OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
¿Qué ficha moverás?
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No podía recordar la última vez que habíamos pasado unos días tan de mierda desde que habíamos llegado al Distrito. Claro, no éramos ajenos a la escasez de recursos, a las tormentas, e incluso sufríamos algún incendio ocasional; pero al haber tenido que enterrar a nuestros muertos... un par de huesos rotos no eran nada en comparación, y aunque no había sido la encargada de sepultar a nadie debido a mis costillas, sentía que no podía siquiera quejarme de mi suerte. Sin embargo, el humor no cambiaba y acorde a la lluvia que nos acompañó todo el día de ayer, todos teníamos los ánimos por el suelo. Rebuscar entre los escombros y ver que el pilón de las cosas que aún servían no aumentaba era desesperanzador, aún más cuando teníamos que recorrer las casas que antes habían estado habitadas. El panorama no parecía mejorar luego de la reunión del consejo, pero al menos parecía tener un orden.
La noche anterior había pasado en un abrir y cerrar de ojos, y el día de hoy la llovizna parecía decir que las cosas serían más ligeras de llevar. Al parecer no me había equivocado: en un intento de retomar mi rutina normal, me había dirigido a la granja casi con temor de lo que fuese a hallar; sin embargo, mi temor fue injustificado y cuando el palomino se me acercó como si nunca hubiese habido problema alguno, sentí mis hombros relajarse. Tal vez Bev tendría razón y si considerase a Arion mi mejor amigo. Riéndome sola por la idea, y mucho más alegre de lo que había despertado, pensé que podría sacarle provecho a ese día.
Ver a Petra me recordó la promesa que le había hecho a Ken poco tiempo atrás, y sabiendo que la nueva distribución de viviendas dificultaría la tarea y recordando que Ben había salido en busca de medicina para reponer lo que se había perdido en el fuego, decidí rápidamente en qué pasaríamos nuestra mañana. No tardé en encargarme de los animales, y luego de asegurarme de limpiar el agua y procurarles comida, me dirigí en búsqueda de Kendrick.
Fue fácil encontrarlo; aunque hubiese querido, Echo no lo habría dejado dormir hasta tarde y aunque en sí quedaban muchas cosas para hacer, podríamos tomarnos unas pocas horas sin que nadie se preguntase donde estábamos. No le expliqué lo que me proponía, solo le dije que tomase una mochila vacía con alguna tontería que tuviese para comer y le indiqué que lo vería en la cabaña de Ben. Apurando mi paso, solo necesité un par de minutos para preparar la mochila con las cosas que necesitaríamos y encaminarme rápidamente al punto de encuentro.
La noche anterior había pasado en un abrir y cerrar de ojos, y el día de hoy la llovizna parecía decir que las cosas serían más ligeras de llevar. Al parecer no me había equivocado: en un intento de retomar mi rutina normal, me había dirigido a la granja casi con temor de lo que fuese a hallar; sin embargo, mi temor fue injustificado y cuando el palomino se me acercó como si nunca hubiese habido problema alguno, sentí mis hombros relajarse. Tal vez Bev tendría razón y si considerase a Arion mi mejor amigo. Riéndome sola por la idea, y mucho más alegre de lo que había despertado, pensé que podría sacarle provecho a ese día.
Ver a Petra me recordó la promesa que le había hecho a Ken poco tiempo atrás, y sabiendo que la nueva distribución de viviendas dificultaría la tarea y recordando que Ben había salido en busca de medicina para reponer lo que se había perdido en el fuego, decidí rápidamente en qué pasaríamos nuestra mañana. No tardé en encargarme de los animales, y luego de asegurarme de limpiar el agua y procurarles comida, me dirigí en búsqueda de Kendrick.
Fue fácil encontrarlo; aunque hubiese querido, Echo no lo habría dejado dormir hasta tarde y aunque en sí quedaban muchas cosas para hacer, podríamos tomarnos unas pocas horas sin que nadie se preguntase donde estábamos. No le expliqué lo que me proponía, solo le dije que tomase una mochila vacía con alguna tontería que tuviese para comer y le indiqué que lo vería en la cabaña de Ben. Apurando mi paso, solo necesité un par de minutos para preparar la mochila con las cosas que necesitaríamos y encaminarme rápidamente al punto de encuentro.
Luego de la tormenta, el distrito se puso patas para arriba y lo único que puedo pensar es en cómo hacer para ayudar sin que me excluyan como si tuviese cinco años y no diez más. Papá me ha hecho rebuscar entre los escombros todo el día de ayer y me han dicho que posiblemente tenga que ponerme a ayudar con la reconstrucción de las casas dañadas para que todos regresen a vivir de una forma más cómoda, pero yo sé bien que me gustaría ayudar con la urgencia de conseguir nuevos recursos y comida para hacernos más ligeros los tiempos que se vienen, en especial con el invierno tan cerca. Papá no me lo permitirá, pero sé que quien va y quien no a las expediciones no corre por su cuenta así que me he pasado toda la noche tratando de encontrar una excusa que mi tío Ben pudiese aceptar.
Estoy medio dormido medio despierto medio en un sueño donde regreso a casa montando a Petra cargado de tesoros y comida y Delilah me está besando de felicidad, cuando me despiertan para obligarme a moverme, por lo que me levanto entre gruñidos y quejas. Ni me he terminado de peinar o vestir cuando Ava entra, me da una indicación que en un principio me confunde y, al final, recuerdo la promesa que nos hicimos hace días atrás. El corazón se me acelera cuando recuerdo que Ben había dicho que se iría esta mañana, así que asumo que mis sospechas son ciertas.
Le hice caso con una rapidez muy propia de mí y pronto estoy subiendo por el camino que lleva hacia la casita del tío Ben, la cual espero que se encuentre vacía porque tengo entendido que hay personas viviendo con él ahora, entre ellas Murphy quien espero que no le vaya con ningún cuento a Zenda porque esto es un secreto entre Ava y yo. Para cuando llego, la rubia ya me está esperando y yo la saludo con una sacudida de mi mano a medio camino, regalándole una sonrisa ligera bastante anormal para los días que corren — ¿Estás segura de que nadie va a interrumpirnos? — pregunto cuando llego a su lado y me asomo por la ventana, notando que la casa parece completamente vacía. Perfecto.
Empujo la puerta que como siempre está abierta y paso a la casita, cuyo desorden parece haber crecido con la llegada de nuevos integrantes. La cocina-comedor-sala de estar es un lío de las pocas cosas que han podido recuperar, el sillón tiene mantas y, solo por precavido, chequeo del otro lado de la cortina donde está la habitación para ver que no haya nadie más. Sí, estamos solos. Dejo la mochila sobre la cama de doble plaza que parece muy pequeña para alguien del tamaño de mi tío y me voy derecho al armario de madera, el cual abro para empezar a hurgar hasta que saco una caja llena de cuadernos y mapas — ¿Vas a tener paciencia? — bromeo, dejando todo sobre el colchón — Si quieres podemos buscar algo de alcohol para hacerlo más llevadero.
Estoy medio dormido medio despierto medio en un sueño donde regreso a casa montando a Petra cargado de tesoros y comida y Delilah me está besando de felicidad, cuando me despiertan para obligarme a moverme, por lo que me levanto entre gruñidos y quejas. Ni me he terminado de peinar o vestir cuando Ava entra, me da una indicación que en un principio me confunde y, al final, recuerdo la promesa que nos hicimos hace días atrás. El corazón se me acelera cuando recuerdo que Ben había dicho que se iría esta mañana, así que asumo que mis sospechas son ciertas.
Le hice caso con una rapidez muy propia de mí y pronto estoy subiendo por el camino que lleva hacia la casita del tío Ben, la cual espero que se encuentre vacía porque tengo entendido que hay personas viviendo con él ahora, entre ellas Murphy quien espero que no le vaya con ningún cuento a Zenda porque esto es un secreto entre Ava y yo. Para cuando llego, la rubia ya me está esperando y yo la saludo con una sacudida de mi mano a medio camino, regalándole una sonrisa ligera bastante anormal para los días que corren — ¿Estás segura de que nadie va a interrumpirnos? — pregunto cuando llego a su lado y me asomo por la ventana, notando que la casa parece completamente vacía. Perfecto.
Empujo la puerta que como siempre está abierta y paso a la casita, cuyo desorden parece haber crecido con la llegada de nuevos integrantes. La cocina-comedor-sala de estar es un lío de las pocas cosas que han podido recuperar, el sillón tiene mantas y, solo por precavido, chequeo del otro lado de la cortina donde está la habitación para ver que no haya nadie más. Sí, estamos solos. Dejo la mochila sobre la cama de doble plaza que parece muy pequeña para alguien del tamaño de mi tío y me voy derecho al armario de madera, el cual abro para empezar a hurgar hasta que saco una caja llena de cuadernos y mapas — ¿Vas a tener paciencia? — bromeo, dejando todo sobre el colchón — Si quieres podemos buscar algo de alcohol para hacerlo más llevadero.
No tardo nada en llegar a la casa de Ben y cuando Kendrick aparece en mi campo de visión casi me decepciona no ver la emoción que estaba segura que en otro día normal tendría; sin embargo y dadas las circunstancias, lo comprendo. Devolviéndole el gesto a modo de saludo, se me escapa una risita cuando habla. - Nah, todos están en otras cosas. - Le aseguro mientras observo cómo espía dentro para comprobar lo que ya sé: la casa está vacía. Y la verdad que si nos interrumpen tampoco importa. ¿No viste la nueva distribución? Pierde parte de la gracia el saber que no nos estamos metiendo a escondidas.
Y es que gracias a que se han perdido varias casas, que todos debemos hacer espacio. No me disgustaba, sería horrible de mi parte el admitirlo, pero de verdad, de verdad agradecía no tener que convivir con las constantes peleas entre Beverly y Zenda. Las aprecio a ambas, pero mis oídos agradecían que la única adolescente con la que conviviría fuese Murph.
Entrando detrás del muchacho, noto que la vivienda, generalmente desocupada y casi sin cosas, está abarrotada. Es normal considerando que dónde antes vivía una persona, ahora vivirían cinco, pero en el distrito estábamos acostumbrados a adaptarnos. Vuelvo a reírme cuando noto que Ken revisa de todos modos el lugar, y no puedo evitar alzar las cejas cuando lo veo moverse con total libertad. - ¿Exactamente cuántas veces te has infiltrado aquí? - Consulto divertida por la situación.
