The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Jamie D. Niniadis
Me llevé un susto mortal cuando me llegaron con el cuento de que Hero se había perdido en el distrito once después de un ataque terrorista. Estaba muy enfadada, no solo conmigo misma por haber puesto en peligro a la niña, sino además con Sean por haberla perdido y con esa panda de inadaptados de mierda que no consigo quitarme de encima, haga lo que haga. Han estado bastante tranquilos durante diferentes épocas a lo largo de los últimos quince años, pero desde hace meses vienen haciendo jaleo constantemente, que me hace pensar que algo ha despertado en alguna parte; algo que antes no estaba.

No puedo dormir, pasan de las 3 de la mañana y no paro de dar vueltas por la habitación. Sean ya se ha despertado al menos cuatro veces y para evitar seguir desvelándole, salgo de la habitación, yendo al estudio a por una botella de Whisky de fuego y un abrigo, antes de salir de casa. Acabo apareciendo en el jardín de Riorden antes de meditar la idea al completo. No me importa la hora que es, ni tampoco que voy en pijama; simplemente doy un par de toques suaves a la que creo que es su ventana (espero no estarme equivocando) y los repito hasta que responden. — Necesito hablar contigo. — Levanto la botella de whisky de fuego como una especie de medio ofrenda medio disculpa por la hora y tomo asiento en una de las sillas de su jardín.

Mientras él baja voy sirviendo dos copas, una que dejo en el lugar donde él va a tomar asiento y otra que me bebo para entrar el calor mientras espero. He pensado mucho en estos problemas, a diario, incluso mientras debería estar haciendo otras cosas; en otras circunstancias les habría prendido fuego a todos hace tiempo. No sé porqué mierda sigo siendo tan condescendiente. Pero eso podría traerme más problemas que beneficios; muchos de los que están en los distritos cinco, doce u once (si es que hay alguien tan imbécil como para vivir allí) tienen familias aquí, y estoy bastante harta de estar castigando gente y acabar siendo el foco del odio de ciudadanos que en vez de admitir que la culpa es suya por no saber educar a sus hijos o no ver las señales entre los miembros de su familia, prefieren echármela a mi o a cualquiera que trabaja para mi.

24/09/2467 - Jardín de los Weynart - Riorden
Jamie D. Niniadis
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Riorden M. Weynart

Me he tirado horas medio dormido en el sofá, pero sin querer irme a dormir simplemente porque Ethan no ha llegado a casa a la hora que tenía que llegar. Otra vez. Ni siquiera sé por qué me preocupo si el el noventa por ciento de la veces que esto pasa es porque se ha quedado en casa de alguno de sus tíos a dormir, o está con Lëia. La primera vez que me dio este susto, casi ni dormí en toda la noche, y a primera hora de la mañana llegó tan tranquilo diciendo que se había quedado a dormir en casa de Elle. La siguiente vez fue que había quedado con Lëia y se le hizo tarde, así que le pidió a Zoey si podía quedarse a dormir en el sofá. Así que al final, después de dos horas de dar cabezadas en el sofá y acabar con dolor de cuello por culpa de la mala posición, me rindo y me voy al dormitorio, y en cuestión de segundos me quedo completamente dormido. Hasta que alguien me despierta dando golpecitos en la ventana.

Por un segundo se me quita un peso de encima al pensar que Ethan ha llegado a casa. Luego me enfado porque eso significa que ha perdido las llaves, igual que las perdió hace unos meses. Intentó colarme la excusa de que las había perdido, pero luego las encontré destrozadas en su habitación y clavadas a un montón de piezas de un robot inutilizado. Ese fue su primer intento de crear al que, meses más tarde, sería Trophy. Para variar, ese robot también acabó destrozado por un cortocircuito provocado por un vaso de zumo que le cayó de lleno.

Sin embargo, quien golpea a mi ventana no es Ethan. Tardo unos segundos en darme cuenta de quién se trata mientras mi vista se acostumbra a la escasa luz que entra por la ventana, y subo más la persiana hasta encontrarme frente a frente con Jamie. — Si me ofreces eso, puedes hablar conmigo siempre que quieras — bromeo para romper un poco el hielo, porque parece un asunto serio. No suelo beber demasiado desde que no me quedó más remedio que cuidar de dos críos, y luego lo mantuve cuando solo tenía a Ethan, pero beber de vez en cuando no le hace daño a nadie. En cuestión de minutos, estoy fuera yo también, sentado en otra de las sillas del jardín.  — ¿Qué ha pasado?

