OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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He estado montando a Petra toda la mañana aprovechando que ya no hace tanto frío, así que en cierto modo ahora mismo me encuentro jodidamente cansado. La yegua ha decidido que es mucho más interesante el beber algo de agua que estar cerca de mí así que la observo desde mi lugar, apoyado vagamente contra la cerca mientras hago girar el anillo de la tumba desconocida entre mis dedos, algo aburrido. No, jamás he logrado adivinar lo que dice la inscripción y honestamente no tengo idea de por qué continúo llevándolo conmigo, aunque tampoco se me ha antojado regresarlo a donde pertenece. Es como si dejarlo en su sitio fuese sinónimo de darme por vencido con una tontería, pero al menos encuentro con qué entretenerme y así evitar pensar en lo que ha sucedido hace algunas semanas, la última vez que salimos del distrito.
Doy un bostezo perezoso y me estiro, saltando de la cerca y decidido que, quizá, sea hora de obligar a Petra a volver al establo e ir en busca de algo de comida. Estar de nuevo en mi casa sin la multitud de personas es un alivio encantador, en especial porque había empezado a extrañar la intimidad de la calma. Es la primera vez en meses que empiezo a disfrutar de estar de nuevo en casa, deseoso de compartir tiempo conmigo mismo, el silencio y mi dormitorio.
Estoy en eso, yendo en camino hacia la yegua con intenciones de un día de paz, cuando el anillo con el cual jugueteo se me resbala de las manos y rueda por el suelo. Por instinto me agacho a tomarlo en un gesto algo atropellado (no se me antoja andar tanteando el barro en caso de perderlo de vista) cuando por fin lo encuentro y lo tomo con cuidado entre mis yemas. Aún inclinado, limpio un poco el pasto que se le ha pegado y alzo la vista cuando me doy cuenta de que alguien acaba de llegar, demasiado cerca de mí como para tener que levantar el rostro, hasta que diviso el cabello rubio de Beverly — Um. Hola, Bev.
Doy un bostezo perezoso y me estiro, saltando de la cerca y decidido que, quizá, sea hora de obligar a Petra a volver al establo e ir en busca de algo de comida. Estar de nuevo en mi casa sin la multitud de personas es un alivio encantador, en especial porque había empezado a extrañar la intimidad de la calma. Es la primera vez en meses que empiezo a disfrutar de estar de nuevo en casa, deseoso de compartir tiempo conmigo mismo, el silencio y mi dormitorio.
Estoy en eso, yendo en camino hacia la yegua con intenciones de un día de paz, cuando el anillo con el cual jugueteo se me resbala de las manos y rueda por el suelo. Por instinto me agacho a tomarlo en un gesto algo atropellado (no se me antoja andar tanteando el barro en caso de perderlo de vista) cuando por fin lo encuentro y lo tomo con cuidado entre mis yemas. Aún inclinado, limpio un poco el pasto que se le ha pegado y alzo la vista cuando me doy cuenta de que alguien acaba de llegar, demasiado cerca de mí como para tener que levantar el rostro, hasta que diviso el cabello rubio de Beverly — Um. Hola, Bev.
Normalmente no me levanto muy temprano, pero la abuela Arleth había prometido enseñarme a preparar mi primer posión venenosa que se podía utilizar como remedio, bueno, basta decir que no había podido dormir de la emoción.
Asi que allí me encontraba, abrigada hasta la nariz, paseando por los cultivos para hacer que el tiempo corriera más deprisa y viendo si podía conseguir alguna otra planta que pudiera utilizar en mi lección.
Entonces noté a Ken cerca, con su caballo no muy lejos, y ya que las cosas habían vuelto a la normalidad después de la excursión decidí ir a hablarle, si ibamos a fingir que no había chispas, al menos podíamos mantener una conversación civilizada.
Pero todo ese pensamiento se fue por la pradera, por la santisima Señora del Invierno, yo crei que no me había visto llegar, pero si lo hizo ¡Hizo más que eso!
