Héctor se apretó concienzudamente la pierna, en un intento vano de mitigar el dolor, imposibilitándole llegar de una pieza al hospital del distrito seis. Había recibido el aguijonazo de un escreguto de cola explosiva y se había hecho un rudimentario torniquete a expensas de cortar la sangre y poder llegar a la clínica más próxima.

Había perdido la varita en el ataque y lo había ayudado a salir de ahí un compañero, hasta que por orgullo se había chafado de él y había continuado solo. No quería ayuda de nadie, y menos de un compañero tan gilipollas como había resultado ser siempre Timmy. La pierna le dolía como un demonio, pero al ver su estado, el primer enfermero que lo  había visto llamó rápidamente a un medimago y lo trasladaron a la planta de criaturas.

Rechazó con un gruñido la silla de ruedas y caminó por los pasillos, atestados de gente y con ese olor tan particular de los recintos sanitarios —Espere aquí —Le indicó el enfermero y Héctor se sentó en una de las sillas. Estaba solo, y el incesante ruido de una tubería rota le martilleaba el oído. Se quedó mirando la puerta, como si con tan sólo eso le diera el poder de poder abrirla y entrar, pero suspiró y se pasó la mano por el pelo.

Tocaba esperar.

Este es mi verdadero territorio. Y es curioso, porque siempre imaginé que el territorio de un lobo sería algo así como un lugar especial que proteger, un lugar en el que si alguien se aventuraba a entrar sería automáticamente devorado; Pero no, es este, da igual que esté lleno de personas desconocidas y huela a sangre y desinfectante por todos lados, es aquí: Donde bajo la guardia y dejo de ser una mujer distante y fría, para ser una medimaga entregada y eficiente. Una jefa de área, un monstruo disfrazado de ángel...un lobo con piel de cordero.    

Cuando me llega el aviso de herido estoy con un café a medio terminar y una copia del periódico del día. Me levanto apurada y abandono la sala de descanso dejando el café abandonado junto a un montón de imágenes en movimiento en la portada del periódico.

Abro la puerta de la sala de espera, el paciente está solo y no hay ninguna silla de ruedas cerca. Me sorprende. Ser atacado y herido por un escreguto de cola explosiva y entrar andando a la sala del cuidados  es bastante poco frecuente. Pero si es lo que él quiere...

-Vamos. - No le ofrezco la silla de ruedas de nuevo. Yo mejor que nadie se que si rechazas la ayuda, no es para que vuelvan a ofrecértela. Lo que si hago es mantenerme cerca, si busca apoyo lo tendrá inmediatamente. -No es muy frecuente lo que le a pasado...¿Donde a encontrado escregutos? - Intuyo que es un cazador, pero no pongo la mano en el fuego por ello. Los escregutos no van paseandose por la calle, no es un accidente normal.

Amable lo que se decía amable no era. Su sequedad al guiarlo le había molestado un poco, pero el dolor que sentía en esos momentos eclipsaba toda molestia que pudiese sentir hacia ella. Y para colmo le decía esa pregunta ¿Es que no había visto el maldito uniforme de cazador? Dios, tenía unas ganas tremendas de ir a casa y le había tocado una medimaga ciega.

—Soy cazador, está a la vista, y es mi trabajo. Hemos encontrado un compañero y yo una madriguera —se sentó en la camilla y dejó que la medimaga se ocupara del resto. Bien podía haber ido a casa de Cynthia y ella misma se lo hubiese curado, pero la insistencia de Jack lo había irritado hasta niveles insospechados con su "¿Cómo vas a ir al capitolio teniendo un hospital en tu distrito?" El muy gilipollas no había pillado que le encantaba que su novia lo curase porque quizás después podía tener un delicioso premio.

Pero no, ahí estaba frente a una mujer seria esperando que le toquetease la herida o mirara su historial clínico. Lo inflase a pastillas y a casa.

Benditos putos médicos.

Estamos destinados a mirarnos mal a pesar de que él no lo sepa; Es un cazador y yo una licantropa, no hay nada en esa ecuación que pueda hacer que nos llevemos bien, algo realmente gracioso, pues en mi trabajo trato muchissima gente se dedica a lo que él. Si supieran lo irónico que es que te cure un ser a que deberías estar cazando...

Gajes del oficio

-Aha...- Paso de responder a su comentario, se comporta como un capullo irritado y decido que es por la pierna. Porque de ser por otra cosa mi estrés aumentaría, igual que mi genio, y a ninguno de los dos nos conviene.

