OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Time doesn't stand still
Tengo entendido que hace un par de días hubo un entrenamiento en el Distrito 2 o algo así, concretamente en la academia de aurores, para preparar a los ciudadanos a combatir y defenderse si en un futuro se necesitase. Sé que el juicio de Sebastian Johnson fue... no sé ni cómo definirlo, sinceramente, pero no esperaba que se fueran a tomar medidas tan exageradas. Es decir, veo bien que la gente sepa defenderse, pero no sé si deberían haber omitido ciertas partes en la explicación del anuncio para suavizarlo. Yo por mi parte decidí no presentarme porque, primero, bastante tuve con entrenar en mi época de tributo, y segundo, porque decidí hace años mantenerme alejado de las armas. Claro que tengo mi propia varita, pero no la alzaría contra nadie, excepto si mi vida dependiera de ello.
Sea como sea, hoy me han mandado ir al Distrito 6 para recoger unos papeles para el Wizengamot sobre unos posibles sospechosos relacionados con el pequeño levantamiento de hace un mes en el 11 tras la llegada de Sean y Hero Niniadis. Pero como parece que a veces tenga una mala suerte increíble, de camino a coger el traslador de vuelta acabo torciéndome el pie, y con tal de no caer de cara contra el suelo, me apoyo con el brazo izquierdo. Sí, el izquierdo, ese mismo que acabó lleno de cicatrices de quemaduras hace más de quince años en la arena. Y ese mismo brazo que dependiendo de para qué gesto, todavía me duele.
Por pura precaución y para ver que sigue bien dentro de lo que cabe, me desvío de mi camino y voy hacia el hospital del distrito. Estoy acostumbrado a que mi brazo me juegue malas pasadas, pero teniendo en cuenta que cuando coja el traslador me voy a tener que poner con los papeles, prefiero asegurarme de que está todo correcto antes de que no tenga tiempo de acercarme a otro hospital.
Cuando llego, explico lo que me ha pasado, y por fortuna, no pasa mucho tiempo más hasta que una mujer rubia me llama para entrar en una pequeña sala. Al igual que con la mujer de recepción, le explico lo que me ha pasado, y espero a que haga todo lo que deba hacer. Apenas me paro en mirar su rostro y, por lo tanto, ni me doy cuenta de que hay algo en ella que me resulta demasiado familiar.
Sea como sea, hoy me han mandado ir al Distrito 6 para recoger unos papeles para el Wizengamot sobre unos posibles sospechosos relacionados con el pequeño levantamiento de hace un mes en el 11 tras la llegada de Sean y Hero Niniadis. Pero como parece que a veces tenga una mala suerte increíble, de camino a coger el traslador de vuelta acabo torciéndome el pie, y con tal de no caer de cara contra el suelo, me apoyo con el brazo izquierdo. Sí, el izquierdo, ese mismo que acabó lleno de cicatrices de quemaduras hace más de quince años en la arena. Y ese mismo brazo que dependiendo de para qué gesto, todavía me duele.
Por pura precaución y para ver que sigue bien dentro de lo que cabe, me desvío de mi camino y voy hacia el hospital del distrito. Estoy acostumbrado a que mi brazo me juegue malas pasadas, pero teniendo en cuenta que cuando coja el traslador me voy a tener que poner con los papeles, prefiero asegurarme de que está todo correcto antes de que no tenga tiempo de acercarme a otro hospital.
Cuando llego, explico lo que me ha pasado, y por fortuna, no pasa mucho tiempo más hasta que una mujer rubia me llama para entrar en una pequeña sala. Al igual que con la mujer de recepción, le explico lo que me ha pasado, y espero a que haga todo lo que deba hacer. Apenas me paro en mirar su rostro y, por lo tanto, ni me doy cuenta de que hay algo en ella que me resulta demasiado familiar.
22/10/2467 - Hospital del Distrito 6 - Talysa Glace
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Time doesn't stand still
Cuando el historial medico de Davies cae en mi escritorio, pienso que es una broma de mal gusto.¿Pero como puede hacerte una broma alguien que no sabe nada de tu vida? Levanto la mirada y miro a mi compañero interrogante; Es Goodman, Un hombre agradable por lo general, de unos cuarenta años o un poco más, cabellos oscuros y ojos claros.
-¿Que se supone que tengo que hacer con esto?- Se que si tengo su historial en las manos, quiere decir que él está aquí y que su caso es mio. Pero prefiero ignorar lo evidente desde el principio y evitar que me de algo. Me esfuerzo a diario para tener un control total sobre mis emociones para que llegue ahora este y me lo estropee.
-Que lo atiendas, evidentemente. Estamos hasta los topes, tú estas con papeleo...y los demás estamos ocupados. Tomatelo como una urgencia. - Me da la espalda y se aleja, como si no pasara nada. Y es que atiendo tantos pacientes al día que no son de mi especialidad que esto sería normal de no ser él el paciente; Tomo el historial y me levanto corriendo para seguir a Goodman.
-Soy una jefa de área, no me encargo de las urgencias estupidas. -Ni siquiera he mirado lo que le pasa, no me importa, no quiero su historial, ni nada que tenga que ver con él. Estoy segura de que no se está muriendo si me pasan su historial sin ser de mi especialidad; Goodman se detiene y me mira.
Por lo general cuando alguien me mira como lo hace él, encuentra algo enfadado en mi interior, algo que hace que los demás agachen la vista y prefieran no pelearse conmigo. No es algo que pase muy frecuentemente, pero me a pasado y ahora mismo estoy dispuesta a aprovecharme de ello.
