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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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05 de Agosto, noche ▼ Planta ocho ▼ Jolene
Todo el tema del desfile me ha parecido demasiado. Notar las miradas penetrantes de todo el mundo, mirándonos como si fuésemos monos de feria... Es la primera vez que me han atado con grilletes y me he sentido como si fuese la peor mierda que te puedes encontrar en la esquina de una callejuela. Ha sido en ese mismo instante en el que me he dado cuenta de que oficialmente soy tributo de los Juegos Mágicos y que no hay vuelta atrás.
Cuando nos liberan de los grilletes, un auror zafa de mi y casi me caigo al suelo por su fuerza y por los tacones que llevo. — ¡Hey! — Me quejo, pero tampoco digo nada más, porque sé que no va a servir para nada, puede que incluso me gane alguna agresión física. Tanto Samantha como yo nos acercamos a Jolene e intento sonreírle, pero realmente es una sonrisa tristona la que me sale. — Necesito ir a la planta que nos han asignado, por favor. Ha sido un día de muchas emociones... — Le comento a Jolene, apenada.
Mientras nos alejamos de los carruajes, intento echar un vistazo a los demás tributos y qué sensaciones han tenido, pero no me da tiempo a hacerlo, ya que muchos me dan la espalda. Subimos en el ascensor y yo me quedo en silencio, mirando al suelo, pensando en que puede que en los próximos días acabe asesinado por uno de los tributos. Me muerdo el labio inferior y noto como las ganas de llorar comienzan a aflorar, pero intento aguantarme.
Una vez hemos llegado a la planta, Samantha se dirige sin decir nada a su habitación. Esto no es plato de buen gusto para nadie, eso está claro. Yo me siento en uno sofá anaranjado que hay en medio del salón, uno de los más cómodos que he probado en mi vida, y comienzo a desatarme las botas para quitarme los tacones. Luego paso al corsé y acabo apoyando mis codos en las rodillas. — Nunca había pensado que mi salto televisivo iba a ser de esta manera. — Comento por intentar darle gracia a esto. Pero no puedo evitarlo, las ganas de llorar que me han entrado en el ascensor acaban por salir y comienzo a llorar desconsoladamente. — Yo no quiero estar aquí, quiero volver a casa... — Digo entre llantos.
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05 de Agosto, noche ▼ Planta ocho ▼ Ash
Aún no puedo entender lo que ha sucedido. Siento que la imagen de Stephanie Black ardiendo en llamas se quedará en mi retina por toda la eternidad. Soy la última persona que siente simpatía por esa familia y tengo bien en claro que merecían el final que tuvieron, pero verlo en primera fila no solo me tomó por sorpresa, sino que también me ha parecido un golpe violento. Está claro que el gobierno busca dar un mensaje con esto y no puedo evitar preguntarme si los rebeldes van a corresponder de alguna manera. Dudo que esa mujer le importe a alguien hoy en día, de todos modos.
La verdad es que no puedo preocuparme por eso cuando tengo algunas cosas más urgentes en manos. Mi silencio no se rompe cuando entramos a la planta ocho y Samantha desaparece tan rápido que me pregunto si terminará por vomitar, que cara para eso no le falta.
Tengo intenciones de decirle a Ash que vaya a descansar, pero su voz interrumpe mi línea de pensamiento. Me quedo de pie, quieta como la mujer inútil que puedo ser. Paso algo de saliva y, tras lo que parece una eternidad, avanzo hasta ponerme a su lado. Apoyo una mano sobre su hombro y le doy un ligero apretón — Lo sé — murmuro —, en verdad lo sé. Ninguno de ustedes debería estar aquí para empezar — los platos los rompieron otras personas y ninguno de ellos está aquí dando la cara.
Me inclino para poder estar a su altura sin necesidad de sentarme. Le doy un pique en el mentón para que me mire — ¿Quieres un trago? — Es una sugerencia ridícula, lo sé, pero no podemos cambiar lo que ha pasado y lo mejor será sobrellevarlo de alguna forma — Tengo en claro que sonará estúpido, pero hoy podemos tratar de calmarnos. Ya mañana encontraremos un modo de que vuelvas a casa, en equipo — porque es todo lo que puedo ofrecer.