24/09/2467 - Jardín de los Weynart - Jamie
Riorden M. Weynart
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Jamie D. Niniadis
Me río de sus palabras poniendo las manos contra el vaso, como si este pudiera calentarme pero a pesar de que es whisky de fuego, solo puede darme calor mientras lo bebo. Suelto un suspiro de vez en cuando y me quedo mirando la nada, hasta que lo siento a mi lado. — No podía dormir. Y por lo rápido que contestaste a la ventana sospecho que tu tampoco. — Dio otro sorbo girando su cabeza para mirarlo con cierta sorna. Sabía que se había tenido que hacer cargo del hijo de su hermano después de que ejecutara a su padre por traición y también de su hermano más pequeño; aún así había encontrado el tiempo y la fuerza para hacer su trabajo, tal y como se debe, y encontrar la forma de lidiar con dos adolescentes que no se torcieron. Si obviáramos el hecho de que yo dirijo el país, él ya habría hecho más cosas que yo a su edad.

Suelto un suspiro sin saber como comenzar, aunque la ventaja de hablar con Riorden de estos temas, es que es su campo de trabajo y por tanto, tiene más experiencia en él que ninguna otra persona. Además de información. — Hero y Sean fueron al once. — Lo dejo caer. Me espero a ver su expresión para deducir que tanto sabe y que tanto no, de esta manera puedo saltarme los detalles aburridos. — Ese grupo los ha atacado y se separaron. Mi hija estuvo perdida en ese distrito varias horas antes de que los aurores dieran con ella. — Si, HORAS, podrían haberla matado en minutos y ellos tardaron horas. Sé que es culpa de Hero por no seguir el protocolo, pero a veces olvido que es solo una niña y que el pánico no juega a su favor. — Me he encargado de que ese altercado no saliera a la prensa. No quiero a un montón de fanáticos pensando que pueden acercarse a mi hija tan fácilmente. Pero eso ya ha pasado. Mi hija está bien. No me importa lo que ha pasado en sí. Necesito que no se vuelva a repetir.

24/09/2467 - Jardín de los Weynart - Riorden
Jamie D. Niniadis
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Riorden M. Weynart

Alzo las cejas y asiento con la cabeza cuando deduce que yo tampoco podía dormir bien. — Adolescentes y jóvenes adultos. — Es todo lo que digo, porque sé que entenderá a qué me refiero. Ella también ha tenido que lidiar con un hijo algo desobediente; hijo del que hace años que no sabemos nada y que opté por ignorar el tema cuando los años fueron pasando y Seth no volvió nunca más. Si Ethan no es mi propio hijo biológico y me preocupo como si fuera el fin del mundo cada vez que desaparece unas horas o un día, no me quiero ni imaginar lo que debió de pasar ella cuando Seth se fue para siempre. Es una de las cosas que más admiro de ella, que perdió a cuatro hijos y, aun así, siguió al pie del cañón por la causa para llegar a donde estamos ahora. Ethan, Lëia y su hija Hero, tienen un mundo mejor gracias a eso. Un mundo que nosotros nunca tuvimos cuando teníamos sus edades, sino que nos tocó ver cómo morían los nuestros. Sí, perdí a Aaron y a Lena cuando fueron condenados por ella, pero Aaron se lo buscó por jugar a doble banda, así que nunca he culpado a nadie más que no sea mi hermano. Se recoge lo que se siembra, por mucho que me importara Aaron.

Cuando empieza a explicarme que Sean y Hero se fueron al once, me imagino por dónde van los tiros. Estos últimos meses los actos provocados por un grupo de revolucionarios han ido en aumento. Normalmente se dedican a pintar las paredes con protestas sinsentido y cosas del estilo, pero no quiero ni imaginar lo que debieron hacer al ver a la familia de la Ministra de Magia ahí. Especialmente cuando vieron a Hero, que no es más que una niña, pero a quien pueden ver como la debilidad de Jamie.

