OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Desmontando sin dificultad alguna del lomo de Arion, comencé a sacudir la tierra que se encontraba en mis pantalones sabiendo que antes de continuar con mis quehaceres del día, tendría que dar una vuelta por el lago para quitar el resto de la suciedad. Lo bueno es que, luego de haber pasado la noche en una de las torres de vigilancia y tras unas pocas horas de descanso, el paseo a caballo me había despejado lo suficiente como para completar la jornada sin la necesidad de una siesta a media tarde. Después de todo, estaba acostumbrada a dormir poco siempre y cuando pudiese mantenerme activa.
Tomando las riendas del palomino, le acaricié con suavidad la crin disfrutando de la textura del pelaje mientras lo dirigía nuevamente hacia la cerca donde se hallaban el resto de los caballos. Todos eran hermosos ejemplares, pero si tenía que elegir, Arion siempre sería mi predilecto. Después de todo, él había sido el primer potrillo al que había visto nacer, y desde entonces había prestado especial atención a su cuidado y crecimiento. No sabía que era lo que más me atraía del caballo, pero al menos desde que había podido montarlo, jamás me había dejado a pie; ya sea que se tratase de un simple paseo, o de alguna salida fuera del distrito en aquellas ocasiones en las que las excursiones duraban unos cuantos días.
Ingresando al corral y soltando las riendas una vez que ambos estuvimos del lado correcto, tranqué la puerta con precaución antes de volver hacia donde se hallaba el caballo. Tomando el morral con la fruta que había recogido, lo dejo al costado de la cerca antes de proceder a desensillar al animal. No era complicado, pero me había distraído lo suficiente como para no notar que alguien se estaba acercando. Dándome vuelta abruptamente cuando pude notar la otra presencia, me relajé al ver a Ken. - Por poco y no te tiro con la silla de montar. ¿Qué tal? ¿Vienes a montar un rato?
Tomando las riendas del palomino, le acaricié con suavidad la crin disfrutando de la textura del pelaje mientras lo dirigía nuevamente hacia la cerca donde se hallaban el resto de los caballos. Todos eran hermosos ejemplares, pero si tenía que elegir, Arion siempre sería mi predilecto. Después de todo, él había sido el primer potrillo al que había visto nacer, y desde entonces había prestado especial atención a su cuidado y crecimiento. No sabía que era lo que más me atraía del caballo, pero al menos desde que había podido montarlo, jamás me había dejado a pie; ya sea que se tratase de un simple paseo, o de alguna salida fuera del distrito en aquellas ocasiones en las que las excursiones duraban unos cuantos días.
Ingresando al corral y soltando las riendas una vez que ambos estuvimos del lado correcto, tranqué la puerta con precaución antes de volver hacia donde se hallaba el caballo. Tomando el morral con la fruta que había recogido, lo dejo al costado de la cerca antes de proceder a desensillar al animal. No era complicado, pero me había distraído lo suficiente como para no notar que alguien se estaba acercando. Dándome vuelta abruptamente cuando pude notar la otra presencia, me relajé al ver a Ken. - Por poco y no te tiro con la silla de montar. ¿Qué tal? ¿Vienes a montar un rato?
Tenemos horas de ocio aunque no lo parezca, pero hoy mismo han sido una tortura porque quedè enfrascado en una conversación de niñas porque Jared no tengo idea de donde se ha metido. Puede que las chicas sean lindas, pero eso no quiere decir que sus charlas se vuelvan tan estúpidas por momentos que eso me hace rodar los ojos hasta sentir que puedo ver el interior de mi cráneo. Al final decido dejarlas solas y me levanto para hacer la mía el resto del día, que considerando que ya ha pasado el horario escolar no es como que me quede demasiado por hacer.
Uno de mis lugares favoritos para estar cuando no estoy entrenando es el corral de los caballos, además de mi espacio especial en el lago donde trabajo en mi propio proyecto secreto y personal. De todas formas hoy siento que es momento para estar al aire libre, lejos de la humedad de las grutas, de modo que mi actividad predilecta es básicamente practicar mi equitación. Nunca se me ha dado mal y lo disfruto bastante, además de que estoy seguro de que cuando sea uno de los exploradores va a ser un talento que voy a poder utilizar. Bueno, si es que sigo aquí para ese entonces.
Estoy a pocos metros cuando me doy cuenta de que no soy el único que ha tenido esta idea; Ava se encuentra bajando de uno de los caballos y mi reacción principal es mirar hacia el rejunte de casas como si de esa forma pudiese comprobar que no ha habido exploración esta semana. Bueno, es muy pronto y suelen organizarlas para que no coincidan con las lunas llenas, aunque suelen dejarle un tiempo a Benedict para que se recupere. Aunque creo que la expedición grande vendrá el próximo mes... diablos, tengo que conseguirme una vida propia en lugar de andar chequeando qué hacen los demás. Bueno, no es como si hubiera mucho que hacer en el catorce.
— Hola Av... — mi saludo se ve interrumpido cuando me echo hacia atrás con un sobresalto al ver la tosquedad de su giro, hasta que le sonrío a modo de disculpa al alzar las manos — Todavía soy yo, tranquila. Espero que la silla de montar siga en el caballo — digo bromeando. Bajo las manos y giro la cabeza hacia los caballos, observando su envidiable paz. Frente a su pregunta solo hago un movimiento de hombros bastante ambiguo, sin dar muchos detalles de mi triste y aburrida jornada — Claro. Han pasado días desde que vine a molestar a Petra — hago alusión a la yegua de brillante color negro que anda alimentándose tranquila en uno de los rincones, quien por lo general es mi favorita por sus piernas fuertes y su impecable trote. Si soy honesto, cada vez que se la llevan la extraño más que a muchos de los que se marchan con ella.
Apoyo mis manos en la cerca y tomo el envión para saltarla en lugar de ir hasta la puerta, cayendo con torpe elegancia del otro lado. Me acerco al caballo y le doy unas suaves palmadas en su ancho cuello, pasando a acariciar su cabello — ¿Qué tal tú? ¿Disfrutando de los días libres? — pregunto — No esperaba encontrarte aquí. Hoy todo ha estado demasiado tranquilo.
Uno de mis lugares favoritos para estar cuando no estoy entrenando es el corral de los caballos, además de mi espacio especial en el lago donde trabajo en mi propio proyecto secreto y personal. De todas formas hoy siento que es momento para estar al aire libre, lejos de la humedad de las grutas, de modo que mi actividad predilecta es básicamente practicar mi equitación. Nunca se me ha dado mal y lo disfruto bastante, además de que estoy seguro de que cuando sea uno de los exploradores va a ser un talento que voy a poder utilizar. Bueno, si es que sigo aquí para ese entonces.
Estoy a pocos metros cuando me doy cuenta de que no soy el único que ha tenido esta idea; Ava se encuentra bajando de uno de los caballos y mi reacción principal es mirar hacia el rejunte de casas como si de esa forma pudiese comprobar que no ha habido exploración esta semana. Bueno, es muy pronto y suelen organizarlas para que no coincidan con las lunas llenas, aunque suelen dejarle un tiempo a Benedict para que se recupere. Aunque creo que la expedición grande vendrá el próximo mes... diablos, tengo que conseguirme una vida propia en lugar de andar chequeando qué hacen los demás. Bueno, no es como si hubiera mucho que hacer en el catorce.
— Hola Av... — mi saludo se ve interrumpido cuando me echo hacia atrás con un sobresalto al ver la tosquedad de su giro, hasta que le sonrío a modo de disculpa al alzar las manos — Todavía soy yo, tranquila. Espero que la silla de montar siga en el caballo — digo bromeando. Bajo las manos y giro la cabeza hacia los caballos, observando su envidiable paz. Frente a su pregunta solo hago un movimiento de hombros bastante ambiguo, sin dar muchos detalles de mi triste y aburrida jornada — Claro. Han pasado días desde que vine a molestar a Petra — hago alusión a la yegua de brillante color negro que anda alimentándose tranquila en uno de los rincones, quien por lo general es mi favorita por sus piernas fuertes y su impecable trote. Si soy honesto, cada vez que se la llevan la extraño más que a muchos de los que se marchan con ella.
Apoyo mis manos en la cerca y tomo el envión para saltarla en lugar de ir hasta la puerta, cayendo con torpe elegancia del otro lado. Me acerco al caballo y le doy unas suaves palmadas en su ancho cuello, pasando a acariciar su cabello — ¿Qué tal tú? ¿Disfrutando de los días libres? — pregunto — No esperaba encontrarte aquí. Hoy todo ha estado demasiado tranquilo.
Sonriendo ante el carácter afable de Ken, vuelvo mi atención nuevamente al caballo quien, también se ha alterado un poco por mis bruscos movimientos. Nada de qué preocuparse claro; palmeando con seguridad el muslo del animal, le pasó la mano por el lomo para terminar de calmarlo. - No por mucho tiempo, este muchacho ya debe estar cansado de haberme tenido sobre su lomo por unas cuantas horas... - Siendo fiel a mi palabra, desabrocho las correas correspondientes, y con un poco de dificultad debido a mi estatura, me estiré para aflojar el otro costado por encima del caballo en lugar de voltear, lo que hubiera sido mucho más sencillo.
Con una expresión de triunfo al lograr mi cometido, sonrío ampliamente levantando la montura y depositándola sobre la madera de la cerca. - ¿Días? ¿Tanto los anda fastidiando tu padre que ya no tienes tiempo para montar? - Consulto más bien a manera de broma. No habían pasado tantos años como para olvidar lo que era llevar vida de soldado. Todo parecía emocionante, y a la vez era todo increíblemente tedioso. Antes de cumplir trece años no había nada que uno quisiera más que poder ir a las torres de vigilancia; y sin que un año hubiese terminado de pasar, pocas se volvían las cosas que fastidiaban más que pasar las noches de frío tratando de que no se te pegaran los ojos. Y pensar que Zenda recién comenzaba a saber cómo se sentía eso.
Silbando con divertida admiración cuando Kendrick saltó la cerca sin dificultad, le regalé una sonrisa mientras lo veía acercarse al caballo. Debía reconocer que el muchacho tenía muy buena mano con ellos... - ¿Días libres? - Consulto con algo de curiosidad. ¿Es qué habían días libres y no me había enterado? Puede que sea inquieta y hasta incluso algo despistada, pero no recordaba la última vez en la que podía decir que se había tomado algunos días libres, a menos claro, que me hallase enferma. Sin poder evitarlo, fruncí levemente el ceño tratando de entender a qué hacía referencia Ken, y por suerte, no tardé en captarlo. Hablaba de la falta de exploraciones esta semana. Relajando mi expresión, me reí suavemente mientras negaba con la cabeza.
- Supongo que sí podrían considerarse días libres... - Murmuro mientras tomo dos manzanas del morral que está tirado y le ofrezco una al muchacho. - Mejor que hayan estado las cosas tranquilas, así no me preocupo tanto si caigo rendida antes de la cena. Pero al igual que tú, también llevaba unos días sin pasar tiempo con Arion. - Dándole un mordisco a mi manzana, trato de masticarla mientras limpio con el borde de la manga el jugo que se me resbala por la comisura. - ¿Tienes pensado a dónde irás con Petra?
Con una expresión de triunfo al lograr mi cometido, sonrío ampliamente levantando la montura y depositándola sobre la madera de la cerca. - ¿Días? ¿Tanto los anda fastidiando tu padre que ya no tienes tiempo para montar? - Consulto más bien a manera de broma. No habían pasado tantos años como para olvidar lo que era llevar vida de soldado. Todo parecía emocionante, y a la vez era todo increíblemente tedioso. Antes de cumplir trece años no había nada que uno quisiera más que poder ir a las torres de vigilancia; y sin que un año hubiese terminado de pasar, pocas se volvían las cosas que fastidiaban más que pasar las noches de frío tratando de que no se te pegaran los ojos. Y pensar que Zenda recién comenzaba a saber cómo se sentía eso.
