado fuerte, porque puedo identificar que debajo de esa mente brillante capaz de diagramar mil salidas para evadir un daño, hay un hombre que puede ser lastimado por lo inevitable. —Siempre necesitamos de alguien que nos cuide— murmuro como dicho al aire, siendo sincera pienso más en él que en mí cuando digo eso. Puede que peque un poco de creerme capaz de protegerme y de proteger a otros, pura fachada que Riley me ayuda a sostener con su aprecio leal y es que deja que me crea que soy cada vez más fuerte, cada vez más invulnerable. Y que esa energía puedo convertirla en magia para un traje.
Si, bien, no me creo lo suficiente ciertas mentiras que me cuento como para creer esto. Ningún escudo, traje o encantamiento es absolutamente infalible. La filosofía mundana que hay detrás del montaje mecánico de las cosas que nos rodean. Me siento un poco mal, abuso del derecho de amiga en esta situación de colegas para ser franca. Nunca me ha gustado ser quien le tiene que señalar a Riley una crítica que pueda ser tomada como desaprobación, y aún no encuentro la fórmula que otros promulgan de lo que llaman “críticas constructivas”. Solo remarco el aspecto negativo, no le ofrezco a cambio una solución. La encuentra por su parte, lo que me dice que hice bien al dar mi comentario, porque las ideas se fortalecen cuando son expuestas a cuestionamientos.
—¿Estás seguro? — inquiero. —Ahora tendré que trabajar doble, no tendría que haber dicho nada— trato de hacerlo más llevadero con una broma. Retomo las herramientas para probar un modelo de lo que sería esa cubierta reemplazable. —Solía ver trajes en viejos comics— esto no lo diría nunca ante nadie más, porque es remontarse a la época de los Black y a una vida de hábitos muggles— que tenían un gema en el pecho, funcionaba a veces como una especie de talismán. Una pieza de joyería, nada elegante. Solo un talismán que dotaba al traje de sus superpoderes y cuando el talismán se retiraba, era pura tela. Una pieza que al fin y al cabo es reemplazable— le describo, para ver si sigue mi punto o lo ve inviable.
A cambio le entrego todo lo que tengo para defenderlo a él también en el mundo, lo hice mi amigo y soy responsable de su bienestar, de que nada lo golpee demasiado fuerte, porque puedo identificar que debajo de esa mente brillante capaz de diagramar mil salidas para evadir un daño, hay un hombre que puede ser lastimado por lo inevitable. —Siempre necesitamos de alguien que nos cuide— murmuro como dicho al aire, siendo sincera pienso más en él que en mí cuando digo eso. Puede que peque un poco de creerme capaz de protegerme y de proteger a otros, pura fachada que Riley me ayuda a sostener con su aprecio leal y es que deja que me crea que soy cada vez más fuerte, cada vez más invulnerable. Y que esa energía puedo convertirla en magia para un traje.
Si, bien, no me creo lo suficiente ciertas mentiras que me cuento como para creer esto. Ningún escudo, traje o encantamiento es absolutamente infalible. La filosofía mundana que hay detrás del montaje mecánico de las cosas que nos rodean. Me siento un poco mal, abuso del derecho de amiga en esta situación de colegas para ser franca. Nunca me ha gustado ser quien le tiene que señalar a Riley una crítica que pueda ser tomada como desaprobación, y aún no encuentro la fórmula que otros promulgan de lo que llaman “críticas constructivas”. Solo remarco el aspecto negativo, no le ofrezco a cambio una solución. La encuentra por su parte, lo que me dice que hice bien al dar mi comentario, porque las ideas se fortalecen cuando son expuestas a cuestionamientos.
—¿Estás seguro? — inquiero. —Ahora tendré que trabajar doble, no tendría que haber dicho nada— trato de hacerlo más llevadero con una broma. Retomo las herramientas para probar un modelo de lo que sería esa cubierta reemplazable. —Solía ver trajes en viejos comics— esto no lo diría nunca ante nadie más, porque es remontarse a la época de los Black y a una vida de hábitos muggles— que tenían un gema en el pecho, funcionaba a veces como una especie de talismán. Una pieza de joyería, nada elegante. Solo un talismán que dotaba al traje de sus superpoderes y cuando el talismán se retiraba, era pura tela. Una pieza que al fin y al cabo es reemplazable— le describo, para ver si sigue mi punto o lo ve inviable.
Frunzo el ceño pues me consta que no todas las personas necesitan a alguien que los cuide, se las arreglan solos y en situaciones peores a la mía. Es algo personal, por algo mi padre no deja de insistir con que tenga un esclavo y Lara me visita en casa cuando paso demasiado tiempo sin enviarle mensajes o cruzarnos en el trabajo, es como si estuviesen esperando a que algo malo ocurra. Admito que les he dado razones en el pasado para encender ese sentido de alerta pero hace mucho que no ocurre un incidente, al punto de que veo a mi sanadora de confianza solo en reuniones sociales pactadas y no en visitas de urgencia al hospital - No deberíamos, al final siempre estamos solos - eso ha salido un poco más amargado de lo que esperaba, pero supongo que así lo siento.
