OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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No podía decir que la charla con mi madre había ido bien, no había estado ni remotamente cercana a bien; pero por alguna razón que no terminaba de comprender, me sentía muchísimo mejor de lo que me había sentido en todos estos últimos días. Tal vez fuera porque me dí cuenta que me estaba comportando como una adolescente asustadiza, o porque recordé que la opinión de los demás básicamente me importaba una mierda por regla general; pero definitivamente podía decir que el enorme peso que sentía en el pecho había desaparecido, y por más de que todavía tuviese un amargo sabor en la boca gracias al hermoso momento que pasamos en familia, me sentía de maravillas. O lo más cercano a eso considerando que todavía no había hablado con mi hermanastro.
No podía evitar que se me formase una mueca de disgusto al pensar como habían terminado las cosas para él; el tema se había desviado más de la cuenta y había derivado en una discusión con su padre que suponía no era la primera en ese ámbito, pero no por eso dejaba de ser dolorosa. No imaginaba que tanto le había afectado y decidiendo que al parecer estaba asumiendo mi rol como adulta, la estupidez de estar nuevamente sin hablar era justamente eso: una estupidez.
Agradeciendo cada segundo de esa mañana que Amber hubiese traído más ropa, tomé la cazadora que había apartado y me abrigué con ella antes de salir esa mañana de la cabaña. No era exquisita, pero el poder usar los brazos sin la necesidad de arremangar tres veces las mangas de un abrigo era bastante útil cada vez que el frío se iba haciendo más presente en el distrito. No cabía duda que dentro de poco el invierno haría su aparición, y esperaba que la morena pudiese cumplir con su palabra y traer un par de cosas más antes de tener que salir de expedición nuevamente.
Apresurando el paso hacia la zona de las granjas, en donde si mal no recordaba Ben tenía turno esa mañana, sonreí cuando Arion no tardó en reconocer mi presencia y acercarse a la valla apenas y llegué al corral. Dándole unas palmadas afectuosas, comencé a cepillar su crin con mis dedos mientras observaba los alrededores en busca de mi hermanastro. - ¡Hey, extraño! - Grito cuando lo logro divisar cerca de los comederos. Sonriendo, pego un salto por encima de la cerca y acompañada del palomino me encamino hacia donde se encuentra. - Falta bastante para el cumpleaños de Seth, ¿crees que podamos volver a hablar sin alcohol de por medio?- Pregunto en referencia a la última vez que nos pasó algo similar.
No podía evitar que se me formase una mueca de disgusto al pensar como habían terminado las cosas para él; el tema se había desviado más de la cuenta y había derivado en una discusión con su padre que suponía no era la primera en ese ámbito, pero no por eso dejaba de ser dolorosa. No imaginaba que tanto le había afectado y decidiendo que al parecer estaba asumiendo mi rol como adulta, la estupidez de estar nuevamente sin hablar era justamente eso: una estupidez.
Agradeciendo cada segundo de esa mañana que Amber hubiese traído más ropa, tomé la cazadora que había apartado y me abrigué con ella antes de salir esa mañana de la cabaña. No era exquisita, pero el poder usar los brazos sin la necesidad de arremangar tres veces las mangas de un abrigo era bastante útil cada vez que el frío se iba haciendo más presente en el distrito. No cabía duda que dentro de poco el invierno haría su aparición, y esperaba que la morena pudiese cumplir con su palabra y traer un par de cosas más antes de tener que salir de expedición nuevamente.
Apresurando el paso hacia la zona de las granjas, en donde si mal no recordaba Ben tenía turno esa mañana, sonreí cuando Arion no tardó en reconocer mi presencia y acercarse a la valla apenas y llegué al corral. Dándole unas palmadas afectuosas, comencé a cepillar su crin con mis dedos mientras observaba los alrededores en busca de mi hermanastro. - ¡Hey, extraño! - Grito cuando lo logro divisar cerca de los comederos. Sonriendo, pego un salto por encima de la cerca y acompañada del palomino me encamino hacia donde se encuentra. - Falta bastante para el cumpleaños de Seth, ¿crees que podamos volver a hablar sin alcohol de por medio?- Pregunto en referencia a la última vez que nos pasó algo similar.
Ser parte de algo siempre ha sido un pequeño factor que parecía ser ajeno a mí, pero por alguna razón no puedo decir que los últimos días del mes de noviembre no hayan sido de los más tranquilos que he tenido en mucho tiempo. Sé que evitar a mi padre no es precisamente sinónimo de paz, pero he encontrado el modo de mantenerme ocupado para no pensar en mis problemas familiares e increíblemente creo que me agrada. Si quitamos ese detalle, podemos decir que por fin me siento medianamente normal en una existencia que no ha tenido nada de normalidad desde que tenía alrededor de ocho años.
Hoy es una de esas mañanas en las cuales me ha tocado levantarme temprano para ponerme a trabajar en las granjas, lo cual no suele ser mi labor pero que de vez en cuando a todos nos toca dar una mano. Darle de comer a las gallinas, chequear el estado de los cerdos, cepillar a los caballos... estoy bostezando cerca de los comederos cuando una voz que no me esperaba escuchar a esta hora en este lugar hace que me gire con rapidez, frotándome vagamente uno de los ojos por culpa de la pereza. El sol de la mañana hace que el pelo de Ava brille más de lo normal, por lo que enfocarla me resulta molesto a pesar de que le termino sonriendo cuando la veo medianamente cerca — ¿Te caíste de la cama? — le pregunto con ironía, centrado en la obviedad de que solemos compartir el suelo, al menos que Murphy no esté y me dé el gusto de dormir con Alice desde que bueno, los besos se volvieron más comunes entre nosotros además de las charlas amistosas. Una de esas cosas que simplemente pasan sin que ninguno lo piense demasiado ni se esfuerce en ponerle un nombre porque ya pasamos la estupidez adolescente de necesitar títulos como para hacer algo.
Lo que sí me toma con verdadera sorpresa es que saque por su propia cuenta un tema que habíamos mantenido en silencio casi como un pacto tácito, por lo que me incorporo con lentitud mientras trato de ordenar mis ideas dentro de mi cabeza — ¿De qué hablas exactamente? ¿Lo que ocurrió con nuestros padres o la noche donde Eowyn se metió de lleno en casa para interrumpir nuestra charlita? — le pregunto, dejando el balde de comida a un lado para apoyarme sobre la cerca, siendo capaz de verla mejor. Ava es una de esas personas con la cual comparto un pasado del cual no me arrepiento, pero ser su hermanastro es el único camino que siempre me ha quedado para evitar cualquier tipo de estúpido escándalo, como nosotros mismos pudimos averiguar la última vez que nos vimos relativamente a solas.
Por inercia tanteo en mis bolsillos porque creo que necesito un cigarrillo como para soportar esto, pero al no encontrar ninguno doy un suspiro de resignación y me cruzo de brazos, observándola en silencio hasta que me doy por vencido — Sea lo que sea lo que tengas que decir, es mejor que no lo guardes. ¿No? Creí que así te manejabas — y le sonrío con honestidad, aunque sea una mueca pequeña, porque creo que quedó bien pactado entre ambos que Ava no es precisamente alguien que se muerda la lengua.
Hoy es una de esas mañanas en las cuales me ha tocado levantarme temprano para ponerme a trabajar en las granjas, lo cual no suele ser mi labor pero que de vez en cuando a todos nos toca dar una mano. Darle de comer a las gallinas, chequear el estado de los cerdos, cepillar a los caballos... estoy bostezando cerca de los comederos cuando una voz que no me esperaba escuchar a esta hora en este lugar hace que me gire con rapidez, frotándome vagamente uno de los ojos por culpa de la pereza. El sol de la mañana hace que el pelo de Ava brille más de lo normal, por lo que enfocarla me resulta molesto a pesar de que le termino sonriendo cuando la veo medianamente cerca — ¿Te caíste de la cama? — le pregunto con ironía, centrado en la obviedad de que solemos compartir el suelo, al menos que Murphy no esté y me dé el gusto de dormir con Alice desde que bueno, los besos se volvieron más comunes entre nosotros además de las charlas amistosas. Una de esas cosas que simplemente pasan sin que ninguno lo piense demasiado ni se esfuerce en ponerle un nombre porque ya pasamos la estupidez adolescente de necesitar títulos como para hacer algo.
Lo que sí me toma con verdadera sorpresa es que saque por su propia cuenta un tema que habíamos mantenido en silencio casi como un pacto tácito, por lo que me incorporo con lentitud mientras trato de ordenar mis ideas dentro de mi cabeza — ¿De qué hablas exactamente? ¿Lo que ocurrió con nuestros padres o la noche donde Eowyn se metió de lleno en casa para interrumpir nuestra charlita? — le pregunto, dejando el balde de comida a un lado para apoyarme sobre la cerca, siendo capaz de verla mejor. Ava es una de esas personas con la cual comparto un pasado del cual no me arrepiento, pero ser su hermanastro es el único camino que siempre me ha quedado para evitar cualquier tipo de estúpido escándalo, como nosotros mismos pudimos averiguar la última vez que nos vimos relativamente a solas.
Por inercia tanteo en mis bolsillos porque creo que necesito un cigarrillo como para soportar esto, pero al no encontrar ninguno doy un suspiro de resignación y me cruzo de brazos, observándola en silencio hasta que me doy por vencido — Sea lo que sea lo que tengas que decir, es mejor que no lo guardes. ¿No? Creí que así te manejabas — y le sonrío con honestidad, aunque sea una mueca pequeña, porque creo que quedó bien pactado entre ambos que Ava no es precisamente alguien que se muerda la lengua.
- ¿Y vos te tragaste un payaso? - Consulto alzando una ceja con gracia. Ya quisiera haberme caído de la cama, pero de momento tenía que conformarme con besar el piso todas las mañanas simplemente por la cercanía que mantenía por dormir en él. Lo que no me molestaría tanto si no fuese porque cada noche el frío parecía incrementar conforme nos íbamos acercando al inicio del invierno y porque había perdido a mi almohada habitual.
Algo en las palabras de Ben me hace fruncir el ceño y no estoy segura de qué es, se siente casi como si se encontrara ¿a la defensiva? Me encojo de hombros y termino de acortar la distancia que nos separa mientras Arion se desvía para tomar agua del bebedero. - Me refiero a hablar en general. - Contesto cruzándome de brazos y recostándome contra la valla. Claro que no puedo evitar que me cause algo de gracia el término 'charlita' y termino por soltar una risa/bufido que es perfectamente audible por más de que trate de disimularla. No se que quiere hablar de esa noche, yo seguía frustrada, él no si su nueva cercanía con Alice significaba algo, y Eowyn todavía parecía ser lo suficientemente consciente y todavía mantenía la distancia cuando me hallaba cerca. Ya lo de nuestros padres era otra cosa, y si él quería hablar de ello...
- Creí que ya habían pasado tus días del mes, ¿pasó algo que parece que chupaste un limón o tienes algo que recriminarme? - Consulto porque, si bien estaba acostumbrada a discutir con mi hermanastro cada dos por tres, estaba apareciéndome con una bandera blanca y no con una declaración de guerra. No iba a atacarlo ni a recriminarle nada; de verdad, lo único que quería es que dejásemos de una vez por todas la incomodidad de lado. Ya ambos habíamos dejado más o menos en claro las cosas durante el encuentro familiar, y si bien no había sido completamente sincero por... cuestiones. No significaba que en sí las palabras dichas aquella noche fueran una farsa. - De verdad Ben, simplemente quiero que dejemos de rehuir del otro cada vez que terminemos viendo más piel de la que deberíamos. Si no es el día, lo dejo para otro momento y ya. - Chasqueo la lengua con fastidio y algo de impaciencia y quedo a la espera de su respuesta.
Si tiene ganas de comportarse como un adolescente fastidioso, allá él. Creí que lo de ser adultos se aplicaba como regla general y no solo cuando estemos bajo la mira de nuestros progenitores; y si bien yo era la que menos podía opinar en este asunto, estaba tratando de ser lo suficientemente madura como para no tener que recurrir al alcohol o a desafíos estúpidos para volver a mantener una charla no monosilábica con mi hermanastro.
