OTOÑO de 247521 de Septiembre — 20 de Diciembre
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Tras años de represión y batallas libradas, hoy son los magos los que caminan en las calles más pulcras del Capitolio. Bajo un régimen que condena a los muggles y a los traidores a la persecución, una nueva era se agita a la vuelta de la esquina. La igualdad es un mito, los gritos de justicia se ven asfixiados.
Existen aquellos que quieren dar vuelta el tablero, otros que buscan sembrar la paz entre razas y magos dispuestos a lo que sea para conservar el poder que por mucho tiempo se les ha negado. La guerra ha llegado a cada uno de los distritos.
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No puedo creer que estas personas sean tan… confiadas. Lo que sea. No dejo de revisar mi brazo en busca de alguna señal de lo que sea que me hayan puesto en la piel, pero no encuentro señales de ningún dispositivo y sospecho que es principalmente magia. Sé que tendré consecuencias si abro la boca, pero no es por eso que estoy aquí. Resulta que hay uno de los nuestros a quien me pidieron que visite, porque obviamente nadie se va a oponer a una niña con cara de dulce angelito cuya sangre grita a los cuatro vientos “hey, necesito una nueva oportunidad”. Claro que luego tengo que regresar al norte, allí donde llevaré unos cuantos alimentos para un grupo de niños ficticios y eso es todo, técnicamente no estoy haciendo nada ilegal, aunque todo este lugar está fuera de la constitución. Creo que se entiende mi punto.
Fuera de mi delgadez que me hace menuda, soy alta para mi edad y eso provoca que nadie me pregunte qué hago sola, mascando chicle de esa forma que Theodora me dice que es irritante. Como de costumbre, mi buzo es tres tallas más grande de lo que debería ser y eso hace que meta allí las manos para ocultar mi impaciencia, tirando de la tela hacia abajo. Ya no hay tanta nieve, pero el frío sigue presente y no veo la hora de que empiece la primavera, estos paseos serían mucho menos pesados. Me resulta gracioso que nuestro punto de encuentro sea el zoológico, la puerta se encuentra casi vacía, se ve que nadie quiere aprovechar el día como nosotros — Que tierno, Georgie. No sabía que te gustaban los animales — me mofo de él cuando lo veo aparecer; a simple vista, no parece que haya cambiado mucho, solo se lo ve un poco limpio — ¿Te cortaste el cabello? ¿Quieres impresionar a alguien? — inflo un buen globo, ese que estalla contra los labios que mordisqueo para juntar toda la goma que se me ha pegado — Hermann te manda saludos. ¿Pusiste este como lugar de encuentro para que la gente crea que somos una familia feliz? — broma aparte, le doy un pequeño puñetazo en el brazo porque sí, a pesar de todo, es un gusto verlo.
Fuera de mi delgadez que me hace menuda, soy alta para mi edad y eso provoca que nadie me pregunte qué hago sola, mascando chicle de esa forma que Theodora me dice que es irritante. Como de costumbre, mi buzo es tres tallas más grande de lo que debería ser y eso hace que meta allí las manos para ocultar mi impaciencia, tirando de la tela hacia abajo. Ya no hay tanta nieve, pero el frío sigue presente y no veo la hora de que empiece la primavera, estos paseos serían mucho menos pesados. Me resulta gracioso que nuestro punto de encuentro sea el zoológico, la puerta se encuentra casi vacía, se ve que nadie quiere aprovechar el día como nosotros — Que tierno, Georgie. No sabía que te gustaban los animales — me mofo de él cuando lo veo aparecer; a simple vista, no parece que haya cambiado mucho, solo se lo ve un poco limpio — ¿Te cortaste el cabello? ¿Quieres impresionar a alguien? — inflo un buen globo, ese que estalla contra los labios que mordisqueo para juntar toda la goma que se me ha pegado — Hermann te manda saludos. ¿Pusiste este como lugar de encuentro para que la gente crea que somos una familia feliz? — broma aparte, le doy un pequeño puñetazo en el brazo porque sí, a pesar de todo, es un gusto verlo.
