OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
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No estaba. No lo encontraba. Esa.....¡arrg!
- ¡ZELDAA! - grite mientras la encontraba en el pasillo entre nuestro cuarto y el baño - ¿Donde esta mi vestido de fiesta? Más te vale que no le hayas hecho nada malo a mi bebe o algo malo le va a pasar a tu cuchillo favorito, y si, se cual es porque veo como lo afilas con más cuidado que los otros.
Era mi vestido favorito, a penas lo usaba para no dañarlo, incluso procuraba guardarlo en una bolsa de plastico para que el humo de los cigarros de mama no lo alcanzara, o Noel lo mordisqueara como el resto de mi ropa. Se que un vestido de fiesta es muy llamativo en este lugar, pero era uno de mis tesoros y agradecía no se a que deidad del panteón, que lo había dejado sin dañar entre los restos de nuestra cabaña.
Era de un material delicado, color violeta suave y con una pollera vaporosa, aun no me quedaba del todo porque era para alguien más alta, pero ya lo haría. Había sido uno de los pocos regalos que me había traido Ben que de verdad cuidaba. No que los libros no contaran, pero desde que se dió cuenta de lo que me traía tenía "contenido inapropiado", sus palabras no las mías, digamos que redujo mucho mi ingreso de nueva lectura.
En fin, lo estaba buscando para guardarlo en mi bolsito mágico, el cual estaba llenando con todos mis tesoros y del que no me separaría hasta el día en que muriera. Suficiente perdida había tenido con la mitad de mi biblioteca y gran parte de las revistas de mamá. Por suerte, las con contenido con más valor también había sobrevivido y ahora nunca olvidaría que una debe usar un maquillaje con tonos terrosos durante el día y más llamativos durante la noche. Sumamente importante.
- ¡ZELDAA! - grite mientras la encontraba en el pasillo entre nuestro cuarto y el baño - ¿Donde esta mi vestido de fiesta? Más te vale que no le hayas hecho nada malo a mi bebe o algo malo le va a pasar a tu cuchillo favorito, y si, se cual es porque veo como lo afilas con más cuidado que los otros.
Era mi vestido favorito, a penas lo usaba para no dañarlo, incluso procuraba guardarlo en una bolsa de plastico para que el humo de los cigarros de mama no lo alcanzara, o Noel lo mordisqueara como el resto de mi ropa. Se que un vestido de fiesta es muy llamativo en este lugar, pero era uno de mis tesoros y agradecía no se a que deidad del panteón, que lo había dejado sin dañar entre los restos de nuestra cabaña.
Era de un material delicado, color violeta suave y con una pollera vaporosa, aun no me quedaba del todo porque era para alguien más alta, pero ya lo haría. Había sido uno de los pocos regalos que me había traido Ben que de verdad cuidaba. No que los libros no contaran, pero desde que se dió cuenta de lo que me traía tenía "contenido inapropiado", sus palabras no las mías, digamos que redujo mucho mi ingreso de nueva lectura.
En fin, lo estaba buscando para guardarlo en mi bolsito mágico, el cual estaba llenando con todos mis tesoros y del que no me separaría hasta el día en que muriera. Suficiente perdida había tenido con la mitad de mi biblioteca y gran parte de las revistas de mamá. Por suerte, las con contenido con más valor también había sobrevivido y ahora nunca olvidaría que una debe usar un maquillaje con tonos terrosos durante el día y más llamativos durante la noche. Sumamente importante.
A pesar de que varios días habían pasado luego del desastre que destruyó parte del distrito, Zenda seguía con un malhumor terrible. No sólo había perdido todas sus valiosas cosas en el fuego, también Ben y Ava se habían ido a una expedición sin ella y lo peor de todo, tenía que compartir dormitorio con Del y Bev... y todos sabían que la morena no era el problema aquí.
Con el cabello teñido aún de color azul pálido, era la primera vez que duraba tanto tiempo sin esfuerzo alguno, se encontraba tirada boca abajo en el suelo del salón, leyendo un interesante libro que Seth le había prestado. Al parecer ella podía cambiar todo su cuerpo, no sólo el color de sus ojos y pelo, pero primero tenía que aprender acerca de la estructura de los animales y con mucha responsabilidad se había comprometido a estudiar. No había nada más en el mundo que quisiera que ir a las expediciones o a las salidas de su hermano mayor con Seth, ella quería acompañarlos.
Toda la casa estaba muy tranquila, algo raro, pero esa paz no duró mucho. La rubia hacía tiempo no podía dormir, estaba enojada, irritada y el gritó que Bev pegó haciéndola saltar, fue la gota que derramó el vaso.
Cerró el libro con cuidado, lo escondió debajo del sofá y corrió hacia la habitación donde su "sobrina" se encontraba. —¡QUE YO NO TOCO TUS ESTÚPIDAS COSAS!— Le gritó con la voz bastante aguda, pero con la mirada asesina. —¡Y SI LLEGAS A TOCAR ALGO MÍO, TE QUEDAS SIN DEDOS!
Todo hubiese quedado allí, pero como los ánimos de la pequeña no eran los mejores y su carácter explosivo era muy difícil de controlar, volvió a gritar pero esta vez se lanzó contra la mayor logrando taclearla para que quedara en el piso. Se le sentó encima del torso y con las manos formadas en puños, comenzó a golpearla logrando jalar un poco sus cabellos también. No, ella no iba a tocar nada suyo, de lo poco que le había quedado no iba a perder nada más. —¡NADA MÍO!
