OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Me despierto por culpa de los temblores que me sacuden el cuerpo, dándome cuenta de que me he hecho un ovillo en el suelo y que he utilizado las mantas que tengo conmigo para cubrirme hasta la nariz. El invierno ha sacudido al distrito como si quisiera jodernos la vida y de verdad doy gracias de no estar en guardia hoy, porque creo que las pelotas se me congelarían tanto que terminaría siendo esteril. Ha dejado de nevar, pero el color blanco es lo que predomina en el exterior de la cabaña y a decir verdad, dormir en el suelo no ha sido símbolo de educación y caballerosidad, sino que cuando Derian anuncio que pasaría la noche en las torres y me fijé en la gotera por donde cae algo de aguanieve que estaba justo encima del sofá, permití con mucho entusiasmo que Ava ocupe ese puesto. Ahora mismo el suelo está tan helado que creo que el karma ha actuado demasiado rápido.
En mi estado de sueño e incomodidad me nace el recuerdo de que Murphy pasaría la noche con mi hermana, lo que hace que abra uno de mis ojos como si en la oscuridad pudiese divisar la habitación para quitarme las dudas, aunque no puedo ver bien desde mi sitio. Con mucho desgano y la actitud de un oso perezoso, me apoyo en el piso y me doy el envión para ponerme de pie, tratando de ser sigiloso en medio de la noche hasta poder correr la cortina del cuarto, el sitio más cálido de esta pequeña casa. En efecto, el único bulto que puedo ver en la oscuridad es largo y delgado, así que se trata solamente de Alice. Perfecto para mí.
Ni me preocupo por que Ava se esté pescando un resfrío cuando empujo las sábanas y me meto en la cama con la misma suavidad que un crío que va a interrumpir a sus padres a mitad de la noche de forma furtiva, pero de todos modos noto como Alice se remueve, lo que me hace soltar un "shh" para indicarle que se trata de mi y me acomodo entre las mantas, frotando mis pies y abrazándome a una de las almohadas — Se me estaba congelando el culo — me explico en un murmullo para no hacer ruido, acercándome un poco en busca de calor corporal y apoyando por un segundo mi mentón en su cuello, respirando cerca de su oreja al pasar un brazo sobre ella — Espero que no te moleste que te use de calefactor. Odio el puto invierno — y eso que solía ser mi estación favorita, hasta que vivir en el catorce lejos de las comodidades lo transformó en una tortura.
En mi estado de sueño e incomodidad me nace el recuerdo de que Murphy pasaría la noche con mi hermana, lo que hace que abra uno de mis ojos como si en la oscuridad pudiese divisar la habitación para quitarme las dudas, aunque no puedo ver bien desde mi sitio. Con mucho desgano y la actitud de un oso perezoso, me apoyo en el piso y me doy el envión para ponerme de pie, tratando de ser sigiloso en medio de la noche hasta poder correr la cortina del cuarto, el sitio más cálido de esta pequeña casa. En efecto, el único bulto que puedo ver en la oscuridad es largo y delgado, así que se trata solamente de Alice. Perfecto para mí.
Ni me preocupo por que Ava se esté pescando un resfrío cuando empujo las sábanas y me meto en la cama con la misma suavidad que un crío que va a interrumpir a sus padres a mitad de la noche de forma furtiva, pero de todos modos noto como Alice se remueve, lo que me hace soltar un "shh" para indicarle que se trata de mi y me acomodo entre las mantas, frotando mis pies y abrazándome a una de las almohadas — Se me estaba congelando el culo — me explico en un murmullo para no hacer ruido, acercándome un poco en busca de calor corporal y apoyando por un segundo mi mentón en su cuello, respirando cerca de su oreja al pasar un brazo sobre ella — Espero que no te moleste que te use de calefactor. Odio el puto invierno — y eso que solía ser mi estación favorita, hasta que vivir en el catorce lejos de las comodidades lo transformó en una tortura.
Las primeras nevadas del invierno cayeron sobre el distrito poco después de los primeros días del año, trayendo consigo unas heladas que han dejado a varios con huesos rotos por caídas inoportunas porque no estamos como para desperdiciar sal y distribuirla por el suelo. Por no mencionar que el interior de las casas, en especial en la que vivimos, no tienen unas paredes lo suficientemente gruesas como para evitar que el frío se cuele por agujeros diminutos de vez en cuando. Una de esas noches en las que la nieve no deja de caer tras la ventana y los copos se acumulan sobre la superficie, Murphy ha decidido pasar la noche en casa de Zenda, por lo que acabo por meterme en la cama vacía y encogerme en una esquina hasta que el siseo del viento es lo último que escucho antes de quedarme dormida.
No me molesto en descubrir quien corre la cortina de la habitación en mitad de la noche, sino que me doy la vuelta en la cama aún ensimismada en el sueño para alejarme del sonido, hasta que reconozco la familiar figura de Ben meterse entre las sábanas y no puedo evitar sonreír después de toda la noche en soledad. - ¿Por qué has tardado tanto en venir? - No es más que un murmullo en el silencio, pero lo suficiente para que se note una pizca de reproche en mis palabras camuflado por algo que pretende ser una risa baja, si se congeló el culo fue por propia decisión. Giro sutilmente la cabeza hacia un lado y abro los ojos en la oscuridad para encontrarme con el rostro de Ben tan cerca que mi nariz roza su mejilla al punto de poder respirar sobre su piel. Alargo el brazo sobre el que no estoy apoyada para enterrar mi mano en su cabeza y acariciar los rizos de su pelo. - Mientras no solo sea esa la razón por la que has decidido plantar tu culo congelado aquí no me importa hacer de tu estufa personal. - Bromeo en un susurro, acomodando mi cuerpo al suyo y bajando el brazo hasta posarlo cerca del que me rodea.
Ni siquiera me planteo la posibilidad de volver a abrir los ojos cuando cierro los párpados con intenciones de retomar el sueño anterior y me hago un ovillo en la cama. Sin embargo, minutos después de que eso pase las pisadas de alguien se cuelan en mis oídos, lo que hace que levante la cabeza en su dirección antes de posar la mirada sobre Ben de nuevo. - ¿Dónde caben dos caben tres? - Murmuro con un obvio tono de graciosidad cuando creo distinguir una figura entre las sombras. Hasta ese momento ni siquiera se me ocurre la idea de que Ava pueda estar en el salón hecha un cubito de hielo, lo que me hace sentir culpable por segundos.
No me molesto en descubrir quien corre la cortina de la habitación en mitad de la noche, sino que me doy la vuelta en la cama aún ensimismada en el sueño para alejarme del sonido, hasta que reconozco la familiar figura de Ben meterse entre las sábanas y no puedo evitar sonreír después de toda la noche en soledad. - ¿Por qué has tardado tanto en venir? - No es más que un murmullo en el silencio, pero lo suficiente para que se note una pizca de reproche en mis palabras camuflado por algo que pretende ser una risa baja, si se congeló el culo fue por propia decisión. Giro sutilmente la cabeza hacia un lado y abro los ojos en la oscuridad para encontrarme con el rostro de Ben tan cerca que mi nariz roza su mejilla al punto de poder respirar sobre su piel. Alargo el brazo sobre el que no estoy apoyada para enterrar mi mano en su cabeza y acariciar los rizos de su pelo. - Mientras no solo sea esa la razón por la que has decidido plantar tu culo congelado aquí no me importa hacer de tu estufa personal. - Bromeo en un susurro, acomodando mi cuerpo al suyo y bajando el brazo hasta posarlo cerca del que me rodea.
Ni siquiera me planteo la posibilidad de volver a abrir los ojos cuando cierro los párpados con intenciones de retomar el sueño anterior y me hago un ovillo en la cama. Sin embargo, minutos después de que eso pase las pisadas de alguien se cuelan en mis oídos, lo que hace que levante la cabeza en su dirección antes de posar la mirada sobre Ben de nuevo. - ¿Dónde caben dos caben tres? - Murmuro con un obvio tono de graciosidad cuando creo distinguir una figura entre las sombras. Hasta ese momento ni siquiera se me ocurre la idea de que Ava pueda estar en el salón hecha un cubito de hielo, lo que me hace sentir culpable por segundos.
Me despierto en mitad de la noche con los dientes castañeando tan fuerte que creo que se van a romper si no logro que paren. Estoy helada al punto de que el respirar me deja una espantosa sensación de ardor, y pese a estar abrigada con varias capas de ropa, no logro sentir los pies. Sí, sí, era normal que hubiese bajas temperaturas a medida que se acercaba el invierno pero, o la cabaña de Ben era un témpano, o Elioh hacía un muy buen trabajo con sus hechizos de calor en el invierno ya que, salvo en las expediciones en las cuales el frío era compañía diaria, no creía haber estado tan helada al momento de dormir en cualquier lugar.
