Durante el gobierno de los Black, los magos y las criaturas mágicas tenían un camino lleno de obstáculos para poder si quiera vivir con cierta tranquilidad. Archer Autumn era un mago sangre pura que había vivido siempre bajo la apariencia de un muggle. En las cuatro paredes de su casa había aprendido algo de magia, al menos lo más básico y la teoría que le permitiesen después en público mantener una apariencia de no mágico. Regentaba una librería en el capitolio y básicamente a ello dedicaba toda su vida.

Al menos hasta que conoció a Iala Nephthys. Fue un encuentro casual en una de las visitas de Archer al D7 en búsqueda de nuevos libros. Los encantos Veelas de Iala bastaron para enamorar al joven mago y dejarle rendido a sus pies. Pocos meses después Archer había abierto una segunda librería en el D7. Dejando la del capitolio en manos de unos encargados. Construyó una casa con sus propias manos en medio del bosque y allí comenzaron a vivir. Iala vivía en secreto pues su condición de criatura era despreciada por la sociedad. Ella solo buscaba cariño, aunque había tenido que hacerlo mediante el uso de sus habilidades. Poco tiempo después quedó embarazada.

Iala antes de ser Veela había sido un bruja de sangre pura. Y en su familia corría la leyenda de que si una de las mujeres de esta tenía gemelos, siempre uno de ellos sería "bueno", e inclinará su balanza hacia la luz, mientras que el otro, sería "malo" e inclinará la suya hacia la oscuridad. Sin oportunidad de ambos de elegir su destino. La verdad que en esta leyenda había era algo que nadie sabía, pero los Nephthys eran fieles creedores de la misma.

Y esto fue precisamente lo que ocurrió. Iala dio a luz a dos preciosos bebés. Eliana y Esbet. Nada más verlos el amor de la madre por ambas fue tanto que ante el miedo de que se las llevasen por su origen decidió ser ella quien se marchase. Dejó a Archer a cargo de ambos bebés y una noche salió de aquella casa para no volver nunca. Al menos así podrían tener una vida algo más sencilla.

Ambos bebés que nacieron juntas, se criaron de igual modo como dos caras de una moneda, siempre juntas, en cada juego, en cada enseñanza, eran uña y carne. Asistieron a la enseñanza básica en el propio D7. Siempre bajo la atenta mirada de su padre que buscaba evitar que las niñas destacasen, al menos no demasiado. Ocultar sus primeras muestras de magia fue relativamente sencillo. Allí en medio del bosque no era lo mismo que encontrarse en medio de otro distrito o del capitolio. Más o menos siempre podían pasar por accidentes o taparlo sin que nadie le hiciese mucho caso. Pero su parte veela era otra cuestión. Archer trató de enseñar a sus hijas con una disciplina bastante rígida. Y en cierto modo funcionó, probablemente de haber estado en un pueblo de mayor densidad o en otro distrito las chicas no hubiesen acabado tan bien.

Cuando contaba con 12 años, Jamie Niniadis toma el poder, hecho que trae un cambio total en la vida de la familia Autumn. La magia ya no es perseguida ni castigada, pero ser una criatura sigue siendo algo nada agradable. Al menos una parte de ellas se sienten más libres. No deben ocultar su magia, de hecho empiezan a aprenderla. Y cuando alguien se mete con ellas es Esbet quien sale en defensa de ambas, ganándose así alguna que otra pelea, pues para ella ser Veela no es sino ser mejor y superior al resto.

Gracias al cambio de gobierno y a solo ser mitad Veela, ambas niñas son aceptadas con 13 años en el colegio Prince. Entrar en aquel colegio es el empujón definitivo para que comiencen a realizar magia por un lado y por otro explorar su parte veela. Su padre, Archer, comprender que con aquel cambio del gobierno ha llegado la hora de cumplir aquello que le prometió a Iala. En el 14 cumpleaños de las niñas, le entrega a cada una un libro que su madre había dejado para ellas. Estos pertenecían a la familia Nephthys y no eran otra cosa que libros de magia.  A Eliana le entrega un libro de color blanco y dorado. Lleno de hechizos curativos y hechizos destinados a crear y reparar. Por otro lado, a Esbet le entrega uno negro y morado, lleno de maldiciones, venenos y hechizos destinados a destruir y corromper. Ambos libros habían estado por generaciones en la familia, pero sin ser usados y siempre ocultos debido al gobierno de los Black. Cosa que ahora parecía haber cambiado.

Desde ese momento, y a pesar de centrarse en aprender y descubrir cada una aquello que había en su libro, ambas hermanas continuaron llevándose bien. Pero, con el paso de los días, Esbet iba notando un pequeño cambio dentro de ella. Dejándose llevar por las leyendas de la familia de su madre, y que su padre le contó, empezó a dejar salir esa parte que siempre había tenido oculta. En teoría, según la historia de su familia, ella era la cara oscura de la moneda y ahora empezaba a darse cuenta de ello.

Con todo esto, ambas hermanas fueron superando los cursos en el Prince. En estos años surgió un mínimo distanciamiento entre ambas, pero por el cariño que su padre tenía por Eliana, Esbet trató de seguir pareciendo la misma persona con ella.

Con 16 años les llegó el turno de decidir que iban a hacer con su futuro, uno que no parecía demasiado bueno teniendo en cuenta su mitad Veela. Aún así, una noche Esbet tuvo una visión en la que se vio brevemente vestida con una túnica de color morado y además rodeada de todo lo que siempre ansió, poder. Sin estar segura de si aquello era realmente una visión producto de su poder o un simple sueño, Esbet empezó con 17 años la rama de leyes. Eliana por su parte empezó a estudiar la rama de ciencias, para tratar de aprender más sobre herbología y sanación. Esto las distanció algo más, Esbet no podía evitar sentir envidia por el cariño que su padre parecía profesar solo hacia la contraria. Además, en estos años empezó a aprovecharse y hacer uso de sus poderes y encanto como Veela, si la despreciaban por algo al menos se aprovecharía de ello.

