Abril - 16:00 hs

A veces me gusta cerrar los ojos e imaginar que todo es una terrible pesadilla, que despertaré en habitación con bonita vista en el Capitolio y que mi máxima preocupación sería tener el desayuno del señor listo antes de que deba ir a trabajar. Pero en el fondo sé que esa ya no es mi realidad. Mi colchón de espuma ha sido reemplazado por un montón de paja en el suelo, mis comidas nutritivas por cosas que solo trago para darle suficiente glucosa a mi cerebro y estoy tan perdido como lo estaba la primera vez que vine aquí, a diferencia que ahora no tengo a mis primos para intentar mantenerme vivo así que todo depende de mí.

El día de hoy no he llegado a cumplir las expectativas de dos posibles amos, ambos buscaban humanos fuertes, capaces de levantar su mismo peso y no puedo evitar preguntarme para qué demonios los necesitan así ¡Tienen varitas mágicas, por Dios! ¿Para qué quieren alguien que haga el trabajo pesado? Incluso los elfos domésticos tienen la capacidad de hacer esa clase de magia, mover cosas de un sitio a otro... Porque claro, ahora somos incluso menos que pequeñas criaturas con ojos saltones y trapos a modo de ropa.

Lo que más me duele es que hice todo lo posible por cumplir sus requisitos y poder salir de aquí. No soy la persona más fuerte del mundo, pero hice el esfuerzo y de no ser por el rechazo estaría orgulloso de mí mismo. Ahora no me queda más que volver a mi pequeña celda con la cabeza escondida de la vergüenza.

Pero quedarme callado y dejarme ahogar por la ira no es mi estilo, así no es como sobrevivo, por lo que después de tomar unas profundas bocanadas de aire intento poner algo de alegría a mi voz para decir - De verdad agradezco haberme librado un día más de tener que lidiar con gente con tan poco sentido de la moda... Incluso nosotros estamos mejor vestidos, James. Eso debería levantarnos el ánimo.

Me estoy comiendo el aburrimiento de la vida y eso es mucho decir, si consideramos en qué se ha basado mi existencia hasta el día de la fecha. Me he pasado el día tirado panza arriba contra la fría piedra de la celda enorme celda, oyendo al viejo Phillip toser en el fondo y contando los lunares de mi cuerpo porque no he encontrado otro modo de entretenerme. Solo me han presentado a una sola familia, esta mañana, pero me descartaron de inmediato cuando vieron mis brazos flacuchos y yo tampoco hice demasiado por venderme. Prefiero pudrirme en el calabozo antes de acabar sirviendo para los magos, pero eso es un tema aparte.

Oigo como Sami entra por segunda vez en el día a la celda y ladeo la cabeza para poder ver del revés como el guardia cierra los barrotes y se aleja, arrastrando sus pies de un modo que me hace pensar que quizá no soy el único tan desanimado. Pero Sami se ve peor, o eso intuyo entre la poca luz que entra por la diminuta ventanita, así que me quedo callado hasta que lo oigo hablar. Su voz me hace pensar que está siendo demasiado positivo, pero no puedo evitar sonreír de lado al escuchar su queja sobre los magos. Y eso que yo podría decir mil y una maldades sobre ellos, como para que él sea tan light al respecto.

— ¿Peor que estos harapos sucios? Rayos, que te libraste de una tragedia nacional — bromeo con una sonrisa, moviendo el rostro en su dirección — ¿Al menos eran amables? Sabes lo que opino de ellos, pero a veces no está mal que, para variar, tengan un mínimo de educación — he visto magos entrar a las celdas junto a los guardias y analizar a los esclavos como si fuesen un objeto descartable. Les revisan los brazos, las uñas, las piernas, los dientes… en una ocasión hasta he visto como chequeaban los genitales de un pobre hombre que acabó humillado. Por suerte, los análisis que me hicieron a mí jamás llegaron a ese nivel, aunque sí me gané un fiero castigo cuando le mordí el dedo a uno que se atrevió a revisarme la boca.

