The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Paso la mayoría de tiempo en casa de Arleth sintiéndome incómodo con la mirada de su hijo que... bueno me mira como si nunca hubiera visto a otra persona de su edad en toda su puta vida y además verla le molestara. No sé cuánto tiempo dormí pero lo primero que hizo Arleth al verme despierto mirando a Ben como si a fuerza de voluntad pudiera hacerlo despertar, fue obligarme a comer. Me explicó las cosas que ella creyó que me servirían para adaptarme mejor a todo esto pero solo recuerdo un par de ellas porque estaba más interesado por el estado de mi amigo que por lo que "cautivo" significaba. Poco después apareció Echo también para decirme que me había requisado mi varita y lo que traía en los bolsillos y no podía usar la magia a no ser que mi vida dependiera de ello; y además para llevarme a su casa donde, mi habitación estaría la primera subiendo las escaleras a la derecha. - ¿Habitación? ¿no estaba cautivo? - Hago un sonido irónico con lo de "cautivo" y que además acompaño de comillas con los dedos, cosa que provoca que me mire mal. Si no fuera por lo mucho que ese hombre me da miedo, habría seguido picando.

Entro detrás de él y pongo su voz en segundo plano mientras me dice donde está todo, donde hay ropa para mi, que debo usar la que es de él porque de mi talla no hay y no se que más. Echo un vistazo alrededor solo para ver el salón, que encuentro bastante mejor equipado que el de Arleth. Un sofá enorme, una nevera desvencijada en la pequeña cocina sin puerta, hay hasta un comedor y una tele. ¿Acapara cosas por deporte o...? - La tele no funciona - No sé porque es lo primero de lo que me quejo cuando también dijo que si quería bañarme tendría que ir a por agua al río y luego intentar calentarla con el poder del amor (cosa que deduzco es una frase cargada de sarcasmo) soltando una queja cuando me arrebata el mando y lo esconde en un lugar donde sabes donde está pero su cara deja claro que como lo cojas te corta las manos. Hago un gesto de rendición cuando me dice que la tele solo puede usarla él pensando que ha escondido las baterías o algo por el estilo.

"Es tu responsabilidad. No lo pierdas", son sus últimas palabras antes de desaparecer por donde hemos venido. Pienso que me está hablando a mi, hasta que la voz sorprendida de Sophia a la mitad de las escaleras me hace girarme. Que se las diga a ella tiene más sentido, porque si me las hubiese dicho a mi, no tendría ni idea de que diablos es lo que no tengo que perder. - Sophi - Ver su imagen a través de una bola de cristal es totalmente diferente a verla en carne y hueso así que mi voz vaga entre el asombro, la sorpresa y el alivio; alivio que dura poco cuando pienso en lo horrible que debe haberlo pasado durante meses, sin saber nada de Ben. Después recuerdo porqué venimos. Recuerdo a Dwane. Recuerdo la desesperación. Recuerdo los 25 años de prisión y por un segundo, me pregunto si todo eso cambiaría su perspectiva de nosotros si alguna vez lo supiera. - Lo he intentado traer a salvo. Pero Ben... Ben es un imán para los problemas. -
Seth K. Niniadis
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Sophia A. Niniadis
Consejo 9 ¾
Las personas tenemos una suerte graciosa. Consigues algo pero pierdes otra cosa a cambio, supongo que es justo que suceda así porque si no lo tendríamos muy fácil. Después de meses de preocuparme por Ben, por saber dónde estaba, si se encontraba bien, o si siquiera estaba vivo, apareció. Uno pensaría que es algo para estar feliz, y lo estoy. A medias. Poco antes de que llegara mi papá desapareció y acabé en casa de Echo sólo para no quedarme sola. Pero la verdad es que me siento más sola que nunca. Veo a Eowyn todos los días seguir con su vida normal y hacer los mismos comentarios de siempre, a Echo ocupándose de las cosas de las que otros no se ocuparían, Arleth mantiene su enfermería, Cale ve a todos con odio y yo simplemente me limito a mirar todo, preguntándome dónde podrá estar mi papá y si está preocupado por mí, porque la verdad, yo estoy bastante preocupada por él. Lo extraño y lo necesito y tengo miedo de quedarme sola de verdad.