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05 de Agosto, noche ▼ Planta ocho ▼ Jolene
Todavía tengo la imagen de Stephanie Black arder delante de mis propios ojos. Siento que incluso llevo conmigo el olor a muerto y pensar eso me produce escalofríos. — ¿Cómo pueden ser tan bárbaros? — Digo entre sollozos, aún con las manos en mi rostro, tapando completamente mi cara. Lo peor de todo es que van a ser esas mismas personas las que estarán detrás de la televisión observando los juegos, disfrutando de cada una de las muertes que vayan ocurriendo. — Todavía no me creo que haya visto a una persona arder delante de mis propios ojos, Jolene. Ha sido horrible. — Puede que desde las gradas no fuesen tan impresionante, pero desde abajo se podía incluso notar el calor de las llamas.
Noto el ligero apretón por parte de mi mentora, el cual agradezco por el apoyo que demuestra en estos momentos de mi vida, pero no puedo evitar seguir llorando. — ¿Sabes por qué han decidido meterme aquí? — Mis palabras son entrecortadas por leves sollozos debido al disgusto que llevo encima. — Por un estúpido bolo que hice en el Capitolio criticando al presidente. ¿Por eso mismo me merezco morir? — Le confieso a Jolene, esta vez quitándome la peluca y lanzándola a un lado, ya que comienza a agobiarme.
Bajo la mirada un segundo, pero un pequeño toque en mi barbilla hace que la vuelva a subir para mirar los ojos de mi mentora. Asiento levemente con la cabeza al trago. — Con un poco de agua me basta, gracias. — Hay una caja de pañuelos frente al sofá y no dudo en coger uno para intentar secar las lágrimas, las cuales están medio manchadas por el rímel que me he puesto. Tendría que haberme puesto uno waterproof. Sus esperanzadoras palabras hace que me muerda el labio inferior y suspire. — ¿Crees que tengo posibilidades de volver a casa? — Está claro que sólo una persona puede volver a casa, pero somos muchos los tributos que queremos pelear por ese puesto. — Hay chicos mucho más fuertes que yo... no tengo nada que hacer contra ellos. —.
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05 de Agosto, noche ▼ Planta ocho ▼ Ash
No puedo decirle que lo que pasó esta noche será lo más sereno que verá a partir de ahora, pero creo que algo en mi expresión lo delata. La muerte de Stephanie Black fue grotesca, pero el morbo de un grupo de niños asesinándose entre sí con desesperación por volver a casa es mucho peor. Los eventos que se fundaron desde la caída de los Black fueron distintos, tenían otra índole. Incluso el Coliseo era calmo en comparación a esto. Es la más cruel de las venganzas.
Se me escapa una mueca de disgusto al escuchar su historia — No me sorprende — confieso —. Supongo que habrás herido oídos sensibles esa noche. Aminoff no es una persona que reaccione a los insultos porque sabe que siempre tendrá la última palabra. Vaya a saber cómo agrandaron la historia quienes te delataron — o quizá había aurores muy fieles entre el público, no lo sé. Dudo que Magnar siquiera lo sepa — Al menos no te mordiste la lengua — pésimo consuelo.
Agua. Sonrío con algo de gracia y asiento — Eso está bien — aunque yo necesito algo más fuerte, pero no voy a obligar a alguien más a embriagarse esta noche. Veo cómo se seca las lágrimas y me enderezo frotando su espalda — ¿Crees que yo era la más fuerte cuando fui a los juegos? — Sé que era diferente porque en ese entonces ganábamos por equipos, pero creo que entiende mi punto — Era una pulga de quince años que no tenía idea de cómo funcionaba el mundo — le doy la espalda para ir al minibar y me hago con dos vasos —. Pero sabía usar los cuchillos y tenía un temperamento de mierda. Así que sí, creo que puedes ganar si tú te lo crees.
