OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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The Mighty Fall
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Recuerdo del primer mensaje :
El día que tanto se había hablado en televisión había llegado, hoy después de mucho tiempo la isla de los vencedores será abierta no sólo a agentes de la paz o gente con mucho poder sino también a amigos, familiares, conocidos y no tanto, para que pudieran estar presentes en uno de los momentos más importantes de la vida de dos de nuestros queridos mentores. Poco a poco los arreglos de la plaza central están terminados, las luces el servicio y sobre todo se puede distinguir en la playa como una pequeña carpa cubre un sencillo altar para adornado con luces que conforme el sol se va poniendo adquieren más visibilidad. Todo es tan tranquilo que lo único que se puede escuchar son las olas del mar chocando contra las rocas que hay cerca de la playa, las aves y uno que otra orden que se le da a loa avox para que terminen su trabajo antes de que los invitados lleguen.
La seguridad no es algo que se haya tomado a la ligera, no señor. Si creían que cualquiera podría pasar están completamente equivocados, la isla es un punto muy importante y por ello se ve a varios agentes de la paz vigilando los alrededores, entradas y salidas preparados con sus uniformes que los distinguen de algún civil con órdenes estrictas de no dejar pasar nada que parezca sospechoso. Los mentores aguardan en sus casas mientras que Samantha Hallyburton y Anthony Fénix se alistan en sus respectivas carpas acompañados de sus más fieles compañeros, amigos que se han hecho a lo largo del tiempo y que ellos quieren que estén a su lado en el momento más importante de sus vidas.
El sol comienza a ponerse y con ello la llegada de aerodeslizadores con invitados de todas partesd e NeoPanem, mujeres con elegantes vestidos y hombres con trajes que los hacen ver considerablemente mejor. Los agentes comienzan su trabajo, reciben las invitaciones y registran a los invitados, no queremos problemas en un día que debe ser perfecto ¿O sí?. Conforme los invitados pasan la entrada encuentran un camino que los llevará directamente a la playa, donde se celebrará la playa. La plaza central es el punto de salida y se puede ver, conforme van avanzando los adornos y las luces que hacen que su pequeño trayecto resulte entretenido. Lo músicos preparan sus instrumentos a un costado del altar, los avox con sus trajes comienzan a atender a los invitados llevándolos a sus asientos y sólo queda esperar a que los mentores se incorporen para poder dar inicio a la ceremonia.
El día que tanto se había hablado en televisión había llegado, hoy después de mucho tiempo la isla de los vencedores será abierta no sólo a agentes de la paz o gente con mucho poder sino también a amigos, familiares, conocidos y no tanto, para que pudieran estar presentes en uno de los momentos más importantes de la vida de dos de nuestros queridos mentores. Poco a poco los arreglos de la plaza central están terminados, las luces el servicio y sobre todo se puede distinguir en la playa como una pequeña carpa cubre un sencillo altar para adornado con luces que conforme el sol se va poniendo adquieren más visibilidad. Todo es tan tranquilo que lo único que se puede escuchar son las olas del mar chocando contra las rocas que hay cerca de la playa, las aves y uno que otra orden que se le da a loa avox para que terminen su trabajo antes de que los invitados lleguen.
La seguridad no es algo que se haya tomado a la ligera, no señor. Si creían que cualquiera podría pasar están completamente equivocados, la isla es un punto muy importante y por ello se ve a varios agentes de la paz vigilando los alrededores, entradas y salidas preparados con sus uniformes que los distinguen de algún civil con órdenes estrictas de no dejar pasar nada que parezca sospechoso. Los mentores aguardan en sus casas mientras que Samantha Hallyburton y Anthony Fénix se alistan en sus respectivas carpas acompañados de sus más fieles compañeros, amigos que se han hecho a lo largo del tiempo y que ellos quieren que estén a su lado en el momento más importante de sus vidas.
El sol comienza a ponerse y con ello la llegada de aerodeslizadores con invitados de todas partesd e NeoPanem, mujeres con elegantes vestidos y hombres con trajes que los hacen ver considerablemente mejor. Los agentes comienzan su trabajo, reciben las invitaciones y registran a los invitados, no queremos problemas en un día que debe ser perfecto ¿O sí?. Conforme los invitados pasan la entrada encuentran un camino que los llevará directamente a la playa, donde se celebrará la playa. La plaza central es el punto de salida y se puede ver, conforme van avanzando los adornos y las luces que hacen que su pequeño trayecto resulte entretenido. Lo músicos preparan sus instrumentos a un costado del altar, los avox con sus trajes comienzan a atender a los invitados llevándolos a sus asientos y sólo queda esperar a que los mentores se incorporen para poder dar inicio a la ceremonia.
* El traje elegante es obligatorio.
* Todo el mundo ha sido invitado sin embargo, aquellos personajes que de alguna forma no conocen a los novios o a sus familias, deben inventarse y tener una excusa realista.
* La boda será cerrada el 30 de Marzo a petición de los contrayentes (porque no quieren retrasos) así que para hacer más ligeros los posteos, hacedlos pequeños.
* Por razones obvias, los exiliados y ciudadanos del distrito 11 no pueden entrar.
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Ruedo levemente los ojos cuando me dice que ella es la que me ha salvado, lo hago porque tiene razón pero también yo soy quien la ha salvado, aunque ahora que ya estamos juntos eso no importa mucho. Al fin y al cabo ninguno de los dos está con abuelitos rabo verde que buscan enfermamente a una jovencita a la cual le triplican la edad, ni con mujeres que te la doblan que ya perdieron esperanzas de casarse y de tener una familia. No es que sean lo peor que exista, por supuesto que no, pero de todas formas no pensaba salir con ninguna de ellas. -Yo digo que es un momento de pausa, en donde te preocupas por algo que no es trabajo, donde tu peor movimiento no es acabar en una trampa que tú mismo plantaste o entre las garras de una bestia, sino en la cama de alguien sobre una cama a lado de alguien que no conoces en absoluto y saber que es una de esas mujeres de la mesa de allá- señalo con la vista la mesa de solteronas, que la verdad no había querido encontrar hasta ahora, lo cual me ha venido bastante bien para terminar mi ejemplo. -No te puedo negar que hay veces en que quiero dejarlo todo e irme a navegar por el mar tan lejos como pueda llegar, lo he pensado - sonrío bajando la mirada -Pero luego recuerdas que no es tan sencillo como eso y vuelves a poner los pies sobre el suelo aunque eso signifique ser miserable por un momento antes de proponerte que todo va a salir después bien y vas a seguir con tu vida pase lo que pase- me muerdo el labio inferior -Olvida lo que dije, seguro que tu bebida era más fuerte de lo que aparentaba- bromee y seguí bailando con ella, separándola de mi y dándole una vuelta para después volver a atraparla entre mis brazos.
Ella recarga su cabeza sobre mi hombro y no puedo negar que eso se siente bien, tanto que me gustaría que no se separara de mi en un buen rato y que la canción que suena fuera aún más larga, pero ese gusto no me dura mucho ya que ella se separa de mi para comenzar a decirme sobre el comentario de que se veía sexy, me río y me detengo un momento antes de seguir bailando cuando me menciona de que iba a casarse, no podía creer que tuviese novio, bueno sí lo creería porque venga no todos los días tienes como compañera de casa a una tía así sobretodo porque es inteligente y astuta -¿Ibas a casarte?- enarco una ceja y sigo con el baile para que no piense que saldré corriendo -Que bueno que no lo hiciste ¿sabes?- bromeo mientras me acerco a ella -porque entonces no podría hacer esto- la beso, es algo que no pienso mucho porque para cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo no hay vuelta atrás, además de que yo no quiero hacerlo.
Ella recarga su cabeza sobre mi hombro y no puedo negar que eso se siente bien, tanto que me gustaría que no se separara de mi en un buen rato y que la canción que suena fuera aún más larga, pero ese gusto no me dura mucho ya que ella se separa de mi para comenzar a decirme sobre el comentario de que se veía sexy, me río y me detengo un momento antes de seguir bailando cuando me menciona de que iba a casarse, no podía creer que tuviese novio, bueno sí lo creería porque venga no todos los días tienes como compañera de casa a una tía así sobretodo porque es inteligente y astuta -¿Ibas a casarte?- enarco una ceja y sigo con el baile para que no piense que saldré corriendo -Que bueno que no lo hiciste ¿sabes?- bromeo mientras me acerco a ella -porque entonces no podría hacer esto- la beso, es algo que no pienso mucho porque para cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo no hay vuelta atrás, además de que yo no quiero hacerlo.
Noto que le molesta bastante eso de ser pequeño y entonces me doy cuenta de que ya tengo algo para meterme con él mientras él se mete con mi aspecto de niña chica que parece más chica de lo que es en realidad. No lo hace, solo fue una vez y ni me conocía, pero siempre es bueno tener recursos. Me emociono un montón cuando dice que soy la mejor inventora de bebidas alcohólicas del mundo... bueno, en realidad no dice eso pero como si lo hubiese dicho, y en mis labios se implanta una de esas sonrisas irresistibles, únicas y permanentes. - Hecho! - Casi parece que tuviésemos un negocio juntos y estuviéramos a punto de ponerlo en marcha. Cierro el trato bebiendo lo poquito que me deja y encontrándolo más rico que todo lo que he tomado esta noche, seguramente por el efecto de que es la bebida que nos va a sacar de ¿pobres? bueno, yo no soy especialmente pobre, eso es algo que tengo que admitir.
