OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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Cuando Holly vino corriendo esta tarde a la salida del horario ministerial, estaba tan agitada que pensé que le había pasado algo muy malo, aunque esa idea no coincidía con su sonrisa de oreja a oreja. Al parecer, había tenido una idea maravillosa a la mañana en uno de sus recreos del Royal y, por arriesgada que fuese, la he tomado como una opción. Hoy se acaba la primavera, para variar. El sol se ha ocultado solamente hace un rato y la cena aún continúa preparándose, girando lentamente en el horno. Hay silencio en casa, digno como compañía a mis pensamientos. Hace calor, el suficiente como para ser todavía soportable, pero eso me ha provocado el abrir la puerta del balcón de par en par. Tengo dudas, cientos de ellas. Que Ava se haya metido en la ducha me permite el tener más tiempo para no ponerlas en voz alta, me centro en el aroma de la comida que va inundando todo el departamento. Para cuando ella regresa, he decidido que tiene derecho a elegir. Siempre lo ha tenido.
Despego la mirada del horno y recargo las manos en el desayunador para poder asomarme. Aunque pasaron como cinco meses, aún me parece extraño el encontrarme con mi hermanastra tan limpia como solo una ducha del Capitolio lo puede conseguir — Avs… ¿Podemos hablar un momento? — mierda, he sonado como un padre que tiene una pésima noticia o que ha encontrado la razón exacta para reprender a su hija y eso es terrible. Me aclaro la garganta, está más que claro de que estoy tratando de quitarle seriedad al asunto y hasta pierdo el tiempo tronándome los dedos — Creo que he encontrado una oportunidad de engañar a tu chip localizador. Bueno, no yo, pero Holly sí — hay que ver lo mucho que me puede sorprender el cerebro de nuestros compañeros, más en estos tiempos en los cuales creo que he perdido toda clase de optimismo para con ellos. Es complicado el encontrarse aislado, Ava lo sabe bien. No puedo hacer otra cosa que sentirme parte de otro universo, uno que no tiene nada que ver con nuestra familia. Por muy triste que sea, Ava se ha vuelto lo único que se siente real en medio de un enorme y frío espejismo.
El timbre del horno da la alarma necesaria para que le dé la espalda y me acerco, chequeando que los bifes se encuentren completamente listos. Al menos, uno de ellos, que a mí no me importa la carne algo más jugosa — Dice que ha estado hablando con algunos estudiantes de ciencias y cree que una de ellas puede saber cómo hacerlo. No puede quitártelo, pero sí engañarlo para que figure que siempre te encuentras donde debes estar. Si podemos hacer eso… — acomodo nuestra cena, llenando los platos de puré y carne. Al final, coloco los cubiertos sobre los mismos y regreso a ella para tenderle uno — Podrías ir y venir de una manera un poco más libre, quizá encontrar la forma de comunicarte con los demás. No sería una completa salvación, pero es algo — al menos, es más de lo que teníamos ayer. Poco a poco, tal vez, las cosas empiecen a acomodarse.
Despego la mirada del horno y recargo las manos en el desayunador para poder asomarme. Aunque pasaron como cinco meses, aún me parece extraño el encontrarme con mi hermanastra tan limpia como solo una ducha del Capitolio lo puede conseguir — Avs… ¿Podemos hablar un momento? — mierda, he sonado como un padre que tiene una pésima noticia o que ha encontrado la razón exacta para reprender a su hija y eso es terrible. Me aclaro la garganta, está más que claro de que estoy tratando de quitarle seriedad al asunto y hasta pierdo el tiempo tronándome los dedos — Creo que he encontrado una oportunidad de engañar a tu chip localizador. Bueno, no yo, pero Holly sí — hay que ver lo mucho que me puede sorprender el cerebro de nuestros compañeros, más en estos tiempos en los cuales creo que he perdido toda clase de optimismo para con ellos. Es complicado el encontrarse aislado, Ava lo sabe bien. No puedo hacer otra cosa que sentirme parte de otro universo, uno que no tiene nada que ver con nuestra familia. Por muy triste que sea, Ava se ha vuelto lo único que se siente real en medio de un enorme y frío espejismo.
El timbre del horno da la alarma necesaria para que le dé la espalda y me acerco, chequeando que los bifes se encuentren completamente listos. Al menos, uno de ellos, que a mí no me importa la carne algo más jugosa — Dice que ha estado hablando con algunos estudiantes de ciencias y cree que una de ellas puede saber cómo hacerlo. No puede quitártelo, pero sí engañarlo para que figure que siempre te encuentras donde debes estar. Si podemos hacer eso… — acomodo nuestra cena, llenando los platos de puré y carne. Al final, coloco los cubiertos sobre los mismos y regreso a ella para tenderle uno — Podrías ir y venir de una manera un poco más libre, quizá encontrar la forma de comunicarte con los demás. No sería una completa salvación, pero es algo — al menos, es más de lo que teníamos ayer. Poco a poco, tal vez, las cosas empiecen a acomodarse.
Juro que la razón por la que tomo una ducha en lugar de un baño es porque no estoy con el humor de pasar una hora dentro de la bañera y que poco tiene que ver con el olor delicioso que se siente del otro lado de la puerta. No es que no sea un aliciente pero estoy de buen humor, lo cual era una sorpresa siendo que había ido al ministerio. Supongo que, tras casi medio año de estar aquí hay cosas que simplemente comienzan a formar parte de la rutina en lugar de ser la razón por las que más veces de las que no termino llevando los pies a rastras. Hay días buenos y malos, no voy a mentir, pero últimamente los primeros superan a los últimos y no sé hasta qué punto puedo estar de acuerdo con eso. Prefiero no pensar demasiado en eso y simplemente agradecer que de a poco dejo de ser la versión emo adolescente que nunca fui cuando tuve la edad necesaria para serlo.
Cierro el grifo de agua y al instante lamento la pérdida de presión y de calor. Puede ser el primer día de verano, pero si hay algo que realmente tenía que disfrutar de este departamento, era la constante fuente de agua caliente. No es que no extrañe lugares como las grutas, pero bañarse en una de estas duchas debería ser considerado una de las maravillas del mundo. Incluso las toallas son mullidas hasta el punto en que una podría dormir en el piso usándolas de colchón, pero en estos momentos las uso para secarme antes de pasar una remera demasiado grande por mi cabeza, y unos shorts que siguen siendo demasiado nuevos pese a que se han vuelto algo así como mis favoritos. Salgo del baño con el pelo aún algo húmedo, pero sigo prefiriendo no usar el secador de pelo porque odio el ruido que produce. - ¿Sí? - Me sorprende el tono de Ben, pero aún así me acerco a la cocina todavía descalza y me quedo al borde del desayunador en lo que espero a que se explique. Buena decisión porque cuando lo hace mi cuerpo automáticamente se recarga contra el borde porque en definitiva no esperaba que dijera algo como eso.
- Vamos de a poco. Que lo primero que quiero hacer es ponerme a saltar básicamente. ¿Pero es seguro para Holly? - No es que por dentro no haya comenzado a ilusionarme, pero como mínimo tenía que asegurarme que no estaba siendo una persona de lo más irresponsable. - ¿Es seguro para tí? Porque no será una completa salvación, pero se siente como una enorme ventana de posibilidades. - Tomo el plato que me tiende y de golpe no sé si lo que siento en el estómago es un nudo enorme, o un hambre voraz. - El punto es que… mierda. No había pensado en poder salir con relativa libertad desde Noviembre. ¿De verdad se puede hacer algo como eso? ¿Tú que opinas? - Porque todavía no sabía hasta qué punto de verdad estaba vigilado el departamento. Dudaba que hubiese micrófonos luego de la charla que había tenido con Jolene, pero que fueran solo las cámaras de la entrada principal y la de ingreso… Bueno, sí, podía ser que subestimaran el hecho de que ninguno tenía magia, pero ufff. Ok, mucho para pensar.
Cierro el grifo de agua y al instante lamento la pérdida de presión y de calor. Puede ser el primer día de verano, pero si hay algo que realmente tenía que disfrutar de este departamento, era la constante fuente de agua caliente. No es que no extrañe lugares como las grutas, pero bañarse en una de estas duchas debería ser considerado una de las maravillas del mundo. Incluso las toallas son mullidas hasta el punto en que una podría dormir en el piso usándolas de colchón, pero en estos momentos las uso para secarme antes de pasar una remera demasiado grande por mi cabeza, y unos shorts que siguen siendo demasiado nuevos pese a que se han vuelto algo así como mis favoritos. Salgo del baño con el pelo aún algo húmedo, pero sigo prefiriendo no usar el secador de pelo porque odio el ruido que produce. - ¿Sí? - Me sorprende el tono de Ben, pero aún así me acerco a la cocina todavía descalza y me quedo al borde del desayunador en lo que espero a que se explique. Buena decisión porque cuando lo hace mi cuerpo automáticamente se recarga contra el borde porque en definitiva no esperaba que dijera algo como eso.
- Vamos de a poco. Que lo primero que quiero hacer es ponerme a saltar básicamente. ¿Pero es seguro para Holly? - No es que por dentro no haya comenzado a ilusionarme, pero como mínimo tenía que asegurarme que no estaba siendo una persona de lo más irresponsable. - ¿Es seguro para tí? Porque no será una completa salvación, pero se siente como una enorme ventana de posibilidades. - Tomo el plato que me tiende y de golpe no sé si lo que siento en el estómago es un nudo enorme, o un hambre voraz. - El punto es que… mierda. No había pensado en poder salir con relativa libertad desde Noviembre. ¿De verdad se puede hacer algo como eso? ¿Tú que opinas? - Porque todavía no sabía hasta qué punto de verdad estaba vigilado el departamento. Dudaba que hubiese micrófonos luego de la charla que había tenido con Jolene, pero que fueran solo las cámaras de la entrada principal y la de ingreso… Bueno, sí, podía ser que subestimaran el hecho de que ninguno tenía magia, pero ufff. Ok, mucho para pensar.
No me sorprende en lo absoluto que se lo tome de esa manera, no cuando ha vivido sin libertad desde hace como ocho meses y, siendo Ava un culo inquieto, eso es incluso mayor tortura que para una persona normal. Al menos también tiene la madurez de tomarlo por puntos, lo que me permite acomodar las ideas dentro de mi cabeza; si, pude haberlo pensado desde que llegué a casa, pero ponerlo en voz alta siempre ha sido útil al momento de empezar a razonar como se debe — Seguro, lo que se dice seguro, no. Pero tampoco lo era el que se meta en el Departamento de Misterios a colar el armario y lo ha conseguido. Si conseguimos la manera de que entre sin que quede registrado, no debería haber problemas — al menos, no por ese lado. ¿Cómo podemos estar seguros de que la persona que traiga será de fiar? No es como que todo el mundo se encuentra de nuestro lado y la gran mayoría simplemente tiene miedo de hacer algo al respecto. No los culpo, pero con el tiempo he aprendido que los civiles son, por norma general, cómodos y cobardes.
Arqueo mis cejas ante su duda, que está más que claro que estoy más allá del bien o del mal cuando se trata de si yo me mantengo a salvo o no. Algunas cosas pasaron a no importarme demasiado que digamos — ¿Qué pueden hacerme que no hayan hecho ya? — pregunto, más está claro que no estoy esperando una respuesta. Me muevo hasta la mesa, empujo una silla hacia atrás y tomo asiento para poder empezar a cortar la carne, sin acercarme del todo — Además de matarme, claro, pero no voy a empezar a ponerme fatalista. Cualquier cosa que hagamos tendrá ese riesgo, al menos que nos quedemos quietos, tal y como ellos quieren — no sé en qué momento me sucedió esto. He pasado los últimos meses con el cerebro sin tener un momento de descanso, siendo minucioso con cada uno de los tratos que recibo de manera diaria, como un animal en completa alerta. Es un poco triste, si lo pienso. Hay veces en los cuales me detengo a ver todo lo que ha sucedido y soy incapaz de comprender cómo es que llegué a ser más soldado que persona. Supongo que, al fin y al cabo, he acabado por convertirme en aquello que siempre he querido evitar ser.
