OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Después de lo que ha estado ocurriendo en las últimas semanas, creo que me merezco un momento de paz conmigo mismo sin nadie que me fastidie ni demanden absolutamente nada de mí. Es un día soleado de otoño donde el frío todavía no se torna insoportable, así que he decidido usar mi tiempo a solas en atender a mi buena moto que tengo bastante abandonada últimamente gracias a todas las cosas que han estado ocurriendo. La tengo al fondo de mi pequeña choza, esa que me ha mantenido aislado del resto del distrito hasta que el incendio nos obligó a vivir todos amontonados, por lo que mi única compañía al aire libre es una botella de cerveza, un reproductor de música que hemos conseguido y dejo en un rincón para que suene por lo bajo para mantenerme tranquilo y Gigi, quien duerme al sol entre algunas hojas caídas como si el mundo pudiese explotar y a ella no le importaría. Quizá soy del distrito cuatro, pero los Franco siempre se dedicaron a la mecánica del distrito seis y jamás ha abandonado mis venas.
Chequeo los neumáticos, limpio el filtro de aire y estoy empezando a tratar el aceite cuando puedo escuchar pasos que rápidamente me ponen alerta. A juzgar por su andar y peso se trata de una mujer, pero no es ni Ava ni Alice, por lo que levanto la vista desde mi lugar para ver el cabello castaño acercase hacia mí con una seguridad que me pinta una sonrisa divertida en el sucio rostro. Hace meses que no veo a Amber, no solo porque he estado ocupado sino también porque las últimas veces que puse un pie en Neopanem no fue precisamente para encontrarme con ella, aunque no puedo decir que sea una sorpresa. Siempre voy a reprocharle que se haya marchado aunque en cierto modo, no puedo culparla, menos cuando ha sido de ayuda en mis intentos de conseguir alguna que otra cosa de manera ilegal.
— Pues mira quién se ha decidido por aparecer — bromeo, inclinándome sobre la caja de madera que generalmente uso de asiento para tomar el trapo que he dejado allí, limpiándome las manos mugrosas aunque sin lograr eliminar el color oscuro de mis uñas — Si no traes algo comestible en esa bolsa ni te me acerques, que estoy muerto de hambre — solo por fastidiosa confianza le lanzo el trapo para que lo atrape, ya que estoy completamente resignado a que le vaya a dar en la cara y me apoyo en la moto para verla mejor.
Todavía recuerdo a Amber cuando nos conocimos, meses después de mi regreso al catorce hace ya tanto tiempo. Fue una de las pocas personas con la cual no me sentí incómodo hablando de lo que había sucedido, aunque lo complicado había sido contarle que me habían mordido y no simplemente asumir que lo sabía como me había pasado con el resto del distrito que ya estaban allí. Y sin embargo, ella jamás me dio la espalda.
Chequeo los neumáticos, limpio el filtro de aire y estoy empezando a tratar el aceite cuando puedo escuchar pasos que rápidamente me ponen alerta. A juzgar por su andar y peso se trata de una mujer, pero no es ni Ava ni Alice, por lo que levanto la vista desde mi lugar para ver el cabello castaño acercase hacia mí con una seguridad que me pinta una sonrisa divertida en el sucio rostro. Hace meses que no veo a Amber, no solo porque he estado ocupado sino también porque las últimas veces que puse un pie en Neopanem no fue precisamente para encontrarme con ella, aunque no puedo decir que sea una sorpresa. Siempre voy a reprocharle que se haya marchado aunque en cierto modo, no puedo culparla, menos cuando ha sido de ayuda en mis intentos de conseguir alguna que otra cosa de manera ilegal.
— Pues mira quién se ha decidido por aparecer — bromeo, inclinándome sobre la caja de madera que generalmente uso de asiento para tomar el trapo que he dejado allí, limpiándome las manos mugrosas aunque sin lograr eliminar el color oscuro de mis uñas — Si no traes algo comestible en esa bolsa ni te me acerques, que estoy muerto de hambre — solo por fastidiosa confianza le lanzo el trapo para que lo atrape, ya que estoy completamente resignado a que le vaya a dar en la cara y me apoyo en la moto para verla mejor.
Todavía recuerdo a Amber cuando nos conocimos, meses después de mi regreso al catorce hace ya tanto tiempo. Fue una de las pocas personas con la cual no me sentí incómodo hablando de lo que había sucedido, aunque lo complicado había sido contarle que me habían mordido y no simplemente asumir que lo sabía como me había pasado con el resto del distrito que ya estaban allí. Y sin embargo, ella jamás me dio la espalda.
Tras estar un rato con la pequeña de los Franco y hablar de magia, entrenamiento, metamorfomagia, de darle algunos de los dulces que he traído, y charlar un poco de todo en general, decido acercarme a hacer una pequeña visita a algunos de los adultos del distrito. Me resulta un poco extraño ver algunas de las casas destrozadas, así que ahora mismo no sé ni cómo decir que si me pueden hacer un hueco para pasar al menos una noche porque imagino que tienen que estar hasta arriba y casi sin espacio. De todas maneras, si tengo que dormir en un granero de la granja tampoco me importaría, y en peores sitios he dormido alguna vez. Con tal de poder pasar al menos un día más aquí antes que tener que volver al 14, estaría dispuesta hasta dormir al aire libre aunque estemos a un mes de que llegue el invierno y tenga que pasar frío.
Al final el escogido acaba siendo Ben, a quien hace unos meses que no veo en sus incursiones a NeoPanem. Crecí toda mi adolescencia con él, prácticamente. También con el resto, y aunque siempre me llevé bien con todos y nunca dejaré de considerarlos mis amigos, supongo que con Ben tenía un vínculo más especial que quizá no todos comprenderían. Mientras que él es un licántropo, yo soy una semi-veela. Somos criaturas diferentes, él una más complicada, pero entiendo lo que es no ser un simple mago. O humano, como sería él si nunca le hubieran mordido. Su vida cambió el día en que Billy Campbell, quien murió unos años antes de que yo me fuera, le mordiera, y la mía cambió el día en que me dijeron lo que era. Esa fue una de las principales razones por las que cuando conseguí manejar la habilidad de poder convertirme en loba, decidí acompañarle en las noches de luna llena junto con Seth.
Cuando estoy casi al lado de su casa, intento caminar de manera más sigilosa para darle una sorpresa, pero acaba pillándome porque tiene una mejor audición que el resto de la gente. — Es una visita navideña anticipada. — Todavía queda un mes para Navidad, pero bueno. Estoy a punto de responderle a lo de la bolsa, pero que me lance el trapo con grasa de la moto me hace cerrar la boca al momento para cogerlo justo antes de que casi me dé de lleno. Aun así, me deja las manos algo oscuras, pero tampoco me importa porque no soy una mujer a la que le moleste ensuciarse como le pasaría a algunas estiradas de los distritos del centro. — Puedes comprobarlo tú mismo — respondo al final, y ruedo los ojos con intención jocosa. Esta vez soy yo quien le lanza a él la mochila, algo pesada pero que no le costará coger teniendo en cuenta los músculos y fuerza que tiene. Sobre todo esos músculos que en mi época adolescente y con hormonas me hacían fijarme en él, especialmente en verano y si íbamos al lago subterráneo.
Dejo un rato para que mire la bolsa, que básicamente lo que hay en su interior son algunas latas de conservas para los duros días del invierno, unos pocos dulces más para los ya no tan pequeños, y algunas prendas de abrigo que conseguí en el mercado negro del 12. — ¿Vas a darme un abrazo o qué? — pregunto un rato después, en un intento de sonar molesta pero que ambos sabemos que no es así. Podríamos decir que es una de las personas que mejor me conocen.
Al final el escogido acaba siendo Ben, a quien hace unos meses que no veo en sus incursiones a NeoPanem. Crecí toda mi adolescencia con él, prácticamente. También con el resto, y aunque siempre me llevé bien con todos y nunca dejaré de considerarlos mis amigos, supongo que con Ben tenía un vínculo más especial que quizá no todos comprenderían. Mientras que él es un licántropo, yo soy una semi-veela. Somos criaturas diferentes, él una más complicada, pero entiendo lo que es no ser un simple mago. O humano, como sería él si nunca le hubieran mordido. Su vida cambió el día en que Billy Campbell, quien murió unos años antes de que yo me fuera, le mordiera, y la mía cambió el día en que me dijeron lo que era. Esa fue una de las principales razones por las que cuando conseguí manejar la habilidad de poder convertirme en loba, decidí acompañarle en las noches de luna llena junto con Seth.
Cuando estoy casi al lado de su casa, intento caminar de manera más sigilosa para darle una sorpresa, pero acaba pillándome porque tiene una mejor audición que el resto de la gente. — Es una visita navideña anticipada. — Todavía queda un mes para Navidad, pero bueno. Estoy a punto de responderle a lo de la bolsa, pero que me lance el trapo con grasa de la moto me hace cerrar la boca al momento para cogerlo justo antes de que casi me dé de lleno. Aun así, me deja las manos algo oscuras, pero tampoco me importa porque no soy una mujer a la que le moleste ensuciarse como le pasaría a algunas estiradas de los distritos del centro. — Puedes comprobarlo tú mismo — respondo al final, y ruedo los ojos con intención jocosa. Esta vez soy yo quien le lanza a él la mochila, algo pesada pero que no le costará coger teniendo en cuenta los músculos y fuerza que tiene. Sobre todo esos músculos que en mi época adolescente y con hormonas me hacían fijarme en él, especialmente en verano y si íbamos al lago subterráneo.
Dejo un rato para que mire la bolsa, que básicamente lo que hay en su interior son algunas latas de conservas para los duros días del invierno, unos pocos dulces más para los ya no tan pequeños, y algunas prendas de abrigo que conseguí en el mercado negro del 12. — ¿Vas a darme un abrazo o qué? — pregunto un rato después, en un intento de sonar molesta pero que ambos sabemos que no es así. Podríamos decir que es una de las personas que mejor me conocen.
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Si tuviese que pedir una visita de Navidad, estoy seguro de que Amber estaría muy alto en la lista. Su amistad fue algo que aprecié por mucho tiempo y es el día de hoy que recuerdo muchas de nuestras tonterías con mucho cariño, como si hubiesen sido hace una eternidad atrás. A veces creo que para ser un hombre joven he tenido experiencias que podrían cubrir dos vidas, pero las personas como la mujer que tengo delante de mis ojos siempre han ayudado a hacerlo un poco más fácil.
— Te falta la barba blanca — le comento con suma calma como si estuviese hablando del clima y en reacción involuntaria me rasco el mentón, donde luzco una barba de pocos días que me ha dado pereza afeitar. En reacción me enderezo un poco y consigo atrapar la mochila que produce cierto peso en mis brazos, aprovechando el tamaño de la moto para apoyarla y abrirla en busca de los regalos que se ha tomado la molestia en traer. No puedo hacer otra cosa que sonreír ampliamente con agradecimiento y alzo los ojos hacia ella, con los pómulos sucios alzados al enseñarle los dientes — Eres como un hada madrina más sucia, Amber. Básicamente genial — afirmo, metiendo la mano justo para sacar un chocolate en particular que hace mucho tiempo no consigo. Le echo una ojeada a su envoltorio solo para asegurarme que es el que me gusta cuando ella me pide un abrazo y con solo mirarla, me doy cuenta de su actitud.
El dulce vuelve a la mochila cuando lo dejo caer para ser libre de bordear la moto e ir hacia ella en dos zancadas. La atrapo entre mis brazos con una risa y la alzo en un abrazo fuerte que la aprieta contra mí como si quisiera dejarla sin aire, moviéndonos en círculos por un momento infantil hasta que la dejo nuevamente en el suelo con una risa, soltándola con cuidado pero sosteniéndola por los brazos para que no se caiga por culpa del zarandeo — ¿Así está mejor? —le pregunto divertido con un apretón en sus muñecas antes de picarle amistosamente el puntito brillante que decora su frente — De verdad no te esperaba por aquí hasta una fecha más cercana a las fiestas. ¿Que te trae por el catorce? — De verdad espero que no sean más malas noticias. Creo que este último mes he tenido suficientes.
Me alejo de ella solo para darle espacio y me acerco a la caja de madera, levantando la botella de cerveza a la cual le doy un trago y luego se la doy — ¿Quieres? —le pregunto —Como ves me agarras justo en mi momento libre. ¿Qué ha sido de ti en estos meses, Ambie? ¿Dónde has estado?
— Te falta la barba blanca — le comento con suma calma como si estuviese hablando del clima y en reacción involuntaria me rasco el mentón, donde luzco una barba de pocos días que me ha dado pereza afeitar. En reacción me enderezo un poco y consigo atrapar la mochila que produce cierto peso en mis brazos, aprovechando el tamaño de la moto para apoyarla y abrirla en busca de los regalos que se ha tomado la molestia en traer. No puedo hacer otra cosa que sonreír ampliamente con agradecimiento y alzo los ojos hacia ella, con los pómulos sucios alzados al enseñarle los dientes — Eres como un hada madrina más sucia, Amber. Básicamente genial — afirmo, metiendo la mano justo para sacar un chocolate en particular que hace mucho tiempo no consigo. Le echo una ojeada a su envoltorio solo para asegurarme que es el que me gusta cuando ella me pide un abrazo y con solo mirarla, me doy cuenta de su actitud.
El dulce vuelve a la mochila cuando lo dejo caer para ser libre de bordear la moto e ir hacia ella en dos zancadas. La atrapo entre mis brazos con una risa y la alzo en un abrazo fuerte que la aprieta contra mí como si quisiera dejarla sin aire, moviéndonos en círculos por un momento infantil hasta que la dejo nuevamente en el suelo con una risa, soltándola con cuidado pero sosteniéndola por los brazos para que no se caiga por culpa del zarandeo — ¿Así está mejor? —le pregunto divertido con un apretón en sus muñecas antes de picarle amistosamente el puntito brillante que decora su frente — De verdad no te esperaba por aquí hasta una fecha más cercana a las fiestas. ¿Que te trae por el catorce? — De verdad espero que no sean más malas noticias. Creo que este último mes he tenido suficientes.
Me alejo de ella solo para darle espacio y me acerco a la caja de madera, levantando la botella de cerveza a la cual le doy un trago y luego se la doy — ¿Quieres? —le pregunto —Como ves me agarras justo en mi momento libre. ¿Qué ha sido de ti en estos meses, Ambie? ¿Dónde has estado?
Imaginarme con una barba por un momento me resulta un poco perturbador, aunque quizá no me quedaría mal, quién sabe. Es algo que nunca podré comprobar porque como no he tenido hijos ni pequeños a mi cargo, no sé cómo me sentaría un traje de Papá Noel. Los únicos que he visto crecer han sido a los críos y adolescentes del 14, y obviamente nunca hemos tenido trajes navideños ni nada por el estilo. Eso no significa que no celebremos la Navidad a nuestra manera, pero está lejos de ser lo que sea que hagan en NeoPanem. — La barba ya la tienes tú. Solo falta que Zenda quiera pintártela de blanco — bromeo en referencia a la barba cortita que lleva. Desde luego que no es como la que llevaría Papá Noel, pero no me importa con tal de intentar picarle un poco, igual que hacíamos cuando éramos jóvenes... o más jóvenes que ahora, que tampoco somos tan mayores.
