OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Que yo pudiese recordar, era la primera vez que me tocaba custodiar las torres por la noche. Nunca llegué a entender por qué no me había tocado antes, pues lo hubiera hecho de muy buena gana. Era el momento perfecto para poder estar un poco a solas contigo mismo, un tiempo del que yo personalmente disfrutaba mucho. Siempre he preferido estar sola con mis propios pensamientos, aprendiendo a conocerme un poco más a mí misma. Y para colmo, no sólo tienes tiempo de conocerte a ti misma sino que también puedes conocer a la persona a la que le toque contigo. Aunque soy una persona muy tímida, parece que este tipo de circunstancia ayuda al hecho de que me sienta más cómoda entablando conversación con alguien que no conozco. Supongo que es porque al estar los dos obligados a estar aquí ni siquiera tenemos por qué hablar si no queremos, y por el contrario en el caso de querer habría una excusa factible. Esta vez mi compañero ni siquiera es un desconocido, por lo que no podría estar más tranquila.
Kendrick aún no ha llegado, no porque venga tarde sino porque yo he venido pronto. Sentí que la persona a la que vine a relevar quince minutos antes de que me tocara estuvo a punto de darme un abrazo antes de salir casi corriendo y cederme de muy buena gana su turno de guardia. No consigo entender qué es taaaan aburrido, yo he traído comida, un libro y mantas. Con eso, la multitud de preciosas estrellas que hay en el cielo y la buena compañía que está por llegar, no veo por qué tanto alivio.
Me encojo de hombros antes de instalarme poniendo una de las mantas en el suelo de la torre y la otra sobre mis piernas cuando me siento apoyada en una de las paredes para poder ver bien. No olvidemos que estamos aquí para vigilar que todo vaya bien, no sólo para pasar el rato con libros, estrellas y pensamientos. Escucho sus pasos subiendo hasta aquí y no puedo evitar sonreír al ver a mi amigo entrar por la puerta. Me levanto rápidamente y le doy un abrazo a Kendrick a modo de saludo. - ¡Keeeeen! - Hacía bastante tiempo que no lo veía y ya le echaba de menos, aunque nunca lo diré en voz alta. Es como mi hermano mayor, siempre está ahí cuando necesito contarle alguna estupidez, y más aún cuando es algo importante. Me separo de él con una sonrisa y voy de nuevo hacia mi sitio, acurrucándome más en la esquina para dejarle un sitio a él. - ¿Quieres una manzana? - Le ofrezco una al tiempo que cojo una para mí y le doy un mordisco. - ¿Te fue bien en todo este tiempo? - Seguramente la expresión todo este tiempo ha sonado como si llevásemos meses sin vernos cuando probablemente sean sólo días, semanas como mucho, pero la exageración es algo que siempre hay que tener en cuenta en mis frases cuando me conoces bien.
Kendrick aún no ha llegado, no porque venga tarde sino porque yo he venido pronto. Sentí que la persona a la que vine a relevar quince minutos antes de que me tocara estuvo a punto de darme un abrazo antes de salir casi corriendo y cederme de muy buena gana su turno de guardia. No consigo entender qué es taaaan aburrido, yo he traído comida, un libro y mantas. Con eso, la multitud de preciosas estrellas que hay en el cielo y la buena compañía que está por llegar, no veo por qué tanto alivio.
Me encojo de hombros antes de instalarme poniendo una de las mantas en el suelo de la torre y la otra sobre mis piernas cuando me siento apoyada en una de las paredes para poder ver bien. No olvidemos que estamos aquí para vigilar que todo vaya bien, no sólo para pasar el rato con libros, estrellas y pensamientos. Escucho sus pasos subiendo hasta aquí y no puedo evitar sonreír al ver a mi amigo entrar por la puerta. Me levanto rápidamente y le doy un abrazo a Kendrick a modo de saludo. - ¡Keeeeen! - Hacía bastante tiempo que no lo veía y ya le echaba de menos, aunque nunca lo diré en voz alta. Es como mi hermano mayor, siempre está ahí cuando necesito contarle alguna estupidez, y más aún cuando es algo importante. Me separo de él con una sonrisa y voy de nuevo hacia mi sitio, acurrucándome más en la esquina para dejarle un sitio a él. - ¿Quieres una manzana? - Le ofrezco una al tiempo que cojo una para mí y le doy un mordisco. - ¿Te fue bien en todo este tiempo? - Seguramente la expresión todo este tiempo ha sonado como si llevásemos meses sin vernos cuando probablemente sean sólo días, semanas como mucho, pero la exageración es algo que siempre hay que tener en cuenta en mis frases cuando me conoces bien.
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Hacer guardia suele ser una tarea sencilla pero solitaria, pero lo bueno de ser jóvenes es que en algunas ocasiones nos permiten tener compañía a pesar de que no suela ser lo más común. Hoy es la primera vez que Murphy cubre un turno de modo que he obtenido la petición de ir con ella, lo cual en parte me da flojera porque pensaba dormir las horas que necesito pero a su vez me entusiasma porque a veces pasar la noche con tus amigos, aunque sea muriendo de frío en una torre, es lo suficiente divertido como para olvidarte de lo tedioso de la tarea.
Me despido de Lilah y papá en cuanto termino de cenar y escondo una botella de cerveza dentro de mi mochila, donde además cargo con algunas tonterías extra que nos pueden hacer más leve la tarea. Silbando, voy a paso apresurado hacia la torre que nos adjudicaron y subo las escaleras con aire entusiasta, hasta asomar mi cabeza por la entrada justo para sentir como todo el peso de Murphy me lleva por delante junto con un saludo tan entusiasta que no comprendo del todo. No es como si en el catorce no nos viéramos todos todo el tiempo por la escuela, los entrenamientos y el simple hecho de ser pocas personas, pero de todos modos la estrecho gracias a que es la primera vez en mucho tiempo que no la veo con Zenda pagada al lado y que podemos estar solos para hablar como hace... ¿Cuánto tiempo?
— Las manzanas siempre son bienvenidas, Murph — mascullo con una sonrisa, tratando de meterme a la torre sin empujarla. Observo como ella ya ha colocado su mini campamento para pasar la noche y apoyo mi mochila en uno de los rincones, mostrándome obviamente satisfecho en expresión — Viniste preparada. Eso está bien — utilizo el tono que le he escuchado a los adultos cuando hacemos algo bien porque aquí soy el mayor y se supone que soy el que tiene experiencia, así que asumo que confían en mí para felicitarla, darle explicaciones y toda la bola.
Tomo la manzana que ella me pasa y le doy un rápido mordisco, apoyándome en uno de los bordes de la torre para observar el tranquilo paisaje, sintiéndome demasiado hiperactivo como para estar condenado a horas aquí arriba. El jugo de la fruta me hace relamerme y me demoro en responder por su culpa — Bien. Bueno, no hay mucho que contar si siempre es lo mismo pero... bien. El otro día le robé una cerveza a papá y la traje, por si te interesa — no sé si ella toma alcohol pero si no lo hace le vendría bien probarlo. Con un mordisco generoso, me giro hacia ella luciendo las mejillas hinchadas por la fruta y mastico como una vaca rumiante — ¿Tú tienes alguna novedad o tu madre ni tiene alcohol para robar?
Me despido de Lilah y papá en cuanto termino de cenar y escondo una botella de cerveza dentro de mi mochila, donde además cargo con algunas tonterías extra que nos pueden hacer más leve la tarea. Silbando, voy a paso apresurado hacia la torre que nos adjudicaron y subo las escaleras con aire entusiasta, hasta asomar mi cabeza por la entrada justo para sentir como todo el peso de Murphy me lleva por delante junto con un saludo tan entusiasta que no comprendo del todo. No es como si en el catorce no nos viéramos todos todo el tiempo por la escuela, los entrenamientos y el simple hecho de ser pocas personas, pero de todos modos la estrecho gracias a que es la primera vez en mucho tiempo que no la veo con Zenda pagada al lado y que podemos estar solos para hablar como hace... ¿Cuánto tiempo?
— Las manzanas siempre son bienvenidas, Murph — mascullo con una sonrisa, tratando de meterme a la torre sin empujarla. Observo como ella ya ha colocado su mini campamento para pasar la noche y apoyo mi mochila en uno de los rincones, mostrándome obviamente satisfecho en expresión — Viniste preparada. Eso está bien — utilizo el tono que le he escuchado a los adultos cuando hacemos algo bien porque aquí soy el mayor y se supone que soy el que tiene experiencia, así que asumo que confían en mí para felicitarla, darle explicaciones y toda la bola.
Tomo la manzana que ella me pasa y le doy un rápido mordisco, apoyándome en uno de los bordes de la torre para observar el tranquilo paisaje, sintiéndome demasiado hiperactivo como para estar condenado a horas aquí arriba. El jugo de la fruta me hace relamerme y me demoro en responder por su culpa — Bien. Bueno, no hay mucho que contar si siempre es lo mismo pero... bien. El otro día le robé una cerveza a papá y la traje, por si te interesa — no sé si ella toma alcohol pero si no lo hace le vendría bien probarlo. Con un mordisco generoso, me giro hacia ella luciendo las mejillas hinchadas por la fruta y mastico como una vaca rumiante — ¿Tú tienes alguna novedad o tu madre ni tiene alcohol para robar?
Me alejo unos pasos al notar yo misma de la excesiva efusividad con la que lo he recibido. Ni me había dado cuenta hasta que no noto sus pies tambalearse ligeramente ante el impulso de mi abrazo. Me río levemente y mascullo una disculpa mientras vuelvo a mi sitio, acomodándome entre las mantas y sacando sólo las manos fuera de su calor para poder comer la manzana como si fuera la único que como en meses. Mi madre me miró como si no fuera su hija cuando le dije que no quería cenar hoy precisamente para poder traer comida y hacerlo aquí. Por algún motivo que incluso yo desconozco me hacía especial ilusión sentir que estas torres son como un refugio, supongo que eso hará menos tediosa la tarea principal de vigilar. Asiento con energía mientras mordisqueo la manzana cuando dice que siempre son bienvenidas. Doy una pequeña patada a la mochila que traje, dejando al descubierto el arsenal de comida que hay dentro y dando a entender con un gesto de la cabeza algo que igualmente digo en voz alta - Puedes coger lo que quieras si tienes hambre - Las noches en vela dan hambre, no lo neguemos.
Le miro cuando escucho su voz respondiendo a mi pregunta de forma normal hasta que llega a la última parte. Al principio me río pensando que es una broma, pero cuando comprendo que lo dice en serio un dilema va creciendo en mi mente. - Cerveza...- Todos los mayores la adoran, o al menos están constantemente bebiéndola cuando la hay, así que tiene que estar rica ¿no? Asumo que sabe a fresa o algo así, por lo que el dilema no tarda mucho en resolverse. - Sólo un traguito, y no puedes decírselo a nadie - Le apunto con un dedo y acompaño eso del tono más amenazador que sé poner, mientras una sonrisa pícara se dibuja en mis labios cuando veo la botella de vidrio en su mochila. Casi me lanzo a por ella, observándola a la luz de la luna. - No tiene pinta de saber a fresa - Aunque no ha escuchado mis pensamientos lo digo en voz alta recalcándolo con un ligero gesto de asco antes incluso de probarla. Me encojo de hombros intentando restarle importancia y giro la rosca del tapón, dando un sorbo dubitativa.
Cuando pasa por mi garganta me doy cuenta de por qué no la había probado nunca, pero no de por qué todos parecen adorarla. Trago no sin dificultad y casi enseguida pongo cara de asco y saco la lengua como si eso fuera a quitarme el sabor. - ¡Puaaaaaaaj, es asquerosa! Sabe a pis - El color amarillento del líquido no ayuda mucho, y finjo una arcada mientras alejo la botella de mí. No es como si alguna vez hubiera probado el pis pero estoy segura de que de haberlo hecho así es exactamente como sabría. Sacudo la cabeza en un intento de alejar el recuerdo del sabor de mi mente y escucho su pregunta agradeciendo tener otra cosa en la que pensar. - Tengo un conejo - Digo de forma orgullosa antes de apresurarme a decir que no hay novedades. - Se llama Mortimer. Mort para los amigos - Me río porque si le puse ese nombre es precisamente porque me parece de lo más gracioso. - A parte del pis embotellado, ¿seguro que no hay nada más? No sé, con alguien en concreto - Muevo mis ojos del suelo a él y de él al suelo unas cuantas veces antes de alzar las cejas y dar a entender lo que quiero decir. No hace falta ser muy listo para enterarse de los temas de niños. Todos sabemos que a Zen le gusta Jared, igual que todos sabemos que a Ken le gusta Delilah. No sé si todos, pero desde luego yo sí que me he fijado aunque nunca haya llegado a decirlo en voz alta. Esta no será una excepción, prefiero que mi amigo me lo diga algún día porque quiere y no porque le presione.