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Cuando el guardia de seguridad me señala el cartel y me aclara que este es un espacio para no fumadores, creo que se nota bastante claro en mi mirada que quiero mandarlo dentro del terreno con el hipogrifo de mala mirada, aún así, demostrándole que no me cae bien su llamada de atención, apago el cilindro contra la valla de madera antes de aventarlo dentro del tacho de basura más cercano. Si no le digo nada es porque literalmente mis instrucciones habían sido las de no llamar la atención, pero ganas no me faltaban. Al final me conformo con abrir y cerrar mi encendedor en lo que miro distraídamente la punta de mis zapatos. Sé que hay barreras mágicas que me separan de las criaturas que se encuentran dentro de los hábitats. pero cuando me inclino hacia atrás prefiero no dejarme caer del todo solo por precaución.
A decir verdad no la noto aparecer hasta que no habla, y cuando lo hace, demuestra que sigue siendo la misma niña irritantemente adorable de siempre. - ¿Tierno? habría elegido otro lugar de saber que aquí no dejaban fumar. ¿No se supone que es un espacio abierto?. - Guardo el encendedor en el bolsillo del pantalón y dejo allí la mano. - Y no, demasiadas brujas dando vuelta como para que alguien me interese. De momento al único que necesité impresionar es a mi empleador. - Lo mínimo y necesario que podía hacer para acompañar a mi hermoso y nada cínico carisma era cuando menos verme presentable. A decir verdad todavía no tenía idea de cómo había obtenido el empleo, pero en vista de que era remunerado y no era demasiado complicado… No iba a poner demasiadas quejas. - Lo imagino, seguro preguntó cómo me encontraba y te dijo que me extrañaba, ¿verdad? En este supuesto esquema familiar, ¿eres mi hermana, o mi hija? - Seguro Hermann era su padre feliz que claramente la mimaba a cada rato… ajá, sí claro. - Ya. ¿Tuviste muchos problemas para ingresar? ¿O hiciste el acting de niña tierna y adorable?
A decir verdad no la noto aparecer hasta que no habla, y cuando lo hace, demuestra que sigue siendo la misma niña irritantemente adorable de siempre. - ¿Tierno? habría elegido otro lugar de saber que aquí no dejaban fumar. ¿No se supone que es un espacio abierto?. - Guardo el encendedor en el bolsillo del pantalón y dejo allí la mano. - Y no, demasiadas brujas dando vuelta como para que alguien me interese. De momento al único que necesité impresionar es a mi empleador. - Lo mínimo y necesario que podía hacer para acompañar a mi hermoso y nada cínico carisma era cuando menos verme presentable. A decir verdad todavía no tenía idea de cómo había obtenido el empleo, pero en vista de que era remunerado y no era demasiado complicado… No iba a poner demasiadas quejas. - Lo imagino, seguro preguntó cómo me encontraba y te dijo que me extrañaba, ¿verdad? En este supuesto esquema familiar, ¿eres mi hermana, o mi hija? - Seguro Hermann era su padre feliz que claramente la mimaba a cada rato… ajá, sí claro. - Ya. ¿Tuviste muchos problemas para ingresar? ¿O hiciste el acting de niña tierna y adorable?
Me encojo de hombros porque me importa poco y nada sus problemas para conseguir un sitio en el cual intoxicarse sin que le digan algo, ya es hora de que al menos alguien le ponga un alto a su vicio sin ganarse sus reproches — ¡Ohhhh, es verdad que ahora eres una persona responsable con trabajo estable! — recuerdo con tonito cantarín — ¿Cómo te está yendo con eso? ¿A cuantas personas quisiste asesinar en lo que va de la semana? — que me perdone por ser tan cruel, pero incluso él mismo tiene que aceptarme que no es la persona más paciente entre nosotros. Me gustaría saber cómo es su vida ahora que tiene que fingir ser alguien completamente normal, frente a un montón de gente que está tratando de vivir una vida que, se supone, nos llevará a ser libres dentro de una epifanía en la cual no puedo confiar. ¿De verdad van a decirme que los magos nos aceptarán después de todo lo que ha pasado? Kendrick Black parece un oportunista, de seguro usará su discurso pacifista para ganar seguidores y acabará por pegarnos una patada cuando tenga lo que buscaba, repitiendo la historia. No estaba viva para ese entonces, pero tengo entendido de que su familia estaba tan podrida como la de Jamie Niniadis.