— Me lo tomaré como un halago. — La verdad es que lo de "más sucia" no me lo tomo como algo malo porque sé que no va con esa intención, y porque estamos acostumbrados a vernos con cualquier pinta. Antes de irme yo pertenecía al grupo de exploración, y obviamente más de una vez volvíamos hechos un desastre. — Dicen que una capa de suciedad nunca viene mal, ¿no? — Es más bien una pregunta retórica. — Normalmente es en los hombres, pero en las mujeres tampoco queda mal para mi gusto — añado, de manera bromista también, y me encojo de hombros. Ben sabe que mis preferencias van hacia los dos géneros, y alguna vez hasta hemos llegado a hablar de mujeres.
Zenda me acaba viniendo a la cabeza otra vez mientras le veo escarbar entre la bolsa de dulces, y sonrío ligeramente, pero no me da tiempo a decir nada al respecto porque me acaba abrazando. No puedo evitar reírme por lo bajo, porque echaba de menos verle y todo lo que eso conlleva. No es hasta que nos separamos cuando finalmente hablo: — Tu hermana fue la primera a la que vi al llegar. Casi superas su emoción al ver los dulces — hablo con el mismo tono jocoso que antes, y le doy un pequeño golpecito en el hombro. Me hubiera gustado traer algunos más, pero apenas salgo de los distritos del norte, especialmente ahora que la seguridad se ha reforzado, y por ahí es más difícil encontrarlos porque son casi un lujo. Cuando las cosas se calmen un poco, volveré a ir aunque sea al sur e intentaré guardar todos los que pueda para dárselos a Ben la próxima vez que le vea, o cuando decida volver al 14 en un futuro a hacer otra visita.
En ningún momento dudo aceptar la cerveza que me ofrece, sobre todo porque ni siquiera sé cómo responder a sus preguntas. La principal razón por la que estoy aquí es para ver cómo les va todo, pero también para si saben lo que pasó con Sebastian hace unas semanas porque no sé si están muy al corriente de todo lo que está pasando en el país. — Echaba de menos las cervezas de aquí. — Lo digo para aligerar un poco la conversación antes de pasar a temas más serios, pero también porque es verdad. No sé si es porque me acostumbré al alcohol que se fermenta aquí, pero me parece más bueno que el que hay en NeoPanem. — He vuelto al 12 a vivir por otra temporada y ver qué se cuece por ahí. Hay gente enfadada con el Gobierno, e intentan hacer levantamientos. No voy a engañarte: he ido a algunas de sus reuniones. También está todo un poco más tenso y con más seguridad por... bueno, no sé si os enterasteis del juicio. — Ni siquiera digo de quien era el juicio, no muy segura de cómo afrontar el tema.
— Me lo tomaré como un halago. — La verdad es que lo de "más sucia" no me lo tomo como algo malo porque sé que no va con esa intención, y porque estamos acostumbrados a vernos con cualquier pinta. Antes de irme yo pertenecía al grupo de exploración, y obviamente más de una vez volvíamos hechos un desastre. — Dicen que una capa de suciedad nunca viene mal, ¿no? — Es más bien una pregunta retórica. — Normalmente es en los hombres, pero en las mujeres tampoco queda mal para mi gusto — añado, de manera bromista también, y me encojo de hombros. Ben sabe que mis preferencias van hacia los dos géneros, y alguna vez hasta hemos llegado a hablar de mujeres.
Zenda me acaba viniendo a la cabeza otra vez mientras le veo escarbar entre la bolsa de dulces, y sonrío ligeramente, pero no me da tiempo a decir nada al respecto porque me acaba abrazando. No puedo evitar reírme por lo bajo, porque echaba de menos verle y todo lo que eso conlleva. No es hasta que nos separamos cuando finalmente hablo: — Tu hermana fue la primera a la que vi al llegar. Casi superas su emoción al ver los dulces — hablo con el mismo tono jocoso que antes, y le doy un pequeño golpecito en el hombro. Me hubiera gustado traer algunos más, pero apenas salgo de los distritos del norte, especialmente ahora que la seguridad se ha reforzado, y por ahí es más difícil encontrarlos porque son casi un lujo. Cuando las cosas se calmen un poco, volveré a ir aunque sea al sur e intentaré guardar todos los que pueda para dárselos a Ben la próxima vez que le vea, o cuando decida volver al 14 en un futuro a hacer otra visita.
En ningún momento dudo aceptar la cerveza que me ofrece, sobre todo porque ni siquiera sé cómo responder a sus preguntas. La principal razón por la que estoy aquí es para ver cómo les va todo, pero también para si saben lo que pasó con Sebastian hace unas semanas porque no sé si están muy al corriente de todo lo que está pasando en el país. — Echaba de menos las cervezas de aquí. — Lo digo para aligerar un poco la conversación antes de pasar a temas más serios, pero también porque es verdad. No sé si es porque me acostumbré al alcohol que se fermenta aquí, pero me parece más bueno que el que hay en NeoPanem. — He vuelto al 12 a vivir por otra temporada y ver qué se cuece por ahí. Hay gente enfadada con el Gobierno, e intentan hacer levantamientos. No voy a engañarte: he ido a algunas de sus reuniones. También está todo un poco más tenso y con más seguridad por... bueno, no sé si os enterasteis del juicio. — Ni siquiera digo de quien era el juicio, no muy segura de cómo afrontar el tema.
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— No me sorprendería que intente hacerlo si le das la idea — mi hermana tiene esas manías extrañas que no sé bien de donde saca que cree que son buenas ideas, por lo que realmente espero que no se le escape en ningún momento a la mujer que tengo adelante la simple idea de ponerme una barba blanca. Sin embargo, mi atención se la lleva rápidamente la charla sobre la mugre, esa que me hace reír entre dientes mientras la miro de arriba a abajo como si de verdad estuviese considerando el nivel de atractivo que puede darle la suciedad, algo a lo que al final termino encogiéndome de hombros — Las mujeres siempre son lindas. Pero la mugre tiene su encanto natural — muevo mi cabeza en dirección a ella como dándole la razón, en especial porque jamás perdimos oportunidad de hablar de chicas si salía la ocasión. A mí me gustan las mujeres, a ella también, la cuenta se hace sola.
Es bueno saber que sigue soportando que se me dé por sacudirla por el aire, o al menos eso da a entender con la carcajada que se mezcla con la mía. Su comentario me quita una risa y me palmeo el estómago en respuesta a lo que acaba de decir como si de verdad estuviese panzón, aunque no he tenido barriga en toda mi vida. Cuando era un niño era un flacucho desgarbado y por culpa del entrenamiento que Echo ha implantado y mis actividades como explorador, me las he arreglado para no caer en la panza de cerveza a pesar de lo mucho que me guste la comida — Zenda todavía es una niña. No alcanza el nivel de experto en emoción cuando de golosinas se trata. No tienes idea de lo mucho que se me antoja una malteada hace meses — y es que conseguir helado y traerlo hasta aquí es prácticamente muy complicado, en especial si Seth y su varita no vienen conmigo.
En cuanto ella toma la cerveza intento volver a mi trabajo para terminar el tratamiento de la moto mientras conversamos, pero justo cuando iba a decirle que podía llevarse las botellas que quisiera suelta una bomba que no me esperaba y que me obliga a ponerme completamente tenso, apretando con cierta fuerza la herramienta que acababa de agarrar y que termino dejando porque sé que seré incapaz de concentrarme a continuación — Sí, lo sé —declaro en tono cortante, sin alzar la mirada hacia ella.
Lo que ha ocurrido con Sebastian y el nuevo nivel de vigilancia en los alrededores de los distritos del norte me tiene los pelos de punta, en especial con un invierno tan cercano que nos tendrá bajos de provisiones y cubiertos de nieve. Con un suspiro que delata mi grado de preocupación me dejo caer sobre la caja y me pellizco el puente de la nariz, masajeando luego mis sienes mientras intento acomodarme las ideas — He estado en el doce hace unas semanas. Tuve algunos asuntos que atender — evito el contacto visual porque sé que ella me conoce como para adivinarme y la verdad es que no le he dicho a nadie de mis encuentros con Arianne. De contarlo posiblemente me harían un escándalo — También sé que la Ministra cree que somos una amenaza y que podemos estar detrás de los ataques de terrorismo, o eso parece. Lo irónico es que, como ves, estamos teniendo nuestros propios problemas como para querer meternos con la gente de Neopanem — señalo a las lejanías con un vago movimiento de la cabeza, dando a entender los desastres que dejó el incendio y finalmente vuelvo a mirarla desde mi lugar — He informado al consejo de la muerte de Sebastian y todo lo que viene con ella, solo es que... — muevo un poco la nariz, arrugándola al no encontrar el modo de expresarme con rapidez — Ya no quiero perder a nadie. ¿Sabes?
Es bueno saber que sigue soportando que se me dé por sacudirla por el aire, o al menos eso da a entender con la carcajada que se mezcla con la mía. Su comentario me quita una risa y me palmeo el estómago en respuesta a lo que acaba de decir como si de verdad estuviese panzón, aunque no he tenido barriga en toda mi vida. Cuando era un niño era un flacucho desgarbado y por culpa del entrenamiento que Echo ha implantado y mis actividades como explorador, me las he arreglado para no caer en la panza de cerveza a pesar de lo mucho que me guste la comida — Zenda todavía es una niña. No alcanza el nivel de experto en emoción cuando de golosinas se trata. No tienes idea de lo mucho que se me antoja una malteada hace meses — y es que conseguir helado y traerlo hasta aquí es prácticamente muy complicado, en especial si Seth y su varita no vienen conmigo.
En cuanto ella toma la cerveza intento volver a mi trabajo para terminar el tratamiento de la moto mientras conversamos, pero justo cuando iba a decirle que podía llevarse las botellas que quisiera suelta una bomba que no me esperaba y que me obliga a ponerme completamente tenso, apretando con cierta fuerza la herramienta que acababa de agarrar y que termino dejando porque sé que seré incapaz de concentrarme a continuación — Sí, lo sé —declaro en tono cortante, sin alzar la mirada hacia ella.
Lo que ha ocurrido con Sebastian y el nuevo nivel de vigilancia en los alrededores de los distritos del norte me tiene los pelos de punta, en especial con un invierno tan cercano que nos tendrá bajos de provisiones y cubiertos de nieve. Con un suspiro que delata mi grado de preocupación me dejo caer sobre la caja y me pellizco el puente de la nariz, masajeando luego mis sienes mientras intento acomodarme las ideas — He estado en el doce hace unas semanas. Tuve algunos asuntos que atender — evito el contacto visual porque sé que ella me conoce como para adivinarme y la verdad es que no le he dicho a nadie de mis encuentros con Arianne. De contarlo posiblemente me harían un escándalo — También sé que la Ministra cree que somos una amenaza y que podemos estar detrás de los ataques de terrorismo, o eso parece. Lo irónico es que, como ves, estamos teniendo nuestros propios problemas como para querer meternos con la gente de Neopanem — señalo a las lejanías con un vago movimiento de la cabeza, dando a entender los desastres que dejó el incendio y finalmente vuelvo a mirarla desde mi lugar — He informado al consejo de la muerte de Sebastian y todo lo que viene con ella, solo es que... — muevo un poco la nariz, arrugándola al no encontrar el modo de expresarme con rapidez — Ya no quiero perder a nadie. ¿Sabes?
No puedo evitar soltar una risa por lo bajo al imaginarme la situación de Zenda intentando teñirle la barba de blanco a su hermano porque sería un momento que pasaría a la posteridad. — Siempre puede ponerse una barba ella con la metamorfomagia. La he visto bastante centrada en intentar aprender a controlarla bien. — Nuestra charla sobre ello ha ido más orientada a cómo coger ciertos aspectos físicos de los animales, pero igualmente se la veía con ganas. En algunas cosas me recuerda mucho a mí cuando solo era un poco más mayor que ella, pero espero que con el paso de los años no acabe siendo como yo. No es que me odie o algo por el estilo, pero no es la clase de vida que me gustaría para ella. No sé cómo estarán las cosas de aquí a otros quince años, pero en el caso de que sigan igual, espero que no se marche del 14 como hice yo. No me arrepiento, pero vivir aquí normalmente es más seguro que estar ahí fuera, por mucho que lleven años intentando encontrar nuestro pequeño hogar.
— Creo que si se fija en ti para eso también, no tardará mucho más en "alcanzar el nivel experto" aunque sea una niña — respondo con una sonrisa de medio lado, todavía en ese juego de picarnos mutuamente por mi tono de voz al hablar sobre lo de ser experto en dulces. — Viendo que te gustan tanto, intentaré traerte más la próxima vez que nos veamos. — Siempre he sabido que los dulces le gustan, pero lo digo porque de verdad tengo pensado mirar de conseguir más. No sé cuándo será eso porque es difícil moverte por los distritos del sur últimamente, y obviamente no voy a ir al centro tal y como están las cosas en cuanto a más seguridad. Es hasta un poco exagerado si tenemos en cuenta que incluso decidieron hacer un entrenamiento con los ciudadanos de a pie solo por, según ellos, los tiempos difíciles que se avecinan. Desde mi punto de vista eso solo sirve para alterar a la población y que piensen cosas que no son ciertas, como eso de que la gente del 14 somos unos terroristas. Probablemente Jamie Niniadis sepa que no es verdad, pero lo diga simplemente por decir y señalar un culpable de todo. — Seguro que si consigo más, nos veríamos más a menudo. — Sé que si no lo hace es probablemente por toda esa situación que hay en el país, así que se lo perdono.
El nuevo rumbo que toma la conversación por decisión mía de sacar el tema, me incomoda. Quizá sea consciente porque me conoce y puede que note como me muerdo el labio, un poco nerviosa, mientras le escucho. Por un momento me alivia de manera egoísta que ya sepan lo de la muerte de Sebastian solo para no tener que pasar por esa situación de tener que contarlo. No sé cómo lo averiguó, y tampoco voy a preguntarle porque si quisiera decírmelo, ya lo habría hecho. También puede que se enterara cuando fue al 12 hace poco, porque está siendo uno de los temas más hablados en todo el país. — ¿Cómo estáis todos? ¿Y... cómo se lo tomó Delilah? — Es la persona que más afectada sale de todo esto, y aunque tenga dieciséis años e hiciera tiempo que no viera a Sebastian, es algo que duele de todas maneras. — Nos quiere hacer cargar con la culpa de todo lo que pasa en sus distritos solo para que la gente tenga a alguien a quien culpar, en vez de asumir que la única culpable de que la gente esté enfadada sea ella — digo en referencia a la Ministra. A veces no sé cómo Seth pudo nacer de esa mujer viendo lo diferentes que son, pero luego recuerdo que alguna vez comentó que ella no le crió, así que tiene su lógica. — No vas a perder a nadie más — le prometo mientras me acerco a él, y le agarro de la mano en un gesto tranquilizador. Es una promesa que intentaré cumplir me cueste lo que me cueste. La principal razón por la que decidí marcharme de aquí fue para intentar conseguir algo ahí fuera, y por eso me metí en grupos políticos. O terroristas, según nuestra querida Ministra.