Mis sospechas se confirman cuando me dice que la pequeña se perdió por el distrito. En su momento, fue el primer distrito que conquistamos, así que es curioso como parece que ahora sea uno donde más problemas hay. Es lo que pasa cuando baja la economía y la gente se enfada con el Gobierno, como si la culpa fuera solo de nosotros en vez de modernizarse ellos como sí que hicieron otros en su momento. — ¿Hero está bien? — Lo primero es lo primero, y luego ya pasar a temas más importantes, porque no podemos seguir así. — Tenemos que mandar más seguridad a los distritos bajos. — Es algo obvio, pero me paro a remarcarlo igualmente. — Puedo destinar a uno de mis escuadrones de aurores mañana mismo, si es lo que quieres. Y que sean severos. No podemos permitir que estos actos se vuelvan algo normal, y cuanto más severos seamos, menos querrán jugarse el cuello al ver lo que les puede pasar. — Los castigos flojos como pasar una noche en el calabozo han dejado de servir en estos casos desde hace ya un tiempo.

24/09/2467 - Jardín de los Weynart - Jamie
Riorden M. Weynart
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Jamie D. Niniadis
El tema de Seth siempre ha sido un asunto pendiente para mi, ese tipo de tema del que no quiere hablar ni siquiera con la persona que más confías en el mundo. Acomodo un mechón de mi pelo con la vista perdida soltando un suspiro y riendo ligeramente ante la idea de pensar en Riorden teniendo que enfrentarse a un par de adolescentes, ya no tan adolescentes; y a veces echo de menos al mío, a quien he dado ya por muerto. Pero Hero llena cada día de mi vida, aunque no sepa que hacer con ella la mitad del tiempo. Es una niña. Eso ya la hizo distinta a mis otros hijos. Todos muertos ahora. Algunos por mi culpa. — Si. Asustada y nerviosa pero bien. Al parecer dio con una buena persona en medio de esa panda de energúmenos — No estoy segura de si fue una buena persona o le hizo algo que no hayamos visto y de lo que luego me vaya arrepentir, pero no quiero pensar en eso demasiado; porque así ya me robaron a Seth una vez. Le convencieron de que la equivocada era yo.

No dejaré que eso le pase mi Hero. Jamás.

Hago una ligera mueca cuando habla de más seguridad hacia los distritos del norte porque mis tiros no iban por ahí. En realidad estoy tan segura de que son lo suficiente salvajes como para, si retiramos los aurores que hay, se acaben matando entre ellos. Eso me eximiría a mi de parte de culpa; al menos de la mitad de la que me daría si simplemente les prendiera fuego. Pero no lo digo en voz alta, medito la idea desde su punto de vista, porque Sean no está y él es el que evalúa el impacto social que tendrá una de mis decisiones. — Me parece bien. Que crean que nos preocupan todavía. — Ni siquiera me molesto en enmascarar el poco cariño que le tengo a los distritos pobres. Eran 14 distritos en total, ¿creen de verdad que perder a 3 me importa? en absoluto; no mientras el resto siga funcionando. — No me juzgues. — No le miro, solo lo aclaro, dando otro sorbo al whisky de fuego, esta vez más grande. — Esos distritos están en ruinas. Sería una apuesta estúpida y una pérdida de dinero que no podemos permitirnos. — Además están llenos de repudiados y traidores. Como no puedo distinguirlos a los unos de los otros, tampoco puedo castigarlos. — Pero podemos hacerlo al revés esta vez. Primero enviamos los recursos médicos y alimentarios y después a los aurores. — Siento un cierto regocijo con esa idea. — Lo bueno de que hayan atacado a Hero y Sean antes de que dijeran a que iban, es que podemos inventarnos que iban con ayuda humanitaria que casi rompen en pedazos y desperdician.

24/09/2467 - Jardín de los Weynart - Riorden
Jamie D. Niniadis
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Riorden M. Weynart

No debería sorprenderme que diga que se encontró con una buena persona, pero lo hace. A estas alturas creo que se pueden contar con los dedos de las manos la gente decente que debe de quedar en los distritos más pobres. Supongo que en esos casos serán familias que, por razones personales, no hayan querido dejar su hogar atrás. Igualmente, no sé cómo a alguien le gustaría vivir ahí. Supongo que me he acostumbrado a haber cambiado tantas veces de residencia, que para mí es de lo más normal. — Es un alivio. Seguro que fue muy valiente. — No he tratado mucho con la pequeña Niniadis, pero lo poco que lo he hecho, parece una niña espabilada y responsable.

