The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Elioh M. Franco
Si alguien preguntara por el hombre que pasa el día alejado de todo el mundo, en la barra del bar, lo más pegado a la pared que se puede y prestando atención a la televisión apenas a veces sólo cuando nombran a alguien que le da curiosidad, todos sabrían perfectamente de quién se trata. De mi, porque no hay día que el bar no reciba mis peticiones de lo que voy o no a tomar hoy, aunque la mayor parte de las veces no me hace falta ni abrir la boca, simplemente me miran y ya saben qué me tienen que preparar.

- ¿Lo mismo de siempre, Franco? - escucho la voz del dueño de este cuchitril mientras asiento. No son necesarias las palabras, ¿para qué? Hoy se supone que es un día especial y todos están de celebración, pero yo no me dedico más que a beber y a mirar el televisor con una cara larga que dista ante todo de ser amable, ignorando las miradas de los que alguna vez fueron quizás mis amigos y no hacen más que compadecerse de mi situación, cosa que no me gusta en absoluto. ¿Dónde estaban cuando todo estaba bien? Por aquel entonces no había nadie que me necesitara, tan sólo iban y venían al taller con caras largas y sonrisas forzadas para dejarme lo que sea que esta vez hubieran estropeado, y una vez que lo recogían a veces ni los volvía a ver. Pero ahora todos parecen enfermos de pena porque comprenden lo que me está pasando. Pero lo que no saben es que no entienden ni la mitad ni llegarán a soportar ni una cuarta parte del dolor que yo estoy sintiendo y que me carcome por dentro, así como el alcohol me destroza el esófago todos los días.

La ceremonia de coronación es un evento digno de admirar para todos, pero sobretodo para aquellos que no han tenido que pasar por el hecho de ver a sus hijos morir en esa arena. Yo he tenido ambas raciones, tanto la muerte como la alegría de saber que uno de ellos ha vuelto con vida. Veo a Ben bailar y danzar completamente feliz aunque yo se perfectamente que no lo es del todo, y que de vez en cuando se puede leer en su mirada que le carcome la culpa por dentro tanto como a mi. Melanie está muerta, y eso no hay nadie que lo pueda cambiar. Así como Mila y Shamel pasaron a mejor vida en su momento, mi pequeña los acompaña. Ya no podré sostenerla en mis brazos, ya no podré cantarle por las noches para que se quede dormida cuando tenía pesadillas, ya no podré ni tan siquiera escuchar su voz que me despertaba por las mañanas cuando yo llegaba tarde de haber pasado la noche bebiendo. Y por si fuera poco me queda la cosa de que veré a Ben tanto que hasta lo terminaré odiando. Porque él está vivo, pero no supo cuidar de ella. Así como yo no supe cuidar de ellos.

Doy un golpe a la mesa y casi tiro el contenido de mi vaso cuando veo que por fin lo van a ordenar vencedor y campeón de los juegos mágicos de esta estación. Por dentro no puedo odiarlo, ¿alguna vez se ha visto que un padre odie a su hijo? No. Le quiero, tanto que no se ni como demostrarlo, pero a mi manera porque así como él ha sufrido, yo también. Y aunque yo fui quién lo descuidó y él fue el que asumió el papel de hombre de la casa con su hermana, eso no quita nada. Si está vivo es también gracias a mi, y es de lo único que me enorgullezco, porque si Mila viviera seguramente no aprobaría mi situación. Veo como muchos me miran cuando todo empieza y yo no hago más que levantar mi vaso en dirección a todos como si no fuera más que un brindis - Por los que vivieron y por los que no vivirán - les digo a todos con una voz tan ronca fruto del alcohol que hasta yo me asusto, mientras de pronto todo son miradas hacia la pantalla al ver la reacción de Ben. Tarde o temprano un cuerpo tan pequeño debía de saltar, y aunque no puedo evitar dejar escapar una lágrima que se escabulle por mi mejilla sin control, otra parte de mi desearía estar ahí con él apoyándolo. Pero no puede ser y no queda más que intentarlo desde la distancia.

Casi rompo la silla cuando me abalanzo hacia delante al ver como la persona que se supone gobierna sobre nosotros hace bajar a Ben del escenario y, aunque no parece que le estén haciendo daño, veo como mi hijo sigue gritando y yo me enervo en cantidades grandes, muy grandes - ¡SUÉLTALO! ¡AHORA MISMO SUÉLTALO BASTARDO! - la gente trata de pararme pero no lo consiguen, e incluso se que más de uno está tratando de agarrarme por los brazos para pararme y sacarme fuera del local - ¡SUELTEN A MI HIJO, NO TIENEN DERECHO NI A ROZARLO! ¡¡¿¿ACASO DISFRUTAN CON ESTO??!! - miro a todos los presentes con los ojos completamente rojos y un aroma a alcohol en mi boca que delata la cantidad ya ingerida minutos antes. Me suelto del agarre de los valientes que se han atrevido a rozarme y voy dando bandazos hasta la puerta, saliendo y encontrándome con la luz de la luna que brilla como si quisiera alegrarnos la noche a todos. Mi niño sufre, y no puedo hacer nada. La frustración me embarga y no puedo hacer más que dejarme caer apilado contra las cajas de botellas vacías del bar y enterrar la cara en mis manos, mientras se perfectamente que el frío no tardará en hacer efecto y que yo quedaré casi dormido en este sitio. Quizás no me acuerde de nada mañana, pero lo que pasas hoy no te lo quita nadie nunca.
Elioh M. Franco
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No es oro todo lo que reluce - Alexander Darksun IqWaPzg
Alexander Darksun
Hoy era el día de la coronación de lo tributos, algo que, por norma general, me aburría bastante y pasaba de verlo. Pero esta edición era especial, esta vez conocía a uno de los ganadores personalmente. Benedict no era mi amigo, no exactamente, era más bien un... colega, alguien con quien me llevaba bien, hablaba en algunos recreos en el colegio y con quien aliarse contra los abusones en el instituto. Aun así, era lo más parecido a un amigo que tenía. De pequeño alguno más había tenido, pero al final todos habían cedido a las presiones sociables y se habían ido con chicos que ni eran bichos raros, ni venían de una familia de magos (que se supiera) ni tenían un padre terrorista muerto. Que eso último era mentira, mi padre solo era un mago orgulloso de serlo que había hablado una vez o dos de mudarnos a Europa... pero eso era suficiente para considerarse traición si no te andabas con cuidado.

