The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Audrey S. Niniadis
Fugitivo
Doblo aquel pedazo de papel, después de revisar las líneas escritas en él, y lo guardo en una cajita llena de sobres y cartas. Tal vez resulta extraño, pero en esa cajita se encuentran cada una de las cartas que el hombre al que debería llamar "padre" me escribió durante todos éstos años. Sí, no respondí a ninguna de ellas, pero guardarlas y leerlas de vez en cuando se había vuelto mi afición. Quizás me recordaban esos tiempos donde todavía creía que sabía todo, esos tiempos en donde mi inocencia superaba mi inteligencia, ese tiempo que siempre consideré el más alegre de mi vida.

Un suspiro se escapa de mis labios mientras escondo, en un cajón de mi habitación, aquella caja y miro el reloj más cercano. Ya se acerca la hora y nunca llego tarde a un encuentro previsto, no soy la clase de personas que llega tarde. Después de tantos años,respondí una de sus cartas, pero en ella sólo decía que quería encontrarme con él, marcando el día, el lugar y la hora del encuentro. Fría, una carta demasiado formar para que una hija se la envíe a su padre, pero poco importa realmente. Preferí encontrarme con él lo más pronto posible, después de todo, estar cerca de alguien que fuera mi familia había sido el motivo para mudarme. Mi tía falleció hace poco a causa de un accidente y ella había sido la única persona que me ayudaba con mi hija en todo ese tiempo. Aquello, sumado a mi ascenso, es el motivo de que ahora me encuentre viviendo aquí.

Tomo mi bolso, me reviso la ropa y finalmente camino hacia la salida. Salgo de la casa, agradeciendo para mis adentros que Maggie no hiciera tantas preguntas, comenzando a esquivar a aquellas personas estiradas creyéndose más de lo que realmente son y caminando en dirección al restaurante en el que quedé con mi padre. Me costaría acostumbrarme a vivir en el Capitolio, pero si eso permite que mi hija esté segura, aguantaría todo lo necesario. Después de todo, ese es mi motivo para mudarme aquí y no a cualquier otro lado. Esa niña es todo en mi vida y no permitiré que le suceda lo que a mí. Mi trabajo siempre fue algo peligroso y siempre estuvo implicado el tema de la muerte en él, eso se convertía en algo posible desde que me convertí en cazadora de criaturas mágicas. Siempre corro el riesgo de un día desaparecer y dejar a la pequeña niña completamente sola, como mi madre lo había hecho conmigo. Al estar mi tía, eso no pasó nunca por mi mente, pero ahora que se encuentra muerta, necesito estar segura que habrá alguien que pueda velar por ella.

Entro en el restaurante y me siento en la primera mesa vacía que encuentro, mirando la hora en el reloj del establecimiento. Llega tarde, aunque no me parece del todo extraño. Llamo a la camarera y pido algo de beber, mientras que de mi bolso saco un libro para comenzar a leer.
Audrey S. Niniadis
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A. Sean Niniadis
Ha sido toda una sorpresa, siendo lo más sincero que puedo ser con respecto a la petición de mi hija de vernos al fin después de tanto tiempo. Y hablo de sorpresa porque no se trata de Hero, quien va conmigo a todos lados y se ha vuelto una parte fundamental de mi vida hace ya más de una década, sino de Audrey, esa niña que creí perder hace mucho tiempo y que ahora mismo debe ser una mujer hecha y derecha. ¿O realmente puedo decir que he perdido algo que jamás he tenido? Nuestra convivencia fue breve, pero lo suficientemente intensa como para no olvidarla. Y sé que no fui el padre del año con ella, pero la verdad es que he intentado lo que tenía a mi alcance para darle una vida decente antes de que ella decidiese marcharse, quizá tanto para su bien como para el de su hermano. Su hermano, a quien jamás ha reconocido como tal. Algunas cosas pasaron hace tanto tiempo que he olvidado contarlas.

Fue un alivio descubrir que respondía con mi apellido, a decir verdad. Estamos hablando de alguien que no deseaba ni siquiera llamarme “papá”, así que es todo un avance.  Chequeo el reloj que llevo en la muñeca más por accesorio que por de verdad utilizarlo y sacudo un poco mis pulcras prendas antes de desaparecerme, tras anunciar que no comeré en casa, apareciendo frente al restaurante en un abrir y cerrar de ojos. Estar lejos de las comodidades de la casa de gobierno es algo a lo que no estoy acostumbrado, pero comer aquí entre los ciudadanos es algo que de vez en cuando echo de menos. ¿Y a ella? ¿La echo de menos? No lo sé, pero con un extraño retorcijón en el estómago doy los pasos que necesito para descubrirlo.

Ingreso arreglándome el cuello de la camisa y el saco, estirando el cuello hasta divisar el cabello que Audrey ha heredado de mí. Quizá pasó mucho tiempo, pero los movimientos de sus manos y el perfil demasiado familiar son motivo suficiente como para que camine hacia ella, reteniendo algo de aire antes de apoyar una de mis manos con cuidado sobre su hombro — ¿Audrey? — le pregunto en tono dudoso antes de encontrarme con sus ojos, esos que me hacen sonreírle no sin dificultad, pero con pura honestidad — Lamento mucho si te he hecho esperar. De veras — dudo un poco de mis movimientos y no sé si retirarme a mi asiento o si aguardar un abrazo, por lo que recorro su rostro con mis ojos, entornando un poco la mirada — Has crecido.
A. Sean Niniadis
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Audrey S. Niniadis
Fugitivo
Concentrarme en la lectura no es tan fácil como hago parecer, por lo menos no en éste momento. Por más de que disimular las emociones era lo más común en mí, no evitaba que realmente sintiera algo... y en éste momento me encontraba llena de ellos. Ansiedad, nerviosismo, preocupación. Me muestro apacible, seguro; siempre supe cómo controlarme, pero eso no quita el hecho de que la concentración me abandone. Un pequeño suspiro salió de mi boca justo en el momento en que sentí una mano en mi hombro. Abrí los ojos bruscamente, planeaba darme vuelta y reaccionar como mi entrenamiento me lo decía justo en el momento que una voz ayudó a calmarme y volver a encontrar mi concentración. La voz es tal cual la recordaba, cálida, amable y sobre todo, cuidadosa. Giro mi cabeza para poder observarlo: seguía viéndose como el Sean que recordaba, sólo que parecía estar más... ¿aseado? ¿Esa era la palabra que buscaba? Los años parecían haberle hecho justicia. Río para mis adentros, aunque por fuera muestro mi cara más serena. -Hola Sean- mi costumbre no desapareció en todos éstos años, llamarlo por su nombre era lo más común y llamarlo padre siempre había sido algo demasiado raro para mí.

