The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Jessica D. Voznesenskaya
Miembro de Investigación
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Me teletransporto lo más rápido que puedo, olvidando todo en el distrito, excepto el móvil. Además de que siempre lo suelo llevar encima, he tenido la suerte de que mi cabeza decidiera acordarse por mí de cogerlo, para avisar por lo menos a Allen. Sé que estará preocupado, y de hecho más de una y más de un millón de veces se me ocurrió llamarle, o contactar con él de una forma u otra y decirle que estaba bien. Pero luego, pensándolo mejor... Habría ido a buscarla en seguida, y es no es lo que Alice necesitaba, ella necesitaba estar otra vez en la que fue su casa, estar cerca de las fotos, de las libretas viejas, del suelo en el que se caería más de una vez. Necesitaba recapacitar acerca de lo que estaba haciendo. Al fin y al cabo, iba a hacerlo sí o sí, sólo era cuestión de tiempo, e impedirlo era casi imposible. Por lo único que hago estas reflexiones es para convercerme a mí misma de que lo que hice no fue un error total, pero al ver la cara de Alice en mis brazos justo antes de teletransportarme al hospital del capitolio, no estoy realmente segura de todo lo que acabo de decir, o mejor dicho, de pensar.

Su piel se pone cada vez más pálida, y sus ojos no están cerrados, pero tampoco abiertos. Más bien diría que está completa y absolutamente ida, con los ojos en blanco y balbuceando de vez en cuando tres nombres de forma simultánea. Seth, Allen y Jess. En otras circunstancias me habría conmovido que aún con la cabeza donde la debe de tener le de tiempo a  pensar en mí, pero me temo que ahora no puedo pensar en eso. Cuando llegamos al hospital, no sé por qué, pero intento que no me vea nadie, es decir, que no me reconozcan ni a mí ni a ella. Cambio un poco mi aspecto. Lo suficiente como para que nadie sepa que es Jessica Voznesaskfh la que lleva una niña en brazos, pero lo suficientemente poco para que cuando Alice se despierte sepa que soy yo. Dejo mi color de pelo como está, porque es mi signo más característico, al menos para ella. Por lo demás, hago los primeros cambios que se me ocurren para pasar desapercibida. Cojo el ascensor hasta llegar a una planta en la que alguien me hace caso, me la quitan de los brazos y la llevan a una sala.

Me dicen que no puedo pasar y que espere fuera. - Y una mierda, voy a entrar diga lo que diga - Bufo y aparto a la enfermera lo más suavemente que puedo. Lo segundo que hago después de eso es coger el móvil y marcar el número de Allen. - Allen, soy Jessica, he encontrado a Alice, pero tienes que venir ya al hospital, le ha pasado algo. Segunda planta, me verás al entrar - No soy capaz de decirle nada más para tranquilizarle porque ni siquiera sé si debería estarlo. Cuelgo antes de que me haga más preguntas, porque sé que aparecerá aquí en unos segundos. Luego entro a la habitación, y veo que la han echado en una cama y parecen estar examinándola. Es solo entonces cuando me llevo una mano a la boca, cuando se me acaba la adrenalina, y parece que quiero llorar, pero no lo hago aún, porque no quiero que cuando venga su padre me vea así, o se preocupará más de lo que probablemente ya esté, si es que eso es posible.
Jessica D. Voznesenskaya
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Alice D. Whiteley
Consejo 9 ¾
Llega un momento en el que todo se vuelve negro a mi alrededor, la voz que en un principio reconocí como la de Jessica pero que acabo hasta por dudar de eso se apaga y lo último que soy capaz de retener en la retina de mis ojos es su color de pelo, tan vivo que parece que está en llamas. Después no consigo recordar nada de lo que ha pasado a lo largo de toda mi vida, lo cual resulta muy confuso porque no sé que narices estoy haciendo en un pasillo grisáceo y completamente a oscuras. Además, es tan largo que cuando comienzo a caminar hacia el fondo, éste parece hacerse más largo. Es en entonces cuando en medio del silencio me asaltan toda clase de preguntas que no puedo contestar. Por mucho que intente recordar qué es lo que estoy haciendo aquí, ahora mismo hay una especie de barrera que impide que mi cerebro reciba recuerdos anteriores o mismamente, pensamientos propios. Hasta ahora no lo he mencionado, pero todo lo que pienso mientras estoy en lo que he declarado como limbo, vuelve a irse por el mismo sitio por donde entró. En el último instante, escucho el grito de una mujer, al final del pasillo, en el techo, en todas partes, pero abro los ojos antes de que pueda girarme a ver de quién procedía. Cuando despierto, de lo único que me acuerdo es del grito desgarrador de la mujer. Y tampoco estoy muy segura de si eso ha pasado en realidad.

