Historia

La historia de Liliane no es la más brillante del universo. Nació en el distrito 4, cuando era un distrito pesquero tranquilo. En su infancia fue una criatura delgaducha y sin gracia alguna, con enfermedades de crecimiento que afectaron su forma física durante su temprana edad. Eso la llevó a tener problemas de autoestima, de comprensión de ella misma y, resumiendo, una etapa de pensar en círculo y odiarse un poquito de nada a ella misma. Sin embargo, eso se solucionó cuando cambió su forma de ver las cosas y se convirtió en una optimista empedernida que le buscaba el lado positivo a todo.

Entró en la academia para agentes de la Paz, se convirtió en uno de ellos y empezó a trabajar vigilando las —en ese momento tranquilas— calles del 4. Siendo sinceros, se convirtió en agente en parte por vocación y en parte para callar las bocas de todos aquellos que, por el mero hecho de ser una niña algo enclenque, le habían dicho que no llegaría a nada.
El punto decisivo de la vida de Lily vino de la mano de una misión especial. También salió de ahí el que, a día de hoy, es el lema de su vida: ”Nunca patees a un Weynart, porque son como conejos y se multiplicarán, volverán a por ti y te patearán todos a la vez y más fuerte”. Sí, estamos hablando del día en el que le llevaron a Lena Weynart a casa y le dieron la misión de recluirla en su sótano. Tampoco es que le dieron muchas instrucciones a la pobre aprendiza de agente: le dijeron simplemente que era parte de su aprendizaje y que tenía que mantenerla oculta.

El problema era que Lily, pese a ser una Agente de la Paz, tenía su corazoncito. ¿Y quién no lo tiene? (A parte de Stephanie Black, claro). El caso es que Lena Weynart estaba casada. Tenía un hijo pequeño. Y Liliane se planteó seriamente soltar a la mujer. No hizo falta que lo hiciera, porque un día quedó con un amigo en su casa, con un Campbell, y justo Lena hizo ruido. Lily todavía no entiende cómo pasó todo aquello. Solo sabe que apareció Alec Weynart, el hermano del marido de Lena, y que Billy Campbell se llevó dos tiros. Y que se llevaron a Lena Weynart de su casa.

Algo así podría traumatizar a cualquiera, pero Lily siguió con su trabajo, cumpliendo órdenes sin rechistar y callando ante todo. Hasta la coronación de Dalerick y Areida, los ganadores de ese año en los Juegos. Los Agentes capturaron a unos cuantos rebeldes, y a Lily le tocó interrogar a uno de ellos. Sorpresa, sorpresa, se trataba de Alec Weynart. La gracia que le hizo a la muchacha ya ni la contamos. Ella fue muy cruel. Mucho. Le hizo chantaje emocional y lo torturó hablándole de Lena y de los abusos que había sufrido, culpándole a él y a su familia de todas las desgracias que había sufrido. También lo torturó físicamente, claro está. Al más puro estilo de Agente de la Paz.

Ahora, viéndolo con perspectiva, encuentra más que gracioso que se hicieran llamar “Agentes de la Paz”.

La situación actual es sencilla. Lleva casi dos décadas siendo esclava en la casa de Riorden Weynart, cuya familia enorme ya no es tan enorme porque algunos han ido muriendo por el camino. Pero también han nacido más, porque son Weynarts y, reiterándonos, son como conejos. Cocina, limpia, hace lo que le piden y no discute. Pero está un poco hasta el coño de toda la situación.

Realmente, si lo miramos de forma objetiva, es una persona un poco inestable a nivel emocional. Muy inestable. Con los años encerrada en la casa del ahora ministro, su cinismo y su sarcasmo como forma constante de expresarse han ido creciendo. Ya no se toma la vida en serio. Le da igual todo lo que pueda pasar, o eso se dice a ella misma. ¿Le gustaría dejar de ser esclava? Hombre, pues claro, tampoco está tan loca. Pero sí que es verdad que está muy desmotivada, y hay una parte en ella que moriría por tener una causa, un objetivo, algo por lo que vivir o luchar.

Estadísticas del personaje

VITALIDAD: 30 pts
FUERZA:
DESTREZA:
DEFENSA:
AGILIDAD:
RESISTENCIA: