OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Se suponía que a esa hora no debería haber nadie en el consejo, pero a estas alturas de mi vida ya debería saber que Arleth no se rige por las normas sociales habituales. He estado fuera todo el día, recorriendo parte del bosque para recolectar la poca fruta que todavía madura por esta época y he encontrado varios de los árboles con un polvo blanco bastante misterioso que, por algún motivo, me suena a malas noticias. Ya tenemos escasez de fruta la mayor parte del año, no quiero ni imaginarme lo que sería que además, la cosecha de primavera se echara a perder entera. Como no estoy seguro de mi teoría no quiero preocupar a nadie, tomo un injerto de uno de los perales y lo traslado a la sala del consejo envuelto en una burbuja para evitar que contamine el resto de plantas por las que paso al andar.
Abro la puerta y lo primero que encuentro es a Arleth con la cabeza metida en los libros y una vela a su izquierda. Si no hubiera levantado la vista en cuanto escuchó la puerta, habría tenido tiempo para deshacerme de la planta antes de que la viera. Supongo que lo de "preocupar a nadie" se ha ido a la mierda. — Te he dicho que si vas a leer, lo hagas de día. Te vas a quedar ciega con las velas. — Deposito la planta en medio de la mesa, justo frente a ella, que para empezar siempre ha sido la experta en estas cosas y después, uso la punta de la varita para invocar una onda de luz lo bastante potente como para que la vela ya no haga falta. La apago de un soplido y apoyo las manos en la mesa, dejando la luz en medio de los dos y poniendo mi vista sobre ella. — Tal vez me equivoque, pero hace días Seth me dijo algo de un virus y he ido a revisar posibles sitios donde los mocosos se meterían sin permiso. El bosque es el primer sospechoso, ya sabes. — A pesar de que se les permite ir al claro, que es un camino relativamente corto y bien marcado, siempre se suelen desviar. El día en el que uno de ellos pierda un brazo por meterse donde no debe juro que les arrancaré yo mismo otro. — Y he encontrado eso. Está por varias partes. Es como una plaga.
Abro la puerta y lo primero que encuentro es a Arleth con la cabeza metida en los libros y una vela a su izquierda. Si no hubiera levantado la vista en cuanto escuchó la puerta, habría tenido tiempo para deshacerme de la planta antes de que la viera. Supongo que lo de "preocupar a nadie" se ha ido a la mierda. — Te he dicho que si vas a leer, lo hagas de día. Te vas a quedar ciega con las velas. — Deposito la planta en medio de la mesa, justo frente a ella, que para empezar siempre ha sido la experta en estas cosas y después, uso la punta de la varita para invocar una onda de luz lo bastante potente como para que la vela ya no haga falta. La apago de un soplido y apoyo las manos en la mesa, dejando la luz en medio de los dos y poniendo mi vista sobre ella. — Tal vez me equivoque, pero hace días Seth me dijo algo de un virus y he ido a revisar posibles sitios donde los mocosos se meterían sin permiso. El bosque es el primer sospechoso, ya sabes. — A pesar de que se les permite ir al claro, que es un camino relativamente corto y bien marcado, siempre se suelen desviar. El día en el que uno de ellos pierda un brazo por meterse donde no debe juro que les arrancaré yo mismo otro. — Y he encontrado eso. Está por varias partes. Es como una plaga.
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Todos en casa parecen haberse quedado dormidos luego de una jornada larga de trabajo, por lo que me siento completamente libre de continuar mis actividades una vez que he cubierto a Zenda con las mantas. Se ha dormido tan profundamente que puedo dar por sentado que no habrá problema en dejarla a cargo de un Elioh que se encuentra ya en cama, por lo que simplemente apago su vela con un soplido y me abrigo lo suficiente como para salir, notando de inmediato que algunas casas todavía reflejan los pocos rastros de luz que obtenemos y que indican que muchos de nosotros siguen arriba. No es tan tarde como pensaba, aunque el cansancio de mi cuerpo me hace sentir que estamos bien dentro de la madrugada; como sea, no es excusa para dejar trabajo que hacer.
He estado hablando con Seth Niniadis esta tarde y ambos coincidimos en realizar una de las pociones más complicadas de nuestro inventario, aunque ha salido mal tantas veces que estoy deseosa de comprender cual es nuestro error. Como estuve en el centro del Consejo hasta antes de cenar he dejado el libro sobre la mesa, así que en pocos minutos estoy empujando la pesada puerta de madera y buscando las cerillas. La vela pronto se enciende e ilumina mi rostro con suave calidez, dejándome ver a la perfección el grueso y viejo tomo que reposa sobre la mesa. En segundos, ya estoy acomodada para hundir allí mis narices.
Son páginas y páginas de medicina mágica y pociones cuyas funciones son tan complejas como su procedimiento, pero si hay algo que aprendimos en este distrito es a no darnos por vencidos. Estoy pegando un poco la nariz contra una de las hojas creyendo que encontré lo que buscaba cuando Echo abre la puerta haciéndome sobresaltar, mirándolo de forma recriminante por un susto que me hizo sentir el corazón en la garganta — Siempre surge algo que hacer durante el día — le explico apoyando mis dedos sobre las hojas para que el libro no se cierre en cuanto lo pongo sobre la mesa, aunque es lo suficientemente grande y pesado como para hacerlo.