A la vez que él deposita una caja en donde al parecer todos sabemos que Ben guarda los mapas, me descuelgo la mochila del hombro y saco un estuche lleno de lápices junto con un block de hojas lisas. También traje las carpetas en las que yo guardaba la información que recolectábamos de las excursiones, no quería que quedase en una casa que estaría a explotar de gente, y mucho menos quería que Zenda pusiese sus manos en ellas. La quería y era mi hermana, pero justamente por eso prefería mantenerla alejada de estas cosas, no confiaba en que no los usaría para seguirnos en la primera oportunidad que tuviese. Claro que sospechaba que Ken sería capaz de lo mismo, pero él era mayor, me inspiraba un poco más de confianza y además ya poseía mapas que hasta donde sabía no había utilizado.
- ¿Habías dicho algo de un whiskey...? - Pregunto cuando menciona el alcohol, recordando nuestra conversación anterior, sin reprocharle que quisiese tomar. Sería hipócrita de mi parte el hacerlo, cuando a su edad yo me comportaba de la misma forma.
Y es que gracias a que se han perdido varias casas, que todos debemos hacer espacio. No me disgustaba, sería horrible de mi parte el admitirlo, pero de verdad, de verdad agradecía no tener que convivir con las constantes peleas entre Beverly y Zenda. Las aprecio a ambas, pero mis oídos agradecían que la única adolescente con la que conviviría fuese Murph.
Entrando detrás del muchacho, noto que la vivienda, generalmente desocupada y casi sin cosas, está abarrotada. Es normal considerando que dónde antes vivía una persona, ahora vivirían cinco, pero en el distrito estábamos acostumbrados a adaptarnos. Vuelvo a reírme cuando noto que Ken revisa de todos modos el lugar, y no puedo evitar alzar las cejas cuando lo veo moverse con total libertad. - ¿Exactamente cuántas veces te has infiltrado aquí? - Consulto divertida por la situación.
A la vez que él deposita una caja en donde al parecer todos sabemos que Ben guarda los mapas, me descuelgo la mochila del hombro y saco un estuche lleno de lápices junto con un block de hojas lisas. También traje las carpetas en las que yo guardaba la información que recolectábamos de las excursiones, no quería que quedase en una casa que estaría a explotar de gente, y mucho menos quería que Zenda pusiese sus manos en ellas. La quería y era mi hermana, pero justamente por eso prefería mantenerla alejada de estas cosas, no confiaba en que no los usaría para seguirnos en la primera oportunidad que tuviese. Claro que sospechaba que Ken sería capaz de lo mismo, pero él era mayor, me inspiraba un poco más de confianza y además ya poseía mapas que hasta donde sabía no había utilizado.
- ¿Habías dicho algo de un whiskey...? - Pregunto cuando menciona el alcohol, recordando nuestra conversación anterior, sin reprocharle que quisiese tomar. Sería hipócrita de mi parte el hacerlo, cuando a su edad yo me comportaba de la misma forma.
¿Exactamente cuántas veces me he infiltrado aquí? No tengo la más pálida idea, pero me encojo ligeramente entre hombros ante tal acusación como si sintiese vergüenza por una travesura, a pesar de que técnicamente no he hecho nada malo — Un par de veces, pero la verdad es que vengo de visita de vez en cuando. Es entretenido hablar con Ben cuando está de buen humor o cuando ha bebido de más — eso significa los días que no están cercanos a la luna llena y esas ocasiones donde ha traído nuevas botellas desde Neopanem. También tengo que verlo en la escuela cuando nos da clases o nos ayuda a entrenar, pero esa es una compañía totalmente distinta a la cual nos lleva actuar como si fuésemos familia.
La miro con ojos cautelosos pero cargados de curiosidad cuando empieza a sacar hojas que reconozco como los blocks que utilizamos en la escuela y que también consiguen cuando se meten dentro del territorio de Jamie Niniadis, aunque no sé bien qué se supone que vamos a hacer con eso. Me desconcentro solo cuando me recuerda el whisky y vuelvo en mí con una sacudida de la cabeza, siendo algo lento para reaccionar primero pero al final chasco la lengua — Ya, sí, claro... — me lanzo al suelo apoyándome en las manos para arrodillarme primero y me deslizo con dificultad debajo de la cama, pensando que alguien debería barrer todo el polvo que se junta en este nuevo intento de ecosistema. Tanteo hasta encontrar la tabla floja y empujo, revolviendo entre algunos papeles y cajitas hasta que toco el pico de una botella fría; tiro y me incorporo con cuidado de que no se rompa, hasta que me apoyo en el colchón para ponerme de pie con la nariz picándome por el polvo pero con una sonrisa triunfal.
— Lo odiarás por esto — le advierto con una sonrisa y le enseño el cristal cuya etiqueta tiene letras finas y delicadas, lo que me da a entender que es una de esas botellas caras que vaya a saber de dónde sacó con exactitud. Por su pinta ha bebido un poco pero no demasiado, lo que me hace pensar que solamente lo guarda para ocasiones especiales — Hay otras cosas ahí abajo. ¿Quieres echar un vistazo? — muevo mis cejas porque es tentador invadir la privacidad ajena cuando está tan a mano, a pesar de que me han enseñado mil veces a respetar a los demás. Papá se pondría como loco si supiese lo que hago.
Me siento en la cama y le paso la botella para poder empezar a sacar mapas y cuadernos de la caja, viendo muchas cosas tachadas y anotaciones con nombres que de seguro solo Ben podrá entender. Saco uno que parece ser de los más nuevos no solo por la calidad sino también por estar entre los primeros y observo algunas cosas que no recuerdo haber visto, por lo que se lo enseño a Ava — ¿Reconoces este camino? — pregunto — ¿Sabes cuando han ido en esa dirección?
La miro con ojos cautelosos pero cargados de curiosidad cuando empieza a sacar hojas que reconozco como los blocks que utilizamos en la escuela y que también consiguen cuando se meten dentro del territorio de Jamie Niniadis, aunque no sé bien qué se supone que vamos a hacer con eso. Me desconcentro solo cuando me recuerda el whisky y vuelvo en mí con una sacudida de la cabeza, siendo algo lento para reaccionar primero pero al final chasco la lengua — Ya, sí, claro... — me lanzo al suelo apoyándome en las manos para arrodillarme primero y me deslizo con dificultad debajo de la cama, pensando que alguien debería barrer todo el polvo que se junta en este nuevo intento de ecosistema. Tanteo hasta encontrar la tabla floja y empujo, revolviendo entre algunos papeles y cajitas hasta que toco el pico de una botella fría; tiro y me incorporo con cuidado de que no se rompa, hasta que me apoyo en el colchón para ponerme de pie con la nariz picándome por el polvo pero con una sonrisa triunfal.
— Lo odiarás por esto — le advierto con una sonrisa y le enseño el cristal cuya etiqueta tiene letras finas y delicadas, lo que me da a entender que es una de esas botellas caras que vaya a saber de dónde sacó con exactitud. Por su pinta ha bebido un poco pero no demasiado, lo que me hace pensar que solamente lo guarda para ocasiones especiales — Hay otras cosas ahí abajo. ¿Quieres echar un vistazo? — muevo mis cejas porque es tentador invadir la privacidad ajena cuando está tan a mano, a pesar de que me han enseñado mil veces a respetar a los demás. Papá se pondría como loco si supiese lo que hago.
Me siento en la cama y le paso la botella para poder empezar a sacar mapas y cuadernos de la caja, viendo muchas cosas tachadas y anotaciones con nombres que de seguro solo Ben podrá entender. Saco uno que parece ser de los más nuevos no solo por la calidad sino también por estar entre los primeros y observo algunas cosas que no recuerdo haber visto, por lo que se lo enseño a Ava — ¿Reconoces este camino? — pregunto — ¿Sabes cuando han ido en esa dirección?
Entiendo cuando habla de los estados de ánimo de Ben, y debo admitir que si tengo que elegir lo prefiero pasado de copas antes que de buen humor. Mi repertorio de puteadas y groserías se forjó bastante gracias a esos encuentros, y pocas cosas me divierten más que tratar de sacarlo de quicio cuando está bebido. - Si me dices que en algún momento lograste hacerlo monologar, te convertirás en mi nuevo favorito. - Claro que no le digo que de hecho ya lo es, quiero muchísimo a Zenda y daría mi vida por ella en un abrir y cerrar de ojos si se diese el caso; pero no podía negar que tenía una debilidad por Ken. Lo conozco literalmente desde que nació, y con él podía sentirme grande cuando solo era una enana molesta (una enana molesta de menor edad, ya que mi altura no ha variado demasiado con el correr de los años). Por unos segundos mis pensamientos se van hacia Coco, pero los descarto con rapidez. Trato de no pensar en ella cuando Kendrick está cerca.
Me distraigo lo suficiente cuando lo veo desplazarse hacia el suelo, exponiendo su culo en alto mientras trata de meterse debajo de la cama. Me toma un gran esfuerzo el no patearlo a modo de broma, veinticuatro años al pedo... pero que más daba, no podía negar que era infantil más veces de las que quería recordar. Cuando sale me advierte que voy a odiar a Ben, y estaba por negar automáticamente su declaración cuando mis ojos recaen en la etiqueta que me señala. - Pedazo de forro malnacido... - Se me escapa sin poder evitarlo. Y no es para poco, costaba la vida encontrar una de esas botellas y generalmente nos teníamos que contentar con alcohol barato de procedencia dudosa, todo para que el señorito se guardase un whiskey de excelente calidad para él solo. Y esperaba que de verdad fuese para él nada más, porque como Seth también estuviese enterado de esto, los castraba a los dos. -¿Otras cosas?- Consulto casi de forma amenazante. Porque de verdad, si llegaba a tener ese chocolate semiamargo europeo que llevo meses tratando de volver a conseguir, no respondo de mí.
Reprimiendo el impulso de zambullirme debajo de la cama tomo la botella que Ken me pasa, y la destapo solamente para sentir su aroma. Vuelvo a putear en voz alta, porque solo el olor es embriagante y sin molestarme en ir a buscar un vaso, doy un trago a la bebida. Frunzo el ceño y la nariz cuando el ardor recorre mi garganta y suelto el aire con satisfacción cuando el sabor inunda mi boca. - Que se joda, se ha quedado sin whiskey por ser un cerdo acaparador. - Anuncio antes de volver a prestar atención al muchacho que me está preguntando por uno de los mapas. Dejando la tapa a un costado, le paso la botella para que pueda probar la bebida y tomo el papel para examinarlo. No me cuesta reconocerlo. - Es una nueva ruta que estamos explorando, todavía no descubrimos bien a donde llega, pero estamos tratando de buscar nuevos recursos. No podemos robar siempre de los distritos cercanos. - No solo porque se darían cuenta, sino que estábamos rodeados de los distritos más pobres. No había demasiadas cosas que pudiésemos conseguir, siempre estábamos buscando nuevos caminos, nuevos puntos de caza, rutas más rápidas... - No estamos seguros de si llegaremos a alguna parte, pero tampoco sería nada nuevo. Son varias las ocasiones en las que terminamos con rutas fallidas.
