Charles recuerda poco y nada de su vida antes del orfanato y, está seguro, de que muchas de las memorias que tiene en la cabeza se deben a las historias que su hermano mayor pudo rescatar de lo poco que él recordaba de casa. Nunca comprendió muy bien por qué su madre decidió el dejarlos atrás y tampoco llegó a perdonarlo, incluso cuando con el correr de los años intentó convencerse de que habría de tener sus razones válidas como para dejar a tres niños sin la protección de la mujer que los trajo al mundo.

Charles, Charlie o Chuck, como deseen llamarlo, fue el mediano de tres y eso significaba que tenía la necesidad de admirar a su hermano mayor y de proteger al menor. En el orfanato lo conocían como una pequeña pesadilla de sonrisa angelical, cuyas bromas y disparates podían variar desde inocentes segundas rondas de comida a llenar de papel usado el dormitorio de la encargada principal del lugar. Su dislexia no le permitió ser educado con facilidad y siempre cargó con la etiqueta de problemático, pero eso jamás fue algo que llegase, en verdad, a preocuparle. Las muestras de magia, por suerte, fueron sutiles, lo suficiente como para poder mantenerlas en un perfil bajo dentro de una casa repleta de niños. Fue adoptado el día de su cumpleaños número ocho por una pareja ya mayor, Hugh y Ophelia Sawyer, quienes le dieron su apellido, un hogar cariñoso en el distrito nueve y las enseñanzas que enfilaban su futuro a convertirse en agricultor. La vida parecía que sería un poco más normal, al menos durante algunos años. Jamás fue sorteado en los juegos mágicos, jamás se preocupó por que alguno de sus hermanos lo fuera, nadie cercano a él resultó herido…

El cambio de gobierno lo tomó desprevenido y aún recuerda el silencio profundo que embriagó la sala de estar cuando se cortó la transmisión de la boda de Stephanie Black y Dexter Metzger. El anuncio de Jamie Niniadis hizo que fuera a la cama con cientos de inquietudes y los días que siguieron fueron lentos y tortuosos, sumidos en una enorme incógnita. Despertó una noche por los gritos en el piso inferior, pero en su infantil adolescencia, optó por esconderse debajo de las sábanas. Eso no impidió que los aurores entrasen a su dormitorio echando la puerta abajo y lo arrastraran junto a sus padres. Esa fue la última vez que los vio. Los Sawyer, muggles, fueron llevados por el gobierno y su hijo jamás volvió a saber de ellos. Charles, en cambio, fue soltado en cuanto se descubrió su sangre mágica y se presentaron los documentos de adopción. Pasó a ser propiedad del estado y, ante la perspectiva de volver a un orfanato, huyó.

No vamos a decir que fue sencillo, porque no es así. Tenía la suerte de no ser buscado por muggle o traidor, así que nadie se fijaba en él al menos que despertara sospechas. Su adolescencia transcurrió en un perfil bajo que lo llevó de distrito en distrito, sin recibir educación como el resto de los jóvenes brujos y tratando de dar con sus hermanos, quienes ya tenían su vida. Descubrió que se le daban bien las apuestas y las peleas callejeras, lo que no es una buena combinación. Se volvió un hombre sin familia, pero de varios amigos en los distritos del norte, abusivo de la vida sin ataduras que le fue otorgada. Oyó rumores, claro está, de aquellos que buscan ver arder al gobierno, pero tiene la firme opinión de que es una batalla perdida y optó por tener el vago trabajo de ser recolector de basura, cosa que le deja unas pocas monedas pero que es más que suficiente.

Reencontrarse con Phoebe Powell en los inicios de la guerra fue de lo más controversial que jamás llegó a pasarle. Se mudó con ella al distrito cuatro para mantenerse a salvo y, con el correr de los meses, se casaron. Para disgusto de Charles, se vio obligado a aceptar que su nuevo cuñado, el ministro de Justicia, le consiguiera un trabajo acomodado como Inefable. Por primera vez parecía tener una vida estable, tanto que llegó a reencontrarse con su madre biológica, Eloise Leblanc. En febrero del 2470 le dieron la bienvenida a su primer hijo, Hayden.

Fue parte de la batalla del Departamento de Misterios y tuvo la mala suerte de ser el único en oír la Profecía completa. Desde entonces, ha estado lejos de casa, vagando en una misión secreta ordenada por Magnar Aminoff. Lo que sea para mantener a su familia segura.