No tardo en regresar con un vaso de agua para él y una copa de vino tinto para mí. Se lo entrego y me acomodo a su lado en el sofá — Primero que nada… ¿Prefieres que te llame Ash o Ruby? — Creo que cómo se identifique es más que importante cuando se trata de mostrarse al mundo frente a las cámaras — Y segundo. ¿Sabes hacer algo más que lucir tacones? Porque se ven geniales, pero dudo que puedas llevarlos a la arena… Aunque seguro podrías matar a alguien con esa punta.
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05 de Agosto, noche ▼ Planta ocho ▼ Jolene
Escondo de nuevo mi cara en mis manos, aunque ahora no esté llorando, aún tengo el disgusto encima. ¿Se me va a pasar en algún momento esto o es una sensación que voy a tener durante toda esta semana? El pensar que hay gente que acabará como Stephanie Black, que incluso yo mismo puedo acabar como ella... no estoy preparado para morir. Tengo mucho por lo que vivir. No me quiero imaginar cómo deben estar mis padres ahora mismo. Estoy seguro que habrán visto la cosecha del ocho desde casa y estarán destrozados. — Es un imbécil. — Digo respecto al presidente. — Tendrías que haber visto su expresión desde abajo. Tenía una mirada que daba miedo, de verdad Jolene. Tengo miedo que mi vida dependa de ese hombre ahora mismo. — Y no me había dado cuenta de la mala persona que era hasta que lo he visto en persona, sin emoción alguna tras ver quemar el cuerpo de Black.
Se me dibuja una sonrisa ladina cuando me comenta que no me mordí la lengua. — Para nada, de hecho creo que hablé más de la cuenta. Estaba bajo los efectos del alcohol y... bueno... a la gente le hacía gracia. Pero parece que a algún chivato no. — Rápidamente se me borra la sonrisa del rostro, para que los ojos comiencen de nuevo a acristalarse.
Noto cómo me frota la espalda y eso me recuerda a cuando mamá me frotaba la espalda cuando me sentía en mis peores momentos. Supongo que ahora la figura materna que más cerca tengo es a Jolene. — ¿Sólo tenías quince años? — Me sorprende, porque estoy seguro que había gente de mayor edad, aunque puede que no tuviese que enfrentarse a ellos, y lo hicieron otras personas. — Al menos se te daban bien los cuchillos... — Yo no sé si se me da bien usar alguna arma. ¿Podría tener una aguja como arma? Porque es lo único que sé usar con certeza. — Bueno, eso al menos lo compartimos. Si me enfado puedo enrabietarme mucho. Aunque pueda aparecer con todo este glam... — Hago un gesto con mis dedos que señalan desde mi conjunto hasta el maquillaje. —... tengo uñas que arañan. Puede que no sea la persona más fuerte del mundo, pero puedo defenderme. — O al menos eso creo. — Quiero ganar, eso lo tengo claro. — Acabo diciendo.
— Muchas gracias. — Recojo el vaso para darle un trago bastante largo. Mi garganta agradece el contacto del agua. Estaba sediento después de notar todo el fuego en mi cara. Su pregunta me encanta, ya que muchas personas no suelen preocuparse por los pronombres de una persona. — Cuando estoy full glam como me has visto en el desfile, prefiero que me llamen Ruby. Sin embargo, ahora mismo no me importa que me llames Ash, porque he salido del personaje. — Tampoco suelo ser muy exquisito en ese aspecto, la verdad. — Siempre he usado a Ruby como una manera de expresarme, un alter ego. Siempre me ayudaba a evadirme de la realidad. Supongo que hoy la he usado como coraza... — Murmuro. Puede que no haya querido enfrentarme realmente a mi destino.
Me muerdo el labio inferior ante la segunda pregunta, pero no puedo evitar soltar una pequeña risita combinada con un sollozo. — No creo que me hagan el favor de poner tacones. — Comento. — Soy ágil con los hilos, ¿igual podría aprender a montar trampas? — Lo dudo, aunque puede ser una opción. — Me gustaría aprender a defenderme con una arma, no sé cuáles son fáciles de manejar... — Añado.