Medito todas y cada una de las palabras que Jamie me dice, intentando imaginar todos los posibles escenarios a los que esas decisiones podrían llevarnos. Y me parece lo más factible. Tiene toda la razón con lo que dice de que mandar más seguridad sería inútil, porque quizá hasta se revelarían más y se opondrían a las fuerzas de seguridad, así que lo mejor es que las mantengamos donde están, y se centren en proteger esos distritos. No podemos permitir que esa gentuza llegue a otras zonas y les metan en la cabeza las ideas de que pueden hacer actos de vandalismo siempre que les venga en gana. Es como un virus; un virus que hay que cortar antes de que empiece a propagarse siquiera.

Doy un sorbo a mi vaso de whisky, y degusto el sabor ardiente que tiene antes de decidirme a hablar: — Pienso igual que tú. Hay que darles algo, que se piensen que todavía nos preocupamos por ellos y que no creemos que son una causa perdida. — Es más probable que llueva oro del cielo, que la economía de ahí remonte. Pero eso no tienen por qué saberlo. — Y entonces, haremos que crean que se han hecho daños ellos mismos haciendo ver que estaban ahí para llevar provisiones, como dices. — Probablemente eso los vuelva más en contra entre ellos mismos, y quizá hasta nos sirva para apaciguar las aguas de los vándalos que estropean las calles con mensajes infundidos y calumnias en pinturas horrendas en las paredes. — Si son inteligentes, puede que opten por pararse los pies entre ellos al ver que casi pierden las ayudas que les estábamos mandando, y que tan bien les irían ahora mismo.

24/09/2467 - Jardín de los Weynart - Jamie
Riorden M. Weynart
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Jamie D. Niniadis
Estoy muy orgullosa de mi hija, así que sin duda asiento a la mención de su valor cuando Riorden lo dice. Le doy otro trago a la bebida mientras muevo las rodillas para ayudar a que el movimiento de mi cuerpo ofrezca algo más de calor. El tema vuelve a cambiar hacia lo que nos ocupa aquella noche y sus palabras me hacen asentir de nuevo, pero esta vez de forma un poco más mecánica, hasta que llega al final de la frase, cosa que me hace mirarlo. — Llevo años pensando que se extinguirían entre ellos y aunque es cierto que han habido asesinatos por doquier, no los suficientes, me temo. — Además, más gente ha acabado envuelta en el proceso, lo cual a su vez ha aumentado el número de repudiados.

Conforme los años han ido pasando, algunas normas se han hecho más estrictas y los castigos más severos. No todo tiene que ver con las decisiones que he tomado aunque sigo pensando que no tomar ninguna decisión también es tomarla. El juez del wizengamot condena las personas en muchos casos sin su presencia y aunque a veces le han llegado noticias de casos exagerados, no le preocupa demasiado estar salvando a cada ciudadano o escuchando a cada ciudadano quejarse acerca de lo injustos que han sido con ellos. Quizá hubiera que revisar el sistema pero entonces necesitaría más tiempo del que tengo. — Quizá podríamos darle esperanza a aun par de repudiados. Ya sabes. Decirles que su delito expirará en X número de años y entonces podrán intentar de nuevo ajustarse a nuestra sociedad. — Pero en aquel grupo hay algo raro, algo que contamina a la persona que lo pisa y que puedan regresar con los demás, no me convence. — Necesitamos pararles los pies como sea. Esto se está saliendo de control. Los rebeldes llevan años escondidos y ni siquiera sabemos donde están o como son sus caras ahora ¿cómo podemos buscarlos si no sabemos que buscamos? A lo mejor se pasean delante de nuestras caras. Podrían. Ni siquiera les reconoceríamos. — Me lo he planteado más de una vez mientras miro las fotos viejas de Seth. Si ahora fuera un adulto y se parara delante de mi, ¿lo reconocería? no estoy del todo segura y diría que "una madre lo sabe", pero yo no soy ese tipo de madre.

24/09/2467 - Jardín de los Weynart - Riorden
Jamie D. Niniadis
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Riorden M. Weynart

Me mantengo en silencio mientras habla de los repudiados y de cómo podríamos mirar de darles una ligera esperanza a alguno de ellos. No es mala idea, porque podríamos coger a uno que apenas haya dado problemas y hayan sido minucias en comparación a otros. Ese grupo de gentuza es un tema exasperante. Por ejemplo, hace tiempo que no voy al Distrito 11, y las pocas veces que lo hago es a través de la metamorfomagia. Con el tiempo he ido alejándome más de ese distrito, que fue nuestro primer gran paso para hacernos con NeoPanem, simplemente porque me pone de mal humor ver qué clase de personas hay ahora. — Me parece bien. Habría que hacerlo con gente que no haya dado demasiados problemas y sus delitos sean menores, pero sí. — Estoy seguro de que ella también lo ha pensado, pero igualmente lo digo.

