The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Elle S. Weynart
Jefe de Área en Salud
Todavía había personas recuperándose del ataque. Y Elle iba de cabeza en el trabajo, como siempre, porque cuando algún departamento del hospital se volvía loco, lo mismo pasaba con los demás. La mujer andaba arriba y abajo con papeleo por la mañana, y sabía que se le acercaba una tarde repleta de pacientes quejándose y de familiares de dichos pacientes quejándose todavía más. Y, pese a todo, Elle adoraba ese trabajo con toda su alma, y sabía que se dedicaría a eso hasta que la edad o la muerte la obligaran a parar. Y esperaba que fuese la edad. Una edad en la que ya podría tener nietos y cuidar de ellos. Los Weynart destacaban por su capacidad de reproducirse, ¿no? Pues ella quería nietos. Y aunque sabía que a su Emma todavía le faltaba mucho —muchísimo— para darle nietos, ese no era el caso de Laila. No era su hija, pero como si lo fuera.

El caso era que ese día, Elle tenía planes al mediodía. Ella misma se había ocupado de arreglarlo todo para no coincidir con Zoey en todo el día, porque había quedado para comer con Riorden. Acordaron no comer en el hospital, por alguna razón que ella todavía desconocía, y tenían mesa reservada para los dos para comer juntos en un restaurante que Elle solía frecuentar por sus deliciosos manjares y sus vinos exquisitos. Y ese día lo visitaría junto a su hermano. Los años no habían cambiado el hecho que Elle adoraba pasar tiempo con su familia y en los últimos años con quién más tiempo había compartido era con Riorden. Por la posición de Riorden como ministro y de ella como mujer de un ministro vivían muy cerca, y cualquier excusa era buena para una cena, una merienda o una visita a los sobrinos. También había ayudado a eso, por supuesto, la creciente amistad de Elle con Zoey. Con su cuñada, como solía decir ella, aunque no lo fuera oficialmente.

Elle abandonó el hospital con tiempo calculado para llegar al restaurante. Llegó antes que su hermano y fue entrando, cogiendo la mesa que habían reservado. Una algo apartada, con vistas a la calle y con el mismo ambiente elegante y distinguido que desprendía todo el local. Elle dejó su abrigo y su bolso, en el que llevaba su varita, la cartera y poca cosa más, en el respaldo de su silla, y tomó asiento. Un camarero se aproximó a ella a los pocos minutos, preguntando si quería tomar algo mientras esperaba, y la rubia pidió una copa de vino blanco que no tardó en estar encima de su mesa. Agradeció el servicio con una sonrisa y se acomodó en su silla, mirando por la ventana, esperando ver a su hermano llegar entre sorbo y sorbo de vino.
Elle S. Weynart
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Riorden M. Weynart
Desde el atentado terrorista en la gala benéfica, mi departamento es un caos. En realidad no es solo mi departamento, sino que más bien casi todo estamos desbordados. He tenido alguna que otra reunión más con Jamie para ver cuáles van a ser nuestros próximos movimientos, y aunque ya hemos llegado a un punto que consideramos el adecuado, la preocupación de qué es lo siguiente que van a hacer sigue ahí. Cuando en septiembre hablamos de organizar un acto benéfico, ni en mi peor pesadilla se me ocurrió que el evento podría acabar como lo hizo. No fue solo el choque emocional de ver muertos tirados en la calle por primera vez en casi dieciséis años, sino también lo que supuso creer que Jamie estaba muerta, y el casi haber perdido a Zoey en aquel incendio, junto con mi hermana. Para colmo, casi ni he tenido tiempo de preparar la pedida de mano que quiero hacerle a la rubia, así que sigo igual de perdido que hace a finales de verano, cuando decidí que ya iba siendo hora de proponerle matrimonio.

A duras penas consigo sacar el tiempo suficiente para ir a comer con Elle y aprovechar para pedirle algún consejo. Las indicaciones que le doy son más bien escasas, y básicamente acaban consistiendo en un "ven a este restaurante a tal hora y no le digas nada a Zoey". No suelo ocultarle nada a mi novia, pero no tengo ganas de que luego vaya preguntándole a mi hermana que si ha pasado algo, y que Elle acabe soltando alguna cosa por la presión que a veces puede ejercer Zoey en los demás. Sabe cómo salirse con la suya cuando quiere; o al menos así es conmigo. Vale, puede que si no quiera que sepa que voy a comer con mi hermana es porque no quiero que a quien pregunte sea luego a mí en casa, sí. Prefiero prevenir antes que arrepentirme después por no haber ido con cautela.