Hay muchos de mis experimentos de los que no estoy seguro, juego al límite de lo posible e imposible y cruzo los dedos para que mis teorías encajen con la realidad. Pero ésto es algo bastante sencillo como para dudar de ello, así que le dedico una mirada de desaprobación a Lara y algo tarde comprendo que está bromeando. Decido no decir nada al respecto y con un lápiz en la mano voy corrigiendo algunas de las ecuaciones pues será mejor hacer los cálculos sin el espesor de la tela ya que se estará cambiando constantemente y, conociendo el negocio, probablemente salgan distintos modelos, tamaños y colores... Demasiadas variables que habrá que dejar fuera del modelo original.
- No podemos poner un talismán, sería pequeño y adaptable a cualquier objeto, en manos equivocadas sería peligroso - respondo sin apartar los ojos del papel. A decir verdad me sorprendo a mí mismo con esta respuesta pues hasta hace no mucho ésa clase de cosas me daban igual y ahora hasta lo siento como algo importante, supongo que las conversaciones con mis superiores me han abierto los ojos respecto a algunas cosas.
- Y esto será usado por jóvenes - Lara misma tuvo sus momentos oscuros en la adolescencia - Será mejor que se pueda usar como traje y nada más, que nadie haga locuras - son cosas que hay que tener en cuenta pues si no lo hacemos ahora, rebotarán el proyecto en el futuro y podremos verlo en el mercado para cuando seamos dos ancianos llenos de canas - ¿Empezamos? - pregunto un poco más apagado de lo esperado. No puedo negar que tener en cuenta tantas cosas hace que el trabajo sea un poco más aburrido y limitante.
Hay muchos de mis experimentos de los que no estoy seguro, juego al límite de lo posible e imposible y cruzo los dedos para que mis teorías encajen con la realidad. Pero ésto es algo bastante sencillo como para dudar de ello, así que le dedico una mirada de desaprobación a Lara y algo tarde comprendo que está bromeando. Decido no decir nada al respecto y con un lápiz en la mano voy corrigiendo algunas de las ecuaciones pues será mejor hacer los cálculos sin el espesor de la tela ya que se estará cambiando constantemente y, conociendo el negocio, probablemente salgan distintos modelos, tamaños y colores... Demasiadas variables que habrá que dejar fuera del modelo original.
- No podemos poner un talismán, sería pequeño y adaptable a cualquier objeto, en manos equivocadas sería peligroso - respondo sin apartar los ojos del papel. A decir verdad me sorprendo a mí mismo con esta respuesta pues hasta hace no mucho ésa clase de cosas me daban igual y ahora hasta lo siento como algo importante, supongo que las conversaciones con mis superiores me han abierto los ojos respecto a algunas cosas.
- Y esto será usado por jóvenes - Lara misma tuvo sus momentos oscuros en la adolescencia - Será mejor que se pueda usar como traje y nada más, que nadie haga locuras - son cosas que hay que tener en cuenta pues si no lo hacemos ahora, rebotarán el proyecto en el futuro y podremos verlo en el mercado para cuando seamos dos ancianos llenos de canas - ¿Empezamos? - pregunto un poco más apagado de lo esperado. No puedo negar que tener en cuenta tantas cosas hace que el trabajo sea un poco más aburrido y limitante.
Icono :
Percibo esa nota melancólica en Riley que no me agrada, carga de pesadez sus palabras siguientes y me provocan una angustia por reflejo que detienen mis manos en lo que estoy haciendo, lo miro como si fuera un imposible abrazarlo a pesar de que lo hago millones de veces. Es solo que por un momento lo siento tan lejano, yo también siento como si me alejara en un extremo opuesto, porque hay una parte de nosotros que permanece en nuestra reserva y pese a que corramos para encontrar al otro, una fuerza invisible nos aparta. Riley tiene su mundo personal, como yo tengo el mío, y si bien nos hicimos amigos por sentirnos solos, raros, nunca pudimos desprendernos del todo de esto. Busco su pie debajo de la mesa para patearlo y le sonrío por encima de los aparatos que tenemos entre nosotros. —¿Y si armamos una máquina copiadora de personas? Haré veinticuatro Laras para ti y todas te acompañaran una hora cada día— digo. Es una idea absurda para rellenar el vacío de pesado silencio que sigue a la idea de que volvamos a estar solos como en un principio.
Coloco los codos sobre la mesa y muevo una escuadra en el aire, para explicarme: —Estaba pensando en un hechizo de adhesión. Sería una pieza reemplazable para los diseñadores de los trajes, no para los estudiantes en sí…— golpeteo la regla contra mi mentón. —Siguen siendo detalles cuestionables— coincido con él, que rechaza la posibilidad de usar talismanes. La mención a que podría ser un peligro en manos equivocadas, evado con un indiferente gesto de reacomodar un mechón de mi cabello detrás de la oreja. —Será usado por jóvenes, en habitaciones controladas por sus profesores, espero. Los jóvenes, ya sabemos, pueden ser un tanto…— busco su mirada para salvar la complicidad que solemos tener —temerarios—. Ladeo mi sonrisa, porque no recuerdo haber sido una chica que se escondiera del tumulto adolescente.
