I know delusion when I see it || Team 13

I know delusion when I see it...

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08/08/2471 ▼ Planta 13▼ Team 13

Creo que a estas alturas, podía asumir con comodidad el hecho de que debía ser la peor mentora de todos los juegos. ¿Me enorgullece serlo? No. Pero en verdad no tenía ni la más mínima idea de lo que esperaban que hiciera. No sabía trabajar con niños, jamás había instruido a nadie y el Coliseo lo había ganado por pura suerte.

Claro que, si no lo intentaba, estos chicos correrían con incluso peor suerte de la que ya tenían, y aunque ya estaban condenados, con algo de suerte alguno terminaba vivo. ¿Y quién no decía que eso no me beneficiaría a futuro? Tal vez, solo tal vez, lograr que uno de mis tributos saliera adelante podía llegar a devolverme algo del status que antes tenía como bruja. No era mucho pedir, ¿no?

Al final, los espero sentada en el sofá de la sala a que vuelvan de los entrenamientos del día. Incluso he instruido a los elfos para que dejen la merienda sobre la mesita que allí se encuentra, como un detalle para que puedan estar más cómodos mientras hablamos.

Por obviedad, yo ya tengo una taza de café delante y estoy masticando una tostada cuando ellos aparecen, así que les hago una seña con la mano para que se acerquen y trago antes de hablar. — Vengan. Tomen algo. — No es que me muestro tan sonriente y vivaracha como Scarlett, pero al menos hago el intento de mostrarme afable. — ¿Cómo les ha ido el día de hoy?

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08/08/2471 ▼ Planta 13▼ Team 13

Estaba un poco desanimado. El pie le dolía por el moretón que se había hecho en las cuerdas el día anterior y su poco talento para las trampas quedó en evidencia cuando se golpeó a sí mismo el dedo tratando de clavar una pequeña estaca. Tenía bien en claro que las cosas recién estaban empezando, pero una parte de él solo estaba rogando que nadie le hubiera prestado tanta atención. No estaba seguro de estar haciéndose una buena fama.

La ropa de entrenamiento estaba un poco sudada y trató de mantenerse un poco lejos de Paige durante el viaje en ascensor. No le importaba oler mal delante de la gente, pero tampoco quería mezclar su peste con la ajena en un espacio reducido y producirle alguna molestia. Solo podía pensar en lo mucho que necesitaba un baño.

Las puertas del elevador se abrieron. Sam salió con paso apretado, seguro de que tenía el rostro colorado por la cantidad de esfuerzo físico. ¡Que a él no se le daban bien esas cosas! ¿Acaso no habían visto lo blando que era? Jamás lo elegían para los equipos de la escuela y huía de las escobas como si fueran la peste.

Lástima para él, pero no pudo alejarse demasiado. La voz de Joan hizo que se frene antes de llegar al pasillo y resopló con resignación. Sam volvió sobre sus pasos y arrastró los pies hasta el sofá — Aprendí a controlar la lanza, pero espero no terminar con una ballesta. Tardo demasiado tiempo en acomodar las flechas — se lamentó, dejándose caer en el asiento. Hundió su peso entre los cojines y miró las bebidas —. Hablé con la chica del once, parece simpática. Aunque la verdad es que no sé si comprarle la simpatía a nadie en este lugar.

Se estiró solo para llenarse un vaso de zumo de naranja y lo vació de un par de tragos seguidos. Si Joan tenía un plan de ataque, esperaba que lo dijera pronto.

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08/08/2471 ▼ Planta 13▼ Team 13

Aquella mañana, nada más levantarse, también le habían trenzado el cabello, usando después ambas trenzas para crear una especie de corona alrededor de su cabeza. Habían sido unas horas agotadoras, en las que las pequeñas victorias por haber sido capaz de hacer algo bien se mezclaban con la frustración, rabia y enojo por todo lo que seguía sin ser capaz de conseguir.

En ese ascensor, mientras mantenía la espalda apoyada contra la parte trasera y miraba la nuca de Samuel, fue consciente de que varios pelos se habían salido del peinado, cayendo de manera desordenada y pegándose a su frente por culpa del sudor. Además, una trenza se le había escapado de entre el entresijo de horquillas y la punta de esta quedaba hacia arriba, haciéndola ver como un cuerno o una especie de antena. Resopló mientras las puertas se abrían, saliendo justo después de su compañero y adentrándose en el piso que compartían.

Estiró y contrajo los dedos, descubriendo que no solo estaban entumecidos, sino también llenos de cortes por culpa de haber cogido los cuchillos por la hoja. Estaba deseando escaparse para poder darse un baño y pasarse horas y horas a remojo, observando el techo blanquecino mientras se replanteaba la existencia; mas la voz vivaracha de Joan y sus preguntas la retuvieron en el sitio. —Normal —respondió, asumiendo que era una contestación perfectamente válida antes de que Samuel empezara a relatar su experiencia. Se le escapó una pequeña risa pequeña, estúpida y fuera de lugar cuando hizo mención a lo que le costaba acomodar las flechas en la ballesta, pero no tardó en enderezarse—. Yo he lanzado cuchillos, algunos se han clavado en el blanco. —Se encogió de hombros y se acercó a la mesa, llenando también un vaso de zumo.

Bebió un trago, pero no se sentó en el sofá. —También he hablado con ella, parece… decente. —Como alguien que, en otras circunstancias, podría haberle caído medio-bien—. Me la encontré por casualidad, no es que yo tenga especial interés en hablar con los demás. De hecho, no tengo ninguno —aclaró, solo porque intuía que estaban a punto de tener una larga conversación sobre enfoques y estrategias y ella quería dejar claro su visión. Dio otro trago y colocó uno de los brazos en jarra, mirando hacia Joan—. Hay gente que entrena mucho. Los del dos, por ejemplo. Yo es que me canso.