Para cuando llego al restaurante, mi hermana mayor ya está ahí, en compañía de una copa de vino blanco. — Siento el retraso. — Apenas me he sentado cuando el camarero me pregunta que qué quiero beber, y pido una botella de agua. Hace años que dejé de beber alcohol porque sí, después de una época en la que se me fue un poco de las manos, y ahora solo bebo cuando la situación lo requiere, que más que nada es en actos sociales. Aunque pensándolo bien, no me habría ido mal una copa ahora, teniendo en cuenta lo que quiero hablar con Elle. — ¿Qué tal todo por casa? ¿Emma y Elijah están bien? — Empezar por unas preguntas triviales puede que no sea mala idea, porque siendo sincero, no sé muy bien cómo abordar el tema que de verdad me interesa. Ir al grano nunca ha terminado de ser lo mío, exceptuando las situaciones de trabajo, política y poco más. Y a eso hay que sumarle que temo que cuando mi hermana sepa lo que quiero hacer, se vuelva un poco dramática, además de alegrarse.
Riorden M. Weynart
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Elle S. Weynart
Jefe de Área en Salud
Veo llegar a mi hermano a través de la ventana que da a la calle y para cuando entra al restaurante ya le tengo localizado. Le observo con una pequeña sonrisa cuando se aproxima a mi mesa y niego suavemente con la cabeza cuando se disculpa por el retraso —No te preocupes, yo estaba en buena compañía— bromeó la rubia, alzando levemente su copa de vino para dar a entenderle a su hermano que no le habían molestado los pocos minutos que había tenido que esperar. Dio un sorbo más a la copa y la dejó encima de la mesa. Se secó los labios con la servilleta, pensando que tampoco tenía que pasarse con el vino si por la tarde quería ir a trabajar en condiciones, y se puso un mechón de pelo suelto detrás de la oreja.

Su hermano le preguntó por su marido y su hija, por la situación en casa, y Elle esbozó una suave sonrisa. Porque esa era la reacción que solía tener cuando alguien le preguntaba por su pequeña Emma o por su Elijah —Están bien. Estamos todos bien. El ataque en la fiesta nos dejó un poco tensos, pero todo ha vuelto a la normalidad. Y a Emma la hemos mantenido bastante apartada de todo el tema. No me apetece que se asuste demasiado con todo esto, la verdad— reconoció Elle. A veces pensaba que lo suyo hacia Emma podía ser visto como sobreprotección. Tal vez en ocasiones lo era. Pero la verdad es que Elle solamente deseaba para su hija la infancia que ella no pudo tener. Una feliz. Elle quería que Emma llegara a los dieciocho años sin problema alguno, que no tuviera que tomar responsabilidades antes de tiempo, que estuviera tranquila y fuera paso a paso. No quería que tuviera que madurar de golpe por perder a un padre, o un hermano, o una madre. No. Ahora que estaban en buena posición, Elle quería aprovecharlo para darle a su familia una vida feliz.

Estaba realmente intrigada, en realidad, por la razón por la que Riorden podía haberla citado. No es que no quedaran para comer de vez en cuando, la parte rara no estaba ahí. Estaba en el hecho de no poder decirle a Zoey a dónde iba. Jugó con el tenedor, distraída, y luego levantó la mirada hacia su hermano —¿Cómo están las cosas en tu casa? Ya hace días que no veo a Ethan, tendríamos que hacer una cena todos juntos un día de estos. Algún fin de semana, cuando las cosas se hayan calmado un poco más— propuso. Se percató que no le había preguntado por Zoey y ladeó suavemente la cabeza, examinando la mirada de su hermano —. Por Zoey no te pregunto. Me da la impresión de que con el trabajo que hay estos días la veo más yo en el hospital que tú en casa— comentó.
Elle S. Weynart
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Riorden M. Weynart
Sonrío de medio lado con su comentario sobre el vino, y antes de responderle, doy un sorbo a mi simple vaso de agua: — Nunca le he encontrado el atractivo al vino. — Si hace quince años me hubieran preguntado qué vino iba mejor con cada comida, me habría parecido una pregunta completamente estúpida y sin sentido. Sin embargo, con el paso de los años he ido aprendiendo ciertos comportamientos sociales que aunque siguen sin ser de mi atractivo, son necesarios por la clase a la que ahora pertenecemos. Pero eso no significa que esta bebida sea de mi agrado ni la primera que escogería.