Se graduó con 21 años y estuvo durante dos años trabajando en pequeños trabajos en el distrito relacionados con aquello que había estudiado. Sabía que aquello no la llevaría hasta su visión, pero al menos era un comienzo. Desde siempre habían ayudado a su padre con la librería del D7 y apenas en unas pocas ocasiones le habían acompañado a la del capitolio. Sin embargo, cuando Esbet contaba con 24 años algo pareció cambiar en ello. Su padre empezó a prestarle algo más de atención como hacía años que no hacía. Empezó a enseñarle todo el negocio que debía saber sobre la librería y aquel que se ocultaba tras este.

Al parecer, entre los libros exóticos también vendían, solo a clientes selectos y con cierta discreción, algunos libros que en otros lugares serían difíciles de conseguir por su contenido o su clasificación. En ocasiones el como conseguir los libros no era un paseo de flores y por ello, el padre parecía que no quería que su pequeño ángel Eliana se viese inmiscuido en aquello. Y por eso mismo solo hizo que Esbet, que cada día era más distinta a la niña pequeña que jugaba feliz por los bosques, se encargase de ello.

Pero todo esto acabó cuando las hermanas tenían casi 26 años. Cuando al volver Esbet de hacer unos trabajos se encontró a su padre muerto y a su hermana de pie, sin moverse, junto a él.

Esbet con el corazón destrozado y en shock, se acercó pasó a paso hasta caer de rodillas junto al cuerpo sin vida de su padre. Sabía que ella nunca había sido la hermana favorita, que siempre lo fue Eliana. Sabía que su vida siempre le había importado menos a su padre. Pero era su padre y siempre le había querido mucho. Ver a Eliana, allí como si todo aquello apenas le afectase rompió lo poco que quedaba de Esbet. Su padre había muerto por culpa de su hermana, al menos, Esbet le echó la culpa a ella y nunca aceptó las excusas que esta le ofreció. Enterraron a su padre en el distrito 7 y Esbet pasó a hacerse cargo de ambas librerías. Para la del capitolio mantuvo la información que mandaba como si fuese su padre que nunca hubiese muerto. Temía que tratasen de arrebatársela si viesen que era su hija Semi veela la que ahora la dirigía.

Tras aquel suceso, Esbet terminó por fijar su forma de ser, por mostrarse, según diría su familia materna, como una verdadera "bruja oscura". Ahora, sin tener que fingir por respeto a su padre y soltando aquello que, sin saberlo, había tenido dentro de ella tantos años, Esbet descargó todo su odio contra su hermana. Contra aquella mitad que siempre había parecido que todos querían pero que sin embargo era tan tonta y débil... Si, las contemplaciones con su hermana se acabaron, empezaron los insultos y las malas maneras. Para colmo Eliana era débil y eso le carcomía por dentro a Esbet, le asqueaba ser igual que ese ser. Ese ser que se había llevado todo lo "bueno". Que había sido la más querida. ¿Que tenía ella que no tuviese Esbet?

Nada! Y eso cabreaba más a Esbet que cada día veía a su hermana de forma más despectivas y de los insultos pasó a las manos y las maldiciones. Una parte de Esbet se lamentaba por el comportamiento, pero esta era callada por la parte de si misma que veía aquello como justicia.

Y un día, cuando contaban con 27 años, Eliana desapareció. La cobarde de su hermana huyó, la abandonó. Esto a una parte de ella le dolió, la otra sin embargo se regocijó en una sonrisa de cinismo y la idea de que volverían a encontrarse. No era necesario buscarla, el tiempo ya volvería a reunir a ambas hermanas. "Luz" y "Oscuridad". Y Esbet la estaría esperando.

Y como si una señal se tratase, como si una recompensa ante la muestra de que Esbet empezaba a moverse hacia su destino, poco tiempo después tras la partida de su hermana, cuando tenía 28 años, Jamie muere y en su lugar toma el poder Magnar, alguien que finalmente parece hacer un hueco a aquellas personas como Esbet.

Decidida a aprovechar esta oportunidad que había aparecido, Esbet deja la librería del D7 en manos de alguien que la atienda en su ausencia, hace las maletas y se marcha al capitolio a reclamar la otra librería de su padre. La que verdaderamente le interesaba. Tras demostrar ser ahora la legitima dueña, Esbet despide a quienes se habían encargado de esta todos estos años, dejando únicamente a alguien que atienda el mostrador mientras ella estuviese atendiendo otras cuestiones.

Aprovechando el intento de integración por parte del gobierno, usando todas las armas que tiene a su disposición y por supuesto sus encantos de Veela, Esbet consigue un puesto en el ministerio, en el departamento de leyes. Un pequeño paso que le abriría las puertas a su verdadero objetivo. Y durante el paso de los últimos años comenzó a crearse una vida y una fachada dentro de aquel mundo aparte que era el capitolio. Y aunque no lo llegaría a admitir en alto se sentía extraña sin tener a su hermana cerca, como si le faltase una parte de ella. Pero al mismo tiempo que allí junto a la clase alta estaba el lugar al que pertenecía y no entre los árboles del D7.

Hace algo menos de un año, finalmente logró obtener un puesto como miembro del Wizengamot. Para ella fue un logro llegar hasta ahí, una recompensa por superar todas las estúpidas trabas que habían ido apareciendo en su camino. De demostrar que si quería una cosa la conseguiría sin importar quien lo tratase de impedir y usando los métodos que fuesen necesarios.