Hoy había discutido con mi madre, como tantas otras veces, así que no me apetecía ver la coronación desde el salón de mi casa. Sin pedir permiso, salí a la calle con la cartera en un bolsillo y las llaves en el otro, ya volvería cuando estuviera de mejor humor. Me pareció oír como un grito suyo se estrellaba contra la puerta cuando la cerré de golpe, pero no me preocupaba, sabía que no saldría tras mía. Ya se había acostumbrado hacía ya tiempo a ese tipo de arrebatos por mi parte. La verdad es que nos queríamos, pero tambien teníamos una relación distante, ella me había echado en cara más de una vez que mi padre estaba muerto por irme de la lengua, y a mi era algo que me dolía, aunque no lo hubiera querido demasiado. Porque claro, yo era un squib en una familia orgullosa de su magia, era la maldita oveja negra.

Recorrí las calles con las manos en los bolsillos de la chaqueta. Estaban prácticamente desiertas, casi todo el mundo estaba en sus casas o en establecimientos públicos para ver el esperado acontecimiento. Al fin y al cabo, hoy era un día de orgullo para el distrito cuatro, ¡teníamos otro ganador! Me parecía estupendo que Ben hubiese ganado, pero al mismo tiempo sentía un extraño retortijón, me estaba alegrando por algo ocurrido  a raíz de los juegos, ese evento que tanto odiaba y temía. Era todo muy confuso y no conseguía aclarar mis emociones, además, mi madre me había alterado con sus estupideces, lo cual no ayudaba a mejorar la situación.

Me paré frente a la entrada de un bar, tenían la televisión puesta y ya habían comenzado con la coronación, bueno, estaban con el baile y esas tonterías. Decidí que era un lugar tan bueno como cualquier otro, así que entré. Estaba todo lleno de hombres mayores, bueno, en lugares como este solo solía entrar gente a partir de cierta edad. "Un bar para viejos", como se le solía llamar, donde el alcohol era más habitual que los zumos o refrescos. Me abrí paso entre la multitud hasta llegar a la barra, donde me senté en una banqueta. Con un gesto llamé al camarero, el cual ennarcó las cejas, sorprendido por ver a alguien tan joven aquí, no obstante, no dijo nada al respecto, al fin y al cabo, mi dinero era tan bueno como el de cualquier otro. - Un zumo de naranja, por favor. - dije poniendo unas monedas sobre la mesa. El hombre asintió y me sirvió mientras yo clavaba mis ojos bicolores en la televisión. Parecía que ya iban a coronarlos de verdad. Me llevé el vaso a la boca y tragué el líquido anaranjado mientras los campeones se sentaban en sus lugares correspondientes, aunque casi me atragando cuando Ben empieza a gritar. ¿Que demonios le pasaba? Cuando el presidente de Panem lo hizo sacar del escenario lo comprendí, borracho, Ben estaba borracho. Me quedé totalmente perplejo, aunque volví al mundo real cuando un hombre, borracho de verdad, se abalanzó sobre el televisor berreando como un descosido. Cuando dijo "mi hijo" me llevé otra sorpresa, ¿ese era el padre de Ben? De repente no me sorpendió tanto que se hubiera emborrachado en la coronación. El padre de Ben medio se va medio lo echan del local. Me quedé quieto un instante, sintiendo el repentino impulso de salir tras él.

Nunca he sido bueno reprimiendo mis impulsos, así que me paré a dos metros escasos de donde el hombre se había derrumbado. Sentí una inmensa lástima por él, aunque Ben estaba vivo, no podían verse, y su otra hija, había muerto en la arena. Seguro que esos acontecimientos lo habían empujado al alcolismo. - Conocía a Ben. - dije con voz firme, cuando hacía algo siempre lo hacía con decisión, con valor y, muchas veces, sin reflexionar demasiado. - De la escuela. - añadí, preguntándome si no estaría haciendo algo tremendamente inapropiado y estúpido. Pero sentía que no podía dejar a aquel hombre tirado en un callejón sin más, era el padre de Ben, alguien que, si bien no había sido mi gran amigo, si había sido alguien de quien me había preocupado.
Alexander Darksun
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No es oro todo lo que reluce - Alexander Darksun IqWaPzg
Elioh M. Franco
El tiempo pasa tan lento cuando te sientes tan desdichado que ya no oigo ni el graznido de las gaviotas hambrientas por llevarse un bocado de pescado a la boca. El puerto no está lejos de donde me hallo y el olor a mar se hace notorio, tanto que impregna mis fosas nasales y hace que me maree. No soy consciente ni tan siquiera de si estoy o no llorando, pero a fin de cuentas eso ya no importa porque por muchas más lágrimas que suelte, nada va a cambiar. Todo seguirá tal y como está ahora y aunque me obligo a mi mismo a seguir adelante y a pensar en darle el futuro que se merece a mi hijo no me vienen las fuerzas. Es como las olas, con la única cosa de que yo nunca llego a romper a la orilla, sino que me quedo a mitad de recorrido y cuando por fin pienso que voy a hacer algo, me retengo. Y así una y otra vez. Los pensamientos no paran de ir y venir entre Melanie, Shamel y Mila. Pero también he de pensar en Ben. Es el único que sigue con vida, además de él no me queda nada.