-Descuida, me imaginé que lo harías- digo sin malas intenciones, llegar tarde a sus encuentros conmigo siempre había sido parte de su rutina, así que no me pareció raro. Sin perder mi aire elegante y tranquilo; cierro mi libro, para dejarlo sobre la mesa y le indico que se siente frente mío. -Pasaron... ¿Cuanto? ¿15 años? Es algo natural- admito mientras veo como la camarera llega con la bebida que había ordenado hacía sólo unos minutos. Con la mano le hago una seña a la mujer para que espere y mi mirada se posa en el hombre frente mío -¿Quieres algo?

Una vez que la camarera volvió a dejarnos solos, tomé el valor para hablar. -Seré directa- nunca había sido la clase de personas que tomaran mucho rodeo -Quería reunirme contigo para...- tomo el vaso y comienzo a hacerlo girar apoyado aún en la mesa, sin dirigir la mirada hacia mi interlocutor -¿mantener el contacto? O mejor dicho ponernos al día- lo observo durante sólo un segundo, para ver su reacción y luego vuelvo la vista al recipiente, bebiendo un sorbo. Sigo hablando en cuanto trago el líquido y vuelvo a jugar con el vaso -Tengo una hija y me gustaría que ella conociera a alguien de su familia, alguien aparte de mí- entonces le dirijo la mirada más seria que puedo. Esperaba que Sean también quisiera conocer a su nieta, pero tampoco podía obligarle y menos aún convencerlo con sentimentalismo. Simplemente me queda esperar su respuesta.
Audrey S. Niniadis
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Father and Daughter • Sean ETb0oMS
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A. Sean Niniadis
No, no me esperaba otro tipo de saludo viniendo de ella, así que le correspondo con una sonrisa. Hay algo en sus acciones que me recuerdan a la niña que conocí, pero la mujer que tengo delante de mí es mucho menos atolondrada, a pesar de que parece que nunca ha soltado los libros. Un movimiento afirmativo de mi cabeza hace que concuerde con su comentario del paso del tiempo, tratando de no verme tan afectado por ello — Me han salido algunas canas — confieso, entre divertido y culposo, frotando el mentón que he afeitado para la ocasión a pesar de que mi barba tiene usualmente una mezcla de cabellos blancos y rubios. Muy diferente a mi mujer, que luce igual que hace casi treinta años.

El acercamiento de la camarera me hace aceptar la pregunta de mi hija y pido una copa de vino tinto, tomando asiento de una buena vez del otro lado de la pequeña mesa. Sonrío a la buena mujer y la observo marcharse, fijándome una vez más en Audrey mientras cruzo mis manos sobre la mesa, jugando con mis pulgares entre sí — No esperaba menos — confieso con una vaga sonrisa; Audrey jamás ha sido de guardarse las cosas que pensaba. Lo que no me espero es lo que suelta después.

Es extraño el sentimiento. Una mezcla de felicidad, asombro, confusión y nostalgia me recorre de pies a cabeza y no estoy seguro de qué expresión debo tener ahora mismo, pero algo me dice que no es una demasiado normal. Sé que la miro, casi sin reconocerla, hasta que la copa de vino aparece delante de mis narices y me veo obligado a reaccionar — Sí, sí, gracias — le comento a la camarera en un tono totalmente ido mientras parpadeo al volver a la realidad, removiéndome en el asiento — Wow. Quiero decir… wow — no toco mi copa en lo absoluto, pero sí me paso una mano por la cabeza — No esperaba eso. ¿Una hija? ¿Me estás diciendo que soy abuelo? — si antes estaba hablando de las canas, ahora siento que estoy lleno de ellas. Se me escapa una vaga risa escéptica, sin ser capaz de quitarle los ojos de encima — ¿Cómo…? ¿Cuál es su nombre? ¿Cuántos años tiene? Audrey, yo… — Nadie me ha enseñado a manejar este tipo de situaciones, incluso cuando mi trabajo es dar consejos personales. Es toda una ironía — ¿Por qué nunca llamaste para decírmelo?
A. Sean Niniadis
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Audrey S. Niniadis
Fugitivo
El mismo, seguía siendo el mismo Sean que muchos años atrás se había aparecido en mi casa anunciando ser mi padre, aquel Sean que intentaba con todas sus fuerzas ser simpático para que me cayera bien, notándose lo forzoso que resultaban sus comentarios. Es incómodo, siempre lo ha sido. Estar con "el hombre" no es lo más fácil para mí, nunca lo fue. Sin embargo, daría todo de mí, por primera vez en mi vida actuaría como él e intentaría establecer una "relación".

Su cara lo decía todo, estaba emocionado, confundido y quizá... ¿hasta feliz? Sus extrañas muecas hasta me resultaban divertidas, mucho más de lo que esperaba. Finalmente logro relajarme un poco y me acomodo en el asiento, mientras en mi cara se dibuja una ligera y fugaz sonrisa. Ni siquiera pude controlar mi gesto, pero en cuanto me doy cuenta de haberlo realizado suelto un ligero carraspeo y vuelvo a mi cara inmutable, dando otro sorbo a mi bebida.

Dejo que el bombardeo de preguntas comience sin responder a ninguna de ellas, hasta que la última toma lugar y se hace el silencio. En mi cabeza comienzo a formular las respuestas y buscar el orden en el cual decirlas, después de unos segundos decido abrir mi boca- Tiene casi 12 años y se llama Margareth- doy la sensación de estar completamente desinteresada, pero realmente escudriño la reacción de Sean hacia aquel nombre, después de todo ese era el nombre de mi madre y hasta a mí me generaba algo de tristeza su recuerdo a pesar de los años. -Cómo... de la misma manera en que tú y mamá me tuvieron a mí. ¿De verdad debo explicártelo?- bromeo levantando una ceja pero pareciendo que digo aquello con total seriedad, luego de decidir que aquella atmósfera no es demasiado buena y que se debía amenizar el ambiente.