Aún tiritando, trato de hacerme aún más ovillo entre la manta cuando noto que el recipiente q se encargaba de retener la gotera se encuentra en el suelo, y que la razón por la que estoy tan helada es porque el agua cae directamente sobre mis pies. Salto enseguida sobre mí misma, y a velocidad extrema me renuevo los calcetines empapados para luego tratar de refregar la piel y volver a hacer que reaccionen mis extremidades. No hay caso, de no sentir nada pasé a sentir punzadas espantosas que dolían tanto como cortadas y dudaba que eso fuera a cambiar pronto a menos de que encontrase otra fuente de calor.
Estoy sobre mis piernas antes de que se termine de firmar la idea en mi cerebro. El malnacido de Ben me había cedido el sofá a propósito así que tendría que sufrir las consecuencias de sus actos. Avanzando como podía gracias al dolor que estaba sintiendo, no me sorprendí de no encontrar el gigantesco bulto que era Ben en el piso, era obvio que no querría pasar una noche de frío como está. Pues que pena, yo tampoco quería y con el perdón de Alice pero mejor que me aguantase una noche y no semanas enteras con una neumonía.
- Me alegra que tú SÍ seas considerada, gracias Alice - Respondo cuando entro en su campo de visión luego de terminar de abrir la cortina. -Ahora muévete Benedicto, me estoy congelando. - Y para apurarlo apoyo un brazo contra la pared para equilibrar me en lo que subo la pierna y llevo mi pie directo a su nuca así podía sentir lo mucho que me estaba cagando de frío.
Aún tiritando, trato de hacerme aún más ovillo entre la manta cuando noto que el recipiente q se encargaba de retener la gotera se encuentra en el suelo, y que la razón por la que estoy tan helada es porque el agua cae directamente sobre mis pies. Salto enseguida sobre mí misma, y a velocidad extrema me renuevo los calcetines empapados para luego tratar de refregar la piel y volver a hacer que reaccionen mis extremidades. No hay caso, de no sentir nada pasé a sentir punzadas espantosas que dolían tanto como cortadas y dudaba que eso fuera a cambiar pronto a menos de que encontrase otra fuente de calor.
Estoy sobre mis piernas antes de que se termine de firmar la idea en mi cerebro. El malnacido de Ben me había cedido el sofá a propósito así que tendría que sufrir las consecuencias de sus actos. Avanzando como podía gracias al dolor que estaba sintiendo, no me sorprendí de no encontrar el gigantesco bulto que era Ben en el piso, era obvio que no querría pasar una noche de frío como está. Pues que pena, yo tampoco quería y con el perdón de Alice pero mejor que me aguantase una noche y no semanas enteras con una neumonía.
- Me alegra que tú SÍ seas considerada, gracias Alice - Respondo cuando entro en su campo de visión luego de terminar de abrir la cortina. -Ahora muévete Benedicto, me estoy congelando. - Y para apurarlo apoyo un brazo contra la pared para equilibrar me en lo que subo la pierna y llevo mi pie directo a su nuca así podía sentir lo mucho que me estaba cagando de frío.
El reproche de Alice me hace reír vagamente mientras me acurruco contra ella, agradecido de que sea una persona tan cálida al momento de compartir cama — Olvidé que Murphy no estaba — confieso sin culpa alguna, frotando vagamente mi mentón contra su hombro — Creo que todavía no tengo la confianza suficiente como para meterme en el medio de ustedes — agrego a modo de broma. Como no sé muy bien qué nombre tiene lo que tenemos, no es como si le hubiéramos dado explicaciones a la niña, aunque creo que no es ninguna tonta y algo debe sospechar. Alice y yo pasamos a ser dos personas que apenas se conocían y se trataban con cordialidad a tener un nuevo tipo de complicidad y alguna que otra caricia por debajo de la mesa o casual al pasar. Sus mimos en mi pelo me obligan a imitar el sonido de un ronroneo en modo de broma, pasando mis caricias por el contorno de su brazo y su cintura — Bueno, no, tenía que molestarte. Pero si quieres puedo convertirlo en algo más interesante — si hubiese podido verme hubiera notado como muevo mis cejas, colando con cuidado la mano debajo de la remera de su pijama para acariciar la piel de su vientre en modo juguetón.
Estoy en eso, tratando de apretarme un poco más contra su cuerpo, cuando el ruido de las pisadas hace que me desconcentre, cosa que las palabras de Alice no ayudan en lo absoluto — ¿Es en se…? — no termino de hablar porque escucho la voz de Ava y saco rápidamente mi mano de adentro de la remera de Alice, donde había subido más de lo que puede calificarse “normal” para fingir que no estaba haciendo absolutamente nada.
Una parte de mí quiere sentarse en la cama y gruñirle que se vaya, pero la otra cede a la supuesta amabilidad que hay que tener con alguien que se está congelando. Iba a decir algo en su contra cuando su pie helado da en mi nuca y me quejo con un grito que suena más a un “agh”, dando el manotazo más infantil que soy capaz como si volviésemos a ser dos niños viviendo bajo el techo de Elioh y Arleth — ¡Mierda, Ava, no hagas eso! — me quejo, girando en un intento de verla y encontrándome con sus piernas. No sé si lo hace a propósito o si tropieza conmigo, pero el peso de su cuerpo me hace rodar un poco y siento como cae en parte encima de mí, en parte encima de Alice y en su mayoría entre nosotros, lo que hace que la empuje hacia abajo — Si vas a meterte, intenta no asesinarnos en el proceso.
Como si sirviese de algo tiro de las sábanas con intenciones de cubrirme de más, cosa que no tiene sentido porque a) tengo ropa por culpa del frío y b) ella ya ha visto absolutamente todo e incluso más que solo eso. Pensar en ese detalle y saber que Alice es la otra persona que está en esta cama hace que un calor incómodo me brote de vaya a saber donde, por lo que poco a poco y como un niño culpable, me voy tapando hasta que solamente se me ve el pelo y un trozo de frente — ¿Tan mal está el sofá? — acabo preguntando con la voz ahogada por las mantas.
Estoy en eso, tratando de apretarme un poco más contra su cuerpo, cuando el ruido de las pisadas hace que me desconcentre, cosa que las palabras de Alice no ayudan en lo absoluto — ¿Es en se…? — no termino de hablar porque escucho la voz de Ava y saco rápidamente mi mano de adentro de la remera de Alice, donde había subido más de lo que puede calificarse “normal” para fingir que no estaba haciendo absolutamente nada.
Una parte de mí quiere sentarse en la cama y gruñirle que se vaya, pero la otra cede a la supuesta amabilidad que hay que tener con alguien que se está congelando. Iba a decir algo en su contra cuando su pie helado da en mi nuca y me quejo con un grito que suena más a un “agh”, dando el manotazo más infantil que soy capaz como si volviésemos a ser dos niños viviendo bajo el techo de Elioh y Arleth — ¡Mierda, Ava, no hagas eso! — me quejo, girando en un intento de verla y encontrándome con sus piernas. No sé si lo hace a propósito o si tropieza conmigo, pero el peso de su cuerpo me hace rodar un poco y siento como cae en parte encima de mí, en parte encima de Alice y en su mayoría entre nosotros, lo que hace que la empuje hacia abajo — Si vas a meterte, intenta no asesinarnos en el proceso.
Como si sirviese de algo tiro de las sábanas con intenciones de cubrirme de más, cosa que no tiene sentido porque a) tengo ropa por culpa del frío y b) ella ya ha visto absolutamente todo e incluso más que solo eso. Pensar en ese detalle y saber que Alice es la otra persona que está en esta cama hace que un calor incómodo me brote de vaya a saber donde, por lo que poco a poco y como un niño culpable, me voy tapando hasta que solamente se me ve el pelo y un trozo de frente — ¿Tan mal está el sofá? — acabo preguntando con la voz ahogada por las mantas.
Elevo las cejas mientras mantengo los ojos cerrados acurrucada en mi sitio, moviendo mi cabeza en gesto afirmativo ante su excusa, como si quisiera hacerle creer que no me lo creo cuando viniendo de él, no me sorprende demasiado. Aún así su broma me saca una sonrisa y su barbilla me hace cosquillas sobre mi hombro, por lo que no puedo evitar encogerlo cariñosamente, conservando una línea torcida en mis labios. - Creo que ella tampoco está preparada para ver eso. - Murmuro entre risas ante la repentina imagen que se forma en mi cabeza. Tampoco creo que le importe demasiado y desde luego no le quita el sueño por las noches. Al fin y al cabo creo que ella nunca ha tenido la oportunidad de encontrarse en una situación parecida, no es como si estuviera enamorada de Kendrick y no me lo hubiera dicho, y sinceramente, no creo que le deba de hacer mucha gracia que le ande contando lo que hago con Ben. No por nada.
