OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Good Morning, honey
Era por la mañana, y el molesto despertador no había dado señales de vida. Un sábado lluvioso y frío, lleno de viento y de hojas que se estrellaban con el cristal de la ventana. El sonido de la lluvia era lo que en esos momentos mantenía dormido a Liam, acurrucado bajo las sábanas y el edredón, con unos mechones pelirrojos haciéndole cosquillas en la nariz. Nadie en su sano juicio hubiese apostado por la relación de ellos dos, dos personas que compartían un pasado juntos lleno de sangre y odio. Sin embargo, que Liam compartiese vida y cama con la mujer que había matado a su hermano gemelo, sólo le incumbía a él, y a todo lo que había pasado para que ese día, sábado lluvioso y tormentoso, se hiciese realidad.
Sus ojos comenzaron a abrirse, en la todavía penumbra del día nublado y las tempranas horas de la mañana. ¿Qué hora era? ¿Las seis? Demasiado temprano para abandonar el calor de la cama y el cuerpo de Jessica. Demasiado temprano para volver a la realidad. Otro ensordecedor ruido en la ventana que lo terminó despertando por completo, pero eso hizo que se abrazara más a su novia y que le diese un beso en su hombro desnudo. No iba a arrepentirse jamás del camino que había tomado, aunque fuese todos los días al cementerio a ver a Howl.
Se quedó así, dándole besos suaves en su hombro, mientras lo acompañaba con caricias dadas con la punta de la nariz. Si se despertaba, al menos que lo hiciese de buen humor. O eso esperaba.
Sábado por la mañana - Casa de Liam y Jessica - Jessica Voznesenskaya
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Good morning, honey
No estoy del todo segura de qué era lo que me mantenía tan profundamente dormida, si la presencia conciliadora que tenía a pocos centímetros de mí, o el sonido de las gotas de lluvia chocar ruidosamente contra el cristal de la ventana. Creo que era más bien una mezcla de ambas, pues había noches que ni siquiera sentir a mi lado esa presencia tan especial lograba calmar mi insomnio.
Pero esa noche era la primera vez en mucho tiempo que había dormido de maravilla, y cuando por fin mis ojos se abren lo primero que noto es un cosquilleo en el hombro que me hace sonreír. Suspiro de forma exagerada dando a entender así que me he despertado y me doy la vuelta hacia él. Después de tantos años viendo su rostro al despertar a veces sigo sin creerme del todo lo que está pasando. Lo extraño no sólo es que haya encontrado a una persona idónea con la que compartir mi vida, sino que esa persona sea el hermano de mi primera víctima en los Juegos.
No mentiré diciendo que nunca se me pasó por la cabeza que todo esto fuera parte de un plan de venganza muy elaborado, ni mentiré diciendo que no tuve miedo de que lo nuestro saliese desastrosamente mal, pero no me llevó demasiado tiempo darme cuenta de lo equivocada que estaba. Una vez más y como cada día desde hace más de diez años, con sólo verlo a mi lado todas esas dudas desaparecen. Ha puesto mi vida patas arriba, pero volvería a escogerlo mil veces más.
Acaricio su mejilla con la punta de mis dedos durante un rato antes de recorrer los centímetros que nos separan y pegarme otra vez a él, apoyando la cabeza en su pecho y casi quedándome otra vez dormida.
No sé cuánto tiempo pasa hasta que me doy cuenta de que si sigo así dormiré hasta pasado mañana, por lo que levanto un poco la cabeza hasta quedar al nivel de la suya y le doy un beso suave en los labios, siguiendo por su barbilla y acabando en su cuello. Levanto la vista sonriente y lo miro a los ojos. - ¿Has dormido bien? - Apenas espero su respuesta antes de responderme a mí misma. - Yo sí, esta noche sí - Lo digo casi con tono orgulloso, como si se tratase de algo que dependa de mí. - Así que has tenido suerte, estoy de tan buen humor que hoy ni siquiera intentaré preparar el desayuno fingiendo que sé hacer algo comestible - Aunque iría siendo hora de que aprenda a cocinar, siempre tiene que encargarse él si quiere que nuestra cocina no se incendie.
Sábado por la mañana - Casa de Liam y Jess - Liam Cooper
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Good Morning, honey
Sonrió ante esa caricia, mientras la atraía más a su pecho. Sabía perfectamente sobre sus problemas de insomnio y había buscado la solución por todas partes. Hasta había recurrido a hierbas e infusiones, pero sólo lo aplacaban parcialmente. Se había convertido en algo crónico, pero Liam no había desistido en darle una solución, incluso había aprendido a dar masajes u otras pociones más elaboradas para calmar sus noches en vela.