No entiendo bien nada de lo que está pasando, sólo sé que Echo dijo algo de que ahora Ben sería distinto, un licántropo, aún no me queda muy claro ese asunto, salvo por el tema de los colmillos y la transformación en lobo. Es un poco confuso verlo aquí, aunque él no me haya visto por su estado actual, espero que se recupere pronto. Lo que es más raro es tener a Seth también por aquí, porque sé que está aunque no haya tenido la oportunidad de hablar con él aún. Me siento feliz de poder ver a ambos... pues vivos, pero a la vez me siento mal por sentirme feliz. Es un sentimiento extraño, como si estuviera traicionando a mi papá por sentirme bien cuando él no está. Lo veo injusto. Pero también sé que el me diría que no me sienta así... Es raro, como si cada sonrisa o risa que sale de mi boca me abofetearan sólo por estar así.

Estoy hecha bolita en una de las sillas del comedor, frustrada por la forma en la que mis emociones se pelean dentro de mí hasta que escucho dos voces que se desvanecen por la escalera, a las que no les presto la más mínima atención. Al menos no al inicio pero opto que es mejor ocuparme en algo que sólo lamentarme absurdamente en una silla. Mis pies apenas tocan un escalón cuando me encuentro de frente con un Echo un tanto irritado que baja rápido la escalera murmurándome algo, más bien, dándome una orden. Termino de subir la escalera un tanto confundida sólo para ver a Seth. De nuevo la revolución de sentimientos dentro de mí no sabe qué bando debería ganar. Esbozo una diminuta sonrisa que creo ni siquiera es sonrisa, sino que parece más una mueca. "Un imán para los problemas". Creo que no sólo Ben lo es, aunque es una definición muy acertada. Por un momento no sé qué decir o qué hacer. - No entiendo nada. - Es frustrante, bastante, la verdad. - Seth... - Me acerco un paso a él todavía sin decidir qué decir todavía. Todos estos meses guardando todas las cosas importantes que le diría a Ben cuando lo viera, todo lo que tenía que preguntarle o decirle a Seth en el teléfono antes de escapar... Es como si todo se hubiera esfumado de la nada, dejándome en blanco y sin palabras. - Gracias. Creo que nunca pude decírtelo, pero gracias por avisarme que me fuera y gracias por traer a Ben, yo... estaba tan preocupada... - Siento que todo está por explotarme y tengo ganas de llorar, sólo que las lágrimas no salen.
Sophia A. Niniadis
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Tengo que admitir que su confusión me hace reír, porque si ella vive aquí no entiende nada podría hacer una mínima idea de lo que siento yo en este instante. Ben me hablaba de este sitio lo justo y necesario, tampoco es como que pudieramos tener conversaciones sobre este lugar con total facilidad, así que ahora que por primera vez desde que llegué le puedo echar un vistazo al lugar, me doy cuenta de que en realidad no me dijo nada; no sé nada. No me habló de Arleth o sus hijos, ni de Echo y su bebé, ni de todas esas personas que salieron a salvar a Ben. Y digo "salvar a Ben" porque probablemente si hubiese venido sin él, ni siquiera se habrían tomado tantas molestias. - Ya somos dos - Me quedo totalmente mudo cuando me agradece algo que pasó hace demasaido tiempo, tanto que había perdido el sentido. - Aunque creo que hay partes que te puedo explicar. Creo -

Bajo la vista a lsuelo y sacudo la cabeza. Sus palabras se van tornando cada vez más endebles y al final me veo obligado a mirarla con una ligera confusión para confirmar lo que ya sospechaba, que va a llorar. Nervioso, levanto mi mano hacia ella y lo que en principio era un intento de acariciar su mejilla a forma de consuelo, terminan siendo un par de toques con el índice que hunden ligeramente su piel. - No vayas a llorar. Se me da fatal consolar. Porfi - Y mis ojos acompañan a mi tono de súplica fingido que intenta sonar que exagero, pero en el fondo no exagero. Sí que se me dan mal. - No supe que estabas bien hasta que Ben me lo dijo, Siempre te queda la duda sobre si... llegaste a tiempo o no lo suficientemente a tiempo - Suelto un suspiro y sacudo la cabeza. Los libros pintan fáciles las cosas, pero la mayor parte de las veces no son fáciles en absoluto.