Mastico con falsa tranquilidad, no solo la dejo hablar sino que también me quedo callado un poco más de tiempo. Acabo por apoyar los cubiertos para tener la libertad de dar un trago de agua. Ya con la garganta aclarada, me rasco la barbilla en lo que mantengo la mirada en la botella transparente — Por lo que tengo entendido, Holly averiguó si era posible hackear un chip de rastreo, en una situación hipotética. No, no sé a quién exactamente se lo ha preguntado y aseguró que ella se encargaría de conseguir que ayude, pero… Mierda, a estas alturas no me molesta intentar la idea delirante de una estudiante — que si vamos al caso, soy la última persona que juzgará a alguien en base a su edad. ¿No era justamente lo que me molestaba que hicieran los demás conmigo en su momento? Mi mirada se va hacia ella, sonriendo de medio lado — Kendrick podría darle la capa para ayudarla a colarse aquí. No perdemos nada con intentar, ¿no? Siempre podemos hacer que Holly le lance un hechizo desmemorizante a quien sea que venga — no puedo evitarlo. Cuando me inclino hacia delante para que nuestros ojos se encuentren en línea recta, me veo entusiasmado por primera vez en mucho tiempo — Avs… Si lo logramos, podrás volver a ver a los demás y, tal vez, podamos encontrar el modo de quitarlos por completo — sé que no pueden notar nuestra falta mientras tengamos los chips de rastreo en nosotros, pero en el mientras tanto, es una esperanza.
Arqueo mis cejas ante su duda, que está más que claro que estoy más allá del bien o del mal cuando se trata de si yo me mantengo a salvo o no. Algunas cosas pasaron a no importarme demasiado que digamos — ¿Qué pueden hacerme que no hayan hecho ya? — pregunto, más está claro que no estoy esperando una respuesta. Me muevo hasta la mesa, empujo una silla hacia atrás y tomo asiento para poder empezar a cortar la carne, sin acercarme del todo — Además de matarme, claro, pero no voy a empezar a ponerme fatalista. Cualquier cosa que hagamos tendrá ese riesgo, al menos que nos quedemos quietos, tal y como ellos quieren — no sé en qué momento me sucedió esto. He pasado los últimos meses con el cerebro sin tener un momento de descanso, siendo minucioso con cada uno de los tratos que recibo de manera diaria, como un animal en completa alerta. Es un poco triste, si lo pienso. Hay veces en los cuales me detengo a ver todo lo que ha sucedido y soy incapaz de comprender cómo es que llegué a ser más soldado que persona. Supongo que, al fin y al cabo, he acabado por convertirme en aquello que siempre he querido evitar ser.
Mastico con falsa tranquilidad, no solo la dejo hablar sino que también me quedo callado un poco más de tiempo. Acabo por apoyar los cubiertos para tener la libertad de dar un trago de agua. Ya con la garganta aclarada, me rasco la barbilla en lo que mantengo la mirada en la botella transparente — Por lo que tengo entendido, Holly averiguó si era posible hackear un chip de rastreo, en una situación hipotética. No, no sé a quién exactamente se lo ha preguntado y aseguró que ella se encargaría de conseguir que ayude, pero… Mierda, a estas alturas no me molesta intentar la idea delirante de una estudiante — que si vamos al caso, soy la última persona que juzgará a alguien en base a su edad. ¿No era justamente lo que me molestaba que hicieran los demás conmigo en su momento? Mi mirada se va hacia ella, sonriendo de medio lado — Kendrick podría darle la capa para ayudarla a colarse aquí. No perdemos nada con intentar, ¿no? Siempre podemos hacer que Holly le lance un hechizo desmemorizante a quien sea que venga — no puedo evitarlo. Cuando me inclino hacia delante para que nuestros ojos se encuentren en línea recta, me veo entusiasmado por primera vez en mucho tiempo — Avs… Si lo logramos, podrás volver a ver a los demás y, tal vez, podamos encontrar el modo de quitarlos por completo — sé que no pueden notar nuestra falta mientras tengamos los chips de rastreo en nosotros, pero en el mientras tanto, es una esperanza.
- Sabes a lo que me refiero. - No era una pregunta literal, que absolutamente nada de lo que hiciéramos era seguro a menos de que siguiéramos al pie de la letra todo lo que nos indicaran. Y en realidad ni siquiera era el caso, porque por más de que me mantuviese calladita, asintiendo con la cabeza y haciendo lo que pedían, jamás podía sacarme la sensación de inseguridad de la espalda. Era como una alarma constante detrás de la nuca, a veces se sentía más, a veces menos, pero casi siempre estaba presente. En particular cuando me hallaba en cualquier lugar en el que me superaran en número, sin hablar claro de aquellos momentos en los que me mantenían atada, sedada o monitoreada de cualquier manera. - Es más bien el analizar qué tan bien se puede pensar esto, y que tanto es un riesgo en vano. - Porque lo de Holly metiendo el armario había sido planeado desde hace siglos y no había sido una idea al azar que ni siquiera tenía un determinado porcentaje de certeza. O bueno, en realidad probablemente había surgido como una idea al azar. Supongo que todo surgía de esa manera en algún momento.
Lo sigo en el corto trayecto que hay hasta la mesa y tomo asiento en el asiento contrario, estirando las piernas hacia un costado ya que años de comer en su presencia me habían enseñado que el largo de sus piernas podía dejar bastante más moretones que al momento de entrenar. - Siempre tan adorable. Ya sabes que no me gusta hablar de muertes a la hora de la cena. - Mi respuesta viene acompañada de un ruedo de ojos que no puedo evitar, pero mal que mal tiene razón. - Ya, es pensar hasta qué punto pueden darse cuenta. ¿De verdad podemos arriesgarnos a que nos descubran? Porque si lo hacen no pagaré solo yo, o tú. Tratarán de averiguar qué tiene que ver Holly y sí, hay cosas que pueden estar resguardada por la magia, pero esto no lo estará. - Hay pocas cosas que quisiera más que poder salir aunque sea por unas horas, el poder ver a los demás con mis propios ojos y no solo contentarme con lo poco que Ben podía averiguar si es que no queríamos quedar demasiado expuestos. - Lo del ministerio fue una necesidad, esto es poco más que un capricho.
Mi atención vuelve al plato porque no puedo ni con los silencios pequeños, así que antes de que se enfríe decido empezar a comer hasta donde sea que me de el estómago. - Has visto las cosas que pueda hacer Mimi sin siquiera asistir al colegio, el que sea una estudiante es lo último que va a preocuparme. Me preocupa el cómo va a conseguir que colabore. ¿Es alguien confiable? sabes que los hechizos desmemorizantes se pueden romper. - Y sueno extremadamente pesimista para querer algo con tantas fuerzas, pero no iba a arriesgarme hasta no estar convencida de que no estaba condenando a nadie por simple interés personal. - Además, hablas solamente de mí. ¿Qué riesgo supone el hacer lo mismo con tu chip? ¿Es eso posible? - Porque él tanto como yo se merecía el poder ver al resto. Se movía más, sería más útil dependiendo de cómo se viera. - No es que no desee hacerlo, de verdad lo hago. Pero quiero tratar de medir hasta que punto todo puede salir mal. No es que tengamos la mejor de las rachas últimamente.
Lo sigo en el corto trayecto que hay hasta la mesa y tomo asiento en el asiento contrario, estirando las piernas hacia un costado ya que años de comer en su presencia me habían enseñado que el largo de sus piernas podía dejar bastante más moretones que al momento de entrenar. - Siempre tan adorable. Ya sabes que no me gusta hablar de muertes a la hora de la cena. - Mi respuesta viene acompañada de un ruedo de ojos que no puedo evitar, pero mal que mal tiene razón. - Ya, es pensar hasta qué punto pueden darse cuenta. ¿De verdad podemos arriesgarnos a que nos descubran? Porque si lo hacen no pagaré solo yo, o tú. Tratarán de averiguar qué tiene que ver Holly y sí, hay cosas que pueden estar resguardada por la magia, pero esto no lo estará. - Hay pocas cosas que quisiera más que poder salir aunque sea por unas horas, el poder ver a los demás con mis propios ojos y no solo contentarme con lo poco que Ben podía averiguar si es que no queríamos quedar demasiado expuestos. - Lo del ministerio fue una necesidad, esto es poco más que un capricho.
Mi atención vuelve al plato porque no puedo ni con los silencios pequeños, así que antes de que se enfríe decido empezar a comer hasta donde sea que me de el estómago. - Has visto las cosas que pueda hacer Mimi sin siquiera asistir al colegio, el que sea una estudiante es lo último que va a preocuparme. Me preocupa el cómo va a conseguir que colabore. ¿Es alguien confiable? sabes que los hechizos desmemorizantes se pueden romper. - Y sueno extremadamente pesimista para querer algo con tantas fuerzas, pero no iba a arriesgarme hasta no estar convencida de que no estaba condenando a nadie por simple interés personal. - Además, hablas solamente de mí. ¿Qué riesgo supone el hacer lo mismo con tu chip? ¿Es eso posible? - Porque él tanto como yo se merecía el poder ver al resto. Se movía más, sería más útil dependiendo de cómo se viera. - No es que no desee hacerlo, de verdad lo hago. Pero quiero tratar de medir hasta que punto todo puede salir mal. No es que tengamos la mejor de las rachas últimamente.
Mi mueca trata de mostrar cierto sarcasmo ante la palabra “adorable”, que de todos modos puedo entender muy bien de dónde es que viene su preocupación. Tal vez estoy pecando de impaciente o descuidado, pero tampoco es que tengamos mucho que perder. ¿Qué lamentaremos? ¿El desperdiciar una vida dentro de paredes controladas por nuestros enemigos? Pero qué pena — Ya sé que es un capricho, pero es una chance. Si es un hackeo sutil… No lo sé, Avs. Creo que es mejor intentarlo que el simplemente no hacer nada al respecto — ¿Qué otra opción nos queda? ¿Esperar a que la guerra termine? No quiero ser fatalista, pero no sé qué va a quedar de nosotros para cuando llegue ese día. No solo me siento lejano a los demás, sino que empiezo a perder un poco el rumbo de lo que se supone que tengo que hacer. Siempre he cumplido una misma misión y ahora mismo me encuentro varado en la esquina contraria, perdiendo poco a poco lo que reconozco como propio. Debe ser por eso que me aferro a posibilidades ínfimas que me relacionen a mi antiguo yo como para sentirme un poco menos sucio.
Ante su primera duda no tengo una respuesta, solo puedo encoger mis hombros en lo que mastico. Ya nos preocuparemos luego de los detalles, ahora creo que lo importante es decidir qué haremos antes de fijarnos en el cómo — Tú sólo te mueves de aquí hacia el ministerio y solo algunos días. Yo tengo guardias que me hacen movilizarme por varias zonas. Si mi chip estuviera hackeado, lo descubrirían mucho antes que a ti y sería un problema — explico, aunque en esta ocasión no me molesto en tragar así que tengo que hacer un esfuerzo en no mostrar toda la comida que tengo en la boca — La idea es que, al menos por ahora, intentemos solo contigo. Encontrar el modo de que puedas ir y volver a tu antojo antes de tus turnos en el ministerio, ser una conexión entre nosotros y los demás. No puedes vivir tu vida siendo una mascota de Magnar Aminoff — ni siquiera podemos decir que eso pueda llamarse “vida”, que se respire no significa que se esté vivo — Podemos planearlo bien, no tiene que ser mañana o la semana que viene. Con tan solo planearlo, creo que por ahora estamos bien. No haremos nada hasta no estar seguros de que funcionará y nadie perderá la cabeza en el proceso — que sé bien que si Holly muere por ayudarnos y Ava sobrevive, no se lo perdonará nunca.
