OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Esta mañana, después de desayunar, he pasado por el bosque a recolectar algunas hierbas comestibles y otras que puedan servirnos para fabricar algún ungüento. Solemos ser bastante precavidos, pero no sería la primera vez que nos hemos hecho una herida de la manera más estúpida posible. Además, últimamente tenemos la despensa más vacía porque con la llegada del otoño, las plantas tardan más en crecer, así que prefiero recoger todas las bayas posibles antes de que se acerque más el invierno y no nos quede más remedio que sobrevivir con los pocos animales que Rhea consiga cazar. Es por eso mismo por lo que después de llenar todo lo posible el saco que llevo, me paso también por los campos del distrito y recojo rápidamente algunos cultivos de las plantaciones más alejadas y ocultas antes de que alguien se dé cuenta de lo que estoy haciendo.
Para cuando llego a la casa, si es que se le puede llamar así porque no es especialmente grande y le falta más de una reforma, pero sigue siendo mejor que vivir en el bosque como hicimos durante un tiempo, pienso que estoy solo y que Rhea se ha llevado a Chloe de caza otra vez. No es que tengan la mejor relación del mundo porque creo que mi melliza sigue sin aceptar que nuestros padres y Agatha se hayan marchado en busca de un distrito que probablemente ni exista, así que veo bien que intenten estrechar lazos. Sin embargo, no sé hasta que punto me gusta que sea cazando, con una hermana que puede llegar a ser irritante si se lo propone solo para fastidiar, y armas de por medio. Obviamente sé que Rhea nunca le haría daño, pero asustarla ya es otra cosa.
Estoy tan tranquilo guardando bayas, algunas zanahorias, patatas y coles en la despensa, cuando un golpe me sobresalta de manera casi exagerada y cómica. Agarro lo primero que pillo, que acaba siendo un palo roto de escoba, y salgo a la entrada de la casa con todo el sigilo posible que Rhea me ha enseñado desde que nos acogió bajo su cuidado. Y entonces, vuelvo a escuchar un par de pasos venir desde donde he escuchado el golpe hace escasos segundos.
Por primera vez en mi vida agradezco tener buenos reflejos, porque si no hubiera sido por eso, mi hermana se hubiera llevado un buen golpe en la primera parte de su cuerpo que hubiera tenido más a mi alcance. Pero por suerte, consigo evitar darle con el palo antes de que sea demasiado tarde y me esté arrepintiendo durante años. Nunca hemos sido esa clase de hermanos que se pelean constantemente, así que literalmente puedo contar con los dedos de una mano las veces que alguno de los dos se ha llevado un golpe a manos del otro, y en esas ocasiones tan solo ha sido jugando o entrenando. Como el otro día que me empujó contra un puñado de hojas secas, pero en ese caso fue solo para molestar a Rhea. — Me habías asustado, Chloe. — Es bastante probable que yo le haya asustado más a ella si se ha dado cuenta de cuáles eran mis intenciones, que lo más probable es que sí. Al final mi preocupación de que asustaran a mi hermana con un arma ha sido por mi culpa. — ¿Dónde está Rhea? Pensaba que estabas de caza con ella. — Tampoco me sorprendería que haya ido a alguno de esos mercados negros a comprar algo que crea necesario.
Para cuando llego a la casa, si es que se le puede llamar así porque no es especialmente grande y le falta más de una reforma, pero sigue siendo mejor que vivir en el bosque como hicimos durante un tiempo, pienso que estoy solo y que Rhea se ha llevado a Chloe de caza otra vez. No es que tengan la mejor relación del mundo porque creo que mi melliza sigue sin aceptar que nuestros padres y Agatha se hayan marchado en busca de un distrito que probablemente ni exista, así que veo bien que intenten estrechar lazos. Sin embargo, no sé hasta que punto me gusta que sea cazando, con una hermana que puede llegar a ser irritante si se lo propone solo para fastidiar, y armas de por medio. Obviamente sé que Rhea nunca le haría daño, pero asustarla ya es otra cosa.