Pensar en los libros me recuerda la mochila que traía con Ben y la busco alrededor. Echo mencionó haber confiscado las cosas de mis bolsillos pero no dijo nada de mi mochila. O no la encontró o dio por obvio que se incluía entre las cosas confiscadas. Tengo la esperanza de que sea lo primero. - ¿Sabes si el gruñón ese, trajo una mochila marrón? Te trajímos un regalo -
Seth K. Niniadis
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Sophia A. Niniadis
Consejo 9 ¾
Sé que Seth entiende todo menos de lo que yo lo hago puesto que hace nada llegaron él y Ben y todo esto debe ser más confuso que nunca. Aunque lo que no entiendo es todo el asunto del hombre-lobo o cómo escaparon y llegaron acá, tampoco sé qué va a pasar de ahora en adelante, ¿Estaremos a salvo? Suelto un pequeño suspiro a manera de calmar las ganas que tengo de llorar mientras me pica la mejilla, acto que me provoca una pequeña sonrisa. La verdad es que aunque tenga la sensación de querer llorar, no creo poder hacerlo. Desde que todo empezó he llorado bastante, por cualquier cosa: Por no tener casa, por no saber cuándo nos iban a atrapar o si nos iban a atrapar; luego encontramos el distrito y pensé que por fin estaba todo solucionado, entonces pasó lo de Ben y lloré más, con lo de mi papá ni hablar pero... Siento que ahora no tiene sentido hacerlo, no puedo lamentarme todo eltiempo aunque la sensación de querer llorar siga ahí. He visto deprimirse a muchos pero todos están intentado que esto funcione, sería injusto vivir lamentándome o quejándome por cosas que no puedo solucionar, al menos no sola.

- Prometo no llorar. - Levanto la mano derecha como a modo de promesa o algo por el estilo y respiro hondo sólo para terminar de ahogar toda la emoción que tenía. Hago una muequita a lo siguiente que dice, debe de haberse sentido como yo cuando escapé, lleno de incertidumbre, supongo que todos pasamos por lo mismo de maneras distintas. - Fue raro y confuso, mi papá y yo nos fuimos con el papá de Ben y luego nos encontramos con Echo y Arleth, y los hijos de Arleth y así hasta dar con este lugar. - Sin Seth jamás hubiéramos salido del cuatro y jamás hubiéramos conocido a estas personas, mucho menos hubiéramos llegado aquí, así que prácticamente todo se lo debo a él.

Me causa gracia su manera de referirse a Echo, sí es algo gruñón pero nos mantuvo a salvo todo el tiempo, aunque cuando está enojado da bastante miedo. Como sea, suelto una pequeña risa, creo que la necesitaba para terminar de desestresarme. - Si la confiscó debe estar entre sus cosas o la sala del concejo, creo... Si no pues... Sigue donde la dejaste. - La palabra regalo me llama la atención y ladeo la cabeza. - ¿Un regalo? ¿Qué es? - ¿Cómo podrían haberme traído algo hasta aquí?
Sophia A. Niniadis
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
En la risa que me provoca su promesa de no llorar, va oculto un suspiro de alivio casi palpable y cuando levanto la mano enlazo su meñique con el mío, como si eso sellara definitivamente esa promesa. Bajo la mano cuando me explica lo que pasó después de que le colgara y resulta tan simple que creo que está comiéndose la mitad de la historia. Probablemente no quiera hablar de ello. Tampoco lo querría yo.

Es la mención a su padre lo que repentinamente me hace conectar con una circunstancia que antes me pasó desapercibida. - ¿Qué haces aquí? En esta casa, me refiero. No me digas que viven todos como en una comuna hippie y también está tu padre aquí - Soy totalmente descuidado con ese tema y además completamente ignorante acerca de lo sucedido con Stephan, al mismo tiempo que no puedo evitar quejarme de una circunstancia absurda, dada la situación. De hecho, es algo que he estado haciendo desde que caminar se volvió un suplicio allá por... no sé, ¿La segunda hora de viaje? Tenía que hacer algo para matar el aburrimiento y molestar a Ben quejándome por chorradas era fácil.

Luego me perdí entre la línea que separaba el estarme quejando en serio, de estarme quejando por joderle.