Mientras sigo pensando en si me lo he imaginado o alguien ha gritado de verdad, una persona con bata blanca se cerca tan rápido a mí que el corazón comienza a latirme con más fuerza que hace veinte minutos cuando apenas tenía pulso. - ¿Qué ha pasado? - hasta yo misma me sorprendería del volumen en que salen mis palabras si no fuera porque apenas las oigo entre tanto jaleo. Mi mirada se dirige directamente hacia la pared blanca que tengo en frente, después al suelo gris y por último a todas las personas que tengo a mi alrededor que siguen a su rollo e ignorando por completo mi pregunta. No es hasta que veo la melena pelirroja de mi mejor amiga que recuerdo todo lo que ha pasado en el dos. No puedo creer que después de todo el sermón que le di, de las advertencias de que no podía volver por mucho que quisiera y sobretodo cuando ella misma ha visto con sus propios ojos lo que le  pasa a la gente que protege a los humanos, se haya atrevido a volver.

Por mucho que intente distinguir las caras de las enfermeras y el médico que vuelvo a tener en mi cara y que me está poniendo muy nerviosa con la maldita lucecita, no reconozco a ninguno de ellos. Lo  que significa que o bien han despedido a todo el personal que conocía, que no están de turno, o que estoy tan mal de la cabeza que ya ni siquiera distingo caras. De hecho, si no fuera por el pelirrojo obviamente de Jess, no la hubiera reconocido. De repente todos se quedan quietos y comienzan a hacerme preguntas, cómo qué me duele, qué es lo que me pasa, y a veces hacen comentarios random como que tengo la fiebre muy alta, y que he estado inconsciente durante varios minutos desde que llegué aquí. - Estoy bien, solo tengo un resfriado corriente - consigo decir entre el cansancio acumulado que llevo encima. Si no fuera porque me tiembla todo el cuerpo y siento náuseas cada vez que me muevo, hasta yo misma podría tragármelo.

Cuando poso mis pies en el suelo, mi mirada se va directamente hacia él, ¿desde cuando el suelo se mueve? Tengo que apoyarme nuevamente en la camilla. Que por cierto veo doble y no estoy muy segura de si me voy a caer al suelo de cabeza o he acertado con respecto a que la tengo detrás de mí. De hecho no me he movido tanto como para no tenerla tras de mí, pero el cerebro ahora mismo no me da para pensar tan detalladamente. Respiro hondo, levantando la mirada levemente hacia la puerta que está abierta de par en par. Estoy por encaminarme hacia la puerta nuevamente, pero me da tanto miedo volver a perder el sentido que decido simplemente quedarme sentada en la cama. Por lo menos hasta que Jess tenga la decencia de sacarme de aquí, y no estar ensimismada en el pasillo.
Alice D. Whiteley
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https://www.themightyfall.net/t8274-whiteley-alice-dalia
Invitado
Invitado
Creía que me había acostumbrado a perder gente, pero me equivocaba. Se puede perder a gente de miles de maneras diferentes y algunas ni siquiera incluyen la muerte de nadie. Cuando me levanté a la mañana siguiente pensando que sería un día como cualquier otro, me encontré la cama de Alice vacía y su armario a la mitad de lo que debería estar si todo fuera como debería haber sido. Esto es la primera vez que me pasa, ella siempre ha sido una buena chica incluso en los días donde hemos discutido sin parar por cosas que sé que en parte, tiene razón (cómo la locura que Jamie ha creado y a la que ahora llama gobierno); pero esto es demasiado drástico. Es decir, ni siquiera se me pasa por la cabeza en ese momento que se hubiera escapado de casa, lo primero en lo que pienso es en Seth.