Algo en las palabras de Ben me hace fruncir el ceño y no estoy segura de qué es, se siente casi como si se encontrara ¿a la defensiva? Me encojo de hombros y termino de acortar la distancia que nos separa mientras Arion se desvía para tomar agua del bebedero. - Me refiero a hablar en general. - Contesto cruzándome de brazos y recostándome contra la valla. Claro que no puedo evitar que me cause algo de gracia el término 'charlita' y termino por soltar una risa/bufido que es perfectamente audible por más de que trate de disimularla. No se que quiere hablar de esa noche, yo seguía frustrada, él no si su nueva cercanía con Alice significaba algo, y Eowyn todavía parecía ser lo suficientemente consciente y todavía mantenía la distancia cuando me hallaba cerca. Ya lo de nuestros padres era otra cosa, y si él quería hablar de ello...
- Creí que ya habían pasado tus días del mes, ¿pasó algo que parece que chupaste un limón o tienes algo que recriminarme? - Consulto porque, si bien estaba acostumbrada a discutir con mi hermanastro cada dos por tres, estaba apareciéndome con una bandera blanca y no con una declaración de guerra. No iba a atacarlo ni a recriminarle nada; de verdad, lo único que quería es que dejásemos de una vez por todas la incomodidad de lado. Ya ambos habíamos dejado más o menos en claro las cosas durante el encuentro familiar, y si bien no había sido completamente sincero por... cuestiones. No significaba que en sí las palabras dichas aquella noche fueran una farsa. - De verdad Ben, simplemente quiero que dejemos de rehuir del otro cada vez que terminemos viendo más piel de la que deberíamos. Si no es el día, lo dejo para otro momento y ya. - Chasqueo la lengua con fastidio y algo de impaciencia y quedo a la espera de su respuesta.
Si tiene ganas de comportarse como un adolescente fastidioso, allá él. Creí que lo de ser adultos se aplicaba como regla general y no solo cuando estemos bajo la mira de nuestros progenitores; y si bien yo era la que menos podía opinar en este asunto, estaba tratando de ser lo suficientemente madura como para no tener que recurrir al alcohol o a desafíos estúpidos para volver a mantener una charla no monosilábica con mi hermanastro.
Bien, vamos por partes. No sé mucho de mujeres pero he aprendido que cuando estás bien y una chica te trata como si no lo estuvieras, es porque es ella la que está mal, enojada, irritada o lo que sea que sea el problema en cuestión. Por eso mismo cuando Ava me responde de esa manera lo primero que hago es acomodarme de manera que nuestros cuerpos mantengan una distancia prudente en caso de que se le ocurra golpearme y no es como si ella fuese lo suficientemente fuerte como para que me duelan sus golpes, el problema es cuando recuerda que tiene codos y pies para patearme en algunas zonas más bajas. Sí, lo he aprendido a las malas.
La miro como si no comprendiese del todo lo que me está queriendo decir y tras parpadear un par de veces en un gesto que deja bien en claro que no la entiendo, acabo sacudiendo mis manos frente a mí para pedir un tiempo — Espera, espera. ¿Yo te trato como si me hubiese chupado un limón? — le pregunto con cierto tono de indignación en la voz, torciendo el gesto de manera que tanto como las cejas como la boca se elevan hacia un costado — Solo te he preguntado de qué quieres hablar. Si no tienes sentido del humor para soportar una broma... — suelto un bufido y revoleo mis ojos en un gesto que claramente grita que está jodida si va a adoptar ese carácter — Y todavía no estoy en esos días. Técnicamente, falta menos para la luna llena que la última vez que nos vimos en paz así que...
La analizo con la mirada, no muy seguro de qué tomar de su actitud corporal, así que opto por lo que ella ha estado pidiendo — No te estoy rehuyendo — confieso con calma, tratando de relajar la postura al apoyarme en el cerco una vez más, observando a Bessie pastar a lo lejos junto a su ternero — Solamente no sé bien cómo se supone que debo tratarte. Esa noche actuamos como... bueno, yo actué como un adolescente hormonal y luego todo se descontroló. No creí que te gustaría tenerme cerca después de todo lo que ha pasado — alzo mis hombros como si fuese la opción más lógica del mundo y me rasco distraídamente el pecho en una de esas acciones que gritan a los cuatro vientos que en realidad no deseo quedarme quieto para no sentirme del todo incómodo — ¿Volviste a hablar con tu madre? Siento mucho que peleasen por esto.
La miro como si no comprendiese del todo lo que me está queriendo decir y tras parpadear un par de veces en un gesto que deja bien en claro que no la entiendo, acabo sacudiendo mis manos frente a mí para pedir un tiempo — Espera, espera. ¿Yo te trato como si me hubiese chupado un limón? — le pregunto con cierto tono de indignación en la voz, torciendo el gesto de manera que tanto como las cejas como la boca se elevan hacia un costado — Solo te he preguntado de qué quieres hablar. Si no tienes sentido del humor para soportar una broma... — suelto un bufido y revoleo mis ojos en un gesto que claramente grita que está jodida si va a adoptar ese carácter — Y todavía no estoy en esos días. Técnicamente, falta menos para la luna llena que la última vez que nos vimos en paz así que...
La analizo con la mirada, no muy seguro de qué tomar de su actitud corporal, así que opto por lo que ella ha estado pidiendo — No te estoy rehuyendo — confieso con calma, tratando de relajar la postura al apoyarme en el cerco una vez más, observando a Bessie pastar a lo lejos junto a su ternero — Solamente no sé bien cómo se supone que debo tratarte. Esa noche actuamos como... bueno, yo actué como un adolescente hormonal y luego todo se descontroló. No creí que te gustaría tenerme cerca después de todo lo que ha pasado — alzo mis hombros como si fuese la opción más lógica del mundo y me rasco distraídamente el pecho en una de esas acciones que gritan a los cuatro vientos que en realidad no deseo quedarme quieto para no sentirme del todo incómodo — ¿Volviste a hablar con tu madre? Siento mucho que peleasen por esto.
Creo que mi madurez se va al carajo cuando revoleo los ojos ni bien Ben emite palabra. Al menos podía decir que mi intento de comportarme como adulta había durado poco más de cinco minutos, y creo que eso sobrepasaba las expectativas que tenía con respecto a mi persona. Más si consideraba que quería actuar como adulta frente a mi hermanastro, con quien manteníamos una relación a base de tratarnos como adolescentes idiotas un setenta por ciento de las veces, y como niños el treinta restante. ¡Bien! Casi podía considerarlo un progreso...
Me descruzo de brazos casi que en señal de resignación y los elevo por el borde de la valla, decepcionándome una vez más de mi altura cuando mis antebrazos quedan más elevados de lo que deberían. - Ese fue mi intento de actuar con madurez. Al parecer viene con la falta de humor y el prejuzgar. - Explico con desgana tras darme cuenta de que sí estaba actuando de manera estúpida. No que lo fuese admitir abiertamente, claro. - Aunque no se si puedo recordar la última vez que nos vimos en paz, si te soy sincera. - Le sonrío. Técnicamente es cierto, ya que las últimas veces que nos habíamos visto sin contar la frustrada cena familiar, habíamos rehuido el uno del otro.
Me río ante su explicación, y por más que quiero decirle que eso que dice en mi diccionario es lo mismo que rehuir, no lo hago; después de todo, no era él el único que estaba "en falta". - Habla en plural tranquilo. Creo que los dos sabemos bien que ninguno está libre de pecado... si es que se le puede decir así. - No quería decir libre de culpas, porque no creí que ninguno tuviese la culpa de nada. Ya había asumido mi comportamiento y no había forma de que me sintiera remotamente culpable de nada... a menos que contase el no ponerle traba a la puerta aquella noche. - No asumas. ¿Por qué no habría de querer verte? creía que antes que todo, éramos amigos ¿no? Y no te preocupes por mi madre, no habíamos discutido desde mi primer año saliendo fuera del distrito, ya tocaba tener alguna discusión. - Me encojo de hombros, porque sinceramente una vez que hubo pasado la discusión en sí, todo parecía menos grave. -En todo caso la que debería sentirlo soy yo, la discusión con tu padre... creo que eso fue un poco más ¿intenso? - Después de todo, la pelea entre ellos se había desviado bastante de los rumores y había terminado de una forma para nada bonita.
Me descruzo de brazos casi que en señal de resignación y los elevo por el borde de la valla, decepcionándome una vez más de mi altura cuando mis antebrazos quedan más elevados de lo que deberían. - Ese fue mi intento de actuar con madurez. Al parecer viene con la falta de humor y el prejuzgar. - Explico con desgana tras darme cuenta de que sí estaba actuando de manera estúpida. No que lo fuese admitir abiertamente, claro. - Aunque no se si puedo recordar la última vez que nos vimos en paz, si te soy sincera. - Le sonrío. Técnicamente es cierto, ya que las últimas veces que nos habíamos visto sin contar la frustrada cena familiar, habíamos rehuido el uno del otro.
Me río ante su explicación, y por más que quiero decirle que eso que dice en mi diccionario es lo mismo que rehuir, no lo hago; después de todo, no era él el único que estaba "en falta". - Habla en plural tranquilo. Creo que los dos sabemos bien que ninguno está libre de pecado... si es que se le puede decir así. - No quería decir libre de culpas, porque no creí que ninguno tuviese la culpa de nada. Ya había asumido mi comportamiento y no había forma de que me sintiera remotamente culpable de nada... a menos que contase el no ponerle traba a la puerta aquella noche. - No asumas. ¿Por qué no habría de querer verte? creía que antes que todo, éramos amigos ¿no? Y no te preocupes por mi madre, no habíamos discutido desde mi primer año saliendo fuera del distrito, ya tocaba tener alguna discusión. - Me encojo de hombros, porque sinceramente una vez que hubo pasado la discusión en sí, todo parecía menos grave. -En todo caso la que debería sentirlo soy yo, la discusión con tu padre... creo que eso fue un poco más ¿intenso? - Después de todo, la pelea entre ellos se había desviado bastante de los rumores y había terminado de una forma para nada bonita.
¿Actuar con madurez? ¿Ava? ¿Y está intentando meterme en la ecuación? No sé como consigo no echarme a reír como un desquiciado aunque sí se me escapa una sonrisita que ahoga la carcajada, sacudiendo la cabeza de un lado al otro mientras relamo mis labios como si de esa manera pudiese ahogar mis palabras que pudiesen terminar con ella golpeándome o conmigo hablando de más, o posiblemente ambas siendo consecuencia una de la otra — En paz... depende lo que llames "paz" — antes de que todo se fuera a la mierda entre nosotros tuvimos una excursión que casi nos cuesta la vida y... no, bueno, creo que no existe paz entre nosotros hace mucho tiempo, tenga o no que ver con los errores que cometimos.
Al menos hace un mea culpa y no se pone en ese perfil clásico femenino de echarle la culpa completamente al otro, así que puedo darme el gusto de respirar con tranquilidad para escucharla hablar, no de muy buena gana si tengo que irme a la honestidad — Amigos. Hermanos. Amantes de una noche — enumero las cosas en las cuales ha sido etiquetada cuando se trata de nosotros dos y no puedo no sonreír para mí mismo con la vista perdida en algún punto lejano que se asemeja a la punta de los árboles a la distancia, demostrando en parte la burla que me causa el pensarlo de esa manera — Ya no lo sé, Ava. Nunca creí ver a Arleth tan enojada por algo tan... bueno, no sé si "simple" sea la palabra pero creo que no hemos matado a nadie — porque le quité las armas a Ava de la vista y Eowyn tuvo demasiada suerte, pero eso es otro tema. Fuera de eso, he visto a Arleth poner cara a mil situaciones diferentes, pero no es precisamente una mujer que utilice un método que incluya alzar la voz. Esa fogata fue toda una revolución.
Pero que hable de mi padre es otro tema. Tomo esa postura que deja bien en claro que deseo estar en cualquier otro lugar menos aquí y giro la cabeza como si estuviese muy interesado en lo que están haciendo los caballos, usándolos de excusa para separarme de la valla y caminar hacia Petra, a la cual le doy unas palmadas en su amplio cuello para acompañarla a tomar agua del rústico bebedero que Seth, Cale y yo hicimos hace ya muchos años en unos cuántos días de castigo — Mi padre siempre ha sido "intenso" — acabo diciendo de mala gana, acariciando distraídamente la crin del animal mientras se inclina a beber — Y jamás ha sabido cómo hablar conmigo. Creo que es un problema que hemos tenido desde que tengo memoria — si no era por la muerte de mis hermanos, era por la de mi madre y si no era por ella, era por mí — Siempre he creído que soy su mayor decepción. ¿Sabes? Como si tuviera que haber muerto también. Quizá así se quejaba menos — me encojo de hombros porque los juegos son algo que pasaron hace siglos y solamente ocupan un lugar recóndito de mi memoria, pero parece que Elioh jamás se los ha perdonado.