Le miro cuando escucho su voz respondiendo a mi pregunta de forma normal hasta que llega a la última parte. Al principio me río pensando que es una broma, pero cuando comprendo que lo dice en serio un dilema va creciendo en mi mente. - Cerveza...- Todos los mayores la adoran, o al menos están constantemente bebiéndola cuando la hay, así que tiene que estar rica ¿no? Asumo que sabe a fresa o algo así, por lo que el dilema no tarda mucho en resolverse. - Sólo un traguito, y no puedes decírselo a nadie - Le apunto con un dedo y acompaño eso del tono más amenazador que sé poner, mientras una sonrisa pícara se dibuja en mis labios cuando veo la botella de vidrio en su mochila. Casi me lanzo a por ella, observándola a la luz de la luna. - No tiene pinta de saber a fresa - Aunque no ha escuchado mis pensamientos lo digo en voz alta recalcándolo con un ligero gesto de asco antes incluso de probarla. Me encojo de hombros intentando restarle importancia y giro la rosca del tapón, dando un sorbo dubitativa.
Cuando pasa por mi garganta me doy cuenta de por qué no la había probado nunca, pero no de por qué todos parecen adorarla. Trago no sin dificultad y casi enseguida pongo cara de asco y saco la lengua como si eso fuera a quitarme el sabor. - ¡Puaaaaaaaj, es asquerosa! Sabe a pis - El color amarillento del líquido no ayuda mucho, y finjo una arcada mientras alejo la botella de mí. No es como si alguna vez hubiera probado el pis pero estoy segura de que de haberlo hecho así es exactamente como sabría. Sacudo la cabeza en un intento de alejar el recuerdo del sabor de mi mente y escucho su pregunta agradeciendo tener otra cosa en la que pensar. - Tengo un conejo - Digo de forma orgullosa antes de apresurarme a decir que no hay novedades. - Se llama Mortimer. Mort para los amigos - Me río porque si le puse ese nombre es precisamente porque me parece de lo más gracioso. - A parte del pis embotellado, ¿seguro que no hay nada más? No sé, con alguien en concreto - Muevo mis ojos del suelo a él y de él al suelo unas cuantas veces antes de alzar las cejas y dar a entender lo que quiero decir. No hace falta ser muy listo para enterarse de los temas de niños. Todos sabemos que a Zen le gusta Jared, igual que todos sabemos que a Ken le gusta Delilah. No sé si todos, pero desde luego yo sí que me he fijado aunque nunca haya llegado a decirlo en voz alta. Esta no será una excepción, prefiero que mi amigo me lo diga algún día porque quiere y no porque le presione.
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¿Si tengo hambre? — ¿Tienes alguna golosina? — me interesa saber en cuanto patea la mochila, aunque me ahorro el explicar que últimamente lo único que hago es pensar en lo que me gustaría comer a continuación. Papá dice que es algo normal por culpa de mi edad, aunque no se ha tardado en darme una buena tunda en la cabeza la última vez que me encontró llenándome la boca de crema cuando los exploradores encontraron unas cuantas latas, lo cual me resultó sumamente divertido en especial porque Delilah se moría de la risa en la mesa. Además estaba deliciosa.
Estoy dispuesto a dejar que ella revise mi mochila porque no tengo absolutamente nada que ocultarexcepto el porro que le he robado a Eowyn la semana pasada, así que apoyo uno de mis brazos en el borde de la torre mientras ella se hace con la botella — ¿Fresa? ¿Crees que exista cerveza con sabor a fresa? Una vez probé un jugo que se suponía que era de frutilla, pero te juro que tenía todo menos gusto a frutilla — o fruta o cualquier cosa natural, pero creo que en parte la culpa está en que era una de esas botellas metidas en el almacén desde vaya a saber cuánto tiempo y de dónde la habían traído, porque contaba con una etiqueta de Neopanem. El tío Seth me había explicado que era puramente artificial y que por eso había ido más al baño esa semana que de costumbre — Quizá le deba preguntar a alguien. Los más grandes deben saber si existe cerveza de fresa o no — y digo "más" porque yo también soy grande. Todavía no he dado el estirón pero papá dice que ya me toca.