No sucede, Goodman continua con sus ojos clavados en los míos y yo me siento incomoda. Por lo visto estoy tan asustada con la situación, o Goodman esta tan miope, que es totalmente inmune a mi mirada de loba enfadada.
-Taly, te a tocado, nadie te lo va a cambiar, estamos hasta los topes.- Suspiro, intento relajarme. Normalmente no me importaría, pero con él...
Joder
Goodman aprovecha mi minuto de reflexión para desaparecer y cuando me doy cuenta estoy en mitad de un pasillo solitario con el expediente de Jasper en las manos. Gruño por lo bajo; En la vida he gruñido.
Estoy sentada frente a él, me está hablando y no tiene ni idea de quien soy. Si soy sincera estoy ignorando la mitad de sus palabras mientras le miro. He escuchado algo de su tobillo; Lo dicho, tonterías.
Que no me haya reconocido me tranquiliza; Si lo pienso detenidamente, es lógico. Han pasado muchos años, fue solo una noche y no nos hemos vuelto a ver. Probablemente yo tampoco le habría reconocido si el historial con su nombre no hubiese terminado en mis manos minutos atrás; A cambiado, a crecido.
Es increíble lo mucho que se parecen...
-Entendido, siéntese un momento en la camilla, revisamos un par de cosas y vemos que podemos hacer. - Intento usar un tono neutral, agradable pero sin ser amistosa, fría pero sin ser distante; Un tono de voz que uso a menudo cuando no quiero que se fijen en mi... aunque normalmente eso no ocurre nunca en una sala pequeña a solas con la persona que debe ignorarme.
Intento convencerme de que no es él, que en el mundo pueden haber más de un Jasper y más de un Davies... y evidentemente más de un Jasper E. Davies; Actuó con normalidad.
-¿Puedes quitarte el zapato, el calcetín... subirte el pantalón y tumbarte? - Podría intentarlo tal y como está ahora, pero estoy intentando deshacerme de él rápido y los hechizos de escaneo suelen ir mejor cuando no hay ropa de por medio. Me niego a pedirle que se quite los pantalones.
-¿Que se supone que tengo que hacer con esto?- Se que si tengo su historial en las manos, quiere decir que él está aquí y que su caso es mio. Pero prefiero ignorar lo evidente desde el principio y evitar que me de algo. Me esfuerzo a diario para tener un control total sobre mis emociones para que llegue ahora este y me lo estropee.
-Que lo atiendas, evidentemente. Estamos hasta los topes, tú estas con papeleo...y los demás estamos ocupados. Tomatelo como una urgencia. - Me da la espalda y se aleja, como si no pasara nada. Y es que atiendo tantos pacientes al día que no son de mi especialidad que esto sería normal de no ser él el paciente; Tomo el historial y me levanto corriendo para seguir a Goodman.
-Soy una jefa de área, no me encargo de las urgencias estupidas. -Ni siquiera he mirado lo que le pasa, no me importa, no quiero su historial, ni nada que tenga que ver con él. Estoy segura de que no se está muriendo si me pasan su historial sin ser de mi especialidad; Goodman se detiene y me mira.
Por lo general cuando alguien me mira como lo hace él, encuentra algo enfadado en mi interior, algo que hace que los demás agachen la vista y prefieran no pelearse conmigo. No es algo que pase muy frecuentemente, pero me a pasado y ahora mismo estoy dispuesta a aprovecharme de ello.
No sucede, Goodman continua con sus ojos clavados en los míos y yo me siento incomoda. Por lo visto estoy tan asustada con la situación, o Goodman esta tan miope, que es totalmente inmune a mi mirada de loba enfadada.
-Taly, te a tocado, nadie te lo va a cambiar, estamos hasta los topes.- Suspiro, intento relajarme. Normalmente no me importaría, pero con él...
Joder
Goodman aprovecha mi minuto de reflexión para desaparecer y cuando me doy cuenta estoy en mitad de un pasillo solitario con el expediente de Jasper en las manos. Gruño por lo bajo; En la vida he gruñido.
-
Estoy sentada frente a él, me está hablando y no tiene ni idea de quien soy. Si soy sincera estoy ignorando la mitad de sus palabras mientras le miro. He escuchado algo de su tobillo; Lo dicho, tonterías.
Que no me haya reconocido me tranquiliza; Si lo pienso detenidamente, es lógico. Han pasado muchos años, fue solo una noche y no nos hemos vuelto a ver. Probablemente yo tampoco le habría reconocido si el historial con su nombre no hubiese terminado en mis manos minutos atrás; A cambiado, a crecido.
Es increíble lo mucho que se parecen...
-Entendido, siéntese un momento en la camilla, revisamos un par de cosas y vemos que podemos hacer. - Intento usar un tono neutral, agradable pero sin ser amistosa, fría pero sin ser distante; Un tono de voz que uso a menudo cuando no quiero que se fijen en mi... aunque normalmente eso no ocurre nunca en una sala pequeña a solas con la persona que debe ignorarme.
Intento convencerme de que no es él, que en el mundo pueden haber más de un Jasper y más de un Davies... y evidentemente más de un Jasper E. Davies; Actuó con normalidad.
-¿Puedes quitarte el zapato, el calcetín... subirte el pantalón y tumbarte? - Podría intentarlo tal y como está ahora, pero estoy intentando deshacerme de él rápido y los hechizos de escaneo suelen ir mejor cuando no hay ropa de por medio. Me niego a pedirle que se quite los pantalones.