Apoyo mis brazos en la mesa y empujo los rastros de comida de entre mis dientes, así puedo tragar como corresponde y eso me da el permiso que necesito para sonreírle con los labios apretados — Tal vez es una tontería, pero yo… De verdad necesito que empecemos a sentirnos como nosotros mismos, aunque sea tan solo un poco — sé que estoy pidiendo demasiado. Que las cosas cambiaron tanto que pensar en nuestras tonterías en el distrito catorce parecen nimiedades — ¿No darías lo que sea por una cerveza en el claro? ¿O al menos en una calle apestosa del norte? Porque no puedo quejarme del alcohol de calidad, lo sé, pero ni siquiera sabe igual. Si tú puedes disfrutarlo aunque sea solo una vez y luego me lo cuentas, por ahora estará más que bien. Es mejor que lo que tenemos.
Ante su primera duda no tengo una respuesta, solo puedo encoger mis hombros en lo que mastico. Ya nos preocuparemos luego de los detalles, ahora creo que lo importante es decidir qué haremos antes de fijarnos en el cómo — Tú sólo te mueves de aquí hacia el ministerio y solo algunos días. Yo tengo guardias que me hacen movilizarme por varias zonas. Si mi chip estuviera hackeado, lo descubrirían mucho antes que a ti y sería un problema — explico, aunque en esta ocasión no me molesto en tragar así que tengo que hacer un esfuerzo en no mostrar toda la comida que tengo en la boca — La idea es que, al menos por ahora, intentemos solo contigo. Encontrar el modo de que puedas ir y volver a tu antojo antes de tus turnos en el ministerio, ser una conexión entre nosotros y los demás. No puedes vivir tu vida siendo una mascota de Magnar Aminoff — ni siquiera podemos decir que eso pueda llamarse “vida”, que se respire no significa que se esté vivo — Podemos planearlo bien, no tiene que ser mañana o la semana que viene. Con tan solo planearlo, creo que por ahora estamos bien. No haremos nada hasta no estar seguros de que funcionará y nadie perderá la cabeza en el proceso — que sé bien que si Holly muere por ayudarnos y Ava sobrevive, no se lo perdonará nunca.
Apoyo mis brazos en la mesa y empujo los rastros de comida de entre mis dientes, así puedo tragar como corresponde y eso me da el permiso que necesito para sonreírle con los labios apretados — Tal vez es una tontería, pero yo… De verdad necesito que empecemos a sentirnos como nosotros mismos, aunque sea tan solo un poco — sé que estoy pidiendo demasiado. Que las cosas cambiaron tanto que pensar en nuestras tonterías en el distrito catorce parecen nimiedades — ¿No darías lo que sea por una cerveza en el claro? ¿O al menos en una calle apestosa del norte? Porque no puedo quejarme del alcohol de calidad, lo sé, pero ni siquiera sabe igual. Si tú puedes disfrutarlo aunque sea solo una vez y luego me lo cuentas, por ahora estará más que bien. Es mejor que lo que tenemos.
Bien. al menos podíamos estar de acuerdo con lo del capricho, pero creo que desde pequeña que no se me antoja uno de esta manera. Ben dice que vale la pena intentarlo, yo opino que probablemente no pero que trataré de hacer que lo valga, ¿el veredicto entonces? No lo digo en voz alta, no quiero aceptar y comenzar a hacerme ilusiones estúpidas que si se cumplen serán de esas pequeñas hazañas que se sienten como una victoria en sí mismas. Supongo que incluso mi indecisión tiene que ver con la impotencia que me produce el no poder hacer nada y ahora que veo una salida, por mínima que parezca, me genera ansiedad el solo pensar en la posibilidad de llevarla a cabo. Mi yo de dos años atrás probablemente se reiría en mi cara, pero supongo que ese es el punto, ¿no?
El ruido de los cubiertos me distrae lo suficiente como para tomar otro bocado y me alegra el saber que todo esto no me quito ni un mínimo de apetito. La comida es el segundo ítem a destacar luego de la ducha. Una comida caliente y en buen estado todos los días… pues no es algo que haya que subestimar. - Pues tendremos que ver cómo hacer para que en tu día libre, o en algún momento en el que no sea sospechoso, poder hacer lo mismo con tu chip. Porque si todo sale bien, estás loco si crees que te dejaré encerrado aquí solo. Lo acuso con el dedo que no está aferrado al vaso de agua antes de tomar un trago para bajar el bocado que acabo de tragar. - Y mientras que todos mantengamos la cabeza sobre los hombros, no planeo serlo. Menos si puedo reírme en su rostro y arrojarle la cadena que cree haber puesto sobre mi cuello. - Preferentemente la enroscaría alrededor de suyo y tiraría hasta asfixiarlo si podía, pero vamos paso a paso, que las fantasías en un principio son solo eso.
- Daría lo que fuera por muchísimas cosas, casi que hasta extraño las picaduras de mosquitos y las noches en la que la pesadez del aire se hacía insoportable. - Aquí el aire era pesado pero por motivos muy diferentes, incluso con el verano en puerta no había forma de quitar la sensación de frialdad que se asentaba contra la piel. Y no era necesariamente una cuestión de temperatura. - Si todo sale bien y puedo traerte una cerveza barata solo por los viejos tiempos, lo haré ¿Por qué no le dices a Holly que vaya advirtiendo al resto cuando estemos más seguros? Puedes hasta pedirle a Jared un dibujo para poner en la heladera, ¿crees que dibujará un gesto obsceno o se limitará a escribir la primer mala palabra que se le ocurra? - Creo que hace tiempo que no hablamos con tanta ligereza del resto, sobretodo porque el desconocimiento a veces es peor que el saber de verdad. - No me molestaría poder sentirme más como yo misma, así que supongo que es un buen momento para decir que aunque los trajes son algo de lo que no voy a quejarme, extraño al Ben roñoso que me empujaba al lago en contra de mi voluntad o se burlaba de tonterías. - Que incluso nuestro trato se había vuelto más cuidadoso en cierta forma, tal vez por estar cansados de fingir en el afuera, o temerosos de decir algo incorrecto.
El ruido de los cubiertos me distrae lo suficiente como para tomar otro bocado y me alegra el saber que todo esto no me quito ni un mínimo de apetito. La comida es el segundo ítem a destacar luego de la ducha. Una comida caliente y en buen estado todos los días… pues no es algo que haya que subestimar. - Pues tendremos que ver cómo hacer para que en tu día libre, o en algún momento en el que no sea sospechoso, poder hacer lo mismo con tu chip. Porque si todo sale bien, estás loco si crees que te dejaré encerrado aquí solo. Lo acuso con el dedo que no está aferrado al vaso de agua antes de tomar un trago para bajar el bocado que acabo de tragar. - Y mientras que todos mantengamos la cabeza sobre los hombros, no planeo serlo. Menos si puedo reírme en su rostro y arrojarle la cadena que cree haber puesto sobre mi cuello. - Preferentemente la enroscaría alrededor de suyo y tiraría hasta asfixiarlo si podía, pero vamos paso a paso, que las fantasías en un principio son solo eso.
- Daría lo que fuera por muchísimas cosas, casi que hasta extraño las picaduras de mosquitos y las noches en la que la pesadez del aire se hacía insoportable. - Aquí el aire era pesado pero por motivos muy diferentes, incluso con el verano en puerta no había forma de quitar la sensación de frialdad que se asentaba contra la piel. Y no era necesariamente una cuestión de temperatura. - Si todo sale bien y puedo traerte una cerveza barata solo por los viejos tiempos, lo haré ¿Por qué no le dices a Holly que vaya advirtiendo al resto cuando estemos más seguros? Puedes hasta pedirle a Jared un dibujo para poner en la heladera, ¿crees que dibujará un gesto obsceno o se limitará a escribir la primer mala palabra que se le ocurra? - Creo que hace tiempo que no hablamos con tanta ligereza del resto, sobretodo porque el desconocimiento a veces es peor que el saber de verdad. - No me molestaría poder sentirme más como yo misma, así que supongo que es un buen momento para decir que aunque los trajes son algo de lo que no voy a quejarme, extraño al Ben roñoso que me empujaba al lago en contra de mi voluntad o se burlaba de tonterías. - Que incluso nuestro trato se había vuelto más cuidadoso en cierta forma, tal vez por estar cansados de fingir en el afuera, o temerosos de decir algo incorrecto.
— No esperaba menos de ti — intento bromear — Ya te vi viviendo la vida y dejándome tirado, como un perro descartable — claro que estoy exagerando, hasta me llevo una mano al pecho en un intento de ser un dramático de boca para afuera, que todos sabemos que en mis pensamientos siempre puedo armarme un nudo imposible e insoportable. Tampoco esperaba menos de esa sensación de venganza, porque puedo tener todas las ganas del mundo de quitarle la piel al presidente para lanzársela a los hambrientos del norte que tanto se lo quieren comer vivo, pero si alguien debería tener una oportunidad para vengarse de él, es Ava. No, jamás hablamos del tema. No lo tocamos, hasta parece que nos ponemos a fingir que no ha sucedido, pero sé que pasaron muchas cosas en esa celda que me llevaron a encontrarla en el estado en el cual lo hice. No creo que nos alcancen las vidas para hacerle pagar lo que ha hecho.
Ah, sí, esas benditas picaduras de mosquitos. Una vez terminé tan lleno de ronchas que no pude dormir en toda la noche — Hasta me gustaría hacer una de las guardias en invierno, con el culo congelado y chocolate rancio — ¿Cómo olvidar el estómago empachado y las malas resacas? Levanto un pulgar para aceptar su promesa, que estoy muy ocupado en llenarme la boca de comida y trato, de verdad, el no atragantarme al tratar de tragar — ¿Ya quieres dibujos infantiles en la nevera? Mierda que hicimos bromas sobre un niño apocalíptico, pero jamás pensé que estaríamos hablando de Jared — que, a su vez, no me sorprende en lo absoluto. No lo digo por las actitudes características de mi ahijado, sino más bien porque estoy empezando a creer que jamás tendré una familia por mi propia cuenta. Antes ya era una posibilidad remota, hoy en día la veo literalmente imposible. Creo que hasta mi padre, con su necesidad de verme sentar cabeza y ser un hombre de bien, estaría de acuerdo con que mi vida ha tomado otro tipo de rumbo que nada tiene que ver con los Franco que supieron vivir en el distrito cuatro.
El recuerdo que me regala hace que se me apague la sonrisa, aunque la curvatura sigue ahí, solo que un poco más melancólica. Que lo ponga de esa manera me hace pensar en que estoy viejo y ni siquiera estoy hablando de la edad, sino más bien de alma — Bueno… Siempre puedo empujarte a la bañera y no lavar el uniforme por dos semanas… — lo cual se acercaría bastante a los aromas del catorce, aunque con una mejor calidad en las telas. No quiero preguntarle qué nos ha pasado porque lo sé muy bien, pero tampoco sé cómo regresar el tiempo atrás y arreglar lo que se ha roto, cuando incluso nuestro trato se había enfriado antes de su secuestro. Con un último bocado, empujo el plato vacío hacia el centro de la mesa para indicar que estoy satisfecho y jugueteo con el vaso, haciéndolo girar sobre su base con empujones distraídos de los dedos — Fui un idiota… ¿Verdad? — no es realmente una pregunta que espero que responda, hasta me encuentro sonriéndole con extraña gracia — Contigo. Solamente compliqué algo que tú no buscabas complicar y lo único que conseguí fue crear un vacío entre nosotros. Al final, ni siquiera valió la pena — bufo, tan pesado que el resentimiento de hace meses puede llegar a oírse. Sé que sigo dolido por lo que salió de la boca de Arianne pero, por mucho que pueda quejarme, sé que no me arrepiento de lo que tuvimos — No queda nada de alcohol… ¿No? — que a estas alturas, ya ni sé que botellas quedan completas y cuales han sido descartadas.
