En este día de hoy, Drake se había quedado totalmente fijo en ese gran círculo rojo que remarcaba con fuerza el día de su cuarto aniversario con Hope. Lo tenía apuntado en su pequeño calendario privado, a expensas de no olvidarse de nada ni en el último momento, así que mientras él tomaba el café de la mañana y despedía a Hope, su mente maquinaba planes en su día libre para que todo saliera perfecto. Claro, que también se le había pasado por la cabeza el pequeño detalle de que ella también estuviera haciendo algo a sus espaldas. Luego sería realmente gracioso cuando ambos desvelaran la sorpresa para cada uno.

Le había llevado todo el día organizar, o más bien, tenerlo todo a punto, la reserva de restaurante, mirar algún pub que estuviera bien, sacar las entradas para el teatro y comprar un ramo de flores. La buena noticia fue que todo estuvo listo para cuando dieron las nueve de la noche.

Él mismo se había arreglado ya, y metido el ramo de flores en un jarrón, visible para que ella lo viese, con una tarjeta que ponía lo típico "Feliz 4º aniversario". Miró de nuevo la hora y se quedó sentado en el sofá, mirando hacia la puerta de entrada. Todo el que lo viera lo asemejaría a ese perro que esperaba a que su dueño regresase a casa.

Había sido un sábado libre de altercados, prácticamente lo había pasado en su pequeña oficina repasando informes antiguos de casos nunca resueltos; Hope, como de costumbre, no había podido evitar detenerse en el informe del suicida del distrito trece. Su caso era de principios de año, pero seguía siendo uno de los que más le llamaban, bueno, ese y el de los últimos altercados terroristas sin resolver del distrito cinco. Casos interesantes, casos en los que por el momento no había nada que hacer. Cerró los archivos y se levanto para devolverlos a su lugar.

No veía la hora de volver a casa; Los días libres de Drake se le hacían pesados, se consideraba una bruja independiente, pero su ausencia prolongada la hacía sentirse como un gato que tras una larga escapada nocturna deseaba volver al calor del hogar. Porque eso era el moreno para ella. Su hogar.

Se colocó la capa azulada sobre los hombros y apresuró sus pasos por los pasillos del ministerio y se metió en uno de los ascensores .-A la primera planta. -Ordenó impaciente.

Cuando sus pies salieron del ascensor sus ojos claros empezaron a emitir destellos verdes, haciéndole de espejo a la red de chimeneas que en la hora punta en la que estaban, estaban abarrotadas. Hope tuvo que hacer cola para hacer uso de los polvos Flu. - Resicencia Verhoeven, distrito dos. - Dijo alto y claro para finalmente llegar a casa.

Lo primero que pensó al enfocar el salón y ver a Drake sentado en el sofá mirando la puerta, fue en que había pasado algo. Se sacudió la capa con prisa y salió de la chimenea, entreabrió los labios para decir algo, pero no tardó en darse cuenta en lo arreglado que estaba. Sus ojos recorrieron la habitación...y dieron con el jarrón lleno de flores. ¿Qué día era?

-Vaya...esto si que es una bienvenida.- dijo esbozando una agradable sonrisa para ir a robarle un breve beso antes de acercarse a las flores. Feliz 4º aniversario

¿Porque siempre se olvidaba de las fechas importantes? Estaba segura de haberse dejado avisos en varios lugares aquel año, para evitarse aquella situación; El recuerdo de varios posits volando con forma de avioncito alrededor de su cabeza toda la mañana, la hizo entrecerrar los ojos un instante. Eres tonta. Por suerte, improvisar se le solía dar genial, aquello ocurría con más frecuencia de la deseada, así que se había acostumbrado hacía un par de años a comprar regalos con antelación y esconderlos por la casa. Drake no tenía ni idea de cuantas situaciones incomodas le había ahorrado esa costumbre, además si encontraba alguno, el objeto se convertía inmediatamente en un regalo sorpresa porque todos los días son especiales a tu lado.

-¿Cuál es tu plan?- preguntó mirándole a los ojos con curiosidad; Él se había acordado, estaba claro que estaba mucho más prepara que ella. Por eso te quiero con locura -Si vamos a salir, quiero darme una ducha. -Avisó agachándose a olisquear las flores sin poder dejar de sonreir.

Podría decirse que su despiste era ocasionado por los nervios, pero no, ni de lejos. Eran cuatro años, y ya Drake no estaba nervioso por cumplir años de casado. Simplemente era que Hope venía tantas veces por un sitio distinto, que en esa ocasión en vez de mirar a la chimenea, lo hizo a la puerta. Craso error, porque su esposa había llegado por polvos flú.