Su propuesta me hace reír otra vez, con cuidado de no hacerlo demasiado alto pese a haber escuchado movimiento al otro lado de la pared. - ¿No se suponía que nos íbamos a dormir? - Inquiero tras una risotada tonta, un poco antes de sentir su mano por debajo de la camiseta que utilizo como pijama aunque no sea ese realmente el uso que tendría. Entre nosotros apenas hay espacio perceptible en lo que Ben se dedica a manosearme, pero justo aparece Ava por la cortina y aparta la mano traviesa tan deprisa que me hubiera hecho reír nuevamente de no ser por que ayudo con mis manos a empujar la suya fuera de mi cuerpo y taparlo bien con el pijama. Después de esa escena ridícula no puedo evitar llevarme una mano a la boca disimuladamente para esconder la risa estúpida que me sale.
Me muevo hacia un lado cuando la rubia prácticamente se lanza contra la cama, no sin antes haber pateado a Ben casi fuera de ella. - Ya os aviso, no pienso hacer de vuestra niñera. - Suelto a modo de broma, pegada en mi esquina y mirando hacia el techo en lo que pego un suspiro dramático. La verdad es que la imagen desde fuera debe ser tremendamente graciosa, aunque no sé muy bien para quien debería serlo más si tenemos en cuenta la relación que tenemos entre los tres. Ese pensamiento me hace levantar la cabeza hacia Ben y alzar las cejas para mirarle con una observación que lo dice todo.
Me apoyo sobre mis codos en la pequeña almohada, levantando un poco el torso para tener una mejor visión de ambos. Estamos tan apretujados que en cualquier momento uno podría caer al suelo, siendo Ben y yo los que más papeletas tenemos puesto que estamos en las esquinas. - ¿Qué le ocurre al sofá? - Trato de mantener una cara seria, pero la actitud del único hombre en la cama me hace reír hacia mis adentros con extrema curiosidad. - ¿Qué has hecho ya, Benancio? - Casi sueno como una madre que acaba de pillar a su hijo tratando de cometer una travesura, aunque por la forma en la que se esconde bajo la manta no diría yo que no estamos frente a un niño de verdad. Y me permito el hacer bromas con su nombre porque ya de por sí estamos en una situación ciertamente incómoda.
Su propuesta me hace reír otra vez, con cuidado de no hacerlo demasiado alto pese a haber escuchado movimiento al otro lado de la pared. - ¿No se suponía que nos íbamos a dormir? - Inquiero tras una risotada tonta, un poco antes de sentir su mano por debajo de la camiseta que utilizo como pijama aunque no sea ese realmente el uso que tendría. Entre nosotros apenas hay espacio perceptible en lo que Ben se dedica a manosearme, pero justo aparece Ava por la cortina y aparta la mano traviesa tan deprisa que me hubiera hecho reír nuevamente de no ser por que ayudo con mis manos a empujar la suya fuera de mi cuerpo y taparlo bien con el pijama. Después de esa escena ridícula no puedo evitar llevarme una mano a la boca disimuladamente para esconder la risa estúpida que me sale.
Me muevo hacia un lado cuando la rubia prácticamente se lanza contra la cama, no sin antes haber pateado a Ben casi fuera de ella. - Ya os aviso, no pienso hacer de vuestra niñera. - Suelto a modo de broma, pegada en mi esquina y mirando hacia el techo en lo que pego un suspiro dramático. La verdad es que la imagen desde fuera debe ser tremendamente graciosa, aunque no sé muy bien para quien debería serlo más si tenemos en cuenta la relación que tenemos entre los tres. Ese pensamiento me hace levantar la cabeza hacia Ben y alzar las cejas para mirarle con una observación que lo dice todo.
Me apoyo sobre mis codos en la pequeña almohada, levantando un poco el torso para tener una mejor visión de ambos. Estamos tan apretujados que en cualquier momento uno podría caer al suelo, siendo Ben y yo los que más papeletas tenemos puesto que estamos en las esquinas. - ¿Qué le ocurre al sofá? - Trato de mantener una cara seria, pero la actitud del único hombre en la cama me hace reír hacia mis adentros con extrema curiosidad. - ¿Qué has hecho ya, Benancio? - Casi sueno como una madre que acaba de pillar a su hijo tratando de cometer una travesura, aunque por la forma en la que se esconde bajo la manta no diría yo que no estamos frente a un niño de verdad. Y me permito el hacer bromas con su nombre porque ya de por sí estamos en una situación ciertamente incómoda.
- ¡BEN Y LA RECONCHA TUYA! - Grito cuando con su manotazo me hace perder el equilibrio y termino hecha un manojo de extremidades torcidas encima de ambos. Mascullo unas disculpas hacia Alice entre lo que pataleo, en su mayoría a Ben, para poder enderezarme y me hago un hueco entre medio de las sábanas. La verdad no era mi idea meterme entre ambos, pensaba correr un poco a mi hermanastro y dormir con la cabeza a los pies de la cama para no incomodar (cosa que considerando mi tamaño... compacto, no iba a ser difícil). Ahora se jodía.
- No hace falta eso de la niñera Al... ¿¡De verdad preguntas eso!?- Maldito infeliz, la única razón por la que no iba a buscar la cubeta llena de agua para tirársela encima, era porque ya estaba entrando en calor y ni mi madre en pleno ataque de ira podría sacarme de esta cama. Los dientes me castañetean cuando un escalofrío me recorre de los pies a la cabeza, pero este es uno que me indica que justamente el frío ya está dejando de ser un problema y el brrr que se me escapa es uno de satisfacción.
Antes de responderle a la morocha, decido poner a prueba eso de no necesitar niñera y en una increíble demostración de la fuerza que no tengo, fallo cuando intento tirar a Ben de la cama a manera de venganza. Al menos eso me hace terminar de entrar en calor, o algo así y el bufido que suelto viene acompañado de un pequeño rubor en mis mejillas. - Al sofá no le ocurre nada... nada salvo la gotera de aguanieve que me empapó los pies por vaya a saber cuanto tiempo. - explico de manera acusatoria mientras me pego más a Alice aún molesta con mi hermanastro por cederme el sofá a sabiendas de eso. No que el piso hubiese sido mejor, pero el conocía esta cabaña mejor que nadie, y podría haber sido un poco más caball... Ok, no.
En realidad la culpa era enteramente mía por aceptar dormir ahí y no haberme podido quedar quieta en una esquina, pero siempre era mejor echarle las culpas a otros.
- No hace falta eso de la niñera Al... ¿¡De verdad preguntas eso!?- Maldito infeliz, la única razón por la que no iba a buscar la cubeta llena de agua para tirársela encima, era porque ya estaba entrando en calor y ni mi madre en pleno ataque de ira podría sacarme de esta cama. Los dientes me castañetean cuando un escalofrío me recorre de los pies a la cabeza, pero este es uno que me indica que justamente el frío ya está dejando de ser un problema y el brrr que se me escapa es uno de satisfacción.
Antes de responderle a la morocha, decido poner a prueba eso de no necesitar niñera y en una increíble demostración de la fuerza que no tengo, fallo cuando intento tirar a Ben de la cama a manera de venganza. Al menos eso me hace terminar de entrar en calor, o algo así y el bufido que suelto viene acompañado de un pequeño rubor en mis mejillas. - Al sofá no le ocurre nada... nada salvo la gotera de aguanieve que me empapó los pies por vaya a saber cuanto tiempo. - explico de manera acusatoria mientras me pego más a Alice aún molesta con mi hermanastro por cederme el sofá a sabiendas de eso. No que el piso hubiese sido mejor, pero el conocía esta cabaña mejor que nadie, y podría haber sido un poco más caball... Ok, no.
En realidad la culpa era enteramente mía por aceptar dormir ahí y no haberme podido quedar quieta en una esquina, pero siempre era mejor echarle las culpas a otros.
He pasado la línea de preocuparme por los insultos de Ava hace mucho tiempo, pero que Alice se burle de nosotros hace que suelte un resoplido que por un momento me hace sonar como uno de los caballos del establo. Ese sonido también me evita el responder de manera directa a las acusaciones injustas de mi hermanastra, concentrándome más en agarrarme del borde del colchón y de la cabecera de la cama para evitar que me tire al piso aunque a juzgar por su tamaño y mi fuerza, lo único que consigue es que meta el abdomen para adentro y endurezca el brazo hasta que se detiene — No seas llorona, que yo estaba en el suelo — punto para mí — ¡Yo no he hecho nada! — me excuso a las palabras de Alice de manera que por un momento a la pobre sí la pongo en papel de niñera y me odio por eso.