Me mastico la punta de la lengua hasta que, sin alejarme del caballo, giro la cabeza en dirección a mi hermanastra con una sonrisa quizá desganada, pero meramente honesta — Lo que pasó el otro día no fue tu culpa. Creo que solamente se dio el pie a que exploten cosas que llevaban mucho tiempo guardadas. Quizá así es mejor — me encojo de hombros como si no me importase demasiado aunque ambos nos conocemos como para saber que es una farsa y meto las manos en el agua del bebedero para refrescarme la nuca, la cual froto no porque tenga calor, sino porque estos temas siempre terminan cargando tensiones — Los Franco siempre fuimos material para el drama matutino — le digo con cierta gracia en la voz — quizá cuando nuestros padres se casaron se contagió a los Ballard. Y aquí estamos, con la gente hablando de nuestros culos al aire en el bosque. Las vueltas de la vida. ¿No?
Al menos hace un mea culpa y no se pone en ese perfil clásico femenino de echarle la culpa completamente al otro, así que puedo darme el gusto de respirar con tranquilidad para escucharla hablar, no de muy buena gana si tengo que irme a la honestidad — Amigos. Hermanos. Amantes de una noche — enumero las cosas en las cuales ha sido etiquetada cuando se trata de nosotros dos y no puedo no sonreír para mí mismo con la vista perdida en algún punto lejano que se asemeja a la punta de los árboles a la distancia, demostrando en parte la burla que me causa el pensarlo de esa manera — Ya no lo sé, Ava. Nunca creí ver a Arleth tan enojada por algo tan... bueno, no sé si "simple" sea la palabra pero creo que no hemos matado a nadie — porque le quité las armas a Ava de la vista y Eowyn tuvo demasiada suerte, pero eso es otro tema. Fuera de eso, he visto a Arleth poner cara a mil situaciones diferentes, pero no es precisamente una mujer que utilice un método que incluya alzar la voz. Esa fogata fue toda una revolución.
Pero que hable de mi padre es otro tema. Tomo esa postura que deja bien en claro que deseo estar en cualquier otro lugar menos aquí y giro la cabeza como si estuviese muy interesado en lo que están haciendo los caballos, usándolos de excusa para separarme de la valla y caminar hacia Petra, a la cual le doy unas palmadas en su amplio cuello para acompañarla a tomar agua del rústico bebedero que Seth, Cale y yo hicimos hace ya muchos años en unos cuántos días de castigo — Mi padre siempre ha sido "intenso" — acabo diciendo de mala gana, acariciando distraídamente la crin del animal mientras se inclina a beber — Y jamás ha sabido cómo hablar conmigo. Creo que es un problema que hemos tenido desde que tengo memoria — si no era por la muerte de mis hermanos, era por la de mi madre y si no era por ella, era por mí — Siempre he creído que soy su mayor decepción. ¿Sabes? Como si tuviera que haber muerto también. Quizá así se quejaba menos — me encojo de hombros porque los juegos son algo que pasaron hace siglos y solamente ocupan un lugar recóndito de mi memoria, pero parece que Elioh jamás se los ha perdonado.
Me mastico la punta de la lengua hasta que, sin alejarme del caballo, giro la cabeza en dirección a mi hermanastra con una sonrisa quizá desganada, pero meramente honesta — Lo que pasó el otro día no fue tu culpa. Creo que solamente se dio el pie a que exploten cosas que llevaban mucho tiempo guardadas. Quizá así es mejor — me encojo de hombros como si no me importase demasiado aunque ambos nos conocemos como para saber que es una farsa y meto las manos en el agua del bebedero para refrescarme la nuca, la cual froto no porque tenga calor, sino porque estos temas siempre terminan cargando tensiones — Los Franco siempre fuimos material para el drama matutino — le digo con cierta gracia en la voz — quizá cuando nuestros padres se casaron se contagió a los Ballard. Y aquí estamos, con la gente hablando de nuestros culos al aire en el bosque. Las vueltas de la vida. ¿No?
Tenía que concederle la razón con eso de la paz, ya que se mire como se mire y pese a ser un distrito tan chico y relativamente tranquilo, no podía decir que la paz era moneda corriente en estos días: un incendio avallasante, falta de provisiones, excursiones casi mortíferas, orgías escandalosas... y luego pensaba que la vida por aquí podía ser aburrida. - Supongo que debí pensar mejor mis palabras, uhmmm... no paz entonces, pero al menos ¿relativa normalidad? - Aventuro con algo de inseguridad en mi voz. Al menos la mayor normalidad que se pudiese alcanzar considerando, bueno: todo.
- Dos de tres, no está mal. - Comento sin la necesidad de aclarar cual es el título que queda fuera del podio, después de todo, ya eran varias las charlas que iban dando vuelta sobre ese asunto. Chasqueado la lengua un par de veces, no puedo evitar rodar los ojos ante la pseudo-preocupación de Ben. - A estas alturas no se si está enojada porque somos nosotros dos, por lo que pueda pensar Zenda, porque no le he dicho o simplemente porque ha caído en la cuenta de que ya no soy una niña pura y virginal. - Remarco haciendo comillas con los dedos acompañando mis últimas palabras. Creo que está pasando por una fase de madre sobre protectora que la verdad, no me va ni me viene. Tendría más éxito si decidiese concentrar todos sus instintos maternales en Zen, porque con mi terquedad no pensaba ser la primera en dar el brazo a torcer.
Lo escucho atentamente en lo que habla de su padre y la complicada relación que mantienen desde siempre, y por unos segundos vuelvo a pensar en mi infantilismo. Ellos pasaron por muchísimo en sus vidas, y aunque no consideraba precisamente que la culpa fuera mía, no podía dejar de sentirlo de todas maneras. Acercándome hacia la yegua con tranquilidad, coloco una palma en su hocico mientras dejo que Ben continúe con su explicación y tengo que esforzarme en dejarlo terminar antes de levantar el brazo y darle con el dorso de mi mano de lleno en la nariz. - La próxima que vuelvas a insinuar algo relativo a tu muerte de nuevo, te castro. Y créeme, esa actitud no me la contagié de nadie. - Amenazo con seriedad. Sé que no estaba teniendo pensamientos suicidas ni nada parecido, pero no me gustaba la forma en la que se menospreciaba a sí mismo. Lo prefería terco y orgulloso a melancólico y autocompasivo.
Soltando un suspiro y suavizando mi expresión, dejo el tema de lado porque en sí no soy nadie para decirle lo que tiene o no qué pensar, así que retomo el tema de conversación como si nada hubiese pasado. - No sabía que mi culo podría llegar a ser tema de discusión. - Comento girando la cabeza por sobre mi hombro y amagando a verlo. - El tuyo siempre dio que hablar ¿pero el mío...? - Me río por mi propia ocurrencia, sin importar que de hecho sea verdad. - Lo más divertido es que hasta donde yo tengo entendido, en las orgías participan más de dos personas; pero en los chismes ni siquiera incluyen a Eowyn. Bah, al menos no en los que yo escuché. ¿Cuál es el chisme falso más perturbador que escuchaste hasta el momento? - Pregunto con inusitada morbosidad.
- Dos de tres, no está mal. - Comento sin la necesidad de aclarar cual es el título que queda fuera del podio, después de todo, ya eran varias las charlas que iban dando vuelta sobre ese asunto. Chasqueado la lengua un par de veces, no puedo evitar rodar los ojos ante la pseudo-preocupación de Ben. - A estas alturas no se si está enojada porque somos nosotros dos, por lo que pueda pensar Zenda, porque no le he dicho o simplemente porque ha caído en la cuenta de que ya no soy una niña pura y virginal. - Remarco haciendo comillas con los dedos acompañando mis últimas palabras. Creo que está pasando por una fase de madre sobre protectora que la verdad, no me va ni me viene. Tendría más éxito si decidiese concentrar todos sus instintos maternales en Zen, porque con mi terquedad no pensaba ser la primera en dar el brazo a torcer.
Lo escucho atentamente en lo que habla de su padre y la complicada relación que mantienen desde siempre, y por unos segundos vuelvo a pensar en mi infantilismo. Ellos pasaron por muchísimo en sus vidas, y aunque no consideraba precisamente que la culpa fuera mía, no podía dejar de sentirlo de todas maneras. Acercándome hacia la yegua con tranquilidad, coloco una palma en su hocico mientras dejo que Ben continúe con su explicación y tengo que esforzarme en dejarlo terminar antes de levantar el brazo y darle con el dorso de mi mano de lleno en la nariz. - La próxima que vuelvas a insinuar algo relativo a tu muerte de nuevo, te castro. Y créeme, esa actitud no me la contagié de nadie. - Amenazo con seriedad. Sé que no estaba teniendo pensamientos suicidas ni nada parecido, pero no me gustaba la forma en la que se menospreciaba a sí mismo. Lo prefería terco y orgulloso a melancólico y autocompasivo.
Soltando un suspiro y suavizando mi expresión, dejo el tema de lado porque en sí no soy nadie para decirle lo que tiene o no qué pensar, así que retomo el tema de conversación como si nada hubiese pasado. - No sabía que mi culo podría llegar a ser tema de discusión. - Comento girando la cabeza por sobre mi hombro y amagando a verlo. - El tuyo siempre dio que hablar ¿pero el mío...? - Me río por mi propia ocurrencia, sin importar que de hecho sea verdad. - Lo más divertido es que hasta donde yo tengo entendido, en las orgías participan más de dos personas; pero en los chismes ni siquiera incluyen a Eowyn. Bah, al menos no en los que yo escuché. ¿Cuál es el chisme falso más perturbador que escuchaste hasta el momento? - Pregunto con inusitada morbosidad.
Relativa normalidad. Posiblemente la clave en esa frase estaba en la alusión a la relatividad. Asiento con la cabeza porque creo que ambos coincidimos en ese punto, al menos, hasta que la idea de una Ava "pura y virginal" me quita una risita entre dientes que es por demás estúpida, aunque no puedo contenerla. Quizá no es una experta en las relaciones íntimas y la conocí cuando era una niña que podía entrar en esa categoría, pero cualquiera que la conociera podría afirmar que con esa actitud y su boca de cloaca (esa que creo que he ayudado a conseguir con años de insultos frente a ella) era imposible catalogarla como tal. Mucho menos en la parte de "pura" — Los padres suelen alterarse cuando descubren que sus hijos tienen sexo. Tendrías que haber visto cómo se puso papá cuando le conté cuando tenía novia a los trece — le confieso con cierta diversión ante el recuerdo que en ese momento me pareció sumamente jodido, pero con el tiempo aprendí a verlo con humor. Si algún día tengo hijos (o al menos, saber que los tengo de manera legal) espero no ser tan duro con ellos con algo tan simple.
Estoy tan centrado en el oscuro pelaje de Petra que ese golpecito en la nariz me toma por sorpresa y me echo ligeramente hacia atrás por pura inercia, parpadeando en una confusión que me hace observarla como si jamás hubiese creído que pudiese tomarse tal atrevimiento. Con el agua fría goteando de mi nuca, uso mis dedos todavía húmedos para salpicarle la cara en una infantil venganza — No exageres. Las cosas como son. No me lamento por ello — ya he pasado ese punto hace mucho tiempo. Me exaspera, sí, pero sé que no puedo cambiarlo y opté por continuar con mi vida.
Tengo planeado hacer algún comentario malicioso respecto a su culo cuando habla del mío, lo que me hace quedarme pensativo en mi sitio con el rostro fruncido hasta voltearme hacia ella — ¿Ah, sí? — pregunto entre divertido y curioso — No sé si debería preguntar — hay que admitirlo, todos sentimos curiosidad cuando nos dicen que hablan de algo referido a nosotros, pero algo me dice que la que habla de mi culo es Eowyn y no estoy seguro de querer saber qué es lo que dice.