Me distraigo lo suficiente cuando lo veo desplazarse hacia el suelo, exponiendo su culo en alto mientras trata de meterse debajo de la cama. Me toma un gran esfuerzo el no patearlo a modo de broma, veinticuatro años al pedo... pero que más daba, no podía negar que era infantil más veces de las que quería recordar. Cuando sale me advierte que voy a odiar a Ben, y estaba por negar automáticamente su declaración cuando mis ojos recaen en la etiqueta que me señala. - Pedazo de forro malnacido... - Se me escapa sin poder evitarlo. Y no es para poco, costaba la vida encontrar una de esas botellas y generalmente nos teníamos que contentar con alcohol barato de procedencia dudosa, todo para que el señorito se guardase un whiskey de excelente calidad para él solo. Y esperaba que de verdad fuese para él nada más, porque como Seth también estuviese enterado de esto, los castraba a los dos. -¿Otras cosas?- Consulto casi de forma amenazante. Porque de verdad, si llegaba a tener ese chocolate semiamargo europeo que llevo meses tratando de volver a conseguir, no respondo de mí.
Reprimiendo el impulso de zambullirme debajo de la cama tomo la botella que Ken me pasa, y la destapo solamente para sentir su aroma. Vuelvo a putear en voz alta, porque solo el olor es embriagante y sin molestarme en ir a buscar un vaso, doy un trago a la bebida. Frunzo el ceño y la nariz cuando el ardor recorre mi garganta y suelto el aire con satisfacción cuando el sabor inunda mi boca. - Que se joda, se ha quedado sin whiskey por ser un cerdo acaparador. - Anuncio antes de volver a prestar atención al muchacho que me está preguntando por uno de los mapas. Dejando la tapa a un costado, le paso la botella para que pueda probar la bebida y tomo el papel para examinarlo. No me cuesta reconocerlo. - Es una nueva ruta que estamos explorando, todavía no descubrimos bien a donde llega, pero estamos tratando de buscar nuevos recursos. No podemos robar siempre de los distritos cercanos. - No solo porque se darían cuenta, sino que estábamos rodeados de los distritos más pobres. No había demasiadas cosas que pudiésemos conseguir, siempre estábamos buscando nuevos caminos, nuevos puntos de caza, rutas más rápidas... - No estamos seguros de si llegaremos a alguna parte, pero tampoco sería nada nuevo. Son varias las ocasiones en las que terminamos con rutas fallidas.
Si alguien ha visto monologar a Benedict alguna vez es solamente porque lo escucharon enojado dando un sermón, de esos que suelta cuando se cree demasiado adulto antes de volver a actuar como uno más de nosotros, así que solamente me encojo de hombros frente al comentario de Ava. Me entretiene más su modo de insultar a mi tío postizo de una forma que me recuerda que ellos son hermanastros, haciéndome lanzar una carcajada que hace eco en el vacío de la pequeña casita. — Deberías acusarlo con su padre — bromeo como si fuesen dos niños, aunque a decir verdad el señor Elioh todavía continuaba reprendiendo a su hijo cuando tenía la oportunidad aunque él no lo escuchase. Supongo que es verdad eso de que los padres nunca dejan de ser padres.
— No tengo idea. Recuerdo los cigarrillos, las fotos, los condones porque una vez tuvo que explicarme para qué eran... creo que tiene un tubo de papas fritas... — enumero las cosas con cuidado, tratando de hacer memoria porque no voy a correr la cama para hurgar mejor ya que tenemos cosas encima de ella, y acabo haciendo un gesto con las manos para restarle importancia a mi falta de memoria — Ah y algunos chocolates, siempre habla de dulces cuando regresa de sus días de luna llena. Creo que le hacen bien o algo así — entorno la mirada para analizar la cara de la rubia en busca de alguna señal de que fuese a matar al otro, pero algo me dice que simplemente hoy lo va a esperar despierta y con un palo de amasar en la mano. Intento no reírme ante la imagen mental que me hago y ahorro cualquier comentario sobre que ambos serían un matrimonio muy divertido de ver gracias a sus peleas estúpidas, porque algo me dice que a ella no le gustaría que se lo diga. Debe ser asqueroso considerando que tienen una hermana en común.
Las puteadas siguen pero creo que ella es demasiado feliz bebiendo así que se lo dejo pasar para concentrarme en todo el asunto del mapa. Pego el papel a mi cara para verlo mejor y noto algunas marcas que Ben ha realizado, pero muchos de los puntos se encuentran tachados y eso me indica que ha descartado esos caminos — ¿Nunca han considerado ir hacia el océano? Creo que Ben dijo una vez que deseaba ir allí pero no tengo idea de por qué no lo ha hecho... — quizá queda muy lejos y no es cómodo ir y venir con pescado, pero siempre tuve la ilusión de que me lleven con ellos si van a ir al borde del continente. Espero que mis intenciones no se noten demasiado, así que rápidamente tomo un lápiz y lo muevo un poco, dejando el mapa y usando la otra mano para tomar la botella. Lo pruebo y es demasiado fuerte, así que me pongo a toser por el ardor de mi garganta y se lo devuelvo con los ojos llorosos — asqueroso.
Es definitivo que prefiero la cerveza. Subo mis pies a la cama para acomodarme mejor y estiro una de las hojas delante de mí — ¿Qué mapa dices que debería copiar? ¿Y cómo se supone que lo haga con exactitud? — ella tenía una técnica, pero todavía no comprendo bien de lo que me hablaba — ¿Crees que podamos...? ¡Gigi! — me sobresalto cuando veo a la perra aparecer entre la cortina del cuarto con aspecto cansado, lo que me indica que había estado durmiendo la siesta en algún punto donde no la vimos. Es un animal tan anciano que sus canas sobresalen entre su pelaje blanco y gris, pero lo agradezco porque de ser joven nos hubiese saltado a los dos encima o se hubiese puesto insoportable. Sin embargo, fija su rostro en nosotros a pesar de que está moviendo la cola — ¿Crees que nos delate? — pregunto estúpidamente. Los perros no hablan, pero este bicho siempre fue inteligente.
— No tengo idea. Recuerdo los cigarrillos, las fotos, los condones porque una vez tuvo que explicarme para qué eran... creo que tiene un tubo de papas fritas... — enumero las cosas con cuidado, tratando de hacer memoria porque no voy a correr la cama para hurgar mejor ya que tenemos cosas encima de ella, y acabo haciendo un gesto con las manos para restarle importancia a mi falta de memoria — Ah y algunos chocolates, siempre habla de dulces cuando regresa de sus días de luna llena. Creo que le hacen bien o algo así — entorno la mirada para analizar la cara de la rubia en busca de alguna señal de que fuese a matar al otro, pero algo me dice que simplemente hoy lo va a esperar despierta y con un palo de amasar en la mano. Intento no reírme ante la imagen mental que me hago y ahorro cualquier comentario sobre que ambos serían un matrimonio muy divertido de ver gracias a sus peleas estúpidas, porque algo me dice que a ella no le gustaría que se lo diga. Debe ser asqueroso considerando que tienen una hermana en común.
Las puteadas siguen pero creo que ella es demasiado feliz bebiendo así que se lo dejo pasar para concentrarme en todo el asunto del mapa. Pego el papel a mi cara para verlo mejor y noto algunas marcas que Ben ha realizado, pero muchos de los puntos se encuentran tachados y eso me indica que ha descartado esos caminos — ¿Nunca han considerado ir hacia el océano? Creo que Ben dijo una vez que deseaba ir allí pero no tengo idea de por qué no lo ha hecho... — quizá queda muy lejos y no es cómodo ir y venir con pescado, pero siempre tuve la ilusión de que me lleven con ellos si van a ir al borde del continente. Espero que mis intenciones no se noten demasiado, así que rápidamente tomo un lápiz y lo muevo un poco, dejando el mapa y usando la otra mano para tomar la botella. Lo pruebo y es demasiado fuerte, así que me pongo a toser por el ardor de mi garganta y se lo devuelvo con los ojos llorosos — asqueroso.
Es definitivo que prefiero la cerveza. Subo mis pies a la cama para acomodarme mejor y estiro una de las hojas delante de mí — ¿Qué mapa dices que debería copiar? ¿Y cómo se supone que lo haga con exactitud? — ella tenía una técnica, pero todavía no comprendo bien de lo que me hablaba — ¿Crees que podamos...? ¡Gigi! — me sobresalto cuando veo a la perra aparecer entre la cortina del cuarto con aspecto cansado, lo que me indica que había estado durmiendo la siesta en algún punto donde no la vimos. Es un animal tan anciano que sus canas sobresalen entre su pelaje blanco y gris, pero lo agradezco porque de ser joven nos hubiese saltado a los dos encima o se hubiese puesto insoportable. Sin embargo, fija su rostro en nosotros a pesar de que está moviendo la cola — ¿Crees que nos delate? — pregunto estúpidamente. Los perros no hablan, pero este bicho siempre fue inteligente.
Levantando una ceja lo miro con gracia. - ¿Acusarlo? No me serviría de nada. Prefiero quedarme con la bebida. - Es mi infantil respuesta. Después de todo, si yo misma casi no escuchaba a mi madre, Benedict muchísimo menos le prestaba atención a su progenitor. Aunque debía admitir en que había cierto atractivo en ver a Elioh queriendo educar a Ben cuando el último lo pasaba en altura y complexión.
Tomo otro sorbo mientras lo escucho enumerar las cosas que recuerda tener y suelto una risita entre dientes cuando lo escucho nombrar lo de los condondes. Lo triste era que si mal no recordaba, los que guardo en una caja entre mis cosas deben estar a punto de vencer si es que ya no están vencidos. Tomando otro trago, esta vez un poco más grande que el anterior, me quejo en voz alta por el ardor que me produce antes de reírme de mi misma. La sonrisa se esfuma de mi cara cuando recuerda los chocolates y una expresión sombría cruza mis facciones. ¿De verdad también estaba acaparando chocolates? Si no fuese por la excusa de su transformación, me habría abalanzado debajo de la cama en cuestión de segundos; sin embargo, me contengo. Ya buscaría alguna manera de que admitiese su posesión, mientras tanto me conformaría con el whiskey.