— Creo que si se fija en ti para eso también, no tardará mucho más en "alcanzar el nivel experto" aunque sea una niña — respondo con una sonrisa de medio lado, todavía en ese juego de picarnos mutuamente por mi tono de voz al hablar sobre lo de ser experto en dulces. — Viendo que te gustan tanto, intentaré traerte más la próxima vez que nos veamos. — Siempre he sabido que los dulces le gustan, pero lo digo porque de verdad tengo pensado mirar de conseguir más. No sé cuándo será eso porque es difícil moverte por los distritos del sur últimamente, y obviamente no voy a ir al centro tal y como están las cosas en cuanto a más seguridad. Es hasta un poco exagerado si tenemos en cuenta que incluso decidieron hacer un entrenamiento con los ciudadanos de a pie solo por, según ellos, los tiempos difíciles que se avecinan. Desde mi punto de vista eso solo sirve para alterar a la población y que piensen cosas que no son ciertas, como eso de que la gente del 14 somos unos terroristas. Probablemente Jamie Niniadis sepa que no es verdad, pero lo diga simplemente por decir y señalar un culpable de todo. — Seguro que si consigo más, nos veríamos más a menudo. — Sé que si no lo hace es probablemente por toda esa situación que hay en el país, así que se lo perdono.
El nuevo rumbo que toma la conversación por decisión mía de sacar el tema, me incomoda. Quizá sea consciente porque me conoce y puede que note como me muerdo el labio, un poco nerviosa, mientras le escucho. Por un momento me alivia de manera egoísta que ya sepan lo de la muerte de Sebastian solo para no tener que pasar por esa situación de tener que contarlo. No sé cómo lo averiguó, y tampoco voy a preguntarle porque si quisiera decírmelo, ya lo habría hecho. También puede que se enterara cuando fue al 12 hace poco, porque está siendo uno de los temas más hablados en todo el país. — ¿Cómo estáis todos? ¿Y... cómo se lo tomó Delilah? — Es la persona que más afectada sale de todo esto, y aunque tenga dieciséis años e hiciera tiempo que no viera a Sebastian, es algo que duele de todas maneras. — Nos quiere hacer cargar con la culpa de todo lo que pasa en sus distritos solo para que la gente tenga a alguien a quien culpar, en vez de asumir que la única culpable de que la gente esté enfadada sea ella — digo en referencia a la Ministra. A veces no sé cómo Seth pudo nacer de esa mujer viendo lo diferentes que son, pero luego recuerdo que alguna vez comentó que ella no le crió, así que tiene su lógica. — No vas a perder a nadie más — le prometo mientras me acerco a él, y le agarro de la mano en un gesto tranquilizador. Es una promesa que intentaré cumplir me cueste lo que me cueste. La principal razón por la que decidí marcharme de aquí fue para intentar conseguir algo ahí fuera, y por eso me metí en grupos políticos. O terroristas, según nuestra querida Ministra.
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— Si consigues más, prometo llevarte de acampada en cuanto tenga la posibilidad de ir al bosque — le prometo con una solemnidad que no es demasiado propia de mí cuando se trata de hacer cosas que se supone que están mal. He pasado la mitad de los últimos diez años tratando de mantener a los menores lejos de las zonas más peligrosas que bordean el distrito, lo cual haría que una noche de campamento al aire libre de mi parte algo totalmente hipócrita y descuidado, en especial en los tiempos que corren.
Todas las palabras que me dice solamente consiguen que las heridas que llevo marcadas en cada parte de mi piel desde mi último paso por el Capitolio parezcan arder en carne viva. Hace días, en esa desagradable cueva, el hechizo que me obligó a saltar sobre mi mejor amigo revivió en mí algunos recuerdos que he intentado suprimir por mi propia cuenta, especialmente la risa burlona y desagradable de Jamie Niniadis y su desprecio al llamarme "muggle". He recordado sus torturas, sus golpes, el hecho de que me cree merecedor de cada una de las atrocidades que ocurren en el mercado de esclavos para las personas como yo. Ser un vencedor siempre fue algo que me trajo problemas, pero cuando eres un vencedor humano capturado por el gobierno de Niniadis, es cuando en verdad sabes cómo es el infierno. Pasé tanto tiempo echado, que durante esos días no comprendía por qué seguía respirando hasta que Seth y Allen lograron curarme... al menos a medias.
Sacudo la cabeza de un lado al otro sin tener una respuesta concreta cuando me pregunta por Delilah y acabo haciendo una mueca desganada, como si ella estuviese tocando un tema demasiado delicado del cual no tengo permitido hablar — Lo hablé en el Consejo, así que no sé cuánta información maneja el resto de la población — que son pocas personas, así que las novedades suelen correr rápido — Si alguien se lo dijo a Delilah, no he sido yo y tampoco estoy enterado — estoy seguro de que es una tarea que Echo tendrá que realizar y no puedo evitar sentir cierta lástima por ambos; esas noticias son terribles tanto para darlas como para recibirlas.
Nada de lo que me dice es una novedad, sino más bien es el motivo por el cual el rostro de la pelirroja me parece uno de los más desagradables que he visto en la vida. Aprieto su mano por necesidad cuando toma una de las mías y coloco la restante sobre sus nudillos, forzando una sonrisa pequeña que trato de regalarle a modo de agradecimiento por un consuelo que no he pedido, pero que en cierto modo me reconforta — Es complicado, Ambie. Perdimos la mitad de nuestras cosas por culpa del fuego y no tenemos la facilidad de antes para ir a Neopanem por la nueva seguridad — no tengo idea de si le han contado del incendio pero si se cruzó con Zenda, estoy seguro de que ya se lo ha dicho; además el distrito está bastante destruido. Bajo la vista a nuestras manos unidas y les doy un apretón — He incluso considerado la opción de pedir permiso para llevar a los niños al país. Ellos no están marcados ni registrados, por lo cual sería más fácil que se mezclen pero... es demasiado arriesgado. ¿Entiendes? — no están preparados para moverse por un lugar que no conocen a solas y si los capturan sé que no volveremos a verlos. La suelto con lentitud y me estiro para tomar el chocolate, al cual abro por pura inercia y le doy un mordisco — ¿No has tenido nunca la sensación de que todo lo que tocas está maldito?
Todas las palabras que me dice solamente consiguen que las heridas que llevo marcadas en cada parte de mi piel desde mi último paso por el Capitolio parezcan arder en carne viva. Hace días, en esa desagradable cueva, el hechizo que me obligó a saltar sobre mi mejor amigo revivió en mí algunos recuerdos que he intentado suprimir por mi propia cuenta, especialmente la risa burlona y desagradable de Jamie Niniadis y su desprecio al llamarme "muggle". He recordado sus torturas, sus golpes, el hecho de que me cree merecedor de cada una de las atrocidades que ocurren en el mercado de esclavos para las personas como yo. Ser un vencedor siempre fue algo que me trajo problemas, pero cuando eres un vencedor humano capturado por el gobierno de Niniadis, es cuando en verdad sabes cómo es el infierno. Pasé tanto tiempo echado, que durante esos días no comprendía por qué seguía respirando hasta que Seth y Allen lograron curarme... al menos a medias.
Sacudo la cabeza de un lado al otro sin tener una respuesta concreta cuando me pregunta por Delilah y acabo haciendo una mueca desganada, como si ella estuviese tocando un tema demasiado delicado del cual no tengo permitido hablar — Lo hablé en el Consejo, así que no sé cuánta información maneja el resto de la población — que son pocas personas, así que las novedades suelen correr rápido — Si alguien se lo dijo a Delilah, no he sido yo y tampoco estoy enterado — estoy seguro de que es una tarea que Echo tendrá que realizar y no puedo evitar sentir cierta lástima por ambos; esas noticias son terribles tanto para darlas como para recibirlas.
Nada de lo que me dice es una novedad, sino más bien es el motivo por el cual el rostro de la pelirroja me parece uno de los más desagradables que he visto en la vida. Aprieto su mano por necesidad cuando toma una de las mías y coloco la restante sobre sus nudillos, forzando una sonrisa pequeña que trato de regalarle a modo de agradecimiento por un consuelo que no he pedido, pero que en cierto modo me reconforta — Es complicado, Ambie. Perdimos la mitad de nuestras cosas por culpa del fuego y no tenemos la facilidad de antes para ir a Neopanem por la nueva seguridad — no tengo idea de si le han contado del incendio pero si se cruzó con Zenda, estoy seguro de que ya se lo ha dicho; además el distrito está bastante destruido. Bajo la vista a nuestras manos unidas y les doy un apretón — He incluso considerado la opción de pedir permiso para llevar a los niños al país. Ellos no están marcados ni registrados, por lo cual sería más fácil que se mezclen pero... es demasiado arriesgado. ¿Entiendes? — no están preparados para moverse por un lugar que no conocen a solas y si los capturan sé que no volveremos a verlos. La suelto con lentitud y me estiro para tomar el chocolate, al cual abro por pura inercia y le doy un mordisco — ¿No has tenido nunca la sensación de que todo lo que tocas está maldito?
Sé muy bien lo que es perder a alguien de tu familia por culpa del Gobierno, así que en el caso de que Delilah se hubiera enterado ya, comprendería perfectamente por lo que está pasando. Precisamente una de las razones por las que acabé en el 14 fue después de perder a mis padres y acabar vagando por los límites de los distritos del norte, sin haberme llevado nada al estómago durante días. Si no me hubieran encontrado, probablemente ahora estaría muerta. — Si veis que necesita hablar con alguien porque está mal, puede contar conmigo. — Sé que apenas vengo al 14 porque aunque puedo convertirme en loba y en halcón para venir más fácilmente y que nadie me siga la pista, no quiero abusar ni de ellos ni de que nadie que no deba me vea transformarme y me siga por muchas precauciones que tome. Todos aquí, o casi todos, hemos perdido a alguien, así que no soy la única que entiende a Delilah, pero no me importaría que me hable de eso o de lo que prefiera. Sí, puede que no tenga hijos, pero he visto crecer a la última generación de habitantes del 14 y me importan como si fueran mis hermanos pequeños, o incluso mis hijos aunque no comportamos ningún vínculo de sangre.
Mientras escucho lo que dice sobre el incendio, doy otro sorbo a la botella de cerveza con la mano que tengo libre, todavía manteniendo la otra sobre la suya. No puedo imaginar lo que debieron pasar cuando se quemaron tantas cosas, porque como él ha dicho, conseguir cosas no es sencillo, especialmente en estas últimas semanas. A cualquier persona le duele perder algo, pero si te hace tanta falta como a nosotros, la sensación es incluso peor. — Puedo intentar conseguiros más cosas y dártelas. Sé que no es lo mismo, pero... sois mi familia y aunque ya no viva aquí, siempre lo seréis. No me importa tratar de adquirir más comida o ropa. — Porque doy por hecho que la ropa de las casas quemadas también se perdió, así que es probable que vayan escasos de eso. Además, tengo algunas latas más de conserva almacenadas en una pared falsa en mi habitación de la casa que tengo en el 12 y no me molesta darles alguna más. Ya me apañaría yo después para conseguir otras para mí. No las tengo a la vista en casa porque hay mucha gente necesitada en el 12, y a mí tampoco es que me sobre como para permitir que unos desconocidos me roben. Bastante que tuve ya un pequeño sobresalto el otro día cuando me encontré con una completa extraña en mi casa.
No voy a negar que por un momento me pilla totalmente desprevenida que diga que había pensado sacar a los niños al país, y seguramente si hubiera estado dando otro sorbo a la cerveza, se me habría ido por el otro lado y ahora estaría tosiendo. Sinceramente, no es muy normal que haya llegado a planteárselo y muy mal tiene que estar viéndolo todo. — Si lo hicierais los vigilaría, pero no creo sea buena idea tampoco — corroboro. Prácticamente todos los adultos restantes están fichados como traidores, así que es demasiado arriesgado que vayan por ahí solos, en un mundo que no conocen y para el que no estarían preparados psicológicamente. Y Delilah es una humana y si la pillasen en libertad, a saber qué sucedería con ella. Con el resto también hay riesgos, pero tienen más posibilidades de pasar desapercibidos por ser magos y brujas. — No es tu caso. Nos hemos abrazado más de una vez y aquí sigo, ¿verdad? — Intento que suene como una broma porque no me gusta verle tan decaído, pero más bien creo que ha sido una pésima forma de animarle. — No, ahora en serio. Sí que he tenido esa sensación... o la tenía. Cuando os conocí a vosotros, ese pensamiento desapareció. — Y es la verdad. — No estás maldito, Ben, solo que vivimos en un mundo dominado por una extremista que nos odia. — Solo espero que eso acabe pronto porque no es bueno para nadie, menos para la gente que piensa igual que ella. — Tengo la esperanza de que esa gente que protesta y expresa ideas contrarias a las de ella, acabe con todo esto. — Y es por eso por lo que me metí en ese grupo y sus reuniones clandestinas.
Mientras escucho lo que dice sobre el incendio, doy otro sorbo a la botella de cerveza con la mano que tengo libre, todavía manteniendo la otra sobre la suya. No puedo imaginar lo que debieron pasar cuando se quemaron tantas cosas, porque como él ha dicho, conseguir cosas no es sencillo, especialmente en estas últimas semanas. A cualquier persona le duele perder algo, pero si te hace tanta falta como a nosotros, la sensación es incluso peor. — Puedo intentar conseguiros más cosas y dártelas. Sé que no es lo mismo, pero... sois mi familia y aunque ya no viva aquí, siempre lo seréis. No me importa tratar de adquirir más comida o ropa. — Porque doy por hecho que la ropa de las casas quemadas también se perdió, así que es probable que vayan escasos de eso. Además, tengo algunas latas más de conserva almacenadas en una pared falsa en mi habitación de la casa que tengo en el 12 y no me molesta darles alguna más. Ya me apañaría yo después para conseguir otras para mí. No las tengo a la vista en casa porque hay mucha gente necesitada en el 12, y a mí tampoco es que me sobre como para permitir que unos desconocidos me roben. Bastante que tuve ya un pequeño sobresalto el otro día cuando me encontré con una completa extraña en mi casa.