Me acomodo una vez más en la cama para estar más cómodo y tiro de las sábanas en un intento de que los tres estemos cubiertos, algo resentido a la idea de que Ava se haya metido entre nosotros y me haya arruinado la noche, para variar, en una enorme ironía de la vida. Me apoyo en uno de mis codos para alcanzar a ver a Alice y aunque dudo mucho que pueda ver bien mi expresión, casi que quiero pedir disculpas con la misma — ¿Vas a culparme también como ella o puedo dormir? — intento que suene como una broma pero creo que es muy claro que ya me ha despertado el griterío y no precisamente para el lado que deseaba.
Me giro con brusquedad tirando de las mantas y les doy la espalda, sintiendo los pies fríos de Ava contra mis piernas y temblando sin poder contenerme. Vuelvo a taparme hasta la nariz a pesar de que esta vez no cierro los ojos, sintiendo el ambiente mucho más pesado de lo normal. Ahora es cuando Seth o Eowyn entran y se me arruina la poca reputación que me queda — ¿De verdad vamos a hacer esto? — acabo farbullando en un obvio tonito de molestia infantil, ese que deja bien en claro que me estoy esforzando por no enfurruñarme como un crío — El sofá no puede estar tan mal, seguro dramatizas, como siempre.
Me acomodo una vez más en la cama para estar más cómodo y tiro de las sábanas en un intento de que los tres estemos cubiertos, algo resentido a la idea de que Ava se haya metido entre nosotros y me haya arruinado la noche, para variar, en una enorme ironía de la vida. Me apoyo en uno de mis codos para alcanzar a ver a Alice y aunque dudo mucho que pueda ver bien mi expresión, casi que quiero pedir disculpas con la misma — ¿Vas a culparme también como ella o puedo dormir? — intento que suene como una broma pero creo que es muy claro que ya me ha despertado el griterío y no precisamente para el lado que deseaba.
Me giro con brusquedad tirando de las mantas y les doy la espalda, sintiendo los pies fríos de Ava contra mis piernas y temblando sin poder contenerme. Vuelvo a taparme hasta la nariz a pesar de que esta vez no cierro los ojos, sintiendo el ambiente mucho más pesado de lo normal. Ahora es cuando Seth o Eowyn entran y se me arruina la poca reputación que me queda — ¿De verdad vamos a hacer esto? — acabo farbullando en un obvio tonito de molestia infantil, ese que deja bien en claro que me estoy esforzando por no enfurruñarme como un crío — El sofá no puede estar tan mal, seguro dramatizas, como siempre.
Casi tengo que suspirar y rodar los ojos a la vez cuando no pasan más de dos minutos sin que vuelvan a tocarse las narices, lo que me hace reconsiderar eso de soltar un bufido. - ¿Estás tan segura de eso? - Le pregunto a Ava cuando rechaza mi oferta de hacer de niñera, alzando ambas cejas y sacudiendo levemente la cabeza mientras contemplo el techo en un intento de no perder la paciencia. No sé quien es el primero que empieza con el tironeo de las sábanas de un lado para otro, e intento mantener una compostura seria entre tanto comportamiento infantil, pero ninguno de los dos lo pone fácil a la hora de querer reírse de alguno. - Honestamente, sería más fácil dormir con Gigi y una cabra que con vosotros dos por compañía. - Y como ahora soy yo la que se está quedando sin manta, tiro de un extremo para atraerla hacia mi lado.
Cierro los ojos en la oscuridad con la intención de volver al sueño, pero noto la cama moverse una vez más y tengo que girar mi cuerpo para poder ver vagamente a Ben entre las sombras. Elevo mi torso y termino por sentarme en la cama, completamente desvelada y bastante atraída por la idea de dormir junto a Gigi. - ¡En ningún momento dije que tuvieras la culpa de nada! - Trato de defenderme, pero su comportamiento se me hace tan infantil que no puedo evitar soltar un chasquido de mi lengua, dejando caer mi cabeza contra la almohada cuando ambos deciden acurrucarse entre las mantas, paz al fin.
El silencio no dura mucho antes de que Ben decida interrumpirlo, lo que me hace rodar los ojos una vez más como si no me creyera que realmente tiene treinta años. - No estamos haciendo nada. Somos tres adultos que intentan dormir en una cama de dimensiones reducidas. - Murmuro con gracia, manteniendo los ojos cerrados durante unos segundos antes de dignarme a abrirlos nuevamente. - ¿O es que tienes otra idea en mente para lo que estamos haciendo? - Me sale bromear porque por la manera en que ha formulado la pregunta parece tener otro contexto para ella.
Cierro los ojos en la oscuridad con la intención de volver al sueño, pero noto la cama moverse una vez más y tengo que girar mi cuerpo para poder ver vagamente a Ben entre las sombras. Elevo mi torso y termino por sentarme en la cama, completamente desvelada y bastante atraída por la idea de dormir junto a Gigi. - ¡En ningún momento dije que tuvieras la culpa de nada! - Trato de defenderme, pero su comportamiento se me hace tan infantil que no puedo evitar soltar un chasquido de mi lengua, dejando caer mi cabeza contra la almohada cuando ambos deciden acurrucarse entre las mantas, paz al fin.
El silencio no dura mucho antes de que Ben decida interrumpirlo, lo que me hace rodar los ojos una vez más como si no me creyera que realmente tiene treinta años. - No estamos haciendo nada. Somos tres adultos que intentan dormir en una cama de dimensiones reducidas. - Murmuro con gracia, manteniendo los ojos cerrados durante unos segundos antes de dignarme a abrirlos nuevamente. - ¿O es que tienes otra idea en mente para lo que estamos haciendo? - Me sale bromear porque por la manera en que ha formulado la pregunta parece tener otro contexto para ella.
Odio que Ben se ponga en el papel de víctima porque por alguna razón siempre termina saliéndole bien. ¡Era yo la que se estaba congelando hasta el orto y estuvo casi a punto de perder los pies! ¿Ahora yo era la malvada por querer echarle al culpa? Alice parece estar exasperándose un poco, y en cierta forma me compadecía de ella; sabía lo insoportable que podía ser, pero cuando discutíamos con Ben y los dos nos poníamos en tercos (básicamente todas las veces en las que discutíamos), era irritante para cualquiera que estuviese cerca.
— Eres más que bienvenido a ocupar el sofá. — le señalo apenas y sacando la mano por encima de las sábanas y haciéndome más bolita en ellas. Claro que no me esperaba el comentario de Alice, y comienzo a reírme de tal manera que si no fuese porque la cama tiene demasiado peso, estoy segura de que temblaría un poco. — ¡Alice! — trato de sonar sorprendida por su insinuación antes de reírme nuevamente e incorporarme en la cama como momentos atrás había hecho la morocha.
Definitivamente no estaba abierta a tener un trío, no importaba que la idea de entrar en calor de otras maneras y de paso sacarme la frustración sonase tentadora, me negaba a que mi segunda experiencia sexual fuese un trío en el que hubiese otra mujer implicada. Sin embargo eso no significaba que no pudiese divertirme molestando... — Si la cosa va a ir por ese lado, prefiero no estar en el medio. — Acto seguido, me muevo rápidamente por encima de Ben con cuidado de no destaparme, quedando sentada sobre su abdomen. — Muévete, no quiero ir al medio.
— Eres más que bienvenido a ocupar el sofá. — le señalo apenas y sacando la mano por encima de las sábanas y haciéndome más bolita en ellas. Claro que no me esperaba el comentario de Alice, y comienzo a reírme de tal manera que si no fuese porque la cama tiene demasiado peso, estoy segura de que temblaría un poco. — ¡Alice! — trato de sonar sorprendida por su insinuación antes de reírme nuevamente e incorporarme en la cama como momentos atrás había hecho la morocha.
Definitivamente no estaba abierta a tener un trío, no importaba que la idea de entrar en calor de otras maneras y de paso sacarme la frustración sonase tentadora, me negaba a que mi segunda experiencia sexual fuese un trío en el que hubiese otra mujer implicada. Sin embargo eso no significaba que no pudiese divertirme molestando... — Si la cosa va a ir por ese lado, prefiero no estar en el medio. — Acto seguido, me muevo rápidamente por encima de Ben con cuidado de no destaparme, quedando sentada sobre su abdomen. — Muévete, no quiero ir al medio.