Me acomodo y me cruzo de brazos al recordar la última pregunta. El simple recuerdo del odio que sentía hacia lo sucedido, hacía él, me hizo estremecer aunque logro ocultarlo. Tampoco deseo que alguien que estuvo ausente mucho tiempo pregunte algo cómo eso, pero no se lo diría, debía mantener aquel ambiente "familiar" para arreglar las cosas. Así que dejo pasar todas esas sensaciones y, una vez calmada, me relajo sobre el asiento y respondo. -¿De verdad quieres saberlo?- tomo un sorbo más del vaso y sin esperar más una respuesta, sigo hablando con la misma sinceridad cruda de siempre-No quería volver a verte- me muestro seria, mientras observo sus reacciones. No quiero que se ofenda, pero ser más sensible no es lo que está en mi naturaleza y aquel hombre lo sabía -Después de que me mandaras lejos tuyo, lejos de.. Seth -mis ojos pasearon por el lugar ante la mención de aquel nombre y luego volvieron para posarse en el vaso -Toda mi vida se fue a la mierda y te eché la culpa de todo, todavía lo hago- suspiro para quitarle un poco de tensión a la situación, aunque sé que no es algo posible después de la confesión que acababa de hacer -Pero por Maggie decidí dejar eso de lado e intentarlo. No quiero que esté sola si me llegara a pasar algo, yo supe valerme de mi misma pero no quiero lo mismo para ella.
Audrey S. Niniadis
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A. Sean Niniadis
¿Doce años? ¿Tiene doce años? Mataría por ver la reacción de Hero en cuanto sepa que tiene una sobrina casi de su misma edad. Sin embargo, me centro más en su nombre, ese que hace que entorne un poco la mirada al no saber exactamente cómo debo sentirme al respecto — Un nombre hermoso. Es un buen modo de honrarla — digo simplemente y esta vez sí, bajo la mirada hacia la copa que tomo con cuidado y me llevo a los labios con suma parsimonia. Nunca hablamos demasiado de su madre y eso no va a cambiar ahora, supongo. Son recuerdos felices que quedaron ocultos bajo el manto de lo prohibido cuando Audrey y yo nos conocimos. Ese intento de broma hace que la mire por encima de la copa, dejando caer una sonrisa pequeña y sin responder absolutamente nada.

¿De verdad quiero saberlo? En parte ya lo sé, solo necesitaba confirmarlo.  Quizá por eso me muestro impasible, al menos hasta que nombra a Seth y tengo que hacer un enorme esfuerzo por no atragantarme con el vino — entiendo… — dejo la copa con cuidado en la mesa y la acomodo solo para hacer algo, tomándola de la base con la punta de los dedos, evitándome así el tener que mirarla. La parte más incómoda de mí hace que me quemen las orejas y el estómago, porque hay cosas que no le he dicho que se quedaron allí, ocultas, hace tanto tiempo que hasta me he olvidado que eran la verdad — Audrey, lo que ha ocurrido es mucho más complicado de lo que fui y soy capaz de explicarte y en cierto modo creo que no deseas saberlo — ¿Cómo querría? Creo que nadie quiere enterarse que su amor de la adolescencia en realidad es su medio hermano — Jamie decidió que era lo mejor para todos y yo estuve de acuerdo. No quería… yo no deseaba dejarte sola, pero tú tampoco quisiste recibir mis llamados. He obrado mal. Lo sé. Lo he sabido todo este tiempo y siempre estuve arrepentido.

Pero ella me odiaba, eso estaba claro, y yo tenía cosas de las cuales ocuparme, incluyendo a una hija menor que me necesitaba. La miro con algo de sospecha, hasta que acabo hablando — Me imagino que sabes que tienes una nueva hermana — tiene que saberlo. El nacimiento de Hero, su crecimiento, su imagen pública… siempre ha estado en el ojo mediático a pesar de que yo he deseado que tenga una infancia normal. La princesa, la llaman. La única hija que los medios toman como alguien legítimo para seguir los pasos de su madre  — Ella sabe de ti, me ha hecho preguntas. Nunca pude hablarle mucho de ninguno de ustedes. — cuando Seth se marchó con Benedict Franco nos rompió el corazón y ese detalle, como deja en claro mi gesto de volver a beber con mayor ímpetu, todavía sigue doliendo.
A. Sean Niniadis
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Audrey S. Niniadis
Fugitivo
El sufrimiento por el que pasé al regresar al 8, el como había arruinado mi vida, el haber dejado los estudios y el dedicarme a la bebida como a otros vicios de los que no estoy para nada orgullosa;todo ese asunto no era algo que quisiera contar, menos a él y en un lugar como éste. Prefería mantener todo eso conmigo, así como muchas otras cosas referidas a Sean, Jamie y Seth. Sin embargo, necesitaba saber el porqué, si había una razón por la que todo eso hubiera pasado. -No tienes idea de las cosas que puedo llegar a manejar o no- comento, sintiendo algo de frustración hacia su comentario. Aún así, mi voz sonaba apacible -No tengo 15 años, ya no más. Además, lo que esa persona crea, no siempre es lo correcto - estoy segura de que aunque no la nombre, Sean sabía exactamente de quien hablaba y a que me refería. Todo aquello de los juegos, la matanza indiscriminada y la tolerancia cero siempre fue pura crueldad, así como otras cosas que Jamie siempre creyó correctas pero seguramente no lo eran. Sin embargo, no entraría en detalles, no generaría ningún problema en un ámbito como aquel, ningún problema que pudiera llegar a dejarme lejos de mi hija. Todo aquello suena como una estúpida excusa que daría un niño y como si se estuviera disculpando, pero no podía dar aquello por sentado. Simplemente suspiré para controlar mis ganas de dejarlo sólo en aquel lugar y hablé en respuesta -No quería hablar con nadie en esa época y luego... simplemente demasiado enojo y vergüenza- admití finalmente, sin dar demasiadas explicaciones y le dirigí una neutra mirada -Si quieres disculparte, empieza llevándote bien con tu nieta. Yo... haré lo que ella quiera- mi vida gira en torno a Maggie, así fue desde su nacimiento y así lo iba a seguir siendo mientras pudiera.

Termino mi vaso aprovechando el momento de silencio y hago una seña a la camarera para que me sirva otro. Entonces, nuevamente escucho a Sean hablar. Respondo asintiendo levemente con la cabeza. ¿Quién no sabía de la existencia de "la princesa" de NeoPanem? No importaba si Jamie tenía otro hijo, si Sean tenía otra hija; todo lo que la gente veía era a esa niña que parecía tenerlo todo. Hasta ellos mismos parecían haberse olvidado de todo lo que dejaron atrás. Cruzo mis brazos enseguida, recostando mi espalda en el respaldo de la silla para sentirme un poco más cómoda. -¿Es así? ¿Cuanto sabe?- mi manera de hablar se vuelve más brusca ante lo último, pero manteniendo el mismo tono controlado con el que veníamos hablando -¿acaso sabe que me alejaste en cuanto la "tía" sintió que era una amenaza para su hijo?- Deseaba saber si aquella niña tenía una idea de lo que su madre era capaz de hacer o de cómo su padre era capaz de abandonar a una hija para formar familia con otra gente.