Me giro para mirar por la ventana cuando habla de la sala del consejo, sitio que evidentemente no tengo ni idea de donde está y pretendo averiguarlo por arte de magia, como si hubieran tenido tiempo de colgar cartelitos o algo. Fracaso, evidentemente. - Confiscó... - Suelto con total sarcasmo, prácticamente repitiendo sus palabras. - Técnicamente, me robó mientras estaba inconsciente - Mascullo con fastidio. - Pero creo que cuando me dijo que había registrado mis cosas, no hablaba de la mochila. La solté cuando atacaron a Ben... - Mencionar ese suceso hace que se me quiebre la voz en la garganta, cosa que intento hacer pasar desapercibida aclarándomela. - Así que creo que debe estar donde la dejé - Me giro para mirarla ligeramente divertido al escuchar el tono curioso del regalo. En realidad lo he traído yo, pero no pienso adjudicarme ese mérito. - Fue idea de Ben - Comento con un ligero tono de voz casi cómplice. - Si me ayudas a encontrarla, te digo lo que es
Seth K. Niniadis
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Sophia A. Niniadis
Consejo 9 ¾
Carraspeo un tanto incómoda y desanimada cuando pregunta por qué vivo en la casa de Echo. Extraño mucho a mi papá, ¿Dónde podrá estar? ¿Seguirá vivo? Si sigue vivo estoy segura de que encontrará la forma en que volvamos a encontrarnos, seguramente hallará el camino de vuelta aquí y todo podrá estar bien... Antes de seguir pintándome una historia con final feliz en mi cabeza, sacudo todo pensamiento, no me gustaría hacerme ilusiones por cosas que no sé si vayan a pasar. - Vivía con mi papá, pero... Cuando pasó todo lo de Ben un pequeño grupo salió a buscarlo, no volvieron... - Respiro hondo, no quiero llorar pero me siento triste por todo eso, además de que todo este tiempo he pensado que es mi culpa lo que pasó. Tal vez si no hubiera estado discutiendo con Ben ese día, gritándonos mutuamente hubiéramos hecho caso a los ladridos de Gigi para irnos a tiempo. En lugar de eso nos quedamos peleando y Ben me salvó. Y ahora mi papá no está por intentar salvar a Ben, supongo que es el pago de la cuenta. Al menos Benedict ya está aquí y pronto podrá recuperarse. - En fin, Echo pensó que era buena idea decirme que viniera a su casa, para que no me quedara sola. Creo que es mejor así, aunque es raro vivir con Eowyn. - Es raro porque al inicio recuerdo odiarla, creo que me sentía un poquititititito celosa porque no se le despegaba a Ben. Aunque ya me acostumbré a estar aquí.

Me quedo pensando detenidamente en dónde podría haber puesto sus cosas. Fue un alboroto total cuando llegaron que ni me di por enterada de que Echo había tomado cosas nuevas. Tengo una leve idea se dónde podría haberlas puesto, pero lo único de lo que tengo certeza de dónde está, son las revistas que tanto le gustan a Eowyn, y no creo que eso nos sea muy útil ahora. Hago una muequita con el tema de Ben, debe sentirse como yo cuando hablo de mi papá. - No recuerdo ver a Echo con una mochila, tal vez ni se dio cuenta de ella. - Comento obviando el incidente de Ben, no creo que sea buena idea hablar de eso ahora y no quisiera hacer sentir mal a nadie sólo por estar de preguntona.

La situación se aligera con lo del regalo, ¿Cómo rayos podrían haber traído algo? Sonrío levemente ante su oferta. - Entonces tenemos un trato. - Echo me dijo que no lo perdiera, no sé si espera que se quede en la casa toda la vida o qué, pero no creo que se enoje si salimos un momento, ¿No? Uy, la verdad no sé, si se molesta no será para siempre, además, en algún momento tenemos que salir de aquí. - Vamos a buscarla, así te puedo mostrar un poco el lugar. -
Sophia A. Niniadis
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Miro su rostro justo en el momento en el que esa expresión de desazón regresa y el miedo de que vaya a echar a llorar me habría invadido si no fuera porque ahora estoy seguro de que fue por algo que dije. Hago memoria, pero no me hace falta porque las palabras salen de su boca antes de que si quiera ponga mi mente a trabajar. Su padre fue a salvar a Ben, como hizo el padre de éste a su vez y como hizo la chica pelirroja con la que vivía en la Isla de los vencedores; lo sé porque Arleth me lo dijo cuando me preguntó como le encontré aunque solo mencionó a los últimos dos. Por un instante estoy totalmente consternado. La miro pensando en lo terrible que eso debió haber sido. Pierde a su mejor amigo. Pierde a su padre. Todo por mi culpa. Indirectamente, pero mi culpa al fin y al cabo y aquella sensación se instaura en mi pecho presionando fuertemente amenazando con ahogarme. - ¿Estás bien? - No estoy seguro de que mi voz salga con la fuerza suficiente como para que me oyera pero las palabras se me escapan sin poder evitarlo.

Mi madre siempre dijo que quería un mundo en el cual los padres no perdieran a sus hijos; ¿seguiría haciendo lo que hace si se diera cuenta de que ha creado uno en donde los hijos pierden a sus padres? Sophia. Ben. Sólo tenían a sus padres porque la crueldad les había dejado huérfanos de madre. Ahora no tienen a nadie y todo por su culpa. - Echo parece un idiota - Respondo cuando dice que fue su idea que se mudara a esta casa para que no estuviera sola. Es una buena idea, extraña para que haya salido de esa imagen gruñona, protestona y abusiva que me hice de él en 30 horas.