Silbando con divertida admiración cuando Kendrick saltó la cerca sin dificultad, le regalé una sonrisa mientras lo veía acercarse al caballo. Debía reconocer que el muchacho tenía muy buena mano con ellos... - ¿Días libres? - Consulto con algo de curiosidad. ¿Es qué habían días libres y no me había enterado? Puede que sea inquieta y hasta incluso algo despistada, pero no recordaba la última vez en la que podía decir que se había tomado algunos días libres, a menos claro, que me hallase enferma. Sin poder evitarlo, fruncí levemente el ceño tratando de entender a qué hacía referencia Ken, y por suerte, no tardé en captarlo. Hablaba de la falta de exploraciones esta semana. Relajando mi expresión, me reí suavemente mientras negaba con la cabeza.
- Supongo que sí podrían considerarse días libres... - Murmuro mientras tomo dos manzanas del morral que está tirado y le ofrezco una al muchacho. - Mejor que hayan estado las cosas tranquilas, así no me preocupo tanto si caigo rendida antes de la cena. Pero al igual que tú, también llevaba unos días sin pasar tiempo con Arion. - Dándole un mordisco a mi manzana, trato de masticarla mientras limpio con el borde de la manga el jugo que se me resbala por la comisura. - ¿Tienes pensado a dónde irás con Petra?
— Ya sabes como es papá. Tiene algo con que el tiempo es oro, aunque no es tan malo cuando se acuerda que todavía somos chicos — el entrenamiento es algo básico en nuestro modo de vida porque todos sabemos que de ser encontrados nos declararán la guerra en un abrir y cerrar de ojos, y nuestra intención no es ser pisoteados como cucarachas. Sé que de todas formas no seríamos un fuerte oponente ante toda una nación pero podríamos sobrevivir; muchos de los que viven aquí son tan buenos soldados que espero llegar alguna vez a ser la mitad de genial que ellos.
Mis dedos parecen demasiado pálidos contra la superficie oscura de la yegua, por lo que me concentro en el ir y venir de mis caricias mientras oigo la confusión de Ava por mi comentario, más no logro explicarme porque ella misma ha encontrado el significado antes de que pueda abrir la boca. Le dedico una rápida sonrisa y me separo de Petra para empezar a prepararla, buscando la silla que suelo colocarle — Había pensado en bordear el distrito para no meterme en los bosques y empezar el apocalipsis — exagero, obviamente molesto por la insistencia de los adultos en creer que somos tan estúpidos como para perdernos en un lugar donde hemos estado viviendo toda nuestra vida, lo que también me lleva a agarrar la manzana en el aire con mucha más brusquedad de lo planeado — Quizá aproveche el claro para hacerla correr. ¿Tienes alguna ruta para recomendar?
El primer mordisco me llena la boca de jugo y tengo que pasar la lengua por mis labios para limpiarme, aunque se vuelve una batalla conmigo mismo el comer y preparar el caballo. Me toma más minutos de lo normal, pero acabo ajustando el asiento y girándome hacia Ava, dándole una palmada en el lomo a Petra de forma cariñosa — ¿Quieres venir? Quizá puedas mostrarme una de sus rutas secretas — ironizo porque estoy casi seguro de que todos saben que me he aprendido bien al menos los primeros pasos de cada uno de sus caminos, aunque no pienso decir en voz alta que muchos de los senderos los conozco porque he robado mapas — ¿No lo extrañas? El salir fuera, digo.
Mis dedos parecen demasiado pálidos contra la superficie oscura de la yegua, por lo que me concentro en el ir y venir de mis caricias mientras oigo la confusión de Ava por mi comentario, más no logro explicarme porque ella misma ha encontrado el significado antes de que pueda abrir la boca. Le dedico una rápida sonrisa y me separo de Petra para empezar a prepararla, buscando la silla que suelo colocarle — Había pensado en bordear el distrito para no meterme en los bosques y empezar el apocalipsis — exagero, obviamente molesto por la insistencia de los adultos en creer que somos tan estúpidos como para perdernos en un lugar donde hemos estado viviendo toda nuestra vida, lo que también me lleva a agarrar la manzana en el aire con mucha más brusquedad de lo planeado — Quizá aproveche el claro para hacerla correr. ¿Tienes alguna ruta para recomendar?
El primer mordisco me llena la boca de jugo y tengo que pasar la lengua por mis labios para limpiarme, aunque se vuelve una batalla conmigo mismo el comer y preparar el caballo. Me toma más minutos de lo normal, pero acabo ajustando el asiento y girándome hacia Ava, dándole una palmada en el lomo a Petra de forma cariñosa — ¿Quieres venir? Quizá puedas mostrarme una de sus rutas secretas — ironizo porque estoy casi seguro de que todos saben que me he aprendido bien al menos los primeros pasos de cada uno de sus caminos, aunque no pienso decir en voz alta que muchos de los senderos los conozco porque he robado mapas — ¿No lo extrañas? El salir fuera, digo.
- Debías verlo en los primeros días. Cuando recién llegábamos al distrito y todos le parecíamos igual. - Comento cuando el muchacho hace referencia a su padre. Después de todo, aunque no me acordase muy bien de esos días, sí recordaba lo que había costado asentarnos por completo. Echo por su parte, no hacía muchas distinciones o excepciones, y todos debíamos entrenar desde el las primeras horas de la mañana. - Y créeme, no era lindo ser la más pequeña del distrito, sin contarte a tí, que eras un bebé adorable. - A modo de broma, me acerco y le pellizco la mejilla con algo de fuerza. Todavía recordaba lo mucho que me fascinaba Ken durante sus primeros días, y no habían sido pocas las veces en las que había terminado vigilándolo cuando los adultos estaban ocupados en otras cosas. Claro que solían ser Soph o Wyn las que más responsabilidades tenían para con el pequeño, pero aún así amaba pasar tiempo con él, y pensar en cuánto tiempo había pasado me hacía sentirme vieja.
