OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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La noche estaba helada y se notaba que la llegada del invierno estaba a la vuelta de la esquina; la fina campera que había tomado prestada apenas y ayudaba a mantener el calor y definitivamente me arrepentía de no haber traído un termo repleto de café, o cuando menos una cerveza. Al menos no había viento, lo que me permitía caminar de un lado a otro de la torre para tratar de mantener el frío y el sueño, lejos de mi persona. Frotando mis palmas una contra la otra y soplando un poco de aire en ellas, trataba de que no se me entumecieran los dedos mientras observaba como los caballos pastaban tranquilos dentro de su corral, y sonriendo al reconocer el claro pelaje de Arion a la distancia, por más de que desde esta altura tuviese el tamaño de un perro en lugar del de un caballo.
Estaba aburrida, realmente aburrida, pero extrañamente en paz al notar que por alguna razón todo parecía volver a la normalidad luego de días y días de caos. Prefería mil noches aburridas como esta, sino tenía que volver a pasar por las últimas semanas otra vez. Al menos las pesadillas habían disminuido notablemente... o más bien habían sido reemplazadas por sueños bizarros que estaba agradecida de olvidar a las pocas horas de despertar; ya tenía suficiente en mi cabeza como para encima tener que dudar de mi estabilidad mental.
Sigo paseando la vista por los campos de abajo, pegando saltitos de a ratos, cuando noto una sombra moverse desde la esquina de mi ojo. Por unos segundos no estoy segura de haber visto bien, pero vuelvo a notar movimiento y no dudo en buscar la linterna del piso con rapidez. No hace falta encenderla, para cuando vuelvo a asomarme por el borde logro reconocer las facciones de Ken gracias a la luz de la luna que aún permanece bastante grande en el cielo y sonrío. - ¡Hey! Ya me parecía que Zenda no podía ser tan silenciosa. - Le llamo la atención tras encender la linterna y apuntarle con el haz de luz. - ¿Tienes algo de comer o de beber por ahí?
Estaba aburrida, realmente aburrida, pero extrañamente en paz al notar que por alguna razón todo parecía volver a la normalidad luego de días y días de caos. Prefería mil noches aburridas como esta, sino tenía que volver a pasar por las últimas semanas otra vez. Al menos las pesadillas habían disminuido notablemente... o más bien habían sido reemplazadas por sueños bizarros que estaba agradecida de olvidar a las pocas horas de despertar; ya tenía suficiente en mi cabeza como para encima tener que dudar de mi estabilidad mental.
Sigo paseando la vista por los campos de abajo, pegando saltitos de a ratos, cuando noto una sombra moverse desde la esquina de mi ojo. Por unos segundos no estoy segura de haber visto bien, pero vuelvo a notar movimiento y no dudo en buscar la linterna del piso con rapidez. No hace falta encenderla, para cuando vuelvo a asomarme por el borde logro reconocer las facciones de Ken gracias a la luz de la luna que aún permanece bastante grande en el cielo y sonrío. - ¡Hey! Ya me parecía que Zenda no podía ser tan silenciosa. - Le llamo la atención tras encender la linterna y apuntarle con el haz de luz. - ¿Tienes algo de comer o de beber por ahí?
La verdad es que hace mucho tiempo que tengo ganas de probar mi bote pero hacerlo a la luz del día es algo que es básicamente imposible porque todos pueden verme, así que decido hacerlo por la noche cuando todos estén durmiendo. Sé que esquivar a los guardias es prácticamente imposible así que opto por tomar la ruta más segura, o sea que significa el andar cerca de la torre donde Ava está vigilando y no donde se han metido los adultos más responsables del distrito. Al menos sé que si ella me atrapa no estaré castigado, por lo que es un problema menos por el cual preocuparse.
Estoy prácticamente abrazado a mi mochila cuando me asomo por uno de los árboles, notando la silueta de la rubia de un punto al otro de la torre. Si me alejo demasiado podrá verme a a distancia, así que acomodo la mochila en mi espalda y me inclino para ir lo más silencioso que puedo hasta esconderme debajo de la torre cuando creo que anda muy entretenida chequeando en la dirección contraria a mi posición. Me pego a la madera y paro la oreja para tratar de adivinar por donde anda crujiendo la madera bajo su peso y, cuando creo que no tengo mejor momento, intento salir disparado hacia los límites del distrito. Creo que mi plan ha dado resultado cuando la luz me alumbra la cara y me deja ciego, quitándome una queja que se mezcla con un gimoteo de reproche.
— ¡Zenda no hubiese ni llegado a la torre! — me quejo como si me hubiese insultado y le hago señas para que deje la luz, cubriéndome los ojos con una mano. Resentido, me vuelvo sobre mis pies, regresando hacia la torre — Un paquete de cheetos que le robé a Seth y galletas. ¿Te sirve? — eran mis provisiones para la noche, pero ahora también pueden ser mi pase a la libertad. Subo las escaleras de madera con obvio mal humor y en cuanto llego a la cima de la torre, dejo caer la mochila por un hombro — ¿Lo tomaríamos como forma de pago y me dejarías pasar?
Estoy prácticamente abrazado a mi mochila cuando me asomo por uno de los árboles, notando la silueta de la rubia de un punto al otro de la torre. Si me alejo demasiado podrá verme a a distancia, así que acomodo la mochila en mi espalda y me inclino para ir lo más silencioso que puedo hasta esconderme debajo de la torre cuando creo que anda muy entretenida chequeando en la dirección contraria a mi posición. Me pego a la madera y paro la oreja para tratar de adivinar por donde anda crujiendo la madera bajo su peso y, cuando creo que no tengo mejor momento, intento salir disparado hacia los límites del distrito. Creo que mi plan ha dado resultado cuando la luz me alumbra la cara y me deja ciego, quitándome una queja que se mezcla con un gimoteo de reproche.
— ¡Zenda no hubiese ni llegado a la torre! — me quejo como si me hubiese insultado y le hago señas para que deje la luz, cubriéndome los ojos con una mano. Resentido, me vuelvo sobre mis pies, regresando hacia la torre — Un paquete de cheetos que le robé a Seth y galletas. ¿Te sirve? — eran mis provisiones para la noche, pero ahora también pueden ser mi pase a la libertad. Subo las escaleras de madera con obvio mal humor y en cuanto llego a la cima de la torre, dejo caer la mochila por un hombro — ¿Lo tomaríamos como forma de pago y me dejarías pasar?
Largo una carcajada cuando anuncia que mi hermana habría sido descubierta antes y me encojo de hombros porque a fin de cuentas tiene razón, Zenda aunque bien intencionada tendría suerte de salir de la zona de viviendas sin ser vista y mucho menos podría llegar a las torres. - Ya, ya. - Me río y le saco la luz de la cara ante sus aspavientos mientras lo observo subir con rapidez.
Para el momento en que termina de subir las escaleras me apoyo contra una de las barandas y me cruzo de brazos mientras que trata de sobornarme para que lo deje irse a vaya uno a saber dónde. - Claro que sirve, pero a menos que tengas una cerveza dando vueltas por ahí me temo que vas a tener que soportarme un rato más. - Claro que no es muy responsable de mi parte decirle que puede comprar mi silencio con cerveza, pero es Ken y ya está bastante grandecito como para seguir tratándolo como un niño pequeño. Eso y siempre tuve debilidad por el muchacho, pero esa ya era otra cuestión. - Ya quita ese ceño fruncido, solo te hace parecer adorable.- Le digo más que nada para molestarlo pese a que sea cierto.
Separándome de la pared y dejándome caer en la manta que siempre traigo para las guardias, extiendo uno de mis brazos hacia él y abro y cierro la mano repetidas veces para que me alcance los refrigerios que nombró. - Ya sabes, para la próxima complementa bien y no hay problema en dejarte ir. - Le sonrío con picardía mientras recibo el paquete que me alcanza y me meto un par de cheetos en la boca antes de volver a hablar. - Aunque si quieres otro consejo, te conviene salir luego de las tres o cuatro de la mañana. De esa forma puedes volver a media mañana y decir que anduviste por el lago o la granja. Si me avisas hasta podría ir a una de esas torres para que no te digan nada. - Le ofrezco porque, a fin de cuentas, no han pasado tantos años desde que tenía que buscar como mierda escabullirme sin que me descubriese Echo o mi madre, y pese a que la adrenalina era genial, no era bonito ser descubierto.
Para el momento en que termina de subir las escaleras me apoyo contra una de las barandas y me cruzo de brazos mientras que trata de sobornarme para que lo deje irse a vaya uno a saber dónde. - Claro que sirve, pero a menos que tengas una cerveza dando vueltas por ahí me temo que vas a tener que soportarme un rato más. - Claro que no es muy responsable de mi parte decirle que puede comprar mi silencio con cerveza, pero es Ken y ya está bastante grandecito como para seguir tratándolo como un niño pequeño. Eso y siempre tuve debilidad por el muchacho, pero esa ya era otra cuestión. - Ya quita ese ceño fruncido, solo te hace parecer adorable.- Le digo más que nada para molestarlo pese a que sea cierto.
