OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Dianthe Fairhope
Nombre Completo Dianthe Hannah Fairhope Fecha de nacimiento 6 de junio de 2454 Distrito 7 Rango Tributo Raza Squib Face Claim Kaylee Bryant |
Historia
Todo estaba dispuesto para que, en este mundo convulso que vivimos, una niña de ojos color madera fuese feliz. Dianthe tuvo la suerte de nacer en el seno de los Fairhope, una familia de magos de linaje puro y pudiente. Dueños de una de las mayores plantaciones de árboles para varitas del Distrito 7, la llegada de la pequeña fue una prueba más de que la fortuna les sonreía.
La niña era un rayo de luz para sus padres; alegre, cariñosa y despierta, parecía tenerlo todo para asegurarse un futuro prometedor. Pero cuando todo parece demasiado perfecto para seguir así, quizá es porque lo es, y así, cuando la niña con cinco años aún no había dado muestras de magia, se decidió someterla a la prueba cuyo resultado tanto podían temer unos padres preocupados como ellos. Y con razón, pues se confirmó que la única hija de los Fairhope era una squib.
El matrimonio intentó ocultar esto, tanto a su hija, que creían demasiado pequeña para entender las repercusiones de su condición, como al resto del distrito, no tanto por la reputación del apellido como por evitar las consecuencias a la persona que más querían. Pero un secreto así no puede mantenerse por siempre, y mientras Dianthe preguntaba por qué los demás niños iban a la escuela y ella recibía clases particulares, sus vecinos empezaron a preguntarse lo mismo. Así, para cuando la niña contaba con menos de diez años, ya todos sabían de la desgracia de los Fairhope.
Pese a que los adultos más que con desprecio la miraban a ella y a sus padres con compasión, como si ella estuviese enferma o le faltase un miembro, los jóvenes podían ser más crueles, y así Dianthe aprendió y perfeccionó el arte de desaparecer, no mágicamente, claro, pero sí trepando a lo más alto de los árboles, encontrando los mejores escondites, sabiendo moverse y mantenerse en silencio y tan ágilmente que resultaba casi inútil buscarla si ella no quería ser encontrada.
Pese a todo, la chica seguía siendo una hija obediente, siempre respetuosa de las reglas, que se conformaba con su condición e intentaba aprender todo lo que fuese útil para su futuro, para continuar con el legado de sus padres. Así, se especializó en los misterios de la varitología, aunque ella nunca pudiese usar una.
Cuando ella tenía once años, llegó a su vida quien la cambiaría, aunque en esos momentos no se podría haber imaginado que sería para mal. Hyperion llegó como esclavo, solo con un año más que ella y, por algún motivo, ese niño de aspecto duro la inspiró a cometer su primer acto de rebeldía: compartir con él sus conocimientos. Tal vez en la mente joven de ella lo que hacía no eran tan grave, aunque sí que comprendía que nadie debía enterarse de esos encuentros e intercambios.
La niñez dio paso a la adolescencia de esta manera y, cuando tenía quince años, de nuevo su destino dio un vuelco. Con la nueva política, su condición se agravaba, ella lo sabía. Los squibs bajaban más aún en la escala social, y los Fairhope empezaron a temer lo que sería de Dianthe cuando ellos faltaran. Quizá la única posibilidad de un buen futuro para la chica sería un matrimonio, aunque ¿qué mago de bien estaría dispuesto a ello? La joven no lo admitiría, pero ahora que, gracias a esa política que a ella la condenaba, Hyperion era libre y un mago de derecho, ahora que la ley no les impedía ser amigos, a veces fantaseaba con que él podía ser quien la liberase de un futuro funesto.
Quizá fue por eso que, una noche, al verle escabullirse decidió seguirle. Al darse cuenta — quizá algo tarde — de las intenciones del chico, se dejó ver por él y, mientras Hyperion intentaba convencerla de volver a casa, ella intentaba convencerle a él de hacer lo mismo, de volver con ella.
Así, con la mano extendida hacia él y la mirada implorante fue como la encontraron, como los encontraron a ambos, y de poco sirvieron las explicaciones y las súplicas. Ambos fueron acusados de intentar unirse a los rebeldes.