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05 de Agosto, noche ▼ Planta ocho ▼ Ash
— Tu vida no depende de Magnar Aminoff — le aseguro con firmeza —. Él no estará en la arena y tampoco puede hacer nada si te ganas al público. Olvídate de él y de todo lo que puede representar. Debes enfocarte en cosas más importantes ahora — sé que el presidente siempre se muestra amable y encantador en público, pero tengo bien en claro que nadie que valga la pena haría lo que hizo esta noche. Al menos parece que lo ha ridiculizado bastante aunque sea en un bolo y no puedo evitar sonreírle un poco.
Asiento con la cabeza, carente de orgullo. — Se me daban bien porque me había preparado. Me ofrecí voluntaria. No es una historia para esta ocasión — en especial porque no tenemos tiempo que perder con mis anécdotas familiares. Al menos me asegura que quiere ganar y eso me pinta una sonrisa algo más sincera — Todos nos volvemos mucho más fuertes de lo que pensamos bajo el miedo y la adrenalina. Es algo biológico, así que podrías sorprenderte. Lo que es un poco más importante es que uses más las neuronas que los músculos — los kamikaze nunca salían bien parados en los juegos.
Bebo en silencio y me lo pienso un poco. — No sé si es algo que te gustaría, pero quizá Ruby no tenga que irse… ¿No crees? — Sugiero. No estoy muy segura porque no recuerdo haberlo visto en televisión y tampoco tengo claro cómo serán estos juegos — Dices que es un alter ego que te protege. Tal vez sea bueno usarlo a tu favor. Llamar la atención con la parte única de ti. Destacar nunca está de más en estos eventos — sí tendría que tener cuidado en caso de poder ganar simpatía, pero ya nos preocuparemos por eso.
— Lo de las trampas es una buena opción. Si me preguntas, diría que trates de aprender un poco de todo en lugar de enfocarte en una sola cosa. No sabes cómo será la arena y debes estar listo para cada cosa que se te presente. Un buen luchador no sirve de nada si no sabe nadar o buscar agua. ¿Entiendes? — Sé que es tarde para andar explicando estas cosas y debe tener la cabeza explotada, pero tampoco lo puedo dejar pasar — Las armas más delicadas son las que no te conviene agarrar si no sabes usarlas. Elimina la arquería. Busca algo rápido, que te permita moverte y atacar a la vez. Una lanza, un hoz… Pueden bloquear oponentes y puedes lanzarlas, si sabes cómo. ¿Crees que podrías probar algo de eso?
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05 de Agosto, noche ▼ Planta ocho ▼ Jolene
— Tienes razón — Comento a lo que dice sobre Magnar Aminoff, mientras me seco las lágrimas que todavía caen por mi rostro. No puedo dejar que ese pensamiento me nuble estos días. Creo que tengo que ser realista de mi situación y afrontarla lo mejor que pueda. Ahora mismo no tengo salida, porque me han sentenciado a muerte junto a muchas otras personas. Pero si tengo que pelear esta guerra, lo voy a hacer con todas mis fuerzas. — Si estuviese en la arena no creo que durase mucho. — Estoy seguro que todos iríamos a por él.
No puedo esconder mi sorpresa cuando me confiesa que ella se presentó voluntaria para sus juegos. — ¿Eso se podía hacer en aquel entonces? — No puedo evitar preguntar, aunque ella misma me haya dicho que no es una historia para contar ahora. No me entra en la cabeza que hubiese personas que se presentasen voluntarias para ir a los juegos, arriesgar su propia vida por... ¿matar a otras personas? Espero que Jolene me cuenta esa historia otro día. — ¿Eso te pasó a ti? ¿Te volviste más fuerte de lo que pensabas bajo el miedo y la adrenalina? — Puede que me lo cuente por su propia experiencia, aunque seguramente si Jolene se presentó como voluntaria para sus juegos, es que estaría... preparada para ello. — Aunque no sé si se pueden tener dos dedos de frente cuando tu vida está en juego. Para eso hay que tener mente fría y yo soy mucho de impulsos... — Y es cierto, cosa que nunca me ha beneficiado.