El repentino cambio de luz me hace parpadear y siento como mis pupilas son las que más sufren, hasta que puedo enfocarlo mejor. Parece más preocupado que de costumbre y eso provoca que le preste una mayor atención, hasta que me fijo en lo que ha traído con él — ¿Puedo? — pregunto. Agarro la planta con sumo cuidado y la muevo ligeramente hacia un costado, tratando de adivinar lo que le ha ocurrido — ¿Mala cosecha? ¿Algo natural o crees que alguien las ha dejado así? — con las yemas cuidadosas por años de enfermería corto vagamente una hojita que sobresale y la olfateo, arrugando la nariz ante su aroma rancio — ¿Te has fijado si ocurre con plantas de otras especies o solo es la misma?
He estado hablando con Seth Niniadis esta tarde y ambos coincidimos en realizar una de las pociones más complicadas de nuestro inventario, aunque ha salido mal tantas veces que estoy deseosa de comprender cual es nuestro error. Como estuve en el centro del Consejo hasta antes de cenar he dejado el libro sobre la mesa, así que en pocos minutos estoy empujando la pesada puerta de madera y buscando las cerillas. La vela pronto se enciende e ilumina mi rostro con suave calidez, dejándome ver a la perfección el grueso y viejo tomo que reposa sobre la mesa. En segundos, ya estoy acomodada para hundir allí mis narices.
Son páginas y páginas de medicina mágica y pociones cuyas funciones son tan complejas como su procedimiento, pero si hay algo que aprendimos en este distrito es a no darnos por vencidos. Estoy pegando un poco la nariz contra una de las hojas creyendo que encontré lo que buscaba cuando Echo abre la puerta haciéndome sobresaltar, mirándolo de forma recriminante por un susto que me hizo sentir el corazón en la garganta — Siempre surge algo que hacer durante el día — le explico apoyando mis dedos sobre las hojas para que el libro no se cierre en cuanto lo pongo sobre la mesa, aunque es lo suficientemente grande y pesado como para hacerlo.
El repentino cambio de luz me hace parpadear y siento como mis pupilas son las que más sufren, hasta que puedo enfocarlo mejor. Parece más preocupado que de costumbre y eso provoca que le preste una mayor atención, hasta que me fijo en lo que ha traído con él — ¿Puedo? — pregunto. Agarro la planta con sumo cuidado y la muevo ligeramente hacia un costado, tratando de adivinar lo que le ha ocurrido — ¿Mala cosecha? ¿Algo natural o crees que alguien las ha dejado así? — con las yemas cuidadosas por años de enfermería corto vagamente una hojita que sobresale y la olfateo, arrugando la nariz ante su aroma rancio — ¿Te has fijado si ocurre con plantas de otras especies o solo es la misma?
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Solo basta un gesto de "todo tuyo" cuando ella me pide permiso para observar la planta con detalle. Aprovecho para sentarme justo delante de ella con un suspiro cansado, pasándome las manos por los ojos y también por las sienes no sabiendo si quiero o no (al menos no con exactitud) saber que es lo que pasa. ¿Tan malo sería que finjamos que todo está bien? — Parece natural. — Pero no tengo ni idea. De todas formas, si es "alguien" nadie se había acercado tanto jamás desde el primer grupo que recogimos que estaba rumbo al 14. El resto de ellos ni siquiera superaron el desierto.
Llevo mi vista hacia ella y me distraigo por un instante. No recuerdo la de veces que me he perdido en esos gestos, en ese ceño fruncido, en esos ligeros suspiros que suelta de forma inconsciente, en la mueca que hace cuando encuentra algo extraño que por un instante no reconoce: todos propios de cuanto está trabajando. Nunca tengo libertad para observar esas cosas de esa forma, plantando mi vista simplemente en ella y esperando que nadie note lo obvio; eso es lo que me gusta de la oscuridad y del silencio, puedo ser débil un momento sin arruinarlo todo.
Suelto un suspiro desviando la mirada hacia la ventana pensando en el tipo de plantas en donde lo encontré. Fueron varias. Diferentes. Aunque si me pregunta exactamente cuales, no creo ser capaz de recordar todos los tipos. — Mezcladas. No todos eran perales, pero se extendía bastante. — La semana pasada tuvimos varias lluvias, eso debería haber aplacado la infección ¿no? — Tenemos una semana bastante fuerte de vientos. Quizá eso lo esté empeorando. ¿Es muy grave? —
Llevo mi vista hacia ella y me distraigo por un instante. No recuerdo la de veces que me he perdido en esos gestos, en ese ceño fruncido, en esos ligeros suspiros que suelta de forma inconsciente, en la mueca que hace cuando encuentra algo extraño que por un instante no reconoce: todos propios de cuanto está trabajando. Nunca tengo libertad para observar esas cosas de esa forma, plantando mi vista simplemente en ella y esperando que nadie note lo obvio; eso es lo que me gusta de la oscuridad y del silencio, puedo ser débil un momento sin arruinarlo todo.