Cuando Ken consulta acerca del mar, me tomo unos minutos para meditar la respuesta. - No es que no se haya considerado la opción... Es más bien que es un riesgo innecesario, supongo. El arroyo nos permite pescar lo que necesitamos sin inconveniente, - para cualquiera que no fuese yo, claro está - y pese a que no sería difícil construir una barca para poder ir por mar, llegar a un distrito a través de las costas implica arriesgarse a ser descubiertos. - Y eso si no contábamos que el mar era impredecible de por sí. No era fácil navegar por sus aguas, y por más de que uno supiese nadar, el oleaje podía arrastrarte océano adentro.
Me distraigo cuando comienza a toser y declara que la bebida es asquerosa. Tomando la botella con diversión, me siento a su lado y le doy un par de palmaditas en la espalda para que se le vaya la sensación. Supongo que no a todos le gustan las bebidas fuertes y secas. Estoy por responderle cuando la vieja siberiana hace su aparición en el cuarto. Animada por la intrusión de la perra, me deslizo al suelo para acariciarla, pero en mi descuido hago un movimiento que hace que unas pocas gotas de bebida caigan sobre el piso de madera. - Gigi es demasiado buena como para delatarnos ahora, pero eso que acabo de derramar nos delatará más tarde, el olor del licor es demasiado fuerte, y el olfato de Ben es demasiado bueno. - Le informo acariciando el pelaje del animal. Me da igual, sería más divertido ver como reaccionaba Ken cuando notase que su preciado y fino whiskey había desaparecido. Aún sin dejar de repartir caricias, y recibiendo un par de lengüetazos como recompensa le señalo a Ben la ventana con la mano que aún sostiene la botella. Debo parecer una alcohólica, así que la apoyo en el suelo y busco la tapa mientras le doy indicaciones a Ken. - El que lleva al distrito doce es el más útil de momento. - Aunque pueda que ya lo conozca, estoy segura que Ben tiene el que marca diferentes rutas y pasajes más actualizado que los viejos. No hace mucho habíamos rechequeado los caminos y corregido algunas cosas en ellos. - Apoya el mapa sobre el vidrio en algún sector iluminado y coloca una hoja blanca encima. Son lo suficientemente finas como para que se pueda traslucir el dibujo. Luego simplemente lo calcas. Es mucho más sencillo que tratar de copiarlo a mano alzada.
Tomo otro sorbo mientras lo escucho enumerar las cosas que recuerda tener y suelto una risita entre dientes cuando lo escucho nombrar lo de los condondes. Lo triste era que si mal no recordaba, los que guardo en una caja entre mis cosas deben estar a punto de vencer si es que ya no están vencidos. Tomando otro trago, esta vez un poco más grande que el anterior, me quejo en voz alta por el ardor que me produce antes de reírme de mi misma. La sonrisa se esfuma de mi cara cuando recuerda los chocolates y una expresión sombría cruza mis facciones. ¿De verdad también estaba acaparando chocolates? Si no fuese por la excusa de su transformación, me habría abalanzado debajo de la cama en cuestión de segundos; sin embargo, me contengo. Ya buscaría alguna manera de que admitiese su posesión, mientras tanto me conformaría con el whiskey.
Cuando Ken consulta acerca del mar, me tomo unos minutos para meditar la respuesta. - No es que no se haya considerado la opción... Es más bien que es un riesgo innecesario, supongo. El arroyo nos permite pescar lo que necesitamos sin inconveniente, - para cualquiera que no fuese yo, claro está - y pese a que no sería difícil construir una barca para poder ir por mar, llegar a un distrito a través de las costas implica arriesgarse a ser descubiertos. - Y eso si no contábamos que el mar era impredecible de por sí. No era fácil navegar por sus aguas, y por más de que uno supiese nadar, el oleaje podía arrastrarte océano adentro.
Me distraigo cuando comienza a toser y declara que la bebida es asquerosa. Tomando la botella con diversión, me siento a su lado y le doy un par de palmaditas en la espalda para que se le vaya la sensación. Supongo que no a todos le gustan las bebidas fuertes y secas. Estoy por responderle cuando la vieja siberiana hace su aparición en el cuarto. Animada por la intrusión de la perra, me deslizo al suelo para acariciarla, pero en mi descuido hago un movimiento que hace que unas pocas gotas de bebida caigan sobre el piso de madera. - Gigi es demasiado buena como para delatarnos ahora, pero eso que acabo de derramar nos delatará más tarde, el olor del licor es demasiado fuerte, y el olfato de Ben es demasiado bueno. - Le informo acariciando el pelaje del animal. Me da igual, sería más divertido ver como reaccionaba Ken cuando notase que su preciado y fino whiskey había desaparecido. Aún sin dejar de repartir caricias, y recibiendo un par de lengüetazos como recompensa le señalo a Ben la ventana con la mano que aún sostiene la botella. Debo parecer una alcohólica, así que la apoyo en el suelo y busco la tapa mientras le doy indicaciones a Ken. - El que lleva al distrito doce es el más útil de momento. - Aunque pueda que ya lo conozca, estoy segura que Ben tiene el que marca diferentes rutas y pasajes más actualizado que los viejos. No hace mucho habíamos rechequeado los caminos y corregido algunas cosas en ellos. - Apoya el mapa sobre el vidrio en algún sector iluminado y coloca una hoja blanca encima. Son lo suficientemente finas como para que se pueda traslucir el dibujo. Luego simplemente lo calcas. Es mucho más sencillo que tratar de copiarlo a mano alzada.
Lo que me dice tiene completo sentido ahora que lo pienso, así que me siento un poquitito idiota por haberlo siquiera planteado y me pregunto si seré un pésimo explorador cuando todos ellos sean muy viejos y yo sea quien esté a cargo porque sí, asumo desde ya que van a elegirme líder de exploración cuando Benedict se jubile de ese puesto. También he considerado la idea de tomar el lugar del señor Dawson cuando ya no quiera ser más el encargado de la milicia, pero eso no incluye salir del catorce cada dos por tres.
Ava se acerca a Gigi y derrama parte del licor que me hace soltar un jadeo ahogado ante la sola idea de tener que darle explicaciones a Ben de cómo fue que le robamos su licor, por lo que me encojo en mi sitio como si él pudiese vernos y acusarnos a pesar de estar a cientos de kilómetros de aquí — En ese caso tú darás las explicaciones. Los hombres siempre perdonan más fácil a las mujeres si ellas tienen un buen escote — nunca le anduve mirando las tetas a nadie (bueno, quizá sí, una vez) pero siempre escucho decir que es más fácil perdonar a una tipa atractiva que a alguien más y bueno, Ben es hombre y he visto como a él y ocasionalmente a Seth (posiblemente porque Sophia las mataría) los miran el grupito de mujeres solteronas del distrito que no tienen una mejor vista que admirar. Y creo que Ava entra en ese grupito aunque se haga la que no.
Sus indicaciones parecen fáciles de seguir, me hago con una hoja limpia y me acerco a la ventana por donde entra más luz solar. Apoyo las hojas una encima de la otra y sonrío al darme cuenta de que ella tiene razón, así que me apoyo mordiendo mi lengua de la concentración para poder empezar a marcar las figuras que sobresalen desde el otro lado. No soy bueno dibujando pero no se me da mal el calcar, a pesar de que tengo que hacerlo lento — Esto es genial. ¿Por qué nadie nos lo dijo antes? — pregunto, ciertamente indignado porque todos se quedaron calladitos la boca. Remarco un poco el camino al doce y no puedo evitar notar cierta duda — Tú fuiste al norte de Neopanem con Ben más de una vez. ¿Cómo es? — pregunto, chequeando no haberme equivocado — ¿Y por qué no te ha llevado hoy con él?
Ava se acerca a Gigi y derrama parte del licor que me hace soltar un jadeo ahogado ante la sola idea de tener que darle explicaciones a Ben de cómo fue que le robamos su licor, por lo que me encojo en mi sitio como si él pudiese vernos y acusarnos a pesar de estar a cientos de kilómetros de aquí — En ese caso tú darás las explicaciones. Los hombres siempre perdonan más fácil a las mujeres si ellas tienen un buen escote — nunca le anduve mirando las tetas a nadie (bueno, quizá sí, una vez) pero siempre escucho decir que es más fácil perdonar a una tipa atractiva que a alguien más y bueno, Ben es hombre y he visto como a él y ocasionalmente a Seth (posiblemente porque Sophia las mataría) los miran el grupito de mujeres solteronas del distrito que no tienen una mejor vista que admirar. Y creo que Ava entra en ese grupito aunque se haga la que no.
Sus indicaciones parecen fáciles de seguir, me hago con una hoja limpia y me acerco a la ventana por donde entra más luz solar. Apoyo las hojas una encima de la otra y sonrío al darme cuenta de que ella tiene razón, así que me apoyo mordiendo mi lengua de la concentración para poder empezar a marcar las figuras que sobresalen desde el otro lado. No soy bueno dibujando pero no se me da mal el calcar, a pesar de que tengo que hacerlo lento — Esto es genial. ¿Por qué nadie nos lo dijo antes? — pregunto, ciertamente indignado porque todos se quedaron calladitos la boca. Remarco un poco el camino al doce y no puedo evitar notar cierta duda — Tú fuiste al norte de Neopanem con Ben más de una vez. ¿Cómo es? — pregunto, chequeando no haberme equivocado — ¿Y por qué no te ha llevado hoy con él?
Me río estrepitosamente cuando Ken menciona lo del escote. - ¿Así que esas son las cosas que te enseñan tus tíos?- Consulto arqueando una ceja y mirándolo con diversión. - Te han enseñado bien.- Declaro asintiendo resignada. Puedo imaginar el tópico de sus charlas con Seth y con Ben a la perfección, y pese a que en calidad de mujer debería indignarme por lo que ha dicho, no puedo. Tiene toda la razón con respecto a eso, y nadie ni en el distrito ni en cualquier otro lado podía negar que ese era el modus operandi del sexo masculino. - ¿Sabes que es peor que mostrar un buen escote? Que te masajeen la rodilla y te miren con la cabeza inclinada. Por lo que más quieras, si alguna chica te hace eso alguna vez, te levantas y miras a otro lado o terminarás dándole lo que sea que quiera pedirte.- Aconsejo refrenando el impulso de demostrarle cuan efectiva puede ser la táctica. No quería que el muchacho corriese simplemente de verme si es que lo hacía.
- Tú quédate tranquilo, yo me encargo de Ben. - Lo que en criollo quería decir, "Ya me acabaré la botella cuando pudiese y me reiré de él en su cara cuando lo note". Después de todo, una cosa era cometer alguna fechoría, y salirse con la suya al no ser descubierto. Pero cuando las consecuencias eran medidas, no había nada mejor que declararse autora del crimen y estar orgullosa de eso.