Se dio la vuelta, levantándose, y recibió con ansia ese beso que le había dado, percatándose ligeramente de que se había olvidado del aniversario. No dijo nada, pues tampoco quería cargarse el momento —Pues... Cena romántica en un restaurante, he comprado entradas para el teatro, noche de pubs, paseo por la playa... —Lo fue diciendo todo con un carismático ronroneo mientras volvía a besarla y se retiró, mirando la hora.

—Menos mal que lo he reservado con hora, así que dúchate ya, mientras yo veo los últimos minutos del partido de Quidditch —sonrió como un niño, feliz, y puso la televisión, sonando inmediatamente el jaleo y la voz del comentarista. En aquellos momentos no quiso ver la cara de Hope, pero esperaba darle un aniversario divertido, romántico y poder relajarla después de un día duro de trabajo.

—¡Vamos al Capitolio! —alzó la voz para que lo escuchase por encima del canal deportivo y la lejanía del cuarto de baño, sin apartar ni un minuto la vista de la pantalla.

No pudo evitar sonreír mientras Drake enumeraba todo lo que harían con aquel característico tono seductor que con el paso de los años seguía adorando; Volvió a besarla y ella correspondió, demasiado tentada a dejar ir la noche en otro tipo de celebración mientras sus dedos se aferraban un poco a él.

Por suerte, su marido ya intuía lo que estaba pensado y  se retiró justo a tiempo para que ella pudiera fingir que se comportaba. Sonrió, asintió levemente y se apresuró a subir las escaleras de dos en dos para meterse en la habitación mientras el ruido del televisor empezaba a sonar en el piso de abajo. El Quiddich no la apasionaba, podía verlo y disfrutar de él, sobre todo si Drake se entretenía acariciándola mientras, pero no sentía que se estuviera perdiendo nada si no lo hacía. Se desnudó apurada y se metió  en la ducha.

En apenas unos veinte minutos ya estaba. Se había arreglado para la ocasión con un vestido verde oscuro que se ceñía con gracia a su figura, era largo hasta por debajo de las rodillas, sin apenas escote en palabra de honor y con la espalda al aire. Hope era una mujer elegante, su trabajo no le permitía serlo la mayoría del tiempo, pero cuando se le presentaba la ocasión le gustaba demostrar que lo era; Había dejado su cabello suelto en ondas y había guardado el regalo perfecto en su bolso antes de salir de la habitación y bajar los escalones en busca de su marido.

-Lista- dijo desviando la mirada al televisor de la sala para ver si podía competir en atención contra el interesante partido que había secuestrado a su marido. Ahora tienes que mirarme y decirme que estoy preciosa o subiré a cambiarme y tardaremos media hora más.

En cuanto terminó el partido, apagó la televisión, y se levantó corriendo para que Hope no le regañara. Estar más pendiente del Quidditch que de ella no era sinónimo de noche tranquila y romántica, así que en cuanto escuchó las puertas cerrarse, comenzó a apagar luces y alzó la mirada para verla bajar, contagiándose de su sonrisa.

—Estás preciosa —se acercó a sus labios para besarlos y la cogió de la mano para salir de casa.


Les llevó un poco más de lo habitual llegar al capitolio, ya que descartaron la idea de la aparición por tener que hacerlo dos veces seguidas. Además, de que era su aniversario, y Drake quería hacerlo y alargarlo todo lo máximo posible.

—El restaurante está por ahí —señaló una encrucijada y cruzaron la calle, intentando no chocarse con el bullicio que a esas horas reinaba en la capital y que lo hacía casi todo más difícil. Desde encontrar una calle, hasta atravesar varios metros de calzada intentando avanzar algo. Drake le gruñó a una mujer que le metió el bolso en las costillas, y empujó a una pareja para intentar colarse en la calle que tenían que coger. La chaqueta le sobraba y el agobio se le veía pintado en el rostro, hasta que por fin pudo respirar aliviado, al ver el cartel del local —Creí que íbamos a llegar desnudos y heridos —se jactó de lo ocurrido y entró, dando su nombre y fueron llevados a su mesa.

—¿Qué vas a pedir? —preguntó, cogiendo la carta que le ofrecía el camarero y pidió una botella de vino.

Las palabras mágicas fueron pronunciadas y el  gato que habitaba en su interior ronroneó orgulloso mientras sus labios se volvían a encontrar con los de su apuesto marido; La noche prometía, Drake se estaba esforzando en que todo fuera perfecto.