Suelto un suspiro desviando la mirada hacia la ventana pensando en el tipo de plantas en donde lo encontré. Fueron varias. Diferentes. Aunque si me pregunta exactamente cuales, no creo ser capaz de recordar todos los tipos. — Mezcladas. No todos eran perales, pero se extendía bastante. — La semana pasada tuvimos varias lluvias, eso debería haber aplacado la infección ¿no? — Tenemos una semana bastante fuerte de vientos. Quizá eso lo esté empeorando. ¿Es muy grave? —
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Miro a Echo durante una fracción de segundo en cuanto me aclara que es algo natural, tratando de descifrar cual de todos los fenómenos naturales pudo haber dejado esta planta en este estado. He visto muchas porquerías consumir la vegetación a lo largo de los años y de mi estudio en Pociones y Herbología, pero ahora mismo no puedo encontrar un nombre a nuestro problema, así que le echo la culpa a mis pocas horas de sueño y al cansancio mental que me cargo encima.
Al final acabo soltando un suspiro y dejo a nuestro paciente sobre la mesa, ladeando la cabeza como si el cambio de postura o luz pudiese ayudarme a comprender mejor su malestar — No huele bien y su aspecto me suena a podredumbre, pero nunca he visto algo así. Quizá algún animal enfermo orinó en aquella zona o... — intento encontrar una solución, que puede ir desde algún parásito en la tierra a alguna lluvia contaminada, pero no sé exactamente de dónde agarrarme.
Acabo enderezándome en mi asiento y vuelvo a mirarlo, aunque ahora mismo mi rostro solo detona decisión — Rotemos la zona y no recolectemos nada de ese sector hasta estar seguros. Ve mañana con Demian y Seth para poder chequear tanto qué plantas fueron afectadas como si hay alguna solución mágica a nuestro problema — lo pienso un momento. Seth podrá con la infección o eso espero, mientras que Derian debería estar al tanto de este enredo por el simple hecho de que toca su área — Podemos enviar a alguien a buscar frutos en otra dirección y que de paso nos informe si el fenómeno se repite. ¿Crees que Benedict o Ava estén disponibles para esa tarea?
Pienso un momento en otras opciones que incluyen a Cale, quien en estos días ha estado ocupado en su propia área de trabajo y Alice, aunque prefiero tenerla cuidando la salud del distrito mientras los demás están fuera. Me paso una mano por el cabello y me aparto un mechón que se ha caído sobre mis ojos — No sé por qué, Echo, pero tengo la horrible sensación de que el próximo invierno será el más difícil en mucho tiempo.
Al final acabo soltando un suspiro y dejo a nuestro paciente sobre la mesa, ladeando la cabeza como si el cambio de postura o luz pudiese ayudarme a comprender mejor su malestar — No huele bien y su aspecto me suena a podredumbre, pero nunca he visto algo así. Quizá algún animal enfermo orinó en aquella zona o... — intento encontrar una solución, que puede ir desde algún parásito en la tierra a alguna lluvia contaminada, pero no sé exactamente de dónde agarrarme.
Acabo enderezándome en mi asiento y vuelvo a mirarlo, aunque ahora mismo mi rostro solo detona decisión — Rotemos la zona y no recolectemos nada de ese sector hasta estar seguros. Ve mañana con Demian y Seth para poder chequear tanto qué plantas fueron afectadas como si hay alguna solución mágica a nuestro problema — lo pienso un momento. Seth podrá con la infección o eso espero, mientras que Derian debería estar al tanto de este enredo por el simple hecho de que toca su área — Podemos enviar a alguien a buscar frutos en otra dirección y que de paso nos informe si el fenómeno se repite. ¿Crees que Benedict o Ava estén disponibles para esa tarea?
Pienso un momento en otras opciones que incluyen a Cale, quien en estos días ha estado ocupado en su propia área de trabajo y Alice, aunque prefiero tenerla cuidando la salud del distrito mientras los demás están fuera. Me paso una mano por el cabello y me aparto un mechón que se ha caído sobre mis ojos — No sé por qué, Echo, pero tengo la horrible sensación de que el próximo invierno será el más difícil en mucho tiempo.
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Estuvo lloviendo mucho ¿no? desde mi punto de vista, si solo fuera un animal enfermo meando por donde no debe, ya debería haberse quitado, no extendido. Pero no sé nada de plantas así que a pesar de que ese pensamiento se me cruza por la mente, no lo expreso en voz alta. Cuando suelta la planta la atraigo hacia mi, para echarle un vistazo en condiciones. Sé que he visto ese polvo en otra parte, pero no consigo ponerle sitio. — Nadie debería pasar por ahí tampoco. Podría acabar trayendo la infección acá. o lo que sea eso. — Parece que suena fácil, pero dios sabe que con la panda de adolescentes de distrito, nada es fácil. Menos eso. ¿Bloquearles una zona del bosque a la que suelen tener acceso?
Me huelo berrinche spor todas partes.