22/10/2467 - Hospital del Distrito 6 - Jasper E. Davies
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Asiento y hago todo lo que la medimaga me dice. Me quedo más tranquilo sabiendo que también me va a revisar el tobillo, pero mi mayor preocupación sigue siendo la de mi brazo. Sé que probablemente sea una tontería, porque desde los diecisiete años he sabido que alguna que otra vez me dolería de manera horrible y punzante dependiendo de los gestos que hiciera, pues no llegó a curarse del todo. Pero supongo que una parte de mí siempre se preocupará porque acabe quedando del todo fastidiado. Con el tiempo he aprendido que la preocupación por el brazo es algo que siempre tendré ahí.
— ¿Podrá revisarme luego el brazo izquierdo? Me he apoyado en él al caer — acabo por preguntar mientras me tumbo en la camilla y me remango el pantalón, tal y como ha dicho. — Me lo quemé hace quince años en los Juegos Mágicos, y me dijeron que nunca se curaría del todo y me daría problemas, pero prefiero saber que no ha sufrido más daños con la caída. — He llegado a un punto de mi vida en el que me da igual que la gente sepa quien soy y, para bien o para mal, todavía existe gente que no ha olvidado la catástrofe y el desastre que sucedió en los primeros Juegos Mágicos de Jamie Niniadis. Son los menos los que aún lo recuerdan, pero los hay. Tampoco me importa que vea las cicatrices de las quemaduras aunque sea algo que permita ver a poca gente, simplemente porque con su trabajo habrá visto hasta cosas peores.
Cuando ya estoy colocado tal y como me ha dicho, es cuando me fijo atentamente en su rostro por primera vez desde que he entrado en la consulta. Tiene algo que me resulta familiar, pero no sé de qué. La única mujer rubia con ojos azules que conozco es Arianne Brawn, y obviamente ella no es. Y la otra que conozco con ojos azules es mi propia prima, Alice Whiteley, pero hace años que no sé nada de ella y aunque podría haberse teñido el cabello, ni de broma podría estar trabajando de esto porque era una muggle.
Por un momento llego incluso a pensar si se trata de alguien que he conocido en algún caso del Wizengamot, pero no tendría lógica teniendo en cuenta que ella trabaja en un hospital y que por ahora, no he llevado ningún caso relacionado con nada de medimagia o sanación.
Ni siquiera sé cuánto rato paso mirándola fijamente, intentando recordar de qué podemos conocernos, y si puede tratarse de haber ido juntos a clase. Parece mayor que yo, pero el calcular la edad de la gente no es algo que se me dé especialmente bien, así que acabo dejando de lado esa táctica casi al momento. Siempre he tenido buena memoria fotográfica, y esa fue una de las principales razones por las que sobreviví a la arena, así que me resulta frustrante no conseguir recordar de qué me suena. Al final, eso puede conmigo y acabo preguntándole directamente a ella: — ¿Nos conocemos de algo?
— ¿Podrá revisarme luego el brazo izquierdo? Me he apoyado en él al caer — acabo por preguntar mientras me tumbo en la camilla y me remango el pantalón, tal y como ha dicho. — Me lo quemé hace quince años en los Juegos Mágicos, y me dijeron que nunca se curaría del todo y me daría problemas, pero prefiero saber que no ha sufrido más daños con la caída. — He llegado a un punto de mi vida en el que me da igual que la gente sepa quien soy y, para bien o para mal, todavía existe gente que no ha olvidado la catástrofe y el desastre que sucedió en los primeros Juegos Mágicos de Jamie Niniadis. Son los menos los que aún lo recuerdan, pero los hay. Tampoco me importa que vea las cicatrices de las quemaduras aunque sea algo que permita ver a poca gente, simplemente porque con su trabajo habrá visto hasta cosas peores.
Cuando ya estoy colocado tal y como me ha dicho, es cuando me fijo atentamente en su rostro por primera vez desde que he entrado en la consulta. Tiene algo que me resulta familiar, pero no sé de qué. La única mujer rubia con ojos azules que conozco es Arianne Brawn, y obviamente ella no es. Y la otra que conozco con ojos azules es mi propia prima, Alice Whiteley, pero hace años que no sé nada de ella y aunque podría haberse teñido el cabello, ni de broma podría estar trabajando de esto porque era una muggle.
Por un momento llego incluso a pensar si se trata de alguien que he conocido en algún caso del Wizengamot, pero no tendría lógica teniendo en cuenta que ella trabaja en un hospital y que por ahora, no he llevado ningún caso relacionado con nada de medimagia o sanación.
Ni siquiera sé cuánto rato paso mirándola fijamente, intentando recordar de qué podemos conocernos, y si puede tratarse de haber ido juntos a clase. Parece mayor que yo, pero el calcular la edad de la gente no es algo que se me dé especialmente bien, así que acabo dejando de lado esa táctica casi al momento. Siempre he tenido buena memoria fotográfica, y esa fue una de las principales razones por las que sobreviví a la arena, así que me resulta frustrante no conseguir recordar de qué me suena. Al final, eso puede conmigo y acabo preguntándole directamente a ella: — ¿Nos conocemos de algo?
22/10/2467 - Hospital del Distrito 6 - Talysa Glace
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Me obedece; Y curiosamente, eso me satisface. No es que normalmente no me hagan caso, soy jefa de área, que me hagan caso está a la orden del día durante la mitad de mi tiempo labora, sobre todo cuando un paciente entra en mi consulta, pero en este caso es diferente porque que Jasper me haga caso sin mirarme, ni hacer ningún tipo de expresión extraña con el rostro, es sinónimo de triunfo para mí.