Como de costumbre el capitolio estaba a reventar. El viaje había sido  algo largo, peor muy agradable y la rubia ya lucia una sonrisa de película cuando el camino empezó a hacerse más difícil y estresante; No le gustaban los lugares extremadamente concurridos, los empujones, los olores... ¿Es que no podían seguir un orden?

Hope bufó por lo bajo sin soltar la mano de Drake y agradeció infinitamente cuando llegaron a la puerta del restaurante encontrando un poco de espacio vital. Drake bromeó y la tensión de segundos antes se desvaneció.

-Si querías ese final no deberías haberme traído a un restaurante...- Comentó por lo bajito apretando los dedos a los que se había agarrado para evitar separarse de él entre la multitud; No es que tuviese pensado hacerle daño, pero algún arañazo de vez encuando se llevaba...

La mesa estaba reservada, tal y como él había dicho. Así que no tardaron demasiado en sentarse; el lugar era bonito y agradable, el ambiente era romántico y la carta parecía hecha a medida. Drake se tenía que haber esforzado en encontrar aquel lugar.

-No estoy segura...creo que todo me gusta.- comentó la rubia cruzándose de piernas mientras ojeaba la carta. -¿Confit de pato con peras? o... ¿ Bucatini all'Amatriciana? -Le consulta indecisa, apoyando un dedo en su propio mentón.  -¿Tu ya sabes lo que vas a pedir?

No eran un matrimonio que cenara en restaurantes caros todos los días. El sueldo de auror no daba para tanto, pero de vez en cuando podían darse un capricho culinario como el de esa noche. Además, era su aniversario y esa noche no iban a reparar en gastos. El problema era que Drake, no acostumbrado a pedir en esos sitios, ni ha desenvolverse tan bien como Hope; se perdía en el momento en pedir la comida de la carta. Todo lo que venía ahí le sonaba a chino, y cuando su mujer comenzó a recitarle platos, un leve calor de angustia comenzó a subirle, obligándolo a beber de la copa de vino.

—¿Buca, que? —Buscó el plato, y fijó la mirada en las palabras, dándole un toque con el dedo para que la propia carta le dijese que era eso y comenzó a asentir mientras leía, mostrándosele una ilustración en movimiento de la receta. Hasta le llegó el olor, y sonrió —Creo que mi estómago ansía pasta —Siguió buscando, y le llamó la atención otro plato de ese mismo cereal prensado —Yo ya lo tengo —Dio otro trago de vino y dejó la carta a un lado. Se tomó la molestia en admirar el restaurante mientras Hope elegía su plato. Lo había elegido por recomendación de un compañero de trabajo y ahora mismo sólo contaba con una opinión y lo que previamente estaban viendo.

—¿Cómo ha ido hoy el trabajo? —la miró con una sonrisa, en ese pequeño rinconcito tan íntimo que había reservado.

"¿Buca qué?"

La inocente pregunta hace que la rubia se ría; Drake se sentía fuera de lugar, pero ella estaba como pez en el agua. O mejor dicho, como gato por su casa; En el pasado, cuando el gobierno había cambiado de manos, Hope había dedicado algo de tiempo y de dinero a celebrarlo. Además, ella tenía un don para mimetizarse con todo tipo de ambientes. Hope encajaba a la perfección con el mundo que la rodeaba; Normalmente.

-Pasta entonces. - Sentencia tras las palabras del moreno y unos cuantos minutos de tregua para inspeccionar bien la carta.

El camarero llegó, apuntó y se marchó dejándoles solos con la botella de vino que Drake había pedido al entrar. Hope se llevó la copa ya llena a los labios mirándole, mientras los inquisitivos ojos de su marido inspeccionaban el restaurante con cierto brillo de satisfacción en la mirada.


-Es perfecto. -Comentó en voz alta sin dejar de mirarle; Llevaba dándole vueltas a algo desde hacía algún tiempo y sentía que podía ser la noche adecuada para soltarlo; Abre los labios y antes de poder decir nada, Drake pregunta por el trabajo.

"Quizás no sea el momento más indicado"

Piensa dando otro trago pensativa antes de responderle: - Me tocaba en el ministerio, así que a sido una jornada tranquila de informes y informes. -Rueda los ojos y sonríe antes de añadir. -Todo diversión.- Ninguno de los dos se había hecho Auror para mirar informes, pero la tranquilidad se agradece cuando es tu pareja la que podría llegar a ponerse en peligro deliberadamente.