Con el cabello teñido aún de color azul pálido, era la primera vez que duraba tanto tiempo sin esfuerzo alguno, se encontraba tirada boca abajo en el suelo del salón, leyendo un interesante libro que Seth le había prestado. Al parecer ella podía cambiar todo su cuerpo, no sólo el color de sus ojos y pelo, pero primero tenía que aprender acerca de la estructura de los animales y con mucha responsabilidad se había comprometido a estudiar. No había nada más en el mundo que quisiera que ir a las expediciones o a las salidas de su hermano mayor con Seth, ella quería acompañarlos.
Toda la casa estaba muy tranquila, algo raro, pero esa paz no duró mucho. La rubia hacía tiempo no podía dormir, estaba enojada, irritada y el gritó que Bev pegó haciéndola saltar, fue la gota que derramó el vaso.
Cerró el libro con cuidado, lo escondió debajo del sofá y corrió hacia la habitación donde su "sobrina" se encontraba. —¡QUE YO NO TOCO TUS ESTÚPIDAS COSAS!— Le gritó con la voz bastante aguda, pero con la mirada asesina. —¡Y SI LLEGAS A TOCAR ALGO MÍO, TE QUEDAS SIN DEDOS!
Todo hubiese quedado allí, pero como los ánimos de la pequeña no eran los mejores y su carácter explosivo era muy difícil de controlar, volvió a gritar pero esta vez se lanzó contra la mayor logrando taclearla para que quedara en el piso. Se le sentó encima del torso y con las manos formadas en puños, comenzó a golpearla logrando jalar un poco sus cabellos también. No, ella no iba a tocar nada suyo, de lo poco que le había quedado no iba a perder nada más. —¡NADA MÍO!
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La salvaje no se contento con gritarme, se me tiro encima y empezó a golpearme. Lo hubiera dejado pasar, luego de sacarmela de encima, si no fuera porque se metió con mi tesoro más preciado, mi cabello.
¿Tenía siquiera una idea de lo que tardaba en cepillarlo para que quedara suave y liso? ¿Qué era uno de los orgullos de mi madre? Podía envidiarlo todo lo que quiera con su tendencía a tenerlo como un arcoiris, pero otra cosa era intentar arruinarlo.
Siempre evitaba las peleas porque arruinaban las manos y la piel, quién quiere andar por ahi con moretones y uñas rotas, pero eso no significaba que no había estado prestando atención y aprendido algo.
Apreté ambas muñecas de la loca entre mis brazos y pecho, estaba tan fuera de si que no estaba prestando mucha antención al entorno, y crucé mis piernas contra una de las suyas, en un movimiento de cadera tomé impulso y la terminé girando mientras quedaba arriba. Y ahora el gran final, golpeé mi cabeza contra el puente de su nariz para desastibilizarla.
- ¡Con un simple no hubiera bastando! - le dije cuando estaba segura de mantener el control, teníamos la misma fuerza por lo que estabamos en igual de condiciones y me dolía la cabeza - Te vas a calmar o te voy a tener así hasta que venga alguien - el ultimo recurzo que me quedaba era mi magnífico canto, pero iba a ser complicado con la posible migraña que me estaba saliendo.
¿Tenía siquiera una idea de lo que tardaba en cepillarlo para que quedara suave y liso? ¿Qué era uno de los orgullos de mi madre? Podía envidiarlo todo lo que quiera con su tendencía a tenerlo como un arcoiris, pero otra cosa era intentar arruinarlo.
Siempre evitaba las peleas porque arruinaban las manos y la piel, quién quiere andar por ahi con moretones y uñas rotas, pero eso no significaba que no había estado prestando atención y aprendido algo.
Apreté ambas muñecas de la loca entre mis brazos y pecho, estaba tan fuera de si que no estaba prestando mucha antención al entorno, y crucé mis piernas contra una de las suyas, en un movimiento de cadera tomé impulso y la terminé girando mientras quedaba arriba. Y ahora el gran final, golpeé mi cabeza contra el puente de su nariz para desastibilizarla.
- ¡Con un simple no hubiera bastando! - le dije cuando estaba segura de mantener el control, teníamos la misma fuerza por lo que estabamos en igual de condiciones y me dolía la cabeza - Te vas a calmar o te voy a tener así hasta que venga alguien - el ultimo recurzo que me quedaba era mi magnífico canto, pero iba a ser complicado con la posible migraña que me estaba saliendo.
No, no estaba pensando y ni siquiera recordaba los métodos de defensa, ataque o evasión que les enseñaban a diario, sólo quería golpearla y ya. Sus puños se estampan una y otra vez contra ella, pero no causaba mucho daño, Zenda no era buena peleando cuerpo con cuerpo y todos lo sabían. Además Bev le sacaba varios centímetros de altura, punto a favor de ella.
Tal vez en aquel momento la rubia necesitaba explotar y sacar de adentro todo lo que le pesaba y "su sobrina", al ser la única que le había hablado, se había ganado toda la bronca.
No se había calmado ni siquiera cuando su espalda tocó el suelo, pero el golpe en la nariz la aturdió enviándole una ola de dolor por toda la cara, tanto que le obligó a cerrar los ojos y quedarse quieta durante unos segundos. Si fuera otra persona tal vez allí hubiese quedado todo, pero Zenda no era así y con otro grito volvió a atacar aún más enfadada y agresiva.
No podía sacarse el peso gordo de encima, pero con las uñas consiguió que Bev soltara sus muñecas. No lo dudó y de inmediato realizó dos técnicas: Primero jaló de nuevo los cabellos de la mayor y luego clavó las uñas de su mano libre en la espalda de ella, justo donde sabía que estaba la herida aún no curada por completo. —¡ME ESTÁS APLASTANDO GORDA! ¡SALTE DE ENCIMA MIO! — Aulló sin dejar de causar dolor en su adversaria.