Estoy por cruzar la cerca de un salto cuando su pregunta me hace balancearme en mi sitio sin tomar el envión completo, tratando de hacer memoria — ¿Sobre mí o sobre nosotros? — pregunto. Al final doy el salto y le hago una seña para que me acompañe, tomando algunos baldes que esperan del otro lado del bebedero para que los lleve a la zona de las vacas — Jonathan me preguntó si era verdad que la razón por la cual siempre andaba contigo y Seth era porque nos montamos un trío. Por otro lado, no me afecta tanto cuando han estado diciendo que Seth y yo nos acostamos desde que tengo memoria, así que... — el recuerdo me hace reír con más naturalidad que antes y al llegar a la zona donde mantenemos al ganado, apoyo los baldes para empezar a vaciarlos en el bebedero de las vacas, salpicando apenas mis pies — La gente se aburre muy fácil y no solo aquí. Cuando era chico leí cientos de idioteces sobre mí en revistas y ni el diez por ciento eran ciertas. Pero nada le gana a un test de esos que eran como "averigua qué vencedor es tu alma gemela" — el recuerdo me hace poner cara de asco mientras paso de un balde al otro, aunque un detalle me hace estallar en risas — Eowyn las compraba. Me enteré cuando la conocí. Ya sé que no es nada que sorprenda.
Doy finalizada mi tarea al dejar el último balde y le doy una palmada al ternero más cercano, ese que ha venido trotando en busca de agua, para sacudirme las manos y asumir que necesitaré un baño después de esto. Secándome la humedad contra mi camisa, giro de nuevo el rostro hacia Ava, mordisqueandome los labios hasta que me decido a hablar — Realmente espero que no le estés prestando atención a las cosas que dicen — no sé si es un consejo o una acotación, pero creo que cuenta como ambas — ¿Alguien te ha hecho alguna pregunta?
Estoy tan centrado en el oscuro pelaje de Petra que ese golpecito en la nariz me toma por sorpresa y me echo ligeramente hacia atrás por pura inercia, parpadeando en una confusión que me hace observarla como si jamás hubiese creído que pudiese tomarse tal atrevimiento. Con el agua fría goteando de mi nuca, uso mis dedos todavía húmedos para salpicarle la cara en una infantil venganza — No exageres. Las cosas como son. No me lamento por ello — ya he pasado ese punto hace mucho tiempo. Me exaspera, sí, pero sé que no puedo cambiarlo y opté por continuar con mi vida.
Tengo planeado hacer algún comentario malicioso respecto a su culo cuando habla del mío, lo que me hace quedarme pensativo en mi sitio con el rostro fruncido hasta voltearme hacia ella — ¿Ah, sí? — pregunto entre divertido y curioso — No sé si debería preguntar — hay que admitirlo, todos sentimos curiosidad cuando nos dicen que hablan de algo referido a nosotros, pero algo me dice que la que habla de mi culo es Eowyn y no estoy seguro de querer saber qué es lo que dice.
Estoy por cruzar la cerca de un salto cuando su pregunta me hace balancearme en mi sitio sin tomar el envión completo, tratando de hacer memoria — ¿Sobre mí o sobre nosotros? — pregunto. Al final doy el salto y le hago una seña para que me acompañe, tomando algunos baldes que esperan del otro lado del bebedero para que los lleve a la zona de las vacas — Jonathan me preguntó si era verdad que la razón por la cual siempre andaba contigo y Seth era porque nos montamos un trío. Por otro lado, no me afecta tanto cuando han estado diciendo que Seth y yo nos acostamos desde que tengo memoria, así que... — el recuerdo me hace reír con más naturalidad que antes y al llegar a la zona donde mantenemos al ganado, apoyo los baldes para empezar a vaciarlos en el bebedero de las vacas, salpicando apenas mis pies — La gente se aburre muy fácil y no solo aquí. Cuando era chico leí cientos de idioteces sobre mí en revistas y ni el diez por ciento eran ciertas. Pero nada le gana a un test de esos que eran como "averigua qué vencedor es tu alma gemela" — el recuerdo me hace poner cara de asco mientras paso de un balde al otro, aunque un detalle me hace estallar en risas — Eowyn las compraba. Me enteré cuando la conocí. Ya sé que no es nada que sorprenda.
Doy finalizada mi tarea al dejar el último balde y le doy una palmada al ternero más cercano, ese que ha venido trotando en busca de agua, para sacudirme las manos y asumir que necesitaré un baño después de esto. Secándome la humedad contra mi camisa, giro de nuevo el rostro hacia Ava, mordisqueandome los labios hasta que me decido a hablar — Realmente espero que no le estés prestando atención a las cosas que dicen — no sé si es un consejo o una acotación, pero creo que cuenta como ambas — ¿Alguien te ha hecho alguna pregunta?
No estaba segura de saber como reaccionan la mayoría de los padres ante determinadas situaciones. Sobretodo porque el único precedente que tenía antes de este había sido con el embarazo de Eowyn y no tenía tantos recuerdos de esa época. Las únicas memorias que se me venían a la mente de ese entonces eran los caprichos extravagantes de Wyn, y lo extraña que era la relación de Ben y Seth por aquellos días. Claro que en esa época me consideraban algo chica, y no me terminaban de explicar el tema de los bebés, y cómo es que podía ser que hubiese más de un candidato para la paternidad. De hecho, ahora que lo pensaba, mi madre tenía que estar orgullosa de cómo le salí considerando que fue la mayor de las Redford quien me dio mi primera charla de sexo y erótica - Lo triste es que ni siquiera tengo sexo. - contesto frunciendo la nariz con algo de fastidio. Ya qué, mi madre podía pensar lo que quisiera, después de todo los padres tienen la mala costumbre de solo creer su versión de los hechos.
Refunfuño un poco y me restriego las pocas gotas que me salpicaron antes de contestarle - Tú eres el que está exagerando; pero mejor no meternos en ese loop infinito de 'yo tengo la razón' que nunca nos lleva a ninguna parte. - Después de todo, ambos éramos tercos e insufribles cuando nos lo proponíamos... y creo que nos lo proponíamos más veces de las que era considerado saludable - Aunque mi amenaza sigue en pie.- agrego con una sonrisa de lado y una mueca autosuficiente.
Me río a carcajada limpia cuando muestra interés en que su culo sea tema de discusión porque mal que mal, y conductas aparte, Ben seguía siendo tan básico como cualquier otro. Claro que no estaba en mi naturaleza darle el gusto así porque sí, así que le contesté con toda la franqueza que pude canalizar en ese momento - Claro, no se por qué no deberías. Seth siempre ha sido el más apuesto de todos, pero tu culo le da pelea. - No mentía, Seth tenía un nosequé que lo hacía más atrayente... ¿seductor tal vez?, pero Ben no se quedaba ni medio paso atrás. Al distrito catorce le podían faltar muchas cosas, pero podría decirse que la tremenda vista panorámica no era una de ellas.
Ruedo los ojos ante su pregunta, y tras darle unas leves palmaditas cariñosas a Petra avanzo detrás de él. Tengo que admitir que pese a lo que dije unos segundos atrás, nunca había pensado en la posibilidad de un trío con Ben y con Seth, y solo puedo decir: ¡qué pérdida de tiempo!. De verdad, de todas las fantasías sexuales que podía tener, y luego de las mil insinuaciones de Eowyn, no podía entender como jamás me había visto como la protagonista de ese trío y ¡madre mía! No, bueno madre mía no, porque si Arleth se enteraba de lo que estaba pensando seguro le daba un infarto... o me daba la razón, a estas alturas ya ni sabía. ¡Jonathan y la puta madre! Por pajera no había prestado mucha atención a lo que había dicho Ben, pero luego de haber captado las palabras "averigua qué vencedor es tu alma gemela" y "Eowyn" sabía perfectamente a qué estaba haciendo referencia - Si no habré oído yo de esas revistas... Yo le contaba cuentos que me habían leído de chica, y ella me recitaba artículos enteros. ¿Crees que todavía tenga esas revistas? Ay por dios, ojalá que sí, quiero que Bev las vea. - Me distraigo lo suficiente como para olvidar el escenario anterior, y buscando cómo reírme para no convertirme en Eowyn 1.5, (la 2.0 ya era Bev).
Mientras trato de no distraerme con el maldito hábito que tiene Ben de mordisquearse los labios, cosa que era difícil cuando momentos atrás me hablaba de un trío, me encojo de hombros porque es inevitable prestarle atención a lo que dicen. Ya no me afectaba, pero era imposible no andar escuchando lo que se decía. - La señora Robinson me preguntó dónde se hacían las orgías y creo que me traumé de por vida luego de eso. - un escalofrío me recorre por el cuerpo y pongo una expresión de asco de tan solo pensar en por qué quería saber eso. Nada mejor para bajar el líbido que una vieja cachonda queriendo experimentar cosas nuevas... - Creo que está enamorada de ti, Ben... Ya puedes decirle a tu padre que vas a sentar cabeza con ella y que no tiene que preocuparse por nada más. - bromeo de manera infantil.
Refunfuño un poco y me restriego las pocas gotas que me salpicaron antes de contestarle - Tú eres el que está exagerando; pero mejor no meternos en ese loop infinito de 'yo tengo la razón' que nunca nos lleva a ninguna parte. - Después de todo, ambos éramos tercos e insufribles cuando nos lo proponíamos... y creo que nos lo proponíamos más veces de las que era considerado saludable - Aunque mi amenaza sigue en pie.- agrego con una sonrisa de lado y una mueca autosuficiente.
Me río a carcajada limpia cuando muestra interés en que su culo sea tema de discusión porque mal que mal, y conductas aparte, Ben seguía siendo tan básico como cualquier otro. Claro que no estaba en mi naturaleza darle el gusto así porque sí, así que le contesté con toda la franqueza que pude canalizar en ese momento - Claro, no se por qué no deberías. Seth siempre ha sido el más apuesto de todos, pero tu culo le da pelea. - No mentía, Seth tenía un nosequé que lo hacía más atrayente... ¿seductor tal vez?, pero Ben no se quedaba ni medio paso atrás. Al distrito catorce le podían faltar muchas cosas, pero podría decirse que la tremenda vista panorámica no era una de ellas.
Ruedo los ojos ante su pregunta, y tras darle unas leves palmaditas cariñosas a Petra avanzo detrás de él. Tengo que admitir que pese a lo que dije unos segundos atrás, nunca había pensado en la posibilidad de un trío con Ben y con Seth, y solo puedo decir: ¡qué pérdida de tiempo!. De verdad, de todas las fantasías sexuales que podía tener, y luego de las mil insinuaciones de Eowyn, no podía entender como jamás me había visto como la protagonista de ese trío y ¡madre mía! No, bueno madre mía no, porque si Arleth se enteraba de lo que estaba pensando seguro le daba un infarto... o me daba la razón, a estas alturas ya ni sabía. ¡Jonathan y la puta madre! Por pajera no había prestado mucha atención a lo que había dicho Ben, pero luego de haber captado las palabras "averigua qué vencedor es tu alma gemela" y "Eowyn" sabía perfectamente a qué estaba haciendo referencia - Si no habré oído yo de esas revistas... Yo le contaba cuentos que me habían leído de chica, y ella me recitaba artículos enteros. ¿Crees que todavía tenga esas revistas? Ay por dios, ojalá que sí, quiero que Bev las vea. - Me distraigo lo suficiente como para olvidar el escenario anterior, y buscando cómo reírme para no convertirme en Eowyn 1.5, (la 2.0 ya era Bev).
Mientras trato de no distraerme con el maldito hábito que tiene Ben de mordisquearse los labios, cosa que era difícil cuando momentos atrás me hablaba de un trío, me encojo de hombros porque es inevitable prestarle atención a lo que dicen. Ya no me afectaba, pero era imposible no andar escuchando lo que se decía. - La señora Robinson me preguntó dónde se hacían las orgías y creo que me traumé de por vida luego de eso. - un escalofrío me recorre por el cuerpo y pongo una expresión de asco de tan solo pensar en por qué quería saber eso. Nada mejor para bajar el líbido que una vieja cachonda queriendo experimentar cosas nuevas... - Creo que está enamorada de ti, Ben... Ya puedes decirle a tu padre que vas a sentar cabeza con ella y que no tiene que preocuparse por nada más. - bromeo de manera infantil.