El trayecto se me hace eterno porque ya se ha mudado a la casa del gobierno después de incendiar la suya propia. Su madre le ha obligado a volver a la escuela y está tan de mal humor que no se me haría raro que hubiera arrastrado a Alice a hacer una estupidez (Como irse con él, no sé, 3 días a la playa sin avisar). Quiero creer que es eso. Quiero creer que dejó su móvil en la mesa por accidente y que no me lo contó porque sabía que me negaría. En fin, tienen la edad del pavo y a esa edad yo cometí muchos errores (entre ellos, casi casarme), lo que menos me apetece es estrenarme como padre de una adolescente embarazada y casada antes de los 18.

Pero de que mierda estoy hablando. Empiezo a ser incoherente con la propia excusa que me he puesto para no aceptar la realidad.

Nunca voy a la casa del gobierno a no ser que haga falta porque Jamie es masoquista. Lo primero que tiene en la entrada es una foto antigua de Jared. Ni siquiera lo reconozco en ella pero sé que es él y eso duele de miles de maneras que no puedo explicar. Atravieso el pasillo y es el propio Seth quien me pilla por estos, aún con cara de recién despierto y con Ben persiguiéndole con lo que parece una taza de café insistiendo en que va a llegar tarde al colegio si no se da prisa. - ¿Sabes donde está Alice? - Intento que mi voz no esté en tensión pero parece que no lo hago bien, porque esa simple frase tiene más efecto que el café que su esclavo está intentando darle. Eso confirma lo que ya sabía y me negaba a ver. Se ha escapado. Creo que lo único que me hace mantener la calma es que Seth entra en pánico. Alguien tiene que mantener fría la cabeza, no podemos perder el control los dos. - NO sé que ha pasado. - Empiezo gritando pero me fuerzo a bajar el tono de voz aunque tiembla ligeramente por el esfuerzo de mi propio cuerpo intentando no echar a correr. - Ve a clase, la buscaré y te llamaré. VE A CLASE, SETH - Pero él grita para intentar hacerse oír sobre mis propios gritos y cuando está a punto de escapársele algo que no puede salir de su boca en voz alta jamás y menos en esa casa, le doy un bofetón.

El golpe resuena y por un momento el silencio es tal que solo se escucha el gemido del propio Ben, sorprendido por lo que pasó. Yo aguanto la respiración. Puede que no se me de tan bien mantener la calma como yo pensaba. - No se te ocurra. No la cagues ahora. No puedes decírselo a nadie. La buscaré, te lo prometo. VE a clase. - Pero las cosas empeoran entre más días pasan y menos sabemos de ella. Nadie vio nada. Nadie oyó nadie. Nadie sabe nada. Esto resulta muy frustrante y no puedo utilizar a los aurores porque... bueno, porque es como mandar a mi hija a la horca básicamente. No sé cuantos turnos cambio, ni recuerdo cuando fue la última vez que dormí. Reviso su cuarto, busco entre los libros que leía algún tipo de nota o carta o disculpa o lo que sea, algún indicio de que estuviera tan enfadada que no quisiera quedarse más o algún indicio de que alguien se la llevó. Yo no tengo dinero, que estupidez estoy pensando. Si se la llevaran probablemente no podría pagar lo que pidieran.

Los días se hacen eternos y pierdo la noción de donde estoy o lo que estoy haciendo. Descuido el hospital bastante y si no fuera porque Elijah me cubre, probablemente todo se habría ido abajo. Ni siquiera soy consciente de estar en la calle hasta que recibo la llamada de Jessica. Solo escucho "he encontrado a Alice y hospital" antes de echar a correr hacia allí como si no hubiera mañana. Cruzo la puerta del hospital a gran velocidad y para entonces ya hay varias enfermeras esperando mi llegada y miles de llamadas perdidas suyas en mi teléfono. Me dicen donde está, ni siquiera espero el ascensor sino que voy escaleras arriba de dos en dos, a veces de tres en tres, creo que me dejé dos dientes en el camino pero me da lo mismo. No me importa la más absoluta cosa sobre mi hasta que mis manos están sobre las mejillas de Alice, pálida y ardiendo. - Dios mio. Me tenías PREOCUPADÍSIMO, DONDE DEMONIOS TE HAS METIDO - Mi voz cambia de volumen drásticamente de un segundo a otro y también la presión que ejerzo con mis manos sobre su rostro. Luego conecto las cosas y consigo calmarme, o intentarlo al menos, mientras la suelto y revuelvo cosas tirando la mitad en el proceso. Uno de los médicos entra por la puerta antes de que rompa nada más. Tiemblo de pies a cabeza, así no puedo trabajar.