No voy a negar que por un momento me pilla totalmente desprevenida que diga que había pensado sacar a los niños al país, y seguramente si hubiera estado dando otro sorbo a la cerveza, se me habría ido por el otro lado y ahora estaría tosiendo. Sinceramente, no es muy normal que haya llegado a planteárselo y muy mal tiene que estar viéndolo todo. — Si lo hicierais los vigilaría, pero no creo sea buena idea tampoco — corroboro. Prácticamente todos los adultos restantes están fichados como traidores, así que es demasiado arriesgado que vayan por ahí solos, en un mundo que no conocen y para el que no estarían preparados psicológicamente. Y Delilah es una humana y si la pillasen en libertad, a saber qué sucedería con ella. Con el resto también hay riesgos, pero tienen más posibilidades de pasar desapercibidos por ser magos y brujas. — No es tu caso. Nos hemos abrazado más de una vez y aquí sigo, ¿verdad? — Intento que suene como una broma porque no me gusta verle tan decaído, pero más bien creo que ha sido una pésima forma de animarle. — No, ahora en serio. Sí que he tenido esa sensación... o la tenía. Cuando os conocí a vosotros, ese pensamiento desapareció. — Y es la verdad. — No estás maldito, Ben, solo que vivimos en un mundo dominado por una extremista que nos odia. — Solo espero que eso acabe pronto porque no es bueno para nadie, menos para la gente que piensa igual que ella. — Tengo la esperanza de que esa gente que protesta y expresa ideas contrarias a las de ella, acabe con todo esto. — Y es por eso por lo que me metí en ese grupo y sus reuniones clandestinas.
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Hago un movimiento con la cabeza en su dirección en expresión de agradecimiento cuando se ofrece a charlar con Delilah si lo necesita, en especial porque estoy seguro de que yo sería incapaz de hacerlo. Creo que todos aquí hemos perdido a alguien y conocemos de primera mano como se siente, pero no todos tenemos el valor de sacarlo a relucir; yo personalmente intento no hablar del tema al menos que sea sumamente necesario y si hay alguien para cubrir mi puesto, pues bienvenido sea.
Me quedo pensando en la posibilidad de que ella pueda hacernos de traficante y me doy unos golpecitos pensativos y quedos con los dedos en la barbilla, considerando que al fin de cuentas es la mejor opción que nos queda — Quizá para hacerlo seguro para ambos podemos encontrarnos a medio camino. O puedo enviar a Seth a encontrarte; él puede transformarse a su voluntad y sin intenciones de matar a nadie —ironizo un poco lo último para darle un toque de broma a pesar de que no sea un tema divertido porque a lo largo de los años me he acostumbrado a decir cientos de bromas sobre un tema que me causa miles de penurias. Es como un modo sutil de sobrellevarlo aunque muchos me miren como si me hubiese vuelto loco — ¿Ya te dije que eres genial? Pues te lo tengo que repetir más de una vez, parece.
Sé que tuve una pésima idea y muevo la mano para que entienda que ya la he descartado y se quede tranquila, sin hablar porque estoy muy ocupado masticando el chocolate con gesto de alpaca hasta que soy capaz de abrir la boca sin mostrarle los restos de la golosina — Fue solo una opción. Niños como Zenda, Jared o Kendrick se volverían locos afuera y terminarían todos desparramados por ahí — los quiero, pero no confío una mierda en su sentido de la orientación en un lugar que desconocen como Neopanem, ni tampoco en su poca capacidad para mantenerse fuera de los problemas. Además con lo que les gusta lucirse, esos terminan presos antes de que pueda gritar "carajomierdasonunosidiotas".
Tengo que admitirlo, me encanta cuando la gente insulta a Jamie para que tenga, pero lo último que dice me hace reír y tengo que tener cuidado de no escupir el chocolate — ¿Y crees que un par de pancartas cambiarán el panorama? — no sé mucho de los movimientos donde se ha metido, pero algo he oído tanto de su boca como cuando fui dentro del país, aunque no encuentro el sentido. Me pongo de pie todavía divertido sacudiendo la cabeza como si me hubiese contado un chiste espectacular y me meto lo que queda del chocolate dentro de la boca de prepo, arrugando el papelito que meto en mi bolsillo para tirar luego — Sé que desean que la gente se mueva, pero para echar abajo a alguien como Jamie Niniadis necesitas una rebelión completa. Un pueblo unido. Alguien a quien seguir — no existe un mártir y hasta donde sé, el único con derecho a reclamar el trono de Neopanem no tiene ni idea de quien es y absolutamente nadie va a decírselo, más allá de que solo un puñado de personas podría abrir la boca. El secreto del catorce que incluso más de la mitad de sus habitantes desconocen — La gente está cagada, Amber. Si dices algo te bajan de un maleficio en plena calle. ¿Por qué arriesgarían sus cuellos o a sus familias por una causa sin bases sólidas? — sé que estoy siendo pesimista, pero no he visto nada en los últimos dieciséis años que me diera a entender que las cosas pueden mejorar. Me apoyo en la moto y la observo, con los brazos cruzados — El día que le declaren la guerra pública y abierta a Jamie Niniadis, estaré ahí para ayudarte. Mientras tanto... seguiré creyendo que esto es todo lo que tenemos y lo defenderé con sudor, puño y garras aunque me cueste la vida.
Me quedo pensando en la posibilidad de que ella pueda hacernos de traficante y me doy unos golpecitos pensativos y quedos con los dedos en la barbilla, considerando que al fin de cuentas es la mejor opción que nos queda — Quizá para hacerlo seguro para ambos podemos encontrarnos a medio camino. O puedo enviar a Seth a encontrarte; él puede transformarse a su voluntad y sin intenciones de matar a nadie —ironizo un poco lo último para darle un toque de broma a pesar de que no sea un tema divertido porque a lo largo de los años me he acostumbrado a decir cientos de bromas sobre un tema que me causa miles de penurias. Es como un modo sutil de sobrellevarlo aunque muchos me miren como si me hubiese vuelto loco — ¿Ya te dije que eres genial? Pues te lo tengo que repetir más de una vez, parece.
Sé que tuve una pésima idea y muevo la mano para que entienda que ya la he descartado y se quede tranquila, sin hablar porque estoy muy ocupado masticando el chocolate con gesto de alpaca hasta que soy capaz de abrir la boca sin mostrarle los restos de la golosina — Fue solo una opción. Niños como Zenda, Jared o Kendrick se volverían locos afuera y terminarían todos desparramados por ahí — los quiero, pero no confío una mierda en su sentido de la orientación en un lugar que desconocen como Neopanem, ni tampoco en su poca capacidad para mantenerse fuera de los problemas. Además con lo que les gusta lucirse, esos terminan presos antes de que pueda gritar "carajomierdasonunosidiotas".
Tengo que admitirlo, me encanta cuando la gente insulta a Jamie para que tenga, pero lo último que dice me hace reír y tengo que tener cuidado de no escupir el chocolate — ¿Y crees que un par de pancartas cambiarán el panorama? — no sé mucho de los movimientos donde se ha metido, pero algo he oído tanto de su boca como cuando fui dentro del país, aunque no encuentro el sentido. Me pongo de pie todavía divertido sacudiendo la cabeza como si me hubiese contado un chiste espectacular y me meto lo que queda del chocolate dentro de la boca de prepo, arrugando el papelito que meto en mi bolsillo para tirar luego — Sé que desean que la gente se mueva, pero para echar abajo a alguien como Jamie Niniadis necesitas una rebelión completa. Un pueblo unido. Alguien a quien seguir — no existe un mártir y hasta donde sé, el único con derecho a reclamar el trono de Neopanem no tiene ni idea de quien es y absolutamente nadie va a decírselo, más allá de que solo un puñado de personas podría abrir la boca. El secreto del catorce que incluso más de la mitad de sus habitantes desconocen — La gente está cagada, Amber. Si dices algo te bajan de un maleficio en plena calle. ¿Por qué arriesgarían sus cuellos o a sus familias por una causa sin bases sólidas? — sé que estoy siendo pesimista, pero no he visto nada en los últimos dieciséis años que me diera a entender que las cosas pueden mejorar. Me apoyo en la moto y la observo, con los brazos cruzados — El día que le declaren la guerra pública y abierta a Jamie Niniadis, estaré ahí para ayudarte. Mientras tanto... seguiré creyendo que esto es todo lo que tenemos y lo defenderé con sudor, puño y garras aunque me cueste la vida.
Que sea Seth el que vaya a recoger las provisiones tampoco me parece mala idea. Como Ben dice, su mejor amigo tiene, al igual que yo, la capacidad de transformarse en un animal a su voluntad. Es una ventaja, por decirlo de alguna manera. Ambos lo somos por razones diferentes porque lo mío venía en mi ADN, en mi genética, mientras que él es una habilidad que adquirió con el tiempo para acompañar a Ben en las noches de luna llena. Sea como sea, con nuestro modo de vida es una ayuda bien grande el poder disponer de esas capacidades. — Puedes repetírmelo las veces que quieras. Así es como se conquista a una chica. — Para variar en lo que llevamos de conversación, mi comentario es para picarle de manera cariñosa. — Que hablando de eso, ¿alguien nuevo en tu vida? — Las posibilidades en el 14 son bastante reducidas en ese sentido. Supongo que por eso acabó liado con Eowyn en su momento, pero Eowyn es muy... ella. Solo hay que ver la que se lió el día del nacimiento de Beverly por no saber quien era el padre.
— No puedes negar que se parecen un poco a nuestra generación. — Sin embargo, tiene razón y a saber qué sería de ellos viendo un mundo completamente diferente de donde han nacido. Eso no quita que puedan llegar a ser igual de movidos que nosotros cuando teníamos su edad, como por ejemplo Jared, que a veces puede llegar a parecerse demasiado a su padre. Están en plena adolescencia, una etapa que ya de por sí puede ser revoltosa para cualquiera, pero más en el caso de ellos. No me extrañaría que se sintieran atrapados aquí. Adoro el 14, pero hasta yo misma, siendo una adulta que salía de vez en cuando con el grupo de exploración, a veces tenía esa sensación. No es por eso por lo que me fui, desde luego, porque alternar los meses entre los distritos del norte tampoco es una vida maravillosa y espaciosa.
No sé cómo responder a su pregunta. No espero que unas cuantas pancartas acaben con la dictadura de Jamie Niniadis, pero sí que espero que hagan cambiar el pensamiento de algunos más al verlas. Es difícil, sí, y quizá sea una ingenua por tener esperanza, pero prefiero creerlo. Además, es complicado, porque tampoco creo que lo que tengan pensado hacer sea solo eso, y por algún sitio se empieza, ¿no? — Entendería que pensaras que soy una ingenua. — No me molestaría porque quizá yo años antes hubiera pensado lo mismo al escucharlo. No lo sé. — Entiendo que la gente no quiera arriesgarse. La mayoría que no la apoyan no son más que humanos esclavizados que no tienen armas en su poder ni sabrían cómo enfrentarse sin que en el mercado de esclavos les den una paliza, o sin que su "dueño" haga lo mismo. O sin acabar muertos. — A mi propio padre lo mataron con una maldición solo por intentar salvarme la vida, así que no me sorprende lo que dice. Sabe mi historia, así que tampoco hace falta que entre en detalles dolorosos y que ahora mismo no servirían para nada. — Sé que la solución definitiva no son las pancartas, y espero que algún día haya una guerra pública contra ella. Pero por ahora, intentaré ver cómo van las cosas y si esto sirve de algo o no. — Solo espero que sea más pronto que tarde. Nunca he entendido las posiciones políticas extremistas, y menos en estos casos en los que la única diferencia entre nosotros es un estúpido gen que dice si somos magos, humanos, o criaturas. Entiendo que durante años los magos estuvieran reprimidos, pero eso no es excusa para que ellos hagan lo mismo ahora.
— No puedes negar que se parecen un poco a nuestra generación. — Sin embargo, tiene razón y a saber qué sería de ellos viendo un mundo completamente diferente de donde han nacido. Eso no quita que puedan llegar a ser igual de movidos que nosotros cuando teníamos su edad, como por ejemplo Jared, que a veces puede llegar a parecerse demasiado a su padre. Están en plena adolescencia, una etapa que ya de por sí puede ser revoltosa para cualquiera, pero más en el caso de ellos. No me extrañaría que se sintieran atrapados aquí. Adoro el 14, pero hasta yo misma, siendo una adulta que salía de vez en cuando con el grupo de exploración, a veces tenía esa sensación. No es por eso por lo que me fui, desde luego, porque alternar los meses entre los distritos del norte tampoco es una vida maravillosa y espaciosa.
No sé cómo responder a su pregunta. No espero que unas cuantas pancartas acaben con la dictadura de Jamie Niniadis, pero sí que espero que hagan cambiar el pensamiento de algunos más al verlas. Es difícil, sí, y quizá sea una ingenua por tener esperanza, pero prefiero creerlo. Además, es complicado, porque tampoco creo que lo que tengan pensado hacer sea solo eso, y por algún sitio se empieza, ¿no? — Entendería que pensaras que soy una ingenua. — No me molestaría porque quizá yo años antes hubiera pensado lo mismo al escucharlo. No lo sé. — Entiendo que la gente no quiera arriesgarse. La mayoría que no la apoyan no son más que humanos esclavizados que no tienen armas en su poder ni sabrían cómo enfrentarse sin que en el mercado de esclavos les den una paliza, o sin que su "dueño" haga lo mismo. O sin acabar muertos. — A mi propio padre lo mataron con una maldición solo por intentar salvarme la vida, así que no me sorprende lo que dice. Sabe mi historia, así que tampoco hace falta que entre en detalles dolorosos y que ahora mismo no servirían para nada. — Sé que la solución definitiva no son las pancartas, y espero que algún día haya una guerra pública contra ella. Pero por ahora, intentaré ver cómo van las cosas y si esto sirve de algo o no. — Solo espero que sea más pronto que tarde. Nunca he entendido las posiciones políticas extremistas, y menos en estos casos en los que la única diferencia entre nosotros es un estúpido gen que dice si somos magos, humanos, o criaturas. Entiendo que durante años los magos estuvieran reprimidos, pero eso no es excusa para que ellos hagan lo mismo ahora.
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Me salta una carcajada cuando me suelta ese intento de ayuda femenina, lo que respondo alzando un pulgar en su dirección — Lo tendré en cuenta — le comento, pero esa pregunta no me la esperaba y acabo mirándola como si me hubiese preguntado de qué color son los calzones que utiliza Jamie Niniadis. Bien, Amber es una de las muchas personas que sabe que me he metido con Eowyn, aunque es imposible no saberlo estando Beverly corriendo por ahí como prueba viviente de que al menos tres de nosotros se metió con ella casi al mismo tiempo. Lo que creo que se ha perdido es ese secreto que hemos mantenido con mi hermanastra por años y que se destapó en estos días por culpa de la boca suelta e inoportuna de Eowyn, por lo que me muerdo la punta de la lengua — Es un poco difícil conocer a alguien nuevo… ¿No? — suelto. Podría hablarle de Arianne pero sé que se pondrá contra mí, como posiblemente lo hagan todos de saberlo y sé que ella habla de forma romántica, así que la descarto de inmediato — Algo así. No sé — ¿Sabrá de lo que se anda diciendo por ahí? ¿Y que puedo decirle sobre Alice? Mierda, que no estoy acostumbrado a los problemas amorosos. Creo que no tengo ninguno desde hace fácil dieciséis años y dudo de poder llamarlo así ahora.