Loop infinito, es un buen modo de describirlo, sí. Ruedo los ojos con todo el asunto de su amenaza porque a estas alturas no sé si tomármelas en serio o no, pero lo que más me llama la atención es su modo de reírse de mí por algo que no comprendo. Lo que no me espero en realidad es que hable de mi culo y de Seth de esa forma, en especial lo segundo. ¿Desde cuando a Ava le calienta Seth? La idea hace que la mire como si me hubiese pegado una bofetada, abriendo mis ojos de par en par de manera que siento que ocupan más de la mitad de mi cara — ¿Seth? ¿El más apuesto de todos? — dejo salir sin pensarlo — O sea… ¿Seth? — esto es como cuando tenía quince años y todas se fijaban en él porque era el alto, rico y famoso; bueno, yo lo había sido antes (sin la parte de lo alto) pero en ese momento no me interesaban las chicas, así que cuando me hablaban no les daba tanta importancia. Pero… ¿Ava cree que Seth es el “más apuesto de todos”? ¿Es en serio? Sin darme cuenta estoy arrugando la nariz como si me hubiesen puesto una pila de mierda debajo.
No sé si es porque todavía pienso en lo que acaba de decir o porque hace años he decidido ignorar las estupideces de Eowyn, pero respondo a sus dudas sobre las revistas con un encogimiento indiferente de hombros — Si las encuentras, te mato si se las das a Beverly — lo último que necesito es a mi “hija” con material de mis años de fama en sus manos.
Me estremezco con un espasmo de impresión porque la idea de la señora Robinson queriendo acostarse con alguno de nosotros era una imagen mental que no deseaba en lo absoluto y como si fuésemos dos niños hablando de cosas indebidas, miro alrededor rogando que nadie nos esté escuchando — Oh, cállate — su hermanastro de hace unos años atrás toma posesión total de mí al responderle aquello en tono de fastidio, aunque termino soltando una pequeña sonrisa en su dirección — No creo que mi padre ande tan desesperado por mi soltería como para desear que siente cabeza con ella. Aunque todavía no le he contado lo de Ali… — me interrumpo a media frase y la observo con expresión meditabunda, tratando de recordar si le he dicho lo de Alice o no. O lo que sea que tengamos; da igual, tampoco lo estuve ocultando.
Le doy un suave empujoncito para que se mueva conmigo cuando una de las vacas se acerca, pasando por nuestro lado en busca de agua y por puro reflejo le doy una cariñosa palmada al animal. Esos segundos de silencio me hacen meditar un poco nuestra charla. ¿Está mal que Ava y yo podamos tener una relación cordial a pesar de todo? Nos pasamos años así, estoy seguro de que podremos hacerlo por el resto de nuestras vidas. Hago un enorme esfuerzo para no mirarla, quizá porque eso haría que vuelva a meditar sobre mi autocontrol luego de lo que pasó la última vez que estuvimos a solas, así que cuando hablo busco decir lo primero que se me venga a la cabeza, lo que sea — Así que… ¿Seth? — ni sé por qué digo eso. Carraspeo — Quiero decir… No, en serio. ¿Seth? — Y la mirada que le lanzo no deja bien en claro si no le creo o si no puedo creerle.
No sé si es porque todavía pienso en lo que acaba de decir o porque hace años he decidido ignorar las estupideces de Eowyn, pero respondo a sus dudas sobre las revistas con un encogimiento indiferente de hombros — Si las encuentras, te mato si se las das a Beverly — lo último que necesito es a mi “hija” con material de mis años de fama en sus manos.
Me estremezco con un espasmo de impresión porque la idea de la señora Robinson queriendo acostarse con alguno de nosotros era una imagen mental que no deseaba en lo absoluto y como si fuésemos dos niños hablando de cosas indebidas, miro alrededor rogando que nadie nos esté escuchando — Oh, cállate — su hermanastro de hace unos años atrás toma posesión total de mí al responderle aquello en tono de fastidio, aunque termino soltando una pequeña sonrisa en su dirección — No creo que mi padre ande tan desesperado por mi soltería como para desear que siente cabeza con ella. Aunque todavía no le he contado lo de Ali… — me interrumpo a media frase y la observo con expresión meditabunda, tratando de recordar si le he dicho lo de Alice o no. O lo que sea que tengamos; da igual, tampoco lo estuve ocultando.
Le doy un suave empujoncito para que se mueva conmigo cuando una de las vacas se acerca, pasando por nuestro lado en busca de agua y por puro reflejo le doy una cariñosa palmada al animal. Esos segundos de silencio me hacen meditar un poco nuestra charla. ¿Está mal que Ava y yo podamos tener una relación cordial a pesar de todo? Nos pasamos años así, estoy seguro de que podremos hacerlo por el resto de nuestras vidas. Hago un enorme esfuerzo para no mirarla, quizá porque eso haría que vuelva a meditar sobre mi autocontrol luego de lo que pasó la última vez que estuvimos a solas, así que cuando hablo busco decir lo primero que se me venga a la cabeza, lo que sea — Así que… ¿Seth? — ni sé por qué digo eso. Carraspeo — Quiero decir… No, en serio. ¿Seth? — Y la mirada que le lanzo no deja bien en claro si no le creo o si no puedo creerle.
Cuando me refería a que Ben era básico, claramente estaba apelando a que su ego funcionaba de la misma manera que el de cualquier hombre; era un desafío estar en la misma habitación con Cale y él realizando la misma tarea, y no rodar los ojos al menos una docena de veces con sus "yo la tengo más grande" implícitos. Sin embargo, su asombro en cierta forma me toma por sorpresa y en seguida sonrío igual que el Gato de Cheshire. - Sí bonito, Seth. ¿Acaso conoces a más de uno? - pregunto alzando involuntariamente una de mis cejas sin dejar de sonreír en lo absoluto. Siempre me había divertido diciéndole a mi hermano que Ben era mejor en X o Y cosa, pero no había explorado el elevar a Seth ante los ojos de Ben... Y justo cuando empezaba a creer que las diversiones estaban escaseando.
- Más razones para encontrarlas... - comento como si de verdad hiciese falta. En mi mente su amenaza se tradujo como desafío y lamentablemente no podía rechazar los desafíos; mucho menos si venían de mi hermanastro, y todavía peor si significaban un beneficio para mí. Si llegaba a encontrar esas revistas, no solamente las vería Bev, me haría cargo de ello... o se las mostraría a Eowyn, seguro que eso bastaba para que volvieran a circular en todo el distrito.
Dejo soltar un bufido que espero que suene tan divertido como se siente cuando Ben se interrumpe a mitad de la oración. ¿Acaso cree que me va a lastimar o algo así? - Puedes decirlo tranquilo. No me vas a romper el corazón. - bufo con gracia a la par que ruedo los ojos. Claro que luego caigo en lo que ha dicho y frunzo el ceño con extrañeza. - Espera, ¿de verdad piensas en sentar cabeza? - No me sorprendería que quisiera hacerlo con Alice si no fuera porque la idea de Ben sentando cabeza con alguien se me hacía de lo más extraña.
Trastabillo un poco cuando me empuja para dejar pasar al bovino y lo codeo en las costillas como represalia cuando logro estabilizarme un poco. Da igual, no lo siente, pero es una acto reflejo que me sale por inercia; cosa que si me lo ponía a pensar, decía mucho de mi persona. Mis actos involuntarios solían ser golpear a la gente, dar puteadas, o dispararle a algo; y en estos momentos no sabía diferenciar si esos comportamientos eran culpa de Echo o de mi hermanastro.
Que vuelva a retomar el tema de Seth sí me toma desprevenida y esta vez no puedo evitar la caracajada que se me escapa desde lo más profundo de mi ser. Me lloran los ojos de tanto reírme y tengo que llevar una mano a mi estómago porque ha comenzado a dolerme. - Sí, en serio: Seth. Oh vamos, no puedes decirme que no es atractivo y seductor. No es nada contra ti, ya charlamos el asunto de que estás más que bueno y todo eso, pero... - La verdad es que ni yo sabía porque Seth me parecía más fácil a la vista, pero tampoco es que hubiese una competencia entre los dos, eran... ¿bellezas diferentes?
- Más razones para encontrarlas... - comento como si de verdad hiciese falta. En mi mente su amenaza se tradujo como desafío y lamentablemente no podía rechazar los desafíos; mucho menos si venían de mi hermanastro, y todavía peor si significaban un beneficio para mí. Si llegaba a encontrar esas revistas, no solamente las vería Bev, me haría cargo de ello... o se las mostraría a Eowyn, seguro que eso bastaba para que volvieran a circular en todo el distrito.
Dejo soltar un bufido que espero que suene tan divertido como se siente cuando Ben se interrumpe a mitad de la oración. ¿Acaso cree que me va a lastimar o algo así? - Puedes decirlo tranquilo. No me vas a romper el corazón. - bufo con gracia a la par que ruedo los ojos. Claro que luego caigo en lo que ha dicho y frunzo el ceño con extrañeza. - Espera, ¿de verdad piensas en sentar cabeza? - No me sorprendería que quisiera hacerlo con Alice si no fuera porque la idea de Ben sentando cabeza con alguien se me hacía de lo más extraña.
Trastabillo un poco cuando me empuja para dejar pasar al bovino y lo codeo en las costillas como represalia cuando logro estabilizarme un poco. Da igual, no lo siente, pero es una acto reflejo que me sale por inercia; cosa que si me lo ponía a pensar, decía mucho de mi persona. Mis actos involuntarios solían ser golpear a la gente, dar puteadas, o dispararle a algo; y en estos momentos no sabía diferenciar si esos comportamientos eran culpa de Echo o de mi hermanastro.
Que vuelva a retomar el tema de Seth sí me toma desprevenida y esta vez no puedo evitar la caracajada que se me escapa desde lo más profundo de mi ser. Me lloran los ojos de tanto reírme y tengo que llevar una mano a mi estómago porque ha comenzado a dolerme. - Sí, en serio: Seth. Oh vamos, no puedes decirme que no es atractivo y seductor. No es nada contra ti, ya charlamos el asunto de que estás más que bueno y todo eso, pero... - La verdad es que ni yo sabía porque Seth me parecía más fácil a la vista, pero tampoco es que hubiese una competencia entre los dos, eran... ¿bellezas diferentes?
La cara que le pongo deja muy en claro que si se le ocurre buscar esas revistas voy a matarla, aunque conociendo a Ava no me va a tomar en serio ni en un millón de años. Como sea, lo que sigue me deja bien en claro que lo de Alice no le pasó desapercibido y como sospechaba ya lo sabe, lo cual no me sorprende; si vamos al caso, los tres vivimos juntos y eso significa que de seguro algo habrá visto, aunque no me atrevo a preguntar qué con exactitud — Créeme, sé muy bien que no te rompería el intento de corazón que tienes — la molesto, aunque es obvio que no estoy hablando totalmente en serio. La pregunta me toma desprevenido y la miro con un parpadeo de perplejidad, tardándome más de lo que debería en responder — ¿Si? Bueno, no sé, no tengo idea de qué es lo que tenemos — alzo mis hombros de forma exagerada en un gesto de “ni idea” — Ni siquiera sé si cuenta como una relación en sí. Solo… bueno, ya sabes, “estamos” — no quiero decirle en toda la cara lo que hacemos con Alice, aunque supongo que puede entenderlo perfectamente, sumando todo el lado sentimental.
Ruedo los ojos cuando siento ese golpecito, pero toda mi atención se la lleva el modo que tiene de reírse de mí y poco me falta para no meterle algo en la boca para que se calle. ¿Atractivo? ¿Seductor? ¿Qué carajos? — Que Sophia no te escuche — es lo primero que me sale decir, sabiendo que mi buena amiga puede ser la cosa más buena del mundo, pero que no le haría gracia oír esas palabras sobre su esposo en la boca de otra mujer, aunque ésta sea Ava.
Lo pienso un momento, tratando de hacerme la idea. Seth es Seth, ha sido mi amigo desde hace tanto tiempo y pasamos por tantas cosas juntos que no sé bien cómo es verlo desde los ojos de alguien más. Me rasco la nuca, justo ahí donde tengo un picor molesto que no sé que significa, pero que me produce un calor insoportable — Si tú lo dices… — jamás me he considerado la persona más atractiva del mundo y a decir verdad, nunca me importó. Bueno, quizá me molestaba cuando estaba con las inseguridades de la adolescencia, pero por lo demás siempre ha sido un tema en el cual no he pensado. ¿Y por qué me importa lo que Ava piense al respecto? Refunfuño algo para mí mismo que ni sé que es pero creo que es una mezcla de un bufido y un “lo que sea” y tomo los recipientes vacíos para dejarlos en el pequeño establo, empezando a caminar hacia allí — Pregunta. ¿Estuviste conmigo porque no te lo podías tirar? — ¿Qué? ¿Por qué dije eso? Arrugo el rostro al odiarme por abrir la boca y sacudo la cabeza, apretando el paso — Olvida que dije eso, fue una estupidez.
