The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.

Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.

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Jolene W. Yorkey
Mentor
Hace pocos días que he optado distraerme con la navidad de todas las cosas que están sucediendo, puesto que cada vez que prendo el televisor las noticias sobre lo ocurrido en la fiesta caen como bombas. Me he aburrido de escucharlas, de darle vueltas, de ver como repiten una y otra vez algo que ya todo el país sabe hasta el punto de que todo el mundo parece tener miedo de que algo así vuelva a pasar. Miedo, la clave del éxito de nuestro gobierno. El único miedo que tengo, la verdad, es que el señor vicepresidente crea, una vez más, que yo estoy detrás de cosas de las que no tengo idea. Tuve mucha suerte en otras ocasiones como para pensar que volverá a pasar.

Me tomé la molestia de comprar regalos, algunos para enviarlos al distrito ocho y otros para colocarlos debajo del árbol y entregarlos a aquellas pocas personas que comparten tiempo conmigo; me pareció tan pobre comprar solamente regalos a Andy y a Dale, que también gasté mi tiempo en encontrar algunos para el personal médico que se la pasa entrando y saliendo de la casa, algún que otro mentor que me agrade e incluso a Warren, quien al parecer ha salido ileso de la fiesta a pesar de que lo perdí de vista. La verdad es que pensaba dejarlos escondidos (estoy segura de que Andy revolverá la casa entera hasta encontrarlos antes de tiempo), pero cuando volvía de la tienda el otro día pasé por la casa vecina que comparten los Mills - Jhonson, descubriendo que la estaban decorando. Y si ellos, que son dos desagradecidos, pueden tener una navidad a lo grande, nosotros también.

Lo primero que hice fue comprar una buena cantidad de adornos y luces que me tomé la molestia de colocar en toda la casa, tanto dentro como fuera, con mucho cuidado de que ninguno de los gatos mordiese un cable y termine chamuscado; si vamos al caso, Waffle casi acaba ahorcado cuando se metió en una pila de luces y no encontraba el modo de salir de allí. Como tomé casi sin querer el rol de "ama de casa", el día anterior a Noche Buena lo desperdicio limpiando, chequeando las recetas de cocina y comprobando que el decorado esté en su sitio. A media tarde obligo a Andy a abrigarse como si él tuviese cinco y yo treinta, e incluso le echo en cara que no se me antoja preparar medicamentos contra la gripe.

- Hoy compraremos un árbol. Un árbol enorme, el más enorme y verde de todo el distrito - repito por centésima vez, mientras le anudo la bufanda. Extrañamente, el tono de mi voz no es gris como de costumbre, sino mucho más entusiasta - y tendremos una cena de navidad de verdad, como las familias de verdad - le coloco un sombrero de lana que le cubre hasta las orejas, bajándoselo sin cuidado, para después ocuparme de mi propio abrigo. En cuanto estoy lista, lo arrastro fuera de la casa calle abajo. Ahora no nieva, pero durante la noche sí y podemos caminar sobre la nieve fresca que hunde nuestros pies. La verdad es que me entretengo dejando huellas, e incluso lo dejo ir delante para pisar justo allí donde sus pies, más grandes que los míos, han dejado marca. Tal como cuando era invierno en el ocho y nuestras huellas eran mucho más pequeñas.

Finalmente llegamos al inmeso parque, repleto de pinos talados esperando a ser comprados. Al ser uno de los distritos más ricos, casi todos son excelentes y de un color verde que sobresale demasiado en contraste con el ambiente blanco. No me resisto y me adentro con la misma emoción que un niño en una juguetería.
Jolene W. Yorkey
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Invitado
Invitado
No voy a decir que odio la navidad por que simplemente odio todo en esta época de mi vida y papá Noel no tiene la culpa.

Sin embargo, he trabajado muy duro poniendo las luces de colores en el techo, intentando no caerme y escuchando a Katie decir que si intento lanzarme me va a interceptar y caeré sobre su hijo no nacido. No puedo evitar reírme. Lo intenta demasiado, tanto que a veces me duele verla intentarlo.

Es difícil estar de acuerdo con Katie cuando lo único que me pide es que no esté de acuerdo. Creo que se trata de alguna de las paradojas del embarazo. Tiene metida en la cabeza la teoría de que no tengo ni la más mínima pizca de criterio propio, que estoy de acuerdo con toda decisión que cruce su cabeza por que realmente no me importa lo que quiera hacerle a la casa (Fue así como terminamos poniendo el inflable del muñeco de nieve en el frente de la casa después de todo.) y ahora nuestro pequeño hueco en el distrito de los vencedores parece la fabrica de Willy Wonka en donde han secuestrado a los Mills por el resto de las natividades. La verdad es que prefiero estar de acuerdo con todo lo que diga por que el día en que no esté de acuerdo puede sacar un cuchillo de la alacena y amenazarme con él o algo peor, las mujeres embarazadas no son algo con lo que jugar.

Realmente me preocupo por Katie, cuando no se da cuenta, la acompaño a todas las citas con el doctor y aunque el sabe que no soy el padre y tiene la decencia de no comentar nada al respecto, me involucro en las decisiones de ese bebé que aún no nace libremente.

Su intento de hacer que vuelva a ser una persona normal que respira y piensa por sí misma no nos sirve a ninguno de los dos, no obstante, ella acaba molesta y yo acabo fastidiado, y generalmente terminamos encerrados en nuestros cuartos y dándonos cuenta de que seguimos siendo nada más que dos adolescentes caprichosos. Katie y yo no serviríamos como pareja y hasta un ciego puede ver eso.

Es por eso que fue sorprendente que el día de hoy los dos estuviéramos -realmente- dispuestos a hacer algo juntos.

Si vamos a tener un árbol en la casa tiene que ser el mejor árbol de toda la tienda departamental.

Se lo adjudico a la nostalgia, viniendo del siete y viviendo cerca del bosque de pinos no hay nada que me agrade más de navidad que tener un árbol que no quepa por la puerta y que llegue hasta el techo cuando lo armemos en la sala. El olor que emana por la casa es un éxtasis que no puedo negarme. Y eso fue lo único que me puso en marcha cuando Katie sugirió la idea esta mañana. Ella, por supuesto, se lo ha tomado como si le hubiera anunciado mi regreso al mundo real.