Entonces lo noto, en mi actitud, la reacción de Sean y mi propio humor. Si quería arreglar las cosas esa no era la manera. Descruzo los brazos y en un suspiro, realizo un gesto con la mano para quitarle importancia a lo sucedido. -Olvídalo. Sólo, olvida eso último- la camarera volvía con otra bebida para mí y le agradezco mientras se retira -Sé de... ¿Hero se llama? Escuché de ella, pero no sé mucho más. Preferí... ¿ignorarla?- vuelvo a calmarme mientras intento que mi sinceridad suene menos brusca -No todos quieren saber que su "padre"- me detengo un segundo para hacer una mueca ante aquella palabra y continúo- siguió su vida después de abandonarla y tuvo otra hija -un trago más y vuelvo a abrir mi boca para forzarme a decir más tonterías amables pero sin llegar a ser una mentira -Creo que... me gustaría conocerla... sólo si ella quiere y... Jamie lo permite.
Audrey S. Niniadis
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A. Sean Niniadis
El modo que tiene de hablarme me pasma pero no me sorprende; nunca hubo especial calidez o cariño de su parte hacia mí a pesar de mis intentos, aparentemente erróneos, de mantener una relación con ella. Asiento a sus condiciones, en parte porque me parecen justas en parte porque necesito conocer a esa niña y sin mucho más, bebo de mi vino con sumo cuidado y falsa calma. Mi estómago aún no se acostumbra a la emoción provocada por la confusión y el asombro, pero poco a poco empiezo a hacerme una pequeña idea de que Audrey ya es una mujer y ha hecho su vida, con todo lo que eso conlleva. Tengo tantas preguntas…

No sé bien como tomar sus expresiones cuando nombro a Hero, pero mis dedos se cierran con mayor fuerza y tensión por lo que escupe al respecto. Mi mirada se parece a la que le lanzo a mi otra hija cuando le advierto que se está pasando de la raya, a pesar de que sé que con Audrey jamás tuve esa autoridad — Sabes muy bien que no fue solamente mi decisión. Fue algo que debía hacerse por todo lo que estaba ocurriendo — no solo la relación que ella desconoce con Seth, sino que éste estaba en medio de un juicio televisado que lo llevó a una condena que jamás cumplió y que acabó siendo obra de otra persona, la misma que se lo llevó con él, provocando que nunca más volviese a verlo. El solo pensarlo me abre un nuevo vacío interior que hace que deje la copa con cuidado sobre la mesa.

Pero parece que Audrey por sí misma se recompone y continúa hablando, haciendo que haga un chasquido con la lengua al ladear la cabeza para verla mejor — ¿Crees que yo te abandoné? Tú tampoco quisiste comunicarte conmigo — le recuerdo; la culpa está compartida — Jamie solo te quería lejos de Seth, pero no puede oponerse a que vengas a conocer a tu hermana. Sabes que siempre eres bienvenida en mi hogar — todo esto suena tan hipócrita que me asqueó de mí mismo. Yo jamás había puesto peros a que Audrey y Seth compartieran una relación porque sabía lo que significaba enamorarse de tu prima, el dilema comenzó cuando me enteré que eran medio hermanos y jamás tuve oportunidad de decírselo a ninguno de los dos.

Termino la copa con un último trago y me relamo el vino de los labios — ¿Quieres algo para comer? — le pregunto, apoyándome mejor sobre la mesa y tomando aire antes de continuar hablando — Audrey, supongo que sabes que Seth ya no vive con nosotros hace mucho tiempo — obviamente, también salió en la televisión, aunque siempre ocultamos la verdad. “Fugado con un muggle que lo culpó de sus crímenes”, ese había sido el tema. ¿Por qué se había arriesgado tanto por uno de ellos por encima de su familia? — Nunca hemos podido contactarlo de nuevo. Sé lo importante que era para ti así que debes creerme cuando digo que lo siento mucho, por todo. Solo… fueron épocas difíciles — debería decirle la verdad, lo sé, pero sin embargo solo sacudo la cabeza, suspirando porque soy incapaz de enfrentar la verdad como el cobarde que soy. Quizá no tengamos una relación estrecha, pero sé las consecuencias de decirle la verdad — Sigo buscándolo…¿Sabes? Y no me detendré hasta que vuelva a casa.
A. Sean Niniadis
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Father and Daughter • Sean IqWaPzg
Audrey S. Niniadis
Fugitivo
Conozco esa mirada, aunque nunca antes la había visto en la cara de Sean. Es esa misma mirada que le dirigía a Maggs en los momentos en los que sentía que se pasaba de lista conmigo. Parece extraño apenas lo capto y la similitud me provoca un poco de repelús, a la vez que algo de risa interna. Finalmente siento el ambiente relajarse un poco a pesar de los repetitivos comentarios del hombre frente mío. -Entonces... me pasaré por allí cuando tenga algo de tiempo- me auto invité, estoy segura de que el código ético decía algo sobre que eso era incorrecto pero poco importaba. Sean podía ser igual de sincero conmigo de lo que yo era con él y decirme si no quería que lo molestara en su hogar.

Asiento con la cabeza -Cualquier cosa está bien- apenas había comido en el día y comienzo a sentir como mi estómago pide por algo que me alimente. El comentario siguiente trajo a mi un montón de sentimientos de nostalgia, pero los ignoro todos mientras doy un sorbo más a mi bebida. -Lo sé- sobre Seth, sé todo, siempre lo supe. No sólo lo que los medios anunciaban, sino que también leí cada una de las cartas que Sean me había mandado y en algunas hablaba sobre él. Sin embargo, no pienso admitirle la verdad: que todo ese tiempo recordaba todo el momento que habíamos pasado los tres juntos y que siempre desee que volviéramos a entonces, que extrañaba tanto mi vida anterior que había leído cada una de las cartas que "mi padre" se había atrevido a escribirme y enviarme.