Me río con desgano porque sí, los niños de ahora tienen algo de nosotros, aunque con una ignorancia algo peligrosa porque nunca tuvieron el riesgo frente a sus narices. Pero el tema de su supuesta rebelión se lleva toda mi atención y escucho lo que tiene que decir con silencio y atención, manteniendo los brazos bien apretados sobre mi pecho y la mirada gacha, moviendo un poco mi mandíbula en un intento de concentrarme en dar una opinión válida. Son diferentes opiniones, pero creo que los dos estamos de acuerdo en una sola cosa: el mundo sería un lugar mejor si Jamie Niniadis estuviese tres metros bajo tierra y sin respirar.
— La gente no se arriesga sobre promesas y sueños. ¿No te lo dijeron? — le sonrío con tristeza y me muevo en mi lugar para meter una mano dentro de la mochila para sacar un chocolate y tirárselo, a ver si eso ayuda a endulzar un poco la conversación — Admiro que tengas el valor para hacerlo, en verdad. Yo dudo poder poner un pie en algunas zonas de Neopanem sin perder la cabeza — levanto un poco la manga de mi camisa y le enseño la marca de muggle grabada a fuego sobre mi piel, antes de volverla a esconder — No tienes idea de cuánto deseo poder ponerle fin a esto pero… ¿Qué sigue? ¿Qué planes tienen? ¿Qué van a prometer? ¿Un mundo libre con los ideales de quién? Es más que complicado… — mi nariz se arruga y remarca mis pecas, subiendo un poco mi pierna a la moto para apoyarme mejor — Es triste, pero la violencia se maneja con violencia y ahora mismo lo más cómodo es esconderse. Míranos a nosotros, solo así logramos vivir tranquilos y temo que no dure demasiado. — estoy siendo un cobarde, pero por alguna razón hui de allí. Soy un enemigo público del estado y eso no ayuda a mi familia — Si quieres que la Ministra deje su puesto, busca a la gente dispuesta a volarle la cabeza. No hay otra manera.
Me río con desgano porque sí, los niños de ahora tienen algo de nosotros, aunque con una ignorancia algo peligrosa porque nunca tuvieron el riesgo frente a sus narices. Pero el tema de su supuesta rebelión se lleva toda mi atención y escucho lo que tiene que decir con silencio y atención, manteniendo los brazos bien apretados sobre mi pecho y la mirada gacha, moviendo un poco mi mandíbula en un intento de concentrarme en dar una opinión válida. Son diferentes opiniones, pero creo que los dos estamos de acuerdo en una sola cosa: el mundo sería un lugar mejor si Jamie Niniadis estuviese tres metros bajo tierra y sin respirar.
— La gente no se arriesga sobre promesas y sueños. ¿No te lo dijeron? — le sonrío con tristeza y me muevo en mi lugar para meter una mano dentro de la mochila para sacar un chocolate y tirárselo, a ver si eso ayuda a endulzar un poco la conversación — Admiro que tengas el valor para hacerlo, en verdad. Yo dudo poder poner un pie en algunas zonas de Neopanem sin perder la cabeza — levanto un poco la manga de mi camisa y le enseño la marca de muggle grabada a fuego sobre mi piel, antes de volverla a esconder — No tienes idea de cuánto deseo poder ponerle fin a esto pero… ¿Qué sigue? ¿Qué planes tienen? ¿Qué van a prometer? ¿Un mundo libre con los ideales de quién? Es más que complicado… — mi nariz se arruga y remarca mis pecas, subiendo un poco mi pierna a la moto para apoyarme mejor — Es triste, pero la violencia se maneja con violencia y ahora mismo lo más cómodo es esconderse. Míranos a nosotros, solo así logramos vivir tranquilos y temo que no dure demasiado. — estoy siendo un cobarde, pero por alguna razón hui de allí. Soy un enemigo público del estado y eso no ayuda a mi familia — Si quieres que la Ministra deje su puesto, busca a la gente dispuesta a volarle la cabeza. No hay otra manera.
Me encojo ligeramente de hombros cuando reafirma mis pensamientos sobre que tratar con alguien nuevo en el sentido amoroso es complicado en el 14, además de que pueda ser algo incómodo después de tantos años conviviendo juntos. — Si te sirve de consuelo, la única mujer con la que he tratado en los últimos meses ha sido una chica que estudia en el Prince. — Era atractiva, sí, pero sigue siendo una estudiante a la que le saco unos cuantos años. — De último curso, pero su mentalidad es... ¿demasiado joven? — No estoy segura de si nos llevamos solo seis años, pero una cosa no quita la otra. Nunca imaginé que llegaría a sentirme mayor tan pronto, pero a la edad hay que sumarle que provengo de un lugar que psicológicamente te hace madurar y crecer mucho antes. Estoy a punto de añadir algo más sobre aquella tal Alex cuando su último comentario me deja sin palabras durante un segundo, pero que a mí me parece cien veces más largo. — ¿Algo así? ¿Cómo que algo así? — Acabo cogiendo la botella de cerveza para darle otro sorbo antes de que me responda algo, todavía estupefacta porque no imaginaba que de verdad pudiera tener algo con alguien cuando le he preguntado.
— También dicen que la esperanza es lo último que se pierde — le respondo, y en un gesto automático me coloco mejor la joya que llevo siempre en la frente y que pertenecía a mi madre. Querer un mundo mejor ya no es solo por la gente que me importa, por mí, o por los que perdí por culpa de los magos y brujas extremistas, sino también por las futuras generaciones. — Me duele decirlo, pero creo que acepté que podría morir en cualquier momento en cuanto volví a NeoPanem. — Y es verdad. Obviamente no fue algo que de manera automática comprendí, sino que me llevó su tiempo y lo fui comprendiendo, especialmente cuando empecé a ir con más frecuencias a la reuniones clandestinas y otros contaban sus experiencias y cómo habían capturado a la gente que conocían. Supongo que tengo algo de suerte y puedo decir que tan solo he perdido a mis padres... O al menos así era hasta que ejecutaron a Sebastian.
Escucho todo lo que dice sobre los ideales del resto, no muy segura sobre qué decir. Ahí tiene toda la razón y hay huecos demasiado grandes y poco seguros, porque aunque estamos de acuerdo en que lo que hace Jamie Niniadis no es lo correcto, tampoco puedo garantizar al cien por cien que no haya gente que esté en contra simplemente porque preferían el funcionamiento de los Black. — Lo único que puedo decirte al respecto es que por mi parte intentaré hacer todo lo posible desde el punto de vista de que ninguna raza es superior a otra. — Esos son los ideales políticos que aprendí viviendo aquí, unos ideales que para mí son los únicos lógicos después de tantos siglos de sufrimiento y de hacernos daño mutuamente. — Lo entiendo, Ben. Hay una parte mí que a veces piensa que quizá debería haberme quedado aquí, pero cuando veo cómo algunos tratan a los humanos es... No sé ni cómo describirlo. — He visto hasta niños más pequeños que Jared ser tratados como basura simplemente porque así lo han querido sus "dueños".
— También dicen que la esperanza es lo último que se pierde — le respondo, y en un gesto automático me coloco mejor la joya que llevo siempre en la frente y que pertenecía a mi madre. Querer un mundo mejor ya no es solo por la gente que me importa, por mí, o por los que perdí por culpa de los magos y brujas extremistas, sino también por las futuras generaciones. — Me duele decirlo, pero creo que acepté que podría morir en cualquier momento en cuanto volví a NeoPanem. — Y es verdad. Obviamente no fue algo que de manera automática comprendí, sino que me llevó su tiempo y lo fui comprendiendo, especialmente cuando empecé a ir con más frecuencias a la reuniones clandestinas y otros contaban sus experiencias y cómo habían capturado a la gente que conocían. Supongo que tengo algo de suerte y puedo decir que tan solo he perdido a mis padres... O al menos así era hasta que ejecutaron a Sebastian.
Escucho todo lo que dice sobre los ideales del resto, no muy segura sobre qué decir. Ahí tiene toda la razón y hay huecos demasiado grandes y poco seguros, porque aunque estamos de acuerdo en que lo que hace Jamie Niniadis no es lo correcto, tampoco puedo garantizar al cien por cien que no haya gente que esté en contra simplemente porque preferían el funcionamiento de los Black. — Lo único que puedo decirte al respecto es que por mi parte intentaré hacer todo lo posible desde el punto de vista de que ninguna raza es superior a otra. — Esos son los ideales políticos que aprendí viviendo aquí, unos ideales que para mí son los únicos lógicos después de tantos siglos de sufrimiento y de hacernos daño mutuamente. — Lo entiendo, Ben. Hay una parte mí que a veces piensa que quizá debería haberme quedado aquí, pero cuando veo cómo algunos tratan a los humanos es... No sé ni cómo describirlo. — He visto hasta niños más pequeños que Jared ser tratados como basura simplemente porque así lo han querido sus "dueños".
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La charla sobre política deja en segundo lugar cualquier chisme sobre mujeres que pude haber sacado a relucir en cuanto habla de esperanza e intento por todos los medios no empezar a reírme de una manera que mi padre hubiese citado como insultante — dímelo a mí — suelto nomas porque la entiendo perfectamente. Mantenerme lejos de Neopanem ha sido mi única fuente de supervivencia todos estos años porque sí, quizá me he transformado en un hombre y he cambiado, pero mi adn sigue siendo el mismo. Solo falta que tomen mis huellas dactilares al capturarme como para saber quien soy para terminar básicamente ejecutado: hace años que sé que ese es mi destino en caso de que me pongan las manos encima.
Muevo mi cabeza y me quito el pelo de la cara en un gesto de entendimiento, pasando los dedos por mi desordenada melena hasta que la echo hacia atrás. Ser hombre lobo me ha puesto debajo de todo tipo de escala social y en el catorce es el único lugar donde me siento seguro de decir quien soy, así que todo el tema de la raza lo tengo dominado hace bastante. Quizá eso es lo que me hace alzar la vista al cielo con amargura ante lo último, tratando de suprimir algunos recuerdos de muy mala gana — Lo he visto — aseguro — Los primeros días eran los peores. Todavía me acuerdo como arrancaban a la gente de sus casas y las arrastraban por la calle. He visto a mujeres con la ropa rota, lo que daba a entender que las... — mi rostro se crispa y frunce, por lo que intento quitarme ese pensamiento fingiendo estar muy interesado en una bandada de pájaros que justo pasa por encima de nuestras cabezas, chillando a más no poder — En cuanto al mercado de esclavos... no tienes idea de las historias que escuché ahí dentro. Y tampoco voy a contarte todo lo que me hicieron — pasar hambre fue lo más ligero. Los golpes, los cortes, los azotes, las burlas, los escupitajos y la mugre... me froto las muñecas por inercia al recordar las cadenas que tuve que llevar conmigo hasta que Sean Niniadis me sacó de allí, alertado al escuchar mi nombre al ser capturado. Ser un vendedor me trajo muchas penurias, pero la peor de todas fue recibir un castigo extra por ser de lo más despreciable que este gobierno podría encontrar — A veces olvido que era solo un niño en ese entonces — admito al final. Habían pasado tantas cosas que me cuesta creer que era más joven que Kendrick cuando terminé sirviendo como esclavo de Seth.
Me siento repentinamente apagado y la música que sale del pequeño equipo me empieza a sonar irritante, así que le hago un gesto de que por favor la apague, ya que ella está más cerca. Intento no pensar en Neopanem a cada rato, pero cuando lo hago la impotencia es algo que me invade y me llena la garganta de un nudo venenoso que no sé cómo escupir. En un intento de cambiar de tema y evitar hablando de traumas que he decidido dejar atrás, me rasco la nuca y trato de hacer memoria de donde nos quedamos antes de volcarnos de lleno en la política — Entonces... ¿Vas a terminar presa por corrupción de menores? — intento burlarme aunque suena desganado y le sonrío, no muy seguro de qué contarle así que me voy a lo obvio — Me acosté con Alice. Estaba ebrio — lo suelto muy rápido como si quisiera excusarme de inmediato y puedo sentir como se me ponen coloradas las orejas y la nuca. Si no le han contado lo de Ava, no me siento muy capaz de decírselo sin desear que me trague la tierra.
Muevo mi cabeza y me quito el pelo de la cara en un gesto de entendimiento, pasando los dedos por mi desordenada melena hasta que la echo hacia atrás. Ser hombre lobo me ha puesto debajo de todo tipo de escala social y en el catorce es el único lugar donde me siento seguro de decir quien soy, así que todo el tema de la raza lo tengo dominado hace bastante. Quizá eso es lo que me hace alzar la vista al cielo con amargura ante lo último, tratando de suprimir algunos recuerdos de muy mala gana — Lo he visto — aseguro — Los primeros días eran los peores. Todavía me acuerdo como arrancaban a la gente de sus casas y las arrastraban por la calle. He visto a mujeres con la ropa rota, lo que daba a entender que las... — mi rostro se crispa y frunce, por lo que intento quitarme ese pensamiento fingiendo estar muy interesado en una bandada de pájaros que justo pasa por encima de nuestras cabezas, chillando a más no poder — En cuanto al mercado de esclavos... no tienes idea de las historias que escuché ahí dentro. Y tampoco voy a contarte todo lo que me hicieron — pasar hambre fue lo más ligero. Los golpes, los cortes, los azotes, las burlas, los escupitajos y la mugre... me froto las muñecas por inercia al recordar las cadenas que tuve que llevar conmigo hasta que Sean Niniadis me sacó de allí, alertado al escuchar mi nombre al ser capturado. Ser un vendedor me trajo muchas penurias, pero la peor de todas fue recibir un castigo extra por ser de lo más despreciable que este gobierno podría encontrar — A veces olvido que era solo un niño en ese entonces — admito al final. Habían pasado tantas cosas que me cuesta creer que era más joven que Kendrick cuando terminé sirviendo como esclavo de Seth.
Me siento repentinamente apagado y la música que sale del pequeño equipo me empieza a sonar irritante, así que le hago un gesto de que por favor la apague, ya que ella está más cerca. Intento no pensar en Neopanem a cada rato, pero cuando lo hago la impotencia es algo que me invade y me llena la garganta de un nudo venenoso que no sé cómo escupir. En un intento de cambiar de tema y evitar hablando de traumas que he decidido dejar atrás, me rasco la nuca y trato de hacer memoria de donde nos quedamos antes de volcarnos de lleno en la política — Entonces... ¿Vas a terminar presa por corrupción de menores? — intento burlarme aunque suena desganado y le sonrío, no muy seguro de qué contarle así que me voy a lo obvio — Me acosté con Alice. Estaba ebrio — lo suelto muy rápido como si quisiera excusarme de inmediato y puedo sentir como se me ponen coloradas las orejas y la nuca. Si no le han contado lo de Ava, no me siento muy capaz de decírselo sin desear que me trague la tierra.