Unos pasos me despiertan de mis pensamientos, pero no levanto la mirada. Si ha venido a compadecerse sin duda está perdiendo el tiempo, estoy cansado de que la gente se piense que soy el nuevo mártir de la ciudad. Quizás con mi actitud todo el mundo se lo crea, pero yo no me siento más que desdichado por lo que he perdido, no por lo que me queda aún por llegar - Si has venido a compadecerte puedes hacerlo con los que no tienen nada - suelto medio borracho medio cuerdo tratando de esforzar mi voz y de elevarla más de lo que querría para ver si con eso consigo espantarlo. Pero no es la voz de alguien mayor la que me recibe, más bien todo lo contrario. Levanto la mirada para encontrarme con alguien a quién no esperaba, con un chaval de apenas catorce o quince años, a lo sumo, que parece más preocupado incluso que todas aquellas personas que pasan por mi lado dándome unos golpes en la espalda de ánimos. Me lo quedo observando con los ojos rojos, siendo consciente de que trata de hacerme sentir mejor, pero no se qué quiere conseguir con todo eso.

Suspiro cansado, con una mirada seria y llevándome la mano a la cara para apartar de la misma el resto de lágrimas que pueda haber quedado y que yo ya no siento ni gotear - ¿Fue a despedirse de ti en la cosecha? - lo miro con seriedad, sin apenas dejar pie a que ni me conteste, porque nada más termino de decir una cosa, lo demás sale solo - Si no fue a despedirse de ti entonces no lo conocías - el alcohol hace mella y quizás son cosas que dañarían a cualquiera, mucho más a un crío. Pero a veces no te limita lo que quieres o no decir, lo dices tal cual y sin importarte las consecuencias que eso pueda traer.

Trato de incorporarme pero trastabillo un poco y casi estoy a punto de darme un golpe con una de las cajas de las botellas, las cuales tintinean un poco hasta que terminan cayendo una a una de su contenedor y se rompe en el suelo. Farfullo cosas sin sentido, mientras que gruño palabrotas y me corto con uno de los trozos al tratar de incorporarme del todo, pero no le presto atención a la fina raja que se ha abierto en la palma de mi mano - Mira lo que has conseguido, molestaste a las botellas y se cayeron todas - hago aspavientos moviendo las manos como para echarlo y me aparto varios metros de donde está el chico del pelo naranja, prestando entonces atención a la mano y sin darme cuenta de que acabo de decir la gilipollez más grande del universo. ¿Molestar a las botellas?
Elioh M. Franco
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No es oro todo lo que reluce - Alexander Darksun IqWaPzg
Alexander Darksun
Ennarqué las cejas, ¿había venido a compadecerme? Hombre, pues en parte si, o sea, ver a alguien tirado entre un montón de botellas despues de ver como se llevaban a su hijo los agentes de la paz por televisión era motivo de compasión. Pero no era eso lo que me había empujado a venir, si no más bien... ¿más bien que? No lo sabía, tenía la mente un poco hecha un lío. No sabía como consolar a un hombre al que le habían arrebatado a toda su familia, ya que tenía entendido que la madre de Ben había muerto, pero no estaba del todo seguro. Obviamente no iba a preguntarle al respecto a este hombre ahora.

Me cruce de brazos ante su pregunta y fruncí el ceño, la pregunta era un tanto absurda, Ben se había presentado voluntario para proteger a su hermana, obviamente había tenido cosas más importantes en la que pensar que en despedirse de un colega de la escuela. Aun así no me tomé demasiado mal su comentario, aunque podría haber sido hiriente, ese hombre estaba borracho y dolido, y yo había aguantado toda una vida de desprecios mucho más fuertes. Que si era un sucio mago, que si mi padre era un terrorista... todo mentira, probablemente eso era lo peor, o lo mejor, segun el punto de vista y del humor en el que estuviera en ese momento. - Hasta donde yo sé, no se despidió de nadie del instituto. - al igual que yo era un chico con más bien pocos amigos, bueno, realmente yo no tenía ninguno, él no sé, tampoco lo conocía tan bien y yo no era nada cotilla, la vida de los demás era la vida de los demás.

Cuanto falló al intentar levantarse dí un paso adelante con las manos levemente adelantadas, en acto reflejo por si caía hacia delante, pero no,  hace temblar el contenedor de botellas y estas caen al suelo, rompiendose una tras otra. Abrí los ojos al ver la fina línea de sangre que corría por una de sus manos. - ¿No deberías atender eso...? - pero me cayé cuando dijo que había molestado a las botellas. Me llevo una mano a la cara para taparme la boca y contener la risa, no estaba bien reírse de lo que había dicho aquel hombre en aquel momento ya que no lo había dicho queriendo.

Lo seguí con la mirada mientras veía como se alejaba unos pocos metros despues de hacerme aspavientos con las manos, como si fuera un mosquito zumbando alrededor de su oreja. Me balanceé adelante y atrás sobre mis pies, dudando. Finalmente me encogí de hombros, probablemente lo mejor sería que me marchase a casa. Ya había visto lo que quería ver de la coronación y no creía poder hacer nada por aquel hombre. Suspiré y me metí las manos en los bolsillos de la chaqueta, algo cabizbajo, puse rumbo a casa, pasando al lado del padre de Ben al hacerlo. - Buenas noches. - le murmuré.