Intento no atragantarme con la manzana cuando estallo en carcajadas que de seguro se escuchan por todos lados en cuanto ella escupe la cerveza y me giro para lanzar el corazón de la manzana lo más lejos posible, rogando que nadie esté caminando en la oscuridad para no darle en la cabeza — Si no la quieres entonces me la beberé yo. ¡Qué poco estómago, Murph! Dame eso — me limpio los rastros de manzana con la ropa y me acerco para quitarle la botella casi de un manotazo para darle un trago ligero, reprimiendo cualquier mueca que pueda causarme el alcohol para no demostrar que todavía no estoy acostumbrado del todo a su sabor a pesar de que he consumido varias veces.
La miro con las cejas alzadas por la novedad de su conejo y me nace una ligera envidia por el simple hecho de no tener una mascota, aunque creo que jamás he pedido ninguna porque me conformaba con los caballos que tenemos en la zona de granjas. Quizá la envidia nace porque eso la hace ligeramente más interesante que yo, aunque jamás voy a admitirlo en voz alta — ¿De dónde sacaste un conejo y cómo conseguiste que el tío Ben no se lo coma? — le pregunto con gracia. Tras otro trago, lo medito — Mortimer es un buen nombre.
La cerveza se me pasa de largo y escupo un poco aunque trato de disimularlo pasándome la mano por la boca, dedicándole una mirada asesina mientras me acomodo tomando asiento en el borde de la torre — ¿Con quién en concreto? — farbullo, dejando caer mi cabeza contra una de las maderas que sostiene el techo que nos cubre, dejando caer una pierna por el costado de la torre y doblando apenas la otra — No tengo tiempo para esas cosas, Murph. Quizá tú sí porque eres niña, pero yo tengo otras cosas en mente. Quiero decir... ¡Pst! — me remuevo en mi sitio haciendo rodar mis ojos como si fuese algo obvio y vuelvo a beber un trago — Estoy más preocupado en ser un buen cazador que en las chicas. ¿Me pasas algo de comida? — acabo desviando totalmente el tema y obviando el detalle de que yo mismo me he dado por aludido pero bueno, ya no importa.
Estoy dispuesto a dejar que ella revise mi mochila porque no tengo absolutamente nada que ocultar
Intento no atragantarme con la manzana cuando estallo en carcajadas que de seguro se escuchan por todos lados en cuanto ella escupe la cerveza y me giro para lanzar el corazón de la manzana lo más lejos posible, rogando que nadie esté caminando en la oscuridad para no darle en la cabeza — Si no la quieres entonces me la beberé yo. ¡Qué poco estómago, Murph! Dame eso — me limpio los rastros de manzana con la ropa y me acerco para quitarle la botella casi de un manotazo para darle un trago ligero, reprimiendo cualquier mueca que pueda causarme el alcohol para no demostrar que todavía no estoy acostumbrado del todo a su sabor a pesar de que he consumido varias veces.
La miro con las cejas alzadas por la novedad de su conejo y me nace una ligera envidia por el simple hecho de no tener una mascota, aunque creo que jamás he pedido ninguna porque me conformaba con los caballos que tenemos en la zona de granjas. Quizá la envidia nace porque eso la hace ligeramente más interesante que yo, aunque jamás voy a admitirlo en voz alta — ¿De dónde sacaste un conejo y cómo conseguiste que el tío Ben no se lo coma? — le pregunto con gracia. Tras otro trago, lo medito — Mortimer es un buen nombre.