El calor, su presencia, su olor y esa lluvia de fondo eran los culpables de ese leve sopor que estaba experimentado en esos momentos. Quería seguir durmiendo ahí con ella y no despertar ni salir de ahí en todo el día, pero ella se estaba encargando, por él, de que no fuese así. Ronroneó cuando lo besó, correspondiéndola y se mordió el labio cuando los de ella tocaron la piel de su cuello, contestando Liam con un abrazo en su cintura y poniéndola encima de él con un movimiento —Yo también he dormido bien, y me alegro de que tú también lo hayas hecho —Le dio un besito en la nariz y tiró la cabeza hacia atrás, mirando el techo. Jessica y su problema para la cocina era un mal menor, pero no nuevo.
Siempre se había ofrecido a ayudarla, pero su gusto por la cocina era el impedimento de que un día le dijera en serio de dar clases culinarias, aunque sabía que ese día llegaría y ¿por qué no? Era bueno aprender —Un día te enseñaré a cocinar, no es tan difícil —inquirió mientras sus manos se posaban en la espalda de ella y se la acariciaba. Técnicamente era Andy el que debía de ocuparse de eso, pero desde el mismo momento en que Liam había entrado en la vida de ellos, se lo había casi prohibido. La cocina era su terreno y de nadie más —¿Tienes alguna especialidad que quieras? ¿Tienes antojo de algo? —Alzó las cejas.
Sábado por la mañana - Casa de Liam y Jessica - Jessica Voznesenskaya
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Good morning, honey
Sonrío ante su reacción cuando digo que no intentaré tocar la cocina. Creo que una de las razones por las que nunca he llegado a aprender a cocinar, además de mi evidente ineptitud para ello, es lo gracioso que me parece su modo de asumirlo. Alguna vez ha intentado enseñarme lo básico, pero nunca en serio, y se me hace tan gracioso ver que lo asume de esa forma, resignándose sin remedio, que tampoco yo me lo he tomado nunca en serio. - Claro que lo es, todo se quema siempre y cuando no lo hace, sabe fatal - Pongo cara de asco al recordar el sabor de los últimos pobres alimentos que me aventuré a cocinar una de las pocas veces que Liam no hizo la comida.
Me muerdo el labio inferior fingiendo estar pensativa cuando pregunta si tengo antojo de algo - Oh sí, ahora mismo tengo antojo de muchas cosas - Sonrío guiñándole un ojo y sentándome encima de él y acariciando su torso con las yemas de mis dedos. - Pero me podría conformar con unos gofres, adoro los gofres - Ya lo sabe, por supuesto, es algo típico de los sábados, cuando ambos tenemos la oportunidad de tomarnos un tiempo extra por las mañanas y no salir corriendo al trabajo. En realidad adoro todo lo que sea dulce, es mi mayor debilidad. Por mí podría alimentarme siempre a base de gofres, tortitas y chocolate. Sólo de pensar en eso siento cómo mi estómago me pide algo de comer, por lo que decido dejar de remolonear y levantarme de una vez de la cama, estirando los brazos y yendo directa al baño a asearme un poco antes para no seguir pareciendo la loca del barrio.
Una vez salgo voy directamente a la cocina y hago lo único que sé hacer: darle al botón de la cafetera para que comience a hacer la primera parte del desayuno. Esa va a ser toda mi contribución de hoy junto con ir sacando los ingredientes que se necesitarán para los gofres. Ya se me está haciendo la boca agua al pensarlo. Me siento en la encimera al lado de la cafetera esperando a Liam, como siempre suelo hacer, para que me llegue el delicioso olor del café. Sólo así siento que es un buen sábado.
Sábado por la mañana - Casa de Liam y Jess - Liam Cooper
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GOOD MORNING, HONEY
—Se quema porque no prestas atención, y sabe mal porque tampoco prestas atención —Sonrió con autosuficiencia mientras la miraba desde abajo y rodaba los ojos cuando dijo su famosa frase. Al principio siempre la había entendido como ella quería que la entendieses, pero con el tiempo había aprendido que era una provocadora nata y que te engañaba de una forma tal vil que luego te dejaba con las ganas.
Liam había aprendido, si, pero su cuerpo, que siempre tenía ganas, se había resignado a quedarse quieto y a seguirle la corriente. Amaba demasiado a esa pelirroja del demonio.