Mi rostro se muestra imperturbable a pesar de que la nostalgia ya me invadía por completo. Entonces, escucho las primeras palabras que me causan alegría en todo el día, las primeras palabras que salen de su boca no suenan a sandeces o disculpas sin buen resultado. Muchos años pasaron desde que Seth se fue: los primeros años de su desaparición... bueno... mis recuerdos son bastantes difusos de esa época; después llegó Maggs y apenas pude enfocarme en nada más que darle una vida de lujos para que no sufriera; pero desde hacía un tiempo, yo también empecé a buscarlo. No soy la única que quiere verlo nuevamente, buscarlo para ver como está, y ese hecho realmente me trae algo de esperanza. Intento controlar todo lo que pasa por mi cabeza, mientras que mi cara sólo muestra confusión y el cambio de color en mis uñas revela cada uno de mis sentimientos -¿Tú también sigues buscándolo?- pregunto aquello que primero me viene a la mente y, para cuando vuelvo a encontrar la manera de tranquilizarme, me dispongo a hablar de nuevo escondiendo mis uñas al cruzarme de brazos -Pero... si sigue vivo es probable que tenga familia o que no quiera volver. ¿No pensaste en eso?- cruzo mis piernas y muestro una mirada inquisidora. -Después de todo... yo lo hice, tengo una hija- sé enseguida con que me replicaría, entonces me adelanto a responderle -Yo volví por mis propios medios, porque quería y porque sólo tengo a Maggs. Pero si él tiene familia con la que quiere quedarse, gente que no es bienvenida en NeoPanem... ¿porqué querría volver?
Audrey S. Niniadis
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Father and Daughter • Sean ETb0oMS
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A. Sean Niniadis
Levanto la mano para llamar la atención de la pobre camarera, esa que debe estar cansada de ir y venir a nuestra mesa y le hago pedido de una variada tabla con alimentos que nos permitan picar mientras charlamos, evitando así elegir algo que no le guste, además de una nueva copa de vino. Como sea, tampoco puedo preocuparme mucho por la comida porque la conversación sigue un hilo no tan inesperado, haciendo que me fije por un momento en las uñas de mi hija antes de que ella las esconda de mi vista. Pretendo no haberlo notado, lo que no me es difícil al alzar la vista hacia ella cuando hace esa pregunta.

Nunca he parado — confieso con una triste sonrisa. La vida de Seth se ha convertido en un misterio y estoy seguro que de cruzarlo por la calle no lo reconocería. Ya debe ser un hombre hecho y derecho, algo que Audrey me recuerda con esas palabras que yo mismo he pensado varias veces pero que jamás me atreví a decirlas en voz alta. Me paso una mano por la frente, tratando de encontrarme, hasta que decido ser honesto — sé hace mucho tiempo que Seth se marchó por sus propios motivos y que no fue un secuestro, como algunas personas sospecharon. Él y Benedict Franco eran amigos desde mucho antes que todo esto ocurriera. Cuando lo compré como esclavo no creí que… bueno. Creí que les estaba haciendo un bien y no que iba a terminar como terminó — escaparse fue tan arriesgado que me asombra que dos mocosos lo hayan logrado — Jamie también quiere que regrese, créeme, pero sospechamos que encontrar a Seth incluye encontrar a un montón de personas que no desean ser encontradas.

¿Habrá sido capaz de empezar una vida en esa condición? Y lo más importante… ¿Estará él con vida? Han pasado años, nunca se le vio un pelo, opciones hay cientas. La comida llega a la mesa junto a mi nueva bebida pero estoy demasiado perdido en mis pensamientos como para darme cuenta, así que cuando muevo la mano la rozo vagamente contra una nueva copa — Dudo mucho que como se marchó quiera volver, pero me gustaría al menos… bueno, verlo una vez más. Hay mucho que quiero decirle — como la verdad, por ejemplo.
A. Sean Niniadis
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Audrey S. Niniadis
Fugitivo
Agradezco su honestidad en mis adentros, porque no recuerdo muchas cosas en las que Sean fuera completamente honesto conmigo. Sospeché hace mucho sobre todo lo que mi padre habló, siempre supe que Benedict era amigo de Seth, a pesar de que el último tiempo fue su esclavo. Alguna que otra vez me había hablado de él, por eso lo sospechaba. Aún más grandes fueron mis conjeturas al momento de saber que ellos se fueron al mismo tiempo. Todo cerraba, algo pasó, algo que los obligó a ambos a escaparse sin pensarlo dos veces, sin siquiera tener oportunidad de avisarme. Porque se lo había pedido en un millón de ocasiones, si él quería dejarlo todo tendría que llevarme también.

Enfoco mi mirada en los alimentos y decido agarrar lo primero que veo para llevármelo a la boca. Nunca fui de las personas quisquillosas con la comida y eso incrementó en cuanto comenzaron mis misiones como cazadora. Si alguien en mi grupo inicial era quisquilloso a la hora de comer, los alimentos preparados por el más joven del grupo se aseguraban de quitarte lo minucioso. Esas comidas de bajos recursos echas a fuego de leña por la persona que menos sabía sobre cocina, siempre fueron asquerosas. Cualquier cosa tendría mejor sabor, así que no me preocupo demasiado al notar que el alimento ingerido era una de las cosas que más odiaba de niña.

-Comprendo- entiendo por completo a lo que se refiere. El motivo que Sean tiene para encontrar a Seth, es el mismo que el mío. Deseaba hablar con él, contarle muchas cosa y, sobre todo, preguntarle muchas otras. Pero yo tengo un motivo más, uno que me había llevado a aceptar el asenso y hacer lo posible para encontrarme con éste hombre que había decidido no volver a ver. Ayudar a Seth, por los viejos tiempos, por todo lo que pasó, por cómo mis recuerdos sobre él me atormentaban cada noche, por todo eso y mucho más: necesito ayudarlo. Como Sean muy bien recalcó, probablemente significaba ayudar también a personas que no desean ser encontradas y probablemente no sean bienvenidas en NeoPanem. Por ese motivo había hasta pensado sobre la muerte como castigo. ¿Nadie sabía que podría pasar una ve que comenzara?. Por éste motivo fue que el encuentro tuvo lugar; si cualquier cosa me pasara en el afán de buscar y ayudar a mi primo, necesitaba saber que mi hija iba a estar a salvo.