Separándome de la pared y dejándome caer en la manta que siempre traigo para las guardias, extiendo uno de mis brazos hacia él y abro y cierro la mano repetidas veces para que me alcance los refrigerios que nombró. - Ya sabes, para la próxima complementa bien y no hay problema en dejarte ir. - Le sonrío con picardía mientras recibo el paquete que me alcanza y me meto un par de cheetos en la boca antes de volver a hablar. - Aunque si quieres otro consejo, te conviene salir luego de las tres o cuatro de la mañana. De esa forma puedes volver a media mañana y decir que anduviste por el lago o la granja. Si me avisas hasta podría ir a una de esas torres para que no te digan nada. - Le ofrezco porque, a fin de cuentas, no han pasado tantos años desde que tenía que buscar como mierda escabullirme sin que me descubriese Echo o mi madre, y pese a que la adrenalina era genial, no era bonito ser descubierto.
Me siento totalmente estúpido por no haber pensado primero en el soborno con cervezas pero es que vamos, yo estaba esperando el pasar desapercibido y no tener que pagarle a nadie, aunque la verdad es que Ava acaba de darme una muy buena idea para futuros escapes fallidos — No creí que fuese a necesitarla — admito — ¡Tampoco estaba yendo muy lejos! — no estoy mintiendo así que debería considerarlo. Escapar no era una opción, aunque probar el bote que fuese a ayudarme a hacerlo alguna vez tiene algo que ver con el tema... ¡Pero no estaba escapando! Aunque me ofenda que cambie la cara por una supuesta adorabilidad, sus palabras solo consiguen que arrugue un poco más la frente y muevo mis hombros en un gesto de molestia — No digas tonterías — farbullo. Mujeres.
Ava se mueve por la torre y la miro con sospecha por esa declaración que no le creo en lo absoluto, aunque me acerco abriendo la mochila y le paso la bolsa de cheetos mirándola con cierto recelo — no te lo acabes todo — le pido casi como si no hubiera deseado que me escuche y me aferro a la tira de mi mochila mientras la veo comer como una vaca rumiante, lo que me hace reír por lo bajo. Quizá Ava y yo no hemos hablado demasiado en las últimas semanas, pero la comodidad siempre termina existiendo a pesar de las cosas que pueda escuchar o no sobre ella — Parece que eres toda una experta en escaparte al bosque — ironizo para molestarla y sin mucho más dejo caer la mochila al suelo para sentarme a su lado, apoyar la espalda en la madera y meter la mano dentro del paquete para llevarme algunos cheetos a la boca — ¿También la pasabas tan mal hasta que te dejaron salir? Que tortura — recuerdo a la Ava adolescente muy por encima, pero no me sorprende en lo absoluto nada de lo que me cuenta.
Me chupo el pulgar cargado del polvillo del cheeto y me relamo los dientes, tratando de esconder el ligero mal humor que sigue fastidiando mi cabeza — Pensaba regresar para el amanecer. No es que estuviese haciendo algo malo o peligroso — conozco la zona, no iba a cruzar más allá del lago, que tanto — ¿Le dirás a mi padre?
Ava se mueve por la torre y la miro con sospecha por esa declaración que no le creo en lo absoluto, aunque me acerco abriendo la mochila y le paso la bolsa de cheetos mirándola con cierto recelo — no te lo acabes todo — le pido casi como si no hubiera deseado que me escuche y me aferro a la tira de mi mochila mientras la veo comer como una vaca rumiante, lo que me hace reír por lo bajo. Quizá Ava y yo no hemos hablado demasiado en las últimas semanas, pero la comodidad siempre termina existiendo a pesar de las cosas que pueda escuchar o no sobre ella — Parece que eres toda una experta en escaparte al bosque — ironizo para molestarla y sin mucho más dejo caer la mochila al suelo para sentarme a su lado, apoyar la espalda en la madera y meter la mano dentro del paquete para llevarme algunos cheetos a la boca — ¿También la pasabas tan mal hasta que te dejaron salir? Que tortura — recuerdo a la Ava adolescente muy por encima, pero no me sorprende en lo absoluto nada de lo que me cuenta.
Me chupo el pulgar cargado del polvillo del cheeto y me relamo los dientes, tratando de esconder el ligero mal humor que sigue fastidiando mi cabeza — Pensaba regresar para el amanecer. No es que estuviese haciendo algo malo o peligroso — conozco la zona, no iba a cruzar más allá del lago, que tanto — ¿Le dirás a mi padre?
Las cejas se me alzan de manera involuntaria cuando dice no creer necesitar la cerveza y por breves momentos tengo una mezcla de sentimientos. - No se si sentirme decepcionada, aliviada u orgullosa de que hayas dicho eso. - Comento frunciendo los labios en un gesto que puede interpretarse como aprobatorio y sorprendido a la vez. Luego cambia aún más la expresión y no puedo evitar señalar hacia su frente con gracia. - ¿Ves? A eso me refiero: adorable. Casi dan ganas de pellizcarte esas mejillas. - Me burlo esta vez sí intencionalmente y apretando las yemas de los dedos contra mi palma para asentar aún más el punto. Claro que luego se me escapa una carcajada, y termino por guiñarle el ojo para que entienda que solo estoy jugando con él.
- ¿Acaso me estás llamando glotona?- Pregunto con fingido horror mientras me llevo las manos todas manchadas de cheetos al pecho, dejando cinco perfectas impresiones contra la campera en un intenso color naranja. - ¿O crees que estoy gorda? Dime la verdad, crees que estoy obesa ¿no?- Agrego en un tono insoportablemente alto que me hace acordar a cuando Eowyn se emociona por alguna nueva idea que se le cruza por la mente. Al parecer esa noche estaba jocosa, pero seguía ganando el hambre, así que paré con el teatro y volví a agarrar un manojo de frituras llevándomelas a la boca mientras escuchaba a Ken hablar. - No diría que experta, pero era la menor de toda una generación que me llevaba unos cuantos años de edad. Las excusas de ser muy chica para hacer algo, o el no ser lo suficientemente grande para otras, las tengo más escuchadas que tú, créeme. - Y es la verdad, ya que si no eran los mayores quienes me prohibían cosas, eran los más jóvenes al no querer arrastrar a una niña con ellos. - Y llegaste en una época en la que tu padre, mi madre y el resto de los verdaderos adultos ya están cansados y no prestan tanta atención, o delegan tareas. ¿Sabes lo difícil que era escapar cuando tu padre estaba de guardia?
Le devuelvo la bolsa antes de seguir devorando los cheetos e imito su gesto relamiéndome todos los dedos para degustar el polvillo que queda en ellos. - A media mañana... es muy sospechoso que regreses al amanecer a menos de que puedas escabullirte bien dentro de tu casa. - Y si considerábamos las horas a las que se levantan los demás... - ¿Y por qué habría de decirle? A mi forma de verlo como mucho dabas un paseo por no poder dormir, dudo mucho que fueras muy lejos con esta enorme cantidad de provisiones... - Ruedo los ojos con gracia y termino por sacudirle el cabello notando lo alto que se ha puesto el malnacido. - A todo esto, ¿a dónde ibas?
- ¿Acaso me estás llamando glotona?- Pregunto con fingido horror mientras me llevo las manos todas manchadas de cheetos al pecho, dejando cinco perfectas impresiones contra la campera en un intenso color naranja. - ¿O crees que estoy gorda? Dime la verdad, crees que estoy obesa ¿no?- Agrego en un tono insoportablemente alto que me hace acordar a cuando Eowyn se emociona por alguna nueva idea que se le cruza por la mente. Al parecer esa noche estaba jocosa, pero seguía ganando el hambre, así que paré con el teatro y volví a agarrar un manojo de frituras llevándomelas a la boca mientras escuchaba a Ken hablar. - No diría que experta, pero era la menor de toda una generación que me llevaba unos cuantos años de edad. Las excusas de ser muy chica para hacer algo, o el no ser lo suficientemente grande para otras, las tengo más escuchadas que tú, créeme. - Y es la verdad, ya que si no eran los mayores quienes me prohibían cosas, eran los más jóvenes al no querer arrastrar a una niña con ellos. - Y llegaste en una época en la que tu padre, mi madre y el resto de los verdaderos adultos ya están cansados y no prestan tanta atención, o delegan tareas. ¿Sabes lo difícil que era escapar cuando tu padre estaba de guardia?
Le devuelvo la bolsa antes de seguir devorando los cheetos e imito su gesto relamiéndome todos los dedos para degustar el polvillo que queda en ellos. - A media mañana... es muy sospechoso que regreses al amanecer a menos de que puedas escabullirte bien dentro de tu casa. - Y si considerábamos las horas a las que se levantan los demás... - ¿Y por qué habría de decirle? A mi forma de verlo como mucho dabas un paseo por no poder dormir, dudo mucho que fueras muy lejos con esta enorme cantidad de provisiones... - Ruedo los ojos con gracia y termino por sacudirle el cabello notando lo alto que se ha puesto el malnacido. - A todo esto, ¿a dónde ibas?