Habla de su brazo y yo asiento; Es evidente de que me he perdido un trozo de su historia mientras mis ojos se deslizaban por su rostro, pero como no puedo dar marcha atrás, deduzco que se apoyaría en el brazo al caer y que, como él dice, sea el brazo lesionado, le hace preocuparse más de lo normal.
Odio su comentario respecto a los juegos. Ya no hay dudas de que es él, existen muchas casualidades en el mundo...pero no dos participantes de los juegos con el mismo nombre exacto; Suspiro inaudiblemente y saco la varita, apoyándola con tranquilidad silenciosa en su tobillo mientras mi mente conjura un hechizo.
La zona brilla levemente en ondas azules unos segundos; El hechizo viaja al interior de su tobillo y hace aparecer algunos datos en el aire frente a mis ojos, que por primera vez desde que estamos juntos se despegan de él para leer.
No me doy cuenta de que me mira, sigo tranquila en mi papel de médico; Sus lesiones no son graves, se habría curado con el paso de los días sin ningún tipo de intervención mágica, pero ya que ha venido a mí, alivio su dolor con un hechizo destinado a evitar que se le hinche la zona.
-Notaras un ligero calor en la zona durante las próximas ocho horas, nada importante. Tu tobillo está bien. -Le digo dedicándole una sonrisa tranquilizadora justo en el momento en el que me doy cuenta de que sus ojos están clavado en los míos.
"¿Nos conocemos de algo?"
-No. -Mi respuesta es tajante, hasta yo me doy cuenta de que he respondido demasiado rápido, demasiado fría; El pulso se me acelera un momento y aunque mi expresión no cambia, me veo en la necesidad de apartar su vista de mi. -Mira al techo, ya terminamos. - Si estuviera grabando la escena para verla luego de nuevo, vería que estoy haciendo un millón de cosas mal.
Rodeo la camilla para inspeccionarle el brazo, intento ignorar que a notado algo extraño; De nuevo la ropa se vuelve un obstáculo insalvable y dejo la varita a un lado para posar las manos en su muñeca y remangarle la camisa con cuidado. Aún recuerdo donde están sus cicatrices, no me molestan, pero las sorteo sin necesidad de verlas intentando no molestarle.
-¿Es solo la muñeca o el brazo entero? - Pregunto con calma volviendo a coger la varita. -Si crees que el hombro se avisto implicado deberás quitártela.- No he querido pedirle que lo haga porque en el pasado se que tenía reparos con el tema.
Talyssa ha pasado mucho tiempo... Que estés respetando tantos sus heridas es hasta delatador.
Habla de su brazo y yo asiento; Es evidente de que me he perdido un trozo de su historia mientras mis ojos se deslizaban por su rostro, pero como no puedo dar marcha atrás, deduzco que se apoyaría en el brazo al caer y que, como él dice, sea el brazo lesionado, le hace preocuparse más de lo normal.
Odio su comentario respecto a los juegos. Ya no hay dudas de que es él, existen muchas casualidades en el mundo...pero no dos participantes de los juegos con el mismo nombre exacto; Suspiro inaudiblemente y saco la varita, apoyándola con tranquilidad silenciosa en su tobillo mientras mi mente conjura un hechizo.
La zona brilla levemente en ondas azules unos segundos; El hechizo viaja al interior de su tobillo y hace aparecer algunos datos en el aire frente a mis ojos, que por primera vez desde que estamos juntos se despegan de él para leer.
No me doy cuenta de que me mira, sigo tranquila en mi papel de médico; Sus lesiones no son graves, se habría curado con el paso de los días sin ningún tipo de intervención mágica, pero ya que ha venido a mí, alivio su dolor con un hechizo destinado a evitar que se le hinche la zona.
-Notaras un ligero calor en la zona durante las próximas ocho horas, nada importante. Tu tobillo está bien. -Le digo dedicándole una sonrisa tranquilizadora justo en el momento en el que me doy cuenta de que sus ojos están clavado en los míos.
"¿Nos conocemos de algo?"
-No. -Mi respuesta es tajante, hasta yo me doy cuenta de que he respondido demasiado rápido, demasiado fría; El pulso se me acelera un momento y aunque mi expresión no cambia, me veo en la necesidad de apartar su vista de mi. -Mira al techo, ya terminamos. - Si estuviera grabando la escena para verla luego de nuevo, vería que estoy haciendo un millón de cosas mal.
Rodeo la camilla para inspeccionarle el brazo, intento ignorar que a notado algo extraño; De nuevo la ropa se vuelve un obstáculo insalvable y dejo la varita a un lado para posar las manos en su muñeca y remangarle la camisa con cuidado. Aún recuerdo donde están sus cicatrices, no me molestan, pero las sorteo sin necesidad de verlas intentando no molestarle.
-¿Es solo la muñeca o el brazo entero? - Pregunto con calma volviendo a coger la varita. -Si crees que el hombro se avisto implicado deberás quitártela.- No he querido pedirle que lo haga porque en el pasado se que tenía reparos con el tema.
Talyssa ha pasado mucho tiempo... Que estés respetando tantos sus heridas es hasta delatador.
22/10/2467 - Hospital del Distrito 6 - Jasper E. Davies
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Dejo que la medimaga haga su trabajo sin abrir la boca en ningún momento excepto cuando comenta que sentiré algo de calor en el tobillo durante las próximas horas. — ¿Calor? Bueno, seguro que no es nada en comparación a lo que sentí cuando me quemé — digo en un intento de hacer una broma, pero al momento me doy cuenta de que más bien acabo de crear un momento incómodo. Siempre me han dicho que a veces no sé callarme en el momento que toca, y es por cosas como estas. Lo único que intento es ser algo bromista porque la vida ya es una mierda de por sí, pero la mayoría de veces la jugada me sale de manera patética... como ahora.