- ¡SI! - practicamente grité y llevé mis manos a mi boca, casi soltando lágrimas de emoción - ¡SI! - no había forma de que me calmara - ¡CLARO QUE ME CASARÉ CONTIGO!
No era la propuesta que había soñado, ni siquiera la que hubiera pensado para Ken, creí hasta cierto punto que tendría que forzarlo a reconocer sus sentimientos por mí abandonandolo después de mantener una apasionada relación de amantes en secreto, y que luego de emborracharse por 2 días, vendría a mí de rodillas proclamando su eterno amor.
Entonces todo este mes de negarle la palabra había servido para que se diera cuenta que me había herido profundamente, y al final declaraba sus sentimientos de manera tan pasional como creí que lo haría en mis fantasias, un poco casual, pero no voy a criticar nada del mejor momento de mi vida.
Asi que allí me encontraba, abrigada hasta la nariz, paseando por los cultivos para hacer que el tiempo corriera más deprisa y viendo si podía conseguir alguna otra planta que pudiera utilizar en mi lección.
Entonces noté a Ken cerca, con su caballo no muy lejos, y ya que las cosas habían vuelto a la normalidad después de la excursión decidí ir a hablarle, si ibamos a fingir que no había chispas, al menos podíamos mantener una conversación civilizada.
Pero todo ese pensamiento se fue por la pradera, por la santisima Señora del Invierno, yo crei que no me había visto llegar, pero si lo hizo ¡Hizo más que eso!
- ¡SI! - practicamente grité y llevé mis manos a mi boca, casi soltando lágrimas de emoción - ¡SI! - no había forma de que me calmara - ¡CLARO QUE ME CASARÉ CONTIGO!
No era la propuesta que había soñado, ni siquiera la que hubiera pensado para Ken, creí hasta cierto punto que tendría que forzarlo a reconocer sus sentimientos por mí abandonandolo después de mantener una apasionada relación de amantes en secreto, y que luego de emborracharse por 2 días, vendría a mí de rodillas proclamando su eterno amor.
Entonces todo este mes de negarle la palabra había servido para que se diera cuenta que me había herido profundamente, y al final declaraba sus sentimientos de manera tan pasional como creí que lo haría en mis fantasias, un poco casual, pero no voy a criticar nada del mejor momento de mi vida.
¿Qué, cómo, cuándo? Los gritos de Beverly me descolocan por dos segundos y tengo que ponerme a mirar hacia todos lados en busca de algún motivo lógico a su reacción, pero entonces lo que sigue empieza a darle algo de contexto. Miro el anillo que tengo entre mis dedos, me observo a mí mismo en una postura que jamás hubiese hecho a propósito y doy un brinco hacia atrás, lo que en mi posición ocasiona que me vaya de culo contra el césped. No, no, no… esto no puede estar pasándome ahora…
— ¡No, Bev, no es lo que piensas! — mis manos son demasiado torpes mientras intento ponerme de pie, esconder el anillo y tratar de impulsarme con los brazos, todo a la vez. Doy casi un brinco cargado de torpeza que hace que me tambalee hacia atrás, alzando mis dos manos delante de mí en un intento de tranquilizarla. Conozco a Beverly y sé que, le diga lo que le diga, no va a escucharme — Solo se me cayó, no es… No es como si hubiese conseguido un anillo para ti o algo así — ¿De dónde lo sacaría, de todos modos?
Que horror. Si esto hubiese pasado con cualquier otra persona, no tendría que dar tantas explicaciones. Beverly siempre había encontrado el modo de transformar todo en una escena algo (bastante) desconfigurada de la realidad. Me apresuro a meter el anillo en el bolsillo trasero de mi pantalón y escondo mis manos tras mi espalda, en una postura sumamente inocente — ¿Ves? No hay anillo, no hay boda — sin embargo, una duda me salta — ¿Por qué querrías casarte a esta edad? — no puedo evitar hacer la pregunta, aunque sacudo la cabeza, tratando de seguir mi camino — Olvídalo.
