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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Todo en el desfile fue de maravilla, al menos en lo que a mí respecta. Sorprendentemente no me caí ni una sola vez, cosa que ni yo ni nadie sospechábamos. Por lo que escuché sí que hubo gente que se cayó, pero no pude verlo porque al salir en dos partes diferentes del desfile, tuve que dar mil vueltas y no tuve tiempo ni para respirar, la verdad. Pero en fin, el caso es que por fin se acabó, y por fin tengo el dinero que necesito para llevar a cabo mi plan, el cual espero que se cumpla muy pronto, no solo por mi bien sino por el bien de la otra persona a la que espero que beneficie lo que tengo pensado. Últimamente tengo tantas cosas en la cabeza que no sé ordenar mis prioridades, y creo que me estoy volviendo rematadamente loca. No solamente lo digo por todo lo que tengo en la cabeza, sino porque en la coronación, me pareció ver a uno de los tributos que maté en la arena. Antes me pasaba bastante a menudo, cuando sólo hacía unos pocos meses que había salido, y ademas, podía distinguir bastante bien que no eran reales, o bien porque los veía en pesadillas, o bien porque los que veía en la vida real tenían un aspecto diferente a todas las demás personas.
Sin embargo, esta vez había sido muy diferente. Recuerdo perfectamente el nombre del tributo; se llamaba Howl. Recuerdo también a la perfección su físico, su tono de voz, y hasta incluso la primera vez que tuve la ocasión de hablar con él, que fue desgraciadamente minutos antes de matarle. Recuerdo que su forma de verme como un simple trozo de carne me molestó tanto que la rabia me consumía, a pesar de no tener razones para odiarle. Todo parecía un juego, de palabras, de pies, de armas, hasta que empezamos a hacernos daño de verdad, y la cosa acabó mal, sobretodo para él. Y por encima de todo, recuerdo haberle visto entre toda la gente del público en el desfile, y su aspecto era idéntico al de las demás personas, parecía tan real como podría serlo de estar vivo. Me planteé que fuera solo alguien que se le parecía mucho, y que mi imaginación quisiera jugarme una mala pasada, pero es imposible, era igual que Howl, y repito, lo recuerdo muy bien.
Sé que es completamente imposible, le vi morir, y de hecho yo le maté, así que sólo me queda pensar que estoy loca. Pensé en contárselo a Riorden, como había hecho en otras ocasiones menos recientes, pero tal y como están las cosas con él ahora prefiero no hacerlo. También se lo iba a decir a Alice, pero la última vez que la vi fue en mi cumpleaños, y no iba a decírselo entonces. He optado por callarme hasta que me vuelva a suceder, más que nada porque pensaba que eso no ocurriría, pero estaba muy equivocada, como de costumbre. Estoy en el salón de mi casa, y por la ventana, puedo ver otra vez ese rostro, que en otras circunstancias me pareció incluso atractivo, y que ahora me parece la cosa más aterradora que mis ojos puedan ver, porque o bien significa que no está muerto y viene a por mí, o que he perdido del todo la cordura, y sinceramente, no sé cual de las dos cosas me asusta más.
Me levanto rápidamente del sofá y corro hacia el teléfono, marcando el número de Alice, suena unas cuantas veces, pero parece que no lo escucha. Cuelgo y trato de respirar hondo, de tranquilizarme. Tal vez sólo son imaginaciones. Observo a la ventana unas cuantas veces más, y vuelve a aparecer, tan real como yo misma. Me dirijo hacia la cocina y cojo el cuchillo más grande que puedo ver, y luego subo las escaleras hasta mi cuarto. Tengo la sensación de que no puedo respirar, y me encojo en una esquina de la habitación en cuanto entro por la puerta, intentando escuchar algún ruido que me indique si va a entrar, o si se ha marchado. O silencio, que me indicaría que, efectivamente, estoy loca.
Sin embargo, esta vez había sido muy diferente. Recuerdo perfectamente el nombre del tributo; se llamaba Howl. Recuerdo también a la perfección su físico, su tono de voz, y hasta incluso la primera vez que tuve la ocasión de hablar con él, que fue desgraciadamente minutos antes de matarle. Recuerdo que su forma de verme como un simple trozo de carne me molestó tanto que la rabia me consumía, a pesar de no tener razones para odiarle. Todo parecía un juego, de palabras, de pies, de armas, hasta que empezamos a hacernos daño de verdad, y la cosa acabó mal, sobretodo para él. Y por encima de todo, recuerdo haberle visto entre toda la gente del público en el desfile, y su aspecto era idéntico al de las demás personas, parecía tan real como podría serlo de estar vivo. Me planteé que fuera solo alguien que se le parecía mucho, y que mi imaginación quisiera jugarme una mala pasada, pero es imposible, era igual que Howl, y repito, lo recuerdo muy bien.