Me apoyo en el suelo y tomo el envión que necesito para sentarme, abrazándome las rodillas sin quitarle los ojos de encima — Pero si a ti te levanta el ánimo, bienvenido sea. De paso podrías compartirme un poco de ese optimismo. Estoy por ponerme a quitarle los piojos a Phillip con tal de hacer algo — el anciano gruñe en el fondo, lo que me hace pensar que no está tan inconsciente como creía, así que me encojo un poco en mi lugar al ahogar la risita — ¿Quieres un cigarro? — ofrezco, metiendo una mano por el cuello de mi remera, buscando mi ofrecimiento — La vieja Uma me hizo un intercambio por una cajilla el otro día. No preguntes lo que tuve que dar en modo de pago, porque no pienso decirlo en voz alta.

La broma de James me hace sonreír de lado aunque, siendo honesto, daría cualquier cosa por un cambio de ropa ahora mismo, aunque sea por esos trajes de color gris rectos que llevaban los magos a los que me presentaron. Desde que he llegado aquí no me han dejado ni una camiseta arrugada para usar de pijama, así que llevo los jeans con los tobillos al aire que tenía cuando me capturaron, junto con una camiseta mangas cortas de color blanco. Por un lado agradezco no haber estado con algo mas extravagante ese día ya que me habrían golpeado el doble y ya estaría todo paspado de tanto usar pantalones de cuero.

- No me llamaron "escoria" si se puede llamar a eso amabilidad - respondo encogiéndome de hombros - Solo chequearon mi contextura física, nada que no hayan hecho antes - explico. En realidad el solo hecho de que hagan eso es una completa invasión al espacio personal, pero me consta que otros la han tenido peor.

- Oh, lo siento... Acabo de usar lo último de optimismo para hacer la broma de la vestimenta - bromeo dedicándole una sonrisa un poco mas alegre que las de antes. Me gustaría poder ayudarlo de alguna forma pero no sé como hacerlo. Yo me aferro a la posibilidad de que en algún momento podré volver a vivir como lo hacía antes, pero James no tiene los mismos recuerdos y es bastante más joven que yo así que ha pasado la mayor parte de su vida como esclavo.

Y en lugar de yo ayudarlo a él, él me ayuda a mí pues la sola idea de fumar un cigarro elimina un poco de mi estrés - Eres un ángel - respondo al ofrecimiento para luego estirar mi mano y así alcanzarlo - No tenemos mucho para ofrecer así que puedo imaginármelo - agrego lanzándole una mirada pícara. En realidad no sé como ha resultado ese intercambio pero de verdad no me atrevería a juzgar. Ahora mismo estoy lo suficientemente desesperado como para ofrecer cualquier cosa con tal de un poco de comida decente.

- ¿Alguna vez imaginaste como salir de aquí? - pregunto recostándome con una mano sosteniendo mi cabeza - Mis primos lo hacían todo el tiempo cuando nos metieron por primera vez... Decían que tener un plan te contingencia para cuando las cosas se volvieran insoportables ayudaba. - en mi opinión, querer escapar no es lo más inteligente, pero quizás saber que hay una forma de hacerlo... podría ser de utilidad emocionalmente.

— Rayos. ¿Ni siquiera te queda un poquito? — broma va, broma viene, pero al menos eso ayuda a mi humor. No tengo otra opción ahora, salvo el buscar el camino de no terminar dándome golpes en la cabeza contra la pared de piedra — Tengo aureola y todo — ironizo con la voz ahogada, probablemente porque ocupo mi boca en meterme un cigarrillo entre los labios al pasarle el suyo. Ruedo mis ojos con cierta gracia mientras rebusco para dar con mi encendedor, pero no se lo paso hasta que el humo empieza a salir de mi boca — Que mente sucia que tienes, Sami — es solo un chiste, pero he pasado los tiempos en los cuales me avergonzaba por hacer trueques dentro del mercado. Andrew fue una ayuda y una mala influencia para esas resoluciones en mi vida, no se puede negar.

¿Si alguna vez me imaginé cómo salir de aquí? La sola pregunta me roba una risita entre dientes mientras me recuesto a su lado una vez más, jugando con el cigarro entre mis labios resecos — Tus primos no estaban tan equivocados — le comento en un susurro que espero que solo él pueda escuchar. No es que a los guardias se preocupen demasiado por nosotros y creo que ahora mismo no queda ninguno cerca, pero tampoco quiero que me oigan decir lo que va a salir de mi boca a continuación — He analizado la idea muchas veces. El problema es que no hay flancos débiles en el mercado. Créeme, he tenido tiempo para pensarlo — Casi toda mi vida, sin riesgo a sonar dramático. Me saboreo el gusto a tabaco y lo miro de reojo — El mercado entero está protegido por magia y cualquier intento de fuga será frustrado. La única salida es organizar un motín, pero sabemos que tenemos las de perder. ¿Qué pueden hacer un montón de brazos débiles contra un puñado de varitas mágicas? — odio admitirlo, pero sé que los magos son superiores a nosotros en ese aspecto y no es como que aquí podamos siquiera construir armas.