— ¡Me gusta la cerveza! Solo... — ya no sé cómo explicarme así que hago un montón de gestos que van desde la frustración a la irritación y varios soniditos que suenan guturales hasta soltar un "tsk" como si ella jamás fuese a entender mi punto, hasta que insiste en una adorabilidad que no existe y que solo me vale ponerle peor cara — No creo ser adorable desde mis cinco años — me quejo como si hubiese pasado una eternidad desde eso y no solamente diez años cuando sus gestos dan a entender que se está metiendo conmigo y ruedo los ojos hasta ponerlos en blanco; a veces olvido que Ava es adulta, en especial porque no suele actuar como una.
Todo ese acto de escándalo femenino me toma por sorpresa y termino con un cheeto atravesado en mitad de la boca, no muy seguro de cómo reaccionar o si simplemente salir corriendo torre abajo y regresar a casa hasta que sospecho, solo sospecho, que tampoco está hablando en serio ahora — Dime que no perdiste la cabeza en todos estos días que no estuvimos hablando — quizá los rumores que escuché eran productos de delirios de una Ava enloquecida por los traumas de vaya a saber lo que pasó en la expedición; no pude sacar mucha información, pero sí los vi llegar heridos. Mis tíos me habían dicho que se habían metido en un lugar lleno de bichos raros, pero nada más.
He escuchado la historia de Ava y sus problemas para encajar en la sociedad del catorce cientos de veces así que solamente asiento con la cabeza para darle la razón como a los locos una vez más y acabo mirándola como ironizando el hecho de que crea que no sé de lo que me habla — Vivo con él, así que imagina lo que es cuando quieres saltarte un castigo — papá siempre fue un hueso duro de roer, pero los últimos años parece un poquito más resignado a mi forma de ser e incluso mi educación, más eso no significa que me deje hacer lo que se me ocurra. A veces puede ser un poco frustrante.
Atrapo el paquete de cheetos y lo muevo un poco para poder chequear cuánto queda en su interior, agradecido que no esté vacío para poder agarrar uno y morder un poco del mismo sin mucho interés en todos esos consejos que ya conozco bien hasta que me hace la pregunta mortal. Pretendo en estar muy ocupado comiendo mi cheeto como para responderle y froto mis dedos entre sí para quitar los restos, tratando de usar la excusa más honesta que se me ocurra para no levantar sospechas — a las grutas. Quería darme un chapuzón y pasar la noche allí — en parte no es mentira así que no puede decirme nada — Estar en casa es insoportable, en especial en estos días. ¿Sabes que Beverly está más rara desde que se fueron? — entonces me doy cuenta de que no le he contado nada, pero por alguna razón, el recuerdo hace que me suba el calor y me ponga a comer con mayor ímpetu — Cumplí mi parte del trato e intenté enseñarle, aunque no resultó bien. Ella... bueno. Tenía la loca idea de que estoy enamorado de ella o algo así — y alzo mis hombros como si quisiera demostrar que no es gran cosa y lo tengo absolutamente controlado — creo que no se tomó muy bien mi rechazo.
Todo ese acto de escándalo femenino me toma por sorpresa y termino con un cheeto atravesado en mitad de la boca, no muy seguro de cómo reaccionar o si simplemente salir corriendo torre abajo y regresar a casa hasta que sospecho, solo sospecho, que tampoco está hablando en serio ahora — Dime que no perdiste la cabeza en todos estos días que no estuvimos hablando — quizá los rumores que escuché eran productos de delirios de una Ava enloquecida por los traumas de vaya a saber lo que pasó en la expedición; no pude sacar mucha información, pero sí los vi llegar heridos. Mis tíos me habían dicho que se habían metido en un lugar lleno de bichos raros, pero nada más.
He escuchado la historia de Ava y sus problemas para encajar en la sociedad del catorce cientos de veces así que solamente asiento con la cabeza para darle la razón como a los locos una vez más y acabo mirándola como ironizando el hecho de que crea que no sé de lo que me habla — Vivo con él, así que imagina lo que es cuando quieres saltarte un castigo — papá siempre fue un hueso duro de roer, pero los últimos años parece un poquito más resignado a mi forma de ser e incluso mi educación, más eso no significa que me deje hacer lo que se me ocurra. A veces puede ser un poco frustrante.
Atrapo el paquete de cheetos y lo muevo un poco para poder chequear cuánto queda en su interior, agradecido que no esté vacío para poder agarrar uno y morder un poco del mismo sin mucho interés en todos esos consejos que ya conozco bien hasta que me hace la pregunta mortal. Pretendo en estar muy ocupado comiendo mi cheeto como para responderle y froto mis dedos entre sí para quitar los restos, tratando de usar la excusa más honesta que se me ocurra para no levantar sospechas — a las grutas. Quería darme un chapuzón y pasar la noche allí — en parte no es mentira así que no puede decirme nada — Estar en casa es insoportable, en especial en estos días. ¿Sabes que Beverly está más rara desde que se fueron? — entonces me doy cuenta de que no le he contado nada, pero por alguna razón, el recuerdo hace que me suba el calor y me ponga a comer con mayor ímpetu — Cumplí mi parte del trato e intenté enseñarle, aunque no resultó bien. Ella... bueno. Tenía la loca idea de que estoy enamorado de ella o algo así — y alzo mis hombros como si quisiera demostrar que no es gran cosa y lo tengo absolutamente controlado — creo que no se tomó muy bien mi rechazo.
Me río a carcajada limpia cuando se pone a refunfuñar como un niño pequeño, y aumento el volumen cuando dice que no es adorable desde hace una década; sobretodo porque de verdad, de verdad Ken jamás ha dejado de ser adorable, y tengo el presentimiento de que para mí lo será incluso cuando alcance la adultez. Desventajas que tiene considerando que lo conozco literalmente desde su nacimiento, aunque claro, no es que él vaya a saber eso. Me limito a rodar los ojos con gracia y dejo el tema ahí, sabiendo que lo seguiré molestando con eso tanto como pueda. - Hagamos de cuenta que te creo...
Llevándome los dedos a la boca para limpiar los restos naranjas de los mismos, maldigo hacia mis adentros cuando noto que también tengo cheetos hasta en el medio de las uñas. Debo parecer super femenina tratando de quitar el polvillo con los dientes, y todo mi acting de mujer ofendida se va al carajo solo de verme sentada como un indio, meñique en la boca y una expresión de idiota por tener toda la mandíbula casi desencajada. - No se si me ofende que pienses que puedo actuar así, o me preocupa que tengas el mal juicio de creerte mi mala actuación. - Reforzando la idea de mi feminidad al escupir una de las uñas que se me ha roto en el esfuerzo de limpiarla, decido que tal vez debería cortarlas y arreglarlas de alguna forma que no implique acudir a Eowyn.
Me sacudo las manos y las refriego contra mi pantalón para terminar de limpiarlas y dejarlas descansar a mis costados, aún con sed y con verdaderas ganas de tomar una cerveza, pero sabiendo que eso tendrá que esperar hasta mañana. - No tengo que imaginarlo, mi madre no se quedaba muy atrás, y Echo no tenía ningún problema en imponer algún tipo de castigo... Ay por dios, empiezo a hablar con nostalgia de esto, ya estoy vieja...- Como si mi cuerpo no quisiese aceptar lo que acabo de decir, automáticamente me paro en mi lugar. Es en vano, no hay nada que hacer en la torre así que me limito a apoyarme contra la baranda, y observar al muchacho mientras me dice a donde pensaba dirigirse.
Claro que no me esperaba que nombrase a Beverly, y con algo de histeria me dejo caer sobre mis rodillas mientras le aprieto los cachetes entre mis palmas y lo examino en busca de algo que ni sé que es. - ¿Qué hiciste qué? Oh por dios Ken, dime que no me olvidé de decirte que no la ayudaras...- ¿Qué rayos pudo hacer la pequeña para que Kendrick dijese que no salió bien? Ken no era ningún niño, pero por alguna razón no podía sacarme de la cabeza la imagen de Bev con la ropa de su madre tratando de atrapar al muchacho para hacerle vaya dios a saber qué. - ¿Qué sucedió?- Consulto con mi voz una octava por encima de lo que es normal.
Llevándome los dedos a la boca para limpiar los restos naranjas de los mismos, maldigo hacia mis adentros cuando noto que también tengo cheetos hasta en el medio de las uñas. Debo parecer super femenina tratando de quitar el polvillo con los dientes, y todo mi acting de mujer ofendida se va al carajo solo de verme sentada como un indio, meñique en la boca y una expresión de idiota por tener toda la mandíbula casi desencajada. - No se si me ofende que pienses que puedo actuar así, o me preocupa que tengas el mal juicio de creerte mi mala actuación. - Reforzando la idea de mi feminidad al escupir una de las uñas que se me ha roto en el esfuerzo de limpiarla, decido que tal vez debería cortarlas y arreglarlas de alguna forma que no implique acudir a Eowyn.