Alzo una ceja cuando me comenta que Ruby no hace falta que se vaya en ningún momento. — Está claro que esta noche habré destacado entre todos los demás chicos. Seguro que muchos se han pensado que el distrito ocho habían traído dos tributos chicas en vez de un chico y una chica. — No sé si lo habrán explicado por ahí, en la televisión o algo. No he visto la televisión desde que hemos llegado a la planta ocho, pero tampoco es que me interese demasiado lo que tengan que decir los Capitolinos respecto a mi persona. ¿Todavía se acordarán de mi y de los bolos que hacía? — ¿Tú te has enterado de algo que hayan dicho sobre nosotros? ¿Sobre Sam y sobre mí? — Sé que Jolene ha estado cerca de las gradas, sino en las mismas, puede que tenga algo que decirme que haya escuchado decir al público. Algo esperanzador.
Me rasco la cabeza por el sudor debido a la peluca, mientras escucho los consejos de mi mentora. — Sí... me parece buena idea el picotear un poco de todo. Así al menos podré manejarme mejor en la arena... Aunque lo de buscar agua nunca se me había ocurrido que pudiese llegar a ser una opción. — Parece cruel y todo. No sé por qué, pero me había imaginado que habría algún lago en la arena... no sé, qué menos. Pero puede que nos manden al medio de un desierto y allí un lago no creo que haya. — La hoz me suena bien. O un cuchillo. Podré practicar con esas durante la semana que viene, meterle mucha caña. Y la arquería también lo descartaría. — Tengo claro que con una espada no voy a poder porque pesará demasiado para poder manejarla bien.
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05 de Agosto, noche ▼ Planta ocho ▼ Ash
Se me escapa una mueca de disgusto — Sí. Fue una idea estúpida de la cual me arrepentí luego. Mi hermana había muerto en los juegos y no quería dejar que la olviden, eso es todo. Cuando eres pequeño tienes esos ideales exagerados… — No quiero ser mala persona y decir que todos los adolescentes son ilusos, pero la mayoría caen en esa trampa. Su siguiente pregunta me pinta una sonrisa lastimera — Tuve la buena suerte de que fui a los juegos con personas queridas y, de alguna manera, todos pudimos salir de ahí como equipo. Estos juegos son diferentes y deberás apoyarte solo en tu instinto, así que dudo que ese consejo te sirva mucho — no habrá nadie que le cubra las espaldas, al menos no de forma fiel. Un aliado siempre será temporal si solo uno puede volver a casa. — Tendrás que aprender a controlarlos. Habrá momentos donde tu impulso te salve y otros donde puedan joderte la vida. Todo es cuestión de escenarios — yo no podré marcarle el camino porque no tengo idea de lo que va a pasar. Eso está en sus manos.
Le sonrío con algo de diversión — Creo que la sociedad ha avanzado como para comprender lo que ha sucedido y tampoco creo que alguien se haya ofendido por eso — al menos que tuvieran mentes muy conservadoras, pero eso en NeoPanem es historia. La discriminación va contra otra clase de ideas. A lo siguiente me encojo de hombros —. No, no escuché nada. He estado bastante ocupada tratando de averiguar quiénes son ustedes, así que tendré que prestar atención en la semana. Esto recién empieza.
Bebo un poco de mi copa en lo que mis ojos se entornan — Los tributos sólo serán un problema si te cruzas con ellos y sí, sucederá, pero no es lo peor. En mis épocas usaban mutaciones para avivar el espectáculo y, con todo lo que ha avanzado la tecnología con la magia, es obvio que deben tener sorpresas preparadas. Y cuando no son los mutos… La arena misma puede matarte. Imagina que estás en un desierto. ¿Cómo vas a pelear si te deshidratas? —Acabaría muriendo antes de siquiera levantar un arma.
— La arquería es una disciplina que no puedes aprender en una semana, así que no veo mal descartarla — acepto con un asentimiento —. Tanto la hoz como un cuchillo son útiles, pero te aconsejo que aprendas boxeo. No puedes pelear con un arma de corto alcance si no sabes cómo moverte frente a un oponente de frente. Tienes que usar el arma como extensión de tu cuerpo, no como un agregado — mis ojos van hacia mi copa y chasco la lengua —. Mandar a magos a pelear con armas muggles será una masacre. No tienen nada que ver con las varitas.