No sé quien es Eowyn pero me hace gracia la forma en la que habla de ella y por un instante estoy convencido que no lleva tan mal lo de su padre. Aunque probablemente me equivoque.

Cuando acepta mi propuesta hago un gesto con mi mano para que salga primero y luego la sigo, acomodando mis pasos a los suyos y metiendo mis manos en los bolsillos para resguardarme del frío. Estaba preparado para el frío del seis, que al ser una zona caliente por naturaleza, tiene un invierno casi primaveral. Por eso casi nos matan las frías noches del desierto y el invierno arrasador del bosque. A los cinco minutos de haber salido siento calados hasta los huesos. - ¿Qué tal si hacemos otro trato? Tu me cuentas algo y yo te cuento algo. Nos debemos un año de actualizaciones - Aunque yo juego con ventaja, Ben me ha dicho ya unas cuantas.

Mientras la seguía no me doy cuenta de que mis propios pasos nos han guiado a ambos a la casa de Arleth y luego me han hecho girarme hacia el lugar desde que se ve el portón por el que salió Gigi aquella noche y por el que entramos después. Es el único lugar que conozco de este  sitio. - Lo de la puerta es impresionante. - Admito. - Cuando Ben me habló de este lugar, no sé porque me imaginé algo a lo Silent Hill - Nada más lo uso de referencia agacho la cabeza y pateo la nieve ligeramente avergonzado. Yo con lujos y ellos muriendo de hambre. Me doy asco. - Es un videojuego. - Explico con fastidio.
Seth K. Niniadis
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Sophia A. Niniadis
Consejo 9 ¾
No sé qué podría responderle a Seth, porque, la verdad, ni siquiera yo sé cómo me encuentro. Es algo difícil de explicar, algo que no logro entender del todo. Recuerdo cuando se fue mi mamá, era muy pequeña para comprender la situación pero por dentro estuve triste mucho tiempo, una parte de mí soñaba con que ella volvería, pero otra sabía que eso no pasaría, al menos no pronto, y dado que nunca sucedió me di por vencida con los años. No puedo decir que sea lo mismo con mi papá, a él lo quiero como nadie, él no me abandonó por voluntad y nunca lo hubiera hecho, pero pensar en que volverá me lastima tanto como pensar en que no lo hará porque es algo que desconozco, y puesto que no estamos dentro de una película no puedo vivir envuelta en la idea de que todo al final se resuelve. Sin embargo, pensar que ya no volveré a verlo me hace sentir que lo estoy traicionando, me siento muy contrariada, pero no puedo rendirme con él. - Por ratos. No me gusta pensar en eso pero no puedo evitar hacerlo. Lo extraño demasiado. - Y demasiado se queda corto.

Hablar de Echo me distrae de los pensamientos acerca de mi papá, y así está bien por ahora. Me da un poco risa lo que dice. Sí que lo parece, pero al final del día te das cuenta de que no lo es... Excepto cuando mantiene oculto de ti que Ben está vivo o te hace levantarte a las seis en punto sólo para poder entrenar más. - No es taaaan malo como parece. - Me quedo pensando por un momento en todas las cosas que pasamos cuando recién nos encontramos con ellos antes de llegar aquí y como nos amenazó a todos, mucho tiempo pensé lo mismo de él, y la verdad es que cuando se enoja da tantito miedo. Bastante miedo, de hecho.

Al salir de la casa siento inmediatamente una brisa que me hace cuestionarme qué tan buena idea es ir a buscar la mochila, Dios mío, está helando. Estiro las mangas del suéter para que me cubra más las manos, aunque no tengo que esforzarme mucho para ello porque de por sí la mayoría de la ropa me queda grande. Avanzamos por las casas y pasamos por la fuente central. - Está bien... Mmmm... No hay tanto por contar... - Mentira. Hay demasiado, pero no sé ni por dónde empezar. - Tenemos un bebé en casa de Echo, se llama Kendrick, es una ternura, aunque es horrible por las noches. - Empiezo por lo más simple, supongo que con todo el relajo que se armó no habrá podido verlo. Kendrick tampoco tiene papás, la casa de Echo es básicamente un orfanato, que deprimente. - Aunque Eowyn y yo nos pasamos más de la mitad del día con él a veces, Cale ayuda de vez en cuando pero se le da pésimo eso de cuidar a los bebés. - De pronto se me vienen mil cosas a la cabeza para contar, todas aquellas que no pude decirle a nadie después de que Ben se fuera, o incluso antes, se siente bien tener alguien con quien hablar. No es que no lo tuviera aquí en el catorce, pero no es lo mismo.