Me alivia que hayan decidido dejar a Emma un poco apartada del tema, pero tampoco me sorprende conociendo a mi hermana. Ambos crecimos en un ambiente completamente diferente al de ahora, y ella incluso tuvo que hacer el papel de madre siendo una adolescente, junto con Aaron. Yo, por mi parte, me pasé toda esa época yendo de un lado a otro y ayudando a la que por entonces era la causa rebelde. Estoy cien por cien seguro de que nadie de la familia quiere que la generación actual tenga que pasar momentos tan duros. — Todavía no sé cómo pudo pasar eso — suelto mis pensamientos en voz alta. Llevo días dándole vueltas y sigo sin encontrarle la lógica. Ni siquiera estoy durmiendo las horas que debería porque me voy a la cama rodeado de papeles de investigaciones y de informes de las patrullas de aurores y cazadores. Y ahí sigo, sin saber cómo narices la situación pudo descontrolarse tanto, ni quién originó aquel fuego maldito.

Que me nombre a Ethan consigue que aparte un poco esos pensamientos de mi cabeza, aunque al decir lo de hacer una cena familiar, recuerdo para qué estoy aquí y suspiro, intentando poner en orden mis pensamientos. — Está bien. Tiene un proyecto con Annie entre manos, pero no sé qué quieren hacer exactamente. — Lo desconozco, pero creo que prefiero no saberlo también. Ambos son prácticamente unos genios en su sector, y aunque estoy orgulloso, he llegado a un punto en el que prefiero quedarme al margen de los experimentos y solo ver el resultado final. — Esto... eh... Creo que lo de la cena familiar será más pronto de lo que piensas — empiezo a decir, no muy seguro de cómo ponerla al día. — Si todo me sale bien — añado. Sí, claro que conozco bien a Zoey, pero tampoco quiero confiarme y quién sabe, siempre cabe la posibilidad de que me responda que no quiere casarse conmigo. — Quiero casarme con Zoey. — Al principio hablo tan rápido que por un momento temo que no me haya entendido bien, así que acabo disminuyendo la velocidad porque ya me ha costado decirlo una vez, como para tener que repetirlo.
Riorden M. Weynart
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Elle S. Weynart
Jefe de Área en Salud
Elle se mantuvo en un silencio sepulcral mientras su hermano mencionaba que no sabía cómo podía haber ocurrido todo aquello. Pudo atisbar en los ojos de Riorden el punto de confusión que le aportaba el suceso catastrófico que había tenido lugar —No te tortures por eso, Riorden. Nadie se lo habría esperado, y los cuerpos de seguridad reaccionaron de forma ejemplar. Llegaréis a las respuestas que buscáis, no lo dudes. Sois buenos— sonrió. Su voz estaba teñida de la más sentida sinceridad, pues lo creía con toda su alma. Confiaba con su vida en los cuerpos de Aurores liderados por su hermano, de la misma forma que confiaba en él. Al fin y al cabo, eran Weynarts. Siempre se cubrían las espaldas unos a otros.

Tomó otro sorbo de vino mientras escuchaba a su hermano comentar que Ethan tenía un proyecto entre manos con Annie y asintió, curiosa. Tenía en mente invitar a su hermana pequeña a comer un día de esos, le apetecía verla y ponerse al día de todo. Además, Emma adoraba las visitas de su tía Annie. Bueno, adoraba las visitas de todos sus tíos, en realidad. Y Elle adoraba hacerla feliz, verla feliz.