Que me diga que me quite la camisa no me resulta especialmente agradable, por mucho que se trate de alguien que solo está ejerciendo su trabajo. — Normalmente me ofrecen una copa antes de decirme eso, pero bueno... — Y ahí está otra vez el Jasper que no sabe mantener la boca cerrada por más de dos minutos. Estuve años sin ser así, pero conforme me fui recomponiendo, también fue apareciendo mi antiguo yo. También hace años que no bebo, porque aunque nunca tuve problemas serios con el alcohol, reconozco que en algún que otro momento se me fue de las manos el tema de beber copas de más, especialmente cuando salí de la arena y seguía en busca de mi madre. — Lo siento. Es que cuando estoy nervioso hablo demasiado. — No es mentira, porque ese último comentario ha sido porque me altera el que otras personas vean mis cicatrices. Una cosa es hablar de que las tengo, y otra muy distinta el que las vean.
Al final acabo quitándome la camisa, aunque interiormente ahora mismo lo que desee sea taparme la cabeza con ella y esconderme del mundo durante horas. — El brazo entero — respondo una vez ya estoy con el torso desnudo. Las cicatrices me llegan hasta el hombro, y en realidad tuve bastante suerte de no tener más considerando que todo el castillo de Alana se prendió en llamas y que todos los tributos que quedaban con vida murieron ahí, excepto Vincent y yo.
Dejo que haga su trabajo sin decir nada más porque no quiero volver a quedar en ridículo, pero sí que miro con atención todo lo que hace. Puede parecer que lo haga por simple curiosidad, pero no. Por mucho que diga que no nos conocemos de nada, hay algo en su cara que me es demasiado familiar. No sé qué es, y odio sentirme impotente. — ¿De verdad que no nos conocemos de nada? — vuelvo a preguntar, aunque pueda parecer pesado.
Y entonces, me llega como si me hubiera caído un rayo encima.
Si no hubiera sido porque a la mañana siguiente, con toda la resaca y el dolor de cabeza, la hubiera visto salir de la cama, probablemente ni me acordaría de ella. La cuestión es que lo hice, y al momento me arrepiento de haber insistido tanto en si nos conocíamos porque probablemente solo estaba evitando hablar del tema. Se conserva demasiado bien, pero si le quitas quince años, está casi igual que aquella noche cuando nos acostamos con varias copas de más. No estoy orgulloso de aquellos meses que pasé teniendo líos de una noche, sinceramente, y para colmo he metido la pata hasta el fondo hablando de copas y desnudarse. Genial.
Que me diga que me quite la camisa no me resulta especialmente agradable, por mucho que se trate de alguien que solo está ejerciendo su trabajo. — Normalmente me ofrecen una copa antes de decirme eso, pero bueno... — Y ahí está otra vez el Jasper que no sabe mantener la boca cerrada por más de dos minutos. Estuve años sin ser así, pero conforme me fui recomponiendo, también fue apareciendo mi antiguo yo. También hace años que no bebo, porque aunque nunca tuve problemas serios con el alcohol, reconozco que en algún que otro momento se me fue de las manos el tema de beber copas de más, especialmente cuando salí de la arena y seguía en busca de mi madre. — Lo siento. Es que cuando estoy nervioso hablo demasiado. — No es mentira, porque ese último comentario ha sido porque me altera el que otras personas vean mis cicatrices. Una cosa es hablar de que las tengo, y otra muy distinta el que las vean.
Al final acabo quitándome la camisa, aunque interiormente ahora mismo lo que desee sea taparme la cabeza con ella y esconderme del mundo durante horas. — El brazo entero — respondo una vez ya estoy con el torso desnudo. Las cicatrices me llegan hasta el hombro, y en realidad tuve bastante suerte de no tener más considerando que todo el castillo de Alana se prendió en llamas y que todos los tributos que quedaban con vida murieron ahí, excepto Vincent y yo.
Dejo que haga su trabajo sin decir nada más porque no quiero volver a quedar en ridículo, pero sí que miro con atención todo lo que hace. Puede parecer que lo haga por simple curiosidad, pero no. Por mucho que diga que no nos conocemos de nada, hay algo en su cara que me es demasiado familiar. No sé qué es, y odio sentirme impotente. — ¿De verdad que no nos conocemos de nada? — vuelvo a preguntar, aunque pueda parecer pesado.
Y entonces, me llega como si me hubiera caído un rayo encima.
Si no hubiera sido porque a la mañana siguiente, con toda la resaca y el dolor de cabeza, la hubiera visto salir de la cama, probablemente ni me acordaría de ella. La cuestión es que lo hice, y al momento me arrepiento de haber insistido tanto en si nos conocíamos porque probablemente solo estaba evitando hablar del tema. Se conserva demasiado bien, pero si le quitas quince años, está casi igual que aquella noche cuando nos acostamos con varias copas de más. No estoy orgulloso de aquellos meses que pasé teniendo líos de una noche, sinceramente, y para colmo he metido la pata hasta el fondo hablando de copas y desnudarse. Genial.
22/10/2467 - Hospital del Distrito 6 - Talysa Glace
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Por si no estuviera lo suficientemente segura de que es él, hace un nuevo comentario sobre su actuación en los juegos; Pongo los ojos en blanco un segundo. ¿De verdad pensara que es gracioso decirle a alguien que estuvo apunto de morir quemado? A mi solo consigue darme un poco de pena. Aunque reconozco que valoro que sea capaz de bromear con algo que hace quince años seguro que le aterraba pensar.
