OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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call it a good day.
Odie se limitó a esperar, alternando su mirada entre sus brazos y la gente que pasaba. Le habían dicho que la atenderían pronto, y en realidad no tenía un problema con aguardar su turno; probablemente había gente que estaba mucho más afectada que ella. La vida le había enseñado a que debía de ser paciente, y, también, a que no debía de esperar nada de ninguna situación, ni de ninguna persona. A saber, todo había cambiado tan radicalmente que ella tuvo que hacerlo también: Evolución. Supongamos que Odie era una persona completamente diferente a cuando era tan sólo una chiquilla, y, bueno, no era para menos; era de esperarse, después de pasar por todo lo que ella había pasado, después de haber tenido una vida tan perfecta. Y, si se era honesta con ella misma, le gustaba lo que hacía. El estilo de vida que estaba destinado a ella simplemente jamás habría sido lo suficiente para ella, no con la adrenalina que el ser Auror conllevaba. Amaba tanto su trabajo que a veces olvidaba cómo era todo antes.
Y, sí, le encantaba aunque un tercio del tiempo llegara con quemaduras graves y tuviera que ser tratada. Lo bueno de todo, es que en seis años de servicio, jamás le habían quemado la cara o mutilado de alguna manera, lo cual ya era bastante decir, considerando que conocía a varios de sus compañeros con cicatrices algo... feas. Levantó un brazo y lo examinó sin tocarlo. Le dolía bastante, y el aspecto de la herida no era mejor, pero estaba tan acostumbrada, que se limitó a estudiar la misma. No recordaba la última vez que le había pasado eso, pero, claro, era casi tan seguido como si de un resfriado se tratara. No hace falta preguntar: Odie se metía un poco más de lo debidamente prudente en algunos casos.
Así, precisamente, es como terminó sonriendo al ver una cara conocida: Zoey. Odd atendía tanto el hospital del capitolio, que ya era casi costumbre el mínimo interactuar con ella. 'Quemadura', le dijo, a modo de saludo, sus labios formando una sonrisa apenada pero divertida al mismo tiempo: '¿Qué me cuentas?', ladeó la cabeza, preguntando como si nada.
hospital del capitolio + zoey a. campbell
CALL IT A GOOD DAY
Después de aquel juicio televisado la seguridad se había intensificado, incluso se había comenzado a dar ‘clases’ de defensa personal a los ciudadanos de a pie, provocando que las salas de emergencias del hospital del Capitolio se llenaran con demasiada frecuencia. Incluso ella se veía obligada a dejar de lado sus labores como jefa de área y atender a heridos, aunque los daños fueran tan leves como una contusión o un corte.
Despidió con una amable sonrisa al último paciente que atendió, encaminándose hacia la sala de espera en busca del siguiente, cuando su azul mirada reconoció un rostro entre los allí sentado a espera de ser atendidos. Desvió su camino, acercándose hasta ella y hablando cuando hubo estado lo suficientemente cerca. —Quemadura— contestó a su saluda, haciéndole un gesto para que la siguiera hasta un lugar donde pudiera atender correctamente la quemadura que se dejaba ver en su brazo. En alguna ocasión había hablado con Riorden sobre la frecuencia con la que se encontraba con aurores en el hospital pero, por sobretodo, con la frecuencia que Zyanelle acababa allí. —¿Cómo te has hecho esto?— fue toda su respuesta a la pregunta que le hizo. Tomó la varita y caminó hasta una estantería donde se podían ver decenas de pociones perfectamente alineadas; ojeó todas, recorriendo con un dedo las etiquetas, escritas por su puño y letra, que enunciaban ante la que se encontraba. Tomó el ungüento concreto para quemaduras, regresando hasta ella e indicándole con un dedo que tomara asiento.
—Nada nuevo— anunció finalmente, sentándose frente a ella y dejando el ungüento y un par de vendas sobre la mesa. —, trabajo, trabajo y más trabajo— alzó la mirada en su busca, esbozando una agradable sonrisa en su dirección. Acto seguido acercó las manos hasta su brazo, doblando con cuidado la camiseta que llevaba hasta el hombro para poder inspeccionar con más precisión la gravedad de la quemadura que tenía frente a ella. —Escuece— advirtió antes de tomar una de las pociones básica y verterla poco a poco por la quemadura para que desinfectara ésta antes de poner el ungüento para la sanación sin cicatrices de ésta. Parecía ser afortunada, siempre que acababa allí tenía una herida diferente pero nada que no se pudiera curar con facilidad y no quedara marca tras el tratamiento de la misma.