-¿Y tú día de descanso? ¿Qué has hecho?- pregunta intentando alejar la línea de pensamientos de "trabajos peligrosos versus formar una familia"

Ver la satisfacción en los ojos de su mujer era lo que buscaba y lo que le dejó más tranquilo, pero quizás el haber tocado el tema del trabajo no había sido lo más idóneo. Se suponía que estaban ahí para desconectar y celebrar su aniversario, pero también le interesaba como se había dado el día. Dio otro sorbo al vino y se quedó mirando a Hope a los ojos. Tenía demasiada suerte de tenerla con él a pesar de todo lo que había hecho en su vida. Y cada día lo agradecía.

Se limpió la comisura del labio, quitando los restos que le había dejado el vino y se hizo a un lado cuando el camarero llegó con la comida.

—Bueno, al menos ha sido tranquilo —Ella sabía perfectamente el significado de esas palabras porque nunca terminas de aceptar que cualquier día no podría volver jamás, al igual que él.

Pinchó con el tenedor un ravioli, y se lo llevó a la boca. Su día había sido básicamente el terminar ultimando detalles para el aniversario, dando un paseo y recordar porqué la vida le daba una segunda oportunidad. Agachó la cabeza momentáneamente y movió ligeramente la cabeza para dispersar los pequeños recuerdos de Alice y Murphy que le habían llegado a la cabeza.

—He estado ultimando los detalles para esto. Se que no es mucho, pero el hombre no es apto para formar grandes eventos, ¿no? —sonrió y se llevó más raviolis a la boca —También he estado pensando en comprar un perro o adaptarlo, da igual —Vino y más raviolis. Exquisito.

Hope sonríe encantada; Existen muchas maneras de mirar a una persona, y a pesar de que la rubia no es del todo consciente de como la mira su marido (o de como lo mira ella a él), se siente especial a su lado. Y sinceramente, no es para menos, viéndolos en tercera persona es fácil desear que alguien te mire como ellos lo hacen entre si.

-Oh venga, no estoy de acuerdo. Te considero muy apto para organizar cualquier tipo de evento. - Comenta con una sinceridad llena de diversión; Drake es un poco más atento que ella (que siempre a sido ligeramente olvidadiza y distraída) es normal que Hope lo tenga en un pedestal.

Hope come con tranquilidad, disfrutando de cada bocado mientras su marido habla de aumentar la familia. Se esfuerza en tragar y bebe vino para que se le paso un poco la impresión del cambio de conversación; Drake no está pensando en lo mismo que ella y eso la decepciona ligeramente... aún así, que esté dispuesto a meter en casa otro ser vivo (Al margen de las plantas que ya tienen) hace que Hope se anime a continuar la conversación por aguas más caudales.

-Un perro. - Evita la broma fácil y mueve el contenido de su copa sin mirar a su marido mientras habla. -  Vaya...yo también había pensando un poco en aumentar la familia...- “Aunque no de la misma manera que tú” Se atreve a pensar, pero no a decir, sonrojándose ligeramente  y dando otro trago.

Pocas cosas le avergüenzan confesarle a su marido a la rubia, y vaya, esa debe ser una de ellas, porque no tiene ni idea de como abordarlo.

Movió el rostro, sonriendo, como quitándole importancia, y suspiró. Su vida era demasiado buena, y tenía miedo de que las penurias de su pasado le eclipsaran su presente o que todo el karma le viniese de golpe y estropease su relación. Siempre había tenido ese miedo y era algo en lo que Drake había trabajado de lleno. Ser buen marido, arrepentirse, ser buena persona, pero si no lo haces de corazón, no sirve para nada y eso era lo que le iba a llevar a Drake a la perdición.

El auror sonrió y asintió con premura, captando las palabras de su mujer al vuelo, sin embargo, disimuló el atragantamiento con el vino y lo dejó en la mesa con parsimonia. Era de esperar que esa conversación llegaría en un momento de su vida; y llegó, vaya que sí llegó.

La miró a los ojos y alargó la mano para coger la de ella. Ya había sido padre, y esta vez no iba a cagarla con nadie, aún si ese niño o niña lo martirizasen lo que quedaba de vida, porque el destino era así de caprichoso y Murphy estaría en el rostro de ese futuro bebé para atormentarlo siempre, pero el deseo de no contarle nada a Hope era más fuerte y más destructivo.

—Me parece bien —le dice con suavidad, con el corazón latiéndole fuertemente en el pecho y una daga invisible desgarrándole el estómago.