Se quita la camisa y mis ojos recorren su brazo indiscretamente; No es la primera vez que veo sus cicatrices, pero siguen impactandome igual. No siento repulsión, simplemente no termino de entender por qué no las oculta mediante algún hechizo. ¿Es algún tipo de recordatorio? De repente siento empatía al recordarme a mi misma frente al espejo, observando las marcas de dientes; Yo hago lo mismo constantemente, aunque lo mio a día de hoy sigue siendo una maldición en vede un recuerdo amargo.
Con delicadeza apoyo mi varita en su hombro y la deslizo despacio por su brazo pronunciando los hechizos adecuados mentalmente; De nuevo ligeras hondas azules recorren el brazo analizando el estado del mismo, escaneando cada herida, cada lesión del pasado y del presente.
No es de extrañar que los resultados tarden y mis ojos se posan en los suyos, que de nuevo me observan intentando adivinar mis secretos. “No nos conocemos” le digo con la mirada justo en el instante que un leve brillo de reconocimiento asoma en sus ojos.
"Mierda"
Se que me a reconocido por su repentino silencio. Su expresión de arrepentimiento me hace sonrojar ligeramente; Normalmente nada de esto me importaría, pero tenemos una hija en común que marca una diferencia muy importante en toda esta conversación de gestos. Una hija que él no sabe que existe y que ella no sabe que es nuestra. ¿Es este uno de esos momento de culpabilidad? Ya he tenido suficientes a lo largo de mi vida.
Siento una presión en el interior del pecho y entreabro los labios apunto de decir algo cuando los resultado del hechizo empiezan a brillar en azul ante mis ojos distrayéndome. A lo echo, pecho.
Los resultados del escaneado son extensos. Tengo que mover la varita un par de veces para seguir leyendo el diagnostico; El brazo de Jasper es poesía pura para cualquier diagnosticador, pero estoy segura de que él ya lo sabe.
-Supongo que respecto a la lesión más grave ya estás informado...te molestara probablemente de por vida, aunque nada qué te impida hacer vida normal. -Mi tono de voz sigue siendo profesional, supongo que porque estoy hablando de trabajo y es un terreno donde me siento segura. -Respecto a la caía de hoy...te has abierto un poco la muñeca. Nada realmente grave, aunque para asegurarnos te la inmovilizaré durante un par de días. -Es la opción más segura a largo plazo, teniendo en cuenta qué ya está tocado de serie. -¿Te parece bien?- Nunca le pregunto a mis pacientes si están de acuerdo con lo que voy a hacerles, entre otras cosas porque siempre he dado por sentado que mi criterio medico es más importante que lo que tengan que hacer en su día a día, pero con Jasper...Bueno, supongo que me siento un poco culpable de no haberle dado la oportunidad de opinar en su día.
"¿Opinar de qué? No nos conocíamos de nada, hice lo que era mejor para el bebé. "
Se quita la camisa y mis ojos recorren su brazo indiscretamente; No es la primera vez que veo sus cicatrices, pero siguen impactandome igual. No siento repulsión, simplemente no termino de entender por qué no las oculta mediante algún hechizo. ¿Es algún tipo de recordatorio? De repente siento empatía al recordarme a mi misma frente al espejo, observando las marcas de dientes; Yo hago lo mismo constantemente, aunque lo mio a día de hoy sigue siendo una maldición en vede un recuerdo amargo.
Con delicadeza apoyo mi varita en su hombro y la deslizo despacio por su brazo pronunciando los hechizos adecuados mentalmente; De nuevo ligeras hondas azules recorren el brazo analizando el estado del mismo, escaneando cada herida, cada lesión del pasado y del presente.
No es de extrañar que los resultados tarden y mis ojos se posan en los suyos, que de nuevo me observan intentando adivinar mis secretos. “No nos conocemos” le digo con la mirada justo en el instante que un leve brillo de reconocimiento asoma en sus ojos.
"Mierda"
Se que me a reconocido por su repentino silencio. Su expresión de arrepentimiento me hace sonrojar ligeramente; Normalmente nada de esto me importaría, pero tenemos una hija en común que marca una diferencia muy importante en toda esta conversación de gestos. Una hija que él no sabe que existe y que ella no sabe que es nuestra. ¿Es este uno de esos momento de culpabilidad? Ya he tenido suficientes a lo largo de mi vida.
Siento una presión en el interior del pecho y entreabro los labios apunto de decir algo cuando los resultado del hechizo empiezan a brillar en azul ante mis ojos distrayéndome. A lo echo, pecho.
Los resultados del escaneado son extensos. Tengo que mover la varita un par de veces para seguir leyendo el diagnostico; El brazo de Jasper es poesía pura para cualquier diagnosticador, pero estoy segura de que él ya lo sabe.
-Supongo que respecto a la lesión más grave ya estás informado...te molestara probablemente de por vida, aunque nada qué te impida hacer vida normal. -Mi tono de voz sigue siendo profesional, supongo que porque estoy hablando de trabajo y es un terreno donde me siento segura. -Respecto a la caía de hoy...te has abierto un poco la muñeca. Nada realmente grave, aunque para asegurarnos te la inmovilizaré durante un par de días. -Es la opción más segura a largo plazo, teniendo en cuenta qué ya está tocado de serie. -¿Te parece bien?- Nunca le pregunto a mis pacientes si están de acuerdo con lo que voy a hacerles, entre otras cosas porque siempre he dado por sentado que mi criterio medico es más importante que lo que tengan que hacer en su día a día, pero con Jasper...Bueno, supongo que me siento un poco culpable de no haberle dado la oportunidad de opinar en su día.