—Me haces cosquillas —susurró con los ojos levemente entrecerrados, demasiado relajado para percatarse que tenía claros planes de huir de ahí para que él la siguiera y le hiciera sus deliciosos gofres. Liam suspiró, apesadumbrado, y se levantó también, calzándose las zapatillas y poniéndose el pantalón del pijama.
Fue al baño y luego llegó hasta la cocina, no sin antes llevarse todas las babas de Bruno, el perro de Alice. Había sido una suerte que lo dejase ahí con él, porque Jessica claramente no era una persona muy querida por los animales y al parecer a veces presentía que ese amor era mutuo, pero era el perro de su amiga y muy en el fondo le tenía un cariño especial —Si, Bruno, si, yo también te quiero —Tenía energía, a pesar de ser ya un perro viejo, pero los excesos no le iban bien y tampoco quería utilizar las pociones con él. Aunque el problema más bien era que no quería utilizar eso con ninguno para saber que efectos tenía con animales no mágicos.
Liam suspiró y se quedó acariciándolo un poco más, sentando en el suelo, como dos mendigos —Sabes que si no voy Jessica se enfadara, ¿verdad? —El tono cariñoso con que le hablaba rozaba lo cómico, pero ahí nadie le escuchaba y Jessica estaba centrada pensando en sus gofres. Bruno ladró y se giró sobre sus pasos para conducirlo a la cocina. En esos momentos Liam alzó la mano y todos los utensilios y comida se movieron solos para ir preparando la masa de los gofres —En serio, no se como no sabes cocinar si la magia prácticamente te lo hace todo —sonrió, abriendo el frigorífico para sacar el zumo de naranja y echarlo en un vaso —¿Qué planes tienes para hoy?
SÁBADO POR LA MAÑANA - CASA DE LIAM Y JESSICA - JESSICA VOZNESENSKAYA
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GOOD MORNING, HONEY
- Hay muy pocas cosas a las que presto atención - Frunzo el ceño ante su sonrisa vanidosa y le doy un golpecito en el hombro. - Y una de ellas eres tú, así que deberías sentirte afortunado y dejar de quejarte - Esta vez soy yo quien sonríe con suficiencia justo antes de levantarme de la cama e ir arrastrando los pies por la casa hasta conseguir llegar a la cocina. Por el camino veo al perro de Alice pero no le hago mucho caso a pesar de que se acerca a saludarme. Miro a mi alrededor para comprobar que no hay nadie que pueda verme y me agacho para acariciar su cabeza durante unos escasos segundos. En teoría este perro y yo nos odiamos y jamás demostraré lo contrario frente a nadie, a pesar de que cada vez que lo veo me recuerda a mi amiga.
Supongo que es una de las razones por las que no me nace darle todo el cariño que tengo, porque me acuerdo de la cantidad de años que hace que no la veo y de que probablemente eso signifique que esté muerta porque ese capullo la vendió. No soy capaz de soportar pensar en ello sin que se me salten las lágrimas, así que cuando comienzo a notar la humedad de mis ojos aparto al animal suavemente y me adentro en la cocina, abrazándome una pierna al sentarme en la encimera. Apoyo la cabeza en la rodilla, escuchando los pasos de Liam acercarse. Cuando se paran antes de llegar asumo que está con Bruno, correspondiendo a su probable saludo. Él es quien le da a nuestra mascota el afecto que necesita y lo agradezco porque es algo que tal vez yo nunca llegue a ser capaz de hacer.
Aparto esos tristes pensamientos de mi cabeza cuando veo que Liam entra por fin y dibujo una sonrisa cuando vuelve a sacar el tema de la cocina, bajando de un salto de la encimera y acercándome a donde está él. - ¿Nunca has pensado que sólo finjo que se me da mal para que seas tú quien cocine esos platos tan deliciosos? - Guiño un ojo y me interpongo entre el frigorífico y él, abrazándome a su torso desnudo y cerrando la nevera con mi espalda. Cierro los ojos y me centro en el sonido de los latidos de su corazón, relajándome hasta tal punto que podría volver a quedarme dormida.