No sé cuál de las dos parece más irritada, así que lo único que hago es hacer muecas silenciosas que se basan en imitar infantilmente sus expresiones y sus frases con solo modular para mí mismo. Estoy por decir que ni loco me voy al sillón cuando esta es mi cama y ella ha interrumpido una situación que debería ser privada, cuando Alice suelta algo que me hace fruncir el ceño porque aunque sé que es una broma, Ava ha reaccionado antes y eso nunca significa algo bueno, al menos no para mí.
— ¿Pero qué…? — no alcanzo a decir mucho que siento que mi cuerpo se hunde hacia un costado por los movimientos de Ava y me encuentro rápidamente boca arriba en resultado de sus acciones, aunque no llego a apoyarme en el colchón para acomodarme que su peso se centra de lleno sobre mi abdomen, haciendo que por un momento me congele en mi lugar. No sé exactamente qué es lo que provoca el calor que me quema y se revuelve por mi pecho, si la situación en sí o la insinuación a, que dicho sea de paso no puedo tomarme en serio. Se trata de Ava, se trata de Alice justo al lado, es como si mis más grandes pesadillas se mezclasen patéticamente con mis morbos fantasiosos más ridículos. A veces odio mis hormonas masculinas, que quieren que diga.
Con un gruñido desganado la tomo por los hombros y la empujo hacia el costado sin tener cuidado de si se cae al suelo o no, moviéndome rápidamente hacia el centro de la cama para sentir como mi torso choca contra Alice en un intento de recuperar mi espacio personal y en cierto modo, mi intimidad — ¿Te consumió el espíritu de Eowyn o qué? — pregunto sin poder contenerme, aunque el detalle de que no estoy seguro de que Alice comprende de donde viene exactamente ese comentario. Carraspeo más para mí mismo que para ellas y me siento a medias, tirando de las sábanas con el intento de arreglarlas para que ninguno pase frío — Nadie va a ir al medio de nada — mi frase es una ironía considerando mi posición, pero vamos, que todos sabemos que si estuviésemos a solas le hubiera devuelto ese chiste de mal gusto. Y sin embargo, mi venganza va por otro lado. Si ella quiere incomodar, yo también.
Paso mi brazo por encima de Alice al volver a acostarme y me acomodo contra ella, escondiendo mi nariz en su cuello, ese lugar donde me siento tan cómodo — No cuento con cosas de a tres, pero si no te importa, había cosas de a dos que me arruinaste cuando no fuiste capaz de quedarte en el sofá — declaro, reprimiendo cualquier asomo de sonrisa maliciosa, a pesar de que enrosco mis piernas con las de Al sin ningún disimulo — ¿Te importa?
— ¿Pero qué…? — no alcanzo a decir mucho que siento que mi cuerpo se hunde hacia un costado por los movimientos de Ava y me encuentro rápidamente boca arriba en resultado de sus acciones, aunque no llego a apoyarme en el colchón para acomodarme que su peso se centra de lleno sobre mi abdomen, haciendo que por un momento me congele en mi lugar. No sé exactamente qué es lo que provoca el calor que me quema y se revuelve por mi pecho, si la situación en sí o la insinuación a, que dicho sea de paso no puedo tomarme en serio. Se trata de Ava, se trata de Alice justo al lado, es como si mis más grandes pesadillas se mezclasen patéticamente con mis morbos fantasiosos más ridículos. A veces odio mis hormonas masculinas, que quieren que diga.
Con un gruñido desganado la tomo por los hombros y la empujo hacia el costado sin tener cuidado de si se cae al suelo o no, moviéndome rápidamente hacia el centro de la cama para sentir como mi torso choca contra Alice en un intento de recuperar mi espacio personal y en cierto modo, mi intimidad — ¿Te consumió el espíritu de Eowyn o qué? — pregunto sin poder contenerme, aunque el detalle de que no estoy seguro de que Alice comprende de donde viene exactamente ese comentario. Carraspeo más para mí mismo que para ellas y me siento a medias, tirando de las sábanas con el intento de arreglarlas para que ninguno pase frío — Nadie va a ir al medio de nada — mi frase es una ironía considerando mi posición, pero vamos, que todos sabemos que si estuviésemos a solas le hubiera devuelto ese chiste de mal gusto. Y sin embargo, mi venganza va por otro lado. Si ella quiere incomodar, yo también.
Paso mi brazo por encima de Alice al volver a acostarme y me acomodo contra ella, escondiendo mi nariz en su cuello, ese lugar donde me siento tan cómodo — No cuento con cosas de a tres, pero si no te importa, había cosas de a dos que me arruinaste cuando no fuiste capaz de quedarte en el sofá — declaro, reprimiendo cualquier asomo de sonrisa maliciosa, a pesar de que enrosco mis piernas con las de Al sin ningún disimulo — ¿Te importa?
Sus reacciones me resultan de lo más divertidas, sobre todo teniendo en cuenta que al parecer los dos han pensado lo mismo, cuando si bien mi comentario pudo haber ido por esos tiros, al principio ni siquiera tenía intención de decirlo en voz alta. – Eh, yo solo dije que estábamos durmiendo, no es mi culpa si vuestras mentes sucias llegaron a esa conclusión por sí solas. – Y casi hago un amago de elevar los brazos a modo de defensa, pero la risa se me escapa incluso antes de que pueda hacerlo. Hace tiempo que perdí la cuenta de cuantas veces la cama se ha movido a mi lado, de manera que ni me sorprendo cuando otra onda de sacudidas mueve el colchón hasta tener el cuerpo de Ben pegado al mío en vez del de Ava.
Me es imposible responder a su cuestión sin alzar las cejas y mirarle como si de verdad me hubiera hecho esa pregunta, aunque al final acabo por morderme la lengua y evitar no soltar otro comentario parecido al anterior. No sé si es por que la situación se me torna demasiado surrealista o incluso cómica, pero el hecho de estar compartiendo cama con ambos es casi peor que si hubiera estado Eowyn en ella. Bueno, quizás eso también hubiera resultado incómodo de igual manera. Me ahogo las ganas de volver a reírme cuando Ben intenta hacerse el maduro con toda la situación de quien se queda en el medio, encogiéndome dentro de las sábanas como un gusano.
Si no fuera por que creo que me utiliza para incomodar a Ava, ni siquiera me habría molestado que su respiración choque contra mi cuello en lo que se deja esconder en él, pero su posterior comentario mientras mis piernas se ven envueltas con las suyas hacen que gire mi cabeza hacia él sin poder aguantarme la risa esta vez. – ¿Qué pasa? ¿Ya quieres poner en práctica las revistas porno de Eowyn? – Murmuro con sorna ante la mención de la misma hace unos minutos. – Ya sabes, esas que le anda pasando a Beverly, al parecer tu hija sabe más de cómo eres en el tema que yo. – Y me reprimo de decir o Ava porque bueno, ya sabemos todos por qué. – Bev y yo tuvimos una charla muy entretenida el otro día. – Dejo caer con una pizca de ironía en la boca, aparentando sonar seria sin conseguirlo del todo.
Me es imposible responder a su cuestión sin alzar las cejas y mirarle como si de verdad me hubiera hecho esa pregunta, aunque al final acabo por morderme la lengua y evitar no soltar otro comentario parecido al anterior. No sé si es por que la situación se me torna demasiado surrealista o incluso cómica, pero el hecho de estar compartiendo cama con ambos es casi peor que si hubiera estado Eowyn en ella. Bueno, quizás eso también hubiera resultado incómodo de igual manera. Me ahogo las ganas de volver a reírme cuando Ben intenta hacerse el maduro con toda la situación de quien se queda en el medio, encogiéndome dentro de las sábanas como un gusano.
Si no fuera por que creo que me utiliza para incomodar a Ava, ni siquiera me habría molestado que su respiración choque contra mi cuello en lo que se deja esconder en él, pero su posterior comentario mientras mis piernas se ven envueltas con las suyas hacen que gire mi cabeza hacia él sin poder aguantarme la risa esta vez. – ¿Qué pasa? ¿Ya quieres poner en práctica las revistas porno de Eowyn? – Murmuro con sorna ante la mención de la misma hace unos minutos. – Ya sabes, esas que le anda pasando a Beverly, al parecer tu hija sabe más de cómo eres en el tema que yo. – Y me reprimo de decir o Ava porque bueno, ya sabemos todos por qué. – Bev y yo tuvimos una charla muy entretenida el otro día. – Dejo caer con una pizca de ironía en la boca, aparentando sonar seria sin conseguirlo del todo.