Apoyándome sobre la cerca y dándole otro mordisco a la manzana, medito un poco la respuesta que voy a dar. Llevo tiempo pensando que de todos, Ken tiene muchas aptitudes... tal vez... - Ya cumpliste los quince, ¿verdad? - Consulto pese a estar segura de la respuesta. Todavía algo dubitativa con lo que voy a decir, jugueteo con la mitad de la fruta que tengo en la mano y la observo como si tuviese las respuestas... A último segundo, cuando creo que voy a cambiar de opinión, decido que puedo confiar en Kendrick. - Hoy no, es muy tarde ya. Pero alguna mañana luego de que Echo y Ben coincidan en las torres y estén lo suficientemente cansados para no notarlo, te mostraré una ruta para escabullirte solo un poco. - Prometo soltando todo de golpe. No es que pueda darle lecciones de moral a Ken, yo misma había encontrado el camino cuando rondaba su edad y lo había utilizado más veces de las que hubiese sido seguro. Tampoco era una ruta complicada, pero sí se adentraba en los bosques un poco más de lo que estaban acostumbrados, y aunque era relativamente segura, uno necesitaba estar muy atento para no perderse. La única ventaja de ese camino, era que terminaba cerca de las grutas, y uno podía alegar haber ido a bañarse o a pescar.
- Claro que si llevas a los otros por allí, te castro. - Amenazo tras dar un último mordisco a la fruta y acercándome para darle los restos al caballo. Todavía se me eriza el vello de los brazos de solo recordar la vez que Zenda se perdió queriendo seguir a Ben. Y con lo escandalosa que era Bev, jamás podrían ser discretos en el bosque.
Sorprendida por la siguiente pregunta de Ken, no puedo evitar reírme en voz alta. - Cada día que no estoy fuera. - Respondo con honestidad. - No me malentiendas, adoro volver y verlos a todos, pero es imposible no sentirme claustrofóbica luego de un tiempo. Habiendo vivido los primeros años de mi vida fuera del distrito para luego terminar escondida por los siguientes años... Cuando armaron por primera vez los grupos de exploración, no dejaba de contar los días para formar parte de uno.
Apoyándome sobre la cerca y dándole otro mordisco a la manzana, medito un poco la respuesta que voy a dar. Llevo tiempo pensando que de todos, Ken tiene muchas aptitudes... tal vez... - Ya cumpliste los quince, ¿verdad? - Consulto pese a estar segura de la respuesta. Todavía algo dubitativa con lo que voy a decir, jugueteo con la mitad de la fruta que tengo en la mano y la observo como si tuviese las respuestas... A último segundo, cuando creo que voy a cambiar de opinión, decido que puedo confiar en Kendrick. - Hoy no, es muy tarde ya. Pero alguna mañana luego de que Echo y Ben coincidan en las torres y estén lo suficientemente cansados para no notarlo, te mostraré una ruta para escabullirte solo un poco. - Prometo soltando todo de golpe. No es que pueda darle lecciones de moral a Ken, yo misma había encontrado el camino cuando rondaba su edad y lo había utilizado más veces de las que hubiese sido seguro. Tampoco era una ruta complicada, pero sí se adentraba en los bosques un poco más de lo que estaban acostumbrados, y aunque era relativamente segura, uno necesitaba estar muy atento para no perderse. La única ventaja de ese camino, era que terminaba cerca de las grutas, y uno podía alegar haber ido a bañarse o a pescar.
- Claro que si llevas a los otros por allí, te castro. - Amenazo tras dar un último mordisco a la fruta y acercándome para darle los restos al caballo. Todavía se me eriza el vello de los brazos de solo recordar la vez que Zenda se perdió queriendo seguir a Ben. Y con lo escandalosa que era Bev, jamás podrían ser discretos en el bosque.
Sorprendida por la siguiente pregunta de Ken, no puedo evitar reírme en voz alta. - Cada día que no estoy fuera. - Respondo con honestidad. - No me malentiendas, adoro volver y verlos a todos, pero es imposible no sentirme claustrofóbica luego de un tiempo. Habiendo vivido los primeros años de mi vida fuera del distrito para luego terminar escondida por los siguientes años... Cuando armaron por primera vez los grupos de exploración, no dejaba de contar los días para formar parte de uno.
Iba a preguntarle con curiosidad sobre esos primeros días que yo no recuerdo porque me trajeron al distrito siendo una bola recién nacida, pero su apretón en mi mejilla hace que me eche hacia atrás por inercia y le doy un manotazo lo suficientemente brusco como para que Delilah me viese y gritase que soy un bruto, aunque yo lo ignoro y le hago una muequita burlona y desdeñosa como si fuese un mocoso idiota que quiere mofarse de alguien — "Bebé adorable" — repito con sarcasmo. Más de una vez le he preguntado a Ava si recuerda algo de cuando me trajeron pero, como todo el mundo, no me dio muchos detalles aunque con ella no me enojo porque era muy pequeña para recordarlo bien. Ojalá al menos una persona quisiera decirme si saben algo que pueda darme un indicio para saber por donde comenzar a buscar a mis verdaderos padres.
Un nuevo entusiasmo me recorre cuando me doy cuenta de que ha dado el brazo a torcer (aunque tampoco es que lo tuviese muy firme que digamos. Vamos, es Ava) con respecto al asunto de las rutas y casi me atraganto con la manzana; un trozo se me va para el otro lado y termino tosiendo como un idiota, palmeando mi pecho con los ojos llorosos hasta que consigo poder boquear algo de aire y aclararme la garganta — ¡Claro que no diré nada! ¿Por quién me tomas? — aunque quizá podría decirle a Jared... bueno, no. No podría traicionar la confianza de Ava. ¿O sí? Quizá puedo recorrer el camino por mi cuenta, marcarlo en mi propio mapa y tal vez algún día mostrárselo a mi amigo. Papá me mataría, definitivamente.
Petra se come lo que queda de mi manzana y me limpio las manos con la ropa, terminando por estar libre y listo para terminar de ajustar la silla a la par que escucho a Ava hablar del mundo exterior. ¿Se acordará lo suficiente para contarme más detalles? Me sujeto del caballo para tomar el envión que me sube a ella y paso la pierna para engancharla, tomando las riendas con soltura — ¿Recuerdas algo del distrito tres? Porque eras del tres... ¿No? — al menos eso tengo entendido.
Solo para calentar un poco le doy un golpe suave a Petra con el talón para que camine, empezando a dar tranquilos círculos alrededor del corral, pensativo. Sus cascos hacen un ruido suave contra el pasto que es casi imposible de escuchar, pero que de todas formas me hace sentir sumamente calmo — Le he robado mapas a Ben — admito, ciertamente avergonzado por decir eso en voz alta — Los más viejos que ya no utiliza porque ha ido actualizando sus datos. Ha anotado cosas de los distritos como los modos de entrada más débiles y lo que es sencillo de conseguir, pero nada de eso me dice mucho de cómo es vivir allí.