Sé que es completamente imposible, le vi morir, y de hecho yo le maté, así que sólo me queda pensar que estoy loca. Pensé en contárselo a Riorden, como había hecho en otras ocasiones menos recientes, pero tal y como están las cosas con él ahora prefiero no hacerlo. También se lo iba a decir a Alice, pero la última vez que la vi fue en mi cumpleaños, y no iba a decírselo entonces. He optado por callarme hasta que me vuelva a suceder, más que nada porque pensaba que eso no ocurriría, pero estaba muy equivocada, como de costumbre. Estoy en el salón de mi casa, y por la ventana, puedo ver otra vez ese rostro, que en otras circunstancias me pareció incluso atractivo, y que ahora me parece la cosa más aterradora que mis ojos puedan ver, porque o bien significa que no está muerto y viene a por mí, o que he perdido del todo la cordura, y sinceramente, no sé cual de las dos cosas me asusta más.
Me levanto rápidamente del sofá y corro hacia el teléfono, marcando el número de Alice, suena unas cuantas veces, pero parece que no lo escucha. Cuelgo y trato de respirar hondo, de tranquilizarme. Tal vez sólo son imaginaciones. Observo a la ventana unas cuantas veces más, y vuelve a aparecer, tan real como yo misma. Me dirijo hacia la cocina y cojo el cuchillo más grande que puedo ver, y luego subo las escaleras hasta mi cuarto. Tengo la sensación de que no puedo respirar, y me encojo en una esquina de la habitación en cuanto entro por la puerta, intentando escuchar algún ruido que me indique si va a entrar, o si se ha marchado. O silencio, que me indicaría que, efectivamente, estoy loca.
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Liam no podía ni mirar a la cara a su tía por todas las gilipolleces que estaba haciendo; gilipolleces que eran alimentadas tan solo por el odio que sentía hacia esa chica, una chica que había matado a su hermano porque si no él la hubiese matado a ella, pero el dolor era un gran hijo de puta y lo que resultaba lógico y evidente para él solo era el consuelo de que su hermano no estaba por culpa de ella. Era más fácil echarle las culpas a otros y tener un objetivo que aceptar la realidad. Liam no aceptaba la realidad.
Se escabulló de su casa, a altas horas de la madrugada mientras Eris dormía y se echó la capucha para caminar directo en dirección a la casa de Jessica. Las calles estaban solitarias, tan solo llenas de borrachos y aurores. El chico cogió el transporte nocturno porque todavía no podía sacarse la licencia de aparición y se quedó en un rincón, pensativo. Idear un plan para asustarla no era lo más inteligente. La venganza le estaba consumiendo el juicio o tal vez quería sentir después de tanto tiempo estando muerto por dentro. No lo tenía claro del todo.
Por fin llegó y tras dejar pasar a una pareja con pintas de habérselo pasando en grande, bajó, encogido en la sudadera por el frío y reanudando la marcha, cogiendo un taxi para que lo dejara justo enfrente de la casa. Cuanto más se acercaba, más crecía el nerviosismo y ahora que la tenía delante, más aún, pero en ningún momento sintió el deseo de regresar, tan solo de seguir adelante e hizo eso. ¿Qué pasaría si lo confundía con un fantasma? La idea era que en principio no lo viera, pero ya lo hizo en la coronación, pero sorprendentemente no en el colegio y eso que iban al mismo. Ahora quería dejarse ver y eso hizo cuando entró por el jardín y se agazapó primero en los setos y luego se puso delante de la ventana. Jessica lo había visto y su cara de pánico era graciosa, pero lo que cogió a continuación no. Liam se movió cuando ella lo hizo y miró hacia arriba para ver la luz de su cuarto encendida.- Mierda.- gruñó. No sabía si quería verla o ya que lo había visto irse de ahí. Se quedó quieto para ver el siguiente movimiento de ella, que confiase un poco y se escondió.