La cerveza se me pasa de largo y escupo un poco aunque trato de disimularlo pasándome la mano por la boca, dedicándole una mirada asesina mientras me acomodo tomando asiento en el borde de la torre — ¿Con quién en concreto? — farbullo, dejando caer mi cabeza contra una de las maderas que sostiene el techo que nos cubre, dejando caer una pierna por el costado de la torre y doblando apenas la otra — No tengo tiempo para esas cosas, Murph. Quizá tú sí porque eres niña, pero yo tengo otras cosas en mente. Quiero decir... ¡Pst! — me remuevo en mi sitio haciendo rodar mis ojos como si fuese algo obvio y vuelvo a beber un trago — Estoy más preocupado en ser un buen cazador que en las chicas. ¿Me pasas algo de comida? — acabo desviando totalmente el tema y obviando el detalle de que yo mismo me he dado por aludido pero bueno, ya no importa.
Sonrío ante su pregunta y vuelvo a señalar mi pequeña mochila. - Las manzanas eran lo único que había dentro que no era una golosina - Las he estado ahorrando para ocasiones como esta y he logrado juntar muchísimas. Tantas que dudo que seamos capaces de acabárnoslas todas entre los dos por mucho que queramos. Cuando ves golosinas y empiezas a comer la primera siempre piensas que podrías estar alimentándote de ellas años y años, incluso toda tu vida, sin cansarte, pero unas decenas de gominolas después te das cuenta de que estabas equivocada y de que empalagan demasiadas como para poder acabar con ellas. La única parte buena de eso es que así siempre me quedan más para la próxima vez que esté con alguno de mis amigos. Yo misma cojo una de las golosinas y la muerdo, cerrando los ojos para intentar disfrutar más de su sabor y poder guardarlo en mi memoria para que cuando quiera comerlas y no tenga sólo me haga falta recordar esto y será como comer una. No es que sea muy usual que los exploradores encuentren gominolas o que esa sea su prioridad, así que es mejor disfrutar de estos placeres.
Me encojo de hombros siguiendo el hilo anterior sobre mis pensamientos del sabor de la cerveza. - Sí - Digo convencida ante su pregunta de si es posible que existe una cerveza que sepa a fresa. - Estoy segura de que tiene que existir - Y de veras lo estoy. Si son capaces de hacer que una goma sepa a fresa, naranja o plátano, ¿por qué no hacer lo mismo con la cerveza? Estoy segura de que no soy la única que opina de forma dudosa sobre el sabor actual de la cerveza convencional. No puede ser que nadie haya encontrado el parecido entre el color de ese líquido y su asqueroso gusto. - Creo que mi madre va a ir con los exploradores el mes que viene, le pediré que busque. Me presta tan poca atención que ni siquiera le extrañará que su hija le pida que busque cerveza de sabores - Me río porque aunque debería parecer un drama que mi madre no me preste demasiada atención, a mí me gusta contar con esa libertad extra.
Le cedo la botella sin problemas al principio, justo después de afirmar que sabe a pis y que está asquerosa, pero cuando veo que bebe y traga el líquido como si fuera agua, frunzo el ceño y agarro de nuevo la botella. - Dame eso - Doy otro trago, esta vez más grande y taponando la nariz para ver si así puedo soportarlo sin poner muecas. Es como comer un limón delante de tus amigos e intentando aparentar que es lo más normal para hacerte el guay. No lo llego a conseguir pero al menos no tengo ganas de vomitar ni de escupirla. Supongo que será cuestión de acostumbrarse, pero ¿quién querría torturar a su paladar haciéndole pensar a través del hábito y la costumbre que el sabor del pis está bien cuando existe el agua?
Subo y bajo mis hombros ante su pregunta sin saber muy bien cómo responder. Simplemente Mort me encontró y yo lo encontré a él. Tenía que ser mi mascota. - Lo encontré en el bosque y mi madre tuvo que darme permiso para quedármelo - Bajo la mirada recordando la razón por la cual lo hizo y sin poder evitarlo lo digo en voz alta - Habíamos discutido y se sentía culpable, supongo - Vuelvo a encoger mis hombros y esta vez levanto la cabeza, algo enfadad a - ¿Es tan raro que quiera saber quién demonios es mi padre? ¿Un nombre? ¿Una foto? Dios, no creo que sea tan difícil - Sacudo la cabeza, indignada. Tengo derecho a saberlo. Ni siquiera sé por qué se lo he contado a Ken. No recuerdo si él sabe que no sólo no tengo padre si no que no sé dónde está ni quién es. Podría estar muerto y quiero saberlo, tampoco es tan extraño.