Me sacudo las manos y las refriego contra mi pantalón para terminar de limpiarlas y dejarlas descansar a mis costados, aún con sed y con verdaderas ganas de tomar una cerveza, pero sabiendo que eso tendrá que esperar hasta mañana. - No tengo que imaginarlo, mi madre no se quedaba muy atrás, y Echo no tenía ningún problema en imponer algún tipo de castigo... Ay por dios, empiezo a hablar con nostalgia de esto, ya estoy vieja...- Como si mi cuerpo no quisiese aceptar lo que acabo de decir, automáticamente me paro en mi lugar. Es en vano, no hay nada que hacer en la torre así que me limito a apoyarme contra la baranda, y observar al muchacho mientras me dice a donde pensaba dirigirse.
Claro que no me esperaba que nombrase a Beverly, y con algo de histeria me dejo caer sobre mis rodillas mientras le aprieto los cachetes entre mis palmas y lo examino en busca de algo que ni sé que es. - ¿Qué hiciste qué? Oh por dios Ken, dime que no me olvidé de decirte que no la ayudaras...- ¿Qué rayos pudo hacer la pequeña para que Kendrick dijese que no salió bien? Ken no era ningún niño, pero por alguna razón no podía sacarme de la cabeza la imagen de Bev con la ropa de su madre tratando de atrapar al muchacho para hacerle vaya dios a saber qué. - ¿Qué sucedió?- Consulto con mi voz una octava por encima de lo que es normal.
La verdad es que las mujeres son tan raras que ya no sé cuándo diferenciar un ataque de histeria verdadero y uno falso, así que solamente le hago un movimiento con los hombros que deja bien en claro que no tengo ni idea. Toda su actitud meramente femenina, valga la ironía, me entretiene lo suficiente como para no prestarle mucha atención a lo que está diciendo porque no soy capaz de hacer dos cosas a la vez cuando se trata de cháchara de mujeres, así que cuando termina de hablar tengo que retroceder mentalmente para adivinar lo que me dijo y darle algo de forma — La verdad es que sí. Creo que tienes alguna cana por ahí… — finjo concentrarme en su pelo y ni me fijo si tengo los dedos sucios por la comida, le meto la mano de lleno entre el cabello y lo muevo un poco buscando algún mechón blanco que obviamente no encuentro, a pesar de que el rubio bajo la luna tiene ese tinte claro que podría disfrazarse con facilidad para parecer una cana.
De un momento a otro todo se torna un circo y me encuentro mirándola como si se le hubiese zafado un tornillo, sin entender muy bien lo que está pasando y estoy por preguntarle si se siente bien cuando me aprieta los cachetes entre sus manos de manera que pronto parezco un pez inflamado — No… ¿Por qué? ¿Te dijo algo? — las chicas se cuentan muchas cosas, quizá Ava sabía lo que Beverly estaba planeando y no me dijo nada. ¡Deshonra, desgracia, traición! Me echo hacia atrás para intentar que me suelte pero me rebota la cabeza contra la madera al seguir sentado, por lo que suelto un quejido que suena a un “auchi” muy lastimero y me froto la cabeza con una mano, soltando al fin los cheetos.
— Bueno… — es un poco bochornoso admitir que he sido abordado por una niña y que me haya dado mi primer beso, pero como es Ava, me trago un poco ese orgullo que debería darme un empacho y le quito las manos para poner la actitud más digna que me queda — No me hizo caso en ninguna indicación, me golpeó para dejarme inconsciente y … mebesóenelsuelo — suelto todo muy rápido como si así pudiese evitar que entienda lo que le digo y así lograr que de alguna manera lo pase por alto — ¡Y gritó que estoy enamorado de ella! ¡Jamás he mirado a Beverly de esa forma! — es linda niña, sí, pero es Bev y no hay con qué darle — No le he dicho a nadie, Ava. ¿Qué debo hacer? — y por el tono desesperado de mi voz y la expresión de desconcierto, creo que parece que estoy frente a un asunto de vida o muerte.
De un momento a otro todo se torna un circo y me encuentro mirándola como si se le hubiese zafado un tornillo, sin entender muy bien lo que está pasando y estoy por preguntarle si se siente bien cuando me aprieta los cachetes entre sus manos de manera que pronto parezco un pez inflamado — No… ¿Por qué? ¿Te dijo algo? — las chicas se cuentan muchas cosas, quizá Ava sabía lo que Beverly estaba planeando y no me dijo nada. ¡Deshonra, desgracia, traición! Me echo hacia atrás para intentar que me suelte pero me rebota la cabeza contra la madera al seguir sentado, por lo que suelto un quejido que suena a un “auchi” muy lastimero y me froto la cabeza con una mano, soltando al fin los cheetos.
— Bueno… — es un poco bochornoso admitir que he sido abordado por una niña y que me haya dado mi primer beso, pero como es Ava, me trago un poco ese orgullo que debería darme un empacho y le quito las manos para poner la actitud más digna que me queda — No me hizo caso en ninguna indicación, me golpeó para dejarme inconsciente y … mebesóenelsuelo — suelto todo muy rápido como si así pudiese evitar que entienda lo que le digo y así lograr que de alguna manera lo pase por alto — ¡Y gritó que estoy enamorado de ella! ¡Jamás he mirado a Beverly de esa forma! — es linda niña, sí, pero es Bev y no hay con qué darle — No le he dicho a nadie, Ava. ¿Qué debo hacer? — y por el tono desesperado de mi voz y la expresión de desconcierto, creo que parece que estoy frente a un asunto de vida o muerte.
Las cejas se me disparan hacia arriba cuando comenta que tengo canas, y trato de no sentirme como un mono mientras hace de cuenta que revisa para encontrarme alguna. Sería divertido que pudiese encontrar una cana entre tanto cabello rubio, y más porque si la genética no me jugaba en contra, dudaba tener algún cabello blanco a esta edad. Ya si la genética me jugaba en contra, que considerando la altura de Cale era probable, iba a exigir un reembolso. Termino por sacudir la cabeza cuando me da un escalofrío y sacudo los mechones de mi cabello como si estuviese espantando una mosca, golpeándolo en la mano sin querer al hacerlo.
No logro descifrar la expresión de Ken cuando me pregunta si Bev me contó algo, y eso me pone todavía más en alerta porque ni siquiera puedo terminar de imaginar la infinidad de cosas que pudo haber hecho Eowyn 2.0. Y es que si consideraba que no hace mucho había descubierto su interés por novelas que definitivamente no eran para su edad... ¿Se habría aprovechado de la inocencia del muchacho? El golpe de Ken me distrae unos segundos, y eso es lo que basta para recordar que no es ningún niño pequeño, sino un adolescente y que pese a todo, Beverly no podría haberle hecho nada.
Lo dejo comenzar a relatar lo que sucedió y pese a que mis oídos captan lo que me dice, mi cerebro no termina de conectar ideas... ¿Lo golpeó para noquearlo y luego besarlo? Llevando mis dedos hacia mis párpados termino frunciendo el gesto indecisa si sentirme aliviada porque podría haber sido peor, o preocupada porque al menos Eowyn generalmente se aprovechaba si la persona ya estaba inconsciente y no buscaba dejarlos en ese estado. Pobre Ken... - Supongo que no querrás decirle a ninguno de tus tíos para que la ubiquen, y mucho menos que esto salga de aquí...- Medito cuando pregunta qué puede hacer. -Y si es digna hija de su madre decirle que te gusta... otra persona solo la haría actuar peor. - Agrego deteniéndome justo a tiempo de decir el nombre de Lilah pese a lo obvio que es para todos lo mucho que le gusta.
Coloco una mano sobre su hombro y trato de poner una expresión optimista y no una que parece de completa resignación. - Evita quedarte a solas con ella, no comas nada de lo que te de, y... no se. - ¿Qué tan ético sería decirle que la derribe y corra, o aprenda el encantamiento petrificador? - La verdad es que con las Redford te tienes que inventar las cosas sobre la marcha. La última vez le tiré un baldazo de agua helada a Wyn, así que tal vez eso sirva... - Que ahora que lo pensaba eso solo había servido para hacer que Ben se haga mierda contra el piso, pero al menos tendría algo de lo que reírse si pasaba... Creo que nunca me había sentido tan inútil como ahora; no se si existía una respuesta correcta de cómo manejar a una Redford.
No logro descifrar la expresión de Ken cuando me pregunta si Bev me contó algo, y eso me pone todavía más en alerta porque ni siquiera puedo terminar de imaginar la infinidad de cosas que pudo haber hecho Eowyn 2.0. Y es que si consideraba que no hace mucho había descubierto su interés por novelas que definitivamente no eran para su edad... ¿Se habría aprovechado de la inocencia del muchacho? El golpe de Ken me distrae unos segundos, y eso es lo que basta para recordar que no es ningún niño pequeño, sino un adolescente y que pese a todo, Beverly no podría haberle hecho nada.