Trastabillo cuando me arrastra a la pista de baile y suelo un quejita cayendo contra sus brazos y riendo de nuevo moviéndonos de un modo que no se si se considera bailar pero tampoco he bailado nunca así que no discrepo de ello. - ¡AY! - Suelto cuando me pisa y como ya tenemos confianza, algo que probablemente está provocado porque estamos borrachos, le doy un golpe con mi mano todo lo fuerte que puedo (que es poco) en el brazo. - Me pisas! que eso duele. - Pruebo a pisarle yo también pero como estamos trastabillando y además bailando a la vez resulta muy difícil atinarle. Al final acabo sintiendo ese nerviosismo que degenera en una risa, y que no sé que lo provoca exactamente.
Alzo mi vista de golpe hacia él, después de pasarme un buen rato mirándonos los pies a ver si conseguía pisarlo y vengarme, sintiendo todo su aliento haciéndome cosquillas. - ¿En una mesa? Uuuuhh ahora estoy yo para bailar en una mesa - Mi voz va de un tono normal a uno más bajito porque entre más hablo más me doy cuenta de que con lo cerca que estamos no hace falta que grite, me oye de todas maneras. Durante un instante me quedo mirando lo cerca que estamos, es la primera vez que tengo a un chico tan cerca; bueno a un chico que no sea Anthony pero Anthony no cuenta, sin embargo estoy así, tan campante, como si fuera toda una experta y me hubiese pasado toda la vida metida en los brazos de los chicos. - ¿Por qué iba a querer bailar en una mesa? - Mi mente no estaba vagando en ese instante precisamente por lo poco habitual que es éste comportamiento en mi; sino que buscaba alguna respuesta a su pregunta hecha. Decido que es una estupidez y nunca me he antojado de eso porque es una estupidez pero en cuanto miro la mesa, solo por mirarla, me doy cuenta de que se ha convertido en mi sueño de la noche. - ¿Por qué NOOO iba a querer? - Me corrijo haciendo énfasis en el no, tirando de su mano para recorrer todo el camino de vuelta. Creo que alguien nos llama y nos dice que ya basta de alcohol pero sin mucho énfasis porque tampoco es que estemos bebiendo. Me subo a una silla, luego a la mesa y luego hago gestitos a ben para que venga. - Venga, vamos! Que nos quitan la mesa~
Desde ahí arriba todo parece tan alto que parecemos en un escenario. - Podemos contar chistes desde aquí. Me se un montón - En realidad creo que nunca había contado un chiste, se supone que yo no tenía tiempo para esas cosas. - Estoo es una babosa y un pepino de mar que estaban andando... bueno andar no andan porque son babosas y pepinos de mar, así que estaban nadando... bueno nadar tampoco porque ya se que son de mar pero buah, son babosas y pepinos, o sea no nadan... estaban ahí quietos sin hacer nada. - En el momento en el que cambio las cosas que me parecen estúpidas de los chistes, ya no tienen gracia. Ahora me acuerdo porqué no contaba ninguno. - Jo, esto se me da muy mal. - Definitivamente como comediante borracha de mesas de boda, he fracasado.
Trastabillo cuando me arrastra a la pista de baile y suelo un quejita cayendo contra sus brazos y riendo de nuevo moviéndonos de un modo que no se si se considera bailar pero tampoco he bailado nunca así que no discrepo de ello. - ¡AY! - Suelto cuando me pisa y como ya tenemos confianza, algo que probablemente está provocado porque estamos borrachos, le doy un golpe con mi mano todo lo fuerte que puedo (que es poco) en el brazo. - Me pisas! que eso duele. - Pruebo a pisarle yo también pero como estamos trastabillando y además bailando a la vez resulta muy difícil atinarle. Al final acabo sintiendo ese nerviosismo que degenera en una risa, y que no sé que lo provoca exactamente.
Alzo mi vista de golpe hacia él, después de pasarme un buen rato mirándonos los pies a ver si conseguía pisarlo y vengarme, sintiendo todo su aliento haciéndome cosquillas. - ¿En una mesa? Uuuuhh ahora estoy yo para bailar en una mesa - Mi voz va de un tono normal a uno más bajito porque entre más hablo más me doy cuenta de que con lo cerca que estamos no hace falta que grite, me oye de todas maneras. Durante un instante me quedo mirando lo cerca que estamos, es la primera vez que tengo a un chico tan cerca; bueno a un chico que no sea Anthony pero Anthony no cuenta, sin embargo estoy así, tan campante, como si fuera toda una experta y me hubiese pasado toda la vida metida en los brazos de los chicos. - ¿Por qué iba a querer bailar en una mesa? - Mi mente no estaba vagando en ese instante precisamente por lo poco habitual que es éste comportamiento en mi; sino que buscaba alguna respuesta a su pregunta hecha. Decido que es una estupidez y nunca me he antojado de eso porque es una estupidez pero en cuanto miro la mesa, solo por mirarla, me doy cuenta de que se ha convertido en mi sueño de la noche. - ¿Por qué NOOO iba a querer? - Me corrijo haciendo énfasis en el no, tirando de su mano para recorrer todo el camino de vuelta. Creo que alguien nos llama y nos dice que ya basta de alcohol pero sin mucho énfasis porque tampoco es que estemos bebiendo. Me subo a una silla, luego a la mesa y luego hago gestitos a ben para que venga. - Venga, vamos! Que nos quitan la mesa~
Desde ahí arriba todo parece tan alto que parecemos en un escenario. - Podemos contar chistes desde aquí. Me se un montón - En realidad creo que nunca había contado un chiste, se supone que yo no tenía tiempo para esas cosas. - Estoo es una babosa y un pepino de mar que estaban andando... bueno andar no andan porque son babosas y pepinos de mar, así que estaban nadando... bueno nadar tampoco porque ya se que son de mar pero buah, son babosas y pepinos, o sea no nadan... estaban ahí quietos sin hacer nada. - En el momento en el que cambio las cosas que me parecen estúpidas de los chistes, ya no tienen gracia. Ahora me acuerdo porqué no contaba ninguno. - Jo, esto se me da muy mal. - Definitivamente como comediante borracha de mesas de boda, he fracasado.
Lo único que me distrae de sus intentos de pisotearme, esos que provocan que intente echarme hacia atrás de un modo algo patoso, es el hecho de que cuando habla su aliento cargado de aroma a alcohol, me da directamente en la cara, y eso me indica que está tan cerca como nunca creí que estaría una niña que acabo de conocer, pero que ahora se balancea en mis brazos como si fuésemos amigos de toda la vida por culpa de las copitas mezcladas y de más. Las únicas chicas que tuve así de cerca fueron Amelie y Zyanelle, y solamente porque alguna vez las he besado, especialmente a la última. Por un momento me siento un poco precoz. Creo que debería preocuparme por eso, o apartarme, o hacerme el idiota, pero cuando ella acepta mi idea toda preocupación se evapora en un segundo y doy un saltito algo vertiginoso (aunque creo que no me levanté ni dos centímetros del suelo) y la sigo sin chistar. No tengo idea de cómo se sube tan rápido a la mesa, que a mí me parece que está demasiado alta, así que bebo un trago del vaso antes de dejarlo a un lado para poder treparme por una silla como si estuviese haciendo un deporte extremo, ignorando a algunas personas que parecen un poco escandalizadas, hasta que agarro a Ame del hombro para no caerme. Hay una anciana sentada frente a nosotros que nos mira con la boca entreabierta y yo chisto, negando con la cabeza - ¡No nos mire así, señora! – le insisto. Psss, esta gente aburrida.
Su chiste es malísimo, lo sé, pero por compasión me río con ganas y le hago gestos de aliento a los que se encuentran en esta mesa para que se rían con nosotros, pero creo que nos están mirando un poco raro. Da igual, yo le doy palmaditas en la espalda a Ame para consolarla – no te preocupes, seguro que a mí se me da peor. Mira – pongo mis dos manos adelante como hacen los mimos, y los giro hacia un costado haciendo un círculo – “papá!” – giro las manos hacia el otro lado – “mamá!” – otro círculo hacia otro lado – “tía, abuela….APAGUEN EL LAVARROPAS!” – mis manos hacen tantos círculos que por un momento me mareo y la risa se convierte en un temblengue ridículo. Me sostengo de Ame para no caerme, pero en ese entonces un agente de la paz se acerca a nosotros para decirnos que no tenemos que hacer el ridículo y tenemos que bajarnos de la mesa. Me cruzo de brazos en un intento de parecer más intimidante y lo miro con desprecio desde toda mi altura, sin pensar lo que digo a continuación – oblígame.
Claro que lo hace. Me toma por las piernas y, sin escuchar mis gritos, me echa sobre sus hombros y el mundo me da vueltas. - ¡Voy a demandarte! ¡Cobarde! – le doy golpecitos en la espalda que sé que no le hacen daño pero bien que me gustaría, hasta que me suelta y caigo al suelo de culo. Sé que me duele, pero no le doy importancia. No es la primera vez que hago el ridículo en público.