Intentan sacarme de la habitación mientras la ubican en una camilla y me limito a negar. - Estaré callado. - Miran a Jessica, o a lo que yo creo que es Jessica y sacudo la cabeza. - Estaremos callados. - Pero no cumplo mi promesa. MIentras trabajan con ella creo que voy a volverme loco esperando. - ¿Qué diablos pasó? ¿Dónde estaba? - Las palabras salen forzadas de mi boca porque intento mantenerme callado, pero al final salen en el susurro más inaudible que puedo emitir dadas las circunstancias.
Anonymous
Jessica D. Voznesenskaya
Miembro de Investigación
No soy médico y no tengo ni idea de qué va esto. No sé si es grave y debería estar preocupada, o si no ha sido más que un mareo. Ni siquiera sé si se va a poner bien o no. Intento preguntar a todo ser viviente que pasa por delante de mí, pero me ignoran como si no existiera. Frunzo el ceño y comienzo a enfadarme más que otra cosa, incluso puedo notar como el rojo de mi cabello empieza a intensificarse. - ¿Me vais a explicar qué coño le pasa o tengo que hacer la carrera de medimagia para enterarme? - Le grito a todo pulmón a la primera persona que veo, y parece que surte efecto, porque se gira y me pide que me tranquilice, que solo voy a lograr perjudicar el trabajo de los médicos que la están tratando ahora mismo, y además, ponerla nerviosa a ella. Bufo, intentando no admitir que tiene razón. Luego me pregunta si soy su familiar más directo, y me dice que si no lo soy (ha debido de imaginárselo antes de que me diera tiempo a abrir la boca) tengo que avisar a esa persona para que venga. Alzo una ceja, casi sintiéndome ofendida. - ¿Y qué cree que estaba haciendo hace un minuto? ¿Llamar a una línea caliente? - Por mi bien decido cerrar el pico de una vez por muy enfadada que esté.

Me siento en unos bancos que hay al lado de la puerta de la habitación y espero a que venga Allen, o bien a que me digan algo. Como era de esperar, lo primero pasa antes, y me levanto de inmediato para recibirle. Sin embargo, lo primero que él hace como debería haber imaginado es entrar el la habitación y comprobar cómo está todo. Él sí que es médico y sí que puede enterarse mejor que yo de lo que pasa porque trabaja aquí, todo el mundo le conoce, y además no se ha puesto a gritar al personal como un energúmeno, cosa que no se puede decir de mí. Se excusa de mi parte prometiendo que estaré callada, a lo que me limito a asentir, y como se fían de él, también me dejan estar dentro, aunque un poco alejados. De esta forma nos quedamos ahí, viendo a la persona que probablemente más queremos los dos, o una de ellas, en una camilla de hospital, con los ojos en blanco y completamente ida.

Y es entonces cuando hace la pregunta que más temo que haga. Qué ha pasado. Dónde estaba. Trago saliva y carraspeo un par de veces, sin saber muy bien qué decir para no meter a mi amiga en un lío. Supongo que de todas formas ya está metida en uno, y Allen ha estado muy preocupado, se merece saberlo. - Se fugó para... ya sabes, mantenernos a todos a salvo - No explico mucho más de esa parte porque supongo que es algo que ya se imagina. - Supuse que estaría en el dos y fui a buscarla - Tengo que hacer pausas de vez en cuando para que los médicos no nos oigan y no nos saquen de aquí. - Había estado bien hasta que de repente dijo que algo no iba bien - Señalo mi abdomen al decir esto para que sepa que es ahí donde está el problema. - Fue hace solo un rato, empezó a hablar como si estuviera ida y luego se mareó y se desmayó - Bajo la mirada al decir esto porque en cierto modo me siento culpable. - La traje en seguida, hace unos quince minutos - Me muerdo el labio durante un rato antes de atreverme a preguntar. Sé que él lo debe de estar pasando aún peor que yo, y no sé muy bien que decir. - Va a ponerse bien, Allen - Estoy segura de ello, sólo espero que ocurra pronto.
Jessica D. Voznesenskaya
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Alice D. Whiteley
Consejo 9 ¾
El que todas las personas de la sala me hablen a la vez no ayuda al descontrol que tengo en mi cabeza, lo que en un principio me hace plantearme si alguna vez hicieron la carrera de medicina. Aunque supongo que el hecho de que alguien ya me haya reconocido tiene algo que ver. No sé si tengo que alegrarme de ver un rostro conocido que no sea Jessica después de días, o todo lo contrario. Lo único que sé con seguridad, es que o bien mi mejor amiga ha llamado a Allen o lo ha hecho la enfermera con la que he pasado tiempo en este sitio. Si no fuera por la situación, hasta me hubiera alegrado de que me preguntara que si sé lo que me pasa. Antes de que me de tiempo a contestar - tampoco es que pase poco tiempo porque cada cosa que me dicen o preguntan llegan como tres siglos después a mi cerebro -, tengo las manos de la persona más importante para mí, y probablemente, a la que más miedo tengo en estos instantes. Aunque está gritándome, su voz no suena más que eco en mi cabeza, tardando un poco en reaccionar ante su aparición. Lo que me pasó momentos antes, me vuelve a pasar, no me deja contestar puesto que se pone a remover cosas con un tembleque peor que el mío.