Lo dejo comenzar a relatar lo que sucedió y pese a que mis oídos captan lo que me dice, mi cerebro no termina de conectar ideas... ¿Lo golpeó para noquearlo y luego besarlo? Llevando mis dedos hacia mis párpados termino frunciendo el gesto indecisa si sentirme aliviada porque podría haber sido peor, o preocupada porque al menos Eowyn generalmente se aprovechaba si la persona ya estaba inconsciente y no buscaba dejarlos en ese estado. Pobre Ken... - Supongo que no querrás decirle a ninguno de tus tíos para que la ubiquen, y mucho menos que esto salga de aquí...- Medito cuando pregunta qué puede hacer. -Y si es digna hija de su madre decirle que te gusta... otra persona solo la haría actuar peor. - Agrego deteniéndome justo a tiempo de decir el nombre de Lilah pese a lo obvio que es para todos lo mucho que le gusta.
Coloco una mano sobre su hombro y trato de poner una expresión optimista y no una que parece de completa resignación. - Evita quedarte a solas con ella, no comas nada de lo que te de, y... no se. - ¿Qué tan ético sería decirle que la derribe y corra, o aprenda el encantamiento petrificador? - La verdad es que con las Redford te tienes que inventar las cosas sobre la marcha. La última vez le tiré un baldazo de agua helada a Wyn, así que tal vez eso sirva... - Que ahora que lo pensaba eso solo había servido para hacer que Ben se haga mierda contra el piso, pero al menos tendría algo de lo que reírse si pasaba... Creo que nunca me había sentido tan inútil como ahora; no se si existía una respuesta correcta de cómo manejar a una Redford.
— ¡Obvio que no quiero contarles! Solo se reirán y ... ni hablar — quizá estaba muy empecinado hace cinco minutos en demostrar que ya no tengo cinco años pero me traiciono a mí mismo cuando me cruzo de brazos sobre el pecho con el mejor puchero que soy capaz de dejar salir al natural, a pesar de que no lo hago voluntariamente — ¡Fue mi primer beso! Imagina lo que dirían si se los digo — ya puedo oír sus carcajadas, lo sé, y no por no haber besado nunca a nadie, sino por mi indignación. A veces esos dos son más niños que yo.
La miro con sospecha porque yo jamás he dicho que me guste otra persona y siento un picor fastidioso en mi nuca, pero busco disimularlo mientras se pone a hablar de las Redford como si no hubiese vivido toda mi vida cerca de ellas — La he estado evitando desde entonces. Seguro que piensa que es porque me da vergüenza estar cerca de su "increíble persona" — pongo mis ojos tan en blanco que termino bizco y estoy acomodándome en mi sitio cuando su comentario final me llama la atención, por lo que la miro entre divertido y curioso.
— ¿Y por qué tuviste que tirarle un balde encima? — le pregunto, sospechando un poco de qué tipo de historia puede estar escondida detrás de esa anécdota. He visto a Eowyn y Ava llevarse bien todos estos años a pesar de sus obvias diferencias, así que o bien estaban jugando o por alguna razón se la tuvo que sacar de encima con ayuda de agua fría — Ya sé que Eowyn es un poco... um... cariñosa con todos — por no utilizar otra palabra que no corresponde a mi edad y porque ella es mayor — pero no creí que fuese a acosarte a ti. Bueno, nunca lo he visto. ¿Tiene algo que ver con lo de las cosas esas que se supone que hacen en el bosque? — es algo que nunca entendí bien de donde salió pero sabiendo como son las Redford, hasta es sospechoso.
La miro con sospecha porque yo jamás he dicho que me guste otra persona y siento un picor fastidioso en mi nuca, pero busco disimularlo mientras se pone a hablar de las Redford como si no hubiese vivido toda mi vida cerca de ellas — La he estado evitando desde entonces. Seguro que piensa que es porque me da vergüenza estar cerca de su "increíble persona" — pongo mis ojos tan en blanco que termino bizco y estoy acomodándome en mi sitio cuando su comentario final me llama la atención, por lo que la miro entre divertido y curioso.
— ¿Y por qué tuviste que tirarle un balde encima? — le pregunto, sospechando un poco de qué tipo de historia puede estar escondida detrás de esa anécdota. He visto a Eowyn y Ava llevarse bien todos estos años a pesar de sus obvias diferencias, así que o bien estaban jugando o por alguna razón se la tuvo que sacar de encima con ayuda de agua fría — Ya sé que Eowyn es un poco... um... cariñosa con todos — por no utilizar otra palabra que no corresponde a mi edad y porque ella es mayor — pero no creí que fuese a acosarte a ti. Bueno, nunca lo he visto. ¿Tiene algo que ver con lo de las cosas esas que se supone que hacen en el bosque? — es algo que nunca entendí bien de donde salió pero sabiendo como son las Redford, hasta es sospechoso.
El puchero de Ken me toma por sorpresa, y por unos segundos me siento como esas mujeres insoportables que consideran que TODO es adorable y se emocionan de la nada por estupideces soltando risitas tontas que me dan ganas de golpearlas; pero era inevitable porque desde que era un bebé regordete y llorón que Ken ha sido una de las cosas más tiernas que he visto, y con la expresión que puso me recordó a esos momentos en los que me miraba y me convencía de darle algunos de mis dulces pese a que él ya se había comido los suyos. ¡Y aquí estaba! Diciéndome que ese había sido su primer beso y pareciendo un niño de diez en lugar de un adolescente de dieciséis. - ¿De verdad fue tu primer beso? Creí que había sido Delilah en algún juego idiota y que por eso te gustaba... - Termino por confesar demasiado sorprendida como para notar que había metido la pata.
- Dime que realmente no dijo eso. - Pido riéndome a carcada limpia porque realmente imagino a la pequeña Bev considerándose la crème de la crème y creyendo que de verdad Ken mostraba interés en ella... - Y no se... si le inventas alguna historia de cómo... eh... No, definitivamente no tengo inventiva. ¿Y si le dices a tus tíos pero sin decirles que fue tu primer beso? Tal vez si te hacés el macho diciendo que la ves muy niña y que estás para otras cosas... Aunque eso implicaría una charla sexual que Echo probablemente no aprobaría así que... Nop, ni idea. Tu decisión. - Me resigno y tiro la toalla sin saber cómo más poder ayudar al muchacho. Aunque eso de hacerse el grande y mostrarse interesado en otras cosas tal vez podría ser un buen ángulo. Ni Eowyn podía aprobar que Bev estuviese activa sexualmente a esa edad ¿no?
- ¿De verdad creíste que Wyn no era capaz de acosarme? Se ha ofrecido a ser mi despertar sexual desde que cumplí los dieciséis. - Le respondo con demasiada sinceridad y sin poder evitar recordar varios de sus ofrecimientos. - Y creo que tienes suerte de que le gustes a Bev o que estés cercano a su edad, sino puedo creerla capaz de hacerte algún ofrecimiento incluso a tí. - Le digo casi que hasta horrorizada por la abismal diferencia de edad que hay entre ambos, y que por alguna razón no dudaba de que Wyn fuera capaz de hacer algo como eso, o cuando menos de ofrecerle consejos. Claro que luego nombra los rumores que andan dando vuelta por el distrito y no puedo evitar llevarme una mano a la cara ya no se si por frustración o por vergüenza. - Por favor, no me digas que también te crees los rumores que ha esparcido acerca de las orgías en el bosque y no se cuántos fetiches más... Pero sí, tiene que ver con eso. Estaba de muy mal humor, le tiré un baldazo de agua fría para bajarle las hormonas y por alguna razón tu tío terminó de culo en el piso. Y sí, puedes usar eso en su contra si alguna vez se burla de ti. - Le suelto entre verdades incompletas y situaciones cómicas para desviarlo del tema principal.
- Dime que realmente no dijo eso. - Pido riéndome a carcada limpia porque realmente imagino a la pequeña Bev considerándose la crème de la crème y creyendo que de verdad Ken mostraba interés en ella... - Y no se... si le inventas alguna historia de cómo... eh... No, definitivamente no tengo inventiva. ¿Y si le dices a tus tíos pero sin decirles que fue tu primer beso? Tal vez si te hacés el macho diciendo que la ves muy niña y que estás para otras cosas... Aunque eso implicaría una charla sexual que Echo probablemente no aprobaría así que... Nop, ni idea. Tu decisión. - Me resigno y tiro la toalla sin saber cómo más poder ayudar al muchacho. Aunque eso de hacerse el grande y mostrarse interesado en otras cosas tal vez podría ser un buen ángulo. Ni Eowyn podía aprobar que Bev estuviese activa sexualmente a esa edad ¿no?