Sin embargo, he tenido varias charlas con Drew y sé lo tentadora que puede ser la idea de desarmar el orden del mercado, pero también es sabido que después de eso terminaríamos ejecutados y no valdría la pena. Estaré enfurecido, pero creo que todavía me queda algo de lógica en este cuerpo magullado. Lo imito y vuelvo a la postura de usar mi brazo de almohada, cruzando un pie por encima del otro — ¿Y tú? — pregunto, aunque el tonito divertido de mi voz deja bien en claro que no creo que él piense como yo — No te imagino creando una revolución, pero no quiero juzgar antes de saberlo.

Respondo con una mueca exagerada y traslado toda mi atención al cigarrillo. La verdad es que ya me queda poco optimismo, lo he perdido completamente cuando me encuentro a solas pues en estos días solo sonrío para intentar traer positivismo a los demás. Aunque quizás solo es una fase y pronto vuelva a ser el Sami vivaracho de siempre. La primera vez también tardé algo de tiempo en encontrar un amo decente y aunque es imposible encontrar otro igual, estoy seguro de que al menos soñar con la idea me ayudará... Como decían mis primos.

Con cada pitada al cigarrillo siento como mis nervios se aflojan, creo que también me ayuda a escuchar la idea de James sin enloquecer totalmente pues queda claro que no podemos hacer nada contra un puñado de varitas. No, para mí el trabajo tiene que ser hecho desde afuera pues aquí nos tienen débiles a propósito, para que ni siquiera tengamos fuerzas para siquiera pensar en escaparnos - Te sorprendería la cantidad de magos que están dispuestos a dejarnos jugar con sus varitas - agrego con el mismo tono pícaro que antes. Es todo lo que tengo, chistes sucios para sobrellevar la idea de que es imposible hacer algo real.

- No, no me atrevería a iniciar una revolución - respondo honestamente mirando el techo - Ni siquiera sé jugar al ajedrez así que no podría armar una estrategia... Aunque sí imagino a alguien aterrizando sobre el mercado montado en un dragón y llevándonos a todos los esclavos a una mejor vida del otro lado del océano - fantaseo con una sonrisa. Quizás no formo parte del mundo de la magia, pero hay que admitir que las criaturas de su historia son fantásticas - En realidad no sé qué podría esperarnos del otro lado éstos días, éste lado ha cambiado mucho en los últimos 15 años.

Me atraganto con el humo ante esas palabras que no me esperaba salir tan cómodamente y empiezo a reírme entre la tos, dándome algunos golpes en el pecho con la mano cerrada — Bueno, jamás lo he averiguado y tampoco tengo intenciones de hacerlo. Aunque una vez Drew me dijo algo de chupársela a un guardia por algo más de comida… — declaro con descaro, agradecido de que el susodicho no esté en la celda por culpa de los trabajos comunitarios. La sonrisa que demuestro deja bien en claro que no lo he hecho, pero que tampoco descarto la opción de hacerlo en caso de necesitarlo. He de admitirlo, técnicamente soy casto, pero eso no quiere decir que sea totalmente inocente. Hay que sobrevivir de alguna manera aquí dentro… ¿no?

La idea del dragón me parece tan descabellada que rogaría que fuese posible, así que se me escapa el suspirito soñador — ¿Aún quedará algo del otro lado del océano? Tengo entendido que no son más que ruinas, aunque cualquier cosa es mejor que esto — podría acostumbrarme a vivir en medio de la selva con un par de amigos, cocos y un taparrabos, pero bueno, ilusionarse no cuesta nada — Dieciséis — le corrijo. Ha pasado el tiempo y lo he estado tachando en mi cerebro. Sé que sueno incluso más pesimista, pero no oculto el tono de voz sombrío. El cigarro se enciende e ilumina mi rostro gracias a una pitada, delatando que mis ojos están muy ocupados en chequearlo — Tú eres mayor que yo — le recuerdo — ¿Cómo era todo antes? — Antes del gobierno de los Niniadis. Dieciséis años atrás, cuando los magos tenían que cerrar la boca sobre su magia y no había esclavos. Sí, los Juegos Mágicos eran algo crueles y los Black tampoco eran un pan del cielo, pero al menos no era todo tan extremista.

