OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Joyce Henderson
Amber J. Pearson
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Everything Happens For A Reason
No suelo escuchar mi nombre a las 5 de la mañana con tanta insistencia, ni esa voz tan fuera de los cabales que pocas veces he oído a Amber. Por eso, en cuanto suena por primera vez, tanto Sophia como yo damos un bote en la cama producto de la sorpresa, que se pasa a la misma velocidad con la que Amber insiste. — Esa suena como amber — Porque es Amber... — Le contesto a Soph, con el mismo aspecto de dormido y desorientado que tenemos ambos extendiendo la mano hacia el espejo para ver la cara de mi amiga, cubierta de sangre. — ¡Oh, dios santo! ¿pero que te pasó? — Dejo el sueño atrás cuando el estupor ocupa su lugar. Eso es mucha sangre y además escucho de fondo los gritos de gente que no conozco.
Me pone al día de una forma escueta y bastante rápida que me deja totalmente mudo un instante. Es Soph quien al final hace las preguntas, especialmente las que se refieren a marcas en el suelo y mi madre muerta pero luego no tan muerta. Termino por levantarme escuchando sus respuestas y cambiándome de ropa, estando listo prácticamente en tres segundos. Aunque debo admitir que vestirse entres segundos de forma muggle me deja con la camisa desabrochada, el cuello metido y el pantalón sin cerrar. — Estaré allí en cinco minutos — Pero al final, no son cinco minutos lo que tardo. Primero porque Amber y el resto todavía tienen que ponerse a salvo en el doce y tardarán algunas cuantas horas moviéndose; así que mientras tanto lo único que puedo hacer desde la distancia es decirle lo que puede hacer para intentar que los heridos de más gravedad, aguanten ese paseo.
Meto el espejo al bolsillo del pantalón y salgo de casa terminando de vestirme. Todo el jaleo ha despertado a jared que se ofende bastante cuando nadie le da detalles.
Me ahorro la mitad del camino de mi casa a la de Ben apareciéndome directamente encima de su cama y de pie. Lo cual es un poco violento porque me he olvidado por completo que Alice y Murphy estaban ahí. Las despierto a ambas de un susto. — ¡Lo siento! Lo sientooo~Muph vuelve a dormir. No, no es nada. Tu vuelve a dormir. ¿Quieres ir a casa? Ya sabes que en casa hay una cama para ti — Salto del colchón al suelo. Mi tono de voz seguramente resulta convincente para la pequeña, pero dudo mucho que para su madre. De todas formas salgo a la micro sala, encontrando a Ben roncando en el sofá. Ava y Derian no están así que asumo que tienen guardia.
Le saco las mantas de encima lo cual espero que sea suficiente para al menos despertarlo. — Amber está en un lío y necesito bajar al 12. ¿Aprovechas el viaje conmigo? no quiero tener que bajar dos veces solo por tus mierdas. —
2 de diciembre | Residencias del distrito 12
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Everything Happens For A Reason
Fueron días demasiado tranquilos e increíblemente agradables. Fuera de que mi padre y yo seguimos sin hablarlos con normalidad y que algunos ojos continúan mirándome como si hubiese forzado a mi hermanastra a perder la dignidad, la verdad es que no he tenido ni un solo problema y a pesar de mis temores, no hubo ni un solo incidente con respecto a NeoPanem. He pasado el día de un lado a otro y terminé aprovechando que Murphy estaba en casa para enseñarle antes de la cena algunas cosas sobre los mapas, por lo que cuando caigo dormido en el sillón ronco como una bestia abrazado a uno de mis cuadernos con una de las piernas colgando por el costado. Estamos tan cercanos a la luna llena de este mes que el cansancio siempre me deja rendido, lo que creo que ayuda a la profundidad de mi sueño.
Cuando la voz de Seth me despierta lo único que me sale es gruñir, manotear el aire y pegarle con el cuaderno que cae al suelo en mi debilidad de zombie, sin fijarme dónde fue que lo he golpeado mientras me muevo en el sillón todo lo que puedo para darle la espalda, abrazándome al almohadón sin abrir los ojos, pero frunciendo el entrecejo al darme cuenta de que el frío que tengo es porque me ha quitado las sábanas que tiré sobre mí entre sueños al palmarme — segurosequedósintamponesdenuevo — farbullo entre sueños cuando habla de Amber, creyendo un momento que estamos de nuevo hace siglos atrás cuando ella todavía vivía con nosotros, hasta que la parte racional de mi cerebro hace que termine de entender lo que acaba de decirme y abro uno de mis ojos — Espera. ¿Qué?— ladeo la cabeza hacia él y trato de moverme, girando con intenciones de levantarme pero el no estar del todo despierto y que mis pies se enrosquen con las mantas hacen que termine de boca en el suelo con un estrepitoso sonido seco. Puteo por inercia y me levanto, apoyándome en parte en el sofá en parte en Seth, hasta que consigo incorporarme — ¿Qué ha pasado? — para que Amber llame a Seth de urgencia en plena madrugada debe ser jodido. Por las dudas, miro por la ventana para chequear la hora — No son mis mierdas, Seth — llega el invierno, por lo tanto entre una cosa y la otra ya no bajaremos al país. Es ahora o nunca.
Todavía dormido básicamente meto la cabeza en el balde de agua que tenemos en la zona de la cocina para despertarme y me sacudo como perro, haciendo que mi pelo salpique a mi mejor amigo en el proceso de cruzar la habitación para ponerme la ropa con rapidez. Cuando estoy listo, empujo la cortina para encontrarme con que Alice está despierta, probablemente por todo el movimiento, así que chisto — ¿Querías venir a NeoPanem? Pues bien. Toma tus cosas, nos vamos. Ahora — estoy dejando caer la cortina cuando asumo que quizá soné demasiado brusco, así que vuelvo a asomarme y le sonrío — Y buenos días — agrego con un guiño antes de volver a desaparecer. No tengo experiencia en estas cosas de andar viéndose con una mujer, pero creo que prefiero empezar a ahorrarme quejas ya que no es un mal modo de empezar.
Para cuando estamos listos, rasco las orejas de Gigi para despedirme, avanzamos hacia el puente para salir del catorce y nos echo la capa de invisibilidad a los tres encima, obligándonos a estar cerca para que pueda cubrirnos a todos. En un abrir y cerrar de ojos, desaparecemos, aterrizando de lleno en los límites del país. Como somos invisibles, entramos sin ningún problema para ir en busca de Amber, con quien aparentemente nos encontraríamos en los bordes del bosque. No sé qué es lo que ha sucedido, pero algo me da una muy mala espina.
2 de diciembre | Residencias del distrito 12
Everything happens for a reason
Casi me da un vuelco al corazón cuando un sonido sordo pero fuerte aparece junto con el peso de alguien caer sobre la cama de la nada. Literalmente de la nada porque es de noche, probablemente más tarde de lo que se consideraría una visita en horario normal. - ¡Dioses, Seth! ¿No es un poco tarde para uno de tus problemas varoniles? - Reprocho en cuanto descubro su sombra en la oscuridad, aún con el pulso acelerado como consecuencia del susto que nos ha pegado. Si no fuera por la forma que tiene de dirigirse a Murphy como tratando de ocultar una falsa preocupación, ni me hubiera molestado en levantarme de la cama y hubiera seguido durmiendo, acostumbrada a que se presente en esta casa cuando le viene en gana en busca de Ben.
No soy cotilla, mucho menos si tiene que ver con Seth, pero algo en su actitud hace que me levante de la cama después de pasar varios minutos debatiendo si debería ir a incordiar y enterarme de lo que pasa o por el contrario, volver a caer en el sueño que hasta hace poco me encontraba. A pesar de los murmullos camuflados por las paredes que escucho provenientes de fuera, no me espero el chirrido de la cortina, por lo que por segunda vez esta noche, me sobresalto ante la voz grave de Ben. Ni siquiera tengo tiempo de murmurar un 'buenos días' en respuesta porque mi mirada se va inconscientemente a la ventana para comprobar que, como esperaba, no hay ningún mísero rayo de sol asomando entre la oscuridad. La mirada que le lanzo después va cargada de ironía junto con un suspiro largo que envío antes de que se escape una sonrisa tímida en lo que sacudo levemente la cabeza.
Pese a la pésima organización y la falta de tiempo, no tardo más de dos minutos en prepararme y meter un par de cosas en una mochila que me llevo a la espalda. Casi estoy por preguntarle a Murphy si está bien con quedarse sola, pero entonces me fijo en que ya ha vuelto a dormirse y bueno, tampoco es como si fuera la primera vez que tiene que hacerlo, por no mencionar que está Gigi para hacerle compañía. - ¿Qué pasó? - Consulto en lo que salimos de la casa y atravesamos el puente con la intención de que alguno de los dos responda a mi pregunta. Aunque mi idea de ir a Neopanem nunca fue acabar con Ben y Seth bajo la misma capa de invisibilidad, para ser sinceros.