Katie viene de mi brazo, amarrada y soltándose solo cuando ve algo brillante que podemos comprar para el árbol y metiendolo en la cesta de compras. Su estómago ha crecido con una rapidez impresionante en los últimos meses y ahora no puede disfrazarlo con camisas holgadas. Solo por eso nos ganamos varias miradas por aquí y por allá. En el distrito han montado un pequeño lugar en el que puedes ir a elegir tu árbol y comprar algunos adornos, no tienen mucho por que la gente aquí no celebra la navidad en sus casas, pero algo hay y siempre se ve gente pasando, ya sea por curiosidad o por que en realidad buscan algo.

Deja de hacer eso, la gente nos está mirando.-Le doy un golpecito en la mano. La oigo decir algo sobre manteles de color rojo y platos a decoración y me pregunto si, incluso con el dinero que hemos ganado después de salir de los juegos, no nos terminaremos quedando en bancarrota luego de esta navidad.
Anonymous
Anderson R. Looper
Mentor
Jole ha salido por la mañana y yo me he quedado con la casa toda para mi porque no podía acompañarla. Debía estar a las 11 de la mañana listo para que Paul hablara conmigo, estaba decidido desde que había acabado la fiesta de coronación y tuve que explicarle cómo escapé de allí. No le hizo mucha gracia el moretón de mi cara ni mucho menos todo lo que pasó antes de ese mismo momento que lo recuerdo algo confuso, pero podría haber sido peor, podría haberse puesto como Jole que no paraba de gritar e insultar a diestra y siniestra. Para cuando son las doce ya hemos acabado, él se ha limitado a preguntarme si estoy bien, yo a asentir, y luego a pasar el resto de la hora haciendo dibujos estúpidos al azar. Siempre que me dice que pinte a alguien examina luego los dibujos así que procuro poner todos los detalles en ellos posibles, de esa manera parezco más feliz de lo que estoy en realidad lo cual es un signo de mejoría.

El resto de horas que no estoy con Paul me dedico a esperar a Jole jugando con los gatos de vez en cuando que reclaman mi atención solo porque me despisto. No me he dado cuenta de cuan acostumbrado estoy a que esté por casa, a que todo esté ordenado siempre, a que pase lo que pase y diga lo que diga, ella siempre está por ahí. Se siente bien, tan bien que me siento culpable al mismo tiempo. Al escuchar la puerta abrirse me levanto del suelo para espiar las bolsas que ha traído pero no me deja, ha llegado con la idea de que vayamos a por un árbol. - Para... espera... un... para q... si... aaarg - Por cada vez que abro la boca me interrumpe, incluso cuando la abro para quejarme de que me está vistiendo y mi dignidad se resiente un poco y que además me está poniendo ropa en exceso.

Cuando acaba y salimos de la casa me limito luchar contra el gorro que no para de caerse hacia adelante por culpa del enorme chaquetón que hace bulto en la espalda y lo empuja. Más de una vez estuve a punto de irme de culo al suelo porque entre que me dejo guiar y no miro por donde voy no paro de resbalar y de no haber sido porque vamos de la mano, habría acabado allí. Sus palabras suenan como música en mis oídos y entre más lo pienso, más me gusta - Suena bien, si conseguimos cargar con él de vuelta a casa - Acabo por quitarme el gorro para meterlo en uno de los bolsillos y así poder ver por donde vamos, fijándome en que hemos recorrido un buen tramo hasta el parque sin que yo supiera por donde íbamos.

Esa tarde está todo nevado, de ahí que estuviera a punto de caerme más de una vez, y además los árboles a la venta se ven espolvoreados por nieve lo que me da una visión errónea de como van a quedar en casa. - Mira ese de ahí! - Ahora soy yo quien tira de su mano señalando uno de los árboles que sobresale de los demás con la misma emoción con la que ella ha llegado porque ha acabado transmitiéndomela. - NOOO mejor ese de ahí!! - Cambio repentinamente de rumbo y señalo hacia otra parte, y entonces en una de las intersecciones encuentro el más grande de todos los más grandes que hay. - Ese ese!! - Apunto otra vez con el dedo y esta vez estoy a punto de sacarle un ojo a alguien que camina por entre los pasillos también.

Esa persona es Jeremy.

En principio como persona normal, en cuanto mi dedo golpea contra algo y lo noto entre caliente y blandito mi impulso es soltar un "lo siento" que se me atraganta en la garganta al reconocerlos. De pronto cualquier insulto que hubiera pensado para ellos en algún momento de inestabilidad mental desaparece y estoy totalmente en blanco. Podría asegurar que no me acuerdo ni siquiera de mi nombre, y si lo hacía lo olvido en el instante en el que mi vista se baja hacia el brazo del mentor del siete del que se sostiene Katie.
Anderson R. Looper
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Invitado
Invitado
Nuestra casa es probablemente una de las más adornadas del distrito. La segunda es, como cosa rara, la casa de Anderson Looper. Casi siento que tenemos una competencia no proclamada entre casa y casa. Si un día uno pone luces, el otro también, si un día alguien pone lazos, el otro igual, la nuestra termina tan adornada que ya no parece que fuera navidad sino que estamos armando un circo.

Me despierto la mañana de la búsqueda del árbol por que el gato me aruña los brazos con necesidad. Lo acaricio allí donde le gusta pero aún así no se queda quieto. No es hasta que bajo a la cocina que me doy cuenta de que no le he puesto comida en un día completo y le lleno el bowl hasta el tope sintiéndome de lo más culpable.-Lo siento, lo siento, lo siento.-Acaricio su pelaje mientras come, aunque sé que lo odia, y siendo las cinco de la mañana y sin haber salido el sol por completo, me hecho a llorar por que no puedo ni siquiera cuidar a un gato. Todo comienza por algo tan simple como la comida del gato y termina convirtiéndose en un montón de errores a lo largo de mi vida, incluyendo a Anderson, quien es en el que primero pienso por que es el "padre" del gato y Jeremy, quien baja media hora más tarde por que dice que escuchó que estaban torturando a alguien. (Es su manera de pedirme que deje de llorar, una técnica que solo los Mills han logrado especializar con los años.)