- Creo que se ganaron el desconocimiento en algún momento entre 'soy un adolescente' y 'traté de seguirlos más veces de las que puedo contar con una mano' - Le respondo para que le quede claro que la desconfianza con cualquier tema que se refiera al exterior, se la han ganado solitos. - Tampoco te creas que lo que estamos haciendo está bien. Pero creo que tienes dos dedos de frente como para saber diferenciar los momentos oportunos para cada cosa, y que no irás a escabullirte con Petra en la primera noche en la que nos vayamos de excursión. - Le aclaro en un tono que se asemeja demasiado a mi madre como para poder sentirme cómoda conmigo misma. Si es que no sabría yo lo que se sentía el esperar al momento oportuno de las cosas cuando todos los demás eran al menos cinco años más grandes que yo.
- Triste. - Es lo primero que se me ocurre responder. - Es un lugar triste, lleno de ruinas y carbón. El mercado negro del doce es lo más alegre que puedes encontrar por esos lados, y mejor ni hablemos del cinco u el once. No es bueno ir en grupos grandes allí, hay que ser discretos y esa es la razón por la que no he ido con él. Cuánto menos se llame la atención es mejor, y Ben con su capa de invisibilidad es un experto en pasar desapercibido pese a tener el tamaño de un oso mediano.
- Tú quédate tranquilo, yo me encargo de Ben. - Lo que en criollo quería decir, "Ya me acabaré la botella cuando pudiese y me reiré de él en su cara cuando lo note". Después de todo, una cosa era cometer alguna fechoría, y salirse con la suya al no ser descubierto. Pero cuando las consecuencias eran medidas, no había nada mejor que declararse autora del crimen y estar orgullosa de eso.
- Creo que se ganaron el desconocimiento en algún momento entre 'soy un adolescente' y 'traté de seguirlos más veces de las que puedo contar con una mano' - Le respondo para que le quede claro que la desconfianza con cualquier tema que se refiera al exterior, se la han ganado solitos. - Tampoco te creas que lo que estamos haciendo está bien. Pero creo que tienes dos dedos de frente como para saber diferenciar los momentos oportunos para cada cosa, y que no irás a escabullirte con Petra en la primera noche en la que nos vayamos de excursión. - Le aclaro en un tono que se asemeja demasiado a mi madre como para poder sentirme cómoda conmigo misma. Si es que no sabría yo lo que se sentía el esperar al momento oportuno de las cosas cuando todos los demás eran al menos cinco años más grandes que yo.
- Triste. - Es lo primero que se me ocurre responder. - Es un lugar triste, lleno de ruinas y carbón. El mercado negro del doce es lo más alegre que puedes encontrar por esos lados, y mejor ni hablemos del cinco u el once. No es bueno ir en grupos grandes allí, hay que ser discretos y esa es la razón por la que no he ido con él. Cuánto menos se llame la atención es mejor, y Ben con su capa de invisibilidad es un experto en pasar desapercibido pese a tener el tamaño de un oso mediano.
— Entre otras cosas... sí — confieso tratando de no mostrarme tan avergonzado. No diré detalles de las cosas que he escuchado en la mesa del living de esta casa porque posiblemente sean cosas privadas que Ava no debería oír, pero las "charlas de hombres" que he presenciado con mis tíos no solo me ha permitido saber lo complicadas que son las mujeres, sino también cuales son las más atractivas en los ojos de los adultos. Aparentemente las piernas son sexys por alguna razón, Seth las prefiere con boca carnosa y Ben tiene una debilidad por las rubias, aunque según él "al final le terminan gustando de cualquier tipo de variedad", lo que traduzco que ha aprendido que tiene pocas mujeres alrededor como para conformarse con que simplemente le parezca atrayente. También los he escuchado hablar de Ava en alguna que otra ocasión aunque siempre cambian de tema cuando recuerdan que estoy presente, así que eso me dice que no tengo que abrir la boca. El consejo de Ava me hace reír pero no digo nada, porque desvío la mirada violentamente para no delatar que he imaginado a cierta persona con esas actitudes hacia mí en más de una ocasión y jamás lo voy a confesar ni muerto.
Perfecto, si ella se encarga de Ben yo mejor ni me preocupo, aunque me nace la duda de si usará alguna de sus tácticas femeninas o no. Prefiero no preguntar, centrado en el modo en el cual el lápiz remarca las líneas del mapa hasta que toma forma, aunque me detengo un instante para poder mirarla sobre mi hombro — ¿De verdad me crees tan tonto? — pregunto — Sé bien cuándo es conveniente salir y cuando no. No soy Zenda, que parece que no aprende nunca a que si sigue así, van a poner trampas específicamente para ella — su hermana tiene una manía estúpida con tratar de escabullirse prácticamente todos los días y no se da cuenta que de esa forma no solamente va a fallar, sino que va a aumentar la vigilancia para con ella poniéndose en el ojo de la tormenta. Si conozco a alguien cabeza dura y poco práctica, es Zenda.
Sabía que el doce no era la definición de felicidad, pero no puedo sentirme un poco decepcionado ante la descripción que Ava me da — He tratado de robar la capa más de una vez — confieso sin vergüenza alguna, separando las hojas de la ventana para chequear mi trabajo — Pero eso sí que no tengo idea de dónde lo guarda. Algo me dice que siempre lo lleva encima aunque no tengo idea dónde — siempre quise probar la capa para robar cosas del almacén que ya no existe e incluso espiar cosas prohibidas como las reuniones del consejo o a las chicas cuando van a bañarse, pero nunca he podido incluso cuando éramos Jared y yo buscando la bendita capa por todos lados. Al final, decidimos dejar de intentarlo y esperar a una oportunidad más fácil.
Me siento nuevamente en la cama y apoyo mi nuevo mapa junto al original para poder comparar, notando que algunas de mis líneas flaquearon pero que es una copia medianamente decente — ¿Qué opinas? — pregunto empujándolos hacia ella para que pueda ver mi trabajo — Siempre fui un asco dibujando pero creo que no está tan mal. ¿Han colocado trampas que deba marcar? — una vez descubrí por las malas que esos puntitos rojos que Ben marcaba en sus mapas eran trampas para animales que ellos mismos habían colocado, por lo que me pongo a revisar el original tratando de encontrar alguna en esa ruta. Sin embargo, me fijo en un detalle y con la punta del lápiz remarco lo que parece ser un arroyo que desemboca prácticamente en el que ya conozco que bordea el distrito y que parece venir directamente de la montaña, lo cual acelera vagamente mi corazón — ¿A dónde lleva el agua?
Perfecto, si ella se encarga de Ben yo mejor ni me preocupo, aunque me nace la duda de si usará alguna de sus tácticas femeninas o no. Prefiero no preguntar, centrado en el modo en el cual el lápiz remarca las líneas del mapa hasta que toma forma, aunque me detengo un instante para poder mirarla sobre mi hombro — ¿De verdad me crees tan tonto? — pregunto — Sé bien cuándo es conveniente salir y cuando no. No soy Zenda, que parece que no aprende nunca a que si sigue así, van a poner trampas específicamente para ella — su hermana tiene una manía estúpida con tratar de escabullirse prácticamente todos los días y no se da cuenta que de esa forma no solamente va a fallar, sino que va a aumentar la vigilancia para con ella poniéndose en el ojo de la tormenta. Si conozco a alguien cabeza dura y poco práctica, es Zenda.
Sabía que el doce no era la definición de felicidad, pero no puedo sentirme un poco decepcionado ante la descripción que Ava me da — He tratado de robar la capa más de una vez — confieso sin vergüenza alguna, separando las hojas de la ventana para chequear mi trabajo — Pero eso sí que no tengo idea de dónde lo guarda. Algo me dice que siempre lo lleva encima aunque no tengo idea dónde — siempre quise probar la capa para robar cosas del almacén que ya no existe e incluso espiar cosas prohibidas como las reuniones del consejo o a las chicas cuando van a bañarse, pero nunca he podido incluso cuando éramos Jared y yo buscando la bendita capa por todos lados. Al final, decidimos dejar de intentarlo y esperar a una oportunidad más fácil.
Me siento nuevamente en la cama y apoyo mi nuevo mapa junto al original para poder comparar, notando que algunas de mis líneas flaquearon pero que es una copia medianamente decente — ¿Qué opinas? — pregunto empujándolos hacia ella para que pueda ver mi trabajo — Siempre fui un asco dibujando pero creo que no está tan mal. ¿Han colocado trampas que deba marcar? — una vez descubrí por las malas que esos puntitos rojos que Ben marcaba en sus mapas eran trampas para animales que ellos mismos habían colocado, por lo que me pongo a revisar el original tratando de encontrar alguna en esa ruta. Sin embargo, me fijo en un detalle y con la punta del lápiz remarco lo que parece ser un arroyo que desemboca prácticamente en el que ya conozco que bordea el distrito y que parece venir directamente de la montaña, lo cual acelera vagamente mi corazón — ¿A dónde lleva el agua?
- ¿Entre otras cosas? Realmente Ken, tienes que aprender a medir tus palabras. Eso hace que la curiosidad pique como mil demonios. - Le aclaro, ya que si bien no voy a hostigarlo con preguntas, me encantaría saber que cosas andan diciéndole los otros dos al pobre Kendrick; y es que por más de que trate de imaginarlo, con Ben y Seth el abanico de posibilidades era demasiado amplio. Pese a todo supongo que tan malo no debe ser, después de todo Ken debe ser mi persona favorita en todo el distrito. - Entretenme un poco, ¿qué tipo de consejos te han dado? - No es hostigamiento si es una sola pregunta, y como dije: curiosidad.
La posición en la que estoy me incomoda un poco, y viendo que la tapa de la botella no da señales de aparecer, me dejo caer en el piso y tomo otro trago. Cuando nombra la poca habilidad de Zenda cuando trata de escapar, recuerdo una conversación que tuvimos un par de noches atrás y me doy cuenta de que soy pésima para alentar a que se cumplan las reglas. - No me lo recuerdes, me siento una hermana terrible, pero le dije que debía aprender a escabullirse mejor. Seré una pésima madre algún día. - Y decir eso con una botella de whiskey en la mano, mientras estoy casi literalmente tirada en el piso, hace que todo el contexto sea aún peor. - Aunque ahora que lo mencionas, lo de las trampas individuales tiene su atractivo... - Cómo dije, era una terrible hermana, porque ya mi mente anda pensando en qué trampas inofensivas podía montar solo para ver como Zen caía en ellas.