Lo siguiente, gracias a dios, desvía un poco el tema y esta vez soy yo quien se ríe a carcajadas ante su reacción. Hago un gesto con las manos como de alto al fuego, rindiéndome rápido. No quiero presionarle para hablar de algo sobre lo que está más que claro que no quiere hablar así que trato de dejar de reír y articular una especie de disculpa. - Lo que tú digas, Ken - Le doy un codazo y le guiño el ojo con complicidad volviendo a reír. - Pero si alguna vez tuvieses tiempo para esas cosas y quisieras hablar con alguien sobre ello, no sé, para que te ayude en algo, sólo debes decírmelo - Sonrío sin rastro de burla en mis palabras esta vez y doy otro trago a la cerveza, disminuyendo de forma gradual mi reacción ante su sabor.
Me encojo de hombros siguiendo el hilo anterior sobre mis pensamientos del sabor de la cerveza. - Sí - Digo convencida ante su pregunta de si es posible que existe una cerveza que sepa a fresa. - Estoy segura de que tiene que existir - Y de veras lo estoy. Si son capaces de hacer que una goma sepa a fresa, naranja o plátano, ¿por qué no hacer lo mismo con la cerveza? Estoy segura de que no soy la única que opina de forma dudosa sobre el sabor actual de la cerveza convencional. No puede ser que nadie haya encontrado el parecido entre el color de ese líquido y su asqueroso gusto. - Creo que mi madre va a ir con los exploradores el mes que viene, le pediré que busque. Me presta tan poca atención que ni siquiera le extrañará que su hija le pida que busque cerveza de sabores - Me río porque aunque debería parecer un drama que mi madre no me preste demasiada atención, a mí me gusta contar con esa libertad extra.
Le cedo la botella sin problemas al principio, justo después de afirmar que sabe a pis y que está asquerosa, pero cuando veo que bebe y traga el líquido como si fuera agua, frunzo el ceño y agarro de nuevo la botella. - Dame eso - Doy otro trago, esta vez más grande y taponando la nariz para ver si así puedo soportarlo sin poner muecas. Es como comer un limón delante de tus amigos e intentando aparentar que es lo más normal para hacerte el guay. No lo llego a conseguir pero al menos no tengo ganas de vomitar ni de escupirla. Supongo que será cuestión de acostumbrarse, pero ¿quién querría torturar a su paladar haciéndole pensar a través del hábito y la costumbre que el sabor del pis está bien cuando existe el agua?
Subo y bajo mis hombros ante su pregunta sin saber muy bien cómo responder. Simplemente Mort me encontró y yo lo encontré a él. Tenía que ser mi mascota. - Lo encontré en el bosque y mi madre tuvo que darme permiso para quedármelo - Bajo la mirada recordando la razón por la cual lo hizo y sin poder evitarlo lo digo en voz alta - Habíamos discutido y se sentía culpable, supongo - Vuelvo a encoger mis hombros y esta vez levanto la cabeza, algo enfadad a - ¿Es tan raro que quiera saber quién demonios es mi padre? ¿Un nombre? ¿Una foto? Dios, no creo que sea tan difícil - Sacudo la cabeza, indignada. Tengo derecho a saberlo. Ni siquiera sé por qué se lo he contado a Ken. No recuerdo si él sabe que no sólo no tengo padre si no que no sé dónde está ni quién es. Podría estar muerto y quiero saberlo, tampoco es tan extraño.
Lo siguiente, gracias a dios, desvía un poco el tema y esta vez soy yo quien se ríe a carcajadas ante su reacción. Hago un gesto con las manos como de alto al fuego, rindiéndome rápido. No quiero presionarle para hablar de algo sobre lo que está más que claro que no quiere hablar así que trato de dejar de reír y articular una especie de disculpa. - Lo que tú digas, Ken - Le doy un codazo y le guiño el ojo con complicidad volviendo a reír. - Pero si alguna vez tuvieses tiempo para esas cosas y quisieras hablar con alguien sobre ello, no sé, para que te ayude en algo, sólo debes decírmelo - Sonrío sin rastro de burla en mis palabras esta vez y doy otro trago a la cerveza, disminuyendo de forma gradual mi reacción ante su sabor.