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05 de Agosto, noche ▼ Planta ocho ▼ Jolene
Me sorprende mucho que Jolene hubiese participado en los juegos de manera voluntaria, aunque no entiendo muy bien eso que comenta de las personas queridas y los grupos; es decir, que salieron con vida más de una persona. Pero se puede ver en su rostro que se arrepiente de haber tomado aquella decisión, o al menos espero que esté interpretando su mueca de tal manera. — Se ven cosas horribles allí dentro, ¿verdad? — No me puedo ni imaginar el ver un cadáver. Lo de esta noche ha sido impresivo, pero no he visto el cuerpo de Stephanie Black en ningún momento. Puede que ver a alguien con una flecha en la garganta me impresione mucho más. Me muerdo el labio inferior cuando me aconseja el tener que aprender a controlar mis impulsos. — Lo difícil será diferenciar cuándo hacerle caso. — Acabo diciendo.
Asiento a lo que dice y estoy totalmente de acuerdo con lo que dice respecto a la sociedad de hoy en día. Es cierto que nunca me han puesto pegas en el Capitolio por haber vestido de una manera u otra. — Puedo ser una figura en la que se sientan representados los capitolinos. Los demás tributos no creo que tengan los mismos conocimientos del Capitolio como los he tenido yo durante dieciséis años. — Y puedo usar a favor el hecho de haber vivido casi toda mi vida en la capital para ganarme su simpatía. — Fui conocido en el Capitolio hace unos años, hasta el pequeño incidente que me hizo mudar al ocho. Podemos aprovechar eso, tenía una pequeña influencia en Wizz. — Tenía fans que me reconocían por la calle. Aunque ahora no creo que nadie quiera pedirme una foto.
— ¿Mutaciones? — Mis palabras suenan temblorosas, con miedo por lo que me pueda encontrar allí dentro. Puede que tenga miedo de lo que me puedan hacer los demás tributos, pero también he de tener miedo de lo que me pueden hacer los responsables de los juegos. Porque, como ha dicho Jolene, lo único que quieren es un buen espectáculo. — Visto todo eso no sé si me veo ahora con muchas posibilidades... Sólo veo obstáculos y cosas que me impedirán seguir con vida. — Mi mirada se baja al vaso de agua que me ha traído y mis palabras suenan un tanto pesimistas.
No sé si la idea del boxeo me parece buena idea, más que nada por el tipo de persona que soy; es decir, soy una persona muy delgada y que no tiene casi fuerza en los brazos. ¿Cómo se supone que voy a defenderme con los palos que tengo como brazos? — Creo que los demás tributos me podrían ganar en el boxeo tranquilamente. Yo soy un palo y he visto a gente tanto musculada como con mucho más cuerpo que yo. — Especialmente los del uno y el dos. — De todas formas... intentaré aprenderlo. Al menos si sé moverme podré defenderme de los ataques que me hagan, ¿no? — No sé cómo se me darán todas estas cosas que estamos planteando, porque en la teoría todo puede sonar precioso, pero en la práctica todo es mucho más complicado.
— ¿No nos van a dejar usar varitas tampoco? — Ahora sí que estoy perdido. Al menos con una varita igual podía defenderme porque soy más habilidoso, pero solo con el uso de armas muggles se me complican las cosas una barbaridad. — Supongo que quieren un buen espectáculo... —
Asiento a lo que dice y estoy totalmente de acuerdo con lo que dice respecto a la sociedad de hoy en día. Es cierto que nunca me han puesto pegas en el Capitolio por haber vestido de una manera u otra. — Puedo ser una figura en la que se sientan representados los capitolinos. Los demás tributos no creo que tengan los mismos conocimientos del Capitolio como los he tenido yo durante dieciséis años. — Y puedo usar a favor el hecho de haber vivido casi toda mi vida en la capital para ganarme su simpatía. — Fui conocido en el Capitolio hace unos años, hasta el pequeño incidente que me hizo mudar al ocho. Podemos aprovechar eso, tenía una pequeña influencia en Wizz. — Tenía fans que me reconocían por la calle. Aunque ahora no creo que nadie quiera pedirme una foto.