-Yo también tengo cosas que hablar con él... preguntarle más bien. También lo estoy buscando- admito finalmente dando un mordisco a lo que parece ser queso. -Si encuentras algo, avísame. Yo haré lo mismo- comento sin más después de tragar -Pero ten necesito que no hagas nada peligroso- realmente no me preocupo por él, mi preocupación se basa más en la preocupación hacia mi hija. ¿Qué pasaría con Maggs si ni Sean ni yo estamos para cuidarla? Tiene 12 años, yo a su edad podía cuidarme bien sola, pero aún así necesita cariño, comprensión familiar, compañía. -Si es necesario hacer algo peligroso para encontrarlo, deja que yo lo haga- dejo de mirar la tabla de comidas para dirigirle el gesto que le dedicaba a los cazadores a mi cuidado cuando les prometía que estarían a salvo a mi cuidado, seria pero llena de confiana - No soy la niña débil que recuerdas. Ahora soy jefe de cazadores.
Audrey S. Niniadis
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A. Sean Niniadis
Mis ojos se alzan en dirección a Audrey con la misma sorpresa que tuve cuando pidió que nos reuniéramos, aunque en el fondo sé que no debería sorprenderme porque a fin de cuentas es mi hija y algo de mí debe haber heredado. Ignoro por un momento la comida para darme el gusto de analizarla hasta que tomo un pequeño bocado, comiéndolo con suma lentitud al tener toda mi atención puesta en sus palabras, dejándola hablar. No es hasta que creo que ha terminado que me limpio la boca con la servilleta, termino de masticar y apoyo mis manos entrelazadas sobre la mesa en la misma postura que adopto en las reuniones del gobierno, a pesar de que aquí hay otro tipo de negocios en mente.

Lo sé, me informo de quienes trabajan para nosotros y leí tu expediente. Bastante impresionante, te lo concedo — le sonrío a medias, más concentrado en el resto de la conversación — ¿Puedo preguntar dónde lo estás buscando? He estado al tanto de cada pista, cada información, cada ataque rebelde para saber si algo se relaciona con él… no hay absolutamente nada. Lo más cercano que tuvimos fue la captura de Sebastian Johnson, a quien se le acusó entre muchas otras cosas de ocultar fugitivos y no dio mucha información al respecto, así que fue ejecutado — sé que a estas alturas debería estar acostumbrada, pero de todas maneras analizo su rostro tratando de descifrar cómo se toma esa información. Quizá ella lo está buscando y los rumores que corren en el ministerio son cientos, pero tristemente en mi poder tengo un enorme abanico de chances para rastrearlo y aún así no he dado con él. Ni los equipos de búsqueda, ni nada. Esa gente se ha esfumado de la faz de la tierra.

Vuelvo a comer, esta vez con mayor comodidad, manteniendo la postura erguida en mi asiento — Tenemos razones para creer que Seth está en el distrito catorce con otros fugitivos. Benedict Franco fue quien otorgó la información sobre la existencia de ese distrito hace quince años bajo la tortura del maleficio Cruciatus, así que por lógica creemos que cuando se marcharon ese fue su destino. Nunca más volvimos a saber de ellos ni pudimos encontrar ese “el dorado”, así que si hacemos cuentas básicas el resultado sale solo. Entenderás por qué Jamie ansía tanto saber dónde se esconden — es como una oferta: encontrar a Seth y destruir un distrito entero de opositores, todo en uno. Pincho una aceituna y la observo un momento con gesto aburrido — Tenemos equipos de búsqueda por todo el norte tratando de dar con ellos. El problema es que de encontrarlos, no será un encuentro pacifista — y para explicarme mejor, saco la aceituna del palillo y la aplasto entre mis dedos.
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Audrey S. Niniadis
Fugitivo
-Cuando me decido a algo, me meto de lleno- encojo mis hombros ante aquello. Todos dicen que es impresionante mi historial, que hice demasiadas cosas para tener sólo 30 años. Pero para mí es completamente normal, después de todo hasta había perdido un par de años de estudio hasta que Maggs nació.

Llevo más comida a mi boca y tras cada bocado me doy más cuenta del hambre que realmente tengo, o quizá simplemente sea mi fascinación de siempre hacia la comida de buen gusto. -Revisé informes también- mascullo, pero dejo de hablar para ingerir aún más alimento. No parezco desesperada, pero tampoco le doy la oportunidad a mi boca para mantenerse vacía mucho tiempo. Hago demasiado esfuerzo para no atragantarme con la comida cuando escucho la palabra ejecución y logro disimularlo tomando un poco de bebida. -Creo que me emocioné un poco con la comida- admito limpiándome la boca. Las ejecuciones no es algo que me agrada de éste gobierno o de cualquiera, siempre estuve en contra de aquello. Sin embargo, no podía permitir que Sean se diera cuenta de ello. -Leí el informe, era muy probable que se llevara el secreto a la tumba. No todos quiebran con amenazas o torturas.

Sigo prestando atención a la información que tiene para darme Sean, mientras vuelvo a comer, pero ésta vez más lento. Acomodo un poco mi postura relajada, imitando inconscientemente la postura del hombre frente a mí. El distrito 14 sale a flote y dedico una mirada atenta a Sean. Me sorprende un poco el hecho que haya llegado a la misma conclusión que yo, pero mi padre tienen información que lo respalda. Lo mío eran simple conjeturas, basadas en misiones y varios rumores.

Otra vez la tortura sale a conversación, pero ésta vez estoy preparada. Sin reacción alguna sigo escuchando y espero el pie para hablar. Me concentro en mis pensamientos pero no dejo de escucharlo. Poco importaba que se diera cuenta de aquello, después de todo muchos se dan cuenta por mi cara cuando intento resolver un problema imposible para cualquiera pero no para mí. Miles de ideas atraviesan mi mente, millones. Las cuales voy estudiando y descartando a medida de que escucho cada palabra. Entonces, una sola teoría que había pensado hace mucho se me viene a la mente y todo tiene sentido. Ahí es cuando me relajo y finalmente vuelvo a cruzar mis piernas, mientras llevo un trozo de queso a mi boca. -No lo encontrarás aunque sigas buscando así. Lo sabes, ¿no?- espero que aquel hombre no entienda a que me refiero. Muchas veces los cazadores, poníamos protecciones mágicas a los campamentos cuando teníamos misiones de mas de un día, la clase de encantamientos que cualquier mago inteligente podría realizar y que mantienen a todos lejos del lugar, y... seguramente mi primo es alguien con la capacidad de realizarlos -Si Seth está en un lugar que no quiere que lo encuentren, no podrán hacerlo- no me atrevo a decir expresamente a lo que me refiero a pesar de que odio dar tantas vueltas al asunto -Un grupo de búsqueda jamás los encontrará- deseo que no los encuentren, de hacerlo se provocaría aquella matanza que tanto odio y aquella por la que mi primo nos odiaría a muerte.
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Hago un movimiento suave con las cejas cuando veo que se atraganta pero decido ignorarlo, centrándome en la conversación — De todos modos no tenías que rebuscar mucho. Las noticias se encargaron de decir lo básico — incluso de volver a poner en la mira a Stephanie Black, quien aparentemente sigue con vida. Esto me lleva al recuerdo de Cordelia Collingwood y su hijo o hija, ese bebé que podría caer un día y clamar ser el hijo de Orion Black. No, en nuestras leyes no es una amenaza, el problema es quien decida seguirlo. Por un momento considero la opción de contarle mi descubrimiento, pero me arrepiento de inmediato; nadie excepto Jamie o yo debe saber que hay otro heredero.