- Pfff, hasta yo he tratado de robarle la capa. Pero el muy astuto la esconde bien. Es mejor pedírsela que perder el tiempo buscando. - Declaro encogiéndome de hombros. Eso de tenerla siempre encima no me sorprendería. Como tampoco lo haría que le haya pedido a Seth que realizase un encantamiento de extensión indetectable para llevarla en el bolsillo, tendría que hurgar luego si es que volvía a encontrármelo en el lago cuando deja su ropa tirada por ahí.
Ken parece haber terminado su trabajo, porque rápidamente se acerca y me extiende copia y original para que pueda ver el resultado. - Están bien, lo importante es que tú los entiendas. - Declaro colocando una hoja sobre la otra para ver si hay alguna incongruencia. Al notar que no, se los devuelvo con una sonrisa. - Y no, de camino al doce casi no hay trampas. Descubrimos que no es una buena zona de caza, pero da igual. Casi siempre vamos al distrito a obtener cosas, no a cazar algo y si hay trampas las notarás; están diseñadas para animales, no para humanos. Son evidentes si les prestas atención. - Estaba por responderle que debía tener algo más descuidado por los senderos del bosque que llevan a la montaña, cuando su leve exaltación me desconcierta un poco. - A las grutas... - Respondo algo dudosa. - Creo que debe haber una corriente por debajo de ellas que desemboque en el mar, pero la verdad nunca me puse a investigar. Soy buena nadadora, pero no tanto como para algunas de las corrientes fuertes. ¿A qué se viene tanto interés?
La posición en la que estoy me incomoda un poco, y viendo que la tapa de la botella no da señales de aparecer, me dejo caer en el piso y tomo otro trago. Cuando nombra la poca habilidad de Zenda cuando trata de escapar, recuerdo una conversación que tuvimos un par de noches atrás y me doy cuenta de que soy pésima para alentar a que se cumplan las reglas. - No me lo recuerdes, me siento una hermana terrible, pero le dije que debía aprender a escabullirse mejor. Seré una pésima madre algún día. - Y decir eso con una botella de whiskey en la mano, mientras estoy casi literalmente tirada en el piso, hace que todo el contexto sea aún peor. - Aunque ahora que lo mencionas, lo de las trampas individuales tiene su atractivo... - Cómo dije, era una terrible hermana, porque ya mi mente anda pensando en qué trampas inofensivas podía montar solo para ver como Zen caía en ellas.
- Pfff, hasta yo he tratado de robarle la capa. Pero el muy astuto la esconde bien. Es mejor pedírsela que perder el tiempo buscando. - Declaro encogiéndome de hombros. Eso de tenerla siempre encima no me sorprendería. Como tampoco lo haría que le haya pedido a Seth que realizase un encantamiento de extensión indetectable para llevarla en el bolsillo, tendría que hurgar luego si es que volvía a encontrármelo en el lago cuando deja su ropa tirada por ahí.
Ken parece haber terminado su trabajo, porque rápidamente se acerca y me extiende copia y original para que pueda ver el resultado. - Están bien, lo importante es que tú los entiendas. - Declaro colocando una hoja sobre la otra para ver si hay alguna incongruencia. Al notar que no, se los devuelvo con una sonrisa. - Y no, de camino al doce casi no hay trampas. Descubrimos que no es una buena zona de caza, pero da igual. Casi siempre vamos al distrito a obtener cosas, no a cazar algo y si hay trampas las notarás; están diseñadas para animales, no para humanos. Son evidentes si les prestas atención. - Estaba por responderle que debía tener algo más descuidado por los senderos del bosque que llevan a la montaña, cuando su leve exaltación me desconcierta un poco. - A las grutas... - Respondo algo dudosa. - Creo que debe haber una corriente por debajo de ellas que desemboque en el mar, pero la verdad nunca me puse a investigar. Soy buena nadadora, pero no tanto como para algunas de las corrientes fuertes. ¿A qué se viene tanto interés?
— Cosas de hombres — me defiendo inflando el pecho con ego, revoleando los ojos como si fuese algo completamente obvio — Ya sabes. Qué es lo lindo en las mujeres, cuando saber que te quieren besar y esas cosas — aunque creo que los he escuchado más decir que no entendía qué diablos querían las chicas y no al revés, pero de todas formas he aprendido bastante con eso. Me río al imaginarme a Zenda siendo capturada por trampas anti-estupideces y sé que debería sentirme una mala persona pero no lo hago, en especial cuando recuerdo el trato con ella de los últimos días — Quizá así sí aprende una lección o dos — acabo soltando como si yo fuese mucho más grande de lo que en realidad soy. Soy mayor que ella, eso cuenta por dos años más de experiencia.
Gruño cuando me recuerda que robar la capa de invisibilidad es prácticamente imposible de robar y empiezo a darme cuenta de todas las veces que he tratado de hacerlo y jamás pude. La única vez que estuve cerca de hacerlo fue cuando noté que Ben se había quedado dormido luego de una exploración en el sofá con la capa abrazada, pero cuando intenté tirar de ella el muy maldito se dio vuelta y la aplastó con todo su peso y me fue imposible moverlo. No sé que le dan de comer, pero yo quiero que me den lo mismo porque por lo poco que recuerdo y me cuentan, Ben pintaba ser bajito como yo hasta que dio el estirón y se transformó en un mastodonte.
Las indicaciones de Ava me son fáciles de seguir y anoto mentalmente los tipos de trampas que me enumera aunque ya he escuchado de ellas en las clases de supervivencia, pero una repasada de memoria siempre viene bien. Igual lo que más me importa queda en evidencia y trato de mostrarme digno cuando Ava parece sospechar, moviendo mis hombros como quien no quiere la cosa y pasando una mano por mi cabello para echarlo hacia atrás, lo que hace que de golpe parezca un erizo — Solo curiosidad. ¿Todos los arroyos acaban en el mar? — ¿A cuánto estaremos del océano? ¿Será muy lejos? ¿Cuánto se demorará un bote como el mío en llegar hasta allá? Estoy por hacer más preguntas cuando oigo el sonido de la puerta y salto sobre la cama como si el suelo fuese a delatarme, notando el corazón saltando dentro de mi pecho — ¡Ben ha regresado antes! — mascullo con desesperación sin recordar que ahora hay mas personas viviendo en esta casa. Sin embargo, la cabeza rubia que veo no es quien esperaba — ¿Qué demonios haces tú aquí?
Gruño cuando me recuerda que robar la capa de invisibilidad es prácticamente imposible de robar y empiezo a darme cuenta de todas las veces que he tratado de hacerlo y jamás pude. La única vez que estuve cerca de hacerlo fue cuando noté que Ben se había quedado dormido luego de una exploración en el sofá con la capa abrazada, pero cuando intenté tirar de ella el muy maldito se dio vuelta y la aplastó con todo su peso y me fue imposible moverlo. No sé que le dan de comer, pero yo quiero que me den lo mismo porque por lo poco que recuerdo y me cuentan, Ben pintaba ser bajito como yo hasta que dio el estirón y se transformó en un mastodonte.
Las indicaciones de Ava me son fáciles de seguir y anoto mentalmente los tipos de trampas que me enumera aunque ya he escuchado de ellas en las clases de supervivencia, pero una repasada de memoria siempre viene bien. Igual lo que más me importa queda en evidencia y trato de mostrarme digno cuando Ava parece sospechar, moviendo mis hombros como quien no quiere la cosa y pasando una mano por mi cabello para echarlo hacia atrás, lo que hace que de golpe parezca un erizo — Solo curiosidad. ¿Todos los arroyos acaban en el mar? — ¿A cuánto estaremos del océano? ¿Será muy lejos? ¿Cuánto se demorará un bote como el mío en llegar hasta allá? Estoy por hacer más preguntas cuando oigo el sonido de la puerta y salto sobre la cama como si el suelo fuese a delatarme, notando el corazón saltando dentro de mi pecho — ¡Ben ha regresado antes! — mascullo con desesperación sin recordar que ahora hay mas personas viviendo en esta casa. Sin embargo, la cabeza rubia que veo no es quien esperaba — ¿Qué demonios haces tú aquí?
Mamá seguramente lo resolvería más fácil, pero no puedo depender de ella siempre y tengo que empezar a actuar por mis propios problemas. Iba a meterme en la cabaña y robar mis novelas.
Se que debería hacer lo maduro y pedir, o rogar en este caso, pero tengo 13 y a veces la linea es muy fina entre niño y casi adulto, puedo darme ciertas libertades. Además, no es como si Ben les estuviera dando algún uso, seguro que ni siquiera había vuelto a abrir una para sacar ideas. Pobre Seth, ahora no me sorprendía que se hubiera casado con Sophia, seguro ella era muchisimo más creativa.
Tal vez debería dejarselos, según la revista "Conoce tu cuerpo, atrapa tu hombre" si el sexo se volvía muy rutinario, podía llegar a ser una de las razones de separaciones. Mamá era una santa si se lo pensaba, ella le daba el amor que su ignorancia había arruinado.
Pero pensandolo mejor, papá ya era grande y terco, sería un milagro que aprendiera un truco nuevo. Yo necesitaba más mis libros, sobretodo si mis sospechas eran acertadas y se los había dado a esa bola de pulgas para dormir encima.
Apuré el paso ante tal pensamiento y procuré entrar en la cabaña rápido para salvar mis tesoros. No contaba encontrarme con Ken y Ava como testigos.
- Me deje unas cosas la ultima vez que papá me cuido, ¿Qué hacen ustedes aqui? - procuré cambiar la atención - ¿Por qué tienen sus tesoros? - no era mi primera vez explorando la cabaña, digo, es eso o prestar atención a las aburridas lecciones, realmente ¿quien necesita saber a cuantos metros hay un río? Uno lo encuentra por el sonido y ya.
Se que debería hacer lo maduro y pedir, o rogar en este caso, pero tengo 13 y a veces la linea es muy fina entre niño y casi adulto, puedo darme ciertas libertades. Además, no es como si Ben les estuviera dando algún uso, seguro que ni siquiera había vuelto a abrir una para sacar ideas. Pobre Seth, ahora no me sorprendía que se hubiera casado con Sophia, seguro ella era muchisimo más creativa.
Tal vez debería dejarselos, según la revista "Conoce tu cuerpo, atrapa tu hombre" si el sexo se volvía muy rutinario, podía llegar a ser una de las razones de separaciones. Mamá era una santa si se lo pensaba, ella le daba el amor que su ignorancia había arruinado.
Pero pensandolo mejor, papá ya era grande y terco, sería un milagro que aprendiera un truco nuevo. Yo necesitaba más mis libros, sobretodo si mis sospechas eran acertadas y se los había dado a esa bola de pulgas para dormir encima.
Apuré el paso ante tal pensamiento y procuré entrar en la cabaña rápido para salvar mis tesoros. No contaba encontrarme con Ken y Ava como testigos.