Ah, sí, esas benditas picaduras de mosquitos. Una vez terminé tan lleno de ronchas que no pude dormir en toda la noche — Hasta me gustaría hacer una de las guardias en invierno, con el culo congelado y chocolate rancio — ¿Cómo olvidar el estómago empachado y las malas resacas? Levanto un pulgar para aceptar su promesa, que estoy muy ocupado en llenarme la boca de comida y trato, de verdad, el no atragantarme al tratar de tragar — ¿Ya quieres dibujos infantiles en la nevera? Mierda que hicimos bromas sobre un niño apocalíptico, pero jamás pensé que estaríamos hablando de Jared — que, a su vez, no me sorprende en lo absoluto. No lo digo por las actitudes características de mi ahijado, sino más bien porque estoy empezando a creer que jamás tendré una familia por mi propia cuenta. Antes ya era una posibilidad remota, hoy en día la veo literalmente imposible. Creo que hasta mi padre, con su necesidad de verme sentar cabeza y ser un hombre de bien, estaría de acuerdo con que mi vida ha tomado otro tipo de rumbo que nada tiene que ver con los Franco que supieron vivir en el distrito cuatro.
El recuerdo que me regala hace que se me apague la sonrisa, aunque la curvatura sigue ahí, solo que un poco más melancólica. Que lo ponga de esa manera me hace pensar en que estoy viejo y ni siquiera estoy hablando de la edad, sino más bien de alma — Bueno… Siempre puedo empujarte a la bañera y no lavar el uniforme por dos semanas… — lo cual se acercaría bastante a los aromas del catorce, aunque con una mejor calidad en las telas. No quiero preguntarle qué nos ha pasado porque lo sé muy bien, pero tampoco sé cómo regresar el tiempo atrás y arreglar lo que se ha roto, cuando incluso nuestro trato se había enfriado antes de su secuestro. Con un último bocado, empujo el plato vacío hacia el centro de la mesa para indicar que estoy satisfecho y jugueteo con el vaso, haciéndolo girar sobre su base con empujones distraídos de los dedos — Fui un idiota… ¿Verdad? — no es realmente una pregunta que espero que responda, hasta me encuentro sonriéndole con extraña gracia — Contigo. Solamente compliqué algo que tú no buscabas complicar y lo único que conseguí fue crear un vacío entre nosotros. Al final, ni siquiera valió la pena — bufo, tan pesado que el resentimiento de hace meses puede llegar a oírse. Sé que sigo dolido por lo que salió de la boca de Arianne pero, por mucho que pueda quejarme, sé que no me arrepiento de lo que tuvimos — No queda nada de alcohol… ¿No? — que a estas alturas, ya ni sé que botellas quedan completas y cuales han sido descartadas.
- En esos momentos me había olvidado que el chocolate podía ser mejor. Me bastaba con tener un poco, o cualquier cosa que Ken quisiera contrabandear. - Suena mejor eso que decir directamente “sobornar”, lo cual no servía en lo absoluto cuando era seguro que Ben sabía de las andanzas de su pseudo sobrino. - Si tengo que elegir un niño apocalíptico, elegiría a Kendrick y lo sabes. Lo cual es una pena, porque creo que el último dibujo que trató de hacer es el de las rutas hacia las afueras, pero cualquier cosa es mejor que lo que pueda hacer en la sesión de terapia con Jolene. No quiero esos dibujos en la nevera. - Mi talento artístico se había quedado estancado a mitad de mi niñez y desde ese entonces no había mejorado. Y no, en aquel entonces tampoco era Picasso, así que no contaba. - Claro que también está el tema de que ya es mayor de edad, y tiene la edad suficiente para ser mi hermano. Me encojo de hombros y aprovecho para empujar la carne contra el puré para que se mezcle con el jugo que queda en el plato.
Me da gracia la idea de caerme en la bañera ya que uno, ya había sucedido y dos, la tina era lo suficientemente grande para ni siquiera haberme golpeado del todo. Si me gustaba tanto relajarme dentro es porque era una especie de pileta personal con agua caliente y mejores olores. - No, no. Lo de los olores es algo que en definitiva no extraño. El agua helada del lago tampoco. - Era más bien la simpleza que parecía tener todo en aquel entonces. Cualquier complicación era inofensiva en comparación a los últimos años. Incluso la que Ben decide traer ahora a flote, porque ya que estamos, supongo que nunca habíamos hablado del tema en realidad. Me tomo mi tiempo para masticar, y tomo otro trago de agua antes de levantar la vista del plato. - Nunca digas que los sentimientos no valen la pena, por mucho que luego acaben doliendo, simplemente… no lo sé, siempre valen la pena. - Incluso si duran un instante o toda la vida, había acabado por comprender que dentro de todo el sentir era lo que nos mantenía vivos. O al menos era lo que a mí me había mantenido viva durante tres meses. - Creo que queda algo de vino en la alacena. - Ese que no había resultado especialmente rico al paladar pero que en las comidas hacía maravillas, pero siendo que nunca habíamos sido demasiado exquisitos…
Uso esos momentos para terminar lo que queda de comida y lo sigo en la trayectoria hacia la cocina luego de levantar sendos platos. - Si sirve de consuelo, no creo que hayas sido un idiota. Y eso si es algo a considerar. - Que al pobre lo he llamado de muchas maneras a lo largo de todo el tiempo que llevábamos de conocernos, pero no podría insultarlo por esa charla. Dejo los platos en el fregadero y volteo para poder verlo. - A lo que voy es a que nunca te resentí por ese momento y si hay un vacío, o lo que fuera que hay, no es de ese entonces, al menos no de mi parte. - Sí, los primeros días luego de mi confesión habían sido raros, pero era normal. Ya luego no hubo tiempo para nada porque terminé con una estadía de lujo en la base de seguridad y, luego de eso… pues no quería hablar de lo que había pasado. Puede que ahora ya haya aceptado muchas cosas y aunque emocionalmente era el día y la noche en comparación a aquel entonces, Ben no necesitaba escuchar los pormenores de mi pasaje en esa celda. - Me conoces, soy demasiado complicada como para querer buscar complicaciones. No entre nosotros al menos, que ya pasamos por incomodidades que no eran culpa nuestra y solo hizo falta un poco de sentido común para volver a entender que, tras una vida de conocernos ¿de verdad vamos a dar vueltas innecesarias? - No era literalmente una vida, pero considerando mis escasos recuerdos del tres, bien podía considerarlo como tal.
Me da gracia la idea de caerme en la bañera ya que uno, ya había sucedido y dos, la tina era lo suficientemente grande para ni siquiera haberme golpeado del todo. Si me gustaba tanto relajarme dentro es porque era una especie de pileta personal con agua caliente y mejores olores. - No, no. Lo de los olores es algo que en definitiva no extraño. El agua helada del lago tampoco. - Era más bien la simpleza que parecía tener todo en aquel entonces. Cualquier complicación era inofensiva en comparación a los últimos años. Incluso la que Ben decide traer ahora a flote, porque ya que estamos, supongo que nunca habíamos hablado del tema en realidad. Me tomo mi tiempo para masticar, y tomo otro trago de agua antes de levantar la vista del plato. - Nunca digas que los sentimientos no valen la pena, por mucho que luego acaben doliendo, simplemente… no lo sé, siempre valen la pena. - Incluso si duran un instante o toda la vida, había acabado por comprender que dentro de todo el sentir era lo que nos mantenía vivos. O al menos era lo que a mí me había mantenido viva durante tres meses. - Creo que queda algo de vino en la alacena. - Ese que no había resultado especialmente rico al paladar pero que en las comidas hacía maravillas, pero siendo que nunca habíamos sido demasiado exquisitos…
Uso esos momentos para terminar lo que queda de comida y lo sigo en la trayectoria hacia la cocina luego de levantar sendos platos. - Si sirve de consuelo, no creo que hayas sido un idiota. Y eso si es algo a considerar. - Que al pobre lo he llamado de muchas maneras a lo largo de todo el tiempo que llevábamos de conocernos, pero no podría insultarlo por esa charla. Dejo los platos en el fregadero y volteo para poder verlo. - A lo que voy es a que nunca te resentí por ese momento y si hay un vacío, o lo que fuera que hay, no es de ese entonces, al menos no de mi parte. - Sí, los primeros días luego de mi confesión habían sido raros, pero era normal. Ya luego no hubo tiempo para nada porque terminé con una estadía de lujo en la base de seguridad y, luego de eso… pues no quería hablar de lo que había pasado. Puede que ahora ya haya aceptado muchas cosas y aunque emocionalmente era el día y la noche en comparación a aquel entonces, Ben no necesitaba escuchar los pormenores de mi pasaje en esa celda. - Me conoces, soy demasiado complicada como para querer buscar complicaciones. No entre nosotros al menos, que ya pasamos por incomodidades que no eran culpa nuestra y solo hizo falta un poco de sentido común para volver a entender que, tras una vida de conocernos ¿de verdad vamos a dar vueltas innecesarias? - No era literalmente una vida, pero considerando mis escasos recuerdos del tres, bien podía considerarlo como tal.
Menos mal que dice que ha quedado algo de vino, porque escuchar la palabra “sentimientos” un lunes por la noche debería ser una de esas cosas vetadas por la constitución nacional. Dejo que levante la mesa, pero mis manos se muestran inquietas en lo que me hago tronar los dedos — Conseguir que no me creas un idiota, luego de todos estos años, es milagroso — puede que suene divertido y bromista, pero ella no puede negar que es verdad. No sé cómo poner en palabras lo que se me pasa por la cabeza, uso mi tiempo en ponerme de pie e ir hasta la alacena. En pocos segundos ya hay dos copas llenas, la botella queda sobre la mesada y le estoy pasando una, mientras me quedo con la restante — ¿No hicimos eso durante años? — pregunto sin siquiera pensarlo y doy un trago rápido, de esos que me dejan saboreando mis labios — Tú sabes, el dar vueltas innecesarias. Sé que fueron para mantener contentos a todos, pero también nos complicamos demasiado. Digo… Si lo vemos a la distancia, no puedo creer que nos andábamos preocupando por esas cosas — lo que daría por tener esos dilemas ahora.
La cocina sigue oliendo a carne horneada, pero con el estómago ya tranquilo puedo dignarme a ignorarlo en lo que me apoyo en la mesada, bebiendo pequeños tragos con un aire vagamente pensativo en lo que cruzo mi brazo libre sobre mi pecho — Es bueno saber que no lo viste como algo malo, pero de todos modos me gustaría disculparme. He tomado pésimas decisiones y no fui lo suficientemente maduro como para lidiar con ellas. En consecuencia, siempre he lastimado a personas. Nuestros padres, amigos, Alice, luego a Arianne… Es como que jamás he encontrado ese punto en el cual podía hacer feliz a todo el mundo y si me sentía bien conmigo mismo, siempre existía algún problema — he llegado a dudar incluso si soy una buena persona, si me merecía todo el afecto que recibía y, cuando intentaba hacer las cosas bien, llegaban los reproches y los gritos. Al final, en mis intentos de sostener todo en alto, absolutamente cada pieza se acabó derrumbando.
— ¿Cómo crees que serían las cosas si jamás nos hubiéramos ido del catorce? — es una pregunta tan repentina que hasta yo mismo me sorprendo de encontrarme con esa duda en la cabeza. Levanto los ojos hacia el techo al tratar de responderme a mí mismo, moviendo apenas la copa en la cual el vino se agita con lentitud — ¿Crees que todo habría seguido su curso? Ya sabes. Tal vez ahora estaría casado con Alice, tú te habrías juntado con alguno de los gemelos Penejota y seríamos felices — me mofo de ella, claro está, echándole una de esas miradas guasonas que de vez en cuando vuelven a nacer — Habría sido digno de ver, si me permites decirlo. Creo que en el fondo Arleth estaba esperando que todo acabe de esa forma y que nos volvamos ciudadanos responsables y respetables dentro de nuestra comunidad.