Me recompongo para la hora del desayuno y hago hot cakes. Le sirvo una bandeja a Jeremy pero no come, por lo que termino dandoselos al gato por que aún me siento culpable y quiero recompensarlo.

Hoy voy a comprar el árbol.-Le aviso.

En un principio tenía planeado pedirle a uno de los departamentales que lo llevaran a casa pero Jeremy se ofreció animadamente a acompañarme y de repente, la llorantina de la mañana desapareció de mi memoria y fue sustituida con una amplia sonrisa.

Mientras vamos pasando por los pasillos de árboles, Jeremy me dice que quiere el más grande, yo tomo varios adornos que me parece que irán bien con el arbol y lleno la canasta. Su brazo está amarrado al mío fuertemente por que necesito saber que no irá corriendo en ningun momento. El doctor dijo que no era bueno que Jeremy saliera solo así que pasamos la mayor parte del tiempo junto, lo que generalmente lo fastidia.

Está por allá, Jer.-Lo jalo del brazo y vamos rodeando la esquina hasta toparnos con el árbol más grande del departamento. No solo nos encontramos con eso sino también con dos figuras delgadas que parecía haber olvidado.-Andy.-Lo miro por un segunda sin saber realmente qué decir, dejando caer mi brazo que está unido al de Jeremy solo por verguenza, y miro a Jolene.-Hola.-Intento sonar lo más animada que puedo, aunque todos mis ánimos han volado lejos de aquí, fuera del espacio y a otra galaxia.
Anonymous
Jolene W. Yorkey
Mentor
Andy me arrastra entre los pinos navideños, algo que me arranca risas e incluso pequeños saltos que realizo con tal de alcanzarlo; más de una vez tengo que fijarme por dónde vamos para no acabar con una rama en la cara, lo cual habría sido bastante penoso, teniendo en cuenta de que estamos en público. Vamos, que todos los que apenas se han acordado que ya va a ser navidad, han salido hoy a hacer las compras finales. Ya me he olvidado del detalle que ninguno de nosotros es lo suficientemente grande como para arrastrar un árbol, pero supongo que ya lo arreglaremos. Después de todo, en el pasado solucionamos problemas peores...¿no?

Finalmente, Andy señala el árbol más grande y bonito del lugar, ese que se parece mucho al que pintaba mi imaginación, así que me propongo a seguirlo cuando él se detiene al golpear a alguien y, por consecuencia por estar aferrada su mano, yo también. Tardo un momento en voltear la cabeza para descubrir que nos encontramos nada más ni nada menos que con Mills y Kathleen. Ya casi había olvidado lo mucho que me duele verlos, lo traicionada que me siento cuando la morena anda cerca, además de aquella sensación repetitiva de que mi corazón se parte en mil pedazos cuando mis ojos se cruzan un momento con los de Jeremy. Supongo que es lo que se siente cuando el odio y el rencor supera el aprecio que alguna vez existió, aunque en el caso del leñador, hubo algo más que hace un tiempo intento negar. Como si nunca hubiese existido...

En cuanto Katie abre la boca para nombrar a mi mejor amigo, yo levanto los ojos para fijarme en el semblante del mentor del seis, porque sé que es capaz de ponerse en idiota y salir detrás de ella como un perro faldero al cual le quiero cortar el rabo. Como acto reflejo me aferro a él con mi mano libre, presionando su brazo, mientras que nuestros dedos se entrelazan con mayor impetú. Levanto ligeramente el mentón cuando Katie nos saluda, echándole un vistazo que intento que parezca desdeñoso, aunque estoy segura de que estoy presentando una mueca algo ridícula e infantil. ¿Cómo se atreve a saludarnos con ese tonito feliz después de todo? No puedo evitarlo y me fijo en su hinchado vientre y, como es demasiado doloroso, sigo bajando la mirada hasta toparme con los adornos que, obviamente, piensan comprar - Primera Navidad en familia...¿verdad? - comento con cierto tono mordaz, arrastrando las palabras hasta el punto que parece ser una puya...bueno, en realidad lo es. No sé que es más helado, si la nieve o la mirada que pasea entre los primos - Nosotros estamos planeando la nuestra. Por eso vinimos a comprar... - suelto el brazo de Andy pero no su mano, aunque utilizo mi mano libre para enroscarla en una de las ramas del árbol grandote - éste. Es lo suficientemente grande como para animar una fiesta...¿no creen?
Jolene W. Yorkey
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Invitado
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Un agresivo dedo me toca la mejilla y casi me saca un ojo, intento dar dos pasos hacia atrás cuando lo veo venir por el rabillo del ojo pero al final no sirve de nada por que el choque es inevitable. Como si tuviera una enfermedad contagiosa, me alejo un poco de Anderson y lo miro a los ojos con repentino alarme. Me quedo fijo en él por un rato y luego hacia el árbol, y luego hacia Katie de reojo y luego a Jolene, quien es la que ha hablado primero de los otros dos. De repente todo se vuelve fastidioso, aburrido y totalmente común. Puedo olerlo, la tensión, las miradas venenosas y las palabras afiladas.

La mano de Katie baja instintivamente, de repente el agarrón fraternal que teníamos parece insano y cruel, así que la dejo escaparse y me imagino dando un paso a la derecha para aumentar la distancia entre nosotros. Es incomodo hasta el nivel en el que preferiría morirme en este momento que fingir que podemos tener una conversación civil. No quiero estar en medio del circo que se empieza a montar porque ¡Sorpresa! Ellos quieren el mismo árbol que nosotros.

Vuelvo a mis días de silencio perpetuo y dejo que las dos chicas hablen de lo que quieran hablar, que se maten si pueden, intento apartar la mirada de Jolene y extrañamente me resulta más fácil de lo normal. Le susurro algo en el oído a Katie y me marcho para buscar al dependiente.-Queremos ese árbol.-Le digo señalando al que está entre mi prima y los otros dos.