Un nuevo entusiasmo me recorre cuando me doy cuenta de que ha dado el brazo a torcer (aunque tampoco es que lo tuviese muy firme que digamos. Vamos, es Ava) con respecto al asunto de las rutas y casi me atraganto con la manzana; un trozo se me va para el otro lado y termino tosiendo como un idiota, palmeando mi pecho con los ojos llorosos hasta que consigo poder boquear algo de aire y aclararme la garganta — ¡Claro que no diré nada! ¿Por quién me tomas? — aunque quizá podría decirle a Jared... bueno, no. No podría traicionar la confianza de Ava. ¿O sí? Quizá puedo recorrer el camino por mi cuenta, marcarlo en mi propio mapa y tal vez algún día mostrárselo a mi amigo. Papá me mataría, definitivamente.
Petra se come lo que queda de mi manzana y me limpio las manos con la ropa, terminando por estar libre y listo para terminar de ajustar la silla a la par que escucho a Ava hablar del mundo exterior. ¿Se acordará lo suficiente para contarme más detalles? Me sujeto del caballo para tomar el envión que me sube a ella y paso la pierna para engancharla, tomando las riendas con soltura — ¿Recuerdas algo del distrito tres? Porque eras del tres... ¿No? — al menos eso tengo entendido.
Solo para calentar un poco le doy un golpe suave a Petra con el talón para que camine, empezando a dar tranquilos círculos alrededor del corral, pensativo. Sus cascos hacen un ruido suave contra el pasto que es casi imposible de escuchar, pero que de todas formas me hace sentir sumamente calmo — Le he robado mapas a Ben — admito, ciertamente avergonzado por decir eso en voz alta — Los más viejos que ya no utiliza porque ha ido actualizando sus datos. Ha anotado cosas de los distritos como los modos de entrada más débiles y lo que es sencillo de conseguir, pero nada de eso me dice mucho de cómo es vivir allí.
Solo atino a reírme cuando Kendrick me quita la mano con brusquedad e imita con evidente fastidio lo de "bebé adorable". Lo entiendo, es un adolescente y lo último que quieres a esa edad es que te digan palabras como "tierno", "adorable" o mi favorito personal "travieso". Pero dado que yo había tenido que sufrir por muchas de esas frases, incontables "eres igual a tu madre" y unos cuantos tirones de cachetes... Era mi turno para aprovecharme de los menores. Podrían decirme hipócrita, vengativa o lo que quisieran, pero como adoraba remarcarle a Zenda: yo ya había pasado por eso.
No me sorprendo de como le cambia la expresión en el rostro ante mi propuesta, y aunque me río, por unos segundos me preocupa que se esté ahogando de verdad con una semilla. Conocía la maniobra de Heimlich, pero nunca la había realizado en un caso real, y temía terminar matando a Ken por equivocación. Por suerte se recobra rápidamente y ni siquiera he llegado a dar un paso en su dirección. Suspirando con alivio, me río de su declaración y no dudo en contestar. - Te tomo por un adolescente. No me sorprendería que quisieras lucirte ante Lilah o Jared... - Después de todo, no es secreto para nadie salvo para la misma Lilah, que Ken está interesado en ella; y lo de Jared es una obviedad. - Aún así, si no confiase en ti, ni siquiera lo hubiese propuesto. No hagas que termine arrepintiéndome. - Agrego mientras lo veo darle el resto de su fruta a la yegua.
Su pregunta luego de eso me toma por sorpresa. No por la curiosidad que demuestra, sino porque en estos quince años casi que no le he dedicado ningún pensamiento al tres. - Si tengo que serte sincera, recuerdo muy poco. Recuerdo que la gente no solía tratarnos del todo bien, sobre todo por tener el apellido de mamá. Tampoco tengo demasiadas memorias de mi padre, o del distrito en sí. Sólo que valoraban mucho la educación. - Le respondo con lo primero que viene a mi mente, que no es mucho, pero es lo mejor que tengo para darle. A decir verdad tengo más conocimiento de los distritos del norte por las expediciones, que del sur por haber vivido nueve años allí. - Eso sí, todavía recuerdo como hacer una papa bomba, y estoy segura de que puedo arrancar la moto de Ben sin temer que pedirle la llave.
Lamentando no poder darle más información, lo observo subirse a Petra y comenzar una marcha ligera. Todavía pensando en el tres, me sorprende con su declaración, pero por alguna razón no me extraña. - Para lo muy poco que está en su casa, me sorprende que no hayas robado los más actuales. Yo en tu lugar los hubiese copiado y devuelto a su lugar más tarde - Razono. Puede que no le esté dando los mejores consejos al muchacho, pero prefiero que sea avivado y sincero, en vez de cauteloso e irresponsable. Su curiosidad es comprensible, y estoy segura de que en unos años, será un excelente explorador. - Tampoco es que podamos observar demasiado como viven. Siempre tenemos que tener cuidado de no ser descubiertos. Pero cada distrito es muy diferente el uno del otro.
No me sorprendo de como le cambia la expresión en el rostro ante mi propuesta, y aunque me río, por unos segundos me preocupa que se esté ahogando de verdad con una semilla. Conocía la maniobra de Heimlich, pero nunca la había realizado en un caso real, y temía terminar matando a Ken por equivocación. Por suerte se recobra rápidamente y ni siquiera he llegado a dar un paso en su dirección. Suspirando con alivio, me río de su declaración y no dudo en contestar. - Te tomo por un adolescente. No me sorprendería que quisieras lucirte ante Lilah o Jared... - Después de todo, no es secreto para nadie salvo para la misma Lilah, que Ken está interesado en ella; y lo de Jared es una obviedad. - Aún así, si no confiase en ti, ni siquiera lo hubiese propuesto. No hagas que termine arrepintiéndome. - Agrego mientras lo veo darle el resto de su fruta a la yegua.