» Así que, ¿te gustaría probar primero antes que nadie este traje? — le sugiero para ver que recupere el ánimo en el proyecto. —Podrás ser un superhéroe por una hora y yo te lanzaré todos los hechizos más estrambóticos que se me ocurran— me ofrezco para cumplir con mi deber de amiga. Pero como dio la orden implícita de que nos pongamos a trabajar en el diseño, termino de reunir lo que necesito para seguir su ritmo, que nos esperan unas buenas horas de prueba y error hasta dar con el modelo que pueda servir de prueba y a partir de ahí trabajar aún más por obtener un definitivo que sirva de muestra para que la idea se venda. La emoción de comenzar tiene que ser sostenida el tiempo que tarda en hacerse realidad un proyecto, y en este sentido, me va mejor cuando colaboro con alguien más. Tengo un poco de recelo con mis propias iniciativas. —¿De qué color te gustaría tu traje?— le pregunto, mientras comparo unas muestras de tela y le sonrío aún más ancho.
Coloco los codos sobre la mesa y muevo una escuadra en el aire, para explicarme: —Estaba pensando en un hechizo de adhesión. Sería una pieza reemplazable para los diseñadores de los trajes, no para los estudiantes en sí…— golpeteo la regla contra mi mentón. —Siguen siendo detalles cuestionables— coincido con él, que rechaza la posibilidad de usar talismanes. La mención a que podría ser un peligro en manos equivocadas, evado con un indiferente gesto de reacomodar un mechón de mi cabello detrás de la oreja. —Será usado por jóvenes, en habitaciones controladas por sus profesores, espero. Los jóvenes, ya sabemos, pueden ser un tanto…— busco su mirada para salvar la complicidad que solemos tener —temerarios—. Ladeo mi sonrisa, porque no recuerdo haber sido una chica que se escondiera del tumulto adolescente.
» Así que, ¿te gustaría probar primero antes que nadie este traje? — le sugiero para ver que recupere el ánimo en el proyecto. —Podrás ser un superhéroe por una hora y yo te lanzaré todos los hechizos más estrambóticos que se me ocurran— me ofrezco para cumplir con mi deber de amiga. Pero como dio la orden implícita de que nos pongamos a trabajar en el diseño, termino de reunir lo que necesito para seguir su ritmo, que nos esperan unas buenas horas de prueba y error hasta dar con el modelo que pueda servir de prueba y a partir de ahí trabajar aún más por obtener un definitivo que sirva de muestra para que la idea se venda. La emoción de comenzar tiene que ser sostenida el tiempo que tarda en hacerse realidad un proyecto, y en este sentido, me va mejor cuando colaboro con alguien más. Tengo un poco de recelo con mis propias iniciativas. —¿De qué color te gustaría tu traje?— le pregunto, mientras comparo unas muestras de tela y le sonrío aún más ancho.
Frunzo el ceño cuando me patea debajo de la mesa pues me resulta un gesto extraño y más aun lo que dice después. Aprecio mucho la compañía de Lara y realmente lo pasábamos bien cuando estábamos la mayoría del tiempo juntos en el Royal pero la idea de tener que copiarse para estar conmigo resulta un poco... Bueno, digamos que eso deja bien en claro quién necesita más del otro pues estoy seguro de que ni de chiste querría un Riley las 24 horas del día pegado a su trasero. Ella tiene otras personas con las quienes estar, no es mi caso, e intento que no me afecte pero verlo de manera tan gráfica me pone algo de mal humor.
No digo nada sobre eso y decido concentrarme en lo que nos importa el día de hoy: el trabajo. Me parece bien lo del hechizo de adhesión así que asiento con la cabeza, de esa forma los dueños de los trajes tendrían que ir por un control cada cierta cantidad de tiempo para volver a tener sus productos al 100% - El único fallo que veo es que podrían olvidar reemplazar la tela o podría darles pereza ir a hacer el cambio y eso podría perjudicarlos pero ya no sería problema nuestro, está avisado y dudo que las consecuencias a eso sean importantes.
Los chicos son temerarios, justamente por eso este traje es necesario. Una vez recuerdo haber estado en urgencias del hospital y llegaron dos muchachos de la academia de aurores que se destrozaron entre ellos en el entrenamiento por una chica ¿Quién hace eso? Al menos de esta forma podrán descargar su ira sin lastimarse realmente.
-La verdad es que prefiero ser el amigo de la silla, pero sí, lo probaré - respondo poniéndome a trabajar de inmediato en la pechera del traje, si vamos a probarla creo que es lo más conveniente pues es sencillo acertar a esa zona y no queremos que nadie salga lastimado por intentar apuntar a una pierna y no dar en en el blanco - ¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Azul, por supuesto! - digo después como si fuera lo más obvio del mundo. Es mi color favorito y no aceptaría otro bajo ninguna circunstancia.
No digo nada sobre eso y decido concentrarme en lo que nos importa el día de hoy: el trabajo. Me parece bien lo del hechizo de adhesión así que asiento con la cabeza, de esa forma los dueños de los trajes tendrían que ir por un control cada cierta cantidad de tiempo para volver a tener sus productos al 100% - El único fallo que veo es que podrían olvidar reemplazar la tela o podría darles pereza ir a hacer el cambio y eso podría perjudicarlos pero ya no sería problema nuestro, está avisado y dudo que las consecuencias a eso sean importantes.