Me llevo las manos a los ojos y suelto un suspiro cansado, presionándolos ligeramente y asintiendo a su idea sobre Seth y Derian. El primero es bueno con las plantas, creo, no sé, Arleth fue su mentora así que si no aprendió sobre plantas ni merece estar vivo; y Derian debería encontrar la manera de avisar a todos los agricultores a su cargo de la amenaza a la que nos enfrentamos. — Los he visto por ahí, así que probablemente sí. — Respondo respecto al par de exploradores. — Si no, creo que pueden reemplazarlo los niños antes de que pongan el grito en el cielo por no poder ir al otro lado del bosque — Suelto una risa, pero es apenas un bosquejo de una risa real, solo como un suspiro intentando enmascarar la sensación del problemón que se nos viene encima.
Y parece que no soy el único pensando en ello. La voz y la expresión de Arleth cambian repentinamente, así que extiendo mis manos sobre la mesa para tomar la suya e intentar consolarla. — Hemos sobrevivido hasta ahora. Podremos con otro invierno. Hemos tenido probabilidades en contra mucho peores, ¿no crees? — Esbozo media sonrisa. — Si tenemos que arriesgarnos este invierno consiguiendo comida en neopanem, lo haremos. Si nos va a vencer alguien, no va a ser el invierno. —
Me huelo berrinche spor todas partes.
Me llevo las manos a los ojos y suelto un suspiro cansado, presionándolos ligeramente y asintiendo a su idea sobre Seth y Derian. El primero es bueno con las plantas, creo, no sé, Arleth fue su mentora así que si no aprendió sobre plantas ni merece estar vivo; y Derian debería encontrar la manera de avisar a todos los agricultores a su cargo de la amenaza a la que nos enfrentamos. — Los he visto por ahí, así que probablemente sí. — Respondo respecto al par de exploradores. — Si no, creo que pueden reemplazarlo los niños antes de que pongan el grito en el cielo por no poder ir al otro lado del bosque — Suelto una risa, pero es apenas un bosquejo de una risa real, solo como un suspiro intentando enmascarar la sensación del problemón que se nos viene encima.
Y parece que no soy el único pensando en ello. La voz y la expresión de Arleth cambian repentinamente, así que extiendo mis manos sobre la mesa para tomar la suya e intentar consolarla. — Hemos sobrevivido hasta ahora. Podremos con otro invierno. Hemos tenido probabilidades en contra mucho peores, ¿no crees? — Esbozo media sonrisa. — Si tenemos que arriesgarnos este invierno consiguiendo comida en neopanem, lo haremos. Si nos va a vencer alguien, no va a ser el invierno. —
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Me parece bien que nadie se acerque a la zona para evitar un posible contagio o desparramo de lo que sea que sea nuestro problema, así que simplemente hago un movimiento afirmativo con la cabeza, aunque lo siguiente solamente provoca que lo mire con las cejas arqueadas en un obvio gesto de desacuerdo y desaprobación — No voy a dejar a los niños haciéndose cargo de un asunto así cuando no sabemos hasta donde pudo haber llegado la infección — además de que suelo sospechar que les estamos matando lo que les queda de infancia y que no deberíamos abusar de ellos cuando tienen tiempo libre — Prefiero tenerlos controlados en el distrito, aunque si quieres utilizarlos que lo hagan bajo la supervisión de un adulto. Ava lo haría sin problemas.
Darle trabajo y responsabilidad a mi hija es algo que sé que le formará el carácter y también va a evitar tenerla sin saber exactamente en qué trabajar cada día, además de que ahorro el tiempo de otras personas que cargan con otras responsabilidades. Además peco de madre orgullosa y confío en ella, aunque no le voy a decir eso a Echo para que no tome esto como una decisión personal.
Las manos de Echo aprietan una de las mías y su calor se siente reconfortante, por lo que utilizo la que me queda libre para presionar sus nudillos y le regalo una sonrisa preocupada y dudosa, pero honesta para con él y ese gesto que tanto aprecio. Él ha estado conmigo y para mí hace años, incluso en esos tiempos donde creía que todo iba a desaparecer en cuanto Iago murió, pero él nunca se ha ido — Eres mi roca, Echo — le digo mientras me inclino un poco hacia delante para verlo mejor, sonriendo de forma que se me ven los dientes delanteros y le doy un apretón — Sé que hemos sobrevivido cosas peores que la nieve, pero me es imposible no preocuparme. Los niños, ya sabes...
Siempre ha habido jóvenes que cuidar desde que llegamos aquí. Cuando una generación maduró, nos encontramos con una nueva a quien proteger y a veces me pregunto por qué no fuimos más cuidadosos para controlar la población. Quizá estábamos demasiado ocupados con organizarnos y no morir que nos olvidamos de hablar de educación sexual con los niños y por eso terminaron teniendo hijos siendo tan jóvenes. Igual admito que pudo ser peor, porque Jared y Beverly son encantadores a su manera.
Bajo la vista hacia el libro que estaba analizando antes de su llegada y recuerdo haber pensado en pedir su opinión antes de hablarlo con Elioh, así que suelto sus manos y empujo el tomo en su dirección, girando el libro para que pueda ver el título junto a las exageradas y horrendas ilustraciones de hombres lobos sufriendo de su transformación — ¿Qué opinas? Seth me ha dicho que quiere intentarlo una vez más.