Doy otro rápido sorbo al whisky, y remuevo el vaso, pensativo. Comprendo perfectamente lo que dice, porque han pasado quince años y todos hemos cambiado mucho en ese tiempo. Había críos y adolescentes desaparecidos entre los rebeldes, como Benedict Franco y el propio Seth, e incluso hasta el bebé de la hija adoptiva de Allen. ¿Cómo se reconoce a alguien que hace tanto tiempo que no ves y que apenas se había desarrollado físicamente? Por no hablar de que en ese sentido ellos tienen más facilidades de las que nosotros tuvimos cuando éramos rebeldes dentro del Gobierno de los Black. — Podrían hasta cambiar su aspecto con una simple poción multijugos y tomarnos por estúpidos. Hoy en día es mucho más fácil conseguirla que en nuestra época — respondo, molesto con la simple idea de cómo pueden estar engañándonos. Ambos somos metamorfomagos y sabemos lo simple que sería cambiar nuestro aspecto, pero si los rebeldes saben moverse y conseguir los ingredientes, también lo tienen fácil aunque en su caso sea una solución más temporal. — Quizá deberíamos controlar más ese tipo de ventas de ciertos ingredientes. — Es algo difícil teniendo en cuenta que siempre puede haber mercados negros.  — Y pensar como ellos. Nosotros también fuimos rebeldes. Podríamos mandar patrullas a controlar los límites del país, pero patrullas con buenos conocimientos mágicos para comprobar si hay hechizos protectores cercanos, no simples aurores. — Sí, es complicado porque con nosotros casi todo el mundo sabía que estábamos refugiados en Europa, mientras que ahora nosotros no sabemos en qué lugar pueden estar escondidos ellos. Porque otra cosa es saber que puede existir el 14, pero saber dónde está ubicado es muy distinto.

24/09/2467 - Jardín de los Weynart - Jamie
Riorden M. Weynart
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Jamie D. Niniadis
Yo pensaría en algo más que solo demasiados problemas y delitos menores, porque definitivamente no pienso ofrecerle una oportunidad así a un sangre sucia. No por nada en particular, pero ni siquiera deberían existir. Existen porque los Black nos robaron la magia durante años. Son una aberración que nació de la mezcla de sangres y una interacción entre dos razas que nunca deberían haberse conocido. — Tendríamos que mirar eso en condiciones. La mayoría son criaturas mágicas o muggles. — muggles, porque me negaba a llamarlos magos sangre sucia. — y la mayoría de los que son magos, hicieron algo por lo que se merecen estar allá — Y pueden dar gracias a su dios por no haber acabado incinerados en la plaza. — Criaturas tal vez. A algunas podríamos encontrarles una utilidad. — Dejo caer, pero era una idea que no me resultaba del todo atractiva. La Black tuvo ese sistema hace años. Licántropos luchando para ella. Y fue duro para nosotros. Pero no quiero copiarle sus ideas.

Suelto un suspiro cuando menciona la poción multijugos. Empezar a poner normas absurdas para privar a la gente de ingredientes no nos va a solucionar nada, menos cuando sabemos que el mercado negro existe. En una especie de limbo entre lo prohibido y lo permitido. Es una de esas cosas de las que tenemos constancia pero de la que nadie habla; porque es mejor tener todo lo ilegal controlado en un sitio que desperdigado por todos los distritos. Es cuestión de estrategia; no de permisividad. — No podemos pensar como ellos, Riorden. Nuestros ideales no son los mismos. — Podemos intuir por donde quieren ir, lo que quieren hacer, pero no con la exactitud con la que podríamos si hubiera... si hubiera alguien dentro.