Cuando Ben me empuja para que me salga de encima suyo, quedo en la patética situación de tener que aferrarme a las sábanas literalmente con las uñas en un intento desesperado por no caerme. Lo triste, es que la posición en la que me encuentro me recuerda al gato de Echo, e incluso hasta siseo cuando el aire frío me golpea ahí donde ya no me cubren las mantas. Tengo que hacer uso de toda la fuerza que me queda para aferrarme a la almohada y tironear de ella para darme el impulso que necesito para volver al abarrotado colchón. —¡Si serás bruto! — las palabras, junto con la comparación que hace me recuerda a una noche unas cuantas semanas atrás, y tengo que morderme la lengua para no terminar la frase con un "¡ya sé que dije que me ponía pero así no!"
Claro que elige ese momento para ponerse en esa actitud de nene caprichoso tan propia de él, y no puedo evitar que se me escape una risa; que se convierte en una carcajada completa cuando Alice insinúa que nuestras mentes fueron las únicas que piensan mal: sí claro, las calladas son las peores.
La situación es bizarra, bizarrísima; pero lejos de sentirme incomodada simplemente comienzo a picar a Ben con el dedo en su espalda para recordarle que soy una molestia constante, sin importar cual sea la situación. Por mí podían hacer lo que quisieran, pero no pensaba salir del calor que me propinaba ocupar un colchón seco con sábanas decentes. — ¡Oh por dios! — Exclamo mientras me llevo ambas palmas a la boca mientras trato de ahogar mi risa ante un asunto que me horroriza tanto como me divierte. Lo peor, es que Alice insinúa que Bev le ha contado cosas y me mata la curiosidad, después de todo no es que pueda ir a retarla en estos momentos. — A riesgo de arrepentirme profusamente de lo que voy a preguntar: por favor, cuenta lo que te dijo. — Pido ya estando tan despierta, que se que mañana tendrán que despegarme del colchón si quisieran que me levantase temprano.
Claro que elige ese momento para ponerse en esa actitud de nene caprichoso tan propia de él, y no puedo evitar que se me escape una risa; que se convierte en una carcajada completa cuando Alice insinúa que nuestras mentes fueron las únicas que piensan mal: sí claro, las calladas son las peores.
La situación es bizarra, bizarrísima; pero lejos de sentirme incomodada simplemente comienzo a picar a Ben con el dedo en su espalda para recordarle que soy una molestia constante, sin importar cual sea la situación. Por mí podían hacer lo que quisieran, pero no pensaba salir del calor que me propinaba ocupar un colchón seco con sábanas decentes. — ¡Oh por dios! — Exclamo mientras me llevo ambas palmas a la boca mientras trato de ahogar mi risa ante un asunto que me horroriza tanto como me divierte. Lo peor, es que Alice insinúa que Bev le ha contado cosas y me mata la curiosidad, después de todo no es que pueda ir a retarla en estos momentos. — A riesgo de arrepentirme profusamente de lo que voy a preguntar: por favor, cuenta lo que te dijo. — Pido ya estando tan despierta, que se que mañana tendrán que despegarme del colchón si quisieran que me levantase temprano.
Ruedo un poco los ojos cuando Alice básicamente dice que nosotros somos los pervertidos y Ava suelta una carcajada que no sé si secunda o no ese dato, pero mi reacción es pellizcar a la morocha en un modo de advertencia para que no se le ocurra decir nada, a pesar de que sé que no va a tomárselo en serio y tampoco estoy seguro de que esa sea mi intención. Gruño por lo bajo al sentir los deditos de Ava picando mi espalda, haciendo que me remueva en mi sitio tratando de apegarme más a Alice como un niño que busca la protección de una madre, cuando Beverly sale (no tengo ni puta idea de cómo) repentinamente en la conversación.
A pesar de que mi hermanastra es la primera en querer saber de qué está hablando, yo me separo un poco de Alice y me apoyo en un codo para incorporarme y tratar de verla a pesar de la oscuridad, parpadeando entre la perplejidad y el espanto — ¿Que Beverly qué? — pregunto en una voz una octava más arriba de lo normal, tratando de no sonar tan asustado a lo que sea que ella le haya estado diciendo — Sé que leía novelas, pero no sabía que andaba divulgando datos de revistas — el solo recordar la clase de revistas que Eowyn leía cuando éramos jóvenes me provoca un cosquilleo desagradable, haciendo que gire hasta quedar boca arriba en medio de la cama, mirando al techo presa del horror.
Bien, me he imaginado en la cama con dos mujeres, no puedo negar eso considerando que alguna vez mis hormonas estuvieron alborotadas y las fantasías corrían como agua. Pero jamás creí que terminaría entre estas dos mujeres en particular frente al panorama de que mi hija y mi novia oloquesea estuviesen compartiendo secretos sobre mi desempeño sexual — Odio decirlo pero… ¿Se puede saber de qué estuvieron hablando ustedes dos? No, espera — frunzo el rostro, conteniendo el aliento — Mejor ni respondas. ¿Por qué tenían que tocar el tema? ¡Tiene trece años!
A pesar de que mi hermanastra es la primera en querer saber de qué está hablando, yo me separo un poco de Alice y me apoyo en un codo para incorporarme y tratar de verla a pesar de la oscuridad, parpadeando entre la perplejidad y el espanto — ¿Que Beverly qué? — pregunto en una voz una octava más arriba de lo normal, tratando de no sonar tan asustado a lo que sea que ella le haya estado diciendo — Sé que leía novelas, pero no sabía que andaba divulgando datos de revistas — el solo recordar la clase de revistas que Eowyn leía cuando éramos jóvenes me provoca un cosquilleo desagradable, haciendo que gire hasta quedar boca arriba en medio de la cama, mirando al techo presa del horror.
Bien, me he imaginado en la cama con dos mujeres, no puedo negar eso considerando que alguna vez mis hormonas estuvieron alborotadas y las fantasías corrían como agua. Pero jamás creí que terminaría entre estas dos mujeres en particular frente al panorama de que mi hija y mi novia oloquesea estuviesen compartiendo secretos sobre mi desempeño sexual — Odio decirlo pero… ¿Se puede saber de qué estuvieron hablando ustedes dos? No, espera — frunzo el rostro, conteniendo el aliento — Mejor ni respondas. ¿Por qué tenían que tocar el tema? ¡Tiene trece años!
A estas alturas ya ni me preocupo por querer dormir entre piques y comentarios inoportunos, menos cuando noto que Ben me pellizca y tengo que deslizar mi mano bajo la manta para pincharle el abdomen a modo de defensa en un gesto sumamente infantil. La situación debe verse tremendamente ridícula desde fuera, lo que me obliga a soltar un suspirito en el que agradezco que los restantes miembros de esta casa se encuentren lo suficientemente lejos como para no poder apreciar lo bochornoso de esta visión. Aunque aún soy capaz de arrimarme al cuerpo de Ben y acurrucarme bajo las sábanas con aire digno pese a la ocurrente imagen.
Ni me inmuto cuando el único hombre de la cama se escandaliza al escuchar el nombre de su hija seguida de dichas palabras, sonriendo levemente por la risa de espaldas a él, aunque la curva de mis labios se amplia cuando Ava parece muy interesada en la conversación. – Oh, y no solo divulgar datos, también se ofreció a dejármelas porque según ella no eres “muy seguro” para el sexo. – Me aseguro de simular unas comillas con mis dedos sacando mis manos por fuera de la manta, casi conteniendo la carcajada que amenaza con salir de mis labios en un momento de seriedad que utilizo para picar a Ben. Al final una fugaz risa aparece por el fondo de mi garganta en lo que me giro para tener a ambos bajo el foco de mi mirada.
Me apoyo sobre la palma de mi mano mientras flexiono el codo sobre la almohada, intentando mantener el rostro formal, pero sin conseguirlo al observar la cara de confusión de Ben en la oscuridad. – Tsss, yo no tuve nada que ver, ¿no iréis a pensar que mi primera lección de anatomía es saber que el pene puede llegar a romperse durant…? – Me interrumpo a punto de terminar la frase porque es cuando me doy cuenta de que me he ido un poco de la lengua y por lo incómodo de la situación una carcajada surge de mí sin poder frenarla. – Bueno, perdón, perdón, vosotros quisisteis saber… – Pena que no haya ninguna vela encendida, hubiera dado lo que fuera por ver sus expresiones en el momento de decirlo. – Tranquilo, ya le dije que eso es muy raro que ocurra. – Le digo a modo de broma a Ben con una sonrisa divertida pellizcándole la mejilla. De todas maneras, en algún momento me compadezco de su persona cuando la risa se apaga y dejo caer mi cabeza para después presionar mis labios sobre su hombro un segundo en un intento de disculparme por tanta burla.