Para demostrarle que tiene toda mi atención, me giro hasta quedar de costado, apoyado en uno de mis brazos mientras el contrario continúa manejando mi cigarrillo — He oído cientos de cosas, pero siempre hay algo nuevo que contar. Además, no es como que yo tenga mucha memoria de ello… — otra calada, otro entorno de ojos — ¿Crees que queda algún Black por ahí? — he oído rumores sobre Stephanie Black, pero dudo mucho de que sean más que eso, simples rumores.

Frunzo el ceño cuando menciona a ese Drew pues no recuerdo si ya lo ha mencionado o no. Quizás ya lo hizo y no presté la atención suficiente, aunque es difícil llevar el registro de todas las conversaciones, las reales y las que se forman en mi mente en pleno sueño. Aunque es bonito que pueda hablar sobre alguien en el exterior, yo no tengo esa suerte. Claro que están mis primos pero bien podrían estar muertos sin yo saberlo... Eso no es mucho más reconfortante - Lo tendré en cuenta - respondo con media sonrisa. De verdad lo tendré en cuenta.

Edificios en ruinas, selva con animales salvajes, un búnker con sobrevivientes... La verdad es que cualquiera de esas ideas me parece mejor de lo que estamos viviendo ahora. Si del otro lado se encuentra la nada misma pues mucho mejor ya que sería la oportunidad perfecta de comenzar todo de cero, como debe ser, sin que los magos nos traten como escoria aunque sin llegar al extremo de las políticas de los Black. Pero sin uno de esos trasladores extraños, una escoba o un avión, no veo forma de cruzar y por ende los sueños no son más que sueños.

- Gracias por el recordatorio de mi vejez - bromeo aparentando seriedad. Tampoco soy tan viejo y me veo maravilloso - Yo vivía en el distrito 1 y era fantástico. Mi familia vendía joyas a buen precio así que teníamos muchos clientes - comienzo a relatar con una sonrisa - Mis favoritos eran los anillos de compromiso, a veces me invitaban a las bodas y la comida era fantástica - comento y sin verme al espejo, sé que me están brillando los ojos - Más allá de que éramos libres, podríamos aspirar a ser los mejores en algo, no había límite - pero lamentablemente esas ideas quedaron en la nada - Claro que había alguien más sufriendo solo que no lo sabíamos, yo no lo sabía. - ¿Soy egoísta por querer que las cosas vuelvan a ser como antes?

El relato me deja con la lengua seca pues hace bastante que no tomo agua, pero de todas formas doy otra calada pues para responder lo siguiente necesito coraje. Hasta la caída de los Black no me había interesado mucho en la política, pero mi anterior amo y se encargó de instruirme un poco en contra de mi voluntad, haciéndome presenciar conversaciones, prestándome viejos recortes... El punto es que aprendí lo suficiente como para saber que un imperio como ese no puede destruirse de la noche a la mañana, debe haber cenizas en algún lugar.

- Lo creo y lo espero - me atrevo a decir con voz tímida - Aunque que planeen hacer algo en un futuro próximo es otro asunto distinto - agrego antes de dar otra calada. Es increíble como hasta mi voz cambia su tono al hablar de estos temas, se pone mucho más gruesa y casi la desconozco - Pero no saldremos a buscarlos, no sin un dragón que nos rescate primero - vuelvo a la broma con la esperanza de dar por finalizado ese tema. Nunca se sabe quién puede estar escuchando y estos imbéciles toman hasta las esperanzas y deseos como señales de traición.

Realmente envidio a la gente como Sami. Sí, tal vez ellos tienen el martirio de saber lo que han perdido, pero al menos pueden recordarlo. Yo apenas puedo decir cómo lucían mis hermanos y no tengo ni siquiera la memoria del nombre de mis padres, a quienes recuerdo como vagas figuras difuminadas por el paso del tiempo. Así que eso es lo que me inspira a escuchar su relato como si se tratase de un cuento de hadas, presionando aún más mi mejilla contra la palma de mi mano, esa que me sostiene la cabeza. Debo parecer de doce años, al menos si no contamos el cigarro que tengo entre los dedos y que produce un apestoso humo con olor a tabaco sobre nuestras cabezas, y no de la mejor calidad.