Su chiste es malísimo, lo sé, pero por compasión me río con ganas y le hago gestos de aliento a los que se encuentran en esta mesa para que se rían con nosotros, pero creo que nos están mirando un poco raro. Da igual, yo le doy palmaditas en la espalda a Ame para consolarla – no te preocupes, seguro que a mí se me da peor. Mira – pongo mis dos manos adelante como hacen los mimos, y los giro hacia un costado haciendo un círculo – “papá!” – giro las manos hacia el otro lado – “mamá!” – otro círculo hacia otro lado – “tía, abuela….APAGUEN EL LAVARROPAS!” – mis manos hacen tantos círculos que por un momento me mareo y la risa se convierte en un temblengue ridículo. Me sostengo de Ame para no caerme, pero en ese entonces un agente de la paz se acerca a nosotros para decirnos que no tenemos que hacer el ridículo y tenemos que bajarnos de la mesa. Me cruzo de brazos en un intento de parecer más intimidante y lo miro con desprecio desde toda mi altura, sin pensar lo que digo a continuación – oblígame.
Claro que lo hace. Me toma por las piernas y, sin escuchar mis gritos, me echa sobre sus hombros y el mundo me da vueltas. - ¡Voy a demandarte! ¡Cobarde! – le doy golpecitos en la espalda que sé que no le hacen daño pero bien que me gustaría, hasta que me suelta y caigo al suelo de culo. Sé que me duele, pero no le doy importancia. No es la primera vez que hago el ridículo en público.
No sé lo que estaba pasando hasta que alguien me jaló del brazo diciendo que ya teníamos que avanzar hacia el altar. Me levanté rápidamente, acompañando al novio en la ceremonia mientras me arreglaba el traje por el camino. Eché un vistazo a los asistentes, luego a Ben y a Andy y me coloqué en mi respectivo lugar sonriendo para ver avanzar a Sam. Estaba preciosa. De lejos pude ver también a Abbey y decir que la mandíbula se me había desencajado era decir poco. Joder con el vestido que llevaba. Me obligué a mantener mi compostura y darme la vuelta cuando ya estaban los novios en el altar y el cura decía toda esa parafernalia que se decía en las bodas. Me alegraba un montón por ellos y en cuando se dijeron el aclamado “si quiero” y “puedes besar a la novia” le tiré la flor del traje a la cabeza mientras sonreí y vitoreaba.
Me acerqué a darle la enhorabuena y un abrazo mientras sonreía a los asistentes, dándoles la mano. Será que ser el padrino te hace famoso o algo así, pero yo seguía mi protocolo hasta que los propios novios dieron como comenzaba la fiesta. No se hasta que punto se desmadró porque ver a Ben subido a una mesa y diciendo tonterías era ridículo y gracioso a la vez. Bah. Que se lo pasase bien.
Suspiré y tomé una copa y me di una vuelta hasta encontrar a Abbey y sonreí.- Estás preciosa, Maddie.- llevé mi copa a los labios.- ¿Lo has elegido tú?- pregunté, carraspeando sin dejar de mirar esos agujeritos en su costado que se iban a la pierna.
Me acerqué a darle la enhorabuena y un abrazo mientras sonreía a los asistentes, dándoles la mano. Será que ser el padrino te hace famoso o algo así, pero yo seguía mi protocolo hasta que los propios novios dieron como comenzaba la fiesta. No se hasta que punto se desmadró porque ver a Ben subido a una mesa y diciendo tonterías era ridículo y gracioso a la vez. Bah. Que se lo pasase bien.
Suspiré y tomé una copa y me di una vuelta hasta encontrar a Abbey y sonreí.- Estás preciosa, Maddie.- llevé mi copa a los labios.- ¿Lo has elegido tú?- pregunté, carraspeando sin dejar de mirar esos agujeritos en su costado que se iban a la pierna.
Resumen de todo D: mención al borrachín de Ben xD y luego con Abbey :3
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No puedo creerlo, ni siquiera cuando Samantha me escogió para ser su dama de honor me lo podía creer. Desde luego sabía que la relación que tenían Anthony y Sam estaba aumentado muchísimo pero nunca llegué a imaginar el poder verlos a ambos, yo al lado de mi amiga quien camina hacia el altar, y él parado enfrente esperándola. El momento de dejarla ir llega y no puedo evitar soltar una lagrimita cuando por fin "acepta" unir su vida con la de Anthony para siempre. No sé cómo se van desarrollando las cosas pero cuando menos me lo imagino ya estamos en la fiesta. Todos bailan, todos beben y todos comparten su alegría. Hay pocas ocasiones como estas cuando realmente podemos disfrutar sin que el Capitolio meta muchos sus manos en el asunto. Realmente me gusta estar aquí con todos, aunque no me lleve con casi nadie. Observo a la niña que estaba en la carpa con Sam hablando con el mentor del cuatro, Benedict y sonrío levemente. A lo lejos se pueden ver a varias otras personas que bailan y ríen con sus acompañantes mientras que yo... Bueno, yo estoy sola. Es triste pensar en venir a una fiesta conociendo a los mentores y algunos invitados pero sin hablar con ellos. Recuerdo el día en que estaba por casarme, como todas las caras conocidas me perseguían y la única a la que buscaba escapaba de mí, en una abrir y cerrar de ojos volví a quedarme soltera y no imaginaba tener otra razón para sonreír. Creí que sin mi pareja todo estaba perdido, pensaba que había sido yo la del error... Pero ahora, cada vez que veo a Sam y Anthony mirarse e uno al otro, sonreírse y compartir sus pensamientos con tan sólo verse, me doy cuenta de que en realidad no hice nada más que amar sin ser AMADA; es decir, cuando lo veía a él nunca compartimos tales cosas, por eso aunque me hubiera casado no sería lo mismo. No estoy feliz de estar así, pero sí que lo estoy por poder verlos a ellos unidos. Mientras las personas que quiero sonrían yo también lo haré, no importan las circunstancias.
Me acerco a a ellos con una amplia sonrisa. - Hola espositos. - Me río un poco y les doy mi felicitación acompañada de unas cuántas palabras más que sale de no sé dónde y regreso a mi antiguo lugar sin saber qué más podría hacer...
Me acerco a a ellos con una amplia sonrisa. - Hola espositos. - Me río un poco y les doy mi felicitación acompañada de unas cuántas palabras más que sale de no sé dónde y regreso a mi antiguo lugar sin saber qué más podría hacer...
Isla de los vencedores | | Plaza
Probablemente, esa señora que estaba a mi lado sabía incluso menos de la boda que yo, y eso era mucho decir. Sin embargo, aquello no tuvo gran importancia. Al menos fue una persona de lo más amable y aunque en algunos momentos llego a ser bastante pesada, fue divertido tener alguien con quien hablar. No tardaron en aparecer los protagonistas de aquel día, primero el novio y después la novia. Hasta ese momento nunca había presenciado una boda fuera del once y puede que las nuestras fueran mucho más modestas, pero ninguna de ellas tenía algo que envidiar a esta que estaba repleta de desconocidos.
Finalmente, la ceremonia acabo con un beso y oleadas de aplausos de los invitados. Todo el mundo estaba feliz por la recién unida pareja, incluso yo que me encontré aplaudiendo aunque en esos instantes pensara que nunca entendería esos inmensos eventos y jamas hubiera reído en el matrimonio.
La fiesta se traslado a otra parte, exactamente a la playa donde se encontraban casi todas la mesas. Los invitados poco tardaron en comer y tan pronto como canta un gallo se pusieron en pie para bailar - ¡Viva! - Acompañe al unisono al resto de invitados que no paraba de felicitar a la pareja con frases típicas los novios como " Vivan los novios". Algunos camareros, todos de ellos Avox, empezaron a circular con una bandeja y copas en mano. Pude haber cogido una, pero fui incapaz de beber cuando su triste mirada se poso en mi, prácticamente se revolvieron mis tripas al reconocer aquel rostro, un chico del once. - No gracias - Le conteste rotundamente y me aleje de él rápidamente como si tuviera la peste.
Los recuerdos y la culpabilidad empezaban invadirme, me sentía tan mal por haber abandonado todo por lo que una vez creí. ¿Como podía haber dejado que mi vida cambiara tanto? Pense mil veces hasta que entonces escuche su voz y por ese instante en el mi mirada cruzo la suya volví a dejar todo eso encerrado en un cajón que abriría más tarde -Bueeeeno... Se podrían decir que me han ayudado - Le conteste encogiéndome de hombros y con una sonrisa mientras miraba al vestido que elegí con la ayuda de mi ayudante. - ¿Te lo estas pasando bien?
Con Derian. (Resumen : Abbey aplaude, Abbey sigue a la multitud, Abbey come, Abbey sigue a los que quieren fiesta, Abbey se encuentro con Avox, Abbey se aleja y Abbey habla con Derian. TODO ABBEY )
No me gustaban las aglomeraciones, los tumultos de gente y todos sabían que mis horas estaban contadas en esa boda. No me gustaba socializar, me gustaba estar solo porque así no tenía que escuchar críticas, ni opiniones ni quejas de gente que contaba sus problemas sin importarte una mierda. Porque no me importaban, como a nadie le importaba lo que me pasaba. Todavía no había recibido la ayuda de nadie de corazón. Nadie me había visitado a casa para ver que me pasaba, como estaba. De nunca. Salvo una persona. Solo una. Y no había podido venir por enfermedad. Suspiré y miré hacia el mar mientras las palabras de Abbey colaban en mi mente. También ella había estado ahí conmigo, soportándome. Pero quizá porque no tenía más remedio que hacerlo al vivir los dos en la misma casa. Otro trago y otra mirada a los ojos oscuros de ella mientras caminaba a un sitio apartado, con menos gente mirándola para que me acompañase.