Me muerdo el labio. La idea se va formando en mi cabeza de forma repentina, pero sé que es una buena cuando a medias de estarme llevando el vaso a los labios de nuevo, me quedo quieta y bajo las piernas del asiento. — Habría gente dispuesta a hacer cualquier cosa en Alcatraz, con tal de salir de ella. ¿no? — Es una pregunta retórica. Ambos sabemos que sí. — ¿Y si encontramos a alguien dispuesto a venderse? Si se cuela en ese grupo, lo sabremos todo antes de que suceda. — Y a la larga, es la misma estrategia que usamos nosotros contra el gobierno en su momento, pero a la inversa.
24/09/2467 - Jardín de los Weynart - Riorden
Jamie D. Niniadis
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Riorden M. Weynart

Estoy de acuerdo en que lo mejor sería utilizar alguna criatura mágica, pues los muggles y sangre sucia no se merecen una oportunidad de perdón como esta, y los magos traidores tampoco porque después de lo mucho que hemos luchado por ellos, por nosotros, nos han traicionado a la primera que han podido. — ¿Alguna semi-veela o 1/4 de veela? — En el caso de que fuera con ellas, quien tratase con ellas debería ser una mujer porque no tengo ganas de que acaben manipulando a un hombre por sus habilidades. — Con ellas nos aseguramos de que a quien se le está dando la oportunidad lleva sangre mágica. — No me hace falta decir que descartemos a las sangre sucia porque es algo obvio tratándose de nosotros. Por otra parte, los licántropos, por ejemplo, pueden ser simples muggles a los que hayan mordido, así que estaríamos en las mismas que con los muggles "normales".

Sé que nuestros ideales están lejos de ser los mismos, pero veo que quieren conseguir el mismo objetivo que nosotros queríamos con los Black: derrocarlos. Sí, ellos son unos estúpidos que ni siquiera saben ponerse de acuerdo entre ellos y que ni siquiera tienen un líder, al menos no que nosotros sepamos. Pero la finalidad es la misma. — Si metemos una semi-veela, quizá podría hasta controlar a los hombres de esos grupitos. — En este caso que tengan esa habilidad sí que nos serviría de algo. Pero es complicado que acepten a hacerlo porque seguramente nos desprecien por haberlas metido en ese agujero que es Alcatraz. — Es complicado que acepten y quizá nos cueste, pero si encontramos a alguien lo suficientemente desesperado para salir de ahí, podría funcionar.

Mi mente se aleja por un momento del tema de intentar colar a alguien en el grupo clandestino y terrorista para volver de nuevo a lo de dar esperanza a los distritos del norte y que crean que de verdad nos importan. — Podríamos hacer una gala benéfica — digo en cuento se me pasa por la cabeza. No sé exactamente de qué tipo sería porque nunca he organizado una y si voy a eventos es simplemente por ser quien soy. — Para recaudar dinero para los distritos del norte, por lo que hablábamos antes de que vean que solo queremos ayudarles. — No sé qué le parecerá la idea, pero sigo preocupado porque las cosas vayan cada vez peor en esos distritos por muy acabados que estén. Esta vez, cuando fueron Sean y Hero, todo quedó en un susto, ¿pero qué será lo siguiente?

24/09/2467 - Jardín de los Weynart - Jamie
Riorden M. Weynart
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Jamie D. Niniadis
La idea de las veelas me resulta muy atractiva, no sería la primera vez que tenemos a alguna de ellas trabajando para nosotras y la mitad es bastante predecible y fácil de manipular. Además si nos sacamos a la mitad de terroristas de en medio (porque todos sabemos que la mitad son idiotas y por tanto, varones), sería una forma bastante simple de neutralizarlos sin gastar dinero de más o emplear demasiados recursos que, por cierto, no tenemos. La gente cree que dirigir un país es coser y cantar, dar órdenes, distribuir las cosas por igual, pero se pierden la parte importante: nada funciona sin dinero; y con el cambio de moneda nunca se imprimió suficiente. Lo peor es que hacer más tampoco era la solución. — Es idea me gusta. — Murmuro, después de agotar por completo la bebida de mi vaso y poniéndola entre las piernas para poder echar un poco más. — Le pediré a Greyson que te envíe una lista con todas las criaturas mágicas dentro de alcatraz, para que puedas echarles un vistazo. — Quizá no haya veelas o descendientes de veelas que puedan sernos útiles, pero tampoco serían las únicas criaturas mágicas de las que podamos disponer.