- Me deje unas cosas la ultima vez que papá me cuido, ¿Qué hacen ustedes aqui? - procuré cambiar la atención - ¿Por qué tienen sus tesoros? - no era mi primera vez explorando la cabaña, digo, es eso o prestar atención a las aburridas lecciones, realmente ¿quien necesita saber a cuantos metros hay un río? Uno lo encuentra por el sonido y ya.
Se me escapa una gran carcajada cuando pronuncia "cosas de hombres" como si los temas que trataran fuesen secreto de estado, y luego otra aún más grande cuando ejemplifica alguna de esas cosas. - ¿De verdad tratan de decirte esas cosas? Nunca le preguntes a un hombre acerca de lo que piensa una mujer, y tampoco trates de preguntarle a las mujeres. Simplemente reza porque no te estés equivocando. - Le respondo con los ojos llorosos a causa de la risa. - Y eso de qué es lo lindo... que se yo Ken, es subjetivo. A tí te pueden gustar cosas que a ellos no. - Me contengo de nombrar a Delilah como ejemplo, simplemente porque no quiero mortificarlo demasiado, no importa cuando me divertiría verlo sonrojado y balbuciente.
- ¿Tu crees que sería correcto?... Acepto sugerencias. - Consulto cuando me responde acerca de Zen. De nuevo, era una terrible hermana, pero necesita avivarse un poco si de verdad quiere ser exploradora. Ken puede ser solo dos años mayor, bastante impulsivo y hasta algo melodramático cuando se lo proponía. Pero entendía los riesgos, y era mucho más despierto que el resto.
Tomando otro trago en lo que pregunta nuevamente por el mar, simplemente le respondo encogiéndome de hombros. De verdad no veía como una alternativa cercana el explorar esas rutas; a menos claro, que nos viésemos obligados por alguna razón. Antes de poder acotar algo más, el ruido de la puerta me pone en alerta, pero no puedo evitar lanzar una carcajada al ver la reacción de Ken. No me sorprende ver a Bev por la puerta, aunque tampoco lo esperaba, así que vuelvo a encogerme de hombros. - ¿Sus tesoros? ¿De verdad les dice así?- Consulto con gracia ante la pregunta de la rubia. - Y no hace falta que mientas, ¿qué te sacó esta vez?
- ¿Tu crees que sería correcto?... Acepto sugerencias. - Consulto cuando me responde acerca de Zen. De nuevo, era una terrible hermana, pero necesita avivarse un poco si de verdad quiere ser exploradora. Ken puede ser solo dos años mayor, bastante impulsivo y hasta algo melodramático cuando se lo proponía. Pero entendía los riesgos, y era mucho más despierto que el resto.
Tomando otro trago en lo que pregunta nuevamente por el mar, simplemente le respondo encogiéndome de hombros. De verdad no veía como una alternativa cercana el explorar esas rutas; a menos claro, que nos viésemos obligados por alguna razón. Antes de poder acotar algo más, el ruido de la puerta me pone en alerta, pero no puedo evitar lanzar una carcajada al ver la reacción de Ken. No me sorprende ver a Bev por la puerta, aunque tampoco lo esperaba, así que vuelvo a encogerme de hombros. - ¿Sus tesoros? ¿De verdad les dice así?- Consulto con gracia ante la pregunta de la rubia. - Y no hace falta que mientas, ¿qué te sacó esta vez?
De entre todas las cosas que me esperaba encontrar hoy, consejos amorosos por parte de Ava no era algo que estaba en la lista. La escucho con atención a pesar de que la mirada inquisidora que le regalo es de suma curiosidad, hasta que por fin la miro con una sonrisa maliciosa, traviesa y confianzuda, como si la hubiese agarrado en plena cagada — ¿Y tú sabes de estas cosas porqueee...? — pregunto, estirando un poco la última palabra para darle a entender que estoy esperando que complete la oración. Jamás he visto a Ava con nadie, pero si estuvo a los besitos con algún tipo random del distrito me merezco saberlo porque... bueno, porque ella me quiere y no tiene razones para no querer confiarme sus secretos. ¡Yo le confío los míos! Bueno, casi todos.
Había querido poder decirle cómo arruinarle los paseos a Zenda para que aprenda de una vez cómo se hace, pero todo eso queda atrás con la llegada de Beverly y su explicación. Las palabras que intercambian las dos rubias me hace soltar un "ooh" que demuestra que acabo de comprender algo y me acerco al armario, abriéndolo para empezar a rebuscar en el cajón donde Ben guarda su ropa interior. No, no es que metí la mano ahí por gusto, es que una vez le di vuelta toda la casa para saber dónde había escondido un porro y terminé encontrando algo que me pareció muy sospechoso, aunque no de su gusto.
— ¿Es esto? — pregunto, sacando una pila de novelas cuyos títulos me recordaban a las revistas que Jared me mostró una vez y que había conseguido robándoselas a su padre; aparentemente, las tenían desde que el tío Seth era adolescente — Ya me parecía raro que Ben tuviese novelas que hablen de sexo con ataduras... ¡Y no las he leído! — aclaro por las dudas, hasta que miro a Beverly con los ojos algo entornados — ¿Por qué tú sí? ¡Eres una niña! — y ya sé que yo no soy un adulto, pero a veces tengo que actuar como el responsable.
Había querido poder decirle cómo arruinarle los paseos a Zenda para que aprenda de una vez cómo se hace, pero todo eso queda atrás con la llegada de Beverly y su explicación. Las palabras que intercambian las dos rubias me hace soltar un "ooh" que demuestra que acabo de comprender algo y me acerco al armario, abriéndolo para empezar a rebuscar en el cajón donde Ben guarda su ropa interior. No, no es que metí la mano ahí por gusto, es que una vez le di vuelta toda la casa para saber dónde había escondido un porro y terminé encontrando algo que me pareció muy sospechoso, aunque no de su gusto.
— ¿Es esto? — pregunto, sacando una pila de novelas cuyos títulos me recordaban a las revistas que Jared me mostró una vez y que había conseguido robándoselas a su padre; aparentemente, las tenían desde que el tío Seth era adolescente — Ya me parecía raro que Ben tuviese novelas que hablen de sexo con ataduras... ¡Y no las he leído! — aclaro por las dudas, hasta que miro a Beverly con los ojos algo entornados — ¿Por qué tú sí? ¡Eres una niña! — y ya sé que yo no soy un adulto, pero a veces tengo que actuar como el responsable.
- Pues claro que les dice así, o puede que les diga así a sus partes, no podría confirmarlo porque ese día estaban mamá y mi otro papá hablando con él y dijo "Redford alejate de mis tesoros" mientras daba vueltas porque no me interesaba su conversación - le dije a la tía Ava, quien descubrió mi mentira muy rapido, por los pelos de lobo, realmente era una mujer muy inteligente, nunca me decepcionaba con sus sentidos agudos - Okey, me saco mis tesoros, pero estoy convencida que fue más para informarse y sacar ideas, asi que no estoy robando nada en teoría.
Ken se puso a buscar en el armario mientras tanto y rescató mis bebes, ¡Yo sabía que era mi hombre destinado por algo!
- ¡Mis libros! los extrañaba tanto - extendí mis manos para que me los entregara y realizaramos un encuentro romantico, y Ava suspirando por el amor joven. Pero Ken tiene una mala manía de arruinar mis fantasias...aunque se lo perdono porque bueno, su timidez no le permite expresarse bien - Te diré lo mismo que le dije a Ben, deberías. Tienen mucho contenido y te incitan a ser creativo a la hora de explorar tu sexualiadad. Y obviamente los leo porque mamá no puede enseñarme todo, concentrarse en solo una fuente de información no es sano para desarrollar una conciencia propia y una opinión crítica. Estoy en la mejor edad para empezar a instruirme, puedo ayudarte a practicar incluso - le digo guiñando el ojo, como la protagonista de "50 pares de tacones aguja", decido mostrar mi lado salvaje y dominante. Al fin y al cabo, empiezo a notar muchos parecidos entre Ken y Adam, el joven reportero virgen y timido, que termina desatando su pasión en las conocedoras manos de Cristal. Es una historia muy poderosa y atrapante, ojala hubiera nacido en la época de su publicación, quisiera haberle preguntado tantas cosas a la autora.
Ken se puso a buscar en el armario mientras tanto y rescató mis bebes, ¡Yo sabía que era mi hombre destinado por algo!
- ¡Mis libros! los extrañaba tanto - extendí mis manos para que me los entregara y realizaramos un encuentro romantico, y Ava suspirando por el amor joven. Pero Ken tiene una mala manía de arruinar mis fantasias...aunque se lo perdono porque bueno, su timidez no le permite expresarse bien - Te diré lo mismo que le dije a Ben, deberías. Tienen mucho contenido y te incitan a ser creativo a la hora de explorar tu sexualiadad. Y obviamente los leo porque mamá no puede enseñarme todo, concentrarse en solo una fuente de información no es sano para desarrollar una conciencia propia y una opinión crítica. Estoy en la mejor edad para empezar a instruirme, puedo ayudarte a practicar incluso - le digo guiñando el ojo, como la protagonista de "50 pares de tacones aguja", decido mostrar mi lado salvaje y dominante. Al fin y al cabo, empiezo a notar muchos parecidos entre Ken y Adam, el joven reportero virgen y timido, que termina desatando su pasión en las conocedoras manos de Cristal. Es una historia muy poderosa y atrapante, ojala hubiera nacido en la época de su publicación, quisiera haberle preguntado tantas cosas a la autora.
Sorprendida por el tono de Kendrick, no puedo evitar que una de mis cejas se levante de manera involuntaria. ¿Pero qué está queriendo insinuar? Como alguno de sus tan amados tíos le haya dicho algo acerca de... cualquier cosa, pues que Soph y Wyn me perdonen, pero iba a usar mi machete de maneras poco ortodoxas. - Tienes suerte de ser mi favorito Ken, sino te hubiera ido bastante mal con ese comentario. - Le advierto. Y es que Ken podía ser mi persona favorita en todo el distrito, pero eso no le iba a evitar que en algún momento terminase ganándose un golpe, sobretodo si seguía escuchando lo que le dijesen Seth y Ben. ¿Qué no podía escuchar a su padre, o a Elioh?
No pude explicarle las razones por las cuales mi consejo tenía lógica, más concentrada en la intromisión de Bev, y sus declaraciones. Cuando cuenta la charla que mantuvieron los más grandes, decido archivar en mi mente eso acerca de "los tesoros" de mi hermanastro para poder burlarme de él luego y me alegro que la muchacha haya estado distraída en esos momentos. Conociendo a Wyn no estaba segura de querer saber de qué hablaban en aquella ocasión, pero sí sabía que fuera lo que fuese, no era apto para los oídos de la pequeña. O al menos eso creía, porque cuando Ken sacó unos cuantos libros del cajón y explicó su contenido, estaba convencida de que había palidecido un poco. ¿Pero qué...?