En esta batalla solo gana el que tiene la ventaja.
Anonymous
Anderson R. Looper
Mentor
Andy. Me ha llamado Andy. ¿Realmente cree que puede seguir llamándome así?. Por dentro estoy gritando, enfadado y cabreado desde el mismo instante en el que mi nombre salió de sus labios, pero por fuera estoy completamente inmóvil, con esa parte de mi que se congela cuando me habla tomando el control por un instante. Es la respuesta mordaz de Jolene la que me devuelve al mundo real y llevo mi mirada de Katie hacia Jeremy con un desprecio que casi puedo palpar. Familia... parece que lo hubiera hecho a posta. Por inercia mi mano se cierra sobre la de Jole como si me acabara de percatar que íbamos así. - Bueno, era la primera, había que hacerlo por lo grande. ¿no? - No se de donde saco la energía para sonreír inclinándome hacia la rubia sutilmente en plan "si ellos nos restriegan lo felices que son, nosotros haremos lo mismo". Probablemente ninguno de nosotros es feliz, pero siempre funcionamos así.

Cuando Jeremy se aleja de nosotros siento un poco de alivio que ni siquiera puedo explicar apenas prestando atención al árbol que elige Jole y al que asiento sin pensar. Abro y cierro mis manos poniendo mi vista inconscientemente sobre la barrita de Katie que ahora ni siquiera puedo ignorar. Antes podía fingir que no existía, que todo ésto era una pesadilla extraña y rara sin fin en la que alguna medicación para la esquizofrenia me había sumido por completo. Pero ahora me era imposible. Las personas de mis alucinaciones siempre están congeladas, siempre en el mismo punto, siempre sin ir hacia adelante. Excepto Alex. Ella era diferente. Era el unicornio de mi mundo inexistente. - Te... veo... ¿grande? - Estoy a punto de hacer algún tipo de comentario inteligente sobre su barriga (obviamente fracaso con lo de inteligente) cuando la voz de Jeremy llama mi atención. Levanto la vista justo para ver su mano señalando al mismo árbol que ha elegido Jolene y me fastidio.

De alguna manera, Mills siempre acaba metiéndose en mi vida tanto como si tengo ánimo de soportarlo cómo si no lo tengo. De pronto, ese árbol que ha escogido trae a colación todos los motivos por los cuales le odio, porque Jolene le quiere, porque Katie le quiere, porque él es mil veces más útil para ellas que yo, porque él es capaz de protegerlas y yo no. La tarde en la que creía que Jolene moriría mientras estábamos en la arena me viene a la cabeza, mi intento de que no se fuera, ruegos, súplicas, llantos y gritos. Él la trajo de vuelta sin un rasguño. Y la noche en la que solo estaba yo para protegerla prácticamente la dejé morir. Cada vez que soy yo quien se encarga de ella ha estado a punto de casi morir; por eso le odio, porque se mete en mi vida y me recuerda que yo solo sirvo para destruir todo lo que toco. - Es árbol ya está vendido. Nosotros nos lo llevamos - Por un momento ni siquiera reconozco el tono de mi voz al hablar, tan seco y distante. El dependiente repentinamente pone cara de estar en un apuro y arrepentirse de haber venido hoy a trabajar. En lo que a mi respecta nosotros estábamos antes y por ende el árbol nos pertenece, pero claro, el mundo real no opina lo mismo respecto a mi agudizado sentido de la justicia. - Le pagamos el doble - También soy bastante consciente de cómo funciona el mundo y lo fácil que resulta comprarle.
Anderson R. Looper
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Invitado
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Siento un pinchazo horrible de celos y quiero soltarle la mano a Andy de la de Jolene, pero en cambio, me pellizco el costado en donde no ven y me obligo a sonreír de lado, haciendo una pequeña mueca que deja ver lo forzada que es mi sonrisa. Rechino los dientes cuando Jeremy se va y trato protestando pero, para cuando quiero ver, ya se ha ido a hablar con el dependiente. Suelto un pequeño bufido y alzo un mechón de mi fleco que se asoma entre mis ojos, luego vuelvo la mirada a los dos enganchados y me muerdo los labios mientras busco algo, cualquier otra parte, en donde fijar mi mirada.


Solo los miro de nuevo para gesticular una pequeña frase demostrando lo ofendida que estoy, lo muy de malas que me pone.-¿Me estás llamando gorda?-Sin poder evitarlo, bajo la mirada a mi estómago, que ya se expande hacia adelante en vez de hacia los costados y me pone histérica. Histérica por que ¿Quién me va a querer si estoy gorda?, por que no sé si volveré a ser flaca, histérica por que la gente hace esos comentarios tontos cuando es totalmente obvio que estoy embarazada. Em-ba-ra-za-da, gente, como cuando las mujeres se inflan y explotan sacando un bebé a los nueve meses. Oprimo los labios muy fuerte y cierro las manos en puños. Por primera vez en años quiero lanzarle una cachetada a Looper.

Y entonces pasa. Lo que activa la pelea.

Andy también se ha marchado con el dependiente y lo único que escucho cuando alcanzo a la altura de Jeremy es "nosotros le pagamos el doble".-¿Qué pasó?- Lo miro con urgencia, pero parece igual de abrumado que el dependiente y sin siquiera las intenciones de pelear o de discutirlo, claro hablamos del árbol de navidad, pero lo entiendo después de unos segundos. El árbol más alto y perfecto para navidad que debe ser de nosotros. Es obvio que Anderson no sabe que uno no se mete así nada más con una futura madre, lo miro queriendo comérmelo.-Pagamos el triple entonces.
Anonymous
Jolene W. Yorkey
Mentor
Me toma un pequeño momento darme cuenta de la intención de Anderson al utilizar aquel tono de voz, pero acabo asintiendo la cabeza con naturalidad como si aquello fuese lo pactado desde el inicio y le doy un ligero apretón a su mano que pretende ser cariñoso, pero que resulta un poco más violento de lo que deseaba gracias a ésta apestosa situación. No me importa demasiado; si Jeremy decidió ser feliz con Katie, yo voy a ser feliz con Andy… por mucho que me duela. Creo que podría elegir irme del país, iniciar una nueva vida, y aun así la traición de Mills me seguiría pesando hasta que sea lo suficientemente anciana como para no recordar lo necesario.