Antes de poder decir algo más me fijo en la puerta, nunca le he prestado demasiada atención, aunque supongo que es algo intenso a primera vista, en general, el distrito impresiona la primera vez que lo ves, ¿Cómo todo esto estuvo aquí todo el tiempo? Alzo las cejas cuando menciona lo del videojuego, nunca fui mucho de jugar esas cosas, más que nada porque era un asco para todos ellos. - Yo no podía imaginarme nada mientras los buscábamos, no creí que algo así existiera. - Es gracioso, nadie pensaba en que de verdad podríamos llegar a un sitio así pero de todas formas caminamos y caminamos hasta encontrarlo. - ¿Qué te parece? -
Sophia A. Niniadis
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Quiero decirle que entiendo como se siente respecto a lo de su padre, pero estaría mintiendo. Su padre la quería, yo solo eché de menos toda mi vida a una persona que no conocía y me aferré ante la idea mental que me hice de ella basándome en las opiniones de Sean. Todo lo que sé sobre la familia o los padres es totalmente falso, así que no importa como creo que me siento si estuviera en su situación, porque probablemente ni siquiera me acercaría. Mientras avanzamos me pego a ella como si me balanceara y así le doy un par de empujones cuando mi brazo choca contra el suyo. Es lo que se me ocurre para reconfortarla y que probablemente no sirva en absoluto. Me acaba haciendo soltar una risa ahogada cuando defiende a Echo y la observo con media sonrisa divertida en el rostro que deja clara mi evidente incredulidad. - Creo que el "tan" es la clave. - Solo recuerdo su cara de odio, el puñetazo que me metió además aquella amenaza acerca de cortarme los brazos si no soltaba a Ben.

Suelto un suspiro mientras habla de Kendrick encontrando un nombre un poco raro para un bebé y además preguntándome porqué tienen que cuidarle tres adolescentes. La observo un momento a punto de preguntar por sus padres pero sacudo la cabeza. Seguramente ese bebé es como todos los demás, huérfano por culpa de la guerra que mi madre prometió erradicar y solo empeoró. - A mi no me gustan los bebes. Es mas divertido cuando ya saben hablar y puedes enseñarles groserías - Me llevo el pulgar a los labios mordiendo la uña de forma automática mientras echo un vistazo alrededor. Desde aquella zona, a medio camino de la salida y la improvisada enfermería, prácticamente se pueden ver todos los edificios. - Está destrozado. ¿Qué pasó? - Pero además hay algo más que noto y es lo viejas que son las construcciones.

Sigo el camino hacia las puertas y empujo para abrirlas, sin embargo en cuanto mis pies tocan la nieve del exterior me freno en seco. Tengo que absorber aire y luego soltarlo bruscamente, porque una sensación de miedo me ha invadido el cuerpo al mismo tiempo que un recuerdo que me encantaría borrar del todo de mi memoria. - Me gusta. Es un poco triste y viejo pero... cualquier cosa es mejor que vivir como Ben lo ha hecho los últimos meses - Bajo la vista y vuelvo al interior, con la espalda prácticamente pegada contra el portón, fingiendo que pienso en algo para contarle que no sepa lo cual me sirve para darme tiempo de encontrar el valor para salir a por la mochila. Suponiendo que esté ahí. Si tuviera mi varita... ni siquiera tendría que salir. - Fue mi tío el que lo encontró en el mercado. Me contó sobre este sitio y yo me negué a venir - Admito mientras mantengo mi mirada en cualquier parte que no sea ella, porque no quiero ver la forma en la que probablemente me desprecia. - Le dije que se fuera solo, pero no quería venirse sin mi. Yo necesitaba quedarme para... hacer a mi madre cambiar de idea sobre todo esto. Pensaba que... pensaba que podía enseñarle que los muggles o son malos por ser distintos. - Dejo de hablar repentinamente, ahora que escucho mis propias palabras en voz alta me siento estúpido. - Luego el mundo me cegó. Prácticamente podía comprar cualquier cosa. Hacer cualquier cosa. Creí que podía mantener a salvo a Ben y darle una vida en medio de la miseria en la que tenía que vivir por culpa mía. A nadie le importaba si le compraba cosas o le vestía con ropa cara. Era mío, era como tener una muñeca o un perrito. Y entonces... lo estropeamos todo - Porque sí, tal vez fueron las manos de ven las que agarraron esas tijeras y la clavaron en el cuello de Dwane Rickon. Pero si y hubiera aceptado que mi madre era un tiempo perdido desde el principio; si hubiera sido capaz de darme cuenta de que cualquier idea de hacerla cambiar era una utopía, nada de eso habría pasado.
Seth K. Niniadis
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Sophia A. Niniadis
Consejo 9 ¾
Río un poco por la forma en que piensa en Echo, supongo que no le causó una muy buena primera impresión. - Sólo es cuestión de acostumbrarte. - Me pregunto si Seth tendrá la oportunidad de acostumbrarse a este sitio o qué pasará con él, no creo que a Echo le cause mucha gracia que esté aquí, sólo espero que no le pase nada malo. Ladeo un poco la cabeza mientras sigue hablando. - A mí me gusta, me distrae un rato, aunque es horrible cambiarle los pañales, trato de evitar hacerlo. - Los bebés son una ternura, excepto cuando lloran toda la noche o necesitan que los cambien, entonces se vuelven una atrocidad. - ¿Has cuidado de un bebé antes? Tal vez podrías encargarte de cambiarle los pañales a Kendrick, aprovechando que Echo no quiere que te pierda de vista. - Comento en broma haciendo énfasis en la última oración y volteándolo a ver esperando a su reacción.