Los chicos son temerarios, justamente por eso este traje es necesario. Una vez recuerdo haber estado en urgencias del hospital y llegaron dos muchachos de la academia de aurores que se destrozaron entre ellos en el entrenamiento por una chica ¿Quién hace eso? Al menos de esta forma podrán descargar su ira sin lastimarse realmente.
-La verdad es que prefiero ser el amigo de la silla, pero sí, lo probaré - respondo poniéndome a trabajar de inmediato en la pechera del traje, si vamos a probarla creo que es lo más conveniente pues es sencillo acertar a esa zona y no queremos que nadie salga lastimado por intentar apuntar a una pierna y no dar en en el blanco - ¿Qué clase de pregunta es esa? ¡Azul, por supuesto! - digo después como si fuera lo más obvio del mundo. Es mi color favorito y no aceptaría otro bajo ninguna circunstancia.
Icono :
No me tomo a bien el silencio de Riley, si tuviéramos dieciséis años le arrojaría un bollo de papel por la cabeza para obtener una respuesta. Si no tuviera esa expresión -o falta de expresión- que me dice que ni siquiera lo intente, no me importaría la edad. Presiento que si lo provoco por una reacción puedo conseguir una contestación poco simpática, lo percibo como si nuestros humores actuaran de manera similar a la de un par de gemelos, lo que diga o lo que haga sea como pisar la cola de un dragón. Recargo mi espalda contra la silla y lo miro fijamente, tengo que dejarlo pasar con la paciencia que ejercité de tantos años tratando de descifrar a Riley. ¿La verdad? Cuando actúa como una ecuación irresolvible y se escuda tras el silencio, quiero tirarme de los pelos. Me lleva a merodear a su alrededor, buscando nuevas formas de caer en asalto y recuperar ese ánimo gracioso y tierno que yo sé que tiene.
—Es responsabilidad de ellos— lo secundo, no porque esté dándole la razón en todo para lograr una conciliación sino porque en serio creo que los chicos por encima de los trece años pueden y deben aprender a hay responsabilidades a su cargo. El abuso que suele haber hacia los inventores por prestar ideas que sirven para simplificar la vida, también incitan a la pereza y a la irresponsabilidad de algunos jóvenes. Oh, no. Queremos mantenerlos con vida y que un accidente en la academia no sea determinante, pero que pongan de su parte. Pienso en Meerah, lo más cercano que tengo a una niña en mi vida, y usarla como punto de comparación con otros chicos es poner el listón demasiado alto, pero lo hago. Y como la evoco, medito sobre lo valioso que sería contar con su punto de vista sobre este traje, podría ser una ayuda más valiosa para Riley de lo que yo aporto. Es raro, por un segundo, que la segunda persona en el mundo en que pienso para pedir una opinión para algo sea una chica de doce años.
La primera sigue siendo Riley, claro. A pesar de que tenga cara de pato enfurruñado por algo que no me está diciendo. Encuentro una brecha por donde colarme que me acerque otra vez a sus pensamientos y la tomo. —No puedes, yo soy la amiga de la silla. Soy el soporte, siempre— afirmo. Nuestras personalidades por fuera del ambiente laboral pueden dar a pensar que soy la que va por delante y Riley es quien me sirve de apoyo, pero si tengo que analizar cómo han sido las cosas desde que nos conocimos, es él quien me ha llevado, arrastrado. Por debajo de su semblante sobrio, tiene pasión por lo que hace y eso funciona para que lo siga a donde sea. Y por eso creo que debe ser quien pruebe el traje. —Ahí tenemos un problema, porque el azul también es mi color favorito. ¿De qué color será entonces mi traje? Se agradecido, la chica de la silla también quiere un traje para usarlo en casa— bromeo.
—Es responsabilidad de ellos— lo secundo, no porque esté dándole la razón en todo para lograr una conciliación sino porque en serio creo que los chicos por encima de los trece años pueden y deben aprender a hay responsabilidades a su cargo. El abuso que suele haber hacia los inventores por prestar ideas que sirven para simplificar la vida, también incitan a la pereza y a la irresponsabilidad de algunos jóvenes. Oh, no. Queremos mantenerlos con vida y que un accidente en la academia no sea determinante, pero que pongan de su parte. Pienso en Meerah, lo más cercano que tengo a una niña en mi vida, y usarla como punto de comparación con otros chicos es poner el listón demasiado alto, pero lo hago. Y como la evoco, medito sobre lo valioso que sería contar con su punto de vista sobre este traje, podría ser una ayuda más valiosa para Riley de lo que yo aporto. Es raro, por un segundo, que la segunda persona en el mundo en que pienso para pedir una opinión para algo sea una chica de doce años.
La primera sigue siendo Riley, claro. A pesar de que tenga cara de pato enfurruñado por algo que no me está diciendo. Encuentro una brecha por donde colarme que me acerque otra vez a sus pensamientos y la tomo. —No puedes, yo soy la amiga de la silla. Soy el soporte, siempre— afirmo. Nuestras personalidades por fuera del ambiente laboral pueden dar a pensar que soy la que va por delante y Riley es quien me sirve de apoyo, pero si tengo que analizar cómo han sido las cosas desde que nos conocimos, es él quien me ha llevado, arrastrado. Por debajo de su semblante sobrio, tiene pasión por lo que hace y eso funciona para que lo siga a donde sea. Y por eso creo que debe ser quien pruebe el traje. —Ahí tenemos un problema, porque el azul también es mi color favorito. ¿De qué color será entonces mi traje? Se agradecido, la chica de la silla también quiere un traje para usarlo en casa— bromeo.
