Todo comenzó hace casi treinta años cuando mamá golpeó a papá y se robó su juguete, y ese día, se robó también su corazón. Algunas versiones de esta historia van a contradecirme y a decirme que no fue así, que a mamá y a papá le llevó más tiempo del que deberían necesitar dos adultos para darse cuenta que están enamorados. Llevaban casi siete años de una relación estable en la que se veían seguido, papá la llamaba casi siempre y mamá lo ayudaba en todo lo que él le pedía, pero fue en el verano en que papá prácticamente empezó a vivir con mamá (cuando el chico en cuestión deja un cepillo de dientes en tu baño, eso quiere decir que se está mudando contigo) en que sucedió algo que cambiaría su vidas para siempre. Mua.

Papá ya tenía una hija, esa es mi excelentísima hermana Meerah, a quien no conoció hasta los trece años. Lo curioso es que mamá si la conocía y solía ir a su casa a jugar con ella porque era amiga de la mamá de Meerah. ¿Se entendió algo? La mamá de Meerah una noche se fue, la dejó con mamá en medio de un ataque que dentro de la panza se oían como fuegos artificiales y papá casi murió esa noche, casi no me conoció. Después papá y mamá se pelearon, muy feo. Se peleaban casi siempre, al menos dos veces antes del desayuno, pero esa vez sí que pelearon feo.

Y entonces mamá se enteró que yo existía. Y si existo es porque decidió ir a hablar con papá y juntos decidieron que me iban a tener. Ellos no tenían idea de nada, nada. Meerah ya vivía con papá, yo fui con mamá, éramos cuatro… y a veces también cinco con la tía Fifi, seis si venía la abuela Mo, siete si aparecía el grandulón del tío Chak, ocho las veces en que mi padrino Riley venía a verme. Y no voy a contar al nueve, al abuelo Rrrritcher, ¡para nada! Porque trajo un regalo horroroso en Navidad cuando yo todavía ni nacía y escuché por ahí que hizo cosas terribles.

Como papá y mamá no tenían idea de lo que era tener una casa, al principio vivíamos en dos. Una en la playa, otra en la isla donde vive el presidente (que es muy antipático). Desde que nací pasamos más tiempo en la isla, suelen decir que es porque pasan muchas cosas malas fuera y no hay lugar más seguro que mi cuna, por eso también me contrataron dos super guardaespaldas. Mi favorita era Mae porque es muy girl power, pero Dave tampoco estaba mal. Se turnaban para cuidarme mientras papá trabajaba en su oficina donde tiene muchos papeles y mamá entra a esas salas donde no puede llevarme porque tal vez rompo algún planeta flotante.

En junio cumplí un año, ¡un año! Lo festejamos con una fiesta en la piscina ¡y un pastel de cupcakes de crema! ¡Mucha crema! Solo quedó la crema. Invitamos a todos, a la abuela Momo, a la tía Fifi y a mi primito Denny, a los vecinos -que esta vez sí trajeron regalos-. Pero como tengo un año, ya soy una bebé grande y luego de que papá y mamá se desaparecieran por unas semanas, volvieron con la noticia de que iba a empezar en un maternal en septiembre. Me dio miedo el primer día, pero hay otros bebés para jugar y el uniforme es amarillo, el amarillo SIEMPRE me hace ver bien.