-Habéis tenido buen gusto. Estás maravillosa.- bebí de la copa y la tiré al mar.- He visto tu rostro cuando has mirado a un avox. Era del once, ¿verdad? Evita mirarlos a los ojos, colorines, hablaremos de esto en casa.- me agaché y me senté en la arena importándome bien poco si me ensuciaba el traje y le tendí la mano para que se sentase a mi lado.- No está mal, pero sabes que el tumulto de gente no es lo mío, por extraño que parezca.- sonreí.- En otro tiempo me verías ahí.- señalé al centro de la fiesta.- Liándola parda, ligando con las solteras, siendo el alma de la fiesta y ahora estoy aquí, a tu lado, sentado en la arena contándote cosas de mi. ¿Qué opinas?- comenté soltando una pequeña risa mientras entrecerraba los ojos por la brisa marina.
-Habéis tenido buen gusto. Estás maravillosa.- bebí de la copa y la tiré al mar.- He visto tu rostro cuando has mirado a un avox. Era del once, ¿verdad? Evita mirarlos a los ojos, colorines, hablaremos de esto en casa.- me agaché y me senté en la arena importándome bien poco si me ensuciaba el traje y le tendí la mano para que se sentase a mi lado.- No está mal, pero sabes que el tumulto de gente no es lo mío, por extraño que parezca.- sonreí.- En otro tiempo me verías ahí.- señalé al centro de la fiesta.- Liándola parda, ligando con las solteras, siendo el alma de la fiesta y ahora estoy aquí, a tu lado, sentado en la arena contándote cosas de mi. ¿Qué opinas?- comenté soltando una pequeña risa mientras entrecerraba los ojos por la brisa marina.
Abbey
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Me dejo consolar y aunque no lo parezca eso me hace sentir mejor, entonces presto toda mi atención a su chiste que por un momento no entiendo. Me veo a mi misma imitando sus movimientos hasta que algo se conecta y me empiezo a reír. La gente del rededor también aunque no con tantas ganas como yo, seguramente porque yo estoy borracha y ellos no. En algún momento me pongo a aplaudir como si la gente fuera a seguirme hasta que alguien viene a bajarnos. - Te lo dije! Iban a querer nuestra mesa - Agarro su camisa cuando alguien tira de él para evitar que se lo lleve, pero eso solo hace que se le resbale toda la ropa hasta que me quedo yo soy ella y él en el suelo con el agente medio desnudo de cintura para arriba. Alzo las manos con la ropa suya que me he quedado en la mano y luego le miro a él. - ¿sabes lo rica que me haría por vender esto en Iboy? - Ahora llega el turno de que me bajen a mi, e intento oponer resistencia también aunque son, considerablemente más delicados conmigo y yo no tengo a nadie a quien agarrarme. Una vez nos dejan uno junto al otro en el suelo, me quedo abrazada a la ropa de Ben porque es lo único de donde "he podido cogerme" mientras me arrastraban abajo de la mesa. Alguien nos dice que deberíamos irnos con nuestros padres y chisto.
Ni él ni yo tenemos padres. Nunca creí que tuviese tanto en común con un vencedor. - Métase en sus asuntos... - Mascullo. Luego pienso en que Ben a lo mejor sí que tiene padres pero como él vive en la isla poco caso les hará y pocas oportunidades tendrá de verlos; y yo.. bueno los míos están divorciados y apenas tienen ganas de hacerme caso. Que solos estamos. Me pongo a murmurar y despotricar contra el agente que nos amargó la noche mientras le paso a ben su camisa por la cabeza porque una parte de mi, esa de fangirl adolescente y medio estúpida quiere quedársela, pero la otra, esa que se siente con Ben tan a gusto, sabe que si no se pone ropa probablemente se resfríe. - Así mejor. Vamos a otro sitio, así no tenemos que juntarlos más. - Miro un momento a los agentes de la paz que nos están echando un vistazo todavía para ver si tienen que intervenir de nuevo, y me pongo muy digna girándoles la cara. Luego tomo la mano de Ben, le pego un tirón para ayudarlo a levantar del suelo y lo saco de allí.
Voy tan enfadada que solo refunfuño, hasta que la mecánica de mi cabeza acaba recordando el chiste de Ben y tengo que para a reírme. - Lavarropa. - Llegamos al muelle y me dejo caer en el bordillo con los pies colgando, soltando por fin la mano de mi acompañante y poniéndolas ambas en el suelo. - ¿No pensaste en dedicarte a comediante o algo así? Ahora que ya no haces nada, podrías planteártelo... ya sabes... pensar en el futuro - hago un gesto con mis manos como si con ellas pudiera demostrar la magestuosidad del mismo. - Yo sirvo mi bebida especial y tu los entretienes. Es el mejor negocio del mundo. Y podemos llamarlo Puzzleeees
Ni él ni yo tenemos padres. Nunca creí que tuviese tanto en común con un vencedor. - Métase en sus asuntos... - Mascullo. Luego pienso en que Ben a lo mejor sí que tiene padres pero como él vive en la isla poco caso les hará y pocas oportunidades tendrá de verlos; y yo.. bueno los míos están divorciados y apenas tienen ganas de hacerme caso. Que solos estamos. Me pongo a murmurar y despotricar contra el agente que nos amargó la noche mientras le paso a ben su camisa por la cabeza porque una parte de mi, esa de fangirl adolescente y medio estúpida quiere quedársela, pero la otra, esa que se siente con Ben tan a gusto, sabe que si no se pone ropa probablemente se resfríe. - Así mejor. Vamos a otro sitio, así no tenemos que juntarlos más. - Miro un momento a los agentes de la paz que nos están echando un vistazo todavía para ver si tienen que intervenir de nuevo, y me pongo muy digna girándoles la cara. Luego tomo la mano de Ben, le pego un tirón para ayudarlo a levantar del suelo y lo saco de allí.
Voy tan enfadada que solo refunfuño, hasta que la mecánica de mi cabeza acaba recordando el chiste de Ben y tengo que para a reírme. - Lavarropa. - Llegamos al muelle y me dejo caer en el bordillo con los pies colgando, soltando por fin la mano de mi acompañante y poniéndolas ambas en el suelo. - ¿No pensaste en dedicarte a comediante o algo así? Ahora que ya no haces nada, podrías planteártelo... ya sabes... pensar en el futuro - hago un gesto con mis manos como si con ellas pudiera demostrar la magestuosidad del mismo. - Yo sirvo mi bebida especial y tu los entretienes. Es el mejor negocio del mundo. Y podemos llamarlo Puzzleeees
De un momento a otro hace mucho frío, y no me doy cuenta de que se debe a que Ame ha tironeado de mí lo suficiente como para quitarme la camisa hasta que me miro a mí mismo y me descubro casi desnudo, lo que es realmente vergonzoso, así que me abrazo a mí mismo como si tuviese algo que ocultar cuando en realidad no hay nada raro en mí porque tuve la suerte de nacer niño. Ame cae a mi lado en el suelo y me río de ella porque se ve muy ridícula, con el vestido revuelto y el peinado de su cabello obviamente dado vuelta de lo que en realidad debería ser - ¡pero qué bonita te ves! – le digo, con el sarcasmo más exagerado que soy capaz, y estoy seguro de que acabo de poner la cara más ridícula que alguna vez puse en mi vida. Tengo que callarme la boca porque ella comienza con la tarea de volver a vestirme, cosa que acepto de buena gana, pero me doy cuenta de que cuesta encajar las manos por las mangas y por un momento creo que mi propia ropa va a ahorcarme, hasta que al final todo se encuentra en su sitio y yo me tanteo el pecho para asegurarme de que no haré el ridículo más tarde. No, creo que no hay nada que esté mal.
Una vez Shamel dijo que yo tengo la desgracia de hacer todo lo que las chicas me ordenan, en esos tiempos basándose en Melanie o Sophia (especialmente en Sophia), y ahora mismo creo que tenía algo de razón cuando Ame me toma de la mano, levantándome del suelo sin que yo me niegue, para comenzar a avanzar entre una multitud que parece cada vez más grande, aunque tal vez soy yo el que piensa que está atravesando mares. Todos se mueven de una forma tan cómica y grotesca a mis ojos que a veces me les quedo mirando más tiempo de lo normal, hasta que llegamos al muelle. Creo que es por culpa del alcohol, pero siento que la idea de saltar al agua es demasiado tentadora, pero no lo hago por que tal vez es demasiado infantil. Como sea, Ame se ríe de mi chiste y yo le sonrío, orgulloso de mí mismo, e hincho mi pecho al sentarme a su lado. No sé muy bien el motivo, pero me paso la mano por el cabello para echarlo hacia atrás, como tantas veces vi que hacían los galanes en las películas. Bueno, creo que es porque no todos los días una chica me halaga. Ahora mismo hasta Zyanelle parece vivir en una galaxia lejana.