Darle trabajo y responsabilidad a mi hija es algo que sé que le formará el carácter y también va a evitar tenerla sin saber exactamente en qué trabajar cada día, además de que ahorro el tiempo de otras personas que cargan con otras responsabilidades. Además peco de madre orgullosa y confío en ella, aunque no le voy a decir eso a Echo para que no tome esto como una decisión personal.
Las manos de Echo aprietan una de las mías y su calor se siente reconfortante, por lo que utilizo la que me queda libre para presionar sus nudillos y le regalo una sonrisa preocupada y dudosa, pero honesta para con él y ese gesto que tanto aprecio. Él ha estado conmigo y para mí hace años, incluso en esos tiempos donde creía que todo iba a desaparecer en cuanto Iago murió, pero él nunca se ha ido — Eres mi roca, Echo — le digo mientras me inclino un poco hacia delante para verlo mejor, sonriendo de forma que se me ven los dientes delanteros y le doy un apretón — Sé que hemos sobrevivido cosas peores que la nieve, pero me es imposible no preocuparme. Los niños, ya sabes...
Siempre ha habido jóvenes que cuidar desde que llegamos aquí. Cuando una generación maduró, nos encontramos con una nueva a quien proteger y a veces me pregunto por qué no fuimos más cuidadosos para controlar la población. Quizá estábamos demasiado ocupados con organizarnos y no morir que nos olvidamos de hablar de educación sexual con los niños y por eso terminaron teniendo hijos siendo tan jóvenes. Igual admito que pudo ser peor, porque Jared y Beverly son encantadores a su manera.
Bajo la vista hacia el libro que estaba analizando antes de su llegada y recuerdo haber pensado en pedir su opinión antes de hablarlo con Elioh, así que suelto sus manos y empujo el tomo en su dirección, girando el libro para que pueda ver el título junto a las exageradas y horrendas ilustraciones de hombres lobos sufriendo de su transformación — ¿Qué opinas? Seth me ha dicho que quiere intentarlo una vez más.
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No puedo evitar reprimir una risa cuando arruga el gesto de esa manera para demostrar desacuerdo ante la idea de usar a los niños para hacerse cargo de algunas cosas. Ruedo los ojos divertidos y suelto un suspiro. — Están creciendo, todos; pronto tendrán la misma edad que sus padres cuando empezamos todo esto y deberíamos empezar a tratarlos como los tratamos a ellos entonces. — Se que crecieron en un mundo distinto, en unas circunstancias diferentes; entonces estábamos constantemente pensando en si habría una guerra inminente, ahora sé que estamos a salvo, al menos de lo que a Neopanem se refiere. — Zenda es lista. Jared y Ken. Bev es... especial — Pero en realidad, es la misma generación que educamos quince años atrás; con las mismas quisquillas que sus progenitores. — Sacamos provecho de las desventajas de sus padres y encontraremos el modo de aprovechar las de ellos. —
"Eres mi roca, Echo". Me las arreglo para no suspirar, anhelando algo que ya está más que claro que no hay entre nosotros y simplemente esbozo una sonrisa que es a medias complaciente y a medias cálida, porque aunque entre nosotros haya lineas imposibles de cruzar, lo prefiero así a ser desconocidos y que nuestra historia se hubiera convertido en polvo. — Siempre hay niños. Es nuestra cruz. No vamos a líbranos de ellos lo que nos queda de vida. — Bromeo mientras sacudo su mano, para liberar un poco así toda la tensión de aquel asunto y al mismo tiempo, evitar llevármela a los labios en un estúpido impulso que no puedo permitirme.
Bajo la vista hacia el libro cuando lo tiende hacia mi, no entiendo lo que quiere que mire hasta que me menciona a seth y sus intentos. Entonces, mis ojos dejan de vagar buscando algo sobre plantas y localizan la palabra "Matalobos". Suelto un suspiro. Sé que con esa poción mal echa podrían matar a Ben, pero sería tan útil. — Me parece bien. De todas formas Seth lo ha estado intentando por su cuenta. Le he oído despotricando en el sótano — Lo cual dejó claro que la cosa no había ido bien. — Es un buen momento porque tenemos exceso de recursos. Ha valido la pena ser prevenido. El almacén está a reventar. Así que intentadlo, porque eso nos salvaría la vida de mil maneras distintas. —
"Eres mi roca, Echo". Me las arreglo para no suspirar, anhelando algo que ya está más que claro que no hay entre nosotros y simplemente esbozo una sonrisa que es a medias complaciente y a medias cálida, porque aunque entre nosotros haya lineas imposibles de cruzar, lo prefiero así a ser desconocidos y que nuestra historia se hubiera convertido en polvo. — Siempre hay niños. Es nuestra cruz. No vamos a líbranos de ellos lo que nos queda de vida. — Bromeo mientras sacudo su mano, para liberar un poco así toda la tensión de aquel asunto y al mismo tiempo, evitar llevármela a los labios en un estúpido impulso que no puedo permitirme.