Si creía que había palidecido antes, ahora que Bev daba su discurso seguramente estaría blanca como la nieve. ¿Explorar su sexualidad con cuerdas? ¿Ganar una consciencia propia leyendo novelas porno? ¿Mejor edad? ¡TENÍA 13! A su edad yo pensaba en armas, en exploraciones, en querer que me consideraran más grande... Claro, tenía hormonas, era normal; pero no estaba queriendo que Seth me ate o algo parecido. En el momento en que se le insinúa a Kendrick, dejo la botella en el piso y me paro a una velocidad que solo creía poseer cuando había una araña cerca.
Puede que la rubia tuviese abrazados los libros, pero era fuerte y años de entrenamiento me habían dado bastante agilidad. En un forcejeo rápido, le quito las novelas de los brazos y se los lanzo a Ken descuidadamente. Creo que lo golpeo un poco, pero se lo merecía por sacar eso de su escondite sabiendo de qué trataban. - Vuelve a ponerlos donde estaban. O escóndelos mejor. - Ordeno. - Aquí nadie va a practicar con nadie hasta que sean mayores de dieciséis cuando menos. - Y de ser posible, hablaría con Soph para que le busque algo que hacer a la Redford menor cuando enseñasen los nudos de pesca y el armado de redes, que alguien nos salve si Eowyn 2.0 aprendía como hacer un nudo marinero.
No pude explicarle las razones por las cuales mi consejo tenía lógica, más concentrada en la intromisión de Bev, y sus declaraciones. Cuando cuenta la charla que mantuvieron los más grandes, decido archivar en mi mente eso acerca de "los tesoros" de mi hermanastro para poder burlarme de él luego y me alegro que la muchacha haya estado distraída en esos momentos. Conociendo a Wyn no estaba segura de querer saber de qué hablaban en aquella ocasión, pero sí sabía que fuera lo que fuese, no era apto para los oídos de la pequeña. O al menos eso creía, porque cuando Ken sacó unos cuantos libros del cajón y explicó su contenido, estaba convencida de que había palidecido un poco. ¿Pero qué...?
Si creía que había palidecido antes, ahora que Bev daba su discurso seguramente estaría blanca como la nieve. ¿Explorar su sexualidad con cuerdas? ¿Ganar una consciencia propia leyendo novelas porno? ¿Mejor edad? ¡TENÍA 13! A su edad yo pensaba en armas, en exploraciones, en querer que me consideraran más grande... Claro, tenía hormonas, era normal; pero no estaba queriendo que Seth me ate o algo parecido. En el momento en que se le insinúa a Kendrick, dejo la botella en el piso y me paro a una velocidad que solo creía poseer cuando había una araña cerca.
Puede que la rubia tuviese abrazados los libros, pero era fuerte y años de entrenamiento me habían dado bastante agilidad. En un forcejeo rápido, le quito las novelas de los brazos y se los lanzo a Ken descuidadamente. Creo que lo golpeo un poco, pero se lo merecía por sacar eso de su escondite sabiendo de qué trataban. - Vuelve a ponerlos donde estaban. O escóndelos mejor. - Ordeno. - Aquí nadie va a practicar con nadie hasta que sean mayores de dieciséis cuando menos. - Y de ser posible, hablaría con Soph para que le busque algo que hacer a la Redford menor cuando enseñasen los nudos de pesca y el armado de redes, que alguien nos salve si Eowyn 2.0 aprendía como hacer un nudo marinero.
La verdad es que no puedo imaginarme al tío Ben consumiendo ese tipo de literatura porque... bueno, simplemente sería muy raro además de que muy pocas veces lo vi con libros encima, aunque la mayoría de las ocasiones habían sido en invierno cuando la nieve nos tapaba y no había mucho que hacer en el exterior. Quizá por eso fue demasiado fácil asumir que eran libros de Beverly, aunque con solo ver el tipo de fuente que utilizaban para la portada era obvio que se trataban de sus novelas.
Le estoy pasando los libros cuando empieza con una charla que, como siempre, termina en temas íntimos que viniendo de ella no me interesan para nada y puedo sentir como el calor se me sube por las orejas hasta quemarme la frente, sintiéndome mucho más enano de lo que en realidad soy, posiblemente porque me hago pequeño entre mis hombros. Por alguna razón que reconozco como un modo de evitar burlas trato de no mirar a Ava, balbuceo algo que parece ser un "no quiero practicar contigo" que queda aplacado por la reacción de la mayor.
Ava se mete entre nosotros como una tromba y cuando me quiero dar cuenta algunos de los libros me están dando en la cabeza, lo que hace que intente cubrirme y atajarlos al mismo tiempo y provoca que haga cualquier cosa excepto lo que estoy tratando. Termino golpeado y los libros están desparramados por el suelo excepto uno, que lo agarré de pura suerte, aunque mientras me froto un golpe me percato de lo que me está diciendo — ¡Ella es la pervertida, no yo! — me defiendo ligeramente indignado. ¿Cómo se atreve a desconfiar de mi inocencia? — Lo único que he visto de este tipo de cosas son unas revistas que... ¡Bueno, no importa, pero no hice nada malo!
Con intenciones de desaparecer me pongo a juntar los libros con rapidez y me hago de paso con mis cosas, empezando a meter todo estrepitosamente dentro de mi mochila con la intención de que Beverly no vea lo que hemos estado haciendo. Es nuestro secreto y sé muy bien que si una Redford tiene información, no tardará en ser novedad por todo el distrito — Vas a tener que pedirle las novelas a tu papá número... ¿Era uno o dos? — le pregunto a Beverly para mantenerla concentrada en su problema y no en los mapas que ando guardando, y me apresuro a dejar la caja dentro del armario aunque ni me fijo en el orden de sus cosas. Sin mucho más, me abrazo a la mochila con intenciones de ir hacia la puerta; Ben tiene un baúl de herramientas en algún punto de la parte trasera de la casa, así que puedo esconder allí los libros. Paso mis ojos de una rubia a la otra y acabo golpeando mi espalda contra la puerta, de la cual tanteo hasta agarrar la perilla — ¿Vienes, Ava?
Algo me dice que debería salir corriendo antes de que Beverly me ataque.
Le estoy pasando los libros cuando empieza con una charla que, como siempre, termina en temas íntimos que viniendo de ella no me interesan para nada y puedo sentir como el calor se me sube por las orejas hasta quemarme la frente, sintiéndome mucho más enano de lo que en realidad soy, posiblemente porque me hago pequeño entre mis hombros. Por alguna razón que reconozco como un modo de evitar burlas trato de no mirar a Ava, balbuceo algo que parece ser un "no quiero practicar contigo" que queda aplacado por la reacción de la mayor.
Ava se mete entre nosotros como una tromba y cuando me quiero dar cuenta algunos de los libros me están dando en la cabeza, lo que hace que intente cubrirme y atajarlos al mismo tiempo y provoca que haga cualquier cosa excepto lo que estoy tratando. Termino golpeado y los libros están desparramados por el suelo excepto uno, que lo agarré de pura suerte, aunque mientras me froto un golpe me percato de lo que me está diciendo — ¡Ella es la pervertida, no yo! — me defiendo ligeramente indignado. ¿Cómo se atreve a desconfiar de mi inocencia? — Lo único que he visto de este tipo de cosas son unas revistas que... ¡Bueno, no importa, pero no hice nada malo!
Con intenciones de desaparecer me pongo a juntar los libros con rapidez y me hago de paso con mis cosas, empezando a meter todo estrepitosamente dentro de mi mochila con la intención de que Beverly no vea lo que hemos estado haciendo. Es nuestro secreto y sé muy bien que si una Redford tiene información, no tardará en ser novedad por todo el distrito — Vas a tener que pedirle las novelas a tu papá número... ¿Era uno o dos? — le pregunto a Beverly para mantenerla concentrada en su problema y no en los mapas que ando guardando, y me apresuro a dejar la caja dentro del armario aunque ni me fijo en el orden de sus cosas. Sin mucho más, me abrazo a la mochila con intenciones de ir hacia la puerta; Ben tiene un baúl de herramientas en algún punto de la parte trasera de la casa, así que puedo esconder allí los libros. Paso mis ojos de una rubia a la otra y acabo golpeando mi espalda contra la puerta, de la cual tanteo hasta agarrar la perilla — ¿Vienes, Ava?
Algo me dice que debería salir corriendo antes de que Beverly me ataque.
!Ava me quito mis libros! ¿Acaso quiere leerlos? Me podría haber pedido permiso, yo no tengo problema en prestar.
¿Será que quiere cumplir con una imagen de guerrera frente a Ken? Su frustración sexual le esta nublando el juicio, la violencia no es necesaria. Pero me aguanto la ganas de decirle algo y solo observo como se marchan con Ken, con mis libros y algunos mapas.
Una vez sola, sonrío, ellos no sabían de mi espía que había dejado afuera. Principalmente por el trapo viejo y pulgoso que habita esta casa y no se lleva con las ardillas, ni conmigo. Y ahora servía a mis propósitos, Noel los seguiría porque sentiría mi aroma en los libros.
Le sisee a Gigi cuando esta me gruño, y salí cuando creo que les dí suficiente tiempo, para rastrear a una mascota mejor educada. Encontre a mi Noel detrás de la casa y a mis amados libros.
Hmm, realmente creí que Ava se llevaría uno, supongo que estando Ken no le daría la oportunidad, por lo que deje uno para que pudiera empezar.
¿Será que quiere cumplir con una imagen de guerrera frente a Ken? Su frustración sexual le esta nublando el juicio, la violencia no es necesaria. Pero me aguanto la ganas de decirle algo y solo observo como se marchan con Ken, con mis libros y algunos mapas.
Una vez sola, sonrío, ellos no sabían de mi espía que había dejado afuera. Principalmente por el trapo viejo y pulgoso que habita esta casa y no se lleva con las ardillas, ni conmigo. Y ahora servía a mis propósitos, Noel los seguiría porque sentiría mi aroma en los libros.
Le sisee a Gigi cuando esta me gruño, y salí cuando creo que les dí suficiente tiempo, para rastrear a una mascota mejor educada. Encontre a mi Noel detrás de la casa y a mis amados libros.
Hmm, realmente creí que Ava se llevaría uno, supongo que estando Ken no le daría la oportunidad, por lo que deje uno para que pudiera empezar.
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