No me había alejado ni tres metros cuando una voz que conocía bastante bien me hizo parar en seco. - ¡Eh, zanahorio! - con una mueca de molestia, me giré en dirección al chico que se acercaba por un callejón, seguido por dos amigos suyos. Esos tres estaban en un curso superior y eran los bravucones con los que había tenido más encontronazos. En alguna ocasión, por defender al propio Ben, de hecho. - Hemos visto a tu amiguito por la tele, menuda llevaba encima ¿ee? - rieron estúpidamente a coro. - Si, seguro que los agentes de la paz ya se lo han cargado, presentarse voluntario para salvar a su hermana y acabar así... - añadió otro.

Fruncí los labios, no me gustaba nada como pintaba esto, de hecho, ellos mismos parecían ir un poco achispados, lo cual no me gustaba nada. En el instiuto ya eran bastante brutos a pesar de la vigilancia de los profesores, esto era la calle y el alcohol podía darles aun más valor. Miré de reojo al padre de Ben, seguramente ellos ni le habían prestado atención, tomándolo por un borracho cualquiera, no debían ni saber quien era...
Alexander Darksun
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No es oro todo lo que reluce - Alexander Darksun IqWaPzg
Elioh M. Franco
Voy dando tambaleos hasta que soy consciente de que él ha seguido hablando pero ni atención le he prestado, aunque si me quedo con la primera de todas sus frases, que hasta donde él sabe no se despidió de nadie del instituto y yo trato de recordar siquiera si pude despedirme de ellos. No lo recuerdo, de hecho incluso juraría que ni yo mismo quise verlos antes de partir al destino que les esperaba y del cual ya han salido, de una forma u otra. Me estrujo la cabeza con ambas manos notando como la sangre de la palma se mezcla con el sudor que corre por mi sien y me doy media vuelta cuando escucho el jaleo que se ha formado de un momento a otro. En otra ocasión hubiera pasado de todo y hubiera seguido hacia delante pero quién en su sano juicio dejaría que abusaran de un chaval de aquella forma y mucho menos cuando la persona de la que hablaban me concernía tanto.

Doy varios pasos hacia adelante, con las manos en mis bolsillos como quien no quiere la cosa y pasea tan tranquilo y borracho por los límites del puerto, paseando y admirando las vistas. Pero los escucho hablar y no puedo evitar saltar y alterarme, fruto del alcohol e incluso podría decir que los he espantado tan rápido que no harán falta ni las palabras, aunque no obstante preciso de ellas - O sea que ustedes durarían lo mismo que ha durado él en ese sitio, ¿verdad? Tan rudos y duros que se hacen pasar... ¡corran a sus casas! ¡No es de buena educación decir eso! - les grito casi sintiendo a la gente mirar por las ventanas para ver que es lo que está pasando, pero muchos se vuelven a sus asuntos porque tan sólo ven al borracho del pueblo debatiéndose con dos críos, cosa muy madura y apropiada por mi parte, por supuesto. Nótese el sarcasmo - Así que ya están corriendo no vaya a ser que mi hijo reviva de entre los muertos para patearles por las cosas tan bonitas que dicen sobre él - siento palpitar mi cara fruto de la tensión y del alcohol que aún no se ha ido, hasta que los veo alejarse sin apenas mediar palabra - Estos críos de hoy en día, ni modales ni nada - hablo para mi mismo sin reparar en que el chico del pelo naranja sigue a mi lado y no se ha movido desde que yo he aparecido. ¿Tengo monos en la cara o que? - Paso que ellos se asusten, pero tan sólo vine a ayudarte, me vale mierda lo que puedan decir de mi hijo, son críos - y por eso has actuado de esta manera, ¿verdad Elioh? Me hago esa pregunta a mi mismo y caigo en que he sido tan infantil seguramente como ellos, pero no me importa.

Paso otra vez mi mano y huelo el olor a sangre en mi propia cara, lo que me hace percatarme entonces de que estoy sangrando en la mano justo donde seguramente me he cortado antes y ni cuenta me he dado - O sea que por esto se asustan, si tan solo es un poco de sangre - mis manos valen oro y no porque yo me lo crea, sino porque son la forma con la que trabajo en el taller y sin ellas no podría hacer nada más, por lo que me acerco a una de las fuentes que hay cerca y siendo todo lo bruto de lo que soy capaz cuando el alcohol me invade, meto la mano en ella y la limpio ignorando todo lo demás, incluso el como el agua se tiñe un poco de rojo. Suelto un suspiro cansado, sentándome en el borde de la fuente y miro en dirección al chico del pelo naranja, del cuál no se ni tan siquiera su nombre y si me lo ha dicho no me queda claro - ¿Cuál es tu nombre, maltratador de botellas? - ya más que nada bromeo, porque si antes cometí la estupidez de decirlo quizás eso le saque una sonrisa y se anime a sentarse conmigo, a fin de cuentas no todos los días encuentras gente que conociera a tu hijo tan de cerca, por mucho que no hubieran hablado - Estuviste en la escuela con Ben, ¿conociste a Mel también? - aprieto la mandíbula sintiendo como mi cuerpo reacciona a los recuerdos y cierro los ojos, dando fe a que piense que es del alcohol y nada más.
Elioh M. Franco
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Alexander Darksun
Por el rabillo del ojo, vi como el padre de Ben empezaba a caminar hacia ellos. Giré la cabeza completamente hacia él y pude ver las miradas interrogantes de los dos abusones clavarse en el borracho que se les acercaba, por lo visto, eso no lo vieron venir. Y, siendo sinceros, yo tampoco me lo esperaba. A pesar de ir ciego perdido, aun se mueve con bastanta celeridad.