"¿Opinar de qué? No nos conocíamos de nada, hice lo que era mejor para el bebé. "
22/10/2467 - Hospital del Distrito 6 - Jasper E. Davies
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Time doesn't stand still
Llego a un punto en el que a duras penas alcanzo a escuchar las explicaciones médicas que me da porque la mayoría de lo que dice ya lo sé de otras veces que tengo problemas con el brazo. Lo único nuevo es que me he abierto un poco la muñeca, pero bueno, ya se me pasará. Para bien o para mal, mi trabajo no es nada físico. Durante toda mi infancia y casi toda la adolescencia pensé que me dedicaría a ser un simple leñador, no a estar entre papeles y juicios mágicos, pero supongo que con el tiempo me he ido acostumbrando. Si Arianne no hubiera decidido entrar en el Wizengamot, probablemente yo tampoco lo habría hecho. Trabajar con ella alivia un poco todo, aunque durante el día la mayoría de veces solo nos veamos para ir a comer.
— Bueno, tengo un trabajo bastante de escritorio, así que el dolor y el que esté inmovilizada no supondrán un gran problema tampoco — respondo unos segundos más tarde. Creo que lo único que no ha cambiado en estos quince años son mis cicatrices, porque psicológicamente soy una persona completamente diferente, y cuando nos conocimos, no era más que un estudiante del Royal que había ganado los Juegos Mágicos y que ni siquiera sabía qué hacer con el dinero porque no conseguía encontrar a mi madre en ningún mercado de esclavos. Años después lo hice y pude gastar una pequeña parte de esa... recompensa, según decían. Al menos sirvió para su propósito porque si me presenté como tributo fue para ganar el dinero solo para encontrar a mi madre, y así traerla de vuelta a casa.
No voy a negar que me sorprende que me pregunte que si me parece bien, así que acabo encogiéndome de hombros antes de hablar: — Sí, claro. Usted la que sabe de esto. — Hablarle de usted me resulta extraño teniendo en cuenta que nos hemos visto completamente desnudos. Por otra parte, la medimagia nunca ha sido de mi interés, sinceramente. Dejo que haga lo que tenga que hacer, con la mirada agachada y mirando mis pies como si fueran lo más interesante del mundo. Ahora mismo no me siento con ganas de mirarla a los ojos, al menos no después de haber reconocido quien es. Lo peor de todo, al menos para mí, es que estaba tan borracho que ni siquiera recuerdo si me dijo cómo se llamaba. Me avergüenzo de aquella época, y quitando a mi hermano y a Arianne que alguna que otra vez me vio llegar a casa borracho, nadie sabe por lo que pasé. Y de todas maneras, dudo que mi mejor amiga sepa que la mayoría de esas veces que acababa borracho, terminaba con una chica distinta en la cama.
Para cuando acaba de inmovilizarme la muñeca, alzo la mirada durante unas escasas milésimas de segundo, no muy seguro de mirarla a los ojos. — ¿Ya está todo? — Ahora mismo lo único que quiero es volver a casa y alejarme todo lo posible de ella. O más bien del recuerdo que tengo de aquella noche de hace quince años que tanto daño me hace por cómo me comportaba. Me convertí en la clase de persona que nunca pensé que sería. Hasta entonces solo había salido con una chica, y pensé que sería con la que estaría toda mi vida, pero me dejó cuando descubrió que era tributo. Luego me encapriché de Bambi, una compañera de la arena que murió quemada viva frente a mis ojos. Fue ahí cuando dejé de ser el chico romántico y detallista que siempre me habían considerado, pero por suerte ya soy yo mismo otra vez desde hace unos cuantos años.
— Bueno, tengo un trabajo bastante de escritorio, así que el dolor y el que esté inmovilizada no supondrán un gran problema tampoco — respondo unos segundos más tarde. Creo que lo único que no ha cambiado en estos quince años son mis cicatrices, porque psicológicamente soy una persona completamente diferente, y cuando nos conocimos, no era más que un estudiante del Royal que había ganado los Juegos Mágicos y que ni siquiera sabía qué hacer con el dinero porque no conseguía encontrar a mi madre en ningún mercado de esclavos. Años después lo hice y pude gastar una pequeña parte de esa... recompensa, según decían. Al menos sirvió para su propósito porque si me presenté como tributo fue para ganar el dinero solo para encontrar a mi madre, y así traerla de vuelta a casa.
No voy a negar que me sorprende que me pregunte que si me parece bien, así que acabo encogiéndome de hombros antes de hablar: — Sí, claro. Usted la que sabe de esto. — Hablarle de usted me resulta extraño teniendo en cuenta que nos hemos visto completamente desnudos. Por otra parte, la medimagia nunca ha sido de mi interés, sinceramente. Dejo que haga lo que tenga que hacer, con la mirada agachada y mirando mis pies como si fueran lo más interesante del mundo. Ahora mismo no me siento con ganas de mirarla a los ojos, al menos no después de haber reconocido quien es. Lo peor de todo, al menos para mí, es que estaba tan borracho que ni siquiera recuerdo si me dijo cómo se llamaba. Me avergüenzo de aquella época, y quitando a mi hermano y a Arianne que alguna que otra vez me vio llegar a casa borracho, nadie sabe por lo que pasé. Y de todas maneras, dudo que mi mejor amiga sepa que la mayoría de esas veces que acababa borracho, terminaba con una chica distinta en la cama.