Las brisas frías de aire pasan mientras avanzamos, no se sienten tan feo como cuando salimos de la casa, pero sí es algo molesto, tengo las manos heladas a pesar de que el suéter me cubre más de la mitad de éstas, uff, creo que en momentos así no es tan malo que la ropa me quede grande. Miro los edificios y las viejas construcciones cuando pregunta por ellas, alzando los hombros ligeramente. - Estaba completamente abandonado hasta que lo encontramos, fue como un... un milagro, supongo. - La sensación que tuve, y creo que tuvimos todos, en cuanto vimos este sitio por primera vez es algo que no podría explicar, alivio y confusión, de verdad que fue un especie de regalo encontrar este lugar. Hago una mueca cuando menciona lo de Ben, con tanto relajo no he podido preguntarle acerca de ese tema, y tampoco he visto bien a Ben, no me dejaron acercarme, además de que está inconsciente ahorita, maldición, todo este tiempo sin verlo y no puedo creer que no pueda estar al lado de él.

Comenzamos a nadar un poco más hasta la puerta buscando la mochila. Cuando empieza a hablar, le doy su lugar, sin hacerle preguntas ni nada por estilo, yendo un paso detrás de él, no quisiera atosigarlo, por como lo veo, le cuesta hablar de eso tanto como a mí me cuesta hablar de mi papá. Sigo con la mirada a Seth mientras busca su mochila en la nieve y escucho con atención. No me imagino lo que es ser un esclavo, y no quisiera hacerlo, de sólo pensar que ese pudo haber sido mi destino de haberme quedado en el distrito, me da escalofríos. Si encontraron a mi papá mientras buscaba a Ben... ¿Lo habrán convertido en un esclavo? Respiro hondo y luego suelto el aire mientras observo como se aleja mi respiración. Escucho todo hasta el final sin emitir ni un comentario. Al final no sé cómo sentirme, todos hemos hecho cosas por las cuales nos sentimos arrepentidos, no puedo comparar la situación de Ben o la de Seth con la mía, pero tampoco puedo juzgarlos, todo este tiempo que pasó yo no estuve con ellos y no logro entender del todo la manera en que vivían, aunque tampoco puedo evitar cuestionarme qué hubiera pasado si en lugar de llevarse a Ben ese día, me hubieran llevado a mí.

Camino lo suficiente hasta quedar de espaldas a Seth, no sé qué debería hacer así que lenta y dudosamente poso mi mano sobre su espalda, a manera de apoyo. - Es tu mamá, tenías que intentarlo. - Yo no me hubiera rendido con la mía de saber que nos iba a abandonar, aunque en ese momento era muy pequeña para entender cualquier cosa. - Hiciste mucho por Ben, y por mí, no estaría aquí si no hubieras llamado. - Estoy en blanco, después de su historia, ¿Qué podría yo decir? Respiro hondo, de nuevo puedo ver mi aliento fundirse con el aire helado. - ¿Sabes? Todo este tiempo he pensado que se llevaron a Ben por mi culpa. Ese día estábamos sólo los dos con Gigi, comenzamos a pelear por tonterías y nos distrajimos, Ben me salvó pero se lo llevaron y yo... - Tomo aire para continuar, por semanas me sentí culpable, y todo el tiempo que no estuvo no pudo pasar un día sin que pensara en cómo estaría - Yo no pude hacer nada, tú sí. -
Sophia A. Niniadis
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Seth K. Niniadis
Fugitivo
Niego cuando me pregunta si he cuidado un bebé antes pensando que es una pregunta seria hasta que me echa a mi la tarea de los pañales por lo que acabo soltando una carcajada. - Ni hablar. Me haré el muerto si hace falta y a parte de cambiar pañales vas a tener que irme arrastrando por todas partes si quieres ir a algun sitio. - Le apunto con un dedo como advertencia para que vea que sí que soy capaz de resistirme de esa infantil manera a hacer algo que evidentemente, ni le apetece a ella. - Aunque si es de Echo no sé porque lo cambias tú. Obligale a él - La imagen de Echo cambiando pañales es tan inverosimil como divertida y otra risa se me escapa. Está bien que de vez en cuando, en medio de toda esta mierda, encontremos ocasiones para reírnos.

