Puede que el tres que me he comido en el ranking de los tributos haya sido un golpe bajo, pero sinceramente... no sé qué es lo que me esperaba tras haber hecho una réplica de Stephanie Black y haber escrito la palabra asesinos bajo el dibujo. Estoy seguro de que he dejado a los vigilantes locos y bueno, se refleja en la nota. No sé qué es lo que pensarán los demás tributos sobre mi nota, puede que incluso me beneficie para que no se fijen tanto en mi y no me vean tanto en un objetivo, como lo pueden ser los chicos del uno, dos y once.

Sin embargo, hay algo dentro de mi que me tiene bastante emocionado por lo que va a pasar esta noche. Al menos, si muero, podré hacerlo tranquilo porque he podido compartir pantalla con Zirconia Chrysalis. Siempre ha sido un sueño desde pequeño poder compartir pantalla, y puede que esto sea lo más cercano al estrellato que voy a poder vivir en mi vida.

No sé cuántas veces voy a darle las gracias a mi estilista por haberme puesto en el vestido de esta noche. Estoy contentísimo y me veo como Ruby perfectamente. Además, el casco que llevo en la cabeza y los guantes, me pareces idílicos. Pero la joya de la corona son los pechos en forma de cono que tengo. Es un guiño capitolino que le siento que le da mi propia identidad. Estoy preciosa.

La cola, esperando a que me toque mi turno se me hace eterna, pero Samantha termina de hacer su entrevista, que personalmente se me hace un poco aburrida, y ya soy la siguiente persona en ser llamada. Puede que impresione a toda la audiencia que nos esté viendo, o al menos espero hacer ese impacto. Cuando escucho mi nombre, camino con mis tacones lo mejor que puedo, levantando el vestido con una mano para no tropezarme con la tela y saludando a la audiencia con otra, con una amplia sonrisa en mi rostro. Ofrezco mi mano libre a Zirconia para que me la sujete. — Coni, qué placer y qué honor estar compartiendo este momento contigo. — Digo aún con la sonrisa en mi rostro. — ¿Acaso creías que alguien que no hubiese nacido en el Capitolio podía lucir un vestido como este? — Suelto la tela y hago un gesto para señalar mi conjunto.

Una vez hecho un poco el paripé, me siento en el sillón que se encuentra cerca de ella. No sé qué es lo que me preguntará, pero espero estar a la altura de la entrevista.

Me siento en la cima del mundo, con el calor de los focos en mi piel y las miradas del público sobre mi. Esto era lo que siempre he querido para Ruby, lo que siempre he querido que mi futuro fuese. Sin embargo, todos mis sueños cayeron al suelo y se rompieron en mil pedazos. Ahora mismo estoy catando lo que podría haber sido un futuro brillante en los teatros del Capitolio. Supongo que nunca sabré lo que es vivir de esto, a no ser que sobreviva a la arena.

No puedo evitar soltar una pequeña carcajada ante los halagos de la presentadora. — Esperemos que acabe consiguiendo ambas cosas. — Le guiño un ojo, divertida. Los aplausos y los vítores que pide la morena hace que me estremezca un poco, pero intento que no se note en mi cara, intento seguir mostrándome igual de amigable y elegante que un principio. No puedo evitar seguir riendo cuando Zirconia hace unos movimientos bastante graciosos respecto a sus curvas. — Bueno, ya me gustaría tener estar curvas, pero esto... — Doy un par de palmadas en mis caderas. —... es pura ilusión. Relleno. — Pongo una de mis manos en mis labios, como si ambas estuviésemos teniendo una conversación privada y lo digo en un susurro alto, pero que seguramente todo el mundo haya captado debido a los micrófonos que hay. Río de nuevo.