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No quiero decirle que dudo mucho que existan cervezas de ese estilo porque sino no serían cervezas, al menos no en mi lógica, así que solamente hago un movimiento de hombros que me hace encogerme en mi sitio con exageración — No creo que tu madre no te preste tanta atención. Papá dice que seguirle el ritmo a un adolescente es muy complicado — aunque no tengo idea de si lo dice por mí, por Lilah o porque tuvo una carrera frustrante tratando de guiar a los más grandes cuando ellos eran los pequeños. No recuerdo mucho de ellos en su adolescencia porque yo era un bebé, pero por las historias que cuentan no fue una generación fácil de llevar.
Me sorprende tanto su decisión para quitarme la botella que la miro con las pupilas dilatadas y los ojos abiertos de par en par, aunque no voy a quejarme y la diversión se me pinta en las facciones — Intenta no beber tan rápido, te pondrás ebria — le aconsejo. No sé bien por qué es eso, pero una vez me dijeron algo de que el alcohol entra más rápido al cuerpo y cuando nos queremos dar cuenta estamos borrachos en el suelo en cinco minutos. Todo bien, pero si Murphy regresa a su casa borracha me echarán la culpa y no quiero que me castiguen otra vez.
La conversación hubiese sido divertida para mí si no fuese porque Murphy empieza a hablar de su padre y me veo obligado a mirar hacia otro lado, vagamente acalorado. No me gusta mucho hablar del tema con otras personas que no sea yo mismo, en especial porque siento que ando mendigando lástima por ahí. Froto un poco mis manos entre sí y noto como el estómago se me ha cerrado, por lo que no voy en busca de golosinas, sino que mantengo la vista en el bosque — Al menos sabes quien es tu madre. Yo no consigo más allá del "te encontramos en el bosque" y un "no puedes salir a buscar a alguien que no sabes quien es" — además de cientos de contras que se supone que tiene el mundo exterior. ¡No soy idiota, sé cuidarme!
Intento no ponerme borde e insoportable cuando me da ese codazo porque sé que no lo hace con mala intención, aunque no me contengo y me giro hacia ella con una mirada sospechosa — ¿Y tú sabes del tema porque...? — le pregunto, moviendo mis cejas, hasta que la curiosidad me puede más que la razón — ¿En quien te has fijado? ¿En Jared? No es que tengamos una enorme lista de pretendientes para darte. Al menos que te gusten viejos.
Me sorprende tanto su decisión para quitarme la botella que la miro con las pupilas dilatadas y los ojos abiertos de par en par, aunque no voy a quejarme y la diversión se me pinta en las facciones — Intenta no beber tan rápido, te pondrás ebria — le aconsejo. No sé bien por qué es eso, pero una vez me dijeron algo de que el alcohol entra más rápido al cuerpo y cuando nos queremos dar cuenta estamos borrachos en el suelo en cinco minutos. Todo bien, pero si Murphy regresa a su casa borracha me echarán la culpa y no quiero que me castiguen otra vez.
La conversación hubiese sido divertida para mí si no fuese porque Murphy empieza a hablar de su padre y me veo obligado a mirar hacia otro lado, vagamente acalorado. No me gusta mucho hablar del tema con otras personas que no sea yo mismo, en especial porque siento que ando mendigando lástima por ahí. Froto un poco mis manos entre sí y noto como el estómago se me ha cerrado, por lo que no voy en busca de golosinas, sino que mantengo la vista en el bosque — Al menos sabes quien es tu madre. Yo no consigo más allá del "te encontramos en el bosque" y un "no puedes salir a buscar a alguien que no sabes quien es" — además de cientos de contras que se supone que tiene el mundo exterior. ¡No soy idiota, sé cuidarme!
Intento no ponerme borde e insoportable cuando me da ese codazo porque sé que no lo hace con mala intención, aunque no me contengo y me giro hacia ella con una mirada sospechosa — ¿Y tú sabes del tema porque...? — le pregunto, moviendo mis cejas, hasta que la curiosidad me puede más que la razón — ¿En quien te has fijado? ¿En Jared? No es que tengamos una enorme lista de pretendientes para darte. Al menos que te gusten viejos.
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