Se sienta en la camilla y paso la varita por su pierna. No le pido que se quite nada, en este caso no es necesario y intuyo que podría ser doloroso apartar la prenda; Un brillo azul recorre las heridas y pequeñas letras azules aparece ante mis ojos escaneando los daños.

-Tiene solución. -Digo finalmente tras un par de minutos de lecturas, volviendo a agitar la varita sobre su pierna y dejando que el brillo cambie a un verde oscuro mientras le sana. - De todas formas deberá hacer un poco de reposo, y le aconsejo tomar se un par de pastillas para dormir esta noche; Ahora le haré una receta. - Le informo sin retirar la varita del lugar donde la he apoyado. El conjuro necesitará un par de repeticiones mentales.

Sinceramente ya no tenía ganas de hablar más, así que dejó que la medimaga hiciese su trabajo mientras se entretenía en mirar el hechizo azul y los resultados. Obviamente él no los entendía, pero extrañamente consiguió calma en el silencio y en esos dibujos. Una calma placentera hasta tal punto de querer quedarse así durante horas. Silencio, hechizo y la presencia de esa mujer.

Lo que habían sido minutos, para él había sido segundos. Demasiado poco tiempo en ese estado de relajación. Quería más y no sabía como conseguirlo. Estaba como hipnotizado, dormido, y le contestó con una voz suave cuando comenzó a notar la sanación.

—Lo que diga —susurró, inmóvil, cerrando los ojos y dejándose llevar por ese estado de tranquilidad que no todos los días podía tener —Si no le importa, sería mejor que me hiciera un informe para mi superior. Con esto me quiere decir entonces que estaré sin trabajar ¿cuanto? —Le gustaba su trabajo y no hacer nada le mataría los nervios.

—Dígame al menos que podré caminar un poco —suspiró y se pasó las manos por el pelo. Estaba agobiado.

Sé que no está siendo doloroso. Aparte de un suave calor expandiéndose por la zona, y quizás un cosquilleo tranquilizador, no debe de estar notando nada, Su pecho sube y baja relajado, y no puedo evitar sonreír satisfecha con mi labor.

-Una semana. - La magia es casi milagrosa, pero todo requiere recuperación: Los músculos necesitan tiempo para acostumbrarse al tejido regenerado, el cuerpo necesita acostumbrarse...  y en ocasiones, la mente necesita saber que todo está realmente bien. - Ahora redactare el informe, tranquilo.- La conversación se ha vuelto más agradable, así que imagino que el dolor tenía mucho que ver en ese humor de troll. - Podrá caminar, pero como bien ha dicho, poco. No es mucho tiempo, haga bondad y no se le alargara el tema. - Retiro la varita cuando considero que todo está bien, y camino hasta mi escritorio para redactar el informe que me ha pedido. -¿Quiere que le haga llegar tambien los resultados a su medico habitual?- Es una prgeunta normal, ya que no es mi paciente, intuyo que el seguimiendo lo hará otro medimago.

Una semana, no sabía si eso era tranquilizador o no, pero si tenía que esperar eso, pues lo esperaba. Se había acostumbrado a estarse quieto y sin rechistar mucho cuando Cynthia lo curaba, pero cuando tenía dolor no podía no callarse.

Asintió a lo que le decía de los informes, y se tocó la pierna con cuidado. Gafes del oficio. Pero lo más gracioso de todo eso es que tenía enfrente a una licántropa y no se daba cuenta.

—Lo haré, gracias —sonrió un poco —Además, me obligarán. Mi novia es también medimaga de criaturas, y me tendrá vigilado todo el santo día —Eso era aún más cansado, y asintió cuando le dijo lo de su médico. Quería que esto acabara pronto para irse a casa, y dejar que sus dos gatos se acurrucaran a él.

Suspiró y clavó mejor la vista en ella mientras esperaba. Una mujer lobo ahí delante de sus narices y de momento no tenía ni idea.

Asiento y sonrió ligeramente sorprendida ante su comentario; Es raro que un cazador con una novia medimaga especializada en mi área haya terminado bajo el toque de mi varita, supongo que el distrito en el que ella trabaja  estará lejos; Como yo estoy en  el ultimo, es de suponer que ella está en uno de los primeros.

-Hará bien. - Sentencio encargándome de que el informe llegue a su medi...bueno, a su novia. -Creo que ya está todo, recuerde tomarse las pastillas. - Le digo tendiéndole la receta y esperando a que se vaya.

Los cazadora me ponen ligeramente tensa, es inevitable...y representan a lcasi a mitad de mis pacientes.