Su pregunta luego de eso me toma por sorpresa. No por la curiosidad que demuestra, sino porque en estos quince años casi que no le he dedicado ningún pensamiento al tres. - Si tengo que serte sincera, recuerdo muy poco. Recuerdo que la gente no solía tratarnos del todo bien, sobre todo por tener el apellido de mamá. Tampoco tengo demasiadas memorias de mi padre, o del distrito en sí. Sólo que valoraban mucho la educación. - Le respondo con lo primero que viene a mi mente, que no es mucho, pero es lo mejor que tengo para darle. A decir verdad tengo más conocimiento de los distritos del norte por las expediciones, que del sur por haber vivido nueve años allí. - Eso sí, todavía recuerdo como hacer una papa bomba, y estoy segura de que puedo arrancar la moto de Ben sin temer que pedirle la llave.
Lamentando no poder darle más información, lo observo subirse a Petra y comenzar una marcha ligera. Todavía pensando en el tres, me sorprende con su declaración, pero por alguna razón no me extraña. - Para lo muy poco que está en su casa, me sorprende que no hayas robado los más actuales. Yo en tu lugar los hubiese copiado y devuelto a su lugar más tarde - Razono. Puede que no le esté dando los mejores consejos al muchacho, pero prefiero que sea avivado y sincero, en vez de cauteloso e irresponsable. Su curiosidad es comprensible, y estoy segura de que en unos años, será un excelente explorador. - Tampoco es que podamos observar demasiado como viven. Siempre tenemos que tener cuidado de no ser descubiertos. Pero cada distrito es muy diferente el uno del otro.
¿Lucirme ante Lilah qué? La miro con los ojos salidos de las órbitas y puedo sentir el calor que me sube por el cuello hasta llegar a mis orejas, pero no consigo balbucear ninguna excusa porque de inmediato pronuncia algo que hace que la mire ciertamente ofendido — ¡No haría que te arrepientas! — me quejo, omitiendo de inmediato todas las ideas que tuve sobre mis expediciones con mis amigos. Si tengo que demostrarles a los demás que puedo hacer las cosas bien sin causar problemas para que confíen en mí, voy a empezar a hacerlo.
Durante todos estos años he molestado a cada uno de los integrantes del distrito para saber cómo eran sus vidas antes de llegar, así que creo que tengo un panorama algo variado de como se supone que es la vida dentro de Neopanem. Me han hablado de ciudades enormes, fábricas, deportes, océanos, bosques, modas, comidas... siempre es nueva información y a veces tengo que usar demasiado la imaginación para aclarar algunas cosas, pero lo termino disfrutando; incluso he pensado en escribir un libro desde mi punto de vista, aunque nunca supe por dónde empezar — ¿Una papa bomba? — pregunto con entusiasmo, sin poder saber bien cómo funcionaría eso, aunque lo de la moto de Ben me resulta mucho más tentador — Algún día tendrás que enseñarme todas esas cosas. No es justo que tengas esos conocimientos y no los compartas con el mundo.
Lo medito un poco, aunque veo una ligera falla en su plan — He pensado en copiar algunas cosas nuevas en los mapas viejos porque no tengo ninguno limpio, pero temo confundirme con mis marcas y las suyas. No es como si tuviese una variedad de colores... — aunque podría pedir algunos, alguien debe tener, ¿no? Le hago una ligera seña para que me abra la puerta del corral y en cuanto lo hace, presiono a Petra para que avance con más rapidez, saliendo de allí a pesar de que la freno para voltearme hacia Ava — ¿Quieres ayudarme con eso? — le pregunto, terminando con sonreírle en un gesto obvio de travesura — Cuando Benedict se vaya, a entrar a su casa. Podrás marcarme las rutas nuevas y luego... bueno. Prometo no decirle a nadie y ser responsable y todo eso— sé que le estoy pidiendo algo sumamente irresponsable para ella y que posiblemente le valga una reprimenda de su madre, así que pongo mi mejor cara de perro mojado — ¿Por favor?
Durante todos estos años he molestado a cada uno de los integrantes del distrito para saber cómo eran sus vidas antes de llegar, así que creo que tengo un panorama algo variado de como se supone que es la vida dentro de Neopanem. Me han hablado de ciudades enormes, fábricas, deportes, océanos, bosques, modas, comidas... siempre es nueva información y a veces tengo que usar demasiado la imaginación para aclarar algunas cosas, pero lo termino disfrutando; incluso he pensado en escribir un libro desde mi punto de vista, aunque nunca supe por dónde empezar — ¿Una papa bomba? — pregunto con entusiasmo, sin poder saber bien cómo funcionaría eso, aunque lo de la moto de Ben me resulta mucho más tentador — Algún día tendrás que enseñarme todas esas cosas. No es justo que tengas esos conocimientos y no los compartas con el mundo.
Lo medito un poco, aunque veo una ligera falla en su plan — He pensado en copiar algunas cosas nuevas en los mapas viejos porque no tengo ninguno limpio, pero temo confundirme con mis marcas y las suyas. No es como si tuviese una variedad de colores... — aunque podría pedir algunos, alguien debe tener, ¿no? Le hago una ligera seña para que me abra la puerta del corral y en cuanto lo hace, presiono a Petra para que avance con más rapidez, saliendo de allí a pesar de que la freno para voltearme hacia Ava — ¿Quieres ayudarme con eso? — le pregunto, terminando con sonreírle en un gesto obvio de travesura — Cuando Benedict se vaya, a entrar a su casa. Podrás marcarme las rutas nuevas y luego... bueno. Prometo no decirle a nadie y ser responsable y todo eso— sé que le estoy pidiendo algo sumamente irresponsable para ella y que posiblemente le valga una reprimenda de su madre, así que pongo mi mejor cara de perro mojado — ¿Por favor?
Los cambios en las expresiones de Kendrick me hacen reírme a carcajada limpia. No puedo evitarlo y creo que termino por decidir que de todos, Ken es mi favorito. No sabría explicar muy bien por qué, simplemente es tan... ¿transparente? SU sonrojo cuando hago mención de Lilah hace que quiera volver a tomar su cachete, pero no lo hago, el pobre ya está lo suficientemente atormentado. - Tranquilo chico, te creo. - Es lo único que logro pronunciar cuando calma mi risa. Después de todo, realmente me inspiraba confianza.