Alzó las cejas con curiosidad cuando su hermano mencionó que tal vez la cena sería antes de lo que pensaba, y cuando añadió lo de que si todo le salía bien, Elle ladeó la cabeza y dejó la copa de vino encima de la mesa. Entrelazó los dedos de ambas manos y escuchó a su hermano con atención. Y él soltó las palabras que hicieron que el corazón de Elle diera un vuelco de felicidad y sorpresa. Sonrió, feliz, y cogió la mano de su hermano por encima de la mesa —¡Riorden!— exclamó, feliz —. Ni te imaginas lo feliz que me hace esto... Oh, ni te imaginas la de tiempo que llevaba esperando este momento— la risa suave de la rubia resonó suavemente y se mordió el labio inferior, emocionada. Miró a su hermano a los ojos, con una chispa de orgullo brillando en sus pupilas. Al fin y al cabo, era su hermanito. Su hermanito, que ahora quería casarse con Zoey. Y a Elle no podía parecerle mejor. Frotó la mano de su hermano con la sonrisa todavía ocupando sus labios y le miró a los ojos —Me alegro mucho de que hayas tomado esta decisión... Y... ¿Cuándo quieres hacerlo? ¿Tienes algo pensado? ¿Necesitas ayuda?— preguntó, sonriendo, dándose cuenta también de que tal vez estaba preguntando demasiadas cosas de golpe cuando al pobre Riorden ya le había costado suficiente decirle con un ritmo normal que quería casarse.
Elle S. Weynart
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Suenan campanas a lo lejos ○ Riorden IqWaPzg
Riorden M. Weynart
Opto por no comentar nada sobre que no debería sentirme culpable, no muy seguro de qué decir porque seguiré pensando que sí que tuve algo que ver. Desde luego que no es solamente mi culpa, pero debería haber sido más consciente de que podíamos correr peligro estando tan expuestos. Era el lugar ideal para cometer un atentado: estaríamos todos los Ministros y cargos públicos. Sí, era la ocasión perfecta para darnos un golpe bajo y del que probablemente nunca terminaremos de recomponernos. — Eso espero — comento al final, en referencia a que tarde o temprano encontraremos a las personas que hicieron esto. Sé que nos llevará más tiempo del que me gustaría, pero es un proceso largo y no una investigación que podamos realizar en dos días... Son demasiadas incógnitas, por desgracia. No solamente es descubrir a los culpables, sino también, por ejemplo, que pasó exactamente con aquel fuego azul extraño.

Los segundos que paso esperando su reacción me parecen horas por la lentitud a la que pasan. Acabo apretando los puños con todas mis fuerzas, y no aflojo la tensión hasta verla sonreír. Vale, soy un poco dramático porque sé que adora a Zoey, pero no es plato de mi gusto abrirme de esta manera por mucho que sea mi hermana. Me preocupo por los demás, especialmente por mi familia, pero por norma general, no soy una persona abierta. — No sé cómo pedirle que se case conmigo. — Es una frase que lleva en mi cabeza semanas, desde que decidí que ya era hora de pedirle matrimonio. — Quiero hacerlo de manera original. — No quiero algo típico, sino que mi idea es que sea innovador. El problema es que, al menos hasta ahora, no se me ha ocurrido cómo puedo hacerlo. No pretendo que mi hermana mayor me lo dé masticado y me diga directamente qué hacer, pero quizá alguna vez ha hablado con Zoey del futuro y podría saber qué es lo que le gustaría. No lo sé. O puede que hasta conversando se me ilumine la bombilla porque a veces pasa en los momentos más inesperados. Sea como sea, por ahora tan solo sé que quiero que sea de una manera que recuerde todo lo que hemos vivido juntos y nuestra evolución hasta ser quienes somos actualmente. Es decir, que puede salir genial, o ser un absoluto desastre. — ¿Y si me responde que no? — Porque intento no pensarlo, pero es una posibilidad que existe y lo que más temo por mucho que trate de evitar que se haga un hueco en mis pensamientos.
Riorden M. Weynart
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Suenan campanas a lo lejos ○ Riorden IqWaPzg
Elle S. Weynart
Jefe de Área en Salud
Elle sintió su mente dando tumbos por cajones de recuerdos e ideas cuando Riorden mencionó que no sabía cómo pedirle matrimonio a Zoey. Que quería que fuera algo original. Tomó un sorbo de su copa de vino y observó a su hermano durante unos segundos, dándole vueltas al tema. Realmente ella tampoco sabía cómo podía pedirle matrimonio, pero si de algo estaba segura era de que Zoey adoraría el momento de cualquier forma —Si es original le va a gustar seguro. Y... No lo sé. Tal vez funcionaría hacerle algo muy vuestro. Muy personal— comentó —, nada de pedirle matrimonio durante una pausa en un partido de Quidditch y que todo el mundo lo vea por las pantallas. Eso es horrible y muy poco personal y muy poco original— bromeó.