Tal vez en aquel momento la rubia necesitaba explotar y sacar de adentro todo lo que le pesaba y "su sobrina", al ser la única que le había hablado, se había ganado toda la bronca.
No se había calmado ni siquiera cuando su espalda tocó el suelo, pero el golpe en la nariz la aturdió enviándole una ola de dolor por toda la cara, tanto que le obligó a cerrar los ojos y quedarse quieta durante unos segundos. Si fuera otra persona tal vez allí hubiese quedado todo, pero Zenda no era así y con otro grito volvió a atacar aún más enfadada y agresiva.
No podía sacarse el peso gordo de encima, pero con las uñas consiguió que Bev soltara sus muñecas. No lo dudó y de inmediato realizó dos técnicas: Primero jaló de nuevo los cabellos de la mayor y luego clavó las uñas de su mano libre en la espalda de ella, justo donde sabía que estaba la herida aún no curada por completo. —¡ME ESTÁS APLASTANDO GORDA! ¡SALTE DE ENCIMA MIO! — Aulló sin dejar de causar dolor en su adversaria.
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Después yo soy la loca, escuchaba los murmullos y los no tan murmullos de los demás sobre mamá y yo, no soy sorda. Pero prefiero ignorarlos y saber que todo sale de la ignorancía ya que no pueden entendernos. E incluso me atrevería a decir envidia.
Lo que esa salvaje estaba teniendo era una mezcla de eso y demasiados problemas mentales para que me importara. Pero tenía que hacer que dejara de atacarme porque una cosa son sus ladridos, pero otra es que saque las garras a lo mona encolerizada, como si fueramos la chusma y no hubiera otro modo que de los pelos. Que de por si, le iba a hacer pagar mis horas desperdiciadas en cuidarlo.
Cuando fue por mi espalda ya fue jugar sucio, y por un segundo consideré atacar su garganta expuesta o volver a golpear su nariz. Pero para lo ultimo mi cabeza ya dolía y con lo primero no recordaba cuanta fuerza se podía ejercer sin lastimar seriamente...realmente tendría que hablar con papá sobre sus lecciones porque había demasiadas maneras de casí matar a alguien.
Pero no podía seguir respondiendo violencia con más violencia, no acabariamos más y parecía que nadie estaba en casa para escuchar nuestros gritos, asi que tome la tercera opción. Luchando contra la mano entre mi cabello me impulse hacía abajo y la bese. "Siempre toma a tu enemigo por sorpresa e incapacítalo"...¿En serio Ben?
Hmm, besar a una chica no era tan raro como pense que me sentiría, pero no me pondría a lo Katy Perry. Aunque es muy difícil que pueda imaginar a Zelda como chica....
Entonces me llegó, la razón por la que Zelda me peleaba tanto, porque siempre parecía un mono antes que una persona, ¡Quería ser un chico! Ahora todo tenía sentido, no era a mí a quien odiaba, sino a si misma.
Oh pobre tía, esta sociedad tan esteriotipada y llena de prejuicios no le permitía expresarse como realmente era. Y seguramente tenía un enamoramiento en mi y por eso reaccionaba tan fuerte contra ello. Cuando todo se calmara haría mi misión ayudarla a encontrar el camino, empezando por llamarla Link, así podría llegar a encontrarse a si mismo.
Lo que esa salvaje estaba teniendo era una mezcla de eso y demasiados problemas mentales para que me importara. Pero tenía que hacer que dejara de atacarme porque una cosa son sus ladridos, pero otra es que saque las garras a lo mona encolerizada, como si fueramos la chusma y no hubiera otro modo que de los pelos. Que de por si, le iba a hacer pagar mis horas desperdiciadas en cuidarlo.
Cuando fue por mi espalda ya fue jugar sucio, y por un segundo consideré atacar su garganta expuesta o volver a golpear su nariz. Pero para lo ultimo mi cabeza ya dolía y con lo primero no recordaba cuanta fuerza se podía ejercer sin lastimar seriamente...realmente tendría que hablar con papá sobre sus lecciones porque había demasiadas maneras de casí matar a alguien.
Pero no podía seguir respondiendo violencia con más violencia, no acabariamos más y parecía que nadie estaba en casa para escuchar nuestros gritos, asi que tome la tercera opción. Luchando contra la mano entre mi cabello me impulse hacía abajo y la bese. "Siempre toma a tu enemigo por sorpresa e incapacítalo"...¿En serio Ben?
Hmm, besar a una chica no era tan raro como pense que me sentiría, pero no me pondría a lo Katy Perry. Aunque es muy difícil que pueda imaginar a Zelda como chica....
Entonces me llegó, la razón por la que Zelda me peleaba tanto, porque siempre parecía un mono antes que una persona, ¡Quería ser un chico! Ahora todo tenía sentido, no era a mí a quien odiaba, sino a si misma.
Oh pobre tía, esta sociedad tan esteriotipada y llena de prejuicios no le permitía expresarse como realmente era. Y seguramente tenía un enamoramiento en mi y por eso reaccionaba tan fuerte contra ello. Cuando todo se calmara haría mi misión ayudarla a encontrar el camino, empezando por llamarla Link, así podría llegar a encontrarse a si mismo.