Para mi alivio, el leñador se aparta y yo hundo mis pies en la nieve del parque que ocupa el mercado, fingiendo estar muy interesada en el resto de los compradores, que la verdad son pocos y no sé si son vencedores que no reconozco o médicos que está obligados a vivir en éste sitio. No se me antoja fijarme en la embarazada, porque cada vez que estoy a solas con ella y con Andy me siento como una intrusa, aunque me he repetido varias veces en el último tiempo que en realidad fue Kathleen quien apareció para arruinarlo todo, y no al revés. Ante la indignación de la chica por las palabras de mi amigo, rodeo los ojos con exagerada exasperación y suelto un bufido, regresando mis ojos a los suyos - No pongas palabras en su boca que nunca dijo. Estás embarazada, por obviedad vas a estar “grande” – le hago una mueca, que a mí parecer es desagradable - Si no querías engordar, hubieses usado condón – entrecierro un poco mis ojos para dejar bien en claro que lo que quería decir era “hubieses mantenido las piernas cerradas”, pero creo que no es algo para decir en un lugar público.

Apenas reacciono a las palabras de Jeremy hacia el vendedor y de un momento a otro, Andy va tras él, aunque para mi disgusto no lo golpea sino que se pone a pelear por el árbol. Nuestro árbol. En cuando Katie se suma, hago chirriar mis dientes y sopeso la idea de llevarme el árbol a rastras, pero es demasiado grande para que yo sola pueda cargarlo, así que aquella opción queda descartada. ¿Triple? ¿Acaso ese par están locos? Ellos se las arreglaron para amargarnos y, para colmo, no tienen la decencia de al menos dejar algo para nosotros. Me sujeto a esa idea cuando me inclino, tomo algo de nieve y armo una bola, lanzándola contra la nuca de Mills, dónde explota. Honestamente, hubiese ido a Katie si no fuese porque anda preñada.

- ¡¿Es realmente necesario que siempre quieran quitarnos todo?! – chillo, fastidiada, avanzando hacia ellos a zancadas algo violentas y empujando a Jhonson de un codazo, llegando al dependiente – Es nuestro. Llegamos primero y pagaremos lo que sea necesario. Aunque algunas personas aquí no entienden el concepto de “llegar primero”… - aclaro, echándole una mirada a los primos, arrastrando las palabras para señalar el doble sentido de la frase. No me preocupo en entender los balbuceos del pobre hombre - ¿No se conforman con jodernos, que ahora también quieren nuestro árbol de Navidad? – pellizco el brazo de Andy y alzo el mentón en ademán ofendido, intentando arrastrarlo nuevamente hacia el arbolito, como el mismo ademán que utilizaba cuando era niña para apartarlo de los niños más grandes y molestos – Vamos, Andy. Tú tomas la punta y yo la base. No tenemos que juntarnos con éstos. Sin ellos somos muy, muy felices.
Jolene W. Yorkey
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Invitado
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Miro con cierto recelo hacia Katie y Andy, peleándose como si fueran críos por el precio del árbol, estoy a punto de decirles que mejor se lo dejamos, por que todo el caso de llevarme el árbol rápido era que no tuvieran tiempo de armar una pelea, cuando una bola de nieve impacta mi nuca.

Los pedacitos de hielo, que pronto se convierten en agua fría, ruedan a través de mi abrigo bajo mi espalda y me matan del frío. Me volteo buscando al responsable y encuentro nada más y nada menos que la cabellera rubia y despeinada de Jolene bajo las luces tenues de navidad.-¿Qué carajo...?-Me paso una mano por la nuca removiendo el excedente de nieve y dándole tiempo para que empuje su camino hacia el frente. Su rostro está al rojo vivo, lleno de esa vivez que tiene cuando va a pelear por algo. He visto esta faceta de ella más de lo que he visto la opuesta.

¿Llegar primero?-Carraspeo- Yo lo pedí primero, debería ser nuestro. Creo que la que no entiende el concepto es otra...-Pongo los ojos en blanco con irritación y miro hacia el dependiente.-¿No es así? Dígaselo, ¿Quién se lo pidió primero?-El dependiente parece querer que se lo coma la tierra. No dice nada, solo asiente de vez en vez y balbucea cuando quiere decir algo que no puede.

Miro a Katie en busca de apoyo, pero ella sigue igual de enojada como de sorprendida. Esperábamos algún tipo de reacción de la rubia y el castaño, esperamos la hecatombe cuando volviéramos a verlos frente a frente, esperábamos que nos odiaran eternamente, pero, al menos yo, no esperaba esto. Un capricho tan infantil que un niño de cinco años podría dejar pasar. Pero ¿Acaso no es todo así cuando se trata de nosotros cuatro? Y por alguna razón ganar esta pelea significa más que incluso arreglar nuestros problemas. Nunca antes he querido ganar en nuestras discusiones tanto como esta vez. En parte por que han insultado a Katie y en parte por que quiero callarlos a todos, tal vez si gano esta le esté ganando una partida al destino.

Jolene y Andy echan a andar hacia el árbol, intentando moverlo de su lugar para llevárselo (Es un intento que sé que fallará.), y miro a Katie. Supongo que ella no podría.-Quédate aquí ¿Si? Yo voy a intentar convencerlos, me las arreglaré, ve a elegir otros adornos.

Me acerco hacia el árbol que me lleva unos cuántos centímetros de alto y termino poniendo una mano encima de él, en una de las ramas, y haciendo una aclaración.