Bajo la vista hacia el libro cuando lo tiende hacia mi, no entiendo lo que quiere que mire hasta que me menciona a seth y sus intentos. Entonces, mis ojos dejan de vagar buscando algo sobre plantas y localizan la palabra "Matalobos". Suelto un suspiro. Sé que con esa poción mal echa podrían matar a Ben, pero sería tan útil. — Me parece bien. De todas formas Seth lo ha estado intentando por su cuenta. Le he oído despotricando en el sótano — Lo cual dejó claro que la cosa no había ido bien. — Es un buen momento porque tenemos exceso de recursos. Ha valido la pena ser prevenido. El almacén está a reventar. Así que intentadlo, porque eso nos salvaría la vida de mil maneras distintas. —
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Lo miro con mi expresión que deja muy en claro que no quiero problemas con los pequeños, en especial porque ahora tenemos padres con quienes lidiar cuando antes esos éramos nosotros, hasta que acabo haciendo un resentido movimiento afirmativo con la cabeza como quien quiere cualquier otra cosa que eso — Pero no permitiré que hagan lo que quieran sin un supervisor mayor. Son listos, sí, pero no quiero imaginarme lo que ninguno de ellos podría hacer con demasiada libertad — mi cara demuestra un breve horror, porque si mal no me equivoco Murphy y Delilah son las únicas dóciles de esa tanda de gente joven. Los otros cuatro... madre mía. Dales un poco de poder e independencia y tendrás que salir corriendo a buscarlos al desierto con un botiquín de primeros auxilios.
El apretón de manos me sirve para reírme y afianzar nuestro agarre, sintiendo un peso menos cuando declara que siempre tenemos mocosos dando vueltas a nuestro alrededor. Amo los niños, que nadie me malinterprete, pero sé muy bien que el distrito catorce no es el mejor lugar para criarlos; o quizá sí, si nos ponemos a pensar en los ideales que se inculcan dentro de Neopanem — Solo ruego que ni mis hijos ni Benedict se reproduzcan — bromeo acerca de los únicos sin prole, al menos de manera oficial si consideramos la dudosa paternidad de Beverly y hago una ligera mueca ante esa idea — Me gustaría que pudiesen tener una vida normal. Ya sabes... conocer gente nueva, encontrar una pareja y no bueno... estar como están ahora — somos pocos y las opciones no son muchas. En una época incluso rogué que mi hija se fijase aunque sea en Ben para que supiese lo que era estar con alguien, aunque viéndolos crecer me he dado cuenta de que es más que imposible que alguno de esos quiera alguna vez sentar cabeza. No los culpo, no se puede decir que hayan crecido con algo firme a su alrededor.
No me sorprende en lo absoluto lo que me cuenta de Seth porque desde que lo conozco tiende a intentar cualquier estupidez para cuidar de su mejor amigo como si su vida dependiese de ello. Paso los dedos por la hoja de manera distraída y me pongo de pie, alejándome de Echo y su agarre, mientras medito — Tener un hombre lobo protegiendo la frontera de forma casi consciente... — murmuro. No sé cuánto podrá controlar Ben en caso de que la poción fuese realizada con éxito, pero se supone que sus instintos se aplacan y que estará en poder de sus facultades humanas. No se comería posibles presas para el resto del distrito, podría explorar a mayor velocidad... y dejaría de mortificarse — Suena demasiado bueno para ser verdad, pero sí. Cuidaremos de tener todos los ingredientes necesarios.
Cierro el libro con fuerza y miro a mi amigo, no muy segura de querer retenerlo a causa de la hora. Se ve cansado, por lo que le sonrío y aprieto cariñosamente uno de sus hombros — Ve a lavarte y a la cama, Echo — sugiero con suavidad — Mañana será un nuevo día y podremos solucionar absolutamente todo. Tú eres quien dice que siempre podremos arreglar las cosas...¿No es así?
El apretón de manos me sirve para reírme y afianzar nuestro agarre, sintiendo un peso menos cuando declara que siempre tenemos mocosos dando vueltas a nuestro alrededor. Amo los niños, que nadie me malinterprete, pero sé muy bien que el distrito catorce no es el mejor lugar para criarlos; o quizá sí, si nos ponemos a pensar en los ideales que se inculcan dentro de Neopanem — Solo ruego que ni mis hijos ni Benedict se reproduzcan — bromeo acerca de los únicos sin prole, al menos de manera oficial si consideramos la dudosa paternidad de Beverly y hago una ligera mueca ante esa idea — Me gustaría que pudiesen tener una vida normal. Ya sabes... conocer gente nueva, encontrar una pareja y no bueno... estar como están ahora — somos pocos y las opciones no son muchas. En una época incluso rogué que mi hija se fijase aunque sea en Ben para que supiese lo que era estar con alguien, aunque viéndolos crecer me he dado cuenta de que es más que imposible que alguno de esos quiera alguna vez sentar cabeza. No los culpo, no se puede decir que hayan crecido con algo firme a su alrededor.