Ruedo los ojos cuando siento ese golpecito, pero toda mi atención se la lleva el modo que tiene de reírse de mí y poco me falta para no meterle algo en la boca para que se calle. ¿Atractivo? ¿Seductor? ¿Qué carajos? — Que Sophia no te escuche — es lo primero que me sale decir, sabiendo que mi buena amiga puede ser la cosa más buena del mundo, pero que no le haría gracia oír esas palabras sobre su esposo en la boca de otra mujer, aunque ésta sea Ava.
Lo pienso un momento, tratando de hacerme la idea. Seth es Seth, ha sido mi amigo desde hace tanto tiempo y pasamos por tantas cosas juntos que no sé bien cómo es verlo desde los ojos de alguien más. Me rasco la nuca, justo ahí donde tengo un picor molesto que no sé que significa, pero que me produce un calor insoportable — Si tú lo dices… — jamás me he considerado la persona más atractiva del mundo y a decir verdad, nunca me importó. Bueno, quizá me molestaba cuando estaba con las inseguridades de la adolescencia, pero por lo demás siempre ha sido un tema en el cual no he pensado. ¿Y por qué me importa lo que Ava piense al respecto? Refunfuño algo para mí mismo que ni sé que es pero creo que es una mezcla de un bufido y un “lo que sea” y tomo los recipientes vacíos para dejarlos en el pequeño establo, empezando a caminar hacia allí — Pregunta. ¿Estuviste conmigo porque no te lo podías tirar? — ¿Qué? ¿Por qué dije eso? Arrugo el rostro al odiarme por abrir la boca y sacudo la cabeza, apretando el paso — Olvida que dije eso, fue una estupidez.
Pongo la mejor expresión de dolor falsa que puedo tener, y me llevo la mano al pecho para acrecentar el gesto en lo que dice algo sobre mi intento de corazón. No es que jamás podría sentirme ofendida por eso, mi falta de sentimentalismo no era sorpresa para nadie ni mucho menos para mí, así que simplemente termino soltando una risa idiota que deja aún más en claro que todo me parece simplemente divertido. - Ya, ya. No tienes que tratar de explicar nada. Se entiende que te gusta, y por el "estamos" supongo que debe coger bien. - suelto con simpleza. Después de todo ya estaba grande como para entender las mecánicas de una cuasi-relación y cómo debía interpretarse la misma. Básicamente su traducción es un: vamos viendo que se da, la pasamos bien y ya. Algo que si era sincera conmigo misma, me hubiese encantado tener con Ben si no fuese porque bueno... mi madre había decidido tiempo atrás que los genes Franco valían la pena y bueno, ya todos conocían esa historia.
- Soy sincera pero no idiota. - respondo cuando mi risa cede un poco y puedo tomar aire para hablar sin ahogarme con mis propias palabras. Había compartido suficiente tiempo con Soph para saber como podía tomarse mis opiniones acerca de su marido, y la verdad no quería que además de ser promiscua e incestuosa se sumase rompe-hogares a la pila de rumores que venía acumulando a mis espaldas. No que Sophia fuera a creerlo, pero mi madre era capaz, y lo último que quería era otro sermón incriminatorio acerca de mis no actividades sexuales.
Rodando los ojos esta vez con exasperación, palmeo a Ben en el brazo como si de un gesto de consuelo se tratase. ¿Realmente tendríamos de vuelta la charla de qué ambos nos considerábamos atractivos y toda la bola? - No soy la única que lo dice. - Aclaro más para mi misma que para él, pero perfectamente consciente de que es capaz de escucharme. Claro que su siguiente pregunta me frena en seco y suelto un "¿DE VERDAD?" que no alcanza para cubrir la indignación que empieza a aflorar en mí. Acorto los pasos que nos separan a trote veloz y toma mucha fuerza de voluntad el no patearlo directo en la entrepierna por su insinuación. - Claro que fue una estupidez, y realmente me fastidia que pienses eso de mí, aunque haya sido por unos segundos. La puta madre Ben, creí que nos habíamos sincerado bastante la otra vez como para que salgas con esta tontería. - Además, dejando de lado que pudiese realmente pensar que era tan calculadora y despechada, ni siquiera debía importarle, ¿estaba con Alice, no? - ¿Acaso debo preguntarte si estuviste conmigo porque te cansaste de tirarte a Eowyn? Que idiotez...- Termino enojándome aún más por recordar que solo segundos atrás me estaba riendo a carcajada limpia antes de su estúpido ataque de celos. - Aguarda... ¿estás celoso?
- Soy sincera pero no idiota. - respondo cuando mi risa cede un poco y puedo tomar aire para hablar sin ahogarme con mis propias palabras. Había compartido suficiente tiempo con Soph para saber como podía tomarse mis opiniones acerca de su marido, y la verdad no quería que además de ser promiscua e incestuosa se sumase rompe-hogares a la pila de rumores que venía acumulando a mis espaldas. No que Sophia fuera a creerlo, pero mi madre era capaz, y lo último que quería era otro sermón incriminatorio acerca de mis no actividades sexuales.
Rodando los ojos esta vez con exasperación, palmeo a Ben en el brazo como si de un gesto de consuelo se tratase. ¿Realmente tendríamos de vuelta la charla de qué ambos nos considerábamos atractivos y toda la bola? - No soy la única que lo dice. - Aclaro más para mi misma que para él, pero perfectamente consciente de que es capaz de escucharme. Claro que su siguiente pregunta me frena en seco y suelto un "¿DE VERDAD?" que no alcanza para cubrir la indignación que empieza a aflorar en mí. Acorto los pasos que nos separan a trote veloz y toma mucha fuerza de voluntad el no patearlo directo en la entrepierna por su insinuación. - Claro que fue una estupidez, y realmente me fastidia que pienses eso de mí, aunque haya sido por unos segundos. La puta madre Ben, creí que nos habíamos sincerado bastante la otra vez como para que salgas con esta tontería. - Además, dejando de lado que pudiese realmente pensar que era tan calculadora y despechada, ni siquiera debía importarle, ¿estaba con Alice, no? - ¿Acaso debo preguntarte si estuviste conmigo porque te cansaste de tirarte a Eowyn? Que idiotez...- Termino enojándome aún más por recordar que solo segundos atrás me estaba riendo a carcajada limpia antes de su estúpido ataque de celos. - Aguarda... ¿estás celoso?
Creo que es muy obvio que no pienso responder todo el asunto de cómo es Alice en la cama pero me muerdo la punta de la lengua para ahorrarme esos comentarios — La señora Robinson no cuenta — no sé quien anda diciendo que Seth es atractivo aparte de Ava y su mujer, nunca me he metido en charlas del sexo femenino, aunque creo que Eowyn tuvo sus momentos donde pensaba lo mismo; aunque es Eowyn y le da a todo lo que se le cruce así que jamás la tomé en serio. ¿Y por qué ando haciendo una lista mental de esto?
Su indignación hace que empiece a caminar más rápido hasta meterme al establo porque la conozco lo suficiente como para saber que después de ese tono viene un golpe. Dejo los recipientes con algo de brusquedad, haciendo que se tambaleen y choquen entre ellos con un ruido sordo y volteo el rostro hacia ella con la frente tan arrugada que por un momento creo que me voy a poner viejo en segundos — ¡Claro que no! Sabes bien que lo hice porque quería hacerlo — creo que jamás le he dicho tan claro un “te tenía ganas” en toda la cara, pero da igual porque en un segundo me hace un reproche que me suelta sin pensarlo un “pff”, revoleando los ojos con suma exageración — ¿Celoso, yo? No he tenido celos en toda mi vida…
Mentira monumental. La primera vez que sentí celos fue cuando Amelie bailó en nuestra coronación con ese muchacho del capitolio. La segunda vez fue cuando supe que Seth y Sophia tenían secretos y la tercera, cuando ella estaba demasiado amiga de Cale. La lista sigue, pero ha pasado tanto tiempo que ni me acuerdo cómo se sentía. Quizá era muy parecido a ese picor detrás de las orejas que me hace latir la sien — ¿Por qué debería sentir celos? Seth es mi mejor amigo y tú y yo no somos nada — salvo hermanastros, como nuestros padres se encargaron bien en remarcar — lo que pasó entre nosotros no fue nada más que físico. Ni siquiera me importa. Fue solo una noche que tenía ganas, una nimiedad de hace años — tampoco sé por qué dije eso, pero es lo primero que me brota, como cuando eres niño y quieres minimizar algo que te molesta para asegurarte de que es así.
Y sé que ha sonado horrible. Lo demuestro cuando deshago la tensión de mis músculos y dejo caer los hombros en un gesto desganado, bajando la mirada en una expresión de arrepentimiento que se subraya con el cambio de peso de un pie al otro y mi manera de frotarme el pecho con lentitud — No quise decirlo. No así, ya sabes.
Su indignación hace que empiece a caminar más rápido hasta meterme al establo porque la conozco lo suficiente como para saber que después de ese tono viene un golpe. Dejo los recipientes con algo de brusquedad, haciendo que se tambaleen y choquen entre ellos con un ruido sordo y volteo el rostro hacia ella con la frente tan arrugada que por un momento creo que me voy a poner viejo en segundos — ¡Claro que no! Sabes bien que lo hice porque quería hacerlo — creo que jamás le he dicho tan claro un “te tenía ganas” en toda la cara, pero da igual porque en un segundo me hace un reproche que me suelta sin pensarlo un “pff”, revoleando los ojos con suma exageración — ¿Celoso, yo? No he tenido celos en toda mi vida…
Mentira monumental. La primera vez que sentí celos fue cuando Amelie bailó en nuestra coronación con ese muchacho del capitolio. La segunda vez fue cuando supe que Seth y Sophia tenían secretos y la tercera, cuando ella estaba demasiado amiga de Cale. La lista sigue, pero ha pasado tanto tiempo que ni me acuerdo cómo se sentía. Quizá era muy parecido a ese picor detrás de las orejas que me hace latir la sien — ¿Por qué debería sentir celos? Seth es mi mejor amigo y tú y yo no somos nada — salvo hermanastros, como nuestros padres se encargaron bien en remarcar — lo que pasó entre nosotros no fue nada más que físico. Ni siquiera me importa. Fue solo una noche que tenía ganas, una nimiedad de hace años — tampoco sé por qué dije eso, pero es lo primero que me brota, como cuando eres niño y quieres minimizar algo que te molesta para asegurarte de que es así.
Y sé que ha sonado horrible. Lo demuestro cuando deshago la tensión de mis músculos y dejo caer los hombros en un gesto desganado, bajando la mirada en una expresión de arrepentimiento que se subraya con el cambio de peso de un pie al otro y mi manera de frotarme el pecho con lentitud — No quise decirlo. No así, ya sabes.
Claro que sabía el por qué ambos hicimos lo que hicimos, a eso me refería cuando decía que era una idiotez que pensara que me había acostado con él solo porque Seth no era una opción, ¡ese era el punto de la comparación! Yo no estaba loca, sabía que cuando habíamos hablado de esto la primera vez, habíamos aclarado que no había sido por falta de opciones ni nada similar ¿no? Por esa misma razón me molestaba tanto que me preguntase eso mismo, cuando nada había más lejos de la verdad.
Estaba por aclarar que a eso mismo me estaba refiriendo, que ambos fuimos personas adultas y conscientes de nuestros actos cuando enseguida se pone a la defensiva por mi comentario de sus celos. Y duele... no se por qué mierda, pero sus palabras duelen como la puta madre. No la parte de que fuera solo algo físico, una noche en la que, bueno: se dio; eso lo tenía en claro. Pero que diga que no somos nada, que no le importaba, una nimiedad. - Menos mal que solo momentos atrás éramos... ¿cómo habías dicho? ah, sí: amigos, hermanos, amantes de una noche. - no logro contener las palabras y no se si es más evidente el dolor o el sarcasmo que hay en ellas. - Creí que habíamos dejado todo en claro entre nosotros, al parecer no...