Siempre creí que estaba acostumbrado al ruido, pero ahora me doy cuenta de que no sabía lo que era el ruido. La última vez que habí atenido a Eowyn, Seth, Sophia y no recuerdo quien más a todos en casa al mismo tiempo, había sido algo similiar; pero ahora estaba el aliciente de aguantar una pareja en la que el 90% del tiempo procuro no fijarme pero ahora me encuentro por toda mi casa constantemente y es super incómodo. El caso es que de vez en cuando si no hay nada que hacer y quiero descansar un rato, lo que hago es estar relativamente cerca de casa, lejos del barullo para poder leer documentos que tengo atrasados desde hace tiempo. Todos los miembros del consejo suelen entregar informes de como van sus actividades habituales, no es nada muy elaborado pero aún así gasto bastante tiempo intentando decifrar los garabatos, especialmente los de Ben que parece que escribe con las garras de chucho en luna llena.
Escucho el primer grito de Beverly y levanto mi vista de los documentos, prestando atención al jaleo; pero es acerca de un vestido así que pierdo el interés en la situación tan rápido como me aparece. Los gritos que vienen después ni los atiendo, asumiendo que estarán hablando de pintarse las uñas o peinarse el pelo pero a gritos, algo que no sería raro de Bev, aunque si noto raro en Zen, creí que ella era un poquito más normal. Aunque bueno, mi tiempo con ella se reducía hasta ahora a las excasas excursiones secretas a las que me la llevo solo porque soy incapaz de decirle que no.
Y de repente hay un silencio de esos super inquietos que se vuelven repentinamente extraños. Como cuando los niños son demasiado pequeños y siempre los tienes de fondo y de repente se callan todos y sabes que algo ha pasado. Me aparezco directamente en la habitación para pillarlas infraganti; me descoloca la escena. En mi defensa diré que me esperaba que alguna hubiera matado a la otra (y por preferencias que quizá no debería tener, habría abogado por que tendría que ayudarle a Zen a esconder el cadáver), pero en realidad están bastante ocupadas explorándose la una a la otra. — Beverly, levántate de ahí. Vamooos. — La agarro de un brazo y las separo todo lo que da la habitación. Ojalá recordara la importancia de tocar al cuarto de un par de adolescentes. Pero lo olvido constantemente. — ¿Qué haces? ¿En qué quedamos? no puedes abordar así de repente a la gente. Está mal. — Tras eso, echo un vistazo a Zenda. — ¿A que venían esos gritos? Porque debo admitir que es bastante confuso escucharlas a las dos amenazandose de muerte y luego encontrarlas enrollándose en el piso.
Escucho el primer grito de Beverly y levanto mi vista de los documentos, prestando atención al jaleo; pero es acerca de un vestido así que pierdo el interés en la situación tan rápido como me aparece. Los gritos que vienen después ni los atiendo, asumiendo que estarán hablando de pintarse las uñas o peinarse el pelo pero a gritos, algo que no sería raro de Bev, aunque si noto raro en Zen, creí que ella era un poquito más normal. Aunque bueno, mi tiempo con ella se reducía hasta ahora a las excasas excursiones secretas a las que me la llevo solo porque soy incapaz de decirle que no.
Y de repente hay un silencio de esos super inquietos que se vuelven repentinamente extraños. Como cuando los niños son demasiado pequeños y siempre los tienes de fondo y de repente se callan todos y sabes que algo ha pasado. Me aparezco directamente en la habitación para pillarlas infraganti; me descoloca la escena. En mi defensa diré que me esperaba que alguna hubiera matado a la otra (y por preferencias que quizá no debería tener, habría abogado por que tendría que ayudarle a Zen a esconder el cadáver), pero en realidad están bastante ocupadas explorándose la una a la otra. — Beverly, levántate de ahí. Vamooos. — La agarro de un brazo y las separo todo lo que da la habitación. Ojalá recordara la importancia de tocar al cuarto de un par de adolescentes. Pero lo olvido constantemente. — ¿Qué haces? ¿En qué quedamos? no puedes abordar así de repente a la gente. Está mal. — Tras eso, echo un vistazo a Zenda. — ¿A que venían esos gritos? Porque debo admitir que es bastante confuso escucharlas a las dos amenazandose de muerte y luego encontrarlas enrollándose en el piso.
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Estaba lista para continuar con la batalla durante unas cuantas horas más, jamás se daría por vencida, pero la reacción de la rubia no se la esperaba para nada. Un minuto atrás le había metido un cabezazo en medio de la nariz y ahora la besaba. Su primer beso.
Totalmente asqueada comenzó a patear el suelo para arrastrarse lejos de Beverly y olvidó por completo el agarre en sus cabello o espalda. Claro que no consigue avanzar mucho, porque el peso de la chica encima de ella la retenía. Iba a morir allí mismo, pero no sin dar pelea.
Estaba a punto de volver a encajar un puñetazo en la mejilla de la mayor, pero la voz de Echo apareció en el momento más incomodo pero preciso y la salvó de las garras de la loca.
Zenda no tardó en ponerse de pie haciendo arcadas, con la tela de la camisa limpió su cara varias veces y luego la apuntó con dedo acusador. —¡ESTÁ LOCA, ME HA BESADO!— gritó escupiendo saliva el suelo del dormitorio, no le importaba la limpieza y menos en ese momento. Con el torso doblado hacia adelante y los ojos rojo sangre, se tambaleó como si le hubiesen inyectado algún veneno mortal. —¡Y ME HA ROTO LA NARIZ!— El dolor se extendía por su rostro, pero era de menor importancia, el asco de su primer beso estaba primero. Y el trauma, claro.