No sé si es por que hace tiempo que no experimento lo que es la desaparición o por que simplemente es desagradable, pero siento como mi estómago está a punto de salir por mi boca, y eso que hace horas que no pruebo bocado. Reprimo las ganas de vomitar tragando saliva y concentrándome en el camino de mis pisadas. Si no fuera por la hora, casi podría decir que acabamos de entrar en una ciudad fantasma, lo que hace que me encoja hacia dentro abrumada por la repentina soledad. Que sean los dos tan altos me obliga a caminar mucho más rápido de lo que estoy acostumbrada, llegando a los límites del bosque en poco tiempo. - ¿Y ahora qué? ¿Solo esperamos? - Susurro a ninguno en concreto, moviendo la cabeza hacia ambos lados antes de centrar la mirada sobre la oscuridad de los árboles en busca de la figura de Amber.
No soy cotilla, mucho menos si tiene que ver con Seth, pero algo en su actitud hace que me levante de la cama después de pasar varios minutos debatiendo si debería ir a incordiar y enterarme de lo que pasa o por el contrario, volver a caer en el sueño que hasta hace poco me encontraba. A pesar de los murmullos camuflados por las paredes que escucho provenientes de fuera, no me espero el chirrido de la cortina, por lo que por segunda vez esta noche, me sobresalto ante la voz grave de Ben. Ni siquiera tengo tiempo de murmurar un 'buenos días' en respuesta porque mi mirada se va inconscientemente a la ventana para comprobar que, como esperaba, no hay ningún mísero rayo de sol asomando entre la oscuridad. La mirada que le lanzo después va cargada de ironía junto con un suspiro largo que envío antes de que se escape una sonrisa tímida en lo que sacudo levemente la cabeza.
Pese a la pésima organización y la falta de tiempo, no tardo más de dos minutos en prepararme y meter un par de cosas en una mochila que me llevo a la espalda. Casi estoy por preguntarle a Murphy si está bien con quedarse sola, pero entonces me fijo en que ya ha vuelto a dormirse y bueno, tampoco es como si fuera la primera vez que tiene que hacerlo, por no mencionar que está Gigi para hacerle compañía. - ¿Qué pasó? - Consulto en lo que salimos de la casa y atravesamos el puente con la intención de que alguno de los dos responda a mi pregunta. Aunque mi idea de ir a Neopanem nunca fue acabar con Ben y Seth bajo la misma capa de invisibilidad, para ser sinceros.
No sé si es por que hace tiempo que no experimento lo que es la desaparición o por que simplemente es desagradable, pero siento como mi estómago está a punto de salir por mi boca, y eso que hace horas que no pruebo bocado. Reprimo las ganas de vomitar tragando saliva y concentrándome en el camino de mis pisadas. Si no fuera por la hora, casi podría decir que acabamos de entrar en una ciudad fantasma, lo que hace que me encoja hacia dentro abrumada por la repentina soledad. Que sean los dos tan altos me obliga a caminar mucho más rápido de lo que estoy acostumbrada, llegando a los límites del bosque en poco tiempo. - ¿Y ahora qué? ¿Solo esperamos? - Susurro a ninguno en concreto, moviendo la cabeza hacia ambos lados antes de centrar la mirada sobre la oscuridad de los árboles en busca de la figura de Amber.
2 de diciembre | residencias del distrito 12
Everything Happens For A Reason
Estoy cansada. Y algo magullada, sí, pero principalmente estoy cansada. Hemos pasado una noche horrible tanto mental como físicamente. Creo que ninguno imaginó que el plan se torcería de esta manera tan horrorosa, y tampoco que tendríamos que salir corriendo al llegar Jamie Niniadis con refuerzos. Siendo sincera, ni siquiera sé cómo hemos tenido suerte para salir huyendo antes de que algunos aurores nos capturaran porque no hace falta ser muy inteligente como para saber que no estábamos ahí como invitados a la gala, básicamente porque nuestras ropa y pintas desaliñadas nos delataban, por mucho que todos, hasta los más ricos, hayan acabado en un desastre.
Para cuando la pelirroja de la ministra llegó, no nos quedó más remedio que utilizar las habilidades de semi-veela para huir. Mientras que yo tuve que transformarme en loba y montar a Joyce encima de mí como si fuera un caballo, Amarïe tuvo que trasformarse en halcón. Después nos encontramos en un punto acordado, lejos ya de todo el jaleo y donde poder hablar con calma de lo que hacer a continuación. Y, sobre todo, de cómo intentar ayudar a los heridos.
No quería meter a los del 14 de por medio, pero necesitamos ayuda y los únicos medimagos que conozco son ellos. Así que, después de dudarlo durante un rato corto para no malgastar más tiempo, acabo llamando a Seth por el espejo comunicador. Las palabras al principio me salen de manera algo atropellada e incomprensible porque aunque intento mantener la calma, no lo consigo demasiado bien. Durante un rato la conversación básicamente consiste en frases sueltas de "tu madre estaba muerta, pero luego no" y "han asesinado a un centenar de personas, pero ese no era nuestro plan". Creo que es por eso por lo que Sophia acaba saliendo al rescate y tras relajarme un poco, consigo explicarle bien lo que ha pasado y que necesitamos ayuda.
Para cuando dejamos de hablar y me dice que vendrá lo más rápido que pueda, me giro hacia las chicas. La primera pregunta de Joyce es que con quién estaba hablando. — Con la mujer de mi ex y con él — respondo de manera un poco seca. Es una verdad a medias porque estuvimos saliendo tan poco tiempo y hace tantos años, que no sé si se le puede denominar así, pero es más sencillo que explicar de qué lo conozco y quién es en realidad. Sin embargo, me sirve para descolocar a Joyce un poco porque en nuestro primer encuentro dije que me gustaban las chicas. Aprovecho el silencio repentino para explicar el plan: — Bien, tenemos que ir hacia el bosque del 12 y encontrarnos con la ayuda que acabo de pedir — explico. Probablemente me tomarían por loca si supieran que a quien he pedido ayuda es a Seth Nin¡adis.
Cuando llego al lugar donde he quedado con Seth, me sorprende ver ahí a Alice, y aunque no sea el momento ni lugar adecuado, arqueo las cejas en un tono bromista mientras miro a Ben. Es un gesto que me sale solo porque ni debe de haberse notado por ser de noche. Saludo a los tres de manera rápida y les pongo un poco en situación, aunque imagino que Seth ya lo habrá ido haciendo de camino hasta aquí. — No habéis tenido problemas para llegar, ¿no? — pregunto antes de ponernos en marcha y llevarlos hacia donde están algunos de los heridos más graves.
2 de diciembre | Residencias del distrito 12
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EVERYTHING HAPPENS FOR A REASON
Decir que la situación se había descontrolado era algo demasiado lejos de la realidad, incluso pensarlo se le mostraba como una divertida ironía que conseguía que esbozara una torcida sonrisa en sus labios. El peso de las horas en aquel lugar aún estaba latente en cada una de las células de su cuerpo; la preparación para un esquema como el que habían tenido que tratar era diferente al modo en el que enfocó su llegada al distrito cinco. Después del cansancio acumulado debido al largo viaje desde el once se sumaba las arduas peleas que mantuvo en aquel improvisado campo de batalla. Desgraciadamente improvisado incluso para gran parte de los repudiados que no tenían ni la menor idea de lo que se presentaba ante sus ojos. Un radical cambio de planes que desencadenó grandes bajas mirara hacia donde mirara.
Por suerte habían tenido el suficiente tiempo para poder escapar de allí antes de que los aurores consiguieran hacerse cargo de la situación. A buenas horas. En cuanto tuvo la menor oportunidad se reunió con Amber y Joyce, casi teniendo que arrastrar a la última de alguna especie de drama que ni conocía ni le interesaba lo suficiente como para prestarle atención, y salió de allí en su forma de halcón. Más cansancio acumulado a sus espaldas. Había tenido que recorrer dos grandes distancias en el lapso de un día, y las heridas aún no habían terminado de sanar.
