¿Qué interés me llevaba en buscar a alguien de una vez? ¿Quizás la manera en que acabó todo? ¿Quizás la curiosidad de verla? Sabía que tenía que pedirle perdón y que no dejaba de pensar en ella. No me gustaba dejar las cuentas pendientes a medio terminar y lo que había pasado en ese bosque con los aurores y luego su foto en un periódico convirtiéndose en la mejor postora de los juegos, había sido una de ellas; tenía que hablar con ella. La espléndida doctora Talysa Glace que había apostado por un tributo y dio la casualidad que había ganado; ayudándolo con sus patrocinios y demás tonterías que tuve que enfrentarme a un pasado. Habían cambiado tantas cosas desde aquel momento, que cada vez que me miraba al espejo veía a alguien distinto. Todas y cada una de las veces.

Pude darme entonces cuenta de su verdadero nombre, su rostro más claro, su profesión (en la cuál no mintió) y en su nuevo estatus. Fue ese periódico indefenso y traído por el destino, el cuál me di cuenta de algo. Nunca he creído en señales ni en nada que se le pareciese, pero algo me impulsó a no ignorar ese designio travieso del camino que teníamos marcado.

Me las apañé bastante bien para hacerle llegar un mensaje, firmado con mi nombre falso e indicándole el lugar. Todavía tenía gente de confianza que sabía pasar desapercibida. Así que ahora mismo tocaba esperar, escondido en una casa abandonada, y con suministros para el catorce, sin faltar mis pastillas, por supuesto. Fue la opción urgente para salir del distrito y sortear las medidas de seguridad.

Cuando su mensaje llegó a mis manos sentí alegría. Sé que es extraño pensar en ello, la primera vez que me citó la cosa no terminó precisamente bien para mí... pero han pasado tantas cosas en los últimos meses; La misión desoladora que terminó con la búsqueda de un montón de cadáveres,  mi búsqueda con Sould de la persona que ahora me citaba entre los "se busca" del pasado, el hecho de que la residencia de mi hija haya cambiado a la misma que su padre en su documentación... que el tributo por el que por primera vez en mi vida decidí apostar  resultara el ganador de los juegos. El asqueroso salto a la fama, el dinero, la atención, la convivencia don Demetrios...

Si, definitivamente la situación me había sobrepasado hacía ya semanas; Estaba cansada, preocupada, angustiada...Y el hecho de que él me citara como si no hubiese pasado nada... ¿Es que aquel iba a ser mi nuevo método para escapar de la realidad? ¿Buscar a la persona que había puesto en peligro toda mi vida en base a una paranoia mal hilada? Mierda...Si, lo iba a ser.

Abandoné mi nueva casa, olvidándome por completo de que ya no vivía sola, enfundada en una hermosa capa de piel oscura. Caminé asegurándome de que nadie me seguía y me aparecí varias veces antes de tomar un  trasladar y volverme a aparecer a varias calles de distancia del sitio acordado. No conocía el lugar, pero por lo que mis ojos podían deducir... la casa a la que me dirijia estaba abandonada. Me detuve y respiré profundo. ¿Estaba segura de aquello? No. No lo estaba, pero avancé cahiz baja sin poder evitar sentirme vigilada mientras mis dedos empujaban la puerta del lugar.

Era muy fácil darse cuenta de quienes pasaban por esas calles solitarias. Eran las que normalmente escogían los criminales, repudiados y gente non grata. Gente sin ley que se relacionaba dependiendo sus deseos del día. Trueques, sexo, familias normales que tenían su vivienda por aquí, peleas, asesinatos... De todo un poco. Había elegido una que estuviese abandonada y solitaria, sin trapicheos en metros a la redonda, pero no pude darme cuenta del burdel que estaba a unos metros escasos. O quizás más bien es que fue la vivienda "más segura" que había encontrado.

Los gemidos que se escuchaban más allá, amortiguados por la ventana y las cortinas, hicieron que me asomara a la ventana, un poco asqueado y harto. ¿Quién iba a decir que al famoso Derian Castle, mujeriego, putero y alcohólico, le iba a dar molestia escuchar los gemidos de un burdel? Esos gemidos que tanto había provocado en un pasado. Fuese donde fuese. La vida cambia, y yo me he dado cuenta de todo lo que había cambiado.

Me crucé de brazos, rodando los ojos e intentando acallar mi cabeza mientras escuchaba el pitido del reloj anunciándome la pastilla. Métodos de seguridad de los demás para que no se me fuese la cabeza como la última vez. Todos se protegían de Ben y del gobierno, sin querer asumir que yo también podía ser un monstruo.

