They're gonna clean up your looks
With all the lies in the books to make a citizen out of youUna de las cosas de las que Lachlan siempre va a quejarse es que le forzaron a vivir en este mundo. Puede sonar como un comentario sarcástico en boca de un adolescente, pero la verdad es que cree en esas palabras. En su opinión, los seres humanos deberían haberse extinguido hace mucho tiempo.
Su vida siempre le pareció un cliché aburrido dentro del distrito cuatro. Nació bajo el gobierno de los Niniadis y fue el primer hijo del matrimonio entre Deniz Dunbar y Naia Popławski. Pocos años después llegó su hermana Muirenn, así que no recuerda mucho de sus primeras épocas como hijo único.
Los Dunbar-Poplawski nunca tuvieron mucho, pero sí lo suficiente como para sentirse afortunados. Ambos manejaban un pequeño negocio de creación y reparación de botes que prosperó en los primeros años del gobierno de los Niniadis. Él era hijo de muggles, pero la sangre un poco más limpia de su esposa les permitió mantener un perfil bajo en un distrito medianamente estable. La política no era tema que surgiera entre las paredes de su hogar y ellos lo preferían así.
Aún así, Lachlan siempre tuvo buena memoria.
Recordaba cómo sus compañeros de clase lo llamaron sangre sucia cuando cumplió siete años. O cuando le dijeron que de seguro sus abuelos se estaban pudriendo en el mercado cuando tenía nueve. La mayoría de las veces conseguía ignorar los comentarios, pero en otras ocasiones se las había arreglado para saltar sobre sus compañeros a pesar de ser un espárrago.
Siempre encontró el modo de guardar su nombre en la sala de detención. No podemos decir que fuera una persona problemática, pero sí tenía una leve tendencia a no callarse la boca. Veía a sus compañeros como unos inútiles y a sus profesores como unos ineptos. Creía más en su propia capacidad para absorber conocimiento que en los programas aceptados por el Ministerio de Magia. Sus preguntas fueron mutando con los años y sus padres tuvieron que colocar una nueva norma en su casa: ciertas cosas sólo se hablaban de puertas para adentro.
El motivo por el cual ingresó a las urnas le parece incluso ridículo.
En términos prácticos, nadie en su familia cometió delito alguno.
Solo tuvo la mala suerte de tener una boca muy grande.
Todos en Ilvermorny oyeron los rumores de cómo Lachlan Dunbar fue castigado en una de las plazas del distrito cuatro a manos de dos aurores. Comentaban de cómo se había peleado con ellos por defender a su hermana en cuanto quisieron cobrarle una multa injusta a causa de mercadería no autorizada que la niña vendía solo por diversión. De cómo él insultó a los miembros de Defensa, les dijo que el gobierno era tan corrupto y controlador como los terroristas lo hacían saber y cómo, al final, les escupió en la cara.
Su padre llegó en pleno castigo. Aún no saben cómo consiguieron excusar a un niño de dichas palabras, pero no lo salvaron de las papeletas. De alguna manera él sabe que ha cavado su propia tumba.
Y está orgulloso por eso.