Hago un enorme esfuerzo por no rodar los ojos o mostrarme exasperado porque las cosas que Audrey me está diciendo la hemos hablado cientos de veces; trabajo, la cena, noticias, incluso en la cama. En quince años hemos tenido tiempo de sobra para analizar, tirar hilos, frustrarnos y volver a empezar — Nadie puede esconderse para siempre, ni siquiera los del catorce. ¿Cómo subsisten? — si nuestras indicaciones son correctas, están en un lugar recóndito: sea lo que sea, deben moverse en busca de alimento, agua o lo que sea. Siguen siendo seres humanos ¿no? Me como los restos de la aceituna y me limpio con una servilleta, tratando de mantenerme calmo a pesar de que mi ceño empieza a fruncirse — Sabemos que reclutan gente, por eso no encontramos a muchos de los que se marchan. La pregunta es… ¿Cómo? ¿Agarran a un cachorro herido al pasar y lo acogen o tienen un proceso de selección? — las conjeturas siempre fueron infinitas. Bebo de mi vino de un buen trago y lo dejo para seguir comiendo, sin darme cuenta de lo rápido que lo hago — Sebastian Johnson lo dijo muy claro: el catorce no será encontrado al menos que quieran que lo encuentren y eso no va a pasar. Y en eso hemos estado trabajando.

No puedo contarle de las misiones más secretas del gobierno, por más hija mía que sea; ni Hero las conoce y vive dentro de mi casa. Cuando me doy por satisfecho por la comida, termino mi trago y me atrevo, aunque sea con suma delicadeza, a extender mi mano hasta apretar la suya — Estamos cerca de encontrarlos. Seth no saldrá lastimado, tienes mi palabra — murmuro — Jamie está convencida de que estamos cerca de una guerra. Ten a Maggie bien protegida, por favor. Estaré encantado de recibirlas en casa cuando lo desees.
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Audrey S. Niniadis
Fugitivo
Estoy segura de que el hombre me oculta algunas cosas, pero no sé del todo si es sobre Seth o sobre algún otro asunto. Nunca me había contado la completa verdad sobre nada y no cambiaría justo ahora. Sólo finjo ignorancia ante éste hecho y sigo escuchando.

Su pregunta retórica tiene sentido, pero mi manera de pensar va mucho más allá que eso. Una de las primeras cosas que se enseña a los cazadores es supervivencia, por el simple hecho que en ocasiones algunas criaturas son difíciles de encontrar y hay que saber cómo cuidarse en el medio de la naturaleza en ocasiones en donde los seres mágicos no se dan a encontrar con facilidad. Cualquiera con ese conocimiento sabría alimentarse de cualquier cosa que encuentre y, quizás, hasta realizar algún que otro cultivo. ¿Que le hacía pensar a aquel hombre que ellos no sabrían hacer eso mismo? -No es tan complicado conseguir recursos cuando se sabe donde buscar- decido probar aquellas aceitunas antes de que mi padre se robe todas, así que pincho una y me la llevo a la boca -Deben tener su sistema, no aceptarán a alguien que esté a favor de Jamie, eso es seguro. El cuál... hay miles - muchas teorías nuevas ocupan mi mente, pero ésta vez sólo me llama una la atención. Debe haber gente en contacto con aquel distrito fantasma, contactos que deben vivir en NeoPanem, probablemente en distritos pobres. No lo podía asegurar, pero las probabilidades estaban a favor de los lugares donde más repudiados se refugiaran. -Si es cierto que existe y sobrevivieron todo éste tiempo, tienen un sistema muy planificado. Así que tiene razón. Encontrarlos es algo imposible- lo sé, estoy por agobiarlo demasiado, repitiendo cosas que ya sabe, cosas que probablemente piense una y otra vez. Pero esa es justamente mi idea: agobiarlo para que se rinda de la decisión de acabar con un distrito que probablemente vive bien.

Me atrevo a beber justo cuando siento la mano de Sean tocar la mía y me estremezco. ¿Ansia? ¿Asco? No estoy segura de porqué lo hago realmente, sólo sé que lo que suelta luego me enfurece. Jamie, Jamie siente amenaza en algo que probablemente no lo sea, en gente que seguramente está defendiéndose de el resto de las crueldades que mi tía suelta por que tiene ganas. Miro a mi padre con la cara más seria que puedo y quito la mano con lentitud, sin parecer brusca. -Seth puede no salir lastimado físicamente, pero... ¿psicológicamente?- sabía lo que se sentía perder a seres queridos, que te abandonen, estar sólo con gente que no te agrada demasiado. Lo sé. El saber que pierdes a seres que quieres más que tu propia vida, es aún peor que cualquier dolor físico que puedas provocar. -Casi morir no duele tanto como ver a los que más quieres sufrir- recuerdo aquellas veces en que las misiones me dejaron al borde de la muerte y ninguna de ellas dolió tanto como cuando la hermana de mi madre murió en mis brazo, o cuando todo mi grupo de cazadores fue masacrado frente a mis ojos. -Quiero una promesa más fuerte que: "Seth no saldrá herido" para quedarme tranquila.