El hambre se le había quitado por completo.

Lo había dejado sin palabras y Hope no era capaz de decidir si eso era bueno o malo.  Drake sonrió, asintió y bebió ante los ojos de una nerviosa esposa.  ¿Quería, no quería? La rubia le había dado muchas vueltas y lo único que la había frenado hasta el momento era el echo de que nunca hubieran hablado de ello. Como si esa posibilidad no existiera...
Finalmente se había armado de valor y había decidido darle algo de luz a las ideas. ¿Era mejor preguntar no? Saber lo que su marido pensaba al respecto. ¿Tenían la suficiente confianza para hablar del tema no?

“Me parece bien” La rubia sonrió de manera automática; Estaba tan ilusionada con la afirmación que no hizo por ver más allá de esa frase, no se dio cuenta de la tensión, ni de la suavidad de las palabras de su esposo. Solo escuchó el si.

-¿De verdad?- La pregunta albergaba esperanzas e ilusiones, podía verse en su rostro que ya estaba celebrándolo interiormente. -Oh Drake, temía que no te pareciera el momento. -Se sonrojó levemente creyendo que a sido una estúpida por dudar, no había anda que les impidiera aumentar la familia. -Entonces...iremos a por un nuevo Verhoeven...- Susurró encantada con la idea de tener un mini-Drake entre los brazos., mientras se terminaba su comida.

-Papa...jajajaja suena bien he. -Bromeó al respecto, acariciándole sensualmente la pierna con un pie.  Ambos sabían como se hacían los bebes ¿no?

Ver la cara de felicidad de Hope lo torturaba aún más, pero no podía explicarle porqué no podía tener hijos. Demasiado cobarde para decirle de no tenerlos, aceptando incluso a intentarlo. La temperatura corporal subió en esos momentos y bebió lo que quedaba de vino.

—Voy al baño, me parece que he bebido demasiado vino —Se retiró enseguida, y se fue al baño, abriéndose por el camino el cuello de la camisa para desaflojar la corbata. En cuanto dio de bruces con el espejo y el lavabo, se echó agua en la cara y miró su reflejo. No podía decirle a la mujer que amaba toda la verdad. No ahora, no a estas alturas. La mentira había estado tan guardada que no podía dejarla escapar. Seguiría guardada y él aceptando tener hijos. Punto y final.

Suspiró, se secó las manos y la cara con papel y salió para sentarse de nuevo en la mesa.

—Creo que me siento mal —miró la pasta en el plato, y luego a ella —Creo que es por la calefacción o algo del queso este. Vamos ya, termina de comer y nos vamos —Le venía ya grande el restaurante, las paredes le asfixiaban y necesitaba aire libre. Llamó al camarero para que trajese la cuenta, y bebió agua.

Ahí quedo el gesto, la caricia sensual por debajo de la mesa se perdió en el momento en el que Drake se retiró apurado hacia el baño. ¿Que le pasaba? En la mente de Hope algo acababa e hacer cortocircuito con al alegría. ¿Había ido demasiado deprisa? ¿No le había gustado su insinuación?  La rubia frunció el entrecejo confundida, y intentó centrar su atención en la comida.

“Creo que me siento mal” Las palabras sorprendieron a Hope, que parpadeo preocupada mientras la miraba; Si, Drake tenía mal aspecto.

-Claro...ya estoy... no necesito más. - Dijo entre confusa y preocupada, mientras su marido pedía la cuenta con prisas. -Podemos volver a casa si quieres, ya hemos celebrado suficiente...- Añadió mirándole a los ojos; La salud del moreno estaba muy por encima de festejar su aniversario, y estaba claro que algo no marchaba bien en ese momento.

-¿Quieres que pasemos por el hospital? Tal vez puedan hacerte algo... - Dijo con todas sus buenas intenciones.

Le sabía muy mal meterle esa prisa a su mujer, pero necesitaba salir de ahí cuanto antes. Dejó los galeones y se levantó —No, sólo necesito salir a tomar aire y ya —Y eso hizo, en cuanto pisó el adoquín y recibió un chute de aire fresco, la mente se le despejó y suspiró. Ya arreglarían eso.

—No, nada de hospital, paseemos un poco por la playa y ya nos vamos a casa —Le sonrió y le dio un beso, alargándolo un poco más.

Y eso hicieron, pasearon por la playa, hablando de el nuevo aumento de la familia entre risas y anécdotas, mientras Drake intentaba pasárselo bien cuando hablaban del tema hasta que regresaron a casa a decirle a la noche que todavía era joven.