Se dejó caer en el suelo, apoyando la espalda contra la pared de aquella vivienda abandonada del doce en la que se habían acabado encontrando. Arqueó la mirada, recorriéndola con cansancio, y solamente escuchando retazos de la conversación que mantenía con alguien por medio de un espejo comunicador. Aun así no pudo pasar de inadvertido el hecho de que, en algún momento, dijera “tu madre estaba muerta, pero luego no”. La escudriñó con la mirada, lo suficientemente fuera de juego para no pronunciar ninguna pregunta durante el tiempo que estuvo hablando, ni siquiera cuando terminó lo hizo, aunque no se podía decir lo mismo de la curiosidad de Joyce. —¿No es mejor que vaya una sola?— cuestionó entonces. Ver a una persona sola vagando por allí sería menos sospechoso que el hecho de que las tres, con notables heridas y manchadas de sangre, se internaran en el bosque. —Creo que me quedaré aquí— terció estirando las piernas y apoyando la cabeza contra la pared, cerrando los ojos uno segundos.
Para cuando volvió a abrir los ojos Amber ya se había marchado y Joyce permanecía dando vueltas de un lado para otro como la niña loca que era. Sin duda aquella noche le había quedado más que claro que poseía algún tipo de problema de hiperactividad y nerviosismo que no se medicaba como debiere. —Joder— masculló retirándose la venda que cubría la herida de su brazo derecho y la dejaba a un lado, examinando el corte concienzudamente para levantar la mirada de éste cuando el abandonado lugar se llenó de varias voces nuevas. Se incorporó ligeramente, no llegando a levantarse, recorriendo con mirada crítica a los dos hombres y la mujer que acababan de llegar en compañía de Amber. La mujer debía de ser de mujer de su ex pero, ¿cuál era el desafortunado ex?
2 DE DICIEMBRE | RESIDENCIAS DEL DISTRITO 12
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Tener que huir de quienes en antaño habían sido mi familia y el lugar al que, por lo general, huía; fue muy duro para mi. Me dan ganas de llorar todo el camino al 14, pero descubro que encargarme de otras personas heridas me distrae con facilidad, así que en cuanto encuentro a alguien que necesite mi ayuda (pero no mucha, no quiero encargarme de alguien que está a punto de morir y encima se me muera), me le pego como si fuera una lapa. Resulta ser una chica de mi edad, quizá un par de años menos, que consigo que llegue intacta al 12 después de aquel largo viaje.
Escondernos me pone de los nervios y cuando Amber dice que conoce a alguien que puede ayudar, me quedo super rayada cuando mencionar lo de su Ex y su mujer; pero claro, ella dijo que era lesbiana así que yo he tenido que entender mal. Doy por hecho que en realidad quería decir "mi ex (mujer) y su esposa (también mujer)" y lo dejo correr, procurando no subirme por las paredes mientras esperamos. Son apenas unos minutos, ¿Qué, 10? pero a mi me parecen cien.
Me detengo cuando veo que Amarïe se está poniendo nerviosa. — no puedo evitarlo. ¿No tienes curiosidad? — Mezclo las cosas sin querer. Curiosidad por la ex (mujer, obviamente) de Amber y su esposa, pero la mayoría de mi nerviosismo es que las cosas solo empeoren, porque parece que hoy sol pueden ir a peor. — ¡Amber, volviste! — Murmuro con entusiasmo al verla entrar con dos chicos y una chica detrás. Oh, esa debe ser su ex. Debió dejarse a su mujer en casa. — Es un placer. Tuviste una novia muy linda, no debiste dejarla ir. — ¿Eso hacen las amigas no? intentar hacer sentir mal a los ex por dejarlas y tal. Fallé como amiga de una lesbiana en realidad, pero aún no lo sabía. — ¿Necesitan algo? no tenemos gran cosa pero hay varios heridos. — Camino de vuelta hacia la cortina que separa la entrada de la nave del resto; una de esas cortinas trasparentes de goma que cae por tiras y que protegía un congelador gigantesco. Al abrirlo se puede ver el desastre del interior. — ¿Quienes son ustedes? —
2 de diciembre | Residencias del distrito 12
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Sí son SUS MIERDAS desde que la última vez que fuimos a Neopanem me dejó plantado dos horas esperándolo en los límites del bosque del doce. Si no hubiera sido por amber voy y lo busco a donde mierda se hubiera metido y me lo traigo de las greñas por semejante grosería; pero al final me quedé con la morena marujeando, hasta que el capullo se dignó a parecer.
Me quedo mirando a Ben con una cara de ¿qué coño fue eso? por su intento de buenos días a la persona con la que se supone que "está saliendo" y sigo poniendo comillas porque cuando le pregunté si estaban saliendo es como no pero si me acuesto con ella y me recordó a un episodio muy confuso de mi adolescencia donde Arya me hizo algo parecido. Nunca lo había pensado hasta ese momento pero quizá Ben se parece a Arya más de lo que yo si quiera imaginé jamás (que fue nada). Paso la vista de uno a otro, con una cara de estupefacción casi obvia y acabo sacudiendo la cabeza. Esto es incómodo. Extraño. Y Ben parece un poco como un pulpo en un garaje. Todos estos años viéndome a mi y a Sophia y no fue capaz de aprender como se dan los buenos días.
DECEPCIÓN.
Mientras caminamos lo hago en silencio, yo al menos porque aún estoy procesando lo que Sophia había averiguado de lo que había pasado. Marcas en el suelo, mi madre muerta, una puta loca haciendo dios sabe que que mató a varias personas. Me cuesta mayormente lo de mi madre, aunque no estoy seguro de porqué. Que se muriera sería, probablemente, lo mejor que puede pasarle a este país. Y no sé como decírlo sin que suene horrible así que prefiero callármelo hasta que mis ideas tengan un orden concreto.
Me paso el camino dándole codazos a Alice sin querer o pisando a Ben en el proceso. Ya de por sí nos cuesta caber dos, imagínense tres. Una vez estamos lo bastante lejos de las barreras, agarro la mano de Ben y la de Alice y nos desaparezco. Tres es mi límite y eso siempre me deja agotado, así que cuando llegamos me saco la capa como si acabara de tener un arranque de calor en plena noche. Me fastidia tener esa cosa encima. — Quedamos con Amber acá. — ¿Está bien? — Soooph — La regaño al escuchar su voz saliendo del bolsillo trasero de mi pantalón. Tomo el espejo y la miro mal. — Deberías haber vuelto a la cama. — No puedo — En eso llega Amber, así que mi saludo consiste en girar el espejo y mostrárselo con cara de "resuélvelo, la has dejado preocupada", un gesto que se torna malditamente exceptico porque ahora que no está cubierta de sangre, parece estar bastante bien.
Me resulta divertido el gesto con el que mira a Ben y Alice, que aprovecho que están detrás de mi y cuando por un instante mi mirada se cruza con la de Amber, le hago dos sutiles gestos. Miro por el rabillo del ojo para señalar hacia atrás, y luego junto mis dedos. Pasamos demasiados años juntos como para saber que incluso solo con eso, va a entenderme.
La seguimos hacia la nave mientras dejo que nos cuente lo que pasó y cuando llegamos, nos recibe una chica que parece sumida en la histeria. Me deja un poco descolocada cuando llama a Alice novia y luego miro a Amber porque si eso pasó, me lo perdí. — ¿Que le dijiste? — Murmuro, pero pierdo la concentración en cuanto abren aquella cortina y aparecen los enfermos. Aquello es como un campo de guerra, jamás me he enfrentado a algo similar en el 14. Sé que amber estaba intentando ponernos al día pero me parece que se comió la mitad de la información. — ¿Jamie hizo todo esto? — Todavía no entiendo donde encaja su mujer, pero me aseguro de no cometer el error de llamarla madre en voz alta. — Seth, Alice y Ben. — Nos presento a los tres cuando pregunta. Sin apellidos. Como si no viniéramos de ninguna parte. — Y si necesito algo, me va a hacer falta mucha ayuda. — Farfullo. — Ben, Amber y... tu, que te veo con energía. Podéis empezar con los que estén menos heridos. Vendas donde las necesiten y si encuentran o notan algo raro me lo dicen.¿Puedes encartarte de esos tú? — Lo último va directamente a Alice y al rincón de la gente que yace en el suelo completamente acostada y cubierta de sangre. Hay un rincón similar al otro lado y de ese es que pretendo encargarme yo.