Hago fuerza con los labios para no reír y mis mejillas terminan algo adoloridas. Lara es la inteligente mecánica que podría armar su propio super traje para convertirse en heroína en una noche. En la escuela siempre salía en mi defensa y de ser yo el héroe debería haberme encargado de mis propios problemas. En realidad veo solo dos opciones para mí, el amigo de la silla o el científico loco que se convierte en villano luego de un terrible trauma - Si algún día mueres, seré el temible doctor Kavalier, así que no mueras - dejo salir con los ojos abiertos como platos y todos los músculos de mi cuerpo tensos. Vaya revelación que acabo de tener - Los dos podemos tener un traje de color azul, seríamos un equipo - sugiero encogiéndome de hombros. Esa idea me gusta mucho más.
Sin decir una palabra más comienzo mi trabajo, los cálculos están hechos así que solo queda hacer el ensamblaje. Tomo las piezas pequeñas que funcionarán de escudo y aplico los encantamientos de protección necesarios, luego de eso programo el algoritmo que traduce el impacto del hechizo en una simulación del efecto en el cuerpo del usuario y al final tomo la pequeña soldadora para ir acomodar cada una de las piezas y así armar una pieza de vestimenta.
Camino de un lado para otro, voy lanzando a Lara las piezas y a la vez pruebo lo que ya está listo con hechizos lanzados desde mi propia varita. Por supuesto que no funciona a la primera, lo que hace que lleve mis manos a la cabeza y despeine un poco mi cabello, como si eso fuera a ayudar en algo - Piensa, Riley, piensa - me doy ánimos lo cual es un poco más productivo pues segundos más tarde se me ocurre una solución al problema.
Horas después, tomo mi teléfono para ver la hora pero me detengo a ver mi reflejo en la pantalla negra. Mis ojos están más pequeños de lo de costumbre y mi cabello despeinado en todas direcciones. Se me escapa una risa y busco la atención de Lara para que vea mi apariencia - ¿Siempre termino así al terminar el día o es una ocasión especial? - pregunto entre risas y finalmente presiono el botón para ver la hora, vaya que es tarde - ¿Quieres que lo probemos? Creo que está listo, al menos esa parte.
Sin decir una palabra más comienzo mi trabajo, los cálculos están hechos así que solo queda hacer el ensamblaje. Tomo las piezas pequeñas que funcionarán de escudo y aplico los encantamientos de protección necesarios, luego de eso programo el algoritmo que traduce el impacto del hechizo en una simulación del efecto en el cuerpo del usuario y al final tomo la pequeña soldadora para ir acomodar cada una de las piezas y así armar una pieza de vestimenta.
Camino de un lado para otro, voy lanzando a Lara las piezas y a la vez pruebo lo que ya está listo con hechizos lanzados desde mi propia varita. Por supuesto que no funciona a la primera, lo que hace que lleve mis manos a la cabeza y despeine un poco mi cabello, como si eso fuera a ayudar en algo - Piensa, Riley, piensa - me doy ánimos lo cual es un poco más productivo pues segundos más tarde se me ocurre una solución al problema.
Horas después, tomo mi teléfono para ver la hora pero me detengo a ver mi reflejo en la pantalla negra. Mis ojos están más pequeños de lo de costumbre y mi cabello despeinado en todas direcciones. Se me escapa una risa y busco la atención de Lara para que vea mi apariencia - ¿Siempre termino así al terminar el día o es una ocasión especial? - pregunto entre risas y finalmente presiono el botón para ver la hora, vaya que es tarde - ¿Quieres que lo probemos? Creo que está listo, al menos esa parte.
Icono :
—No está en mis planes más inmediatos— contesto a prisa, sonriéndole desde mi lado, y al volver sobre mi tarea, las pinzas que tenía en los dedos se resbalan para caer sobre la mesada. El sonido metálico hace eco del pensamiento de que he puesto mi vida en un riesgo constante, en hechos de los que Riley no sabe nada. Pese a ser mi mejor amigo, le oculto muchísimas cosas y él me habla de lo diferente que sería todo si yo no estuviera presente en su vida. Me da un principio de asfixia que disimulo con una tos, es pánico al tener la oportunidad de ser absurdamente honesta con él, aquí en medio del trabajo, en ese espacio de complicidad que se crea cuando discutimos o bromeamos sobre una idea. Y entonces lo dice: somos un equipo. Este posible que no merezca toda la confianza que pone en mí, pero se todo lo que haría por Riley y es mucho. —Me alegro de que siempre lo tengas presente— y en serio espero que sea así.