— Técnicamente, lo sabíamos. ¿O la gente sufriendo por los juegos era algo que se ocultaba? — no que yo recuerde. Mamá y papá ponían mala cara cuando se encendía la televisión, pero no tengo memoria de sus opiniones o de que hayan dicho algo en particular. No conozco mucho más que esta vida, así que todo va a quedar en suposiciones. No es como que puedo encontrar al único hermano que me queda y preguntarle sus opiniones, además de que no sé que tanto podría decirme al respecto. Éramos niños, unos que pagaron por el error de adultos ajenos a nuestras vidas y seguimos sufriendo el paso de la factura.

Me quedo pensativo, volviendo a recostarme, aunque esta vez simplemente me dejo caer como estaba y termino de costado. Quizá tiene razón. He oído rumores hace meses, algo sobre un rebelde y un juicio público que terminó en su ejecución, pero toda la información se vio distorsionada entre murmullos de esclavos y mentirosos. Algo sobre que Stephanie Black estaba con vida, pero qué sé yo. También dicen maravillas del mítico distrito catorce hace años, pero jamás nadie vino desde allí para ayudarnos. Sean quienes sean, no tienen interés en lo que pasa dentro de NeoPanem y no se molestarán en darnos una mano — ¿Alguna vez quisiste en ir al distrito catorce? Ese que dicen que existe — nunca he visto a nadie de ellos ni que lo haya visto con sus propios ojos. Hace años dicen que se armó una especie de resistencia y que muchos han buscado el distrito con la idea de un nuevo inicio, pero no tuve oportunidad de comprobarlo. También se sabe que el gobierno ha gastado fortunas en tratar de encontrarlos — Jamás supe si es una leyenda urbana para lavar dinero o si en verdad existe. Lo que no entiendo es porque si, de verdad están ahí, no nos ayudan. El mercado de esclavos sería un buen golpe político.

Escucho su pregunta y se me pone la piel de gallina pues es cierto, pero en mi caso, en el de mi familia, era algo personal... Ojos que no ven, corazón que no siente dice el dicho y aplicaba perfectamente a lo que hacíamos nosotros. Estábamos cómodos en el uno, hacíamos nuestro trabajo y gozábamos de los beneficios. Sencillo era apagar el televisor y bailar al ritmo de la música, también era saltar a la sección de chistes en el periódico o no leerlo directamente - Mis primos y yo solíamos ver a los tributos solo para ver quiénes eran los más guapos - confieso completamente avergonzado - No estoy orgulloso de mi yo adolescente - continúo - Pero esa ignorancia fue la que me trajo aquí y destruyó a los Zakaria del distrito uno. Por estar viéndonos el ombligo no vimos lo que venía, ni siquiera luchamos - confieso con la voz incluso más grave que antes. Ahora dudo que éste cigarro sea suficiente.

Creo que caer en la cuenta de todo eso fue lo que me llevó a ser un buen esclavo luego, obediente y leal, pues era parte de mi castigo. Si yo había vivido como un príncipe mientras había otros siendo mendigos, tenía que cumplir con mi parte y rotar papeles por un tiempo... Dentro de pocos meses se cumplirá la mitad de mi vida como esclavo, tal y como me ha corregido James, así que creo que esa deuda está saldada  y ya tengo permiso de odiarlos un poco bastante por lo que nos hacen.

- ¿Ahora? Sí, me gustaría. Hace unos meses, jamás - respondo honestamente - Tenía un buen amo, vivía bastante bien en el Capitolio así que no tenía razones para querer irme - aunque no todos tienen esa suerte - No soy un soldado, James, no puedo pensar en esas cosas. Lo máximo que podría aportar sería unos lindos uniformes de batalla...

No quiero ser cruel, pero la risa se me sale sola y tengo que cubrirme la boca con una mano para que no se oiga tanto entre las celdas. ¿Por qué no estoy sorprendido? — Eras un baboso desde joven — me mofo con total impunidad, mordiéndome la punta de la lengua entre los dientes cuando le sonrío chistosamente. Lo malo es que esa mueca se me apaga un poco cuando sigue hablando, hasta que no encuentro otro modo de reaccionar que apoyando una mano en su hombro para sacudirlo en un gesto amigable que intenta ser de apoyo — No podrías haberlo sabido. Nadie pensó que los Black podían caer — era una vida cómoda para quienes no estaban afectados por ellos y, sí, los juegos eran una mierda que te apresaba el cuello, pero los Byrne jamás lo sufrimos. Eso también debería ser egoísta.