La verdad, cuando empezó a hablar hasta yo me asusté un poco a pesar de que la bronca no iba dirigida hacia mi. No puedo evitar pensar que tiene toda la razón del mundo, la arena tuvo todo el aspecto de ser un lugar inhóspito y peligroso. No obstante estábamos en el distrito cuatro, donde se entrenaban profesionales, sabía bien que esos bravucones podían serlo, tenían la edad suficiente. No entendía a esa gente que iba por diversión o ganas de gloria a la arena, ¿no se dan cuenta de que lo más probable es que mueran? En fin, dicen que cuando eres joven no ves la muerte del mismo modo que cuando eres adulto, quizás sea verdad, pero yo la veía como algo muy crudo. Pocas ganas tenía de arriesgar la vida tontamente, pero quizás fuese una de mis rarezas.

Miré a mi alrededor al ve rque algunas sombras se dibujaban en las ventanas, gene que quería saber a que venía tanto escándalo, no obstante, en seguida volvían a meterse en el interior, cuando veían que no era nada serio. Durante un segundo eterno, el primero que habló parecía dispuesto a responder, quizás incluso a agredirle, pero finalemente dieron media vuelta y se marcharon, no sin antes lanzarme una mirada asesina que sabía muy bien lo que significaba, "esto no se ha terminado". Sabía que el lunes iba a tener problemas, pero no me importaba, estaba más que acostumbrado a lidiar con los matones.

- Estoy acostumbrado a tratar con ellos, no necesitaba ayuda. - dije con algo de orgullo, levemente ofendido porque pensara que necesitaba ayuda con un par de matones. Aunque era cierto que de noche, en la calle y achispados eran más peligrosos que en el instituto. Redirigí la mirada hacia su mano sangrante, si, puede que fuera por eso por lo que se asustaran, aun así no apostaría demasiado por eso. Pero no se lo discutí, tampoco era algo importante. Con algo de preocupación, vi como se dirigía hacia una fuente cercana para limpiarse la mano de sangre. Bueno, debería ir pensando en irme, pero entonces me habló.

- Alexander, pero puedes llamarme Alex. ¿El tuyo? - dije mientras me acercaba unos pasos. Vacilé un segundo, parecía que quería que me sentara a su lado, pero a lo mejor lo estaba malinterpretando. Luego recordé que en la vida se avanzaba echando pa'alante y me senté a su lado. - ¿A Melanie? Si, claro, todo el mundo la conocía. - Mel era una... explosión de energía. Había hablado con ella en un par de ocasiones, principalmente despues de que Ben y yo tuvieramos problemas con los matones. - Esos tipos se metían con Ben en la escuela. - dije señalando el lugar por el que se habían ido. - Él y yo nos conocimos porque a uno le rompí la nariz por hacerlo. - le aclaré. Nunca había tolerado a los matones, muchas veces había sido blanco de sus bromas, y defender a los demás solo había empeorado mi situación, pero aun así nunca me había hechado atrás.
Alexander Darksun
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Elioh M. Franco
Dejo escapar una leve carcajada cuando se las de de altanero y orgulloso. No necesitaba mi ayuda, apostaría todas mis bebidas a que no hubiera durado mucho en una pelea tan desleal enfrentándose a dos personas. Y no porque lo infravalore, sino porque a veces si estás avispado a causa del alcohol sacas más fuerza incluso, por muy borracho que te encuentres. Además que la picardía está presente en la vida de todos estos niños, pues muchos se preparan diariamente para acudir a los juegos y hacer sentir orgullosos a sus distritos, mientras que otros simplemente se dedican a tratar de pasar desapercibido a todo el mundo para ver si así en la cosecha sucede lo mismo y no salen sus nombres elegidos, y por la consistencia del pelirrojo, el cual se presenta como "Alexander, pero me puedes llamar Alex", no creo que lleve mucho tiempo preparándose, ni tan siquiera que quiera intentar acudir a ese sitio.

No lo conozco, diría seguramente que es la primera vez en mi vida que lo veo pero mentiría porque muchas veces he ido a recoger a mis hijos al colegio, antes de olvidarme de que existían más que para comer, dormir e ir a aquel lugar, y seguramente habré visto esa cabellera naranja si no con ellos, muy cerca. No todos los días alguien tiene colegas con los que jugar a las peleas en el patio de recreo, todos fuimos críos alguna vez y recordamos habernos ensuciado los pantalones y las camisetas por las revueltas que nosotros mismos montábamos y que nos hacía parecer haber estado en un completo campo de batalla. Shame lo hacía, Benedict también, y Melanie simplemente los aturdía continuamente con sus palabras. Porque si en el mundo había alguien que hablara tanto, esa era Melanie. Ese recuerdo me hace esbozar una sonrisa que no viene al cuento con lo que el chico me está diciendo, pero que aún así queda bien - Elioh, yo soy Elioh, y como podrás comprobar no hace falta ser un genio para saber realmente quién soy y quiénes so... eran mis hijos - ni tan siquiera soy consciente de que Ben, aunque esté vivo, sigue siendo mi hijo. A veces me lo pregunta si el de verdad me sigue considerando su padre, cosa que espero pues de una forma u otra, aún nos queremos. A nuestra manera, pero lo hacemos.

- ¿Pasabas mucho tiempo con ella? ¿Con él? - me interesa, quizás por el hecho de mantenerme despistado y no pensar en que, a muchos kilómetros de aquí, hay un Ben que lo está pasando realmente mal a causa del alcohol y a que no se siente partidario de celebrar lo que todo el mundo celebra con tanto entusiasmo - O sea que tu manía por molestar no es sólo con las botellas, ¿eh? - ruedo los ojos echando un vistazo a las botellas que están todas rotas en el otro lado de la calle, en ese callejón y donde se han acercado diversos gatos curiosos atraídos por un olor tan fuerte que mataría hasta las moscas - Siento mi comportamiento, pero no todos los días ves lo que le hacen a tu hijo en un televisor - y aunque yo he tenido la oportunidad de estar en esa ceremonia, me negué. Cosa de la que me arrepiento, o quizás me alegro, porque de haber visto la reacción de Ben en carne y hueso, no se lo que hubiera podido pasar. O quizás las cosas hubieran sido de otro modo y él, al verse con la figura de su padre tan cerca, ni tan siquiera se hubiera acercado y atrevido a beber de lo que fuera que haya bebido.