Ni me inmuto cuando el único hombre de la cama se escandaliza al escuchar el nombre de su hija seguida de dichas palabras, sonriendo levemente por la risa de espaldas a él, aunque la curva de mis labios se amplia cuando Ava parece muy interesada en la conversación. – Oh, y no solo divulgar datos, también se ofreció a dejármelas porque según ella no eres “muy seguro” para el sexo. – Me aseguro de simular unas comillas con mis dedos sacando mis manos por fuera de la manta, casi conteniendo la carcajada que amenaza con salir de mis labios en un momento de seriedad que utilizo para picar a Ben. Al final una fugaz risa aparece por el fondo de mi garganta en lo que me giro para tener a ambos bajo el foco de mi mirada.
Me apoyo sobre la palma de mi mano mientras flexiono el codo sobre la almohada, intentando mantener el rostro formal, pero sin conseguirlo al observar la cara de confusión de Ben en la oscuridad. – Tsss, yo no tuve nada que ver, ¿no iréis a pensar que mi primera lección de anatomía es saber que el pene puede llegar a romperse durant…? – Me interrumpo a punto de terminar la frase porque es cuando me doy cuenta de que me he ido un poco de la lengua y por lo incómodo de la situación una carcajada surge de mí sin poder frenarla. – Bueno, perdón, perdón, vosotros quisisteis saber… – Pena que no haya ninguna vela encendida, hubiera dado lo que fuera por ver sus expresiones en el momento de decirlo. – Tranquilo, ya le dije que eso es muy raro que ocurra. – Le digo a modo de broma a Ben con una sonrisa divertida pellizcándole la mejilla. De todas maneras, en algún momento me compadezco de su persona cuando la risa se apaga y dejo caer mi cabeza para después presionar mis labios sobre su hombro un segundo en un intento de disculparme por tanta burla.
Los movimientos del resto de los ocupantes de la cama hacen que las sábanas se deslicen hasta dejar una pequeña rendija por la que pasa el aire frío. Tironeando para cubrir esa parte, no puedo dejar de pensar que fue mala idea cambiarme a un extremo cuando estando en el medio podía asegurarme de no pasar frío. Claro que el pasarme me valió unas cuantas risas, y la reacción de mi hermanastro no dejó nada que desear.
Como si tuviese cinco años, lo cual no era difícil de imaginar debido a la situación, cuando Alice relata lo que sucedió con la pequeña Redford decido que la médica se acaba de convertir en mi nueva mejor amiga. Lo malo es que no podía expresar ese pensamiento ya que estoy demasiado ocupada descostillandome de la risa y procurando respirar entre medio de las carcajadas que no puedo parar. Menos mal que la casa de Ben se encuentra alejada del resto, sino mi risa estridente habría despertado a todo el distrito a este punto.
Tengo que morderme la lengua para no comentar lo de "muy seguro", así que decido imitar sus poses e incorporarme un poco una vez que hubo calmado un poco mi risa. — Ya dije yo que eras una mala influencia mi querida Alice... — La voz me sale rasposa ya que tengo la garganta un poco tomada con tanto ataque de risa. — Se qué su madre es Eowyn, pero ¿cómo hace para retener tantos datos inútiles e incómodos? — Dejo escapar una pequeña risa por lo bajo, cuando un pensamiento me cruza la cabeza. — Aguarda... me estás diciendo que la primera clase de lo que sea que le estás enseñando, ¿fue sobre el desempeño sexual de Ben? — Un nuevo ataque de risa me atosiga, y se que me estoy ganando un pase directo al suelo, pero no puedo evitarlo...
Como si tuviese cinco años, lo cual no era difícil de imaginar debido a la situación, cuando Alice relata lo que sucedió con la pequeña Redford decido que la médica se acaba de convertir en mi nueva mejor amiga. Lo malo es que no podía expresar ese pensamiento ya que estoy demasiado ocupada descostillandome de la risa y procurando respirar entre medio de las carcajadas que no puedo parar. Menos mal que la casa de Ben se encuentra alejada del resto, sino mi risa estridente habría despertado a todo el distrito a este punto.
Tengo que morderme la lengua para no comentar lo de "muy seguro", así que decido imitar sus poses e incorporarme un poco una vez que hubo calmado un poco mi risa. — Ya dije yo que eras una mala influencia mi querida Alice... — La voz me sale rasposa ya que tengo la garganta un poco tomada con tanto ataque de risa. — Se qué su madre es Eowyn, pero ¿cómo hace para retener tantos datos inútiles e incómodos? — Dejo escapar una pequeña risa por lo bajo, cuando un pensamiento me cruza la cabeza. — Aguarda... me estás diciendo que la primera clase de lo que sea que le estás enseñando, ¿fue sobre el desempeño sexual de Ben? — Un nuevo ataque de risa me atosiga, y se que me estoy ganando un pase directo al suelo, pero no puedo evitarlo...
Una parte de mí se acuerda inconscientemente de Elioh hace muchos años atrás, cuando su “¡tienes trece años!” retumbó en toda la casa cuando le dije que tenía novia, pero vamos, que la situación era muy diferente y yo no iba siendo un dandy por todo el Capitolio a pesar de que eso fuera lo que él creía; incluso en cierto modo escapaba de las chicas. Pero Beverly es otro cantar y que estas dos se sigan el juego mutuamente me hace pensar que puede que me muera del frío, pero el sofá no es para nada una mala opción.
— ¿”Muy seguro” para el sexo? ¿Qué se supone que quiere decir eso? — me es inevitable preguntar eso al arrugar mi frente, ladeando la cabeza hacia una Alice que parece muy interesada en la conversación de golpe que tiene la información que puede hacerme pasar vergüenza, aunque ambas tengan datos sobre mí que en verdad espero que no se pongan a compartir o pasaré las próximas semanas en el sofá de Seth entre los señores Robinson. ¿Lección de anatomía? ¿Que el pene qué? Las risas de las dos cotorras, que de golpe tienen un nivel de camaderia que no sabía que existía entre ellas, hacen que me vaya hundiendo en mi lugar como si quisiera que el colchón me absorbiese, sintiéndome en desventaja, en especial con ese pellizco que me figura como el bebé-objeto de burla de la situación. El besito de Alice en mi hombro me hace gruñirle en respuesta casi sin despegar los labios, no muy seguro de querer corresponderle el gesto.
Las palabras de Ava hacen que gire la cabeza hacia ella con violencia y de un momento a otro me estoy sentando en la cama sin premeditarlo, apoyando ambas manos en el colchón — Me rindo — declaro, sacudiendo la cabeza como si quisiera sacarme una sensación horrible de encima — No voy a hablar de… no creo que sea momento de… ¡Ugh! — resoplo, dejando caer mis hombros de mala gana — No creo que sea un tema para hablar nosotros tres en una misma cama. Es… — y me remuevo porque quizá ellas se están burlando, pero yo no puedo definirlo como otra cosa que la cosa más bizarra de mi vida.
— ¿”Muy seguro” para el sexo? ¿Qué se supone que quiere decir eso? — me es inevitable preguntar eso al arrugar mi frente, ladeando la cabeza hacia una Alice que parece muy interesada en la conversación de golpe que tiene la información que puede hacerme pasar vergüenza, aunque ambas tengan datos sobre mí que en verdad espero que no se pongan a compartir o pasaré las próximas semanas en el sofá de Seth entre los señores Robinson. ¿Lección de anatomía? ¿Que el pene qué? Las risas de las dos cotorras, que de golpe tienen un nivel de camaderia que no sabía que existía entre ellas, hacen que me vaya hundiendo en mi lugar como si quisiera que el colchón me absorbiese, sintiéndome en desventaja, en especial con ese pellizco que me figura como el bebé-objeto de burla de la situación. El besito de Alice en mi hombro me hace gruñirle en respuesta casi sin despegar los labios, no muy seguro de querer corresponderle el gesto.
Las palabras de Ava hacen que gire la cabeza hacia ella con violencia y de un momento a otro me estoy sentando en la cama sin premeditarlo, apoyando ambas manos en el colchón — Me rindo — declaro, sacudiendo la cabeza como si quisiera sacarme una sensación horrible de encima — No voy a hablar de… no creo que sea momento de… ¡Ugh! — resoplo, dejando caer mis hombros de mala gana — No creo que sea un tema para hablar nosotros tres en una misma cama. Es… — y me remuevo porque quizá ellas se están burlando, pero yo no puedo definirlo como otra cosa que la cosa más bizarra de mi vida.