No me sorprende en lo absoluto lo que me cuenta de Seth porque desde que lo conozco tiende a intentar cualquier estupidez para cuidar de su mejor amigo como si su vida dependiese de ello. Paso los dedos por la hoja de manera distraída y me pongo de pie, alejándome de Echo y su agarre, mientras medito — Tener un hombre lobo protegiendo la frontera de forma casi consciente... — murmuro. No sé cuánto podrá controlar Ben en caso de que la poción fuese realizada con éxito, pero se supone que sus instintos se aplacan y que estará en poder de sus facultades humanas. No se comería posibles presas para el resto del distrito, podría explorar a mayor velocidad... y dejaría de mortificarse — Suena demasiado bueno para ser verdad, pero sí. Cuidaremos de tener todos los ingredientes necesarios.
Cierro el libro con fuerza y miro a mi amigo, no muy segura de querer retenerlo a causa de la hora. Se ve cansado, por lo que le sonrío y aprieto cariñosamente uno de sus hombros — Ve a lavarte y a la cama, Echo — sugiero con suavidad — Mañana será un nuevo día y podremos solucionar absolutamente todo. Tú eres quien dice que siempre podremos arreglar las cosas...¿No es así?
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— Solo ruego que ni mis hijos ni Benedict se reproduzcan —
Me saca una carcajada, es algo que no puedo evitar. Intento ocultarlo pero eso solo lo empeora. Me llevo la mano a los ojos, los presiono, suelto un suspiro bastante audible cuya entonación deja bastante claro que esta situación me hizo bastante gracia. Hubo un momento en el que entré en un estrés absoluto cuando Sophia se quedó embaraza, Arleth se quedó embarazada, Eowyn estaba embarazada y fue como paren por favor. Creía que las cosas serían y al final acabaríamos pareciendo más una guardería. — Piensa en la suerte que hemos tenido. Podría haber sido peor. — Podríamos estar inundados de bebés y ya no estar seguros de cual era de quien.
La definición de vida normal ha cambiado para nosotros durante los último años, por lo que tengo el impulso de hacer una mueca alzando las cejas y torciendo los labios. Lo más nuevo que Ava o Cale, incluso ben, puedan llegar a conocer, va a ser algún animal que se cuele en las inmediaciones del distrito y que no hayamos visto jamás. — Al menos está sola. Nadie está realmente solo en este distrito nunca. Y lo que tenemos en este lugar es mucho mejor que cualquier cosa que ellos podrían conseguir allí afuera. — Además esas cosas parecen tan mundanas ya, que la sola idea de que piense que eso es todo lo que necesitan para ser felices, me resulta hasta tierno. — El mundo está intentando matarlos. ¿Recuerdas? — Hace tiempo que me conformé con que Kendrick tenga una buena vida. Si es feliz, sea como sea, a mi me vale. Aunque últimamente parece que aspira algo más que este lugar, que ya se sabe de memoria.
Hago un gesto de afirmación, inclinando ligeramente la cabeza. La idea de Ben protegiendo el distrito en vez de intentarlo atacar es una mejora considerable y como defensa, sería bestial; pero he perdido bastante la esperanza de que tengamos ese tipo de suerte después de los intentos fallidos precios a ese momento. No pienso ilusionarme de nuevo para llevarme la misma decepción que llevamos cargando a cuestas quince años. Ya tendré tiempo de emocionarme si lo consiguen. — No creo que deje de mortificarse nunca. — Es solo un comentario entre dientes que pretende ser absolutamente sarcástico, pero con el cansancio no me queda con el bastante sarcasmo como para que se note. Casi parece más un lamento de lo mucho que está haciéndose daño a si mismo mortificándose por ser algo que nunca quiso ser desde el principio.
Suspiro cuando me manda a la cama, sintiendo un ligero calor en el pecho. Arleth es incapaz de desconectar su fasceta de madre. Esbozo media sonrisa, paso mi brazo alrededor de su cuerpo para despedirme de ella y acerco mis labios a su frente, dejándolos pegados un par de segundos casi conteniendo la respiración. Un día me arrepentiré de siempre decir que las cosas tienen arreglo, pero espero que para ese día, todavía no sea este invierno. — Pues claro. Es el optimismo de Ava. Me lo ha pegado — Bromeo sin poder si quiera acabar la frase sin reírme. — Te veo mañana. Descansa. — Masajeo su espalda un par de veces mientras me separo de ella y pongo rumbo hacia mi casa.
Me saca una carcajada, es algo que no puedo evitar. Intento ocultarlo pero eso solo lo empeora. Me llevo la mano a los ojos, los presiono, suelto un suspiro bastante audible cuya entonación deja bastante claro que esta situación me hizo bastante gracia. Hubo un momento en el que entré en un estrés absoluto cuando Sophia se quedó embaraza, Arleth se quedó embarazada, Eowyn estaba embarazada y fue como paren por favor. Creía que las cosas serían y al final acabaríamos pareciendo más una guardería. — Piensa en la suerte que hemos tenido. Podría haber sido peor. — Podríamos estar inundados de bebés y ya no estar seguros de cual era de quien.