Echo la cabeza hacia atrás observando el cielo, que al ser casi Primavera se muestra de un azul oscuro fruto de la noche. Veo a lo lejos la luna reflejarse en el mar, que tampoco queda tan lejos pues el puerto está a unos pocos minutos de donde estamos, y me levanto - ¿Quieres dar un paseo? Así le cuentas a este viejo tus aventuras con mis hijos, me vendrá bien - o quizás me torture más de la cuenta, o me sienta todavía mucho peor. Pero al menos se ha levantado un poco de aire, lo cuál me permitirá despejarme lo suficiente como para terminar sobrio y poder llegar a mi casa para acabar ebrio a las tantas de la noche otra vez.
Elioh M. Franco
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No es oro todo lo que reluce - Alexander Darksun IqWaPzg
Alexander Darksun
No le dí mucha importancia a su carcajada, el alcohol te volvía de risa fácil, así que no tenía que significar que se estuviera riendo de mi ni nada parecido. Y bueno, si, podía entender perfectamente su suspicacia, esos tipos me sacaban diez centímetros cada uno, y cada uno de sus brazos era casi tan grueso como los dos míos juntos. Pero bueno, yo tenía otro estilo, confiaba más en la velocidad y en la destreza que en la capacidad para aporrear cosas cual gorila.

Elioh, un nombre curioso, nunca antes lo había oido. Y si, ya me había dado cuenta de quienes eran sus hijos. - Tuve un leve presentimiento cuando te abalanzaste sobre la televisión, si. - dije con una leve sonrisa. En fin, si él me llamaba molestador de botellas imaginaba que no le importaría que yo tambien bromease un poco. Aunque me llamó bastante la atención que dijera "eran mis hijos", quien "es mi hijo" habría tenido mucho más sentido. Ben vivía en el distrito de vencedores, lo sabía, ¿el Capitolio los consideraba legalmente diferentes familias o algo así? Ay, me estaba haciendo un lío yo solo, pero algo me decía que era mejor no preguntarle al respecto, parecía haberse tranquilizado bastante y mejor íbamos a intentar que el mar continuase en calma.

- Más con Ben que con Mel. Aun así, no demasiado, ninguno de los dos es demasiado sociable. - él tenía pinta de ser alguien a quien le gustaba estar solo, mientras que yo me había acostumbrado a estar solo. Desde siempre me habían rechazado bastante. En el colegio siempre hay alguna excusa para discriminar, pero yo era pelirrojo, con ojos de diferente color  y con un padre ejecutado por mago rebelde. Vamos, era casi como tener un enorme letrero luminoso reclamando que me hicieran bulling. - ¡Yo no molesto! - protesté. Hasta donde yo sabía, a ninguno de los dos les había molestado nunca que les hablara. Es más, Mel era la que siempre empezaba hablandome a mi, nunca al revés. Fruncí el ceño, creía entender como se sentía, bueno, más o menos. - Mi padre fue ejecutado públicamente, tuve que verlo. - ¿Sería una sensación siquiera parecida? Bueno, tampoco sería demasiado distinto, aunque a Ben no lo habían ejecutado ni mucho menos. Habían pasado ya cuatro años desde aquello, y para mi padre era una decepción, aun así, lo quería, y quería creer que él tambien.

Asentí y comencé a caminar a su lado mientras pensaba por donde empezar. Finalmente, decidí comenzar por el principio. - Bueno, estoy un curso por encima del que estaba ellos, así que no los conocía de clase. El primer día que conocí a Ben... - a partir de ahí comencé a narrar como había visto a los abusones meterse con él, cosa que odiaba, como le había roto la nariz a uno de un puñetazo y la pelea que se había desatado tras eso. A partir de ahí le conté peripecias similares, casi siempre había algun abusón metiendose con él o conmigo y el otro intervenía, defendiendonos mutuamente... aunque casi siempre acababamos mal. Al poco tiempo empezamos a hablar de vez en cuando en los pasillos o en el recreo, aunque nunca pasamos de ahí. Mel de vez en cuando se nos unía, y era una auténtica metralleta con patas, nunca había visto a nadie soltar palabras a esa velocidad y en esa cantidad.
Alexander Darksun
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Elioh M. Franco
Lo miro por un momento porque no se de qué me está hablando hasta que nombra la televisión. O sea que no lo he soñado y hasta hace un rato estaba dentro de ese bar de mala muerte borracho completamente y desesperado porque a mi hijo lo dejaran en paz. En otra ocasión quizás ni tan siquiera me hubiera molestado en levantarme de aquel lugar, pero el alcohol hace tal efecto a veces que cuando menos te lo esperas no tienes más que saltar - Quién te iba a decir a ti que el espectáculo lo ibas a tener fuera de casa hoy, ¿eh? - le digo con una sonrisa torcida mientras me paso la mano por la frente, apartando el flequillo y sintiendo como la brisa que se ha levantado me despeja hasta límites insospechados, tanto que hasta me siento mejor y el alcohol parece estar desapareciendo poco a poco. No obstante aún siento el aroma amargo en mi cuerpo y como mi boca segrega más saliva de la debida dada a la falta de alcohol que llevarme a la boca, cosa que no es de extrañar pues estoy acostumbrado a beber continuamente, cuando ahora llevo varias horas sin hacerlo.