Estoy tan tranquilo guardando bayas, algunas zanahorias, patatas y coles en la despensa, cuando un golpe me sobresalta de manera casi exagerada y cómica. Agarro lo primero que pillo, que acaba siendo un palo roto de escoba, y salgo a la entrada de la casa con todo el sigilo posible que Rhea me ha enseñado desde que nos acogió bajo su cuidado. Y entonces, vuelvo a escuchar un par de pasos venir desde donde he escuchado el golpe hace escasos segundos.
Por primera vez en mi vida agradezco tener buenos reflejos, porque si no hubiera sido por eso, mi hermana se hubiera llevado un buen golpe en la primera parte de su cuerpo que hubiera tenido más a mi alcance. Pero por suerte, consigo evitar darle con el palo antes de que sea demasiado tarde y me esté arrepintiendo durante años. Nunca hemos sido esa clase de hermanos que se pelean constantemente, así que literalmente puedo contar con los dedos de una mano las veces que alguno de los dos se ha llevado un golpe a manos del otro, y en esas ocasiones tan solo ha sido jugando o entrenando. Como el otro día que me empujó contra un puñado de hojas secas, pero en ese caso fue solo para molestar a Rhea. — Me habías asustado, Chloe. — Es bastante probable que yo le haya asustado más a ella si se ha dado cuenta de cuáles eran mis intenciones, que lo más probable es que sí. Al final mi preocupación de que asustaran a mi hermana con un arma ha sido por mi culpa. — ¿Dónde está Rhea? Pensaba que estabas de caza con ella. — Tampoco me sorprendería que haya ido a alguno de esos mercados negros a comprar algo que crea necesario.
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Me acomodo en el sillón raído que hay en lo que en un pasado probablemente fuera un salón y cierro los ojos, quedándome casi dormida por unos instantes por la tranquilidad y comodidad que hacía mucho tiempo que no sentía. Para mí, la casa en la que vivimos ahora podría considerarse una mansión. No soy una chica de bosque a la que le encante dormir a la intemperie noche sí y noche también. Y quiero dejar claro que considero intemperie todo aquel lugar donde los insectos y bichos en general correteen por tu cuerpo como si eso fuera normal. No soportaba tener que despertarme todos los días con hormigas en el pelo, era asqueroso. Tampoco es que en este casa todo esté impoluto, pero al menos no tengo que dormir en el suelo y eso para mí es tal avance que aunque hace muy poco que vinimos aquí, considero a este lugar más mi casa que todos por los que hemos pasado desde que mis padres y Agatha nos abandonaron.
Sí, ya lo he asumido. Nos abandonaron y lo hicieron a sabiendas de que no íbamos a volver a vernos nunca. ¿Cuál era su magnífico plan? "Oh sí, dejemos solos a nuestros hijos repudiados y fugitivos y vayamos a buscar un distrito inexistente durante años, seguro que lo encontraremos y cuando lo hagamos volveremos a hacer el viaje de ida y vuelta con nuestros dos mellizos desaparecidos, seguro que los encontraremos porque NeoPanem no es lo suficientemente grande para nosotros." Cada vez que se me ocurre preguntarme en qué demonios estaban pensando sólo se me viene a la cabeza que ellos tenían que saber que era casi imposible, tenían que saber que una vez se fueran sería muy difícil que volviéramos a verlos. No me importa que sea peligroso, yo jamás me hubiera separado de mi familia de esa forma. No sé qué me da más rabia, si todo eso o el hecho de que cada vez que lo pienso las lágrimas vengan a mis ojos como si fuera una acto reflejo. La verdad es que es raro que yo llore por pena, por tristeza o por depresión. La mayor parte de las veces que lloro, aunque no son muchas, lo hago por rabia, por impotencia. Como esta vez.