Se escabulló de su casa, a altas horas de la madrugada mientras Eris dormía y se echó la capucha para caminar directo en dirección a la casa de Jessica. Las calles estaban solitarias, tan solo llenas de borrachos y aurores. El chico cogió el transporte nocturno porque todavía no podía sacarse la licencia de aparición y se quedó en un rincón, pensativo. Idear un plan para asustarla no era lo más inteligente. La venganza le estaba consumiendo el juicio o tal vez quería sentir después de tanto tiempo estando muerto por dentro. No lo tenía claro del todo.
Por fin llegó y tras dejar pasar a una pareja con pintas de habérselo pasando en grande, bajó, encogido en la sudadera por el frío y reanudando la marcha, cogiendo un taxi para que lo dejara justo enfrente de la casa. Cuanto más se acercaba, más crecía el nerviosismo y ahora que la tenía delante, más aún, pero en ningún momento sintió el deseo de regresar, tan solo de seguir adelante e hizo eso. ¿Qué pasaría si lo confundía con un fantasma? La idea era que en principio no lo viera, pero ya lo hizo en la coronación, pero sorprendentemente no en el colegio y eso que iban al mismo. Ahora quería dejarse ver y eso hizo cuando entró por el jardín y se agazapó primero en los setos y luego se puso delante de la ventana. Jessica lo había visto y su cara de pánico era graciosa, pero lo que cogió a continuación no. Liam se movió cuando ella lo hizo y miró hacia arriba para ver la luz de su cuarto encendida.- Mierda.- gruñó. No sabía si quería verla o ya que lo había visto irse de ahí. Se quedó quieto para ver el siguiente movimiento de ella, que confiase un poco y se escondió.
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No me gusta tener miedo, sentirme paralizada por él, que me tiemble el pulso por la adrenalina, no poder pensar con claridad por culpa del temor que me nubla la razón. Supongo que a nadie le gusta, pero en mi caso a pesar de que sea así, no ha impedido que prácticamente la mayor parte de mi vida se haya alimentado de ese sentimiento. Cuando estaba en el seis por mi madre, porque nunca la encontraba en casa cuando volvía y temía que estuviera muerta. Cuando estaba en os juegos por razones más que obvias, y más que por temer que me mataran, por temer matar a alguien, por temer convertirme en una asesina para preservar una vida que ya carecería de sentido conservar si para ello tenía que segar la de los demás. Y sin embargo, aunque mis ideas estaban muy claras, mi hermana llegó y lo cambió todo, porque tenía vivir para protegerla. Al fin y al cabo era la mayor, lo era por unas horas, pero lo era. Finalmente, no conseguí absolutamente nada de lo que me había propuesto. Acabé matando a tres personas y convirtiéndome así en una asesina, no pude proteger a Kayla y ahora está muerta, no pude cuidar de mi madre y ahora ella lo está también. Parece que no tenía las ideas tan claras.
Tarde o temprano todo acaba volviendo, y es algo que me llevaba pasando en forma de pesadillas prácticamente todas las noches desde los juegos. Pensaba que las pesadillas eran lo peor, pero jamás había imaginado que podrían hacerse reales, porque ver a un muerto a través de mi ventana es peor que todos esos malos sueños. No puede ser un fantasma porque sé lo que he visto, sé que no era translúcido ni transparente, ni tampoco grisáceo. Era una persona muy real, muy tangible. Me llevo la mano al bolsillo posterior del pantalón pero la varita no está allí. Estoy tan poco acostumbrada a usarla que la dejo en cualquier sitio y nunca sé dónde está. Acabo por coger un cuchillo inmenso de la cocina. No es muy práctico para defensa personal pero servirá para asustar a quién sea que esté ahí fuera.
A principio subo a mi cuarto, aterrada al ver que Alice no coge el teléfono. Soy demasiado orgullosa como para pedirle ayuda a Riorden después de la pelea que tuvimos, y antes de hacerlo me convenzo a mí misma de que no tengo porqué tener miedo. Al fin y al cabo soy bruja, puedo defenderme de esa forma, tengo un cuchillo en la mano y sé usarlo, y si quisiera podría desaparecerme a otro distrito y estar a salvo. Es la única forma que encuentro de tranquilizarme, pero en vez de hacer eso, lo que hago es bajar de puntillas abajo, dejando la luz de mi cuarto encendida. Respiro hondo e intento hacer el menor ruido posible mientras diviso una figura entre las sombras. Aprieto el mango del cuchillo con fuerza y me aparezco rápidamente detrás de la sombra del chico, agarrándole y volviendo a aparecerme, esa vez con él, dentro de la casa. Una vez allí aprieto la hoja del cuchillo contra su cuello al tiempo que le sujeto con el brazo libre, haciendo la suficiente presión como para que si se mueve acabe cortándose y la suficiente poca como para no cortarle en la postura en la que estoy. - No te muevas - Me tomo unos segundos para observar sus facciones y reconocer en ellas a Howl, el tributo del uno. Frunzo el ceño, confundida. Le estoy tocando, no es una alucinación, no es un fantasma, no es un sueño. - ¿Quién coño eres tú? - Por lógica no puede ser Howl, ¿o sí? ¿Puede haber alguna forma de que esté vivo?