- ¿De verdad creíste que Wyn no era capaz de acosarme? Se ha ofrecido a ser mi despertar sexual desde que cumplí los dieciséis. - Le respondo con demasiada sinceridad y sin poder evitar recordar varios de sus ofrecimientos. - Y creo que tienes suerte de que le gustes a Bev o que estés cercano a su edad, sino puedo creerla capaz de hacerte algún ofrecimiento incluso a tí. - Le digo casi que hasta horrorizada por la abismal diferencia de edad que hay entre ambos, y que por alguna razón no dudaba de que Wyn fuera capaz de hacer algo como eso, o cuando menos de ofrecerle consejos. Claro que luego nombra los rumores que andan dando vuelta por el distrito y no puedo evitar llevarme una mano a la cara ya no se si por frustración o por vergüenza. - Por favor, no me digas que también te crees los rumores que ha esparcido acerca de las orgías en el bosque y no se cuántos fetiches más... Pero sí, tiene que ver con eso. Estaba de muy mal humor, le tiré un baldazo de agua fría para bajarle las hormonas y por alguna razón tu tío terminó de culo en el piso. Y sí, puedes usar eso en su contra si alguna vez se burla de ti. - Le suelto entre verdades incompletas y situaciones cómicas para desviarlo del tema principal.
El prospecto que Ava me regala diciendo que había pensado siempre que Delilah y yo nos habíamos besado hace que el rojo de los tomates que solemos cultivar sea absolutamente nada en comparación al color de mi piel, aunque hago un enorme esfuerzo para poder abrir la boca sin parecer que me he atragantado con mi propia saliva — Lilah y yo jamás nos hemos besado. Y no me gusta... ¿De dónde sacaste esa idiotez? — y para hacerme el superado suelto un bufidito rodando los ojos como si fuese incapaz de pensar un disparate más grande que ese — ¡Ella es como mi hermana! — que no lo es, pero como es la idea que tiene Delilah de mí, es la mejor excusa que siempre se me ocurre.
— Ella... bueno... no sé, dijo que sabía que lo nuestro era amor verdadero y qué sé yo. Ya sabes lo creída que es — pensar en Beverly de esa manera hace que la nariz se me arrugue tanto como la de una ardilla hambrienta y me pongo de pie con tal de moverme de mi sitio, acercándome de inmediato a uno de los bordes de la torre. Desde aquí puede oírse el arroyo en medio del silencio de la noche en compañía del viento, lo que me hace sentir mucho más fracasado al no haber podido efectuar mi misión con éxito. Sacudo la cabeza ante las ideas de Ava, no porque sean malas, sino porque no podría soportar la vergüenza — Prefiero no abrir la boca. Si le dicen algo a Beverly volverá a sacar el tema y yo prefiero fingir que no ha pasado nada. Lo último que quiero es que se enteren todos... — si la información llegase al resto de los niños, no podría soportarlo.
Toda la idea de Eowyn y sus locuras me hace reír como un niño que le han dicho alguna palabra fuera de sitio a los cinco años, encogiéndome un poco en mi lugar frente a un panorama nada agradable. E incluso cuando hay cosas de las que uno no quiere enterarse, mi vena curiosa se dispara cuando mete a mi tío en la ecuación y, a juzgar por los rumores, deduzco que se trata de Ben. La miro como si ella se hubiese pisado sola, en especial por la ecuación "Eowyn, Ben y balde de agua fría", por lo que fuerzo un carraspeo — ¿Y por qué tuviste que lanzarle un balde de agua fría con Ben presente? — le pregunto moviendo mis cejas, hasta que pongo una divertida cara de asco sin poder ocultar la risa — Lo siento, solo he oído cosas y no estoy seguro de qué es verdad y qué es mentira. Pero... ¿Tú y el tío Ben? — hago chasquear mi lengua varias veces mientras niego con la cabeza tratando de no reírme en su cara — Creí que nos contábamos todo, pero nunca me enteré de eso. Aunque lo sospechaba. No eres disimulada cuando se trata de mirar hombres y para que yo me dé cuenta... — y lo digo más bien porque más de una vez la vi observar a algunos de ellos en modos que era obvio que deseaba que no se dieran vuelta para pescarla.
— Ella... bueno... no sé, dijo que sabía que lo nuestro era amor verdadero y qué sé yo. Ya sabes lo creída que es — pensar en Beverly de esa manera hace que la nariz se me arrugue tanto como la de una ardilla hambrienta y me pongo de pie con tal de moverme de mi sitio, acercándome de inmediato a uno de los bordes de la torre. Desde aquí puede oírse el arroyo en medio del silencio de la noche en compañía del viento, lo que me hace sentir mucho más fracasado al no haber podido efectuar mi misión con éxito. Sacudo la cabeza ante las ideas de Ava, no porque sean malas, sino porque no podría soportar la vergüenza — Prefiero no abrir la boca. Si le dicen algo a Beverly volverá a sacar el tema y yo prefiero fingir que no ha pasado nada. Lo último que quiero es que se enteren todos... — si la información llegase al resto de los niños, no podría soportarlo.
Toda la idea de Eowyn y sus locuras me hace reír como un niño que le han dicho alguna palabra fuera de sitio a los cinco años, encogiéndome un poco en mi lugar frente a un panorama nada agradable. E incluso cuando hay cosas de las que uno no quiere enterarse, mi vena curiosa se dispara cuando mete a mi tío en la ecuación y, a juzgar por los rumores, deduzco que se trata de Ben. La miro como si ella se hubiese pisado sola, en especial por la ecuación "Eowyn, Ben y balde de agua fría", por lo que fuerzo un carraspeo — ¿Y por qué tuviste que lanzarle un balde de agua fría con Ben presente? — le pregunto moviendo mis cejas, hasta que pongo una divertida cara de asco sin poder ocultar la risa — Lo siento, solo he oído cosas y no estoy seguro de qué es verdad y qué es mentira. Pero... ¿Tú y el tío Ben? — hago chasquear mi lengua varias veces mientras niego con la cabeza tratando de no reírme en su cara — Creí que nos contábamos todo, pero nunca me enteré de eso. Aunque lo sospechaba. No eres disimulada cuando se trata de mirar hombres y para que yo me dé cuenta... — y lo digo más bien porque más de una vez la vi observar a algunos de ellos en modos que era obvio que deseaba que no se dieran vuelta para pescarla.
Creo que mi cara también toma color cuando Kendrick se esfuerza en negar que Delilah le gusta, pero en mi caso es porque aguantar la risa y parecer una persona seria, adulta y responsable, cuesta mucho más trabajo del que cualquiera pudiese pensar. Me contengo de volver a decirle lo adorable que se ve, y me limito a encogerme de hombros cuando me pregunta de donde saqué esa 'idiotez'; no quería ser la encargada de decirle que todo el distrito estaba enterado de su encaprichamiento con la bonita muchacha que convivía con él. - Pfff, no es la primera vez que escucho esa frase. - Contesto con diversión en la voz. Después de todo, estaba acostumbrada a burlarme de mi misma gracias al poco control que ejercía sobre lo que solía decir.
- ¿Me estás diciendo que una Redford no esparció un chisme por todo el distrito? - Me sorprendo y esta vez no es en chiste cuando involuntariamente llevo una palma a mi pecho en un gesto de asombro. Alabado sea Kendrick y su habilidad para silenciar a la muchacha; no me hubiese podido imaginar jamás en la vida que un secreto como ese se hubiese mantenido oculto tanto tiempo. Así que, esbozando una sonrisa de oreja a oreja, imito su acción y me paro para quedar a su altura (¿¡en qué momento creció tanto!?). - Prometo que de mi no van a escucharlo. Creo que le tengo alergia a los chismes últimamente. - Le prometo pellizcándole el puente de la nariz para que afloje su expresión de 'mastiqué una semilla de limón'.
Levanto una ceja medio divertida medio desafiante ante la pregunta de Ken y trato de fingir indignación. 'Trato' siendo la palabra clave en esa oración porque fallo estrepitosamente y simplemente puedo soltar una risa suave ante la evidente curiosidad del muchacho. Medito unos segundos qué debería decirle y que no, hasta que me decido por seguir jugando un poco más con él. - Eowyn se apareció en mitad de la noche en la cabaña de tu tío, en donde estoy viviendo por si te olvidas de ese detalle, y se puso a gritar que Seth y Ben se habían acostado sin decirle. - Esbozo una sonrisa casi maliciosa antes de continuar, porque siempre encontré divertida la idea de que la rubia estuviera tan interesada en la relación de los otros dos, y no sabía qué tanto sabía Ken del asunto. - Al parecer eso la calienta, porque de golpe quiso hacer un trío ahí mismo y la verdad es que no estoy interesada en ese tipo de cosas todavía, por eso el baldazo de agua fría que se ganó. - Me vuelvo a reír ya que la anécdota en sí es esa, con más o menos detalles y no puedo evitar que las expresiones de Ken me causen aún más gracia.
- Claro, ¿nos contamos todo pero no me quieres admitir lo de Delilah? - Me cruzo de brazos y lo miró con intención, como para que se atreva a negarme nuevamente que no le gusta la muchacha y no puedo evitar que una de las comisuras de mis labios se eleve. - Si no te das cuenta de cuándo muestro interés en alguien, tendrías que ser ciego. De verdad. Creo que hasta Sophia sabe que por muy casado que esté, su marido es digno de mirar; y ni hablemos de Ben que ni siquiera tiene esposa como para que me sienta culpable de observarlo. - Me sincero con el único motivo de ver las expresiones del muchacho.