— ¡No, Bev, no es lo que piensas! — mis manos son demasiado torpes mientras intento ponerme de pie, esconder el anillo y tratar de impulsarme con los brazos, todo a la vez. Doy casi un brinco cargado de torpeza que hace que me tambalee hacia atrás, alzando mis dos manos delante de mí en un intento de tranquilizarla. Conozco a Beverly y sé que, le diga lo que le diga, no va a escucharme — Solo se me cayó, no es… No es como si hubiese conseguido un anillo para ti o algo así — ¿De dónde lo sacaría, de todos modos?
Que horror. Si esto hubiese pasado con cualquier otra persona, no tendría que dar tantas explicaciones. Beverly siempre había encontrado el modo de transformar todo en una escena algo (bastante) desconfigurada de la realidad. Me apresuro a meter el anillo en el bolsillo trasero de mi pantalón y escondo mis manos tras mi espalda, en una postura sumamente inocente — ¿Ves? No hay anillo, no hay boda — sin embargo, una duda me salta — ¿Por qué querrías casarte a esta edad? — no puedo evitar hacer la pregunta, aunque sacudo la cabeza, tratando de seguir mi camino — Olvídalo.
Quería gritar, correr a decirle a mama, a Lila, a todo el distrito. Asi que esto era lo que los libros describian como un momento de felicidad plena, un poco de miedo, emoción bombeando tu cuerpo y una sensación burbujeante en la boca de tu estomago...aunque aquello podria ser el desayuno digiriendose.
Podía ver claramente el centro del consejo decorado con el techo lleno de racimos de flores, un arco en el centro donde nos esperaría Arleth con sus mejores galas; porque politicamente correcto; Ken en un traje que remarcaria su rasgos masculinos, mama como siempre divina y en el lugar de madrina, junto con Ava y Lila, Link del lado de los padrinos ya habiendo aceptado su sexualidad, mis tres padres arreglados y esperandome en la puerta del altar; incluso un poco de ojos llorosos y no se porque Ben con una pollera escocesa; y finalmente mi vestido.
Mi vestido seria magnifico, con un corse de encaje que remarcaría mis pechos ya crecidos, y una falda de princesa que daría la sensación de que estuviera flotando en vez de caminar.
Ken estaba diciendo cosas, supongo que deberia prestarle atención y dejarlo participar en nuestra boda...O darle la idea de que tenía voz y voto y al final converserlo de que mis ideas eran sus ideas. Brillante Redford.
Entonces lo escuche y entendi. Claro, como podía haber sido tan ciega y dejado que mis fantasias torcieran la realidad de esta manera. Pobre Ken, debió haber estado sufriendo tanto y yo acosandolo sin descanso.
- Oh Ken lo siento tanto - dije con mis ojos aguandose un poco - Todo este tiempo deje que mis sueños guiaran mis acciones, pero ahora entiendo que no era miedo a mi seguridad femenina o a mi edad lo que tenías - me atrevi a tomar sus brazos - Era miedo a lo que los demás pensaran por mi edad, sobretodo mis padres ya que admiras tanto a Ben. Pero tranquilo, podemos mantenerlo en secreto hasta que encontremos un momento para hablarlo. Aunque entenderas que tengo que contarle a mama.
Al fin y al cabo, mama era mi mejor amiga, ella seguro sabría como aconsejarnos. No tenía tiempo que perder, por lo que me gire para ir en busqueda de ella. Ya ni recordaba si tenía que hacer algo más este día, mi concentración estaba puesta en la propuesta. Quise gritar de nuevo.
Podía ver claramente el centro del consejo decorado con el techo lleno de racimos de flores, un arco en el centro donde nos esperaría Arleth con sus mejores galas; porque politicamente correcto; Ken en un traje que remarcaria su rasgos masculinos, mama como siempre divina y en el lugar de madrina, junto con Ava y Lila, Link del lado de los padrinos ya habiendo aceptado su sexualidad, mis tres padres arreglados y esperandome en la puerta del altar; incluso un poco de ojos llorosos y no se porque Ben con una pollera escocesa; y finalmente mi vestido.