Quiero explicarle qué pasó, porqué lo hice, todo lo que no le conté por miedo a que no me dejara irme. En su momento mis explicaciones tenían sentido, pero ahora que tengo la oportunidad de hablar de nuevo, mi argumento se reduce a un emmm... tan bajo que ni siquiera yo estoy segura de haberlo oído. Cierro la boca antes de que pueda decir una tontería, menos delante de toda esta gente, y me quedo observando su rostro y figura. ¿Cuánto tiempo hace que no duerme? Las ojeras son evidentes, así como el cansancio que parece cargar por días, por no hablar del nerviosismo que lleva encima. Un médico entra en la sala para apartar a Allen de mi lado, y solo alcanzo a tocar una de las manos que habían estado en mis mejillas hace unos segundos. Ahora mismo la cabeza no me da para pensar en como voy a explicarle esto, a él, a Seth, y... y ya está porque esas son las únicas personas con las que tengo relación, aparte de Jess.

Dejo que alguien me ayude a tumbarme en la camilla, de todas formas estoy segura de que si lo hubiera intentado yo sola, me habría caído al suelo. Apenas me doy cuenta de que me están haciendo de todo porque uno, el no sentir nada ayuda, y dos, porque puede que mi cuerpo esté aquí, pero mi cabeza está en otro lugar completamente distinto. Si no es obvio por la fiebre, el posible dolor de cabeza y los temblores, cuando me tocan el abdomen ya deben de imaginarse lo que ocurre. Y NO. No estoy embarazada. - ¿De verdad cree que con quince años me voy a quedar embarazada? - respondo un poco enfadada cuando me pregunta si hay alguna posibilidad de embarazo. Incluso Jessica me hizo la misma pregunta.

Por mucho que intente mantener los ojos abiertos y la cabeza cuerda, la cama se me hace demasiado apetecible. Mo sé si es por el cansancio o porque estoy empezando a marearme de nuevo, pero los párpados se me cierran inconscientemente cayendo en un sueño profundo, si es que es un sueño.
Alice D. Whiteley
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Creía que iba jess, no se que me pasó lo siento XD

No sé cuantas veces cambio de postura mientras estoy apoyado contra la pared fingiendo no estar allí. A veces me llevo las manos a los labios para morder las uñas, luego recuerdo que no debo hacerlo y las pongo en otra parte; cambio el peso de un pie a otro; cambio el brazo apoyado por la espalda o por el otro brazo y finalmente intento estarme quieto, cosa para la que tengo que emplear mucha fuerza de voluntad mientras trabajan con Alice. Lo del embarazo me llega a los oídos y me quedo observando la escena como si todos los que están frente a la cama acabaran de mutar en algún monstruo extraño. La mirada de una de las enfermeras conecta con la mía como si no le creyera a Alice cuando responde. - Son críos. - Y seamos realistas, apenas pasan tiempo a solas juntos. - ¡Eso es una estupidez! - Insisto, pero como levanto la voz el médico de guardia me lanza una mirada de advertencia así que vuelvo a cruzarme de brazos y a mimetizarme con el entorno.