Con resignación, me siento una vez más en el suelo y apago el cigarro contra la piedra, antes de que termine quemándome los dedos al haberse consumido tan rápido — Que suertudo — comento sin mucho interés a lo primero, pero es lo último lo que me hace darle un golpe amistoso en el costado de su cuerpo con el dorso de mi mano — ¿Bromeas? Todo el mundo puede pelear si se lo propone. ¿Crees que todos los soldados de la historia empezaron como hombres y mujeres formados como militares? — he oído muchas historias sobre los rebeldes y sus luchas, sobre como la gente crece para volverse fuerte, ágil y luchadora. Sé que no soy el tipo más fuerte o el más inteligente, pero si alguien me diese un arma no dudaría en utilizarla. Para ser pacifista, mejor me quedo muerto.

Me apoyo en las manos de manera que parece que me voy a ponerme a gatear, pero en realidad utilizo la postura para inclinarme cerca de él y así poder susurrar con énfasis — Los gobiernos caen cuando la gente se mueve. Sé que es complicado, sé que es probable que nunca podamos verlo con nuestros propios ojos y seguramente acabemos muertos en el proceso, pero todo se empieza desde abajo. ¿Acaso no quieres ser libre de nuevo? — me mordisqueo los labios con ansiedad y levanto una mano para apretarle el brazo en un intento de brindarle ánimos — Andrew dice que alguna vez saldremos de aquí y que hay cientos de personas allá afuera que quieren hacer la diferencia. Si todos dijéramos que no, nadie podría gobernarnos. Ellos tienen las armas y la magia, lo sé, pero al menos nosotros tenemos la razón. ¿No? — he hablado con Lara cientos de veces de esto. Y sé que, en algún punto, me ha contagiado de su optimismo.

Creo que sigo siendo un baboso, solo que ahora guardo mis comentarios para momentos más apropiados. El señor Fitzgibbons, mi anterior amo, me había enseñado eso pues en los desfiles jamás me dejaba halagar al que portaba la ropa "Estamos aquí por los diseños, Sami, no por la persona". Pero claro, él podía ir luego al bar e intentar conquistar a alguien, yo en cambio tenía que volver a casa con el solo sueño de salir otro día para ver gente hermosa - Así como ahora creemos que Niniadis tampoco caerá ¿Cierto? - pregunto retóricamente y sin quererlo, eso me da un poco de ánimos.

Río con el siguiente comentario pues la verdad es que hay personas a las que no puedes imaginarlas de otra forma a cómo son ahora, como los soldados. Para mí salieron del vientre de sus madres todos fortachones sabiendo que algún día podrían pelear hasta con el mismísimo Goliat. Claro, hay personas que aprenden pero son esos que podrían ir a la luna y volver si se lo proponen... Yo no estoy en ese grupo. No estoy destinado a volverme el protagonista de la historia resaltando con un gran cambio o tomando una gran decisión, soy más ese personaje terciario del que todos desearían saber más pero si lo hicieran, se darían cuenta de que en realidad no es tan interesante.

- Tendría el talento de un puffskein - respondo al final con una sonrisa mirando el techo, al menos ellos son adorables - Mírate tú... Y se supone que yo era el positivo hace unos minutos - comento frente a su pequeño discurso mirándolo de reojo. Claro que me gustaría ser libre, pasar un día entero sin hacer nada solo porque puedo, vestir lo que quiera, salir con quien quiera ¡Ir a todas las malditas bodas que quiera! - Por un momento creí que dirías "Algo por qué luchar", habría sido muy cursi - respondo captando el brillo de entusiasmo en sus ojos, no es algo que se vea mucho estos días.

- De momento creo que me conformaré con seguir deseando tener un nuevo dueño, eso puedo hacerlo - comienzo encogiendo de hombros - Una vez afuera ¿Quién sabe? Podría ser su Mata Hari - bromeo con una sonrisa de lado. Para eso no se necesita fuerza ni talento físico, solo encanto y de eso tengo mucho. Aunque luego de pensarlo unos segundos lo aclaro pues James es tan joven que quizás no ha podido leer sobre la vieja historia jamás - Cuando uno anda con su amo, escucha y ve cosas que podrían ser interesantes para otros - y si alguien decide hacer algo, es bueno estar a cargo de la comida de aquellos que nos torturan día a día.