Tarde o temprano todo acaba volviendo, y es algo que me llevaba pasando en forma de pesadillas prácticamente todas las noches desde los juegos. Pensaba que las pesadillas eran lo peor, pero jamás había imaginado que podrían hacerse reales, porque ver a un muerto a través de mi ventana es peor que todos esos malos sueños. No puede ser un fantasma porque sé lo que he visto, sé que no era translúcido ni transparente, ni tampoco grisáceo. Era una persona muy real, muy tangible. Me llevo la mano al bolsillo posterior del pantalón pero la varita no está allí. Estoy tan poco acostumbrada a usarla que la dejo en cualquier sitio y nunca sé dónde está. Acabo por coger un cuchillo inmenso de la cocina. No es muy práctico para defensa personal pero servirá para asustar a quién sea que esté ahí fuera.
A principio subo a mi cuarto, aterrada al ver que Alice no coge el teléfono. Soy demasiado orgullosa como para pedirle ayuda a Riorden después de la pelea que tuvimos, y antes de hacerlo me convenzo a mí misma de que no tengo porqué tener miedo. Al fin y al cabo soy bruja, puedo defenderme de esa forma, tengo un cuchillo en la mano y sé usarlo, y si quisiera podría desaparecerme a otro distrito y estar a salvo. Es la única forma que encuentro de tranquilizarme, pero en vez de hacer eso, lo que hago es bajar de puntillas abajo, dejando la luz de mi cuarto encendida. Respiro hondo e intento hacer el menor ruido posible mientras diviso una figura entre las sombras. Aprieto el mango del cuchillo con fuerza y me aparezco rápidamente detrás de la sombra del chico, agarrándole y volviendo a aparecerme, esa vez con él, dentro de la casa. Una vez allí aprieto la hoja del cuchillo contra su cuello al tiempo que le sujeto con el brazo libre, haciendo la suficiente presión como para que si se mueve acabe cortándose y la suficiente poca como para no cortarle en la postura en la que estoy. - No te muevas - Me tomo unos segundos para observar sus facciones y reconocer en ellas a Howl, el tributo del uno. Frunzo el ceño, confundida. Le estoy tocando, no es una alucinación, no es un fantasma, no es un sueño. - ¿Quién coño eres tú? - Por lógica no puede ser Howl, ¿o sí? ¿Puede haber alguna forma de que esté vivo?
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Y ahí estaba el mayor error de su puta vida. El llamar la atención el quedarse y ahora con un puñetero cuchillo en la garganta. Sabía que esto a Howl no le hubiese pasado, el maldito era bueno en estas situaciones y Liam solo era bueno con los libros y la estrategia, no con las reglas de la vida. Se quedó quieto notando la presión de la chica que ejercía hacía él para que no se moviese y así hizo, no se movió.- Nadie que te importe.- gruñó.- Para valorar tu vida, has sido demasiado rápida en la aparición. ¿Sabes lo que es la despartición?- le pegó un empujón en el estómago con el codo para que lo soltara y enfrentarse a ella, pero ahora que lo había pillado no tenía ni idea de que decir.
La tenía delante, tenía delante a la asesina de su hermano y todavía escuchaba los gritos de él cuando lo estaban asesinando. Apretó la mandíbula y luego corrió hacia la puerta para intentar escapar de ese sitio, pero no se dio cuenta y se metió más en la casa.- Joder.- había dado a la cocina, luego a la despensa y luego a otra puerta escondida que a saber donde coño lo mandaba.- ¿Dónde mierda está la salida?-tenía que sacarse la licencia de aparición ya.