Apenas puedo escuchar los ruidos de las máquinas y de ella y de todos trabajando y eso solo hace que mi cabeza piense en lo peor, cosa que no ayuda. Giro mi cabeza hacia jess para escuchar las respuestas a mis preguntas y frunzo el entrecejo. Mentiría si no dijera que las respuestas me cabrean. Alice es joven, no tiene que preocuparse por salvar a nadie, se supone que esa es mi responsabilidad. - No hay otro sitio donde esté más a salvo que este. - Mascullo las palabras con una evidente tensión y de haber podido, seguramente había quedado claro que lo que quiero es gritárselo a mi propia hija a la cara. - Haciendo esta clase de tonterías solo... se pone en peligro ella. - Farfullo. Acabo metiéndome parte del dedo índice a la boca mientras me muerto, intentando liberar así un poco de la tensión que amenaza con explotarme en el pecho. - Se va a quedar castigada de por vida por eso. Ha sido una insensatez. - Y entonces recuerdo que ella dijo que estaban juntas. - Y tú, deberías haberme avisado cuando la encontraste. No ahora. - La riño también. No sé en qué momento se hicieron amigas, es algo que desconozco porque se llevan, a mi parecer, demasiado como para coincidir por accidente en alguna zona común. - ¿Tu estás bien? Si es un virus, quizá deberíamos echarte un vistazo también
Anonymous
Jessica D. Voznesenskaya
Miembro de Investigación
Ahora mismo no sé quién está más nervioso, si Allen, Alice o yo. Por mi parte, las manos me siguen temblando un poco, será por la adrenalina. Allen parece prácticamente igual, y Alice está tumbada en la camilla donde la han puesto, discutiendo con los médicos que la atienden sobre si está o no embarazada. En otras circunstancias probablemente me hubiera reído o bien me hubiera burlado de ella, pero ahora mismo solo frunzo el ceño como si me molestara más que a ella o más que a su padre esa pregunta, cuando hace unos minutos era yo la que lo estaba preguntando. - Por dios, no está embarazada - Digo indignada para zanjar de una vez el tema, aunque nadie me hace caso y siguen hablando sobre el tema un rato más, lo suficiente para conseguir enfadarme. Mientras los médicos lo discuten me acerco un pasito a Alice y chisto para llamar su atención. - ¿Cómo estás, bichito? - Sé que odia que la llame así, pero en momentos como este, en los que me da la sensación de que aún es la niña que conocí en aquel callejón y que me seguía a todas partes intentando convencerme de que le enseñara a usar un cuchillo, es cuando, inconscientemente la llamo así.

Ella parece estar bien, pero dada su insensibilidad al dolor eso no necesariamente significa que lo esté. Sin embargo, sí que consigue tranquilizarme un poco. - Me has dado un susto de muerte, si vuelves a hacerlo la próxima vez escojo yo la película - Sonrío como puedo, con la intención de que ella también lo haga. Nos gusta mucho el cine, y siempre discutimos por qué película ver esta vez. Siempre acaba escogiendo ella, porque al parecer yo tengo un gusto horroroso y ella se niega a ver mis elecciones, mientras que a mí me da igual. pero si vuelve a hacer algo así la próxima vez le pondré un documental sobre insectos. Los médicos vuelven a ella y me aparto como si no hubiera pasado nada, porque no quiero que me echen la bronca o que me echen, directamente. Allen y yo nos quedamos un rato en silencio hasta que le explico lo que ha pasado, y responde como es lógico.

Bajo un poco la cabeza, avergonzada, porque tiene toda la razón, pero no respondo al pequeño reproche que esperaba que me hiciera, y que yo también hubiera hecho si fuera al revés. - Lo hizo porque realmente lo necesitaba. Primero habla con ella, te lo sabrá explicar mejor que yo - Me encojo de hombros, al menos tengo que intentarlo. Espero que entienda que no sólo me refiero a lo de fugarse, sino que me refiero más bien al hecho de volver a ver su hogar, su casa, las cosas de su familia... Pero siento que esa no es una conversación que deba tener yo con él, pero Alice sí. Cuando lleguen a casa hablarán y espero que Allen pueda entender, aunque yo aún no lo haya hecho al cien por cien, aunque él supongo que sí lo hará, al fin y al cabo es su padre, da igual que no compartan la misma sangre.
Jessica D. Voznesenskaya
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Break the silence II [Alice y Allen Whiteley] IqWaPzg
Alice D. Whiteley
Consejo 9 ¾
- Creo que me acordaría si estuviera embarazada - le suelto al primero que intenta volver a sacar el tema del embarazo, sin embargo algunos de los médicos siguen sin rechazar esa posibilidad. Inspiro una gran bocanada de aire que sale con la misma fuerza que entró, dejando ver que esta situación es demasiado ridícula como para ser verdad. Mientras yo me estoy muriendo - dado que es la única conclusión que he llegado a sacar con esta mierda de concentración -, los médicos se dedican a entrar y salir de la habitación, ponerme más y más tubos y a hacer mil preguntas estúpidas que hasta un loro podría responder.