La cocina sigue oliendo a carne horneada, pero con el estómago ya tranquilo puedo dignarme a ignorarlo en lo que me apoyo en la mesada, bebiendo pequeños tragos con un aire vagamente pensativo en lo que cruzo mi brazo libre sobre mi pecho — Es bueno saber que no lo viste como algo malo, pero de todos modos me gustaría disculparme. He tomado pésimas decisiones y no fui lo suficientemente maduro como para lidiar con ellas. En consecuencia, siempre he lastimado a personas. Nuestros padres, amigos, Alice, luego a Arianne… Es como que jamás he encontrado ese punto en el cual podía hacer feliz a todo el mundo y si me sentía bien conmigo mismo, siempre existía algún problema — he llegado a dudar incluso si soy una buena persona, si me merecía todo el afecto que recibía y, cuando intentaba hacer las cosas bien, llegaban los reproches y los gritos. Al final, en mis intentos de sostener todo en alto, absolutamente cada pieza se acabó derrumbando.
— ¿Cómo crees que serían las cosas si jamás nos hubiéramos ido del catorce? — es una pregunta tan repentina que hasta yo mismo me sorprendo de encontrarme con esa duda en la cabeza. Levanto los ojos hacia el techo al tratar de responderme a mí mismo, moviendo apenas la copa en la cual el vino se agita con lentitud — ¿Crees que todo habría seguido su curso? Ya sabes. Tal vez ahora estaría casado con Alice, tú te habrías juntado con alguno de los gemelos Penejota y seríamos felices — me mofo de ella, claro está, echándole una de esas miradas guasonas que de vez en cuando vuelven a nacer — Habría sido digno de ver, si me permites decirlo. Creo que en el fondo Arleth estaba esperando que todo acabe de esa forma y que nos volvamos ciudadanos responsables y respetables dentro de nuestra comunidad.
- Meh, supongo que tienes tus momentos. - En serio, no creo que nadie en verdad crea que Ben es un completo idiota, pero aún así no era bueno recordárselo a todo momento para que no se le suba a la cabeza. Tomo la copa que me tiende y le sonrío. - Por eso dije que ya pasamos por eso, espero haber aprendido luego de tantas vueltas a que hay cosas que no deberían ser complicadas. - Más cuando ahora parecían problemas casi insignificantes. ¿Estaba muy mal por preferir esos momentos? Incluso la pelea con nuestros padres era algo que se sentía como un momento cálido pese a lo mucho que había detestado a Arleth en aquel entonces.
Bueno, tal vez no era que no lo había visto como algo malo, sino que ya sabía desde aquel entonces a lo que me estaba exponiendo. - No tienes que disculparte, en serio. Creo que gran parte del problema es que ninguno es bueno para elegir los momentos adecuados para nada. - El trago que tomo se siente más seco de lo que debería, pero voy a atribuirlo a la calidad del alcohol. - No creo que lo halles si quieres hacer feliz a todo el mundo. Llega un punto en el que uno puede preocuparse por los demás, pero hay otro… no lo sé, supongo que al final de todo siempre acabamos lastimando a los que queremos en alguna medida. Pero si esas personas también entienden las intenciones que hay detrás, sabrán aceptar que al final también es importante ser feliz uno. - Tomo un trago mucho más grande, seguido de otro que deja la copa por la mitad. - Soy pésima para esto. Lo que quiero decir es que está bien ser egoísta a veces y que entro del grupo de gente que puede entender. - No iba a llegar al punto de disculparme por lo que había dicho en aquella ocasión, porque no iba a pedir perdón por cómo podía sentirme. Pero si puedo tratar de comprender su punto de vista, y casi que simpatizar con el hecho de que siempre haya un problema.
- Oh, claro. Sigue traicionando a nuestro hipotético hijo apocalíptico. - Dejo la copa a un costado y pego un salto para subirme a la mesada al sentir que la comida me había dejado lo suficientemente pesada para no poder quedarme demasiado tiempo quieta y de pie. - No te creas que Arleth tenía tan buena opinión de los gemelos, además de que estoy segura que uno le tenía ganas a Cale. - Ya no recordaba cuál siquiera y noto que hay recuerdos que cada vez se vuelven más difusos con el paso de tiempo. - Pero no sabría decirte. Sé que en algún momento habría querido irme, ¿tal vez pasar un tiempo con Arya? No creo que la prostitución sea lo mío, pero sí me conozco o suficiente como para saber que hubiese necesitado un tiempo fuera. Habría vuelto, eso es seguro, pero en aquel entonces estaba más preocupada por salir, explorar, encontrar cosas que me hicieran sentir útil. Si me hubieran dicho hace unos años lo mucho que daría ahora por volver a la misma rutina de siempre, me habría reído. - En aquel entonces era mucho más cabeza dura que ahora, y la impulsividad era algo así como mi manera de sobrellevar todo. - Me siento muy egoísta al pensarlo, pero hay veces en las que me gustaría mandar todo al demonio, buscar a los que quieran seguirme e ir a… no sé, una isla en el medio de la nada. El desierto incluso. No es que jamás pudiera hacerlo, pero ganas no faltan a veces- Busco el vino y antes de que pueda notarlo el fondo de la copa se encuentra completamente vacío. - Claro que quien me dice que en dos años no tengamos que hacer justamente eso. Ya no sé qué esperar cuando nunca creí que viviría en el Capitolio yendo al ministerio día sí y día no como si fuera lo más común del mundo
Bueno, tal vez no era que no lo había visto como algo malo, sino que ya sabía desde aquel entonces a lo que me estaba exponiendo. - No tienes que disculparte, en serio. Creo que gran parte del problema es que ninguno es bueno para elegir los momentos adecuados para nada. - El trago que tomo se siente más seco de lo que debería, pero voy a atribuirlo a la calidad del alcohol. - No creo que lo halles si quieres hacer feliz a todo el mundo. Llega un punto en el que uno puede preocuparse por los demás, pero hay otro… no lo sé, supongo que al final de todo siempre acabamos lastimando a los que queremos en alguna medida. Pero si esas personas también entienden las intenciones que hay detrás, sabrán aceptar que al final también es importante ser feliz uno. - Tomo un trago mucho más grande, seguido de otro que deja la copa por la mitad. - Soy pésima para esto. Lo que quiero decir es que está bien ser egoísta a veces y que entro del grupo de gente que puede entender. - No iba a llegar al punto de disculparme por lo que había dicho en aquella ocasión, porque no iba a pedir perdón por cómo podía sentirme. Pero si puedo tratar de comprender su punto de vista, y casi que simpatizar con el hecho de que siempre haya un problema.
- Oh, claro. Sigue traicionando a nuestro hipotético hijo apocalíptico. - Dejo la copa a un costado y pego un salto para subirme a la mesada al sentir que la comida me había dejado lo suficientemente pesada para no poder quedarme demasiado tiempo quieta y de pie. - No te creas que Arleth tenía tan buena opinión de los gemelos, además de que estoy segura que uno le tenía ganas a Cale. - Ya no recordaba cuál siquiera y noto que hay recuerdos que cada vez se vuelven más difusos con el paso de tiempo. - Pero no sabría decirte. Sé que en algún momento habría querido irme, ¿tal vez pasar un tiempo con Arya? No creo que la prostitución sea lo mío, pero sí me conozco o suficiente como para saber que hubiese necesitado un tiempo fuera. Habría vuelto, eso es seguro, pero en aquel entonces estaba más preocupada por salir, explorar, encontrar cosas que me hicieran sentir útil. Si me hubieran dicho hace unos años lo mucho que daría ahora por volver a la misma rutina de siempre, me habría reído. - En aquel entonces era mucho más cabeza dura que ahora, y la impulsividad era algo así como mi manera de sobrellevar todo. - Me siento muy egoísta al pensarlo, pero hay veces en las que me gustaría mandar todo al demonio, buscar a los que quieran seguirme e ir a… no sé, una isla en el medio de la nada. El desierto incluso. No es que jamás pudiera hacerlo, pero ganas no faltan a veces- Busco el vino y antes de que pueda notarlo el fondo de la copa se encuentra completamente vacío. - Claro que quien me dice que en dos años no tengamos que hacer justamente eso. Ya no sé qué esperar cuando nunca creí que viviría en el Capitolio yendo al ministerio día sí y día no como si fuera lo más común del mundo
Se me escapa un bufido. Hoy en día es complicado el enojarse con las decisiones que tuvimos en el pasado, mucho más con los demás, porque el enojo se pierde con la nostalgia y no puedo reprocharle absolutamente nada a nadie, ni siquiera a mi padre. Elioh ha fallado como progenitor cientos de veces, no puedo decir que nuestra relación fuese sana o cercana, no cuando muchas veces he creído que mi caso habría sido para llevar a servicios sociales incluso cuando no dependía de él. Hoy, si lo veo a la distancia y tomo los errores como lo que fueron, hasta siento que se los perdonaría en un abrir y cerrar de ojos, hasta los más estúpidos. Quizá sí debería haber sido más egoísta, asiento con la cabeza porque siempre he apreciado que Ava jamás tuviera problemas en leerme. Creo que existen pocas personas en este mundo que puedan comprender tan bien la manera de funcionar de mi cabeza y son aquellos que siempre han estado para mí, con el correr de los años. Seth, Amber, Sophia… Ava.
— ¿De verdad? — no recuerdo que ninguno de los gemelos me diera esa sensación, pero no voy a confiar en mi memoria después de todo este tiempo para cosas tan minúsculas — Oh, todos querían irse, en especial los que jamás tuvieron la oportunidad de explorar NeoPanem por su cuenta — Ken es un claro ejemplo, Zenda fue otro. Creo que mi poco cariño hacia este país es lo que siempre me ha empujado en la dirección contraria, cuanto más cerca de las montañas estaría, mejor para mí. A veces sueño con ellas, con el bosque, con lo que pudo haber sido y no fue. Puedo quejarme de muchas cosas, pero creo que nunca he sido tan feliz como lo fui en el catorce. Acabo por estallar en una risa que rompe el contacto de mis labios como una sopapa — ¿Egoísta? No lo creo. Si quieres saber, yo mismo le he ofrecido a Arianne la idea de irnos — confieso, no con vergüenza — Pensé que podríamos empezar de cero, iniciar una nueva vida en cualquier otra parte, aunque fuese en medio de la nada. Pero no podía irme sin saber dónde estaban algunos de los nuestros y, cuando empezaron a aparecer, también lo hicieron los problemas. No podía solo irme, no cuando quería que todos vengan conmigo y… ya sabes, hubiera sido complicado — a veces me pregunto qué pasaría si solo desaparecieramos de la faz de NeoPanem. Es la salida fácil y cobarde, sé que muchos no lo harían, en especial porque el mundo salvaje es complicado y no todos se arriesgarían a pasar por ello sin tener una certeza de que no perderían la vida en el proceso. Perderíamos, pero al menos estaríamos vivos. ¿Es tan malo el querer un poco de paz?
— Creo que lo mejor ahora es… No esperar nada en particular — suena bastante pesimista, así que intento explicarme — Deberíamos centrarnos en las metas cortas, esas que sabemos que podemos cumplir, hasta que podamos solucionar toda esta situación. Yo sí creo que tienes un futuro, Avs. Dudo mucho que, después de todo lo que hemos pasado, el camino se cierre en este departamento o en una sala del ministerio de magia — tras una pausa, me bebo lo que queda de un tirón y dejo la copa a un lado, con sus pocas gotas decorando sus bordes. Me despego de la mesada para poder plantarme frente a ella, con una mano apoyada junto a su pierna derecha. Golpeteo mis dedos en el borde del mueble, mis ojos fijos en ellos, mientras empujo el interior de mi mejilla con la lengua — ¿Alguna vez quisiste volver al tres? ¿O no recuerdas nada? — era muy pequeña cuando tuvo que huir, pero supongo que algo debe tener guardado en su memoria. Las cosas se ven muy diferente cuando cambias de altura.