No hay que ser genio para notar que se arrepiente de sus palabras, pero lo que dijo dicho está, y sea que quiso o no decirlo, el puto pinchazo en el centro de mi pecho sigue jodiendo. Lo bueno es que no se si es por terquedad o por mero orgullo, pero no siento ni la necesidad ni las ganas de llorar que normalmente acompañarían este tipo de situación. - No Ben, no sé. Si no es así, ¿cómo querías decirlo? ¿con una carta? - ¿O tal vez esperaba a que mi madre lo presionase lo suficiente y se lo terminase diciendo primero a ella. - ¿Y la otra noche qué? Hazme un favor, la próxima que quieras saciar un antojo nocturno, busca otra nimiedad.
Estaba por aclarar que a eso mismo me estaba refiriendo, que ambos fuimos personas adultas y conscientes de nuestros actos cuando enseguida se pone a la defensiva por mi comentario de sus celos. Y duele... no se por qué mierda, pero sus palabras duelen como la puta madre. No la parte de que fuera solo algo físico, una noche en la que, bueno: se dio; eso lo tenía en claro. Pero que diga que no somos nada, que no le importaba, una nimiedad. - Menos mal que solo momentos atrás éramos... ¿cómo habías dicho? ah, sí: amigos, hermanos, amantes de una noche. - no logro contener las palabras y no se si es más evidente el dolor o el sarcasmo que hay en ellas. - Creí que habíamos dejado todo en claro entre nosotros, al parecer no...
No hay que ser genio para notar que se arrepiente de sus palabras, pero lo que dijo dicho está, y sea que quiso o no decirlo, el puto pinchazo en el centro de mi pecho sigue jodiendo. Lo bueno es que no se si es por terquedad o por mero orgullo, pero no siento ni la necesidad ni las ganas de llorar que normalmente acompañarían este tipo de situación. - No Ben, no sé. Si no es así, ¿cómo querías decirlo? ¿con una carta? - ¿O tal vez esperaba a que mi madre lo presionase lo suficiente y se lo terminase diciendo primero a ella. - ¿Y la otra noche qué? Hazme un favor, la próxima que quieras saciar un antojo nocturno, busca otra nimiedad.
Esperaba muchas cosas: un insulto, un golpe, que diese media vuelta y se marche, pero si hay algo que no esperaba era que hablase en ese tono. ¿Es enfado, dolor o ambas? Mis ojos se ponen casi chinos porque no la reconozco, dudando por un momento de cómo debo actuar, en especial porque dentro de mí sé que he abierto la boca de una manera que no lo deseaba y que todo ha sido para cubrirme a mí mismo. Pero que estupidez. ¿No soy un adulto? ¿Por qué hago o digo cosas que siempre terminan por valerme una mala pata?
Sacudo la cabeza de forma insistente y doy un paso hacia ella, con una mano que duda en el aire si tocarla o no — Ava, sabes que no es así — no quiero entrar en un terreno que no es conveniente para nadie pero ella continúa hablando de tal manera que tengo la necesidad de meterme bajo la capa de invisibilidad. Por un momento abro y cierro la boca hasta que veo a Arion ingresar al establo con toda la tranquilidad del mundo, relinchando vaya a saber por qué — ¡Ahora no! — le exclamo al caballo, que se detiene moviendo los pelos de su cola de un lado al otro para espantar a las moscas y como si me hubiese entendido, da la media vuelta.
Cuando me volteo nuevamente hacia la rubia, no sé si estoy consumido por la vergüenza, el enojo o la angustia, o quizá un poquito de todas — Sabes muy bien que para mí no eres una nimiedad. La otra noche fue… — resoplo, tratando de encontrar exactamente las palabras que busco, no muy seguro de cuales son — Sabes que me importas. Nos conocemos hace siglos, por todos los cielos, eres una parte básica de mi vida. ¿Y crees que no me interesas? Lo que pasó el otro día no tiene nada que ver… ¿Qué quieres que te diga? — suelto finalmente, algo desesperado como si quisiera que me diese una guía de lo que tengo que decir — Yo también fui solo una noche para ti, eso siempre estuvo claro. ¿Por qué estamos discutiendo esto entonces? ¿Por qué te importa? Si para ninguno significó nada más que eso.
¿Tengo que pedirle disculpas por algo que los dos sabemos que fue algo meramente físico? Me muerdo el interior de la mejilla, mirándola de arriba abajo como si midiese su próxima acción, cosa que tratándose de ella es casi imposible — No quise decir que no eres nada para mí. Solo que… bueno, básicamente quise decir que no tengo ningún derecho a tener celos — y como si hubiese corrido una carrera eterna que me agotó hasta lo más profundo, me dejo caer en un banquito cercano con un resoplido.
Sacudo la cabeza de forma insistente y doy un paso hacia ella, con una mano que duda en el aire si tocarla o no — Ava, sabes que no es así — no quiero entrar en un terreno que no es conveniente para nadie pero ella continúa hablando de tal manera que tengo la necesidad de meterme bajo la capa de invisibilidad. Por un momento abro y cierro la boca hasta que veo a Arion ingresar al establo con toda la tranquilidad del mundo, relinchando vaya a saber por qué — ¡Ahora no! — le exclamo al caballo, que se detiene moviendo los pelos de su cola de un lado al otro para espantar a las moscas y como si me hubiese entendido, da la media vuelta.
Cuando me volteo nuevamente hacia la rubia, no sé si estoy consumido por la vergüenza, el enojo o la angustia, o quizá un poquito de todas — Sabes muy bien que para mí no eres una nimiedad. La otra noche fue… — resoplo, tratando de encontrar exactamente las palabras que busco, no muy seguro de cuales son — Sabes que me importas. Nos conocemos hace siglos, por todos los cielos, eres una parte básica de mi vida. ¿Y crees que no me interesas? Lo que pasó el otro día no tiene nada que ver… ¿Qué quieres que te diga? — suelto finalmente, algo desesperado como si quisiera que me diese una guía de lo que tengo que decir — Yo también fui solo una noche para ti, eso siempre estuvo claro. ¿Por qué estamos discutiendo esto entonces? ¿Por qué te importa? Si para ninguno significó nada más que eso.
¿Tengo que pedirle disculpas por algo que los dos sabemos que fue algo meramente físico? Me muerdo el interior de la mejilla, mirándola de arriba abajo como si midiese su próxima acción, cosa que tratándose de ella es casi imposible — No quise decir que no eres nada para mí. Solo que… bueno, básicamente quise decir que no tengo ningún derecho a tener celos — y como si hubiese corrido una carrera eterna que me agotó hasta lo más profundo, me dejo caer en un banquito cercano con un resoplido.
¿Quién se creía que era para tratar así a MI caballo? ¿No le había bastado con reducirme figurativamente a la nada? Sí, sí, estaba exagerando, pero no me importaba ni mierda exagerar cuando me sentía como me sentía. Mandíbula apretada hasta el punto en el que sabía que mañana me dolería por la fuerza que ejercían mis dientes los unos contra los otros; las manos crispadas, la postura de un gato enfadado... Tengo que respirar profundo varias veces para poder centrarme en escucharlo porque lo que menos quería hacer era seguir allí. Pero no, no pensaba darle el gusto y quedar como una idiota cobarde sentimental.
Verlo balbucear no me causa la misma sensación de satisfacción que me genera en otras ocasiones y tengo que centrarme en escuchar cuidadosamente sus palabras para no buscarle mil sentidos diferentes a cosas como "básico", que puede interpretarse de una manera completamente diferente a lo que sé que quiere decir. Al final también termino resoplando con resignación, y aunque el dolor persiste, creo haber bajado de la montaña de emociones a las que me subí sola. - No se, ¿qué tal si me dices lo que sí querías decir? - Inspiro nuevamente, y suelto el aire que sale casi de manera temblorosa. - Me importa porque al menos cuando lo hablamos la vez pasada, me sentí una mina al menos atrayente, sino deseada. Ahora lo hiciste sonar... no se, como si fuera un consolador que estaba a mano para usarse y listo.
Cruzo mis brazos por sobre mi pecho y lo observo mientras se deja caer, rendido por... ¿por qué? - No quisiste decirlo, pero lo dijiste. Mira Ben, tengo en claro que lo que pasó fue físico y ya, no hace falta que quieras pasarme la pelota a mí también. - Lo acuso, porque se siente como si al estar en falta, también me quisiera poner en falta a mí. - Pero eso no te descarta como persona a mis ojos y en mi vida podría decir que fuiste una nimiedad. Me importa poco el comentario idiota acerca de los celos, los celos se sienten por cualquier estupidez; si no estuviese tan enojada me habría molestado que Arion te hiciera caso sin rechistar y a la primera, pero ese no es el punto. - Ni siquiera yo sabía cual era el punto. Lo único que tenía en claro era que me sentía para la mierda por un chiste pelotudo que ya no iba al caso para nada. -Pero lo que dijiste y lo que quisiste decir distan tanto lo uno del otro que ya no se hasta que punto piensas de verdad una cosa o la otra.
¿Qué esperaba ahora? Parecía que los dos estábamos de acuerdo, como la mayoría de las veces, pero aún así encontrábamos como pelear sobre el mismo asunto. Me había acercado para arreglar un poco el como habían quedado las cosas antes, y al final terminábamos peor que como estábamos. Simplemente genial.
Verlo balbucear no me causa la misma sensación de satisfacción que me genera en otras ocasiones y tengo que centrarme en escuchar cuidadosamente sus palabras para no buscarle mil sentidos diferentes a cosas como "básico", que puede interpretarse de una manera completamente diferente a lo que sé que quiere decir. Al final también termino resoplando con resignación, y aunque el dolor persiste, creo haber bajado de la montaña de emociones a las que me subí sola. - No se, ¿qué tal si me dices lo que sí querías decir? - Inspiro nuevamente, y suelto el aire que sale casi de manera temblorosa. - Me importa porque al menos cuando lo hablamos la vez pasada, me sentí una mina al menos atrayente, sino deseada. Ahora lo hiciste sonar... no se, como si fuera un consolador que estaba a mano para usarse y listo.
Cruzo mis brazos por sobre mi pecho y lo observo mientras se deja caer, rendido por... ¿por qué? - No quisiste decirlo, pero lo dijiste. Mira Ben, tengo en claro que lo que pasó fue físico y ya, no hace falta que quieras pasarme la pelota a mí también. - Lo acuso, porque se siente como si al estar en falta, también me quisiera poner en falta a mí. - Pero eso no te descarta como persona a mis ojos y en mi vida podría decir que fuiste una nimiedad. Me importa poco el comentario idiota acerca de los celos, los celos se sienten por cualquier estupidez; si no estuviese tan enojada me habría molestado que Arion te hiciera caso sin rechistar y a la primera, pero ese no es el punto. - Ni siquiera yo sabía cual era el punto. Lo único que tenía en claro era que me sentía para la mierda por un chiste pelotudo que ya no iba al caso para nada. -Pero lo que dijiste y lo que quisiste decir distan tanto lo uno del otro que ya no se hasta que punto piensas de verdad una cosa o la otra.
¿Qué esperaba ahora? Parecía que los dos estábamos de acuerdo, como la mayoría de las veces, pero aún así encontrábamos como pelear sobre el mismo asunto. Me había acercado para arreglar un poco el como habían quedado las cosas antes, y al final terminábamos peor que como estábamos. Simplemente genial.
Cuando empiezo a entender lo que le molesta tengo que ahorrarme las ganas que me salen de querer reírme en su cara, aunque los ánimos los tengo por el suelo así que solo termina siendo una mueca parecida a una sonrisa burlesca — ¿De verdad afecto a tu ego de esa manera? — le pregunto, rodando un poco los ojos ante esa estupidez — Sabes muy bien que te tengo ganas desde que empecé a verte con otros ojos — apenas lo digo me arrepiento, en especial porque sé que hablé en presente y no en pasado, por lo que tuerzo la boca hacia un lado en mi arrepentimiento, pero la franqueza suele ser mi fuerte.