HOSPITAL DEL CAPITOLIO — Z. ODESSA FALCONE
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call it a good day.
No pudo evitar sonreír. Sí, era de los aurores que más pasaban tiempo en el hospital, que, para ese punto, ya vendría siendo casi como su tercer casa, pero lo veía simplemente como gajes del oficio. Se levantó del asiento y siguió a Zoey hasta donde la iba a revisar. Para ser sincera, ella sabía perfectamente todo el rollo de las heridas, así que lo hizo automáticamente, sin pensarlo. Apretó los labios ante su pregunta, y dejó salir un suspiro al tiempo que se sentaba. 'Corredores', respondió, y se sopló un brazo, frunciendo el ceño por la extraña sensación del aire en su herida. 'Historia graciosa, de hecho', se relamió los labios, y prosiguió: 'La versión corta es básicamente yo descuidándome y siendo emboscada, pero al final salí victoriosa', asintió, orgullosa de sí misma. 'La larga es que evitamos un posible atentado en el 3', dijo en voz un poco más baja, luego de unos segundos.
Vamos, sí, que Oddie se accidentaba mucho, pero también era de las mejores aurores, porque siempre estaba dispuesta a exigirse un poco más, a ir más allá con tal de conseguir el objetivo. Asintió, mirando la habitación en donde se encontraban, y luego a la rubia. 'Así es la vida', dijo, porque si decía que era bueno que tuviese tanto trabajo, eso sería como decir que era bueno que la gente se accidentara tanto, ¿no? Frunció el ceño ante su mismo pensamiento, pero lo dejó ir a los segundos.
Arrugó la nariz un poco cuando le subió la manga, mirándola. 'No será nada', dijo, y, acto seguido, soltó un gritito causado por la solución desinfectante. Apretó los labios y sintió sus ojos aguarse, pero no era nada comparado a, bueno, accidentes anteriores. '¿Ves?', bromeó, sonriendo, mientras observaba a Zoey poner el unguento en sus brazos. 'Debería de sacar mi membresía de cliente frecuente', dijo luego de un rato. No podía evitar afrontar las situaciones con humor, inclusive si se trataba de algo serio; aunque no catalogaba aquella visita como algo serio. Lo que sí tenía presente, es que tarde o temprano saldría herida de gravedad, pero, hasta ese momento, pretendía disfrutar de su plenitud.
hospital del capitolio + zoey a. campbell
CALL IT A GOOD DAY
No le molestaba el aumento de la seguridad, tanto en el Capitolio como el resto de distritos, pero sí lo hacía cuando acababan saturando las salas de los diferentes hospitales del país. Cuando venían con heridas. ¿Acaso no estaban lo suficientemente entrenados para que aquello no ocurriera? Suspiró con cansancio. Le gustaba su trabajo pero, irónicamente, no tener que atender a tantas personas debido a los altercados que acontecían en los últimos días. Solo esperaba que Lëia y Ethan estuvieran en casa y no se pusieran en peligro de modo alguno.
La observó, escuchando su explicación mientras tomaba entre sus manos todo lo necesario para curar aquella quemadura. —Felicidades por conseguir evitarlo entonces— indicó dejándose caer sobre el asiente frente a ella, separadas por una mesa donde colocó todo de modo ordenado. —Aunque no deberías descuidarte cuando estás en tu trabajo— continuó hablando a la par que abría un pequeño frasco transparente —, tenemos oficios en los que un pequeño despiste puede ser mortal—. Si Zyanelle se despistaba podía terminar su vida y la de otras personas, si la rubia se despistaba podía terminar la vida de otras personas; lo que era mucho más preocupante puesto que el dolor y la culpabilidad jamás se podría ir de ella. Nunca, al menos, si era debido a un error por no estar concentrada en lo que debería estarlo.
Alzó la mirada en su dirección, sorprendida ante el gritito que externalizó. Alzando ambas cejas divertida. —Deberías estar acostumbrada ya— aseveró dejando el frasco a un lado y tomando el ungüento que comenzó a esparcir, cuidadosamente, sobre la herida del brazo. —Deberías, además siempre acabamos encontrándonos, lo que es extraño— le aseguró con la mirada fija aún en la quemadura y terminando de cubrirla por completa antes de tomar la varita y señalar las vendas, provocando que éstas se elevaran, cubrieran la quemadura y se anudaran suavemente.
—¿Nadie más salió herido?— cuestionó levantándose de la silla y buscando de nuevo entre los frascos de la leja en busca de una poción cicatrizante que entregarle para que se tomara una vez hubiera comido algo.
HOSPITAL DEL CAPITOLIO — Z. ODESSA FALCONE
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