Me mantengo en silencio cuando acabo la historia y estoy tentado a girarme para mirarla pero lo cierto es que no puedo así que empujo la puerta y salgo al exterior. El desnivel del puente, que parece ser lo único no destartalado de aquel lugar, es lo primero que me encuentro además de la capa de nieve que se ha hecho durante el día que he pasado inconsciente. Me paro cuando estoy en la parte más alta de éste agachándome para tocar la nieve con las manos, lo cual solo aumenta el frío que ya siento en cada fibra de mi ser, pero por algún motivo me tranquiliza. Al menos un poco. Aunque ni de lejos tanto como su mano sobre mi espalda o sus palabas que me hacen un ligero agujero en el pecho. Era mi madre, tenía que intentarlo. Eso me digo cada día de mi existencia antes de que la vocecita profunda y horrible me recuerde que en realidad, tan solo, era una mujer que apenas conocía. - No tanto como crees, fui un idiota la mayor parte de las veces - Suelto una risa amarga animándome a mirarla a la cara ahora que sé que no me odia, cosa que solo me consuela a medias porque de todas formas no sabe toda la historia. - Y además dejé que mi madre se lo hiciera pasar mal - Me miro las manos mientras me arranco parte de la piel levantada solo para tener algo que hacer, fingiendo que no me duele cuando al tirar de más, la piel se desgarra y ese pequeño e irritante dolor me hace estremecerme.

Lo peor es que pienso en que eso no es ni la mitad de lo que Ben pudo sentir cada día estando allí y me siento más culpable. - Aunque él tuvo un poco la culpa. No me dijo que mamá se metía con él hasta que empecé a verle las heridas - Acabo exclamando como si fuera una cosa sin importancia y además eso de Ben me sacara de quicio, pero solo es la culpabilidad hablando e intentando quedar enmascarada tras la indiferencia. Además ese gesto me permite esquivar de forma magistral, según yo, el tema sobre mi madre. Avanzo por la nieve a pasos lentos e irregulares temiendo acabar resbalando, viendo la mochila desde lo alto del puente a varios metros dentro del bosque y que solo es obvia por el chinchoso color que se distingue exageradamente sobre la nieve. A pesar de que es de día y podría perfectamente acercarme, no lo hago. Está claro que este bosque no lo conozco lo bastante como para asegurar, al 100%, que no va a pasar nada. Además no pienso poner a Sophia en peligro después de que les atraparan aquí. Después de que Ben fuera mordido aquí. Después de dios sabe cuantas batallas tuvieron que lidiar con este entorno así que simplemente muevo mi mano y atraigo la mochila con más velocidad de la que debería, al intentar hacerlo con rapidez, por lo que me golpea en el estómago haciéndome soltar una queja.

La miro con un gesto dolorido todavía y sacudo la cabeza cuando dice que lo de Ben fue su culpa. - Desde que desaparecieron los vencedores de la Isla mandaron varios grupos de cazadores y aurores a buscarlos. Cada vez más y más cuando se dieron cuenta de que ciudadanos también desaparecieron. Hay una lista de gente desaparecida por la que pagan una millonada. Estando contigo o sin ti, mientras saliera de estos muros no estaba a salvo. No fue tu culpa. - Me cuelgo la mochila a un lado y paso mi brazo contrario por sus hombros, acercándola a mi hasta que su cabeza choca contra mis labios. Le deposito un beso y luego la zarandeo suavemente. - Volvamos dentro antes de que Echo descubra que te he sacado de aquí y además de que puedo hacer magia sin varita. No se lo digas - Comento lo último en voz muy baja a modo de secreto empezando a avanzar de vuelta al interior. - Probablemente crea que es buena idea atarme a... algo. No sé. No quiero hacer pis en un tarrito solo porque me tienen aislado - Bromeo imaginándome el peor de los escenarios y bastante más aliviado una vez estamos de nuevo al otro lado de las puertas.
Seth K. Niniadis
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I look around but I know nothing at all | Sophia IqWaPzg
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