El sonido de una puerta abriéndose me sacó del demonio que se había convertido mi mente, y sólo me bastó echar un vistazo desde las sombras a sus ropajes, para darme cuenta que sin duda era ella. La poca luz que entraba desde una farola a la ventana iluminó lo que debería de ser el salón mientras permanecía escondido con la pastilla en la boca y la botella de agua en la otra mano.

—He de admitir que me ha sorprendido que vinieses —bebí de la botella, mientras daba un paso hasta esa claridad otorgada por la farola, mientras me acercaba a la mesa y encendía el candil con una cerilla —Hola de nuevo... Keyra —sonreí a su nombre falso mientras iba encendiendo los demás candiles.

La puerta cede y chirría anunciando mi llegada. Parpadeo un par de veces y no sin antes dudarlo, me adentro en la casa.

Tengo un nudo en el estomago. Siento como si hasta ahora, que ya es demasiado tarde, no hubiese sido realmente consciente de mis actos. ¿Que estoy haciendo? ¿Porque lo estoy haciendo? ¿Puedo estar hechizada? Lo descarto, recuerdo por completo el excitante trayecto y la sensación de alegría en el pecho al arrugar la nota que me citaba aquí mismo.

La poca luz de la casa entra desde la ventana iluminando el salón y yo deslizo la capucha sobre mis hombros para descubrir mi rostro ante las sombras que siento que me observan. Creo que puedo olerle...

“He de admitir que me ha sorprendido que vinieses.” Dice la persona que busco, desde laS sombras.

Sinceramente, yo estoy tan sorprendida como él. La ultima vez que le vi terminé marcandole, merecidamente, los dedos en la cara. ¿Le he perdonado por aquello? Lo cierto es que no, pero por alguna estúpida razón... en estos momentos me atrae más de lo que me repele.  

“Hola de nuevo...Keyra” Sonrío levemente.

Sé que debe saber que le mentí; He salido en demasiados medios de comunicación últimamente para creer que no sabe quien soy, lo que he hecho...y un montón de datos inútiles que a las revistas del corazón les parecía interesante preguntar. ¿De que le sirve a nadie saber que estoy soltera?   La parte positiva del tema es que debe saber que no le mentí en mi oficio, definitivamente no soy un Auror, y la parte negativa es que sabiendo su historial...que haya promocionado un tributo de los juegos no debe de ser algo positivo ante sus ojos. ¿Quiero que me vea como algo positivo?  Me da igual, definitivamente me da igual. Me repito como un mantra mentalmente.

— No se porque te sorprendes...nuestro ultimo encuentro fue maravilloso. —  Digo con la voz cargada de ironía. Mentiría si dijera que no he pensado en decirle a Soul donde iba a estar, delatarlo y quitarlo de en medio antes de que él me quite a mi. Pero...al final no lo he hecho.

— ¿Que necesitas? —  Digo finalmente. No creo en la posibilidad de que me haya hecho venir “porque le apeteciera verme” así que es mejor saber la razón desde el principio y no darle vueltas al tema.

Los gemidos del prostíbulo cercano deciden romper un poco la tensión que estoy acumulando en los hombros a medida que avanza la conversación. ¿No podría haber elegido otro sitio? ¿Lo ha hecho a posta? ¿Sabe que me atrae?

No pude evitar soltar una risa ante sus palabras, para luego finalizarla con un suspiro —Tendrás ganas de pegarme, de decirme muchas cosas e incluso de venderme a las autoridades —Terminé de encender los candiles y regresé la mirada a su rostro. Se notaba el nuevo estatus que había adquirido y más con esa capa tan bonita y cara que traía —Me estoy arriesgando mucho, lo sé —Me crucé de brazos, recostándome en uno de los muebles, y ladeé la cabeza con gesto pensativo —Incluso todo esto podría ser una trampa, pero algo me dice que no lo es —Quise tranquilizarla. ¿Por qué? Porque no sólo era la casa más segura de todas las que había en el vecindario, si no porque también era la única con un armario evanescente dispuesto para la huida y un traslador al otro lado. Si Talysa Glace había acudido ahí con intenciones no pacíficas, le iba a salir el tiro por la culata, queriendo atrapar a un mentor de lo más experimentado y escurridizo.

Pero dejé las divagaciones y la seguridad a un segundo plano para recostarme en una de las mesas. Fue entonces cuando escuché otro gemido y bajé un poco la cabeza, con cara de disculpa —Siento mucho la orquesta de fondo. Es la única casa que no quiere nadie, precisamente por esto —Le dije un poco cohibido y algo nervioso. Después de todo me estaba viendo con alguien a favor del gobierno, alguien que había apostado en los juegos y alguien que podía facilitarme las pastillas... Aunque sea bajo amenaza, pero eso era otra historia.