- ¿Me estás diciendo que una Redford no esparció un chisme por todo el distrito? - Me sorprendo y esta vez no es en chiste cuando involuntariamente llevo una palma a mi pecho en un gesto de asombro. Alabado sea Kendrick y su habilidad para silenciar a la muchacha; no me hubiese podido imaginar jamás en la vida que un secreto como ese se hubiese mantenido oculto tanto tiempo. Así que, esbozando una sonrisa de oreja a oreja, imito su acción y me paro para quedar a su altura (¿¡en qué momento creció tanto!?). - Prometo que de mi no van a escucharlo. Creo que le tengo alergia a los chismes últimamente. - Le prometo pellizcándole el puente de la nariz para que afloje su expresión de 'mastiqué una semilla de limón'.
Levanto una ceja medio divertida medio desafiante ante la pregunta de Ken y trato de fingir indignación. 'Trato' siendo la palabra clave en esa oración porque fallo estrepitosamente y simplemente puedo soltar una risa suave ante la evidente curiosidad del muchacho. Medito unos segundos qué debería decirle y que no, hasta que me decido por seguir jugando un poco más con él. - Eowyn se apareció en mitad de la noche en la cabaña de tu tío, en donde estoy viviendo por si te olvidas de ese detalle, y se puso a gritar que Seth y Ben se habían acostado sin decirle. - Esbozo una sonrisa casi maliciosa antes de continuar, porque siempre encontré divertida la idea de que la rubia estuviera tan interesada en la relación de los otros dos, y no sabía qué tanto sabía Ken del asunto. - Al parecer eso la calienta, porque de golpe quiso hacer un trío ahí mismo y la verdad es que no estoy interesada en ese tipo de cosas todavía, por eso el baldazo de agua fría que se ganó. - Me vuelvo a reír ya que la anécdota en sí es esa, con más o menos detalles y no puedo evitar que las expresiones de Ken me causen aún más gracia.
- Claro, ¿nos contamos todo pero no me quieres admitir lo de Delilah? - Me cruzo de brazos y lo miró con intención, como para que se atreva a negarme nuevamente que no le gusta la muchacha y no puedo evitar que una de las comisuras de mis labios se eleve. - Si no te das cuenta de cuándo muestro interés en alguien, tendrías que ser ciego. De verdad. Creo que hasta Sophia sabe que por muy casado que esté, su marido es digno de mirar; y ni hablemos de Ben que ni siquiera tiene esposa como para que me sienta culpable de observarlo. - Me sincero con el único motivo de ver las expresiones del muchacho.
Se me escapa un "¡bah!" de resignación cuando básicamente aclara que no me cree pero como sé que si sigo hablando voy a arruinarme, prefiero hacerme el que no me importa y no decir nada al respecto. Sé que puedo confiar en Ava, al menos eso me ha demostrado en los últimos años, pero esto va más allá de la confianza para terminar siendo una cuestión de orgullo y honor. Creo que lo pierdo un poquito cuando me pellizca la nariz de esa manera que me hace sentir un perrito y cuando aparta la mano me la froto con los nudillos como si pudiese quitarme la sensación de su agarre — No, al menos no me enteré que lo hiciera. No es como si fuese un distrito tan grande... — al menos que lo haya alardeado con el resto de las chicas y como serían charlas de niñas yo no me habría enterado. La sola idea me hace fruncir el rostro en señal de amargura, pero intento disimularlo fingiendo estar muy interesado en una estrella fugaz que pasa rápidamente sobre nuestras cabezas.
Todo lo que me cuenta es algo que puedo visualizar perfectamente en mi mente y de inmediato me arrepiento porque es una imagen mental que no me quiero hacer, en especial por la clase de situación que tendría que haber sido para que Ava termine tirándole agua a la mamá de Beverly. Hago una de esas muecas que sacuden la lengua del asco y me estremezco sin desearlo — ¿Y tanto escándalo por eso? ¿Es todo mentira? — le pregunto, no muy seguro de si creerle y no, en especial cuando tiene el descaro de no negarme que es una babosa junto con un palito que no esperaba que me tire, ese que me hace hervir las orejas — Yo no tengo nada que admitir — farbullo. Quizá no estoy mintiendo, si consideramos que decirlo en voz alta sería lo que lo haría real pero nunca lo he hecho, así que no cuenta.
Sin embargo, me es inevitable no pensar en cómo es que actúan las mujeres. Ava parece ser una prueba viviente de eso — ¿Qué es lo que les ven? — la rubia que tengo al lado no es la primera que habla de esa manera de mis tíos y eso que ella tampoco puede hablar de su hermano, pero he escuchado a Eowyn y alguna que otra haciendo comentarios de los más grandes cuando quedaba solo entre mujeres en esos días donde pensaban que necesitaba vigilancia — ¿Es porque son altos? Ya creceré — y aunque intento esconder que me importa aprender a llamar la atención de alguna persona en particular, me es inevitable no torcer mi brazo y picarlo, buscando sentir algo de músculo — Nunca voy a entender cómo se manejan ustedes o qué ha pasado en realidad, pero espero que puedas solucionarlo. Dudo mucho que sea lindo que anden diciendo por ahí que te acostaste con alguien cuando eres inocente de hacerlo.
Todo lo que me cuenta es algo que puedo visualizar perfectamente en mi mente y de inmediato me arrepiento porque es una imagen mental que no me quiero hacer, en especial por la clase de situación que tendría que haber sido para que Ava termine tirándole agua a la mamá de Beverly. Hago una de esas muecas que sacuden la lengua del asco y me estremezco sin desearlo — ¿Y tanto escándalo por eso? ¿Es todo mentira? — le pregunto, no muy seguro de si creerle y no, en especial cuando tiene el descaro de no negarme que es una babosa junto con un palito que no esperaba que me tire, ese que me hace hervir las orejas — Yo no tengo nada que admitir — farbullo. Quizá no estoy mintiendo, si consideramos que decirlo en voz alta sería lo que lo haría real pero nunca lo he hecho, así que no cuenta.
Sin embargo, me es inevitable no pensar en cómo es que actúan las mujeres. Ava parece ser una prueba viviente de eso — ¿Qué es lo que les ven? — la rubia que tengo al lado no es la primera que habla de esa manera de mis tíos y eso que ella tampoco puede hablar de su hermano, pero he escuchado a Eowyn y alguna que otra haciendo comentarios de los más grandes cuando quedaba solo entre mujeres en esos días donde pensaban que necesitaba vigilancia — ¿Es porque son altos? Ya creceré — y aunque intento esconder que me importa aprender a llamar la atención de alguna persona en particular, me es inevitable no torcer mi brazo y picarlo, buscando sentir algo de músculo — Nunca voy a entender cómo se manejan ustedes o qué ha pasado en realidad, pero espero que puedas solucionarlo. Dudo mucho que sea lindo que anden diciendo por ahí que te acostaste con alguien cuando eres inocente de hacerlo.
Me encojo de hombros ante su respuesta porque no es que pueda negar lo que dice. El distrito es minúsculo en comparación al exterior, y mientras que los secretos eran pocos y podían guardarse, los chismes volaban y se multiplicaban: 'pueblo chico, infierno grande' Que disfrutara mientras podía que el incidente quedase entre dos personas entonces, y que a la rubia no se le había ocurrido inventar un cuento todavía más grande y más floreado de lo que había sido en verdad. - Entonces tienes razón, y lo mejor va a ser hacer de cuenta que nada pasó, y esquivarla más que a la peste. - Le sonrío porque sé que en realidad es imposible esquivar a una Redford, aunque podía intentarlo si quería.
Las expresiones de Ken no me defraudan y me entretengo solo de observar la cantidad de muecas que pone. No se me dificulta demasiado imaginar lo que debe estar pensando y me alegro de manera extraña porque, aunque quiera hacerse el mayor, sigue siendo poco más que un niño en algunas cuestiones. - Sí, tanto escándalo por un par de mentiras... - Suspiro con resignación mientras me dejo caer contra el costado de la baranda, lo que sería un movimiento peligroso para cualquier persona que midiese por encima del metro sesenta y cinco; siendo que no era mi caso simplemente me limité a cruzar una de mis piernas por encima de la otra. Lo triste del asunto, es que de verdad no estaba mintiendo. - ¿De verdad me crees capaz de montarme orgías en el bosque?- Pregunto y no tardo ni dos segundos en darme cuenta de mi error. -Aguarda, mejor no contestes. - Después de todo, Ken era un adolescente y debía tener las suficientes hormonas como para realmente pensar algo así.