Y todos saben cuál es el castigo por tal traición.
La niña era un rayo de luz para sus padres; alegre, cariñosa y despierta, parecía tenerlo todo para asegurarse un futuro prometedor. Pero cuando todo parece demasiado perfecto para seguir así, quizá es porque lo es, y así, cuando la niña con cinco años aún no había dado muestras de magia, se decidió someterla a la prueba cuyo resultado tanto podían temer unos padres preocupados como ellos. Y con razón, pues se confirmó que la única hija de los Fairhope era una squib.
El matrimonio intentó ocultar esto, tanto a su hija, que creían demasiado pequeña para entender las repercusiones de su condición, como al resto del distrito, no tanto por la reputación del apellido como por evitar las consecuencias a la persona que más querían. Pero un secreto así no puede mantenerse por siempre, y mientras Dianthe preguntaba por qué los demás niños iban a la escuela y ella recibía clases particulares, sus vecinos empezaron a preguntarse lo mismo. Así, para cuando la niña contaba con menos de diez años, ya todos sabían de la desgracia de los Fairhope.
Pese a que los adultos más que con desprecio la miraban a ella y a sus padres con compasión, como si ella estuviese enferma o le faltase un miembro, los jóvenes podían ser más crueles, y así Dianthe aprendió y perfeccionó el arte de desaparecer, no mágicamente, claro, pero sí trepando a lo más alto de los árboles, encontrando los mejores escondites, sabiendo moverse y mantenerse en silencio y tan ágilmente que resultaba casi inútil buscarla si ella no quería ser encontrada.
Pese a todo, la chica seguía siendo una hija obediente, siempre respetuosa de las reglas, que se conformaba con su condición e intentaba aprender todo lo que fuese útil para su futuro, para continuar con el legado de sus padres. Así, se especializó en los misterios de la varitología, aunque ella nunca pudiese usar una.
Cuando ella tenía once años, llegó a su vida quien la cambiaría, aunque en esos momentos no se podría haber imaginado que sería para mal. Hyperion llegó como esclavo, solo con un año más que ella y, por algún motivo, ese niño de aspecto duro la inspiró a cometer su primer acto de rebeldía: compartir con él sus conocimientos. Tal vez en la mente joven de ella lo que hacía no eran tan grave, aunque sí que comprendía que nadie debía enterarse de esos encuentros e intercambios.
La niñez dio paso a la adolescencia de esta manera y, cuando tenía quince años, de nuevo su destino dio un vuelco. Con la nueva política, su condición se agravaba, ella lo sabía. Los squibs bajaban más aún en la escala social, y los Fairhope empezaron a temer lo que sería de Dianthe cuando ellos faltaran. Quizá la única posibilidad de un buen futuro para la chica sería un matrimonio, aunque ¿qué mago de bien estaría dispuesto a ello? La joven no lo admitiría, pero ahora que, gracias a esa política que a ella la condenaba, Hyperion era libre y un mago de derecho, ahora que la ley no les impedía ser amigos, a veces fantaseaba con que él podía ser quien la liberase de un futuro funesto.
Quizá fue por eso que, una noche, al verle escabullirse decidió seguirle. Al darse cuenta — quizá algo tarde — de las intenciones del chico, se dejó ver por él y, mientras Hyperion intentaba convencerla de volver a casa, ella intentaba convencerle a él de hacer lo mismo, de volver con ella.
Así, con la mano extendida hacia él y la mirada implorante fue como la encontraron, como los encontraron a ambos, y de poco sirvieron las explicaciones y las súplicas. Ambos fueron acusados de intentar unirse a los rebeldes.
Y todos saben cuál es el castigo por tal traición.
Atributos Vitalidad 50 pts Fuerza 4 pts Destreza 5 pts Defensa 5 pts Agilidad 6 pts | Otros Datos - Tiene bastante destreza manejando ciertas herramientas debido a que las ha utilizado mucho para tallar varitas y figuras en madera, pero nunca las ha utilizado como arma. - Tiene una marca en la ceja derecha por una caída de un árbol hace unos años. - Ella le dio su primera varita a Hyperion, cuando la ley le permitió poseer una. |
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