Y aunque lo dijo en tono de guasa, realmente esperó que su hermano ni siquiera se hubiese planteado esa posibilidad. Es decir, no merecía llevar el apellido Weynart si en algún momento se le había pasado por la cabeza pedirle matrimonio a su novia en un partido de Quidditch. La rubia se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja y buscó, de muevo, los ojos de su hermano con la mirada —Yo creo que una pareja como vosotros... Bueno, creo que importa poco el dónde. Es más importante el cómo. Lo que le digas— comentó, algo distraída en sus pensamientos —. El salón de tu casa puede ser el lugar más bonito del mundo para pedirle matrimonio si lo haces con las palabras adecuadas— ejemplificó. Recostó su espalda en el respaldo de la silla, acomodándose, y se miró las manos. Ella lucía su anillo de prometida y su anillo de boda en sus dedos, y se enorgullecía de su matrimonio con Elijah. Quería que Riorden y Zoey tuvieran un futuro feliz.

Esbozó una pequeña sonrisa y cruzó sus manos por encima de la mesa cuando Riorden planteó que Zoey podría decirle que no. Negó suavemente con la cabeza, divertida —Estás loco si de verdad crees que hay una mínima posibilidad de que te diga que no. Cualquier persona con dos ojos en la cara que se fije mínimamente en vuestra relación lo sabe. Estáis hechos el uno para el otro, Riorden— dijo, con toda su sinceridad. Tomó un poco más de vino y le sonrió a su hermano —Hagamos una cosa. Tú céntrate en pedirle que se case contigo. Yo me ocupo de organizar una cena en mi casa para que podáis anunciar vuestro compromiso a toda la familia. ¿Te parece?— propuso, con una sonrisa. Al fin y al cabo, Elle tenía más tiempo libre que su hermano, era perfectamente consciente de eso, y cualquier cosa con la que pudiera echarle una mano sería buena.
Elle S. Weynart
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Riorden M. Weynart
Todo lo que dice es algo que ya tenía claro, pero cuando pone el ejemplo del partido de Quidditch, no puedo evitar soltar una ligera risa por lo bajo. Desde luego que no soy esa clase de persona que haría algo así porque más bien considero que eso es ponernos en ridículo a ambos. Agradezco que haya hecho ese comentario porque ha conseguido tranquilizarme un poco y que deje de notar tanta presión. Sí, voy a tener la duda de qué pasará cuando se lo pregunte, porque por mucho que conozca a la rubia... no sé, en realidad nunca hemos hablado de algo tan serio y ni siquiera sé si alguna vez ha tenido en mente el casarse. Sea como sea, creo que este sería el mejor momento para contraer matrimonio. No tenemos críos de por medio porque ya han crecido, y hemos pasado el suficiente tiempo el uno con el otro como para soportarnos hasta en los peores momentos. Puede que Ethan y Lëia todavía vivan con nosotros, pero son espabilados y ya tienen ciertas edades, y tampoco supondría ningún inconveniente porque esos dos se adoran. De hecho, juntos pueden llegar a ser un terremoto.

— De acuerdo, está bien — respondo al final, en referencia a lo que dice de que yo me preocupe de perdirle la mano y que ella se encargara de la cena del anuncio a la familia. — Puedes hablarlo con Elijah si te pregunta que qué tal la comida. Solo ten cuidado de que Emma no se entere. — Me fío de mi cuñado y de que sabrá guardar el secreto, pero mi sobrina es demasiado joven y puede soltar algo a Lëia, o a quien sea, sin querer.  — Pero bueno, te invito yo a comer por las molestias, ¿vale? — Cojo la carta para ver qué pedir, y una vez lo tengo claro y vienen a anotar la comanda, me dedico a intentar pasar la comida lo más relajado posible y dejando de lado el tema de la pedida de mano. Ya volveré a preocuparme cuando esté haciéndole la gran pregunta a Zoey.
Riorden M. Weynart
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Suenan campanas a lo lejos ○ Riorden IqWaPzg
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