Antes de que eso ocurra aparto la cabeza de su pecho lo justo para mirarle a los ojos y responder a su pregunta. - Pensaba pasarme por el mercado por la tarde - Hago una mueca de desagrado porque se supone que hoy libro - Hay una esclava especialmente rebelde que se está ganando demasiados enemigos con su carácter, me preocupa que le pase algo si no estoy - Pienso en Izzie y en la facilidad que tiene para meterse en líos justo cuando falto. No me gustaría encontrarla mañana con la espalda llena de latigazos. - Pero hasta entonces tenemos todo el día para nosotros - Me pongo ligeramente de puntillas al tiempo que mis manos se posan sobre su nuca, atrayéndolo hacia mí y besándolo, casi como pidiendo perdón por no poder pasar el día entero con él por mucho que me apetezca.
SÁBADO POR LA MAÑANA - CASA DE LIAM Y JESS - LIAM COOPER
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GOOD MORNING, HONEY
Y una de ellas eres tú, así que deberías sentirte afortunado y dejar de quejarte
"Maldita pelirroja sin alma" es cuanto piensa Liam con una sonrisa interna y un regocijo que le produce calor y placer. Se la quedó mirando con una sonrisa, en el breve lapso de tiempo de coger el zumo, y negó débilmente con la cabeza ante sus fantásticos comentarios —A mi no me engañas, pelirroja. Te da pereza aprender, y se que te gusta demasiado verme desnudo con tan sólo el delantal puesto —ronroneó de forma seductora y la recibió gustoso cuando se interpuso entre su zumo de naranja y él.
La calidez de su abrazo lo envolvió, y por unos segundos deseó que todo se parase para que el día no se terminase. Aunque acabase de empezar. Le acarició el pelo y por unos minutos algo por dentro se quebró y salió el veneno de la molestia. Sin embargo, no lo dejó entrever. Jessica a veces se enfrascaba tanto en su trabajo que un día lo iba a lamentar y Liam pedía a los cielos que ese día no llegase jamás. El corazón comenzó a palpitarle demasiado deprisa y su rostro se volvió un poco serio —¿Para que tienes días libres si luego no los acatas? Ten cuidado con esto, Jess, demuestra que te gusta tu trabajo torturando muggles, pero no favoreciéndolos o alguien se dará cuenta —El día que pasara algo no sabía que iba a hacer, solamente proteger a Jess costase lo que costase.
Sus pensamientos se desvían cuando lo besa y se siente irremediablemente ansioso por todo lo que estaba acarreando esa corta mañana que estaban viviendo. Pensar en Jessica como una persona apresada y encarcelada lo ponía nervioso y lo sumía en un pánico que lejos de mostrarlo abiertamente, lo canalizaba y en esos momentos lo estaba haciendo con Jess.
La cogió por la cintura, y la alzó para sentarla en la encimera, mientras en un segundo plano seguían los gofres tan ajenos a lo que estaba pasando a escasos metros de ellos. Siguió besándola y apoyó las manos en sus muslos, arañando levemente la piel.
SÁBADO POR LA MAÑANA - CASA DE LIAM Y JESSICA - JESSICA VOZNESENSKAYA
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GOOD MORNING, HONEY
Suelto una carcajada ante sus palabras que dura unos segundos, los suficientes como para recomponerme y carraspear, fingiendo indiferencia ante su comentario aunque me da la sensación de que mis mejillas incluso han llegado a ponerse un poco rojas ante esa idea. - Touché - Comento dándole la razón por completo y zanjando el tema de mi poco gusto por la cocina. Está claro que hay demasiadas razones por las cuales es mejor que él se ocupe de ello, y la que acaba de mencionar solo hace que tenga menos ganas aún de aprender, si es que eso era posible.
Termino del todo el tema con un abrazo en el que me sumerjo como si fuera lo único que necesito. De hecho, lo es. Después de recordar a Alice necesito quitarme de la cabeza esa idea si no quiero volver a dar vueltas sobre lo mismo una y otra vez. Siempre es el mismo círculo sin fin: me acuerdo de ella, busco información, encuentro una pista que ya sea falsa o verdadera me da una pizca de esperanza, voy hacia la pista cueste lo que cueste, descubro que no me lleva a ningún sitio, llego a la conclusión de que eso significa que tiene que estar muerta e intento quitarme la idea de la cabeza olvidándolo todo porque sé que no podría soportar que así fuera ni en mis peores pesadillas. Suelo refugiarme en la persona que ahora mismo es más importante para mí: Liam. Y eso es exactamente lo que hago ahora mismo, rodeándolo con mis brazos con fuerza.