Que deje el tema de chicas atrás me alivia por un momento por muchas ganas que tenga de convertirme en la típica cotilla y hablar sobre quien es su conquista actual. Solamente es porque prefiero no hablar de Alex y que me haga las típicas preguntas y bromitas que yo le haría a él si la situación fuera la contraria. Obviamente no pasará nada entre ella y yo por miles de razones distintas, pero eso no quita que en su momento me pareciera atractiva.
Escuchar al pelirrojo me trae recuerdos de una época en la que todo comenzó y que me parecía todavía más desagradable e inhumano, irónicamente hablando. A veces se me olvida que éramos demasiado jóvenes para ver ciertas cosas que si ya de adultos nos parecen horribles, a principios de la adolescencia es incluso peor. Probablemente si a mí me hubieran cogido cuando tenía trece años, directamente habría acabado muerta. Soy peor que una humana según ellos, así que ni siquiera merezco estar en un mercado de esclavos. — Eres una de las personas más fuertes que conozco — digo, con la mirada a mis pies porque ahora mismo no me siento capaz de mirarle a los ojos sin ver al chico de dieciséis años que era cuando le conocí y que pasó por tantas injusticias que nadie debería vivir. No me considero una persona débil, pero siendo sincera, no sé si siendo tan joven como era él hubiera podido estar en un mercado de esclavos y soportar todo tipo de abusos. Nunca le he preguntado por eso porque no quiero forzarle, y de nada sirve rememorar momentos que solo hacen daño. — Nunca me paro a pensar en cómo sería nuestra vida si nunca hubierais encontrado el 14. — Seguramente casi todos estaríamos muertos o en Alcatraz. — Delilah solo habría conocido un mundo de esclavitud y malos tratos — añado, y esta vez alzo la mirada hacia él. Ella no era más que un bebé cuando todo empezó, pero un bebé humano al fin y al cabo.
El tema de mujeres vuelve a hacer acto de presencia para suavizar la conversación, aunque eso signifique que también aparezcan los comentarios que imaginé que haría conociéndole como le conozco. — Siempre es mejor que acabar presa por traición y ser una semi-veela, ¿no? — replico en un tono jocoso, aunque sí que lo preferiría llegada la situación. — Creo que debe de tener unos veintiún años — añado, porque eso es lo que me dio a entender. — Pero no pasará nada entre nosotras por muy atractiva que pueda ser. — Me sentiría mal aunque la diferencia no sea tan exagerada, y dudo mucho que seamos compatibles. Además, lo que menos me apetece es meterme en una relación, sea seria o no, tal y como está todo actualmente. En realidad estoy a nada de decirle las razones por las que lo pienso cuando me suelta la gran bomba del siglo. — ¿Alice? — pregunto prácticamente en un susurro, porque aunque creo que no hay nadie por los alrededores, no quiero arriesgarme y tampoco creo que sea algo que quiera airear a los cuatro vientos. — Pensaba que habrías vuelto con Eowyn o algo por el estilo. — Nueva no hubiera sido en este caso, pero de verdad que no imaginaba que sería Alice. — Tienes buen gusto. — No es la primera vez que se lo digo desde que nos conocemos. — ¿Lo sabe alguien? — Y por alguien me refiero más bien a Seth, teniendo en cuenta su historia con ella.
Escuchar al pelirrojo me trae recuerdos de una época en la que todo comenzó y que me parecía todavía más desagradable e inhumano, irónicamente hablando. A veces se me olvida que éramos demasiado jóvenes para ver ciertas cosas que si ya de adultos nos parecen horribles, a principios de la adolescencia es incluso peor. Probablemente si a mí me hubieran cogido cuando tenía trece años, directamente habría acabado muerta. Soy peor que una humana según ellos, así que ni siquiera merezco estar en un mercado de esclavos. — Eres una de las personas más fuertes que conozco — digo, con la mirada a mis pies porque ahora mismo no me siento capaz de mirarle a los ojos sin ver al chico de dieciséis años que era cuando le conocí y que pasó por tantas injusticias que nadie debería vivir. No me considero una persona débil, pero siendo sincera, no sé si siendo tan joven como era él hubiera podido estar en un mercado de esclavos y soportar todo tipo de abusos. Nunca le he preguntado por eso porque no quiero forzarle, y de nada sirve rememorar momentos que solo hacen daño. — Nunca me paro a pensar en cómo sería nuestra vida si nunca hubierais encontrado el 14. — Seguramente casi todos estaríamos muertos o en Alcatraz. — Delilah solo habría conocido un mundo de esclavitud y malos tratos — añado, y esta vez alzo la mirada hacia él. Ella no era más que un bebé cuando todo empezó, pero un bebé humano al fin y al cabo.
El tema de mujeres vuelve a hacer acto de presencia para suavizar la conversación, aunque eso signifique que también aparezcan los comentarios que imaginé que haría conociéndole como le conozco. — Siempre es mejor que acabar presa por traición y ser una semi-veela, ¿no? — replico en un tono jocoso, aunque sí que lo preferiría llegada la situación. — Creo que debe de tener unos veintiún años — añado, porque eso es lo que me dio a entender. — Pero no pasará nada entre nosotras por muy atractiva que pueda ser. — Me sentiría mal aunque la diferencia no sea tan exagerada, y dudo mucho que seamos compatibles. Además, lo que menos me apetece es meterme en una relación, sea seria o no, tal y como está todo actualmente. En realidad estoy a nada de decirle las razones por las que lo pienso cuando me suelta la gran bomba del siglo. — ¿Alice? — pregunto prácticamente en un susurro, porque aunque creo que no hay nadie por los alrededores, no quiero arriesgarme y tampoco creo que sea algo que quiera airear a los cuatro vientos. — Pensaba que habrías vuelto con Eowyn o algo por el estilo. — Nueva no hubiera sido en este caso, pero de verdad que no imaginaba que sería Alice. — Tienes buen gusto. — No es la primera vez que se lo digo desde que nos conocemos. — ¿Lo sabe alguien? — Y por alguien me refiero más bien a Seth, teniendo en cuenta su historia con ella.
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— No soy fuerte. Alguna vez lo fui — acabo declarando con mucha calma. Los últimos años han sido pacíficos en comparación a lo que fue una adolescencia turbulenta y aunque todavía existen incidentes como el incendio o la cueva, espero poder aferrarme a la idea de que podré vivir lo que queda de mi vida en una libertad medianamente tranquila. Que hable de lo que hubiera pasado de no haber podido dar con este sitio me hace picar la garganta, carraspeando un poco mientras intento recordar lo que fueron esas semanas en busca de un sitio que solo mi abuelo parecía recordar de pasada — Siempre creí que íbamos a terminar siendo salvajes de las montañas — recuerdo con una sonrisa irónica y divertida ante esa memoria — pero muchas veces he considerado que si algo ocurre, deberíamos escapar a Europa. Aunque dudo que podamos lograrlo con tantos niños y los animales... — no lo lograríamos. En lo absoluto.
Me río ante su aclaración de posibles condenas y alzo mis hombros como si de verdad lo pudiese considerar, aunque termino silbando cuando habla sobre la señorita random esa que por algún motivo termina nombrando, así que asumo que no es algo muy "así nomas" — ¿Por qué no? ¿Te preocupa quedarte con la calentura o te gusta de verdad? — intento que mi voz no suene muy jocosa pero no lo consigo y creo que tengo una sonrisa contenida tironeando de mis labios — No es tanta diferencia y ya es mayor. Si yo me guiara por eso... — me muerdo la punta de la lengua porque es mejor callarme antes de soltar algo que no debo y me hago el natural respecto al tema — no podría decir que muchas de las chicas que he visto están buenas — ya, creo que eso lo disimula bastante.
— "Vuelto con Eowyn" — remarco las comillas con los dedos en el aire porque creo que todos saben que ella y yo jamás tuvimos una verdadera relación. Se basaba más que nada en acostarnos cuando no teníamos otra cosa mejor que hacer. Con una risa me pongo de pie y, más relajado que antes, me decido a continuar con el trabajo de la moto, volviendo a acomodarme hasta sacar la varilla del aceite — No he estado con ella en mucho tiempo — si no contamos ese beso que me robó el otro día pero no va a cuento, aunque me hace relamer los labios. La pregunta final hace que le lance una mirada mientras tomo el trapo y limpio la varilla — Se lo he contado a Seth. Si alguien más lo sabe lo desconozco — no he abierto la boca, Alice creo que tampoco, puedo decir que estamos en paz — Pero no hemos vuelto a estar juntos ni nada. Creo que fue solo... bueno, calmar las ganas del momento. No lo sé — no me toma mucho todo el trabajo pero cuando termino, tengo que limpiarme la mancha de aceite que tengo en la cara con el dorso de la mano — Si no me consigo una novia dentro de los próximos cinco años, mi padre va a infartarse. Creo que tiene la sospecha de que voy a terminar casado con Eowyn y quiere evitarlo a toda costa — la sola idea me da gracia y me termino riendo.
Creo que de entre todas las opciones que hay, que no son muchas, Eowyn es la más delirante. Una vez con Seth incluso sospechamos que mi padre hasta aceptaría que comience a salir con Eleonor con tal de que deje de ir y venir, sin importarle que sea una mujer quince años más grande que yo que vive en el catorce, trabaja en agricultura y que he descubierto que me ha usado en más de una ocasión para que le recolecte la verdura fingiendo que se había doblado un pie, lastimado un dedo y vaya a saber que otra estupidez más. Quizá los solteros del distrito somos pocos, pero no estoy tan desesperado. No recuerdo haberle comentado a Amber las últimas idioteces de la mujer, cuando me doy cuenta de que estoy siendo un idiota. ¿Mejor que se entere por mí que por los demás? Sí, creo que sí — Si escuchas por algún lado que me he estado tirando a Ava... — empiezo al final, tratando de elegir muy bien esas palabras — No creas ni la mitad de lo que dicen. Eowyn lo ha iniciado — una pequeña advertencia y nada más.
Me río ante su aclaración de posibles condenas y alzo mis hombros como si de verdad lo pudiese considerar, aunque termino silbando cuando habla sobre la señorita random esa que por algún motivo termina nombrando, así que asumo que no es algo muy "así nomas" — ¿Por qué no? ¿Te preocupa quedarte con la calentura o te gusta de verdad? — intento que mi voz no suene muy jocosa pero no lo consigo y creo que tengo una sonrisa contenida tironeando de mis labios — No es tanta diferencia y ya es mayor. Si yo me guiara por eso... — me muerdo la punta de la lengua porque es mejor callarme antes de soltar algo que no debo y me hago el natural respecto al tema — no podría decir que muchas de las chicas que he visto están buenas — ya, creo que eso lo disimula bastante.
— "Vuelto con Eowyn" — remarco las comillas con los dedos en el aire porque creo que todos saben que ella y yo jamás tuvimos una verdadera relación. Se basaba más que nada en acostarnos cuando no teníamos otra cosa mejor que hacer. Con una risa me pongo de pie y, más relajado que antes, me decido a continuar con el trabajo de la moto, volviendo a acomodarme hasta sacar la varilla del aceite — No he estado con ella en mucho tiempo — si no contamos ese beso que me robó el otro día pero no va a cuento, aunque me hace relamer los labios. La pregunta final hace que le lance una mirada mientras tomo el trapo y limpio la varilla — Se lo he contado a Seth. Si alguien más lo sabe lo desconozco — no he abierto la boca, Alice creo que tampoco, puedo decir que estamos en paz — Pero no hemos vuelto a estar juntos ni nada. Creo que fue solo... bueno, calmar las ganas del momento. No lo sé — no me toma mucho todo el trabajo pero cuando termino, tengo que limpiarme la mancha de aceite que tengo en la cara con el dorso de la mano — Si no me consigo una novia dentro de los próximos cinco años, mi padre va a infartarse. Creo que tiene la sospecha de que voy a terminar casado con Eowyn y quiere evitarlo a toda costa — la sola idea me da gracia y me termino riendo.
Creo que de entre todas las opciones que hay, que no son muchas, Eowyn es la más delirante. Una vez con Seth incluso sospechamos que mi padre hasta aceptaría que comience a salir con Eleonor con tal de que deje de ir y venir, sin importarle que sea una mujer quince años más grande que yo que vive en el catorce, trabaja en agricultura y que he descubierto que me ha usado en más de una ocasión para que le recolecte la verdura fingiendo que se había doblado un pie, lastimado un dedo y vaya a saber que otra estupidez más. Quizá los solteros del distrito somos pocos, pero no estoy tan desesperado. No recuerdo haberle comentado a Amber las últimas idioteces de la mujer, cuando me doy cuenta de que estoy siendo un idiota. ¿Mejor que se entere por mí que por los demás? Sí, creo que sí — Si escuchas por algún lado que me he estado tirando a Ava... — empiezo al final, tratando de elegir muy bien esas palabras — No creas ni la mitad de lo que dicen. Eowyn lo ha iniciado — una pequeña advertencia y nada más.
Opto por no decir nada al respecto sobre que según él ya no es fuerte, porque diga lo que diga, siempre consideraré que lo es. Imaginarme a su familia viviendo en la montaña y en los bosques me resulta algo perturbador ahora mismo, pero supongo que así mismo fue como estuvieron viviendo durante semanas hasta que dieron con el 14, un lugar que hasta entonces solo existía en las leyendas e historias antiguas. Cuando llegué aquí, por un momento pensé que hasta me estaban tomando el pelo porque nunca había oído hablar de este lugar. Eso o que se me había ido la cabeza después de días sin comer nada sólido y sin beber prácticamente nada. — En Europa quizá os encontrarían más fácilmente — digo, porque además de ser un viaje complicado, Jamie Nianiadis, los Weynart y todas esas familias que antiguamente eran magos rebeldes pero que ahora nos gobiernan, venían de ahí si no me equivoco. — Aunque Alice siempre podría ayudarte a ir hasta allí — digo para picarle. La pobre mujer siempre ha tenido que vivir entre rebeldes, sea la época que sea y con el Gobierno que toque.
Su risa se me acaba contagiando, y hago una ligera mueca. Vale, llevo un tiempo más largo del que me gustaría de sequía sexual, pero tampoco quiero acostarme con la primera que vea... o al menos no en este caso. — Creo que antes prefiero estar con algunas chicas que he visto por el 11. — No es que vaya fijándome en todas cuando voy, pero no voy a negar que hay varias que no están nada mal y que probablemente no tenga que volver a ver porque no conocen donde vivo. Además, analizándolo ahora, más en frío, creo que si mantengo el contacto con Alex será para enseñarla a moverse un poco en este mundillo. Seré algo así como su maestra y ella mi pupila. — Solo fue una atracción física del momento. Creo que la veo más como a alguien a quien enseñar un poco a vivir por su cuenta porque está en un orfanato. — No entramos en detalles de su historia, pero lo del orfanato fue prácticamente lo primero que me dijo después de que yo la amenazara de muerte si no me decía qué hacía en mi casa. — Pero como decía, sí que he visto alguna que otra chica que de verdad ha llamado mi atención en el 11. — Ni siquiera sé su nombre porque nunca hemos hablado. Solo sé que parece algo dura de roer tras haberla visto un par de ocasiones en una taberna del distrito. Eso y que sus ojos y su cabello son castaños.