Me hacen gracia las carcajadas de Ava casi tanto como el enfurruñado Ben que tengo a mi lado, y su risa se me contagia hasta el punto de intentar con todas mis fuerzas no reírme, pero al final acabo por hacer más estruendo que si lo hubiera hecho en un principio. Me muerdo el labio inferior una vez ha pasado el ataque de risa, hasta que Ava salta con esas de que soy un modelo a seguir pésimo y no puedo evitar girarme en su dirección con cara de una falsa ofensa, elevando un poco el torso pese a que no puede verme en la oscuridad. - ¿Desde cuando soy yo la mala influencia? Hasta donde yo sé solo hay una persona aquí que pudo haberle traído esas revistas a Eowyn en primer lugar. - Y mi cabeza se ladea después hacia Ben con las cejas ligeramente alzadas. Porque de los que estamos metidos en esta cama, él es el que más pisa el exterior como para encontrar algo así, me niego a creer que Ava trae esas cosas. Bueno, también creía negarme a pensar que Ben lo hacía.
- No, no, no, el desempeño sexual de Ben no tiene nada que ver con lo que yo le estoy enseñando a Beverly, ni siquiera sé como se le ocurrió sacar ese tema... - Ah sí, anatomía. Claro que hay que tener en cuenta las hormonas que afloran en el distrito desde que los chavales son adolescentes. Como se encuentra Ben ahora mismo entre las sábanas intentando desaparecer es como me sentía yo cuando Beverly me acorraló en la casa y empezó a soltar comentarios sobre sexo que no tenía ni idea que podían salir de alguien tan pequeño. Ahora evito el día en el que Murphy aparezca haciendo las mismas preguntas que la rubia. - ¿Por qué me miras a mí? ¡Es tu hija! Si tanto te interesa saber siempre puedes preguntarle... - Propongo en un susurro cuando Ben me mira y tengo que torcer los labios para no reírme.
Vuelvo a pellizcarle a modo de broma cuando me gruñe, divertida ante su incapacidad para formar una frase entera sin enfurruñarse, siendo pocas las veces que he visto a Ben sin poder responder a algo. - Qué gruñón... - Murmuro aún con una pizca de chiste mientras tiro de las sábanas hacia arriba para taparme hasta la barbilla.
- No, no, no, el desempeño sexual de Ben no tiene nada que ver con lo que yo le estoy enseñando a Beverly, ni siquiera sé como se le ocurrió sacar ese tema... - Ah sí, anatomía. Claro que hay que tener en cuenta las hormonas que afloran en el distrito desde que los chavales son adolescentes. Como se encuentra Ben ahora mismo entre las sábanas intentando desaparecer es como me sentía yo cuando Beverly me acorraló en la casa y empezó a soltar comentarios sobre sexo que no tenía ni idea que podían salir de alguien tan pequeño. Ahora evito el día en el que Murphy aparezca haciendo las mismas preguntas que la rubia. - ¿Por qué me miras a mí? ¡Es tu hija! Si tanto te interesa saber siempre puedes preguntarle... - Propongo en un susurro cuando Ben me mira y tengo que torcer los labios para no reírme.
Vuelvo a pellizcarle a modo de broma cuando me gruñe, divertida ante su incapacidad para formar una frase entera sin enfurruñarse, siendo pocas las veces que he visto a Ben sin poder responder a algo. - Qué gruñón... - Murmuro aún con una pizca de chiste mientras tiro de las sábanas hacia arriba para taparme hasta la barbilla.
De un momento a otro Ben se ha transformado en el objeto de burla, lo cual solía ser común entre nosotros pero era diez veces mejor ahora que Alice también lo ponía en la mira. Era casi ridículo, pero extrañamente tierno el como un hombre de casi treinta años podía parecer un niño pequeño que no sabía pronunciar la palabra sexo sin sentirse avergonzado; lo cual, considerando las cosas que sabía su hija, hacía aún más divertida la situación.
— Me gusta ese aproche, que la culpa sea de Ben. — Concuerdo con la médica pese a que en realidad, Ben debe ser la mejor influencia que pueda tener Beverly si no contaba a mi madre o a Echo... que no los cuento, porque para ser los adultos responsables que creían ser y todo eso, esquivaban bastante a la mini Redford. Definitivamente nadie podía culpar a Bev por haber salido como era. — Por favor, si le vas a preguntar: avísanos. Definitivamente quiero ver con que sale la rubia si le dices eso de "muy seguro", y creo que hasta Alice estaría de acuerdo, ¿no?
Me giro sobre mi cotado encarando a los otros dos mientras me doy cuenta de que he descuidado un poco los entrenamientos siendo que me molesta un poco el abdomen luego de tanta risa. Da igual, prefería eso a estar volviéndome un cubo de hielo en ese bendito sillón. — ¿Qué es lo que no podemos hablar estando en una misma cama? ¿Bev, tu desempeño sexual, o la fragilidad del pene? — Consulto divertida apoyándome levemente sobre mi antebrazo. Después de todo, no recordaba que la cama fuese un terreno peligroso de ningún tipo.
— Me gusta ese aproche, que la culpa sea de Ben. — Concuerdo con la médica pese a que en realidad, Ben debe ser la mejor influencia que pueda tener Beverly si no contaba a mi madre o a Echo... que no los cuento, porque para ser los adultos responsables que creían ser y todo eso, esquivaban bastante a la mini Redford. Definitivamente nadie podía culpar a Bev por haber salido como era. — Por favor, si le vas a preguntar: avísanos. Definitivamente quiero ver con que sale la rubia si le dices eso de "muy seguro", y creo que hasta Alice estaría de acuerdo, ¿no?
Me giro sobre mi cotado encarando a los otros dos mientras me doy cuenta de que he descuidado un poco los entrenamientos siendo que me molesta un poco el abdomen luego de tanta risa. Da igual, prefería eso a estar volviéndome un cubo de hielo en ese bendito sillón. — ¿Qué es lo que no podemos hablar estando en una misma cama? ¿Bev, tu desempeño sexual, o la fragilidad del pene? — Consulto divertida apoyándome levemente sobre mi antebrazo. Después de todo, no recordaba que la cama fuese un terreno peligroso de ningún tipo.
— No fui yo, fue Seth — la verdad ni estoy seguro de quien ha sido el que trajo las revistas en primer lugar, pero echarle la culpa a mi mejor amigo es el mejor método de escape que tengo ahora mismo. Bien, que en una época era Echo el que se robaba cualquier cosa que pudiese tener información sobre el mundo exterior y sí, yo tiendo a traer diarios, pero ya no tengo idea de todo lo demás; tampoco llevo una lista al día de lo que entra o sale del distrito al menos que sea de verdadera importancia.
Risa va, risa viene y mi cuerpo cada vez es más pequeño, tentado a encerrarlas si no fuese porque aquí no tengo ni una mísera puerta — ¿De verdad creen que le sacaría el tema a Beverly? ¡Es suicidio sexual! — y lo digo más que nada porque la enana es capaz de traumarme de tal manera que terminaría deseando no volver a estar con una mujer en mi vida; bueno, quizá no tanto, pero casi.
Que Alice me acuse de gruñón equivale a una infantil respuesta de un gruñido algo exagerado en su dirección, pero son las palabras de Ava las que me hacen despegar. Me apoyo en la cama, saco mis pies entre patadas para empujar las sábanas y saco de una buena vez mis piernas, dándome por vencido — ¿Saben qué? Me rindo — gateo con algo de torpeza por el tamaño reducido por donde moverme y salgo de la cama, temblando ante el frío, por lo que me abrazo a mí mismo — Quédense con la cama. El sofá no debe estar tan mal…
Y antes de que alguna me siga o que Ava tenga alguna maldad en su cabeza, salgo de la habitación, sacudiendo la cortina como si se tratase de un portazo.
Risa va, risa viene y mi cuerpo cada vez es más pequeño, tentado a encerrarlas si no fuese porque aquí no tengo ni una mísera puerta — ¿De verdad creen que le sacaría el tema a Beverly? ¡Es suicidio sexual! — y lo digo más que nada porque la enana es capaz de traumarme de tal manera que terminaría deseando no volver a estar con una mujer en mi vida; bueno, quizá no tanto, pero casi.
Que Alice me acuse de gruñón equivale a una infantil respuesta de un gruñido algo exagerado en su dirección, pero son las palabras de Ava las que me hacen despegar. Me apoyo en la cama, saco mis pies entre patadas para empujar las sábanas y saco de una buena vez mis piernas, dándome por vencido — ¿Saben qué? Me rindo — gateo con algo de torpeza por el tamaño reducido por donde moverme y salgo de la cama, temblando ante el frío, por lo que me abrazo a mí mismo — Quédense con la cama. El sofá no debe estar tan mal…
Y antes de que alguna me siga o que Ava tenga alguna maldad en su cabeza, salgo de la habitación, sacudiendo la cortina como si se tratase de un portazo.
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