2 de diciembre | Residencias del distrito 12
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Le respondo a Alice con un encogimiento de hombros mientras Seth nos saca la capa de encima como si se estuviese asfixiando, lo que me permite tomarla, hacerla un bollo y meterla en su escondite habitual: mi bolsillo ampliado mágicamente para que nadie la detecte — ¿Tienes idea de la gravedad del asunto? — le pregunto a mi amigo en un intento de hacerme la idea, observando como el cielo parece empezar a aclarar. El aire es gélido a estas horas, así que subo un poco el cuello de mi abrigo sobre la bufanda que me regaló Arianne y meto las manos debajo de mis axilas con los brazos cruzados, esperando a que Amber aparezca. Al final la veo llegar entre los mechones de mi pelo que indica que nos despertamos hace relativamente poco y sonrío al saludarla de un modo algo forzado, tratando de no reírme de la preocupación de Sophia. No suelo decirlo, pero Seth se quedó con una mujer estupenda. Gracias a mi vista cercana a la luna llena noto vagamente el gesto de Amber, por lo que ruedo los ojos y le suelto un divertido “cállate” antes de tomar a Alice por la cintura para empujarla y hacer que avance con nosotros, dejando a Seth y mi amiga liderar la marcha.
Me fijo en la fachada del sitio donde Amber nos guía y por inercia miro hacia atrás, buscando la imagen sospechosa de algún auror o mago que pudiese estarnos siguiendo, sin poder evitar meter la mano en el mango de mi rifle en caso de que sea necesario, pero no logro ni ver ni oír nada. Nos recibe una niña que habla tan rápido que mi cerebro, que todavía sigue pensando en mi almohada, se siente algo aturdido y no logro comprender de qué diablos está hablando, aunque sí oigo a Seth — ¿Te sorprende que lo haya hecho? — intento no sonar tan sarcástico, pero no me sale; tampoco es que oculte lo que opino sobre su madre y su locura, pero es un tema que usualmente no hablamos porque ambos la sufrimos a nuestro modo. Le dejo a Seth las presentaciones y hago una mueca que intenta ser amable al escuchar mi nombre, aunque me es imposible no avanzar vagamente por la sala chequeando los heridos, cuyo aroma a mugre y sangre me pone ligeramente ansioso. Por inercia, me froto la nariz con los nudillos.
— De acuerdo — respondo a las indicaciones de Seth, sabiendo que quizá no soy un experto en medicina como él o Alice, pero mis años de expediciones y accidentes lobunos me han ayudado a al menos saber atender heridas o dolores básicos. Me acomodo la mochila como me es posible de costado y rebusco en su interior, fijándome en un instante en la niña castaña que quizá no es tan niña, pero que su rostro e hiperactividad me hace notar su juventud — Así que… ¿Esta es tu resistencia? — le pregunto a Amber por lo bajo, tratando de que solo ella me escuche a pesar de que no estamos tan divididos — Dime que no tienes niños aquí — Apoyo el entrenar niños para saber defenderse, pero meterlos de lleno en una lucha es algo que siempre he visto con cierta aprensión. Ser un crío al cual le enchufaron armas a los doce años te hace ver las cosas con otra perspectiva.
— Ey, tú — me volteo tranquilamente hacia la chica que nos recibió tan “jovialmente” y le lanzo una botellita de alcohol etílico, dispuesto a ponerme a trabajar — Hay que limpiar las heridas. Si ves a alguien sangrando hasta por las dudas, busca crear presión para frenar la hemorragia.
2 de diciembre | Residencias del distrito 12
EVERYTHING HAPPENS FOR A REASON
No sé como en menos de dos minutos de repente siento que me estoy perdiendo de algo. Quizás porque no presto atención a la forma en la que Amber me mira segundos antes de posar su mirada sobre Ben, y porque el que estén de espaldas hacia nosotros me impide ver los gestitos de Seth. - ¿Qué mierda fue eso? - Susurro en dirección del primero ante ese comentario irónico y el posterior agarre de mi cintura que hace que empiece a caminar detrás de los morenos, aún con un obvio interés por su extraño comportamiento. Me cruzo de brazos tras soltar un suspiro que incita el movimiento de mis hombros mientras les seguimos hasta la entrada de su pequeña conglomeración.
Si no fuera por las personas heridas a nuestro alrededor y a la evidente tensión que se palpa en el ambiente diría que me están gastando una broma. Creo que es la segunda vez que me quedo con cara de no tengo ni idea de qué está pasando cuando se me acerca muy alegremente una chica y sus palabras hacen que frunza el ceño. - ¿Qué? - Mi primera reacción es observarla con gesto confundido antes de rodar mis ojos por los chicos para posarlos directamente sobre Amber en busca de una respuesta. - Creo que te has confundido. - Conozco a la morena desde hace tiempo, lo suficiente como para saber que le van las chicas porque en el catorce se escucha todo, pero estoy segura de que mi nombre no está entre las personas con las que ha salido.
Estiro el cuello para observar los enfermos del fondo, sin sorprenderme cuando escucho el nombre de la persona que probablemente provocó todo esto. Por un momento me siento perdida entre tanta cara nueva, acostumbrada a ver las mismas facciones y escuchar las mismas voces durante años. Pero las indicaciones de Seth me hacen volver a la realidad de la situación con un gesto afirmativo de mi cabeza, dirigiéndome hacia un grupo pequeño de gente de la esquina.
En lo que camino hacia ellos me topo con una chica de pelo moreno con una herida en el brazo y que a simple vista no parece demasiado grave. - Ey, déjame ver eso. - Toda ayuda es poca, así que si conseguimos que aquellos con heridas más leves colaboren, la tarea de atender al resto será más sencilla. Aparto el pobre vendaje restante para echarle un vistazo, comprobando su estado antes de abrir la mochila en busca de antisépticos y gasas estériles para desinfectar la herida. - ¿Cómo te llamas? - Murmuro en lo que vierto el líquido sobre el agujero con la intención de que mi pregunta la distraiga. Doy golpes suaves con el algodón para que penetre en el corte y después le vuelvo a vendar el brazo. - No dejéis que se deshidraten. - Digo a nadie en concreto pasándole una cantimplora a la chica, aunque levantando la mirada hacia Ben y Amber. - Seth, necesitan agua, y no creo que vaya a aparecer un pozo de la nada. - Su varita es una ventaja que ahora mismo necesitamos. - Este lugar no es apropiado, si no se mueren por las heridas lo harán de hipotermia. - Por la brusquedad se lo digo casi en un susurro, aunque de entre todas las complicaciones posibles por esta clase de traumatismos creo que la hipotermia es la mejor opción. Por no hablar de las infecciones que pueden coger en un sitio como este.
Si no fuera por las personas heridas a nuestro alrededor y a la evidente tensión que se palpa en el ambiente diría que me están gastando una broma. Creo que es la segunda vez que me quedo con cara de no tengo ni idea de qué está pasando cuando se me acerca muy alegremente una chica y sus palabras hacen que frunza el ceño. - ¿Qué? - Mi primera reacción es observarla con gesto confundido antes de rodar mis ojos por los chicos para posarlos directamente sobre Amber en busca de una respuesta. - Creo que te has confundido. - Conozco a la morena desde hace tiempo, lo suficiente como para saber que le van las chicas porque en el catorce se escucha todo, pero estoy segura de que mi nombre no está entre las personas con las que ha salido.
Estiro el cuello para observar los enfermos del fondo, sin sorprenderme cuando escucho el nombre de la persona que probablemente provocó todo esto. Por un momento me siento perdida entre tanta cara nueva, acostumbrada a ver las mismas facciones y escuchar las mismas voces durante años. Pero las indicaciones de Seth me hacen volver a la realidad de la situación con un gesto afirmativo de mi cabeza, dirigiéndome hacia un grupo pequeño de gente de la esquina.
En lo que camino hacia ellos me topo con una chica de pelo moreno con una herida en el brazo y que a simple vista no parece demasiado grave. - Ey, déjame ver eso. - Toda ayuda es poca, así que si conseguimos que aquellos con heridas más leves colaboren, la tarea de atender al resto será más sencilla. Aparto el pobre vendaje restante para echarle un vistazo, comprobando su estado antes de abrir la mochila en busca de antisépticos y gasas estériles para desinfectar la herida. - ¿Cómo te llamas? - Murmuro en lo que vierto el líquido sobre el agujero con la intención de que mi pregunta la distraiga. Doy golpes suaves con el algodón para que penetre en el corte y después le vuelvo a vendar el brazo. - No dejéis que se deshidraten. - Digo a nadie en concreto pasándole una cantimplora a la chica, aunque levantando la mirada hacia Ben y Amber. - Seth, necesitan agua, y no creo que vaya a aparecer un pozo de la nada. - Su varita es una ventaja que ahora mismo necesitamos. - Este lugar no es apropiado, si no se mueren por las heridas lo harán de hipotermia. - Por la brusquedad se lo digo casi en un susurro, aunque de entre todas las complicaciones posibles por esta clase de traumatismos creo que la hipotermia es la mejor opción. Por no hablar de las infecciones que pueden coger en un sitio como este.