Entrecerró los parpados con la mirada llena de odio. —Te odio.— Le gruñó y a una velocidad sorprendente se movió para alcanzar el armario de "su sobrina", abrió todos los cajones hasta encontrar las revistas que leía por la noche y sin pena alguna comenzó a arrancar pagina por pagina. Cuadraditos pequeños caían sobre el suelo, donde Zenda además de pisotearlos con fuerza, también escupía. —Mierda, ahí tienes toda tú mierda.— Un insulto aprendido de Ben y que ahora repetía con constancia.
Totalmente asqueada comenzó a patear el suelo para arrastrarse lejos de Beverly y olvidó por completo el agarre en sus cabello o espalda. Claro que no consigue avanzar mucho, porque el peso de la chica encima de ella la retenía. Iba a morir allí mismo, pero no sin dar pelea.
Estaba a punto de volver a encajar un puñetazo en la mejilla de la mayor, pero la voz de Echo apareció en el momento más incomodo pero preciso y la salvó de las garras de la loca.
Zenda no tardó en ponerse de pie haciendo arcadas, con la tela de la camisa limpió su cara varias veces y luego la apuntó con dedo acusador. —¡ESTÁ LOCA, ME HA BESADO!— gritó escupiendo saliva el suelo del dormitorio, no le importaba la limpieza y menos en ese momento. Con el torso doblado hacia adelante y los ojos rojo sangre, se tambaleó como si le hubiesen inyectado algún veneno mortal. —¡Y ME HA ROTO LA NARIZ!— El dolor se extendía por su rostro, pero era de menor importancia, el asco de su primer beso estaba primero. Y el trauma, claro.
Entrecerró los parpados con la mirada llena de odio. —Te odio.— Le gruñó y a una velocidad sorprendente se movió para alcanzar el armario de "su sobrina", abrió todos los cajones hasta encontrar las revistas que leía por la noche y sin pena alguna comenzó a arrancar pagina por pagina. Cuadraditos pequeños caían sobre el suelo, donde Zenda además de pisotearlos con fuerza, también escupía. —Mierda, ahí tienes toda tú mierda.— Un insulto aprendido de Ben y que ahora repetía con constancia.
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- Uff, gracías por venir Echo, no sabía que más hacer.
Agradecía realmente la intervención de Echo en el asunto, porque despues del beso realmente no se me ocurría como seguir. O sea, podía imaginarme como, pero nunca creí que terminaría en el papel de activa. Además con lo que había descubierto de la identidad de género de Link no sabía si le tocaba los pechos o no, podía odiarse más, y tampoco era para darle ilusiones.
No que rechazara la idea porque después de un exhaustivo trabajo tal vez quedaría descente, pero por ahora Ken era su hombre destinado y Link tenía mucho en lo que pensar y trabajar para empezar siquiera una relación.
Y como demostrando su punto se puso a destruir sus revistas.
- ¡MONSTRUO! - me nació del alma y sin poder controlarme más fui contra la salvaje tirandola al suelo de nuevo, pero esta vez si le empecé a pegar. Gracías al Sol del este que no había desperdiciado su primer beso en ella.
Agradecía realmente la intervención de Echo en el asunto, porque despues del beso realmente no se me ocurría como seguir. O sea, podía imaginarme como, pero nunca creí que terminaría en el papel de activa. Además con lo que había descubierto de la identidad de género de Link no sabía si le tocaba los pechos o no, podía odiarse más, y tampoco era para darle ilusiones.
No que rechazara la idea porque después de un exhaustivo trabajo tal vez quedaría descente, pero por ahora Ken era su hombre destinado y Link tenía mucho en lo que pensar y trabajar para empezar siquiera una relación.
Y como demostrando su punto se puso a destruir sus revistas.
- ¡MONSTRUO! - me nació del alma y sin poder controlarme más fui contra la salvaje tirandola al suelo de nuevo, pero esta vez si le empecé a pegar. Gracías al Sol del este que no había desperdiciado su primer beso en ella.
Inocente de mi que siempre pensé que los chicos daban más problemas y agradecía que durante esta generación las cosas estuvieran algo mas equilibradas tirando a más chicas que chicos; pero me fié de eso porque Delilah es la persona más tranquila que me he topado en la vida, algo que obviamente con los genes Redford y Fanco, no funcionaba igual. — ¡ZENDA! ¡BEVERLY! — perdí el control de la situación en un segundo. Cuando estaba intentando frenar el desastre de la primera, se me había escapado la segunda. — ¡ARLEEEETH! — Le pido auxilio a la primera persona que se que tendría la capacidad parental para resolver este problema antes de que se saquen un ojo, pero no puedo esperar a que venga a salvarme a resolver todo este asunto porque, creo, que ni siquiera está lo bastante cerca para oír ese griterío.