Cuando muestra curiosidad por las tonterías que dije acerca de las papas bombas, y de como robar vehículos (básicamente), noto que probablemente no debí haber dicho eso. Es un adolescente, curioso e hiperactivo, y claramente que esas cosas llamarían su atención. ¿Cómo le digo que no le puedo enseñar esas cosas? Estaba por escudarme en su edad, lo cual era hipócrita siendo que acababa de confiarle que lo ayudaría a escabullirse de los límites del distrito, cuando se viene a mi mente una solución mejor. - Si tengo que mostrarte esas cosas, necesito que todos en el distrito sean cuidadosos. Ya imagino a Bev tratando de imitarte... - Poniendo una expresión un tanto pensativa, creo que no puedo ocultar la risa de mis ojos ante lo que estoy por decir. - Hagamos esto, si me ayudas a que Beverly mejore su puntería, te enseño como arrancar algunos vehículos... Lo de la papa bomba va a tener que esperar a que alguien nos ayude a poner un muffliato en los alrededores, y dudo que Seth esté de acuerdo con que aprendas eso a esta edad. - Ya está, con eso gano el suficiente tiempo como para no parecer completamente irresponsable y me libro de culpas.
No dudo en ayudarlo cuando me insinúa que le abra la puerta, y sonrío de solo pensar cuando años atrás había querido enseñarle a Arion a saltar la cerca. Al parecer, cuando era joven no entendía que el corral servía para mantener a los caballos adentro y no era correcto enseñarles el como escapar. - ¿Quieres que me arriesgue a que Ben descubra que he estado husmeando en su casa?... Claro, ¿por qué no?. - Le dedico una sonrisa y no puedo evitar reírme un poco. - Supongo que es hora de que aprendas las maravillas que se pueden hacer con un poco de papel en blanco, un lápiz y una ventana a contraluz. - Claro que estaba demasiado divertida con la idea de fastidiar a mi hermanastro en vez de darle la opción más sencilla. Después de todo, tenía muy buena memoria y confeccionar mapas era casi mi especialidad. Sería demasiado aburrido simplemente prestarle las copias que tengo bien escondidas para que ni Zenda las encuentre. - Después te enojas si te digo adorable y pones esa cara... No te quejes cuando vuelva a apretarte las mejillas.- Le advierto.
Cuando muestra curiosidad por las tonterías que dije acerca de las papas bombas, y de como robar vehículos (básicamente), noto que probablemente no debí haber dicho eso. Es un adolescente, curioso e hiperactivo, y claramente que esas cosas llamarían su atención. ¿Cómo le digo que no le puedo enseñar esas cosas? Estaba por escudarme en su edad, lo cual era hipócrita siendo que acababa de confiarle que lo ayudaría a escabullirse de los límites del distrito, cuando se viene a mi mente una solución mejor. - Si tengo que mostrarte esas cosas, necesito que todos en el distrito sean cuidadosos. Ya imagino a Bev tratando de imitarte... - Poniendo una expresión un tanto pensativa, creo que no puedo ocultar la risa de mis ojos ante lo que estoy por decir. - Hagamos esto, si me ayudas a que Beverly mejore su puntería, te enseño como arrancar algunos vehículos... Lo de la papa bomba va a tener que esperar a que alguien nos ayude a poner un muffliato en los alrededores, y dudo que Seth esté de acuerdo con que aprendas eso a esta edad. - Ya está, con eso gano el suficiente tiempo como para no parecer completamente irresponsable y me libro de culpas.
No dudo en ayudarlo cuando me insinúa que le abra la puerta, y sonrío de solo pensar cuando años atrás había querido enseñarle a Arion a saltar la cerca. Al parecer, cuando era joven no entendía que el corral servía para mantener a los caballos adentro y no era correcto enseñarles el como escapar. - ¿Quieres que me arriesgue a que Ben descubra que he estado husmeando en su casa?... Claro, ¿por qué no?. - Le dedico una sonrisa y no puedo evitar reírme un poco. - Supongo que es hora de que aprendas las maravillas que se pueden hacer con un poco de papel en blanco, un lápiz y una ventana a contraluz. - Claro que estaba demasiado divertida con la idea de fastidiar a mi hermanastro en vez de darle la opción más sencilla. Después de todo, tenía muy buena memoria y confeccionar mapas era casi mi especialidad. Sería demasiado aburrido simplemente prestarle las copias que tengo bien escondidas para que ni Zenda las encuentre. - Después te enojas si te digo adorable y pones esa cara... No te quejes cuando vuelva a apretarte las mejillas.- Le advierto.
La miro como si me estuviera tomando el pelo con respecto a lo de Beverly, aunque con un encogimiento de uno de mis hombros creo que le doy por aceptada la propuesta — Si crees que justamente yo puedo ser de ayuda para educar a Bev en algo... — creo que todos sabemos que es una tarea más que complicada y además creo que ella nunca me escucha cuando le digo algo porque siempre me responde cosas sin sentido, pero si Ava cree que puedo hacerlo, al menos tengo que intentarlo. Por algo soy el más fuerte de mi generación... ¿No? Además de que soy el mayor, sin contar a Delilah pero como ella es tan suave no cuenta demasiado al momento de tomar el liderazgo — pero si lo conseguimos, aviso desde ya que voy a exigir unas cuantas papas extra.
— Colarse en la casa de Ben es sumamente fácil — lo suelto como si no fuese la gran cosa y confiando que ella no se lo dirá absolutamente a nadie, menos al susodicho, e incluso tomo una postura mucho más erguida en mi montura como si de esa forma pudiese verme mucho más grande e impresionante de lo que en verdad soy — Nunca cierra con llave porque cree que aquí no hace falta y aunque esconde muchas de sus cosas, he encontrado su agujero secreto una vez que se durmió por beber mucha cerveza. Esconde la mayoría de las cosas en una tabla suelta bajo la cama. He encontrado también un whisky y cigarrillos extra — le digo con picardía, seguro de que se ha guardado esa botella de alguna de sus visitas a Neopanem porque nosotros no las fabricamos — también tiene algunas tonterías como recortes de diarios, pero nunca he preguntado quienes son esas personas — se me hace que si quieres hablar de alguien pones su foto en alguna zona visible y no la escondes debajo de tu cama, pero no soy quien para juzgar.