Se me escapa una risa poco disimulada y me aferro a su brazo en lo que nos adentramos en el zoológico, mentiría si no dijera que me emociona la idea de ver algunos animales, que no tienen la culpa de que magos estúpidos los han encerrado en este lugar — Llora por ti todas las noches — aseguro con una sonrisa amplia e irónica — Psttt. Nada de eso. Soy tu bella sobrina, a la cual deberás comprarle una buena cantidad de golosinas para mantenerla contenta durante este paseo. ¿No viste que venden hasta palomitas aquí? Venga, que ahora tienes empleo y todo — le recuerdo. Por la manera en la cual pestañeo, creo que ni hace falta que me ponga a aclarar — El acting de la dulzura siempre me viene bien — declaro. Decido no irme por las ramas — ¿Pudiste conseguir algo de información? Ya sabes, cómo se organizan, cuantas veces Black se cepilla los dientes al día y esas cosas. ¿Encontraste a tu hermano? — ya sé que son muchas preguntas, pero no tengo excusa para guardármelas por más tiempo.
Se me escapa una risa poco disimulada y me aferro a su brazo en lo que nos adentramos en el zoológico, mentiría si no dijera que me emociona la idea de ver algunos animales, que no tienen la culpa de que magos estúpidos los han encerrado en este lugar — Llora por ti todas las noches — aseguro con una sonrisa amplia e irónica — Psttt. Nada de eso. Soy tu bella sobrina, a la cual deberás comprarle una buena cantidad de golosinas para mantenerla contenta durante este paseo. ¿No viste que venden hasta palomitas aquí? Venga, que ahora tienes empleo y todo — le recuerdo. Por la manera en la cual pestañeo, creo que ni hace falta que me ponga a aclarar — El acting de la dulzura siempre me viene bien — declaro. Decido no irme por las ramas — ¿Pudiste conseguir algo de información? Ya sabes, cómo se organizan, cuantas veces Black se cepilla los dientes al día y esas cosas. ¿Encontraste a tu hermano? — ya sé que son muchas preguntas, pero no tengo excusa para guardármelas por más tiempo.
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Se me tuerce la boca al costado cuando escucho su burla y trato de no querer ahogarme en mi propia miseria. - Que lo digas de esa forma lo hace sonar aún peor. - Como si me hubiera rendido al sistema de los magos cuando nada había más lejano a ello. Sí, este distrito era diferente, pero no dejaba de ser manejado por un mago que, para colmo de todos los males era básicamente un crío jugaba a ser una especie de mesías. - Me conoces, ¿a cuántas crees tú siendo que trabajo en un lugar lleno de borrachos? - Y la mayoría tenía varita, así que la estupidez se triplicaba cuando no podían demostrar aguante en alguna ronda de bebidas. - Al menos me dejan sacar algunos a rastras y ni siquiera me piden que sea delicado. - Me encojo de hombros, al parecer mi actitud cínica puede llegar a ser amenazante para algunos y algo tan sencillo como el no verme intimidado por cualquiera servía mejor para echar a gente patética y pasada de tragos.
- Pfffft, debí haberlo supuesto, eres el calco de Jack, claramente eres mi sobrina. - Ruedo los ojos pero la dejo que nos guíe dentro de la exposición. - Si compro palomitas serán para mí, el que te comparta dependerá de que tan fastidiosa te muestres. - Le aseguro pese a que al final acabaré cediendo. No es fastidiosa por regla general pero prefería que el acting de niña buena lo guardase para los que lo pidiesen. - Me encantaría decirte que conseguí algo, pero no tienen un solo patrón de comportamiento analizable lo cual me deja suponer que, o son más listos de lo que pensaban, cosa que dudo; o en realidad no tienen la más puta idea de cómo organizarse, lo cual me parece mucho más probable. - No quería creer que estaba tan oxidado como para no notar situaciones obvias, y si bien tenía identificadas algunas casas, todas las idas y venidas eran tan infrecuentes como aleatorias. - Lo peor es que si quieres sacar algo de charla aquí, tienes que soportar minutos de chismes, “porque tal está con tal, ¿y vieron lo de la pequeña Niniadis? dicen que era su esclavo”. Pa-té-ti-co. - Me llevo la mano a la frente y despeino mis cabellos en un gesto contenido. - Necesitaré más tiempo para averiguar cosas que de verdad valgan la pena. Y no, no he encontrado a mi hermano, pero al parecer sí está con todo ese grupito. - Entre los chimentos escandalosos de Hero Niniadis, estaba ese que decía que vivía con dos hombres ¡el horror! y que uno estaba en la lista de enemigos públicos. Si había otro a la que la descripción de “flacucho esquelético y con rulos” se aplicaba, pues no lo creía. - ¿Y tú? ¿Has venido porque me extrañabas, porque esperabas obtener algo, o tienes algo para mí? - Me callo cuando veo que nos estamos acercando a uno de los puestos, y tironeo de ella para llegar al puesto de pochoclos en donde, como era esperable, acabo comprando dos bolsas en lugar de una. - Ten, sosténmela. Puedes comer un poco si quieres. - Le indico divertido.