La definición de vida normal ha cambiado para nosotros durante los último años, por lo que tengo el impulso de hacer una mueca alzando las cejas y torciendo los labios. Lo más nuevo que Ava o Cale, incluso ben, puedan llegar a conocer, va a ser algún animal que se cuele en las inmediaciones del distrito y que no hayamos visto jamás. — Al menos está sola. Nadie está realmente solo en este distrito nunca. Y lo que tenemos en este lugar es mucho mejor que cualquier cosa que ellos podrían conseguir allí afuera. — Además esas cosas parecen tan mundanas ya, que la sola idea de que piense que eso es todo lo que necesitan para ser felices, me resulta hasta tierno. — El mundo está intentando matarlos. ¿Recuerdas? — Hace tiempo que me conformé con que Kendrick tenga una buena vida. Si es feliz, sea como sea, a mi me vale. Aunque últimamente parece que aspira algo más que este lugar, que ya se sabe de memoria.
Hago un gesto de afirmación, inclinando ligeramente la cabeza. La idea de Ben protegiendo el distrito en vez de intentarlo atacar es una mejora considerable y como defensa, sería bestial; pero he perdido bastante la esperanza de que tengamos ese tipo de suerte después de los intentos fallidos precios a ese momento. No pienso ilusionarme de nuevo para llevarme la misma decepción que llevamos cargando a cuestas quince años. Ya tendré tiempo de emocionarme si lo consiguen. — No creo que deje de mortificarse nunca. — Es solo un comentario entre dientes que pretende ser absolutamente sarcástico, pero con el cansancio no me queda con el bastante sarcasmo como para que se note. Casi parece más un lamento de lo mucho que está haciéndose daño a si mismo mortificándose por ser algo que nunca quiso ser desde el principio.
Suspiro cuando me manda a la cama, sintiendo un ligero calor en el pecho. Arleth es incapaz de desconectar su fasceta de madre. Esbozo media sonrisa, paso mi brazo alrededor de su cuerpo para despedirme de ella y acerco mis labios a su frente, dejándolos pegados un par de segundos casi conteniendo la respiración. Un día me arrepentiré de siempre decir que las cosas tienen arreglo, pero espero que para ese día, todavía no sea este invierno. — Pues claro. Es el optimismo de Ava. Me lo ha pegado — Bromeo sin poder si quiera acabar la frase sin reírme. — Te veo mañana. Descansa. — Masajeo su espalda un par de veces mientras me separo de ella y pongo rumbo hacia mi casa.
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¿Y qué pueden conseguir dentro de éste distrito? Lo miro con una expresión de agotamiento obvia y estoy segura de que no hay razones para expresar lo que él ya sabe de memoria porque me he quejado más de una vez en su presencia. Mis hijos no conocerán jamás lo que es vivir con normalidad y crecer para convertirse en un adulto con su hogar, familia y trabajo, porque esto es lo que sacrificamos para poder ser libres. Nuestra vida vale todos esos momentos robados que Jamie Niniadis tomó en el momento en el cual subió al poder, pretendiendo un mundo mejor para personas muy diferentes a nosotros — Lo recuerdo bien — aseguro. Quizá Cale es mago pero Ava no lo es, y por el simple hecho de ser traidores al estado y codearse con algunos rostros bien buscados ya están completamente condenados.
No, Ben ha mantenido ese aire taciturno y malhumorado desde hace casi quince años, cuando regresó herido por una mordida de licántropo que casi acaba con su vida y que cambió su carácter tan bruscamente que su propio padre tuvo problemas para adaptarse a él. Es obvio que no dejará de mortificarse nunca y todos los que lo conocemos lo sabemos muy bien. La matalobos solamente mejoraría su estado, pero todos sabemos el riesgo... y casi siento que Echo me está consolando en mis pensamientos cuando me abraza y besa la frente de esa forma.
Siempre me causó cierta gracia cómo es que él me conoce aunque los años hayan pasado por encima de nosotros como si hubiesen jugado una carrera. Él se aparta y le doy un suave y cariñoso golpecito en el hombro a modo de caricia, sonriéndole con agotamiento — Menos mal que no te pegó su falta de filtro ni su mal humor de las mañanas — bromeo, alejándome para tomar el libro y pegármelo a mí pecho — Hasta mañana.
Lo veo irse llevándose con él la mágica luz que nos aclaraba, dejándome a oscuras dos segundos antes de decidir que es hora que yo también vuelva a la cama.
No, Ben ha mantenido ese aire taciturno y malhumorado desde hace casi quince años, cuando regresó herido por una mordida de licántropo que casi acaba con su vida y que cambió su carácter tan bruscamente que su propio padre tuvo problemas para adaptarse a él. Es obvio que no dejará de mortificarse nunca y todos los que lo conocemos lo sabemos muy bien. La matalobos solamente mejoraría su estado, pero todos sabemos el riesgo... y casi siento que Echo me está consolando en mis pensamientos cuando me abraza y besa la frente de esa forma.
Siempre me causó cierta gracia cómo es que él me conoce aunque los años hayan pasado por encima de nosotros como si hubiesen jugado una carrera. Él se aparta y le doy un suave y cariñoso golpecito en el hombro a modo de caricia, sonriéndole con agotamiento — Menos mal que no te pegó su falta de filtro ni su mal humor de las mañanas — bromeo, alejándome para tomar el libro y pegármelo a mí pecho — Hasta mañana.
Lo veo irse llevándose con él la mágica luz que nos aclaraba, dejándome a oscuras dos segundos antes de decidir que es hora que yo también vuelva a la cama.
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