Si hubiese sido otro momento me hubiera burlado de su molestia por mi facilidad con el caballo, pero en lugar de eso incorporo mi espalda hasta apoyarme en la madera que tengo detrás, sin levantarme y la veo mejor, en parte porque tiene la altura gusta para mirar sus ojos sin la necesidad de ponerme de pie. ¿De verdad va a darle vueltas al asunto? Mujeres, todas iguales; no puedes decirles una cosa que empezarán a tirar de todos los hilos hasta tener cada sílaba analizada — Lo siento por no saber expresarme. ¿De acuerdo? Si te soy honesto, fue una de las mejores noches que tuve en mi vida — diferente a las otras, quizá por ese pequeño bocado de adrenalina producido por lo prohibido — Y si te interesa saberlo, jamás voy a perdonar a Eowyn por haber arruinado algo que esperé que pasara por cuatro años.
Decirlo en voz alta me hace sentir ridículo y lento, en especial porque sé que hemos perdido el tiempo cuando los dos deseábamos lo mismo. No, jamás voy a comprender bien del todo qué es lo que me atrae exactamente de Ava; sé que la considero atractiva, pero creo que va más allá de eso. Mientras que con Alice la conexión es cómoda e intensa en otros niveles, con mi hermanastra parece ser una cuestión de piel: es como si no pudiésemos compartir el mismo aire sin buscarnos el uno al otro por deporte.
Es tonto, pero para evitar cualquier movimiento del que pueda arrepentirme me cruzo de brazos sobre el pecho y escondo las manos debajo de las axilas, sentándome como un niño en penitencia — Tú no eres una nimiedad. Jamás pensaría eso. Pero los dos sabemos… No significó nada — sé que fue su primer beso, sé que fue su primera vez, pero siempre lo miramos con los mismos ojos. No sé por qué se enfada tanto. Entonces, mis ojos se mueven hasta mirarla y mi boca primero se abre en forma de “oh” al inflar mi pecho y luego, ladeo la cabeza muy lentamente hasta torcer la boca — Te gusto — y no, no es una pregunta, sino que se debate entre una afirmación y una burla.
Si hubiese sido otro momento me hubiera burlado de su molestia por mi facilidad con el caballo, pero en lugar de eso incorporo mi espalda hasta apoyarme en la madera que tengo detrás, sin levantarme y la veo mejor, en parte porque tiene la altura gusta para mirar sus ojos sin la necesidad de ponerme de pie. ¿De verdad va a darle vueltas al asunto? Mujeres, todas iguales; no puedes decirles una cosa que empezarán a tirar de todos los hilos hasta tener cada sílaba analizada — Lo siento por no saber expresarme. ¿De acuerdo? Si te soy honesto, fue una de las mejores noches que tuve en mi vida — diferente a las otras, quizá por ese pequeño bocado de adrenalina producido por lo prohibido — Y si te interesa saberlo, jamás voy a perdonar a Eowyn por haber arruinado algo que esperé que pasara por cuatro años.
Decirlo en voz alta me hace sentir ridículo y lento, en especial porque sé que hemos perdido el tiempo cuando los dos deseábamos lo mismo. No, jamás voy a comprender bien del todo qué es lo que me atrae exactamente de Ava; sé que la considero atractiva, pero creo que va más allá de eso. Mientras que con Alice la conexión es cómoda e intensa en otros niveles, con mi hermanastra parece ser una cuestión de piel: es como si no pudiésemos compartir el mismo aire sin buscarnos el uno al otro por deporte.
Es tonto, pero para evitar cualquier movimiento del que pueda arrepentirme me cruzo de brazos sobre el pecho y escondo las manos debajo de las axilas, sentándome como un niño en penitencia — Tú no eres una nimiedad. Jamás pensaría eso. Pero los dos sabemos… No significó nada — sé que fue su primer beso, sé que fue su primera vez, pero siempre lo miramos con los mismos ojos. No sé por qué se enfada tanto. Entonces, mis ojos se mueven hasta mirarla y mi boca primero se abre en forma de “oh” al inflar mi pecho y luego, ladeo la cabeza muy lentamente hasta torcer la boca — Te gusto — y no, no es una pregunta, sino que se debate entre una afirmación y una burla.
Era muy raro que me sintiese extremadamente indecisa con algo, pero en aquellas ocasiones en las que lo hacía, solía imaginar que dos personas tiraban de una cuerda en mi cabeza para ver quien tenía más fuerza que la otra. Ahora estaba en una situación similar; mientras que una de esas personas imaginarias (maldita sea la influencia de las Redfords) quería burlarse de Ben por su confesión, la otra quería tomar la soga de la que estaba tirando y estrangularlo con ella. ¿Mi ego? ¡No era por mi estúpido ego!... ¿O tal vez sí?
Benedicto y la recalcada concha de su madre. Se suponía que estaba enojada y dolida y quien sabe cuantas cosas más. ¿Cómo mierda hacía para sacarme de quicio tan rápido y al mismo tiempo enmendar una situación que hasta hace segundos me tenía al borde de las lágrimas? No.Tenía.Sentido. - No, no, no, no, no. No vas a arreglarlo ahora con cumplidos y palabras bien intencionadas. - Pero claro que el muy insufrible ponía cara de niño bueno, daba cumplidos y de golpe todo lo dolida que estaba desaparece como si yo hubiese sido la bipolar que entendía mal las cosas. Cuando dice que no va a perdonar a Eowyn, las dos personas imaginarias que estaban debatiéndose en mi cabeza, parecen llegar al acuerdo de que el mejor uso para la soga es atarlo y hacer un rewind y repeat de aquella noche así que me centro nuevamente en mi enojo para descartar rápidamente esa idea. No me cuesta mucho, porque la sensación de dolor punzante vuelve a aparecer cuando repite que no significó nada y no entiendo por qué siendo que me acaba de aclarar exactamente lo que "mi ego" quería escuchar.
Y luego, ahí están. Pronuncia dos palabras que no había considerado seriamente desde que tenía once años y por unos segundos me quedo completamente en blanco. Ben me atraía, sí, todavía quería saltarle encima cada vez que se mordía el labio o aparecía con menos ropa de la cuenta, sí. Pero no me gustaba, ¿verdad? - ¡Y tú me tienes ganas! - Le devuelvo de manera completamente infantil, señalándolo con el dedo índice extendido hasta el punto en el que toco su nariz, y sin poder descifrar todavía el grado de verdad que podían tener sus palabras.
De hecho, y si lo meditaba de verdad, no quería descifrar exactamente qué grado de verdad tenían sus palabras. Preferiría, de ser posible y tener sentido común, que no me gustase Ben. Era mucho más sencillo dejar las cosas tal cual y como estaban ahora: ambos definitivamente seguros de que nos encontrábamos atraídos a nivel físico el uno por el otro y nada más. - Y no, definitivamente no me gustas. - Agrego definitivamente demasiado tarde, pero tomando esa frase como mi próxima resolución personal.
Benedicto y la recalcada concha de su madre. Se suponía que estaba enojada y dolida y quien sabe cuantas cosas más. ¿Cómo mierda hacía para sacarme de quicio tan rápido y al mismo tiempo enmendar una situación que hasta hace segundos me tenía al borde de las lágrimas? No.Tenía.Sentido. - No, no, no, no, no. No vas a arreglarlo ahora con cumplidos y palabras bien intencionadas. - Pero claro que el muy insufrible ponía cara de niño bueno, daba cumplidos y de golpe todo lo dolida que estaba desaparece como si yo hubiese sido la bipolar que entendía mal las cosas. Cuando dice que no va a perdonar a Eowyn, las dos personas imaginarias que estaban debatiéndose en mi cabeza, parecen llegar al acuerdo de que el mejor uso para la soga es atarlo y hacer un rewind y repeat de aquella noche así que me centro nuevamente en mi enojo para descartar rápidamente esa idea. No me cuesta mucho, porque la sensación de dolor punzante vuelve a aparecer cuando repite que no significó nada y no entiendo por qué siendo que me acaba de aclarar exactamente lo que "mi ego" quería escuchar.
Y luego, ahí están. Pronuncia dos palabras que no había considerado seriamente desde que tenía once años y por unos segundos me quedo completamente en blanco. Ben me atraía, sí, todavía quería saltarle encima cada vez que se mordía el labio o aparecía con menos ropa de la cuenta, sí. Pero no me gustaba, ¿verdad? - ¡Y tú me tienes ganas! - Le devuelvo de manera completamente infantil, señalándolo con el dedo índice extendido hasta el punto en el que toco su nariz, y sin poder descifrar todavía el grado de verdad que podían tener sus palabras.
De hecho, y si lo meditaba de verdad, no quería descifrar exactamente qué grado de verdad tenían sus palabras. Preferiría, de ser posible y tener sentido común, que no me gustase Ben. Era mucho más sencillo dejar las cosas tal cual y como estaban ahora: ambos definitivamente seguros de que nos encontrábamos atraídos a nivel físico el uno por el otro y nada más. - Y no, definitivamente no me gustas. - Agrego definitivamente demasiado tarde, pero tomando esa frase como mi próxima resolución personal.
Es como haber pisado el acelerador de un auto que tiene los frenos demasiado frágiles. Tengo que ponerme bizco cuando su dedo me señala con una acusación que no me molesto en negar porque ya se lo he admitido, hasta que siento como su yema me toca y suelto una risita entre dientes que deja bien en claro que me sorprende que eso es lo mejor que tenga para decirme. Me remuevo en el asiento, apoyándome en mis rodillas separadas con las manos mientras Ava parece tener un lapsus o un cortocircuito, hasta que sus últimas palabras hacen que me ponga de pie sin siquiera premeditarlo.
Creo que es la primera vez en mi vida que me doy cuenta de lo alto que soy en comparación suyo, en parte porque tengo que inclinar la cabeza para poder hablarle de cerca en un gesto que para otra persona sería amenazante, pero entre nosotros es más bien un modo de hablar sin que nadie más nos escuche — ¿Ah, no? Porque ese “y tú…” que dijiste antes, solo confirmaba lo primero — le sonrío con sorna como si hubiese ganado una competencia y doy un paso hacia ella, casi retándola a retroceder — Admítelo. Te hiere el ego porque para ti fue algo más. Llámalo un “al fin se me dio con el que me gustaba de niña” o como quieras, pero lo sabes — otro paso — Algo te pasa conmigo. No fue solo sexo… ¿O sí?
Puede que nos hayamos reducido a eso porque siempre fue la única opción, en especial como están las cosas ahora. Casi puedo sentir mi corazón latir en un extraño ritmo acelerado, sintiendo un momento la garganta seca hasta alzar el mentón para observarla desde mi altura — Quizá Seth te parezca más atractivo, pero conmigo tienes… ¿Cómo se dice? — frunzo los labios y me doy unos golpecitos en el mentón con los nudillos como si buscase la definición correcta — ¿Debilidad? Por eso te importa. Nunca ha sido “solo físico”. Si así fuese ni lo pensarías dos veces y lo dejarías pasar — ella misma lo dijo, cuando éramos niños yo le gustaba. Eso debe cambiar las cosas desde su panorama… ¿No?
Creo que es la primera vez en mi vida que me doy cuenta de lo alto que soy en comparación suyo, en parte porque tengo que inclinar la cabeza para poder hablarle de cerca en un gesto que para otra persona sería amenazante, pero entre nosotros es más bien un modo de hablar sin que nadie más nos escuche — ¿Ah, no? Porque ese “y tú…” que dijiste antes, solo confirmaba lo primero — le sonrío con sorna como si hubiese ganado una competencia y doy un paso hacia ella, casi retándola a retroceder — Admítelo. Te hiere el ego porque para ti fue algo más. Llámalo un “al fin se me dio con el que me gustaba de niña” o como quieras, pero lo sabes — otro paso — Algo te pasa conmigo. No fue solo sexo… ¿O sí?
Puede que nos hayamos reducido a eso porque siempre fue la única opción, en especial como están las cosas ahora. Casi puedo sentir mi corazón latir en un extraño ritmo acelerado, sintiendo un momento la garganta seca hasta alzar el mentón para observarla desde mi altura — Quizá Seth te parezca más atractivo, pero conmigo tienes… ¿Cómo se dice? — frunzo los labios y me doy unos golpecitos en el mentón con los nudillos como si buscase la definición correcta — ¿Debilidad? Por eso te importa. Nunca ha sido “solo físico”. Si así fuese ni lo pensarías dos veces y lo dejarías pasar — ella misma lo dijo, cuando éramos niños yo le gustaba. Eso debe cambiar las cosas desde su panorama… ¿No?
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