2 DE DICIEMBRE | RESIDENCIAS DEL DISTRITO 12
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El comentario de Joyce me hace parpadear un par de veces, incrédula por lo que acaba de soltar. Sí, desde luego que lo que dije antes le confundió porque en lo último que ha pensado ha sido en que los hombres también me gustan, por mucho que haga años que dejara las relaciones sentimentales con ellos tanto por mí bien como por el de ellos. Simplemente me limito a tener amistades con ellos como mucho ahora, aunque esas amistades básicamente consisten en la que tengo con Ben y con Seth. — Joy, no, te confundes con este. — Me tomo la libertad de acortar su nombre y señalo a Seth con un gesto de cabeza burlón. Más bien la corta relación que tuvimos como algo más que amigos acabó por mí, pero son detalles sin importancia. — Le dije que estaba hablando con la mujer de mi ex para darle un cotilleo de distracción y que se calmara un poco — explico en voz más baja, alternando mi mirada entre mis tres amigos con los que convivía en el 14. Ya habrán visto que la chica es bastante enérgica.
Tras una presentación rápida en la que les presento a Joyce y Amarïe, intento ponerles un poco más en la situación de lo que ha pasado esta noche: — Teníamos un plan con un grupo de humanos, unos que viven escondidos como pueden, para demostrar el daño que se ha hecho en los últimos quince años pero... — Dejo de hablar un segundo para ordenar mis ideas mentalmente. — Alguien cambió nuestros planes, nos enfrentó entre nosotros y mandó centenares de inferis — continúo. Añado un par de detalles más sobre que había muchísima gente porque el foco de todo era en una gala benéfica para los distritos del norte, y que en el último momento una voz nos habló a todos mentalmente para decir que esa noche iban a morir cien personas. — Jamie solo llegó para ayudar a terminar con toda la masacre y salvar a los ciudadanos.
Ver a algunos de los heridos graves me eriza la piel y me pone muy mal cuerpo. Después de toda la noche rodeada de gente malherida y cadáveres por el suelo debería estar acostumbrada, pero creo que nadie es capaz de eso. Nunca en mi vida había visto nada igual, y espero no tener que volver a hacerlo. Los sentimientos de culpa siguen ahí, especialmente cuando Ben nombra el tema de la resistencia, lo que me hace resoplar. — No, no hay niños — le respondo. He omitido la parte de que en la gala sí que había, y no solo niños ricos e importantes como la hermana de nuestro amigo, sino pobres críos perdidos como el chaval de ojos azules con el que me encontré un par de veces. Todavía no entiendo cómo acabó ahí.
Después de unas breves conversaciones, pasamos a ponernos manos a la obra y a ayudar a la gente durante varias horas. Empezamos con los más grave, y también vamos dando agua a los que más lo necesitan. Poco a poco los heridos mejoran levemente, aunque sea un proceso que vaya a durar mucho más que hoy.
En una pequeña pausa que me tomo, recuerdo algo. Dentro de todo el caos de esta noche hay algo que llamó más mi atención. No sé si fue porque sucedió casi al final, poco antes de que vinieran los refuerzos, o porque me impresionó demasiado ver a la gente desaparecer y sufrir al pisarlo. La cuestión es que lo recuerdo y probablemente tarde años en olvidarlo. Es por eso por lo que acabo cogiendo a Seth del brazo cuando acaba con la mujer que está curando, y lo alejo un poco. — ¿Tienes alguna idea de lo que pueden significar unos símbolos, como círculos en el suelo, acompañados de fuego azul? — Es quien más sabe de magia de todos por obvias razones. Intento recrear las formas de los dibujos extraños que había en el suelo, pero creo que el arte y yo no somos buenos amigos. Espero que con eso me haya entendido un poco para saber de lo que hablo, si es que tiene alguna idea.
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Curiosidad. ¿Por qué iba a sentir curiosidad por una serie de personas que no conocía de absolutamente nada? Lo que realmente sentía era desconfianza hacia ellos. No le gustaban las personas desconocidas, es más, inicialmente se había querido negar ante el hecho de que Amber contactara con alguien, pero sus palabras habrían sido demasiado desafortunadas teniendo en cuenta la cantidad de heridos que allí había. Insolidaria para los demás. Apretó los dientes, alzando la mirada en dirección a los recién llegados; manteniendo aquella mirada de indiferencia y tranquilidad que tanto la caracterizaba incluso ante situaciones como la que se les presentaba, pero, aun así, cierto brillo de desconfianza se podía percibir en sus ojos.
Entonces aquel era su ex y ella era la mujer de él, ¿no? Alternó la mirada entre ambos, percatándose entonces del tercero y dirigiéndole una ligera mirada antes de regresar a Joyce. Si ella no había preguntado no sería ella quien lo hiciera. No le interesaba la vida personal de los demás, los chimes o curiosidades que rodearan la vida de las persona que la acompañaban en aquel momento; a decir verdad no le interesaba ninguno de los allí presentes, solo se había visto envuelta en una molesta situación que la tenía lo suficientemente cansada como para haber accedido y buscar el primer ‘refugio’ que tuvieron cerca.
Sin pronunciar más palabras todos se dispersaron, algunos de ellos daban órdenes concretas, pero ella se mantuvo sentada en el suelo viendo como desaparecían en el interior de la vieja y medio derruida fábrica. Gruñó por lo bajo, levantándose del suelo y respirando profundamente antes de entrar tras ellos y recordando la razón por la que había tomado aquella profunda bocanada de aire antes de poner un pie allí. Los susurros de dolor, la sangre, quemaduras… todo se podía contar por decenas incluso en una sola persona. Caminó con despreocupación, inclinándose frente a un hombre que se negaba a que lo tocaran. Sus ojos quedaron fijos en él, su cabello brilló levemente y, sorprendentemente para las personas que la conocían de antemano, su voz sonó ciertamente dulce. —Tienen que curarte, así que deberías dejar que se ocupen de ti— pronunció lentamente. De súbito el hombre se volvió más calmado, pidiendo incluso que ella fuera la que se ocupara. Alzó ambas cejas. —¿Crees que gastaría mi tiempo en ello?— masculló entonces de mala gana, importándole poco si alguien la escuchaba; percatándose entonces de la cercanía de la mujer que había aparecido recientemente y se acercó hasta ella para ayudarla, tomándola por sorpresa al inicio. —Amarïe— contestó antes de interponer su mano en su intento por curarla. Sus heridas no eran demasiado profundas por lo que no necesitaba ayuda de nadie. Aun así no pudo evitar alzar ambas cejas cuando la mujer se ‘quejaba’ de las condiciones del lugar. —Será mejor que los llevemos al Capitolio, ¿no crees?— soltó irónica a la par que se levantaba del suelo y limpiaba sus rodillas de la tierra que hubiera podido quedar adherida a éstas.
Se alejó de éstas, caminando en dirección al interior de la fábrica y rebuscando entre los chamuscados armarios que aún quedaban en pie, abriendo las taquillas en busca de algo que le sirviera en el futuro. Ni siquiera percatándose de la velocidad a la que habían pasado los minutos hasta que su caminar se volvió a dirigir hacia la zona principal de la edificación.
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Me quedo con una cara super confusa cuando Alice también está confusa; pero por suerte Amber esclarece todo el asunto y al fin entiendo quien es el marido y quien la mujer (al menos eso creo). — ¿Entonces no te gustan solo las mujeres? — Pregunté por lo bajo, solo para ella, mirando de vez en cuando a Seth porque básicamente está delante de nosotros, pero en realidad no sé si me escuchó. De un momento se pone a dar órdenes y me señalo a mi misma cuando me habla de que tengo mucha energía. Claro que tengo energía, estoy histérica y cuando estoy histérica, se me nota absolutamente hiperactiva.Sigo a Ben y le ayudo con lo que me dice. Vendas por acá, agua por otro lado. Ayudo a Seth con el pozo porque me da la gana y porque la nave es bastante larga, así que un segundo pozo al fondo del todo nos ahorra muchos paseos innecesarios. Me canso enseguida, algunas heridas a medio sanar me duelen todavía, pero agradezco mucho tener algo que hacer, poco poco que sea, para no pensar en que mi sueño de volver a casa, está cada vez mas lejos. Se suponía que lo de esta noche iba a ponerme un poco más cerca, no más lejos.