- Puzzleees – la imito, saboreando como queda la palabra en mis labios, que se sienten pesados y dormidos, e incluso repito la palabra un par de veces en diferentes tonos hasta que toma algún sentido dentro de mi cabeza - ¡Me gusta, me gusta! Ahora que lo pienso, ser comediante es mucho mejor que ser mentor. Después podemos dividir las propinas y entonces, seremos multi-multi millonarios – ahora mismo me da igual que tengo todo el oro que pudiese desear. La idea de ganarlo haciendo algo genial me gusta mucho más. O tal vez no me parece tan tonta ahora que estoy dentro de mi propia burbuja feliz. Balanceo un poco mis pies y me quedo viendo como estos parecen bailar en el aire sobre encima del agua, y disminuyo un poco la velocidad de mis piernas, hasta que decido que estuve mucho tiempo callado - ¿sabes una cosa? El mar es mi cosa favorita en el mundo, porque vivía enfrente de la playa allá en el cuatro. ¿Sabes que vengo del cuatro? - ¡claro que lo sabe! Pero ahora eso no importa – crecí ahí así que soy un gran nadador, y pescador, y … y bueno, ya sabes, todas esas cosas que se pueden hacer en el agua – nunca se me dio bien alardear sobre mí mismo porque nunca he tenido verdadero ego (vamos, en mi distrito siempre fui el chiste con patas), pero ahora mismo siento que con ella puedo hacerlo porque tiene ese “no sé qué” que nunca nadie antes tuvo conmigo, o tal vez es porque tomé mucho alcohol, o porque ya nadie nos presta atención. ¡Qué sé yo! El punto es que apoyo el mentón en su hombro, estando demasiado cerca de ella, tanto que huelo todo su perfume y puedo ver cada detalle del maquillaje que le pusieron en la cara. Me pongo bizco un momento para hacerla reír y luego la miro de manera acusadora - ¿y tú sabes hacer algo bien? Mira que desde tan cerca puedo ver si me mientes, eh.
Una vez Shamel dijo que yo tengo la desgracia de hacer todo lo que las chicas me ordenan, en esos tiempos basándose en Melanie o Sophia (especialmente en Sophia), y ahora mismo creo que tenía algo de razón cuando Ame me toma de la mano, levantándome del suelo sin que yo me niegue, para comenzar a avanzar entre una multitud que parece cada vez más grande, aunque tal vez soy yo el que piensa que está atravesando mares. Todos se mueven de una forma tan cómica y grotesca a mis ojos que a veces me les quedo mirando más tiempo de lo normal, hasta que llegamos al muelle. Creo que es por culpa del alcohol, pero siento que la idea de saltar al agua es demasiado tentadora, pero no lo hago por que tal vez es demasiado infantil. Como sea, Ame se ríe de mi chiste y yo le sonrío, orgulloso de mí mismo, e hincho mi pecho al sentarme a su lado. No sé muy bien el motivo, pero me paso la mano por el cabello para echarlo hacia atrás, como tantas veces vi que hacían los galanes en las películas. Bueno, creo que es porque no todos los días una chica me halaga. Ahora mismo hasta Zyanelle parece vivir en una galaxia lejana.
- Puzzleees – la imito, saboreando como queda la palabra en mis labios, que se sienten pesados y dormidos, e incluso repito la palabra un par de veces en diferentes tonos hasta que toma algún sentido dentro de mi cabeza - ¡Me gusta, me gusta! Ahora que lo pienso, ser comediante es mucho mejor que ser mentor. Después podemos dividir las propinas y entonces, seremos multi-multi millonarios – ahora mismo me da igual que tengo todo el oro que pudiese desear. La idea de ganarlo haciendo algo genial me gusta mucho más. O tal vez no me parece tan tonta ahora que estoy dentro de mi propia burbuja feliz. Balanceo un poco mis pies y me quedo viendo como estos parecen bailar en el aire sobre encima del agua, y disminuyo un poco la velocidad de mis piernas, hasta que decido que estuve mucho tiempo callado - ¿sabes una cosa? El mar es mi cosa favorita en el mundo, porque vivía enfrente de la playa allá en el cuatro. ¿Sabes que vengo del cuatro? - ¡claro que lo sabe! Pero ahora eso no importa – crecí ahí así que soy un gran nadador, y pescador, y … y bueno, ya sabes, todas esas cosas que se pueden hacer en el agua – nunca se me dio bien alardear sobre mí mismo porque nunca he tenido verdadero ego (vamos, en mi distrito siempre fui el chiste con patas), pero ahora mismo siento que con ella puedo hacerlo porque tiene ese “no sé qué” que nunca nadie antes tuvo conmigo, o tal vez es porque tomé mucho alcohol, o porque ya nadie nos presta atención. ¡Qué sé yo! El punto es que apoyo el mentón en su hombro, estando demasiado cerca de ella, tanto que huelo todo su perfume y puedo ver cada detalle del maquillaje que le pusieron en la cara. Me pongo bizco un momento para hacerla reír y luego la miro de manera acusadora - ¿y tú sabes hacer algo bien? Mira que desde tan cerca puedo ver si me mientes, eh.
Siempre alerta, siempre tensa. Mientras caminaba en círculos en mi posición, tenía la oportunidad de echar un vistazo al altar y a los invitados, sin perder de vista a Andrew o Ivy. Cierro los puños y entrecierro los ojos, sólo necesito estar segura de todo. ¿Una misión rebelde o un infiltrado en una boda tan preciosa? Una falla en alguno de los dos casos y mi garganta sería una en cortarse. Más allá de la seguridad de los novios, también pienso sobre la de nosotr... ¡Basta! Me prometí dejar de pensar en lo que pasaría si algo malo le pasara a Andrew, ello solo hace que los miedos aumenten y no me apetece un repentino vómito o desmayo en pleno trabajo.
Decir que la boda de los mentores fue un total fracaso o desastre de algún tipo en particular sería la mentira más grande que alguien puede decir. En lugar de eso, la ceremonia continúo sin ninguna clase de altercado; paz, tranquilidad, respeto y amor tanto por parte de los invitados como de los avox y agente de la paz. Los novios finalmente dijeron el famoso "Sí, acepto", el beso hizo presencia y todos estallaron en vítores, felicitaciones, aplausos y algún que otra caída bajo el efecto del alcohol (fuera de lo último, nada de lo que debería preocuparme). Sé que no debo bajar la guardia en mi trabajo, sin embargo cuando me doy cuenta que ello, ya estoy quitándome el pesado e incómodo casco del uniforme. Veo cada rincón iluminado con más claridad, sin estúpidos vidrios polarizados; me ajusto la coleta del pelo y aferro al casco a mi cuerpo. Por primera vez en días, la sensación de cambiar de aire no me causa mareos.
Esbozo una sonrisa cuando Ivy se dispone a buscarme. No somos mejores amigas ni nada por el estilo, pero desde la primera vez que nos vimos, supe que seríamos una combinación un tanto explosiva. - ¿La boda? Espectacular. - me encojo de hombros. No miento, estuvo demasiado bien para ser verdad, y aquello no me quita la ansiedad. - De hecho creo que custodiaré bodas más seguido; dicen que la comida es deliciosa. - me relamo los labios con exageración. Estoy hambrienta, y eso que a penas pasaron cuatro horas. Suelto una risita no muy propia de mí. - Mi novio sería muy valiente si me sacara a bailar (bueno, más de lo que es). - respondo incapaz de contener la sonrisa. - El día en el que nos conocimos, Andrew me invitó un baile; terminó con medio pie machucado. Soy inútil. - me encojo de hombros, como si le restara importancia al hecho de que no sirvo para esas cosas que involucran equilibrio. - Creo que tengo dos pies izquierdos.
Decir que la boda de los mentores fue un total fracaso o desastre de algún tipo en particular sería la mentira más grande que alguien puede decir. En lugar de eso, la ceremonia continúo sin ninguna clase de altercado; paz, tranquilidad, respeto y amor tanto por parte de los invitados como de los avox y agente de la paz. Los novios finalmente dijeron el famoso "Sí, acepto", el beso hizo presencia y todos estallaron en vítores, felicitaciones, aplausos y algún que otra caída bajo el efecto del alcohol (fuera de lo último, nada de lo que debería preocuparme). Sé que no debo bajar la guardia en mi trabajo, sin embargo cuando me doy cuenta que ello, ya estoy quitándome el pesado e incómodo casco del uniforme. Veo cada rincón iluminado con más claridad, sin estúpidos vidrios polarizados; me ajusto la coleta del pelo y aferro al casco a mi cuerpo. Por primera vez en días, la sensación de cambiar de aire no me causa mareos.
Esbozo una sonrisa cuando Ivy se dispone a buscarme. No somos mejores amigas ni nada por el estilo, pero desde la primera vez que nos vimos, supe que seríamos una combinación un tanto explosiva. - ¿La boda? Espectacular. - me encojo de hombros. No miento, estuvo demasiado bien para ser verdad, y aquello no me quita la ansiedad. - De hecho creo que custodiaré bodas más seguido; dicen que la comida es deliciosa. - me relamo los labios con exageración. Estoy hambrienta, y eso que a penas pasaron cuatro horas. Suelto una risita no muy propia de mí. - Mi novio sería muy valiente si me sacara a bailar (bueno, más de lo que es). - respondo incapaz de contener la sonrisa. - El día en el que nos conocimos, Andrew me invitó un baile; terminó con medio pie machucado. Soy inútil. - me encojo de hombros, como si le restara importancia al hecho de que no sirvo para esas cosas que involucran equilibrio. - Creo que tengo dos pies izquierdos.
