La historia de Xamara, al menos durante sus primeros años de vida, no dista mucho de la que cualquier otro niño que vive una cómoda vida en el distrito cuatro pudiera tener. Una madre que vivía para sus hijos, un padre trabajador y responsable, un hermano mayor, y un par de tíos que no tenían problemas en mimarla cuando la ocasión lo requería.

Si todo se hubiera dado según su versión de la historia, o al menos la que fuera contada por sus tíos, probablemente nada hubiera sucedido. Pero ese no había sido el caso.

La madre de Xamara, una hija nacida de muggles, no era precisamente partidaria de la ideología que predominaba en el país. ¿Había sabido mantenerse callada? Claro. Pero ser una ama de casa para toda la vida no era algo que realmente le atrajese y, cuando la propuesta del distrito nueve llegó a sus oídos… Tenía demasiados recuerdos de sus propios padres como para querer seguir negándolos y su marido, un hombre sumamente comprensivo y que la amaba con locura, no dudó en darle la razón.

Trataron de razonar con sus amigos y seres queridos, miraban con atención las noticias en busca de algún cambio y, cuando se armaron de valor, participaron en algunas protestas. Lamentablemente para ellos una cámara los captó en alguna ocasión y, tras verse sometidos a una vigilancia de la que no estaban enterados, el ministerio no tardó en enterarse que además de revoltosos, asistían a los muggles que requerían de ayuda para trasladarse entre distritos. Su ejecución no tardó en llegar y es así cómo los hermanos Seabridge fueron a parar al cuidado de sus tíos.

Mara no estaba enterada, claro. Había pasado un año desde entonces, pero sus tíos habían querido proteger la imagen que ella pudiera tener sobre sus padres. Su hermano no podía presumir de poseer esa ignorancia, pero les seguía el cuento lo mejor que podía. O al menos lo hizo hasta el anuncio de los juegos. Sabía lo que eso significaba y no quería que su hermanita fuera tomada por sorpresa en caso de que le sucediese algo a alguno de ellos.

Decir que el mundo de la pequeña se vino abajo era poco, pero no había nada que pudiera hacer al respecto salvo esperar.