Estoy sentada en la mesa, recién duchada y con el pelo limpio, oliendo a un champú muy agradable. ¿Realmente la gente se lava el pelo cada día? En el orfanato nos dejaban lavarlo una vez a la semana, dos como máximo. A Clarissa tres, porque es pequeña y rubia y creen que si huele bien la adoptarán antes. El estómago me ruge y cuando nos traen la comida me sirvo mucho puré de patatas en el plato. Levanto la mirada hacia nuestra mentora, con la boca llena, y hago un esfuerzo por tragar rápido antes de responder —Bien. Hay muchas cosas distintas para entrenar. Es... Intenso— no sé muy bien qué palabras usar cuando sé que nos están preparando para una masacre, pero por lo menos la comida está rica y es distraído y siento que estoy aprendiendo cosas —He aprendido que si ahí dentro hay setas para comer, es peligroso hacerlo porque muchas setas son venenosas aunque tengan aspecto de no serlo. Las setas no son de fiar— todavía me hierve dentro la frustración de mis fallos continuos tratando de identificar las setas venenosas y las comestibles.

—¿Estrategias? ¿Como de formar alianzas y cosas así?— pregunto, con interés y curiosidad —Yo no pienso aliarme con los del uno. Ni con los del dos. No me gustan, dan un poco de miedo— arrugo la nariz, pensando en lo poco que he visto de ellos. También son los distritos del centro. Si tengo que aliarme con alguien, prefiero que sean del norte como nosotros, o del sur. Pero no del centro. Aunque seguramente los del centro tampoco querrán acercarse a los del norte, así que Nolan y yo podemos estar tranquilos —Yo he descubierto que me gustan las ballestas. Y los cuchillos. Pero las armas pesadas me cuestan porque... Bueno, porque pesan mucho, ya sabes. Y yo puedo levantar cosas pesadas, ¿eh? Pregúntale a Nolan, él me ha visto levantar cosas que pesaban bastante, pero manejar con habilidad un mazo, por ejemplo, o un hacha, o una espada, pues es difícil— explico, simplemente, y vuelvo a llenarme la boca de puré, disfrutando del sabor.

Al terminar el entrenamiento me dirijo directamente hacia la habitación en las zonas residenciales del centro de entrenamiento. Pienso en recostarme y descansar antes de la cena, pero alguien me recuerda que debo bañarme al retroceder en cuanto me acerco. Apesto como siempre lo hago luego de realizar mucha actividad física y soy consciente de ello sólo desde que me convertí en tributo. En el once el agua es uno de los pocos lujos y en mi trabajo sólo está reservado para los cultivos, así que estar aseado es algo completamente nuevo.

Para cuando huelo a flores silvestres, la cena ya está lista y me dirijo directamente hacia allí. Me siento justo en frente de Anya luego de saludarla a ella y a nuestra mentora y, en cuanto traen la comida, sólo me enfoco en eso, en alimentarme. Sé que nos están alimentando como animal que está yendo al matadero, pero ya que los días que me quedan son pocos, mejor pasarlos disfrutando de los lujos.

Estoy llevando a mi boca una pata de pollo justo cuando la mentora decide hablarnos y dejo que Anya responda primero para poder darle un bocado a la carne. —Estuve intentando aprender a lanzar esa horca a la que llaman tridente, pero al parecer soy mejor en los combates cuerpo a cuerpo— le comento, forzándome a tragar, en cuanto mi compañera termina de hablar.

—Deberíamos aliarnos con las personas que más confiemos, aunque eso es difícil porque todos tratarán de matarnos— comento, viendo el resto de la comida y tomando un tubo extraño de carne— Los del uno y los del dos no me dan demasiada confianza— agrego y huelo la comida antes de colocarla en el plato— A mi me da igual mientras la enana esté en mi equipo— bromeo un poco para molestar a Anya y vuelto a agarrar el pollo para darle otro mordisco.

—Es verdad, tiene bastante fuerza— coincido con ella mientras me limpio la boca con la manga de mi vestimenta. Recuerdo que la primera vez que había visto a mi compañera de distrito ayudarme en la granja, había quedado bastante sorprendido. No lograba comprender como una chica tan pequeña podía tener tanta fuerza y resistencia.

Sólo cuando ella termina de hablar decido comentar sobre mis habilidades —Trabajaba en una de las pocas granjas del once, así que lo que requiera fuerza... se me da bien. Intenté usar el tridente porque es lo más similar a la horca que se usa en jardinería y estoy bastante familiarizado con eso— pensar en el tiempo antes de ser tributo me hace sentir mal. Después de todo el viejo que me había dado empleo no tiene a nadie más que lo ayude debido a que ya no estoy con él. En el tiempo en el que habíamos estado juntos, lo veía más como parte de mi familia que como a mis verdaderos padres. Sin embargo, por la culpa de mi verdadera familia, ahora él estará pasando por un momento complicado.

La broma de Nolan, aunque me arranca una sonrisa, porque ambos sabemos que aunque me llame enana no lo soy, hace que me quede pensativa. Como en silencio mientras Liriel y él hablan sobre las armas, sobre lo que será mejor. Aunque una alianza con chicos de los distritos más ricos queda totalmente descartada, hay algo en esto de que Nolan y yo vayamos juntos que empieza a generarme cierta duda. ¿Estamos seguros de que es lo mejor?

—Un momento...— levanto la mirada hacia ellos, un poco incómoda por lo que estoy a punto de decir —¿Estamos seguros de que es buena idea que vayamos juntos?— miro a Nolan, con duda —Liriel lo ha dicho. Nos van a ver como blancos fáciles, y para sobrevivir a las primeras horas tendremos que correr y escapar de los que van a ir más directos a atacar porque tienen más posibilidades de ganar— me quedo unos segundos en silencio y con el tenedor juego con el puré, sintiendo que la duda me recorre entera —No quiero que me veas morir— porque está claro que yo voy a morir primera —Ni, si se diera la situación, quiero verte morir a ti— añado.

Aparto un poco el plato, sintiendo que se me ha pasado el hambre. Hablar de esto de forma tan cruda está haciendo que, de repente, se vuelva todo mucho más real —Tal vez... Tal vez deberíamos separarnos desde un inicio— musito —Está claro que yo no voy a tratar de atacarte ni matarte. Y sé que tú tampoco vas a atacarme a mí. Somos amigos, al fin y al cabo— susurro —Pero, precisamente por esto... No lo sé— me froto la cara. Creo que nunca había tenido que enfrentarme a una situación tan difícil —Siento que tú tienes posibilidades de ganar, Nolan. Y yo no. No quiero ser una distracción o un estorbo— aclaro, tratando de comunicar mi punto —Y prefiero que vayamos cada uno por su lado y nos enteremos de las muertes, si se dan, sin tener que ver los cadáveres— termino, y subo los pies a la silla para abrazarme las rodillas —¿Tú qué opinas, Liriel?— le pregunto a nuestra mentora, con duda.