Ivy
Sonrío cuando también admite que necesita de vez en cuando un respiro y lo cierto es que ya no me siento tan mal pensándolo de vez en cuando, soñando con sitios escondidos en la montaña o casas cerca de la playa donde ni siquiera tenga que ponerme ropa para bajar. Claro que esas son cosas que se quedaron en mi cabeza porque tenía muchas responsabilidades, cuidar de mi misma, cuidar de Jordan, cuidar de Riorden, ahora de Alex y Abraham. Suelto un suspiro y niego sutilmente. - Barcos ¿eh? Suena a ese típico sueño que tienen todo los niños del cuatro. - Lo molesto un poco, aunque yo también fui pequeña y soñé con lugares inencontrables, inexistentes, inexplorados y lejanos que podría visitar algún día cuando tuviera con qué moverme y dinero para pagarlo. - Si es secillo. Si no tienes a nadie, digo. Si solo eres tú y tu dinero - Pero por lo general, cuando no tienes a nadie y tienes esos sueños, no tienes dinero para realizarlos, y en el camino consiguiéndolo conoces personas que te hacen quedarte. Sonrío porque me ha mostrado su lado más vulnerable y ahora se arrepiente, lo cual me hace rodar los ojos. - Nadie va a matarte por querer dejarlo, o tener sueños de esos. Casi todos los tenemos. Yo quería ir a la luna de pequeña. - Admito solo para mitigar un poco su vergüenza.
Resoplo cuando me pregunta si iba a casarme, porque en ese momento se me ocurren un millón de frases para afirmar ese "iba" o corregirlo; es decir, estoy enfadada con Abe, le tiré el anillo a la cara, hace días que ni siquiera me paso por su casa ni le contesto el teléfono pero necesitaba un tiempo para mi sola. O eso creo. Porque entre más tiempo paso sola más ganas tengo de que sea algo más a largo plazo. - Tsk, es que... - No he alcanzado si quiera a alzar la voz lo suficiente como para que me escuche cuando sus labios se posan sobre los míos. Son los primeros labios que siento que no son de Abraham y por muy raro que parezca, no los siento tan extraños. Me sorprendo a mi misma devolviendo el beso y además extendíendolo más de lo que debería, porque sí, porque puede que yo fuera a casarme en pasado, pero eso es algo que Abe no sabe todavía.
Me separo de él bruscamente quedándome un momento completamente congelada en mi lugar buscando la manera de explicarme sin herirlo. Tal vez he estado mandando señales erróneas, no es mi culpa, pero tampoco es la suya. Estoy confusa, ahora mismo tan confusa como para simplemente disculparme. - Lo siento Dominic, ahora mismo... ahora mismo no puedo. No "iba", VOY a casarme - Mi voz flaquea cuando intento hacer énfasis en que algo de lo que no estoy segura sigue en pie. Siento que se nota que en realidad es una decisión que tengo en pausa para después, y me paso las manos por las mejillas frustrada. - Solo... Solo perdonáme. - Avanzo con toda la intención de marcharme rechazando cualquier intento de acompañarme por lo menos a la entrada, y me pierdo entre la multitud.
Entre los avances encuentro a mi amiga, o ella me encuentra a mi porque tres segundos después está intentando seguirme el paso preguntando que pasó. - Nada. NADA! Solo salgamos de aquí - Escupo las palabras y ella me hace caso, llama un taxi y en menos de 3 minutos estamos de nuevo, rumbo a casa.
Resoplo cuando me pregunta si iba a casarme, porque en ese momento se me ocurren un millón de frases para afirmar ese "iba" o corregirlo; es decir, estoy enfadada con Abe, le tiré el anillo a la cara, hace días que ni siquiera me paso por su casa ni le contesto el teléfono pero necesitaba un tiempo para mi sola. O eso creo. Porque entre más tiempo paso sola más ganas tengo de que sea algo más a largo plazo. - Tsk, es que... - No he alcanzado si quiera a alzar la voz lo suficiente como para que me escuche cuando sus labios se posan sobre los míos. Son los primeros labios que siento que no son de Abraham y por muy raro que parezca, no los siento tan extraños. Me sorprendo a mi misma devolviendo el beso y además extendíendolo más de lo que debería, porque sí, porque puede que yo fuera a casarme en pasado, pero eso es algo que Abe no sabe todavía.
Me separo de él bruscamente quedándome un momento completamente congelada en mi lugar buscando la manera de explicarme sin herirlo. Tal vez he estado mandando señales erróneas, no es mi culpa, pero tampoco es la suya. Estoy confusa, ahora mismo tan confusa como para simplemente disculparme. - Lo siento Dominic, ahora mismo... ahora mismo no puedo. No "iba", VOY a casarme - Mi voz flaquea cuando intento hacer énfasis en que algo de lo que no estoy segura sigue en pie. Siento que se nota que en realidad es una decisión que tengo en pausa para después, y me paso las manos por las mejillas frustrada. - Solo... Solo perdonáme. - Avanzo con toda la intención de marcharme rechazando cualquier intento de acompañarme por lo menos a la entrada, y me pierdo entre la multitud.
Entre los avances encuentro a mi amiga, o ella me encuentra a mi porque tres segundos después está intentando seguirme el paso preguntando que pasó. - Nada. NADA! Solo salgamos de aquí - Escupo las palabras y ella me hace caso, llama un taxi y en menos de 3 minutos estamos de nuevo, rumbo a casa.
Le miro cuando se pone a repetir la palabra y no puedo evitar una sonrisa. Al rato hago un gesto para que se detenga porque recuerdo una vez un chiste de mi profesor de lengua, o bueno, yo lo consideré un chiste. - Si repites mucho una palabra la empiezas a notar rara y antinatural. Como bol. booool. BOOOOL - Ese fue el ejemplo que puso entonces y aún me sigue sonando rarísimo pensar en esa palabra después de pasarnos dos horas repitiéndola hasta que ya dejó de ser familiar. No quiero que pase eso con el nombre del bar que vamos a regentar juntos porque... bueno pues porque me gusta y a él también y no quiero tener que ponerme a elegir un nombre otra vez. Durante un instante somos dos haciendo el tonto, uno diciendo puzzle y el otro diciendo bol.
Lo de ser multimultimultimillonarios me suena tan bien que dejo de decir estupideces. Así podría pagarle a mi abuelo su operación del corazón para que no estuvieramos asustados todo el tiempo sobre si va a ponerse bien o no; y podría comprar una casa más grande. En fin, no es que me paguen precisamente mal creando los sistemas que después los vigilantes usan en los juegos, pero no es ni de lejos una situación económica parecida a la de alguien tan rico como lo es Ben ahora mismo. Pienso un momento si él no ha pensado en que ya es muchimillonario, pero tampoco lo pregunto. Asiento cuando me pregunta si sé que es del cuatro haciendo otra vez ese gesto que básicamente me sale natural cuando alguien marca algo obvio (como cuando se presentó). - mmm - Pienso en qué más hace alguien en el mar a parte de pescar y nadar. - ¿nadar? - Sacudo la cabeza porque eso ya lo ha dicho. - Navegar! Como el barquito chiquitito que no sabía navegar. Aunque en este caso si sabrías navegar. - Puntualizo lo del sí y vuelvo a reír pero ligeramente, porque la risa se me ahoga en la garganta cuando siento su aliento en mi mejilla.
Nunca he estado tan cerca de un chico como he estado de Ben, y claro remarco que Anthony no cuenta e incluso sin contada jamás estuve así con él. Hincho una de mis mejillas y me aventuro a mirarlo. Es ligeramente más alto que yo, algo que me frustra bastante, pero también me doy cuenta de que tiene pequitas en las mejillas de esas que solo ves cuando estás muy cerca. ¿Tendré yo pequitas también que él estará notando? Me encojo de hombros ante su pregunta. - Yo soy del tres. Y bueno, allí aprendemos cosas como tu en el cuatro, pero en vez de a pescar, aprendemos a... calcular - No sé ni como explicarle lo que hacemos en el cuatro porque ahora mismo por muchos motivos, entre ellos la mezcla de alcohol y que sus respiraciones pausadas me hacen cosquillas, me están nublando el juicio. - Pero calcular guay, no calcular aburrido. Uno mas uno dooos, dos mas dos son cuatrooo. - Chisto. - Eso no es divertido. Hacíamos apuestas. Buscabamos un edificio alto y de ahí lanzamos huevos con todo tipo de cacharros como equipo de defensa que evitaran que se rompieran o quebraran al caer al suelo desde esa altura. El que no se rompe gana. Y si ninguno se rompe subíamos más alto hasta que alguien perdiera. - Esas eran las cosas que hacía cuando mis conocimientos aún no habían atropellado al colegio ni a mis amigos. Echo de menos esos días, donde chicos de mi edad disfrutaban haciendo equipo conmigo sin saber que tenía una inteligencia bastante superior a la suya y me odiasen por eso.
Suelto un suspiro y agacho la mirada. - Pero luego crecí, y me volví más lista que el resto y ya no quisieron volver a apostar conmigo. - Mi voz está cargada de soledad, la misma que siempre me atormenta cada día de mi vida. - Eres la primera persona de mi edad que me habla. - Muevo mis piernas girando mi cabeza para mirarle, sintiendo mi nariz rozando la suya durante un momento y las mejillas ligeramente encendidas. Me resulta un poco difícil mirarle a los ojos por la cercanía, y porque nunca había tenido a nadie a tan poca distancia. - Así que si vas a seguir hablando conmigo, déjame disculparme de antemano por todas las veces que te haré quedar como un estúpido - Esas palabras ni siquiera son mías, son de esas que te dicen cuando vas por la calle y personas que antes eran tus amigos te recuerdan porqué te odian ahora. "Si tan solo dejaras de hacernos quedar como estúpidos" Nunca era mi intención. O al menos eso creo. Suelto un suspiro y me muerdo el labio dejando caer mis mirada hacia sus labios, tan cerca.