Tras ver su gesto, muevo ligeramente la mano en el aire para quitarle importancia al asunto. No me refería a que alguna vez hayan estado juntos de manera oficial, pero creo que todos sabemos que fue algo de más de una ocasión. Y como para no saberlo tratándose de Eowyn y de su manía de ser tan escandalosa e ir contando las cosas como si fueran tonterías. — ¿Qué te dijo Seth? — Por un momento me sorprende que se lo contara, pero teniendo en cuenta lo pequeño que es el 14, dudo que se moleste por el típico código de hombres y de no acostarse con antiguas novias que se suele decir que existe. Además, estos dos son como uña y carne desde que los conozco. — Entonces lo tuyo sí que fue solo una calentura, ¿eh? — pregunto de manera un poco retórica, en referencia a su anterior pregunta sobre Alex y yo. Pensar en Ben casado con Eowyn me provoca una carcajada, e intento borrar esa imagen de mi cabeza todo lo rápido que puedo. — Antes te llevo a buscar una chica por todo el país si hace falta — exagero.
Parece ser el día de soltarme las grandes bombas de cotilleos y situaciones inesperadas. Suerte que no tarda demasiado en finalizar la frase porque pensar que puede haberse acostado con Ava sí que es algo perturbador. No por nada en sí, sino simplemente porque creo que a Arleth y a Elioh les daría algo si estuvieran juntos, además de que sería demasiado incómodo en las comidas familiares, especialmente ahora que se acerca la Navidad y se reúne más la gente. — No sé si quiero saber cómo ha llegado a esa conclusión — digo casi al instante de que acabe de hablar. — Y... no me equivoco si digo que a estas alturas lo tiene que saber todo el distrito, ¿verdad? — Porque tal y como he pensado hace un rato, Eowyn y el mantener la boca cerrada no son compatibles, especialmente si ha sugerido que puedo escuchar a alguien hablar del tema.
Su risa se me acaba contagiando, y hago una ligera mueca. Vale, llevo un tiempo más largo del que me gustaría de sequía sexual, pero tampoco quiero acostarme con la primera que vea... o al menos no en este caso. — Creo que antes prefiero estar con algunas chicas que he visto por el 11. — No es que vaya fijándome en todas cuando voy, pero no voy a negar que hay varias que no están nada mal y que probablemente no tenga que volver a ver porque no conocen donde vivo. Además, analizándolo ahora, más en frío, creo que si mantengo el contacto con Alex será para enseñarla a moverse un poco en este mundillo. Seré algo así como su maestra y ella mi pupila. — Solo fue una atracción física del momento. Creo que la veo más como a alguien a quien enseñar un poco a vivir por su cuenta porque está en un orfanato. — No entramos en detalles de su historia, pero lo del orfanato fue prácticamente lo primero que me dijo después de que yo la amenazara de muerte si no me decía qué hacía en mi casa. — Pero como decía, sí que he visto alguna que otra chica que de verdad ha llamado mi atención en el 11. — Ni siquiera sé su nombre porque nunca hemos hablado. Solo sé que parece algo dura de roer tras haberla visto un par de ocasiones en una taberna del distrito. Eso y que sus ojos y su cabello son castaños.
Tras ver su gesto, muevo ligeramente la mano en el aire para quitarle importancia al asunto. No me refería a que alguna vez hayan estado juntos de manera oficial, pero creo que todos sabemos que fue algo de más de una ocasión. Y como para no saberlo tratándose de Eowyn y de su manía de ser tan escandalosa e ir contando las cosas como si fueran tonterías. — ¿Qué te dijo Seth? — Por un momento me sorprende que se lo contara, pero teniendo en cuenta lo pequeño que es el 14, dudo que se moleste por el típico código de hombres y de no acostarse con antiguas novias que se suele decir que existe. Además, estos dos son como uña y carne desde que los conozco. — Entonces lo tuyo sí que fue solo una calentura, ¿eh? — pregunto de manera un poco retórica, en referencia a su anterior pregunta sobre Alex y yo. Pensar en Ben casado con Eowyn me provoca una carcajada, e intento borrar esa imagen de mi cabeza todo lo rápido que puedo. — Antes te llevo a buscar una chica por todo el país si hace falta — exagero.
Parece ser el día de soltarme las grandes bombas de cotilleos y situaciones inesperadas. Suerte que no tarda demasiado en finalizar la frase porque pensar que puede haberse acostado con Ava sí que es algo perturbador. No por nada en sí, sino simplemente porque creo que a Arleth y a Elioh les daría algo si estuvieran juntos, además de que sería demasiado incómodo en las comidas familiares, especialmente ahora que se acerca la Navidad y se reúne más la gente. — No sé si quiero saber cómo ha llegado a esa conclusión — digo casi al instante de que acabe de hablar. — Y... no me equivoco si digo que a estas alturas lo tiene que saber todo el distrito, ¿verdad? — Porque tal y como he pensado hace un rato, Eowyn y el mantener la boca cerrada no son compatibles, especialmente si ha sugerido que puedo escuchar a alguien hablar del tema.
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— Sí, lo he considerado. Esos conocen todo el bendito territorio — sé que podríamos extendernos más allá de Europa pero sería un viaje eterno y ninguno lo lograría sin ser capturado o morir en el intento. La miro con mi mejor cara de "¿es en serio?" cuando me pica con Alice y trato de no reírme, sintiendo como si de nuevo tuviésemos diecialgo años y estuviésemos fumando y tomando en algún lugar oscuro del bosque para que nadie nos atrape en medio de confesiones nocturnas — ¿Ahora te metes en orfanatos a buscar vírgenes? — se me escapa el comentario entre divertido y asombrado, percatándome de que me salió un poco más alto de lo que hubiese querido y me apresuro a bajar nuevamente la voz — Siempre puedes pedirle a Arya que te haga el favor — la joven Jackson se ha marchado del catorce antes que ella y hasta donde sé, más de una vez continuó ejerciendo la profesión por la cual la conocí. No fue secreto en el catorce que la chica fuese una prostituta y creo que le importa tan poco que no le diría jamás que no a Amber; esa sí que no le hacía asco a absolutamente nada.
— No me dijo nada. Aunque no se lo esperaba y ahora vive haciendo bromas al respecto cuando tiene la oportunidad de ponerme incómodo. Al está viviendo conmigo desde el incendio — intento ponerla un poco en el hilo de la situación y como si acabase de recordarlo, me echo un poco hacia atrás para chequear que Alice todavía no regresa a casa o no está cerca como para escuchar que estoy hablando de ella. Que lo pusiera en esas palabras me hace morderme el interior de la mejilla con algo de fuerza y aunque tomo aire con la obvia intención de negarlo, no puedo hacerlo y lo largo todo con fuerza, haciendo vibrar mis labios como los caballos — Algo así. Calentura, soledad, ebriedad, comodidad. Ponle el nombre que quieras. No sé mucho del tema — para mí siempre fue calentura. El día que esté con una mujer y me despierte otra cosa va a ser un milagro.
Me agacho dándole la espalda por un momento para ponerme a revisar la cadena de la moto cuando su comentario de buscarme una novia me hace estallar de la risa, lo que me dificulta un momento mi tarea y tengo que concentrarme de no meter la mano en donde no debo — pobre Eowyn — acabo soltando con diversión. Quizá es una persona extraña y jamás podría tener algo serio con ella, pero hace años que he aprendido cómo son sus locuras y le tengo mucho cariño, en especial por haber estado para mí cuando creía que nadie iba a hacerlo. Quizá por eso me acosté por ella en primer lugar y no solo porque tenía la adolescente curiosidad de saber lo que era estar con una chica.
Mientras trabajo, uso mi nueva postura para perderme de cualquier expresión en el rostro de Amber y aprovecho a hacer mi actividad con la mayor rapidez de la que soy capaz, hasta que giro la cabeza para mirarla sobre el hombro — Creo que sí. Bueno, mi padre no me ha dicho nada del tema así que asumo que lo ignora pero Seth fue el primero en avisarme que la señora Robinson y Eleonor habían estado hablando del tema por la tarde, así que... — suspiro de muy mala gana y me siento en la hierba, aprovechando a dejar caer mis brazos sobre las rodillas de modo cansino — Es un poco irritante porque Jonathan me preguntó si era verdad que organizábamos orgías en el bosque y creo que ahora todo el mundo piensa que... bueno. Y asumo que Alice debe saberlo también y eso no hace la convivencia algo más cómodo — cuando termino de hablar me percato de un detalle que me hace reír, guiñándole un ojo — Deberías avisarle a Jaime Niniadis que esta es la gran amenaza del catorce: ¿Quién se acuesta con quien? Vaya terrorismo. Ya verás que vivimos en nuestro intento de paz... Y piensan que podríamos sumarnos a una guerra.
— No me dijo nada. Aunque no se lo esperaba y ahora vive haciendo bromas al respecto cuando tiene la oportunidad de ponerme incómodo. Al está viviendo conmigo desde el incendio — intento ponerla un poco en el hilo de la situación y como si acabase de recordarlo, me echo un poco hacia atrás para chequear que Alice todavía no regresa a casa o no está cerca como para escuchar que estoy hablando de ella. Que lo pusiera en esas palabras me hace morderme el interior de la mejilla con algo de fuerza y aunque tomo aire con la obvia intención de negarlo, no puedo hacerlo y lo largo todo con fuerza, haciendo vibrar mis labios como los caballos — Algo así. Calentura, soledad, ebriedad, comodidad. Ponle el nombre que quieras. No sé mucho del tema — para mí siempre fue calentura. El día que esté con una mujer y me despierte otra cosa va a ser un milagro.
Me agacho dándole la espalda por un momento para ponerme a revisar la cadena de la moto cuando su comentario de buscarme una novia me hace estallar de la risa, lo que me dificulta un momento mi tarea y tengo que concentrarme de no meter la mano en donde no debo — pobre Eowyn — acabo soltando con diversión. Quizá es una persona extraña y jamás podría tener algo serio con ella, pero hace años que he aprendido cómo son sus locuras y le tengo mucho cariño, en especial por haber estado para mí cuando creía que nadie iba a hacerlo. Quizá por eso me acosté por ella en primer lugar y no solo porque tenía la adolescente curiosidad de saber lo que era estar con una chica.
Mientras trabajo, uso mi nueva postura para perderme de cualquier expresión en el rostro de Amber y aprovecho a hacer mi actividad con la mayor rapidez de la que soy capaz, hasta que giro la cabeza para mirarla sobre el hombro — Creo que sí. Bueno, mi padre no me ha dicho nada del tema así que asumo que lo ignora pero Seth fue el primero en avisarme que la señora Robinson y Eleonor habían estado hablando del tema por la tarde, así que... — suspiro de muy mala gana y me siento en la hierba, aprovechando a dejar caer mis brazos sobre las rodillas de modo cansino — Es un poco irritante porque Jonathan me preguntó si era verdad que organizábamos orgías en el bosque y creo que ahora todo el mundo piensa que... bueno. Y asumo que Alice debe saberlo también y eso no hace la convivencia algo más cómodo — cuando termino de hablar me percato de un detalle que me hace reír, guiñándole un ojo — Deberías avisarle a Jaime Niniadis que esta es la gran amenaza del catorce: ¿Quién se acuesta con quien? Vaya terrorismo. Ya verás que vivimos en nuestro intento de paz... Y piensan que podríamos sumarnos a una guerra.
Suelto un bufido con su comentario sobre los orfanatos, aunque todo lo flojo posible porque sé que no iba en serio. — Sí. Tengo pensado sacrificarlas en nombre de Merlín para que me conceda todos mis deseos — respondo con una sonrisa de medio lado y un tono irónico a la vez que bromista. Probablemente mis deseos acabarían reducidos a pedir que todo fuera un mundo mejor para cualquiera raza, sin diferencias, pero todavía estoy lo suficientemente cuerda para no ponerme en plan como los antiguos vikingos, por ejemplo, y sacrificar gente. — ¿Sabes algo de ella? — Hace bastante tiempo que no la veo, pero sé que se instaló por los distritos del norte igual que yo. No estoy segura de en cuál reside ahora mismo, por eso. — No te voy a negar que atractiva es. — Estoy a punto de decirle que además físicamente es castaña y de ojos claros como Alice, solo para picarle, pero me callo porque imagino que la situación no debe de ser muy agradable, sobre todo si viven juntos por el incendio, tal y como dice.
— Tienes suerte de que ya no viva aquí porque te tocaría aguantar las bromas a dos partes. — Lo más probable es eso, que me hubiera unido a Seth en las bromitas para molestarle. — Alice sabe que era algo ocasional entonces, ¿verdad? — Imagino que dada la situación en la que dice que sucedió todo, será consciente de ello, pero tampoco está de más preguntar. Mis conquistas son siempre de una noche, y aunque haga un tiempo que no esté con nadie, recuerdo que una vez una chica se enfadó conmigo diciendo que no había vuelto a saber nada de mí. De todas maneras, dudo que Alice sea así. — ¿Cuántos estáis viviendo aquí después del incendio? — Doy por hecho que Murphy estará viviendo con ellos porque es la hija de Alice, pero no sé qué será de Deiran por ejemplo, que hasta ahora vivía con ellas. Si son muchos, ya me apañaré para buscar cualquier sitio donde dormir esta noche porque no quiero molestar más de lo necesario.
En realidad Eowyn no es una mala persona, pero a veces puede ser complicada de tratar. Pero oye, tengo que agradecerle más de uno de los porros que me dio en mi juventud y que tanto me ayudaban a desconectar un poco de todo. Es simpática, siempre y cuando no le den sus ataques de cotilleos exagerados y falsos como este de Ben y Ava. — No voy a negarte que a veces echo de menos sus excentricidades... Y su hierba.
— ¿Orgías en el bosque? — Mi tono de voz es una mezcla entre perplejo, confuso e incrédulo. Me quedo unos segundos mirando la moto como si fuera lo más interesante del mundo, cuando en realidad estoy intentando comprender cómo alguien puede creer que de verdad se dediquen a hacer eso cuando van de expedición. — Me ofende que nunca me invitarais cuando íbamos juntos entonces — digo, intentando sonar ofendida y me cruzo de brazos para dramatizar todavía más la situación. — Espero que si tu padre no te ha dicho nada sea porque no haya escuchado nada al respecto. Y que Arleth tampoco. — Creo que al matrimonio Franco y Ballard le daría algo, y a saber cómo se tomaría Zenda esos rumores. — Sois unas armas sexuales entonces. Iréis a NeoPanem a perturbar a la gente con vuestras costumbres, posturas y orgías — respondo a su comentario sobre la Ministra de Magia. Es estúpido que de verdad vea a la gente del 14 como unos terroristas y que intente que la población lo crea. Si quisieran hacer daño a alguien, ya lo habrían hecho y no llevarían quince años desaparecidos.