Porque no será hoy el día en que me pondré a expiar mis culpas, menos en uno de los espacios del ministerio que tienen a mi paranoia en alerta. Me digo que será una próxima vez, cuando no estemos ni en su casa, ni en la mía, porque la idea del gran ojo desde las pantallas también me perturba. Maldita tecnología que me apasiona y conozco con todos sus defectos y malicias. Será algún día… ojalá pronto. Me siento un poco torpe cuando me uno al trabajo que Riley lleva adelantado, con una precisión que para imitar requiero de mi concentración y esfumar los pensamientos que no son bienvenidos en esta mesa. Las preocupaciones siempre me distraen, es entonces cuando debo silenciar mi mente y dejar que sean mis manos las que actúen en automático, tienen su propia memoria de movimientos.
Sigo el ritmo que marca Riley al arrojarme las piezas que debo ir ensamblando y sonrío cuando lo escucho hablar consigo mismo. También tengo mis momentos en que debo interrumpirlo para preguntarle por detalles y no es hasta que oigo su risa un par de horas después, que aparto mi mente del traje. —Créeme cuando te digo de que gracias a los hongos, has tenido días peores— le soy sincera. Tengo el cerebro un poco quemado para pensar algo más ocurrente con lo que tomarle –precisamente- el pelo. —¡Por fin! — exclamo, cuando me ofrece hacer la prueba. Salto de mi silla con un subidón de exagerada alegría, como si llevara toda la tarde esperando el momento de lanzarle hechizos. —Pensaré en las cosas que hayas hecho estos años que ameriten una venganza de mi parte— digo, risueña. Tomó el traje para acercarme a él y ayudarlo a colocárselo. Palmeo su hombro para darle ánimos. —Seré buena— le prometo. — O no— me río de él. —Ponte en posición, Kavalier— me hago hacia atrás al dar unos pasos y juego con la varita entre mis dedos.
Porque no será hoy el día en que me pondré a expiar mis culpas, menos en uno de los espacios del ministerio que tienen a mi paranoia en alerta. Me digo que será una próxima vez, cuando no estemos ni en su casa, ni en la mía, porque la idea del gran ojo desde las pantallas también me perturba. Maldita tecnología que me apasiona y conozco con todos sus defectos y malicias. Será algún día… ojalá pronto. Me siento un poco torpe cuando me uno al trabajo que Riley lleva adelantado, con una precisión que para imitar requiero de mi concentración y esfumar los pensamientos que no son bienvenidos en esta mesa. Las preocupaciones siempre me distraen, es entonces cuando debo silenciar mi mente y dejar que sean mis manos las que actúen en automático, tienen su propia memoria de movimientos.
Sigo el ritmo que marca Riley al arrojarme las piezas que debo ir ensamblando y sonrío cuando lo escucho hablar consigo mismo. También tengo mis momentos en que debo interrumpirlo para preguntarle por detalles y no es hasta que oigo su risa un par de horas después, que aparto mi mente del traje. —Créeme cuando te digo de que gracias a los hongos, has tenido días peores— le soy sincera. Tengo el cerebro un poco quemado para pensar algo más ocurrente con lo que tomarle –precisamente- el pelo. —¡Por fin! — exclamo, cuando me ofrece hacer la prueba. Salto de mi silla con un subidón de exagerada alegría, como si llevara toda la tarde esperando el momento de lanzarle hechizos. —Pensaré en las cosas que hayas hecho estos años que ameriten una venganza de mi parte— digo, risueña. Tomó el traje para acercarme a él y ayudarlo a colocárselo. Palmeo su hombro para darle ánimos. —Seré buena— le prometo. — O no— me río de él. —Ponte en posición, Kavalier— me hago hacia atrás al dar unos pasos y juego con la varita entre mis dedos.
Ver el proyecto completarse poco a poco me llena de orgullo y a medida que nos acercamos al final reúno aún más fuerzas para terminarlo, no quiero dejarlo a la mitad ahora estando tan cerca y de solo pensar que quizás dentro de poco estará en las escuelas mejorando las estrategias de enseñanza y aprendizaje... bueno, en realidad eso no me afecta demasiado, pero sí creo que todos quedarán de maravillados con tan hermoso pedazo de tecnología.
Frunzo el ceño cuando dice que los hongos me han dejado en peor estado e intento hacer memoria pero nada viene a mi cabeza. Por suerte no hay fotografías en ningún lado, por mi bien y el de mi familia, ya que estoy seguro de que no dudarían en chantajear a mi padre con arruinar el apellido Kavalier - ¿Peor estado? Y yo que creía que los hongos me hacían más amigable y simpático - respondo confundido. Aunque si me consta que descuido mi atuendo cuando estoy drogado, una vez desperté con un kimono y sandalias que no tengo idea de dónde vinieron.
- El objetivo del traje no es la terapia para liberar tu ira - intento defenderme antes de siquiera ponerme el traje. Recuerdo haber leído una vez que hubo una época en la que se usaban enormes trajes de felpa para que dos personas descargaran allí sus problemas sin lastimarse. En mi opinión no suena muy saludable - Me pones nervioso, Scott - admito poniéndome el traje pieza por pieza para quedar a "salvo" de los hechizos de mi amiga.