Solo así logro quitarme un poco el recuerdo de Alice de la cabeza, y sonrío aún apoyada en su pecho dando gracias por tenerlo a mi lado. Puedo notar sus caricias en mi pelo y suelto un suspiro segundos antes de alzar el rostro y escuchar su reproche. - Sabes que no soy capaz de hacerlo, Liam. No puedo - Desgraciadamente eso no es del todo cierto, porque no sería la primera vez que me toca castigar a uno de los esclavos delante de los otros empleados para seguir con mi teatro y no ser descubierta. - No voy a quedarme cruzada de brazos mientras todo eso ocurre a mi alrededor. Si puedo evitarlo, haré todo lo que esté en mi mano - Él sabe que no soy el tipo de persona que puede quedarse mirando una injusticia y no hacer absolutamente nada. Me doy cuenta de la dureza de mi voz y me apresuro a suavizar el tono, porque sé que lo hace porque está preocupado por lo que pueda pasarme. No tardo en volver a su calidez, aunque esta vez no es un abrazo, sino un beso que no tarda en descontrolarse.
En un principio me extraña su repentina efusividad dada la reprimenda de hace unos segundos, pero me lo quito de la cabeza en cuanto noto sus manos primero en mi cintura para alzarme y luego en mis muslos una vez sentada en la encimera. Esto último me hace erguirme levemente mientras de forma inconsciente lo rodeo con mis piernas y lo atraigo un poco más hacia mí. Continúo con el beso mientras rezo porque Anderson tenga más sueño de lo normal y se quede durmiendo un rato más. Aún así intento agudizar mis sentidos por si acaso, y es entonces cuando noto un ligero olor a quemado que me hace recordar los gofres. Intento obviarlo pero cuando el olor se intensifica me veo obligada a parar por un segundo y hacer un gesto con la mano que abre la gofrera. Les echo un vistazo y veo que se han quemado por completo. Le doy otro beso rápido concluyendo con un pequeño mordisco en el labio inferior antes de dar un salto al suelo y quitar los gofres quemados para que no sigan haciéndose. - Creo que ya no me gustan tanto los gofres - Frunzo un poco el ceño, tirando a la basura la masa negra mientras suelto una maldición por lo bajo.
SÁBADO POR LA MAÑANA - CASA DE LIAM Y JESS- LIAM COOPER
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GOOD MORNING, HONEY
Maldita gofrera y malditos gofres. Se separó de ella resignado, aun con el sabor de sus labios en los suyos, y mandó los quemados a la basura, apartando a Bruno de la trayectoria entre el electrodoméstico y el cubo —No importa, hay masa para muchos más —Pero esta vez dejó la magia y se encargó él de verterlos y de cerrar la máquina, programando el tiempo para cuando estuviesen listos que saltara sola y se abriese. En ese momento de espera, observó un poco mejor a Jessica y frunció levemente el ceño recordando cómo había actuado antes.
Había dos cosas por las que Jessica lo abrazaba así. Una era porque buscaba mimos y otra porque le preocupaba algo, y la idea de no poder pasar la tarde con él la descartaba por completo. No era la primera vez que pasaba eso, y lo de los mimos también la descartaba porque con su lenguaje verbal le indicaba que había algo más. Sin embargo, no iba a decir de momento nada e iba a contestarle a todo lo que dijo antes de que sus ansias de darle amor se descontrolasen.
—Pues vas a tener que ser capaz de soportarlo, Jessica. Pero vale, no seré más pesado. El día que pase algo sabes que me tendrás ahí y ya veremos cómo salimos de esa —Se encogió de hombros para dar el tema como zanjado y se acercó al estante de abajo para sacar el pienso de Bruno y echarle un poco. ¿Era ahora buen momento para preguntarle qué le pasaba? No lo sabía, y el corazón acelerado le indicó que no era buena idea, pero se atrevió —¿Qué te ocurre Jess? ¿Qué te preocupa o que te atormenta? —preguntó preocupado y con un leve tinte en la voz de angustia.
SÁBADO POR LA MAÑANA - CASA DE LIAM Y JESSICA - JESSICA VOZNESENSKAYA
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GOOD MORNING, HONEY
Hago una mueca cuando dice que hay masa para muchos más como si los gofres ya no me interesasen lo más mínimo, aunque para qué engañarnos, a pesar de la mala jugada que nos acaba de hacer la gofrera, nunca dejarán de interesarme. Veo como dos bloques de masa quemada acaban en la basura y a Bruno ir a por ellos como si fuera su desayuno. Me río por unos instantes mientras observo como Liam llena su cuenco de comida y me acerco al cuenco del agua para hacer lo mismo y fingir que colaboro en algo útil cuando todos sabemos que no es así. Por el rabillo del ojo noto que Liam me está observando, como si quisiera fijarse en mis movimientos para llegar a una conclusión sobre algo que desconozco. No le doy la menor importancia y lo atribuyo al tema que acaba sacando segundos después aunque sospecho que en realidad no tenía nada que ver con eso.