Mi vestido seria magnifico, con un corse de encaje que remarcaría mis pechos ya crecidos, y una falda de princesa que daría la sensación de que estuviera flotando en vez de caminar.
Ken estaba diciendo cosas, supongo que deberia prestarle atención y dejarlo participar en nuestra boda...O darle la idea de que tenía voz y voto y al final converserlo de que mis ideas eran sus ideas. Brillante Redford.
Entonces lo escuche y entendi. Claro, como podía haber sido tan ciega y dejado que mis fantasias torcieran la realidad de esta manera. Pobre Ken, debió haber estado sufriendo tanto y yo acosandolo sin descanso.
- Oh Ken lo siento tanto - dije con mis ojos aguandose un poco - Todo este tiempo deje que mis sueños guiaran mis acciones, pero ahora entiendo que no era miedo a mi seguridad femenina o a mi edad lo que tenías - me atrevi a tomar sus brazos - Era miedo a lo que los demás pensaran por mi edad, sobretodo mis padres ya que admiras tanto a Ben. Pero tranquilo, podemos mantenerlo en secreto hasta que encontremos un momento para hablarlo. Aunque entenderas que tengo que contarle a mama.
Al fin y al cabo, mama era mi mejor amiga, ella seguro sabría como aconsejarnos. No tenía tiempo que perder, por lo que me gire para ir en busqueda de ella. Ya ni recordaba si tenía que hacer algo más este día, mi concentración estaba puesta en la propuesta. Quise gritar de nuevo.
Correr. Esconderme en el granero, o quizá en una de las torres. Mantenerme oculto de la vista de Beverly hasta que se le pasara el delirio. Sí, ese es un buen plan a ejecutar. Es una pena que soy tan lento, porque antes de que pueda darme cuenta, la loca me está agarrando por los brazos con un discurso que no tiene ni pies ni cabeza y no hace más que confundirme. ¿Pero de qué demonios está hablando? No es la primera vez que oigo las locuras de Bev, pero sí que necesito que comprenda que la realidad es muy diferente de la fantasía. O lo entiende o voy a terminar siendo arrastrado al altar por un malentendido. ¿Ava no podría salvarme?
— ¡Beverly, la gente no se casa así! — la verdad es que no tengo muchos ejemplos de matrimonios en el catorce, pero hasta donde sé hay una idea muy diferente del matrimonio que es la verdadera — ¡Primero salen y luego se casan! Tú y yo no… Nosotros jamás… — ah, cierto, hubo un beso. Robado y casi una violación porque me dolió el golpe por varios días. Que patético contar que una chica me bajó de un golpe.
Me muevo y le aparto los brazos, poniéndole las manos a cada lado de su cuerpo para que las deje ahí — Nada de ti me intimida, quiero que lo sepas — que rayos, soy el mayor. Bueno, después de Lilah, pero ella me entiende. Intento pararme derecho con toda mi integridad y seguridad y la miro como si fuese una niñata ilusa, revoleando por un segundo los ojos a pesar de desear salir corriendo — ¡A ver si lo entiendes! ¡N-o-q-u-i-e-r-o-c-a-s-a-r-m-e-c-o-n-t-i-g-o! — le deletreo las palabras a ver si se le graban en el cerebro y la suelto, porque ya veo que tanto contacto físico acaba dándole una señal errónea — ¿Por qué no vas a correr a Jared o alguno de los chicos nuevos? Quizá a ellos sí les interesa.
— ¡Beverly, la gente no se casa así! — la verdad es que no tengo muchos ejemplos de matrimonios en el catorce, pero hasta donde sé hay una idea muy diferente del matrimonio que es la verdadera — ¡Primero salen y luego se casan! Tú y yo no… Nosotros jamás… — ah, cierto, hubo un beso. Robado y casi una violación porque me dolió el golpe por varios días. Que patético contar que una chica me bajó de un golpe.