Dejo la varita a un lado ya que temo reaccionar sin pensar ante un ataque y Lara no tiene un traje puesto. Me pongo en posición, con las piernas ligeramente entrebiertas y los brazos separados de mi cuerpo pues allí aun no tengo protección y sería estúpido ponerlos en el blanco - Si algo sale mal, en urgencias pide por la sanadora Tremblay, ella conoce bien mi expediente... Y si eres la culpable de mi muerte, en mi testamento hay una cláusula que te excluye del reparto de bienes - bromeo con lo segundo, ni siquiera tengo testamento - Adelante - digo y cierro los ojos. Sea lo que sea que venga, no quiero verlo hasta que funcione.
Frunzo el ceño cuando dice que los hongos me han dejado en peor estado e intento hacer memoria pero nada viene a mi cabeza. Por suerte no hay fotografías en ningún lado, por mi bien y el de mi familia, ya que estoy seguro de que no dudarían en chantajear a mi padre con arruinar el apellido Kavalier - ¿Peor estado? Y yo que creía que los hongos me hacían más amigable y simpático - respondo confundido. Aunque si me consta que descuido mi atuendo cuando estoy drogado, una vez desperté con un kimono y sandalias que no tengo idea de dónde vinieron.
- El objetivo del traje no es la terapia para liberar tu ira - intento defenderme antes de siquiera ponerme el traje. Recuerdo haber leído una vez que hubo una época en la que se usaban enormes trajes de felpa para que dos personas descargaran allí sus problemas sin lastimarse. En mi opinión no suena muy saludable - Me pones nervioso, Scott - admito poniéndome el traje pieza por pieza para quedar a "salvo" de los hechizos de mi amiga.
Dejo la varita a un lado ya que temo reaccionar sin pensar ante un ataque y Lara no tiene un traje puesto. Me pongo en posición, con las piernas ligeramente entrebiertas y los brazos separados de mi cuerpo pues allí aun no tengo protección y sería estúpido ponerlos en el blanco - Si algo sale mal, en urgencias pide por la sanadora Tremblay, ella conoce bien mi expediente... Y si eres la culpable de mi muerte, en mi testamento hay una cláusula que te excluye del reparto de bienes - bromeo con lo segundo, ni siquiera tengo testamento - Adelante - digo y cierro los ojos. Sea lo que sea que venga, no quiero verlo hasta que funcione.
Icono :
—Eso te lo concedo— tuerzo mi sonrisa en una mueca capciosa. —Te hacen mucho más simpático, hablas más de la cuenta y me dices cosas que juré nunca revelar— insinúo para ver en su expresión si esto lo perturba de alguna forma, si acaso lo hace replantearse su mal hábito. No hemos llegado al punto en que tenga que imponerle que lo deje, sería una contradicción con mi estilo de «vive y deja vivir», cada persona encuentra lo que le sirve para tratar con los demonios internos y tengo mis propias prácticas un poco cuestionables que no tengo intención de someter a opinión de nadie. Claro que mi amigo sería la excepción, su opinión si me importa, todavía no encuentro cómo sincerarme, esa es la cuestión.
La ira no es una de mis formas de desahogo, por raro que parezca. Me hace reír el que rechace ser mi «muñeco Bobo», es la imagen que se me viene a la cabeza. —Riley, si tuviera ira acumulada, este rostro que ves sería muy diferente— digo con una sonrisa ladeada, haciendo un repaso con mi mano en el aire de mis facciones. Hubo un tiempo en que me sentí muy enojada, hay ocasiones en las que todavía me despierto con ese sentimiento, y si, puede ser que haya golpeado a un par en esa época, que combiné las mismas drogas que ahora quemo si encuentro en posesión de Riley, que haya tenido un poco de sexo indiscriminado. Pero no me especialicé en Seguridad para hacer abuso de autoridad y tener una justificación para golpear gente por la vida, estoy en proceso de racionalizar mis sentimientos y la Ciencia me ayuda con eso. Puedo atacarlo en su traje hermético por amor a la ciencia y sin verlo como un blanco para golpear con mis traumas. Estoy a un paso de reírme. —Haces bien en estar nervioso— avivo su inquietud con mi voz solemne.
Siento la expectativa al extender mi brazo con la varita en mano, demorando el momento de lanzar un hechizo cuando tengo en mira su torso. Paso saliva por mi garganta seca, porque lo último que quiero es lastimar a Riley. Sus siguientes palabras ayudan a quitarme presión de los hombros, exagero una expresión indignada y hay carcajadas al borde de mis labios. —¿Pusiste en tu testamento que puedo ser la causa de tu muerte? ¿Y qué me privas de todo? ¿Así están las cosas entre nosotros, Riley?— mi voz tiembla de la risa. —No me importa qué, secuestraré a Amanita y me la llevaré conmigo. Viviremos felices en una casa en la costa del distrito 4 y no te pensaremos ni en tu cumpleaños— bromeo. Reafirmo la sujeción de mi varita para que se prepare y recobro un poco la seriedad, aún queda un brillo en mis ojos. —No te lo tomes a personal. Prometo comprarte el crup que quieres para compensar si acabas con una tercera oreja — soy yo la que quiere el crup, pero no importa.