Agarro a Beverly de nuevo por la ropa y tiro de ella esta vez con más fuerza, consiguiendo levantarla casi en volandas y ponerme entre ambas, manteniendo mis manos delante de Zenda y Beverly a partes iguales para frenarlas antes de que consigan alcanzarse otra vez. — ¡Basta! en esta casa no se resuelven las cosas a golpes. ¡Estoy muy decepcionado de ambas! ¡así que ahora mismo te vas a sentar ahí! — A la primera que planto en el suelo es a Beverly, poniendo mis manos sobre sus hombros y empujándola hasta que consigo que consigo sentarla, repitiendo lo mismo con Zenda pero sobre la cama. — ¡Y tú ahí! y las dos, OJITO, LAS DOS, se van a quedar con sus culos donde están o las pienso castigar lo que queda de siglo. ¿He sido claro? —
Agarro a Beverly de nuevo por la ropa y tiro de ella esta vez con más fuerza, consiguiendo levantarla casi en volandas y ponerme entre ambas, manteniendo mis manos delante de Zenda y Beverly a partes iguales para frenarlas antes de que consigan alcanzarse otra vez. — ¡Basta! en esta casa no se resuelven las cosas a golpes. ¡Estoy muy decepcionado de ambas! ¡así que ahora mismo te vas a sentar ahí! — A la primera que planto en el suelo es a Beverly, poniendo mis manos sobre sus hombros y empujándola hasta que consigo que consigo sentarla, repitiendo lo mismo con Zenda pero sobre la cama. — ¡Y tú ahí! y las dos, OJITO, LAS DOS, se van a quedar con sus culos donde están o las pienso castigar lo que queda de siglo. ¿He sido claro? —
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No vio venir el ataque de la mayor ya que estaba muy ocupada rompiendo y escupiendo sobre los restos de la tonta revista, que le quemaba el cerebro a su pobre posible sobrina. Su espalda y cabeza golpearon de lleno el suelo y el dolor en su nariz se incrementó gracias a los nuevos golpes. —¡Cretinaaaa!— Chilló colocando sus brazos, manos e incluso el intento de libro medio destruido, como escudo para protegerse un poco de la contraria.
El segundo round duró menos de lo que esperaba y todo gracias a Echo, quien levantó a Beverly como si no pesara nada y la sentó en el suelo lo suficientemente lejos de ella. Cuando fue su turno y su culo quedó sobre el colchón, se acomodó un poco los cabellos despeinados, quitó el resto de pelos rubios entre sus dedos y examinó su tabique. Dolía mucho, pero al ver el desastre que era la mayor, sonrió. —Echo, vaya que eres fuerte...¡Para levantar semejante vaca loca!— Su burla duro menos que la pelea, las carcajadas se transformaron en una mueca de sufrimiento y con ambas manos cubrió su nariz. —Au, au, au, auuuu.— Gimoteo fulminándola con la mirada. —A ella la tienes que castigar, me ha besado en contra de mi voluntad y eso está prohibido, me ha roto la nariz y me ha golpeado.
El segundo round duró menos de lo que esperaba y todo gracias a Echo, quien levantó a Beverly como si no pesara nada y la sentó en el suelo lo suficientemente lejos de ella. Cuando fue su turno y su culo quedó sobre el colchón, se acomodó un poco los cabellos despeinados, quitó el resto de pelos rubios entre sus dedos y examinó su tabique. Dolía mucho, pero al ver el desastre que era la mayor, sonrió. —Echo, vaya que eres fuerte...¡Para levantar semejante vaca loca!— Su burla duro menos que la pelea, las carcajadas se transformaron en una mueca de sufrimiento y con ambas manos cubrió su nariz. —Au, au, au, auuuu.— Gimoteo fulminándola con la mirada. —A ella la tienes que castigar, me ha besado en contra de mi voluntad y eso está prohibido, me ha roto la nariz y me ha golpeado.
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Me había puesto al mismo nivel que aquel mono, estaba horrorizada de mi comportamiento. No quería ni verme en un espejo, por más tentador que fuera, porque obviamente ahora me veía como toda una guerrera pero no era la imagen que quería para mi.
Tendría que arreglarme sin verme, además de que Echo nos había semi castigado en nuestros lugares, y digo semi porque luego mando una amenaza de castigarnos de nuevo, lo cual no tenía mucho sentido. ¿Estabamos castigadas o no? Uno no puede volverte a castigar cuando ya lo hizo. Ahora entendía porque mis padres mantenían su amor en secreto, con un adulto tan inconsistente es difícil madurar del todo.
Estando en mis cabilaciones no le preste casi nada de antención a las palabras de Link, porque además sabía que solo eran contra si por su odio a ser mujer. Otra cosa de la que arrepentirme, estos temas debían resolverse hablando no mediante la violencia, porque al final nunca superaría sus traumas y renacer como la bella mariposo que podría llegar a ser. Cuando terminara este limbo de castigo, iría a hablar con mamá, ella sabría como encarar el tema mejor.
- Besarse no esta prohibido - rescato de su palabrería, tal vez consiguiera convertirla en un bello jovenzuelo pero realmente debía hacer algo con su constante ignorancía y comportamiento mojigato - Realmente Link, ¿cómo crees que vienen los bebes al mundo? El contacto físico es algo natural - debería estar agredeciendome por instruirla - Y lo de la nariz fue en defensa propía, tu empezaste esto y deberías aguantarte las consecuencias - me crucé de brazos y miré a Echo con el ceño y los labios fruncidos - Yo solo le pregunté por mi vestido ya que no lo encuentro, llevamos unos días conviviendo y ya amenazó mis cosas. Y lo acaba de demostrar, mutilando mi revista.
Tendría que arreglarme sin verme, además de que Echo nos había semi castigado en nuestros lugares, y digo semi porque luego mando una amenaza de castigarnos de nuevo, lo cual no tenía mucho sentido. ¿Estabamos castigadas o no? Uno no puede volverte a castigar cuando ya lo hizo. Ahora entendía porque mis padres mantenían su amor en secreto, con un adulto tan inconsistente es difícil madurar del todo.
Estando en mis cabilaciones no le preste casi nada de antención a las palabras de Link, porque además sabía que solo eran contra si por su odio a ser mujer. Otra cosa de la que arrepentirme, estos temas debían resolverse hablando no mediante la violencia, porque al final nunca superaría sus traumas y renacer como la bella mariposo que podría llegar a ser. Cuando terminara este limbo de castigo, iría a hablar con mamá, ella sabría como encarar el tema mejor.