Me muevo y le aparto los brazos, poniéndole las manos a cada lado de su cuerpo para que las deje ahí — Nada de ti me intimida, quiero que lo sepas — que rayos, soy el mayor. Bueno, después de Lilah, pero ella me entiende. Intento pararme derecho con toda mi integridad y seguridad y la miro como si fuese una niñata ilusa, revoleando por un segundo los ojos a pesar de desear salir corriendo — ¡A ver si lo entiendes! ¡N-o-q-u-i-e-r-o-c-a-s-a-r-m-e-c-o-n-t-i-g-o! — le deletreo las palabras a ver si se le graban en el cerebro y la suelto, porque ya veo que tanto contacto físico acaba dándole una señal errónea — ¿Por qué no vas a correr a Jared o alguno de los chicos nuevos? Quizá a ellos sí les interesa.
Ken no dejaba de soprenderme esta mañana, realmente estaba sin aliento de lo hermoso que era y lo cierto en lo que estaba. Nuestra relación aun no había crecido lo suficiente para llegar a esta instancia. ¿Entonces aquel anillo era una promesa de un futuro?
- Tienes razón - le dije con solemnidad - Debemos mejorar nuestra relación antes de dar este paso - lo acepte aunque mi vestido quedara en un futuro más lejano...
Era la luz de la mañana o Ken se veía más guapo que antes, toda esta situación me estaba dando toda una nueva visión de él. Encima me pedía que experimentara mi vida antes de tomar una decisión tan importante, ¿Acaso no era el mejor?
- Podemos tener una cita entonces, prometo no salir con nadie más mientras estamos probando - Al menos podía prometer eso, a menos que mi camino si fuera como el de mamá y ahi si tendría que olvidarme de mi vestido blanco, lo que me daba un conflicto interno muy fuerte - Y claro, puedes quedarte el anillo hasta que llegue el momento, siento que sería mucha responsabilidad para mí - presiento que Noel se lo tragaría...
- Tienes razón - le dije con solemnidad - Debemos mejorar nuestra relación antes de dar este paso - lo acepte aunque mi vestido quedara en un futuro más lejano...
Era la luz de la mañana o Ken se veía más guapo que antes, toda esta situación me estaba dando toda una nueva visión de él. Encima me pedía que experimentara mi vida antes de tomar una decisión tan importante, ¿Acaso no era el mejor?
- Podemos tener una cita entonces, prometo no salir con nadie más mientras estamos probando - Al menos podía prometer eso, a menos que mi camino si fuera como el de mamá y ahi si tendría que olvidarme de mi vestido blanco, lo que me daba un conflicto interno muy fuerte - Y claro, puedes quedarte el anillo hasta que llegue el momento, siento que sería mucha responsabilidad para mí - presiento que Noel se lo tragaría...
El orgullo de que Beverly me dé la razón en algo me dura solo dos segundos — ¿Qué? — pregunto con un parpadeo de desconcierto, al punto de que me quedo de pie con los brazos colgando a cada lado de mi cuerpo con mi mejor expresión de idiota — ¿De qué relación estás hablando? Lo único que pasó entre nosotros fue un beso que tú me diste sin mi consentimiento — intento sonar como que la estoy acusando de un terrible crimen porque así fue como se sintió. No puede basarse en eso para fundar un noviazgo del cual yo no estaba enterado.