Las horas se pasan y la luz que entra por las ventanas, delata el amanecer y luego el medio día. A parte de eso hace un hambre horrenda. Apenas escucho de fondo las voces de Amber y los demás, porque me he centrado en una mujer mayor a la que han cortado en varias partes. Me parece que ella no debería estar aquí al fondo, recostada como si no tuviera nada. — Seth... oye... — Al final se tiene que acercar a ver a la mujer, y menciona algo de un sectusempra. — Era gente como nosotros. Repudiados por criaturas o lo que sea pero con poderes mágicos. — Le explico, desconociendo hasta que punto Amber los había puesto al día. — estaban tirando a matar. Ella dijo algo de 100 muertos. — Murmuro, pero aunque aquella voz sonó directamente en mi cabeza, no recuerdo la frase concreta.
Yo no, pero hay gente que si.
Pasamos todo el día entre curaciones, parando escasamente para comer y poco más. Tener varias manos mágicas disponibles hacen el trabajo más fácil conforme cae la noche y cuando por fin puedo tumbarme en el suelo, suelto un suspiro largo. — Somos todos los que quedamos... no somos ni la mitad de lo que éramos — Si antes no conseguíamos nada, ahora definitivamente, sería peor.
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¿Que si me extraña que mi madre haya sido la culpable? Ben es muy injusto. Sé que la odia pero yo creo conocer a mi madre lo bastante como para saber que no es una puta loca psicótica que asesina a gente que la sigue. Mi madre solo es de matar a la gente que le lleva la contraria. Por como la historia de Amber ocurre, no tiene mucho sentido que haya sido un plan suyo, pero finalmente no lo expreso en voz alta. Me limito a mantenerme callado para no convertir esto en una pelea de cuan monstruo es Jamie Niniadis o porqué narices yo estoy intentando justificar lo que hace. Me hace gracia la confusión de Joyce, tengo que admitirlo; pero más que Amber haya intentado distraerla hablándole de Soph y de mi. — Espero que si vas hablando de mi con tus amigas no me estés dejando mal, señorita descubrí que me gustan las chicas con el pobre de Seth — Bromeo, empezando a trabajar con un hombre con la pierna rota y el hueso por fuera. No me cuesta mucho repararlo con magia así que voy bastante rápido. Solo me paro a mirar a Amarie y Alice cuando la segunda se toma el comentario de la primera como un ataque. La verdad han sido palabras desafortunadas porque en el 14 no es que tengamos un ambiente más propicio. Y tampoco me gustaría que pensaran eso. Por suerte, dudo que amber haya dicho algo sobre nosotros.
Me encargo de las cosas que pueden arreglarse con un hechizo y voy saltándome los que necesitan atención de otra clase, que dejo a Alice. Asiento a lo del agua y busco un par de contenedores de plástico lo bastante grandes y más limpio que puedo, dadas las circunstancias, para rellenarlos y ponerlos a disposición de las manos en mejor estado, que conforme van siendo curados también, se levantan a echar una mano. También utilizo varias de las llamas que invoco en el bosque para darnos calor cuando acampamos fuera, que voy regando por toda la habitación, por lo que el frío deja de ser un problema pasadas algunas horas. Otros se encargan de tapiar las ventanas para que la luz no salga al exterior conforme empieza a oscurecer. Incluso soy consciente de haber ayudado a Joyce con algo, pero para entonces estaba tan cansado que aproveché la conversación para, además, enseñarle como curar esa herida en concreto con un hechizo que debería haber aprendido en la escuela.
No soy consciente del tiempo que pasa hasta que me da hambre y para entonces, el sol ya ha hecho todo su recorrido y se está ocultando al otro lado del horizonte dando paso a la noche. La voz de Amber me hace soltar una queja. Soph ha llamado a lo largo del día en varias ocasiones para preguntar como vamos, y esos son literalmente los únicos descansos que me he tomado. — ¿Cambiaron de planes? ¿quienes? — Nos han contado la historia por partes, así que todavía estoy hilando cosas. Inferis... ciudadanos, repudiados, humanos; eso debió ser una masacre. Las palabras de Joyce no son de lo más alentadoras. — Mientras quede uno de vosotros, podéis considerarlo una victoria. — Aunque con tantos muertos, dudo mucho que puedan.
La mano de Amber me hace girarme con un — ¿mmm? — asomando por mis labios a modo de pregunta. Frunzo el entrecejo cuando nos alejamos de oídos indiscretos e inclino mi cabeza hacia ella para escucharla mejor. — ¿Fuego azul? — Hay miles de cosas que se me vienen a la mente con símbolos en el suelo y círculos por doquier; pero el fuego azul es bastante específico. Me llevo la mano al mentón y lo acaricio pensativo. — No estoy seguro. ¿Por qué? esto tiene que ver con la gente que cambio de idea? —
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Las horas pasan convirtiéndose en una tortura, en parte por el agotamiento que provoca el correr tras los heridos y por otro lado por el cansancio que mi cuerpo va sintiendo por culpa de mi condición. Con el correr del día me he vuelto más silencioso y trabajo con tal de mantenerme concentrado en algo, sin escuchar a mis compañeros y apenas hablando cuando se dirigen específicamente a mí, cosa que suelo responder con gruñidos que acorde a su entonación son una respuesta afirmativa, negativa o indefinida. Estoy seguro de que el sudor frío no tiene nada que ver con la cantidad de heridas que llevo viendo y apuesto mucho que debo estar pálido, pero más allá de eso, intento no quejarme, aunque tampoco salgo en busca de absolutamente nada que nos pueda ser útil porque no hay tiempo para hacer ambas cosas y llegar a casa antes de mañana. Es arriesgado, pero confío en que Seth puede hacerme aparecer en las lejanías cuando sea necesario.En algún punto levanto la vista del hombre a quien le estoy vendando un corte en la cabeza y me fijo en Seth y Amber hablando a la distancia, pero en vez de esforzarme por escucharlos me llama más la atención el sonido que ingresa por una de las ventanas que todavía no han llegado a cubrir. Pido disculpas a mi paciente y me pongo de pie como si me costara un horror, avanzando hacia la ventana antes de que lleguen a taparla con intenciones de adivinar lo que está sucediendo del otro lado, lo que sospecho que nadie más está chequeando por culpa de que con la luna llena tan cercana, yo puedo escucharlo y ellos no.
Me asomo entre una rendija para ser capaz de ver las siluetas moviéndose en la distancia, varitas en mano, en una formación que reconozco gracias a mis cientos de idas y venidas entre la seguridad de los aurores del doce al ingresar al país. El estómago me da un vuelco y me separo de la pared como si estuviese dando descargas eléctricas, girándome por un momento para ubicar dónde se encuentra Alice, que es a unos cuantos metros. Esquivo algunos cuerpos de los heridos y tomo brutamente a Seth por un hombro para que se gire en mi dirección, interrumpiendo cualquier conversación que pudiese estar teniendo sin interesarme por su contenido — Debemos irnos. Ahora — le mascullo con la voz acelerada, bajando un poco el tono para no crear un estado de caos dentro de la nave — Hay aurores en el perímetro, bastante cerca de aquí— le señalo la ventana con la cabeza, antes de girarme hacia Amber — ¿Cómo podemos ocultar a tanta gente si se acercan? Dudo que la mitad esté bien para un duelo. ¿Hay otra salida?
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Arrugo la nariz a la par que mis cejas se juntan en desaprobación pero sin soltar ni una de las cuantas respuestas que se me ocurren ante la actitud de la chica, molesta por sus aires irónicos que utiliza en mi contra. Si no fuera por la situación de la que acaban de salir me hubiera puesto a dar un discurso de por qué las condiciones de este lugar desde un punto de vista médico pueden agravar el estado ya deplorable de las personas que se encuentran aquí, pero tampoco es como si tuviera tiempo de discutir cuando es obvio que ni siquiera quiere que la ayuden. Ruedo los ojos en un gesto impulsivo antes de visualizar a un grupo en la esquina que está teniendo problemas y dirigirme hacia ellos.
Conforme pasa la noche, el estado de muchos de los heridos mejora gracias a las ayudas que entre todos podemos ofrecer, incluso aquellos que acaban de ser atendidos se muestran dispuestos a colaborar en las tareas que pueden asistir. Cuando los primeros rayos de sol atraviesan las pocas ventanas que hay, aún hay gente con complicaciones que nos lleva todo el día solucionar. Me paso parte de esa mañana y toda la tarde de un grupo de enfermos a otro hasta que están lo suficientemente estables como para no depender de mi atención, lo que llegado a un punto de la noche me deja exhausta.
Lejos de todo el ruido, me permito apoyar la espalda en la pared hasta que mis piernas también se dan por vencidas y termino deslizándome hasta quedar sentada en el suelo con las rodillas dobladas cerca de la entrada, a pesar de que puede resultar un poco arriesgado. Trato de quitarme los restos de sangre seca de las manos frotando contra la tela de mi pantalón cuando algo fuera capta la atención de mis ojos y tengo la necesidad de entornar la mirada en un intento de poder divisar mejor lo que ocurre fuera. Incluso me atrevo a asomar un poco la cabeza tras la cortina para descubrir la capa clara e incolora que cubre el cielo.