Me doy la vuelta para mirarle a los ojos y niego con la cabeza al tiempo que una sonrisa se dibuja en mis labios de forma inconsciente. - No eres pesado - Siempre es halagador saber que alguien va a estar ahí pase lo que pase y le pese a quien le pese, incluso si ese quien es el Gobierno. Sin duda soy consciente de que pongo mi vida en riesgo al hacer lo que hago, pero lo que más me duele y me preocupa no es poner la mía, sino saber que detrás de la mía irá la suya porque tiene ese instinto protector que a veces me encanta y a veces no tanto, cuando sé que le pondrá en peligro por mi culpa. - Entiendo que estés preocupado, pero siempre procuro tener cuidado. Al fin y al cabo sigo aquí - Me encojo de hombros y concluyo mi explicación. Si no tuviera cuidado probablemente estaría exiliada o muerta. - Además, nunca permitiría que te involucrases - Igual que él tiene ese afán protector conmigo a mí me pasa lo mismo, y jamás dejaría que un error mío le salpicase.
Vuelvo a mi taza de café y me sumerjo en ella, en su olor, en su calor y en su sabor. Mi ensimismamiento no tarda en ser interrumpido por la razón de esas miradas de las que antes me daba cuenta. Sabía que algo le rondaba la cabeza, algo relacionado con un comportamiento que ni siquiera me había percatado de haber tenido. Pero es imposible ocultarle algo a una persona que conoce hasta tus más mínimos gestos, aún cuando tú mismo no te das cuenta de tenerlos. Nunca deja de sorprenderme esa capacidad de leer hasta mis más profundos pensamientos. Pero no, no puedo responderle como me gustaría. Me gustaría contarle que cada vez que veo a Bruno me viene a la cabeza mi mejor amiga, una persona que llenó mi vida como ninguna antes lo había hecho y que se convirtió en una hermana, una persona que ahora probablemente esté muerta, una persona a la que no pude proteger. Infinidad de veces he intentado encontrar una pista que me asegure si eso es cierto o si está viva, pero es imposible. Si él lo supiera estoy segura de que intentaría ayudarme y se estancaría en el mismo punto que yo. Investigar sobre eso es peligroso, no quiero que se ponga en peligro por mí. No más.
- No sé a qué te refieres, estoy bien - Vuelvo a encogerme de hombros y pongo mi mejor cara.
SÁBADO POR LA MAÑANA - CASA DE LIAM Y JESS- LIAM COOPER
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GOOD MORNING, HONEY
Consiguió dejarlo estar y asintió para dejar el tema como zanjado. Él confiaba en ella y con eso era suficiente. Sabía de la impulsividad que tenía Jessica, cuando tocaban a alguien que le importaba, era desmedida y por consiguiente era enemiga de las injusticias. Y en esos mercados había mucha.
Se tocó la barba, y mojó los labios en su propia saliva de manera pensativa mientras la miraba. Se quedó en silencio, apoyándose en la encimera y cruzó los brazos. No la creía, por supuesto que no la creía, pero si no quería decirlo sus motivos tendrá, y no quería obligarla. Pero no quitaba de que le dolía.
—Está bien, Jessica. Si estás bien, estás bien —Le sonrió. Ya averiguaría él por su cuenta que era lo que le comía la cabeza a Jessica. Mil pensamientos le invadían y uno de ellos era el típico que se pensaba siempre; infidelidad.
Frunció el ceño y movió ligeramente la cabeza. Había más motivos del porqué ella estaba así. No tenía que ser el de sentirse culpable por serle infiel. Y ese mantra tenía que repetírselo a partir de ahora.
Bebió un poco más de zumo y desistió de comer algo al quitarsele el hambre momentáneamente —Iré a sacar a Bruno —dijo con voz suave y se retiró de la cocina para ir a su cuarto a ducharse y arreglarse un poco.
El agua de la ducha le vendría bien.
SÁBADO POR LA MAÑANA - CASA DE LIAM Y JESSICA - JESSICA VOZNESENSKAYA
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