No puedo contenerme y me doy un golpe en la frente con la palma de mi mano así, de una, completamente de lleno y con un “plaf” seco que se oye con demasiada exactitud — ¡Claro que me voy a quedar con el anillo! ¡Yo lo encontré! — es un gritito medio infantil y orgulloso, pero de verdad intento que mis ojos se muestren distantes y fríos; posiblemente solamente me haya quedado una mueca de resignación y cierta exasperación — ¿Tienes cera en el oído o solo agarras las palabras que quieres escuchar? Bev, yo no te estoy pidiendo una cita. ¿Y qué demonios haríamos en una cita, de todos modos? — vivimos en el catorce, no es como que tengamos muchas opciones. ¿Qué es lo que se hace en una cita? He oído de ellas solo por anécdotas de los adultos o algunos libros, pero aquí no hay material para ese tipo de actividades. Jamás llevaría a alguien para besuquearme en algún sitio donde todos pudieran verme.
Como sé que posiblemente Beverly use mi pregunta para sacar una lista de posibles escenarios dentro de una salida romántica, sacudo una mano para que se olvide de lo que he dicho y empiezo a caminar hacia el establo, más que seguro de que va a seguirme — Además, para que dos personas quieran casarse deben tener cosas en común. ¿Y qué tenemos en común tú y yo? ¡Nada! — ella es una niña egocéntrica, torpe y que canta muy mal, mientras que yo soy todo un intrépido aventurero que jamás va a estar unido a nadie porque su vida será muy emocionante y sería incapaz de atarse a una persona. Me arremango cuando por fin llego junto a los caballos y abro la cerca para pasar — Para lo único que serviría una cita es para que te des cuenta, por fin, de que no estamos destinados a estar juntos. ¡Y hasta podrás darte cuenta de que no te gusto ni un poquito! — Oh cielos, que no se le meta en la cabeza que esto es una excusa para salir con ella.
No puedo contenerme y me doy un golpe en la frente con la palma de mi mano así, de una, completamente de lleno y con un “plaf” seco que se oye con demasiada exactitud — ¡Claro que me voy a quedar con el anillo! ¡Yo lo encontré! — es un gritito medio infantil y orgulloso, pero de verdad intento que mis ojos se muestren distantes y fríos; posiblemente solamente me haya quedado una mueca de resignación y cierta exasperación — ¿Tienes cera en el oído o solo agarras las palabras que quieres escuchar? Bev, yo no te estoy pidiendo una cita. ¿Y qué demonios haríamos en una cita, de todos modos? — vivimos en el catorce, no es como que tengamos muchas opciones. ¿Qué es lo que se hace en una cita? He oído de ellas solo por anécdotas de los adultos o algunos libros, pero aquí no hay material para ese tipo de actividades. Jamás llevaría a alguien para besuquearme en algún sitio donde todos pudieran verme.
Como sé que posiblemente Beverly use mi pregunta para sacar una lista de posibles escenarios dentro de una salida romántica, sacudo una mano para que se olvide de lo que he dicho y empiezo a caminar hacia el establo, más que seguro de que va a seguirme — Además, para que dos personas quieran casarse deben tener cosas en común. ¿Y qué tenemos en común tú y yo? ¡Nada! — ella es una niña egocéntrica, torpe y que canta muy mal, mientras que yo soy todo un intrépido aventurero que jamás va a estar unido a nadie porque su vida será muy emocionante y sería incapaz de atarse a una persona. Me arremango cuando por fin llego junto a los caballos y abro la cerca para pasar — Para lo único que serviría una cita es para que te des cuenta, por fin, de que no estamos destinados a estar juntos. ¡Y hasta podrás darte cuenta de que no te gusto ni un poquito! — Oh cielos, que no se le meta en la cabeza que esto es una excusa para salir con ella.
Ahora setía un poco de presión porque la idea tenía que ser mía sobre nuestra primera cita, ¡Pero él había sido el que se propuso!
Aunque tenía sentido que también tuviera que aportar a esta relación, claro que no podía ser todo idea de Ken, suficiente que se le ocurrió proponerse al amanecer, con una pequeña neblina y el sol entre dorado y naranja, algo transpirado después de su cabalgata y pecho descubierto....bueno eso le iba a decir a mamá.