Me acomodo en el sofá, al igual que lo ha hecho ella, e intento mantener mi postura erguida. Puede que esté mostrándome mucho más amigable de lo que realmente siento, pero tengo que intentar convencer al Capitolio que soy una persona que pueden querer, que soy una de ellos. Suelto un pequeño suspiro cuando menciona la mudanza que tuve que hacer al ocho. — No te puedes ni imaginar la locura que fue mudarme allí. —Comienzo explicando. — ¡Tuve que empezar a trabajar por mi propia cuenta! Una locura, ¿verdad? — Intento sonar todo lo divertida que puedo. — Adaptarme fue muy sencillo, la verdad. La gente en el ocho son un encanto, aunque al principio se les hizo muy raro ver a una persona de casi uno noventa andando con mis pedazo plataformas. — Algo que es bastante usual en el Capitolio, pero no en los distritos.

Asiento con la cabeza cuando me comenta el echar de menos el Capitolio, al haber vuelto para los juegos. — Nostalgia es quedarse corta, querida. — Le digo con cierta pena en mis palabras. — El Capitolio siempre tendrá un hueco en mi corazón, Coni, pase lo que pase. — Espero que mis palabras estén cautivando al público, y, sobre todo, a los posibles patrocinadores.

Asiento con la cabeza cuando la presentadora comenta que no me costaría adoptarme al oficio. — Es cierto, tuve suerte que en el ocho se dedican a la fabricación de ropas y telas, algo con lo que estoy más que familiarizado. Por lo tanto, no hubo problema alguno a la hora de empezar a trabajar, aunque no era lo mismo que hacer mis propios conjuntos, está claro.  — Me pongo un poco tenso cuando habla sobre mi los shows que solía hacer en el Capitolio y me estremezco al escuchar algunos que otros abucheos por parte del público. Joder, no está saliendo como yo esperaba.

— Polémicos... sí... podría ser un buen adjetivo. — Suelto una risa nerviosa, mirando primero al público y luego a Zirconia. — Lo que me encanta de todo esto... — Vuelvo a hacer el mismo gesto para señalar todo mi conjunto y a lo que estoy representando ahora mismo. —... es que no es algo para tomarse en serio. Sin embargo... parece ser que alguien se lo tomó más a pecho de lo que debiera, y desgraciadamente estoy en esta posición. — Tampoco quiero comentar que puse un poco a parir al presidente mientras tenía alguna que otra copa de más. No creo que sea demasiado interesante para los patrocinadores que pueden estar viéndome. — Pero, si sirve para algo, lamento muchísimo lo hecho en aquel show. No es algo que volviese a repetir. — O sí, pero en televisión queda genial decirlo.

Me llevo una mano al pecho y cierro los ojos, como si sintiese realmente las palabras que me acaba de decir la presentadora, intentando mostrarme vulnerable. — Es verdad que el recordar cómo fue mi vida aquí en el Capitolio ha hecho que tenga un empujón de energía, de pelear. Los primeros días no es que fueran un camino de rosas, pero hoy puedo confirmaros a todos que voy a dar todo de mi. — Seguro que esas últimas palabras gustan a los patrocinadores. Al menos he confirmado que voy a pelear y que si invierten su dinero en mi, puede que salgan ganadores.

No puedo fingir una cara de sorpresa abriendo mi boca levemente, camuflada con una sonrisa en mi rostro. — ¡Coni! — Estiro un poco mi brazo, para darle un pequeño manotazo al aire, como si estuviese con una íntima. — ¡Me vas a dejar en evidencia delante de todos los demás! — Suelto una pequeña carcajada, llevándome mi otra mano a la boca para taparla. — Lo único que podría decirte es que la persona que vaya en solitario lo va a tener, seguramente, muy complicado. Somos muchas personas con un mismo objetivo, y, como bien has dicho, al final la unión hace la fuerza. — Tampoco quiero que los demás tributos sepan qué aliados tengo, pero estoy seguro de que nadie o casi nadie estará solo.

Un buen espectáculo. Son palabras que se me quedan grabadas y no sé realmente qué decir, sino intentar mostrarme lo más cordial posible con una sonrisa y asintiendo como si fuese bobo. Sí, sé dar un buen espectáculo si te refieres a un escenario o a un buen lipsync. Sin embargo, no sé qué bueno voy a ser en la arena, ya que mi puesto en el ranking no es que haya sido increíble. Y hay gente con un once. Lo que más miedo me da son las expectativas que tienen todas estas personas respecto a los juegos, que van a divertirse mientras la desesperanza reina en la arena.