- Besarse no esta prohibido - rescato de su palabrería, tal vez consiguiera convertirla en un bello jovenzuelo pero realmente debía hacer algo con su constante ignorancía y comportamiento mojigato - Realmente Link, ¿cómo crees que vienen los bebes al mundo? El contacto físico es algo natural - debería estar agredeciendome por instruirla - Y lo de la nariz fue en defensa propía, tu empezaste esto y deberías aguantarte las consecuencias - me crucé de brazos y miré a Echo con el ceño y los labios fruncidos - Yo solo le pregunté por mi vestido ya que no lo encuentro, llevamos unos días conviviendo y ya amenazó mis cosas. Y lo acaba de demostrar, mutilando mi revista.
Aunque se griten entre ellas, me quedo más tranquilo si siguen en extremos opuestos de la habitación. Si esto se extiende mucho más vamos a tener que reacomodar la casa para poner a estas dos en cuartos a parte. Si no fuera porque Zen y Arleth son un paquete (y grande, porque tienen a más gente); y Eowyn y Beverly son otro, habría mando a una de las dos a casa de Seth que no es que sobre sitio, pero sin duda es la casa con más espacio si ahora mismo tuviera que elegir una. Esto me está dando dolor de cabeza. Tengo que masajearme las sienes. — ¡BUENO, YA! no quiero saber quien tuvo la culpa de qué, o quien empezó primero, porque a estas alturas las culpables sois las dos. — Digo severo, intercambiando la mirada de una a otra y acompañándo aquella mirada con un gesto de mi dedo que las apunta acusadoramente.
Aún así, los quejidos de zenda sí que me preocupan, porque salvo por los aruñazos y tortazos que comparten ambas (las marcas de las manos empiezan a ponerse rojas), la nariz tiene una postura bastante preocupante. Me acerco a ella para mirarla primero, tomando su mentón con uno de mis dedos para poder examinar bien la herida. He curado cosas peores, pero nunca con la mano que tiene Seth. Yo soy más bruto para esas cosas y un empujón la habría devuelto a su sitio. Zenda es demasiado pequeña para que le ande arreglando heridas así. — Voy a llamar a Seth y mientras tanto, quiero que os calméis. — Me separo de las dos yendo hacia la puerta de la habitación. — Las dos. — Insisto, porque Beverly alega de calma, pero conozco lo bastante a su madre como para saber que es mera apariencia. — Tener puntos de vista diferente no es motivo para que os comportéis de esa forma. En este distrito hablamos las cosas, como personas. — Si todo fuera cosa de someter a otros, no seríamos tan diferentes de Jamie Niniadis. — Así que si sabes donde está ese vestido, se lo vas a dar. Y luego vas a arreglar esa revista. Me importa una mierda como, incluso si la tienes que pegar con fiso. — Le hablo a zenda directamente; y acto seguido, me giro hacia Beverly; porque ella no se escapa. — Y tú. Le has hecho daño a Zenda, así que vas a hacer de enfermera, para que sepas lo difícil que es en este distrito cuidar de otra persona. — Hablaría con Seth sobre esto más tarde, para asegurarme de que la hiciera desear ni haber nacido mientras estuviera castigada. Estaba seguro de que algo se le ocurriría.
Al terminar y tras una mirada severa de advertencia, salí de la habitación.
Aún así, los quejidos de zenda sí que me preocupan, porque salvo por los aruñazos y tortazos que comparten ambas (las marcas de las manos empiezan a ponerse rojas), la nariz tiene una postura bastante preocupante. Me acerco a ella para mirarla primero, tomando su mentón con uno de mis dedos para poder examinar bien la herida. He curado cosas peores, pero nunca con la mano que tiene Seth. Yo soy más bruto para esas cosas y un empujón la habría devuelto a su sitio. Zenda es demasiado pequeña para que le ande arreglando heridas así. — Voy a llamar a Seth y mientras tanto, quiero que os calméis. — Me separo de las dos yendo hacia la puerta de la habitación. — Las dos. — Insisto, porque Beverly alega de calma, pero conozco lo bastante a su madre como para saber que es mera apariencia. — Tener puntos de vista diferente no es motivo para que os comportéis de esa forma. En este distrito hablamos las cosas, como personas. — Si todo fuera cosa de someter a otros, no seríamos tan diferentes de Jamie Niniadis. — Así que si sabes donde está ese vestido, se lo vas a dar. Y luego vas a arreglar esa revista. Me importa una mierda como, incluso si la tienes que pegar con fiso. — Le hablo a zenda directamente; y acto seguido, me giro hacia Beverly; porque ella no se escapa. — Y tú. Le has hecho daño a Zenda, así que vas a hacer de enfermera, para que sepas lo difícil que es en este distrito cuidar de otra persona. — Hablaría con Seth sobre esto más tarde, para asegurarme de que la hiciera desear ni haber nacido mientras estuviera castigada. Estaba seguro de que algo se le ocurriría.
Al terminar y tras una mirada severa de advertencia, salí de la habitación.
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Cerró los ojos y dejó que Echo examinara su adolorida nariz, sin embargo dio un golpe de cabeza hacia atrás cuando escuchó el castigo que le imponía a ambas. Vaya forma de resolver las cosas.
—Pues que espere sentada, porque no pienso volver a tocar esas revistas ni loca.— Cruzó sus brazos en el pecho y miró con odio al adulto que se alejaba de la escena, estaba claro que sólo quería lavarse las manos y no hacerse responsable para cuando Arleth apareciera.
Soltó un bufido contenido y bastante exagerado, y cuando estuvo segura de que el padre de Ken ya no estaba cerca, se puso de pie y empezó a acomodar su cabello en una nueva coleta alta.