— ¿Mutaciones? — Mis palabras suenan temblorosas, con miedo por lo que me pueda encontrar allí dentro. Puede que tenga miedo de lo que me puedan hacer los demás tributos, pero también he de tener miedo de lo que me pueden hacer los responsables de los juegos. Porque, como ha dicho Jolene, lo único que quieren es un buen espectáculo. — Visto todo eso no sé si me veo ahora con muchas posibilidades... Sólo veo obstáculos y cosas que me impedirán seguir con vida. — Mi mirada se baja al vaso de agua que me ha traído y mis palabras suenan un tanto pesimistas.
No sé si la idea del boxeo me parece buena idea, más que nada por el tipo de persona que soy; es decir, soy una persona muy delgada y que no tiene casi fuerza en los brazos. ¿Cómo se supone que voy a defenderme con los palos que tengo como brazos? — Creo que los demás tributos me podrían ganar en el boxeo tranquilamente. Yo soy un palo y he visto a gente tanto musculada como con mucho más cuerpo que yo. — Especialmente los del uno y el dos. — De todas formas... intentaré aprenderlo. Al menos si sé moverme podré defenderme de los ataques que me hagan, ¿no? — No sé cómo se me darán todas estas cosas que estamos planteando, porque en la teoría todo puede sonar precioso, pero en la práctica todo es mucho más complicado.
— ¿No nos van a dejar usar varitas tampoco? — Ahora sí que estoy perdido. Al menos con una varita igual podía defenderme porque soy más habilidoso, pero solo con el uso de armas muggles se me complican las cosas una barbaridad. — Supongo que quieren un buen espectáculo... —
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05 de Agosto, noche ▼ Planta ocho ▼ Ash
No le quiero decir que conocer al Capitolio puede ser un arma de doble filo en su caso. No cuando parece ser que es lo único positivo dentro de esta conversación y, con un poco de suerte, puede salir bien. Me limito a asentir.
A veces olvido de que todos los chicos en edad para ser tributo no han visto los juegos de los Black. Las mutaciones eran moneda corriente, no como las criaturas mágicas que se vieron luego con los Niniadis o en el Coliseo. Arqueo una ceja — Pero esa es la idea del juego — digo con simpleza —. Si fueran fáciles no se molestarían en hacerlos. Si vas a rendirte ahora dímelo y ni me gasto en conseguir un patrocinador — lo que deja bien en claro que, si no pone algo de voluntad, yo no podré hacer nada.
Me termino la copa como excusa para no responder de inmediato. Es imposible convertir a ninguna persona en un guerrero en una semana, pero supongo que tendrá que poner lo mejor de sí si quiere sobrevivir. — Claro. Sino siempre te queda la estación de camuflaje o trampas — lo cual no es mi área pero a otras personas les funciona mejor. ¿O cómo planean sobrevivir los más pequeños?
Mi rostro se muestra confundido cuando bajo la copa — ¿Acaso no prestaste atención a las normas? Son de conocimiento público — apunto —. No. No podrán utilizar varitas. El gobierno los ha señalado como traidores y eso significa que deben ser rebajados al mismo nivel que los muggles, por lo que no les darán ninguna varita. Van a tener que ser un poco más inventivos que de costumbre — para duelos mágicos el presidente tiene su propio catálogo, aunque dudo que vuelva a hacerlo si consideramos lo mal parado que quedó gracias a esa veela.
Me pongo de pie con un suspiro y muevo mi cuello para hacerlo tronar — Mira. Ha sido un día largo y agotador. Mañana es domingo, así que no habrá entrenamientos y podremos pensarlo mejor. Ahora solo intenta descansar. ¿De acuerdo? — Le doy una palmada amable en el hombro en cuanto paso por su lado para poder dejar mi copa en algún sitio donde sea fácil de encontrar para los elfos domésticos — Vas a necesitarlo.