La tenía delante, tenía delante a la asesina de su hermano y todavía escuchaba los gritos de él cuando lo estaban asesinando. Apretó la mandíbula y luego corrió hacia la puerta para intentar escapar de ese sitio, pero no se dio cuenta y se metió más en la casa.- Joder.- había dado a la cocina, luego a la despensa y luego a otra puerta escondida que a saber donde coño lo mandaba.- ¿Dónde mierda está la salida?-tenía que sacarse la licencia de aparición ya.
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Cuando escucho su voz suena tan sumamente real como lo es el tacto de su piel, lo que me hace corroborar el hecho, por otra parte muy lógico, de que no es Howl, porque Howl está muerto. Sin embargo, o yo no lo recuerdo con la suficiente claridad, o ambos son como dos gotas de agua. Puedo asegurar que no es la primera opción, porque le veo prácticamente todos los días en mis pesadillas, y me sé de memoria sus facciones. La segunda es más probable, y es algo que se me tendría que haber ocurrido desde el primer instante en el que le vi en la coronación. Tienen que ser familia, no necesariamente hermanos gemelos como Kayla y yo, porque está más que demostrado que no hay por qué ser gemelos para ser tan parecidos. Sólo hay que ver a aquel tributo del uno y a Riorden, que aunque sí eran medio hermanos, sus lazos familiares no pasaban de ahí, y quién lo diría si comparas dos fotos suyas. - ¿Nadie que me importe? ¿Y qué hacías merodeando por mi casa si puede saberse? - Sé que no va a decirme la verdad por mucho que se la pregunte, porque no puede ser nada bueno si tanto quería esconderlo, pero por si acaso.
Ruedo los ojos, bufando ante la mención de la despartición. Cuando estaba sacando la licencia nos lo decían día sí y día también, no necesito escucharlo más veces. - No te preocupes por mí - suelto con todo el sarcasmo que soy capaz de impregnar en mi tono de voz - lo tengo todo controlad...- La frase se queda a medias cuando recibo un codazo en el estómago que me hace doblarme por acto reflejo, dándole la oportunidad de escapar. Maldigo en voz baja, mientras que oigo como él hace lo mismo. Eso me hace alzar la vista, y sonrío sardónicamente cuando veo que ni siquiera sabe por dónde huir. - Para valorar tu vida, ha sido poco inteligente por tu parte librarte de mí antes de saber siquiera por dónde salir - Repito el principio de su propia frase, alzando ambas cejas y mirándole, aún apretando el cuchillo en mi mano. Me quedo bastante más tranquila, al menos considerando que hay un intruso en mi casa, pero que al menos no es tan amenazador como me lo parecía cuando pensaba que mis peores sueños se habían hecho realidad. Sigo su camino hasta acabar en la despensa, cerrando la puerta tras de mí con llave y guardando ésta donde él no pueda encontrarla. - Si quieres salir de aquí, vas a decirme quién eres y por qué estabas ahí fuera - Me cruzo de brazos y me apoyo en el marco de la puerta, esperando explicaciones.
Ruedo los ojos, bufando ante la mención de la despartición. Cuando estaba sacando la licencia nos lo decían día sí y día también, no necesito escucharlo más veces. - No te preocupes por mí - suelto con todo el sarcasmo que soy capaz de impregnar en mi tono de voz - lo tengo todo controlad...- La frase se queda a medias cuando recibo un codazo en el estómago que me hace doblarme por acto reflejo, dándole la oportunidad de escapar. Maldigo en voz baja, mientras que oigo como él hace lo mismo. Eso me hace alzar la vista, y sonrío sardónicamente cuando veo que ni siquiera sabe por dónde huir. - Para valorar tu vida, ha sido poco inteligente por tu parte librarte de mí antes de saber siquiera por dónde salir - Repito el principio de su propia frase, alzando ambas cejas y mirándole, aún apretando el cuchillo en mi mano. Me quedo bastante más tranquila, al menos considerando que hay un intruso en mi casa, pero que al menos no es tan amenazador como me lo parecía cuando pensaba que mis peores sueños se habían hecho realidad. Sigo su camino hasta acabar en la despensa, cerrando la puerta tras de mí con llave y guardando ésta donde él no pueda encontrarla. - Si quieres salir de aquí, vas a decirme quién eres y por qué estabas ahí fuera - Me cruzo de brazos y me apoyo en el marco de la puerta, esperando explicaciones.