No vas a mover este árbol a menos de que sea para llevarlo a mi sala, Yorkey.-Afinco mi mano más en él acentuando mi propósito.-Supera tus caprichos infantiles y déjanos en paz, algunos tratamos de tener vidas por aquí. No necesitas un árbol grande, solo están ustedes dos.-Miro a Anderson con desprecio pero momentáneamente no puedo pensar en nada que me irrite de él. Solo después de unos segundos recuerdo que el es el que ha dejado preñada a Katie y encuentro la razón para avivar mi furia.
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Anderson R. Looper
Mentor
Me quedo un tanto bloqueado cuando me acusa de llamarla gorda y casi escupo un no buscando un modo de explicarme a que había querido referirme, pero no me hace falta porque Jole encuentra las palabras que a mi se me han perdido. Me quedo mirando a la rubia un momento que es cuando escojo para recordar lo poco delicada que suele ser al hablar. Ni siquiera sé si debería reírme por la burrada que le suelta pero no encuentro ganas de hacerlo. Bajo la vista al suelo mientras un pensamiento se cuela en mi cabeza cargado de recuerdos de una noche que desearía poder borrarme a tortazos porque entonces mi vida sería más fácil. Algunas preguntas vienen a mi cabeza, preguntas para las que no quiero respuesta. ¿Jeremy vino antes que yo? ¿vino después? ¿quien es el verdadero intruso en todo ésto?. Una vez recuerdo haber dicho que estaba seguro de que nadie era un intruso en la mareada de sentimientos en la que estábamos metidos, pero ahora me doy cuenta de que simplemente era imbécil.

Doy un pequeño bote porque la nieve que se dispara a todas partes me vuelve a la realidad de un solo tirón y de pronto recuerdo donde estoy, en medio de una especie de guerra por un árbol de navidad. - Pues nosotros el cuádruple - Ésto no va a resolverse por quien paga más que quien porque es más que obvio que tenemos dinero de sobra para quedarnos aquí toda la vida discutiendo por ello. - Consíguete tus propias cosas Mills, estoy harto de que andes jodiendo y robando las que son mías - Quiero patearlo pero por una vez me resulta tan infantil que simplemente me dejo arrastrar por Jole lanzándo una última mirada hacia Katie a la que también me gustaría poder presumirle de lo bien que me va sin ella, pero no encuentro ni actos, ni palabras para hacerlo, menos desde que me ronda la idea por la cabeza de lo distinto que sería todo al haber pensado un instante que habría sido de nosotros si ese bebé hubiese sido mio.

Me odio a mi mismo por ello. Seguir adelante es la única manera de no volverse loco del todo, así que agarro el árbol por el otro lado cuando Jole lo agarra del suyo e intento arrastrarlo. Es imposible. El árbol es casi tres veces más grande que solo nosotros dos, pesa una tonelada y media, y a parte de que no somos capaces de levantarlo está arrastrando por el suelo y se le están cayendo las ramitas. - Para Jole! Así no! - Las cosas se complican bastante cuando Jeremy llega a intentar agarrar el árbol también y lo fulmino con la mirada. - ¿Qué te crees tú? ¿El dueño del mundo ahora? Búscate una vida Mills y deja de robar los árboles de los demás - Me enfurruño suficiente cómo para pegarle un pisotón usando el talón como anclaje para que toda mi furia se note en el golpe, en parte provocada por el odio acumulado de las últimas semanas y en parte porque no me gusta que sea tan dulce con Kathleen; aunque está claro que yo ya no tengo opinión al respecto. Igual eso no hace que deje de molestarme. - Suelta mi árbol o te juro que... o te juro que yo... - Estoy tan bloqueado por la ira que no tengo cómo finalizar esa amenaza así que la finalizo sin más con una patada en la espinilla antes de quitarlo de en medio de un empujón para ponerme donde está él e intentar arrastrar el árbol de otra forma.

Resulta imposible moverlo. Ahora me parece a mi que serían de mucha utilidad todo el personal médico que hay en mi casa pendiente de que no me corte las venas.
Anderson R. Looper
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Miro a Jolene con sorpresa y me refunfuño cuando me ha dejado con la palabra en la boca y sin saber qué decir. No puedo esperar simpatía de ella pero lo hago. Por que también es una chica y se supone que las chicas entienden. Ahora que todo se ha resumido a odiarnos en un todos contra todos y los bandos se han resumidos a estos todo parece haber tomado una vuelta incorrecta. No esperaba que todos me odiaran por haber mentido, no esperaba que buscaran cualquier razón para hacerme sentir mal o que te se tomaran todo como una competencia y definitivamente no esperaba que todo el mundo me odiara por tener un bebé.

Me enojo más cuándo Anderson ofrece el cuatruple y me dan ganas de lanzarle un tortazo. Me quedo callada y dejo que Jeremy lo resuelva como le de la gana por que estoy tan furiosa que no me salen las palabras. Nunca lo he visto tan decidido a pelear por algo material. Me quedo con los brazos cruzados y la cesta en mano, los miro intentar mover el árbol con los ojos entrecerrados y le grito al dependiente que no se mueve y no nos ayuda a cargarlo. Supongo que no me quiere escuchar por que se marcha y lo único que dice es que va a ir a buscar al gerente. Quiero pegarle un tortazo a él también.

Para cuando se ha ido, yo ya he decidido meterme en la confrontación y no encuentro mejor manera que empujando levemente a Anderson para que se caiga en su intento pobre de arrastrar el árbol y así dejarlo junto a Jeremy en el suelo.-¡No te atrevas Andy, ni siquiera te atrevas a decir que se cree el dueño del mundo cuando tu vas por ahí teniendo novias y diciendo que "no estás seguro" y escapando de tus responsabilidades!-Tomo aire y le doy una patada en el costado que no le hace nada.- Y no tienes ningun derecho a quejarte, ni de esto ni nada, no lo tienes por que nosotros ya no estabamos juntos ¿De acuerdo? !Así que superate, el que no es el dueño del mundo eres tú! Sigues actuando como si tuvieras cinco años y tal vez si hubieras madurado los dos podríamos haber durado más de un mes. La gente tiene derecho a hacer su propia vida Looper y tener bebés y comprar cunas y árboles y no todo se trata de tí.-Oprimo los labios muy fuerte y le doy otra patadita.-Te odio, te odio, te odio.

Termino gritando tan fuerte que nos ganamos todas las miradas de la gente en la calle. Los vencedores están acostumbrados a un ataque irracional aquí y allá pero nosotros levatamos especulaciones más que los demás.