— Tienes suerte de que ya no viva aquí porque te tocaría aguantar las bromas a dos partes. — Lo más probable es eso, que me hubiera unido a Seth en las bromitas para molestarle. — Alice sabe que era algo ocasional entonces, ¿verdad? — Imagino que dada la situación en la que dice que sucedió todo, será consciente de ello, pero tampoco está de más preguntar. Mis conquistas son siempre de una noche, y aunque haga un tiempo que no esté con nadie, recuerdo que una vez una chica se enfadó conmigo diciendo que no había vuelto a saber nada de mí. De todas maneras, dudo que Alice sea así. — ¿Cuántos estáis viviendo aquí después del incendio? — Doy por hecho que Murphy estará viviendo con ellos porque es la hija de Alice, pero no sé qué será de Deiran por ejemplo, que hasta ahora vivía con ellas. Si son muchos, ya me apañaré para buscar cualquier sitio donde dormir esta noche porque no quiero molestar más de lo necesario.
En realidad Eowyn no es una mala persona, pero a veces puede ser complicada de tratar. Pero oye, tengo que agradecerle más de uno de los porros que me dio en mi juventud y que tanto me ayudaban a desconectar un poco de todo. Es simpática, siempre y cuando no le den sus ataques de cotilleos exagerados y falsos como este de Ben y Ava. — No voy a negarte que a veces echo de menos sus excentricidades... Y su hierba.
— ¿Orgías en el bosque? — Mi tono de voz es una mezcla entre perplejo, confuso e incrédulo. Me quedo unos segundos mirando la moto como si fuera lo más interesante del mundo, cuando en realidad estoy intentando comprender cómo alguien puede creer que de verdad se dediquen a hacer eso cuando van de expedición. — Me ofende que nunca me invitarais cuando íbamos juntos entonces — digo, intentando sonar ofendida y me cruzo de brazos para dramatizar todavía más la situación. — Espero que si tu padre no te ha dicho nada sea porque no haya escuchado nada al respecto. Y que Arleth tampoco. — Creo que al matrimonio Franco y Ballard le daría algo, y a saber cómo se tomaría Zenda esos rumores. — Sois unas armas sexuales entonces. Iréis a NeoPanem a perturbar a la gente con vuestras costumbres, posturas y orgías — respondo a su comentario sobre la Ministra de Magia. Es estúpido que de verdad vea a la gente del 14 como unos terroristas y que intente que la población lo crea. Si quisieran hacer daño a alguien, ya lo habrían hecho y no llevarían quince años desaparecidos.
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Me ahorro el decir que el sacrificio de vírgenes no es una mala opción para pedir por buena suerte cuando me sigue la charla sobre Arya y no puedo evitar sonreír con picardía. Nunca me voy a olvidar de la noche donde conocí a la castaña porque yo era un niño metido de lleno en la habitación de una chica que intentó acostarse conmigo porque básicamente era su trabajo, aunque no pasó de unos besos y manoseos hasta que le dije que no quería hacerlo. El resto es básicamente historia, aunque en más de una ocasión Seth me había dicho que fui un idiota hasta que él se acostó con ella y pareció que lo había encantado con sus piernas porque no hablaba de otra cosa que no fuese Arya por al menos un mes, hasta que se le pasó el enamoramiento — La última vez que la vi fue por accidente. Nos cruzamos a medio camino en una expedición que nos llevó un poco más adentro del país y me enteré que está viviendo en el distrito cinco. Fue genial para conseguir cosas como pasta de dientes y esas cosas que uno no se da cuenta de lo útiles que son hasta que no las tienes — intenta pasar semanas en los bosques sin papel higiénico, es una tortura; yo todavía no me olvido de esa semana donde me la pasé con el culo sufriendo de un sarpullido — Quizá deberían reunirse. Está tan loca como tú — y con eso me refiero a que si hay algún bardo político, ella está metida en el medio.
Intento no mostrarme tan alarmado cuando habla de ella siguiendo las bromas de Seth de cerca aunque creo que se me nota en la expresión de horror en la cara, hasta que su pregunta me deja un momento tratando de recordar las actitudes de Alice para conmigo en las últimas semanas — Creo que sí. No me ha venido con ningún planteo extraño y dudo mucho que lo haga — a pesar de no conocerla en profundidad, he visto a Alice desde que éramos niños y jamás me pareció una de esas mujeres insoportables que se atan al primero que pueden llevarse a la cama, así que no tengo de qué preocuparme — Pues cinco. Ava, Derian, Alice y Murphy están instalados en mi casa. Puedes imaginarte la fiesta que es — Me he acostado con las dos mujeres, Murphy anda en su época de empezar a ser adolescente y creo que Derian nunca se entera de nada. Sin contar a Gigi que sigue tirada por ahí y que es una choza que cuenta de solo tres habitaciones contando el pequeño intento de baño.
— Todos añoramos su hierba — le admito con gracia porque cuando sus flores se acaban, no hay nadie que no lo extrañe aunque no lo digamos en voz alta. Empiezo a reírme cuando se hace la ofendida y achino un poco los ojos, pasando mis dedos por las ruedas de la motocicleta — Tú lo disfrutarías más que todos nosotros juntos — bromeo. He admito alguna vez en su cara que Ava me parecía atractiva y no recuerdo que me contradiciera, así que asumo que opina como yo. Lo que piense mi padre sobre mí me tiene aterrado, en especial porque he pasado la mayor parte de mi vida tratando de ser el hijo que creo que se merece después de todas las cosas que nos han pasado. ¿Se sentirá decepcionado? No llego a cuestionarme esas cosas en voz alta porque la idea de ser una amenaza sexual para el país me quita una sonrisa — Es un buen modo de enseñarles que es mejor hacer el amor, no la guerra — cito una frase completamente hippie pero no puedo evitar pensar que no sería tan malo el mundo si nos guiásemos con esa idea. Es triste recordar que del otro bando opinan completamente lo contrario.
Me acomodo para continuar con mi trabajo, ese que quiero dar por finalizado mientras le señalo la cabaña con un movimiento de la cabeza — ¿Deseas quedarte a cenar? — le pregunto sin vueltas, considerando que no falta mucho para que empecemos a ver qué diablos nos llevamos a la boca esta vez — Podemos abrir algunas de tus latas y mezclarlo con algo que ya tengamos. Y de paso seguir esta charla en un intento de familia feliz — ironizo.
Porque sí, quizá el catorce sea básicamente cualquier cosa estas últimas semanas y posiblemente no tenemos papel higiénico por nuestra cuenta, pero es mi hogar y son mi familia. Y como he dicho antes, los defenderé hasta que muera en el intento. No hay más opciones.
Intento no mostrarme tan alarmado cuando habla de ella siguiendo las bromas de Seth de cerca aunque creo que se me nota en la expresión de horror en la cara, hasta que su pregunta me deja un momento tratando de recordar las actitudes de Alice para conmigo en las últimas semanas — Creo que sí. No me ha venido con ningún planteo extraño y dudo mucho que lo haga — a pesar de no conocerla en profundidad, he visto a Alice desde que éramos niños y jamás me pareció una de esas mujeres insoportables que se atan al primero que pueden llevarse a la cama, así que no tengo de qué preocuparme — Pues cinco. Ava, Derian, Alice y Murphy están instalados en mi casa. Puedes imaginarte la fiesta que es — Me he acostado con las dos mujeres, Murphy anda en su época de empezar a ser adolescente y creo que Derian nunca se entera de nada. Sin contar a Gigi que sigue tirada por ahí y que es una choza que cuenta de solo tres habitaciones contando el pequeño intento de baño.
— Todos añoramos su hierba — le admito con gracia porque cuando sus flores se acaban, no hay nadie que no lo extrañe aunque no lo digamos en voz alta. Empiezo a reírme cuando se hace la ofendida y achino un poco los ojos, pasando mis dedos por las ruedas de la motocicleta — Tú lo disfrutarías más que todos nosotros juntos — bromeo. He admito alguna vez en su cara que Ava me parecía atractiva y no recuerdo que me contradiciera, así que asumo que opina como yo. Lo que piense mi padre sobre mí me tiene aterrado, en especial porque he pasado la mayor parte de mi vida tratando de ser el hijo que creo que se merece después de todas las cosas que nos han pasado. ¿Se sentirá decepcionado? No llego a cuestionarme esas cosas en voz alta porque la idea de ser una amenaza sexual para el país me quita una sonrisa — Es un buen modo de enseñarles que es mejor hacer el amor, no la guerra — cito una frase completamente hippie pero no puedo evitar pensar que no sería tan malo el mundo si nos guiásemos con esa idea. Es triste recordar que del otro bando opinan completamente lo contrario.
Me acomodo para continuar con mi trabajo, ese que quiero dar por finalizado mientras le señalo la cabaña con un movimiento de la cabeza — ¿Deseas quedarte a cenar? — le pregunto sin vueltas, considerando que no falta mucho para que empecemos a ver qué diablos nos llevamos a la boca esta vez — Podemos abrir algunas de tus latas y mezclarlo con algo que ya tengamos. Y de paso seguir esta charla en un intento de familia feliz — ironizo.
Porque sí, quizá el catorce sea básicamente cualquier cosa estas últimas semanas y posiblemente no tenemos papel higiénico por nuestra cuenta, pero es mi hogar y son mi familia. Y como he dicho antes, los defenderé hasta que muera en el intento. No hay más opciones.
Que diga que Arya le ha ayudado a conseguir algunas cosas que son básicas para el resto de la población pero que para nosotros resultan tan difíciles de encontrar, me hace plantearme que quizá sí que deba verla algún día, pero no por las razones que Ben cree. — Quizá cuando me pase a buscarte dulces por el 5, tenga suerte y me la encuentre — digo. Tardo unos segundos en explicar por qué, pues dejo la duda de para qué quiero verla realmente: — No te hagas ilusiones, sería para que me ayude a conseguir cosas como a vosotros, y yo puedo ayudarla a cambio con mercancías que conseguí haces unas semanas en el mercado negro. — Básicamente se resumen ropas de abrigo confeccionadas a mano, pero algo es algo. Alzo ligeramente las cejas con su último comentario sobre que estamos igual de locas, haciéndome una pequeña idea de por dónde van los tiros. No es con la que más relación tenía cuando ambas vivíamos aquí, pero obviamente alguna que otra vez traté con ella teniendo en cuenta que el 14 es enano. No me caía mal, y en algunas cosas teníamos la misma opinión. Puede que de verdad no sea mala idea intentar encontrarla y ver si sería otro apoyo para el grupo y las reuniones.
— Suena casi como una familia feliz — ironizo. La chica con la que ha mantenido un encuentro sexual esporádico, la hija adolescente de ella, su hermanastra con quien dicen que monta orgías secretas, y su antiguo mentor de los Juegos. Una maravilla de panorama, vamos. Desde luego que ahora mismo no querría estar en su piel, por muy de menos que eche a todos. Vivir en el 14 puede llegar a ser duro a veces, pero si encima le sumas cosas como las que le están pasando al pobre últimamente... En fin. Como si no hubieran tenido bastantes problemas con el incendio.
Una sonrisa de medio lado y pícara se forma en mis labios, dándole a entender que no va desencaminado. — Probablemente tengas razón — digo, sin negar en ningún momento que no habría sido algo que hubiera disfrutado. Es decir, tanto Ben como Ava son atractivos, y no verlo sería tener un gusto poco común. Ventajas de no hacer mala cara a ningún género. — Creo que ese será el próximo eslogan para nuestra siguiente pintada. — No sé cuándo será eso, pero aunque intento que suene a broma, tampoco sería mala idea. Creo que a más de uno de los Ministros les haría falta ponerlo en práctica, como al de Defensa, que siempre va serio a todos lados. O al menos eso he visto en televisión. La última vez fue cuando anunció que entrenarían a la población, pero no sé si en ese momento tenía esa cara por lo que estaba diciendo, o simplemente porque no sabe poner otra en público.
— No puedo rechazar una oferta como esa — respondo. Tengo hambre, especialmente después del viaje tan largo y de haber tenido que transformarme hasta tres veces, lo que mezclado acaba suponiendo tanto un cansancio físico como uno mental. — Transformarse en animal tanto rato abre demasiado el apetito... Sin ánimo de ofender. — No es ningún comentario para molestarle, a diferencia de otros que he hecho hasta ahora. Sabe que prácticamente todo el viaje lo tengo que hacer tanto en mi forma de loba como en la de halcón. — Iré sacando las latas de comida para ver qué manjar podemos cenar — digo y le guiño el ojo antes de tomarme la libertad de ir hacia la cabaña para escoger alguna de las latas y ponerme a ello. Por momentos como este, vale la pena tirarse siglos para llegar hasta el 14. Puede que fueran desgracias las que me llevaran hasta ellos en su momento, pero tuve suerte.
— Suena casi como una familia feliz — ironizo. La chica con la que ha mantenido un encuentro sexual esporádico, la hija adolescente de ella, su hermanastra con quien dicen que monta orgías secretas, y su antiguo mentor de los Juegos. Una maravilla de panorama, vamos. Desde luego que ahora mismo no querría estar en su piel, por muy de menos que eche a todos. Vivir en el 14 puede llegar a ser duro a veces, pero si encima le sumas cosas como las que le están pasando al pobre últimamente... En fin. Como si no hubieran tenido bastantes problemas con el incendio.
Una sonrisa de medio lado y pícara se forma en mis labios, dándole a entender que no va desencaminado. — Probablemente tengas razón — digo, sin negar en ningún momento que no habría sido algo que hubiera disfrutado. Es decir, tanto Ben como Ava son atractivos, y no verlo sería tener un gusto poco común. Ventajas de no hacer mala cara a ningún género. — Creo que ese será el próximo eslogan para nuestra siguiente pintada. — No sé cuándo será eso, pero aunque intento que suene a broma, tampoco sería mala idea. Creo que a más de uno de los Ministros les haría falta ponerlo en práctica, como al de Defensa, que siempre va serio a todos lados. O al menos eso he visto en televisión. La última vez fue cuando anunció que entrenarían a la población, pero no sé si en ese momento tenía esa cara por lo que estaba diciendo, o simplemente porque no sabe poner otra en público.
— No puedo rechazar una oferta como esa — respondo. Tengo hambre, especialmente después del viaje tan largo y de haber tenido que transformarme hasta tres veces, lo que mezclado acaba suponiendo tanto un cansancio físico como uno mental. — Transformarse en animal tanto rato abre demasiado el apetito... Sin ánimo de ofender. — No es ningún comentario para molestarle, a diferencia de otros que he hecho hasta ahora. Sabe que prácticamente todo el viaje lo tengo que hacer tanto en mi forma de loba como en la de halcón. — Iré sacando las latas de comida para ver qué manjar podemos cenar — digo y le guiño el ojo antes de tomarme la libertad de ir hacia la cabaña para escoger alguna de las latas y ponerme a ello. Por momentos como este, vale la pena tirarse siglos para llegar hasta el 14. Puede que fueran desgracias las que me llevaran hasta ellos en su momento, pero tuve suerte.
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