- Pfffft, debí haberlo supuesto, eres el calco de Jack, claramente eres mi sobrina. - Ruedo los ojos pero la dejo que nos guíe dentro de la exposición. - Si compro palomitas serán para mí, el que te comparta dependerá de que tan fastidiosa te muestres. - Le aseguro pese a que al final acabaré cediendo. No es fastidiosa por regla general pero prefería que el acting de niña buena lo guardase para los que lo pidiesen. - Me encantaría decirte que conseguí algo, pero no tienen un solo patrón de comportamiento analizable lo cual me deja suponer que, o son más listos de lo que pensaban, cosa que dudo; o en realidad no tienen la más puta idea de cómo organizarse, lo cual me parece mucho más probable. - No quería creer que estaba tan oxidado como para no notar situaciones obvias, y si bien tenía identificadas algunas casas, todas las idas y venidas eran tan infrecuentes como aleatorias. - Lo peor es que si quieres sacar algo de charla aquí, tienes que soportar minutos de chismes, “porque tal está con tal, ¿y vieron lo de la pequeña Niniadis? dicen que era su esclavo”. Pa-té-ti-co. - Me llevo la mano a la frente y despeino mis cabellos en un gesto contenido. - Necesitaré más tiempo para averiguar cosas que de verdad valgan la pena. Y no, no he encontrado a mi hermano, pero al parecer sí está con todo ese grupito. - Entre los chimentos escandalosos de Hero Niniadis, estaba ese que decía que vivía con dos hombres ¡el horror! y que uno estaba en la lista de enemigos públicos. Si había otro a la que la descripción de “flacucho esquelético y con rulos” se aplicaba, pues no lo creía. - ¿Y tú? ¿Has venido porque me extrañabas, porque esperabas obtener algo, o tienes algo para mí? - Me callo cuando veo que nos estamos acercando a uno de los puestos, y tironeo de ella para llegar al puesto de pochoclos en donde, como era esperable, acabo comprando dos bolsas en lugar de una. - Ten, sosténmela. Puedes comer un poco si quieres. - Le indico divertido.
— ¿Yo? ¿Fastidiosa? Me ofendes — que sé muy bien que puedo serlo si me lo propongo, pero Georgie tiene la suerte de que me cae bien y solo me muestro como un incordio cuando estoy aburrida. No se lo pienso decir porque sería humillante, pero sé muy bien que yo no estaría viva si él no me hubiese encontrado en aquella ocasión y siempre le tendré un enorme aprecio por ello. Diría que me decepciona lo que me cuenta de aquellos que solemos llamar nuestros enemigos, pero la verdad es que me hace reír sin mucho disimulo y estoy segura de que eso solamente sirve para mostrarnos cómo la familia feliz que se supone que somos — Y ellos que se muestran tan seguros en la televisión. ¿Es verdad que Kendrick Black es petiso y no puede intimidar ni a una mosca? — que lo dicen los rumores, yo no tengo nada que ver.