Que me diga que mis hijos no son demasiado sociables me da que pensar, porque quizás todos los problemas que tenían en casa al ver a su padre arrastrarse en aquellas cuatro paredes les había pasado más factura de las necesitadas y la infancia que les he dado a mitad de sus vidas no ha sido la apropiada, pero no puedo seguir martirizándome con eso, aunque lo hago - ¿Melanie no es sociable? - me niego a aceptar que mi hija está muerta, la pequeña alegría de la casa que hablaba y hablaba sin descontrol y que esperaba ansiosa a que su padre fuera a recogerla para contarle qué había hecho en el colegio ese día. No puedo ni imaginar la cara de decepción que pondría cada que no pasaba a recogerlos porque estaba ocupado en otras cosas que requerían más mi atención. En qué cabeza cabe que el alcohol fuera más importante - Pensé que su don de la palabra le abría muchas puertas a la hora de ser sociable, ¿te cansabas y la ignorabas o es que simplemente no le hablabas? - frunzo el ceño. No es molestia, es más bien curiosidad - No molestas, no molestas, las molestas se cayeron solas - le guiño un ojo cómplice y me llevo un dedo a los labios para indicarle que me guarde el secreto de que he sido yo el que las ha tirado.

Todos tenemos problemas pero me choca que niños de más o menos la misma edad que mis hijos pasen por cosas tan atroces. No obstante no digo nada, me quedo callado. Si yo no busco compasión creo que tampoco he de tenerla con los demás, por muy cruel que suene. Me paro en seco escuchando sus historias - ¿Nunca os daba por decírselo a los profesores? No recuerdo a Ben contándome eso... - quizás lo hacía pero yo no le escuchaba porque estaba en otro sitio, y no con ellos, por mucho que mi cuerpo estuviera presente. Quizás simplemente se negaba a contarme todas aquellas cosas por miedo a que yo mismo pudiera regañarlo y reprocharle el hecho de no saber defenderse. Quizás el orgullo le podía y quería demostrarme que no me necesitaban más que para darles una casa donde vivir y alimentos que comer. O quizás simplemente no me soportaba y ya no me veía como un padre. O ya no me ve - Deberías controlar tus impulsos, por mucho que se metan contigo lo mejor que puedes hacer es ignorarlos, terminarán por cansarse - asiento reiteradamente, pues eso pasa con todo en esta vida. Si no le das la atención ni la importancia necesaria, la gente termina por cansarse de hacer eso una y otra vez. Lo único malo que pueda ocurrir es que se ensañen con otro, pero a la larga terminan por dejarlo.

En esto veo que varias personas se acercan por el lado contrario con pinta de no estar para nada muy contentos. Se me quedan mirando con los ojos entrecerrados, como evaluándome, y yo les sostengo la mirada con el ceño fruncido mientras una parte de mi aparta a Alex a un lado y lo coloca detrás de mi, porque no me gusta para nada esto - ¿Tú eres quien le dijo a nuestros hijos que no tenían modales? - me dice uno de ellos, bajito y regordete y al que le saco una cabeza de altura. No digo nada, simplemente me mantengo callado. Eso no parece gustarle a ninguno de los dos, que se acercan cerciorándose de que nadie los mira y tratan de intimidarme con sus gestos y su mirada. Yo sigo quedándome quieto sin decir palabra, dándome la vuelta e instando a Alex a que haga lo mismo - Vamos, parece que alguien no se levantó con el buen pie hoy - me encojo de hombros hasta que siento como alguien tira de mi camisa y me hace dar la vuelta para mirarme de frente. Siento una sensación de calor recorrer toda mi mejilla derecha cuando siento el puñetazo que me acaban de dar, pero yo sigo manteniéndome quieto - ¿No tienes cojones para devolverla? ¿Te vas a quedar ahí pasmado? ¡Aprende a ser un hombre primero y luego da lecciones a mis hijos, capullo! - es lo último que escucho antes de recibir otro golpe y ver como ambos se van, creyendo que ya he aprendido la lección.

Me llevo la mano a la mejilla y siento instantáneamente el acto de reflejo de mi mano separarse de la misma al sentir la punzada de dolor - ¿Lo ves? Terminan por cansarse - le digo a un Alex que no se si es que está asustado o simplemente me mira porque no sabe que hacer. Igualmente pongo rumbo contrario al que se han ido los dos padres o lo que fuera que sean, y trato de quitarle importancia a mi mejilla - No sabía que eras un año más mayor - trato de desviar el tema a otro lado, ya anochece y va siendo hora de volver a casa. Y no creo que a la madre de este niño le guste que ronde tan tarde por las calles cuando seguramente sepa que es muy dado a meterse en problemas continuamente.
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Me encogí de hombros. - En casa tambien iba a tener "espectáculo". - mi madre estaba cabreada, y yo no quería aguantarla, por eso me había ido para ver la coronación en otro lugar. A esta alturas probablemente gran parte del cabreo ya se le habría pasado, aun así no sabía si quería volver tan pronto. Bueno, que esperase, ya no era un niño pequeño, podía cuidar de mi mismo y no tenía porque escucharla todo el rato. Es más, tenía un hermano pequeño, ¡que soportase él sus gritos! Yo lo había hecho durante tres años más.

Negué con la cabeza y me apresuré a aclarar en cuanto mencionó a Melanie. - ¡No! Me refería a mí y a Ben, ella si que era sociable. - y tan sociable, era como cruzar una metralleta con el scrabble. Era curioso como una chica tan pequeña podía tener unos pulmones tan grandes, si yo intentara hablar la mitad que ella de una forma tan seguida, me ahogaría. No se me escapó el hecho de que hubiese nombrado a Melanie en presente, no obstante, no lo corregí, bastante había pasado ya este hombre como para andar metiendo el dedo en la yaga. - Bueno... yo intentaba seguirle el ritmo, de verdad. - pero hablaba tanto y se iba tanto por las ramas que llegaba un momento en que la conversación se volvía confusa, tan confusa que no sabía ni de que estábamos hablando. El único que parecía capaz de comprenderla siempre era Ben, en fin, supongo que por algo eran hermanos.