— ¿De verdad? — no recuerdo que ninguno de los gemelos me diera esa sensación, pero no voy a confiar en mi memoria después de todo este tiempo para cosas tan minúsculas — Oh, todos querían irse, en especial los que jamás tuvieron la oportunidad de explorar NeoPanem por su cuenta — Ken es un claro ejemplo, Zenda fue otro. Creo que mi poco cariño hacia este país es lo que siempre me ha empujado en la dirección contraria, cuanto más cerca de las montañas estaría, mejor para mí. A veces sueño con ellas, con el bosque, con lo que pudo haber sido y no fue. Puedo quejarme de muchas cosas, pero creo que nunca he sido tan feliz como lo fui en el catorce. Acabo por estallar en una risa que rompe el contacto de mis labios como una sopapa — ¿Egoísta? No lo creo. Si quieres saber, yo mismo le he ofrecido a Arianne la idea de irnos — confieso, no con vergüenza — Pensé que podríamos empezar de cero, iniciar una nueva vida en cualquier otra parte, aunque fuese en medio de la nada. Pero no podía irme sin saber dónde estaban algunos de los nuestros y, cuando empezaron a aparecer, también lo hicieron los problemas. No podía solo irme, no cuando quería que todos vengan conmigo y… ya sabes, hubiera sido complicado — a veces me pregunto qué pasaría si solo desaparecieramos de la faz de NeoPanem. Es la salida fácil y cobarde, sé que muchos no lo harían, en especial porque el mundo salvaje es complicado y no todos se arriesgarían a pasar por ello sin tener una certeza de que no perderían la vida en el proceso. Perderíamos, pero al menos estaríamos vivos. ¿Es tan malo el querer un poco de paz?
— Creo que lo mejor ahora es… No esperar nada en particular — suena bastante pesimista, así que intento explicarme — Deberíamos centrarnos en las metas cortas, esas que sabemos que podemos cumplir, hasta que podamos solucionar toda esta situación. Yo sí creo que tienes un futuro, Avs. Dudo mucho que, después de todo lo que hemos pasado, el camino se cierre en este departamento o en una sala del ministerio de magia — tras una pausa, me bebo lo que queda de un tirón y dejo la copa a un lado, con sus pocas gotas decorando sus bordes. Me despego de la mesada para poder plantarme frente a ella, con una mano apoyada junto a su pierna derecha. Golpeteo mis dedos en el borde del mueble, mis ojos fijos en ellos, mientras empujo el interior de mi mejilla con la lengua — ¿Alguna vez quisiste volver al tres? ¿O no recuerdas nada? — era muy pequeña cuando tuvo que huir, pero supongo que algo debe tener guardado en su memoria. Las cosas se ven muy diferente cuando cambias de altura.
Si tenía que ser completamente sincera, no quería saber. No por él, sino porque me era imposible el no sentir la leve punzada de celos que presiona contra mi pecho y oprime lugares que no debería. Prefiero concentrarme en la parte del plan en la que sí coincidimos, esa que trata de desaparecernos en algún lugar remoto en el que no puedan encontrarnos, ¿qué razones tendrían para hacerlo? Pregunta estúpida, no necesitaban encontrar más razones que ese retorcido sentimiento de pertenencia que tenían sobre nosotros, ya habíamos aprendido que aislarnos y escondernos no era la solución y lamentablemente, por atractiva que pareciera nunca lo sería. - ¿Tú también entonces? Es casi tentador que hasta preguntar quienes estarían dispuestos a hacerlo, pero conocemos los riesgos y creo que ninguno sería capaz de dejar a nadie atrás. - No cuando sabíamos lo que les esperaba a los que decidieran quedarse.
- ¿Metas cortas? Tengo muchas de esas al día. A veces son tan sencillas como obligarme a salir de la cama y hacer cosas productivas, y otras son más complejas, como recordar todas las razones por las cuales no tengo que tomar uno de los cables del electrocardiógrafo y pasarlo por el cuello del idiota que me repite siempre las mismas instrucciones como si tuviera cinco años. - No sé por qué la mayoría de las personas que allí trabajaban creían que por estar en contra de su sistemas era una especie de criatura salvaje e incivilizada. - Pero sí, me gustaría pensar que también lo tengo. Que todos lo tenemos. Creo que la vida misma nos debe algo de paz cuando podamos ponerle un fin a todo. - No creía en ningún dios, pero llegaba un punto en el que el karma en sí mismo tenía que dejar de cobrarse cosas por adelantado.
- Hoy en día no recuerdo mucho. ¿Tú del cuatro sí? Supongo que sí… - El había sido más grande e, incluso sin haber pisado jamás el distrito, Ben en sí mismo parecía cargar con las playas sobre sus hombros. No había pisado el cuatro, y aún así tenía la impresión que de hacerlo seguramente me resultaría familiar. - Sí recuerdo ser chica y extrañar tonterías como mi habitación o mis juguetes, pero no el distrito en sí. No trataban muy bien a Arleth y me educaba en casa, así que el catorce, lleno de gente amable y niños con los que socializar era una amplia mejoría. - Tomo su mano cuando la apoya a mi lado y la giro distraída cuando la llevo encima de mi pierna, jugueteando con el interior de su palma para distraerme. - Hoy se cumplen dos años, ¿sabes? Y perdimos mucho más de lo que deberíamos pero aún así… - Cierro mi mano alrededor de la suya, queriendo agradecerle por todo básicamente, pero no son esas las palabras que salen de mi boca. - ¿Sabes cuando me dí cuenta que te amaba? fue poco después de encontrarnos de nuevo en el departamento de Kennedy. Había estado con Cale todo el tiempo desde que salimos del catorce así que no era cuestión de sentirme sola, pero no había sentido que podía volver a respirar y moverme con normalidad hasta que abriste esa puerta. No es que no había hecho cosas hasta ese entonces, pero volver a verte en verdad significó una diferencia. - Bien, no es la primera vez en la que mi boca se adelanta a mi cerebro, pero mierda que a veces tenía ganas de coserla. - Y claro que acabo de volver a ejemplificar esto de no ser buena en elegir los momentos adecuados…
- ¿Metas cortas? Tengo muchas de esas al día. A veces son tan sencillas como obligarme a salir de la cama y hacer cosas productivas, y otras son más complejas, como recordar todas las razones por las cuales no tengo que tomar uno de los cables del electrocardiógrafo y pasarlo por el cuello del idiota que me repite siempre las mismas instrucciones como si tuviera cinco años. - No sé por qué la mayoría de las personas que allí trabajaban creían que por estar en contra de su sistemas era una especie de criatura salvaje e incivilizada. - Pero sí, me gustaría pensar que también lo tengo. Que todos lo tenemos. Creo que la vida misma nos debe algo de paz cuando podamos ponerle un fin a todo. - No creía en ningún dios, pero llegaba un punto en el que el karma en sí mismo tenía que dejar de cobrarse cosas por adelantado.
- Hoy en día no recuerdo mucho. ¿Tú del cuatro sí? Supongo que sí… - El había sido más grande e, incluso sin haber pisado jamás el distrito, Ben en sí mismo parecía cargar con las playas sobre sus hombros. No había pisado el cuatro, y aún así tenía la impresión que de hacerlo seguramente me resultaría familiar. - Sí recuerdo ser chica y extrañar tonterías como mi habitación o mis juguetes, pero no el distrito en sí. No trataban muy bien a Arleth y me educaba en casa, así que el catorce, lleno de gente amable y niños con los que socializar era una amplia mejoría. - Tomo su mano cuando la apoya a mi lado y la giro distraída cuando la llevo encima de mi pierna, jugueteando con el interior de su palma para distraerme. - Hoy se cumplen dos años, ¿sabes? Y perdimos mucho más de lo que deberíamos pero aún así… - Cierro mi mano alrededor de la suya, queriendo agradecerle por todo básicamente, pero no son esas las palabras que salen de mi boca. - ¿Sabes cuando me dí cuenta que te amaba? fue poco después de encontrarnos de nuevo en el departamento de Kennedy. Había estado con Cale todo el tiempo desde que salimos del catorce así que no era cuestión de sentirme sola, pero no había sentido que podía volver a respirar y moverme con normalidad hasta que abriste esa puerta. No es que no había hecho cosas hasta ese entonces, pero volver a verte en verdad significó una diferencia. - Bien, no es la primera vez en la que mi boca se adelanta a mi cerebro, pero mierda que a veces tenía ganas de coserla. - Y claro que acabo de volver a ejemplificar esto de no ser buena en elegir los momentos adecuados…
— He estado en el cuatro hace un tiempo — le recuerdo, que quedarme en casa de Arianne antes de que me capturen logró que pueda recorrer las mismas calles y playas que en mi infancia — Se sentía… Bien, familiar. Es extraño el ver algo que pertenece a tu pasado con otros ojos y darte cuenta de que continúa exactamente donde lo dejaste. No tienes idea de lo que me gustaría volver a tener diez años — ni siquiera pido los cinco, cuando mi casa todavía era un hogar. Me conformo con poder ir con Melanie a juntar caracoles, con el conocimiento de que podíamos regresar a una casa después de ir a la escuela. Todo el mundo me decía cuando era un niño que no tenía que apresurarme a crecer y sí, lo hice demasiado rápido, mucho más que otros chicos de mi edad. Me subieron a un tren y me arrebataron centímetros de mí, me asesinaron en una arena de la cual salí respirando y, desde entonces, fui un adulto en un cuerpo que siguió creciendo. El cuatro seguía ahí, pero ya no me pertenecía, no del todo. Puedo entender que para Ava fuese diferente, era mucho más pequeña que yo cuando todo cambió y las experiencias que nos llevaron al catorce difieren bastante las unas de las otras — Bueno, no todos querían socializar contigo… — le recuerdo a modo de divertido pique, que si mal no recuerdo, los primeros años se basaron en todos los adolescentes tratando de hacer su vida y Ava corriendo detrás de ello, aún muy joven como para participar.
Dejo la mano con peso muerto, ella es libre de moverla como se le antoje y mantengo los ojos puestos fijos en el juego de sus dedos. No lo había pensado de esa manera, siento que me relamo ante la sensación de amarga que me produce acidez en la boca del estómago. Tampoco me espero que salga con ese tema, le contesto con una sacudida rápida de la cabeza, que no tengo idea qué es lo que se supone que va a decirme. Me atrevo a levantar los ojos y, de alguna manera, estiro mis labios hacia un lado en una mueca que se asemeja bastante a una sonrisa por ese último comentario. Hay heridas en mí que no han sanado y sí, siempre he sido un cobarde para enfrentar ciertas capas dentro de mi persona, en especial aquellas que pueden afectar a los demás. Siempre supe que ella me volvía loco. Diferente al resto de las personas, con un entendimiento que no espero que el resto del mundo pueda comprender. Y tengo el impulso de decir algo, pero lo único que hago es darle un apretón a sus dedos antes de apartar los míos. Como ya dije, un cobarde.
El silencio quizá no se extiende por mucho tiempo, pero a mí se me hace eterno. Cuando vuelvo a hablar, siento que la voz me sale de lo más profundo de la garganta, como un murmullo cargado de secretos — No huí de ti ese día porque no te quisiera. Lo sabes, ¿verdad? — es una aclaración que para mí era obvia, pero tal vez para ella no — Sino porque nunca pude comprender cómo podía querer a dos personas de maneras tan parecidas y a la vez tan diferentes. Y si había tomado una decisión y un camino, no quería que nadie salga lastimado. No me considero maduro emocionalmente, Avs. Creo que me he quedado estancado en algún punto del pasado y no sé cómo salir de ahí. Y no quiero que ni tú ni nadie tenga que juntar los platos rotos por mis aciertos y errores — en pocas palabras, si yo no sé lo que quiero para mí vida, no quiero que mi mierda le salpique por puro egoísmo. Es una señal de derrota, permito que mi frente caiga hasta chocar con su hombro y cierro los ojos, respirando con una calma que no estoy seguro de sentir — No tienes idea de lo mucho que lo siento. Incluso ahora, cuando eres lo único que tengo, no soy lo suficientemente adulto como para hacerme cargo de todas las cosas a las cuales nunca les puse nombre o forma dentro de mi cabeza.