Para cuando acaba de inmovilizarme la muñeca, alzo la mirada durante unas escasas milésimas de segundo, no muy seguro de mirarla a los ojos. — ¿Ya está todo? — Ahora mismo lo único que quiero es volver a casa y alejarme todo lo posible de ella. O más bien del recuerdo que tengo de aquella noche de hace quince años que tanto daño me hace por cómo me comportaba. Me convertí en la clase de persona que nunca pensé que sería. Hasta entonces solo había salido con una chica, y pensé que sería con la que estaría toda mi vida, pero me dejó cuando descubrió que era tributo. Luego me encapriché de Bambi, una compañera de la arena que murió quemada viva frente a mis ojos. Fue ahí cuando dejé de ser el chico romántico y detallista que siempre me habían considerado, pero por suerte ya soy yo mismo otra vez desde hace unos cuantos años.
22/10/2467 - Hospital del Distrito 6 - Talysa Glace
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La situación se vuelve ligeramente más incomoda a cada segundo que pasa; Si a mi todo lo relacionado con él ya me parecía digno de evitar, que él me recordara no había hecho nada más que empeorarlo.
¿Qué recordaba exactamente? Yo apenas tenía flashes de aquella noche.
Sus manos se aferraban a mis caderas con desesperación. Era joven, enérgico y estaba literalmente destrozado. Justo el tipo de chicos que a mí me atraen.
Parpadeo un segundo y asiento apuntando con mi varita la muñeca herida. Pronuncio el hechizo adecuado y noto el musculo tensarse levemente; No debería movérsele en unas 40 horas, minuto arriba, minuto abajo.
- Perfecto... pues diría que hemos terminado. - Digo a sabiendas que tiene prisa por marcharse. Yo no voy a impedírselo, ambos tenemos demasiados motivos para no querer mezclamos, somos agua y aceite, y aunque el solo sepa una sola razón para mantener distancia, yo sé más.
Su cuerpo se pega al mío y mis labios le buscan; Quiero sentir su dolor junto al mío, prenderle fuego a todo el alcohol que nos hemos bebido y convertirnos en una sola llama inextinguible; Le araño, le muerdo y le gimo al oído. El dolor y el placer siempre van de la mano.
Le miro a los ojos un par de segundos y pronuncio su nombre. -Jasper...- estoy de nuevo a punto de decir algo. Pero de nuevo me quedo con las palabras escondidas en el cielo de mi boca; Desvió la mirada y arreglo mi pequeño error: - cuídate.
El sol me despierta; No tengo ni idea de que hora es y me duele la cabeza. Parpadeó, le enfoco y trago saliva.
Joder es muy joven.
Tengo que salir de aquí.
22/10/2467 - Hospital del Distrito 6 - Jasper E. Davies
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El resto del tiempo mantengo la boca cerrada de verdad, sin apenas fijarme en lo que hace excepto en algún momento puntual en el que la vena curiosa que siempre he tenido me hace alzar la mirada hacia su varita para ver lo que hace. Obviamente no reconozco los hechizos porque no me dedico a eso y no tengo ni idea de medimagia. Si las ciencias no se me hubieran dado tan mal, quizá me hubiera dedicado a eso. Sin embargo, soy una persona de memorizar y luego soltarlo todo en clase, pues siempre he tenido buena memoria gráfica y auditiva, así que estudiarme cientos de leyes mágicas y la constitución no me supuso un gran esfuerzo. Cada uno tiene sus habilidades.
Tengo que reprimir un suspiro de alivio cuando me dice que ya hemos terminado, y me levanto de la camilla mientras interiormente me digo a mí mismo que la próxima vez que me pase por el 6, ande con todo el cuidado posible porque no quiero volver a pasar otro momento incómodo como este.
Estoy a punto de salir de la consulta cuando me habla. Me quedo quieto durante un segundo que se me hace eterno, porque no me lo esperaba, hasta que decido girarme y mirarla a los ojos después de tanto rato habiendo intentado evitar el contacto visual a toda costa. — Tú también — respondo, todavía mirándola. Si recordara su nombre lo hubiera añadido, igual que ha hecho ella conmigo, pero ni siquiera estoy seguro de si alguna vez llegó a decírmelo. Sea como sea, en cuanto pronuncio esas palabras vuelvo a girarme, salgo del hospital, y cojo el traslador de vuelta al trabajo. Necesito apartar este día incómodo de mi cabeza como sea, y si Arianne hubiera sabido cómo fueron de verdad mis andadas de hace quince años en vez de saber cuatro cosas por encima, probablemente se lo explicaría cuando comamos juntos hoy.
Tengo que reprimir un suspiro de alivio cuando me dice que ya hemos terminado, y me levanto de la camilla mientras interiormente me digo a mí mismo que la próxima vez que me pase por el 6, ande con todo el cuidado posible porque no quiero volver a pasar otro momento incómodo como este.
Estoy a punto de salir de la consulta cuando me habla. Me quedo quieto durante un segundo que se me hace eterno, porque no me lo esperaba, hasta que decido girarme y mirarla a los ojos después de tanto rato habiendo intentado evitar el contacto visual a toda costa. — Tú también — respondo, todavía mirándola. Si recordara su nombre lo hubiera añadido, igual que ha hecho ella conmigo, pero ni siquiera estoy seguro de si alguna vez llegó a decírmelo. Sea como sea, en cuanto pronuncio esas palabras vuelvo a girarme, salgo del hospital, y cojo el traslador de vuelta al trabajo. Necesito apartar este día incómodo de mi cabeza como sea, y si Arianne hubiera sabido cómo fueron de verdad mis andadas de hace quince años en vez de saber cuatro cosas por encima, probablemente se lo explicaría cuando comamos juntos hoy.
22/10/2467 - Hospital del Distrito 6 - Talysa Glace
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