Sus últimas palabras me dejaron algo pensativo, por un tiempo que apenas fue perceptible para ella, pues simplemente me vi respondiendo algo sincero con el verdadero motivo a segundos de su respuesta—Necesito pedirte disculpas —Fijé aún más mi mirada en ella —Te creí esa noche, y digamos que han ocurrido cosas que dan más veracidad —Me separé de la mesa —Se que ahora sabemos quién es cada uno, y que ahora es todo más peligroso, pero necesitaba pedirte perdón y cerrar esa cuenta pendiente —Pero la pregunta real era... ¿Sólo eso?

Enarco una ceja a medida que habla, dejando-le divagar.

Es verdad que la ultima vez que nos vimos me dejo con ese conocido cosquilleo en los nudillos y los dientes clavados en la lengua para no detenerme a encarar-le. También es cierto que he pensado en venderlo, por supuesto. He estado investigando-le como si él fuera una obsesión....y ahora, teniendo-le delante, dudo si es una  obsesión por  el resquemos de lo que me hizo...o por razones que nada tienen que ver.

“...pero algo me dice que no lo es.”

Entrecierro los ojos, ante su seguridad. Estoy apunto de decirle algo pero un nuevo gemido nos interrumpe y él agacha la cabeza disculpándose por lo bochornoso de la situación.  Si él supiera que empiezo a pensar que lanzarme a por él y competir con los gemidos de la casa de al lado es la manera más fácil de lograr darle la espalda y desaparecer de su vida... Seguramente saldría huyendo...o bueno, quizás huía después como yo. ¿Puede ser una alternativa viable?

Me lo miro de arriba a bajo dudando y como si estuviera leyendo el hilo de mis pensamientos...Se disculpa. Parpadeo un par de veces sorprendida para parar mis mirada en la suya, que se clava en la mía.

Se separa de la mesa en la que se había apoyado y mis sentidos se agudizan un instante. Huelo la mecha de las velas que a encendido quemarse, el polvo que nos rodea y...a él.

Avanzo un paso con seguridad en su dirección, dudando en cuales son las distancias permitidas para ambos. Nos besamos incluso antes de vernos...

 — Bueno pues...Disculpas acertadas.  — Digo cruzándome de brazos  por debajo del pecho.  

¿De que intento protegerme? Domino bastante bien el lenguaje corporal, así que en cuanto me doy cuenta de mi cruce de brazos me esfuerzo en bajarlos con naturalidad mientras me paseó por la habitación mirándole de reojo.  —Entonces...¿Se supone que ya puedo irme?  — Susurro la pregunta, dejándola suspendida entre el aire que nos separa. No puedo negar-lo, sería decepcionante que me dijera que si.  ¿Me enfadaría? Para esto podrías haberlo escrito en la nota directamente.

La observé por unos instantes, y me quedé mirando su lenguaje corporal. Quería dominar y mostrar seguridad, pero algo me decía que ya ella era así de por si. ¿Por qué tenia que mostrarlo? Estaba nerviosa, indecisa y ahora se movía por la casa como un animal enjaulado. ¿Podría ser que ella misma fuera un animal? Le había dado demasiadas pistas aquella noche sin saberlo y vivía con un licántropo. No me hacía falta ser cazador para saberlo, teniendo en cuenta que todos los días me daba de cara con una criatura como aquella, aunque lejos de sorprenderme o asustarme, me pareció curioso tener delante a alguien así que no fuese Ben. Aún así, no quería dejarlo en divagaciones, quería saberlo de sus propios labios.

—Agradezco que las aceptes. ¿Le vino bien el acónito a ese paciente? —No me moví de mi sitio, pues simplemente tenía que ir girando el cuerpo o el rostro para poder seguirla —¿Quieres irte? Aunque antes necesito saber tu intranquilidad —Entrecerré los ojos —¿Realmente sólo es por la situación? —pregunté casual, esta vez moviéndome también por la casa como si intentase rodear a Talysa.

Los gemidos de la casa de al lado ya pasaron a un segundo plano. Mi mirada tan sólo la seguía a ella y en lo guapa que había venido esa noche. ¿Realmente había saldado toda la cuenta pendiente?

La pregunta del acónito me devuelve a la realidad, evaporando esas ganas que se estaban cumulando en mi estomago de empujarle contra la mesa y fundirme con su cuerpo. ¿Por qué tiene que ser tan inoportuno? ¿Por qué diantres le interesan tanto los licántropos? ¿No ve que no va a llegar a ningún lado? No me fio de él lo suficiente.

—Es una poción complicada, aún no he sido capaz de sintetizarla. — Digo con sequedad separando los ojos de él para perderlos en el exterior de la ventana más cercana. Todo esto es absurdo, ambos estamos perdiendo nuestro tiempo y ni siquiera estoy segura de porqué...más allá de que todos mis instintitos estén empeñados en desahogarse con él de una manera increíblemente placentera para ambos.