— Exacto — mi sonrisa le tiene que dar a entender que ha captado el punto. Nada puede durar para siempre, o eso creo. — Un puffskein muy feo — le reprocho en tono bromista. La idea de un discurso tan cursi me hace reír con él, sintiéndome extrañamente motivado a pesar de que apestamos a mugre, a humedad, a tierra, a los gérmenes que se acumulan en cada rincón de este asqueroso mercado que no es más que una prisión camuflada. Sé que no puedo hacer mucho más para convencerlo, así que lo dejo ser, como me dijeron en más de una ocasión: no se puede obligar a nadie a luchar, pero el convencimiento lleva tiempo.

— ¿Su qué?— pregunto cuando hace mención de ese… mete hara… lo que sea. Todavía tengo el sabor del cigarrillo, así que muevo mi lengua por mi paladar mientras trato de seguirle el ritmo — ¿Dices que tener un amo sirve para pasar información a quienes la necesitan? — es una idea un poco arriesgada y radical para una persona que gusta de la idea de tener un dueño, pero no puedo evitar preguntarlo. Si no quiso decir eso no importa, porque es con lo que voy a quedarme. Soy así de convenido cuando quiero — Si consideramos que nadie sospecharía de ti, hasta es una buena idea. Voy a usarte de bocón cuando lo necesite — si bien estoy hablando como si se tratase de una broma, creo que los dos sabemos que no es una.

Un chistido y el sonido de los pasos me dejan bien en claro que me estoy arriesgando, así que me siento en el suelo como si nada y abrazo a mis rodillas, dándole la espalda a las cercas justo cuando uno de los guardias pasa por delante de nuestra celda. Puedo sentir su presencia, casi espectral y juzgadora, hasta que se aleja por el pasillo. Como sé que no está lejos, apoyo el mentón en una de mis rodillas y miro a mi compañero entre las hebras de mi cabello — Puede que tú te conformes con salir de aquí, Sami, pero yo no. Nada de esto me parece justo y, si yo me voy de aquí, no significa que la tortura siga para quienes se quedan atrás. La vida cómoda debería ser para todos, no para un puñado — me rasco la nariz con el dorso de la mano, hablando en susurros que le brindan mi confianza, a pesar de todo.

Ruedo los ojos y niego con la cabeza pues solo dice eso porque no me ha visto con mis pantalones de cuero rojo y camiseta de las reliquias de la muerte. No fue un diseño propio ya que claramente no me identifico con esa cultura, pero fue un regalo de mi amo y debo admitir que era bastante buena... exceptuando el dibujo - Tienes razón, mejor debería ser un thunderbird con hermosas alas dejando tormenta a su paso - divago elevando mi mentón como si eso fuera a agregar elegancia a la fantasía. En realidad extraño un poco cuando lo más raro que veíamos por la calle era un caniche toy rosa.

- Digo que escuchar es sencillo, nos consideran invisibles así que algunos ni siquiera caen en la cuenta de las cosas que están diciendo en nuestra presencia - respondo un poco más serio. Me ha ocurrido aunque en ese entonces, jamás se me habría ocurrido utilizar esa información para algo más que para ofrecer llevar sandwiches para el viaje o la reunión - No me presiones, James, que soy terrible trabajando bajo presión - me pondría nervioso, sudoroso e inútil - Pasos de bebé.

Se escucha el sonido de un guardia del otro lado de las cercas y me recargo sobre la pared con una pierna flexionada y la otra estirada, es mi idea de actuar natural, y creo que funciona ya que el tipo pasa sin decir una sola palabra. En realidad sí es terrible vivir así todo el tiempo, pues afuera tampoco podemos decir lo que en realidad pensamos sin miedo a sufrir las consecuencias - Eres un buen chico, James - digo con media sonrisa - ¿Cómo argumentar contra eso? - pregunto mirando el suelo, entre avergonzado y enojado conmigo por querer involucrarme - No sé cómo podría ayudar pero... volveremos a hablar sobre esto - advierto con un dedo en alto, ya estoy en el baile así que será mejor ponerme zapatos apropiados para hacerlo.