-!Ya no quiero ningún árbol Jeremy!-Le digo con lágrimas en los ojos.- No quiero navidad ni quiero nada.-Tiro la cesta al suelo, muy cerca de los pies de Anderson.-Siempre arruinas todo.-Le digo enojada y me volteo, solo para toparme con una figura regordeta que probablemente pertenezca al gerente de la tienda.
Anonymous
Jolene W. Yorkey
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Nunca tuve un árbol de navidad, porque el de mi casa en el ocho era suficientemente pequeño como para no contar como uno, así que no tengo idea de que pesara tanto. Intento arrastrarlo, empujarlo y sostenerlo, pero parece estar rompiéndose con nuestros tironeos. En cuanto escucho la voz de Andy detrás de las ramas (porque de éste lado no puedo verlo entre tanto verde), me detengo, aunque rápidamente el odioso de Mills se apresura a hacer acto de presencia y sostener el árbol, en un claro intento de que se quede aquí, lo que afirma con sus palabras. - ¿Justamente me hablas de caprichos, Jeremy?- espeto, alzando las cejas con incredulidad - ¿Tú, que te encaprichas con cualquier chica que se te cruza?

Es odioso notar que le hago saber que todavía me duele lo que hizo con Gaely, porque después le siguió Katie y dejó bien en claro que, cualquier cosa que podríamos haber tenido, fue una mentira. Que nunca me amó como dijo que lo hacía y que las cosas que logró que yo le confesara, no valían nada para él. ¿Por qué debería importarle? Soy solamente una más en una lista que parece haber terminado en su prima con el vientre como un globo. Darme cuenta de cuánto me sigue importando es lo que logra que mire hacia otro lado, aunque Andy no tarda en patearlo y empujarlo, mientras sigue intentando correr el árbol. Por una vez, no me meto en la pelea; me limito a intentar mover el arbolito en silencio. Entonces la voz chillona de Kathleen rompe el aire y me asomo entre las ramas para verla, pero ella ya está empujando a Anderson, lo que provoca que yo sujete el árbol para que no caiga el suelo y, haciendo algo de fuerza, lo enderezo. Acabo por rodearlo y observo como la castaña parece descargarse, lo que me confunde. Ella es la que decidió tener un hijo con Jeremy... ¿por qué se las agarra con Andy?

En cuanto lanza la canasta, avanzo hacia ella con el ceño arrugado, pateando el cesto lejos de los pies de mi amigo - ¿Acaso quién te crees que eres? - escupo, ignorando la barriga del gerente que parece no comprender bien la situación - ¡Ustedes hicieron esto! ¡Ustedes nos quitaron todo! ¡Ustedes siempre ganan! ¿Están demasiado hundidos en su mundo como para no notarlo? - agarro a Andy del abrigo y tiro de él para ponerlo de pie, sacudiéndole la nieve de la ropa con las facciones endurecidas, sin siquiera molestarme en mirar a los primos - No les importó mentirnos y jugar con nosotros, como para que encima nos jodan algo tan simple como la Navidad. ¿Pero saben qué? Descubrimos que estamos bien sin ustedes.

No sé cuanto hay de verdad en ello, pero sé que con Andy, a veces, puedo decir que soy feliz. No del mismo modo que con Jeremy; las tardes con el leñador en el bosque eran únicas, pero ya acepté que no van a regresar. Observo al rubio de reojo y suspiro, dándole la espalda para mirar el árbol de la discordia, al cual de un momento al otro, no quiero tener en casa porque siempre me va a recordar a esos dos. Me cruzo de brazos mientras el gerente tartamudea algo sobre quien va a llevarse el árbol, mientras le hago puchero a Andy que en realidad, está ocultando un llanto infantil - Me quiero ir a casa. Busquemos otro árbol. Uno más verde y pequeño, porque tienen razón. Somos solamente nosotros dos... y no necesitamos a nadie más - añado con toda la intención de fastidiar a Jeremy, a quien le hago una mueca. No me molesta recordarle que ya no lo necesito.
Jolene W. Yorkey
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Invitado
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Me he quedado callado, plasmado frente al árbol que antes trataba de empujar al lado contrario del que lo jalaban Anderson y Jolene aunque vivimos hacia la misma dirección- Me quedo a unos cuántos centímetros de Anderson en el suelo y lo miro a los ojos (No sé si con discordia, rabia o cansancio. No sé si lo miro a él o a la representación de todos mis problemas.)

Katie grita y creo ser el único que entiende la mitad de las cosas que dice. Creo que soy el único que sabe la verdadera razón por la que odia a Anderson. Que es la misma razón por la que yo debería odiar a la rubia del ocho. Y al final sigo sin entender por qué nos odiamos todos entre todos si somos, a final de cuentas, lo único que tenemos.

Me cuesta recordar un momento en el que no hayamos estado los cuatro juntos, no como unión pero separados, y unas cuántas veces los cuatro. Desde que mi nueva vida después de los juegos comenzó, estos tres idiotas son mi familia. Entiendo por qué es que nos odiamos todos entre todos. Por que perdimos, dios sabe como, lo único que teníamos, que era a nosotros mismos.

Suelto un suspiro. Miro el árbol de reojo, despedazado, y al gerente que tiene cara de querer matar a alguien pero no poder hacerlo por educación.

Jolene dice cosas que me hacen sentir como la mierda más asquerosa del mundo pero ya ni siquiera soy capaz de responder. Estoy enojado pero sobre todas las cosas estoy triste.

Pienso en algo que no había pensado desde hace mucho tiempo. En como eran las cosas cuando Jolene y yo teníamos algo a lo que aferrarnos, cuando nos aferrábamos el uno con el otro. ¿Cuándo empezó a desmoronarse todo?

Luego lo recuerdo. Recuerdo que fui yo mismo el que arruinó el nosotros, el que mató la posibilidad y la enterró en el patio trasero para que nunca más pudiéramos encontrarla. Y la extraño. Duele por que siempre pensé que Jolene y yo estábamos bien aunque no estuviéramos juntos por que teníamos la esperanza de arreglar las cosas, pero ahora lo veo tan claro como el agua: no hay nada que arreglar. Mi vida cortó los cables de mi pasado cuando salí de la arena este año. Ya no existe nada. Ahora Jolene es feliz estando con Anderson y como dijo: no nos necesitan más.