No sé que narices es lo que me están metiendo en la sangre, pero me hace sentir como si estuviera en una nube y de que si me quedo dormida, no volveré a despertar jamás, lo cual en un principio me asusta. Me abrazo a la almohada sobre la que estoy apoyada e intento no pensar en cerrar los ojos, cuando una figura se acerca lentamente hacia mí. Al principio me cuesta entender que narices es lo que está haciendo Jessica aquí, hasta que recuerdo que fue ella la que me trajo aquí. En ese momento no me importa que utilice ese apodo insoportable porque en estas condiciones me parece hasta adorable. - Me estoy muriendo, ¿verdad? Por eso nadie me lo dice - acabo por tornar su pregunta en una mía, ignorando por completo lo que trataba de preguntarme. - Jess, me estoy muriendo, ¿no? ¿Es eso? - repito - Todo me da vueltas - cierro los ojos, pero aún así todo sigue girando.

Ahora mismo solo quiero irme a casa, y que todo vuelva a ser como antes, aunque no fuera perfecto. A mi cama, mi perro, a la comida asquerosa de Allen, mis libros, son demasiadas las cosas que echo de menos. Mi cabeza está segura de que en estos instantes mi padre me odia, y que ni siquiera puede mirarme a la cara. - Vámonos a casa - y no me refiero a mi casa del dos, sino a mi verdadero hogar.

Lo siento (? Inspiración cero, los exámenes se llevaron todo mi cerebro Break the silence II [Alice y Allen Whiteley] 3852612292
Alice D. Whiteley
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Invitado
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Odio no saber que pasa, odio no tener explicaciones y es la primera vez que me siento así de frustrado. Quiero gritar, pero no puedo porque esto es un hospital; tampoco puedo ayudar porque las manos me tiemblan tanto que probablemente clavaría una aguja vacía en pleno corazón y la acabaría matando. Para terminar, como si ya no fuera bastante, Jess me pide que espere a que Alice pueda decirme algo. Y al final, hago uso de mi mayor cantidad de paciencia para no perder del todo la cabeza. La observo avanzar hacia Alice lentamente y me pienso en qué clase de cosas siento ahora mismo. Alguien me dijo una vez que mi mayor problema era precisamente que a veces solventaba todas las cosas ignorando mis sentimientos. No quiero perderla a ella como he perdido a Chelsie. Ese pensamiento hace que me ahogue, y creo que las piernas van a empezar a fallarme.

Cuando la escucho diciendo que va a morirse, me acerco rápidamente a ella por el lado contrario y agarro su otra mano, mientras con la mía libre acaricio su frente. - No vas a morirte. No puedes irte. No puedes dejarme solo ahora. - No después de tanto tiempo. Finalmente cuando los médicos dejan de lado la estupidez del embarazo, empiezan a hacer otras cosas. Es así como encuentran la herida de su abdomen y se ponen a trabajar en ella. Era una maldita infección que se ha extendido por su sangre como la pólvora y que de no ser por Jess, probablemente la hubiera matado. Me parece que pasa toda una eternidad antes de que los médicos empiecen a desaparecer poco a poco y finalmente queden las enfermeras acabando el trabajo.

Vendajes, ungüentos, intravenosas, no recuerdo cuantas indicaciones y la petición de que pase la noche aquí mientras se aseguran de que su estabilidad física y mental no es solo temporal. - Mañana volveremos a casa. Ahora tienes que descansar. Me quedaré. Jess puede quedarse si quiere también. Buscaré camas de repuesto. ¿De acuerdo? -
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