Me encogí de hombros. - Los profesores no podían solucionar el problema de forma permanente, y los chivatos no están bien vistos. - por nadie. A nadie le gustaban los acusicas y los lloricas que acudían a los adultos por cualquier cosa, uno tenía que saber defenderse y valerse por si mismo, dependiendo de los demás lo mínimo posible. Frunzo el ceño cuando dice lo de ignorarlosy niego con energía, meneando mi cabello naranja de un lado a otro. - Eso es de cobardes, y los matones tienen que recibir su merecido, no puedo dejar que vayan por ahí haciendo lo que quieran. - Alguien tiene que poner orden, alguien tiene que ser la voz de los débiles, alguien tiene que hacer justicia.

Entonces aparecen varios hombres y Elioh me coloca detrás de él, los observo con desconfianza, no parecen traer muy buenas intenciones, eso se puede apreciar. Abro la boca en una pequeña "o" cuando declaran ser los padres de los matones de antes. ¿Como habían llegado aqui tan rápido? Seguramente estaban tambien por la calle, es posible que hubiesen salido todos juntos, como una especie de manada de lobos salvajes. Malditos fueran mil veces. Apreté los dientes mientras los fulminaba con la mirada, así que se habían chivado a sus papis...

Ahogué un grito cuando lanzaron el primer puñetazo a Elioh, y retrocedí un paso cuando fue alcanzado por segunda vez. Tragué saliba, con adultos de ese tamaño yo no me atrevía, es decir, era valiente, no estúpido. Uno de ellos me lanzó una mirada maligna y me dedicó una semisonrisa, casi pude leerle el pensamiento, "mi hijo se ocupará de ti", pues bien, lo esperaría. Finalmente, se dieron la vuelta y se fueron, soltando bravuconadas. Me acerqué a Elioh, pero con este nivel de luz no podía apreciar su le habían hecho daño de verdad con los golpes. Troté tras él mientras lo miraba con preocupación. - Ahora no te duele por lo que has bebido, pero deberías ponerte hielo en la mejilla... - el frio ayudaba a bajar la inflamación, o a prevenirla. - Bueno, soy bajito, pero no tanto... - auqnue era cierto que algunos alumnos de la clase de Ben eran tan altos o más que yo, pero bueno, esos eran los que habían tenido una pubertad precoz.
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Elioh M. Franco
Le resto importancia a mi mejilla con un gesto de la mano, mientras que con la otra trato de cerrarme la cremallera de la chaqueta pues ya empieza a refrescar. ¿Qué hora será? No tengo ni idea, pero seguramente más de la que un niño de su edad podría soñar de estar en la calle. Supongo que si su madre simplemente le echa en cara muchas cosas y no le trata de la mejor manera que quizás se merezca. Arqueo una sonrisa, por qué me da que tampoco se diferencia tanto de mi - No es nada, puede presumir de fuerza pero les falta ingenio - me encojo de hombros aunque tiene razón, pues poco a poco siento como la inflamación se hace presente y la zona donde me han golpeado se vuelve un poco morada, además de que cada vez que abro la boca se resiente y hace que me duela bastante dado a los dos golpes.

Aún así vuelvo al tema que nos tenía entretenidos antes de nuestra interrupción. Melanie es sociable, por supuesto que es sociable. Pocos seguramente soportarán sus charlas diarias una detrás de otra, lo que hace que sonría y a la vez me queje del moratón - Digamos que ella es especial, se siente unida a cualquiera que pase más de dos segundos prestándole atención cuando habla - suelto una carcajada recordando cada momento que ella me ha hecho pasar, cada quebradero de cabeza que me ocasionaba al tratar de comprender por donde iba y hacia donde quería llegar a parar con sus cambios de temas tan seguidos. Y luego como me daba un beso todas las noches cuando se iba a dormir, y como yo me quedaba quieto en el sillón del sofá sin tan siquiera devolverle el favor. Ni a ella ni a Ben. Lo hacía porque ella sentía que era algo que los hijos debían de hacer, y no recibir el amor de su padre seguramente le dolería más a ella que a mi. O que a Ben. Porque ella quería hablar, y sentirse querida, y hacerme quitarme de todo lo que me estaba pasando con ayuda de Ben, pero no lo conseguía.

No recuerdo ni tan siquiera esas entrevistas que les hicieron, pues trato de olvidarlo todo. Pero si recuerdo a Ben en la coronación otra vez, sintiéndose desdichado y completamente fuera de lugar cuando le pusieron esa corona. Y como había bebido.

Como si fuera un reloj, mi cuerpo va pidiendo hora de irse a beber, de poder llevarme algo de líquido nuevamente a la garganta, por lo que me voy apartando cada vez más del chico - Es hora de irse, a estas horas Ben y Mel ya dormían... - como si fuera una buena excusa, me voy apartando más y más hasta que nos separan varios metros, pues yo voy a tomar una dirección muy contraria a la que él tomará para volver a su casa, cosa que no se dónde está - Gracias por el paseo, ya vendrás a casa cuando Ben venga a visitaros... - realmente dudo que mi hijo quiera pasarse por casa a verme a mi, precisamente prefiere mil veces antes saludar a todos sus amigos y conocidos que a su padre, aquel que no le dio bola cuando más lo necesitaban más que para lo primordial. Le hago un gesto con mi mano a Alex antes de perderme entre los callejones, buscando alguna tienda abierta a última hora donde poder gastarme el poco dinero que llevo encima en bebida barata pero lo suficientemente fuerte como para hacerme dormir durante días... meses si hace falta.
Elioh M. Franco
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