Debían tener sus razones para creer que una guerra estaba por llevarse a cabo, razones que Sean no quería contarme por algún motivo. Observo la tabla ya vacía y bebo lo último de mi vaso, antes de mirarlo. -Lucharé si hace falta- no especifico lo que quiero decir con esas palabras, pero dentro de mí sé muy bien lo que significan "Lucharé por lo que crea correcto si hace falta" aún si eso significa dejar a toda mi vida atrás, aún si eso significa ser una repudiada y no poder volver a estar al lado de Maggie. Mi mirada se vuelve bastante decidida y solemnemente observo a mi padre -Si llega el día en el que tenga que luchar, si me pasa algo, prométeme que cuidarás de Maggs por mí- mi voz suena un poco temerosa por primera vez en la vida. Quiero que acepte mi petición, así que ésta vez soy yo quien sujeta su mano, aunque me obligo a hacerlo con todas mis fuerzas. A pesar de que nunca había cuidado bien de mí, ahora tenía a Hero y mi hija había sido criada con el pensamiento correcto para vivir a su lado.
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Pero eso significa que tendrían que moverse — sí, es fácil subsistir cuando aprendes a hacerlo, el problema es que jamás los encontramos a pesar de que sean obligados a abandonar su escondite. La mejor técnica sería dejarlos sin su madriguera, atraerlos fuera de ella, pero el problema es encontrarlos; son como una invasión de hormigas de las cuales tienen que destruir el hormiguero. Como Audrey se limita a repetir lo que tengo en mi cabeza me permito relajarme, oyendo a medias mientras le hago una seña a la camarera para pedirle amablemente que hemos terminado con la cena, por lo cual retira la tabla con sumo cuidado, despejando nuestra mesa — Más que difícil, sí, pero imposible jamás — nada es inalcanzable si saber manejarlo, se supone que en eso trabajamos.

Observo como rechaza mi tacto, apartando una mano que obliga retroceder a la mía cuando su pregunta me hace abrir los ojos de par en par, manteniéndome en silencio. Sé a lo que se refiere, los dos conocemos a Seth lo suficiente como para saber que podemos hacerle lo que sea, que él sufrirá más viendo morir a los que quiere. Pero… ¿Cómo puede preferirlos sobre su familia? La tristeza cruza mis facciones a su antojo y apoyo los codos en la mesa para poder agarrarme la cabeza con frustración, soltando un suspiro largo y profundo — Sabes muy bien que no puedo prometerlo. Jamás tocaran a Seth, pero si Jamie pone una mano encima de sus amigos, las cosas no saldrán bien. Estamos hablando de rebeldes, terroristas, traidores… — ella sabe. Todos sabemos de los atentados que hemos sufrido los últimos años. Todo está conectado, es tan obvio. Y Jamie jamás va a perdonarlo, no importa cuanto pataleé o llore su hijo adorado  — esa gente, como muy suave, será encarcelada. No querrán siquiera venderlos como esclavos. ¿Entiendes la gravedad del delito?

¿Y si no está con ellos? ¿Y si en su viaje decidió irse a un lugar lejano como Europa? ¿Qué pasa con la posibilidad de haberse muerto en el camino? Miro mi copa casi deseando que vuelva a llenarse por arte de magia pero no lo hace. Miro a Audrey y no, no me sorprende lo que me dice en lo absoluto, así que me limito a asentir con la cabeza — Solo espero que seas cuidadosa con lo que decidas y sepas qué es lo mejor. Quiero que te cuides — por un momento, siento sus palabras como un desafío. Que está gritándome en toda la cara en este momento que estamos en bandos opuestos sin siquiera decirlo. Y lo acepto, porque sigue siendo mi hija y un padre jamás le da la espalda a sus hijos. Ya no más.

El shock por su agarre es casi superior al de su petición, pero de igual manera me permito estrechar sus dedos con toda la calidez y el cariño que soy capaz, buscando por una mirada tan determinante como familiar — Lo prometo. Aunque no lo desees, siempre vas a tener una familia conmigo y espero que lo sepas — murmuro — Solo evita hacerte daño. Hay cosas mucho más grandes que nosotros y cuando llegue el momento, no habrá lazo de sangre que nos salve.
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Fugitivo
Siempre estuve segura y aquella conversación me lo da por sentado. Sean también buscaba a Seth, pero nuestro motivos y caminos son completamente opuestos. -Entiendo, de verdad lo hago- comprendo firmemente a que se refiere sobre los actos de aquellos que probablemente están con Seth y sé que tan cruel puede llegar a ser mi tía, el reanudar los juegos es prueba de ello. También confieso que acepto el hecho de quien comete un crimen debe pagarlo, pero hacerles pagar con ejecución a aquellos que no se la merecen es pura crueldad. Por ese motivo comprendo también el riesgo de lo que supone buscar a Seth y pensar como lo hago, el riesgo de luchar por lo que creo correcto. Pero vengo posponiéndolo desde hace mucho tiempo y ya no puedo cancelarlo más. Los juegos cercanos comenzaban a poner los pelos de punta y el ocultar mis pensamientos "radicales" se volvía cada vez más complicado.

-Siempre, se cuidarme muy bien sóla- me lo había confirmado hace unos minutos, leyó mi expediente. Después de volver sana de mi primera misión suicida, me otorgaban los mejores y más complicados trabajos. Cumplía cada uno, por más descabellado que fuera el plan. Algunos hasta creían que si el mundo se volviera a venir abajo, encontraría la manera de sobrevivir. Yo simplemente les afirmaba que ser tan omnipotente como para sobrevivir a tanto y salir intacta era algo imposible, pero así de estúpidos son los rumores.

A pesar de la molestia que me provoca el gesto familiar que Sean responde, por primera vez no lo alejo. Necesito esa seguridad, por mi hija, para quedarme tranquila y por primera vez en 12 años pensar en mí, en lo que debo hacer para dejar de sentirme frustrada y encerrada sin escapatoria. Suspiro de alivio al escuchar su promesa, sabiendo que es más sincera que cualquiera de las que me realizó en el pasado. Ambos tenemos en claro de lo que hablamos, estoy segura de eso. No hace falta más explicaciones sobre nada.

-Mientras mi hija esté bien, no me haré daño- digo como murmullo, al igual que él. Lo había dejado en claro con mi comentario anterior, lo único que me podía hacer daño era el sufrimiento de la persona que más amo, el sufrimiento de Margareth. Sean acababa de darme la seguridad que más necesitaba para comenzar a planear mis próximos movimientos. No se volvería algo inmediato, pero desde hoy se volvía un hecho.

Alejo mi mano lentamente, pero sin que parezca un rechazo, cuando la camarera llega justo para recibir el pago. Saco la plata justa, sin permitirle a Sean que pague -Hoy pago yo, tómalo cómo agradecimiento por aceptar conocer a tu nieta y por... lo último- aquella promesa significaba mucho para mí -La próxima, tú invitas- tendríamos más oportunidades para charlar, antes de mi primer movimiento.

-Ahora... debo irme. Tengo papelerío que atender - me levanto de la silla y me despido con un gesto de cabeza -Pasaré por tu casa muy pronto para conocer a esa "princesa" hermana mía- intento ser graciosa, pero sin logro alguno me retiro del restaurante lanzando media sonrisa.
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