Juro que la cara de asco que muestro es más bien porque no entiendo como alguien se ha denigrado tanto como para salir con la persona que lo ha esclavizado, no porque me den asco los besos, que a veces miro chicos y me parecen más lindos de lo que me parecían hace dos años — ¿Hay algo que valga la pena? Porque lo haces parecer como que es más bien un desastre que supieron manejar con mucha suerte — vaya a saber, los misterios de la vida. Le doy una palmadita en el brazo, no puedo hacer más que compadecerme de él si tiene a su hermano metido en esa banda — Ya podremos traerlos a la luz, tranquilo. Si estamos aquí, es para demostrarle a los nuestros que necesitan ser algo más que un felpudo descartable para los magos — estúpidos freaks. Se me escapa una risita — Porque tenía que chequear que seguías siendo tú y que nada te toque la fibra sensible mientras sigues siendo uno de nosotros. No es lo mismo en persona que mediante una llamada — que supongo que lo entiende. Sonrío de manera más honesta cuando tomo las dos bolsas de pochoclo y, como no tengo otro modo de hacerlo, uso mi boca para pellizcar una de las palomitas del extremo — ¿Así que no tenemos de qué preocuparnos? ¿Nada que deba informar al abuelo? — que sacado de contexto, nadie podría adivinar que estoy hablando de uno de los terroristas más buscados del país.
Juro que la cara de asco que muestro es más bien porque no entiendo como alguien se ha denigrado tanto como para salir con la persona que lo ha esclavizado, no porque me den asco los besos, que a veces miro chicos y me parecen más lindos de lo que me parecían hace dos años — ¿Hay algo que valga la pena? Porque lo haces parecer como que es más bien un desastre que supieron manejar con mucha suerte — vaya a saber, los misterios de la vida. Le doy una palmadita en el brazo, no puedo hacer más que compadecerme de él si tiene a su hermano metido en esa banda — Ya podremos traerlos a la luz, tranquilo. Si estamos aquí, es para demostrarle a los nuestros que necesitan ser algo más que un felpudo descartable para los magos — estúpidos freaks. Se me escapa una risita — Porque tenía que chequear que seguías siendo tú y que nada te toque la fibra sensible mientras sigues siendo uno de nosotros. No es lo mismo en persona que mediante una llamada — que supongo que lo entiende. Sonrío de manera más honesta cuando tomo las dos bolsas de pochoclo y, como no tengo otro modo de hacerlo, uso mi boca para pellizcar una de las palomitas del extremo — ¿Así que no tenemos de qué preocuparnos? ¿Nada que deba informar al abuelo? — que sacado de contexto, nadie podría adivinar que estoy hablando de uno de los terroristas más buscados del país.
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- Para tí casi todo el mundo es petiso. - Su edad no iba precisamente acorde a su altura, pero eso era una ventaja más que otra cosa. Mindy podía ser una niñata de trece años, pero entre lo avispada que era y el cómo se portaba, tranquilamente podía pasar por alguien mayor de edad. - Aún así, y aunque deba tener casi que mi altura, creo que he visto ardillas rabiosas en las afueras del doce que intimidan más que su cara de nene bueno. - No sabía cómo alguien podía seguirlo o verlo como un ejemplo de liderazgo, o aún peor… temerle. Tal vez era un as con la varita, pero fuera de eso no había nada en él a simple vista que lo hiciera destacar por encima de cualquier muchacho de su edad.
¿Algo que valga la pena? Me giro a echarle un rápido vistazo al paisaje y me encojo de hombros. - Es un desastre que supieron manejar por pura suerte. - Aseguro citando sus palabras. - Pero la comida no escasea y no hay aurores patrullando las calles. Ya fuera de eso… Su idealismo me da asco. Siento que quieren comprar a los humanos con un falso ideal de seguridad y contención ¿pero cuánto tardarán en pedir que se combata en primera línea? - Ella lo ejemplifica muy bien al usar la palabra “felpudo”, muy bonitos y dentro del hogar… pero no eran más que un adorno que se podía pisar. - Estoy lejos de que algo me toque la fibra sensible. Si algo me ha quedado claro estando aquí dentro, es que la hipocresía no es lo mío. Prefiero una varita apuntándome al rostro, que una que me apunta por la espalda mientras me ponen una mano amistosa sobre el hombro. - En realidad no prefería ninguna varita, pero prefería caer enfrentándome a alguien, que por mi propia estupidez. - Puedes decirle al viejo que sigo con mis raíces bien plantadas… y que con suerte aquí no se comerán durante mucho tiempo lo de los espejitos de colores. Debemos abastecernos y actuar con cuidado, pero no lo veo como un imposible. ¿Tú qué dices? ¿No quieres mudarte con tu tío y jugar a ser una nena buena?