Con un bufido al que le sigue un "bah!" de falsa irritación por esa declaración de adorabilidad, pongo los ojos en blanco y tiro de las riendas de Petra para encaminarla en dirección a las zonas más alejadas dentro del límite del distrito — Entonces tenemos un trato — le recuerdo, regalándole una sonrisa más que ancha — Cuando tengamos la vía libre nos juntaremos y me enseñarás todo eso de como copiar más y blah. ¡Te tomo la palabra! - sin mucho más, la saludo con un movimiento de la cabeza y golpeo a Petra para que arranque su trote, lo cual me balancea un segundo ante el envión — ¡Gracias por la manzana!
Consigo despedirme y me alejo al galope, con el aire golpeándome en la cara de ese modo que siempre me ha sabido a libertad.
— Colarse en la casa de Ben es sumamente fácil — lo suelto como si no fuese la gran cosa y confiando que ella no se lo dirá absolutamente a nadie, menos al susodicho, e incluso tomo una postura mucho más erguida en mi montura como si de esa forma pudiese verme mucho más grande e impresionante de lo que en verdad soy — Nunca cierra con llave porque cree que aquí no hace falta y aunque esconde muchas de sus cosas, he encontrado su agujero secreto una vez que se durmió por beber mucha cerveza. Esconde la mayoría de las cosas en una tabla suelta bajo la cama. He encontrado también un whisky y cigarrillos extra — le digo con picardía, seguro de que se ha guardado esa botella de alguna de sus visitas a Neopanem porque nosotros no las fabricamos — también tiene algunas tonterías como recortes de diarios, pero nunca he preguntado quienes son esas personas — se me hace que si quieres hablar de alguien pones su foto en alguna zona visible y no la escondes debajo de tu cama, pero no soy quien para juzgar.
Con un bufido al que le sigue un "bah!" de falsa irritación por esa declaración de adorabilidad, pongo los ojos en blanco y tiro de las riendas de Petra para encaminarla en dirección a las zonas más alejadas dentro del límite del distrito — Entonces tenemos un trato — le recuerdo, regalándole una sonrisa más que ancha — Cuando tengamos la vía libre nos juntaremos y me enseñarás todo eso de como copiar más y blah. ¡Te tomo la palabra! - sin mucho más, la saludo con un movimiento de la cabeza y golpeo a Petra para que arranque su trote, lo cual me balancea un segundo ante el envión — ¡Gracias por la manzana!
Consigo despedirme y me alejo al galope, con el aire golpeándome en la cara de ese modo que siempre me ha sabido a libertad.
Tendría que hablar más seguido con Kendrick. De verdad. Me subía el ánimo de maneras increíbles, y eso que todavía no me dedicaba a ponerlo en vergüenza. ¿Qué tan rojo se pondría si comenzaba a interrogarlo sobre Lillah? No sería tan cruel, después de todo, acababa de encomendarle la ardua y complicada tarea de ayudar a Bev. ¿Quién sabe? Tal vez las ansias de la pequeña por impresionarlo realmente la ayudaban en su técnica. Riéndome cuando solicita más "papas", le regalo una mirada de curiosidad. - ¿Pero qué tanto quieres volar que necesitas más papas?- Consulto entre risas divertidas. Y es que aunque no tenían un gran alcance, bien hechas las pequeñas bombas tenían un gran poder destructivo.
Hago silencio cuando explica detalladamente lo fácil que es adentrarse en la casa de Ben, y no se va la sonrisa de la cara de pensar en la cantidad de veces que su morada ha sido invadida. Dudo que no lo sepa de todas maneras, tiene mejor olfato que cualquiera, y si un adolescente como Ken entraba a su casa, seguramente podría identificar su esencia. Estaba por comentarle ese detalle, cuando otra cosa me llama la atención. - ¿Whiskey y cigarrillos extra? Malnacido... Voy a revisarle la capa la próxima vez que volvamos de excursión. - Refunfuño más para mi misma que para Ken. Es que sí, tengo que admitir que hubo veces en las que me he guardado algún chocolate en específico, y algún que otro atado. Pero no tengo el tamaño necesario para esconder una botella de alcohol y salir airosa de la situación.
No me sorprende que me diga de los recortes, yo misma guardo en un cuaderno algunos recortes que hablan de papá, así que no me cuesta entender qué pueden ser. Después de todo, Ben ha perdido más gente, yo misma había presenciado la muerte de su hermana cuando me hallaba en el distrito tres... claro que no recordaba casi nada, era pequeña; pero si recuerdo la sensación de tristeza que me había causado.
Simplemente asiento con la cabeza cuando se despide, asegurándose de que me acuerde lo que le prometí. No puedo evitar tener la sensación de que estoy metiendo la pata, pero trato de ignorarla mientras me vuelvo a asegurar que confío en que Kendrick será responsable.
Hago silencio cuando explica detalladamente lo fácil que es adentrarse en la casa de Ben, y no se va la sonrisa de la cara de pensar en la cantidad de veces que su morada ha sido invadida. Dudo que no lo sepa de todas maneras, tiene mejor olfato que cualquiera, y si un adolescente como Ken entraba a su casa, seguramente podría identificar su esencia. Estaba por comentarle ese detalle, cuando otra cosa me llama la atención. - ¿Whiskey y cigarrillos extra? Malnacido... Voy a revisarle la capa la próxima vez que volvamos de excursión. - Refunfuño más para mi misma que para Ken. Es que sí, tengo que admitir que hubo veces en las que me he guardado algún chocolate en específico, y algún que otro atado. Pero no tengo el tamaño necesario para esconder una botella de alcohol y salir airosa de la situación.
No me sorprende que me diga de los recortes, yo misma guardo en un cuaderno algunos recortes que hablan de papá, así que no me cuesta entender qué pueden ser. Después de todo, Ben ha perdido más gente, yo misma había presenciado la muerte de su hermana cuando me hallaba en el distrito tres... claro que no recordaba casi nada, era pequeña; pero si recuerdo la sensación de tristeza que me había causado.
Simplemente asiento con la cabeza cuando se despide, asegurándose de que me acuerde lo que le prometí. No puedo evitar tener la sensación de que estoy metiendo la pata, pero trato de ignorarla mientras me vuelvo a asegurar que confío en que Kendrick será responsable.
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