Dejo la mano con peso muerto, ella es libre de moverla como se le antoje y mantengo los ojos puestos fijos en el juego de sus dedos. No lo había pensado de esa manera, siento que me relamo ante la sensación de amarga que me produce acidez en la boca del estómago. Tampoco me espero que salga con ese tema, le contesto con una sacudida rápida de la cabeza, que no tengo idea qué es lo que se supone que va a decirme. Me atrevo a levantar los ojos y, de alguna manera, estiro mis labios hacia un lado en una mueca que se asemeja bastante a una sonrisa por ese último comentario. Hay heridas en mí que no han sanado y sí, siempre he sido un cobarde para enfrentar ciertas capas dentro de mi persona, en especial aquellas que pueden afectar a los demás. Siempre supe que ella me volvía loco. Diferente al resto de las personas, con un entendimiento que no espero que el resto del mundo pueda comprender. Y tengo el impulso de decir algo, pero lo único que hago es darle un apretón a sus dedos antes de apartar los míos. Como ya dije, un cobarde.
El silencio quizá no se extiende por mucho tiempo, pero a mí se me hace eterno. Cuando vuelvo a hablar, siento que la voz me sale de lo más profundo de la garganta, como un murmullo cargado de secretos — No huí de ti ese día porque no te quisiera. Lo sabes, ¿verdad? — es una aclaración que para mí era obvia, pero tal vez para ella no — Sino porque nunca pude comprender cómo podía querer a dos personas de maneras tan parecidas y a la vez tan diferentes. Y si había tomado una decisión y un camino, no quería que nadie salga lastimado. No me considero maduro emocionalmente, Avs. Creo que me he quedado estancado en algún punto del pasado y no sé cómo salir de ahí. Y no quiero que ni tú ni nadie tenga que juntar los platos rotos por mis aciertos y errores — en pocas palabras, si yo no sé lo que quiero para mí vida, no quiero que mi mierda le salpique por puro egoísmo. Es una señal de derrota, permito que mi frente caiga hasta chocar con su hombro y cierro los ojos, respirando con una calma que no estoy seguro de sentir — No tienes idea de lo mucho que lo siento. Incluso ahora, cuando eres lo único que tengo, no soy lo suficientemente adulto como para hacerme cargo de todas las cosas a las cuales nunca les puse nombre o forma dentro de mi cabeza.
A decir verdad había olvidado su breve estadía en el cuatro. No eran cosas de las que hubiésemos hablado en profundidad y termino por darme cuenta que, para tener cinco meses de estar conviviendo sólo con la compañía del otro hablábamos de verdad bien poco de las cosas que nos importaban. Ya a estas alturas no sabía si estábamos negados a ver el pasado o simplemente tratábamos de seguir adelante sin andar hundiéndonos en cosas que no se podían borrar ni cambiar. - No sé si pueda imaginar lo que eras con diez años. Muchos cachetes y voz más aguda es lo único que me atrevo a aventurar. - Algo así como su versión de catorce, pero todavía más bajito y adorable. Inocente seguramente, que el es el monumento a los que sufrieron desde demasiado temprano en la vida. - Incluso aunque no quisieran socializar conmigo, creo que de poder elegir volvería a los quince. - Ese período de mi vida en el que me creía valiente y arriesgada, y en el que ya era lo suficientemente grande para tomar o fumar a escondidas, pero lo suficientemente pequeña para sentarme a jugar con las bolitas pequeñas que eran Ken, Bev y Zenda.
No soy muy fanática de los silencios en el medio de las conversaciones, pero luego de mi ataque de sincericidio, yo misma necesito el tiempo que se toma para decir algo en lo que trato de ordenar todo lo que me pasa por la cabeza. Es demasiado, claro, pero me sorprendo al hallarme en relativa paz. Es más fácil el aceptar y ordenar las cosas cuando dejas de rehuir a tus propios sentimientos, aceptando que aunque los compartas siguen siendo tuyos y de nadie más.
Su primera declaración me hace sonreír con suavidad, más que nada porque me da gracia que todavía tenga que cerciorarse de eso. Supongo que no está de más considerando la cantidad de vueltas y confusiones en los que siempre nos vemos metidos, pero en cierta forma es casi que redundante. Mi mejilla se recarga contra él y la mano que no está sosteniendo la suya busca su nuca cuando se apoya contra mi hombro, entreteniendome al acariciar con cuidado sus cabellos más para mi relajación que para la suya. - Ben, el amarte no viene condiciones. Es algo que siento y que simplemente necesito recordarte de vez en cuando, no porque espere algo a cambio, sino porque eres tú y te lo mereces. Tus decisiones son solo tuyas y sí, puede que algunos salgan lastimados en el camino, pero quienes te queremos también queremos quedarnos a tu lado para acompañarte en tus elecciones. Platos rotos o no. ¿Acaso crees que de haberme podido quedar en el nueve habría estado resentida y lastimada por que estuvieras con Arianne? No. Celosa probablemente… Seguramente. Pero si eras feliz no hubiera sido algo que no pudiera soportar. - Llevo mi mano a su mejilla y trato de apartarlo con cuidado del pequeño refugio que encontró sobre mi hombro. - No entiendo por qué te disculpas, de verdad, sé que me amas a tu manera y no necesariamente tiene que ser de la misma forma en que yo lo hago. Creo que ni yo termino de entender de qué forma es eso, o siquiera qué nombre ponerle. No me considero ni madura ni adulta, simplemente descubrí que sentir no me hace débil. - Sonrío y beso su frente, divertida por el hecho que incluso subida sobre una mesada me cuesta alcanzarla. - Eres un idiota que tiene demasiadas cosas en su plato, que prefiere soportar todo solo antes que hacer que alguien más comparta ese peso. Pero eres el idiota al que amo, y lo único que espero de tí es que dejes de cortarte con esos platos rotos y que te dejes ayudar un poco.
No soy muy fanática de los silencios en el medio de las conversaciones, pero luego de mi ataque de sincericidio, yo misma necesito el tiempo que se toma para decir algo en lo que trato de ordenar todo lo que me pasa por la cabeza. Es demasiado, claro, pero me sorprendo al hallarme en relativa paz. Es más fácil el aceptar y ordenar las cosas cuando dejas de rehuir a tus propios sentimientos, aceptando que aunque los compartas siguen siendo tuyos y de nadie más.
Su primera declaración me hace sonreír con suavidad, más que nada porque me da gracia que todavía tenga que cerciorarse de eso. Supongo que no está de más considerando la cantidad de vueltas y confusiones en los que siempre nos vemos metidos, pero en cierta forma es casi que redundante. Mi mejilla se recarga contra él y la mano que no está sosteniendo la suya busca su nuca cuando se apoya contra mi hombro, entreteniendome al acariciar con cuidado sus cabellos más para mi relajación que para la suya. - Ben, el amarte no viene condiciones. Es algo que siento y que simplemente necesito recordarte de vez en cuando, no porque espere algo a cambio, sino porque eres tú y te lo mereces. Tus decisiones son solo tuyas y sí, puede que algunos salgan lastimados en el camino, pero quienes te queremos también queremos quedarnos a tu lado para acompañarte en tus elecciones. Platos rotos o no. ¿Acaso crees que de haberme podido quedar en el nueve habría estado resentida y lastimada por que estuvieras con Arianne? No. Celosa probablemente… Seguramente. Pero si eras feliz no hubiera sido algo que no pudiera soportar. - Llevo mi mano a su mejilla y trato de apartarlo con cuidado del pequeño refugio que encontró sobre mi hombro. - No entiendo por qué te disculpas, de verdad, sé que me amas a tu manera y no necesariamente tiene que ser de la misma forma en que yo lo hago. Creo que ni yo termino de entender de qué forma es eso, o siquiera qué nombre ponerle. No me considero ni madura ni adulta, simplemente descubrí que sentir no me hace débil. - Sonrío y beso su frente, divertida por el hecho que incluso subida sobre una mesada me cuesta alcanzarla. - Eres un idiota que tiene demasiadas cosas en su plato, que prefiere soportar todo solo antes que hacer que alguien más comparta ese peso. Pero eres el idiota al que amo, y lo único que espero de tí es que dejes de cortarte con esos platos rotos y que te dejes ayudar un poco.
— ¿Tú, celosa? — intento tomarlo con humor, uno que quizá se siente como prestado en medio de toda una conversación que se me hace poco realista. Ava no es la clase de persona con la que hablaba tan abiertamente de estas cosas; seamos sinceros, los dos siempre fuimos demasiado orgullosos para nuestro propio bien y sentido común. Siento que fuimos robados, que esos chistes tontos se quedaron en una realidad paralela donde nada de esto habría pasado, aunque también es una situación de causa consecuencia. ¿O nos habríamos unido de vivir en mundos diferentes? No tengo otra opción más que mirarla a los ojos cuando me obliga a encontrarme con ellos, no puedo decirle que encontré felicidad con Arianne mientras duró, una que me duele en el alma haber perdido. Duele porque ella no pareció haberme visto, porque mis bases y condiciones no fueron suficiente para mantener algo que creí más fuerte. Ava, por otro lado, empuja toda la mierda que me lanzo encima con tanta facilidad que no sé cómo lo hace. En definitiva, de seguro ha madurado mucho más que yo, como si los roles se hubieran invertido de la noche a la mañana.
La risa me nace ahogada, apenas se oye en lo que ella se estira a dejar un beso que me hace cosquillas. Muevo la cabeza, como si de esa manera pudiera apartarme el flequillo de los ojos. Me encuentro con que mis dedos acarician su mentón, como si tuviera que recorrerlo para recordarme las facciones que ya me sé de memoria hace tantos años y que, de alguna manera, han sido una constante desde hace casi veinte años. Supongo que es verdad lo que dicen, eso de que corremos en cientos de direcciones en nuestra juventud para acabar regresando a esos sitios en los cuales fuimos felices, incluso por segundos efímeros. Ella es mi constante, como un ancla hacia las cosas buenas. Luchamos cientos de veces lado a lado, pero no me recuerda a la guerra. Me recuerda a la calma del catorce. A los años más faciles y felices de mi juventud. Nada de juegos. Nada de campos de batalla. El intermedio, con cicatrices compartidas y rutas que se entrecruzan, se alejan y vuelven a unirse.
— Hay cosas que puedo compartir y otras que no — le explico, con tanta lentitud que queda en evidencia que lo estoy deduciendo mientras lo digo — Hay heridas y troncos que son demasiado personales, podemos expresarlos pero no todo el mundo va a poder moverlos contigo. Me he permitido un intento de ser feliz y lo he dejado ir, no de la manera que me hubiera gustado… — todo lo que pasó con Arianne me hace preguntarme si alguna vez ella me conoció de verdad. Si tan solo me hubiera escuchado… — Y ahora estamos aquí y sé muy bien que hubiera hecho esto por cualquiera de los nuestros, porque son mi familia. Pero también sé, en alguna parte de mí, que no lo pensé demasiado porque se trata de ti. Siempre corro como un estúpido hacia ti — hacia nuestras eternas peleas, hacia los momentos de silencio y sumo entendimiento. Hacia el puño de Cale, dicho sea de paso. Me río una vez más, pero esta vez es de mí mismo y dejo caer la mano sobre su rodilla, en lo que mordisqueo ansiosamente mis labios — Tal vez te he amado por años y estaba muy ocupado con todo lo demás para detenerme a pensarlo, pero creo que una parte de mí siempre lo supo. El resto es historia — tal vez así debían ser las cosas. Ir por el camino largo, para aprender sobre el peso de nuestras acciones. Lo dudo, pero acabo presionando mi boca contra su pómulo, en un beso más pacífico y cariñoso que cualquier otro tipo de gesto que podría tener hacia su persona. Apenas empujo su frente con la mía antes de dar un paso hacia atrás — Entonces… ¿Quieres más vino?