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Aunque le jodiese, sabía que la chica tenía razón. ¿Dónde iba si no sabía ni por donde escapar? Liam se dio la vuelta al escuchar a Jess y apretó la mandíbula, mirándola. Era tan amenazadora como atractiva. Miró hacia otro lado cuando tuvo ese pensamiento que no venía a cuento y cogió aire, para luego soltarlo. ¿Era la hora de contarle cosas? ¿O simplemente ignorar y escapar por donde pudiera?- Me he equivocado de casa, así que por favor, te agradecería que me dejases pasar.- dio un paso adelante para encararla, que se fijara bien en su rostro.
Pero Liam también se estaba fijando en el de ella y pudo imaginársela ese día en la arena, matando a su hermano.- Solo quiero irme. No eres quien buscaba, lo siento.- sabía donde tenía la varita, por si no cedía, la notaba en el cinturón.
Pero Liam también se estaba fijando en el de ella y pudo imaginársela ese día en la arena, matando a su hermano.- Solo quiero irme. No eres quien buscaba, lo siento.- sabía donde tenía la varita, por si no cedía, la notaba en el cinturón.
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Una vez viéndome en esta situación la cosa no parece tan espeluznante, sobretodo porque ya he comprobado que no es ningún fantasma sino probablemente un familiar. Aunque dándole un par de vueltas más al asunto, si de verdad la razón de su evidente parecido es algún tipo de parentesco creo que es lo peor que me podía haber encontrado, en el mundo de los vivos al menos. Si a Kayla la hubiera matado alguien y no algo, no me haría mucha gracia encontrarme encerrada en la misma habitación que esa persona. No sé cómo lo hago para dejar eso a un lado y centrarme en mantenerme donde estoy para no salir corriendo y dejar que se vaya. Quiero respuestas, quiero saber qué quiere y poder quedarme tranquila aunque sólo sea por saber sus intenciones, por muy malas que puedan llegar a ser. Cuando habla me fijo mejor en su voz. También es igual que la de Howl. No tuve ocasión de escucharle mucho pero estoy segura. Tienen que ser hermanos gemelos, lo cual no deja de ser irónico. Ante sus palabras dibujo en mi rostro una mueca, mezcla entre una risa y el desconcierto. - ¿De repente te has vuelto educado? - No suena demasiado convincente teniendo en cuenta que hace menos de un minuto su codo golpeó mis costillas, y aún puedo notar un leve cosquilleo.
Se acerca un paso y dado que la habitación es minúscula eso significa estar demasiado cerca. Mi primera reacción es intentar alejarme un poco hasta que mi espalda roza la pared y me doy cuenta de que debo segur exactamente donde estoy. Ya es demasiado tarde para mostrar miedo. - Eres igual que él - Estando a escasos centímetros de mis ojos ya lo he comprobado, y realmente son como dos gotas de agua. Ni siquiera quería decirlo en voz alta pero no puedo evitar sentir una tremenda curiosidad. - ¿A quién buscabas entonces? - Alzo una ceja y me muevo un poco más hacia la puerta en parte porque tenerlo tan cerca me hace sentir demasiadas cosas demasiado contradictorias, y en parte porque no quiero que se vaya sin antes averiguar un par de cosas. Hasta ahora no he sido capaz de mirarle a los ojos pero esta pregunta amerita cierto contacto visual, aunque sea por respeto a la persona de la que los dos sabemos que estamos hablando. - ¿Era tu hermano? - Al instante me arrepiento de haber preguntado, pero ¿qué voy a hacer? No puedo dejarle ir y quedarme así.
Se acerca un paso y dado que la habitación es minúscula eso significa estar demasiado cerca. Mi primera reacción es intentar alejarme un poco hasta que mi espalda roza la pared y me doy cuenta de que debo segur exactamente donde estoy. Ya es demasiado tarde para mostrar miedo. - Eres igual que él - Estando a escasos centímetros de mis ojos ya lo he comprobado, y realmente son como dos gotas de agua. Ni siquiera quería decirlo en voz alta pero no puedo evitar sentir una tremenda curiosidad. - ¿A quién buscabas entonces? - Alzo una ceja y me muevo un poco más hacia la puerta en parte porque tenerlo tan cerca me hace sentir demasiadas cosas demasiado contradictorias, y en parte porque no quiero que se vaya sin antes averiguar un par de cosas. Hasta ahora no he sido capaz de mirarle a los ojos pero esta pregunta amerita cierto contacto visual, aunque sea por respeto a la persona de la que los dos sabemos que estamos hablando. - ¿Era tu hermano? - Al instante me arrepiento de haber preguntado, pero ¿qué voy a hacer? No puedo dejarle ir y quedarme así.
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