Me apresuro a limpiarme las lágrimas con el dorso de la mano y juego con mi pelo como si eso fuera capaz de distraerme lo suficiente como para dejar de llorar. Bueno, al menos estoy sola. Rhea no puede verme así, y mi hermano tampoco o se preocuparía. Justo en el instante en el que estoy pensando en ello escucho el sonido de la puerta abrirse. Me levanto del sillón corriendo y me escondo como si estuviera haciendo algo malo. Intento fijarme en el sonido de los pasos para tratar de dilucidar de quién se trata. Conozco los pasos de Rhea: son fuertes, contundentes y rápidos. No son los pasos que estoy escuchando. No me hace falta fijarme mucho más porque los de mi hermano soy capaz de reconocerlos enseguida. Pasos más ligeros, lentos y no tan decididos como los de una persona que lleva haciendo esto años. Una vez más me limpio las lágrimas y me aseguro de que no queda rastro de ellas cuando salgo sigilosamente de mi escondite. Cuál es mi sorpresa cuando veo un palo de escoba aproximarse a mí con intenciones claras de golpearme. - ¡Soy yo! ¿Qué demonios haces? - Por suerte Kyle tiene reflejos y yo también, así que no ha llegado a pasar nada. Me quito el susto inicial del cuerpo y me encojo de hombros ante su pregunta. - Ni lo sé ni me importa. Pensé que su ojito derecho sabía en todo momento dónde estaba mamá oso - Por algún motivo me resulta irritante que Rhea esté en nuestros vidas de forma tan natural, sobretodo en la de Kyle. Supongo que me da miedo. Me río un poco intentando quitarle importancia a mi comentario.
Sí, ya lo he asumido. Nos abandonaron y lo hicieron a sabiendas de que no íbamos a volver a vernos nunca. ¿Cuál era su magnífico plan? "Oh sí, dejemos solos a nuestros hijos repudiados y fugitivos y vayamos a buscar un distrito inexistente durante años, seguro que lo encontraremos y cuando lo hagamos volveremos a hacer el viaje de ida y vuelta con nuestros dos mellizos desaparecidos, seguro que los encontraremos porque NeoPanem no es lo suficientemente grande para nosotros." Cada vez que se me ocurre preguntarme en qué demonios estaban pensando sólo se me viene a la cabeza que ellos tenían que saber que era casi imposible, tenían que saber que una vez se fueran sería muy difícil que volviéramos a verlos. No me importa que sea peligroso, yo jamás me hubiera separado de mi familia de esa forma. No sé qué me da más rabia, si todo eso o el hecho de que cada vez que lo pienso las lágrimas vengan a mis ojos como si fuera una acto reflejo. La verdad es que es raro que yo llore por pena, por tristeza o por depresión. La mayor parte de las veces que lloro, aunque no son muchas, lo hago por rabia, por impotencia. Como esta vez.
Me apresuro a limpiarme las lágrimas con el dorso de la mano y juego con mi pelo como si eso fuera capaz de distraerme lo suficiente como para dejar de llorar. Bueno, al menos estoy sola. Rhea no puede verme así, y mi hermano tampoco o se preocuparía. Justo en el instante en el que estoy pensando en ello escucho el sonido de la puerta abrirse. Me levanto del sillón corriendo y me escondo como si estuviera haciendo algo malo. Intento fijarme en el sonido de los pasos para tratar de dilucidar de quién se trata. Conozco los pasos de Rhea: son fuertes, contundentes y rápidos. No son los pasos que estoy escuchando. No me hace falta fijarme mucho más porque los de mi hermano soy capaz de reconocerlos enseguida. Pasos más ligeros, lentos y no tan decididos como los de una persona que lleva haciendo esto años. Una vez más me limpio las lágrimas y me aseguro de que no queda rastro de ellas cuando salgo sigilosamente de mi escondite. Cuál es mi sorpresa cuando veo un palo de escoba aproximarse a mí con intenciones claras de golpearme. - ¡Soy yo! ¿Qué demonios haces? - Por suerte Kyle tiene reflejos y yo también, así que no ha llegado a pasar nada. Me quito el susto inicial del cuerpo y me encojo de hombros ante su pregunta. - Ni lo sé ni me importa. Pensé que su ojito derecho sabía en todo momento dónde estaba mamá oso - Por algún motivo me resulta irritante que Rhea esté en nuestros vidas de forma tan natural, sobretodo en la de Kyle. Supongo que me da miedo. Me río un poco intentando quitarle importancia a mi comentario.