- No necesitamos tener cosas en común para complementarnos - le explico mientras lo sigo a los establos - Como en la novela "Los opuestos se atraen", donde el protagonista Ty, es todo un rebelde y aventurero, mientras la protagonista Brittany es tranquila y le gusta lo seguro, y son obligados a trabajar juntos para encontrar la cura para el cancer y al final cada uno aprende algo del otro y se van a casar al amazonas.... - aunque creo que tiene continuación porque dejaron muchas cosas sueltas, como ¿qué paso con el malvado Kevin que le quería robar la investigación? ¿Y la tía loca de Ty que le dejo toda esa herencía pero estaba encerrada en un loquero? - Es más, ¡Podemos reacrear como fue su primera cita! - me emociono de solo pensarlo - Un picnic cerca de unas grutas marinas y nosotros tenemos el lago subterraneo- digo mientras mis ojos empiezan a ver en color rosa y corazones.
Aunque tenía sentido que también tuviera que aportar a esta relación, claro que no podía ser todo idea de Ken, suficiente que se le ocurrió proponerse al amanecer, con una pequeña neblina y el sol entre dorado y naranja, algo transpirado después de su cabalgata y pecho descubierto....bueno eso le iba a decir a mamá.
- No necesitamos tener cosas en común para complementarnos - le explico mientras lo sigo a los establos - Como en la novela "Los opuestos se atraen", donde el protagonista Ty, es todo un rebelde y aventurero, mientras la protagonista Brittany es tranquila y le gusta lo seguro, y son obligados a trabajar juntos para encontrar la cura para el cancer y al final cada uno aprende algo del otro y se van a casar al amazonas.... - aunque creo que tiene continuación porque dejaron muchas cosas sueltas, como ¿qué paso con el malvado Kevin que le quería robar la investigación? ¿Y la tía loca de Ty que le dejo toda esa herencía pero estaba encerrada en un loquero? - Es más, ¡Podemos reacrear como fue su primera cita! - me emociono de solo pensarlo - Un picnic cerca de unas grutas marinas y nosotros tenemos el lago subterraneo- digo mientras mis ojos empiezan a ver en color rosa y corazones.
Estoy tomando a Petra con cuidado del hocico cuando oigo lo que Beverly tiene para decir y me asomo por detrás del caballo, mirándola con una de mis cejas arqueadas en intención de dejarle bien en claro que otra vez se ha puesto a delirar — ¿Cómo haces para recordar todos esos detalles? — la verdad es que no me interesa demasiado su respuesta, pero es que no comprendo cómo es que con cada conversación que tenemos tiene una nueva novela con la cual acotar. Sea como sea, Beverly no tarda en torcer la situación a su favor y creo que es su culpa que tiro de la pobre Petra con algo de más firmeza al colocarle las riendas — ¿Recrear su primera cita? — sé que el tono de pánico me deja en evidencia, pero es que no puedo evitarlo. ¿No es que todas las novelas que ella lee terminan en situaciones comprometedoras? Está bien que tenga curiosidad frente a algunos temas, pero no está en mis planes el descubrirlos con ella.
Intento no sonar tan mordaz cuando prácticamente me le río en la cara y tiro de la yegua para sacarla del establo, pasando junto a Beverly con toda la actitud de chico mayor que soy capaz. Sé que le gusto y que posiblemente esto solo sirva para aumentar su crush en mi dirección, pero me es inevitable no hinchar un poco el pecho con aires de superioridad cuando la miro de arriba abajo como si fuera una niñita — No creo que entiendas bien cómo funcionan esas cosas, Beverly. Las citas son algo para gente más … “centrada” de lo que tú eres. No podría funcionar — sé que sería un desastre. Nada salido de una Redford con segundas intenciones puede dar buenos resultados — Mira el lado positivo: te estoy salvando de una situación incómoda por la que ninguno de los dos quiere pasar — es Beverly, hasta donde sé es bastante perfeccionista o al menos es lo que pude notar. Una cita desastrosa quizá…
Ya estoy fuera del establo y tratando de subirme a Petra cuando me doy cuenta de ese detalle y casi sigo de largo hasta caerme de culo, pero consigo mantenerme sujetándome con fuerza de las riendas — ¿Sabes, Bev? Hagámoslo — lo digo sin siquiera mirarla y sin ponerme a pensar en lo que estoy diciendo para no arrepentirme — Tengamos una bendita cita. ¿Te parece bien un fin de semana? — es lo lógico, ya que al otro día no hay escuela. Aferro las riendas alrededor de mis manos y le echo un vistazo, mirándola entre mi flequillo — Y verás que tengo razón y que no tenemos nada en común — como una apuesta. Me gustan las apuestas.