O eso creo, porque no se como tomarme el que pregunte qué rayos les veo a los hombres. - La espalda, el culo, las piernas... incluso hasta la voz.- Comienzo a enumerar con los dedos de mi brazo derecho y con la actitud más despreocupada que puedo adoptar. No sé en qué momento empecé a ver a los hombres con otros ojos, y no es que en sí sean cosas en particular las que me atraen pese a lo que nombro. -Créeme, la altura no es algo que me importe. ¿Me has visto? - Me señalo con un gesto de la palma que termina en un ademán seco. - Igual tú no tienes de que preocuparte, serás alto y muchas chicas te van a mirar. Yo lo haría si fueses mayor de edad y no te hubiese cambiado los pañales. - Me río y me acerco para revolverle los cabellos nuevamente. - No te preocupes, ya se solucionarán. Gracias de todos modos. - Contesto evitando decir que no es que sea precisamente inocente...
Las expresiones de Ken no me defraudan y me entretengo solo de observar la cantidad de muecas que pone. No se me dificulta demasiado imaginar lo que debe estar pensando y me alegro de manera extraña porque, aunque quiera hacerse el mayor, sigue siendo poco más que un niño en algunas cuestiones. - Sí, tanto escándalo por un par de mentiras... - Suspiro con resignación mientras me dejo caer contra el costado de la baranda, lo que sería un movimiento peligroso para cualquier persona que midiese por encima del metro sesenta y cinco; siendo que no era mi caso simplemente me limité a cruzar una de mis piernas por encima de la otra. Lo triste del asunto, es que de verdad no estaba mintiendo. - ¿De verdad me crees capaz de montarme orgías en el bosque?- Pregunto y no tardo ni dos segundos en darme cuenta de mi error. -Aguarda, mejor no contestes. - Después de todo, Ken era un adolescente y debía tener las suficientes hormonas como para realmente pensar algo así.
O eso creo, porque no se como tomarme el que pregunte qué rayos les veo a los hombres. - La espalda, el culo, las piernas... incluso hasta la voz.- Comienzo a enumerar con los dedos de mi brazo derecho y con la actitud más despreocupada que puedo adoptar. No sé en qué momento empecé a ver a los hombres con otros ojos, y no es que en sí sean cosas en particular las que me atraen pese a lo que nombro. -Créeme, la altura no es algo que me importe. ¿Me has visto? - Me señalo con un gesto de la palma que termina en un ademán seco. - Igual tú no tienes de que preocuparte, serás alto y muchas chicas te van a mirar. Yo lo haría si fueses mayor de edad y no te hubiese cambiado los pañales. - Me río y me acerco para revolverle los cabellos nuevamente. - No te preocupes, ya se solucionarán. Gracias de todos modos. - Contesto evitando decir que no es que sea precisamente inocente...
Obvio que tengo razón, pero no se lo digo para que no se me ría en la cara por mi obvia incomodidad respecto a un tema que, agradezco, quede atrás cuando nos centramos en ella y las aventuras de las cuales me encantaría no haberme enterado nunca jamás — La verdad es que creo que muchos aquí estarían encantados de que algo así suceda en los bosques. No es como si tuviésemos la vida más entretenida de la historia... — reprocho sin poder contenerme, sintiéndome un idiota por una queja que sale de mí sin que pueda contenerme. Somos tan pocos y es un sitio tan pequeño que cualquier cosa que rompa la rutina es bienvenida, por muy pecaminosa que sea.
En parte todo lo que me enumera no me sorprende pero me hace reír, en especial porque ahora que lo recuerdo la he visto centrada en algunas partes en particular cuando se sentaba a mirar a los tipos del distrito, aunque jamás pensé que sería para tanto — ¿La voz? — suelto un poco confuso porque sé que si eso miran las niñas yo estoy jodido, cuando esa confesión y la revuelta de cabello hacen que me eche hacia atrás sacudiendo la cabeza para sacarme esa sensación del manoteo que no me esperaba — Muchas chicas... pst — bufo haciendo que un bucle que me cae sobre la frente se alce hacia arriba y me doy cuenta de que parezco más frustrado de lo que me hubiese gustado demostrar, pero tampoco puedo contenerlo — Aquí solo hay cuatro y ninguna cuenta — ni siquiera Delilah porque ella no me mira con esos ojos. La única opción que me queda es salir del catorce y todos saben que es prácticamente imposible para nosotros.
— Obvio que se va a solucionar. Cuando encuentren una novedad más interesante que comentar, al menos que termines embarazada y ¡Bam! Ojos sobre Ava por los próximos dos años — es una exageración, pero la risa me sale como si hubiese tenido la mejor idea de la vida. Me volteo para guardar mis cheetos en la mochila y suspiro, casi sintiéndome un tonto por el cambio de postura que presenta mi cuerpo ante lo siguiente, porque después de todo es solo Ava — ¿Me permites marcharme? Te prometo que iré a la cama y no a... bueno, a otro lado.
En parte todo lo que me enumera no me sorprende pero me hace reír, en especial porque ahora que lo recuerdo la he visto centrada en algunas partes en particular cuando se sentaba a mirar a los tipos del distrito, aunque jamás pensé que sería para tanto — ¿La voz? — suelto un poco confuso porque sé que si eso miran las niñas yo estoy jodido, cuando esa confesión y la revuelta de cabello hacen que me eche hacia atrás sacudiendo la cabeza para sacarme esa sensación del manoteo que no me esperaba — Muchas chicas... pst — bufo haciendo que un bucle que me cae sobre la frente se alce hacia arriba y me doy cuenta de que parezco más frustrado de lo que me hubiese gustado demostrar, pero tampoco puedo contenerlo — Aquí solo hay cuatro y ninguna cuenta — ni siquiera Delilah porque ella no me mira con esos ojos. La única opción que me queda es salir del catorce y todos saben que es prácticamente imposible para nosotros.
— Obvio que se va a solucionar. Cuando encuentren una novedad más interesante que comentar, al menos que termines embarazada y ¡Bam! Ojos sobre Ava por los próximos dos años — es una exageración, pero la risa me sale como si hubiese tenido la mejor idea de la vida. Me volteo para guardar mis cheetos en la mochila y suspiro, casi sintiéndome un tonto por el cambio de postura que presenta mi cuerpo ante lo siguiente, porque después de todo es solo Ava — ¿Me permites marcharme? Te prometo que iré a la cama y no a... bueno, a otro lado.
- Palabras más ciertas no se han escuchado jamás. - Respondo casi que hasta de manera solemne porque no, no es como si nadie tuviese una vida particularmente entretenida en el distrito... salvo por Eowyn, que vive en su propio mundo y se entretiene con cuanta cosa se le cruce por la cabeza. Supongo que para él, que aún no tiene la edad necesaria para salir del distrito, y que vive con las historias de sus tíos... pobre Ken, todavía recordaba lo que sentía a su edad, y para él debía ser mil veces peor.
Su risa cuando le contesto con sinceridad me hace rodar los ojos de manera casi inconsciente; después de todo, tampoco es que pueda hacer algo más que mirar... en el noventa por ciento de los casos. ¡Y ni siquiera era que mirase adrede! O tal vez sí, no importa. - Ya verás como en unos años me terminas dando la razón. No te prometo que vayan a hacer fila para verte, pero habrá unas cuantas interesadas. Creéme. - Me abstengo de decirle que por lo que cuenta ya tiene una admiradora, ya que no creo que sea ningún consuelo el pensar en Bev cuando se tiene tan poca fe; pero ¡hey! al menos no estaba relacionado con nadie dentro del distrito...
Pellizcándole la nariz con fuerza cuando se le ocurre pensarme embarazada, me aseguro de mirarlo con toda la intención que puedo. - No se dice eso ni en broma. - Le digo soltándolo mientras mi risa se encarga de deshacer cualquier amenaza que pudiese haber en mis palabras. - Ya, ya. Vete. Me da igual si es a tu cama o no, solo procura que no te descubran, o sugeriré que tus tareas sean compartidas con Bev para que puedas servirle de ejemplo.
Su risa cuando le contesto con sinceridad me hace rodar los ojos de manera casi inconsciente; después de todo, tampoco es que pueda hacer algo más que mirar... en el noventa por ciento de los casos. ¡Y ni siquiera era que mirase adrede! O tal vez sí, no importa. - Ya verás como en unos años me terminas dando la razón. No te prometo que vayan a hacer fila para verte, pero habrá unas cuantas interesadas. Creéme. - Me abstengo de decirle que por lo que cuenta ya tiene una admiradora, ya que no creo que sea ningún consuelo el pensar en Bev cuando se tiene tan poca fe; pero ¡hey! al menos no estaba relacionado con nadie dentro del distrito...
Pellizcándole la nariz con fuerza cuando se le ocurre pensarme embarazada, me aseguro de mirarlo con toda la intención que puedo. - No se dice eso ni en broma. - Le digo soltándolo mientras mi risa se encarga de deshacer cualquier amenaza que pudiese haber en mis palabras. - Ya, ya. Vete. Me da igual si es a tu cama o no, solo procura que no te descubran, o sugeriré que tus tareas sean compartidas con Bev para que puedas servirle de ejemplo.
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