Llego a una comodidad casi absoluta entre el ruido de las olas y el silencio que se forma entre los dos, que me inclino hacia donde está para besarlo sin razonar el porqué lo hago; aunque en el trayecto tengo un par de accidentes porque choco mi frente contra la suya lo cual me hace soltar una ligera risa y retroceder unos milímetros por la sorpresa. Nunca había besado a nadie, así que esto es otra de esas difíciles cosas que estoy intentando hacer sin, básicamente, tener ninguna idea al respecto salvo la de haber visto besarse a millones de personas en la televisión a lo largo de los años. Al tercer intento no choco con él, sino que mis labios están sobre los suyos, húmedos, suaves, y con un ligero sabor al alcohol que llevamos tomando toda la noche.
Lo de ser multimultimultimillonarios me suena tan bien que dejo de decir estupideces. Así podría pagarle a mi abuelo su operación del corazón para que no estuvieramos asustados todo el tiempo sobre si va a ponerse bien o no; y podría comprar una casa más grande. En fin, no es que me paguen precisamente mal creando los sistemas que después los vigilantes usan en los juegos, pero no es ni de lejos una situación económica parecida a la de alguien tan rico como lo es Ben ahora mismo. Pienso un momento si él no ha pensado en que ya es muchimillonario, pero tampoco lo pregunto. Asiento cuando me pregunta si sé que es del cuatro haciendo otra vez ese gesto que básicamente me sale natural cuando alguien marca algo obvio (como cuando se presentó). - mmm - Pienso en qué más hace alguien en el mar a parte de pescar y nadar. - ¿nadar? - Sacudo la cabeza porque eso ya lo ha dicho. - Navegar! Como el barquito chiquitito que no sabía navegar. Aunque en este caso si sabrías navegar. - Puntualizo lo del sí y vuelvo a reír pero ligeramente, porque la risa se me ahoga en la garganta cuando siento su aliento en mi mejilla.
Nunca he estado tan cerca de un chico como he estado de Ben, y claro remarco que Anthony no cuenta e incluso sin contada jamás estuve así con él. Hincho una de mis mejillas y me aventuro a mirarlo. Es ligeramente más alto que yo, algo que me frustra bastante, pero también me doy cuenta de que tiene pequitas en las mejillas de esas que solo ves cuando estás muy cerca. ¿Tendré yo pequitas también que él estará notando? Me encojo de hombros ante su pregunta. - Yo soy del tres. Y bueno, allí aprendemos cosas como tu en el cuatro, pero en vez de a pescar, aprendemos a... calcular - No sé ni como explicarle lo que hacemos en el cuatro porque ahora mismo por muchos motivos, entre ellos la mezcla de alcohol y que sus respiraciones pausadas me hacen cosquillas, me están nublando el juicio. - Pero calcular guay, no calcular aburrido. Uno mas uno dooos, dos mas dos son cuatrooo. - Chisto. - Eso no es divertido. Hacíamos apuestas. Buscabamos un edificio alto y de ahí lanzamos huevos con todo tipo de cacharros como equipo de defensa que evitaran que se rompieran o quebraran al caer al suelo desde esa altura. El que no se rompe gana. Y si ninguno se rompe subíamos más alto hasta que alguien perdiera. - Esas eran las cosas que hacía cuando mis conocimientos aún no habían atropellado al colegio ni a mis amigos. Echo de menos esos días, donde chicos de mi edad disfrutaban haciendo equipo conmigo sin saber que tenía una inteligencia bastante superior a la suya y me odiasen por eso.
Suelto un suspiro y agacho la mirada. - Pero luego crecí, y me volví más lista que el resto y ya no quisieron volver a apostar conmigo. - Mi voz está cargada de soledad, la misma que siempre me atormenta cada día de mi vida. - Eres la primera persona de mi edad que me habla. - Muevo mis piernas girando mi cabeza para mirarle, sintiendo mi nariz rozando la suya durante un momento y las mejillas ligeramente encendidas. Me resulta un poco difícil mirarle a los ojos por la cercanía, y porque nunca había tenido a nadie a tan poca distancia. - Así que si vas a seguir hablando conmigo, déjame disculparme de antemano por todas las veces que te haré quedar como un estúpido - Esas palabras ni siquiera son mías, son de esas que te dicen cuando vas por la calle y personas que antes eran tus amigos te recuerdan porqué te odian ahora. "Si tan solo dejaras de hacernos quedar como estúpidos" Nunca era mi intención. O al menos eso creo. Suelto un suspiro y me muerdo el labio dejando caer mis mirada hacia sus labios, tan cerca.
Llego a una comodidad casi absoluta entre el ruido de las olas y el silencio que se forma entre los dos, que me inclino hacia donde está para besarlo sin razonar el porqué lo hago; aunque en el trayecto tengo un par de accidentes porque choco mi frente contra la suya lo cual me hace soltar una ligera risa y retroceder unos milímetros por la sorpresa. Nunca había besado a nadie, así que esto es otra de esas difíciles cosas que estoy intentando hacer sin, básicamente, tener ninguna idea al respecto salvo la de haber visto besarse a millones de personas en la televisión a lo largo de los años. Al tercer intento no choco con él, sino que mis labios están sobre los suyos, húmedos, suaves, y con un ligero sabor al alcohol que llevamos tomando toda la noche.
A mí siempre se me dieron fatal los números, hasta el punto en el cual los profesores perdían la paciencia conmigo cuando pedían que me expliquen el ejercicio por décima vez. Creo que ese es el motivo principal por el cual la miro con cierta admiración, que seguro de tan de cerca me hace parecer tonto, y luego incluso con el alcohol encima me siento un poco incómodo porque no sé muy bien qué decir cuando confiesa que soy el primero de su edad que le habla; lo disimulo con un chistido desaprobador y, al final, le sonrío un poquitito, tan solo un poco – no te preocupes, que yo solito me encargo todos los días de hacerme quedar como un estúpido – le aclaro. Me gustaría decir algo más inteligente o interesante, qué sé yo, pero ahora mismo la cabeza me da vueltas y creo que las palabras se me mezclan entre sí en el cerebro hasta el punto que, por un momento, parpadeo y no tengo idea de dónde me encuentro por un segundo. Y luego ella está demasiado cerca, chocando contra mi frente, lo que ocasiona que me ría entre dientes porque se ve demasiado chistosa, en especial desde mi punto de vista - ¿qué haces…?
No sé cómo se supone que ocurre, pero de repente noto el sabor del alcohol y el de la fresa de su brillo labial rozando mis labios, hasta que se juntan en un beso que me descoloca por completo. No puedo decir que me desagrada. Hay una parte de mí, la que regresa el beso durante un momento, que disfruta de esa pequeña muestra de afecto, ese “algo” que se supone que no debería pasarme este día. La otra parte de mí se enciende en alarma y me grita que esto está horriblemente mal, y me asusta el notar lo mucho que la voz de mi conciencia se parece a la de mi padre. ¿Qué dijo él sobre estas cosas? Que era muy pequeño… no, no era eso. Que no podía jugar con las chicas... ¡¿Qué estoy haciendo?!
Mis labios se despegan de los suyos de un modo tan repentino que por un momento creo que no los siento, y no tardo en llevarme los dedos a la boca para chequear que siguen ahí. Miro a Ame con desconcierto, porque hay algo en ella que me confunde, y que también me hace sentir miserable - ¿por qué hiciste eso? – mi primer impulso infantil es echarle la culpa, pero mi voz sale bajita y ni por asomo acusadora, lo que me traiciona. Carraspeo y miro violentamente hacia otro lado, logrando que todavía me duela más la cabeza, así que me froto la frente con los dedos – Yo no… Se supone que no… ¡tengo novia! – la indignación de mi voz va más hacia mí que hacia ella y lanzo un bufidito realmente exagerado. Intento ponerme de pie y me tambaleo bastante, y por un momento creo que voy a caerme al agua, aunque no lo hago porque estiro mis brazos para mantener el equilibrio. Doy unos pasos hacia atrás, pero entonces regreso la vista a Ame y me siento realmente culpable. Hace dos minutos me estaba diciendo que era la primera persona de su edad con quien hablaba y ahora parece que estoy huyendo de ella. No sé si es la culpa o el alcohol, pero ahora mismo tengo ganas de ponerme a llorar como un nene chiquito y el nudo me atora la garganta - ¡De verdad lo siento, Ame! ¿Si? Yo no quería… - ni siquiera sé lo que quería. Ni siquiera sé qué quiero ahora. Me alejo otro par de pasos y comienzo a darle la espalda, escuchando cada vez más fuerte el barullo de la fiesta y cada vez menos las olas del mar – Perdóname, te veré … hasta luego.
Le doy la espalda algo encogido y aprieto el paso para meterme una vez más entre la multitud, dando algunos empujones y sintiéndome brevemente aturdido por las risas de los invitados. Alguien me sujeta del brazo y me pregunta si estoy bien pero yo tironeo, tropiezo y choco contra un avox que desparrama una bebida roja sobre el vestido de Gen. Balbuceo un par de disculpas torpes y doy un par de pisotones, pero me apartan del camino para que deje de cagar todo, hasta que al final, de alguna manera milagrosa, encuentro el camino para poder salir de aquí. En cuanto me marcho, solamente puedo pensar en una cosa.
Todos tienen razón, soy demasiado pequeño para tratar algunos temas.