¿Algo que valga la pena? Me giro a echarle un rápido vistazo al paisaje y me encojo de hombros. - Es un desastre que supieron manejar por pura suerte. - Aseguro citando sus palabras. - Pero la comida no escasea y no hay aurores patrullando las calles. Ya fuera de eso… Su idealismo me da asco. Siento que quieren comprar a los humanos con un falso ideal de seguridad y contención ¿pero cuánto tardarán en pedir que se combata en primera línea? - Ella lo ejemplifica muy bien al usar la palabra “felpudo”, muy bonitos y dentro del hogar… pero no eran más que un adorno que se podía pisar. - Estoy lejos de que algo me toque la fibra sensible. Si algo me ha quedado claro estando aquí dentro, es que la hipocresía no es lo mío. Prefiero una varita apuntándome al rostro, que una que me apunta por la espalda mientras me ponen una mano amistosa sobre el hombro. - En realidad no prefería ninguna varita, pero prefería caer enfrentándome a alguien, que por mi propia estupidez. - Puedes decirle al viejo que sigo con mis raíces bien plantadas… y que con suerte aquí no se comerán durante mucho tiempo lo de los espejitos de colores. Debemos abastecernos y actuar con cuidado, pero no lo veo como un imposible. ¿Tú qué dices? ¿No quieres mudarte con tu tío y jugar a ser una nena buena?
— Eso suena bonito — tengo que confesar, porque desde que me marché de casa, la comida no es algo abundante y todo en mi vida se ha vuelto totalmente impredecible. Sé que en mi casa podría haber tenido un mundo mucho más seguro, pero esa no era yo, mi falta de magia siempre dejó en evidencia que no pertenecía al mundo de los magos y, mal que mal, entre los humanos me siento a salvo, como que puedo pertenecer a algún sitio. Sé que aún hay mucho trabajo por delante, en especial porque hay toda una vida que yo no podré tener si aún hay hechiceros diciéndonos qué hacer. Somos un acto de limosna, no de verdad — ¿No es eso lo que están buscando todos? — soy joven pero no soy tonta — Buscar seguidores es buscar apoyo y, si están dispuestos a pelear, mejor. Alguien tendrá que defender este lugar cuando lo ataquen — alguna vez pasará, que no me creo la historia del hippie con dinero de Black.
— Dalo por hecho — aseguro, más concentrada en comer palomitas que en prestar atención a lo que está diciendo. El mensaje que le tengo que dar a Hermann es bastante sencillo, pero es lo que dice al final lo que me hace reír tanto que temo el escupir una de las palomitas, que casi se me patina entre los labios — ¿Tienes miedo de estar solo para cuando todo se desmadre en este lugar? — intento burlarme, aunque sé que no servirá de mucho — Gracias por tu oferta, Georgie, pero mi lugar está en las apestosas minas del norte. ¿Qué le explicarías a tu hermano, eh? Cuanto menos mentiras tengas contigo, más fácil va a ser que te crean — hasta yo lo veo obvio — Pero sí me extrañas, como sé que lo haces, vendré más seguido. Prepara el sofá, que tendrás que dormir en él de vez en cuando. Ahora… ¿Vas a mostrarme los animales o seguiremos hablando de cosas con la esperanza de que alguien nos oiga y nos delate? — le arrojo un pochoclo que, por sobre todas las cosas, no dejamos de ser nosotros.
— Dalo por hecho — aseguro, más concentrada en comer palomitas que en prestar atención a lo que está diciendo. El mensaje que le tengo que dar a Hermann es bastante sencillo, pero es lo que dice al final lo que me hace reír tanto que temo el escupir una de las palomitas, que casi se me patina entre los labios — ¿Tienes miedo de estar solo para cuando todo se desmadre en este lugar? — intento burlarme, aunque sé que no servirá de mucho — Gracias por tu oferta, Georgie, pero mi lugar está en las apestosas minas del norte. ¿Qué le explicarías a tu hermano, eh? Cuanto menos mentiras tengas contigo, más fácil va a ser que te crean — hasta yo lo veo obvio — Pero sí me extrañas, como sé que lo haces, vendré más seguido. Prepara el sofá, que tendrás que dormir en él de vez en cuando. Ahora… ¿Vas a mostrarme los animales o seguiremos hablando de cosas con la esperanza de que alguien nos oiga y nos delate? — le arrojo un pochoclo que, por sobre todas las cosas, no dejamos de ser nosotros.
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