Intento no sonar tan mordaz cuando prácticamente me le río en la cara y tiro de la yegua para sacarla del establo, pasando junto a Beverly con toda la actitud de chico mayor que soy capaz. Sé que le gusto y que posiblemente esto solo sirva para aumentar su crush en mi dirección, pero me es inevitable no hinchar un poco el pecho con aires de superioridad cuando la miro de arriba abajo como si fuera una niñita — No creo que entiendas bien cómo funcionan esas cosas, Beverly. Las citas son algo para gente más … “centrada” de lo que tú eres. No podría funcionar — sé que sería un desastre. Nada salido de una Redford con segundas intenciones puede dar buenos resultados — Mira el lado positivo: te estoy salvando de una situación incómoda por la que ninguno de los dos quiere pasar — es Beverly, hasta donde sé es bastante perfeccionista o al menos es lo que pude notar. Una cita desastrosa quizá…
Ya estoy fuera del establo y tratando de subirme a Petra cuando me doy cuenta de ese detalle y casi sigo de largo hasta caerme de culo, pero consigo mantenerme sujetándome con fuerza de las riendas — ¿Sabes, Bev? Hagámoslo — lo digo sin siquiera mirarla y sin ponerme a pensar en lo que estoy diciendo para no arrepentirme — Tengamos una bendita cita. ¿Te parece bien un fin de semana? — es lo lógico, ya que al otro día no hay escuela. Aferro las riendas alrededor de mis manos y le echo un vistazo, mirándola entre mi flequillo — Y verás que tengo razón y que no tenemos nada en común — como una apuesta. Me gustan las apuestas.
Podía ver el agua reflejada por la luz de sol haciendo juego en mi cabello y resaltando su color dorado....o la luz de la luna, haciendolo parecer casi plateado. Los grillos tocando una sinfonia casi magica sintiendo el amor en el aire, como aquella historia que me conto mamá sobre un cangrejo cubano haciendo una serenata, la cual obviamente no puedo imaginarme del todo ya que no tengo idea como suena el acento cubano ni se como sería una serenata, pero esos detalles no importan. Y en el centro de todo, Ken, más galante que nunca con una camisa blanca y el cabello para atras, rodeandome con sus brazos delgados pero musculosos, inclinandose para rozar sus labios con los míos....
Tuve que hacer un esfuerzo para volver a la realidad y centrarme en lo que me estaba diciendo el verdadero, un poco menos musculoso que en mi sueños pero igual de masculino subiendose al caballo.
- Okey - le digo medio entre el sueño y la realidad - ¡Mañana te tendre un plan!
¿Tenía algo que hacer hoy? Ya ni lo recordaba, solo sabía que tenía que encontrar a mamá y empezar a planear...La Cita. Se me ponía la piel de gallina de solo pensarlo.
Tuve que hacer un esfuerzo para volver a la realidad y centrarme en lo que me estaba diciendo el verdadero, un poco menos musculoso que en mi sueños pero igual de masculino subiendose al caballo.
- Okey - le digo medio entre el sueño y la realidad - ¡Mañana te tendre un plan!
¿Tenía algo que hacer hoy? Ya ni lo recordaba, solo sabía que tenía que encontrar a mamá y empezar a planear...La Cita. Se me ponía la piel de gallina de solo pensarlo.
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