No sé en que momento no nos dimos cuenta de esa barrera que nos rodea, pero mi cuerpo se gira en dirección al interior en cuanto me percato de lo que algo así significa. Por el movimiento de mis pasos se puede ver a distancia el nerviosismo que de repente me consume en lo que busco con la mirada caras conocidas. No tardo mucho en encontrarlos porque están formando un corro en una zona alejada. - No sé de qué estáis hablando pero, ¿alguno se dio cuenta de la barrera que rodea todo el distrito? - Intento que mi tono de voz no denote la inquietud de mis palabras, pero creo que no lo consigo cuando les hago saber que si esa capa envuelve el distrito por ende también a nosotros. - Si eso de fuera es lo mismo que lo que creo que es, estamos atrapados. Y en problemas. - Añado pasando la mirada de Amber a Seth y por último poso mis ojos en Ben, mordiéndome el labio inferior cuando me doy cuenta de que estar encerrados probablemente sea el menor de los problemas. - ¿Qué mierdas vamos a hacer? - Escupo al final como consecuencia de la ansiedad que siento por dentro y que el movimiento nervioso de mis manos deja claro que no puedo controlar.
Conforme pasa la noche, el estado de muchos de los heridos mejora gracias a las ayudas que entre todos podemos ofrecer, incluso aquellos que acaban de ser atendidos se muestran dispuestos a colaborar en las tareas que pueden asistir. Cuando los primeros rayos de sol atraviesan las pocas ventanas que hay, aún hay gente con complicaciones que nos lleva todo el día solucionar. Me paso parte de esa mañana y toda la tarde de un grupo de enfermos a otro hasta que están lo suficientemente estables como para no depender de mi atención, lo que llegado a un punto de la noche me deja exhausta.
Lejos de todo el ruido, me permito apoyar la espalda en la pared hasta que mis piernas también se dan por vencidas y termino deslizándome hasta quedar sentada en el suelo con las rodillas dobladas cerca de la entrada, a pesar de que puede resultar un poco arriesgado. Trato de quitarme los restos de sangre seca de las manos frotando contra la tela de mi pantalón cuando algo fuera capta la atención de mis ojos y tengo la necesidad de entornar la mirada en un intento de poder divisar mejor lo que ocurre fuera. Incluso me atrevo a asomar un poco la cabeza tras la cortina para descubrir la capa clara e incolora que cubre el cielo.
No sé en que momento no nos dimos cuenta de esa barrera que nos rodea, pero mi cuerpo se gira en dirección al interior en cuanto me percato de lo que algo así significa. Por el movimiento de mis pasos se puede ver a distancia el nerviosismo que de repente me consume en lo que busco con la mirada caras conocidas. No tardo mucho en encontrarlos porque están formando un corro en una zona alejada. - No sé de qué estáis hablando pero, ¿alguno se dio cuenta de la barrera que rodea todo el distrito? - Intento que mi tono de voz no denote la inquietud de mis palabras, pero creo que no lo consigo cuando les hago saber que si esa capa envuelve el distrito por ende también a nosotros. - Si eso de fuera es lo mismo que lo que creo que es, estamos atrapados. Y en problemas. - Añado pasando la mirada de Amber a Seth y por último poso mis ojos en Ben, mordiéndome el labio inferior cuando me doy cuenta de que estar encerrados probablemente sea el menor de los problemas. - ¿Qué mierdas vamos a hacer? - Escupo al final como consecuencia de la ansiedad que siento por dentro y que el movimiento nervioso de mis manos deja claro que no puedo controlar.
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La medimagia nunca ha sido lo mío. Tengo una pequeña base de conocimientos porque nunca es mala idea saber algo de primeros auxilios y algún que otro hechizo útil, pero lo mío era la exploración. Alguna que otra vez observaba a Seth en el 14 trabajar cuando yo no tenía nada que hacer, pero acababa aburriéndome en seguida y buscando a Ben para hacer algo más interesante. De todas maneras, ahora agradezco lo poco que sé para ayudar a la gente. Me encargo de las heridas más sencillas, como simples cortes o torceduras en los tobillos por salir corriendo en los momentos de pánico, pero al menos sirvo de ayuda.
Con la llegada de la noche vuelve mi cansancio, y también noto las consecuencias de no haber tomado prácticamente ningún pequeño descanso después de las últimas veinticuatro horas tan duras. El momento que me tomo para hablar con Seth y preguntarle las dudas que tengo me hace desconectar un poco, y aprovecho la conversación para recostarme contra la pared y reponer fuerzas. — Eso creo — respondo a su pregunta sobre si el fuego azul tenía algo que ver con el cambio de planes. No estoy segura tampoco, pero si esa voz tenía el poder suficiente como para cobrarse la cantidad de víctimas que se cobró, quizá también tuvo algo que ver con el cambio de opinión del grupo de humanos. O quizá simplemente estamos destinados a no poder convivir ni tratarnos bien los unos a los otros en NeoPanem. — No estoy segura, por eso — reconozco al final. — Lo que sí sé es que cuando la voz femenina dijo que esa noche iban a morir cien personas, el fuego azul apareció encima de esos símbolos extraños. Y cuando alguien lo pisaba... en fin — omito el final porque ambos sabemos a dónde quiero llegar a parar y no hace falta entrar en detalles escabrosos.
Que Ben comente que hay aurores cerca me pone alerta y en tensión al instante. Ya no es solo por el gran riesgo que estamos corriendo ahora mismo estando todos aquí, sino porque la mayoría estamos demasiado agotados y malheridos como para poder enfrentarnos a ellos si nos acabasen pillando. Sin embargo, ni siquiera me da tiempo a contestar al que es uno de mis mejores amigos porque Alice nos interrumpe con noticias incluso peores. — ¿Estás segura? — No me paro a esperar a que conteste porque giro la cabeza hacia los límites. Me cuesta unos segundos darme cuenta, pero al final acabo viendo el pequeño reflejo mágico que emite la barrera en contraste con la luz de la luna. — Tenemos que buscar la forma de sacaros de aquí — susurro casi para mí misma, pero lo suficientemente alto como para que todos me escuchen. Porque ellos no pueden quedarse encerrados en el país, a riesgo de que las autoridades les encuentren. Sí, han pasado años desde que se marcharon, pero no vale la pena correr el riesgo de comprobar si saben quiénes son.
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Las horas transcurrían, las conversaciones se sucedían unas tras otras y, poco a poco, los quejidos se iban apagando bien por las curas que les eran realizadas o porque las personas acababan cayendo rendidas por el cansancio y dormían en algún lugar de la destrozada edificación. Metió las manos en los bolsillos de sus pantalones, pateando una piedra que rodó hasta golpear la pared. Sus pasos se dirigieron hasta allí. Después de haber conseguido descansar durante un par de horas se encontraba mejor, incluso quizás iba siendo hora de que se marchara de allí; en realidad no era asunto suyo, ni siquiera conocía a las personas que acababan de llegar y nadie de allí le inspiraba demasiada confianza. Estaban en peligro, los aurores buscarían a las personas que habían escapado de allí, y el distrito doce era, sin duda, un objetivo bastante claro por su situación en el norte.
Se agachó para tomar la piedra y asomarse por el lateral de la ventana, percibiendo cierto movimiento en el exterior. No un movimiento común de alguien que se escondía, sino el movimiento de alguien que acechaba. Damm, fue lo único que vino a su mente a la par que se alejaba de la ventana y caminaba en dirección al lugar donde se encontraban el resto de personas, en especial al círculo que se había formado de los que ‘conocía’. Antes si quiera de que pudiera decirlo, el tipo alto y con cara de malas pulgas informó que habían aurores en el exterior del edificio. Seguramente no habría pasado de inadvertido la llegada de tantas personas. La comunicación de la barrera cubriendo el distrito fue la gota que colmó el vaso. —¿Solamente sacarlos a ellos?— preguntó entonces, no pudiendo retener las palabras por más tiempo. No sabía si eran repudiados…. O si lo eran habían estado muy bien escondidos, pero, en su opinión, todos estaban igual de jodidos. —Podríamos ir al bosque y escondernos, pero a éstas alturas ya estará asegurado por los aurores— intentó razonar, frunciendo el ceño con frustración. Habían conseguido salir del distrito cinco pero ahora estaban rodeados en el doce; había sido demasiado obvio el ‘plan’ de huida.