Esbozo una sonrisa cuando menciona lo de "suficientemente desesperado" sabiendo que más de uno lo estará. Alcatraz no es agradable, mucho menos ahora que están bajo vigilancia las 24 horas. — Tendremos de sobra. Es lo bueno de esto. Que solo hará falta decidir quien nos viene mejor. — Entorno mis ojos para lanzarle una mirada interrogante al escuchar lo de la gala benéfica, captando la idea después de que me lo explica, algo que se nota inmediatamente en mi expresión, que elevo las cejas ligeramente con una sonrisa asomando en mis labios. Es una idea genial. Enmascarar una ayuda para los distritos pobres que luego se puede usar en cosas más importantes. — Es una buena forma para recaudar dinero. Me gusta. Si al final no la malgastamos en esos distritos, sé un par de proyectos donde nos vendrían bastante bien. — Prefiero seguir alzando los distritos que ya tengo, más que preocuparme por los que podría tener. — ¿Conoces a alguien que pueda organizarla? se me pasa un par de personas por la cabeza, pero no soy mucho de fiestas así que no hablemos de valorar si son buenas o no — Las reuniones no eran mi fuerte y de las 20 que hubieran al mes, me buscaba excusa para al menos 19. Sean era la cara pública de todo esos rollos. Y hero ahora, que había empezado a adorar que le dieran regalos solo por ser quien era y ser la única nena del lugar. Creo que la miman demasiado, pero a ella le encanta y si ella es feliz y la gente que le regala las cosas también, no tengo porque meterme en medio. — Además sé que suena cliché, pero los ricos adoran malgastar dinero en fiestas — No meto a todo el mundo en el mismo saco, pero cuando hablo de ricos, me refiero a los desesperados de los distritos ricos, siempre buscando la forma de destacar entre el montón. Por eso, esa idea es perfecta.

24/09/2467 - Jardín de los Weynart - Riorden
Jamie D. Niniadis
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Riorden M. Weynart

Asiento cuando responde que me enviará una lista con los nombres de las criaturas mágicas que están presas en Alcatraz, y me llevo el vaso a los labios para terminar mi bebida también. Vuelvo a rellenarlo cuando ella acaba mientras mentalmente intento pensar en alguien que sepa lo suficiente de eventos como para poder hacer algo decente. Creo que ninguno de los dos tenemos muchos conocimientos sobre eso porque ir a esa clase de sitios nunca ha sido lo nuestro, pero no queda más remedio que adaptarse a la situación. — Tengo alguna idea, sí — respondo al final. El diseñador de interiores que preparó la boda de Elle y Elijah en su momento no lo hizo nada mal, y también tengo alguno fichado yo para cuando me toque el momento de casarme. — Llevo un tiempo buscando diseñadores de interiores y organizadores para cuando decida pedirle matrimonio a Zoey — añado. No es por sonar egocéntrico y creerme que vaya a decir que sí, pero conociendo nuestra relación, sería extraño que a estas alturas no quisiera casarse. Tampoco pretendo ocultar las intenciones de casarme con la rubia, y tarde o temprano Jamie se enteraría.

Río ligeramente por lo bajo al escuchar su comentario sobre los ricos, porque tiene razón. Quizá ahora yo tenga más dinero del que pensaría que llegaría a tener, pero teniendo en cuenta que crecí en un mundo pobre y en el que costaba un montón conseguir sobrevivir, no voy a despilfarrar el dinero así como así. — Exacto. Siempre podemos encontrar algo útil en lo que de verdad emplear el dinero que recaudemos. — Puede sonar egoísta, pero es que los distritos del norte son una pérdida de tiempo, y hay cosas más importantes en las que invertir. — Incluso lo preferiría hasta en los mercados de esclavos antes que ahí. — No tengo ganas de que se vuelvan a liberar muggles esclavos como pasó a principios de año, pero tampoco es una prioridad porque luego se les encuentra y ya. Estoy a punto de comentar algo más al respecto para ultimar los detalles de la gala cuando escucho las llaves abriendo la puerta de casa. — Esto... Si me disculpas, tengo que ir a encargarme de mi hijo. — Me da igual que tenga veintidós años, porque mientras siga queriendo vivir conmigo, tiene que atenerse a mis normas y eso incluye el no llegar cuando quiera sin avisarme. — Te mantendré informada de la gala benéfica y me miraré la lista de criaturas cuando llegue. Buenas noches — añado antes de salir del jardín y entrar en casa para mantener una conversación seria con Ethan.

24/09/2467 - Jardín de los Weynart - Jamie
Riorden M. Weynart
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