Miro a Katie en shock y me levanto para abrazarla. No lo hago muy seguido últimamente y el gesto viene con gran apreciación. Creo que llora, pero no estoy seguro. -¿Todavía no quieres decirle la verdad?-Le pregunto cuando sé que ya se han ido. Sé lo que va a responder antes de que lo haga, así que suspiro y asiento.

Al final terminamos pagando por el árbol aunque de todas formas no lo llevemos (Por que lo hemos destrozado). A Katie no le importa y a mí menos. Terminamos comprando otro, uno artificial que no ensucia la casa, pero la verdad es que a ninguno de los dos le importa cuál fue el que escogimos o si era grande y verde. Vemos de reojo a Jolene y Andy buscando otro árbol también pero ninguno de los dos comenta nada al respecto.

El árbol llega a casa pero no lo armamos. Las cajas se mantiene en la sala sin abrir. No es hasta dos días después que empiezo a armar, una por una, las ramas del árbol.

No huele a pino,
no me recuerda al siete,
es tan vacía como nuestras vidas aunque intentemos adornarlas.
Anonymous
Anderson R. Looper
Mentor
Jeremy no dice nada, y por eso quiero pegarle todavía más. Se supone que yo le digo cosas para que él se enfade, luego él me dice más cosas para que me enfade yo, luego me pega, luego le pego yo, y así entramos en la cadena sin fin de peleas que siempre ha sido tan típica de nosotros. Pero supongo que entre nosotros ya no hay nada típico, ya hemos dejado de ser lo que sea que fueramos hace unos tres meses, puede que incluso si alguna vez estuvimos cerca de ser casi amigos, hasta eso haya desaparecido. El ataque de Katie me pilla tan de sorpresa que me caigo al suelo tropezando con una de las ramas que estaba entre arrancada y colgando todavía, lanzando mi mano para donde primero pillo que acaba siendo la ropa de Jeremy. Le suelto en cuanto la sensación de vacío desaparece escuchando los gritos de Katie. Cada uno como puñales golpeándome el pecho. - No me vengas con esas! Te dije que estaba confuso, te lo dije antes de que vinieras a quedarte todas las tardes conmigo maldita sea! podrías haberte ido cuando quisiste pero te quedaste! - Esa última acusación va con más odio de la que pretendía. No me arrepiento de que se haya quedado, me arrepiento de haber creído de verdad que no se largaría cómo lo hicieron todas las demás. Incluso cuando me había prometido no hacerlo.

Me siento tan impotente que lo único que puedo es ahogar un grito enterrando mis manos en la arena del suelo y apretándola con fuerza. Resulta realmente frustrante porque toda mi relación con ella fue una serie de casuales malentendidos. - ni siquiera me dejabas... tu ni siquiera esperabas - Tengo las palabras en la cabeza pero no consigo que salgan por mis labios. Todo empezó porque intentaba mantener un equilibrio entre ser amigos y algo más, un equilibrio que poco a poco se fue a la mierda. Jolene quería a Jeremy, Yo quería a Katie, y aunque entre Jolene y yo existiese algo, cualquier otra forma en la que acabaran las cosas iba a hacerle daño a ellos. A buenas horas me doy cuenta de lo estúpidos que fuimos. Si jamás nos hubiéramos preocupado por ellos jamás nos habríamos metido en éste berenjenal. Incluso podría haberle explicado que salió corriendo como una loca la tarde en la que me estaba despidiendo de jolene; he estado a punto de dejar a mi mejor amiga por ella y ella ni siquiera me dejó explicarme.

Me levanto del suelo cuando Jole se lanza contra ella y la agarro de la muñeca para atraerla hacia donde estoy yo y enlazar mi mano con la suya hasta que se le pasa el enfado. Mi mirada pasa de Jeremy a Katie y luego a su barriga e inconscientemente aprieto más su mano. Ni siquiera estoy seguro de que eso sea bueno para sus huesos pero no puedo evitarlo. Les odio. Les odio porque para ellos parece fácil creer que tienen la razón, que no nos jodieron la vida y que la culpa es nuestra. Eso no es justo en absoluto. - Ya no quiero un árbol de éstos - De pronto toda la tontería de la navidad me parece eso, una tontería. No debí dejar que nos arrastrara tan lejos. Pero entonces recuerdo las palabras de Paul sobre buscar algo para distraernos y lo fácil que parece todo cuando Jole hace pastelitos y galletas de navidad y me doy cuenta de que necesitamos ésto. - Mejor compremos un árbol que podamos comernos. - Cómo Jeremy saca dinero para pagar el árbol que hemos estropeado a base de tirones me limito a darles la espalda y a sacar de allí a Jole con mi mano enlazada en la suya y sin intenciones de volver a soltarla.

Cuando nos alejamos y el parque ni siquiera se ve, reduzco poco a poco la velocidad hasta que me detengo por completo dejando que ella avance un par de pasos hasta que queda delante de mi. - Lo siento. Si no hubiera sido por Paul podríamos haber venido mucho antes y no haber tenido que encontrarnos a ese par de idiotas - Estoy a punto de añadir un "embarazados" al final pero por algún extraño motivo asocio lo del embarazo con la felicidad eterna y eso no nos va a ayudar ahora mismo. Suelto un suspiro, sé que no debo discultarme por cosas que no son mi culpa pero preferiría haberme ahorrado todo ésto. Después de un instante, me busco el modo de encontrar fuerzas para sonreír y mirarla de nuevo. - Busquemos una pastelería. ¿O te sientes con ganas de hacer un árbol pastel en casa? - Todo se borra, todo desaparece, cuando ellos no están para recordarnos lo amarga que es la vida desde que no están, todo es perfecto. Así es como emprendemos de vuelta el camino a casa, pasándonos por el supermercado para comprar tintes y nata para cubrir el pastel que tenemos en mente hacer.
Anderson R. Looper
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