La ira no es una de mis formas de desahogo, por raro que parezca. Me hace reír el que rechace ser mi «muñeco Bobo», es la imagen que se me viene a la cabeza. —Riley, si tuviera ira acumulada, este rostro que ves sería muy diferente— digo con una sonrisa ladeada, haciendo un repaso con mi mano en el aire de mis facciones. Hubo un tiempo en que me sentí muy enojada, hay ocasiones en las que todavía me despierto con ese sentimiento, y si, puede ser que haya golpeado a un par en esa época, que combiné las mismas drogas que ahora quemo si encuentro en posesión de Riley, que haya tenido un poco de sexo indiscriminado. Pero no me especialicé en Seguridad para hacer abuso de autoridad y tener una justificación para golpear gente por la vida, estoy en proceso de racionalizar mis sentimientos y la Ciencia me ayuda con eso. Puedo atacarlo en su traje hermético por amor a la ciencia y sin verlo como un blanco para golpear con mis traumas. Estoy a un paso de reírme. —Haces bien en estar nervioso— avivo su inquietud con mi voz solemne.
Siento la expectativa al extender mi brazo con la varita en mano, demorando el momento de lanzar un hechizo cuando tengo en mira su torso. Paso saliva por mi garganta seca, porque lo último que quiero es lastimar a Riley. Sus siguientes palabras ayudan a quitarme presión de los hombros, exagero una expresión indignada y hay carcajadas al borde de mis labios. —¿Pusiste en tu testamento que puedo ser la causa de tu muerte? ¿Y qué me privas de todo? ¿Así están las cosas entre nosotros, Riley?— mi voz tiembla de la risa. —No me importa qué, secuestraré a Amanita y me la llevaré conmigo. Viviremos felices en una casa en la costa del distrito 4 y no te pensaremos ni en tu cumpleaños— bromeo. Reafirmo la sujeción de mi varita para que se prepare y recobro un poco la seriedad, aún queda un brillo en mis ojos. —No te lo tomes a personal. Prometo comprarte el crup que quieres para compensar si acabas con una tercera oreja — soy yo la que quiere el crup, pero no importa.
Mis preocupaciones pasan del daño que podría tener si el traje no funciona a toda la información que le habré develado a Lara estando bajo la influencia del hongo de turno. En realidad no tengo secretos con ella así que si se me escapó algo, probablemente se lo habría dicho más adelante... Es lo que me gusta de nuestra amistad, la sinceridad que hay entre nosotros. No me gustan mucho las sorpresas y con mi mejor amiga puedo estar seguro de que no habrá ninguna al punto de afectar mi equilibrio interno.
- Veo algunas arrugas a los lados de tus ojos - bromeo sin estar del todo seguro, creo que a eso se refiere. Ahora que ya tengo 30 debería tomar la costumbre de verme al espejo más de seguido, para ver esos pequeños cambios como las arrugas y las canas... No quiero mirarme de repente a los 40 y no encontrar el rostro joven que alguna vez tuve - ¿Yo tengo canas ya? - dejo salir mi inquietud la cual solo empeora al escuchar su tono siguiente.
Me sumo a las risas y me apresuro a negar con la cabeza pues no quiero que tenga la idea errónea. La única forma en que se me ocurre que Lara podría matarme es ésta, en medio de un experimento, aunque en su defensa bien podría ser al revés - ¡Amanita jamás me haría eso! Ella es mi mejor amiga - juego con ella con una mirada traviesa. Me llevo de maravilla con la elfina desde que ha llegado a casa pero le faltan unos cuántos años para ponerse a la altura de Lara Scott.
Respiro profundo y me concentro en ese Crup que llegará a mis brazos si algo sale mal. Relajo todo mi cuerpo y cierro los ojos antes de que Lara pronuncie su hechizo, recibo el impacto y de pronto caigo al suelo con unas tremendas ganas de reír. En realidad siento millones de dedos haciendo cosquillas en mis costillas, efecto producido por la nanotecnología del traje. Podría decirse que funciona.
- Veo algunas arrugas a los lados de tus ojos - bromeo sin estar del todo seguro, creo que a eso se refiere. Ahora que ya tengo 30 debería tomar la costumbre de verme al espejo más de seguido, para ver esos pequeños cambios como las arrugas y las canas... No quiero mirarme de repente a los 40 y no encontrar el rostro joven que alguna vez tuve - ¿Yo tengo canas ya? - dejo salir mi inquietud la cual solo empeora al escuchar su tono siguiente.
Me sumo a las risas y me apresuro a negar con la cabeza pues no quiero que tenga la idea errónea. La única forma en que se me ocurre que Lara podría matarme es ésta, en medio de un experimento, aunque en su defensa bien podría ser al revés - ¡Amanita jamás me haría eso! Ella es mi mejor amiga - juego con ella con una mirada traviesa. Me llevo de maravilla con la elfina desde que ha llegado a casa pero le faltan unos cuántos años para ponerse a la altura de Lara Scott.
Respiro profundo y me concentro en ese Crup que llegará a mis brazos si algo sale mal. Relajo todo mi cuerpo y cierro los ojos antes de que Lara pronuncie su hechizo, recibo el impacto y de pronto caigo al suelo con unas tremendas ganas de reír. En realidad siento millones de dedos haciendo cosquillas en mis costillas, efecto producido por la nanotecnología del traje. Podría decirse que funciona.
Icono :
No puedes responder a temas en este foro.