"Quieres irte'"

No, no quiero, pero es lo mejor para ambos.

"Aunque antes necesito saber tu intranquilizad...¿realmente solo es por situación?"

Me quedo en silencio y quieta, dejando que sus pasos me rodeen sin entender del todo su pregunta. ¿Qué más quiere que sea? ¿Me está acusando de algo o está redirigiendo la conversación de nuevo a algo mejor para los dos?

Alzo la mirada y me encuentro con la de él. No pienso decirte qué soy, así que cambia la estrategia o me voy.—¿Acaso tu estarías tranquilo con alguien que te amenazó la última vez que vistes? Sé que te has disculpado... pero eso no te hace de fiar. —Sentencio, volviendo a cruzarme de brazos. Es absurdo mejor me voy. Piensó avanzando hacía la puerta con pasos errantes.

¿La jefa de un departamento todavía no había logrado sintetizar esa poción? Pero que mentirosa...Cada vez caía más en su propia trampa. ¿Aparta la mirada cuando le dice todo aquello? ¿Qué te pasa, Talysa? Estás escondiendo mucho y yo como un inútil, quiero saberlo todo.

Exhaló lentamente, quedándose parado en una de las mesas viejas y raídas de la casa. Mentiría en esos momentos si negaba el hecho de que aquella mujer le provocaba algo en su interior que creía dormido o extinto. Hacía años que no sentía deseo o atracción por alguna mujer, pues se había enfrascado tanto en su presente y su nueva situación, que quería desechar cualquier comportamiento parecido en ese pasado que había vivido. Ya la esclavitud le había arrancado parte de su ser, y aunque le había ayudado a cambiar, había ciertos comportamientos que todavía permanecían allí. El deseo tan primitivo había nacido en esa casa, esa noche, con esos gemidos de fondo, y había vagado por su cuerpo como una serpiente dormida esperando el tiempo justo para despertar.

—Tienes razón, Talysa, y no voy a decirte nada más esta noche —cerró los ojos, tirando levemente la cabeza hacia atrás para pasarse la mano por el pelo —Creo que todo lo que quería decirte está dicho —susurró despacio, echándola de nuevo hacia adelante y viendo como escapaba de allí. Quería irse, por supuesto, pero él no quería que se fuera. Talysa había ocupado su mente durante algún tiempo y aunque sólo sintiera por ella atracción física, iba a aprovechar eso.

Avanzó hacia ella, abordándola por la espalda y alargó el brazo para coger el suyo. No le dijo nada, la miró en silencio con un rostro serio, pero unos ojos cargados de intensidad. Entreabrió los labios para respirar y tiró de ella con brusquedad hacia él —Te conocí con un beso, largo y lento, y ahora quiero conocerte con un gemido... De igual manera —susurró cerca de su rostro. ¿Vendría ahora la hostia?

Tema zanjado. Él no tiene nada más que decir y yo he perdido mi tiempo de una manera estúpida; Un final decepcionante para una relación breve pero emocionante. A estado bien, espero que no nos volvamos a ver.

Camino hacia la puerta dejando-le a tras y escucho sus pasos siguiéndome. Estoy apunto de gruñir-le, pero una de sus manos atrapa una de mis muñecas y yo siento esa vibrante electricidad que ha hecho que venga hasta aquí. Me detengo y le miro. Sus ojos están cargados de deseos. Puedo olerlo, puedo sentirlo. Tira de mi con brusquedad y choco contra su cuerpo girándome para encararlo. Mierda, como me gusta este hombre.

“Te conocí con un beso, largo y lento, y ahora quiero conocerte con un gemino...De igual manera”

Debo reconocer que en este preciso instante no esperaba que hablara. Mi cuerpo vibra en contacto con él suyo y puedo notar mi respiración agitarse con antelación. Ahora si que hablamos el mismo idioma. Nos atraemos, nos gustamos... Y la mejor manera de que podamos deshacernos el uno del otro es apagar el deseo. (o eso es lo que yo creo)

Sonrio. Mi diestra se alza contra una de sus mejillas y le giro la cara de una hostia bien merecida. — Eres de lo peor que he conocido, una autentico gilipollas. — Susurro palabras que llevaba tiempo queriendo decirle, pero en mi mente habían sonado hirientes y ponzoñosas, aquí, en la realidad, han sonado hasta sensuales. A la mierda.

Mis labios buscan los suyos y mi cuerpo continua vibrando. No voy a mentir, llevo demasiado tiempo invertido pensando en esto. Mis dedos se hunden en su cabello y arañan su cuero cabelludo mientras mi lengua acaricia la suya. Hazme gemir puto gilipollas.