Pero yo no puedo permitirme presentarme ahora bajo de ánimos, por lo que continúo con la mejor sonrisa que puedo tener. Cuando habla de condenar me pongo un poco tenso, pero intento relajarme rápidamente, riendo a su gracia al igual que lo ha hecho el público. Tú que vas a saber de condenas. Me pregunto si Holly estará viendo la entrevista desde su casa, o puede que sea demasiado duro verme en la situación en la que me encuentro y no haya encendido la televisión en todo lo que llevamos de preparaciones para los juegos. Tampoco la culparía, la verdad.

— Te compro la palabra, Coni. Siempre ha sido mi sueño tener un espacio en la televisión. ¡Y ya si es junto a ti ni te cuento! — ¿Pero a cuneta de qué? ¿De poner mi vida en riesgo? ¿De tener que matar a otras personas para ello? Intento no mostrarme preocupado y parece mentira que esté pensando esto, pero estoy contando los segundos para que termine esta entrevista. Al menos espero que Jolene esté orgullosa de las palabras que estoy usando y lo amigable que me estoy mostrando.

La pregunta de la presentadora me deja bastante pensativo, ya que no sé exactamente qué decir. ¿Le digo que no quiero encontrarme en la situación de tener que matar a otra persona? No, no puedo decir semejante barbaridad, porque las posibilidades de tener algún que otro patrocinador caería en pique. — Bueno, me ha contado un pequeño pajarito que en el Capitolio tenéis mutaciones terroríficas. — Me acuerdo aún cuando Jolene me lo dijo el primer día. — No me gustaría tener la mala suerte de encontrarme con alguna mascota de los vigilantes. ¡Prefiero mil veces que aparezca un hombre sin camiseta a salvarme! ¿Podrías meter algo de mano para que tenga esa suerte? — Le guiño un ojo a Zirconia y río, esperando que la broma haya calado en el público y para intentar no darle demasiada importancia a los miedos que pueda tener dentro de la arena. Tampoco quiero dar muchas pistas a los altos cargos.

Suelto una pequeña risa ante lo que dice Zirconia, respecto a ver a otro tributo sin camiseta. No sé por qué, pero la primera imagen que se me viene a la cabeza es la de Hyperion sin camiseta. Mira que no le he visto sin camiseta, pero el uniforme que le queda tan apretado hace que me ruborice un poco. Niego con lo que me dice sobre echarle la culpa a ella sobre las posibles mutaciones que me pueda encontrar en la arena. — No te preocupes, que no lo haré. — Digo de manera cordial.

Me levanto al igual que lo ha hecho ella, puede que un poco más despacio debido al vestido en el pedazo casco que llevo en la cabeza, intentando mantener la compostura y la elegancia. — El placer ha sido mío, Coni. — Le devuelvo el apretón que me da a modo de despedida y hago una pequeña inclinación hacia el público también para despedirme de ellos. — Muchas gracias cielo, espero volver a encontrarme contigo en este mismo escenario dentro de unas semanas. — Le digo con una pequeña sonrisa, que realmente no siento porque seguramente no sea así.

Me alejo del escenario, completamente abrumado por la situación y cómo los capitolinos se están tomando toda esta situación de los juegos. Parece un show de televisión, un reality y que no se dan cuenta que hay vidas en juego. Cuando bajo las pequeñas escaleras del backstage, busco con mis ojos a mi mentora, hasta acercarme a ella y fundirme en un abrazo con ella, dándome igual el casco que llevo en la cabeza. — Ha sido demasiado para mi, espero haberte hecho orgullosa. He intentando ser lo más apacible que he podido. —Y noto un nudo en la garganta tremendo, como mis ojos comienzan a nublarse por culpa de las lágrimas.