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05 de Agosto, noche ▼ Planta ocho ▼ Jolene
La idea que Jolene me presenta sobre rendirse y sobre no querer buscarme patrocinadores me aterra, por lo que agito mi cabeza varias veces en modo de negación, y agito mis manos de manera apurada. — No no no no. No me voy a rendir, te lo prometo. — Le digo en un tono agobiado. — Que me den miedo las mutaciones o los bichos que me pueda encontrar cara a cara no quiere decir que no vaya a pelear por mi propia vida. Y si siento que te tengo a mi lado, aunque estemos a kilómetros de distancia, te lo agradecería. — Puede que estas mismas palabras se las vaya a decir a Samantha, al fin y al cabo somos su responsabilidad.
Seguro que intentará dar lo mejor de nosotros dos. Pero puede que en un momento tenga que decantarse por uno de los dos, si ambos sobrevivimos lo suficiente en la arena, y realmente espero que esa persona sea yo. Puede que mis palabras suenen un poco pesimistas, pero aún sigo en shock de todo lo que ha sucedido en menos de veinticuatro horas. Es demasiada información que procesar y mi cerebro aún está en ello. Asiento con la cabeza cuando mi mentora me comenta sobre las estaciones de camuflaje y de trampas. Supongo que tendré que echarles un vistazo cuando llegue el día de los entrenamientos.
Niego rotundamente ante su pregunta y me muerdo el labio inferior. — Sé que las normas son de conocimiento público, pero como no me veía en la posición que me encuentro ahora mismo, no le hice demasiado caso. Tenía cosas más importantes en las que centrarme que en unas malditas normas que ni me iban ni me venían. — Le confieso. — ¿Acaso quieren que nos convirtamos en puros salvajes? Pf... — Noto como las lágrimas comienzan a asomarse, pero me muerdo el labio inferior para reprimir que éstas caigan por mis mejillas. Ya he llorado hoy demasiado. No me quiero imaginar cómo tiene que ser una muerte por estrangulamiento o por tener un cuchillo clavado en el estómago.
Mi mirada se eleva y sigue a Jolene cuando ésta se levanta del sillón. Asiento con la cabeza, es buena idea hablar las cosas mañana porque al menos yo voy a tener la cabeza más libre de emociones. O al menos eso espero. — Gracias. — Le digo intentando mostrar una pequeña sonrisa. — Al menos lo intentaré. — No sé cuánto voy a poder dormir por las mariposas que siento en el estómago, y éstas no son de las que vienen cuando tengo una cita con un chico.
Seguro que intentará dar lo mejor de nosotros dos. Pero puede que en un momento tenga que decantarse por uno de los dos, si ambos sobrevivimos lo suficiente en la arena, y realmente espero que esa persona sea yo. Puede que mis palabras suenen un poco pesimistas, pero aún sigo en shock de todo lo que ha sucedido en menos de veinticuatro horas. Es demasiada información que procesar y mi cerebro aún está en ello. Asiento con la cabeza cuando mi mentora me comenta sobre las estaciones de camuflaje y de trampas. Supongo que tendré que echarles un vistazo cuando llegue el día de los entrenamientos.
Niego rotundamente ante su pregunta y me muerdo el labio inferior. — Sé que las normas son de conocimiento público, pero como no me veía en la posición que me encuentro ahora mismo, no le hice demasiado caso. Tenía cosas más importantes en las que centrarme que en unas malditas normas que ni me iban ni me venían. — Le confieso. — ¿Acaso quieren que nos convirtamos en puros salvajes? Pf... — Noto como las lágrimas comienzan a asomarse, pero me muerdo el labio inferior para reprimir que éstas caigan por mis mejillas. Ya he llorado hoy demasiado. No me quiero imaginar cómo tiene que ser una muerte por estrangulamiento o por tener un cuchillo clavado en el estómago.
Mi mirada se eleva y sigue a Jolene cuando ésta se levanta del sillón. Asiento con la cabeza, es buena idea hablar las cosas mañana porque al menos yo voy a tener la cabeza más libre de emociones. O al menos eso espero. — Gracias. — Le digo intentando mostrar una pequeña sonrisa. — Al menos lo intentaré. — No sé cuánto voy a poder dormir por las mariposas que siento en el estómago, y éstas no son de las que vienen cuando tengo una cita con un chico.
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