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En algunos de los libros que había leído en clase, o a veces incluso por gusto, el fuego azul estaba relacionado con el diablo. Eso claro, cuando todavía se podían leer libros muggles, demasiado tiempo atrás como para recordar los detalles con total claridad. Habían pueblos enteros que creían que el fuego azul estaba reservado para el lugar más profundo del inframundo y por tanto, reservado para el mismísimo rey del inframundo. La idea de que eso exista realmente, me pone de los nervios y cuando Seth parece interesado en ese tema, lo empeora. Intento seguir ayudando a todos los que puedo, apenas prestando atención a la conversación sobre salir al bosque. Los aurores deben haber rodeado el distrito cinco, no el doce ¿no? aunque supongo que, para variar, creerán que la culpa es nuestra —y la es, en parte, por dejarnos engañar—. Paso de una persona a otra todo lo rápido que puedo, enviando a algunos a descansar, que a pesar de estar heridos echan una mano. — vamos a tardar mucho trasladando a todos al bosque — murmuro, pero al final me doy cuenta de que las prisas por irse y la idea, no surgieron para todos sino para los que vinieron a ayudar. Lo que daría Riorden por estar en frente de los tipos de distrito que no existe.
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Entre problemas de desaparición y heridos, se acaba pasando el día sin un plan real de como marcharse de allí. Cuando todos están a salvo me concentro en echar vistazos fuera, o incluso salir a dar rondas, con otro grupo pequeño de máximo cuatro personas, para asegurarnos de que los aurores buscan lejos de allí. Las horas se acaban pasando una tras otra sin piedad y cuando llega el atardecer del día 3 de diciembre, los nervios dentro del edificio empiezan a descolocarse. Ya no queda nada de comer y un nuevo problema se ha sumado a la lista. — ¿UN LICÁNTROPO? — Intento no gritar, pero el pánico me supera y al final es como un grito medio grito medio susurro, medio sílabas delineadas con los labios. No sé si el resto me ha escuchado, pero desde luego se alzaron varios shhhh, que me dejan claro que eso era un secreto.
Miro al tipo con mucho pelo, quizá eso debería haberme dado una pista de que le pasaba algo, porque por cada hora que estábamos allí metidos, más enfadado e incómodo parecía. Me alejo dos pasos por si acaso, intentando disimular (muy mal) que me da un poquito de respeto.
'No entres en pánico'. Ese aviso llega tarde. — ¿Cómo no voy a entrar en pánico con un licántropo junto a mi entre cuatro paredes? ¿se han vuelto locos? — Ahora entiendo las prisas. Lo peor son las mil excusas que hay para justificar esta estupidez, y los cero planes.
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Teníamos las horas contadas pero, por ahora, tiempo de sobra. Al menos eso era lo que intentaba meterme en la cabeza para evitar que la ansiedad me evitar pensar. Con cada hora que pasaba, estaba más nervioso y era evidente por la insipiente necesidad de estar moviendo la varita entre los dedos como si un palo de animadora se tratara, o de estar yendo de un lado para otro sin ser capaz de estarme quieto ni un solo segundo, ni siquiera cuando cayó la noche y durmió la mayoría. Me ofrecí a hacer guardia para aprovechar la sobredosis de energía, y porque creí que las cosas se calmarían al llegar la madrugada, algo que nos permitiría volver a casa, pero no fue así.
El día tres llegó y con cada hora que pasaba, la luna llena básicamente les pisaba. Tenía un plan de emergencia. OBVIAMENTE. Uno no va con un licántropo por la vida esperando que las cosas salgan bien por obra y gracia del espíritu santo; y mucho menos con uno como ben, a quien parecía que la desgracia seguía a todas partes (nació para ser gafe); pero no me gustaría hacer ruido y el plan de emergencia, tal y como estaban las cosas, haría demasiado.
Sophia había llamado en varios momentos de la noche, tampoco parecía poder dormir. Nunca podía cuando un plan no salía como esperábamos porque era plenamente consciente de que ese retraso podría convertirse en algo permanente. Llamar era su forma de asegurarse de que aún había esperanza para volver; y además ella era plenamente consciente de que mi capacidad para pensar en algo para salir del paso, se basaba en que mis niveles de estrés estuvieran más abajo de cierto nivel. No era así el caso precisamente, y hablar con ella siempre conseguía ahogar esa vocecita fatalista y regalarla a segundo plano aunque fuera un rato. Mi tío Jared lo llamaba pánico controlado.
— SHHHHH — El pseudo grito de Joyce me hace saltar casi encima de ella par acallarla por la fuerza y luego mirar alredeor. Lo que menos necesito ahora es más gente asustada por un licántropo. — Cállate. La idea es sacarlo de aquí antes de que se convierta y créeme, mientras siga así, estamos bien. — Señalo el estado de Ben, que ha empeorado por horas, algo muy habitual y para nada preocupante. Lo que me ronda por la cabeza es si he calculado lo bastante bien la salida de la luna llena. — Tengo un plan. Y poner en pánico a toda la sala no es parte de él — Separé a algunos de los que podían moverse y más o menos estaban enterados de la situación, y un par de voluntarios que igual estaban cerca de Joyce cuando gritó.
— Haremos dos grupos, uno hará ruido y el otro escapará. Ben, Amber y yo, iremos por esta zona. Vosotros estaréis aquí. No se trata de hacer tanto ruido que eso os cueste la vida; solo... solo ruido, el suficiente para que descuiden alguna zona por la que podamos irnos. — Las caras de Joyce o Amarie podrían ser un problema, aunque no estaba seguro de si el gobierno estaría buscando culpables de lo del cinco o simplemente buscando a quien culpar: pero el resto no debería tener problemas. Si se separaban bien, todo debía ir bien.
Aún así no podía evitar pensar que estaba dejando demasiadas cosas al azar. — Si Ben se transforma por el camino Amber y yo podemos contenerlo. — No es algo que no hayamos hecho en el pasado. — En cuanto escuchen un aullido, dejen de hacer lo que están haciendo y huyan. Nos vemos en el linde del bosque. — Después de hacer ruido nadie podía regresar a este edificio, y además si provocaban un enfrentamiento, en el linde del bosque estaría la situación mucho más a nuestro a favor. — ¿Dudas? —
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Las horas se transforman en paso de día y eso significa que tanto mi impaciencia como mi estado anímico han ido empeorando al punto que creo que las ojeras se me van a caer de la cara y que si abro la boca aunque sea para hablar, terminaré insultando o golpeando a alguien. A fin de cuentas termino dejando que Seth se ponga a armar los planes porque casi siempre él es el del cerebro, así que me limito a quedarme apoyado contra la pared con los brazos cruzados y cara de pocos amigos hasta que la niña esa, Joyce, pega un chillido que le vale que la fulmine con la mirada y haga chirrear mis dientes para no mandarla a la mierda. No, este no es mi mejor estado, lo sé.
— ¿Hacer ruido? ¿Y que pasa si no son lo suficientemente rápidos como para esconderse? — no quiero alarmar a nadie, pero aquí hay gente que posiblemente no tenga la capacidad de salir corriendo en caso de que un auror se acerque demasiado, aunque vamos, si hay que cortar cabezas muchos estarían dispuestos. Sin embargo, cuando Seth da por finalizada su explicación, suspiro de mala gana y me separo de la pared dejando caer los brazos — Sí, cientas, pero tampoco tenemos tiempo para eso — acomodo el rifle en mi espalda y fuerzo una sonrisa en dirección a Amber; sé que esto es como en los viejos tiempos, aunque no solíamos tener tanto riesgo — “Que la suerte esté siempre de su lado” — es un pésimo chiste cargado de sorna, pero que va.
Me preparo para salir, frenando un momento a Alice tirando de su mano para darle un fugaz beso en la frente en un intento de despedirme y, de paso, desear algo de suerte — Ya sabes, siempre tienes que correr en la dirección opuesta al sonido desagradable — le recuerdo con un guiño, dándole un último apretón y acomodándome junto a mis dos compañeros.
Espero. El momento se ha vuelto inquieto y no sé si el sudor frío es de los nervios o la proximidad de la luna llena, esa que espero que no asome todavía. No es hasta que Seth y Amber se mueven que camino entre ellos, apretando la capa de invisibilidad debajo de mi brazo, sabiendo que no será de utilidad para tres adultos que intentan escapar de un grupo lo suficientemente alerta como para notar el movimiento de pies en la noche. Dejo que guíen el camino, alzando los ojos hacia los árboles cada vez más cercanos — ¿De verdad creen que funcione? — me es inevitable preguntar.
2 de diciembre | Residencias del distrito 12
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Joyce Henderson
Amber J. Pearson
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