Zenda no pensaba en chicos, en cuentos de hadas y menos que menos en andar a los besos por ahí, sin embargo que Bev, justo ella, le hubiese robado su primer beso, le enfureció y de haber tenido sus cuchillos, lanza o incluso una fina rama de árbol, lo habría sin pensarlo dos veces.
—Estás loca como tú madre y sola como ella te vas a quedar.— Gruñó en voz baja con la intención de herirla. Eowyn no le caía mal y no tenía nada contra de la rubia, pero Beverly sacaba lo peor de Mia y no lo podia controlar.
Al terminar su simple peinado, se recostó en el apartado colchón que era ahora su cama y debajo de la almohada sacó el libro que Seth le había dado para estudiar. Todas las acciones fueron realizadas dándole la espalda con indiferencia a la otra niña.
Aún no podía leerlo por completo y el dolor en su nariz la desconcentraba, sumado a esto le resultaba muy difícil comprender las runas dibujadas, pero poco a poco avanzaba y ahora tenía una mayor motivación gracias a "su sobrina".
—Pues que espere sentada, porque no pienso volver a tocar esas revistas ni loca.— Cruzó sus brazos en el pecho y miró con odio al adulto que se alejaba de la escena, estaba claro que sólo quería lavarse las manos y no hacerse responsable para cuando Arleth apareciera.
Soltó un bufido contenido y bastante exagerado, y cuando estuvo segura de que el padre de Ken ya no estaba cerca, se puso de pie y empezó a acomodar su cabello en una nueva coleta alta.
Zenda no pensaba en chicos, en cuentos de hadas y menos que menos en andar a los besos por ahí, sin embargo que Bev, justo ella, le hubiese robado su primer beso, le enfureció y de haber tenido sus cuchillos, lanza o incluso una fina rama de árbol, lo habría sin pensarlo dos veces.
—Estás loca como tú madre y sola como ella te vas a quedar.— Gruñó en voz baja con la intención de herirla. Eowyn no le caía mal y no tenía nada contra de la rubia, pero Beverly sacaba lo peor de Mia y no lo podia controlar.
Al terminar su simple peinado, se recostó en el apartado colchón que era ahora su cama y debajo de la almohada sacó el libro que Seth le había dado para estudiar. Todas las acciones fueron realizadas dándole la espalda con indiferencia a la otra niña.
Aún no podía leerlo por completo y el dolor en su nariz la desconcentraba, sumado a esto le resultaba muy difícil comprender las runas dibujadas, pero poco a poco avanzaba y ahora tenía una mayor motivación gracias a "su sobrina".
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Echo tenía razón, por algo era el viejo sabio del distrito, había recurrido a la violencia por la mala influencía de Ben y herido a alguien que ya se encontraba en el suelo por sus conflictos de identidad sexual. !Oh pobre Link! Tal vez besarla había sido una mala movida, ¿qué si lo había llevado a enfrentarse con sus emociones más pronto de lo que estaba listo y ahora tardaba más en aceptarse?
El señor gruños me dijo que debía ser su enfermera y ayudarla, y eso era lo que iba a hacer, porque el trabajo de un sanador no es solo parchar a alguien y mandarlo al mundo de nuevo, los sentimientos y la salud psicológica eran igual de importantes, como me había enseñado "Remendando el Corazón" una historia de amor y superación. Y yo, como futura gran doctora del distrito 14, me aseguraría de que Link aceptara su ser. Y como primer paso sería demostrarle que una cicatriz en la nariz le podía dar un perfecto toque masculino.
Cuando nos quedamos solas al parecer intento retomar la ira como escudo para obviamente ocultar su dolor y estragos internos; y ya ni siquiera sabía que decía, mi mamá no estaba sola, me tenía a mí. Valia mucho más que cualquier otra compañía.
Dejé que se acomodara un poco y me arreglé mis cabellos por mi parte a ciegas. Pero una vez que se acomodo, empecé mi acercamiento para calmar a la bestía herida y derribar ese muro de autocompasión y frustración.
- Tranquilo pequeño Link, nunca estaremos solas en el mundo ya que todos estamos conectados y solo debes extender tus brazos para darte con alguien y dejar que el contacto te sane - las frases de ese libro eran tan bien aplicadas en el día a día.
El señor gruños me dijo que debía ser su enfermera y ayudarla, y eso era lo que iba a hacer, porque el trabajo de un sanador no es solo parchar a alguien y mandarlo al mundo de nuevo, los sentimientos y la salud psicológica eran igual de importantes, como me había enseñado "Remendando el Corazón" una historia de amor y superación. Y yo, como futura gran doctora del distrito 14, me aseguraría de que Link aceptara su ser. Y como primer paso sería demostrarle que una cicatriz en la nariz le podía dar un perfecto toque masculino.
Cuando nos quedamos solas al parecer intento retomar la ira como escudo para obviamente ocultar su dolor y estragos internos; y ya ni siquiera sabía que decía, mi mamá no estaba sola, me tenía a mí. Valia mucho más que cualquier otra compañía.
Dejé que se acomodara un poco y me arreglé mis cabellos por mi parte a ciegas. Pero una vez que se acomodo, empecé mi acercamiento para calmar a la bestía herida y derribar ese muro de autocompasión y frustración.
- Tranquilo pequeño Link, nunca estaremos solas en el mundo ya que todos estamos conectados y solo debes extender tus brazos para darte con alguien y dejar que el contacto te sane - las frases de ese libro eran tan bien aplicadas en el día a día.
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