Todavía me estoy recomponiendo del sobresalto de casi haber pegado a mi hermana melliza con un palo, así que la escucho sin decir nada sobre lo que comenta, y lo único que hago es rodar los ojos. Al final, cuando estoy más tranquilo y respiro con más normalidad, tiro el palo al suelo y lo chuto para alejarlo un poco. Después, centro mi atención en Chloe: — No soy su ojito derecho, Chloe. Simplemente le agradezco que nos acoja, cosa que tú también podrías hacer — respondo al final, y la última parte la digo en voz más baja que el resto porque sé que probablemente le moleste que se lo diga. Entiendo que esté enfadada con mamá, papá y Agatha, pero Rhea no tiene la culpa y bastante que nos da de comer y un sitio donde dormir. Acabo alejándome de mi melliza para ir hacia la despensa otra vez y coger un par de las zanahorias que acabo de guardar. No nos podemos dar el lujo de comer cuando nos venga en gana, pero tampoco está Rhea para supervisarnos, y como soy yo quien ha ido de recolección, no va a echar en falta dos simples zanahorias. Después las limpio con un poco de agua para quitar los restos de tierra, y vuelvo con Chloe. — Toma, anda — digo mientras le tiro la hortaliza para que la coja. El deseo de cualquier joven es justamente comer esto como snack entre horas.
Me apoyo contra la pared mientras voy dando pequeños bocados a la zanahoria, que aunque esté lejos de ser mi alimento favorito, me gusta saborear la comida. Es algo que aprendí de bien pequeño cuando a veces hacía solo una comida al día en invierno porque no encontrábamos prácticamente nada. — Quizá está en una reunión — suelto en cuanto la idea se me pasa por la cabeza. Nunca nos lo ha dicho directamente, pero somos lo suficientemente espabilados como para saber lo que se trae entre manos. Conozco esas reuniones clandestinas porque alguna vez nuestros padres hablaron de que unas personas les habían propuesto asistir, y que incluso Agatha se lo estaba planteando. Sin embargo, ellos nunca fueron porque solo se separaron de nosotros para ir en busca del 14. Sea como sea, seguir a Rhea hasta una de esas reuniones es algo que tengo en mente desde que la conocimos y vi que se iba de vez en cuando y tardaba en regresar, y que además volvía con las manos vacías y sin provisiones. — Tenemos que seguirla a la próxima que vaya. — No es una propuesta, sino una afirmación. Conociendo a mi hermana seguramente esté de acuerdo, especialmente si sabe que es algo que va a molestar a nuestra cuidadora si descubriese lo que hemos hecho porque es ponernos en peligro.
Me apoyo contra la pared mientras voy dando pequeños bocados a la zanahoria, que aunque esté lejos de ser mi alimento favorito, me gusta saborear la comida. Es algo que aprendí de bien pequeño cuando a veces hacía solo una comida al día en invierno porque no encontrábamos prácticamente nada. — Quizá está en una reunión — suelto en cuanto la idea se me pasa por la cabeza. Nunca nos lo ha dicho directamente, pero somos lo suficientemente espabilados como para saber lo que se trae entre manos. Conozco esas reuniones clandestinas porque alguna vez nuestros padres hablaron de que unas personas les habían propuesto asistir, y que incluso Agatha se lo estaba planteando. Sin embargo, ellos nunca fueron porque solo se separaron de nosotros para ir en busca del 14. Sea como sea, seguir a Rhea hasta una de esas reuniones es algo que tengo en mente desde que la conocimos y vi que se iba de vez en cuando y tardaba en regresar, y que además volvía con las manos vacías y sin provisiones. — Tenemos que seguirla a la próxima que vaya. — No es una propuesta, sino una afirmación. Conociendo a mi hermana seguramente esté de acuerdo, especialmente si sabe que es algo que va a molestar a nuestra cuidadora si descubriese lo que hemos hecho porque es ponernos en peligro.
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