La risa me nace ahogada, apenas se oye en lo que ella se estira a dejar un beso que me hace cosquillas. Muevo la cabeza, como si de esa manera pudiera apartarme el flequillo de los ojos. Me encuentro con que mis dedos acarician su mentón, como si tuviera que recorrerlo para recordarme las facciones que ya me sé de memoria hace tantos años y que, de alguna manera, han sido una constante desde hace casi veinte años. Supongo que es verdad lo que dicen, eso de que corremos en cientos de direcciones en nuestra juventud para acabar regresando a esos sitios en los cuales fuimos felices, incluso por segundos efímeros. Ella es mi constante, como un ancla hacia las cosas buenas. Luchamos cientos de veces lado a lado, pero no me recuerda a la guerra. Me recuerda a la calma del catorce. A los años más faciles y felices de mi juventud. Nada de juegos. Nada de campos de batalla. El intermedio, con cicatrices compartidas y rutas que se entrecruzan, se alejan y vuelven a unirse.
— Hay cosas que puedo compartir y otras que no — le explico, con tanta lentitud que queda en evidencia que lo estoy deduciendo mientras lo digo — Hay heridas y troncos que son demasiado personales, podemos expresarlos pero no todo el mundo va a poder moverlos contigo. Me he permitido un intento de ser feliz y lo he dejado ir, no de la manera que me hubiera gustado… — todo lo que pasó con Arianne me hace preguntarme si alguna vez ella me conoció de verdad. Si tan solo me hubiera escuchado… — Y ahora estamos aquí y sé muy bien que hubiera hecho esto por cualquiera de los nuestros, porque son mi familia. Pero también sé, en alguna parte de mí, que no lo pensé demasiado porque se trata de ti. Siempre corro como un estúpido hacia ti — hacia nuestras eternas peleas, hacia los momentos de silencio y sumo entendimiento. Hacia el puño de Cale, dicho sea de paso. Me río una vez más, pero esta vez es de mí mismo y dejo caer la mano sobre su rodilla, en lo que mordisqueo ansiosamente mis labios — Tal vez te he amado por años y estaba muy ocupado con todo lo demás para detenerme a pensarlo, pero creo que una parte de mí siempre lo supo. El resto es historia — tal vez así debían ser las cosas. Ir por el camino largo, para aprender sobre el peso de nuestras acciones. Lo dudo, pero acabo presionando mi boca contra su pómulo, en un beso más pacífico y cariñoso que cualquier otro tipo de gesto que podría tener hacia su persona. Apenas empujo su frente con la mía antes de dar un paso hacia atrás — Entonces… ¿Quieres más vino?
Sé que contengo la respiración por casi un minuto entero cuando no debería, pero generalmente la duda detrás de un tal vez no solía sentirse tan bien como la certeza que acarrea el que pronuncia. Tampoco debería haber una diferencia real entre saber algo y escucharlo, y sin embargo no podía negar que había palabras que mis oídos recibían con una avidez casi que voraz. - ¿Después de esta charla? Preferiría whisky, pero puedo conformarme con vino. - Sería conveniente el dejar que se aleje para alcanzar la botella y poder servir, pero en su lugar acabo por pasar los brazos alrededor de sus hombros y lo atraigo hasta que logro esconder mi rostro contra la curvatura de su cuello. - Antes de que todo este momento cursi y sincericida acabe en algún comentario de más, solo quería hacerte saber que sé que no siempre podrás compartir tus cargas, pero a veces el decir que necesitas un hombro amigo, un abrazo contenedor, o simplemente el no estar solo es un buen pedido de ayuda de todas maneras. - Acaricio su piel con la punta de mi nariz hasta que esta se topa con el borde su mandíbula y me hace salir de mi escondite. - Sorprendentemente fuiste tú uno de los que me enseñó eso, tal vez de manera inconsciente, pero así como dices que corres estúpidamente hacia mí, siempre estuviste para recibirme cuando más lo necesité. Tal vez… tal vez ambos siempre hemos sido un par de idiotas.
Beso con cuidado la línea de su mandíbula, en esa estúpida competencia que siento siempre que él hace algo que me pone de los nervios, sin importar lo diferentes que se sientan en esta ocasión. Al final me alejo reclinándome hacia atrás y tomo la copa que he dejado apartada para vaciar las últimas gotas que quedan en el fondo antes de tendérsela. - ¿Crees que podamos brindar por los que quedaron atrás? En los aniversarios de la muerte de Coco o de Louis solía ir a visitar sus tumbas y a contarles qué es lo que es lo que pasaba en nuestras vidas. - En el caso de Coco solía ser antes del festejo de cumpleaños de Ken, y hacía especial énfasis en la vida de su hijo; ya para el de Louis no era tan conversadora, pero siempre trataba de recordarlo de alguna manera. - No podemos visitar lo que haya quedado del catorce y aún así siento que no podría contar muchas cosas así que… - Una copa en honor a su recuerdo, solo para saber que no podríamos olvidarlos. - Y supongo que brindaría por nosotros también, porque pese a todo siempre seguimos adelante. - Y oficialmente necesitaba más alcohol porque no había forma en la que pudiese ponerme más sentimental. Claro que, en el lado positivo, no me sentía tan liviana desde Noviembre.
Beso con cuidado la línea de su mandíbula, en esa estúpida competencia que siento siempre que él hace algo que me pone de los nervios, sin importar lo diferentes que se sientan en esta ocasión. Al final me alejo reclinándome hacia atrás y tomo la copa que he dejado apartada para vaciar las últimas gotas que quedan en el fondo antes de tendérsela. - ¿Crees que podamos brindar por los que quedaron atrás? En los aniversarios de la muerte de Coco o de Louis solía ir a visitar sus tumbas y a contarles qué es lo que es lo que pasaba en nuestras vidas. - En el caso de Coco solía ser antes del festejo de cumpleaños de Ken, y hacía especial énfasis en la vida de su hijo; ya para el de Louis no era tan conversadora, pero siempre trataba de recordarlo de alguna manera. - No podemos visitar lo que haya quedado del catorce y aún así siento que no podría contar muchas cosas así que… - Una copa en honor a su recuerdo, solo para saber que no podríamos olvidarlos. - Y supongo que brindaría por nosotros también, porque pese a todo siempre seguimos adelante. - Y oficialmente necesitaba más alcohol porque no había forma en la que pudiese ponerme más sentimental. Claro que, en el lado positivo, no me sentía tan liviana desde Noviembre.
Por alguna extraña razón, mi risa suena más honesta ahora que lo que lo ha hecho durante estos últimos meses — Lamento decir que no tenemos, pero puedo comprar un poco mañana, si te interesa — no parece ser una de las compras dignas de inicios de semana, pero es lo mejor que puedo prometer en un momento como este. Hace tiempo que había eliminado la oportunidad siquiera de verme envuelto en sus brazos, es un tacto que recibo como a un viejo amigo, que sé muy bien que supimos conocernos en profundidad en el pasado como para rechazarla en el presente. Mi pecho se hincha en vista de la caricia sobre mi piel, haciendo que por un momento hasta pueda sentir que estamos de nuevo en esa torre, hace ya lo que parece una eternidad. Para cuando se aparta, estoy seguro de que mi sonrisa se ha ensanchado lo suficiente como para dejar de ser una mueca — Tal vez… — coincido — Creo que ese ha sido siempre nuestro problema. Tenemos la estúpida manía de no saber caminar en direcciones opuestas — incluso cuando lo intentamos, acabamos por hacer alguna clase de curva. Debe ser necesidad en base a atracción. La costumbre de los años y experiencias compartidas.
Me rasco por inercia en la zona en la cual continúo sintiendo su beso y tengo que tantear en busca de una botella cuyo líquido cada vez es menor — ¿Por qué no estoy sorprendido? — respondo. Agito el vino delante de mi nariz, como si de esa manera la botella fuese a llenarse una vez más y, sin perder tiempo en llenar la copa, bebo directamente del pico un trago. Uno pequeñito — Dudo mucho que los del catorce quisieran saber muchas de las cosas que han pasado, así que brindar por nosotros me parece la idea más acertada — hago chocar su copa con el cristal del envase, tengo el cuidado suficiente como para que nada acabe por romperse y, sin más, doy uno de esos tragos que se extienden por un momento. Al final, me quedo con el silencio de la sala. El de una casa que de alguna manera es nuestra sin serlo, que acabó por encontrarnos en un punto en el cual, creo yo, no podríamos haber llegado con nadie más. Paso la lengua por mis encías, manteniendo la boca cerrada. Por raro que suene, creo que es un buen modo de terminar el día. Me siento en paz, como si no tuviera nada más que decir, porque las palabras empiezan a sobrar. Sé que ella podría responder “lo sé” a cualquier cosa que pudiese agregar, así que ni lo intento.
Es por eso que sigo con la boca cerrada en lo que vuelvo a tapar la botella, esa que dejo sobre la mesada y, antes que nada, me detengo frente a ella una vez más. Mi voz suena como una intrusa cuando vuelvo a hablar — Buscaré el modo de decirle a Holly en la semana que aceptamos su propuesta — volver al punto inicial de la conversación me hace sentir un poco fuera de escena, pero me recuerda que la vida sigue en el futuro, no en el pasado — Ahora… Creo que los dos necesitamos descansar. Mañana nos espera un día largo y no queremos andar con resaca — que ya no está Arleth para excusarnos, ni siquiera a regañadientes. Apenas toco sus rodillas al recargarme en ellas, la manera en la cual mis labios rozan la comisura de los suyos se siente como un permiso que no acaban de pedir. Con el toque cariñoso de mi nariz en su pómulo, doy el paso que necesito dar hacia atrás — Que descanses, Avs.
Me rasco por inercia en la zona en la cual continúo sintiendo su beso y tengo que tantear en busca de una botella cuyo líquido cada vez es menor — ¿Por qué no estoy sorprendido? — respondo. Agito el vino delante de mi nariz, como si de esa manera la botella fuese a llenarse una vez más y, sin perder tiempo en llenar la copa, bebo directamente del pico un trago. Uno pequeñito — Dudo mucho que los del catorce quisieran saber muchas de las cosas que han pasado, así que brindar por nosotros me parece la idea más acertada — hago chocar su copa con el cristal del envase, tengo el cuidado suficiente como para que nada acabe por romperse y, sin más, doy uno de esos tragos que se extienden por un momento. Al final, me quedo con el silencio de la sala. El de una casa que de alguna manera es nuestra sin serlo, que acabó por encontrarnos en un punto en el cual, creo yo, no podríamos haber llegado con nadie más. Paso la lengua por mis encías, manteniendo la boca cerrada. Por raro que suene, creo que es un buen modo de terminar el día. Me siento en paz, como si no tuviera nada más que decir, porque las palabras empiezan a sobrar. Sé que ella podría responder “lo sé” a cualquier cosa que pudiese agregar, así que ni lo intento.
Es por eso que sigo con la boca cerrada en lo que vuelvo a tapar la botella, esa que dejo sobre la mesada y, antes que nada, me detengo frente a ella una vez más. Mi voz suena como una intrusa cuando vuelvo a hablar — Buscaré el modo de decirle a Holly en la semana que aceptamos su propuesta — volver al punto inicial de la conversación me hace sentir un poco fuera de escena, pero me recuerda que la vida sigue en el futuro, no en el pasado — Ahora… Creo que los dos necesitamos descansar. Mañana nos espera un día largo y no queremos andar con resaca — que ya no está Arleth para excusarnos, ni siquiera a regañadientes. Apenas toco sus rodillas al recargarme en ellas, la manera en la cual mis labios rozan la comisura de los suyos se siente como un permiso que no acaban de pedir. Con el toque cariñoso de mi nariz en su pómulo, doy el paso que necesito dar hacia atrás — Que descanses, Avs.
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