No sé cómo se supone que ocurre, pero de repente noto el sabor del alcohol y el de la fresa de su brillo labial rozando mis labios, hasta que se juntan en un beso que me descoloca por completo. No puedo decir que me desagrada. Hay una parte de mí, la que regresa el beso durante un momento, que disfruta de esa pequeña muestra de afecto, ese “algo” que se supone que no debería pasarme este día. La otra parte de mí se enciende en alarma y me grita que esto está horriblemente mal, y me asusta el notar lo mucho que la voz de mi conciencia se parece a la de mi padre. ¿Qué dijo él sobre estas cosas? Que era muy pequeño… no, no era eso. Que no podía jugar con las chicas... ¡¿Qué estoy haciendo?!
Mis labios se despegan de los suyos de un modo tan repentino que por un momento creo que no los siento, y no tardo en llevarme los dedos a la boca para chequear que siguen ahí. Miro a Ame con desconcierto, porque hay algo en ella que me confunde, y que también me hace sentir miserable - ¿por qué hiciste eso? – mi primer impulso infantil es echarle la culpa, pero mi voz sale bajita y ni por asomo acusadora, lo que me traiciona. Carraspeo y miro violentamente hacia otro lado, logrando que todavía me duela más la cabeza, así que me froto la frente con los dedos – Yo no… Se supone que no… ¡tengo novia! – la indignación de mi voz va más hacia mí que hacia ella y lanzo un bufidito realmente exagerado. Intento ponerme de pie y me tambaleo bastante, y por un momento creo que voy a caerme al agua, aunque no lo hago porque estiro mis brazos para mantener el equilibrio. Doy unos pasos hacia atrás, pero entonces regreso la vista a Ame y me siento realmente culpable. Hace dos minutos me estaba diciendo que era la primera persona de su edad con quien hablaba y ahora parece que estoy huyendo de ella. No sé si es la culpa o el alcohol, pero ahora mismo tengo ganas de ponerme a llorar como un nene chiquito y el nudo me atora la garganta - ¡De verdad lo siento, Ame! ¿Si? Yo no quería… - ni siquiera sé lo que quería. Ni siquiera sé qué quiero ahora. Me alejo otro par de pasos y comienzo a darle la espalda, escuchando cada vez más fuerte el barullo de la fiesta y cada vez menos las olas del mar – Perdóname, te veré … hasta luego.
Le doy la espalda algo encogido y aprieto el paso para meterme una vez más entre la multitud, dando algunos empujones y sintiéndome brevemente aturdido por las risas de los invitados. Alguien me sujeta del brazo y me pregunta si estoy bien pero yo tironeo, tropiezo y choco contra un avox que desparrama una bebida roja sobre el vestido de Gen. Balbuceo un par de disculpas torpes y doy un par de pisotones, pero me apartan del camino para que deje de cagar todo, hasta que al final, de alguna manera milagrosa, encuentro el camino para poder salir de aquí. En cuanto me marcho, solamente puedo pensar en una cosa.
Todos tienen razón, soy demasiado pequeño para tratar algunos temas.
Ya van una lista de cosas que he hecho esa noche, es la primera boda a la que asisto, es la primera vez que me veo tan guapa, es la primera vez que me siento bien conmigo misma, la primera vez que bebo, la primera vez que bailo, que cuento chistes, que beso a alguien. Pese a estar medio borracha todavía siento el sabor de Ben entre mis labios, que se mezcla con el propio del brillo labial que pusieron. Estoy yo en mi pompa cuando se separa bruscamente y lo primero que pienso es en que algo he hecho mal. Abro la boca para disculparme pero su pregunta me pilla por sorpresa. Estoy tan agitada que mi cabeza todavía no procesa lo que ha pasado y no entiendo porqué sigo sintiendo sus labios pegados a los míos. - Es... solo... yo... - ¿Por qué lo hice? No tengo ni idea, y sí, es la primera vez que no me siento en absoluto racional. Empiezo a sentirme mal porque él parece muy escandalizado, a lo mejor he hecho algo que está tan mal visto que en breve vendrá alguien a tatuarme algo en la cara para que el resto del mundo lo vea. Estoy segura de que en muchas civilizaciones en el pasado hacían eso con la gente que no se adaptaba a la sociedad.
Se me sube el alma al cielo cuando dice lo de su novia y me levanto del suelo de inmediato con una soltura que ni siquiera sé de donde me ha salido. - ¿Tienes novia? ¿TIENES NOVIA? - Como si alguien me hubiera dado una bofetada con la respuesta, entiendo el motivo de que se comportara así. Me cubro la boca para dejar de gritar, aunque por suerte estamos bastante lejos como para que a nadie le importe lo que ha pasado entre nosotros. - Nadie lo ha visto. Nadie puede contarlo. Nadie puede decírselo a tu novia - Mis palabras se mezclan con las suyas, no estoy segura de lo que me dice aunque tampoco importa, porque se está alejando, y eso es bueno ¿no hay que disimular? aquí no ha pasado nada. - Nadie puede probarlo - Me cubro la cara con las manos completamente avergonzada, juro que no lo sabía, si hubiera tenido novia.... creo que no lo habría hecho; y digo creo no porque me haya arrepentido de besarlo, es porque no estoy segura de cual fue el motivo de que le besara.
Aún escondida en mis manos asiento mientras se marcha. Ya ni siquiera me atrevo a mirarle a la cara. Creo que acabo de descubrir lo mal que me sienta el alcohol, y aprendido la lección de no volver a repetirlo. Adiós a puzzles, adiós a mi bebida super perfecta... adios a sus chistes. De pronto tengo ganas de echarme a llorar. ¿Tenía que arruinarlo? Es la primera persona... la segunda, con la que me lo he pasado también, y ha sido tan efímero que lo nuestro ha empezado hace unas cuantas horas, y está muerto antes de la media noche. De todas maneras yo no lloro, aunque el alcohol me de ganas de lo contrario. No es la primera vez que pierdo a un amigo, ni será la última. Después de tantas veces acabas por acostumbrarte. Me recompongo suspirando varias veces, pasando saliva como si eso pudiera ayudar y emprendiendo la marcha, poniéndome tiesa del susto cada vez que escucho pasos por diferentes motivos, el primero que sea ben otra vez, juro que si lo veo saldré corriendo y negaré haberle hablado nunca, será mejor para ambos, no quiero salir en la prensa; y segundo... bueno segundo su novia. ¿Te imaginas que se entere? creo que esto último es lo que más tensa me tiene.
Al final consigo volver a la fiesta para buscar a Anthony y decirle que me voy. Sacudo la cabeza cada vez que me pregunta si me ha pasado algo y evito mirarle a la cara porque sé que me lo va a notar. Me acompaña a por un taxi un momento, y después de despedirme de él paso el resto del camino echa un ovillo en el asiento trasero del coche repitiéndome una palabra una y otra vez en la cabeza que hasta hace poco ni siquiera había experimentado por mi misma: vergüenza.
Se me sube el alma al cielo cuando dice lo de su novia y me levanto del suelo de inmediato con una soltura que ni siquiera sé de donde me ha salido. - ¿Tienes novia? ¿TIENES NOVIA? - Como si alguien me hubiera dado una bofetada con la respuesta, entiendo el motivo de que se comportara así. Me cubro la boca para dejar de gritar, aunque por suerte estamos bastante lejos como para que a nadie le importe lo que ha pasado entre nosotros. - Nadie lo ha visto. Nadie puede contarlo. Nadie puede decírselo a tu novia - Mis palabras se mezclan con las suyas, no estoy segura de lo que me dice aunque tampoco importa, porque se está alejando, y eso es bueno ¿no hay que disimular? aquí no ha pasado nada. - Nadie puede probarlo - Me cubro la cara con las manos completamente avergonzada, juro que no lo sabía, si hubiera tenido novia.... creo que no lo habría hecho; y digo creo no porque me haya arrepentido de besarlo, es porque no estoy segura de cual fue el motivo de que le besara.
Aún escondida en mis manos asiento mientras se marcha. Ya ni siquiera me atrevo a mirarle a la cara. Creo que acabo de descubrir lo mal que me sienta el alcohol, y aprendido la lección de no volver a repetirlo. Adiós a puzzles, adiós a mi bebida super perfecta... adios a sus chistes. De pronto tengo ganas de echarme a llorar. ¿Tenía que arruinarlo? Es la primera persona... la segunda, con la que me lo he pasado también, y ha sido tan efímero que lo nuestro ha empezado hace unas cuantas horas, y está muerto antes de la media noche. De todas maneras yo no lloro, aunque el alcohol me de ganas de lo contrario. No es la primera vez que pierdo a un amigo, ni será la última. Después de tantas veces acabas por acostumbrarte. Me recompongo suspirando varias veces, pasando saliva como si eso pudiera ayudar y emprendiendo la marcha, poniéndome tiesa del susto cada vez que escucho pasos por diferentes motivos, el primero que sea ben otra vez, juro que si lo veo saldré corriendo y negaré haberle hablado nunca, será mejor para ambos, no quiero salir en la prensa; y segundo... bueno segundo su novia. ¿Te imaginas que se entere? creo que esto último es lo que más tensa me tiene.
Al final consigo volver a la fiesta para buscar a Anthony y decirle que me voy. Sacudo la cabeza cada vez que me pregunta si me ha pasado algo y evito mirarle a la cara porque sé que me lo va a notar. Me acompaña a por un taxi un momento, y después de despedirme de él paso el resto del camino echa un ovillo en el asiento trasero del coche repitiéndome una palabra una y otra vez en la cabeza que hasta hace poco ni siquiera había experimentado por mi misma: vergüenza.
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